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CEMENTERIO DE MIRAFLORES DE TRUJILLO

Memoria de una sociedad desmemoriada

Luis Repetto Málaga


Presidente de la Red Peruana de Valoración y Gestión de Cementerios
Patrimoniales

Los cementerios patrimoniales forman parte de la traza de las ciudades y de


su memoria. En un país desmemoriado como el Perú intentar la
desaparición física de un monumento nacional indivisible como lo es el
Cementerio de Miraflores de la ciudad de Trujillo es inadmisible. Los
niveles de desconocimiento de los valores históricos y artísticos de nuestro
patrimonio son lamentables y más aún cuando las autoridades que tienen
responsabilidades administrativas lo desconocen y no poseen no sólo el
conocimiento sino la sensibilidad para reconocer y proteger su propia
memoria.

Hasta cuando seguiremos los peruanos con esta relación absurda de costo-
beneficio en detrimento de nuestro patrimonio nacional. Será posible que el
Perú siga en la zaga de la protección de su patrimonio. No se trata sólo de
una responsabilidad del Instituto Nacional de Cultura sino también de otras
instancias como el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Humano de donde
dependen las beneficencias y los cementerios que se encuentran bajo su
administración. No es la propiedad la que está en juego sino la
administración de estos recursos patrimoniales materiales e inmateriales
que se encuentran albergados en nuestros cementerios.

La ignorancia es atrevida evidentemente, los funcionarios actuales sienten


que sus ámbitos públicos son de su propiedad y elaboran propuestas sin
consideraciones a su responsabilidad como funcionarios y más aún como
integrantes de una sociedad que aspira a la justicia social y equidad.

En estas circunstancias se acentúa la imperiosa necesidad de un Ministerio


de Cultura que permita el trabajo interdisciplinario y que reconozca que
este tipo de propuestas son inaceptables, por desconocimiento de la
legislación nacional, de los derechos humanos, de los derechos culturales,
de las convenciones internacionales, de los acuerdos suscritos y lo más
importante, el derecho ciudadano.

Quién le pone el cascabel al gato, quién defiende los restos humanos de los
que nos precedieron, los que adquirieron un derecho a perpetuidad en su
momento, en tiempo y espacios definidos.
Es posible que un funcionario público en su afán de obtener recursos, se
autodestruya por desconocimiento, por asesores incompetentes que no
conozcan la legislación vigente y sus consecuencias.

El tema de la preservación y conservación del patrimonio cultural es una


responsabilidad compartida entre las autoridades públicas y la sociedad
civil, los medios de comunicación y la empresa privada entre otros. Los
cementerios patrimoniales como el caso del Cementerio de Miraflores en
Trujillo, que está declarado monumento histórico y que alberga la memoria
de esta región; debe ser preservado con los mismos derechos, no sólo en el
ámbito monumental a través de sus esculturas y mausoleos sino el respeto
por igual a cualquier ciudadano que adquirió derechos y que la
administración pública tiene la obligación de resguardar.

La Carta Internacional de Morelia relativa a cementerios patrimoniales y


arte funerario, suscrita el 2 de noviembre de 2005, fija los parámetros para
la conservación de los cementerios monumentales y sus ámbitos de
competencia. Evidentemente jamás un cementerio por más moderno y
contemporáneo que sea, perderá su condición de tema de salubridad antes
del paisajismo, monumentalidad e inmaterialidad por el tema funerario y
sus connotaciones. Si no hay espacio, no se trata de seguir generando
hacinamientos y exponiendo a la ciudadanía a la insalubridad con los
entierros en zonas urbanas.

Los cementerios son y serán extramuros por cuestiones de salud por lo


tanto no debe pretenderse demoler un monumento histórico, cercenarlo o
mutilarlo para dar espacio a los nuevos difuntos. Ésa no es la solución, al
contrario, va en desmedro de su reconocimiento de lugar de reposo de los
que nos precedieron. Lo ideal sería que la Beneficencia Pública de Trujillo
se preocupe por su recuperación, su protección, su consolidación, invertir
para su puesta en valor de espacio funerario donde se concentran los
personajes que forjaron la historia local y nacional.

Existen propuestas de puesta en valor que conjugan sus valores


patrimoniales con los culturales para su promoción y difusión, para su
conversión de espacio funerario en espacio cultural por los valores
intrínsecos, entre su materialidad e inmaterialidad en relación a la muerte,
al duelo y al luto. Podría incorporarse al circuito turístico-educativo de la
ciudad de Trujillo que aspira a su reconocimiento como Patrimonio
Cultural de la Humanidad.
La sociedad civil trujillana reclama su derecho a la preservación de su
monumento y la memoria de los que nos precedieron. Es el gobierno
regional, el gobierno local, el Instituto Nacional de Cultura y la sociedad
civil trujillana quienes tienen la inmensa responsabilidad de la preservación
de su propia memoria.

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