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en el texto de la supraconstitucin.
La laicidad no es el laicismo!
Pero veamos otras muestras recientes que nos instruyan sobre el tipo de
poder que pretende (o al que no quiere renunciar) la Iglesia. Juan Pablo II
declaraba el 24 de enero de 2005:
Para terminar con este somero anlisis que evidencia los designios que
arrancan del Concilio Vaticano II, me gustara ver cul es la finalidad en
esta bsqueda incesante de privilegios. Para ello quisiera detenerme
brevemente en el Catecismo Catlico editado 25 aos despus de
acabado el Concilio. Dicho catecismo est dirigido a los obispos, con el
fin de inspirar los catecismos locales y la enseanza de la doctrina de la
Iglesia. Cuando se habla en l de derechos fundamentales, se hace con
una argumentacin sumante curiosa, que tratar de sintetizar:
Y contina:
Pues bin, la solucin mgica hallada por Gmez Llorente data, nada
menos, de Napolen Bonaparte, cuando dej de ser un adalid de la
Revolucin Francesa para embarcarse en su egolatra, devolviendo para
ello a la Iglesia Catlica, mediante el Concordato de 1801, la mayor parte
de los privilegios perdidos con la liquidacin del Antiguo Rgimen. El
concordato de 1801 sigue hoy vigente en Alsacia y Mosela. No es de
extraar, pues, que el arzobispo de Estrasburgo se permitiera decir
cnicamente, en el segundo centenario del Concordato, que no haba en
Francia nadie ms laico que l, ya que ese modelo concordatario es
precisamente lo que propone la laicidad abierta o inclusiva.
Ante esta ofensiva mundial de las grandes religiones para anular lo que
entendemos por libertad de conciencia, slo nos quedan dos opciones:
padecer resignadamente sus efectos, en esa pasividad tan querida por
Bobbio, o defender y desarrollar hasta afianzarlas slidamente las
frgiles conquistas que, desde la Ilustracin a nuestros das, hemos
logrado en el mbito de los derechos universales de reclamacin
individual.
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Octubre de 2007.
1) Todava Napolen I puede ser visto desde una doble ptica: la del
autntico liquidador del Antiguo Rgimen o la del autoritarismo que pone
punto final a la revolucin.