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Dios le haba ordenado a Moiss que designara doce hombres, para que
inspeccionaran la tierra prometida. Despus de explorar el territorio durante
cuarenta das, los espas regresaron, pero diez de ellos hablaron mal entre los
hijos de Israel, de la tierra que haban reconocido, declarndose
incompetentes para la guerra y comparndose como langostas
Ante los moradores de Canan.
Josu y Caleb protestaron por el informe cobarde de sus compaeros espas y
rompieron sus vestidos. Con voz fuerte y una actitud positiva hablaron a toda
la congregacin diciendo: La tierra por donde pasamos para
reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehov se agradare
de nosotros, l nos llevar a esta tierra, y nos la entregar; tierra
que fluye leche y mielni temis al pueblo de esta tierra; porque
nosotros los comeremos como pan (Nmeros 14:7-9).
Los espas amedrentados por los gigantes, hijos de Anac, se sentan
pequeos, limitados, inofensivos e intiles.
del Seor, pero olvidaron que clase de Dios tenan de su lado. Las
experiencias de la fidelidad de Dios en el pasado deben servir para enfrentar
el futuro. No hay gigante que rebase la enormidad del Creador. Ningn
ejrcito terrenal puede detener la mano extendida del Altsimo. No hay fuerza
de las tinieblas que pueda hacer tropezar a quienes confan en Dios. Pero
algrense todos los que en ti confan; den voces de jbilo para
siempre, porque t los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu
nombre (Salmos 5:11).
Conclusin
Cada creyente debe enfrentar la vida, derribar gigantes y tomar la herencia
que Dios ha puesto delante de l. Muchos aprovechan oportunidades,
mientras otros las dejan pasar. En la vida hay vencedores y vencidos;
protagonistas y espectadores; espas temerosos y valientes, quienes no son
capaces de creer en el poder de Dios llevan a otros a un terrible caos. Los