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El poder revolucionario del Tantra

El Tantra es para los pobres, para aquellos que no pueden


cambiar su realidad, pero sí pueden transcenderla. Todos
estos valores se basan en el respeto incondicional a una
libertad igual para todo ser humano, y son los valores que
el tantrismo recupera.
Entrar en contacto directo con el tantrismo shivaíta es prácticamente imposible pues
ha sido objeto de persecuciones por diversos invasores: los arios, el Islam en la Edad
Media y los ingleses puritanos de la colonización. Otra razón es el secreto que rodea a
los maestros y a sus rituales.

Desde la llegada de los primeros invasores se manifestó una gran oposición al


shivaísmo tántrico, cuya energía emana de los cultos consagrados a la gran Diosa.
Una sociedad belicosa no podía consentir una cultura orientada hacia la mujer, según
la cual esta es a la vez el origen del mundo y el camino del Despertar, el maestro y la
iniciadora, cultura opuesta al puritanismo y a los invasores.

En el shivaísmo la mujer encarna el poder, y el hombre la capacidad de maravillarse.


Numerosos maestros eran y son todavía mujeres. Ciertos legados sólo se trasmiten a
mujeres, y la mujer, cuando es discípula, disfruta de un prestigio mayor que el
hombre, desde el punto de vista de la energía, del valor y de la intensidad de su
visión. Los textos lo expresan con claridad: «Aquello que un tantrika logra en un año,
una discípula lo consigue en un día», como si todo en ella echara raíces con
naturalidad en el origen común y olvidado de las religiones antiguas más importantes.
Desde los celtas a los dravidianos del Valle del Indo, desde Egipto a Babilonia, el
trasfondo de la mente humana está totalmente marcado por la divinidad de la mujer.
Las diferentes invasiones de las hordas de bárbaros, a menudo no tan terribles como
se las describe, que llevaban consigo una pujanza cultural extraordinaria, nuevas
técnicas y conocimientos, dieron también al hinduismo un nuevo aliento y a las artes
una maravillosa difusión. Estas invasiones no consiguieron nunca someter el poder
femenino y lleno de misterio, que hoy sigue vivo en el tantrismo.
El poder femenino, misterio que sigue vivo dentro del Tantra
La integridad moral de la mujer no tiene mácula, concepción muy distante de la que
considera a esta como el origen del pecado, la tentación y la condena, según las tres
religiones monoteístas más importantes; pero también algunas ramas del hinduismo y
del budismo creen que la mujer es poderosa y vía de transmisión de las enseñanzas
místicas más elevadas.

El tantrismo no rechaza nada, todos los procesos corporales y mentales son leña
que echamos al gran fuego que consume el ego y nos hace entrar de lleno en lo
absoluto. En el tantrismo se pone siempre en juego la totalidad del ser humano, sin
hacer distinción entre lo puro y lo impuro, la belleza y la fealdad, el bien y el mal.
Todos los pares de opuestos se disuelven en lo divino. Nadie carece de pulsiones
terribles y capacidades sublimes. Empezamos a comunicar con lo divino cuando
aceptamos totalmente la gama completa de nuestros pensamientos y de nuestras
emociones. Toda belleza tiene su parte de sombra y si intentamos suprimirla nos
secamos.

Actualmente una parte de la sociedad ha comprendido que debe volver a esos valores
si no quiere caer en el caos y la destrucción. El camino tántrico se abre a toda la
riqueza de la vida humana y la acepta sin condiciones. Posiblemente sea la única vía
espiritual en la que nada ni nadie está excluido y es precisamente en este punto en el
que converge con las aspiraciones más hondas de las mujeres y hombres de hoy en
día. Aquellos que están dispuestos a reconocer embelesados el poder la mujer y la
parte femenina que está dentro de ellos mismos, y que es una fuente de riqueza y
evolución permanente, ya no necesitan entrar en la guerra de los sexos. Este
reconocimiento los ha completado y los ha liberado de la dualidad constante que les
impedía todo avance importante.

Estos valores femeninos que dan un toque exclusivo y contemporáneo al tantrismo


pueden ser definidos en resumen como la energía intensa, armoniosa y serena opuesta
a la violencia; la espontaneidad y sinceridad opuestas a las normas morales
artificiales, a la hipocresía y al puritanismo. Como la no-dualidad que vuelve al ser
humano un ser completo, ubicando lo divino en él mismo. Como el liberalismo, la
tolerancia, la experiencia directa de la naturaleza eminentemente libre del espíritu
frente a las vanas especulaciones religiosas e intelectuales. Como el amor frente a la
explotación sexual. Como el respeto a la naturaleza frente al agotamiento
desenfrenado de los recursos. Como la libertad absoluta frente a los dogmas, el clero,
el Estado, las castas y las prohibiciones sociales, religiosas, alimenticias y sexuales
del hinduismo clásico que surgió del vedismo ario.

El Tantra es para los pobres, para aquellos que no pueden cambiar su realidad, pero sí
pueden transcenderla. Todos estos valores se basan en el respeto incondicional a una
libertad igual para todo ser humano, y son los valores que el tantrismo nos propone
recuperar sin perdernos en búsquedas externas ilusorias.

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