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Autoridades académicas,
Estimados compañeros,
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En aquellos días, resonaba en nuestra cabeza el eco de “La tortura” de
Shakira y de “La camisa negra” de Juanes. En aquel mes de septiembre de
dos mil cinco, todavía disfrutábamos de las canciones del verano. Teníamos
ilusiones e incertidumbres antes de dar el paso que marcaría nuestro futuro.
Así, empezó el lustro mágico, el que ha cambiado nuestras vidas.
Con dieciocho años, la mayoría de nosotros tuvo que elegir, con la cabeza
aturdida y en unos cuantos días, de qué forma encaminar su destino. En
plena juventud se obliga a todo el mundo a saber qué labor tendrá en el
futuro. Sin embargo, no siempre están claras las ideas, y cuando parece que
lo están, surgen las dudas. Esos momentos de indecisión nos hicieron
madurar a la fuerza.
¿Por qué decidimos estudiar Periodismo? Esta carrera nos reporta una
cualidad esencial: la inquietud. Esta virtud es indispensable para los que nos
convertimos en periodistas. Qué sería de nuestra profesión sin ese punto de
locura que nos lleva a movernos en terrenos fangosos o esa pizca de
desfachatez que nos impulsa siempre a dirigir nuestros pasos hacia la
verdad.
Fue esa inquietud la que nos trajo a esta Facultad de Comunicación, a este
edificio tan frío y perdido entre las ruinas de la Expo en la Cartuja. El
Periodismo necesita desarrollarse en sociedad, y en esta zona de Sevilla
hemos encontrado justo lo contrario. La Cartuja es una pequeña ciudad
empresarial aislada de la vida cotidiana. Es una isla en la que no hay ni un
quiosco y es difícil encontrar un bar. Y los bares siempre han sido lugares de
encuentro imprescindibles para los periodistas. Al menos, nos conformamos
con el Manuela.
Hechos como el que afecta a estos redactores deben hacernos mucho más
fuertes en nuestras convicciones, y en nuestro esfuerzo por obtener una
sociedad mucho más comprometida. Las circunstancias que se viven en
estos momentos de crisis deben mostrarnos el camino a seguir para salir del
túnel. Si el futuro pinta mal, lo único que tenemos que hacer es alzar la voz:
¡Aquí estamos nosotros para traer luz a un mundo de oscuras intenciones!
2
Porque en nuestras manos está el poder de terminar con la manipulación de
las conciencias. Porque en nuestras manos, está la fuerza ilimitada de quien
se sustenta en la verdad y no se deja corromper por el billete. Ese debe ser
nuestro ideal.
Debemos ser versátiles para adaptarnos a un mundo que no para, que está
en continuo cambio. Tan rápido gira el planeta, que a veces nos olvidamos
de la nostalgia que provoca el paso de los días. Cinco años no son nada,
pasan tan velozmente que apenas se tiene tiempo de disfrutarlos. Hemos
intentado sacarle partido a este periodo de nuestra vida, pero lo cerramos
con la sensación de que no ha hecho más que empezar.
Los que han pasado por la Universidad, cuentan que es una experiencia
inigualable. No se puede asegurar que los amigos hechos en esta etapa vital
sean para siempre, pues eso es algo que sólo pueden demostrar los años.
Pero sí es seguro, y así lo hacemos saber desde este púlpito de humildad,
que los instantes vividos con cada uno de vosotros serán inolvidables.
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Hasta en las clases más teóricas hemos tenido momentos de complicidad.
Todos recordaremos el morbo por romper el silencio obligado de las clases
de Derecho. Aunque seguro que preferimos quedarnos con el ataque de risa
colectivo que nos dio en una clase de Estructura.
Los días vividos en el Caribe nos han servido también para abrir los ojos
como probablemente jamás lo hayamos hecho. Hemos descubierto la
miseria en su máxima potencia, mientras disfrutábamos de las excelencias
del lujo. Ese contraste nos ha hecho pensar, e incluso convertirnos por
momentos en mejores personas.
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Quienes estuvieron en Riviera Maya no olvidarán los paisajes, la limpieza de
las playas… Ni la lluvia. Tampoco olvidarán ese autobús que los dejó tirados
en una gasolinera, en tierra de nadie. Pero todos estos contratiempos sólo
sirvieron para reforzar los lazos que ya los unían.
Todos los viajeros, y los que no viajamos, nos reunimos hace unos días en
nuestra particular última cena. Aunque muchos no se acuerdan de nada de lo
que pasó en esa noche, os podemos asegurar que se vivieron grandes
momentos. Fue un encuentro inolvidable y que deberíamos repetir todos los
años a partir de ahora.
También hay otra compañera a la que se le debe una humilde mención. Esa
es Remedios Fariñas, que ha estado durante estos años a nuestro servicio.
En este tiempo ha ejercido como delegada de clase y algo más. Por su
desinteresada labor merece que le agradezcamos de todo corazón que haya
estado con nosotros.
Para terminar con el repaso personal, queremos hacer una referencia a esas
personas que han sabido aunar su vida académica y su vida íntima. Nos
referimos a la crónica rosa que han protagonizado algunas parejas gestadas
entre estos muros. Esperamos que seáis felices.
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En esta facultad nos hemos reunido personas procedentes de distintos
puntos de España. En este momento, queremos hacernos portavoces de
nuestros compañeros extremeños y, especialmente, de los canarios, que han
tenido que cambiar de comunidad autónoma para seguir con su vocación. La
Universidad ha conseguido europeizarse a marchas forzadas y con más
pena que gloria. Sin embargo, todavía no se ha conseguido que la
enseñanza pública universitaria llegue por igual a todas las regiones. Todos
deberían tener la oportunidad de estudiar lo que deseen en igualdad de
condiciones y sin la necesidad de un viaje transoceánico.
Otro que sabe contar grandes historias es Luis Uriondo. Tras su poblada
barba, que actúa como máscara de seriedad, se esconde un hombre que
engancha a quienes le escuchan y que regala humor inteligente. El recorrido
por los oscuros años de la República, la Guerra Civil y la posguerra fue
mucho más placentero gracias a sus palabras.
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También nos acordamos ahora de Concha Pérez. Quienes hemos tenido la
oportunidad de compartir clase con ella, nos llevamos el recuerdo de su
fantástica simpatía, su amabilidad y su atención. Concha, mucho más allá de
profesora, ha sabido mantener con sus alumnos y alumnas una relación de
amistad y de compañerismo. Y eso se agradece especialmente cuando viene
de un profesor.
Podríamos citar a muchos más profesores, pero queremos cerrar la lista con
Aurora Labio. Ella nos ha mostrado la precariedad laboral del Periodismo.
Junto a Ramón Reig, nos ha descrito las relaciones de poder que presionan
al informador. También nos ha animado a unirnos, a tener conciencia de ser
un grupo social importante. Por eso, debemos quedarnos con la frase con la
que Aurora terminó su última clase: “A pesar de la realidad tan negativa que
os he transmitido, si tenéis vocación periodística, nunca tiréis la toalla”.
7
Llegamos aquí con el sueño de trabajar en un periódico, en una radio o en
una televisión. Ahora dejamos esta facultad y sabemos que quizá tengamos
que trabajar en los tres medios para ganar un sueldo digno. O buscarnos la
vida en un gabinete de comunicación, un puesto laboral que, por muy
necesario que sea, no coincide con el del periodista que deseábamos ser
hace unos años.
Para muchos, estudiar Periodismo ha sido una decepción. Sin unas buenas
prácticas que, por cierto, están fuera del plan de estudios, nadie se siente
preparado para salir a la calle. Pero no es momento de lamentarse ni de
echar nada en cara a las instituciones académicas. Debemos quedarnos con
que en estos cinco años hemos hecho todo lo posible por ser buenos
periodistas y mejores personas. El tiempo dirá si lo hemos conseguido.
Para terminar, queremos dedicar estas palabras y este acto a sus verdaderos
protagonistas. A esas personas que han hecho posible que llegáramos hasta
aquí. Nos referimos a nuestras familias y en especial a nuestros padres. Sin
su apoyo, no habríamos podido escribir ninguna de las grandes historias que
hemos narrado. Sin ellos, no habríamos tenido fuerzas para llegar a la meta.
Seguro que hace unos años, muchos de nuestros padres desearon que sus
hijos fuesen arquitectos, médicos o ingenieros. Sin embargo, hoy podemos
comprobar que están orgullosos de que seamos periodistas.