Waldemiro Vélez Cardona, PhD 30 de mayo de 2010 Introducción La situación actual de la Universidad de Puerto Rico no puede menos que catalogarse como la crónica de una crisis muy bien elaborada. Tal parece que existe un proyecto diseñado con mucha meticulosidad para destruir a la Universidad Pública de nuestro país, o cuando menos para diezmarla significativamente, con el propósito de abrirle campo a las instituciones de educación superior privadas (IES). No me refiero meramente a la posibilidad de que se compren Recintos completos o partes de éstos, sino a que se le haga imposible a la UPR desarrollar nuevos ofrecimientos académicos y fortalecer los existentes, para que las IES privadas ocupen ese espacio y sigan creciendo y “fortaleciéndose”, o por lo menos aumenten los estudiantes matriculados en sus aulas. De hecho, desde el año pasado se viene hablando de una moratoria a la creación de nuevos programas académicos en la UPR. Peor aún, desde hace varios años la enorme capacidad creativa de nuestros docentes, en el ámbito curricular, de investigación y divulgación de sus obras, viene topándose con el argumento de la insuficiencia fiscal para obstaculizar sus proyectos y no aprobarlos o dejarlos en una especie de limbo burocrático.
¿Cómo se ha venido construyendo la crisis fiscal en la UPR?
En primer lugar, podemos considerar la creciente proporción de las cuentas por cobrar que se convierten en incobrables. En estos momentos cerca del 43% de los más de $300 millones de cuentas por cobrar en nuestra Institución se convierten en incobrables, cuando en el 2004 la cifra correspondiente era de 30%. Es decir, la administración es cada vez más incapaz de cobrar por los servicios que presta nuestra Institución o no lo hace deliberadamente para abonar a la crisis. Al día de hoy podrían cobrarse cerca de $170 millones de las cuentas por cobrar, lo que prácticamente resolvería la crisis financiera de la UPR. En segundo lugar, el gobernador de Puerto Rico le negó a la UPR la proporción de los fondos ARRA que necesitaba, y en ley le correspondían, para enfrentar los efectos de la crisis económica. Esto sin ninguna justificación. El 4 de abril la administración de la Universidad le solicita al gobierno local que le asigne al menos $305 millones del State Fiscal Stabilization Fund (Título XIV del ARRA) para evitar el tener que aumentar los costos de matrícula, lo que según ellos pondrían en riesgo las tasas de retención y de graduación, y afectaría el perfil socio-económico de las estudiantes en la universidad (ver p. 2 de la carta). Es importante señalar que entre los suscribientes de la carta se encuentra la hoy Presidenta de la Junta de Síndicos, Ygrí Rivera. Si se le hubiera concedido esta petición a la UPR el Departamento de Educación (DE) siempre recibiría $342 millones del State Fiscal Stabilization Fund, además de hasta $650 millones adicionales de otros programas que solo están disponibles para el DE y no para la UPR. Tomemos nota además, que el Departamento de Educación no pudo gastar todo el dinero que se le asignó en el 2009-2010 el que, en lugar de redistribuirse a la UPR se le asignó a la policía, presagiándose el papel que se le está asignado a ésta en el presente conflicto. Es importante destacar que uno de los propósitos del mencionado fondo es evitar que las universidades públicas le aumenten los costos de matrícula a sus estudiantes (ver p. 167 del American Recovery and Reinvestment Act of 2009). Es decir, cuando el gobierno de Puerto Rico recibe estos dineros se compromete a cumplir con los propósitos de política pública que lo crean. Estos son, la restauración de los presupuestos de las universidades públicas a los niveles de 2008 ó 2009, el que sea mayor (ver p. 166 del ARRA). Para lograr ese objetivo la UPR requería de los $305 millones que solicitó, de los cuales le otorgaron apenas $120 (para dos años), y el evitar el alza en los costos de matrícula. Como se ha podido comprobar el gobierno de Puerto Rico no ha querido cumplir con los mencionados propósitos de política pública. De habérsele adjudicado los fondos solicitados a la UPR no estaríamos en la situación de una crítica crisis fiscal que padecemos actualmente. Es decir, la crisis, en lugar de evitarse, se está produciendo. En tercer lugar, según el Ex- Director de la Oficina de Gerencia y Presupuesto, Armando Valdés Prieto en declaración a la prensa, “durante el cuatrienio pasado, la Asamblea Legislativa no asignó la totalidad de los fondos que le habría correspondido a la UPR por concepto de la fórmula.” Es decir, que se le adeuda dinero a la UPR que se estima en más de $36 millones, debido a “omisiones involuntarias” al computar lo que le corresponde nuestra Institución por vía de la fórmula. El 25 de mayo de 2010 la actual Directora de la OGP le señala a la prensa que no pueden contar con esos fondos porque “no existe tal deuda”. Nuevamente se trata de afectar las finanzas de la UPR escatimándole fondos que por ley le corresponden y así fue constado en un acuerdo firmado entre OGP y la Universidad el 30 de diciembre de 2008. En cuarto lugar, con la implantación del IVU y la eliminación concurrente del arbitrio general de 6.6% como fuente de ingresos al Fondo General, y la asignación a COFINA de los recaudos del IVU correspondientes al Gobierno Central, nuestros problemas financieros continúan agravándose. Esto implicó una pérdida de ingresos para la UPR que para el año fiscal 2010-2011, representa se estima en $52 millones. Esa pérdida de ingresos para la UPR, sin embargo, continuará aumentando a medida que el servicio de la deuda emitida por COFINA, tal como se ha estipulado, continúe creciendo. En quinto lugar, cuando se implantó la Ley Núm. 7 de 9 de marzo de 2009 la cual, entre otras cosas, creó una serie de ingresos temporeros y permanentes de los cuales expresamente se excluyó la participación de la UPR, se continuo con el diseño de la crisis fiscal de la UPR. Como consecuencia, para el año fiscal 2010-2011 la UPR estará dejando de recibir alrededor de $41 millones. Véase, por ejemplo, la exposición de motivos de la Ley Núm. 7 de 9 de marzo de 2009 que indica lo siguiente: “Para asegurar el máximo impacto de estas medidas de ingresos y fiscalización, ya sean temporeras o permanentes, en la reducción del déficit estructural y situación del Fondo General, esta Ley excluye el producto de estas nuevas medidas de la aplicación de las fórmulas de asignación de fondos a la Universidad de Puerto Rico y a los municipios.”
En sexto lugar, La continua aprobación de créditos contributivos erosiona el
Fondo General. Así lo señaló la agencia clasificadora Standad & Poor’s en su informe del 22 de diciembre de 2008, calculando en $200 millones la caída en ingresos al Fondo General por las nuevas exenciones. Si a esa pérdida de ingresos le aplicamos la fórmula de 9.6%, la pérdida de ingresos para la UPR asciende a $19.2 millones anuales. Eso sin considerar otras piezas legislativas concediendo nuevas exenciones contributivas que erosionan aún más el Fondo General y reducen las asignaciones a la UPR (e.g., la Ley Núm. 73 de 28 de mayo de 2008 conocida como la “Ley de Incentivos Económicos para el Desarrollo de Puerto Rico” y la Ley Núm. 147 de 1 de agosto de 2008 conocida como la “Ley de Incentivos para el Desarrollo de las Pequeñas Empresas de Puerto Rico”), En séptimo lugar, la continuada creación de oficinas y puestos al nivel de la Administración Central (Vice-Presidencias, directores asociados, Ayudantes Especiales, entre muchos otros) y de las rectorías, en todo el sistema de la UPR que no solo no aportan al proyecto académico de nuestra institución, sino que lo burocratizan y entorpecen, por no decir que lo sabotean. Por solo dar un ejemplo muy elocuente, la oficina de presupuesto de la Administración central tuvo hasta el 30 de septiembre de 2009 un presupuesto de $77,000.16 y a partir del 1ro de octubre aumentó a $264,600.00, aumentándose el salario de la directora a $110,000.00 y creándose dos nuevos puestos (Director Asociado con $80,020.00, lo que es más que lo que cobraba el director anterior, y de Ayudante Especial con un sueldo de $74,040.00). Podríamos presentar muchos ejemplos adicionales a éstos. Todo esto en medio de la peor crisis fiscal de la Institución. Conclusiones En síntesis, la crisis fiscal por la que atraviesa la UPR se debe a un conjunto de decisiones que se han venido tomando desde el ejecutivo y la legislatura a través de los años y, particularmente en los últimos, que lesionan el principio de autonomía fiscal de la UPR que fuera promulgado en la Ley #2 del 20 de enero de 1966, como complemento esencial de la nueva Ley Universitaria (Ley # 1 de ese mismo día). La erosión de la base de la que se calcula el 9.6% ha sido un problema recurrente, agravándose en varias época: 1) 1992 con la creación del CRIM ($70 millones anuales menos), 2) 1997 con el desvío de los recaudos por el impuesto al petróleo crudo a dos fondos especiales para La Autoridad de Carreteras y para la AMA ($13 millones anuales menos 3) 1999 por medio de la Ley de Oportunidades Educativas que eliminó el Fondo Educacional, 4) 2007 creación de IVU ($52 millones anuales menos, 5) 2009 por la Ley # 7 ($41 millones anuales menos). Además de esto habría que añadir el asunto de las exenciones contributivas y el impacto de la reducción en el número de los contribuyentes, producto de los despidos tanto en el sector público como en el privado, en los recaudos del fondo general del que se calcula lo que le corresponde a la UPR. Todo esto nos ayuda a construirnos un panorama un poco más abarcador sobre como ha venido produciéndose la crisis financiera por la que atravesamos en estos momentos en la Universidad de Puerto Rico.