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Coordinador:
José Joaquín Moreno Hurtado
Autores:
Juan Luis Romera Muñoz
Agueda Lahera Mexía
Rafael Canals Salinas
José Galán Cortés
Antonio Pachón Gallardo
Modesto Román Delgado
Mª del Carmen Ropero Montoro
José Luis Yépez Pérez
Junta de Andalucía
Consejería de Empleo
Dirección General de Seguridad y Salud Laboral
Coordina la edición:
Subdirección de Prevención de Riesgos Laborales
Depósito Legal:
SE - 5131/04
presentación
Hace ahora poco más de un año, editado también por esta Consejería, que entonces se lla-
maba de Empleo y Desarrollo Tecnológico, veía la luz la primera edición de este Manual.
Constituía, y así se resaltaba en su presentación, la respuesta a una necesidad derivada de
la asunción por los Centros de Prevención de Riesgos Laborales de las funciones de
Servicios de Prevención Propios de la Administración Autonómica Andaluza: la de asegurar,
en el trascendental campo de la evaluación de riesgos, que una organización amplia, provin-
cializada y distribuida en un ámbito geográfico extenso, como la nuestra, fuera capaz de
actuar de una forma técnicamente adecuada y homogénea.
Desde el principio se tuvo claro que lo que entonces se presentaba era un marco metodoló-
gico con vocación de permanencia y una primera entrega de instrumentos que, con el tiem-
po y la experiencia, habrían de irse mejorando y completando. La general aceptación de que
ha gozado el Manual nos ha reafirmado en la idea primitiva y, así, se publica ya una segun-
da edición que incorpora al contenido de la anterior tres nuevas herramientas: dos inventa-
rios de indicadores de riesgo de carácter general, dedicados respectivamente a los riesgos
psicosociales y al riesgo higiénico por inhalación de agentes químicos, y un cuestionario de
instalaciones para la detección de deficiencias en las condiciones de contraincendios de los
edificios. Se cubren así algunos flancos de gran importancia por su universal aplicabilidad y,
consiguientemente, se amplían y profundizan las posibilidades de la actividad de evaluación
de riesgos en los Centros de la Administración Andaluza, un pilar básico para el progreso de
las condiciones de trabajo de los empleados públicos.
Por otra parte, al difundir esta metodología, la Consejería pretende alcanzar una doble fina-
lidad: someterla al escrutinio y la crítica de todos los interesados, por entender que esta es
la mejor forma de depuración y mejora, y ofrecer a sus potenciales usuarios externos a la
Administración: empresas y servicios de prevención ajenos, sobre todo, nuevas posibilidades
para el desarrollo de su trabajo preventivo.
7
I N D I C E
1. INTRODUCCIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
3. DEFINICIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
3.1. Riesgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
14
3.2. Factor de riesgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
3.3. Situación de riesgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
3.4. Riesgo higiénico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
3.5. Exposición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
3.6. Indicador de riesgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
3.7. Evaluación detallada de la exposición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
8. BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
9
ANEXO A: INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
10
1. INTRODUCCIÓN
Así pues, el panorama de los métodos de evaluación simplificada de riesgos puede resu-
mirse en los siguientes términos: unos desisten de medir y se conforman con identificar defi-
ciencias; otros renuncian de entrada a cualquier pretensión de objetividad en la medida que
proponen, ya que no definen ningún instrumento para ella. Esta renuncia cobra especial gra-
vedad cuando, como ocurre en nuestra organización, son numerosas las personas que han
de evaluar y, además, están dispersas en un ámbito geográfico extenso. Aquí, la imprescin-
dible unificación de criterios sólo puede asegurarse metodológicamente, mediante el uso de
herramientas bien definidas.
Uno de los mejores, a nuestro juicio, es el que proporciona la Nota Técnica de Prevención
(NTP) 3301 bajo el título “Método simplificado de evaluación de riesgos de accidente”.Se dice
que es un buen mimbre y no un cesto porque, pese al título, se trata sólo de una guía meto-
dológica a la que han de añadirse aún los instrumentos de medida, esto es, los cuestionarios
de chequeo con factores de riesgo de peso preasignado, para convertirla en un método.
En esto ha consistido, por tanto, la primera tarea, que ha dado lugar al llamado método
general: partiendo de la NTP 330 como guía y marco metodológico, desarrollar, precisar o
modificar los aspectos que nos han parecido insuficientes o mejorables y, sobre todo, incor-
porarle los cuestionarios de chequeo necesarios para evaluar algunos de los riesgos más
1 Véase Bibliografía
11
comunes en la Administración andaluza.
Se trata, pues, de una propuesta de método con un doble objetivo:1) constituir una herra-
mienta de evaluación para las situaciones de riesgo más frecuentes en los centros de tra-
bajo de la Junta y 2) servir de pauta y contexto para la elaboración de nuevos cuestionarios,
referidos a otras situaciones de riesgo, que se vayan incorporando al método en el futuro
para ampliar su utilidad.
Pronto se vio, sin embargo, que no era posible, y en algunos casos tampoco deseable,
usar el método general para todos los riesgos que han de evaluarse. Así ocurre, por ejemplo,
con los riesgos higiénicos y algunos ergonómicos, para los que no es aceptable renunciar a
la evaluación detallada de la exposición, es decir, basada en su medida, cuando resulte via-
ble. Para ellos se ha establecido un procedimiento en dos fases: la primera consiste en la apli-
cación de un instrumento específico para el riesgo en cuestión, llamado de modo genérico
inventario de indicadores de riesgo, cuyo objetivo básico es determinar si es preciso llevar a
cabo la segunda, la de evaluación detallada del riesgo, o puede directamente concluirse la
suficiencia de su control.
Para otros aspectos de la realidad preventiva, que resulta difícil desglosar en situacio-
nes de riesgo, de modo que sea factible la evaluación por el método general, y que, pese a
ello, no pueden dejar de ser considerados, se ha diseñado un tercer tipo de instrumento, los
cuestionarios de instalaciones o actividades, que, estos sí, limitan su objetivo a la identifica-
ción de deficiencias.
El método general, el de uso más extenso, aplicable a los riesgos de accidente y a los
higiénicos y ergonómicos que no admiten evaluación detallada de la exposición.
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2. LA EVALUACIÓN DE RIESGOS EN EL
MODELO DE LA LEY DE PREVENCIÓN
DE RIESGOS LABORALES
Así pues, no se trata sólo de cumplir los Reglamentos, que nunca podrán abarcar toda
la casuística existente, ni de investigar las causas de los daños ocurridos y corregirlas, con
ser esto imprescindible, sino que es preciso anticiparse a ellos con una acción sistemática y
planificada que se adapte a las necesidades específicas de la empresa en esta materia, es
decir a la índole y la magnitud de los riesgos presentes.
A conocer estos aspectos sobre los riesgos está dedicado el proceso que denominamos
evaluación de riesgos, y de ahí, de su condición de punto de partida de toda la actuación pre-
ventiva en la empresa, deriva la importancia capital que, pese a su carácter instrumental,
tiene en el modelo.
13
3. DEFINICIONES
3.1. Riesgo
El término riesgo, utilizado en ámbitos de la vida muy diversos, connota siempre la exis-
tencia de un daño, futuro e hipotético, es decir, cuya producción no está completamente
determinada por los acontecimientos o condiciones causales que somos capaces de identi-
ficar y caracterizar. Tales condiciones, sea el daño del tipo que sea, son siempre de dos gran-
des clases: personales y ambientales. Entre las primeras, podríamos citar, a título de ejem-
plo, las características y la condición física, el estado de salud, el nivel de atención, el grado
de conocimiento y destreza, etc. Las ambientales abarcan el amplio campo de las condicio-
nes de trabajo, tanto materiales como organizativas.
Si para cada situación de riesgo genérica, por ejemplo: caída a distinto nivel en escalera
fija, fuéramos capaces de identificar y caracterizar mediante parámetros apropiados todas y
cada una de las condiciones personales y ambientales pertinentes, así como de formular las
relaciones entre ellas, podríamos predecir con toda certeza si se iba a producir o no un acci-
dente cuando una determinada persona, en un estado específico, utilizara una escalera con-
creta. Dado que nuestro conocimiento actual no nos permite ni siquiera intentarlo, prescindi-
mos en la práctica de las condiciones personales y basamos nuestras evaluaciones sólo en
las condiciones ambientales (Véase la definición de factor de riesgo en el punto siguiente),
con lo que el daño adquiere el carácter aleatorio que antes se citaba, su predicción ha de
recurrir a la idea de probabilidad y, consiguientemente, cobra pleno sentido el uso del térmi-
no riesgo.
De este modo, puede entenderse por qué, incluso si en una situación no se detecta nin-
guna posible causa ambiental de un determinado daño, es decir, ningún factor de riesgo, el
riesgo puede considerarse controlado pero no eliminado, ya que parece haber condiciones
personales que, en presencia de la mera posibilidad de daño, bastan para producirlo. Eliminar
un riesgo exige, por tanto, ir más allá de la corrección de las deficiencias preventivas detec-
tadas: implica, pura y simplemente, suprimir la posibilidad de ocurrencia del daño.
En general, los riesgos se identifican aludiendo al daño al que se refieren (por ejemplo
riesgo de caída a distinto nivel, riesgo de contacto eléctrico) o a la exposición que se consi-
dera causante del daño (riesgo higiénico por exposición a ruido, riesgo asociado a la mani-
pulación manual de cargas).
14
Evaluar el riesgo será, por tanto, estimar el daño que producirán los factores de riesgo
considerados en un cierto periodo. Procediendo de esta forma, será posible jerarquizar los
riesgos y adoptar una política racional de actuación frente a ellos.
Dado que, en términos generales puede aceptarse que la relación entre un caso de daño
y sus consecuencias ( la magnitud del daño que produce ese caso) es aleatoria, es útil algo-
ritmizar la definición anterior de riesgo del siguiente modo:
RS = fS x D S
Siendo:
RS: El riesgo, o sea, la magnitud del daño que producirá el conjunto de factores de riesgo
S en el periodo considerado, por ejemplo, un año.
fS: El número esperado de casos en ese periodo, ocasionado por el conjunto de factores
de riesgo S. Se trata, pues, de una frecuencia esperada absoluta (nº de accidentes
esperados/año).
DS: El daño esperable por caso debido al conjunto de factores de riesgo S. El daño espe-
rable es el promedio de los daños de un gran número de casos asociados al mismo
conjunto de factores de riesgo. Si el daño se midiera en unidades monetarias, lo que
resulta viable tanto para las pérdidas económicas como para las lesiones personales,
el riesgo quedaría medido de la misma forma.
A diferencia de fS, p S sólo depende de S, es decir, del número e importancia de los fac-
tores de riesgo presentes. Por otra parte, E puede también descomponerse en FE, frecuen-
cia de exposición por trabajador (nº de exposiciones/trabajador y año) y TE (nº de trabaja-
dores expuestos a la situación de riesgo en cuestión).
RS = pS x FE x TE x DS
R’S = RS / TE = p S x FE x D S
Como habrá ocasión de ver más adelante, es precisamente R’S, el riesgo unitario o mag-
nitud del daño esperado por trabajador expuesto, lo que trata de medir, utilizando escalas
ordinales, el método de evaluación de la NTP 330.
2 Véase la bibliografía
15
3.2. Factor de riesgo
Se considera factor de riesgo de un determinado tipo de daño aquella condición de tra-
bajo, que, cuando está presente, incrementa la probabilidad de aparición de ese daño. Podría
decirse que todo factor de riesgo denota la ausencia de una medida de control apropiada
Vistos desde la perspectiva del daño ya producido, los factores de riesgo aparecen como
causas en la investigación del caso.
Obsérvese que el campo semántico del término “factor de riesgo” está aquí restringido
a las que hemos llamado causas ambientales, a diferencia de lo que ocurre en otras discipli-
nas, como la Medicina o la Epidemiología, que lo extienden también a las causas individua-
les.
Desde un punto de vista operativo, que es el que nos interesa, y en términos de la meto-
dología de evaluación de riesgos que se explica más adelante, se puede precisar más dicien-
do que es el conjunto específico de factores de riesgo al que puede asignarse un solo nivel
de exposición (NE) y un único nivel de consecuencias (NC), en cada puesto de trabajo. El
nivel global de exposición traduce la idea de simultaneidad, y el valor único del nivel de con-
secuencias, la de un mismo tipo de daño o, cuando menos, la de daños de la misma grave-
dad esperada.
En coherencia con esta definición, sólo llamaremos situación de riesgo a aquellas situa-
ciones de trabajo en las que, por estar presente algún factor de riesgo, el riesgo no puede
considerarse controlado.
16
3.4. Riesgo higiénico
Se denominan riesgos higiénicos aquéllos para los que, entre los factores de riesgo
remotos (materiales y organizativos) y los posibles daños, puede reconocerse el contacto con
un agente ambiental (químico, físico o biológico) que es consecuencia directa de los prime-
ros y causa inmediata de los segundos, como se ve en el esquema de la figura 1.
Esta peculiaridad de los riesgos higiénicos permite una aproximación distinta, y más pre-
cisa, a su evaluación, que se basa en la cuantificación de dicho contacto.
3.5. Exposición
Se dice que un trabajador está expuesto a un agente ambiental, si éste está en contac-
to con una vía apropiada de penetración en su organismo.
De modo análogo a lo que antes se establecía para el riesgo, sólo podrá concluirse la
ausencia de exposición para un determinado sujeto cuando no exista contacto entre él y el
agente.
3 Indicadores de exposición son no sólo los parámetros que la definen:la intensidad y la duración, que pueden ser llamados con
toda propiedad factores de riesgo inmediatos, sino también otros, como, p.ej., el olor, la presencia de depósitos de polvo en pisos
e instalaciones o la corrosión de los metales en el recinto de trabajo, que no son factores de riesgo puesto que no tienen rela-
ción causal con el daño.
17
ESTRUCTURA CAUSAL DE LOS RIESGOS HIGIÉNICOS
(Materiales y Organizativos)
INTENSIDAD DURACIÓN
(Factores de riesgo inmediatos)
DAÑOS
Fig. 1
18
3.7. Evaluación detallada de la exposición
Por analogía con la evaluación de riesgos, la evaluación de la exposición puede definir-
se como el proceso por el que se decide acerca de la aceptabilidad o no de una determina-
da exposición y, consecuentemente, sobre la necesidad de adoptar medidas preventivas adi-
cionales y la índole de éstas.
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4. EL PROCESO DE EVALUACIÓN DE
RIESGOS
En la definición aparece muy destacada la medida del riesgo, que constituye, por así
decirlo, el núcleo central de la evaluación. Sin medida, sólo se podrían identificar las situa-
ciones de riesgo, pero no jerarquizarlas y, por tanto, tampoco fijar las prioridades de la actua-
ción preventiva, aspecto éste que resulta imprescindible en la planificación, como señala el
artículo 8 del RSP.
Pero la medición del riesgo, con ser tan importante, no es la única fase del proceso de
evaluación, que tiene aún otras dos; la identificación de los peligros, anterior a ella, y la valo-
ración de los riesgos, posterior.
Por último, como ya se indicaba en la definición que encabeza este punto, la evaluación
de riesgos ha de proporcionar también información sobre la índole de las medidas que, para
el correcto control de cada riesgo, han de incluirse en la planificación preventiva.
20
5. EL MÉTODO SIMPLIFICADO
DE EVALUACIÓN DE RIESGOS
DE ACCIDENTE DE LA NOTA TÉCNICA
DE PREVENCIÓN 330
Por ora parte, la característica fundamental de los métodos simplificados, categoría a la que
pertenece éste, es que no pretenden determinar el valor real del riesgo, es decir, la magnitud del
daño esperado en un periodo de tiempo concreto, sino que se conforman con una aproximación
a su medida en términos de nivel, usando escalas ordinales.
Estas son escalas numéricas que, como su nombre indica, producen una ordenación de
los niveles pero no garantizan la constancia de los intervalos ni las razones en los distintos
tramos de la escala. Así, por ejemplo, el valor 5 corresponderá siempre a un nivel mayor que
el 4 y éste, a su vez, a otro mayor que el 3, pero las diferencias entre 5 y 4, y entre 4 y 3 no
tienen por qué corresponder a iguales diferencias en el atributo medido, ni tampoco las razo-
nes entre 4 y 2, y entre 2 y 1.
Así, la aplicación del método para estimar el nivel de riesgo de una determinada situa-
ción de riesgo en un puesto de trabajo concreto comporta los siguientes pasos:
21
1. Estimación del nivel de deficiencia (ND) de la
situación de riesgo.
La forma idónea de hacerlo es aplicando un cuestionario de chequeo que incluya los fac-
tores de riesgo apropiados y una indicación acerca de la importancia que cabe atribuirles
como elementos causales del daño. Tales indicaciones, sea cual sea el sistema que se use,
han de ajustarse a la escala de ND que recoge la tabla I4.
De este modo, el nivel de deficiencia que se obtiene con la aplicación del cuestionario
será el resultado de los factores de riesgo que estén realmente presentes y del peso causal
preasignado a cada uno.
22
2. Estimación del nivel de exposición (NE) del
puesto de trabajo a la situación de riesgo.
Es una medida de la frecuencia con la que se produce la exposición al riesgo en el pues-
to de trabajo en cuestión, ajustada a los criterios de la tabla II5.
Naturalmente, como se refiere a características del puesto cuyo riesgo se está evaluan-
do, habrá de estimarse sobre el terreno.
23
3. Determinación del nivel de probabilidad (NP) de acci-
dente en el puesto, asociado a la situación de riesgo.
Se calcula como producto de ND x NE. El resultado numérico obtenido se categoriza en
cuatro niveles, según se señala en la tabla III6 .
24
4. Estimación del nivel de consecuencias (NC)
del accidente asociado a la situación de riesgo.
Como ilustra la tabla V8, el método considera también cuatro niveles de consecuencias,
distinguiendo entre daños personales y materiales, y estableciendo una correspondencia
entre ellos.
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TABLA VI: DETERMINACIÓN DEL NIVEL DE RIESGO Y DE INTERVENCIÓN
De este modo, en este último paso de la aplicación del método puede decirse que se
solapan dos etapas: la última de la evaluación propiamente dicha, que sería la jerarquización
de los riesgos, y la primera de la planificación preventiva, que correspondería a la prioriza-
ción de las medidas de actuación.
26
6. EL SISTEMA DE EVALUACIÓN DE
RIESGOS PROPUESTO.
Tiene por objeto inventariar los puestos de trabajo existentes, describirlos en términos de
las tareas que tienen encomendadas y del ámbito en que se desarrollan, decidir qué cues-
tionarios de chequeo resultan necesarios para el caso y planificar su aplicación.
A grandes rasgos, los cuestionarios son de dos tipos: los de situaciones de riesgo gene-
rales, ligadas a las características del edificio o de sus instalaciones, y los de situaciones de
riesgo específicas, asociadas a la actividad de los distintos puestos de trabajo. La planifica-
ción citada incluye la elección de las áreas de aplicación de los primeros (por ejemplo, por
planta, área funcional, edificio, etc.), que podrían ser distintas para los diversos cuestionarios.
Es necesario aclarar que los cuestionarios no contienen preguntas para los trabajadores
sino proposiciones para el técnico, que, antes de pronunciarse sobre ellas, tendrá que reca-
bar los datos que considere necesarios y, en base a ellos, responder según su propio juicio.
Las respuestas NO detectan factores de riesgo, con lo que constituyen una identifica-
27
ción de los peligros realmente presentes y, por tanto, de las situaciones de riesgo existen-
tes.
Para las situaciones generales de riesgo que se refieren a elementos singulares, de los
que el número es pequeño en cualquier centro de trabajo, como, por ejemplo, escaleras fijas,
portátiles, ascensores, rampas, etc., se aplicará un cuestionario a cada elemento existente.
Por el contrario, para elementos más numerosos y difíciles de identificar como pasillos,
puertas, archivadores, mesas, etc., sólo cuando resulte de interés individualizar elementos
deficientes respecto a un determinado tipo de daño, se usará un cuestionario de chequeo
para cada uno, subdividiendo el área de aplicación inicial lo que sea necesario. Así, por ejem-
plo, si en una planta de un edificio, que inicialmente se considera como área de aplicación
idónea para el cuestionario de “Caída al mismo nivel, pisada sobre objetos … Pasillos”, se
encuentran dos pasillos con deficiencias distintas, se utilizarán sendos cuestionarios para
ellos y otro común para el resto de los pasillos sin deficiencias de la planta.
TABLA VIII:
SIGNIFICADO DEL NIVEL DE DEFICIENCIA
DE LOS FACTORES DE RIESGO (ND p)
28
utilizado preferentemente para los factores de riesgo de esa clase. Los otros se han reser-
vado para los casos en que se ha considerado necesario matizar, por interpolación, una vez
completada la asignación inicial.
Al final de cada cuestionario de chequeo se ha incluido un item para que el técnico eva-
luador pueda especificar otros factores de riesgo detectados por él y no incluidos en la lista
preestablecida. Naturalmente, el NDp de esos factores no puede asignarse de antemano.
Salvo indicación expresa en contra, se obtiene sumando los NDp de los factores de ries-
go identificados. Su significado se recoge en la tabla IX.
Conviene resaltar el hecho, conceptualmente muy importante, de que cuando no se
TABLA IX:
SIGNIFICADO DEL NIVEL DE DEFICIENCIA
DE UNA SITUACIÓN DE RIESGO (ND T)
29
detecta ningún factor de riesgo no se considera que NDT sea cero, lo que abocaría a la con-
clusión de que el riesgo es inexistente, sino que sólo se acepta que está controlado y que no
cabe ir más allá en su valoración.
Si la suma obtenida es mayor de 10, valor máximo que contempla la escala del nivel de
deficiencia, se tomará ND = 10 para el cálculo posterior del nivel de riesgo (NR).
De la definición operativa que antes se dio de situación de riesgo, se deduce que a cada
cuestionario sólo cabe asignarle un NE en cada aplicación.
Lo asignará el técnico que evalúa en base a los datos recabados en el lugar de trabajo,
siguiendo los criterios de la tabla X, en la que, como vemos, se han reconvertido en términos
de duración, más precisos y objetivos, los significados de los niveles de exposición de la tabla
II.
Si a una situación de riesgo general están expuestos varios grupos de personas con dis-
TABLA X:
SIGNIFICADO DEL NIVEL DE EXPOSICION
A UNA SITUACIÓN DE RIESGO (NE)
Con las situaciones de riesgo específicas no debe darse este caso, porque se aplican
por puesto de trabajo y éste, más allá de su denominación, se define por las tareas y el ámbi-
to, lo que debe conllevar exposiciones semejantes para las distintas personas que puedan
desempeñarlo.
30
de Riesgo.
Al igual que ocurría con los NDp, no se han utilizado sólo las marcas de clase de la esca-
la de consecuencias de la NTP 330 (ver tabla V), sino también valores intermedios, aunque
respetando el significado de aquéllas y los límites de la escala
Las fases 3, 4 y 5 constituyen la medición del riesgo, que, con este método, como ya
se dijo, no implica el cálculo de su valor absoluto, sino una aproximación en términos de nivel.
Por último, según el NR obtenido, incluiremos las situaciones de riesgo medidas en uno
de los siguientes grupos, cuyos significados se recogen en la tabla XI.
Esta fase corresponde a la valoración de las situaciones de riesgo, por cuanto en ella
TABLA XI:
NIVEL DE RIESGO DE UNA SITUACIÓN DE RIESGO (NR)
31
se decide sobre la importancia relativa de cada una, la necesidad o no de adoptar medidas
preventivas y sobre el tipo de medidas necesarias, que se deducen de los factores de riego
presentes.
Por consiguiente, aquí acaba propiamente la evaluación de los riesgos abordados por
este método general.
No obstante, es bien sabido que la evaluación de los riesgos no tiene más objetivo que
permitir una planificación razonable de la actuación preventiva. Así pues, para resaltar la ine-
ludible continuidad de los dos procesos: evaluación y planificación, se recoge en el punto
siguiente la primera fase de este último, la priorización de las medidas preventivas, que es la
única que puede llevarse a cabo desde un servicio de prevención. Las posteriores, que exi-
gen consideraciones de costes, disponibilidades presupuestarias, plazos de implantación,
designación de responsables, etc., han de decidirse necesariamente desde instancias de
dirección.
Las medidas preventivas que se propongan, una vez completada la evaluación de las
situaciones de riesgo existentes en el centro de trabajo, se clasificarán en cuatro niveles de
intervención, de acuerdo con los criterios de la tabla XII.
Conviene resaltar el hecho de que, a diferencia del método de la NTP 330, las priorida-
TABLA XII:
NIVEL DE INTERVENCIÓN DE UNA MEDIDA PREVENTIVA (NI)
32
des de intervención no se asignan aquí a las situaciones de riesgo como conjuntos sino a
cada una de las medidas preventivas que se proponen. Asimismo, con cada medida pro-
puesta se hará constar el número de personas afectadas por ella (dato que se extrae del
cuestionario correspondiente), como otro elemento de jerarquización dentro del nivel de
intervención.
Así pues, las únicas excepciones que cabe admitir a esta regla general son dos:
3. Existencia de valores límite con los que comparar las exposiciones medidas.
b) Que, a la vista de las condiciones de trabajo en que se produce la exposición, sea evi-
dente que ésta es muy inferior al valor límite, que está claramente por encima de él o
que, sea cual sea su nivel, no están implantadas las medidas preventivas básicas o
generales, que deben adoptarse en todo caso.
En este apartado sólo nos ocuparemos de riesgos que admiten evaluación detallada de
la exposición y, por tanto, nos centraremos en la metodología usada para ellos, que compor-
ta una aproximación en dos etapas:
1. En la primera, se aplica un tipo de instrumento que se ha denominado Inventario de
33
Indicadores de Riesgo, por las razones que más tarde se explicitarán.
1. Sus items no son sólo factores de riesgo remotos, sino que pueden referirse también
a indicadores de exposición y de daño; de ahí el término indicador de riesgo, que se
usa para referirse conjunta e indistintamente a los tres tipos.
5. Los items que se refieren a medidas preventivas que se consideran básicas, se han
señalizado en el inventario. Si alguna de ellas no estuviera implantada, habría de
serlo antes de abordar la segunda fase de la evaluación.
No obstante, para algunas situaciones, como, por ejemplo, la exposición a agentes quí-
micos en el laboratorio, que se ha preferido abordar de modo que pueda referirse a cualquier
tipo de laboratorio, el técnico puede encontrarse con dos instrumentos, un cuestionario y un
inventario, y con la necesidad de decidir cuál de ellos debe aplicar o, incluso, si ha de aplicar
ambos en distintas secciones. Para tomar su decisión habrá de atender a la actividad con-
creta del laboratorio que esté evaluando y a los criterios de posibilidad de evaluación deta-
llada que antes se explicitaron.
34
6.3. Identificación de otras deficiencias.
Lo ideal sería que los dos métodos del sistema de evaluación propuestos hasta ahora
bastaran para considerar la totalidad de los riesgos que pueden encontrarse en los centros
de trabajo. Sin embargo, resulta evidente que el más comprensivo, que es el método gene-
ral, requiere siempre la categorización de la realidad en posibles situaciones de riesgo, es
decir, en potenciales conjuntos de factores de riesgo de un determinado tipo de daño a los
que quepa asignar un nivel global de exposición y un único nivel de consecuencias.
b) Instalaciones o actividades para las que existen reglamentos técnicos muy detallados
(a veces, incluso, una entidad competente muy específica), de modo que resulta prác-
ticamente imposible encontrar factores de riesgo sin referencias reglamentarias o
prescindir de deficiencias reglamentarias aunque no esté claro que sean factores de
riesgo, como sucede, por ejemplo, con las instalaciones radiactivas
Para esta parte de la realidad preventiva que no es fácil tratar por el método general, pero
que, desde luego, no puede dejarse al margen de la evaluación, se ha diseñado un tercer tipo
de instrumento, al que se denomina, de modo genérico, Cuestionario de Instalaciones o
Actividades.
Es, por tanto, evidente, como se decía de los inventarios, que los cuestionarios de insta-
laciones o actividades no son instrumentos de evaluación, puesto que su aplicación no pro-
porciona ninguna medida del riesgo. Sólo sirven para identificar deficiencias, que el propio
técnico evaluador habrá de jerarquizar para establecer la prioridad de las correspondientes
medidas preventivas. Cierto que en esta tarea cuenta con la ayuda que supone la existencia
del marco de las clases de intervención del método general, que es el que debe usar, y con
la referencia contextual que le suministran las medidas incluidas en ellas como resultado de
su aplicación.
En cualquier caso, porque estos cuestionarios no sirven para evaluar riesgos, en la pro-
puesta metodológica que contiene este documento, su uso se reduce al mínimo práctica-
mente posible.
35
6.4 Resumen de la evaluación y priorización
preventiva
El objeto de este apartado, como avanza su título, es establecer los datos mínimos que
deben resumir cualquier evaluación de riesgos y la consiguiente priorización preventiva, para
informe al centro de trabajo en cuestión, y esbozar el diseño de los documentos que puedan
contenerlos.
Podría pensarse, probablemente con razón, que sería más apropiado abordar este asun-
to en un procedimiento de gestión dedicado a la evaluación de riesgos, que sin duda habrá
que elaborar, que en un manual metodológico. Sin embargo, puesto que todavía el procedi-
miento no existe y que este tema está íntimamente relacionado con los métodos que ante-
ceden, se ha decidido incluirlo aquí.
Para la elección de los datos básicos que han de reflejar la evaluación y la priorización,
se han tenido muy en cuenta las prescripciones de la Ley de Prevención de Riesgos
Laborales, y el Reglamento de los Servicios de Prevención, en especial, el contenido del artí-
culo 7 de éste, que se refiere a la documentación de la evaluación de riesgos.
En primer lugar debe incluirse una relación de los instrumentos empleados: cuestio-
narios de chequeo, inventarios de indicadores de riesgo y cuestionarios de instalaciones o
actividades, especificando, para cada uno, las áreas o puestos de aplicación, según proce-
da.
El propósito de esta información es evitar que surja la duda, cuando se eche de menos
una situación de riesgo que cabría razonablemente esperar en un centro determinado, sobre
si esta ausencia se debe a que no se ha buscado, aplicando el correspondiente instrumento
a las situaciones de trabajo sospechosas, o a que la búsqueda ha resultado negativa. Dicho
de otro modo, así tendremos también información sobre potenciales situaciones de riesgo en
las que éste se ha mostrado controlado.
Para presentar estos datos, podría partirse de listas impresas y tabuladas de todos los
instrumentos disponibles, al objeto de que sólo hubiese que reflejar en las celdas correspon-
dientes las áreas o puestos en que se ha aplicado cada uno, o dejarla en blanco cuando no
se hubiera hecho ninguna aplicación.
En las páginas que siguen se ofrece un posible bosquejo de la estructura de tales listas.
36
I. RELACIÓN DE INSTRUMENTOS EMPLEADOS
12Dado que en estos tres casos la aplicación es individual, en la celda se reflejaría sólo el número de puestos y se remitiría a
una relación aparte. En esta, es muy posible que los puestos haya que identificarlos por los nombres de sus ocupantes, aun-
que se indique la función específica siempre que sea posible.
37
Inventario Áreas de aplicación
Cuestionario Aplicación
Las situaciones de riesgo deben presentarse jerarquizadas por clases de NR, empe-
zando por las de la I, y ordenadas, dentro de cada clase, por su repercusión.
38
39
3. Por último, se consignarán las medidas preventivas que se considera n e c e s a ri o
adoptar, ordenadas según la clase del nivel de intervención (NI), de mayor a menor
prioridad, y, dentro de cada clase, de acuerdo con el número de personas afectadas.
De este modo, se respetan escrupulosamente los criterios de priorización que pre-
ceptúa el artículo 8 del Reglamento de los Servicios de Prevención.
La formulación de las medidas preventivas debe hacerse con tal grado de concreción
que el receptor, que no es un especialista en prevención, no albergue dudas sobre su
contenido y que, posteriormente, sea posible decidir, sin ninguna ambigüedad, si se
han adoptado o no.
Nivel de
Intervención
40
7. MÉTODOS DE EVALUACIÓN
DETALLADA DE LA EXPOSICIÓN
- Indicación
Con carácter general, se usará la norma UNE-EN 689 y el Documento vigente de Límites
de Exposición Profesional del INSHT, teniendo en cuenta también lo establecido en UNE-EN
482 sobre los requisitos de los procedimientos de medida.
Para plomo y sus compuestos iónicos, habrá de atenderse, además al anexo I del RD
374/ 2001, sobre agentes químicos, y para amianto y cloruro de vinilo monómero, , a los res-
pectivos reglamentos.
- Indicación
Para la estimación basada en mediciones, que serán necesarias siempre que los niveles
diarios equivalentes en todos los puestos no estén claramente por debajo de 80 dB(A), se
aplicará la metodología adoptada por la Dirección General de Trabajo y Seguridad Social en
el documento titulado “Método de medición de los niveles sonoros en el ambiente de trabajo
para la estimación del Nivel Diario Equivalente de los trabajadores” (1990).
41
Para la valoración se usarán los límites establecidos en el R.D. 1316/1989.
- Indicación
Como límites de exposición se considerarán los fijados en la propia norma para “reduc-
ción de la capacidad de trabajo por fatiga”, que coinciden con los adoptados por la ACGIH.
- Indicación
- Indicación
En principio14, este riesgo debería evaluarse siempre que se dé alguna de las siguientes
condiciones:
14 También podría proceder esta evaluación a temperaturas del aire algo inferiores a las señaladas pero en presencia de
42
a) Trabajo medio o pesado (consumo metabólico alto según el anexo A de UNE EN
28996) y t a ≥ 25°C.
Se usará la norma UNE EN 27243 (1995): “Ambientes calurosos. Estimación del estrés
térmico del hombre en el trabajo basado en el índice WBGT (temperatura húmeda y tempe-
ratura de globo)”, con las limitaciones que la propia norma establece: trabajador vestido con
indumentaria veraniega (I cl = 0,6 clo) y exposiciones no muy cortas al calor.
Si es necesario llevar ropa de trabajo especial, de más abrigo o que dificulte la transpi-
ración, deberán corregirse los valores límite del WBGT, según lo establecido en la tabla
siguiente:
FACTORES DE CORRECCIÓN DE
LOS VALORES LÍMITE DE WBGT (°C)15
43
7.1.5. Por Exposición a Frío
- Indicación
a) Con carácter general, se debe utilizar UNE-ENV ISO 11079 (1998): “Evaluación de
ambientes fríos. Determinación del aislamiento requerido de la ropa, IREQ”.
El método que describe esta norma tiene por objeto determinar, para una situación tér-
mica concreta, el índice IREQ, denominado aislamiento requerido de la ropa. Este índice es,
a la vez, una medida del estrés por frío en esa situación y una referencia para la elección de
la vestimenta apropiada. En los casos en que no resulte posible alcanzar mediante la ropa el
aislamiento requerido, el método proporciona un procedimiento para calcular el tiempo máxi-
mo de exposición continuada y el tiempo preciso de recuperación tras cada periodo de expo-
sición, para un aislamiento dado.
Habrán de tenerse en cuenta también las normas UNE EN 28996 (1995), para la deter-
minación de la producción de calor metabólico, UNE EN ISO 7726 (2002), para la especifi-
cación de los instrumentos y métodos de medida, e ISO 9920 (1995), para la estimación del
aislamiento térmico y la resistencia a la evaporación de un conjunto de ropa.
- Indicación
1. En el momento del comienzo de la actividad, sea bajo la forma de una mera homolo-
gación de equipos, de autorizaciones de construcción o puesta en marcha, o de declaración
y registro, según los casos.
44
2. Periódicamente, mediante informes de actividad e incidencias, de remisión obligada a
la Administración, o por medio de verificaciones llevadas a cabo por entidades autorizadas o
servicios de protección radiológica, cuyos resultados han de registrarse y conservarse por el
titular de la instalación.
5. RD. 413/1997, de 21 de Marzo (BOE 16-4-97), sobre protección operacional de los tra-
bajadores externos con riesgo de exposición a radiaciones ionizantes por intervención en
zona controlada.
45
c) En general, podrá alcanzarse una decisión sobre la aceptabilidad o no del riesgo sin
necesidad de mediciones de exposición, en base a dos tipos de datos:
1. Los documentos acreditativos de que los equipos, los locales, el personal y la gestión
cumplen los requisitos establecidos en las disposiciones aplicables.
2. Los registros de las preceptivas determinaciones periódicas de dosis del personal pro-
fesionalmente expuesto, realizadas en base a dosimetría individual o de área, según proce-
da.
Es evidente que no podrá considerarse aceptable ningún grado de control del riesgo que
no implique el cumplimiento estricto de todo lo reglamentariamente dispuesto, incluyendo
dosis de radiación inferiores a los límites establecidos:
Dentro de ella, la franja que concita mayor interés es la de muy baja frecuencia (ELF,
f<300 Hz), ya que a ella pertenecen fundamentalmente los campos generados por las insta-
laciones y equipos eléctricos habituales, en los que, como es sabido, la corriente es alterna
de 50 Hz16. Aunque se producen tanto campos eléctricos como magnéticos, hace ya algún
tiempo que, en los estudios que intentan establecer los efectos de las exposiciones de baja
intensidad, todo el interés parece centrado en los segundos.
46
- Estimación y Valoración de la Exposición
Además, aunque no exista evidencia científica suficiente y sean, por tanto, controverti-
dos, hay estudios que han concluido la existencia de un aumento de riesgo de diversos tipos
de cáncer (leucemias, cáncer de mama y cánceres cerebrales, especialmente) con exposi-
ciones muy bajas, del orden de unas pocas décimas de microtesla (0,2 - 0,4 mT) que, estas
sí, entran dentro del rango de las medidas en situaciones normales.
Así pues, la situación actual puede considerarse caracterizada por las siguientes notas:
a) Los efectos biológicos confirmados, para cuya prevención están fijados los valores
límite existentes, se producen con exposiciones muy superiores a las esperables en situa-
ciones reales, tanto laborales como residenciales.
17 Para 50 Hz, la ACGIH ha fijado un techo de 1.200 µT (microteslas) para el valor rms de la inducción magnética (B). El de la
ICNIRP es de 500 µT para la misma magnitud.
18 Para favorecer esta última explotación se necesita una cierta homogeneización metodológica de la medida.A tal efecto, se
recomienda seguir el protocolo establecido por el grupo “ad hoc”de UNESA, que se incluye en el anexo B.
47
7.2. RIESGOS ERGONÓMICOS
- Indicación
Desde la perspectiva del tipo de carga física que comportan, pueden distinguirse tres cla-
ses de tareas:
Para tareas de transporte de cargas con los dos brazos, el manual Ergo IBV23 incluye
unas tablas de pesos máximos recomendados, en función de la altura del agarre, de la dis-
tancia recorrida y de la frecuencia del transporte (desde uno cada 6 segundos hasta uno
19 Aquí solo consideraremos métodos de evaluación en sentido estricto, es decir, los que proporcionan procedimientos de
medición y criterios de valoración.
20 Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo:Guía Técnica para la Evaluación y Prevención de los Riesgos
NIOSH, 1994.
23 García Molina, Carlos y otros:Ergo IBV. Evaluación de riesgos laborales asociados a la carga física. Valencia: IBV, 1997.
El manual se acompaña de un programa informático para la aplicación de los métodos de evaluación del riesgo adoptados por
el IBV para las tres clases de tareas que estamos considerando:de manipulación de cargas, repetitivas del miembro superior y
realizadas en posturas forzadas. Mediante el uso del programa se facilitan los cálculos, la valoración del riesgo y el rediseño del
puesto.
48
cada 8 horas), para los distintos percentiles de la población, diferenciando entre hombres y
mujeres. Las tablas son de Snook y Ciriello (1991).
Naturalmente, estas tareas han de ir siempre unidas a otras de levantamiento, con las
cuales constituirán, de modo conjunto, una tarea múltiple.
24 Louhevaara, V. And Suurnäkki, T: OWAS: A method for the evaluation of postural load during work. Helsinki: Institute of
Occupational Health, 1992.
También puede encontrarse una descripción del método, en español, en el manual Ergo IBV, y puede aplicarse por medio del
programa informático de éste.
49
8. BIBLIOGRAFÍA
BESTRATÉN, M. y PAREJA, F.
Sistema simplificado de evaluación de riesgos de accidente.
Barcelona, I.N.S.H.T. Serie Notas Técnicas de Prevención Nº 330.1993
CASTEJÓN, E.
La evaluación de riesgos: una reflexión.
Salud y Trabajo, nº 111-112. 1995
GADEA CARRERA, E.
Seguridad en el laboratorio: gestión de residuos tóxicos y peligrosos en pequeñas canti-
dades.
Barcelona, INSHT. Serie Notas Técnicas de Prevención nº 359.
GADEA CARRERA, E.
Cancerígenos, mutágenos y teratógenos: manipulación en el laboratorio.
Barcelona, INSHT. Serie Notas Técnicas de Prevención nº 269.
GUASCH, J. (coordinador)
Condiciones de trabajo en centros hospitalarios. Metodología de autoevaluación.
Madrid, I.N.S.H.T., 1992
50
PIQUÉ, T.
Cuestionario de chequeo para el control de riesgos de accidente
Barcelona, I.N.S.H.T. Serie Notas Técnicas de Prevención nº 324.1993
COMISIÓN EUROPEA
Directrices para la evaluación de riesgos en el lugar de trabajo.
Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, 1996.
51
MINISTERIO DE LA PRESIDENCIA
Protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agen-
tes biológicos durante el trabajo.
Real Decreto 664/1997, de 12 de mayo (BOE 24.5.97).
MINISTERIO DE LA PRESIDENCIA
Protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agen-
tes cancerígenos durante el trabajo.
Real Decreto 665/1997, de 12 de mayo (BOE 24.5.97)
MINISTERIO DE LA PRESIDENCIA
Disposiciones mínimas de seguridad y salud para la utilización por los trabajadores de
los equipos de trabajo.
Real Decreto 1215/1997, de 18 de julio (BOE 7.8.97)
MINISTERIO DE LA PRESIDENCIA
Real Decreto sobre disposiciones mínimas para la protección de la salud y la seguridad
de los trabajadores frente al riesgo eléctrico.
Real Decreto 614/2001, de 8 de junio (21.6.01)
52
ANEXO A:
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN.
. Generales
. Específicos
53
CC-Ord 2 Carga física. Manipulación manual de carga. Ordenanzas
CC-Lab 1 Cortes y pinchazos. Laboratorios
CC-Lab 2 Atrapamiento en máquinas. Laboratorios
CC-Lab 3 Quemaduras. Laboratorios
CC-Lab 4 Contacto con sustancias corrosivas o irritantes. Laboratorios
CC-Lab 5 Riesgo higiénico por exposición a agentes químicos. Laboratorios
CC-Lab 6 Riesgo higiénico por exposición a cancerígenos. Laboratorios
CC-Lab 7 Exposición a agentes biológicos. Laboratorios
CC-Lab 8 Exposición a agentes biológicos. Estabularios. Laboratorios
CC-Lab 9 Carga física. Posturas. Laboratorios
CC-Lab 10 Carga física. Movimientos repetitivos. Laboratorios
. Generales
. Específicos
54
55
57
59
61
63
64
65
67
69
71
73
75
77
78
79
80
81
82
83
84
85
86
87
89
91
93
95
97
99
100
101
103
105
107
108
109
111
113
115
116
117
119
121
122
123
124
RIESGO HIGIÉNICO POR LA EXPOSICIÓN A CANCERÍGENOS (1)
125
126
127
129
130
131
132
133
135
136
137
138
139
141
143
145
147
149
150
151
153
154
155
156
157
159
160
161
162
163
165
166
ANEXO B: DOCUMENTOS
DE REFERENCIA PARA LA EVALUACIÓN
DETALLADA DE LA EXPOSICIÓN.
2. UNE-EN 482: 1995 sobre requisitos generales de los procedimientos de medida de agen-
tes químicos.
3. Documento del INSHT sobre límites de exposición profesional a agentes químicos (edi-
ción vigente).
6. Método establecido por la Dirección General de Trabajo y Seguridad Social para la medi-
ción del ruido y la estimación del nivel diario equivalente. 1990
7. UNE ENV 25349: 1996 sobre medida y evaluación de la exposición humana a las vibra-
ciones mano-brazo.
9. UNE ENV 28041: 1994 sobre instrumentos de medida de las vibraciones a las que son
sometidas las personas en los lugares de trabajo.
10. ISO 2631: Parte 1: 1997 y Parte 2: 1989 sobre evaluación de la exposición humana a
vibraciones del cuerpo completo.
12. UNE-EN 27243: 1995 sobre el método WBGT de evaluación del riesgo higiénico por
exposición a calor.
13. Anexo III: Condiciones ambientales de la Guía Técnica del INSHT sobre lugares de tra-
bajo.
14. UNE-EN ISO 7726: 2002 sobre instrumentos y métodos de medida de los parámetros
físicos del ambiente térmico.
167
15. ISO 9920: 1995. Ergonomía del ambiente térmico. Estimación del aislamiento térmico y
de la resistencia a la evaporación de la vestimenta.
16. UNE ENV ISO 11079: 1998 sobre evaluación del riesgo por exposición al frío, mediante
el método del aislamiento requerido de la vestimenta.
17. Sección 5ª del capítulo 3º: Límites de permanencia en cámaras frigoríficas, del
Reglamento de jornadas especiales de trabajo (RD 1561/1995).
20. Reglamento sobre protección operacional de los trabajadores externos con riesgo de
exposición a radiaciones ionizantes por intervención en zona controlada (RD 413/1997).
21. Reglamento de protección sanitaria contra las radiaciones ionizantes (RD 783/2001).
24. Método NIOSH (versión 1991) para la evaluación del riesgo en trabajos de levantamien-
to manual de cargas. 1992
168
ANEXO C: EJEMPLO DE APLICACIÓN
DEL SISTEMA DE EVALUACIÓN
DE RIESGOS PROPUESTO.
La planta baja la forman un patio central, cuatro despachos y dos servicios, mientras que
en la primera hay un total de seis despachos, una sala de juntas, una biblioteca y dos servi-
cios.
A la primera planta se llega bien por una escalera o con un ascensor. Esta planta se des-
tina en su totalidad a tareas administrativas en puestos con PVD.
Para la evaluación de los riesgos generales del centro de trabajo, se van a cumplimentar
los siguientes cuestionarios, de acuerdo con sus características arquitectónicas e instalacio-
nes.
Por otra parte, se van a evaluar las situaciones de riesgo específicas de los siguientes
puestos de trabajo:
169
2. Descripción de los puestos de trabajo e ins -
trumentos utilizados.
Las tareas que tiene encomendadas el analista del laboratorio son las determinaciones
analíticas en muestras de sangre y orina. Para ello cuenta con un analizador automático, una
centrifugadora, pipetas automáticas, así como con los reactivos necesarios.
El laboratorio está ubicado en un extremo de la planta baja del edificio, separado del
resto de las dependencias por una puerta abatible. El analista es el responsable de dicha
dependencia.
2.2. Ordenanzas.
Las tareas que tienen encomendadas son las siguientes: atención al público, realización
de fotocopias y traslado de mobiliario.
2.3. Mantenimiento.
Una persona es la encargada del mantenimiento del edificio y de las reparaciones que
surjan en sus instalaciones y equipos, tanto eléctricas como mecánicas.
170
2.4. Limpiadoras.
La limpieza del recinto de trabajo la realizan dos personas, encargándose una de la plan-
ta baja y la otra del primer piso.
Como se ha descrito anteriormente, la planta baja la forman un patio central, cuatro des-
pachos y dos servicios, mientras que en la primera hay un total de seis despachos, una sala
de juntas, una biblioteca y dos servicios.
Las tareas que tienen encomendadas son la limpieza de los suelos, servicios y mobilia-
rio de oficina.
La auxiliar administrativa, ubicada en uno de los despachos del centro de trabajo, reali-
za las tareas propias de su profesión utilizando un equipo informático compuesto de una
PVD, teclado, ratón e impresora. Para la evaluación de los riesgos de este puesto se ha recu-
rrido a los siguientes cuestionarios:
Por otra parte, se han aplicado, a la totalidad del centro de trabajo, los inventarios de indi-
cadores de riesgo que a continuación se especifican, por ese orden:
171
172
173
174
175
Los espacios en blanco existentes en las tablas corresponden a los cuestionarios que
no son aplicables en este caso. Como se puede observar en la tabla I, en el caso de las esca-
leras fijas (exterior e interior) del centro de trabajo, se ha utilizado un cuestionario para cada
una, al tratarse de elementos singulares. Los cuestionarios “CC-G5: Caída al mismo nivel.
Pisada sobre objetos, choques o golpes con objetos. Áreas de trabajo” y “CC-G8: Caída o
desplome de objetos. Estanterías”, se han rellenado por duplicado, para diferenciar el des-
pacho nº 32 y las estanterías del almacén de material, del resto de los despachos y estante-
rías existentes en el centro de trabajo, que carecen de deficiencias.
1º CC-G12
Para el cálculo del nivel de riesgo que se refleja en la tabla V, se emplea la fórmula que
figura en el cuestionario:NR = ND x NC x NE.En este ejemplo, el valor ND de la fórmula ante-
rior coincide con el valor NDT obtenido, ya que el ∑NDP es menor de 10, valor máximo que
contempla la escala del nivel de deficiencia.
Por tanto, NR = 6 x 1 x 60 = 360. Este valor del nivel de riesgo se encuentra comprendi-
do en el inter valo 400 ≥ NR > 120, por lo que se incluye en la clase III.
176
2º CC-G2
Para el cálculo del nivel de riesgo que se recoge en la tabla V, se emplea la fórmula que
aparece en el cuestionario: NR = ND x NC x NE. En este ejemplo, el valor ND de la fórmula
anterior no coincide con el valor NDT obtenido, ya que éste es mayor de 10, valor máximo que
contempla la escala del nivel de deficiencia. Por tanto, como se señalaba en la página 29, se
tomará ND = 10 para el cálculo del nivel de riesgo.
Como puede observarse en las tablas V y VI, las situaciones de riesgo se jerarquizan por
la clase del nivel de riesgo, empezando por las de clase I, y se ordenan dentro de cada clase
por su repercusión. En este caso, al no existir situaciones de riesgo de clase I, empezamos
a ordenarlas por la clase II.
177
178
179
4. Priorización preventiva.
Las medidas preventivas relacionadas en la tabla VII se clasifican en niveles de inter-
vención según los criterios recogidos en la tabla XII de este manual.
Como regla práctica para priorizar las medidas preventivas, se pueden seguir los siguien-
tes pasos:
1. Se agrupan los cuestionarios que han detectado situaciones de riesgo por la clase de
nivel de riesgo, empezando por la clase más alta, en nuestro ejemplo la II, y, dentro de ésta,
ordenándolos por su repercusión.
2. Por cada cuestionario, se van anotando las medidas preventivas pertenecientes a cada
nivel de intervención. Por ejemplo, en el cuestionario CC- G2, la situación de riesgo “Caída a
distinto nivel.Ascensores” es de la clase II. Por tanto, la medida preventiva que elimina la defi-
ciencia con mayor ND p (Item1) será de nivel de intervención II. La siguiente medida preven-
tiva, (item 4) será de nivel de intervención II o menor, dependiendo de que la situación de
riesgo, una vez eliminada la deficiencia anterior con NDp = 10, siga en la clase II o pase a
otra inferior. Es decir, en este cuestionario CC-G2 tendríamos:
“ El ascensor deberá pasar las revisiones reglamentarias cada dos años y llevar un regis-
tro de las mismas”.
Hemos eliminado una deficiencia con NDp = 10, ➞ NDT = 16 – 10 = 6, por lo que NR
= 6 x 1 x 60 = 360. El Nivel de Riesgo ha pasado a la clase III. Por tanto, la siguiente medi-
da preventiva será de nivel de intervención III.
En el caso de esta situación de riesgo, sólo se han detectado dos deficiencias, que han
dado lugar a las dos medidas preventivas anteriores. Si existieran más deficiencias, se pro-
cedería de la misma manera hasta considerarlas todas.
180
181
182
Apéndice: Cuestionarios e inventarios
183
Pág. 1/1
CC-G 1
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 30
(1)
Los procedimientos de limpieza y horarios se refieren tanto al tipo de producto utilizado como a la coincidencia de estas
tareas con el horario laboral del centro de trabajo.
161
185
Pág. 1/1
CC-G 1
OBSERVACIONES:
NE = 2 X 2 + 28 X 1 = 1,06
30
PERSONAS AFECTADAS: 30
(1)
Los procedimientos de limpieza y horarios se refieren tanto al tipo de producto utilizado como a la coincidencia de estas
tareas con el horario laboral del centro de trabajo.
162
187
Pág. 1/1
CC-G 2
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 2
189
Pág. 1/1
CC-G 3
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: -
191
CC-G 5
(1)
Los procedimientos de limpieza y horarios se refieren tanto al tipo de producto utilizado como a la coincidencia de estas
tareas con el horario laboral del centro de trabajo.
193
Pág. 2/2
CC-G 5
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 2
194
Pág. 1/2
CC-G 5
(1)
Los procedimientos de limpieza y horarios se refieren tanto al tipo de producto utilizado como a la coincidencia de estas
tareas con el horario laboral del centro de trabajo.
195
Pág. 2/2
CC-G 5
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: -
196
Pág. 1/1
CC-G 7
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: -
197
Pág. 1/1
CC-G 8
OBSERVACIONES:
1 Bibliotecaria Cálculo de la media ponderada de:
11 Administrativos
3 Ordenanzas NE = 1 X 3 + 11 X 2 + 3 X 2 + 15 X 1 = 1,53 ≅ 2
15 Resto personal 30
PERSONAS AFECTADAS: -
199
Pág. 1/1
CC-G 8
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 3
201
Pág. 1/1
CC-G 11
OBSERVACIONES:
>
> 1000 > 400 120
a a a ≤ 120
NIVEL DE RIESGO ≤ 4000 ≤ 1000 ≤
400
I II III IV
PERSONAS AFECTADAS: 30
203
Pág. 1/2
CC-G 12
(1)
Se consideran locales de pública concurrencia aquellos a los que tienen acceso habitual personas del exterior.
173
205
Pág. 2/2
CC-G 12
OBSERVACIONES:
>
> 1000 400 > 120
a a a ≤ 120
NIVEL DE RIESGO
≤ 4000 ≤ ≤ 400
1000
I II III IV
PERSONAS AFECTADAS: 30
206
Pág. 1/2
CC-G 13
(1)
Se consideran locales de pública concurrencia aquellos a los que tienen acceso habitual personas del exterior.
175
207
Pág. 2/2
CC-G 13
OBSERVACIONES:
>
> 1000 400 > 120
a a a ≤ 120
NIVEL DE RIESGO ≤
≤ 4000 ≤ 400
1000
I II III IV
PERSONAS AFECTADAS: 30
208
Pág. 1/2
CC- Adm 1
(1)
Valores mínimos recomendables de acuerdo con la Guía Técnica de P.V.D. del I.N.S.H.T.
(2)
Más de 40 cm, según la Guía Técnica del INSHT sobre PVD.
177
209
Pág. 2/2
CC- Adm 1
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 1
210
Pág. 1/2
CC- Adm 2
1
Valores mínimos recomendables de acuerdo con la Guía Técnica de P.V.D. del I.N.S.H.T.
2
Véase art. 4 del RD 488/1997 e interpretación de la Guía Técnica del INSHT.
179
211
Pág. 2/2
CC- Adm 2
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 1
212
Pág. 1/2
CC- Adm 3
213
Pág. 2/2
CC- Adm 3
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: -
214
Pág. 1/1
CC- Lim 1
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 2
1
El término peligroso se usa en el sentido de la definición que incluye el Reglamento de Agentes Químicos (RD
374/2001).
183
215
Pág. 1/1
CC- Lim 3
PUESTO DE TRABAJO:____LIMPIADORA____________________TÉCNICO:_______________
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 2
217
Pág. 1/1
CC-Lim 4
CENTRO DE TRABAJO:___________________________________FECHA:________________
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 2
219
Pág. 1/2
CC- Man 1
1
En cuanto a mantenimiento eléctrico, este cuestionario se refiere sólo al de instalaciones de baja tensión. Los términos
utilizados en él, tales como riesgo eléctrico, trabajos en tensión, trabajos sin tensión, trabajador autorizado, trabajador
cualificado, procedimiento de trabajo, zona de trabajo, etc tienen el significado concreto que les da el anexo 1 del RD
614/2001.
2
Véase anexo III.A del RD 614/2001.
186
221
Pág. 2/2
CC- Man 1
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 1
222
Pág. 1/1
CC- Man 6
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 1
223
Pág. 1/1
CC-Ord 1
PUESTO DE TRABAJO:___ORDENANZA___________________TÉCNICO:________________
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: -
225
Pág. 1/1
CC-Ord 2
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 3
227
Pág. 1/2
CC-Lab 1
229
Pág. 2/2
CC-Lab 1
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 1
230
Pág. 1/1
CC-Lab 2
CENTRO DE TRABAJO:__________________________________FECHA:_________________
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: -
231
233
234
235
Pág. 4/5
CC-Lab 7
(4)
Véase anexo 9 del texto “Condiciones de Trabajo en Centros Sanitarios” del INSHT.
197
236
Pág. 5/5
CC-Lab 7
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 1
237
Pág. 1/1
CC-Lab 9
OBSERVACIONES:
PERSONAS AFECTADAS: 1
239
Pág. 1/1
IIR-G2
INDICADORES DE RIESGO NP SI NO
1. ¿El esfuerzo físico que exige el desarrollo del puesto de trabajo
1
corresponde a un consumo metabólico alto y la temperatura del aire X
puede alcanzar valores superiores a 25º C?
2. ¿El esfuerzo físico que exige el desarrollo del puesto de trabajo
1
corresponde a un consumo metabólico moderado y la temperatura del X
aire puede alcanzar valores superiores a 27ºC?
3. ¿El esfuerzo físico que exige el desarrollo del puesto de trabajo
1
corresponde a un consumo metabólico bajo y la temperatura del aire X
puede alcanzar valores superiores a 30º C?
4. Otros indicadores de riesgo (especificar)
OBSERVACIONES:
CRITERIO DE DECISIÓN:
1
Según el anexo de UNE EN 28996
241
243
Pág. 2/2
IIR-G3
INSATISFACCIÓN TÉRMICA
CRITERIO DE DECISIÓN:
Procede la evaluación detallada del bienestar térmico según UNE EN 7730 si:
244
245
246
ANEXO D:
EVALUACIÓN DE LAS CONDICIONES DE
SEGURIDAD CONTRAINCENDIOS
EN EDIFICIOS
íNDICE GENERAL
0. PREÁMBULO
1. INTRODUCCIÓN
2. METODOLOGÍA
3. ESTRUCTURA GENERAL
I. Condiciones de entorno
II. Locales y zonas de mayor riesgo
III. Condiciones de protección pasiva
IV. Condiciones de protección activa
V. Organización
VI. Prevención de incendios
I- Condiciones de entorno
I. 1 – Accesibilidad y aproximación
I. 2 – Riesgos colindantes
I. 3 – Instalaciones exteriores de protección
II.- Evaluación del riesgo
II. 1 – Locales y zonas de “riesgo especial”
II. 2 – Cuartos técnicos o de instalaciones
III.- Condiciones de protección pasiva
III.1 – Materiales y elementos constructivos
III.2 - Sectorización
III. 3 - Evacuación
III. 4 – Protección estructural
IV.- Condiciones de protección activa
247
IV. 1 - Extintores
IV. 2 – Bocas de Incendio Equipadas
IV. 3 – Columna Seca
IV. 4 – Sistema de detección de incendios
IV. 5 – Sistema de alarma general
IV. 6 – Instalaciones automáticas de extinción
IV. 7 – Alumbrado de emergencia.
V.- Organización
V. 1 - Plan de Emergencia
V. 2 - Mantenimiento
VI.- Prevención
VI.1 – Instalación eléctrica
VI.2 – Orden y limpieza
VI.3 – Control de focos de ignición
VI.4 – Inspecciones de riesgo
REFERENCIAS
A.1. Norma Básica de la Edificación. Condiciones de Protección contra Incendios en los Edificios. NBE-CPI-
96
A.2. Real Decreto 1942/1993, de 5 de noviembre por el que se aprueba el Reglamento de Instalaciones de
protección contra Incendios. BOE de 14 de diciembre de 1993 y 7 de mayo de 1994)
A.3. Real Decreto 786/2001, de 6 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de Seguridad contra
Incendios en Establecimientos Industriales
248
0. PREÁMBULO
Este documento, que se incorpora como Anexo D al Manual de Evaluación de Riesgos, incluye una Lista de
Comprobación que se corresponde, metodológicamente, con un Cuestionario de Instalaciones o Actividades de
los que se describen en el apartado 6.3. Por tanto, no es , como allí se dice, un instrumento de evaluación en
sentido estricto, puesto que no permite la medida del riesgo sino sólo la detección de deficiencias. No obstante,
presenta como novedad, respecto a los otros cuestionarios del mismo tipo incluidos en el Manual, una propues-
ta de Nivel de Intervención para cada deficiencia, que pretende ayudar al evaluador en la imprescindible tarea de
priorización de las medidas preventivas con la que ha de culminar su trabajo.
1. Introducción
El nivel de riesgo de incendio de un edificio o establecimiento viene determinado por los factores intrínsecos
que lo motivan y por las condiciones y los medios de protección disponibles.
Los factores intrínsecos que intervienen en el riesgo de incendio son los derivados o inherentes a los ele-
mentos fundamentales que dan lugar al fuego. Evidentemente, el riesgo de incendio está presente donde y cuan-
do los elementos del triángulo del fuego – combustible, oxigeno y calor – puedan combinarse. Las características
de los combustibles, las condiciones en que se encuentran, se manipulan o se almacenan, los focos de ignición
o fuentes de calor que están presentes y la energía de activación que son capaces de generar y aportar a estos,
determinan el nivel de riesgo que puede existir en ese punto. La evaluación del riesgo de incendio pasa, por tanto,
desde este punto de vista, por el análisis de los factores mencionados. Pero no es esta la evaluación que persi-
gue el presente documento.
Puesto que el riesgo de incendio está presente siempre, todos los edificios y establecimientos deben dispo-
ner de las condiciones y los medios de protección adecuados a sus características constructivas y de uso, que
son también características del riesgo. La evaluación en este sentido supone establecer el grado de idoneidad o
adecuación de las condiciones y medios de protección, como determinantes del nivel de seguridad contra incen-
dios existente. Es este el sentido de la evaluación a que se refiere el presente documento.
La normativa actualmente en vigor sobre las condiciones y los medios que los edificios y los establecimien-
tos han de prever en relación con su seguridad contra incendios, determina el criterio que sirve de referencia
“objetiva” en la evaluación.
La evaluación del riesgo de incendio que aquí se propone consiste, por tanto, en determinar el grado de cum-
plimiento de los requisitos reglamentarios – o de obligado cumplimiento – para deducir el nivel de seguridad con-
tra incendios que existe.
El documento recoge, no obstante, aspectos de prevención de incendios que se consideran de interés y que
deberán ser tenidos en cuenta en el proceso de evaluación.
249
2. Metodología
El proceso metodológico que sigue la elaboración de este documento de evaluación de las condiciones de
seguridad contra incendio es el siguiente:
1º. Identificar los aspectos fundamentales que determinan la seguridad contra incendios
2º. Identificar las condiciones y los medios de protección que corresponde analizar dentro del ámbito de
cada uno de los aspectos fundamentales.
3º. Determinar la relación de los requisitos que han de ser verificados en el proceso de evaluación.
3. Estructura general
La evaluación contempla y desarrolla los aspectos fundamentales que determinan, en todo su conjunto, la
seguridad contra incendios del edificio o establecimiento:
Las condiciones de entorno y las condiciones urbanísticas que corresponden al emplazamiento de un edi-
ficio o establecimiento constituyen un aspecto en el que se localizan requisitos que necesariamente han de tener-
se en cuenta y, por supuesto, son importantes.
➢ La accesibilidad de los medios y recursos que puedan proporcionar los servicios externos cuando
se requiera su intervención.
➢ Hidrante de incendio urbano, conectado a la red general de abastecimiento de agua para garanti-
zar las necesidades de los Servicios de Extinción de Incendios y Salvamento en el caso en que sea
precisa su intervención.
250
➢ Red de hidrantes propia, cuando se requiera, para la protección de riesgos y posibilitar la inter-
vención desde el exterior con recursos propios gestionados por la propiedad del edificio o esta-
blecimiento.
➢ Tomas de fachada de instalaciones de columnas secas para posibilitar que pueda ser puesta en
carga por los Servicios de Bomberos y para su uso exclusivo.
➢ Riesgos exteriores que puedan afectar al edifico o establecimiento planteando necesidades de pro-
tección, incluso incompatibilidades de usos en función de su configuración o emplazamiento.
Fundamentalmente han de considerarse:
Dentro del edificio o establecimiento, existirán unos determinados locales o zonas que por su mayor nivel de
riesgo requerirán condiciones y especificaciones que les proporcionen un nivel adecuado de protección.
La Norma Básica de Edificación “NBE-CPI/96” determina qué locales o qué zonas deben ser consideradas
de “riesgo especial”, estableciendo tres niveles de riesgo: alto, medio y bajo.
Este catálogo de locales y zonas, por tanto, nos permite la identificación de aquellas partes del edificio que
deben ser tratadas especialmente desde el punto de vista de la seguridad contra incendios.
Por otro lado, las dependencias o cuartos técnicos que albergan las instalaciones reguladas por reglamen-
tación especifica deben observar medidas adicionales de seguridad, porque desde el punto de vista de Industria
presentan riesgos específicos que requieren protección especial.
La identificación de estas dependencias permite completar la configuración del mapa de riesgo que presen-
ta el edificio o establecimiento. Son, en definitiva, aquellas zonas o dependencias afectadas por la reglamenta-
ción de seguridad industrial.
La protección pasiva incluye todos aquellos aspectos de la protección que van incorporados en el diseño del
edificio y en los materiales y elementos constructivos que se han empleado o aplicado en su construcción.
Al ir incorporados en el edificio y, por tanto, formando parte de sus características constructivas, proporcio-
nan un alto nivel de seguridad. Un edificio o establecimiento construido con materiales adecuados, con una dis-
tribución que evite la propagación de humos y gases de combustión, que proporcione unas condiciones de sali-
da que garanticen la seguridad de las personas y que tenga una estructura a prueba de fuego, es un edificio segu-
ro en sí mismo, en su diseño.
251
Fundamentalmente, dentro de la protección pasiva hay que distinguir las siguientes condiciones:
■ el comportamiento al fuego de los materiales y elementos constructivos;
Para determinar el grado de combustibilidad, reacción al fuego o comportamiento al fuego se utiliza el crite-
rio de clasificación siguiente:
M 0: incombustible
M 1: no inflamable
M 2: difícilmente inflamable
M 3: medianamente inflamable
M 4: muy inflamable
En este sentido, todos los fabricantes o suministradores de materiales y elementos constructivos tienen que pro-
porcionar, con la ficha de características del producto, la clasificación que corresponde a su reacción al fuego (según
la Normativa Básica de Edificación NBE-CPI-96), constituyéndose ésta, por tanto, en un documento de verificación.
Por supuesto que los materiales de construcción que son pétreos, cerámicos y metálicos, así como los
vidrios, morteros, hormigones y yesos se consideran de clase MO y no requieren certificado, ya que su clasifica-
ción es inherente a su naturaleza.
Deben tenerse en cuenta las características y clasificación de todos los materiales que intervengan en la cons-
trucción del edificio: materiales de revestimiento de suelos y paredes, conductos de aire acondicionado, aislamientos
térmicos y acústicos, paneles de falsos techos, falsos suelos, paneles de distribución interior y bandejas de cables.
La regulación del comportamiento al fuego de los materiales y elementos constructivos afecta, con carác-
ter general, a todos los edificios, cualquiera que sea su tipología y tamaño. El criterio que determina la clasifica-
ción máxima admisible que corresponderá aplicar, según la zona, se resume en el siguiente cuadro:
Fuente: Norma Básica de la Edificación. Condiciones de Protección contra Incendios en los Edificios.
NBE-CPI-96 (B.O.E. de 29–10–96)
252
No obstante, la instalación de materiales de revestimiento con un comportamiento al fuego más desfavora-
ble que M2 en suelos y M1 en paredes y techos, no se recomienda.
Los productos situados en el interior de falsos techos o suelos elevados, los utilizados para aislamiento térmico y
para acondicionamiento acústico, los que constituyan o revistan conductos de aire acondicionado o de ventilación, los
cables eléctricos, entre otros, deben ser de clase M1, o más favorable. Asimismo, las bandejas o soportes del cablea-
do a lo largo de todo su trazado tendrán una clasificación de su comportamiento al fuego M1 como más desfavorable.
Certificados
Es importante saber que todos aquellos materiales o elementos que se utilicen deben disponer de un certi-
ficado de clasificación de comportamiento o reacción al fuego, proporcionado por el fabricante o suministrador,
que justifique el cumplimiento de las limitaciones establecidas.
La justificación de que un material alcanza la clase de reacción al fuego exigida se llevará a cabo mediante
Marca de Conformidad a normas UNE.
En el caso de productos (materiales y elementos constructivos) provenientes de países que sean parte del
acuerdo de Espacio Económico Europeo, éstos estarán sujetos a lo previsto en el Real Decreto 1630/1992, de
29 de diciembre, por el que se dictan disposiciones para la libre circulación de productos de construcción, en apli-
cación de la Directiva 89/106/CEE (LCEur 1989\134) y, en particular, en lo referente a los procedimientos espe-
ciales de reconocimiento, los productos estarán sujetos a lo dispuesto en el artículo 9 del citado Real Decreto.
En el momento de su presentación, los documentos de ensayo deben tener una antigüedad menor que 5
años, cuando se refieran a la reacción al fuego de los materiales. Una copia actualizada de todos los documen-
tos y certificados es aconsejable que se adjunte en un Anexo del Plan de Emergencia del edificio.
Un sector de incendios es aquella superficie construida que está delimitada por elementos “resistentes al
fuego”, para que, en caso de incendio, éste quede confinado en su interior y no trascienda a áreas colindantes o
adyacentes, evitando así que afecte al resto del edificio. Es, por tanto, un aspecto de la seguridad contra incen-
dios que tiene por objetivo evitar la propagación y minimizar las consecuencias que puedan derivarse del incendio.
La resistencia al fuego de un material indica el tiempo que conserva sus propiedades estructurales y fun-
cionales sin apreciables pérdidas cuantitativas o cualitativas.
Estabilidad mecánica o capacidad portante, condición por la que el material, sometido a elevadas tempera-
turas durante un tiempo, conserva sus propiedades soportando las cargas y la función. La percepción visual de
pérdida de resistencia o estabilidad se efectúa mediante el reconocimiento de grietas, flechas en sus superficies
o destrucción manifiesta del elemento.
Estanqueidad a las llamas, comportamiento por el cual, durante un tiempo determinado, un material no deja
pasar las llamas. Se llega a apreciar el punto crítico cuando en la cara opuesta al fuego llega a entrar en com-
bustión un material inflamable tipo algodón.
253
No emisión de gases tóxicos o inflamables por la cara no expuesta, procedentes del calentamiento o infla-
mación del propio material por una de sus caras, aumentando con ello la peligrosidad y dificultad en las opera-
ciones de intervención. Se valora esta propiedad acercando una llama a la cara posterior del material expuesto.
Se realizan también análisis de los vapores desprendidos.
Aislamiento térmico o resistencia térmica para impedir que se produzcan en la cara no expuesta temperatu-
ras superiores a las que se establecen, según Norma UNE, para que no sea posible transmisión del calor de un
combustible a otro por conducción o contacto. El valor de dicha temperatura se obtiene por comparación entre
distintos juegos de termopares colocados a ambos lados de la muestra. En realidad esta propiedad no se reco-
noce cuando en la cara no expuesta se alcanzan temperaturas entre 140 y 1800C.
Clasificación
Según las propiedades que posean, se distinguen tres categorías de materiales y elementos constructivos:
Estables al fuego, aquellos que sólo cumplen con la primera propiedad, la estabilidad mecánica (a). Se apli-
ca fundamentalmente a los elementos estructurales, a los cuales se les exige sólo la condición de estabilidad en
caso de incendio.
Parallamas, aquellos que cumplen las propiedades de estabilidad mecánica (a), estanqueidad a las llamas
(b) y no emisión de gases tóxicos ni inflamables (c).
Resistentes al fuego, aquellos que reúnen la totalidad de las propiedades relacionadas para determinar la
resistencia al fuego de un material o elemento constructivo la estabilidad (a), la estanqueidad (b), la no emisión
de gases (c) y el aislamiento térmico (D).
Las exigencias del comportamiento ante el fuego de un elemento constructivo se definen por los tiempos
durante los cuales dicho elemento debe mantener las condiciones o propiedades que le sean aplicables, de
acuerdo con el ensayo normalizado UNE 23 093. En este sentido, es aplicable la condición (a) cuando se exija
“estabilidad al fuego (EF)”; las condiciones (a),(b) y (c) en el caso de “parallamas (PF)”, y todas cuando se exijan
elementos o materiales “resistentes al fuego (RF)”. Todas ellas se refieren a tiempos nominales para los cuales
se realizan los ensayos: 15, 30, 60, 90, 120, 180 y 240 minutos.
Criterio de aplicación
La aplicación y el desarrollo de la sectorización como aspecto importante de la protección pasiva debe rea-
lizarse teniendo en cuenta que, fundamentalmente, esta medida se utiliza para:
➢ independizar los riesgos de las áreas y locales de riesgo especial de los del resto del edificio. Para ello
se delimitan con elementos resistentes al fuego y se constituyen como sectores de incendios.
➢ que toda la superficie construida tenga una limitación en cuanto a posibilidades de propagación del
fuego, el humo y los gases de combustión. Para ello se determinan superficies máximas de los secto-
res de incendios.
➢ Que los huecos verticales, sobre todo aquellos que atraviesan sectores de incendios distintos, no cons-
tituyan elementos a través de los cuales se propaga el incendio. Para ello se constituyen como secto-
254
res de incendios verticales o se aplican sellados a nivel de cada forjado para que cada tramo de hueco
vertical quede dentro del sector de planta correspondiente.
Nivel de exigencia
El nivel de exigencia viene determinado por la reglamentación específica. En ella se detallan las superficies
máximas que corresponde aplicar según el uso y características del edificio, el tratamiento que deben recibir los
huecos verticales, escaleras, ascensores, patios o huecos de instalaciones, entre otros. La reglamentación inclu-
ye, igualmente, las características de las dependencias y zonas que deben ser consideradas de riesgo especial.
En la aplicación de los criterios de sectorización, existen especificaciones de carácter general que se deben
tener en cuenta:
Los elementos delimitadores de los sectores de incendios tienen que tener la resistencia al fuego (RF) al
menos igual a la estabilidad al fuego (EF) que le sea exigible a la estructura. Lo contrario sería una contradicción
porque pretendería confinar el fuego pero posibilitaría entrar en ruina la estructura por falta de protección.
Cuando se compartimente mediante elementos móviles, éstos deben cumplir las mismas condiciones de
resistencia al fuego exigidas a los elementos fijos, como es lógico.
Para las medianerías o muros colindantes entre edificios, se establece un valor de resistencia al fuego mínimo
de RF-120. Además deben cumplir otras condiciones para garantizar la independencia de riesgos frente a terceros.
La distancia mínima, medida en proyección horizontal, entre una ventana y un hueco o lucernario de una
cubierta será mayor que 2,50 metros cuando dichos huecos y ventanas pertenezcan a sectores o a edificios dife-
rentes y la distancia en vertical entre ellos sea menor de 5 metros.
El valor de la resistencia al fuego exigido a cualquier elemento delimitador de un sector de incendios tiene
que mantenerse en todo su recorrido y altura, siempre pensando en el confinamiento del incendio. Las cámaras,
los conductos de aire acondicionado, los falsos techos, los suelos elevados y los encuentros con otros elemen-
tos constructivos – los forjados con los muros cortinas –deben recibir el tratamiento adecuado.
Especificaciones técnicas
La resistencia al fuego de un elemento constructivo se puede obtener de diversas formas, según sus carac -
terísticas: a) por consulta de los valores fijados en el Apéndice 1 de la «Norma Básica de la Edificación:
Condiciones de Protección Contra Incendios en los Edificios» en vigor, en su caso; b) por el cumplimiento de las
prescripciones técnicas del ANEJO 7 de la Norma Básica de la Edificación “Instrucción de Hormigón Estructural
(EHE)”; c) mediante Marca de conformidad, con normas UNE, o Certificado de conformidad, con las especifica-
ciones técnicas que avalen su cumplimiento (las Marcas de conformidad, Certificados de conformidad y Ensayos
de tipo, son emitidos por un organismo de control que cumpla las exigencias del Real Decreto 2200/1995, de 28
de diciembre); y d) por aplicación de un método de cálculo teórico-experimental, de reconocido prestigio.
255
III.3. Condiciones de Evacuación
Las condiciones de evacuación hay que analizarlas teniendo en cuenta que los factores que determi-
nan su idoneidad son fundamentalmente: la ocupación de cálculo; el dimensionamiento de los medios de
paso o salida; los recorridos de salida; y las condiciones generales que deberán cumplir los pasillos, esca-
leras y salidas.
La ocupación de cálculo está basada en “densidades de ocupación” o número de personas por metro cua-
drado, dependiendo del uso o actividad. Conociendo la superficie construida, en unos casos, y la superficie útil
en otros, de una zona y la densidad de ocupación que se le asigna, según los criterios de la NBE-CPI-96, obte-
nemos el nivel de ocupación que le corresponde.
Las densidades de aplicación vienen recogidas en la Norma Básica. Es la única referencia de carácter legal
y no es exhaustiva. No obstante, por asimilación, se puede convertir en una herramienta muy útil para determi-
nar la ocupación de cálculo.
Las densidades de ocupación se agrupan en dos niveles: de densidad elevada y de baja densidad. Los de
“densidad elevada” presentan una banda que oscila entre una persona cada 0,25 m2, en los casos de máxima
densidad, y una persona cada 3 m2. Las zonas de “densidad baja” presentan, a su vez, densidades comprendi-
das entre una persona cada 3 m2 y una persona cada 40 m2.
Dimensionamiento
Como criterio de aplicación para el dimensionamiento en evacuación horizontal, puertas de paso y pasos
horizontales, se establece una ratio de 200 personas por cada metro lineal, o lo que es lo mismo: A = N / 200 ;
siendo A, el ancho requerido, y N, la ocupación de cálculo.
En evacuación ascendente, el ancho de escalera necesario tendrá en cuenta la altura ascendente que hay
que salvar, en función de la siguiente expresión: A = N / (160-10h) ; siendo A, el ancho de escaleras, y N, la ocu-
pación de cálculo y h, la altura de evacuación ascendente en metros.
A estos efectos, las escaleras mecánicas podrán ser tenidas en cuenta como una escalera normal pero con-
tabilizándose el 50%.
256
Recorridos de salida o de evacuación
El ancho correspondiente a las “salidas de emergencia” computa como ancho normal a efectos de cálculo.
Tienen sólo el carácter de disponible a efectos de evacuación, cuando se precisa. No obstante, el número de sali-
das necesario que hay que prever en el proyecto vendrá determinado por las limitaciones que deberán observar
los recorridos de salida.
El recorrido de salida unidireccional, es decir con una sola opción de salida, será como máximo de 25
metros, contabilizado desde el origen de evacuación más desfavorable hasta el punto en el que arranquen
dos itinerarios de salida alternativos. El recorrido de salida, cuando existe más de una opción, será de 50
metros como máximo, contados desde el origen de evacuación más desfavorable hasta el punto de salida a
una zona de riesgo independiente o zona de seguridad, o al exterior, de acuerdo con el criterio de la NBE-
CPI 96.
Condiciones generales
Los medios de paso y de salida deberán cumplir las condiciones establecidas en el Real Decreto 2177/1996,
de 4 de octubre, por el que se aprueba la Norma Básica de la Edificación. NBE–CPI–96, Condiciones de
Protección contra Incendios en los Edificios.
Siempre, como norma de carácter general, hay que tener en cuenta que las puertas de salida deben ser aba-
tibles con eje de giro vertical y fácilmente operables. La anchura libre debe ser igual o mayor que 0,80 metros y
la anchura de la hoja debe ser igual o menor que 1,20 metros, y en puertas de dos hojas, igual o mayor que 0,60
metros.
Por último, aclarar que las puertas de salida al exterior, aun cuando tengan el carácter de “salida de emer-
gencia”, no requieren ser puertas resistentes al fuego (RF).
La protección estructural determina la estabilidad al fuego de los elementos que componen la estructura,
fundamentalmente de los elementos portantes, y establece las necesidades de protección para que no se vean
afectados por el incendio.
El objetivo que persigue la protección estructural, por tanto, es el de garantizar la seguridad del edificio en
caso de incendio, para que no se derrumbe a consecuencia del debilitamiento de los elementos estructurales, por
el efecto de la temperatura a que se ven sometidos.
Las estructuras metálicas no tienen estabilidad al fuego. El acero a los 500 ºC pierde un 50% de su capaci-
dad portante; requiere, por tanto, de recubrimientos que lo protejan del calor.
La estabilidad ante al fuego (EF) exigible a los elementos constructivos portantes, puede determinarse:
257
➢ adoptando los valores que se establecen en tablas para los elementos comunes (el hormigón armado,
tabiques y muros de fábrica de ladrillos, etc.);
➢ por procedimientos de cálculo, analítico o numérico, de reconocida solvencia o justificada validez, cuan-
do son elementos singulares no recogidos en tablas o normas;
➢ mediante las características de los productos y materiales fabricados para ser aplicados con este fin.
En cualquier caso, la justificación de que un elemento constructivo portante alcanza el valor de estabilidad
al fuego (EF) exigido, se puede comprobar o se puede recabar, según necesitemos, de una de las siguientes for-
mas:
• Mediante los valores fijados en las prescripciones técnicas del Anejo 7 de la Norma Básica de la Edificación
“Instrucción de Hormigón Estructural (EHE)”
• Mediante la “marca de conformidad”, de acuerdo con normas UNE, o Certificado de conformidad, con las
especificaciones técnicas que avalen su cumplimiento, en el caso de materiales prefabricados.
Los distintos elementos que componen la estructura portante de un edificio o establecimiento industrial tie-
nen que tener la estabilidad que se les requiere en sus correspondientes normas o reglamentaciones. En algu-
nos casos no se les exige, pero la mayoría de ellos están obligados a tener una estabilidad al fuego que oscila
entre la EF-30 y la EF-180.
En el caso de estructuras metálicas que hayan tenido que ser sometidas a un tratamiento de protección
estructural se requerirá el Certificado de aplicación correspondiente así como el del producto empleado.
Los niveles de exigencia que se plantean para los edificios según su uso, de acuerdo con los criterios de la
NBE – CPI – 96, son los siguientes:
258
IV. Condiciones de protección activa
La protección activa la desarrollan todos los medios e instalaciones de detección de incendios, de alarma y
de extinción, es decir, todos aquellos elementos previstos específicamente para posibilitar la intervención sobre
el incendio y conseguir su control.
Pueden ser instalaciones o medios de accionamiento manual, que requieran de la intervención de personas
para su puesta en funcionamiento o aplicación, o pueden ser automáticos, es decir, que se activen y entren en
funcionamiento por sí mismos cuando la situación de emergencia se presenta.
La protección activa tiene dos grandes campos de desarrollo: la detección y alarma de incendios y la extin-
ción. Los sistemas de detección automática y los sistemas de alarma van integrados normalmente en un mismo
sistema. La extinción puede realizarse con medios portátiles o mediante instalaciones fijas, de accionamiento
manual o de funcionamiento automático. En este último caso, la activación o puesta en funcionamiento automá-
tico de la instalación puede ser realizada por los sistemas de detección (ver esquema).
Protección activa
De todas las instalaciones y medios de protección activa es importante conocer, por un lado, el ámbito de
aplicación que corresponde a cada uno de ellos y, por otro lado, las condiciones y especificaciones que deben
cumplir. Para ello contamos con un marco legal claro y preciso: el ámbito de aplicación queda determinado, para
los edificios, en la Norma Básica de la Edificación – NBE-CPI-96 – y para los establecimientos industriales en el
reciente Reglamento de Seguridad contra Incendios para los Establecimientos Industriales – R.D. 786* . Las
especificaciones y condiciones técnicas que afectan a los materiales, a los instaladores y a los mantenedores, se
determinan en el Reglamento de Instalaciones de Protección contra Incendios.
Estas tres Normas o Disposiciones constituyen los pilares básicos para el desarrollo de las exigencias de
protección contra incendios que todo edificio o establecimiento industrial tiene que observar.
259
V. Organización
En la Disposición Final Primera del Real Decreto 786/2001, por el que se aprueba dicho Reglamento, se dis-
pone, entre otras cosas, que en cumplimiento de lo previsto en el articulo 5 de la Ley 2/1985, de 21 de enero, de
Protección Civil, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, de acuerdo con el Ministerio del Interior “determinará aque -
llos establecimientos industriales que, preceptivamente, deben implantar el Sistema de Gestión de la Seguridad
contra Incendios en el establecimiento y elaborar el correspondiente “Manual de Seguridad contra Incendios”.
Se entiende, por tanto, que la exigencia de tener un “Sistema de Gestión de la Seguridad contra Incendios”
puede regularse en un futuro próximo. De momento, sólo las industrias afectadas por el Real Decreto 1254/1999,
de 16 de julio, por el que se aprueban las medidas de control de los riesgos inherentes a los accidentes graves
en los que intervengan sustancias peligrosas, están obligadas.
La necesidad y la responsabilidad de velar por la seguridad de los trabajadores y usuarios de los edificios
requiere una organización que evite la improvisación en las actuaciones cuando se presenta una situación de
emergencia. Este es el objetivo y el interés de un Plan de Emergencia.
El marco legislativo es muy amplio y antiguo. Desde 1979, los establecimientos turísticos, de acuerdo con
la Orden de 25 de Septiembre, están obligados a tener previsto y desarrollado un Plan de Emergencia. Después
salieron publicadas otras disposiciones que obligaban a hospitales y centros docentes. La industria afectada por
“riesgos mayores” o, como se le denomina actualmente, “riesgos graves”, que son debidos a la presencia de
determinadas sustancias peligrosas, también se vio obligada. Por último, más recientemente, la Ley 31/1995 de
Prevención de Riesgos Laborales establece en su articulo 20 la obligatoriedad de que todo centro de trabajo
tenga previstas las medidas de emergencia.
La prevención de incendios abarca todas las medidas, sistemas, instalaciones y medios que tienen por obje-
to incidir sobre los factores de riesgo para evitar que el incendio llegue a producirse. En este sentido, hay que
tener en cuenta que los factores que constituyen el triangulo del fuego- combustible, comburente y focos de igni-
ción- son los factores determinantes de que esto suceda y sobre ellos actúa la prevención de incendios.
1 Aunque este Reglamento ha sido declarado nulo por sentencia dela Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo
de 27 de Octubre de 2003, aquí se utilizará como referencia técnica.
260
4. Listas de comprobación de carácter general
Siguiendo la estructura general anteriormente descrita, se presentan a continuación las listas de comproba-
ción de los requisitos que la normativa y la reglamentación en vigor establecen como criterio de seguridad con-
tra incendios para el edificio o establecimiento.
Para cada uno de los requisitos, en función de las observaciones realizadas y de la información de que dis-
ponga, el técnico deberá decidir entre varias opciones:
A su vez recibe, en la propia lista de comprobación, la información del nivel de intervención (NI) que corres-
ponde a cada una de las condiciones o requisitos. Este nivel de intervención viene dado por la importancia que
su cumplimiento tiene para la seguridad de las personas. Puede entenderse , pues, como un orden de prioridad
en la corrección de las deficiencias observadas, distinguiéndose cuatro niveles que se enumeran del 1 al 4, de
prioridad máxima a mínima.
Se presentan a continuación la relación de requisitos y condiciones que deberán ser objeto de verificación
dentro del proceso de evaluación que se propone.
261
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
262
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
263
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
264
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
265
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
266
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
267
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
268
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
269
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
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Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
271
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
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Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
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Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
274
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
275
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
276
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
277
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
278
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
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Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
280
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
281
Condiciones de seguridad contra incendios NP Si No NI
282
ANEXO E: RIESGOS PSICOSOCIALES
283
INTRODUCCIÓN
El inventario que se presenta a continuación tiene la pretensión de ser una herramienta útil para cubrir
la primera etapa de la metodología en dos fases que se describe en el apartado 6.2. de este manual. Dicho
inventario tiene por finalidad la detección de indicadores de riesgo de carácter psicosocial en el puesto de tra-
bajo y, con base en sus resultados, decidir sobre la necesidad o no de llevar a cabo una evaluación detalla-
da y especializada, orientada a medir y valorar la magnitud de los riesgos identificados, en la que sería
imprescindible el análisis de las percepciones y opiniones de los trabajadores que ocupen los puestos afec-
tados. La finalidad última de este proceso de evaluación es diseñar un plan de actuación preventiva bien fun-
damentado.
✓ Relación de los puestos de trabajo existentes en la unidad de aplicación y descripción de las tareas y
funciones que tienen encomendadas y del ámbito en que se desarrollan.
✓ Aspectos que afectan al personal: absentismo, enfermedades, declaraciones de incapacidad para cier-
tos puestos de trabajo, permisos personales, formación, siniestralidad, rotación del personal, solicitu-
des de cambios de puesto, sanciones, etc.
✓ Actas de las reuniones del comité de empresa y del comité de seguridad y salud, etc.
El término factor de riesgo psicosocial hace referencia a determinados resultados de las interacciones de las
características de la organización del trabajo con las necesidades, habilidades y expectativas del trabajador, que
pueden afectar de forma negativa a la salud a través de mecanismos emocionales (preocupación, apatía, mal
humor, etc.), cognitivos (incapacidad para tomar decisiones, dificultad para mantener la atención, restricción de
la capacidad de memorizar, etc.), de comportamiento (asunción de riesgos innecesarios, consumo de fármacos,
alcohol o tabaco, etc.) y fisiológicos (aumento de la tasa respiratoria, incremento del aporte sanguíneo al cere-
bro, supresión del apetito, etc.) estrechamente relacionados entre sí, y denominados de forma general y conjun-
ta con el término estrés, que bajo determinadas circunstancias de especial intensidad, frecuencia o duración, pue-
den ser precursores de enfermedad.
• Demandas del trabajo. Conjunto de acciones psíquicas y procesos psicológicos (por ejemplo, aten-
ción, concentración, etc.) necesarios para el desarrollo de las diversas actividades y tareas determi-
nadas por los objetivos de la organización del trabajo. La identificación de las demandas psicológi-
cas supone la consideración de aspectos tales como:
284
● El significado y las características de la tarea, así como el esfuerzo o carga mental que debe reali-
zarse para su ejecución (ítems del 1 al 4).
● La organización del tiempo de trabajo; epígrafe en el que se agrupan temas referentes a tipo de hora-
rio y duración de la jornada laboral (ítems del 5 al 9).
• Control del trabajo. Conjunto de capacidades y mecanismos sociales para hacer frente a las exigencias
del trabajo. Incluye tanto el desarrollo de las habilidades del trabajador como el grado de participación
y decisión de éste en la planificación y ejecución de su propio trabajo, ya sea de forma directa o a tra-
vés de sus representantes legales (ítems 17 al 26).
• Apoyo social en el trabajo. Relaciones interpersonales con superiores y compañeros que definen las
características socio-ambientales o clima social de la unidad de aplicación (ítems del 27 al 30). Dichas
relaciones pueden cumplir las siguientes funciones:
2.. Ayuda instrumental. Acciones o bienes proporcionados por los superiores y compañeros que sirven
para resolver problemas prácticos y/o facilitan la realización de las tareas laborales.
3. Ayuda de carácter informativo. Informaciones, consejos o guía que proporcionan los superiores y
compañeros, que facilitan la asunción de las funciones y responsabilidades laborales y la evaluación
del desempeño personal.
Se ha considerado que la situación más desfavorable, o de mayor riesgo para la salud de los trabajadores,
ocurre en aquellas ocupaciones o puestos de trabajo en los que la interacción entre estas dimensiones toma el
sentido de alta demanda, poco control y escaso apoyo social.
El ámbito de aplicación más idóneo de este inventario es la unidad organizativa denominada servicio. No
obstante, podría ser aplicado a otras unidades organizativas más amplias, cuando éstas estén conformadas por
pocos “tipos de puestos de trabajo” o cuando, siendo numerosos éstos, sus características son similares.
285
Por último, conviene resaltar que la identificación de indicadores de riesgos mediante este inventario debe
hacerse por puestos de trabajo, por lo que hay que indicar cuáles de ellos pueden verse afectados por los ries-
gos registrados.
286
RIESGOS PSICOSOCIALES
INDICADORES DE RIESGO
287
RIESGOS PSICOSOCIALES
288
RIESGOS PSICOSOCIALES
289
RIESGOS PSICOSOCIALES
290
291
ANEXO F:
Riesgo higiénico por inhalación de
agentes químicos
292
RIESGO HIGIÉNICO POR INHALACIÓN DE AGENTES QUÍMICOS.
GENERAL
CUESTIONES PREVIAS
INDICADORES DE RIESGO NP SÍ NO
293
RIESGO HIGIÉNICO POR INHALACIÓN DE AGENTES QUÍMICOS.
GENERAL
294
,
4
295
5.
5 Las tablas 1, 2, 3 y 4 han sido tomadas de COSHH Essentials. Healt h and Safety Executive, 2003.
296
Nivel de tendencia
297
298