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Re v GUST “ we Rita Marshall ilustraciones de Etienne Delessert o. Z A Victor Galdés no le gusta leer, y nada ni nadie logra convencerlo de que leer es divertido, Pero un buen dia el chico abre a regaiadientes un libro y descubre que las palabras en él escritas encierran ja ante sus un mundo maravilloso que cobra asombrados ojos. La aventura y unos personajes fantdsticos cautivan hasta tal punto su imagina- cién que, a partir de entonces, nada ni nadie consi- gue convencerlo de que... deje de leer. La autora de este libro, Rita Marshall, es dise- hadora y directora artistica de colecciones litera rias. Bl ilustrador Etienne Delessert es un afa- mado pintor suizo que ha publicado mas de treinta libros. “ey ‘* Rita Marshall ilustraciones de Etienne Delessert Ra INO Me GUSTA Primera edicién, 2002 Reimprasiones, 2008, 2005 2006, 2007, 2008, 2009, 2011 ‘Octava reimpresin, 2013 Depéaito Log: B.37.443-2011 TSUN; O7e-84-316019-0 (Nom. de Orden VV. FAS, (© RITA MARSHALL Sobre el texto literario (© ETIENNE DELESSERT Sabre las astraiowes (©THE CREATIVE COMPANY Batre la editon original ‘© GABRIEL CASAS Sobre la versin expatica y Ine netividaden ‘© VICENS VIVES PRIMARIA, S.A. ‘Sobre In presente edcin sein el art. 8 del Real Decreto Legislative 1/1996 Obra protegda por el RDL 1/1996, de 12 de abril, por el que se aprusba el Texto Fefundido dea Lay de Propiedad Intelectual y por la LEY 291 2006, de? de ul. 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Casi siempre se ponia el casco cuando salfa a ha- cer carreras con el monopatin. 4 Y, una vez al afio, dejaba que su madre lo peinara con la raya en medio para salir bien guapo en la foto del cole. willy, yi Comfa acelgas, higado y peras a menudo..., bue- no..., siempre que no tenia cerea a Draco, su perro, porque entonces se lo daba todo a él a escondidas pa- ra que se lo comiera. Vaya, que Victor casi siempre se portaba bien. Pe- ro, jel pobrecito!, padecia una enfermedad: la enfer- medad de «NO ME GUSTA LEER!». Victor decia que toda la culpa la tenia el perro, pues cuando Draco era apenas un cachorrillo, cogia los libros con la boca, los masticaba y enterraba los trozos de papel en las ma- cetas de flores. El caso es que Victor sacaba un diez en mates y un ‘ocho en ciencias, pero no pasaba del cuatro cuando se trataba de letras. Y no es que su familia no lo intentara todo para ayudarlo, no. Su padre, por ejemplo, le habia compra- do los 116 tomos de una famosa enciclopedia. Su ma- dre le daba todos los dfas sopa de letras para cenar. Y los sdbados por la mafana, su primo Arturo le lefa la lista completa de vitaminas del paquete de cereales. Pero ni la enciclopedia, ni la sopa, ni su primo con- siguieron curar a Victor de su enfermedad. Los libros s6lo le servian para hacer una pila, sentarse encima y pasarse la tarde entera viendo la televisién. Una tarde, Victor estaba en su habitacién con un libro en las manos. Hacfa como que estaba leyendo un cuento para que sus padres le dejaran ver la tele, cuando, de repente, de las paginas del libro salié un cocodrilo con una chaqueta blanca. —iSi tienes ganas de leer, métete en uno de mis bolsillos y verés qué bien te lo vas a pasar! —lo invi- 6 el cocodrilo—. ;Vamos, que a las ocho es la hora de leer cuentos! —jPero si a mi no me gusta leer! —se quejé Vic- tor—. Ademds, mi programa favorito empieza justa- mente a las ocho. En ese instante, un inquieto ratoncillo salié tam- bién del libro, apartando a un lado y a otro las letras del cuento. —jOro! jOro! —grité con toda la fuerza que le per- mitian sus pulmones de ratén—. jEn este libro en- contrarés un verdadero tesoro! Si lo lees, verés que del cuento sale un 4rbol cargado de monedas de oro que te harén rico. ;S{, lo que oyes, rico en aventuras, en emociones, en ideas y suefios! See —iMi tinico suefio es que, cuando subas al desvan de casa, metas la pata en la ratonera que ha puesto mi padre y te quedes atrapado para siempre! —le solté Victor con despiecio. 12 Pero cuando del libro salié cojeando un viejo loro con sombrero, una pata de palo y una pipa en la bo- ca, Victor empezé a preguntarse si no estarfa sofian- do. Asf que, para comprobar que estaba despierto, se dio un buen pellizco en la pierna y se dijo en voz alta: =Yo me llamo Victor Galdés y estudio tercero de Pri- maria». El loro, sin hacerle ni caso, abrié un viejo cofre con su pata de palo. —iStibete a mis espaldas e iremos volando a las is- las del Caribe! Mira, aquf tienes un mapa que te in- dica dénde esta enterrado un tesoro fabuloso. 4 —jNi hablar! —exclamé Victor, muy enfadado, y se cruz6 de brazos—. {Ya os he dicho que no me gusta leer, y no pienso leer por més que os empefiéis! Pero antes de que el loro pirata se marchara, de su sombrero salté un conejo blanco con unas botas ne- gras. —iVes estas botas? —le dijo el conejo a Victor, gui- findole un ojo—. {Con ellas podremos viajar hasta el fin del mundo! 16 —iNi hablar! —exclamé Victor, muy enfadado, y se cruz6 de brazos—. jYa os he dicho que no me gusta leer, y no pienso leer por mds que os empefiéis! Pero antes de que el loro pirata se marchara, de su sombrero salté un conejo blanco con unas botas ne- gras. —2Ves estas botas? —le dijo el conejo a Victor, gui- Adndole un ojo—. {Con ellas podremos viajar hasta el fin del mundo! 16 —Ven conmigo, chaval —continué el conejo—, ¥ atravesaremos mares y montafias de un salto... (Y nuestra aventura saldré en todos los perisdicos! —A mi no me gustan las aventuras ni los periédi- cos —contest6 Victor—, y tampoco me gusta... a El conejo no esperé a que Victor termina- ra la frase. Dio un salto formidable por enci- ma del mar y, volviendo la cabeza, le grité: —iPobre Victor! {No te has subido a tiem- po a mis botas y te vas a perder un viaje fan- tasticoooo...! A Victor le molesté que el conejo lo dejara con la palabra en la boca. ¥ tampoco le hizo ninguna gracia que no le diese tiempo para mirar despacio aquellas botas magicas. ae ae Con mucha precaucién, Victor pasé ahora otra pa- gina del libro. Al instante salt6 una rana con una pluma rota en el sombrero y una espada en la mano. —iLee esta pagina, por favor, lee esta pagina! —croé la rana—. Si sigues leyendo, yo me podré convertir en un principe y luego iré a buscar a la Bella Durmiente para despertarla con un beso. Hace ya cien afios que esta durmiendo, {lo sabias? a1 Victor pasé la pagina. ;iVaya, si la Bella Durmien- te se parecia muchisimo a su amiga Natalia!! iY, mira por dénde, Natalia lo acababa de invitar a su fiesta de cumpleaios! iQué extrafio era aquel cuento! La historia que es- taba leyendo, gera de verdad o de mentira? ;Quién sabe! Ahora, sin embargo, ya se imaginaba a si mis- Pero cuando lo pensaba, jse moria de vergienza! Con la cara toda colorada, Victor cerré el libro de golpe y se dijo: «No pienso volver a abrir este libro tan raro!», | mo convertido en rana y dandole un beso a Natalia. on | 25 Se estaba ya haciendo de noche cuando, del otro la- do de la ventana, aparecié volando un extrafio pajaro con una luciérnaga en el pico y un libro en su patita derecha. El pdjaro dio unos golpecitos en el cristal de la ventana y, cuando Victor la abrié, el pajaro le dijo con una voz muy suave: —Leer es muy divertido, Vietor, incluso cuando te lo prohfben. A Victor, desde luego, le encantaba hacer cosas que los mayores le prohibian, pero leer no era precisa- mente una de ellas. Preferia atiborrarse de carame- los 0 pintar en las paredes. 27 Hacfa un buen rato que habfa empezado el progra- ma favorito de Victor. Pero eso ahora ya no parecia importarle demasiado. ‘Victor cerré los ojos un instante y en su imagina- cién vio a su perro Draco convertido en un monstruo y devorando unos libros como una fiera. 6 its Luego se imagin6 que una bruja con una nariz enorme y un sombrero negro arrojaba cuentos a una caldera de aceite hirviendo. jY la pobre ranita habia salido del libro e intentaba saltar para no achicha- rrarse! Por si fuera poco, los compafieros y compaiieras del colegio danzaban alrededor de Ja caldera, gritando todos a la vez: —iNo nos gusta leer! {No nos gusta leer! 30 Pero en lugar de unirse al coro para entonar esa frase tan aburrida, Victor abrié los ojos y mir con atencién el libro. Pens en todos los personajes que acababa de co- nocer, y se puso un poco triste... Le dio pena pensar en el loro pirata y en la pobre rana, en el simpatico éQué habria sido del conejo y sus botas magicas y del ex- trafio pajaro con la luciérnaga en el pico? ¢¥ la rana? {Habria conseguido por fin transformarse en un her- moso principe? {Qué seria de todos aquellos persona- jes si nadie lefa sus historias? ;Desaparecerian para siempre? ratén y en el cocodrilo de la chaqueta blanca. 32 | ! | De repente, Victor volvié a oir los gritos de sus com- paferos de clase: —iNo nos gusta leer! {No nos gusta leer! «(Pobrecillos!», pens6 Victor; «ino saben lo que se pierden!». Con una sonrisa en los labios, Victor abrié el libro para buscar a los amigos que habia conocido aquella tarde. Y después de leer y vivir las aventuras de aque- los personajes maravillosos, lo que no le gusté nada fue legar al final. 33. iNo me gusta leer! Comprension {@]_Veamos si recuerdas bien qué ocurre en el cuento. Sefala con una cruz la respuesta correcta. 1) Victor se porta bien casi siempre. Se deja peinar con raya y come de todo. Pero zqué hace cuando le dan acelgas? (1 Se las come siempre. 0 Lastira a la basura a escondidas. 1 Aveces se las da a su perro Draco. b) Por desgracia, el pobrecito Victor tiene una enfermedad: {No le gusta leer! Qué hace la madre para curarlo? Cl Leda un jarabe. Gi Leda sopa de letras para la cena (Le dice que se ponga a ver la tele. ©) Del libro que lee Victor empiezan a salir personajes, y uno de ellos, el ratén, le dice a Victor que se hard rico.

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