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FOLISOFIA
H.(éctor) A.(lvarez) MURENA
Los números en rojo y entre corchetes corresponden
a la paginación de la edición impresa

© MONTE AVILA EDITORES, C. A.


Caracas / Venezuela
1976

Portada / Juan Fresán


Impreso en Venezuela por Editorial Arte

Colección Continentes

Por la transcripción del texto: Antonio Tudela Sancho


[7]

M AMÁ nasció otogenaria. Sí: otogenaria. Porque


quísolo ¡ansí y ya! ¡Vaya genio de la otogesimidade! Que
heredara del su padre, por capricho de nobilesa también a los
ochenta nascido.
Memoraba la vieja ante nosotros los sus hijitos el parto
que la parira y el recuerdo sonreíbale, la popila teñíale de
húmeda vanidad. Pues diz que cuando ella salióse del estó-
gamo o pancsa de la su madre ésta quedóse tres semanas
en los pisos desenflada y desmarrida y sin bullir, chata coal
cinco de queso o pasa de uva que pie pisara pfff pfff pfff. ¿Y
cómo menos cuanto que habíase deshecho de tamaño feto
de uno ochenta de estatura y setenta kilos de peso que du-
rante meses habíala estirado hasta la mananimida del doble?
Ansí la partorienta tardaba en rejuntarse con su antigua
identidade. Endemientre que el padre, el mi aboelo, a la risa
que te reirás, satisfecho por el efeto que su semilla condal

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operaba en la consorte tendida que era mojier de pueblo.
Ahorrábase de tal suerte la mi alumbrada madre engüe-
rros tales como el crescimiento, la niñera, el chopete y tiro-
cinios otros de varia índole. Pero no créase que todo fue para
ella hojaldre y festevidades, no. Que vino al mundo vestida,
vino, de puro edocada y decente. Mas ¿no se le [8] osidó allá
en aqueles aguas el camafeo de bronce en que todavía non
atesoraba la imagen de cualcún de sus maridos? Si ya a la
hora de dar el primer vagido hubo de ponerse a polirlo con
gamucsas... Y, como era garande, tenía que limpiarse por sí
mesma los pañales: ella se los cagaba y ella se los lavaba.
¡Fijaos si no es esforcsado en una recién nascida!
Estonce ese mesmo día el su padre, en viéndola tan
bien plantada y porque la hambre lo arroinaba, mandóla de
sopetón a que le comprase cualquequier charcutería. Y por
las calles mamín buscó y buscó, aunque no sabía casi un
pepino de nada. Encontró a la postre la tienda y mucho
rogaba y pedía, mas el carniscero negósele y hasta echóla a
la calle a empellones. Hubo de volverse con las manos sólo
de lácrimas llenas. Y el su padre tomultuosamente interro-
gábala, que por qué no habíale traído las morcillas, que por
qué no habíanle fiado, que por qué non afanara. Cuando
oyóla hablar para esplicarse, toda la su aristocracia truenó en
un:

¡Mal ray que parióte, rapaza endiablada!


Frase que mamucha por largo no le perdonaría, ella nos
contaba. Pero que tenía la su esplicación en el nóbile aboelo,

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sin contar la hambre chasqueada: el idioma que mamá tra-
jese en el equipo natal no era el csulú, ni el albaniés ni el
chucrute ni el seneicse ni mucho menos el chin, sino ¡el
ganglio! ¡El ganglio! Fabla que non aveníase con nienguna de
las avenids de iste mundo. Et allí estábase la póbere con su
metro ochenta latiendo, estallando, fricando en la vana
espresividade de los gang y anglí y kanglt y glanglénguc,
locas caballerías con las que disparábase hacia los quovadis
más negros. ¡Imaginaos al mi aboelo y estonce padre!

¡Sí! ¡Kikirikí, nena! díxole, pronto para la respoesta.


[9] Y por delicadeza indescriminada csampóla de
morros en la castilla. ¿Sabéis en cuánto tiempo se emparejó
con ese idioma hespánico para ella desconoscido? En dos
semanas: al mes sonaba como refranero vivo. Al año, disio-
nario de utoridades. Tal era todo en la mi mamá que tuve:
¡genial! ¡Mama..., mamá...! Irrefrenabiles, tomultuosas foer-
zas, agitan, comprimen, estrujan mi glándola cordial. ¡Veo a
la mi madre! Debo describírosla tal como se me presenta en
la eternidat de su aparencia perecedera.
Hela aquí.
Notad el longuísimo cogote descarnado, invidia para una
gallina en agonía. Los aún brillosos ojos marillentos derra-
mándose en su estrabismo sobre universos siempre desa-
parecidos. Admirad la dinamismo de su bustos, del tronco
lancsado con fermesa hacia lante, paralelo al piso, en ángolo
reto impecábile, gracias a una fortunosa artrosis congénita.
Ansí avancsa primero la cabesa, gentil premicia en la que se

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encasqueta hasta las cejas un coqueto sombrerito de paja
negra, endemientre que dos considerables orejones con aire
de hojas moertas cuelgan su enima a los costados. Y oíd la
música: el silbido leve aunque poncsante que, junto con una
tenue rocío de saliva, acompaña cada soblime palabra que
entona la su boca de peje. Considerad la pícara femineidad
con que el chal constelado de caspa se abre para mostrar en
el cogote el lunar borra de vino que una mata de pelos rialza.
¡Y la gracia de los muevemientos! Ese baile que es la vida
mesma, ese andar renqueante, a saltitos, nascido de la rotu-
ra del hoeso fémor, capacs de encender las más flegmáticas
pasiones...
¡Mamá!
Consígnoos al puncto que, sin desnaturalizer su mesme-
dad mesma de otogenaria, mamá pluguíase en la variasión.
[10] Ora íbase hasta la cima de los ochenta y cincos y las
mejillas, el mentón, incloída la dentedura postisa innata,
temblábanle en forma esquesita cual durasnos pasados a los
que bastaría poca mirada foerte para que convirtiéranse en
podre líquida. Ora abajábase hasta la sima de sus básicos
ochenta y en el lunar del cogote crescíale más y más la
pelambrera, la caspa renovada nevábale en poiéticos rauda-
les, los orejones diríase cantábanle al tornarse traslócidos
como pasas de pera... ¡Ah devina! ¡Ah sedutora!
Hermosura, manético garbo, páganse en tasa al destino
malo. Súpolo mamín, que muy al prencipio probó tragedia de
las pasiones que levantaba.

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Contescióle ansí que un mancebo del entorno prendóse
de ella, no por genérica gerontofilia folminante, sino, por vero
amor de quilate sin ganga, amor por ella con el su metro
ochenta, la su artrosis, el su lunar y hasta el su sombrerito de
paja, combustión de mil trescientos grados centígrados por
esa creatura única, sin duda que caba. Pero mamoche no
tenía los hornos para aqueles bollos. Érase que haría sólo
unos trece o catorce años desque paseábase por los valles
deste mundo y veía aún inconveniencia en entregarse al
traqueteo sientimental. Cuantimás que mamá, para proteger
y disimular la fiacura nóbile del roncar a pata suelta de los
sus progenitores, sobvenía a las necesidades de la casa
mediante la atividad para la que, merced a la artrosis, parecía
haber llegado foncionalemente mejor dotada, o sea lavando y
planchando las ropas de un barrio entero. Y el chaval su
apasionado ¿qué érase que era? ¡Érase que era basurero!
Mogre sacábala la una y traíbala el otro. De modo que medid
el quebranto que daríale a mamán cuando veíalo compa-
rescer todo mogriento en medio de la albura de sus lienzos,
bragas y calsoncillos... Y sobre el [11] quebranto de la
higiene soltábale él cualcún de sus requiebros:
¡Dam bolilla, momiecita, o revient!
Replicábale ella con ciertos airados ternos en ganglio:

¡Klangt, klangt, klangt!


Y maguer sonáse mamá igualita a tranvía elétrico que
viénese encima, el mogriento insistía con su fabla pasional:

¡Mi casa será el museo que necesitás, apolilladit de

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foego!
¡Y quién lo paraba! Vedáronle el paso trancando la
cancel y por los fondos proponíase él con su llameante
palabrada. Gimió estonce la madre de la mi madre que de
esa suerte la pudicicia de la su hija percodiríasele, gemía. Y
espulsó el mi aboelo al chaval a patadas, que así la hija no
trabajábale, rugiba, aunque érase más por celo, que él como
a la distraída gozábase los días noblados en sobarle con rijo
el trasero. Mas ¿quién paraba al chaval? ¡Desde lo hondo del
tacho de inmondicias, coal la Venus que surgiese de las
aguas, comparescióse depués en contrabando este galán
sincero! Y allí fue el escopetaso del padre y conde. Y allí la
gran escapada por milagro ilesa del basurero.
Oyéronlo más pronto noctes enteras desde la calle
cantare su maldichada pasión con acompañamento del dulce
estrumento músico llamado quitarra. Pero oyéndolo des-
oyéronlo, minoráronle el corazón. Hasta que hubieron de
volver a verlo.
Descuelgóse una tarde el homme de los techos. Madre
al columbrarlo sospendió el trabajo, tornóse piedra en ángolo
reto. ¿Qué se pasaba? El mogriento traíba la color de la cara
muy quebrada. ¡Hasta locía limpísimo! Miraba de fijo a
mamín, mas habíasele consomido el juicio, embolismado la
[12] sesera, desque farfullando non atinaba a encarnar
palabra sana. Con facha astral y fiera desenfundó una
birillante cochilla y, coal si la arma inyetárale loca templanza,
dióse a hablar. Al colegir los desinios del galán la cara
cubriósele a mamota de mador frío, el coerpo tucto echósele

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a rilar, maguer lo estival del día aquele. Le entregaría el su
corazón, musitábale el basorero, para que ansí en sangre y
tebieza y tremor comprobáse que era suyo lo que no había
querido acetar. Y desnudábase la torso y en el pecto
cavábase impertérrito un entrat. Ante tanta ferocia madre no
sabía si desmayarse o reacionare. Endemientre la sangre
manaba y manab y, apartando una costella, el homme ya
casi teniba su corazón en la man... Pero mameta no ansiaba
ese mósculo con fatalidade y echóse a cridar espan-
tabilement hasta que acudieron los sus progenitores. Al
mesm tiempo el mancebo rodaba por los soelos, con el cor
aún puesto, que las sabias costellas impedíanle se lo sacar.
No acabábase lí esta hestoria de neras y rojas tintas.
Con hierros y pócimas, con cirojanos y barberos, cosido y
salvo del coerpo fue el noblado chaval. Mas la nobe de la
mente ¿quién se la espiantaba? Conque en tornando del
salutífero, el basorero descolgóse garaganta abajo medio litro
de sublimado corrosivo. A tal nienguno haríale ya nada. Y
como el ácido heríalo a lo vivo y morfábale cada vez sol una
poquita muy chiquitica de organésimo, trascurrió sus últims
quinces días de vacasciones de tumba profiriendo exemplars
alaridos, que en la casa contiga hincáronse coal espinas de
una corona en la doliente cabesa de mamucha.
Habéis visto pues la estrella aciaga que subióse sobre el
oriente mesmo del amor de la mi matre. Timóla y mistificóla
hasta tal punto con su luz traidora que, fablada por tant
desdicha, mamín decidióse a tapar bajo el manto de la re-
[13]legión sus atrativos peligrosos y alversos. Y no hubo tu

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tía que el conde esgrimiese, asemblado con la condesa, que
que regaláranle el escudo de la familia, que que que
entregaríanla al joez de menores, que que que que tuviese
piedade dellos, que que que que que mesmo trabajarían un
poquitín: ni chis ni mis. Allá marchóse con su dansarino paso
tic toc tic toc tic toc.

Acogiéronl con alborocso las monjitas, que en tiempos


de ateísmo andaban cortas de vocaciones júvenes.
Observáronle con otra mira el ángolo reto de la artrosis, con
lo que desde los maitines estábase pelando papas, ciebollas,
gallins, cabesas de monjetas peloslargas, nabos, plumeros,
barras de ferro pelara si poníanselas ante, narrábanos mami.
Cualcunas de las hermanitas eran unas carantoñas capacses
con su sola fealdade de provocar la descompostura de la
tripa. Otras, jóvenes saltabarrancos que non dejaban de
aspar y cotorrear. Mas, aunque una vez que balaban una
ronda en el hoerto del claustro casi la enderecsan, lo coal
valiba quebrarla, mamín sentíase felis, pues no había dellas
intención malina.
Una cosica sola pertorbábala con su cosquilleare. Tra-
tábase de una diferencia en el conceto relegioso. Mamín
quería la comunione y la abadesa medíbala de arribabajo con
la mirada y declarábale que a ella conveníale de orgencia la
estremaunción. Érase la superior mojier de mósculo y boso

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abigotado, naris rapás, ojo de nero foego, enjuta de cintura y
manánima de ispaldas, cuya fabIa de común sintetisábase en
cuatro golpes de la contera del su bastón contra las soelos.
Mas no íbale a la saga madre en empeño [14] timperamental.
Modo que estuviéronse largo en los conque quiero comulgare
y mirá que te escomulgo y a mí me dan la hostia y sométete
a la estrema que buena falta te hace. Mamán por último
acatósele a la superior, que ella sere nuevicia. Esa noche,
cuando todo rumor húbose dormido borrach de soeño, la
superior ordenóle a matre que tendiérase en la catrera, con lo
que mami quedábase con las patas un poco parriba, los
carcañares volando. Entonces asperjólla con varias salvas de
latinasjos, ontóla con los santos óleos, masajéandola de
coerpo enter, coal si tratárase de medecina para el rumatism,
y era para la alma. Intimóla loego a que cerrase los ojos en
respeto por lo que veniba y, endemientre arresciaban y
desboradábanse los latines, mamán sintió cosa dur, más
pronto identificada con el tallat mang del bastón de la
abadesa, cosa dur que en la entrepierna trabajábale las
partes de lí. El sacramento aquele dijérase poseía mil dedos
buens, que rancábanle de la tripa delicia erránea y sotil. Mas
acrescíace aquele mar poderosa, loquecíasce la agua quieta,
adentrábase y dentrábase el elemento en el ser de mamán,
hasta que sintióse morir de misticismo y, en tanto esalaba
quedos aollidos, y felecitábase de fenecer ansí en la relegión,
rindiósele el ánimo unos istantes. Agora perdió la vergi-
neidad, nadie en form más pía.
Vuéltole la ánimo, vio a la luz de los ojos de la abadesa,

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que folgían en lo escuro ugual a bombilas de quinientas
bojías, vio que ésta hallábase cabe la catrera compele-
tamente en pelota, eceto el bastón que empuñaba, e inquie-
tóse que no resultara aquello hórrido rito pagano. Demandóle
estonce a su superior poroqué descaesciérasele antán el
ánimo y poroqué resultábase ella tan desperendida de
prendas. Encamándose junto a mamín, acalmóla la abadesa,
revelóle que lo que sufriese fuera la pequeña moerte [15] que
para moerte grande y buena preparaba. Añadió que metí-
base en el leto a causa de que también ella sentíase preci-
sada de una poca de estremaunción. Ansí ordenóle a mamu-
cha que impartiérasela con la mano. Y al prencipio guiaba la
esperta a la nuevicia. Mas al fin la mónaca echóse a plorar y
convulsíase por la fe sacudida.
Narrábanos madre que como la felicidad no cabe en
cuenta ni número no sabía cuánto tiemp pasárase en aquele
claustro. Cascuna cumplía con los sus laboros especiales,
dansaban más luego y siempre cantaban en coro canciones
sacradas. Qui zás si protegíbala a mamín un poquitico la
superior por eso de las estremaunciones a que ella habíasele
acatado. Pero éranse noctes especiales con fiestas de
guardar en que la abadesa convocaba a cualcunas otras
hermanitas y con fervor unas a otras impartíanse las estre-
mas. Y a éstas empero luego no mesquinábales cualquequier
bastonaso. Qui zás qué sería. El caso es que mamín gosóse
meses y años de inmacuIada esistencia relegiosa.
Repentinamente, sin embargo, como con estrumpido de
rayo y trueno, otra luz hísose en mamoche, que no la de las

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bombillas de quinientas bojías de la abadesa. Reclamábala el
mundo en porción de gloria que le pertenecía. Y malgrado la
mónaca abadesa que cridaba, mamán salióse abante con su
maletín y el tranco largo de la alegría: trocotroc triquitric
trocotroc.
Los condales y de pro genitores a dormir otras siestas,
las indespertables, habíanse endemientre marchado. Virtióles
mami la agua tibia y salobre de la filiación y, contemplando
los suelos en derredor, conosció que estaba sola.
La necesitat mirábala ceñuda, la orfandad empujábala
patrás y palante, el desconcierto mordíale el lobanillo de [16]
la oreja esquierda: se curar debía. Agora, mementaba mamá,
conchabóse de criada de calesquier servicio en una casona
millonariamente empingorotada. Y allí la esplotación, que ella
no notara en su candor de nóbile precapitalista. Que súbame
y que bájeme, que límpieme y que enróñeme, que tróteme y
que galópeme, que cuésame y que cósame. Érase el día
entero, desde la alba hasta la medianoche, de la sevicia del
servicio doble y pleno. Estábase mami sorbiendo su pitansa
del suelo de las cocinas, que el personal no gastaba plato ni
utensillo otro, cuando clamábala la ama, que vestíase toda
con laminillas de oro, para que fuese a rascarle la cola a la
víbora pitón, el su animal doméstico preferido. Abajábase
madre las bragas para echarse una meada en el lógobre
escusado, cuando sin escusa ni meada debía correr a ayudar
a la señora a limpiar al su señor, que se abría con una
llavecica por la espalda y estaba vacío, salvo las basuras que
la señora le poniba adentro.

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Descabalada por el trajín, decíanos mami, ocultábasele
mesmo la inteleción del trauma que padecía. Hasta que
requebrósele el ayudante de cocina, sagal más negro que la
pes, que oficiaba en los feriados de bombero voluntario,
acaso por la afinidad ínea de su pellejo arrebatado. y
requeríala y zureábale y golpeábale a la puerta de la noche,
con toda la calor de homme de cocina e incendio. Mamán,
que de sus monstruaciones concluía que la solitud san-
grábale asas por la entrepierna, mamán a quien la olor de la
catinga gostábale un poquitín en las narinas, mamán, libre de
prejuicios sociales, raciales o relegiosos, abrióle al fin al
trémulo tizón la puerta no sólo de su desván. ¡Y cómo entra-
ra, más tierno que la estremaunción y más piafante que vein-
te caballerías!, sonreíbase mamu. Idolatráronse con tanto
desenfreno que cuando enredábanse en el nudo aman-[17]
cial a los dormidos habitantes de la casa, incluyendo a la
víbora pitón, sin que lo alvirtieran enrisábanseles todos los
pelos. Ansí el servicio cobrióle también la noche, pero de
borracha dulsura.
Popular de orígenes y cuantimás morocho de la color, el
cocinerete tenía aguda la mirada de la alcantarilla y
soblevábase por la trata que los adinerados daban a mami,
estonce la su pasión. Bufaba el fogoso bombero volontario y
descaragaba golpes contra el suelo y escupía por las
ventanas de la indinación. Narró mama que ella procuraba
calmarlo dándole capirotasos en la verga y en los compa-
ñones, pero que no avalaba el arteficio desque su galán
soliviantábase más con ello. Sumad que una noche, fuere

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porque el contubernio descarajóse al estremo, fuere porque
el material hallábase carcomido, una noche al maestro tizón
mami partiósele en cuatro partes. Repuesto el orden non sin
cualquequier batahola, que el nero la anatomía no sabíasela
mucho, reclamó que aquello era por la brutesa con que
sarandeábansela los poderosos, que así su mojier no estaba
en condiciones de morder ni el choclo hervido y que patatí
que patatá. Allí afirmóse en alejar a madre de tal casa y
manumitióla de la servitud.
Alquiló el moreno una chabola, condújola a mami a los
altares y latíales el cuer al unísono con música de relós
celestial. Industrioso tizón por las calles, si vendía peje las
más de las veces pútrido, no escatimaba la dinámica interior
y a fuerza de entrar y salir dejóla a la vieja preñada del
primogénito de mis hermanos. Deshecho que se hubo la cinta
de la barriga de mi madre, humedecido el bautismo y mordido
el confite del casal perfeto y frutecido, mamán notó en el su
consorte fenómeno muy feo. A cada que que ella parlábale,
caíbanle al homme de lo interno unos [18] grises pedasicos.
E interrogábalo y el negro lo más campante replicábale que
sentíase muy bien, tanto de la alma como de las carnes,
maguer lo algo escuro de éstas. Mas prolungábase el
fenómeno y mami, golpeándolo, oíalo en más y más hueco.
¡Hasta que dióse contra la cuenta esata de la razón! ¡Y qué
golpe sofriera la mamá mía! Palidescía al contárnoslo, sin
mengua de los años pasados. Pues descobriera entonce que
ella, ella mesma, la hija del conde, ¡era una embalasamadora
de hommes! A las mientes vínosele cual dardo aciago el

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recuerdo de la su ama y del su hueco marido. ¡Y ella con el
mesmo poder aleve! Como con ternesa y sonrisilla y carisia y
arrullo, mas inesorables, parloteando y tirando y golpeteando
y retorsiendo, iban las mojieres dejando a los hommes en el
adentro vacíos y luego, igualitos a los que fueran,
¡marchaban por el mundo embalasamados y peremidos! En
el cogollo de aquel calofriante secreto que descobriera con-
solábala a madre saber que casi toda mojier, aunque non
fable dello, hácelo, que no era sola ella. Pero alvertíanos a
nosotros los sus hijitos con harto empeño que mirarámos a
los hommes por separado y también en las juntas dellos,
como en partidas de balompié, celeberaciones patrias y
quilombos, para que los descobriéramos embalasamados y
autómatas. Peor cridábanos empero sobre el cuidado que, ya
mayorcitos, debíamos poner al acercamos a hembra cualque-
quier por este risco grande. Cridaba tanto estonce que casi
se enderecsaba.
Que mojier como ella estraño seríase que encontrá-
ramos, preveníbanos. Pues nostante consolárase ella de no
ser sola en el defeto, no consolábase de socavar al su amado
catinga. Meditó endemientre el homme perdía y perdía sus
pedasicos. Y finó la cosa en que lo echó de casa. Deses-
perábase y arrabiábase el négoro diciendo que dónde metía
agora la [19] manguera. Pero mamá cerróle la juntura,
aunque más que a él doIíaIe, y rempujábaIe la puerta contra
el morro, porque más que a sí mesma amábalo. Largos días
ploró el retinto de cuclillas en el umbral, mientras mamu en
ángolo reto imitábaIo tras la puerta. Y a la fin resinóse el

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homme y sólo cadacuando apropincuábase para tocar un
poco la cabecita de su hijito. Hasta que esfumóse el negro en
la negra noche hermana del mundo.
Espasmosa y cavalcante salióle a mamoche la vida
pasional. Pues si el garbo de la artrosis y la viejez, el ojo
infinito, asegurábanle donceles de toda calaña y formato, que
caiban folminados como moscas a los sus pies, aquel fator
de embaIasamadora forcsábala a recursarlos no bien veía
que no aguantaban en lo dentro dellos el su invisible boril.
Con lo que todo matrimonio limitábase a pocos polvos, que si
acaso la preñez del feto y sanseacabó que te polverisas por
el polvo poco y a los suelos te madrugas. Sofríase abastante
con las tales bruscas entradas y partidas y adioses, decíanos
la mamá. No durase casi nenguno más que el catinga. Y el
solo que durara fuese por vengancsa de madre. Aunque non
fablara claro dello, barrunto que tratárase del mío padre, que
non lo conoscí nuenca, pues este castigado era descobridor
como yo. Pues fijaos que una noche este homme inquieto
esploróle la asentadera y, descobierto que hubo el conduto
que hay por la bajura, apersonóse él y rompióle el gollete,
que no se lo habían hecho. Confidábanos mami que non era
que non arregostárase con el introito aquele, pero acom-
pañábase con la dolor y el conflito de la voluntade. Que ¿qué
creíbase que no llamara antes de entrar, que no preguntara
la temperatura local de la derechohabiente? Procrastinólo,
memoraba meme con sonrisa torbia de picaradía, procras-
tinólo al temerario endemientre percudíase adentro [20] de
manera grande. Si él quebrábale el culo, más que el culo

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quebrábale ella, que lo que hacíale era agujero de la perso-
nalidad. E non relevólo hasta que no perdiera la metad de la
persona.

Crescíamos entanto los hermanastritos, que por junto


éramos siete, una hembra y seis másculos. Deficoltades
ahorrábansenos pocas, entredellas la mala hambre. Pues
mamina con arrastrar la bola del feto, que veníale grande y,
por el ángolo, rodábale una poca por los pisos, con arrastrar
la bola, digo, con parir más luego y con atetar después al
neonato, estábase quasisiempre cual feriado no laborable.
Marido no abondaba, desque ella no reteníalos y en veces
que habíalo más valiere que no lo hubiese, pues hasta de la
poquedumbre hacíanse los tales maridos tragantona, sin
nada jamás traer. Cómo éramos muy pequeñitos non
podíamos laborar, bien que cuando arribóles la edad varios
de mis hermanitos fogáronse, cual sus padres desvane-
ciéronse en los aires. Mendigábamos talora cualcún pan por
las calles. Y mamán dirigía sus peticiones a los gobiernantes
del estado. Iba a golpear a la poerta del gobiernante de turno
para que la pensionasen por mérito esforcsado. ¿Non era ella
de alcurnia de pro? ¿Non tuviere marido senador, que era
aquele que sólo comparescíase a la hora de la sena? ¿Non
había donado a la patria oro, una cápsula dentaria que al
pronto sustituyérase por otra de aciero inosidable? ¿Non era

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una donadora de sangre que arrejontando sus monstrua-
ciones, que no despilfarrándolas cual otras, había complido
siete hijitos para el estado y los gobiernantes? ¿Non tornaba
a ofreser su propia sangre en las personas de [21] los tales
hijitos, que estaba más que dispuesta a osequiar por sepa-
rado o por junto a calesquier istitusión que los quisiere para lo
que le viniere en gana? Pensionáranla, cridaba, que en ella el
mérito de harto regoldaba. Pero sin el ésito bueno atermi-
naron tales peticiones, más bien con el malo, pues comón-
mente exturbábanla, o sea, como dice mingo revulgo, echá-
banla a patadas.
Donde madre brilló cual el rey astro en medio cielo fue
en la nuestra edocación. Mirad si os digo de emproviso que
para evitar cada sospecha de pérfida descreminación, para
grabar de golpe en nuestras almas niñas la humildad, la
fraternidad coral, el humanitaresimo y vertudes otras, púso-
nos a todos los sus hijitos el mesmo nombre de Dagoberto.
Pásmaseos el aliento, ¿verdad? Y estáis ante un simple de-
talle...
Frente a esos inormes interrogantes que levántanse en
el piélago de la vida edocativa cuemo barbáricas olas para
hacer sosobrar en la confusión barcas de padres y madres e
incloído de aboelos y tíos, mamán tomaba siempre al toro por
las astas y devolvíbalo ordeñado igual que abólica vaca
rumiante.
Preguntadme, por ilostración, qué hizó con ese enima
del seso, el candente y bruIante ojeto que los padres quieren
no tocar y tíranselo de las manos una y otra vez hasta lo

19
cuItar bajo la catrera, con lo que los hijitos no saben dende-
luego qué se hacer con sus órganos y pianos, pitos y ujeros,
que cualcunos creen hasta la tomba que sirven para plantar
patatas solamente. Pues mami, saltando por sobre cualcún
engañador oufemismo, mefiándose de la dubdosa embajada
de calesquier fabla o palabra o sémbolo, ¡abocónos dire-
tamente a la ación! ¡Ación con ella, que sabíase bien la
prática y el muevemiento aqueles! Generosa y cúemo no,
[22] la vieja dióle a la calistenia con cada uno de nosotros,
maguer rechináranle las articolaciones de su descangallado
esqueletro y calambrárasele la mosculatura. Ansí, entre
chillidos de dulse sorpresa nuestra y modulados aullidos de
gastadora esperimentada que era ella, tuvo las premisias de
todos nosotros. Mesmo la de Dagoberta, que estremescíase
cual epilética mientras mamá trabajábale la hymen con el
mango de un plumero. ¿Apreciáis lo sano para la alma y el
coerpo que era esto? Desfogarse del misterioso fuego del
seso con la propia madre era garantía de limpieza y terneza.
Aprender con creatura tan prócsima todos los muevemientos
y posciciones que alargan el almíbar aquele era eludir el
ridícolo y la verguencsa que luego suelen sofrirse. Nada del
risco de la maladía del estraño. Nada de mancanzas y
errores después. Nada de inorancia. Nada de pavura.
Al correr de esta relasión podré sin dubda daros nuevas
ilostraciones de la genialidad edocativa de mi mamita que-
rida. Mas pásome a otro item agora, y sigo.
Y es que cuando desfondábase hasta los ochenta y
cinco años másimos, desposcición que sobrecaíbale cada

20
vez con mayor frecuencia y non ya a voluntade, cuando tal,
digo, sentía demasiado cerca della el vientecico de la escura
garlopa de la moerte y echábase a berrear y lacrimear,
manifestando que la vida habíale sido avara y cridaba:

¡Dagoberto!
Con lo que todos los polluelos al istante estábamos en
su torno. Y ella quejándose de que, con su nobileza hacia los
hommes, la vida habíale sido tacaña y avara y clamaba:

¡Dagoberto!
Tal vez sin alvertir, por el velo de la lácrima, que está-
bamos allí, insistía resongando que la vida cortárale el pla-
[23]cer al melésimo, que marchábase descomplasida. Y
estonce recaíbase en la nostalja de la su joventude de mo-
naca y buscaba que le arrimásemos un bastón a las partes
de la estrema, cual hacíalo la abadesa de las quinientas bo-
jías. ¿Cómo negarnos nosotros los sus hijitos a dar algo a
una mamota que todo nos había lo dado? Al laboro po-
níamos.
Laboro que era luengo. Pues causa que fuera que con la
viejez mami no logoraba la consentración de las mientes
necesaria para llevar el ato a su jacarandoso cúlmine de
calorfrío, causa que fuera que por perita y esperta en tal
ación sesual la vieja prolungábala hartamente para
compensarse del relajo del senso antán no gosado, el caso
que érase era que cada uno de sus polvos duraba horas y
mesmo días. Que convolsionábase al pronto cual si el bastón
causárale cosiquillas, que maullaba cual cata parida, que

21
lansaba espumarajos por las bocas endemientre desma-
rríbansele los ojos, pero venirse de aquellos picachos y
montañas no se venía. Y cuán celosa de non dejáranos pa-
rar, que se le cortaban las leches, amenazaba. Por ello tomá-
bamos por turno con la bomba o bastón de bate y frega hasta
que los brazos caíbansenos mortidos.
Contescíónos que varios de nosotros querimos praticar
la ación con la nuestra madre, tanto por habitudine, que ella
habíanos desvirigado, como por ustión en la propia verga y
por ver si logorábamos que se viniese más pronto. Pero
estonce a mamán aquele naturalidade repunábale, provo-
cábale grande cólera y a puntaspiés limpios rechazónos a
todos, que ella estaba empeñada en el bastón que recor-
dábale a la abadesa de la su joventude.
Peoróse la situación desque mami diose a recordar al mi
por mí sopuesto padre y al ujero que él rajárale en el culo de
sentar, con lo que ya mesmo desvivióse para que con [24]
otro palo le catáramos por ver si todaviba estaba. Ello con
inormes recomendasciones de que no abandonásemos el
laboro en la puerta de Ocidente. Y ansi caesció que hubimos
de establecer otro turno semultáneo en la puerta de Oriente,
que era el culo que el mi padre abriera. Pero como la
semultaneidad en los muevemientos de los dos equipos no
era fácil de logorar, allá soliba andar la vieja por los aires en
bisarra ginasia en la que navegaba tan pronto con el
Ocidente como proa, tan pronto con el Oriente en el mesmo
lugar. Y ella por cualquequier razón cridaba en forma nota-
bile.

22
Aquele ginasia en doble turno dejábanos mortidos no
sólo de las estremidades sino del coerpo entero, que la nos-
talja de mamín por los polvos no espolvoreados y la joventu-
de mostrábase incesante. Y los mis hermanastritos encloída
Dagoberta, que también laboraba de bastonera, encomen-
saron a mirarme fijo. Mirábanme porque dende la puericia
más chequitita revelárame yo como espiecialista en mecáni-
cos arteficios. Echéme estonce a cavilar y más loego fabriqué
un pequeño motore, que valióme el silensioso aplaoso de los
mis hermanastritos. Y hétenos aquí que sin que la vieja
mama supéctelo nos damos a utelisarlo en sostitución de uno
de los equipos. Ved que descansamos una poca tirados por
los suelos. Y mamín como si qué en su luenguísima y espu-
marajosa bósqueda del polvo o ato a dos puntas. Pues el
motore tiene tres velocidades, cada una más rápida, más, y
al pronto retira el bastón que moeve y hace con él un pase o
lambetazo sobre el ujero en cuestión y al pronto produce un
sepillito que clávase en las carnes colindantes con placer-
dolor y al pronto desaparesce hasta el mango en el ujiero y
ya muévese calmo, ya encabrítase de velocidade coal
eroplano, un verdadero macaco bana-[25]nero. Y regalá-
monos los tornantes libres con la nuestra fiaca en una mar de
tranquilidade sólo cruzado por los silbidos, ronroneos y latri-
dos del espásimo sesual de madre. Cuando de emproviso
encomiensan a penetrar en nuestras orejas roídos insólitos,
ternos y aullidos que manan de la boca de mamán. ¡Y esto
non es por el ato! ¡Qué vemos! Una lengua de foego que sale
del bastón y va a brular donde lavoraba poco ha dulsemente,
en la cajita de adelante, en la cajeta de mamá. Siéntese el

23
olor a chamosquina endemientre la vieja se retorce. Apa-
ramos el motore con grande velocidade...
Maguer el daño no fuese más que cualcuna ampolla y la
depilasión al foego de la pelosidade que, como sabéis, bor-
dea la cajeta y todo órgano sesual, pelosidade por más que
en el caso de mami teniba la color blanca sucia e non deco-
raba bien, maguer el mío arteficio hubiérase descomponido
tras que ella provocáralo con un chorro de meada de la pis,
debida quién dice si a la esitasión, maguer todos estos des-
cargos el motore no pudo volver a ser utelisado dende que
ella conoscíbalo y poníase muy fula de sólo lo ver.
Cobróme mami a mí cierta ojericsa, pues edentificaba
me como autor del arteficio, pero en su materna dulsura no
me repremía más que clavándome a fondo en nalgas, brasos
o nuca, cuando tomábame por sorpresa, el luengo gancho
con que asojetábase el sombrerito. ¡Bondadosa mamucha!
Mas mis hermanitos aseguían mirándome e me miraban. Mi-
rábaIos yo a mi turno sin descobrir qué se pasaba. E ellos
miraban me de fijo. Estrujábame yo la sesera por trovar má-
gica o arte cualcún que aliviándolos en el lavoro aliviara me
de aquele mirar. Hasta que hízoseme un foego o chispa en el
mate del serebro y descobrí sin cuento [26] la verdade
simpele y vera: a la madre nuestra debíamos le clausurar uno
de los dos condutos con que ocupaba nos. Comonicado que
hube tal trova magistral a mis hermanastritos, encomensó la
puna de las opiniones dispares. Que uno era partidario de le
tapar tal ujiero, que otro teníbale más simpatía o cariño al
otro. E argomentábase que si oturábamos el culo qui zas si

24
no tuviese agora que peer o mesmo cagar por la boca, con lo
pastoso o rocoso que saliba aquele. E si cegáramos le la
cajeta, temíamos que a caso pudiera afogarse con las aguas
de la pis, que hay que premirar la prática de tales arqui-
teturas en un ser querido. Postreramente descidióse tapo-
narle la cajeta por considerar no sólo que ofreciba menos
risco desviar las aguas de la pis que los trenes de la caca,
sino encloído que esa era la cajita más rijosa de las dos, la
que más laburo a nos daba.
Póngome estonce a la labor de combinare una cimiento
que prienda y tape abastanza sin adolorar ni mellar mesmo la
cajeta de la nuestra madre. Y porobo las sostancias más
esóticas, dende la aserrín hasta la terra romana, pasando por
la cola de carpenter. Pero la mescla más dina para la ci-
miento resolta una combinasción de cera y plombo, que debe
servirse calente para que lo duro del plombo se desimule
bajo la maleabiledad de la cera e non hurte o joda las carnes.
Atendemos agora a que la vieja nuestra madre se hunda
cualcuna vez en el sopore. ¡Atención! Ahí está roncando
sentada en ángolo lievemente agude. Dagoberto el mayor y
Dagoberta vanse cabe ella e esparráncale una poca las
estremidades inferiores, cosa que no la torba en el sopore
por la grande habitudine de hacello. Apártanse todos,
conteniendo la hálito en la aspetación. Yo aspeto todaviba.
Sostengo con las manos una luenga pértiga en cuya estre-
midade está el tapón de la cimiento con la forma uguale [27]
uguale a la cajeta, humeando... ¡Atención! Hago avanzar con
lentitude el tapón... Y ya, agora lo enchufo en la nera boca.

25
Sospresivamente en una adormida, mami da un salto y soelta
un berrido. ¡Qué raro! Muévome yo presto y rempujo de
nuevo, que la ocasión no es para perdella. Cójola en los
aires, enchúfole el tapón de cimiento y otra vez aúlla
mamucha y sepárase de la parte, que no la quiere non y dase
con la nuca contra la rasocielo. E colásase agora, que le da
el colaso, y desplómbase a terra egual que plombo.
Reconosco que de la mía parte hubo un errore de cál-
colo. Cacolé más pronto el rose y la percucsión y el tajo, las
heridas que joden del plombo, pero non calcolé la calor, que
quema. Ansí soflamósele a mami la parte en forma de
concha, púsosele diz que verde con la quemadura.
Enchinchóse de veredade y buscaba nos matar. Tardó
en nos perdonar. Sopra todo a mí. Tirábame grandes cochi-
llos de cocina que clavábanse en las paredes junto a la mía
cabesa. Colgaba ollas de la agua calente para me quemar
cuando entrara. Espolvoreábame la catrera con veleno para
ratas e cocarachas. E yo lo sofriba por aquele errore. Tardó
mucho en nos perdonar.
Pero perdonó nos a la fin y último. E non creáis a las
linguas que por ahí dijeron que nosotros los sus hijitos fuimos
los responsabiles de la su moerte, que la rempujamos moral
o materialmente al más allá, que la finamos o que de cual-
quequier manera ella hubiera se moerto para no sofrirnos. La
veredade es que mamán morió de una petrada en plena
fronte. Una petrada que descaragóle por caso un infante
cuando ella saliba a comprarse un ramo de rabanitos a los
que era afeta con mucho. Cualcuna otra cosa que se [28]

26
mormore es malecdiscensia. Y de la malecdiscensia ¿vale la
pena ocoparse? La nuestra genial mamucha non lo hubiera
hecho.

Yo en cuanto a mí mesmo, malgrado la felisidade de la


vida en familla, dende el prencipio comperendí lo penoso de
sere homme humano. Pues vedréis que el mundo está lleno
de ujieros donde podéis os caer. Non me rifiero a la cajita de
maman, que aquele es el ujiero de donde diz que vine pro-
calamando el llanto. Hablo del nero ujiero del mundo, lleno de
ujierazos, al que venimos del ujiero de la matre. De ujiero en
ujiero tombamos hasta la tomba, que es final y parla por todo.
Que nada te sostiene y cada qué fállate. ¿Non era ujiero de
duro fondo el que recebíame cascuna noche cuando el último
de los Dagobertos apenetraba a rempujones en el leto
haciendo retemblar a los Dagobertos intermedios, que no
paraba hasta que yo caíbame de facha contra los suelos?
¿Non era ujiero espantábile el ujiero del guaterclosé o toaleta
o telita en el que mis hermanitos punaban por hacerme desa-
parescer porque parescíales más cómodo que el guaterclosé
me chupara que dejarme que me quejiera por daños que
ellos inferiéranme? Sí a aquele marrón ujiero del guaterclosé
recordarélo toda la vida...
Estas espieriencias esperituales van os caragando el
coerpo y la alma de adolores y moretones, que a la postre te

27
los hacen sentir como que los tienes, que los tenías y no lo
sabibas, el coerpo y la alma, digo. Caes te con el tal coerpo y
la tal alma en el ujiero de la flesión en re, vamos, de la refle-
sión, y daste allí esquesitos porrasos.
[29] Figuraos que hubimos patrastro, creo que el padre
de Dagoberta, quien comentábanos que la vida non viene ga-
ratis y usábamos para que acompliéramos con servir. Érase
homme volominoso y prepotente, mas vencíbalo sopra todo
la angurria de las oiconomías que acababa en ferenético
amarretismo. Pensad que si dejaba acrescerse la bigotes
usaba una sola mitade diciendo que abastaba. E lo mesmo
con la pelosidade de la cabesa, que la llevaba rapada al
medio. Preocopábalo oiconomisar ienergías, cuantimás que
era cartero de llevar la posta de puesto en puesto y corriba
demasiado por las estradas de la ciudad. Estonce en la
nuestra casa el homme no se mueviba ni que lo encendiaran,
que se le fogaba la vitamina de la vida, decía. Y mamán se lo
desimulaba, que tenía un débile por el su cartero. Pero
maguer el patrastro aquele non hiciere niengún muevemiento
afuera, el coerpo muevíasele por dentro. E Dagoberto el
segundo encaragábase de recoger con las manos juntas lo
que abajábase por el ujiero de las partes de atrás de sentar,
endemientre que los otros hermanitos recogíamos las aguas
de la pis, que el homme era grande meador, y corriendo
llevábamos todo al guaterclosé, sin gastarse utensillo ni cosa
cualquequier.
Coidábase prencipalmente el cartero de los pies de la
base, pues piesábaselos en eceso en el su oficio. Y en la

28
preocopación por aquele finistierra del su coerpo usábame a
mí en más para por la nocte se los calientar. Metíbame ansí
bajo liensos y fresadas hasta le cobrire los pes con el mi
coerpito. Enforescíase el cartero hasta fosforescer en lo es-
curo si por cualcuna razón yo no me pelegaba bien a las sus
patas. E golpeábame con una tranca, con la que dormía cabe
sí, para que me le amoledase. E golpeábame [30] de toda
manera siempre al prencipio, para que me pusiera más
flesibile, decía.
Afogábame allá abajo, parte por la falta de airia, parte
por la olor bestial de los pes del cartero. Que como no baniá-
base nuenca y como laboraba mucho las partes de piesar,
los pieses olíbanle ya a quieso rocafuerte, ya a güergüen-
suela, una quiesería compeleta. E afogábame también de pa-
vura que el cartero non fuera a peerse, que se peía con pedo
fuerte y agrio y agigantado, capaz de quemar cualquequier
narise e garaganta.
Con los trancasos y los velenos aqueles poníbaseme la
color verde y amarella e apocábame del coerpo y descae-
cíaseme la alma: notaba con dolore que esestía. Agora refle-
sionaba sopla la tal esestensia que sentía. Que yo non la
había hecho y que antán non sintiérala. ¿E qué sería la tal
esestensia que tanto muerdíbame e escocíame e dolíbame?
Concloí que tatarábase de un intruso, que non era yo, si
habíanmelo enteregado. E queriba que desesestiera en mí e
marchárase e dejárame solo como al prencipio cuando non
esestía. Que tal desestido non agarrárame el cartero para ca-
lientarle las sus patas con la olor a pruevolone. E ansí amo-

29
nestaba al intruso con severidade, maguer el respeto: "Ved,
usía, que es más dino que os vayáis antes que echen os.
Que con la voestra esestensia estáis jodiéndome la mi vida,
que es una sola". E: "Que non es justo lo que me hacéis,
cuando que yo nada non os hice". E: "¡Por los santos infiere-
nos, no me reconcomáis más, usía del carajo, e idos al vues-
tro origine!" Entimábalo a la fine: "Si en seis horas de huso no
os rajáis, comporobaréis que os ultimo hasta la moerte últi-
ma". Mas el intruso tal que había entroducido la su eses-
tensia en la mi vida o era asaz crudele o pelotudo supremo
era. Desque no hacía cualcún caso de [31] mis sóplicas ni
lácrimas ni entimasiones ni menasas. E cuando disponíbame
a soplisiarlo de cabo a rabo, previsto del luengo calavo y del
martello con que hincaríaselo en el cuer, cuando ya apoyaba
las espaldas del coerpo del intruso esestente contra un muro
para que retrosceder non podiese, caíme en la cuenta de que
de tal soerte finaríame mesmo yo, la mi vida, que era con
mucho inoscente de aquele esestensia parasetaria que
tortorábame...
Maguer non obedesciese a las mis órdines, la eses-
tensia intrusa continaba a me joder fermosamente, desque
hacíame sobresalir sopra el retondo mundo, con lo que al allí
que era yo acudiban diríase todos cuantos colpes e violien-
cias e dolores que por las arias volasen. E era yo muy corio-
so de vere si escapábemele. E dorante varias jornadas sos-
pendíle la parla e tratamento, por si logoraba mistificarlo sin
que sopiese dónde estiba. Estonce, en llegando la jornada
que yo me sabiba e él inoraba por compeleto, aspeté a que

30
los síntomas por junto indicásenme que el intruso esestente
hallárase destraído e más bien llevado a calquequier otra
parte. Y en el menuto esato en que ello acómplese sálgome
yo coal rayo partido con ventaja en la toromenta e córrome e
córrome a me esconder en un cuartucho escuro donde me
encerro.
Estoyme allí cascunas horas quietecico e sin respirare,
con todos los cinco sensos atentos por saber si heme des-
hecho de la esestensia maledita. E en aquele tranquilidade
todo aquiétase e la mi vida paresce renascer en lo que era
antes del intruso. E piénsome para mí en lo hondo de mí para
que no se oiga roído niengún que me delate, que por caso
heme libertado del rufián que espolotábame e seviciábame,
pues non otra cosa poede ser aquele delisia estrema en que
en la nada de siensasiones me deluyo. E estoyme tan [32]
ben que empiezo a descabesare un soeñito... Coando em-
provisamente hiéreme la luz, abrómame, féndeme la cabesa
inorme colpe y, antes de evanescerme, descobro que de la
esestensia intrusa non heme libertado.
Coéntamme más luego la otra fas de la hestoria. Que
llegara a la casa una poca de embotido, una salamine, e que
mamán e el patrastro quieren se lo engollir, que no da para
mucho. E agora compolótanse con Dagoberto segundo por la
complecidade que hay con él. E va el segundo e a garrotasos
doerme a los sus hermanitos para que no sofran la hambre e
no piensen en acalmarla con la salamine, e doérmeme a mí,
que habíame visto me escuender. ltem más que non impo-
rotábame con nada la salamine. Item más que tampoco ente-

31
resábame la seguida de que, habiendo colpido e adormido a
todos los sus hermanos, Dagoberto segundo fue a la su vez
llamado a soeños por el patrastro para que con mamán sam-
páranse solos la salamine. E item que la mía batalla non era
de materia crasa, mas de metafíseca contra la maudita eses-
tensia a la que non consiguiere borlare.
Malgrado los faracasos continaba yo a meditare sopra
cómo soprare el mi drama e salir dele. E medita que te medi-
ta hétete aquí que discobro que cualcuna cosa puede hacer-
se por el lado de la colore. Que por el momento nada non
consigo de deshacerme de la carnosidade de la encar-
nasción de la esestensia sélo. Mas si apocara la colore de la
carnosidade, resultaría a ojos vistas menos visibile, la eses-
tensia dismenuería una poca e con ello la dolore del colpe de
esestir.
Agora un crepúscolo doyme por todo el coerpo encloída
la cabesa una mano de tentura nera de las de pintar. E estoy-
me otra vez quietecico e sin bollir esperando la efeto de la
colore. Mis hermanitos, que han vegilado la operas-[33]ción,
osérvanme con mefianza, si siempre nos mefiamos entre nos
ante la inorancia de la fin del otro. E arrójanme cualcuna pie-
tra por vere qué hago. E yo sigo inmóvile, que la mi proeba
es con el patrastro cartero e non con ellos.
E caída que es la nocte surge de la escuridade el pa-
trastro. E trémame una poca el cuer en el coerpito por la
aspetación grande ante la efeto de la colore. Pero al pren-
cipio la efeto non resolta tan grande como la aspetación.
Pues maguer lo nero de la nocte e lo nero de la mi piel el car-

32
tero non hesita e apropíncuase con su oiconómica cachaza
habitoal, osérvame una nada distraída de vereme mudado,
cógeme más luego por la pelleja de la nuca e arrástarame a
la su cama.
Propíname con la tranca la tunda flesibilisante e sepól-
tame en la quiesería de los sus pes, endemientre yo, vítima
de un ataque de la asma, por causa de la olor, repremo los
quiejidos, porque aspeto todaviba la efeto de la colore. El
cartero paresce muy niervoso esa nocte e arremuévese con
las patas e patéame e yo pégomele más a las patas para que
non me patee. E de súbito descóbrese e crida que aquele
tentura de merde atápame las porosidades del coerpo e
rebájame la calor del mesmo coerpo hasta lo enútile. E con
derroche non visto de ienergías alevántase e cógeme de los
pelos de la cabesa e trascíname a las rastras hasta la pileta
del patio. E dase a laváreme con las aguas e una cepilla. E
con que ansí la tentura non sáleme, enforéscese más el car-
tero e bosca la agua de ras e una cepilla de alámbere e dame
ras ras ras e yo crido ¡cas! ¡cas! ¡cas!, puesoque la cepilla
destrósame la piele e la agua de ras brúlame hasta el carallo
las feridas. Mas el patrastro contina con sus ras ras ras, sin
importáresele de mis quiejidos. Sólo párase cuando ha
sacádome casi toda la tentura, junto con casi toda la piele.
[34] E ansí sangarando e desangarándome méteme en el
leto sobre los sus pieses y dice que agora sí lo calento ben
con mi sangare tibiecita. Que tale fue la efeto de la colore.
Veníbase endemientre el tiempo de la fine del cartero,
por causa de la carcoma enteriore, que aunque él no sabí-

33
balo, padecíbalo uguale. E quiejábase de que la casa nuestra
non asentábale, que era grande el gasto que hiciere de po-
nere a Dagoberta en las tiripas de mamoche. E una nocte
non volvió para nunca. E grande aliveo fue para mi probe-
lema de la esestensia la salida deste homme.

Mas contesció que con la fine del cartero recriminóse la


hambre en la casa e suscediéronse entre los de nuestra fa-
milla escenas espaventables con sangare derramada, que
más loego consinaré. E agora andaba por el nuestro barrio e
casa un valete o homme de cámara de otro homme muy
adineroso que moraba en un palace cercano. E aquele valete
boscaba para el su señor un niño que le laborase como el
secreter de los mandados que le mandase. E en oservando
la mi tamaño e aspeto e mirando la mi dientedura, endicóle a
mamán que conveníbale en prencipio a lo desiderado. E la
salario ofrescido era en veredade más espeléndida que
mesiquina. E tentóse enseguida madre, empolsada por el
coro de los mis hermanitos, que todos veíanme ya coal
canastra de vitoallas. E acetóse el trato.
Acoentoos la relasión de todo esto para que vedráis la
manitude del probelema con que tortorábame aquele eses-
tensia intrusa de la merde.
[35] Sobo a la jornada siguiente las escalinas del pa-
lace. De cámera en cámera, acadaquele más sontuosa, soy

34
llevado ante el señor de la casa que conchabóme. Es señor
pequeñito, pergaminoso de la piele, sorridente en enima, que
gasta dos anellos en cascún dedo e uno cologando en el
lobanillo de cada oreca. Pregóntame el mi nombre e des-
cóbroselo al presto. Agora pásame una mano cariciosa por la
cabesa e comonícame que vamos a laborare. E ordíname por
primero me sacare los pantalones e mesmo las bragas. Yo
vascilo una poca, que cóal será el laboro que pide tale. Mas
el señor empasiéntase en su asiento e como aún mírolo,
díceme que sí, que debo mostrare a la aria fresca el mi culo
de sentar. E hágolo, no sin vergoenza, no siendo dado a
mostrare mis partes a estrañeros.
Cátame con su mano anellada las carnes de aquele ba-
jura, por determinar la cualidade entrínseca, díceme, para el
laboro: si es coriosa o tímeda la parte, si es endiscreta o en-
feremicsa. Produce loego de un rincón una sillica muy baja e
ordíname me sentar. E yo pásmome demandándome si a ese
homme firío le ha dado la calore del deliro. Puesoque la silli-
ca en que bosca que me asiente tiene por asiento mil calavos
que lucen harto afilados. E pergóntame el señor si non le
obedeciere e hacelo con voz de toromenta que me asosta. E
agora asiéntome témidamente, asosteniéndome con las ma-
nos en los soelos, que quedo con las rodillas muy altas,
uguale que cuando voy a cacare la caca. Mas el señor
aciércaseme e písame mucho las manos hasta que las saco
e por la pesantor del coerpo de la esestensia calávanseme
los calavos e crido e crido. Tranquelamente pergóntame el
homme si sofro e crídole que sí. E aírase dello e crídame que

35
non abastante, que non ve correr la sangare. Con lo que
burutalmente apóyame las sus manos en la cabesa e [36]
hóndeme sobre los calavos, que los siento ya estonce raju-
ñándome el estógamo.
Tale dolore, tale dolore dame ienergías folles e salto
liberándome del homme e de los calavos. Plorando rem-
próchole que conchabóme como el su secreter de los man-
dados que me mandase e que aquele que hacíame era pura
crudelidade. Agora el homme mírame con sospresa e díceme
que yo estaba en cualcún errore sopra el conceto de labo-
rare. Retrúcole al punto que laborare laboraría, mas que non
era aquele. Díceme muy firíamente que soy buruto e volgare.
Que la mayoría de las gentes podientes pretestan hacer labo-
rar para hacer sofrir. Que él era homme sincero e artéstico,
que hacía sofrire direta, puramente, e que dispresaba todo
subuproduto del sofrimiento. Agora podía irme si era tan
turpe. Que él no pagaríame la salario garatis.
E comanda al su valete e espilícale el suscedido e díce-
le que devoélvame a la mi casa o familia o coerno que fuese
de donde me había salido.
E el valete, que era alcagüete perfeto, llévame a la mi
casa e racóntale a mamán que ya no les sirivo. E mis herma-
nitos rechíflanme en coro e putéanme algo, que vengo vacuo
de las vitallas que premetíanse. E mesmo madre moéstrase
con una poca abastante grande de desesión, con lo que per-
góntale al valete qué se pasó. El valete levanta la napia dán-
dose las arias siñoriles como si fuera el propio su siñor. E
ensístese mami. E el otro que dícele que el su amo es hom-

36
me muy rafenado, endemientre que yo vengo con harta turpi-
cia y ganga para serIe su secreter. Allí indínome hasta decir
cómo fui seviciado e cómo el siñor declaróme que sólo bos-
caba me tortorare. Estonce el valete ripete la folisofía del su
amo. Y coando aspeto que mami y los mis hermanitos horro-
ríscense e calamen de dolor por me, oigo que ensóltan-[37]
me en forma varia e que mamán reflesióname que si se sofre
con el laboro uguale que se sofre sólo sofriendo, quién diz
que non sea mejor sofrire diretamente a cambio de la salario
contra la hambre. ¡Que mis oídos oíbanlo! Mas resinéme. Y
ansí porometí retornare al laboro aquele, que la mi mamá
teniba más espieriensia.
Y espieriensia más debía tener mami, pero no con aque-
le siñore. Que era homme riquésimo e el peor capricioso que
hubiere para ver. Vala como ejemplo que si la su mojier des-
pertaba con la gana de que se la montase, él alquilaba e
mesmo comperaba macho galán para que la montara a tenor
suyo. Puesoque él teniba el denero para elodire tales siri-
vicios. Y si enferemábase e ricetábale el barbero melesina
amara o tajo o puncsión feos, comandaba a cualcún siriviente
para que por él la tragase o sofriese. O en veces en que ha-
bía que godere cualcún espetácolo que teniba delante, gosta-
ba mejor que se lo racontasen para no gastare demasiado las
popilas de los sus ojos.
A mí mesmo, como el su secreter, empleábame en labo-
ros variados. Ora traíba una mesilla muy enteca e montada
sobre roedillas. Y yo agachábame e él con una agoja dele-
gada calavábame la lingua a la mesilla. Agora por sospresa

37
daba de puntaspiés a la mesilla, para que tirárame de la lin-
gua, decía, que yo era reserevado en demasía. O hacíame
tragar al prencipio carminativos varios de aquellos que
aomentan la peer e metíame en el ojiero del culo la boquilla
de un trombone, su estrumento músico priferido, e estro-
jándome la estógamo e manejando los pistones del estru-
mento, tocaba las melodías románticas que gostaba. Enve-
ces hacía que cualcún siriviente asotárame todo el coerpo
con una tralla e él entetereníbase en echarme la sale en las
feridas, aseverando que iban me asare. Loego podiba me de-
jare unas [38] horas en una tonele llena de alcol, para desin-
fetarme, mas yo saliba ubrio e moerto. Aquele que entere-
sábale era el mi sofrimiento estremo e que cridara de vere-
dade. E las pocas de las veces que semulé más dolore que
el que sentiba, el pereverso descobriólo al punto. Una de las
tales veces encerróme en una cámara pelada eceto una
coerda que cologaba de una rueldana del tecto e sóbita-
mente entra una jauría de masitines hambrientes e corro a
me trepar de la coerda e coando crédome a salvo, mientras
los masitines rugen con las fauces abertas, abaja el mi amo
la coerda, que la maneja desde foera con la rueldana, e yo
vuelta a trepar e ansí hasta que los perros desgárranme un
pe. Talotra vece produjo la sillica aquele de los calavos de la
primera vece, que si vosotros no recordáis yo ben recoerdo, e
hóndeme la cara contra los calavos. Y yo me resesto, que la
cara non es culo. E la bestia del homme puna con mucha
foerza por allí me enterrar, que bosca calavarme las popilas
de los ojos, si me paga la salario y soy suyo. Mas por fortuna
agoantó la nariza garande que tengo y agoantaron mis

38
pobrecitos pómelos.
Andaba ansí por el mundo con el coerpo de la eses-
tensia todo tajeado e pinchado e henchado e amoretonado.
La mía familia, cierto es, felesitábame por el sirivicio que les
acomplía con aquele salario para las vitallas. Mas la alma de
la pótrida esestensia revoelcábaseme en lo enterior e me
prodocía disespero grande. ¿Era aquele para siempre la mi
destinación? Pergontábamelo con pavura e locura. Hasta que
jornada llegó en que con mis hermanitos, sabidores del mi
probelema e de los efetos feos que sopra mí teniba, desci-
demos hacer un intento finale. E sobimos a la sotera del tecto
e cógenme eles por una mano e dejo yo caer el coerpo de la
esestensia al vacuo de la calle, que queda bajo. E [39] atiran
eles con foria hacia lo arriba e atiro yo con fatalidade hacia lo
abajo, por ver si me desperendo de aquele esestensia. E
cridamos todos nos en forma espantábile, como hacen los
endios bravos coando van cavalcando en cavalo de moerte,
por si logoramos espantar a la esestensia e que se raje de mí
la mala e perra. Mas con mucho atirar nada consiguemos,
salvo qui zas fraturar el oeso de la mi moñeca, que la eses-
tensia no se me desperende. E fue allí en la sotera del tecto,
aquele jornada, cuando comperendí que a la esestensia non
sacaríamela de encima en toda la vida e sientí ansí por
aquele esestensia e por la mi vida una pena garande.
Contesció también que el siñor mi amo de la salario can-
sóse de me. E dijo que ya non quería vereme más. ¡Imagi-
naos los mis sientimentos chocando como tranguais locos!
Que por un lado aliveárame de los soplicios, pero por la otra

39
quedárame sin el soeldo para la manducación de los míos de
mi familla. E esto preocopábame de colpe. Roguéle estonce
al amo para que non me despediese e caláveme e tortóreme,
se lo soplico, siñor. Mas ele sin mesmo me mirar decalara
que yo tornéme harto blaseado e habitoado, que no sofro e
ansí non le entereso. Agora de rodillas e catándome las ca-
ranes del mi coerpo señálole aquí esta célola va me dolere,
siñor, se lo juro, e estotra celolita tambén, e caláveme el fé-
gado e los reñones, por caridade, siñor. Pero ele non oyó me
e, lostrándose los anellos contra la bata, apeló al valete, que
echóme a la estrada a puntaspiés.

Sabiba ben yo qué se pasaría en la nuestra casa al


arrebajarse a nada la salario que trajera. E agora de lo que
se pasó, de aqueles escenas espantábiles, con la sangare
que [40] corría, de las que porometí os contar, desdígome e
mirad que non os coento, puesoque son harto terribiles e non
quero ofenderos ni que credáis que esagiero en esta rela-
sión. Que básteos con saber que en aquele guerra entestina
y cevil por la patata ausente Dagoberta perdió una perna, que
se la cortaron sus hermanitos de muy chiquitica para que non
podiese correr en la competensia. Ella tomóselo ben ben e
gastaba por lo comune carrito de roedas, que era un carro de
madere de fructas del que ufanábase porque decíbalo más
foncional cuantique podía grabar nele lemas, motos e

40
incrisiones que no podían sus hermanitos en las pernas
comones. E Dagoberto el tercero peredió de la mesma forma
la oreca esquerda e yatábase de sere el único pirat auten-
tique de la familla. E en más calquequier número de episo-
deos del mesmo tipo.
Non que mamán, desde el su ángolo de la reta pers-
petiva, non se curase de eses ensidentes conaturales de la
vida. Si aporovechábalos para edocarnos sigún su habitud. E
descíbamos que aqueles chocs de unos con otres prove-
niban de la nuestra carencsia de origenalidade para elígere el
ben. Que sois convensionales, descíbanos, e caeis en el lo-
gar comón e dais os contra la cabesa de todos. Aguergaba
que la custión consiste non en vere el pan donde todos ven la
pan, mas en vere el pan allí donde el resto vede la petra.
Ansí. Pero non connosco apelación más sublime, calara e
viribante a la emagenasión creactiva. Malgrado que Dago-
berto el menor, que non saliese birilante en demasía, que-
bróse una véspera toda la dientedura coando seguiendo en
forma muy sirivil las endecasiones metapfóricas de mamán,
ostinóse en masticare una petra como si foese la pan.
Coidaba siempere mamu de trocar en ben todo aquele
que a los sus hijitos tocárales en mal. E está el esemple de
[41] Dagoberta, que se estaba en la vida con una pata de
menos. Agora delibera mami con uno de los patrastros, que
non ricoerdo quién era, si a caso non puso hoevo del su
hoevo. E viendo que la niña non cammina, boscan enseñalle
a volare, por la elevasión, que una cosa sostitoye a la otra,
díscense. Madre preocópase una poca e disce al patrastro:

41
Pero no es un pacarito...
Los pacaritos son pacaritos repilícale el patrastro.
Estonce ordinan a Dagoberta que soba se a un árbore
que hay en el patio e comándanle que haga allí el su nido.
Todos contempelamos aquel mano istante en que la nuestra
hermanita convierteráse en pácaro. Mas Dagoberta, que era
de empasensia garande, crida:

¡No jodáis, que el nido lo hago más loego! ¡Volare


quero!
¡Pero si todaviba no sabimos cómo se vola!
¡Volare quero!
Con lo que mamán encomienza a agitare los brasos. E
el patrastro sojiétala, que le manifesta que ansí sólo logorará
sodare en la asila. E Dagoberta:

¡Volare quero!
Agora matre agítase:

¡Párase! ¡Párase!
E disce a aquele patrastro que si Dagoberta va a volare,
ella quere que métase el su taraje de bodas nusiales, el que
osare con el bombiero. Que ella es mojier e bosca vere el
efeto que causa dende lejos. Mas el patrastro négaselo pue-
soque puede afetar los muevemientos. E mami comperén-
delo. E Dagoberta en el árbore:

[42] ¡Volare quero! crida.

42
Estonce el patrastro ordina:

¡Tírase, nena! Se vola, vola. ¿Qué otra purueba hay?


¡Tírase!
Dagoberta priepárase. Mami, el patrastro e nosotros dá-
mosle estímolo cridando en coro:

¡Volá, boluda! ¡Volá, boluda!


Dagoberta láncsase a las arias con toda su foerza, me-
neando la patica viuda. E dase al punto contra las verdosas
del patio, que non vola, mas descoyóntase una poca la co-
yontura de la cadera.

Ben disce el patrastro. Esto demostra que non


vola.
E mecor hubiera fabiricado el nido comenta mamán.
E agora lo sabiban, para empedir cosa mala en lo foturo.
Ansí boscábase siempere el ben. Ben. Mas yo, conven-
cido como estiba de que nuenca jamás desaseríame de la
esestensia, ¿dónde encontrare el ben para la mi vida?
Entreguéme a tantas reflesiones que cansáronme las
mosculaturas. Mas miré tambén el en torno de mí. ¿E qué
podería hacer para protegere aquele esestensia que me ha-
bían dado en costodia, aquele esestensia blandita e sensibile
como una rosita? E miraba. E ansí descobrí la máquina. Ten-
driba yo sete o ocho años estonce. E de todo lo que rodeá-
bame almiré la máquina coal si foese una almirante. La má-
quina es foerte, oiconómica e diríase inmortale. Párase coan-

43
do lo ve bueno e moévese coando le paresce mellor. Dasle
un colpe e mile colpes e ves que non crida, [43] puesoque
non sofre como homme. Es dina, sin sere orgollosa, si sirive
al que se lo demandare. La su parla es regolar e non plena
de altisbajos coal la del homme. Cuantimás que de la alma
es cosa de la que se pasa, con lo que esquiva líos ciento. E
si peerpeése una poca, cacare, eso no.
¿Non era aquele un ideale? Para esa esestensia chiqui-
tica, desdichada e tremorosa que habíanme cofiado ¿no se-
ría aliveo maquinarse en estremo? ¡Cuála tranquilidade si po-
diese evitar los folles muevemientos con que boscaba fuir de
la dolore y el danno e en cambio limitallos a un rimo regolar!
¡Qué pasensia soprimer el dolore! ¡Qué poder llegar a sere
autómona, la mona de sí mesma, en logar de depender de
calquequier monería ajena! La esestensia, en coanto más
máquina foese, menos esestensia sería, devenería cada vez
más perfeta. ¡Ah, aquele ideale!
Si la maquinalisación de la esestensia porometíame
conjorare e soperare ese mundo vicsiose y buruto que hasta
estonce sojosgábala, yo dediquéme por intero a maqui-
nalisarla. Ricogía coanto ojeto mecanique que puediere ser
útile, alamberes, válvolas, torinillos, bacterías, maderes e
más. Ansí con el correre del temp que corre logoré maqui-
nalisare abastante la propia esestensia que habían dado me.
E lo pirimero fue el respiro, que manejaballo con una pistón e
marchaba bajo la mi órdine, bien que tove con ella al pren-
cipio una espieriensia non agradábile coando bosqué apara-
lla de nocte e casi moero afogado. Pero qué mervilla estonce

44
comere, si conetaba a la fontana de ienergía el despositivo
especial para el uso tal que era e masticaba regolarmente,
maguer non hobiese la vitalla de la comida. Sopra todo resol-
taba manífica la maquinalisación en la locha contra los ujie-
ros del ujiero del mundo, encomensando por el ujiero del
guaterclosé, al que antán tanto [44] temiba que me taragase.
Non que non lo timesi agora, mas vencíbalo. Que cualcuna
vez que dentrábame al banio de la toaleta por primo desno-
dábame el mi coerpo compeletamente, medida de securidat
estrema, por si a más cayérame e toviese que nadare e me
pertorbase la impedimenta de las vestidoras. Más pronto
acomodaba sobre el guaterclosé el aparello de securidat que
non me caigo y estonce atrepábame a elle para inaogorar la
operasción de cacare. Que non credáis que hobiese dejado
al caso o fortuna naturale la tal operasción e dirigíbala en su
floir desde lo endentro con un carburetor, non fuera que dié-
rasele por no aparar e cacando cacando llenase el banio de
la toaleta e la merda non sólo afogase me sinon tambén
copriese el mundo e matase a los hommes todos de la huma-
nidade e a los bichos encloídos los pacarillos, que yo me
perocopaba.
Non quero afirimar que alcansé el ideale, non digoos
que mudé ese esestensia en máquina perfeta. Cualque-
coando fallábame e trahisábame un mecanésimo e agora
hacíbalo estallare e caíbame en la despresión moerta. Mas
por junto e desimulando aqueles faracasos casi non todas las
funsiones del vivere de la esestensia estaban maquina-
lisadas. E hobo momentos en que sientíme talmente pode-

45
roso que sólo por caritade peredoné a la sucia ciodad e al
nero mundo y non los hice volare lascerados y mortidos por
las arias con uno de mis tantos arteficios. Mas hablábale a la
esestensia que me habían dado e decíbale si ves, pobrecica,
que agora no tremas tanto e vas muy dina como máquina, si
ves que cada vez esestes menos, e, malgrado la discipelina
rude de la maquinalisación, parlábale luengamente con terne-
za por sabella muy sofrida en lo que padesciera e decíbale si
ves, chequetita, que yo te quero e te aceto, [45] cualcuno que
te ama como si foeses ele, que no estás sola entre la solitud
de los solos.
Imaginad que los mis hermanitos borlábanse con grand
fiesta de me. E por veces destroíbanme cualcún apareil que
yo perecisaba. Perdonábalos en su inoransia totale por la
carencsia de sofrimiento coal el que padeciere la esestensia
mea. Que ansí non dominarían el mundo con el cervel, a lo
que sólo la dolore acosa te. E porobábanme su endigencia e
paubertad en ocasciones como coando forcsado foe geniar e
fabiricar los arteficios para acalmar los ardores de las cajitas
de la noestra madre.
Matre oservaba con el rabillo de la popila la mi maqui-
nalisación e al vere el foncsionamento cuasi perfeto de la mi
esestensia sorreíbase una poca coal si dejérase que mellor
era non menear aquele.
E agora caturé yo una pietra. Vegiléla, estodié las sus
habitudes, las sus defensas, los sus medios de ataq. Costroí
desposetivo fortísimo e de grande entelecgensia para fere-
narla e manoatarla inelotablemente. Ansí hícela prisioniera e

46
sojetéla a un rincone del patio. Era pietra grise, solenne,
caragada de una mágica que era mía, e que resoltábame
harto importante como catura la pietra, pero non parlábale e
vegilábala orgolloso de ensiñorarla e dispoesto a montárele
goardia toda la vida.
E con esto aparesce matre e pergóntame qué se su-
cede. Coéntole sin desimulo de la foerza de mi trionfo e que
la costodiaré siempere.

¿E poroqué? demándame.


E puesoque está prisioniera, puesoque caturé la.
Ves que ele non lo sabe dice mami, ves que doer-
me en la endeferensia a patio, homme o yardín. Ves [46] que
es un sere etereno. E ese sólo vos te aviejas costodiándola,
que ele pasa.
Mas yo catoré la, madre quiejíme, la pietra es de
me puesoque la aperesé.
Pietra non es de niengún, mesmo delle mesma. Pietra
de niengún catorato te ha, que has pavura de adejarla.
Sí que tengo pavura ocorriósceme decire poroque
te nuenca querido me has.
E nuenca te querí coando vos foiste siempre para me
aquele que la pietra agora es para te.
Marchóse estonce con los gentiles crojidos de las sus
articolasiones. Dejóme con el enima que non comperendía. E
miraba al enima e parlábale mucho e sacodíbalo por vere si

47
caíba delle la llavecica para abrirlo e non e yo non compe-
rendía. Mas desentereséme de la pietra, que había peridido
su mágica, e dile un puntaspiés e quitéle la costodia, que se
foera al carallo con su eterenidade maudita. E en cualcuna
cosa edocáranme agora, puesoque cualcuna cosa había
peredido en el disengaño. Malgrado non entendiere el enima,
el enima amasábame en la transforomación. Que ansí trans-
corría la mía puericia tan solitarea como paniuelo por el su
doeño estaraviado y por los demás piesado.

Dagoberto el Mayore iba nos a la cabesa en cosas mul-


tas, si habiba nascido en prencipio del hoevo del nero, que
fuera marido por primo de mamán. La carátere teníala una
poca demasiado vivase e gostaba borlarse e rídere, que
descía que en non rídere tórnase el homme bestia animale
[47] e cochina. Contescía ansí que siendo nocte levábase del
leto e meábase con las sus aguas sopra cualcún de sus
hermanitos. Agora desperetaba a mami e comonicábale que
el hermanito aquele habíase desbordado de la pis. Mamu
corriba con la rebenca que tenía e porobábale unos foertes
laticatos al sopuesto culpábile, para que gobiernara lo
esfintere. E coando el innocente abriba los ojos rotondos de
la sospresa e coando baramaba, Dagoberto el Mayore gosá-
baselo un intero mundo. Que confidábame que non era por
male que hascíalo, decíbame annos depués, que la placere

48
con su cosiquilla e la risa gostábanle, mas tatarábase de do-
mare el delicto en potensia que escondíase en los niños che-
quitos. ¿Cosa imporotaba que non hobiese meádose? ¿Non
lo había hecho antán? E agora hiciéralo en calquequier mo-
mento. Con lo que estaba justo e ben en calquequier mo-
mento con la rebenca darle.
Informareos por más que Dagoberto el Mayore era olvi-
dadicso hasta lo postrero. Caescíbale de salir a la estrada
compeletamente nudo. Estonce pasábansele cosas feas,
puesoque la pele de este Dagoberto, por el su patre, era
metiza, mas non metiza como de metizo calquequier, sinon
originale, balanca de la sientura para arriba e nera de la
sientura para abajo. Con vello ansí las gentes en la estrada
pasmábanse abastante e cualcún hacíale el redícolo e enfo-
rescíase Dagoberto el Mayore en la memoria del su patre e
trabábase en doelo singolar, que era muy mosculoso y
bravío. Pero en veces trovábase con los hepócritas de la
naturaleza humana que non quieren ver pelota e más colo-
rida de nero. Destos hepócritas arrejontábanse multos, que
siempere jóntanse multos destos, casi todos, e perseguíbanlo
a petradas e aollidos, boscando lapidallo, con lo que alle-
gábanse a la nuestra casa a distorbar. Pero suce-[48]díase
mesmo que Dagoberto el Mayore olvidábase la poropia ima-
gen en el espejo en que había se contemplido. E coando al-
canzábamosela en el patio o en el leto en que qui zas yaciba,
refutábala, que non se recordaba de sí, hasta que alvertía por
el tato que en veredá andaba falto de imagen e otra dis-
ponibile non había por los soelos. E todo esto, reputo yo,

49
nascíase e acrescíase del dispreso e soperioridade que
Dagoberto el Mayore espierimentaba hacia el génere hu-
mano de los hommes. Que teniba estrebillo o canzón que
cantaba con la boca diciendo cóale tedio cáosame el homme
medio, cóale tedio dame en el medio el buruto homme medio.
Agora este dispreso debiba desmadrársele por lo garande e
hacer presa de la poropia personalidade dele e refutársela
tambén, que eso pasaba.
Escusaréis esta parla, que es estrutiva, sopra el mi
hermanito Mayore, mas ocorre que la mi destinación cone-
tóse abastante con la dele. E item de paso, que ya sigo.
Arríbale ansí al Mayore de los Dagobertos la hora del
laboro, que todo madora el temp. Consígueselo la nuestra
matre, quien calama a los gobiernantes con el su marido
senador, la su porogenie y las sus donacciones al estado del
paíse. E díscenle al cabo de la fine que mándeles el su hijo
Mayore, si es mosculoso e bravío, a una oficena del partido
de los gobiernantes. Tarátase del partido de los que con-
servan, aqueles conservatores, ya sabéis, que agarran la co-
sa póblica para que non se escape e perdalla el póblico. E
éstos agárranla tan ben que hace annos multos que non lár-
ganla e el póblico ve poca muy poca de la cosa póblica, que
non la perda.
Allégase Dagoberto el Mayore a la poerta de aquele
oficena, da el su nome, que llévanselo en bandejita, e desque
espera un día e una nocte interos sientándose e parándose
[49] hácenlo entrare a una cámera con las paderes todas
decoradas con cráneos de esqueletro de homme, muy artés-

50
tico, e que allí conservan lo que se conserva. Adelántase un
homme mastodonte que manda e téndele una mano e coan-
do el Mayore bosca esterecharla lánsale una trompis salvaje
al rostro de la cara. El mi hermanito esquívala e forioso tírale
tambén una tomparada, mas sente que los soelos fáltanle
endemientre cae e cae hasta hondirse en un soctano escuro
y peleno de agua helada. Sácanlo de allí dos sicarios con
cabesas como fructos arrancados al patíbolo un secundo
antes de la fine. E condúcenlo otara vez ante el mastodonte.
Que ride, ride el mastodonte al vere al mi hermanito mocado
e enocado. Mas loego palméalo catándole la mosculatura e
díscele que aquele que quere laborare para los conser-
vatores debe por primo saber conservare la poropia vita. Pero
está ben, añade que está ben, que esquivóse el primer colpe.
Espilícale que gobiernare para que non se perda la cosa
póblica es laboro uuuuuuuú feroce uuuuuuuú, díscele soste-
néndose la cabesa para que non se le caiga. Poroque multos
son los inamigos de la cosa póblica que queren metéllesela
en el bolisillo. Agora moéstrale la imago de un homme al que
fáltanle las narizas, que vese ben e calaro que non es con-
servatore si aperdió la poropia naso por sere garande des-
pilfarreador e es destrutore malo. E dale el mastodonte al mi
hermano el endereso del destrutore, pra que non se perda e
vaya dereso a la logar do mora. E recoméndase que como
pirimer laboro estodie ben a aquele homme. Que ya enca-
ragaránle más e la salario a la fine e non se fable dello si es
patiriota del partito de los conservatores.
Agora Dagoberto el Mayore apuéstase cerca de la casa

51
do mora el destrutore e osérvalo con atención, mas non [50]
logora descifrarlo en su estodio, que sólo ve que el homme
es harto niervoso en su camina que te camina e fuma un ta-
bac tras otro chupándolo con el ujiero de las narinas e espol-
sándolo por la boca coal loca locomotore. Ansí coando el
homme sale, el mi hermanito, preocopado por su laboro, có-
rrelo e chístalo e párlalo:
¡Eh, siñor! díscele. ¡Eh, siñor!
Vuéltase el homme con el tabac calavado en las narisas
e espresione de pocas pulgas.

¡Eh, siñor! argoméntase Dagoberto. ¿Dónde la su


letera, siñor?
¿Cóala letera del carail disce? amóscase el destru-
tore con la pulga.
La letera para lo estodiare que debo.
¿Qué estodiare, infetúpido? ¿Qué estodiare? E ya
humea el tabac a ciento con ochenta per hora.
Estodiare a osté, que si non lo leo non lo sé, siñor.
¿Qui manda te estodiare me, merdail? abrávase el
destrutore.
Mi labor para el partito conservator, siñor, que es
oficiale.
¡Conservator! brama la destrutora locomotore. ¡Si
sepa que soy opositer, contra el conservator, y siempere opo-
siter!

52
E crida de cólera e avánzase apuñado hacia Dagoberto
el Mayore menazándole:

¡Fuer de qui que occido te! ¡Fuer de qui, grand merd!


Esfúmase el mi hermano ante la entimación fea del des-
trutore, mas ostínase en su labor y vegílalo marcharse, para
ir a colpear a las poertas de la casa do mora con la su fa-[51]
milla. E áprele la poerta una mojier con dos chequitos e todos
muy en pelotas de vestidos. Es sere de seno abondante e
abastante bello en generale, que sorride con la garande natu-
ralitat que da la pura naturaleza. E disce:
¿Qué queras, homme?
Mas Dagoberto non responde por la sangare que arre-
chúchasele una poca. Agora la mojier impérale soave:

¡Que pases dallí!


Con esto atíralo a lo endentro. Pergóntale si es opositer
que bosca al su marito, mas Dagoberto el Mayore escusa se
que estodia al opositer sin lo sere. E que lo estodie ben, que
el opositer quédase sin nada de niengún, díscele la mojier. E
por ello estánse mesmo sin vesteduras. Mas acaríscialo en el
miembro del brazo la dona e ride una poquetina e demanda:

¿Te polla tenes?


¿Qué nombras polla, mojier? averígoase Dago-
berto.
La dona non risponde con palabra, mas con rápido mue-
vemiento de mano hacia la baragueta del mi hermanito. E

53
cualcuna cosa cogería allí, si mi hermanito no retroscediese
sosprendido. Ride la mojier e díscele si non le moestra la
polla que apolla los hoevos. Négase Dagoberto muy torbado,
que pensa que ansí non estodía al opositer. Nostante la dona
oprímese en el insisto:

Moéstrala non me, mas al pobrecico chequetito


dise, señalando a los sus hijos.
Al mi hermano en su sientimento aquele argomento tra-
pásale el cuer. Y deja que la dona despriéndale la baragueta.
E la polla que voela salta como acereo resorte pa foera.

¡Si en más es nera de garande e dura! meravíllase


la mojier.
[52] E cualcuno quere se la porobare a su modo e ma-
niera, que la mojier sóbasela, que un chequito lámbele un
hoevo, que el otro apillíscale el cumbre de la mástil... Hasta
que la dona ferenetísase espolsando patrás a los sus hijos e
díscele:
Peréstamela una poca...
¿Poroqué?
Puesoque tengo nada e tenería.
Ehhh... alongábase Dagoberto timendo que el ato
anoblárale el estodio del opositer. Pero la mojier crida:
¡Peneéntrame, per caritat!
Aquele crido confonde Dagoberto, que disce:

54
¿Queres te peneentre?
E compeletamente esclarecido por la confosión al punto
éntrale el pene que ella pene nombrare. Brincó la mojier, que
si faltárale todo non fogositat y flesibilidade. E baló la dancsa
de los siete velos, maguer non tenellos, e la del estógamo y
tambén la getana. Arribados que foeran a la fine, la dona non
quérese desperender e apertaba las gambas con mucho
dando altos cridos:

¡Al latrone! ¡Al latrone!


¿Qué latro te, cajetona? pergonta estiupidifato Da-
goberto el Mayore.
La polla que disme desvergoensase ella.
Agora producse de dónde non sábese dónde una tijieras
de acortar e quere acortare al mi hermanito del su pene que
sóbrale para foera. Mas Dagoberto el Mayore colpéala de
ferente en el rostro de la cara, desfásese della e márchase
indinado porometiendo se vengar.
[53] Preséntase al su jefe mastiodente de los conser-
vatores e díscele que aquele desnarigado es un destrutore
malo buuuuuu!, mas que non pudo lo estodiare, que el hom-
me non tene létera. Qué létera ni létera, inquínase el mastio-
dente, si se enteresa sólo sabere cuáles son los sus mue-
vemientos. Eh!, que el muevemiento del homme es muy
rapid, díscele Dagoberto, e más conosce él de los mueve-
mientos de la hembra del desnarigueta, si de muevemientos
se tarata...

55
Interrómpelo el mastiodente. Espilícale con una pergon-
ta cuále sea la folisofía e prática del gobiernante conservator.
Que ¿qué bosca el conservator que quere conservare para el
público la cosa pública e que non la distruya el otro que es?
Agora para que non la distruya el destrutore hácese firime
destroire al destrutore, que mult debe destroire qui quere
conservare y coidare. Ansí precísase sabere do se está el
destrutore para lo destroir. Ese de muevemiento abasta, e
más que muevemiento es paramiento, puesoque destroiráslo
coando apárese en lo quieto.
Estonce el mastiodente apre una vetrina y estrae della
una torta mult priciosa con la meringue sopra. Dagoberto el
Mayore pergonta si sere la torta para manyar e alarga la
mano e quere se la comer. Mas apáralo el su chef mastio-
dente e levantando la meringe, que es sólo tapa, moéstral un
mecanésimo de bomba para restallare foerte. E enterégasela
al mi hermano, preveniéndole que coide ben que el opositer
sea dentro la su morada antes de regalalle el caramel. E
ordínale:

¡March, march, march!


Marchóse sí Dagoberto el Mayore hecho unas pascoas
floridas del Nuestro Siñor puesoque habríase de cobrar la
vengancsa de aquele mojier que queríbalo capare. Vegiló la
morada do endentro estiba el destrutore. Vio que afumaba
[54] el su tabac por la nariza con fumo de trescientos
cincoenta kilometres por hora. E vio tambén a la mojier en la
naturalitat de su pelle, que arrascábase una teta abastante
lejos del marido opositer, creyendo Dagoberto ser llegado el

56
momento del don que debía dare. Colpea a la poerta e com-
paresce la mojier, mas al vello devene pálida de moerte. E
con voz partida díscele:
¡Fuer, que el mío homme es agora mult brauío!
Dagoberto sorrídele e alóngale la torta susorrando:

Ten caramel de agradezco.


Refólgenle a la mojier los oillos coando contempla aque-
le masapán e abalánsase e con ele entre los bracsos dispa-
resce en la su morada. Dagoberto mi hermanito corre a aspe-
tar a distancia prudential, que el relós del mecanésimo soena
de mediodía pasado, ay. E non acaba de se refujar tras un
paret coando uno horrífico ay restaller ratratrabumratratrabum
desgarra ay las arias terriblement seguido de otros restallers
ay minores trabum bumtratratra bum tra.
Fuma agora la morada entera, que ya non es. Y Dago-
berto, endemientre compurueba con sientemento de iustice
que el destrutore e la su mojier castratora furon destroídos,
recoge la perna soelta de uno de los niñitos y tambén el
tabac del opositer y llévalos al su chef como siñal de misión
acomplida.
Poronto los papeles escruídos que llaman piriódecos
descían que ya se veía calaro lo que los opositers hacían a la
cosa pública que era del público en distrución, y que viviera
sólo el partido conservator, viva, viva, para que el destrutore
no vencsa.
Ansí Dagoberto el Mayore ganáuase una salario labo-

57
rando para los conservatores en la conservación de la cosa
[55] pública que non hay que soltare para que non se perda.
Y enveces apoñaleaba a un opositer en estremo hidepú, talo-
tra envelenaba las aguas de un pueblo de enteros opositers o
arrancaba los oillos a cualcún destrutore que le marcaban.
Mas tambén yo hobe de laborare para el mastidente conser-
vator en chef, que mami lo quiso e levantaba mult la cabeza
prarriba en el desespero hasta que se lo otorogaron.

Malgrado sere en la edat de la dolescentia, era yo


reduicido en el contienente y el chef vióme en las ienergías
físicas de destino otro que el de Dagoberto el Mayore. Con lo
que converetíme en el inauguro de una nueva foerza del
partido conservator: los espetorantes. Considerando non apto
me para el empeleo de calquequier arma, foese cochillo, ba-
lepsta, lancsa, rivolver o mitrallosa, en más de enútil para la
torompada del brazo, el mastidente adiestróme en el uso de
la escopida, que era ricorso antigo e poroqué malrazón oblia-
do e abandonado, dijo.
Non pens, non credáis, ni timáis, endilgaroos un tractat
sopra las difierentes escrementes que escreta el coerpo del
homme. Mas vedréis que, comparada con la merda, la pis, la
mucos de la nariza, la cera de la oreca o el peto del culo, la
escopida es mult supierior. La merda es lerda en estremo y
por su natorale va pra abaco, la pis, ben, la adiriges do que-

58
res, pero puede te faltar, para non parlare de la mucos y la
cera, que crían se escasas como en soeños. En coanto al
peto, vero es que en la mi esestensia trové magistros peto-
rreadores de primera calitat, capaces de dar [56] un concert
longuísimo con piesas de todos los estils, coal si la su per-
sona non foese más que un inorme e puro peto que a volun-
tade dilatábase por las arias. Pero, maguer la gracsia, ¿qué
sea el peto si non sólo roído? Puesoque la olor por jediente
que risolte non la comandas e disípase al poronto. Ende-
mientre que la espetorasión de la escopida colpea allí do
queres y en el instante que queres. ¿Non es la más antiga
manifestación civile del hornme? Pero si es ato de protest,
maguer cualcún háyala usado tambén como isturumento de
aprobasión y agradeciment, que cosa cualquequier poedes
aspetar del homme impulume. E como arma de protest es la
más secreta, poroque la portas e niengún te la suspecta
hasta que no la padesce, que la saliva de la boca non falta te.
Aprétaste con la mosculatura del rostro, coal hace el conejo,
las glándolas saliviales del endentro e pensas en un suco-
lento manyare que non manyarás e allénasete el ujiero de la
boca con pura saliva. E goárdasla pelena aspetando tu oietif.
Considera que la saliva es mero condutore, que descara-
garás sin engredientes coando la protest sea leve. E poedes
graduar la intensitat de tu arma asegún queras. Que la mes-
clas por primo con cualcuna flegma que atraes del tu estó-
gamo e dasle con ello densitat mayore. Loego si boscas pro-
test foerte sórbeste la mucos de la nariza e bátesla ben con
la saliva ya realzada por las flegmas, que la mucos da cual-
cuna soliditat. Pero si el protest lo pensas como punisión e

59
castigo, debes sere catarroso del boronquio del pecto. Agora
atoses y rrancas dallí del boronquio varios pedacsos de
catarro, que traen lentejuelas verdes e garabancillos grises e
amarellos, e mesclas e tenes en el ujiero de la boca una vera
minestra para disparar.
[57] Atenta la tu atencion, nostante, a cómo disparas el
esputo, si el mastiodente enseñóme, con su poropia saliva y
sopra mi poropio rostro de la cara, un intero arte de la espe-
torasión. Que delibras el esputo de una sola emisión, coal
colpe de pistola, que lo lancsas de lejos o de cierca, contino
como el chorro de una fontana, cerrando abastante el ujiero
del labio, que lo entregas con la boca pelenament aberta,
igoal que si alansaras desde el estógamo, e mesmo alan-
sando una poca con la arcada. E poedes apuntare el gargajo
a los oillos, foera de que será birillante si acertas a dalle en la
justa boca e que se lo trague y con su saliva se lo coma. Pe-
ro tambén está el esputo repetido, el de costado, el que
ensucia los pes y mults más. Ya vedréis, que el chef conser-
vator, malgrado el su volumen, saltaba en torno me egual que
pacaro de presa o perro masitín de caza, copriendo me de
gargajos, que ya estaba ben que diérame en los oillos con su
minestra escura y pegaascosa como el cimento e difícile de
sacar, si non que coando acertábame en la boca non me
gostaba el gosto a ajos, cibollas o la merd de que se alimen-
tara que trasmetíbame con el su gargajo. Mas descían que
resolté discipul sobresalente y dino de su magister.
Compeletos que fueron mis estodios e la prática ginás-
tica requerida, marchéme agora a la estrada a boscar al opo-

60
siter que el chef siñalábame. E portaba yo en el pecto una
cartel discente "poeblo", con lo que entendíbase que era una
representación simbólico de la poeblación. Trové al opositer
coando salía de la peliquería, interamente alostrado e con
una flora en cada oreca, que era homme harto relambido e
coidado de sí. Aparélo con gesto gentil de la mano, puesoque
parlar non podía. Como aqueste opositer era devorado por la
vanitat, detívose sorridente e ya alun-[58]gábame una es-
tampa de propagand con la su imago, coando alcancélo con
una primera escupida en el oillo esquerdo y con una secunda
en la camisa e cravata. Eran acatarrosas. E el homme dís-
ceme:
¿Qué faz, rapaz?
¡Escopo te, malefastor, que el poeblo non soporta te
plus! rispóndole.
E contino descaragándole una seguidilla de pesados
gargajos, pues preparárame ben para el debute. El homme
soclama:

¡Bast, rapaz! ¡Bast!


Hay garande copia de genctes en aquele estrada bajo el
birilante sol e apáranse con más para almirar la mi punctería.
E fijaos la meravilla que es el poeblo reunido que, en oyén-
dome cridar e en véndome escopir, láncsanse tudos a ayu-
darme. E que si aqueste escope al opositer, aquele jeta le
una pietra. E más que arráncanle las vesteduras, con lo que
agora, al verlo pelado, queren lo descoartisar, endemientre el
homme en pelota e ferido logra se foire. Pero ya está

61
alvertido aqueste opositer del relambe, que el poeblo non
sopórtalo e díscenlo los piriódecos. E se contina con la su
atividade, trovaráse con el hermano mayore, que ele non es
de escopire...
Ansí Dagoberto el Mayore ed yo formáuamos una equip
mult eficaz para la prática del gobierno de los gobiernantes
conservatores. Ganáuamos nuestra salario y secure que el
chef mastiodiente teníbanos en ben del conceto. Mas todo
non dura nuenca.
A me ocorrébame que con la tancta marea de saliva que
prodoccía debía desagotarme de temp en temp, vera maladía
profiesional. E talavez non hacíalo en los soelos. Mas [59]
con el mi espéritu jovenil fIaf fIaf fIaf diuertívame en espe-
torare a cualcún pasante que gostárame por pura sporte o
para punir una atitude citadina viceosa, sia un chequetito
insolente, sia una mojier horríbile, sia un vieco papasmoscas.
E calquequier destos resinábase con espresión de moerto
pánico, endemientre que altres saltaban coal lacte heruida e
corríbanme boscando casticar me, mas llevábales ió la des-
tancia del pirimero, e tudo aquele resoltaba pro me, al ire e
venire de las jornadas, entremés y jácara asez ridente.
Y reparad que acontesce agora. Que adentrándome yo
una giornada verso la oficena del mastiodente apropíncuase
a me uno veco renco, para más con facha de mono mandrile,
que calávame el ojo sin pertenencia ni recato. Estonce espu-
to yo al soelo con la lentitut dispresante de quen disce: "¡Apá-
rate do estás e retro cede!" Con lo que el veco, sin dejar de
guardarme de la mirada, comenza a gemir con la boca se-

62
rrada y la foria del débile et aleve e gime e gime, arredu-
ciendo et ennereciendo se ugual que bomba de bum bum
bum, hasta que espolota:

¡Vedrás, osté! ¡Vedrás fare me con osté per tornar!


Desfilase con aquestes paroles hacia la poerta del chef
a velocidat de ratón viudo y allí esfómase, que se hace fumo.
Pero no tardo en audire voces garandes que reclaman me
por el mi propio nome de Dagoberto padentro del chef.
Estoyme allí al pronto e ricebe me el mastiodente balanco de
la rostro e bermellas las popilas e con los puños de la piña
pra arriba, mas sin martelar, quen crida me:

¡Cacosté! ¡Cacosté! ¡Cacosté de bost de caval mort!


Agora cógeme por la estremidade de los brazos, lévame
en las arias et estrella me con multas estrellas de colore [60]
contra lo mur. Mas recoge me un de sus verudugos que era
allí, alza me e jeta me a los soelos, a los pes del chef. El chef
leva me et láncsame talavez de cara hacia la paret. E
cógeme el verudugo e jétame el chef, e leva me el chef e
abaja me el verudugo... hasta que soy molido e apáranse.
¿Non ves que el seiñor aqueste sia nóbile e en más et
de entelegentia e por sobre todo fermoso? dísceme el
mastiodente con ontuosidade del tono que moérdeme los
niervios.
Vedo, mirando verso do señálame, vedo, sí, que parla
me del veco mandrile maudite, que aséntase en las sombres.
Repondo, qué otro:

63
Eh, sí, eh.
¿E osté escopes sopra noblesse e entelegentia, esco-
pes sopra fermosura?
¡Yo non escopera siñor! calamé.
Agora mentiba, recordando cuán bel gargaj espotárale
en pelena facies dos semanas pasadas, con que corrílo pra
espetoralle de novo por el gasto que diera me el pirimero.
Nostante el mastiodente sabiba ben puesoque que detá-
llame:

¡Escopes, sí, clandrún! ¡Una, dos voltas e córreslo con


ferocia a homme delicat pro repeter!
Et yo:

¡Estonce pasélo por opositer disfarazado, maestre!


¡Opositer señala chef! ¡Opositer comand yo!
Con tels paroles volvióse al su verudugo e díscele:

¡Machúc! ¡Machúc!
[61] Ego creuía que quel Machúc foese el apelativo del
verudugo, puesoque, en oiéndolo sonare, a aqueste, homme
espubantábile que iba nudo et con el cranio afeictado, pará-
ronsele non sólo las orecas dos, mas tambén la verga, que
púsosele de tres palmos e hizo me pensare lo cariñado que
estiba con el su nome que caosábale tale efeto. Desen-
gañárame al puncto. Machúc non era nómine niengún. Non
que non. Machúc era órdine al verudugo de que machucara
me. E ved que machucóme. Machucó me con los punios et

64
con los pes. E pateábame e dábame con la hoeso de la
cabecsa contra la paret del mur. Si hasta con la su verga, que
semellaba de ferro, casticó me volteándome la rostro a
dolore. Corríua la mi sangare mezclida con las mis lácrimas e
quejíme e gañíme por la mi matre que non estaba. Et el
verudugo respondíuame con una puntapés en el blandico
estógamo, que hacía me dueblar en tres. Con lo que loego
enderecsábame... Endemientre el veco maledit arreíase del
gozo sentado en la su silla. Et estaba el verudugo apa-
lastándome contra el soeIo con los pes, coal si fuera alfom-
bra de piesar, cuando de improvisto paralícsase el seviciador
e lansa varias alaridos e convolsiónase que diríaselo ferido
inestremis. Mas non es ferida, cuandoque el homme eiacula
en las arias mueviendo mult el culo. E la lacte blanca et guru-
mosa brota a chorro quente de la su verga maculando las mis
viestiduras con su olore a la lavandina que non limpea. Agora
inter rómpese el casticar e los tres merds, el veco, el mi chef
y el verudugo reónense en congreso para bisbisear que non
óyase. Al pronto pártense dallí et vien el verudugo e leván-
tame una poca de la prostración. Con los sus dedos de plom-
bo ábereme las párpados, que llevo aserrados por la confo-
sión del castico, et estonce veo. Veo ferente me al veco
oseruán-[62]dome con eironía mala e poronto non lo veo,
que ¡escópeme, ele, por primo en un oillo et por secundo en
el altr, con lo que póneme ceco del gargaj! Non salíuame to-
davía del estipor de sere ataquet con las mis mesmas armas,
coando las tenazas del verudugo áberenme las mandíboles
et presto siento la boca de tragare pelena de una ácidua
menestra que el veco vomítame interminabilemente dentro...

65
Depués arrojóme el verudugo a la estrada et dijeran me
que como lesón para la mi labore fuctura abastaba. Mas la
foria que poseióme impedíbame andare alesonado.
Empero comparat aquesto con lo que contescióle a
Dagoberto mi hermano el Mayore. Que tambén ele resen-
tíuase soperado en ienergías et eficientia. E añadid el su es-
péritu despresativo de superior en más de jodón. Agora an-
daba por la villa et las campañas ya acompliendo las labores
que ordinábale el partit de los gobiernantes, ya godéndose el
temp pro se. E coando godébaselo valía vello, discébame, en
tuda su leticia con sus artifacts de espolotar bum bum e sus
velenos yiiii yiii e mitrallosa pim pim pam pum e poñales jrash
jrash metiendo vita et muevemiento allí do pasara.
Ansí una jornada que pasea se por un district elegant de
la cidad descobre una mojier mult caragada de perifollos mile
et con valorosas gemas et facha estucada al mácsimo, mas
de gordura de grasa tale que las aposaderas seméllanle un
baúle. Danle al mi hermano las risotadas ante esta mama
racho y aquele día portaba una escopetón de miniciones.
Brótale dello la gana de hacer que la mojier bale un bal
calquequier. E desque brótale apirieta el gactillo de la
escopetón et burumbum que allá va. La perdigonada hón-
dese en la aposadera esquerda, que hay li donde [63] hon-
dírese, e la mojier álzase en las arias con tudos los sus peta-
tes e humanidade, coal levada por legión de ángelos, et ento-
nando cridos de vitoria. Maguer lo una poca descompuesto
del bal, góstale al mi hermano tant que pra no perdello
apirieta en más el gactillo y ayoda a la balarina con otra salva

66
de perdigonas en la aposadera reta, burumpumpum, et
nuevos pasos de bal e nuevos hinos vitorientes. Maldíscelo la
mojier en viéndolo y miéntale a la nuestra mater llamándolo
hidepú. Et hállase tirada en los soelos. Dagoberto el Mayore
arrebátase e téntase de punir la su despertenencia de paro-
les con una perdigonada en la pancsa. Mas loego reputa non
sere el caso de ruinar la su fest. E marcha se siflando una
marcha del partit de los gobiernantes.
Coento terminado non foese iste. Que pasada al menos
una luna concítalo el chef a la su oficena para planar una
labor ben initeresant, hácele argoir. Dagoberto ocorre a la
oficena sin suspecto cualcún. Et al vere que endentro cuadrá-
banse coatro verudugos de aparensa peligrosa aun non time
nihil. Por sobrecoenta el mastiodente hácele un bref discurs,
dorándole lo satis que fecho dele et la su labore estaba se. Et
Dagoberto interrógalo qué plánase agora.

Primo vamos osté decor díscele el mastiodente.


¿Pro qué decor? pergonta Dagoberto sin suspect et
mesmo con alegresa et coquet.
Pro última hazaña partit osté hiciste.
Estonce avanzan se los coatro verudugos e aprenden a
Dagoberto por cascuna estremidade, man et pes, et el mi
frater requetórcese cridando ¡coac!, ¡coac! ¡coac! Nostant los
verudugos domínanlo y téndenlo en la piso, átanlo mult tirant
con cordeles a coatro columnes, una para cascún [64] man et
pes. Coal cruxyfijo, boquiabajo, Dagoberto volve la rostro al
mastiodente demandando:

67
¿Quisíst? ¿Quisíst, chef?
¿Quisíst? parla el chef. Dije osté. Decor pro haza-
ña. Decor por mojier aperdigonest en cul. Maguer sia fém-
mina viceroy partit conservator, maguer menasce nos perder
post pro hazaña osté hiciste, nos agora osté decor.
Dagoberto, al oyir iste, acállase et fríase de helo por
dentro, conosciendo se descoberto. Dimprevist sente que un
verudugo pónele la pes sobra la su nuca et, al debaterse, con
naturale reaction, alevanta las nalgas del culo. Rapidmente
compurueba que arráncanle pantalones y bragas et enfores-
ce se cridando ¡coac! ¡coac! ¡coac!, que non quere que le ha-
gan cosa de hommes en la su bajura. Oiense empero mur-
murios de istupor al vere la pele nera que el mi fratel tiene de
la sientura en baco. Mas al poronto sente Dagoberto que
rempújanle en el conduto un object estranio, que, por la
fredor, non es humano. Et ride el chef con ridere que parte
las petras, discendo:

¡Foeras nero para el decor, pichifáz del cacán!


A istu apártanse dele presto los coatro verudugos y el
mastiodente, que los oie y ve, corren lecos a ponerse contra
las paretes. Et déjanlo solus, maguer lo coale sente Dago-
berto un sisedo, que calquequier hácele shhhhhh shhhhh...
Mas ¿quén que ele non columbra? ¿Si será un altr homme
de pito frido que ténelo introito en el su conduto? Shhhhhh,
que el sisedo non para. ¿Et endícale que calle se? Proeba
Dagoberto a se peer pro espulsárelo. Nihil: sólo el roído
shhhhh que contina. Y el object pito non sia, que no mueve

68
se para hacelle cosas de homme. Shhhhhh... Que qué será.
Interrógase ansí Dagoberto coando ratratrastrastrá algo [65]
espelota con estridore foera o endentro de ele et más non
interroga se.
La su conciencia al despertare trovó al mi frater jetado
en el arroyo de la estrada con el cul estropiseado. Habíbanle
introito en el conduto un cuet de pólvera. Et fortunoso dele
que la espolotación non rompióle la múscolos del lugar llama-
do ano do hallábase, puesoque estonce vuelcaríase tudo pra
foera. Mas el feuego brulóle la pele compeletamente de las
nalgas et mesme sancochóslas y andaba mult temp quejién-
dose et sin podere se sentar en parte nienguna.
Laborames aún para el mastiodente y el su partit con-
servatore, que niengún manducas gratis, descíanos mater.
Pero como cuascún de nos dos érase irirritado por el su cas-
tigo recebido et como talvez por hereditat del aboelo materno
teníuamos la caráter superbia et indipendente, non credáis
que mizquinábamos la antica ocorrencia, el gargaj libire, la
poñalada divertente. Et ansí coando comparescíamos cabe el
chef, non las teníbamos toctas con nos, asegún disce el
volgar. Et una jornada en que aqueste mandó nos llamare
con certes melindres estranios, formamos congreso y deci-
dims dicer que éramos absentes foera de la comarca et paíse
et que más non laborams pro partit, sin queja contra ele, et
puncto et item.

69
Dagoberto el Mayore determínase mas loego a travallar
con se como patrono. Agora inter rómpese la noestra cone-
sión puesoque el labor select pro el mi fretel non aveníbase a
la sensibilitat et folisofía, que non tenía todaviva ista última
mas regoldábase ya en me con foertes erutos. Que ele [66]
reacordóse de su contato con la mojier del opositer sin na-
rizas et con tabac et de la succeso habido en ocasione tale
por el su pollo de sopra los hoevos. Et decside se a se
espolotar por los sus serviceos sensuales. Agora marcha se
por las estradas con el nostr hermán más chequetito, Dago-
berto el Minore. Et iste va cridando:
¡A polla bel! ¡O pollito fermo!
Ouvrense poertas et ventanos y Dagoberto el chequetito
sosorra a las enteresadas damas e mojieres e casqui vanas
que tarátase de polla de homme la polla que oférecese. Cual-
cunas esquívanse el diseo con la vergoensa indinada. Una
dale al chequetito con un bacín en la cráneo. Y la de más pra
allá calama apelando al gendarme. Mas aquesta codísease
con la opferta et pede vere el tarifario. Puesoque tudo non es
equal. Si queres ocservare la polla, non sia regalo, pues la
mirada del ollo guasta el su objet. Si tocare, la cosa es altr,
pues inter viene el tato. Chopare una poca con la lingua, vale
al minuto como introito comune. Agora si boscas que mi freter
entrodosce la su polla en el ojiero te ¿cómo quéreslo? Por
primo, ¿cuántas polgadas, que hay demasía en ello et
regolámoslo con anellos de cauchú? ¿Diséaslo comune,
decúbito sopra el lecto et sin disvagación? ¿O peretendes lo

70
rafinado, por enxemplo, parada en una escalina, prática que
afatica mult el roñón del mi frer? Declara la tu etat, que isto
cambia tocto, desque viella esquerosa non compra a mesmo
preso que descreta fermosura. Et si sere vérgine, considera
que el arrempuje es fiero, et canta la tu condición.
Concloídas las necotiationes, Dagobertín aprestaba la
penis de Dagobertón, colpíbala para que desperetase y apa-
rara se, lobricábala ben, colocábale los anellos caso neceser,
y enguidábala verso el logare desirado. Agora el chequetito
[67] hacía sonar las palmas et comenzaba el servicio sen-
sual, mas non tan facilis como potrás creder. Aquesta siñora,
satis que fecha foera, decalara nulo de nulius el serviseo pro
causa non correra la isperma. E non quer pagare. Isperma
non vendas, díscele el Mayore, sólo serviseo. Et ármase
mulcta ola de batahola pra coger las piastras. Ista rapaza de
diez más dos anios, que alquiláralo pra que desbrozásele el
matorral, bosca agora le pagare con confitures de chopar.
¡Ved que en viendo vedrás lo que vedes! E como la arte non
va ben cum juventutis, al Mayore una e más veces en la jor-
nada ésta y aquele perras desvergüenzadas arrecaléntanle el
motore e convolsiónanlo hasta que eiacula e pérdese la lacte
o isperma el demón sabe dónde. Estonces el mi frater sente
neceser manyar multo hoevo pra el hoevo de enbajo et con-
tesce que una carniscera viuda alquílalo por una omeleta
francés. Mas aquesta borguesa de teta relaxada, que encara
el aspeto social del ato con asez formalitat et espera al mi
frater nuda, con servilleta atada al coello, y en catro patas
sopra la mesa del comedor, ahorrorízase en viendo la color

71
nera de la verga del Dagoberto et diz que tale non es cevil e
buen edocado, pero diabolic, et agítase e bóscase tapar la
jontura con la servi lleta, maguer no ben recébela non quere
la soltar e jura sere rica como la chocolat e dásmela tocta. Et
la de masdallá, dinerosa, bella e prava, que discute trias
horas que le arrebajen por la color de la penis o móntasme a
nuevo garatis. Et aquels ambients, aquel odor a merd en los
duermitorios, las sábenas más neras que la bajura de
Dagobertón, eses labirintos escuros por do asomábanse
diuertidos los nietos de la vejecilla que aloquecíase olfa-
teándole et lambiéndole las bolas, aquels cuisins putrifatas
de coucrachs como la de la blonda que quiso que ende-
mientre el Mayore hacíasela el Minore [68] prestárale el pi-
rulín pro chopete e non negas te a cliente de comprar. E
aquesta matrona que contrata el serviseo del mi frer, mas en
entrando cauciónalo que es pra devante della ruémpale el cul
al su marit, homme con barba et voz de pito, que monstra
plus leticia coando métenla se que coando sacan se la, et la
su mojier quere sol isperma del mi fretel para beber en calice
de cristal e que non la toquen en el rafinamento. Et la divor-
ciat que acaríñase con Dagoberto et iura lo comprare intero
tasándolo en veint piastras más coatro cequíes... Agora el mi
hermán memórase ya cum nostalgia del mastiodente y su
labor para el partit gobiernante. Que laborare pro se arroinalo
en el cenctro de la nervadura del su sere. Cuantimás que con
el guasto del hoevo de enbajo debe gastar tucto aquelo que
gana en hoevo para manyar pra el susodicto hoevo de
enbajo. E mamín e nos los sus fretels mirábamos lo non ben
desde la hambre, que sólo el pequenín mamaba cualcuna

72
lacte del seno que aprestábanle mojieres coriosas.
Estonce Dagoberto el Mayore abandonó la espolotación
de se mesmo.
Que el mi frer teníua tomado altr temple de ánima
mirante a la espolotación del próximo et demás. Diréis que
sere asez volgar la election hecha por el mi hermán de
dedicárese al commerce et mercancía. Mas si sopieres que
praticábase de nocte e sólo coando en locus et locales non
había niengún de nadie, cuantimenos el doeño, agora com-
prienderes la grand originalitat de espéritu de Dagoberto el
Mayore.
Ansí inauguróse un piríodo con el que poronto vedréis la
mi conesión. Nostant fue piríodo de inorme plenitut como non
hauíbamos visto. Que si habiba de tucto: embotidos pra
yantar, enseticidas pra occidere la polga y el coucrach, [69]
capelinas de pailla pra mingere endentro, artifatos de cuisina,
chapines de varia color et forma, quiesos, esperinas et más
que non sé de ricoerdo. Maguer persentábase talavez cual-
cún problem, por enxemplo, non habere más que jabón e
toronillos de ferro e nos pergontábamos cómo se faz la
omeleta de jabón e toronillos, tatarábase siempre de ostá-
colos que la emagenasión superpasaba.
E agora la mi mater díscele a Dagoberto el Mayore:

Fazlo ser que se vea en tu camp.


Et segnefica con tels parols que endiéstreme en el su
oficeo. Al oilla, un altr de mis frers, credo foere el secundo,

73
avancsa cridándose que quer ser ele discépulo del Mayore,
mas mamán repúnalo de un tarancazo, que la órdine ordínala
ella, disce.
Isa nocte en la estrada umbra el mi fratel Mayore
informa me que boscaremos porobarme el talent en una
orelogería que ele teniba estodiada pra rancarle el usofruto.
Dísceme que en el su oficeo, que va sere el mío, garrar con
la garra quel que queres es objectif, pero, coal jamone empa-
redado, está envoelto entre las paderes de altrs dúos pro-
blems más, que son entrare e salire de do hállase quel que
queres. Platicando arribamos a la orologería, que moéstrase
escura, mas con las vetrinas reluxientes pro causa del oro et
las gems. Dagoberto señala me en las poertas unos oillos de
bronza e me sosorra que es artifato de al arm harto com-
pelicado. Loego engántase la estremidade de las manos,
estras alamberes, una cirio de vela, plumas varias, un
frasquet con licore rosado et más et pónese a sobare los
oillos de bronza, carésalos coal amante, frótalos, mastór-
balos, ráscalos, escópelos con cariño, párlales, dásle a
bebere una cocktail de licore et cera hasta que ibrios hacen
clic tic puc e la poerta óuvrese [70] en el soeño del silencio.
Entramos nos sobre la punta del pes. Et vide en una armario
de vítreo unas gems verdes en un bracelt. ¡Cómo brilaban! Si
hasta aparecía que guiñasen llamando me. Maravilléme et
olvidé do estiba y qué hacía la. Puesoque non pensaba en
garrar las gems pro me et fuire, mas el chequetito tiriste que
habíua en me quería juegar con las petras verdes et catallas
con la boca et colpeallas inter se. Ansí hondíme en el mi

74
rapto. Et repentina inopina tum tum tumque elomínase tucto
con lux de sole de mediodía et comenza a sonare uno hórrido
boccinator o timbere o sirena de ulular. Voelvo me boscando
al mi fratel e comproébolo desparecido. ¡Et cerró me hacien-
do foncionare la al arm que delata! Al punto agito me da qui
pra la como un rat disperado por foire, coando discopro en el
altr estremo del locale a un homme pancsón, fiero e pelitieso,
que debe sere el orologero. Coárctamese el cuer, sáleseme
cuasi, mastígolo con la dentedura, atrágolo, que no te fuyas
sin me, preciosura sin preso. Mas non tengo temp pra sobare
los mecanésimos de la al arm como el mi frer. E non sé
salire. E ¿qué fer, por el mi Deos? Que el homme orelogero,
en oyendo la al arm, cogió la su arm et avancsa verso me
con la rivólvera nera en la mano. Agora atiésome coal lancsa
de gentilhomme et jétome a moerte ratrafrapaprás contra la
vetrina de enfoera, con los puños palante proctejendo la
cráneos, et ruémpola tritrapatrumtrás e cáigome en la vedera
de la estra. Mas quién se apara, si yo ya corro, corro, corro,
malgrado la sangare de las feridas de los vítreos en cara et
manos, corro con la luenga lingua foera.
Endemientre corro coal rocín loco de galop la foria
carcome me el estógamo y el pecto. ¡La conduta del mi fratel!
¡Trahirme a moerte con tant vile bajura! E non saliba del mi
asombra generale. Con lo que llego me a la noestra casa [71]
e trovo los a toctos, encloyendo al Mayore y a la mi mater,
asentados en el patio et envoelctos en arias priocopades. E
bastalles vere me pra que ridan de leticia et aplaodan me. E
que yo non entendo. Mas precepito me contr el Mayore.

75
¿Qui fesist, rotón? ¡Sas podías me morir, repot de la
mer! crídole.
Va petit... Va petit... cálmase ele.
Ego procuro lo punir con los mis puños. Pero ele rídese
e péese una poca con la diversión. Dísceme estonce que
boscó me inseñare ben el su oficeo. ¿E cómo sapere si lo
sapía se non faciendo me praticáralo? Agora sápese que soy
entrado en el oficeo, puesoque salí de la orelogería.
La foria empero non abandona me e quiéjome siempere
de lo que han me hecho. Et négome al oficeo del mi frate,
que guastáranme la enctosiasmo de entrada o, pra sere más
exato, de salida. Non vale parol o entimasión de la mi mami,
pues paréme e de lí non moevo me.
El Mayore continó la su carrera. Híszolo con brilo et
talent puesoque los piriódecos ocopáronse dele. Non nomi-
nábanlo con su nom, mas las enderesiones dictas de los
locus de commerce visitados hacían nos seguire la su carrera
de meteor. ¡Sotil hermán mío, preocopábalo que el su nom
non foese póblico pro goder del rafinado placer de la fam
nonómina! El succeso, por disgrasa, ubriagólo, tornó lo más
temerer que lo que foera. Una jornada, ouvrendo el piriódeco,
vemos un grand foto dele: enfavorescido non era mult, el
pobere, mas agora comprendimos que el plaser habíasele
finido.
La familla sentiba que una era habíua concloído tambén
pra ella.

76
Sorrayólo la nuestra mater al reonirnos en el patio para
nos imparter altr de sus enseños cardinals. Los diece anios
[72] de cárcere que el fratel mayore habíuase ganado, dixo
nos, debían nos hacer considerer el problem de la poscisión.
¡La poscisión! cridó de combat, gest brauío, verten-
do mult caspas al soel.
¿La poscisión? indegábamos nos otros.
¡La poscisión, enfants! Boscas el ben. Ben. Tróvaslo,
veslo, mas ¿veslo de do?
Dixo nos que resoltaba mult calaro por la su caráter que
el Mayore era en esencea un homme de ación de hacer. Mas
¿cosa hiciera con la su vertut? Transforomóse en uno Robin
Gut. Ben. Emper non riflesionó sopra la poscisión. Puesoque
¿poroqué jetarse, ceco, sopra la pirimera forma del ben que
ofrescíasele? ¿Non habese comperendid que el su destino
manifest era la políteca de condocire? ¿Non habese des-
copert que habíua nele fibira hasta para priesidante de la
respóblica? ¡Un priesidante de la respóblica! Tale perdérase
por non considerare la poscisión. ¡Gay, gay, que non repe-
térase en la familla! Quiejóse aun una poca, ruedáronle las
lácrimas por el rostro de la cara. Compósose más loego et,
pra sintectizar, dixo nos que la poscisión esiyía tenere en
coenta do se estaba et do queríbase arribar en la bósqueda
del ben. Concloyó haciendo suenar una poca los hoesos del
su esquelectro y disciendo que, xustamente, si conside-
rábamos la poscisión en que trovábamos nos era priferibile
que pusiéramos nos liger liger a travallar si non quieríamos

77
que la hambre nos mordera el cul. Tioría e prática, lición com-
peleta: ansí era la mi mater.

Agora sois más entelegencts que cato marino viudo, lo


sé, et ya habéis descoperto quels eran mis ideals, quels mis
[73] planos después del discorso de mi mamucha sopra la
poscisión. Emper tolerat que coente os las detalles.
Non finira mamán de parlar coando asiérranse me una
poca los oillos et vide una máquina semueviente de las que
apelan móvilesauts et otoros autosmuéviles, ya sabéis. ¡Una
autosmuéviles! ¡Tancta delisea! Abastaba ya la mi antiga
vocación por los artifatos que defendéranme contra el malo y
piar ujiero del mundo. Mas agora añadíuase que con la
carroaje vendrían me non sol protición que mesmo lojuria et
ascensus, volotositat et poter, a me, el poberecito enam-
parado. Aquels jornadas a las que impolsó me el conseil de
la mi mater estaban trellenas de ensueñaciones con la
autosmuéviles. Que si vidébame ya como si vuelara por las
arias, pacarito, redento, ariaplano más que autosmuéviles. Et
taras los viajes por las nubes, aposábame tambén en la
terras y rulaba sopra ele mult vaporoso. Et comparescíase en
el camín una siñorita vergine mult bella et descíame el
grande amore que cataba pro me et déjasme sobire a la tu
autosmuéviles. Estonce presentan se tres o cuatros e hasta
cincos otoras siñoritas, cascuna más fermosa que les altrs,

78
para declarar que yo ruémpoles el cuer. Plora una con lácri-
mas azules en el mi honore, desagárrase otra las viestiduras,
mésase la demásdallá la cabellera de los pelos, tocto pro me
mostrar las sus pasiones. Con lo que hago las sobire al
carroaje endemientre toco una valse con el boccinator. El mi
carroaje es amarelo, sen capotaje et mima la foroma de una
cisna. La turba multa apláodeme mult et los gentedearms
saludan me rispetosamente. El millardario opferéceme una
bolseta de diamants polidos si le dirigo el su necotium de la
moneda. Más allama me el minístero para que adminísterele
el su ministero. Et yo que veo al priesidante de la [74]
respóblica que achístame desde el su palaz pra que sostitoya
lo...
Sento estonce en el mi ensoeño una sensación es-
tranna, que es de carrote que colpea me la cráneos de dis-
trución. Es la mi mater, casi enderecsada por el ferenesí.
Crida que hace jornadas que doermo con los oillos apertos et
non obedizco. Levanta la carrote de novo menazando. E ved
agora qué contesce. Pra non sofrir altr colpo salgo me co-
rrendo hacia la estrada, al salire doy con violentia contra una
mojier que porta una paquet con hoevos no de homme sinon
de galina, los hoevos van a rompérese en la trajes de un
homme que vene en dirición opoesta e amánchanlo con
mácula garande, potea el homme discendo hidepú, mas altr
homme que pasa crédese insoltado e descáragale una
trompada bestiale en la cara del rostro, non sin que al retros
ceder empoje a una mónaca bizca, la coale pisa la cola de un
cane que va con un siñor a bastón y el cane, en la

79
confosione, olvídase de latrar e maúlla de dolore en el minut
en que yo paso correndo junto ele et el siñor crede me
pisárale el su cane y brama de cólera ferida et homme et
cane lánzanse aperseguéndome con latritos e rogidos y yo
corro plus con medo e corro y dueblo una esquina et apercibo
un nero portale aperto et métome presto que te cobras e
disparescas et endentro moévome en lo escuro hasta que
trovo una escalina e abajo sin vere a un sotanillo et lí quedo
me quietecico y tremante.
Agoárdome un temps que sepase la toromenta del
homme y el su cane. Et atendo concentrado al roído de la
estrada, sentendo me en aliveo del salvo a cascún secundo
que pasaba.
[75] Mas al secundo seguente sento ben distinto, que
sento en la gañote del coello un atraganto, maguer no del
endentro, sino de foera, de mano que li cogido me ha.
Rempujáronme parriba por la escalina e, al sobire, con
el oillo ya habitoado a la escuritat o medialux del logare, des-
copro ferente a me a un homme vestido con una trajes micá-
nico mult sucio, mas sere homme de ugual anchura que altu-
ra, a moda de bola, que con más carecía de la frente de la
cabecsa, puesoque la pelos del cabello arrancábale dire-
tamente de las cejas que no tenía. E oséruame con tran-
quilitat. E disce con vox soave:

¿Boscas qui, fils?


Agora, con el ánimo animado e voelto a me por la su
atitude, decidí confidármele:

80
Travail, siñor boeno. De grand pur, travail. Sí, siñor
boeno.
Que non méntole, puesoque, a más de rifogio, persigo
un laboro pra acalmare a mamán. El homme cátame lentment
con el mirare, ugual que si tocárame con las manos la mós-
culo de tocto el coerpo. Dísceme a la fine que lo aspere. Et
de poronto da un salt, jétase al soelo e pone se a ruedar,
aléjase rodando coal pelota.
Estoy me li al aspero. E miro do estoy. ¡E válanme los
dioses! ¡Ah distino! ¡Oh providenza! ¡Que do estoy! ¡Estoy en
una garaja! Paraís terrenale pro me, soeño mudado en
realitat, inmediatament depués del mi soeño. Estoy en una
garaja, que non confondáis con gargaja, la hembra del garga-
jo, sino en el logare do goárdanse et mímanse los carroajes.
Haylos qui de tocta suerte e variada colore. Que el cameón
alifante que bufa et espumarajea, que la taxis faticado et mult
colpido, que la carroza de luxo, rica como un tisú et ansí dis-
ciendo.
[76] Mirare qui entorno es un altr ensoeño del cuale
ráncame la voelta de la bola ruedante, osia el homme supra-
dicto. Endícame que siga lo et dentramos en una oficena con
paderes de vítreo et mader. Hay pocos moebles, una escre-
banía, varias sellas de asentar. Mas non ocópanlas. Et en los
soelos, mult destendido, hay un luengo homme que yergue
una poca la cabecsa apueyado en un codo. Vestido de nero,
cara de dolora corónico, gasta longs mustaches amarelos et
foma con buequilla un cigar de papier. Oséruame, voelve la

81
cabecsa verso la escrebanía et sospira. De nuevo oséruame,
de noevo sospira. Sosorra más loego:
¿Quers labor te?
Sí, su señoría.
Faz anellos con el fumo en las arias. Et interroga:

¿Quí?
Sí, sí, dotore.
¿Con las maquins?
Sí, dotore de siñoría.
Sospiró foertemente por la mi risposta. E contina per-
gontándome sopra las mis habilitats, maguer con vox cada
que más baja et debo me gachar pra oíllo. Confésole non
saper mult, mas decalárole el mi amor et calientura por los
artifatos. Diríase que séntese ferido. Et estálo et yo non lo sé,
divino non sere. Quí zas qué hobiérale dicto con lo que sope
depués. Halláuame ansí en inorancia ferente al siñor de
Rocapuf, cabalier asez aristocratic. Tocóle en heritancia la
garaja, pero desde enfante terno aborresce de tocto artifato.
Considera que lo artifecho corruempe el cuer del homme. Et
su protesto delicat consiste en non usare nada mecanic. Et
agora aséntase en los soelos coal nóbile sauvage. Mas ved
que los temps son mult corrotos et el siñor de Ro-[77]capuf
meravíllase hasta las lácrimas con la grand perdition del
homme et descide se a praticare mesmo una selection de
fonciones dentro de lo natorale del su coerpo. Et descarta et
condenas bracsos et pernas, incloído mans et pes, por eceso

82
de mecanicitat neles. Item que non camina plus et non garra
con las mans de garrar. Cúpome me sere uno de quels que
cascún jornada traslatábanlo en una palanquina de la garaja
al su palace de viver et visaversa. Que sobíamoslo garrán-
dolo uno por la cabecsas et el altr por los pes et ele estábase
loego dorante el periplo tombado lánguuidamente afomando
el cigar. En llegando dispositábamos lo en la alfuembra del
su palace y ele deregíase rastrándose sopra codos et rue-
dillas a las sus aposientos. Sofría mult aqueste homme nóbile
et ben pro causa de la su lucha grande contra el artifato.
Sin embargo, quel premier jornada yo sabíalo non. Et
ele non indinóse, mas en detarminado moment agitó soave-
ment una man en las arias endicándome que me marchase
endemientr volvía la rostro hacia la escrebanía. E malgrado el
dolore que caosele con los mis hinos al artifato, el siñor de
Rocapuf dió me el labor de no necesitat. Dísjomelo la bola
ruedante, que enterpretaba la sinificación de los gests de su
maestre, e que, corioso o non corioso, apelábase maese
Rodaplum e non supe nunca de jamás si el siñor de Rocapuf
tomáralo por el su ruedar no artifato o si el ruedar venérale
depués por amore ni si el su nome era de memesis prenatale
o poroque la natur copea a la art.
Mas laboraba en la garaja ¡et quale leticia dello! Había
dantes un garzón de nome Truc, uno de esos neritos de oillo
chino orientale, el coale, ante cascún travail que encara-
gábanos Rodaplum, inseñaba me con las conocencias que
coñecía. Ya a lavare la autosmuéviles, ya a revisare le el [78]
sototren de abajo dende la trinchera do refugírame el premier

83
día, ya a inyetare la esensea del petrol. Truc era beno et
maldichado puesoque laboraba pra un vello malino que ha-
bíualo comperado a su familla por dos chuletas e media e
llevábalo e traíbalo con una catena de ferro atada al gañot. Et
emper la su maldicha Truc talavez balaba con me de leticia,
tomados de las mans, entorno a una autosmuéviles.
Non obliábame yo del mi soeño de conquister lo mundo
con una autosmuéviles. Que mi grand felicitat sorgía de sere
entre tales maquins e hacíaseme que andare entre eles
acercaba la realitad del soeño. Agora procoraba aperender
tucto de eses maquins pra que con el sapere foesen como
míes. Enseñábame Truc et tambén Trac, homme altísemo,
de mans ugual a palas, pálido de blanco e pelos de la cabec-
sa colore verde, que descía sere las canas que sacárale la
vida, maguer lo cuale compadescíase y entenerecíase con
Truc et con me.
Sope ansí por primo las marcas e coalitats de cascuna
autosmuéviles. Que si el chervolete, que el notefides, que la
forda, que el pojote, que la rolaroy, que el craucrau, que la
ninirit et más. Et coñecí aquele que voela como el ariaplanos
et quel que colpea ugual que la tank de arm de matare, el
mult elegant mas asez flébil, el para andare por la pastos del
camp en esporte, el utiliter, que es enútil en la campaña
poroque choca contra las petras e abastante poca útil en la
villa o cibdad por causa de la agolomeración, e el fastideoso,
que non sabes con qué pagallo ni do metello et non lo usas
poroque gastanlo tucto el temps la tu mojier e los tus fillos e
la soéguera e el coñato.

84
E agora voluíme grand technic et mult espert en toctas
las partes que se asemblan en una autosmuéviles. Que
anderésame las bielas, que están una poca ibrias, mas esta
[79] bálvola descarajinósete et moévesete la embraga, que
non emparéntase con bragas ni braguetas, o refriósete la
termostato del radiadore, e mira las tus cobiertas guastadas
que patinarás a moerte, conque limpéame de paso la para-
arias et brisas, vegílame el fereno y dasme una mano de
aceito por la carrozaría...
El mío sapere de los autosmuéviles tornóse magisteral
en quel garaja. Dotore en autosmuéviles apelaban me Truc et
Trac et mesmo Rodaplum considerábame con orogullo. ¡Si
hasta coñecía yo las animalas que poeblan la autosmuéviles,
non solo los cavalos de rigore, sinon tambén la tigre, el
cangoro, la tuertuga et mas que la habitan e caresábalos coal
domator e dábales de manyer en la mi man!

Certo es que ubriagábame asez aquele condiction


soperior de sere non ya máquina yo mesmo, como cuando
neñito, sinon agora amo et patrón de las maquins. Maguer
dello el cerébero seguía foncsionándome pra organizar cual-
cún metod de hacerme de una autosmuéviles mía de mí.
Comperar non comperaría, non podiendo, mas debía birlar.
Et diréis vos otros que nihil más facilis que procorarse una
autosmuéviles que laborando en una garaja. Et cogitélo mes-

85
mo yo en un premier moment. Pueso que había Ií tantas
carros, ¿poroqué non tomare una pro me? En más que era
un comendadore mult ostencioso, que atendíase en aquele
garaja, el coale guardaba duas autosmuéviles a causa de
que gostaba manellarlos al mesmo temps, sobido con un pe
al estiribo de uno e con el altr pe al del otro e condociendo
con una man cada volanta, a moda de yunta de cavals de
circo. E [80] salía de la garaja dando grands alarits. E en
tanto luxo, pergontábame a me mesmo, ¿poroqué non toma-
re uno pro me, sopra tucto el verede, que me hinotipzaba?
Mas ved que tremedio mi diseo et razón e el su
acomplimiento estábase el nóbile maestre Rocapuf. El hom-
me tenía cada día la trajes más nero por el grand trionf del
artifato. E veíualo rastrarse por la su oficena agitado por mult
impaz. Parlaba con la su escrebanía e non sospiraba ya,
sinon que cridaba:

¡Gay! ¡Gay! ¡Gay!


E tambén cuando taransportábamos lo en la palanquina
quiejábase con mesticia que adolíame el cuer. Con lo que
descíbale:

Non sofr, maestre beno.


Emper ele:

¡Gay, gay, gay!


Agora ¿con qué mans aporopiarme de una carroza de
su propia garaja, con qué ánimo desmostrarle que mesmo yo
socombía a la sedosión del artifat, cómo ferirlo de nueva

86
ferida? Creminal foese. Et non. Non de non. Cuantimás que
si rapinase la autosmuéviles verede del comendadore, tocta
la garaja descopriríalo e poca foera mía. Ansí veis non sere
tan facilis como credéis.
Nemigo de la fratura, non calcolaba proveer me autos-
muéviles ganzóa mediante e rompendo cierraduras o cierra-
blandas de carros en la estrada. Estonce ¿qué quedaba me?
Riflesonando e riflesonando, cadí en la iúneca soluctión posi-
bile: el mi objetif debía sere una tasis.
Como parecióme neceser, acomencé por lo etudio de la
pesicoloyía del homme volgare que cabalga la tasis de punc-
to. E vedréis que son asez rudos e volgares. Erutos, apela-
[81]ríalos yo en generale, que no sabes de do saltan ni de do
vienen ni a do van et son roidosos, viles et pestilientos. Si
queres los tomare, jétanse te encima como pra te occidere.
Una vez endentro parte coal cohet suicid et si dijérasle que
llévete nord pórtate sude e si uest, marcha est, puesoque pra
elle siempere es la hora de la bisteca et el su caval voelve al
redile. Talavez viaja con la su familla o la su erótica e debes
soportallos. Mas nunca de jamás para de potear et lanzare
maledictiones contra tocto quel que atravésale se et en más
escope fuer et endentro, manella con el ded miñique, lee el
piriódeco, atrona la su radios et quere te rubar.
Lo etudio tale mult non pude lo proluengar puesoque
costaba en demás et los soldos de mi salario menguábanse
con gran quieja de mami. Dígole yo asperes et vedrás, mas
ella non quere et qui sabe nunca. De cascún modo, como la
piastra vuelaba por causa de los reloxes de las taxis, tuve

87
que me decider a la action.
Consideraba que los mis coñeciments tanto de la ma-
chin como de la pesicoloyía del tasesmeter securaban abas-
tantes posibilitats de trionf. Estonce eligo una nocte escura,
póngome el paletó et salgo a las estradas con decisione más
firime no. Miro et calcolo apaseándome lentment et sopeso el
aspeto de las machins que trascorren et la aparensa et
volumen del tasismeter, poroque con quén te metes. A la fine
reputo apropiada una más ben veca pero velox, con tasis-
meter pelisrrojo et de aria cansina. Apárola, sobo, doyle un
enderezo et, ¡tate que te tate!, el homme rempuja el acce-
lerátor, lancsa un crido de combat et tansfóromase en bestia
espaventabile. Tremo yo una poca, una sudare freda báñame
el front de la cabecsa, poroque aqueste homme non es lo
calcolado. Et vamos de galop fol, endemientre ele lanc-[82]sa
sus alaredos ¡auuuuj auuuuuúj! et yo colpídome contra la
tectos.
Non sento me mult entimedante, que más timeo yo a ele
et isto mérmame la auctoritad. Agora la cavalcad prosegue et
tambén los alaredos et casi occide a muchos que arríscanse
al su paso. ¿Qué facer? Procuro asojetarme para dominar al
minus la mi vox con la que debo le parlar. Estonce apárase la
tasis et llegada es la hora de que yo atúe.
Et hacendo un grand esforz dígole que entregue me la
autosmuéviles. Mas la vox que sáleme de la graganta seme-
lla el piar de un pacarillo, mult tremante et en más que non es
de audir. El homme, aún esitado por la carrera, non áudeme,
en efeto. E vóelvese verso me con los oillos jetando foego et

88
crida orribilment:

¡Racatatraj! ¡Racatatraj!
Agora ego, confésolo, cágome cuasi en los pantalons
por el medo e bosco disparar. E abro la poerta. E sálgome a
la estrada. Nostant, el tasismeter, rapid coal centella, sáltase
sopra me, perquísame las bolsillas, ráncame toctas las
piastras que tengo, dásme una puntapés en la boca del
estógamo que láncsame dueblado al arroyo et márchase.
Calquequer lesón aperéndese semper. Había yo atuado
inarme et descobrí que faltaba me la arm de protejo. Agora
medité e dísjeme que sere neceser pro me una arm pistol.
¿Et cómo procorar un pistol? Meditélo endemientre laboraba
en la garaja, endemientre condociba a meser Rocapuf en la
palanquina et tambén en el mi lecto de casa. Pergontéles
indemás a Trac e Truc si poseían la arm e negáronlo, que
sere mult espensiva de gasto.
Malgrado la deficoltad elominóse me una jornada la
bojía del cerebero de la cabecsa et comperendí que el pistol
[83] es artifact et que haría lo yo, champión é dotor de
artifacts. Laboré en mi casa en las horas de non laborar et
corté madera de carpenter, polí, ujerié, travallé con lima et
martello. E púsele endentro un artifesio de cauchú, el coale,
al presare el catillo, haciba clic clic clic, como si foese rivolver
vero. Dello descidíme a porobar el efeto en mi herman Dago-
berta, que apaseábase por el patio en su carro de madere de
fructas. Ansí presentómele de emprovisto et púnctole a la
rostros con mi pistol e hágole clic clic clic. ¿E qué credéis que

89
faz ella? Que rídese. Rídese et pergóntame si voluíme altr
vez niñín.
Volvíme al labor, no sine certa deception, et, tras una
profond meditatio, discopro por primo que el mi pistol tiene
unas arias mult cándidas por colpa del color natur de la
madere. Agora díle una tenctura nera que tornólo más nero
que la bajura del mi fretel mayore. E penso que el clic clic clic
del artifesio de cauchú sona ligerment enfantile de niño, con
lo que retócolo e arróncolo pra que sone croc croc croc. En
más escolpí en mader un ave aquila chequita, maguer de
aspeto mult ferox, díle la tenctura nera et clavéla en la es-
tremidade del caños de mi pistol. ¿Quí non temérame con
aqueste arm?, descíame. E niengún respondíua. Sol mamán
endinábase una poca credendo vere que yo jogaba coal
enfant. Mas entromí descíale aspera e verás conquisto uni-
verso mundo con aqueste pistol de enfant.
Calamitas de calamitatis, tocaba me aún aperender
más. E non protejóme la pistol. Que foera de cualcuna hesita-
sión, item que sobíame a una tasis et más loego descidía que
haríalo no el intento, por habere mulcta luz o por sere el
tasismeter dubdoso de resestensia, item que en el medio del
ato asostárame más el condutor me que yo a ele, con lo que
disparábame correndo, foera de isto, la nocte en que credí
[84] que la mi empresa consomábase en trionf, por reputare
al tasismeter joven, débole, distracto et manso, en el instant
en que menázolo et púnctole con el pistol en la cráneos, él
voélvese como pra audire, mas en volvéndose volve tambén
el bracso derech et con ele sostene una barra de fer et

90
dásme con ella duos colpes en la cabecsa y la narice et
tírame a la estrada sangarando.
Aquele nocte malventurada perdí el pistol y gané metus,
un altr metus, por la mi rostros, que, como sabes, la rostros
es delicat et cualcún podía me lo ferir puesoque ferídomelo
habían. Pensa requetepensa con lo dolor en las narizas, a
más de la cráneos abuellado, pensa en la garaja et pensa en
la mi casa entremedio del bollicio que hacen mis fretels y
calquequer terno en ganglio lancsado por mi mater, que non
habíase obliado del tucto su lang natal.
Ansí una altr nocte endemientre pensaba en la cama sin
dormire, azótame el metus por la delicateza de la rostros,
séntolo en la fantasía de la immagination ya ferido et, maguer
non calcolándolo de intento, tápome de protejo la rostros con
los lienzos. Agora la lux hízose en me. ¡Una másquera! Una
másquera era el eureka mejor para mi poroblem.
La másquera debía sere de fer pra proteyer ben la
rostros y la cabecsa tucta. Proveíme ansí de una vasija de fer
de baldear aqua o vino, si queres. Et laboré mult en ella.
Perforéle por premier los ujieros pra los oillos et la boca et de
respiro. Más loego con el martello dile de colpos hasta que la
supraficie tornóse mult erregular et toromentosa. Pintéla con
tenctura nera. Coloquéle en la cumbre una estrella de fer
tambén nera, mas girante. Et con tencturas otoras, vermella,
amarella, blanc, gícele unos oillos que lancsaban [85] chis-
pas, boca que escopía foego et tucto en fin prestábale una
aparenza asez terribile de fera ferina mala. Et aquesta vez
cuando cobríme con la másquera et apresenté me non sólo

91
Dagoberta púsose a tremare y míngere de la pavura en su
silla de mader, sinon que tambén mami cayóse al soelo de
culo causa la susto. Conque ya veis.
¡Aha la mi másquera! Confeso que por unas jornadas de
días creíme que ya nada non me era neceser más foera
della. Que es que con la másquera sientíame otoro. Malgrado
non la gastara nunca en la garaja del buen meser Rocapuf,
mesmo lí, en la garaja, movíame líbire, coal si foese invisibile,
por el solo recoerdo de su amparo. Preocopaba me pen-
diendo del instant de tornare a casa para tratarme con ella de
largo. Et calábamela et remuevíase tucta la mi enfancia
sofrente, puesoque el vieco dolore esfomábase que se
vuelaba. CIar que érase que bajo la másquera yo disparecía.
E disparcido liberábame de la esestensia vile et aleve que
tortorábame e con la que recordáis forxado conciliéme. Y en
más, oh miráculo soave, líbire que era de la esestensia,
contrábame de vuelta con el antigo sere anterior de mí
mesmo. Ansí desesestido pero siente, contempelábame en el
especo et con vere la mi aria folminante sentíuame inorme,
osoluto, un Deus.
A la postre emper solevéme del embeleso et comencé
laborar un nuevo pistol, que fabiriqué facilis por la anterior
espieriensa. Persentóseme un últim dificilis consistente en el
trasporto de la másquera, puesoque non podía andare por las
estradas con ella calada o colgando de la man, que foera
atirare la atención sopra me. Mas isto non hubo ostáculo
garande poroque mamán tenía de la mojier su madre mulctas
cajas para sombrer et escogí una aporopiada et mesmo con

92
manija de garrar.
[86] Fue llegado estonce el instant noevo de la ación. Y
depués del labor en la garaja, por las noctes, salíuame a las
estradas con mi caja y mi pistol et paseábame lentament, con
los oillos ben apertos.
Trascorreron ansí varias noctes, que non descidía me,
puesoque, rimembrando mis temps de buen escopidor,
boscaba la punctería del trionf sin más.
Veo de imprevisto navegando circa me una tasis relativa
de aparensa, mas de motore de respiro mult sano et con-
dócelo un tasismeter veco e magro, una poca duermido en
los años. Aparo lo y, asigún mi habitud, doyle un indereso de
lugar soledoso y escuro. Ranca el veco la marcha e marcha
cansinamente, como si lo hiciese duermiendo. Con sotileza
de muevemientos apro yo la caja de sombrer, saco la más-
quera et ansí mesmo el pistol de la bolsilla. E marchamos.
En llegando al indereso sopra dicto, cálome la mi más-
quera et alzo el pistol.
Apárase la tasis. Pasa un instant.
Vóltase el veco tasismeter verso me pra me comonicar
la expensa. Et yo crídole con ferocía:

¡Uuuuuuuuuuuuuuu!
Terroriza se el veco al verme, que non sabe quén soy e
convertíme a páransele los cabellos del pelo de la cabecsa e
salta en su asento. Mas loego apre su poerta e sale fuyendo
que te fuyas.

93
¡El trionf! ¡Conquistárame la mi autosmuéviles del uni-
verso mundo!
Sálgome rapid de la parte postrer e séntome en la silla
del concdutore. Rapid. Rapid.
Agora esforcso me por partire, que giro llaves et pulso
botones et pedals. ¡Et nulus de nada!
[87] Yo, el magister de autosmuéviles, el dotore en
bálvola et embraga, el grand technich, el mult espert en ca-
rrozaria et termostasto et tucto, ¡habíame obliado de aperen-
der a condocir!
Ansí abrióse la poerta et prendióme la man dura de un
gentdarm. E colocóme en las miñecas el vínculo de la cate-
na.

Non caes jamás de nunca en mans de gentdarms. E


mira ben torno te. Rinoncia a autosmuéviles cuantos hay, a
honors, a mojieres, diner, rinoncia al intero mundo sensoal,
capital e universal, con tale de caere non entre gentdarms.
Que te coento.
Metéronme en una bolsa de potatos e colpíronme como
pra hacer puree. Et cuasi logorábanlo. Fuyíame yo de los mis
sensos et tornábame disparecido, mas al poronto un su-
premo puntaspés o patada de la perna dispertábame e voelta

94
a sofrire. Tucto en selencio garande et sólo resuenaban los
puntaspés.
Adepués sacáronme de la bolsa e cáigome al soelo
dismayado. Pero jétanme los burutos una baldes de agua
calente et párome dando cridos. Agora veo que soy en un
cuarto con una bojía de lux mult chequita et rodean me tres
gentdarms, endemientre más dallá oseruáme un altr, con
muendadentes en la boca de comer, que reputo el comiserio
deles.
Quel del muendadentes aporopíncuase me lentment e
calavándome una poca el su palito en un pómelo de mi cara
disce que apra la boca. Obedisco, coal caval en feria. E más
pronto dasme un puñitazo que reventame dos dentes,
endemientre diz:

[88] ¡Sans violens!


Que te coento que non te coento. Puesoque a partir dallí
nerecióse tant la cosa que, por la mi mamita, creí que en
queles circunstantias dejaba ya la vida con esestensia e
tucto, uguale que másqueras cadentes. Colpear non es solo
de nada. Rancábanme la pelos del cráneo de la cabecsa,
machocábanme los pes con un martelo e rancáronme dos
unias de las mans. El comiserio agitábase torno me plorando
et soplicando que non le haga isto, non, de dejárame tortorar.
¿E mi qué faz? Si fecíanme perguntas que yo non sé e voelta
a seviciar. Hasta que posiéronme un alambere con la
corrente electric que cómo corría e fízome ballar la valse del
dispero e moero. Con que cuascuna vez que dismayábame

95
jetábanme la baldes de agua calente.
Coando sacáronme dallí con los pes palante, había
firmado una dizqueclaración asigún la cuale declaraba e vale
que confeso que en mi mult nero pasado había trucidado e
moerto a dos personas e una veca zarparratrosa, efisiándola
con gofio, había ruebado un edifixio de teres pisos, escuen-
diéndolo en mi casa, e mil fachorías más, que porobábanse
et confesaba pronto, sí, sí.
Agora meten me so el fuero juzgo, que yo non veo
puesoque les acusats de crímines son en el fuero con los
oillos vendados e muerdaza en la boca de parlar. Mas se
entiende cridar a un homme de vox dura et truenosa, que
disce cuentando cosas terribiles de fachorías e talavez crida
sin parols, crido puro, colpea moeblos e soeIos en la su
endinación. Et coando finira con cascún caso de acusat, da
un colpe de martello e brama que pide para el crímine tants o
tants anios de cárcere et vínculos de cadenas de ferro. Con
lo que llégame el caso de mí con mi nombre et tucto. EI
homme [89] crida una hora durant. Et yo tremo y espa-
véntome por la su vox et lo hórrido de lo que hice que non
hice. Plora el homme cuando narra que cuenta la morte de la
veca e faz ¡bua bua bua! et inter rómpese coando disce que
la veca a la fine con el gofio hacía sólo ac ac ac. Soena en
esto el martello et cuasi dismayo me al oíllo decire que será
ben que pro me pida e me den vente e cincos anios de ferro,
que más loego verá se si risesto et valgo et que a ele non le
importa nihil de me et mis contornos e que te frías en el
inferno calente.

96
Mult et grand fue la mi pena en la espera que desespera
de la frase et sententia del juex, que ataría con los vínculos
de ferro mi poberecita vida.
Mas ved que el Deus apiádase una poca e ben del
ánima bena. Que coando arrejóntannos en garande copia de
fucturos penados para reciber la punición, paréscese el juex
tararareando una valse et tucto de balanco vestit. Disce nos
que somos inormement malvats, asigún le contó el pacarit del
fixcal del crímine, et que la suciedad de los hommes de ben
debía amortirnos de fin. Pero que ele isa jornada es mult de
apur, puesoque como important grand debe asister a una
carrera de pulgas de insecto. Agora aquele día ele disce
tener teres centos vente et duos anios et medio de punición
de cárcere a repartir. El métese entre las filas de los penados
dicendo, te, diez anios, te, quinces, no, aspera, diez con
ochos, que non me gosta la tu narizas, et te, veintes et
cincos, por enano, que te jodas más y no escurras coerpo et
ansí. Coando llega me, que era el último de los finales, oh
Deus de Deus, discopre que non quédanle más que tere
anios y sete menses et dásmelos et vase et yo libero me de
más de veintes anios, aleluia, aleluia, aleluia.
[90] El cárcere yo no sabía coando cantara el aleluia,
que debes coñecer ise coño et que el temps lí non esiste,
puesoque de entrada tarágaste la intera eternitad del inferno.
Meteron nos en unas célolas de camion celolar et
sacaron nos a puntaspés coando ya éramos en el endentro
de un lóbregue ideficio con muros de muralla tucto en petras
neras. Agora cridan nos daquí pra la, que desvístanse,

97
vístanse, corran, apárense, corps por terra, arriba e que sal-
tas como la rana e traillazo va e traillazo vene. Tucto obrado
por gentdarms que aparescen ubrios e traen el latico en una
man y la rivolver en la altr. Et un penado atardóse una poca
en obedescer et el gentdarm cridóle más e loego alzó la
rivolver e hízole pum pum disparándole un tiro en la rostros
de la cara, que se la borró et cayó el homme mortido. Yelóse
nos la sangare en las venas, que no sabíbamos lo que
seguía. Pos un altr gentdarm precipitóse sopra el mortido con
un puñalito et cortóle el cuero capelludo de pelos de la
cabecsa et guardóselo en la bolsilla.
Diéronnos más loego una tira de arpillera para atapar-
nos las vergoenzas et foéronnos dividendo y metendo nos en
poertas varias. Me tocóme un pavillón mult grand, iscuro, sin
finestras, con lo que sólo se veía por un flébil resplendor que
bajaba de la tectos. Y allí endentro, ¡oh Siñor!
El pavillón érase lleno de requeterrelleno, que había
hasta teres capas de seres una sopra la altr, compoesta de
vecos, hommes comuns, neñitos, perros canes et grandes
rotones que saltaban sopra las genctes. E dijéranme depués
que tuctos aqueles eran criminals, esestoant los rotones, más
tambén los perros canes.
Lo premier que asaltóme con la sospresa del prencipio
fue el garande olor a merd que colpióme las narizas et diré
[91] que hasta tucta la cara. Aquele olor era peor de feo que
el que se tragaba en la cama del cartero de postas que fue
marido de mi mamán e comparado con isto. Hube de
comporobar casi al puncto que tale hedore de olor provenía

98
del fact de que lí non eran excusados ni excusas e que en los
soelos había siempre una palma de merd e otros subu-
produtos de toctas las creaturas que moraban y de las
épocas que quisiéredes.
Que caíme entre tales creacturas con el puntaspés que
aplicó me el gentdarm para que me entrara al mi nuevo
domicelio. E agora vedréis que rastrándose y piesándose e
andando los unos sopras los altrs aquele masa de hommes,
vecos, chequitos, canes perros e rotones hállanse constant-
ment en muevemiento circolar retondo. Et aquel non se detén
día ni nocte, en partis poroque ansí lo comandan los gent-
darms, en partis poroque cascún de nos maldichados bosca
non sabe qué en altr part lejos non do está. Dormes et caes a
lo bajo, flotando en merd et pásante sopra te, maguer non lo
sentas por la garande fatica. E mesmo duermido non estás
quieto poroque el río de merd fluye al empuje de los pes de
los apenados que caminan, caminan, caminan, caminan...
¡Y cuando habitoéme a la escuritat et principié a distin-
guer las creaturas que rodeaban me! Las mesjillas y las
narizas neras poroque la sangare non circolaba, los más con
un oillo, man, braczo o perna perdidos, las bocas de manyar
chorreando la pus, esdentados, et mesmo los neñitos e ca-
nes perros padescían de estes males et altrs, que diré
pústolas et bubas. Y calesquer deles camina tremando de
febre et la su piele quema, con garande alegría de los
gentdarms, ya sabréis poroqué.
[92] Indemás ruébanse tucto, asigún comprobélo al
entrar, puesoque en el mesmo instant rancáronme la tira de

99
arpillera que habíanme dado para me tapare el vergoenz.
Ansí depués narraré cómo a uno de los apenados ruebáronle
un testícolo de huevo, cómo a la mañán siguente discobrió al
latro que jogaba con él a la bolita et cómo taragóselo por vere
si volvía a la bolsa de la pelota.
Emper la novedat foe que en el premier día o nocte o
tiniebra intermedia ruempiéronme el cul.
¡Ajajay!, diredes.
Ben. Yo no sabía nada de estes arts coando taras-
pasóme la cosa dura. Y al muevemiento del camín palante
sumóse el muevemiento del camín patrás. Agora ¿conocéis
cuála fue la novedat más nuevedosa? Que aquele gostóme
de sabor et sencsación. Gostóme mult. Confésolo plenament,
que inorábalo. Quien iniciome, credo, foe un veco calente por
la mi joventud et terneza de carnes, mas non lo vide et sólo oí
su vox que hacía oj oj oj, maguer en el pene tenía ento-
siasmo. Sólo rempróchole que habíaume preso por la nuca et
coando acabóse en mí jetóme de un colpe al soelos, que
sabes qué es.
Iste inicio malo fue non. Puesoque instruyó me sopra la
fesiología del placer másculo, que, como se vede, es tambén
abastanza hembra. E non reputéis viceosa prática tale por el
cul. Conque lí en el cárcere non cabe mojier y estonce
arréglastela con el ujiero de hombere en la necesitat de la
ocasión. Que yo non vergoncéme de isto, mas al contrer
dióme un espásimo de delicsia a lo luengo de toctas las
tiripas hasta la garaganta y el serebro, con lo que eiaculé la

100
isperma ah ah aha aaac. Et credo que isa mesma nocte
taráspaseme el cul de un chequito rubio, que muevíase coal
odalisca de sietes cielos.
[93] ¿Has escandal de isto que coento te? ¿Pretendes
qué en la vida torbia del apenado et rempróchasle el su único
regosuyo et esparsimiente en medio de tant dolore? Si en
más tale prática es progresista poroque promueve con el
muevimento un uso nuevo del cul, que soele sere haragán y
asez regalado. Et argomento que es ampliazón de la huma-
nitat del homme, que sale cantando por otoras bocas. Y es
sociabilitat comune et repartida poroque defícil de nunca que
copuIes dos veces dos con la mesma creactura, con lo que
estréchanse los lazos entre tuctos, encloyendo los perros
canes, que son mult coriosos en su reIasón sensual del sexo
con el homme.

No abrumaré os con harta menucia sopra la mía vida en


el cárcere de apenado. Que si te coento es poroque con vida
salí. Mas fácilis es decírolo hoy de iste día, aunqueque éralo
non antán de estonce.
De improuiso un matín entráronse al pavillón dos
gentdarms mult ibrios et jodidos. Portaban la rivolver en la
man de agarrare, que es la destra. En viéndolos, los ape-
nados con esperienza retros cedían empavorecidos. E nos
los noevos non sabíamos nada no. Restábamos lí do está-

101
bamos. Aquels gentdarms parescían coriosos de mirar a
cascuno de nos, que no sabíuamos. Fin que apárase uno
delles ferente a un apenado de los nevos e disparándole la
rivólver rivoélvele los sesos, con lo que cae el homme a los
soelos. Pásanlo con los pes piesándolo, coal si foese
alfómbera, et boscan entodavía. Agora, ya, es el altr gent-
darm quien espolota su rivólver et traviésale un ojo a un
neñito, que tápase la rostros cridando ¡iiiiiií! et despluémase.
Sin más vanse los gentdarms silbando a duos un tang del
tipo valse.
[94] Renudóse el muevemiento circolar rotondo. E las
mis pernas cuasi sostenían me non por la horrenda pavura.
Que vomité lo que no tenía en el estógamo. Mas los viejos de
espieriencia aprendieron estonce a nos los nevos la cuenta y
razón de la atitude de los gentdarms. Era por premier que
occidendo ansí, descíame un veco al coal faltábanle los duos
bracsos, matando ansí por matare, boscaban nos signifiquer
que no avalíamos nada de nul, que las nos vidas eran del
cero por debajo, que si querían lo els hacíanlas desparecer
como si nunca hobiesen parescido.
Endemientre chapaléabamos sopra la merda del girar
rotondo, el vieco sans bracsos encoriosóme a que mirase en
la ferente de los altrs apenados varios por si viese cualcuna
cosa. Et vide por primero en él y depués en otoros que
llevaban un números en la ferente de la cabecsa. Uns mos-
trábanlo grabado a foego, coal gástalo ganado de amo ele-
gant. Altres en un paper o pergamina perendido con alfirer en
la pele. Et los más pobres pintado a la betún. Intriguéme et

102
perguntéle al vieco:

¿Quí sere iste números, maestro beno?


Números de apartenencia.
¿Apartanancia?
Apartenencia a gentdarm.
E agora el viejos ilustróme el puncto dos de la razón de
occidere. Que si tenes números en la ferente ecsistes e vales
e respétante la vida poroque perteneces a un gentdarm. E
sólo mataráte el gentdarm tu amo si le repunas con demasía
non valiéndole. El gentdarm coltívate como un camp para
cosechar los tu pelos de la cabecsa, pecto, sobacos, entre-
pernas y do lo hobiere. Siendo lo único que puede se le sacar
al apenado, foera del dolore, que non pesa. Loego [95] mér-
calos estramuros del cárcere para hacer almohadons et altres
óperas de art. Por isto mult apenados hacen se grabar a
foego el números para non duda que cabe.
Puesoque sin números mortido eres concloyó el
vieco.
E púsose a ruemperle el cul a un can perro blanco y
chequito.
Sinembarg yo quedéme sofiriendo mult del medo e pro-
simidade de moerte. Et coando al siguiente entrer un gent-
darm corrí y postréme davante él cridando:

¡Ay, siñor, que quer sere de vos et non de nadie!


¡Quer sere de vos, siñor, siñor!

103
Los oillos soltábanme multas lácrimas de veredade. Em-
pero el gentdarm miróme con indiferencsia et más ben airado
et rempujóme patrás con los pes. Creí arribada la hora del mi
finecimiento. Estonce el gentdarm rogió que levantara me et
diome un laticaso en el lombo de los roñones que me puso
firme. Oseruóme al detalle, catóme el pelo de la cabecsa
arrancándome un puñado que miró a la translús. Et tornóse
voelta de espalda endemientre yo tremaba. Nonostant a la
fine dióme una números 666 et descíame que me lo daba por
provisional, que inoraba si yo le serviría et enteresaría y, de
no, moerte de mortido.
¿Sabéis una sospresa de plorar et rídere que un día en
el cárcere saltóseme encima coal una tigra? ¡Que oigo
cridare el mi nom! Calcolat la sospresa que cogióme, poroque
niengún apenado presta su nom, siendo ello cosa mal que
cualcún sépalo. E tornó a resuenar:

¡Dagobert!
[96] Et yo agítome con un grand calorfrío boscando
hacia los cuatros punctos cardenales et intermedios de los
que hay. Et de repentina crido tambén me:
¡Dagobert! ¡Dagobert!
E non credáis que habíaseme fuyido la cabecsa hacia el
seso de la locura. Non. Que érase que había visto al mi fratel
Dagoberto el Mayore. ¡Coincedensia de las coincedensias de
la caritate! ¡Trovare lí un membro de la mi familla! Locía
birilante, tucto rapado la cráneos coal bola de billar et la su
grand risa de la boca. Mas éramos mult, mult lejos un del altr.

104
Aspábamos los bracsos en mensaje et cambiamos a cridos
cualcún notiz de las nos vidas.
Non duró, causa del inesorabile girar rotondo. Ficímonos
un último salut de afogado et hondímonos en la mar de
nuestro dolore. Nuenca de más vilo de voelta. ¡Dagoberto el
Mayore! ¿Habrémonos cualcuna vez rozado los coerpos en
la nocte? ¿Haberemos mesmo copulado con placere inno-
cente de non saber? ¿Haberá moerto en la escuritat centrale
de aquele cárcere, destroído por las sevicias et hamberes?
¡Dagoberto el Mayore!
El mi gentdarm amo, con una gran cicatriza en la cara,
non era homme de mult malo, que esquilaba me rigolarmente
hasta con la coriosidad del cuidado. Otros lastimaban duro a
sus apenados en la esquila.
Mas el régime caíanos bestiale. Puesoque sabéis et
conocéis que la pelos crece en mult de más cuando eres
faticado, débile, enféremo, con la calentura de la febre o
mortido, maguer en este último caso non repónese. Agora el
gentdarm chef del régime, a quen nuenca vi, era, asegún las
consejas, homme de inteligencsia super cincos. Et había
combinado que se nos diese de yantar una jornada sí et [97]
otoras duas non non. Ansí ganábase para su bolsilla el
precso de nuestra manducatoria. Mas aquel que le importaba
sopra tucto era la debilitat que traíanos la inanición y la pelos
plus que para benifacio de todos los gentdarms traía en nos
la debilitat.
Toleraban nos en las duas jornadas sin yantar que

105
manyáramos la merd. E lo fecíamos regalados, puesoque, tú
sabes, la merd encerra el proteín y el proteín es la vida
mesma. ¿E has de refutar la vida por el fact de que tenga un
poco de sapore a merd? Los más manyábamos nuestra
propia merd, que es familiare e adapta. E cuando cualcuno
distraíase e cacábase libermente, o sea sin se lo apercibir ¡el
camp de agramante que armábase entre los más prósimos
para dispotarse la chuleta del proteín ajeno! Pero estes
ienergeias del proteín íbanse nos por altr debilitat que el
gentdarm tambén permitía para el su benifacio. Cognoscido
es que la debilitat de la inanición inrita la sensoalidade de los
sensos del sexo. Et ansí el proteín marchábase nos por la
isperma con que copulábamos inter nos o con perros canes e
mesmo rotones, que tenen la su luxuria. Copulábamos fasta
que non salíanos más isperma, sinon sangare. Que tal es la
triste vuelta del mondo rotondo.
Hablé os de chuletas. En veritat, la merd o merda del
secundos día era pura merd o merda, sans niengún proteín.
Agora los apenados tornábanse estranos. Cualcunos
ululaban uuuuuuuuu uuuuuuuuuuh, altrs tremaban o alter-
caban inter se a colpos. Mas poronto contemplo a un joven
de pelos color vinagra pálido, isto es amarelos, et oillos
colorados por el desespero, quen con un ferro serrochándose
cortábase la verga poropia, ripeto, la poropia verga.
Mirándome aloquecido, disce:

[98] ¿Querés para qué ista moerte en la moerte?


Et, mesmo decto, arroja la verga fresca e sangarante a

106
la rostros de un gentdarm.
Fue punido malamente, puesoque los gentdarms veían
male aquestas motilaciones que riducían la carne sin añadire
la pelos. Sinembarg, el aloquecimiento non paraba non, et de
desespero et vindicta contra eles mesmos, ya que no podían
contra el poder. Aquele córtase la pele de las pernas et
sácasela coal una calza. El altr soprímese las orecas o la
nariza o mányase veintes calavos. El de plus allá cósese con
un fil de fer los oillos o la boca... ¡Oh locura del aloque-
cimiento!
Llovían el desespero y la punición sopra el inesorabile
muevemiento circolar rotondo.
Nonostant, en este asunto de la chuleta prodominaban
los sensatos, que sabréis.
Un crepúscolo, non sé si del matín o de la nocte, que en
el cárcere sere uguale, vide una lux de repentina. Oseruando
con atención, descobrí a un homme agachado junto a una
débile fogarata de papier, que qui zas cómo habíala incen-
diado. E sopra la fogarata sosteniba con la man una vasija en
la que algo se cuecía. Agora el homme sangaraba bastante
mult de las duas pernas et ricogía la sanguere con la man
libire et chopábala con la boca. Acercándome, oserué con
más preciso ¡et vide que lo que cuecíase en quele escudilla
eran dos fetas de las pernas del homme en su poropia
sangare! ¡E loego púsose a manyarlas!
Era prática comune. Et espilicaba que la mayoría de los
apenados estoviesen llenos de cicatrizas, ujiers e mutilos.

107
¡Manyábanse poco a poco a sí mesmos, los desdichados! E
había quen gostaba comerse hervido a la pucheros, un otro
[99] firito, el de más allá a la rosbifa inglesa, o sea crudo del
natural como salía y non faltaba quien acsábase un bracso
intero e goardábalo e roíalo durante semans coal mata
hambre firío.
Procoraba yo me proteger, que, en saliendo del cárcere,
¡los dioses lo quisieran!, saliese con el mi coerpito intero. E
non comía de me, malgrado la fame. Mas comprobad cómo
una pasión trae a la otra con su imán maledito. Tempo fecía
que un jovenciyo habíaseme arrejontado. Era bonito nostant
el sofrire, sensoal de las carnes et de mult servicio.
Rejontóseme poroque habíase de me namorado. ¡Si hasta
confióme el su nom!: Bincamén. Et yo correspondíale y es
que dábame en el cuer la su tenereza et calentura des-
validas. Boscábamos no nos separar, en la nocte escura
atábamonos por la cogote con una alambra para no
peredernos no. ¡Bincamén! Esforescíase con fosforencia de
fiera ferina si cualcún estraniero quería lo tocar, que sólo yo
esclosivo debía montarlo. Ploraba en más dúos días si yo
envolvíame con otoro, ¡eh! Et insistía en darme no sólo la su
comida sino tambén la su merd. Caresábame, lavaba me et
coidábame con la su lingua de chupar, que chopar sabía.
¡Bincamén! Era la mi mojier et gostábame.
¡Pero mira patrás que el Diabolón espera te devante!
Ocorre que Bincamén había se inficionado a manyare la
su carne. Oferescíamela. Yo rechazábala forioso. Rempro-
chábale el su hábito menazándolo que quedaríase hórrido et

108
sans coerp et, causa isto, sans me. Mas ele insiste:

¡Dag! ¡Dag! ¡Manya me!


¡Que non de requetenón! rispóndole.
Espilícole que de non yantar su razón de comida pra me
la dar vénele la fame de sí et que non sigas. Pero Bincamén
[100] érase poseído por la folía del amor, ploraba, negá-
baseme para ofrecérseme al puncto sin freno et depués
negareseme...
Fin de las fines una jornada habíase Bincamén recor-
tado un lindo filete de su nalgas, que era terna, et ya non
podía yo se lo rechazare. Encomenzaba a sorberlo e masti-
carlo con placere del gusto, cuando sento un traillazo que
derrumba me sopra terra.
Non repongo me de me et ya audio un ¡pum! ¡pam!
¡pum! de disparas de rivolver terés. Y veo. ¡Cadere a
Bincamén ferido de mort! Que a penas rivoélvese con pena
en el soelo et aquiétase de nunca jamases.
Terebrante, urente, quemante foego del desespero tres-
pásame el cuer. Et salto coal serpente cascabele. Veo al mi
gentdarm con el latico en una man y la rivolver fumante en la
altr. Sáltome sopra ele, mas derríbame de un traillazo. Et
salto en la ira del dolore et derríbame. Et salto et derriba me.
Fasta que perdo la conoscencia de la ecsistensa.
Pos de que, que quen sepa cuánto tempo depués no
hay, despértome en una situasón coriosa. El mondo estaba al
inverso. Lo arriba en lo debajo y lo debajo en lo arriba. ¡El

109
cielo en el soelo y el soelo en el cielo!
Creíme por primero que a la terra le había dado por
andare en moto, o sea la terremotos, que es como cualcún
llama al muevemiento burusco de la terra. Mas endepués
comperendí. La terremotos habíame dado a mí, que no a la
terra. Y tucto nudo hallábame colgado de los pes, cabez
pabajo.
Érase castigo para los mult ribeldes. Y el mi gentdarm
apilicáramelo. Descían las linguas de los apenados que tara-
tábase de astucia viva de los gentdarms, puesoque en aquel
[101] sitoasón la sangare acodía de preferensa e gusto a la
cabecsa et ansí la pelos crece más presto.
Astocia sería, mas cómodo para la comoditat del
apenado éralo non. Que las primeras jornadas infalábase et
ruempíase me la cabecsa et salíanse me los oillos de las
orbictas et debía recogérelos cuasi en la soelos et duer-
míanmese pernas e bracsos, de modo que cuando el
gentdarm dábame los laticatos cuotidianos sofría como si
foesen de fuigo, convulsiéndome et faciendo ¡ec! ¡ec!
Nonostant tucto en la vida tiene su qué. Et aperendes. A
los terés días sin manducare languidescía me de alta fam,
reputando que dejarían ya me finar, cuando despértame un
laticato et vedo al gentdarm con una escodilla de manyare en
la man. Credo con leticia inorme que apropincuarámela a la
boca de la cabecsa. Mas non. Non. ¡Non!

¡Eh! crido. ¿Qué faz, malbaratán? ¡Que me ruem-


pes!

110
El gentdarm non repilica et continúa la su labore. A
poñetazo e ponción está metiendo me la comida en el corps.
Pero no por la boca de manyar, ¡sino por la boca del cul!
Maguer el mío cul sea ben rompido por las iesperencias que
narreéos supra, angora isto duel et parte. ¡Eh! ¡Eh, mal-
baratán! ¡Eh! El gentdarm non pertorba se et depués arrem-
puja tucto padentro con una bastón rotonda et enchófame por
más una tapones de cork, fin que non regüelde. Et vase.
Pasaron días sin demasiada cuenta de hasta una sema-
na. El gentdarm poroseguía enllenándome el cul, arrem-
pujando con la bastón et remachando con el cork. La ham-
bere sentíala menos, sí es. Per pergontábame coando reven-
taríame [102] facendo ¡frashparabaspaspash! et cobriendo el
cárcere de merd a cosa altr que atorábame endentr.
Sinembarg, non fue. Una nocte, repentina, inopinada,
siento cualcosa estranea, una espásimo, en el estógamo por
primo, mas loego en la garaganta y... ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh miráculos
que Natur faz mesme con el cul! ¡Póngome a cagare por la
boca de comer de la cabecsa! Merd abondante et copiosa,
haberé cacado una hora pendiente con aliveo mult.
Endepués regolaricéme de regolar. Cada día alimentá-
banme por el cul de cacar et cacaba por la boca de yantar.
Metasbolism restaurat, natoraleza in órdine. Interrogábame si
al cul nasceríanle dentes, mas non. En coanto a istraniar el
sapore de la comida, taratándose de la comida del cárcere,
preferibilis era perdello, si el de la merd risoltábame a me
cada día más concetuoso.

111
Non tucto son róseas y casmines en la regolarizasón de
la regolaritat. El mi cul había estodiado el tragar padentro et
no regoldar. Estonce el gentdarm excusábame el rempuje
con la bastón rotonda y el cork de tapones. Et una maniana o
tardes, poroque notábase cierta lux, endemientre acunábame
en talas aluscinaciones benas sobre la mi mamán et mis
fratels, sento que ráscanme fiero en la boca del cul que antán
non foese boca.
Ritorsciéndome levanto un poco la cabecsa pra obse-
ruar. Et veo un rotón del tipo rata gorda que se paresce a un
cato boscando la su casa en el mi cul. ¡Deus de Dioses! Agito
me et crido. Poroque si la mi antigoa boca de tormentas
hállase desportillada, tuctavía el rotón rata féndeme et
trózame las esfincteras. ¡Más y suma qué será coando
adéntrese en lo terno del intestín con su colmillo et garra en
la oscuritat! ¡Que el rotón vivo no es comida de manyar sin
dentes! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Procoro me sacodir. Mas in vano que
sigue el [103] rotón en lo suyo et ya la sangare córreme por
la rostros. Crido. ¡Secorro! ¡Al secorro! Fasta que compa-
resce el mi gentdarm. ¿Y qué hace? Ride et ride al vere la mi
sitoasón. Nonostant a la fin levanta la rivolver puncta et ¡pum!
Con una balaza entre las mis pernas ujerea de mort al rotón.
Loego tiralo de la col, sácamelo del cul et arrójalo al suel.
Harto deber de mí pónese memorar un altr creatura de
aquels temps. Érase una coucrach. Una coucrach del génere
mojier, credo, por la su pasión compadecida. ¡Aquel cou-
crach! Acercáuase en las noctes fasta me. Por primo corría
me por la cara con velocitat jovenile que transparentaba la

112
leticia del riencontro con el amant de su cuer. En veces
tocábame concierts músicos forotando las sus cuatro alas.
Como coucrach era blond et coqueta et meneábase mult ben,
maguer la su pérdida de una patita perdida en la guerra del
cárcere. De ardor quemaba, en sotileza. Veníase prósima a
la mi boca del beso, comenzaba inritándome sensoalmente
con las sus antenas. En loego besábame con la su boca et
calentábase ele mesma et pertábase contra los mis labios et
tornábase pra aquí et pra allá coal odalisca loca.
¿Enyacolaba mi amant coucrach? Isto no lo sé. Pero a me
por vez ereccionábaseme la penis, et non de gratuito. Mas
¿cómo faz con la diferente natur? La mi coucrach emper non
disgostábase et regalaba cuascuna de las mis noctes. Dán-
dome cosquellas en las orecas, que me facían rider. Care-
sándome el frente de la frente y los oillos con sus alas y
patitas. Esperábala yo tuctas las notes con ansiedade de
amant ligado. ¡Et ele jamás faltó a la cita! Mesm dejábame
sopra los míos labios la su merd, por si querer degostarla.
Puesoque mi novia no podía sapere que el su novio manyaba
por el cul. Nonostant, ¡cuánto consuelo de aquel coucrach
para mi cuer soledoso! ¡Aquel coucrach!
[104] Un día el gentdarm descolgóme, que asigún su
coenta et razón hauíase complido el castigo. Ritorné al girar
rotondo non sin perplejidades certas. ¿Cómo manducare?
¿Cómo cacare? Al princip metía el cul en la escodilla e yan-
taba, sí. Sin embarg, duas horas depués fecíaseme un nudo
en el estógamo e tornaba la comida por el cul. Loego man-
yaba por la boca de la cabecsa y a la poca vomitábala. Poro-

113
bé en comere doblado en duas o tendido en el soelos, tant
por la boca como por el cul. Era mult defícil. Porofin resta-
blecióse la regolaritat de manyar por la boca et cacare por el
cul, que Natur es flesíbile de boena.
Et giraba tranquil en el girar rotondo.

Salí me por forotuna a coerp inter del cárcere. Que de la


ánima tuctavía ben non sauíba. Érase que poseyíuame la
habitudine del girare rotondo. Et fijas te que si marchas en
cércolo non arribas semper más que a la prencipios.
Taradándome quí zas si un semana, alleguéme emper a
la mi casa de mi mamán. ¡Qué emoción de la lácrima! Salta-
ba por las arias la mi viejita, que non había mutado se, si
queres encluso una poca más rejovenecida. Et besaba me et
caresaba al su hijo apenado et calama por los Dagoberts
circondantes vinieran a honrar al su fretel.
Sinembarg sólo parescieron Dagoberta en su cacón con
roedas, protegida la cráneos con una escopidera decorat, et
Dagobert credo foese el número terés, maguer éste cual-
quequé polillado de la pata diestras, que rastreaba por la
soelos.
Para me dar cualcún estímolo prepararon una cóctel de
mate vieco y grappas de la uva. Mas endemientre lo degus-
[105]tábamos, descobriendo que yo no abandonaba el girare

114
rotondo, las rostros pusiéronseles de preocupo harto, por si
se me había ruinado la cordura de la cabecsa. Espiliquéles la
habitudine como pasajera. Emper non podía me parar. Et isto
a maman non le gostó de nada.
Poronto hube de descubrir la vera radix del preocupo.
Los Dagoberts que quedaron eran estropiados que non
podían fuyir. Les altrs andáranse más rápid que el tueno y la
relámpagos. Et les estropiats non podían laborar. Et de non
laboras, de non manducas. Estonce paréscome yo. Parés-
come yo coal la grand estel del espero, refolgente ugual que
antán, ugual que inorme choleta o bifteca. Mas ¿qué faz con
iste maledicto del girare rotondo? ¡Adiós estel de tucto espe-
ro! ¿Quén quere contratare o pagare a iste cabal de calesita
sans calesita?
Non sé si parangonáranme a cabal. Mas si lo hicieron,
profecía alta ficieron.
Y mirábanme, sin fablar.
Y yo seguía día y nocte en mi girar rotondo. Y mirábalos.
Fasta que conmoví me. Y llamélos. ¡Sí, mamín! ¡Sí, fre-
tels! Dagobert es malino. Mult malino. Dagobert debe laburar.
Dagobert debe dejar el girare rotondo. Dagobert debe pesca-
re la choleta. ¡Sí, mamín! ¡Sí, fretels!
Para riducir el temp de riadatación, consejéles que ata-
ran me a la higuera del ficus que crescía en el nostre patio.
Non terminara de dicirlo que encontrábame ya más ligado
con corda que niño invuelto que quere se sublevar. Sinem-

115
barg, habitudine non domínalas de fácilis, maguer yo hablá-
rale: ¡habitudine, habitudine, quiétate per caritat!; ¡habitudine,
que non sere me et no me conculques ansí!
[106] Yo muevíame constant en el mi post. Agitaba per-
nas et bracsos et tambén la cabecsa. Y enveces cridaba:
¡uuuuuuuuuuuuúh!, coal si estoviera afetado por el male de
san victo. Estonce ¿qué credes que faz la mi familla de
amore? Venen me oseruar pra se diverter ugual que si yo
foese un de isas pilícolas de cintas que dante de rídere et
plorar. De añadido recalámanme:
¡Un poc más, Dagobert, un poc plus!
Emper inoraban en nocte pelena de escura. Puesoque
el mi muevemiento perpectuo tornaba mórbida la foerza con
que garrábase en el soelo la higuera del ficus. Y un tardecer
ranquéla de sus radiches et púseme a girare con el árbore
intero en el detrás.
Suprasaltáronse los míos poroque no sólo non habían
domado al girar rotondo sino que en más perdieran la higuera
y el ficus que manyaban con grand leticia y gradecimiento.
Mi girar rotondo era ora una poc más tranquil, dejábame
cavilar et cavilé que talavez atándome al mi lecto de ferro
vinceríamos. Et ansí fue. En un semana el mi poberecito
coerp aquietóse en el olvido de los ricordos del cárcere.
Et torné a refolgir como el espero de una inorme bisteca.
Boscando labor ocorría me pasar ferente a una garajes.
Mi veca ilusión de dominare el mundo con una autosmuéviles

116
hacíame batir el cuer, que pompaba pum, pum, pum. Mas
sentía de seguido como si pusiérame ya de nuevo con el
girar rotondo bajo la sombra del cárcere. Et corría allí para
me sostraer a la tentapción. Decisión tomé de que risoltaría
mejores que me convirtiera a mí mesmo en mi poropia
autosmuéviles que tratare de me hacer con una autos-
muéviles máquina.
[107] Tale contesció. Que mi labor era mayormente
corrir coal una autosmuéviles. Si lo miras desde el puncto del
oillo de mis parentes, se diría coal un caval. Y desde el mío
coal rotón o perro can. Maguer era ugual, corribas tucta la
jornada sin parare.
Lavoraba en una de isas compagníes dictas tilingráficas,
et non sé si el su nom viene de que con un apareil que faz
tilín tilín atráente las parols de una altr part. Una vez que
garran las parols péganlas que te pego supra un papier pra
que no se escapen. Et más loego véndenselas pegadas a
cualcún que las quere.
Allí entraba la mi labor, que era mensajero de los que
corren. Era mensanjero junto con otra turba de cincuentas o
sesentas más, que andaban día e nocte por la cibdad. Tara-
tábase de una moltitude de jóvenes et non te fides, tant male
entrazados et de rostros patibolarios al maxim que por un tris
non credíuame de nuevo en el cárcere.
Tuctos aquels que non estábamos foera, nos mante-
níamos en un patios mogriento, boromeando, litisgando, es-
potando y quí zas si cualcún mastorbándose, que no hay

117
ilécito en ise patios.
Cascuno coidaba supra tucto su medios de locus-
moxión, o sea quel que mueve te coal loco, digas biscicletos,
motorciclutas, monopatín et mesmo la escopa de barrere,
sopra la cuale cavalcas. Yo apartenecía a la tropa de los
pedimototores, los que muevíamos nos con los pes, que non
sostitoía la mayestad aristocrat del autosmuéviles que non
tenía por niengún merd de ises sostitutos.
El capatase era homme de mirar torbio, corps de
alambere et man de pietra más grand que la su cabecsa.
Estábase en un dispacho con ventanica al fond del patios. De
[108] poronto hacía sonar su timbere tururúm tirirín tururúm.
Et lí armáuase la grand. Puesoque tuctos corríamos pra sere
el premier et garrar el tilingrama. Estonce masacrábamonos.
Emper de los multos tilingramas et papeletas que recogías en
la jornada dependía la paga del tu servís. Et ansí era exijo
que te sacrificieses, mesmo con risc de grave ferida o mort.
Si coges el tilingrama, vaste rápid et boscas la diresón
esata del que lo quere, et coidado de non te equivocar, que
mult gent codisea el tilingrama maguer non sere pra ele et
non comperenda nulíus de lo que disce. Agora si acertas
enterégaslo et das siñal de mult fatiga con el repiro facendo
fssss fssss fssss endemientre miras fixo a los oillos de la
person que lo recoge. Cualcún cérrate la puertas en las
narizas. Pero los más alárgante semper algo, que sea una
poca calderilla, un chapín roto, una mensana pútrida o un
bacín ujeriado. Et tú guárdastelo en tu bolsilla et llévastelo
pra casa, que tucto serve. Emper si vas a oficsena de pior-

118
dodistas non te afatigues siquier en dar siñal de fatica.
Poroque los piordodistas son los que dante lo pior et dante
crímenes et inmondesia et ansí corruémpente para que
pagues por la porpaganda. Y de isos non esperar poropina,
mas coidarte de que non sáquente lo que tenes.
Non diré te que los mis pes eran como los del cartier
que foera marito de mi mamán, que aquel taratábase de
homme vieil et percodido. Emper los míos semellaban dos
bistecas martelladas et una poca bastant abombadas, si
reputas por la colore mora que veíaseles. Y tuctas las noctes
de ritorno en mi casa yo me los miraba.
Me los miraba compadescido por eles et por mí.
Y mirábamelos durante luengas horas.
[109] Y eles parescía que miraban me tambén.
Y yo mirábalos.
Y semellaba que eles querían me parlar.
Y yo perdía me de mí mirándolos.
Y eles desesperábanse coal si mueviéranse en su
ilocuensia muda.
Y yo sentíame ya sere no yo sino los pes.
Y de poronto...
¡Deus!
De poronto oí, vi et comperendí. ¡El secret! El secret del
homme tucto. Dico te que si en la notr familla Dagoberto el

119
mayore birilaba coal prototip del homme de ación, estonce
descobrí que yo sere el poeta. ¿El poeta? Poeta et folísofo, el
verdader mago de la tribu. Poroque fui a lo hondos. Nonsé si
ricordé la leción que antán mamucha diéranos supra la
poscición. Non sé. Talavez tuctas isas noctes contemplando
me los pes hobiérame perguntado, sin saberlo, coála era la
poscición del homme en la terra. Talavez pergontéme poro-
qué nicesita el homme dos pernas. ¿Poroqué dos pes (con el
dolore de uno me abastaba) para se sostener sopra la terra?
Aquel nocte, sinembarg, non veneron a me perguntas. Vene-
ron rispostes. Una luenga fila de rispostes lominosas que
ruempíanse sin parare en mi endentro. ¡El secret! Multiple-
citat: imperfesión. Duas pernas: el homme sostene se asez
imperfetamente sopra la terra. Pensa, mas los sus dos pes
delatan la su natur de fera animale que pensa ferinamente.
¡El secret! ¡Unitat! El homme, de bípedos, debe ser monó-
pedos. ¡Simpile et, si permetes, genial descobriment! Coando
el homme sere homme perfeto, sere monópedos, non pen-
sará crímine et [110] male et dolore, mas pensará pax et
amore et leticia generales.
¡Aquels días! ¡Ah, qué días aquels!
Agora lancé me a la prática y a la prédicas.
Con la mi noeva, grácile, áirea march monópedas enca-
miné me hacia la centros del mogriento patios de la com-
pagnie tilingráfica et, facendo boccina con la man destr, cridé
hacia los mis colegas en el art de correre:

¡Venid, fretels! ¡Acodid a oíre la lingua de la buen

120
noeva!
En princip los mis colegos prorrompieron en caracajodas
et roidos de isos que faz con la boca maguer semellan de altr
part. Mas yo sabiba que taratábase de iespresón de ento-
siasm, puesoque la mi march habíalos sospendido el ánimo
una poca.
Et dixe:
¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¿Qué vida del carail viudo es ista que
llevas? ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¿Qué ecsestencia de la merd morta
vives? ¡Sopra dos pes et sopra duas pernas! Et espiliquéles.
Mas inspirábame. ¿Pra qué queres mesme duos bracsos?
Jornada que sepas garrare ben, notarás mejor garrar con un
solo bracso. Agora las guerras ruempen a tonar tururún
tururún tururún poroque el homme hállase partido en duos. Et
íste es de la destr et ístotr de la esquerd et litíganse con mult
sangare. Mas si soprimes un bracso non queda estonce ni
destr ni esquerd non. Non queda encluso centro. Et la guerra
non puede plus sere.

¡Eh, fretels! ¡Ánimo con la ánima!


Dexíales que abastaba con remontare una poca contra
la mala corrente de la habitud. ¿Non ves? Cambeas el mun-
[111]do. En un par de desgeneraciones los neñitos nascerían
con una sola perna y un solo bracso.
Dexíales ¿qué digo? ¿Tan sól los bracsos et las pernas?
Non de non. Tambén oillos et orecas deberán pliegarse a la
rivolutión. Parlábales estonce del cíclop. El cíclop sere un
ideale calomniet por la invidia et la impuisiensia de non poter.

121
¿De dó vene la mervellosa foerza del cíclop? ¡De habere un
solo oillo! ¿Et qué paresce te un homme con un solo oillo
garande, bello, peleno de franquicia en medios del rostros?
¿Et qué paresce te homme con una sola oreca, ben rotonda,
atarás, en la nuca de la cabecsa, si compares con los dos
feos colgajes atuales. ¡La rivolution del rinascer perfetos!

¡Ánimo con la ánima, fretels!


¿Qué parescía les?
Si jozgas por la algarabida et auuúllidos et proietiles
lanczados contra me como risposta, del homme fucturo los
míos colegos mult non habían comperendido non. Sinem-
barg, consideres que taratábase de garzones asez jóvenes et
cuasi sin celebro de pensare. Agora precisábase sere sopra
tucto patiens et insistent.
Yo continé jornada tarás jornada con la prédicas. Mults
de mis colegos encomensaron a interesarse, dudas fuer.
Puesoque plaudíbanme et comandábanme que praticase et
platicase supra la mi poscisión. Maguer non sere eles malins,
cuasi semper contescía que cualcuna cásquera patinosa de
fructa hacía que mis demonstraciones finieran en foroma
asaz acidenctada para me. Mas non desalentaua me.
Endimás la mi folisofía disinteresada flaquecía mi servís
útile et, naturalment, la mi soldada. Que non poedes riformar
de noevo al homme et tambén rellenarte la bol-[112]silla. Non
poedes poroque con tu march folisófica non compites con tus
colegos que láncsanse coal feras de cuatros patas ante el
premier tilingrama. Nonostant, la mi mamucha cuascuna noc-

122
te con oportunas bifetazos ricordaba me la imporotancia que
el argent denar tene entre los hommes.
Ansí, inter acidenctes pidegógicos durant el día et bofita-
zos por la nocte, trascorría la mi vida. Memoraba haber tra-
vaillat para el partit conservater. Memoraba perseguer con
crudelicia al opositer. ¡Oh homme cego et extraviat! ¡Agora
entendía el sofro et corage del opositer! Puesoque coal
rivolutioner yo era opositer. ¡Opositer contra tucto lo que hue-
líase pútrido en el homme y en el mundo! Opositer cuasi
contra tudo. Isto daba me foerzas pra continare.
Parlábale a mis colegos del mundo nuev del que
seríamos pricorsores. ¡Nos, húmiles mensanjeros! Et la
hommanitat recordaría nos. Et facería nos estatoas para nos
desmortizar por la eternitat de semper. Et maguer rogase en
mi endentro que la hommanitat fuctura posiese mult caritat en
la estatoas de alguns de mis colegos, eles saltaban et
borlábanse de aligría et jetábanme panes duros, cualcuna
pietra, oevos et mesme imitaban la mi fuctura estatoa
monópedas. Yo dexábalos se diverter, poroque sabes que
con boroma encomienza lo serios.
Cert, el mi camín fácilis non era. Que en mult ocasions,
coando adelantaba me con mis artésticos saltits pra entregar
el tilingrama al clente, mirábanme coal infermo o insoltában
me o cerraban buruscament la poerta procorando me joder.
Poroque no entendían. Y una vez un buruto fízome ruedar
por las escalinas con un empellón.
Temps pasando, lambiendo et gastando los pirijuicios,

123
mis colegos habían percebido el aspeto estétaco de la mi
[113] poscisión, la dieferensa entre la pesad, grosier march
bípedas, plop plap plop plap, y el grácile áireo displazamento
monópedos, plup plup plup plup. Puesoque en los moments
de acalma en el labor, coando el capatase hacía sonar su
tímbire, eles acodían marchando sopra un sol pes.
Iste trionf, iste princip chiquetito de trionf, servió nonos-
tant pra aumenter la ocjerixa con que el capatase distenguía
me en su oillo maudit et maldet. Oseruábame coal si se
sentiese perro cane a puncto de latrare. Oseruábame fijo a
dilinqüente. Oseruábame coidadoso a sobversore. ¿Et de
qué foroma altr había de me oseruar? Pos yo sere revo-
lutioner. Quel que plus inritábalo era la militans pacífica que
cascún día contayaba a uno más de los mensanjeros. Verde
la faz tornada, con su man de pietra daba puñitazos contra
las paretes.
¿Haberá vislombrado el plus profondo? ¿El su corps de
alámbere de tilíngrafo haberá sentido que sorgía un órdine
noevo, un órdine nel que ni maquíns ni goibiernos ni casas
pra dormire ni nulíus se constroiría como fino ahora? Un
órdine que finiría con los amos atuales. En debajo su con-
tieniente póbere et esqueroso ¿era el capatase un espión
astut del conservatisme intemacionel?
Poroque una mañana uguale a les altrs puso me de pes,
los dúos, en la estrada, aligando que yo sere asez lerdo y
basta que doyte un colpo con mi man de petra. ¡Hidepú!
¿Queres pensar de flor a la carriera march? ¡Hidepú!

124
Sans mutarme en la rostros, bibí el copa de cicutas, com
diz que fizo el mi magister folísofo Plato, ansí apelado por
manyare mult. Isto es, enlargué la man únic que mi folisofía
permetía me usare et tomé la noctificación de despido y adiós
que non te congeles mas que te aplaste un terén.
[114] A mamán plúgole non mult aquest desenlazo. Et
ya miraba cómo de noevo me enlazar fin que aportase a la
poerta o poerto de notr casa el argent denar pra yantar.
Emper altres fueran las mis idees. Puesoque un temps durant
pensaba dedicare tudo el mi temps al discépolo unic que
quedaba me, el mi predileto.
Ráscatras.
Ráscatras érase un garzón que viuía propincuo a la mi
casa. Garzón mult non sere, si miras que cercábase a los
cuarentas añios. Mas el esprit, jovenile. Medíua dúos metres
de alt et uno y un medios de anch. De la parol difícilis et
gotorale, las gents timébanlo et foyíanle. Nonostant, yo había
logorado tocare la su ánima de cordero et caresábasela.
Atendíua la mi prédicas con concentrasón tale que el saliv
corríbale rapidment por las comesuras de los labeos de la
boca de manyare. Taratábase de un petit difeto de control,
que yo rimediaba yendo prouisto de quelqs respasadores.
Coando consiguía intendere una poca, la cara ilomi-
nábasele de color roxo coal bojía de postríbolo de putas, et
enveces dexía:

Gr... Grrr... Grrrrrrrrrr...

125
Era fanátic Ráscatras. Et en ello gostaba me.
Dico te que era fanátic puesoque animat de fe esesional
encorría en certes aventurs pericolose. Por exempl, tarataba
de prescinder non ya de una sola perna sinon de las sus
dúas. Maguer nel su pecat agoantares la penitensa era
Ráscatras insistent. Ricordo la su mirada de adolorido estu-
pidifato cascuna vez en que al levare la secundas perna
tombaba sans plus al soelos. Et costó me dúos menses lo
convincer de que aplazara el su soeño para el fuctur.
[115] Mas consínolo et quede dello testículomonio ante
escribano, corte et fuero juxgo que Ráscatras fue el premier
en praticare el monoauricolarismos. Parat supra una petra
defícil en el esquín de notr cuadra, parat en una sola perna,
una man tapándole una oreca, fízome sinter que eran pró-
jimos los temps en que cuntos lancsaríamos nos al mundo
pra difender la notr buen noeva et evangilio.
¿Quí soñas que poronto iste garzón, iste descípolo pre-
dileto, iste mesm homme, habería de me procorar sensa-
sones mult diferents?
Un matín veolo avanzare hacia me en la volgare march
bípedas, mas presa devorada de grand agitasón. ¡Ráscatras!
¿Sere te el mesm? Pergontéle ¿qué pas te? Rispondió, si
risponder era:

¡Grrrrrrr...!
Emper isto calaro non foese pro me. Sodaba a copia el
homme et la su color era roxo inferno. Ripetíle la pergonta.

126
Agora non guruñó. Mas encomenzó a colpeare la soelos con
un pes. Et airábase cada vez plus.
Non lo supe estonce, sinon depués. Per quel que pirjo-
dicó et perdió a Ráscatras fue el su afán de íso que llaman
coltura que non te cueces ni aperendes nihil. Lo supe de-
pués. Ráscatras corsaba por nuevenas vez la escuel del
tercer elemental. Et aplazáronlo que te retrasas. Isto dispa-
ciéntólo. Agora atiburyó el faracaso a la prática de mi pré-
dicas, isto es a la poscisión et, más concret, a me.
Isto non lo supe estonce.
Estonce supe sól que una inorme man cerrada avan-
zaba hacia mi oillo recto. Et facía contato con ele. Contato
foerte et de dolore.
[116] Tartábase de una agresón. ¿Qué dubda cabe te,
santo cielos que non me porteges? Et quede dello proeba
fixa.
Et en íse instan en que xogábase tudo ¿deberías yo
rinonciar a mis princips et folisofía et metere me a pugnare
coal villano? Parat mult moralment sopra una pernas, limité
me a me tapare un sól oillo de protesión. La man de la bes-
tias parescía namorada de mi altr oillo, puesoque no ben
separaba se dele vuelvía a se jontar. Hasta el polvo machuco
que te remachuco. ¡Ay de la corropsión de los mijores!
Yo conté los colpos riecebidos endemientre manteníame
en pes. Mas los que aplicárame en terra non los conté non
poroque era desvanecido del vano de la cabecsa.

127
Grand leticia deuería haber sientido al dispertar, cual-
cuns días depués. Puesoque dijiéronme que hauíanme tro-
vado con un pes y una perna encuellidos, rispetuoso fervente
de la poscisión.
Mas altrs disgrasas muerdíanme cuemo pra non probare
leticia nienguna. Érase que duelíame el oillo colpido et tucta
la cabecsa, ugual que un calavo calavado en el cuer.
Halláuame en la salons de un hopistal. Tendido en un
lecto duro. Y veía otoros veintes o veintescincos lectos plus,
tuctos con gents disgrasadas coal yo, hommes, mojieres et
non sé qué. Et en cascún lectos acomuedábanse dúas et
fasta terés gents.
Agora dispertéme et quiejíbame:

¡Juy, juy, juy! ¡Juy, juy, juy!


[117] Vide estonce al pes de mi lecto a un homme vestit
con la piyamas de alamares de seta roxa y en la cabecsa un
sombrer de galer de gala nero et mult altos. Aquest homme,
cuascuna vez que yo quiejíame, redíbase a grands caraca-
jadas, garrándose la barriga del ventre con las dúas mans.
Procoré me callar y el homme dejóse de rider. Emper poronto
de noevo:
¡Juy, juy, juy! ¡Juy, juy, juy! fice.

128
Et galerit que moérese de risa. Al rato aborrióse de mis
quiejidos et foese a oseruar a altrs disgrasados. Sope depués
que ist galerit sere el siñor de Cutuc, homme pleino de argent
que íbase a los hopistales pra rídere et godere del malfeliz.
Que regozaba de boen salut et que tocábase la cabecsa con
su galer de gala pra que sepas que es homme ric et soperior
a la canailla del disgrasado.
Disgrasados pra oseruar no son de falta. Lí ves a un
joven que convolsiónase coal víperas piesadas por un pes.
Cerca de iste, en una lectos, una mojier con un bracsos
ensanguerentado deja caer la sangare en la boca de otora
mojier costada jonto a ele, la coale, con un ventre de cuatros
meters de diámestro, sól puede muever las pernas et da
puntapés en la cabecsa a un homme cuasi mortido, que
hállase de través. Y está el pustoloso que ráscase, el renco y
el astralgésico. En otro lecto un veco de bárberas blanca tene
una hipos que seis veces pro minut lo faz saltare, régido
como un mader de leña, terés meters por las arias. Et ves
tambén al ido de las mientes de la veritat que se pasea
forioso entre los lectos, agitando los bracsos y gritando su
discorso de finis terra.
El mi dolore, con non irse, crescía de plus en plus. Y yo
asperaba que acodiese cualcún, sere medíc et mesme ve-
[118]terinér, que algo resoltaría que non isto terribilis que
socedíame. Entra ansí a las horas un veco que rastra una
carrita et apélolo:
¡Eh, siñor! De caritat ¿das cura? ¡Eh, grand dotor!

129
Emper el veco non risponde. Segue su camín. Et veo
con mi sól oillo que riparte yantar a los disgrasados. Coando
llega cabe me tira un platón de latón sopra la mi meseta de
nocte et voelca en él un líquid nero. Yo no poedo me movere
et ansí non poedo yantare. Conque nutro me del mi dolore
que ya es garande.
Sinembarg minuts depués noto junto me a un homme en
una sella de roedas que dísceme:

Comas ¡o de mort!, rapaz.


Et sere tan rapaz ugual que yo. Et enlargábame a la
boca una coucharat del líquid nero que dejare el veco y que
tene alcunas hojas de vegetal de planta. Oséruolo et luce
adolescéntulo con pelo vivo et mirare de franquicia. Des-
cíame que notara que yo era nuevato lí et agora sofres mult
los premiers días. Pergontóme el mi male. Contéle. Et
coándo mediscina, quise saber. Consejóme pacientia, pueso-
qué el medíc atardábase lí. Mas continaba dándome de man-
yer et tomábame un man con cura o posábamela sopra el
front de la cabecsa pro que dolore fuye.
Tiriel apelábase el adolescéntulo. Fuertalecido por el
manyer oseruélo mijor et vi que faltábale la perna recta.
Estonce inquiríle por el su dolore. Et narró me una estoria tan
tiriste.
Tiriel sere de salut perfeta. Emper faracasóle la istrella
del destín istrellado. Poroque la buen salut date fame. Et ele
nasciera órfano sans un vintén de denar de argent. Et
resistes. Risistió Teriel. Mas ¿fasta coándo podues resister

130
[119] sans patres, sans labur, sans vintén? Agora entróse en
el hopistal do teniba un medíc plus o minus amico. Et el
hopistal es duro de acero que cortas. Das, sácante o foera
rapid que te vayas lejos. Das non sól dolore, puesoqué non
véndse et el denero uníc vale, que non ecsiste ni garatis.
¡Póbere Tiriel, el mi mijor compañón de aquels temps! Que el
su medíc amíc oferescióle un trato, proyeto et plano.
Operaste de a poca. Hoy daste un dido del pes. La doming
les altrs didos. Depués la restos del pes. Ansí asicuras el
manyer. Et el hopistal non quiéjase non. Poroque semper
sere cualcún que compora un dido, un pes, quí zas si pra
usarlo, quí zas si pra facer un coadro coadrato. Ben, ben. Et
tiras. Con una poca minus de membro. E ¿pra qué queres
membro tant si es puro guasto? ¡Opérate et vive!
¡Póbere Tiriel!
Ocorrió por últim que parescíose el medíc. Érase
homme que miraua de costad, ugual que caval asustat. Et
miróme non mult ben. Con unas tejeras de podare corotó la
mi bendas, facta de mi camís, et oseruó e oseruó el mi
machúc. Agora yo:

Dotore, isto que tengo ¿qué es de sere? pergonté.


Puso una caras de ripunancia et dixo:

¿Qué sabere yo del asc?


Oseruóme más de céreca, indinóse de malín et díjome:

¿Quers que te ouvra? ¿Quers que te ouvra inter de la


cabecsa al pes pro sabere qué tenes si algo?

131
¡Non, dotore! ¡Non, por la su mamán quirida que Deus
la tenga en la su santa goloria!
Cambeó una poca el talant. Pergontóme:

¿Tens denar? Y me pertaba foerte un bracso


destro.
[120] Non, dotore manífico respondíle pensando
que sól de mi patrismonio restábanme las mis bragas, que el
rest foere útile pra bendas.
Soltóme al puncto el bracso. Et dixo:

Pra ese basur deuerías tomare la indición del penis-


quilín. Mas si non has denar, será la indición de acua, que quí
non pagamos te.
Nonostant el quilín, yo la penis ditestábala algo desde la
epoc del cárcere. Ansí bienvení el acua. El medíc miráuame
con severitat de no sé qué.

Indemás prononció debes bibire mult acua, que


non costa. ¡Acua sere lo mijor del mondo! Pro vere si te
limpeas la merd de ise infeto.
Et marchóse. Et dejó me.
Dejóme con el mi dolore, la saber nula y el metus forte
en la colonna de las vértebras que te caes y ya te desfaces.
Vedréis que la indición del acua te la apilicaba una
infermera coriosa de descoidada. Érase mojier fina del pes
hasta la talla, mas en loego sanchábase coal araña de tetas
garandísimas. E gostábale parloteare semper, gesticolando

132
pra qui et pra lla. Sere simpatic et presada mult poroque
portaba tuctos los decires et chísimes del hopistal. Agora
como infermera infermaba te.
Parescíase con el apareil de la indición de acua en la
man et sorridébame. Con lo cuale yo desnodábame en la
partes de la nalga de enbajo. Mas en isto pasaba un tale et la
infermera apelábalo:

¡Eh, Mig! ¿Sas que la Loci, la potilla, rotón parió?


Et sacodíanse ambos a caracajadas. Endemientre la
infermera, sin mirare, continaba bajando la man con la punc-
[121]ta de la aguca hacia me. Emper, de non vere, punctaba
ya hacia la mi ruedilla. Et yo deuíame movere prestísimo pra
darle nalga. Mas en isto pasaba una cuale et la man
deteníase et la infermera apelábala:
¡Eh, Glor! ¿Socuérdaste del Ris, quel de la póstula?
Pueso vomit de tuctos colors et quere ser grand pictore.
¡Eh, non!
¡Eh, sí!
Et la man bajaba ora rapid pra enclavar la puncta en mi
oillo. Et yo muevíame con ferenesí proponiéndole el cul.
Saluábame las más, que era coal jogare a la baleros.
Nonostant, ¡coantas metiérame el acua en pernas, bracsos,
cogotes et altrs! E marchábase sorridendo me. Yo consue-
lábame pensando que en junto era una buen gimnásica pra el
mi mósculo.
Cuant al acua de biber, proporsonábamela Tiriel, quien

133
estonce había peredido en más el bracos esquerdo. Era
verano mult calente, que gravaba sopra mi calentura. Tiriel
poníame panios ferescos en la front, cuentábame coentos de
su saber y versábame el acua.
Con los días sin mejoro que no, pasaba el medíc y
agitando los bracsos de foerte como para que yo despare-
ciese de su vista, cridaba:

¡Acua plus! ¡Acua plus!


Tiriel encomenzó estonce a darme el acua con un
embud que yo pertaba inter los dents. Damasjuanas y da-
masluisas de acua traguéme. Et la pancia o berriga del mon-
dongo hinchióseme coal si estoviere preñado con enfante.
¡Mas coando el míngere cogíame en el lecto! ¡Fontana de
parc [122] érase el chorro! E los amalados procorábanse
para-aguas et super-meables et insoltaban me mult. Yo retur-
cábales que sere acua limpidísima, que baniáranse una poca
por anio, ¡que!
Inter tantus en la salons imperaba semper el pande-
monium, como llámanle al pane del démonos. Que litigá-
banse por una cásquera de potato. Que venían unos neñitos
de visit et sobíanse al veco de bárberas blancas que saltaba
por las arias causa el hipos et divertíanse saltando sopra ele.
Et ansí.
Cert jornada notéme que Tiriel érase desparecit. Poro-
que non sere cabe me con el embud. Et gradescí la interroc-
ción del acua, que nil facíame me, eceto hincháreme et mín-
gere. Mas sombrescióse me de garandes sómberas des

134
tristisia el ánimo por la falta de Tiriel. Siendo Tiriel el mi es-
cudo de lacte terna en ise mundo de estonce, que sere el de
siempre.
Mas quédate solo de la lacte terna et vedrás que logare
vacuo ocópalo el malmo o el pantocho. Et mediado el matín
asiéntaseme junto el siñore Ugur et dísceme plein de
solemnitat que sere el señor Ugur, lo coal dicto hauíamelo ya
dúas centas veces. Ben, ben. Meser Ugur destenguíase por
la su melanjolía, que encontrábaslo plorando por los rincons,
sans que sopiérase a qué. Et vestíuase por lo singolar con
una longuísima venda, que pertábale tucto el corpus, salvo la
cabecsa et las partes de guardare. Emper aquest matín
Meser Ugur persentóse de visaje tranquil, sans la venda et
sól con una tehallas de baño, que colgábale desde los hóm-
beros. Aséntase el cul en la sella junto a mi lecto. Et perma-
nesce lí, mult erguit, los oillos poestos en el infinit. Isto distrá-
eme del latido de hoevo putrid que [123] sento en el mi
cráneos. Et pásase una rato. Ultimament disce:
Yo sere Miser Ugur.
Et voelta a contempelare el infinit, que non se le acaba.
Encóñome yo una poca con tale pelutosidad de inde-
viduo íste que repilícole:

Sopiéralo miles vesces et importa me el grand carail.


Consideró me con coriositat. Et dixo, reto:

No, que non sopiérale. Poroqué yo Ugur, Miser, non


sere.

135
Agora super rompióme las bols con la su folía de locura
et descedí cerrare los oillos et non le contester. Mas confon-
dido era si crediba lo desalientar. Púsose a cridare "¡Eh,
Messer! ¡Eh, Messer!", et a colpire la suelos con la sella
proclamando que lo tendiese. Aberí los oillos y yo cridé:

¡Fuer, fuer! ¡Me sere mult malat!


Al oíre me carcajeose Ugur, escopiéndome algo. Et con-
tinó con la su parla. Que ele había sofert mult. Que tuctos
intorno se enferemábanse et ele non de non de nuenca. Et
agora ele non sere. Poroque ¿non sere la vida humana infer-
mitat? Estonce ele non sere humano ni vivo. Et quers vivir et
ves a les altrs vivendo en medios de infermidats y dolors
espantévoles, ¡et te non infermas, non sofres, non vives!
¿Qué más vile et teremendo? Emper terminóse, dixo con
sorrisa de orgueil, terminóse. Et aprendo la tehallas de baño
con que copríase móstrame el ventre. Et en el ventre veíase
una pavorosa llaga colore roxa et nero et amarelo, del
tamanio de una palmas, que ploraba la pus. Tapóla al
poronto et díxome que agora sí era enféremo et vivo.
[124] Messer Ugur locía content con la su infermitat.
Mas la estoria non concluiba lí. Messer Ugur gastaba una
mojier de esposado, la siñora Ugura. Et Ugura compartía el
lectos de Ugur en el hopistal. Emper Ugur sere agora enfé-
remo grave: el medíc dijéraselo que corría risco de un infarct
al cuer et non poedes dormir con la tu esposada mojier
calientándote los roñones. Messer Ugur había oseruado. Yo,
Dagobert, sere el amalado uníc que en la salons duermía sol

136
en un lecto. Et yo, Dagobert, nonostant el oillo tapado, non
sere gran que de amalado. Super tucto, si cuemparábaseme
con el Messer Ugur, ¡que ele sere reye et monarca del ama-
lado! Estonce, tómese cuento y razone de que, item, en lo
sobsiguiente la siñora Ugura duermiría en el mi lecto, et de
que, item, si yo aperemiábame por cuascún service de la
dicta siñora, que usare et ficiera tranquil, que el mecanésimo
se conserva marchando: Puncto.
Enútile foese argoíre con iste descabalado de las caba-
les. Que discotíle et cridréle mis argoments. Mas mejor
cállaste y dejas. Et poronto arriba la siñora mojier Ugura. Que
comparesce con la su camisa de nocte colore salomone, por
la colore del peje. Yo duermito en la dolore et atárdome en
vérela. Ugura pórtase delicat et resta lí sans parol. Discóprola
como mojier mult alta, de pernas grands et fermosas, cobierta
de longuísimos pelos amarelo roxo, rostros fírime maguer
una poca rugado. Et mult cevil et témida, que quédase do
está et requiéreme pardón con la su espresione. Me non
sapere qué hacer inter la su captivancia et el mi sofrire.
Agora dióse el moment de los comerciants de ambulo,
que ser cualquequier. Et dentraron en la salons. Los uns a
caval, altrs en motorcicletas o muonopatín o a puro pes. [125]
Véndente lo que queres. Si la hielosdieras, si chopetín, si
joego de moebles, si medecinas, si rivólvera pro matar, si
ataúd de sepolcro, si parfums de oler, si malasdrogas et ansí.
Vocean los sus produtos, métentelos en las narizas. Uno a
cabal boscaba vendéreme un gallín de duas cabecsas, la
coale, dicía, portaba mult soerte. Et el cabal interteníase

137
colpiendo supra mi lectos con la pata. Socede estonce que,
coando nego me al gallín, el homme a cabal da una voelta
burúsca et cuasi entropella a la Ugura, la coale, empa-
vorecida, métese en el lectos.
Estaba se mult queta en su logare. Emper yo sentía su
corps, que sere ferésco et soave et verginale. Olvidóseme
ansí de súcbito el sofrire, poroque en la cabecsa entrá-
ronseme altrs pasiones de padecer pasivo et ativo, que
rempujaban patrás al sofrire. Agora comencé a caresarla.
Ugura teníase al princip régida. Loego sospiraba en hondura
porofunda. Et ubrió las pernas. Et con los oillos cerrats
susorró me:

¡Me la faz! ¡Que non me la faz!


Et isto dicto, muéntaseme encima, boscando la mástile,
que poronto la encoentras. Temps mult facía que non gos-
taba de mojier et credo que jamás de nunca gosté de
cavalcada plus duls de armonía, coriositat et ferocía intensa.
Hallábamonos en plein cavalcada coando a veo a Messer
Ugur parat cabe el lectos con su tehallas oseruándonos.
Rostros de lemón et dice:

Ben. Pro me sofrire. Pro me enferemare plus. Ben.


Mas nos non inter rómpere la cavalcada et fasta diría
que Ugura mesmo non anoticióse de la priesensa del su marit
esposado. Con lo que llegamos al término de la fine [126]
entre sospiros y luengos espásimos de felicitat. Et duermí-
monos con bracsos et pernas interlazados.

138
Mueríanse mults en el hopistal. Cualquequier sin que
notáraslo, eceto si al matín truempezabas con ele en la
soelos. Mas una nocte un mueribundo gastóse un teremendo
galarido que despertónos a tuctos. Y depués. Depués el
silentium de la mortis. ¡El silentium de la mortis! ¿De do
veniba? Ugura et me abracsámonos en la timore del fin de la
avellana del cervel. ¿De do veniba? ¿Del moerto, de la su
disparicson? Emper érase moerto. Y el silentium sorgía de
tuctos los costats, creaturas vivas, moebles, lectos, palan-
ganas, escopideras, farascos, mesmo de Ugura et me. Et
arremolinábase et rogía et metíase inter las pernas et colpiba
contra la tectos et altrs amalados tombaban de los sus lectos
rempujados por tanta foerza. ¡El silentium de la mortis!
Tornó Tiriel sans el bracso reto y sans pernas, que
aquesta vez habían le coborado plus por la su permanensa
en el hopistal, puesoque tucto carecíase. Y estab en la su
sella de rosdas un poco vergonzat. Emper la bontat del ben
de la buena de Ugura abastó para coidare los dúos, que
dábanos de manyer, a me el acua et la cavalcada et mesm
cualcuna carecia en el pito a Tiriel.
Llegó me nonostant el grand dolore de la pudritudine del
oil et el medíc descídese a me operar entre maledictiones
supra la natur fesiologica human en general et la mía en
particolare.
Ansí portan me a la salona de querurgía en una came-
llos, non de animale, senon de roedas. Et allí pro non revol-
cárame et sofrire plus fijáronme con coerdas al camellos. Y
con una maza diéronme una colpes en la cabecsa, como

139
[127] nestesia, puesoque un póbere no poede habere altr
nestesia.
Desperetéme sans el oil. Sofría. Et non quejíme. Si
pensar poedes, pensaba que sere iusto pérdere el oil, con-
siderant el ideal de la poscisión de conquester la unitat, que
érase tornándose cíclope de un sol oil.
Ugura, la grand, la mañífica, corábame et consolábame.
Tambén ocopábase de Tiriel.
Et Tiriel desparecióse.
Et yo curéme.
Et coando salí del hopistal, depués de habere besado a
Ugura con el grand amore de la infelicitatis del gradecimient
que sabe de la felicitatis que da el grand amor de la cura,
descobrí en un florer la cabecsa de Tiriel, que sere lo unic
que restaba de ele. Guiñó me un oil, aun vivente. Et besélo.
Et fuíme.

Com yo vus habéis racontado la mía dulcísima mater


murió se pro causa de una petra que lanzóle un garzón
malino coando ella saliba a comperar su nutricio. Et la mi
mansión ex halláuase vacua. Marchéme.
Conchabéme en un comerz, non diré dino del abastece-
re. Mas el travail permitió me quilquilare un apartamient que

140
apartábame del vulgo mundo. Los ans esperitualizaron la mi
folisofía que conocéis, de la poscición. Non daré os mult de-
tails, puesoque el temps semper falta pra tuctos. Mencionaré
nonostant que el amor fízole tocare las cimas de las cimas.
Travail costóme remontáreme supra la realitat. Poroque la
mojier dama de la que había me [128] namorado, cascuna
vez que me la dirigía con el parol descíame:
¡Sal, tuertín!
Et con un sorrís dejaba me planctato en la vía. ¿Quí no
hobiera se desalentat? Mas sed sotiles. El deminutivo de irse
minuto entrodocía una matiz del cariñ del eros que sere cieco
non reconocérelo non. Un día permitió me que acompañárela
unas cuadras y sentamos nos en un banc de la plaz. Intento
caresarle un man e, dándome medid del su pasionamiento,
apilícame un colpe que lánzame a terras. Desde terras soplí-
cole que llame me al telefón que hay en el mi apartamient.
Non sere iusto que yo pasárame las jornadas interas en la
poerta de calles. Puco que non sabiba quién era elle ni de do
veniba ni do iba. ¡El grand mister de la mojier! Como rispost
métese un caramel intra los dents et, oseruándome con
mirada languid, ruémpelo en pedaz. ¡El sopragrand mister!
¡El enima! Agora de estonce descídome a revelárele mi
personalitat, la mi folisofía enters. Et termino mi discors,
luengo, mult satisfacto poroque saliera retondo. En más el mi
uditorio habíase aumentado con una altr person, un guerdián
de la plaz, que toqueteábase una poco con la mi amat.
Verla non vila plus. Entuición de elle que descobrió lo
defícile, lo imposibile que sere viver con un hómbere de

141
epceción. Pasé a estare los días enters colgat del telefón
aspectant. Apelabánme et tuctos eran errónios. Del espero al
desespero se pasa en poco. Et una jornada en que soena la
telefón et ferenético atendo y sere más equivocat, deje
cadere la mi cabeza sopra el bracso et ploré, siñors et dams.
Et si sere tragic el plorar de un toerto con las lácrimas
aboltándose en un sol oil que mesme me apenéme por
sentíreme plorar.
[129] ¡Foerza de la mi folisofía! Resalí del dolore
pureficado coal la ave que apélanla fenise si saca acua del
foego. Defaraudóme el telefón. Et perguntéme poroque defa-
raudóme. ¡Poroque atendíua! ¿Sere iso lo uníc posibile?
Vams, vams. ¿Et la poscisión? ¿Qué te faz de la tu folisofía?
¡Qué volgaritat lanzárete en mans de la machine! Ricoerda
quel que acontesció te con la autosmuéviles. Apilícale al
telefón lo que aperendiste. Ponlo al tu servis. ¡Non aténdre,
non aténdere! Et acodirán a te. Acodirán de ruedillas et te
parlerás sans aténdere. ¡Ah, siñors et dams! ¡Quel triumf!
Apeláronme del travail para soplicarme que retornase, para
duosplicarme et tiriplicarme el soeldo del salario. Llamá-
ronme. ¡Et llamó la mía amat! Sans aténdere parlábamos,
con gran terneza, del noestro amore, del pajarit canar que yo
hauíale regalat et tant altrs cosas que fan el amore del amore
del amore.
Pasaban los días uno tarás oltr cuemo las golondrins
que se van vuelando en el autoño coando...

142
ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE
IMPRIMIR EL DIA 6 DE JULIO
DE MIL NOVECIENTOS SETEN-
TA Y SEIS EN LAS PRENSAS
VENEZOLANAS DE EDITORIAL
ARTE, EN LA CIUDAD DE
CARACAS

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