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Un viejo anfiteatro rodeado de una gran valla de seguridad, utilizada en otro tiempo.

Todo
recuerda aqu la muerte, el polvo, el transcurrir vano del en intergalctico: una piedra removida
all, una lata de conservas oxidada, un trozo de esqueleto de animal. En torno al fuego, se renen
los supervivientes; podran parecer mendigos si no se tratara de una poca post-apocalptica. En
el tiempo mundanal, prosaico de la pre-destruccin del mundo, hubieran sido viejas sombras,
residuos del sistema capitalista; hoy pertenecen a ese cmulo pequeo de supervivientes de una
poca atroz que vio arrancar de la tierra sus ms preciados frutos. En torno al viento sibilante y al
calor de una hoguera levantada sobre un cubo de metal, meditan su nueva estrategia. Antes los
llamaban 'revolucionarios'; hoy son, al mismo tiempo, sujetos de los que no se sospecha su
existencia y algo as como los nicos que podran redimir el mundo. Sus anhelos son hoy
conspiracin.

Las ruinas de un viejo cementerio. Los arrabales- grises, envueltos en la piel mugrienta de las
fbricas, los talleres, las columnas de humo y las planicies calvas- de las grandes ciudades, las
chabolas, los desguaces, las hueseras y las montaas de escombros y cenizas. El sujeto de la gran
transformacin no est en el centro de las capitales, sino fuera de sus muros, en aquello que
sobra, excede, molesta al devenir circular y autotlico de la reproduccin del capital.

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