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ctsices Bd Prosi Jean-Jacques Rousseau DIRECTOR Antonio Truyol y Serra Discurso sobre la Economia politica TRADUCCION Y ESTUDIO PRELIMINAR DE José B. Candela TITULO ORIGINAL: Discours sur I’Eeonomle politique 1 etic, 1985 Reimpresin, 2001 Reservas todos los derechos. El contenido de esta obra ‘etd protegido por I Ley, que establece penas de pric 370 mols, ademiis de las correspondientes indemnizi- ‘iones por duos y perjuicios, para quienes reprodjeren, plagiaren,disribuyeren o comunicaren pablicamente, en {odo o-en parte, una obra lterara, anicao eieniies, © ‘transforma, inerpetcin ogjcucion artistic jad en ‘alge ipa de soporte o comunicida através de cualquier medio, sin la precepiva auorizacida, Disefio de cube Toaguin Gallego © EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA. S.A.) 2001 Twa Fac Luca de Tena, 15 28027 Magid ISBN: 81.308-11618 Daepsisito Legal: M.42.647-2001 Printed in Spain, lmpreso en Espana por Pernénder Chua INDICE ESTUDIO PRELIMINAR Pi. 1, Sobte el lugar del Discwno sabre le Beomomle politics en ln obea poiica de Rowsens 2. Gontenitio del Dascxrso pares en que se divide 5. Lavoluntad general come principio basco del Derecho po- Hea y sas consecuencas teres inmediaas en a eo del gobierno 4. Lxeigencia de is conformisad del gobierno la ley 5. Del amor ala paiay la edueacon publien 6 Sobre ls finanzas pablicas Bibliogsafla "Nona sobre lx presence ein DISCURSO SOBRE LA ECONOMIA POLITICA i xv XXIV 200K xy, ut B » M NOTA SOBRE LA PRESENTE EDICION La presente edici6n del Discours sur1'Economie po- Jitique es la primera en lengua castellana. Para su tea- lizacién hemos utilizado la edicién francesa contenida en el volumen III de las Oeuvres completes de Rous- seau, editadas en la Bibliothéque de la Pléiade por la casa editorial Gallimard de Paris en 1964 (pags. 241 a 278), edicién preparada y comentada pot Robert De- rathé bajo la direccién de Bernard Gagnebin y Marcel Raymond. Esta edici6n utilizada es reproduccién inte- gra de la edicién original del texto de Rousseau apare- cido en el tomo V de la Enciclopedia en 1755. No he- ‘mos tenido en cuenta las variances de posteriores edi- ciones francesas. JEC. DISCURSO SOBRE LA ECONOMIA POLITICA Economia 0 Economia * (Moral y Politica. Esta palabra viene de ofvos, casa, y de vduos, Jey, y originalmente no significa otra cosa que el sabio y le- gitimo gobierno de la casa, en pro del bien comin de toda Ia familia. El sentido de este eérmino se ampli6 mis tarde al gobierno de la gran familia que es el esta- do. Para distinguic entre ambas acepciones, en este dil- timo caso se le denomina economia general o politica, yen el otto, economia doméstica o particular. En el pre- sente articulo nos ocuparemos tan sélo de la primera, Sobre la economia doméstica, véase PADRE DE FAMILIA Aun cuando entre el estado y la familia se diesen tan- tas relaciones como pretenden algunos autores, no se- ffa cierto que las reglas de conducta propias de una de esas sociedades conviniesen a la otra: ambas difieten de- masiado en cuanto a sus dimensiones como para poder set administradas de la misma forma, de modo que "Gon el mismo titulo de «CEconomie politiques aparece posttosmen: te al arcola de Routes, ua fuera text sedactaco por Boulanger ye ‘argado tambien or Diderot pas el tomo XI dela Bmcelopedi. publiar doen 1765 (N. del E.) 4. JEAN JACQUES ROUSSEAU siempre existiré una diferencia extrema entre el gobierno doméstico, en el cual el padre puede verlo codo por sf mismo, y el gobierno civil, en el cual el jefe lo ve casi todo mediante ojos ajenos. Para que, en estos asuntos, las cosas fueran iguales, seria menester que el talento, la fuerza y todas las facultades del padre, aumentasen en raz6n de la dimensi6n de la familia, asi como que el alma de un poderoso monatca estuviese en relacién con la de un hombre ordinario en igual medida que la extensin de su imperio lo esté con la hereacia de un particular. Peto gc6mo podria el gobiemo del estado asemejar- seal de la familia, siendo tan diferentes sus fundamen- tos respectivos? Por ser el padre fisicamente mas fuerte que sus hijos tanto tiempo como su ayuda les es nece- saria, el poder paterno parece, con razén, establecido por la naturaleza. En la gran familia, en la que todos los miembros son naturalmente iguales, la autoridad politica, puramence arbitraria en cuanto a su institu- cién, no puede fundarse sino en convenciones, ni pue- de el magistrado mandar sobre los ottos sino en vireud de las leyes. Los deberes del padre le son dictados por sentimien- tos naturales y de forma tal que raramente le es permi- tido desobedecer. Los jefes carecen por completo de una regla semejante y s6lo estén obligados para con el pue- blo en aquello que le han prometido hacer y cuya eje- cucién el pueblo tiene el derecho de exigit Otta diferencia atin més importante consiste en que por no tener los hijos mas que lo que reciben del pa- te, le cortesponde a éste o de él emana evidentemen- te todo derecho de propiedad. Ocurce totalmente al con- DISCURSO SOBRE LA ECONOMIA POLITICA 5 trario en la gran familia: su administracion general se cestablece s6lo para asegurar la propiedad particular pree- xistente. El principal objeto de todos los trabajos de la casa es el de conservar ¢ incremental pattimonio del padre para que éste pueda un dia repartirlo entre sus hijos y evitares la pobreza, mientras que la riqueza del fisco no es sino un medio, a menudo mal entendido, para mantener la paz y le abundancia de los particula- res. En una palabra, la pequetia familia esti destinada a extinguitse y a dividirse un dia en varias familias se- mejantes; pero como la grande esté hecha para durar siempre en el mismo estado, es preciso que la primera aumente para multiplicarse, y no basta con que la otra se conserve, sino que, como es ficilmente demostrable, todo aumento le resulta més perjudicial que Gl Por varias razones derivadas de la navuraleza de las cosas, el padre debe mandar en la familia, Primeramen- te, no ha de ser igual la autoridad del padre y la de Iz madre, pero es necesatio que el gobierno sea tinico y que en caso de divisién de opiniones haya una voz reponderante que decida. 2.° Por muy ligeras que con- sideremos las incomodidades propias de la mujer el que siempre conlleven para ella un intervalo de inactividad, cs razon suficiente para excluirla de aquella primacia, pues cuando la balanza esta perfeccamente igualada bas- ta una paja para que se incline. Al marido le debe co- responder ademés la inspeccién de la conducta de su mujer, pues le interesa asegurarse de que los hijos, a los cuales debe reconocer y alimentar, no pertenezcan a oto sino a él. La mujer, que no tiene nada parecido ‘que temer, no tiene el mismo derecho que el marido. 3.° Los hijos deben obedecer al padre, en principio por 6 JBAN.JACQUBS ROUSSEAU necesidad y ademas por reconocimiento; tras haber re- cibido de él la satisfaccién de todas sus necesidades du- rante la mitad de su vida, deben consagrar la otra mi- tad a subvenir a las suyas. 4.° En cuanto a los domésti- 0s, étos estin obligados a prestar servicio al padre a cambio de la manutencién que éste les proporciona, salyo si rompen el trato cuando ya no les convene, No diré nada acerca de la esclavitud, pues es contcatia a Ja naturaleza y ningtin derecho puede autorizatla Nada de todo lo anterior existe en la sociedad politi- «a, la cual, lejos de tener un interés natural en la felici dad de los particulates, busca con frecuencia el suyo pro- pio en la miseria de éstos. Cuando la magistratura es hetedicaria, es a menudo un niflo quien manda sobre Jos hombres; cuando es electiva, las elecciones presen- tan mil inconvenientes, y tanto en uno como en otto caso desaparecen las ventajas de la paternidad. Si te- néis un solo jefe, estaréis bajo el arbitrio de un amo que carece de razones para amaros; si tenéis varios, de- beréis soporcar al tiempo su titania y sus divisiones, En una palabra, son inevitables los abusos y funestas sus consecuencias en toda sociedad en la que el interés pi- blico las leyes carecen por completo de fuerza natural y son continuamente atacadas por el interés personal y las pasiones del jefe y demés micmbros. ‘Aunuc las funciones del padre de familia y del pri- mer magistcado deben cender al mismo fin, lo hacen por caminos bien distintos; su deber y sus derechos ¢s- ‘én hasta tal punto diferenciados que no es posible con- fundirlos sin formarse falsas ideas acetca de las leyes fun- damentales de la sociedad y sin caer en errores fatales pata el género humano, En efecto, sila voz de la natu- DISCURSO SOBRE LA ECONOMIA POLITICA 7 raleza es el mejor consejo que pueda escuchar el padre para cumplir bien sus deberes, para cl magistrado es solo un falso gufa que trata sin cesar de separarle de sus obligaciones y que tarde 0 temprano le arrastra a Ia perdicion y a la del Estado si una sublime virtud no lo retiene. La tinica virtud que el padre de familia ne- cesita, consiste en guardarse de la depravaci6n e impe- dir que se corrompan sus inclinaciones naturales; si bien son éstas quienes pueden cotromper al magistrado Mientras al primero, para obrar bien, le basta con con- sultar a su coraz6n, el segundo se convierte en un trai- dor cuando hace caso al suyo, por lo que debera sospe- char de su propia raz6n sin atenerse a més tegla que la razén pidblica, es decir, la ley. La naturaleza ha crea- do multitud de buenos padres de familia, pero es du- doso que desde que el mundo existe, la sabidurfa hu- mana haya podido formar a diez hombres capaces de gobernar a sus semejantes, De todo lo que acabo de exponer se sigue que hay 1az6n en distinguit la economia publica de la econa- mia particular, y asimismo que, como el estado no tic- ne nada en comin con la familia, a no ser la obliga- cién comén para sus jefes de procurar felicidad, no con- vienen a ambos la mismas reglas de conducca. He er do que estas pocas lineas bastarian para echar por tie- 1a el odioso sistema que el caballero Filmer ha inten- tado establecer en una obra titulada Patniarcha’, a la que dos hombres ilustres? le han hecho el honor de 2 Se sata dela oben: Patriarch, or he matural Power of Kings, Chis well, Londees, 1680 (Nel E,) 5 Laeedos hombres iustes son: Locke y Sidney, y su obastexpest 8 JEANJACQUES ROUSSEAU dedicar sendos libros en su contra. Por lo demas, ese ertor es muy antiguo, pues-ya el mismo Aristoteles es- timé oportuno combatirlo por razones que pueden des- cubritse en el primer libro de sus Polficas* Rucgo a mis lectores que distingan bien asimismo centre la economia piblica, de la cual me he de ocupar y que llamo gobierno, y la autoridad suprema, que Ila- ‘mo soberania; distinci6n que consiste en que mientras la primera posee el derecho legislative y obliga en cier- tos casos al cuerpo mismo de la nacién, la segunda s6lo posee el poder ejecutor y puede obligar tan s6lo a los particulates. Véase POLITICA y SOBERANIA. Permitaseme por un momento utilizar una compa- raci6n comdin y poco exacta en muchos aspectos, aun- que apropiada para hacerme comprender mejor. El cuerpo politico, individualmente considerado, pue- de entenderse como un cuerpo organizado, vivo y si- milar al del hombre. El poder soberano representa la cabeza; las leyes y costumbres son el cerebro, origen de los nervios y sede del entendimiento, de la voluntad y de los sentidos, cuyos 6rganos son los jueces y magis- ‘rads; el comercio, le industria y la agricultura son la boca y el estémago que preparan la substancia comin; las finanzas ptiblicas son la sangre de una sabia econo- ‘mia que, desempefando las funciones del corazén, dis- ttibuye por todo el cuerpo el alimento y la vida; los ciu- dadanos son el cuerpo y los miembros que hacen que ‘as el prmes Tata sobre ol Cobirmo cei (Londres, 1680) ye Dixeurso lobe #1 Gobiemo (Londres, 1698) (N. dal B) Vida espeto, Pola, ib 1, cap. 1 § 2. 1.292 a edicion cae tana del Centro de Esudios Constcaconals, Madrid, 1983, pg. 1) i. My eap. 14, 4§ 14y 15, 1.285 b edie. east et, pgs, 98-100) (N, del) DISGURSO SOBRE LA ECONOMIA POLITICA 9 la maquina se mueva, viva y trabaje, de modo que cual- quier herida que ésta sufra en una de sus partes lleva- ‘fa de inmediato una impresi6n dolorosa al cerebro si es buena la salud del animal’ La vida que a ambos corresponde es el yo comin al todo, la sensibilidad recfproca y la correspondencia in- terna entre todas las partes. Si cesa dicha comunidad, desaparece la unidad formal o las partes contiguas aca- ban encontrandose en una simple relaci6n de yuxtapo- sicién; el hombre muere o el estado se disuelve. ‘Asi pues, el cuerpo politico es también un ser moral dotado de voluntad. Esa voluntad general, tendente siempre a la conservaci6n y bienestar del todo y de ca- da parte, es el origen de las leyes y la tegla de lo justo y de lo injusto pata todos los miembros del estado, en telacién con éste y con aquéllos. Esta verdad muestra, dicho sea de paso, con cufinto sentido muchos escrito- res consideraron un robo la sutilidad prescrita a los hi- jos de Lacedemonia para poder ganarse su frugal ali- mento, como si todo lo que la ley prescribe pudiese no set legitimo. Véase, en la voz DERECHO, la fuente de este gran y luminoso principio, que ese articulo desartolla’, Es importante seftalar que esa regla de jus- 3 Vidal expect de ete imo pif, ls exclrcedorsrelesiones sobre ut pretentido orgaicsmo del teaiapoica de Kouseu en Devath Jeo Jacguet Rouse els tence poigue dem temp, Ve, Pai, 1930, pgs. 410-415 (Nel secret del artelo «Droit natutel (Moa) de Diderot, corespan sical une deh Ered oy 616), a to, por nitaportaca lel ey las dgusicines que sobre la pte. Ena dein dese voluntad general hace Rober Derathé ens ate 2 de iepapina 1394 del solumen fl delat Oenorercompezer de Roses, en 1s Cason de Galimatd, Bibocheque dela Pade (Nal E) 10. JBANJACQUES ROUSSEAU ticia, segura en relaci6n con todos los ciudadanos, puede resultar defectuosa en relacién con los extranjeros, y la raz6n de esto es evidente: aunque la voluntad del esta do sea general para sus miembros, no lo es para otros estados ni para sus miembros respectivos; pata é5tos re- sulta ser una voluatad particular e individual cuya re- gla de justicia deriva de la naturaleza, lo cual esta tam- bién comprendido en el principio antes expuesto, ya que en ese caso Ia gran ciudad del mundo pasa a ser el cuerpo politico cuya ley de naturaleza es siempre la voluntad general, y cuyos estados y miembros particu- lares s6lo son miembros individuales. De estas mismas distinciones aplicadas a cada socie- dad politica y a sus miembros se detivan las reglas mas universales y mas seguras para juzgar acerca de la mo- talidad de toda acci6n humana. Toda sociedad politica se compone de otras socieda- des mas pequefias y de diferente especie, cada una de las cuales posee sus intereses y sus méximas. Pero tales sociedades, que todos pueden ver por su forma exte- riot y autorizada, no son las Gnicas que existen realmente cen el estado: todos los particulares reunidos en torno 4 un interés comin componen otras tantas sociedades, permanentes o pasajeras, cuya fuerza, aun siendo me- fnos aparente, no es menos real, y cuyas relaciones, se examinan con detenimiento, nos proporcionan el ver- dadero conocimicnto de las costumbtes. Se trata de to- das aguellas asociaciones, técitas 0 formales, que tan variadamente modifican las apatiencias de la voluntad piiblica mediante la influencia de la suya propia, La voluntad de dichas sociedades presenta siempre dos ti- pos de relaciones: para sus propios miembros, es una DISCURSO SOBRE LA ECONOMIA POLITICA 11 voluntad general; para la gran sociedad, es una volun- tad particular. Con frecuencia es una voluntad recta bajo el primer aspecto y viciosa bajo el segundo. Cualquie- ra puede ser al mismo tiempo un devoto, un valiente soldado o un médico aplicado yun mal ciudadano, Tal deliberaci6n puede ser ventajosa para la pequetia co- munidad y perniciosa para la grande. Ciefto es que por estar las sociedades particulares subordinadas 2 aque- lias que las incluyen, conviene antes obedecer a éstas que a las otras, como cierto es también que los deberes de ciudadano preceden 2 los de senador y los del hom- bre a los del ciudadano. Peto por desgtacia, el interés personal est siempre en raz6n inversa cespecto del de- ber y aumenta a medida que la asociacién se hace mis csttecha y el compromiso menos sagrado, lo cual es prue- ba infalible de que le voluntad general es siempre la més justa y de que Ia voz del pueblo es en efecto la voz de Dios. De ello no se sigue que las deliberaciones piblicas sean siempre equitativas. Pueden no setlo cuando de asuntos extranjeros se trata; ya he dicho la raz6n. Asi, ‘no es imposible que una repiblica bien gobernada ha- ga una guerra injusta; tampoco es imposible que el con- sejo de una democracia promulgue malos decretos 0 con- dene a inocentes, pero jamfs sucedera que el pueblo ro sea tentado por intereses particulares, presentados como los intereses del pueblo por algunos hombres hi- biles valiéndose de su prestigio y elocuencia. Una cosa es, por tanto, la deliberacién piblica y otra la volun- tad general. No se me argumente con la democtacia de Atenas porque Atenas no era en realidad una de- ‘mocracia sino, en gran medida, una aristocracia tiréni- 12 JBANJACQUES ROUSSEAU ca gobemnada por sabios y oradores. Examinad con cui dado lo que ocurre en cualquier deliberaci6n y veréis que la voluntad general propende siempre al bien co- min, si bien existe siempre una escisi6n secreta, una confederaciGn técita que, en favor de miras particula- tes, elude la disposicién natural de la asamblea. Asi pucs, el cuerpo social se divide realmente en ottos va- fios cuyos miembros adoptan una voluntad gencral que es buena y justa respecto de esos meros cuerpos, pero injusta y mala respecto del todo del que todos aquéllos se desvinculan, ‘Vemos con qué facilidad se explican, gracias a estos principios, las aparentes contradicciones propias de tan- tos hombres colmados de escrtipulos y de honor en un aspecto y tramposos y bribones en otro, que desprecian los deberes mis sagrados y son fieles hasta la muerte a compromisos con frecuencia ilegitimos. Es asf como los hombres mas comruptos rinden siempre homenaje a la confianza piblica, Es asi (tal como se sefala en el

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