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DISCURSO DE LOS ALUMNOS

ACTO DE GRADUACIÓN DE PERIODISMO B


PROMOCIÓN 2005-2010
FACULTAD DE COMUNICACIÓN - UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Sevilla, 11 de junio de 2010

Don Antonio Checa Godoy, decano de esta facultad,

Autoridades académicas,

Estimados profesores y miembros del PAS,

Estimados compañeros,

Estimados familiares e invitados a este acto de graduación.

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En aquellos días, resonaba en nuestra cabeza el eco de “La tortura” de
Shakira y de “La camisa negra” de Juanes. En aquel mes de septiembre de
dos mil cinco, todavía disfrutábamos de las canciones del verano. Teníamos
ilusiones e incertidumbres antes de dar el paso que marcaría nuestro futuro.
Así, empezó el lustro mágico, el que ha cambiado nuestras vidas.

Con dieciocho años, la mayoría de nosotros tuvo que elegir, con la cabeza
aturdida y en unos cuantos días, de qué forma encaminar su destino. En
plena juventud se obliga a todo el mundo a saber qué labor tendrá en el
futuro. Sin embargo, no siempre están claras las ideas, y cuando parece que
lo están, surgen las dudas. Esos momentos de indecisión nos hicieron
madurar a la fuerza.

¿Por qué decidimos estudiar Periodismo? Esta carrera nos reporta una
cualidad esencial: la inquietud. Esta virtud es indispensable para los que nos
convertimos en periodistas. Qué sería de nuestra profesión sin ese punto de
locura que nos lleva a movernos en terrenos fangosos o esa pizca de
desfachatez que nos impulsa siempre a dirigir nuestros pasos hacia la
verdad.

Fue esa inquietud la que nos trajo a esta Facultad de Comunicación, a este
edificio tan frío y perdido entre las ruinas de la Expo en la Cartuja. El
Periodismo necesita desarrollarse en sociedad, y en esta zona de Sevilla
hemos encontrado justo lo contrario. La Cartuja es una pequeña ciudad
empresarial aislada de la vida cotidiana. Es una isla en la que no hay ni un
quiosco y es difícil encontrar un bar. Y los bares siempre han sido lugares de
encuentro imprescindibles para los periodistas. Al menos, nos conformamos
con el Manuela.

Han pasado cinco años y nuestras preocupaciones son distintas. Nuestro


porvenir es inquietante. Cuando salgamos de la facultad con el título bajo el
brazo, nos encontraremos de frente con la sede de un periódico en el que
quieren despedir a 22 de sus 91 trabajadores. Si El Correo de Andalucía, que
tiene más de un siglo, está en esas condiciones, ¿hay motivos para ser
optimistas? Sí, seguro que los hay.

Hechos como el que afecta a estos redactores deben hacernos mucho más
fuertes en nuestras convicciones, y en nuestro esfuerzo por obtener una
sociedad mucho más comprometida. Las circunstancias que se viven en
estos momentos de crisis deben mostrarnos el camino a seguir para salir del
túnel. Si el futuro pinta mal, lo único que tenemos que hacer es alzar la voz:
¡Aquí estamos nosotros para traer luz a un mundo de oscuras intenciones!

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Porque en nuestras manos está el poder de terminar con la manipulación de
las conciencias. Porque en nuestras manos, está la fuerza ilimitada de quien
se sustenta en la verdad y no se deja corromper por el billete. Ese debe ser
nuestro ideal.

No podemos permitir que centenares de colegas caigan cada año en defensa


de la libertad, por el único objetivo de llevar la información a los hogares del
mundo. Porque, que a nadie se le olvide, son demasiados los periodistas que
sufren el ataque de las armas y la falta de derechos.

Debemos ser versátiles para adaptarnos a un mundo que no para, que está
en continuo cambio. Tan rápido gira el planeta, que a veces nos olvidamos
de la nostalgia que provoca el paso de los días. Cinco años no son nada,
pasan tan velozmente que apenas se tiene tiempo de disfrutarlos. Hemos
intentado sacarle partido a este periodo de nuestra vida, pero lo cerramos
con la sensación de que no ha hecho más que empezar.

Los que han pasado por la Universidad, cuentan que es una experiencia
inigualable. No se puede asegurar que los amigos hechos en esta etapa vital
sean para siempre, pues eso es algo que sólo pueden demostrar los años.
Pero sí es seguro, y así lo hacemos saber desde este púlpito de humildad,
que los instantes vividos con cada uno de vosotros serán inolvidables.

En el corazón de todos quedará cada vivencia, los buenos y malos ratos,


porque también surgen lágrimas en el devenir de los días. En el alma se
guardará para la eternidad el placer de haber caminado siempre con el
abrazo y la sonrisa de un compañero. Este lustro habría sido mucho más
complicado si no nos hubiéramos tenido los unos a los otros.

Difícilmente olvidaremos lo que hemos vivido en la facultad. ¿Recordáis que


nuestro primer examen de la licenciatura consistió en comentar una película
de Woody Allen? ¿Y qué me decís de aquella clase de lengua que no dimos
porque, misteriosamente, empezaron a sonar las alarmas? Tampoco
olvidaremos los programas de radio que hicimos en grupo, con voces tan
profundas como la de Rafa Ávalos. Ni aquella foto de grupo que nos hicimos
en el aula de informática, en el día del cuchipandeo.

Siempre hemos sido una piña. Y si no que se lo pregunten a aquellos que se


cambiaron de grupo pero acabaron volviendo a éste porque se dieron cuenta
de que era el mejor.

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Hasta en las clases más teóricas hemos tenido momentos de complicidad.
Todos recordaremos el morbo por romper el silencio obligado de las clases
de Derecho. Aunque seguro que preferimos quedarnos con el ataque de risa
colectivo que nos dio en una clase de Estructura.

Por cierto, también hemos pasado grandes momentos fuera de la facultad.


Recordemos, por ejemplo, aquel diluvio universal de nuestra primera fiesta
de la primavera. Empapados de vino y lluvia, dejamos de ser compañeros de
clase para convertirnos en amigos. A partir de entonces, muchos decidieron
venir a la Cartuja para quedarse en el parque en vez de entrar a clase. Otros
también tuvieron tiempo para el deporte y tiraron del equipo de fútbol de la
facultad, como Pablo o los dos David.

Me gustaría recordar el gran momento que compartí con algunos de vosotros


cuando recibimos el accésit en los Premios Andalucía de Periodismo. Nos lo
concedieron por el programa Vivir sin Cadenas, un especial sobre
drogadicción que realizamos en Aula Abierta. Con esa experiencia,
comprobamos que se pueden hacer grandes cosas en esta facultad.

Por otro lado, hemos disfrutado de algunas actividades culturales fuera de


Sevilla. Es el caso de la gran barbacoa de periodistas celebrada hace poco
tiempo en Montequinto. Recuerdo que aquel acto social fue amenizado por
coplas extremeñas. También se nos viene a la mente ahora el viaje de
ecuador a Barcelona, en el que se disfrutó de la estancia en un prestigioso
albergue de cinco estrellas.

Hablando de viajes, no es posible continuar con el discurso sin mencionar


algunas de las anécdotas de las excursiones de fin de carrera. Un grupo
marchó a Punta Cana, otro a Riviera Maya, y otro emprendió un crucero por
el Mediterráneo.

Los días vividos en el Caribe nos han servido también para abrir los ojos
como probablemente jamás lo hayamos hecho. Hemos descubierto la
miseria en su máxima potencia, mientras disfrutábamos de las excelencias
del lujo. Ese contraste nos ha hecho pensar, e incluso convertirnos por
momentos en mejores personas.

También existen anécdotas muy entretenidas, como la imitación del famoso


Último superviviente que realizaba junto a las palmeras caribeñas nuestro
querido Samu. Y no se puede olvidar la magnífica interpretación de David
Arévalo, el Tarzán dominicano. Ni la pasión de Tere Curado por encarnar al
Cachorro.

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Quienes estuvieron en Riviera Maya no olvidarán los paisajes, la limpieza de
las playas… Ni la lluvia. Tampoco olvidarán ese autobús que los dejó tirados
en una gasolinera, en tierra de nadie. Pero todos estos contratiempos sólo
sirvieron para reforzar los lazos que ya los unían.

Otros compañeros decidieron visitar el Mediterráneo y se convirtieron en


protagonistas de Vacaciones en el Mar. A todos nos dio envidia ver en sus
fotos cómo paseaban por Venecia y cómo vestían con tanta elegancia en la
cena de gala del Capitán Roland Andersson.

Todos los viajeros, y los que no viajamos, nos reunimos hace unos días en
nuestra particular última cena. Aunque muchos no se acuerdan de nada de lo
que pasó en esa noche, os podemos asegurar que se vivieron grandes
momentos. Fue un encuentro inolvidable y que deberíamos repetir todos los
años a partir de ahora.

Pero dejemos a un lado los recuerdos, porque mirar al pasado envejece.


Ahora nos toca dar las gracias a los compañeros más especiales.

En primer lugar, queremos dar la enhorabuena a Antonio Javier, que con su


simpatía ha sabido ganarse con justicia el reconocimiento al mejor alumno.
En segundo lugar, queremos detenernos en el embajador de la amistad, el
amigo común. Una persona que quiso conocernos a todos desde el principio,
que nos abrió las puertas de su piso en la Macarena y nunca nos las ha
cerrado. Ese es Samuel García. Este ACHO va por ti.

También hay otra compañera a la que se le debe una humilde mención. Esa
es Remedios Fariñas, que ha estado durante estos años a nuestro servicio.
En este tiempo ha ejercido como delegada de clase y algo más. Por su
desinteresada labor merece que le agradezcamos de todo corazón que haya
estado con nosotros.

Para terminar con el repaso personal, queremos hacer una referencia a esas
personas que han sabido aunar su vida académica y su vida íntima. Nos
referimos a la crónica rosa que han protagonizado algunas parejas gestadas
entre estos muros. Esperamos que seáis felices.

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En esta facultad nos hemos reunido personas procedentes de distintos
puntos de España. En este momento, queremos hacernos portavoces de
nuestros compañeros extremeños y, especialmente, de los canarios, que han
tenido que cambiar de comunidad autónoma para seguir con su vocación. La
Universidad ha conseguido europeizarse a marchas forzadas y con más
pena que gloria. Sin embargo, todavía no se ha conseguido que la
enseñanza pública universitaria llegue por igual a todas las regiones. Todos
deberían tener la oportunidad de estudiar lo que deseen en igualdad de
condiciones y sin la necesidad de un viaje transoceánico.

Llegados a este punto, es necesario hacer un breve perfil de algunos


profesores y profesoras que han marcado para siempre nuestro camino.
Permitan que tomemos como primer y gran ejemplo a Pilar Bellido, que nos
ha dado la lección final. Ella nos ha enseñado a disfrutar de la Literatura
como nunca hubiéramos imaginado.

Pilar Bellido se ha convertido en nuestra particular Celestina, porque nos ha


regalado un impresionante romance con los libros y las historias. Porque nos
ha convencido, gracias a la fuerza de sus clases y a su saber, de que la
lectura es algo grande, algo único. Si no me creen, prueben a leer El
arquitecto y el emperador de Asiria sin su orientación.

Pilar merece que agradezcamos su intensidad a la hora de explicar y


enseñar. Debemos reconocer su cercanía en el trato con los alumnos. Esa
cercanía también la hemos encontrado en otros profesores, como Carmen
Espejo.

Carmen nos ha mostrado los orígenes de nuestra profesión. También nos ha


enseñado a hacer gacetas y a cantar la Marsellesa. Pero, sobre todo, nos ha
enseñado con cariño, como dejó claro cuando nos dedicó esta frase: “Puede
que no hayáis sido mis mejores alumnos, pero erais especiales”. Carmen, tú
también has sido especial para nosotros. Tanto que te hemos elegido mejor
profesora de nuestra promoción.

En el cuadro de honor, no podemos olvidarnos de Miguel Vázquez Liñán, un


hombre serio, agradable y comprometido a partes iguales. Miguel nos ha
contado muchas historias, pero, especialmente, nos ha abierto los ojos ante
las malas artes comunicativas del poder.

Otro que sabe contar grandes historias es Luis Uriondo. Tras su poblada
barba, que actúa como máscara de seriedad, se esconde un hombre que
engancha a quienes le escuchan y que regala humor inteligente. El recorrido
por los oscuros años de la República, la Guerra Civil y la posguerra fue
mucho más placentero gracias a sus palabras.

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También nos acordamos ahora de Concha Pérez. Quienes hemos tenido la
oportunidad de compartir clase con ella, nos llevamos el recuerdo de su
fantástica simpatía, su amabilidad y su atención. Concha, mucho más allá de
profesora, ha sabido mantener con sus alumnos y alumnas una relación de
amistad y de compañerismo. Y eso se agradece especialmente cuando viene
de un profesor.

Seguimos con el repaso. En los informativos de Cuatro tienen a los Manolos,


dos personajes que dicen ser periodistas deportivos. En la facultad, nosotros
tenemos a los Antonios, dos grandes periodistas que nos han enseñado a
redactar con la maestría que les da su experiencia en mil batallas. También
disfrutamos en este centro de Juan Carlos Rodríguez Centeno, que ha
conseguido que sepamos mucho de la publicidad, una amistad peligrosa
pero necesaria para el Periodismo. Lo pasamos bien con Jesús Jiménez
Varea, que nos enseñó con sus divertidas clases el lado más amable de la
cultura de masas. Y disfrutamos con Washoe y la introducción a las teorías
de la comunicación de Ángel Acosta.

Podríamos citar a muchos más profesores, pero queremos cerrar la lista con
Aurora Labio. Ella nos ha mostrado la precariedad laboral del Periodismo.
Junto a Ramón Reig, nos ha descrito las relaciones de poder que presionan
al informador. También nos ha animado a unirnos, a tener conciencia de ser
un grupo social importante. Por eso, debemos quedarnos con la frase con la
que Aurora terminó su última clase: “A pesar de la realidad tan negativa que
os he transmitido, si tenéis vocación periodística, nunca tiréis la toalla”.

Hoy también reconocemos el trabajo del personal de administración y


servicios y el resto de trabajadores de esta facultad. Nuestra gratitud se hace
especial en la persona de Pepe el copistero. Gracias a su humor, se nos ha
hecho más fácil la tensa espera para imprimir a última hora los trabajos más
importantes de la carrera. Esperamos que siga repartiendo sonrisas y
buenos apuntes entre las futuras promociones.

Antes de despedirnos, queremos volver a hablar de nuestro presente. La


situación del periodismo no es buena. El único Premio Pulitzer español,
Javier Bauluz cree que el periodismo actual es sensacionalista, partidista y
tóxico. Que es “como si un carnicero vende carne podrida porque así gana
más”. La responsabilidad de cambiar esto cae sobre nuestras espaldas a
partir de ahora. Estamos preparados y, si no, para levantar nuestra moral,
queremos reproducir unas frases de la escritora Elvira Lindo: “Ojalá que
entendamos que en esta situación económica que va a cambiar la vida de
varias generaciones es necesario darle voz a los olvidados y sólo un buen
periodista puede hacerlo”.

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Llegamos aquí con el sueño de trabajar en un periódico, en una radio o en
una televisión. Ahora dejamos esta facultad y sabemos que quizá tengamos
que trabajar en los tres medios para ganar un sueldo digno. O buscarnos la
vida en un gabinete de comunicación, un puesto laboral que, por muy
necesario que sea, no coincide con el del periodista que deseábamos ser
hace unos años.

Para muchos, estudiar Periodismo ha sido una decepción. Sin unas buenas
prácticas que, por cierto, están fuera del plan de estudios, nadie se siente
preparado para salir a la calle. Pero no es momento de lamentarse ni de
echar nada en cara a las instituciones académicas. Debemos quedarnos con
que en estos cinco años hemos hecho todo lo posible por ser buenos
periodistas y mejores personas. El tiempo dirá si lo hemos conseguido.

Esto se acaba. Mañana, muchos seguiremos estudiando. Otros, nos


lanzaremos sin paracaídas a probar suerte en el mercado laboral. Seremos
corresponsales de agencia sin firma, jefes de prensa de una diputación o
editores de un periódico digital de pueblo. Sea donde sea, que todos seáis
los mejores y los más motivados en vuestro puesto. Porque el buen
periodismo no es exclusivo de las grandes ciudades ni de los grandes
medios. En realidad, el buen periodismo es imprescindible en cualquier lugar
en el que hay seres humanos.

Para terminar, queremos dedicar estas palabras y este acto a sus verdaderos
protagonistas. A esas personas que han hecho posible que llegáramos hasta
aquí. Nos referimos a nuestras familias y en especial a nuestros padres. Sin
su apoyo, no habríamos podido escribir ninguna de las grandes historias que
hemos narrado. Sin ellos, no habríamos tenido fuerzas para llegar a la meta.

Seguro que hace unos años, muchos de nuestros padres desearon que sus
hijos fuesen arquitectos, médicos o ingenieros. Sin embargo, hoy podemos
comprobar que están orgullosos de que seamos periodistas.

Compañeros, se acabó. Nos referimos a la carrera, pero no a nuestra


amistad, que esperamos que sea para siempre. Para que no olvidéis este
momento, os dejamos con un vídeo que nos han preparado. Está lleno de
anécdotas y de música para que, cinco años después, disfrutemos más que
nunca de nuestra propia canción del verano.

Muchas gracias y mucha suerte.

Rafael Ávalos Cabrera


Gabriel Corbacho Bermejo

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