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Introduccin
En el siglo XX, cuando los seres
humanos empezaron a mirar las estrellas,
trataron de ver si encontraban vida fuera de
nuestro planeta. Para esto se cre un
programa llamado SETI: Bsqueda de
inteligencia extraterrestre.
En 1961, el fsico Francis Drake,
muy esperanzado, postul una ecuacin que
predice que, con la cantidad de estrellas en
el universo, la cantidad de planetas en cada
estrella, y la posibilidad que haya vida
inteligente capaz de comunicarse con
nosotros, debiesen existir al menos 10
civilizaciones extraterrestres.
Sin embargo, otro cientfico, el fsico
Enrico Fermi preguntaba: Dnde estn?
Por qu no hemos encontrado trazas de
extraterrestre inteligente, por ejemplo,
sondas, naves espaciales o transmisiones?
A esto se le ha denominado la paradoja de
la vida extraterrestre, pues debiendo
encontrar vida en otros planetas, no tenemos
ni un pequeo rastro de ello.
Esta es sin lugar a dudas una
paradoja muy interesante, que ha dado gran
inspiracin para novelista de ciencia ficcin,
uflogos y msticos.
Y en la Biblia, la Palabra de Dios,
tambin encontramos paradojas, es decir
ideas que estn en ella, pero que nos dejan
con profundas ideas, porque parecieran
contradecirse. Y una de ellas es la Paradoja
de la vida espiritual. Dicho de otro modo,
para estar en una correcta relacin con
Dios, debo tener una confianza pasiva o
debo tener una obediencia activa?
Conclusin
Las paradojas son complicadas y
profundas, pero no son contradicciones.
Demuestra que no sabemos todo, que nuestro
entendimiento es limitado y que no somos el
parmetro de la verdad.
Pero Dios si es Verdad, por lo cual,
debemos escuchar su voz y obedecerle. Y Dios
nos dice en su Palabra que debemos tener una
obediencia activa a su voluntad, de tal forma que
nos ocupemos en nuestra salvacin. Dios no
trabaja aparte de nuestra voluntad, sino a travs
de ella.
Pero gracias a l, que esta salvacin no
est en nuestras capacidades ni nuestras
voluntades. Cristo muri para regalarla a todo
aquel que cree en l.
Mi salvacin se
fundamenta en Dios y en su obra.
l mand a su Hijo a morir por m, y hoy
pone en mi corazn deseos de Dios y la
capacidad de obedecerle.
Slo a l sea la gloria!