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a) 1939-1959
Políticamente, el franquismo comienza siendo un sistema totalitario de clara
imitación de lo sistemas alemán e italiano, más de éste último que de aquel, que habían
sido aliados de Franco durante la guerra y que aparecían como los modelos a imitar.
Desde esa perspectiva se va creando un sistema de Leyes Fundamentales (que culminan
con la Ley Orgánica del Estado en 1967) que van dando al país ciertas características:
sistema totalitario o dictatorial con un control total del poder por Franco, como Jefe del
Estado, una representación orgánica, donde los representantes lo eran por pertenecer a
los distintos organismos del Estado y no por ser elegidos por el pueblo y un control
social e ideológico mediante los Sindicatos verticales de tendencia corporativa o como
pueden ser una educación adoctrinadora de los principios del régimen y de los
religiosos. Frente a esta situación, la oposición se redujo al exilio y a la guerrilla o
“maquis” en algunas zonas.
Desde el punto de vista económico se establece el principio de la
autosuficiencia o autarquía, tanto por las condiciones exteriores, la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945) como por el convencimiento de los nuevos dirigentes. La
autarquía empeoró las condiciones del país tras una guerra, desabastecimiento,
racionamiento, estraperlo, etc., y provocó un estancamiento importante en la economía
nacional. Esta política económica también se explica por el aislamiento que
internacionalmente vivió España tras la guerra mundial al haberse identificado tan
claramente el régimen franquista con las potencias perdedoras. El fracaso de la
autarquía, el comienzo de la “guerra fría” y la llegada de una nueva clase política menos
dogmática e intransigente da paso a la siguiente etapa.
b) 1959-1975.
Esta es una etapa marcada por el cambio de rumbo económico iniciado
con el Plan de Estabilización de 1959 que intentó poner las bases para un rápido
desarrollo económico, el desarrollismo de los 60, que terminó de transformar a España
en un país industrializado aunque con ciertos desequilibrios: poca creación de empleo
que motivó el fenómeno de la emigración, tanto interior como exterior, contraste centro-
periferia, y un desarrollo tecnológico relativamente escaso. Sin embargo, los cambios
fueron tan profundos que modificaron la estructura social con una ampliación de la
llamada clase media y un aumento del número de obreros. A la vez, el mayor contacto
económico con el exterior propició una mayor apertura y una mejor y más variada
información y formación de gran parte de los españoles lo que provocó una menor
influencia de la mentalidad tradicional que había dominado anteriormente el país.
Desde el punto de vista político, el régimen se asentó dentro de una cierta
institucionalización y reconocimiento externo, gracias a la política de bloques, aunque
desde 1970, su agotamiento fue claro tanto por que la falta de cambios políticos que se
adaptaran a los cambios sociales que se estaban produciendo como por la propia
decadencia física de Franco que nombró a Carrero Blanco como presidente de gobierno.
Los deseos de apertura chocaban con la intransigencia de algunos defensores del
régimen que formaban lo que se conoció como el “bunker” y se dudaba de la salida que
la monarquía daría tras la muerte del dictador. Junto a estos problemas de definición del
régimen aumentaron todos los conflictos: los económicos por la crisis del petróleo de
1973 y que empezaron a descubrir el problema del paro, los sociales por el aumento de
la conflictividad sindical (debido a la aparición de las Comisiones Obreras) y la falta de
salida política y los políticos por el terrorismo de ETA y el FRAP y la formación de una
serie de grupos de oposición cada vez más fuertes y apoyados en el interior del país.