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Celeste
Cuando aquella maana, la monja Alejandrina, escuch el llamado
de la campana, se dirigi hacia los enormes y pesados portones de
roble de la entrada. Abri con dificultad y no encontr a nadie. Pens,
que como otras veces, era solo una mala jugada de algunos traviesos
de la zona. An no haba amanecido, una espesa bruma apenas
permita divisar unos metros y el intenso fro helaba sus huesos.
Se aprovechan de una vieja! Ya vern cuando lleguen a mis aos
dijo, pensando que alguien la oira.
Cuando intent regresar le pareci escuchar gemidos. Mir con ms
cuidado hacia ambos lados y luego hacia el suelo, y all divis una
caja de cartn. La levant con cuidado, no tena tapa pero si unas
telas gruesas que cubran la parte superior.
Regres a la cocina de la abada, coloc la caja sobre la gran mesa,
se quit el abrigo pues la estufa de leos produca una intensa
sensacin de calor y presurosa se dispuso a abrirla.
Dios mo! Dios mo! Es un nio! le pareci hermoso aunque lo
not azulado. Conjetur que sera por las bajas temperaturas de la
madrugada.
Lo envolvi con su propia mantilla de lana y lo acerc al fogn;
improvis una mamadera con una pequea botella de plstico y lo
aliment y meci contra su pecho hasta que los gemidos
disminuyeron y se adormeci.
El nio era nia. Lo extrao, muy extrao era su color. Aquel
azulado que crey ver Alejandrina, era en verdad celeste, celeste
como el color del cielo en los das luminosos de la primavera.
la
Cruz
Csmica,
Estadsticas
Pginas: 9
Palabras: 2.629
Caracteres sin espacios: 12.998
Caracteres con espacios: 15.875
Prrafos: 89
Lneas: 287