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LOS MATRIMONIOS MIXTOS EN EL CON- CILIO DE ELVIRA (a. 303?) Notas para la historia del matrimonio canénico Antecedentes.—Las normas del Concilio de Elvira no implan- tan en Espaiia las prohibiciones de contraer matrimonio con los infieles y los herejes. Es muy probable que sus disposiciones no supongan otra cosa que una revisién de los usos de las comu- nidades cristianas sobre este punto, quizd con el objeto de ur- gir su observancia ante eventuales relajaciones, y reformar, to- cando nuevos aspectos de materia tan compleja, la disciplina hasta entonces vigente. La disciplina canénica sobre los matrimionios con infieles y herejes tiene sus més profundas rafces en el Derecho apostéli- cot y, si bien es cierto-que la primera vez que aparecer referen- cias a ella en jas fuentes de Derecho escrito, es en los cdnones eliberitanos, no es menos cierto que tenemos abundantes noti- cias de cémo la doctrina apostdlica influfa decididamente sobre la conducta de los fieles de las primeras comunidades cristianas, determinando su actitud ante esta clase de nupcias. Tertuliano y San Cipriano, en varios lugares de sus escritos, sos dan a co- nocer la practica de la Iglesia africana en el siglo anterior y nos exponen un cuerpo considerable de doctrina sobre este punto, que en la Iglesia cartaginesa suponfa una preocupacién impor- tante, incluso a fines del siglo 11; es decir, en los afios inmedia- tamente anteriores a la redaccidn de los dos libros «ad uxorem» 1. 1 Gor. 7. 39: U Cor. 6, 14-18; IT Johan. 10. 544 Pedro Lombardia de Tertuliano ?, Es muy probable que las Iglesias espafiolas si- guieran una practica semejante, como consecuencia del poderoso influjo que la Iglesia africana ejercié sobre la espafiola a lo largo de los siglos III y 1V, sobre cuya existencia las fuentes no nos dejan ninguna duda*; es més, la doctrina de Tertuliano y San Cipriano sobre los matrimonios mixtos, debié influir con- siderablemente en nuestra patria, ya que sus obras se conocie- ron bien pronto y gozaron de una autoridad extraordinaria ‘. Todos estos datos hacen presumir que la prdctica de los fieles espafioles fuese muy semejante a la africana: los matri- monios mixtos sefian aqui poco frecuentes por ser idénticas las circunstancias que jos hacian muy dificiles en la prdctica °. El Concilio de Elvira, sin embargo, nos indica otro factor que di- ficultaba por entonces Ja observancia del consejo paulino de con- traer matrimonio solamente con cristianos: la dificultad en que se encontraban los padres para dar un marido cristiano a sus hijas, especialmente en aquellas ciudades en las que la Igle- sia atin no habfa alcanzado una difusién notable. Estas circuns- tancias, que seguramente motivaron algunos matrimonio mix- tos, son a las que aluden los Padres eliberitanos al aclarar en él canon XV que el casar a las hijas con paganos no es licito a los padres, ni siquiera en aquellos casos en-que se vean obli- gados «propter copiam puellarumn. Este texto nos hace ver claramente, por una parte, Ja existencia de una prdctica con- traria a los matrimonios mixtos—en la que se debe ver una si- tuacién muy semejante a la africana—y por otra, una relaja- cién de esta costumbre, motivada por la dificultad de encon- trar maridos cristianos pata las hijas. Estas uniones, que plan- teaban serias dificultades para la fe de Jas doncellas cristianas, son objeto de la atencién del Concilio, ya que cuadran perfec 2. Cir. Losmarpia: Los matrimonios mixtos en la Iglesia cartaginesa det siglo III. en «Cuadernos de trabajos de Derecho de la Delegacién ro- mana del C. S, de I. Ca, Il, 1953, pags. 95 85. 3. Cin, Garcia De’ Vittapa, S. J.: Historia eclesidstica de Espaia, vo- lumen 1, part. 1, Madrid, 1929, pags. 172, 185 y ss. : 4. Cie. Gowzitez Rivas: Lo penitencia en Ia primitive Iglesia esponola, C. S. de 1. C., Salamanca, 1950, pigs. 46 ¥ 53. 5. Cir, Lonmarpia: Ob. cit., pags. 106 y ss. Los matrimonios mirtos en el Concilio de Elvira aad tamente dentro de la primordial preocupacién de los Padres : la idolatria. Los matrimonios con paganos.—El primer canon que trata de los matrimonios mixtos es el XV %, y en él se afronta preci- samente el estado de cosas a que mas arriba aludia, Se indica que no es licito dar a las hijas en matrimonio a los paganos «propter copiam puellarum» EI P. Flérez ha expresado muy bien el sentido de este ca- non en una traduccién libre, pero que recoge muy grificamente el espiritu de los Padres del Concitio: «Porque un Padre tenga muchas hijas—traduce el docto agustino—no ha de tirar a ali- viarse de familia, caséndolas con Gentiles: por no ponerlas en peligro de que pierdan la Fen *. . Sorprende a primera vista que este canon no vaya acompa- fiado de la amenaza de una sancién penitencial, como encontra- mos en casi todos los de este Concilio, ya que este hecho con- trasta vivamente con su rigor caracteristico. z1.a explicacién no podria estar en que no se consideraba una falta grave casar a las hijas con paganos? Esta solucién no parece que pueda con- siderarse como satisfactoria. En efecto: los cdnones XVII y XVIII contemplan casos bastante parecidos y, sin embargo —por haber en ellos alguna agravante—, se procede con un ri- gorismo ejemplar. Este rigor nace,’ por otra parte, de Ia preocu- pacisn por la fe, que se advierte en casi todos los cénones de este Sinodo, y es la que motivé la redaccién de este canon 6. La edicsén mis segura“de Ja Coleccion Hispana es la de Gowzdticz Collectio canonwm cectesige Hisponiac, Matriti, 1808, que es la que se cita siempre en este trabajo. TeIADA ¥ Rawiro: Coleccién de cénones de lo Iglesia de Espata y Américe, en latin y en castellano, con notas ¢ itus- traciones, Madrid, 1849-1863, recoge la Coleccién Hispana en los dos pri meros volimenes de su edicién, La coleccidn del cardenal Sirxz pe Agu. RRE: Collectio maxima conciliorum Hispania, 4 t., Romae, 1693, muy antyguit. tiene menos valor cientifico, La de Maxsi, para los concilios espatioles, reproduce casi siempre Ia de Sirxz Acuiens Fara ct e. XV del-C. de Elvira: Goxzésez, ©. 284. Cle. P. T lumen 84. c. 304; Truapa, vol. IT, pig. s; SieNz, vol. IE, ©. 323 volumen Ll, ©. 84 EOS. vol NIL, pig: % 546 “ “Pedro Lombardia «né aetas in flore tumens in adulterium animae resolvatur».: La. explicacién del canon XV no puede ser otra que la existencia de una costumbre contraria, bastante arraigada, y Jos obstécu- los de indole social que obstaculizaban la implantacién de una disciplina mas rigida: «propter copiam puellarum». Se adopta, por consiguiente, una solucién mas prdctica, que pueda ir orientando la conducta de Jos fieles a abstenerse de tales matrimonios. En otros casos, en cambio, cuando por ser menos frecuentes los matrimonios puede actuarse una disciplina més rigida, que evite el peligro de Ja perversién—que se acen- tia en ellos de modo particular—, el Concilio no vacila en con- minar sanciones penitenciales graves : 2) El matrimonio con los sacerdotes de los idolos de que trata el canon XVII Si qui forte sacerdotibus ido‘orum filias suagdunverint, pla cuit nec in fiinem eis dandam esse communionem”*. Ebtas palabras no pueden ser mas significativas.. Se conde- na con excomunién perpetua * a los padres que dan‘ sus hijas en matrimonio a los paganos. [a redaccién del canon hace pen- sar que estos matrimonios eran rarisimos: «si qui forte». La fétmula mueve a pensar que los Padres tratan de prevenir un caso que, si bien no se presentaba con frecuencia, habia: que evitarlo a toda costa, inculcando en la mentalidad de los fieles horror a tales matrimonios. eCudles eran las causas que agravaban tanto la maldad de las nupcias con sacerdotes de los jdolos? El P. Fldrez nos ofte- ce una solucién: «... porque el casamiento con flamen de la Gentilidad no se hacia sin idolatrian !°, Esta suposicién del B Goxzitez, ¢. 285. Cir: P. L., vol. 84, €. 304: 2°54; Sienz, vol. Il, pig. 325 Maxst, vol. II. c. 8 9. Recientemente el P. Gonzétaz Rivas, S. J., ha estudiado fos pro- blemas penitenciales que pianter el! Concilio de Elvi: la primitiva Iglesia espazola, Salamanca, 1950, pigs. 41 y ss. También estudia estos problemas justo Ferxinpez: Organicacién y desarrollo de la cura pastoral em tx Lispaiia romano-visigoda, tesis-doctoral inédita, Pon- tifidin Universidad Gregoriana, Facultad de Historia Eclesiastica, junio de 1950. Estos autores recogen Ia bibliografin precedente S.. vol. NIT, pag. 204 saa, vol. TI, pie La penitencia. en Los matrimonios mixtos en el Concilio de Elvira aa7 P. Flérez tiene un sélido fundamento, que el descubrimiento de las Instituciones de Gayo, en el Cédice de Verona, vino a con- firmar. En esta obrita el gran jutisconsulto romano da una no- ticia fandamental para aclarar este punto “Farreo in manum conveniunt per quoddam genus sa- erifieii, quod Jovi Farreo fit; in quo farreus panis adhi- betur, unde etiam confareatio dicitur; conplura praeterea huius juris ordinandi gratia cum certis et sollemnibus ver- bis, praesentibus decem textibus, aguntur et fiunt, quod ius etiam nostris temporibus in usu est: nam flamines maiores, id est Diales Martiales Quirinales, item reges sacrorum, nisi ex farreatis nati non leguntur ac nec ipsi quidem sine confarreatione sacerdotium habere possunt”™, En este texto se pone de relieve el cardcter marcadamente re- ligioso que tenian las nupcias confarreadas en la sociedad ro- mana: el sacrificio simbélico a Jupiter es una prueba evidente. Por otra parte, era la forma de dar publicidad a la conclusién del matrimonio de los miembros de la clase sacerdotal. Forma obligatoria, de tal suerte que «sine confarreatione sacerdotium habere non possunt», He aqui, plasmada en una norma disci plinar (canon XVII del Concilio de Elvira), la aversién que los cristianos tenian a las formas paganas de contraer matrimo- nio, de las que ya Tertuliano, en el siglo anterior, habia dejado un claro testimonio: «et ideo non nubimus ethicis, ne nos ad idolatriam usque deducant, @ gua apud illos: nuptiae inci- piunt» **. Dos motivos fundamentales hacen que se considere mucho mas grave el delito de contraer matrimonio con sacerdotes Pa ganos que el casarse con un simple gentil : 1. El peligro de perversién, mucho més acentuado cuando el cényuge infiel pertenece a la clase sacerdotal. 2° EI horror con que la Iglesia ve la participacién de los fieles en ceremonias paganas, condicién indispensable en el De- recho romano para que un sacerdote pudiera contraer matrimo- nio, conservando su privilegiada posicién social. tr. Gayo: Inst. I, 12. 12, De corona, cap. NUT (C. S. E. L., vol. 70, pig. 113) 548, Pedro Lombardia 4) Ei matrimonio con cémicos, al que se refiere el canon LXVII de este Concilio : “Prohibendum, rie qua fidelis, vel catechumena aut coma- tos, aut viros cinerarios habsat: quaecumque hoc feczrint & communione areeantur” ®. Esta prohibicién parece que no tiene a primera vista més im- portancia que la de constituir el mas antiguo testimonio de los antecedentes histéricos de la. prohibicién de contraer matrimonio con parte indigna, maxime si se piensa en la nota de infamia que, segiin el Derecho romano, caia sobre los cémicos y demas gente de teatro, que en la sociedad romana gozaban de una pési- ma reputacién. Las obscenidades y groserias en que fué degene- rando el teatro en Ia época imperial * hace suponer que la Igie- sia trataria de evitar el trato de los fieles con esta gente. Sin em- argo, es necesario concretar si los cémicos a que alude este ca- non eran paganos o cristianos. En el primer caso, mas que un antecedente del llamado impedimento de parte indigna, nos encontramos ante uno del de disparidad de cultos, que “por su cardcter peculiar, merece que el Concilio trate de él en un canon especial Esta solucién, que ya intufa Tejada y Ramiro, parece la mas acertada «Los cémicos y escénicos—escribe este autor—se miraban entre los romanos como gente infame y vil, a lo que contribuia la obscenidad de sus costumbres. Mas no por esta razén sola prohibieron nuestros obispos el trato de los cristianos con esta esta gente, sino también porque en la escena se mezclaba la ido- latria. A vista: de esto, no es de extrafiar que tratasen los padres de Elvira de apartar a las mugeres fieles o catectimenas de Ia compaiifa de unos hombres que fécilmente pudieran sedu- 15, Esta solucién se confirma, a su ver, si se compara 33. Gowziuez: e: 292. Cire: P. L vol. 8%. ¢. 30g: Terma, vol. IL pagina 93: Stesz, vol. II, pig. 36; Manst, vol. TI, c. 16. 14. Sobre el aspecto social def teatro romano, cfr. Cancorixo: La vie quotidienne 4 Rome a l'apogee de Vempire, Paris, 1939. 15. Tesapa: vol. II, pag. 935 cfr. Mentxnez Prtavo: Heterodoxos, volumen 1. pag. 29. cirlas», Los matrimonios mixtos en el Concilio de Elvira 549 con el modo de proceder de los Padres que nos da a conocer el texto de las restantes resoluciones del Concilio Es inadmisible pensar que los cémicos 2 que este canon se refiere fueran miembros de la comunidad cristiana. El Concilio condena todas aquellas practicas que pudieran tener alguna re- lacién con el culto iddlatra*. Por consiguiente, si hubiera 16. El Concilio de Elvira trata en otros diez y seis canones del problema de la idolatria (I, IT, IM, 1V, VI, XV, XVIT, XXXIV, NXXVI. XL, XLI, XLVI, LVL, LVI, LIX, LXIL En todos ellos se conminan sanciones penitenciales contra los que cometieren los eespectivos delitos, a excepcién del canon XV, que ya ha sido objeto de un detenido examen. y el XXXVI, que, por establecer una prohibicién general, que wo se refiere al delito de una determinada persona, tampoco va acompaiiado de la amenaza de una sancion peniteneial (Hlacuit pseturas in ceclesia esse non dederc, ne quod colitur et adoratur in parictibus depingatur) Al comparar el canon LNVII con los demis preceptos que tratan de ja idolatria, la afirmacién mantenida en el texto se confirma, Si los Padres de Elvira se refiriesen en este cancn a los cristianos que tomaban parte en las representaciones. teatrales: paganas, hubiesen previsto alguna sancion penitencial, como hacen en ef canon LNII, en el que se amenaza con fi expulsién de la iglesia a los que ejerzan ios oficios de saurigar y epantomimuss, afiadiendo que para que éstos sean admitidos entre los files es necesario que renuncien antes al cjercicio de estos oficios (Si awriga aut poutomimus oredere voluerint, placuit ut prius artibus suis renuntient et tune denims sucipiantur, “ta ut ulterius ad ca non revertantur: qui si facere cowtra interdictum. tentaverint, proiiciantur ab ecclesia.) De analogo modo proceden los Padres en los demis ciitones que tatan de Ja idolatria. Et canon LNIT tiene, sin embargo, especial interés por Ja gran semejanza existente entre los elementos paganios que intervenian en los oficios de que wata, y los que se daban en Ins representaciones teatrales, sta semejanzn no ha pasado por alto a Mexisprz Patavo, que, a propésito de estos cinones, escribe: «No el arte augural, como algunos imterpretaron, sino el de los aunigas © cocheros de circo, juntamente con Ja pantomima, incurren asimismo en la reprobacién conciliar, disponiendo el caion LXIT que todo el que ejercite tales artes deberi renunciar a fellas antes de hacerse cristiano, y si torna a usarlas, sera arrojado de Ja Iglesia. La prohibicién de las pantomimas se enlaza con la de los juegos escénicos. que entonces eran foco de idolatria y slimento de lascivia, se se deduce de las invectivas de los Santos Padres contra aquella comedia Kbertina, que para ta historia del arte seria curios, y de ln cual apenas tenemos noticias (Hetcrodoxos, vol. II, pig. 29) La semejanza de los delitos y la diferencia de las resoluciones hacen ver de modo evidente que los cémicos de que trata el canon LXVII no eran cristianos, sino paganos, Por esto no se prevén penas contra ellos, 550 Pedro Lombardia habido cristianos que ejercieran esta profesién, éstos no hubie- ran pasado desapercibidos a los Padres del Concilio, que habrian establecido penas, o al menos prohibido que los cristianos par- liciparan en las representaciones teatrales paganas. Esta con- sideracién hace pensar que estos cémicos eran paganos y, por tanto, el Concilio prohibe el matrimonio de las cristianas ca- tectiimenas con ellos, siguiendo la norma general establecida en el canon XV, pero dedicandole especial atencién, como en el caso de los matrimonios con sacerdotes de los idolos, por las razones que més arriba indicabamos. En este canon, como en el XVII, el Concilio conmina una sancién penitencial : «... quaecumque hoc fecerint a communione arceantur» 7 : Los matrimosios con herejes, judtos y cismdticos.—E] canon XVI suscita también un interesantisimo problema de interpre- tacién. En él se dice “Haerctici si se transferre noluerint ad ceclesiam catholi- cam, nee ipsis catholieas dandas, esse puellas; sed neque ju daeie, neque hereticis dare placuit, eo quod nulla possit esse societas fideli cum amfidele: si contra interdictum fecerini parentes, abstinere per quinquenium: placet”*, A propésito de este canon dice Tejada y Ramiro: «Apenas es creible que los Padres de este concilio, tan amantes de la bre- vedad, hayan dos veces prohibido en él los matrimonios con hiereges. En un cédigo manuscrito antiguo se lee Lauticis qui erant ab ecclesia catholica ; pero creo que debe leerse Schismati Gs, ya para comprender toda clase de infidelidad, ya porque los Padres africanos habiendo renovado el decreto de este Con- y, en cambio, se prohibe que las cristianas y catecimenas se les unan fen matrimonio, con el fin de evitar el peligro de perversion. 17. «Aftade el canon—escribe Tryapa y RaxtBo—que si contraviniesen sean apartadas de la comunién: pero esto se entiende sélo con la fiel. pues que Ia catecifiena no podia sufrir esta pena, aunque si la de ser excluida del catecumenado y de la Iglesia (Tsjapa, vol. TI 92) 18, Gonzétez: cc. 284-285, Cfr.: P. L., vol. 84, ¢. 304; TRIADA, vo- lumen li. pag. 53: Si z, vol. I, ¢. 32} Manst, vol. I. ¢, 8 Los matrimanios miztos en el Concilio de Elvira 58L cilio en el Sinodo II de Cartago, canon XII, prohibieron es- tos mistnos matrimonios a los hijos de los clérigos con cisma- ticos, hereges e infieles» *, En la edicién Mansi, en una nota marginal al texto del canon, se sugiere otra solucién: que don. de el término wHaereticis» se repite, debe leerse «Ethnicis» *, remitiendo al capitulo sexto de la segunda epjstola a los co- rintios. El problema es interesante y las razones aducidas en pro de ambas hipétesis merecen especial atencién : 1+ El argumento aducido en la nota marginal de la edi- cién de Mansi se basa en ta suposicién de que el Concilio hubiese hecho propias unas palabras de San Pablo que en el texto del apéstol se refieren a los infieles Es evidente que los Padres de Elvira tuvieron en cuenta el texto de San Pablo: TI Cor, 6, 15 ©. Elib, , XVI eo quod nulla possit esse societas fideli cum infidele.” “ait quae pars fideli cum infi- deli Estas palabras de! Apéstol, tan conocidas en las primeras comunidades cristianas, las citan los Padres de Elvira como fun- damento de su prohibicién: «...c0 quod...», Es légico pensar, por tanto, que se les quisiera dar el mismo sentido que tenian en en el texto de San Pablo, que sélo se refiere a los gentiles. Sin embargo, el texto del canon no permite esta interpreta- cién. En primer, lugar, porque en el supuesto de que ésta fuese la solucién acertada, los Padres eliberitanos se contradirian. En el canon XVI se establece la prohibicién de dar a los gentiles en matrimonio las doncellas cristianas, sin fijar, sancién ‘peni- tencial alguna contra los que no obédecieran ; en cambio, en el canon siguiente se estableceria, contra !os contraventores de! mismo precepto, la pena de cinco afios de penitencia canénica Adems, no podernos perder de vista que el canon XVI es, en ciérto sentido, una prolongacién del XV 19. ‘Traps: vol. I, pig. 53 20. Maxst: vol. 1, ©, 8. : 552 Pedro Lombardia ©. XV. “Propter copiam puellarum gentilibus minime in matrimonio dandae sunt virgines cristianae, ne aetas in floré tumens in 2dulterium animae resolvatun’ C, XVI. “Haeretici, si se transferre noluerint ad eccle- siam catholicam, nec ipsis catholicas dandas esse puellas; sed neque judaeis, neque “X”, dare placuit, co quod...” Si se observan atentamente estos cénones, se puede compro- bar que se suceden sin solucién de continuidad. Las virgenes ctistianas no deben darse en matrimonio a los gentiles (ca~ non XV), ni a los herejes, ni a los judios, ni a los X° (canon XVI). La tnica razén que justifica la divisién entre ambos cdnones es la pena que se impone en el segundo. Por consi- guiente, es inadmisible la repeticién del término «gentilibus» u otro sinénimo, «ethnicis» en el canon XVI Hay que tener en cuenta, ademds, que el argumento relacio- nado con el texto de San Pablo no tiene mucha fuerza, porque, aun cuando admitamos que el segundo «haereticis», que dan las ediciones, debiera interpretarse por «ethnicisn, atin queda el primer «haereticiy del canon XVI, sobre el cual !a tradi- cién manuscrita no admite ninguna duda 2." Mas’ aceptable parece la solucién que propone Tejada y Ramiro. Este autor aduce, en primer lugar, un argumento pa- leografico que, si bien no es decisivo, aclara bastante la cues- tién. Recuerda que un viejo cédice da, en vez de «haeretici», slautici ab ecclesia catholica», Esta palabra («lautici»), aun cuando evidentemente denota una infidelidad de la tradicién manuscrita, nos acerca, por la aclaracién «ab ecclesia catholi- can, al concepto de cismaticos que ¢s el término que, segtin Teja- da y Ramiro, debe leerse en este caso. Elsta misina opinién si- gue el P. Flérez, que, aun cuando no indica la fuente de donde traduce, da la siguiente versién del canon XVI del Concilio de Elvira: «Lo mismo se prohibe con herejes, judios y cismaticos, y los Padres que faltaren a ello absténganse por cinco afios» **. Tejada insiste, ademés, en que los Padres eliberitanos se re- ferian a los cismticos «ya para comprender toda clase de in- fidelidad (infieles en sentido amplio, es decir, en oposicién a 21. E. S.: vol. XI, pag. 204 Los matrimonios mixtos en el Concilio de Elvira 383 fieles la Iglesia Catética), ya porque los Padres africanos, ha- biendo renovado el decreto de este Concilio en el Sinodo II) de Cartago, canon XII, prohibiero: nios...» 77, estos mismos matrimo- Este ultimo argumenio no tiene mucho valor, porque ni hay mucha correspondencia entre ambos textos, ni se puede probar que el Sinodo III de Cartago desenda det de Elvira La esea- sa relacién entre ambos textos es evidente: C. Cart TT, ¢ XIT “Item placuit filii vel filiae episcoporum vel quorumlibet cle- ricorum gentilibus vel haereticis aut schismaticis matrimonia non coiugantur” *, C. Elib, C. XVt “Haeretici si se transferre no- uerint ad ecclesiam catholicam, nec ipsis catholicas dandas esse puellas; sed neque judaeis neque haereticis dare placuit. eo quod nulla possit esse societas fideli cum infidele: si contra interdictum fa- cerint parentes, abstineri psr quinquennium placet.” La dependencia de este canon cartaginés respecto del Con- cilio de Elvira, tampoco puede probarse con argumentos deci- sivos, pero es probable, si tenemos en cuenta la intensa rela- cién que habia entre las Iglesias de Espafia y de Africa, y el hecho de que el Concilio de Elvira {uese el primer Sinodo que traté de los matrimonios mixtos 3.* Por consigviente, hay que admitir que aun cuando los Padres de Elvira recojan la doctrina de San Pablo, amplian el Ambito de Ja prohibicién, aplicdndola a loz herejes y cismaticos, que tanta importancia habian tomado en esta época, y a Jos que, por otra parte, era aplicable la doctrina paulina, ya que los matrimonios con herejes y cismaticos ocasionaban el mismo pe- ligro para la fe que los matrimonios con gentiles. Esta es; quic 74, la més interesante aportacién del Concilio de Elvira con respecto de la doctrina y la practica de la Iglesia de Cartago, 22. ‘TryaDA: vol. 23. Gow: pagina 217 IL, pig. 59. n €. 199; off P. L., vol 84, ©. 191; 17 564 Pedro Lombardia que s6lo ‘aplicaba la_prohibici a los no bautizados in paulina, «tantum in domino», Las prokibiciones eliberitanas y el vinculo matrimonial. Para aclarar este problema podria pensarse en la solucién de ‘emplear como datos las sanciones penitenciales que acompaiian a las prohibiciones. Segdn este criterio, las excomuniones per- petuas con que se amenaza a los contraventores indicarian que ¢] matrimonio coniraido contra Jo dispuesto en los cdnones conciliares era invdlido. La razén de esta suposicién es que al apartar la Iglesia definitivamente al contraventor de la comu- niién de los fieles, es porque no reconocerfa nunca la validez del matrimonio, que era el «obex» que obstaculizaba la comunién con la Iglesia. iLas excomuniones temporales indicarian, en cambio, Ja existencia de un matrimonio ilicito pero valido. Los que lo contraian cometian un delito, pero una vez expiado éste por medio de la oportuna penitencia, la parte fiel podia conti- nuar viviendo en sociedad conyugal y participar al mismo tiem- po de la comunién con la Iglesia. Esta argumentacién tiene, sin embargo, escasa consisten- cia. Las sanciones penitenciales no son sino un medio que la Iglesia pone para inculcar a los fieles la conveniencia de no contracr matrimonios mixtos evitando de este modo los peligros que de ellos se sigue. Esta manera de proceder en nada toca al vinculo matrimonial, al que no se opone, por su. propia natura leza, Ja disparidad de cultos 6 religién de los contrayentes. La Iglesia evita el peligro de perversién prohibiendo unos matri- monios que veta el mismo Derecho divino, pero esta prohibi: cién no ha de estar reforzada necesariamente con la nulidad de estos matrimonios. Esta afirmacién queda plenamente confir- mada si tenemos en cuenta que las sanciones penitenciales no se dirigen contra los fieles que contraen estos matrimonios, sino contra los culpables de que éstos se leven a término: en la so- ciedad del siglo tv son los padres de las doncellas cristianas: C. XV, “...minime in matrimonium dandae sunt virge- nes christianae. XVI. “...nec ipsis dandas esse puellas...; si con- Los matrimonios mixtos en el Concilio de Elvira 388 tra interdietum fecerint parentes a communione areean- tur...” C. XVI. “Si qui forte sacerdotibus idolerum filias suas iunxerint, placuit nee in finem eis dandam esse com- munionem.” Por la redaccién de los cénones se deduce claramente que lo que preocupa a los Padres es el aspecto penitencial del pro- blema; por esto los cdnones se redactan desde el punto, de vista de la imputabilidad. Se dirigen contra los culpables del delito, pero no contemplan Ja esencia de la sociedad conyu- gal, cuyos miembros son los contrayentes. Los canones eliberitanos siguen la linea de conducta que era general en la Iglesia en esta época. Se inculcan a los fieles los elementos fundamentales del matrimonio cristiano, que con- trastan con el espiritu de esta institucién en e! Derecho romano clasico, por medio de la cura pastoral y las disposiciones disci- plinares de cardcter penitencial. Esta transformacién en el modo de concebir el matrimonio, si bien es fundamental, no trae consigo una legislacién completa, independiente de la ro- mana. No podemos olvidar que, antes del Edicto de Milan, la Iglesia no estaba reconocida como una sociedad juridico- perfecta, capaz de emanar un sistema de normas juridicas que cambiaran radicalmente la vida social ni la misma Iglesia es- taba en condiciones de reivindicar, con resultados positivos, este derecho. El matrimonio se transforma (indisolubilidad, sacramenta- lidad, prohibiciones ‘de contraerlo er determinadas circunstan- cias, etc.) y este cambio se deja sentir en el Concilio de Elvira, pero el marco juridico en que estas transformaciones quedan encuadradas €s el Derecho romano clasico. En otras palabras la Iglesia no se opone a que los fieles contraigan un matrimonio, valido ante el Derecho civi!, con todos sus efectos (dote, patri- monio, «potestas maritalis» etc.), pero, al mismo tiempo, los liga por medio de las normas penitenciales, que les impiden obrar contra el espiritu de la Iglesia, aun cuando el Derecho romano autorice una conducta diferente. Por ejemplo, el vincu- lo matrimonial es indisoluble para el cristiano y para el De- 556 Pedro Lombardia recho romano no lo es; pero el Derecho romano no obliga a los fieles a divorciarse, ya que el waffectus maritalis» romano per- severaba en los cristianos por la practica de los principios éti- cos de! Nuevo Testamento. Si bien es cierto que para el Dere- cho romano, al cesar el «affectus maritalis», cesaba el matri- monio, no lo es menos que para el cristiano no podia cesar, por que el waffectus», es decir, la intencién permanente de ser marido y mujer, perseveraba como consecuencia de la concep- cién cristiana del matrimonio que tenian los contrayentes. La transformacién ha sido muy profunda, pero sin romper la es- tructura técnica del matrimonio romano. La misma elasticidad del Derecho matrimonial romano fa- cilité esta transformacién. Jas formas de conclusién del matri- monio—-con su variedad y su voluntariedad—facilitaron, como he indicado en otro lugar *!, la aparicién de una bendicién nup- cial, que exteriorizaba la santidad del matrimonio cristiano, pero que en Ja antigiiedad no fué nunca obligatoria 0, al menos, no puede probarse que lo fuese. A Ja luz de estos principios se puede resumir en estos térmi- nos la situacién juridica de los matrimonios mixtos en el Con- cilio de Elvir 2) Los matrimonios mixtos no se iniciaban con la bendi- cién nupeial. En este sentido, la Iglesia espafiola sigue también a Ja africana, E] sentido de los cdnones: «... dare puellas in matrimonio...», nos Heva, sin duda, a esta solucién. Si los ma- trimonios mixtos hubieran sido bendecidos por In. Iglesia, los Padres hubiesen hablado de waccipere gentiles in matrimonio christiano», Esta interpretacién se aclara bastante si tenemos en cuenta un texto del Concilio de Laodicea, recogido después en el agatense ** “Quoniam non oportet cum onmibus haereticis miscere connubia, et vel filios vel fiias dare sed potius accipere, si tamen se profiteantur christianos futuros esse catholicos.” 24. OD. cit, pig. 108. 25. El canon NXNI del Cencilio de Laodicea se recoge en el de Agde del afio 506, con el niimero LXVII. Cfr.: Gowzitez, ¢. 243: P. L., vor lumen 84. ¢. 273: “TEIADA, vol. I. pag. 425. Los matrimonios mirtos en el Concilio de Elvira 387 Nos consta, por otra parte, que los sacerdotes paganos con- traian matrimonio mediante la forma solemne de la «con- farreation 4) Et Concilio de Elvira no da datos sobre las relaciones entre el vinculo matrimonial y la prohibicién de contraer_ ma- trimonios mixtos. Me inclino a creer que no se consideraban invilidos, 0 mejor, que el Concilio no entré a examinar este aspecto dé su regulacién juridica, limiténdose a la considera- cién de los mismos, desde el punto de vista penitencial, aun cuando supedite el problema de su validez a la solucién del de la obligatoriedad de la bendicién nupcial. Si ésta era obliga- toria—solucién opuesta a los resultados obtenidos hasta aho- ra por los investigadores de este problema—, los matrimonios mixtos de que el Concilio de Elvira nos habla, habrian sido invalidos *°, Supervivencia de los cénones de Elvira.—Es dificil deter- minar hasta qué punto se aplicaron estos cdnones del Conci- io eliberitano, porque las fuentes no nos dan noticias sobre este punto. Es interesante, sin embargo, tener en cuenta que estos céno nes influyeron poderosamente sobre otro Concilio, siendo este hecho una prueba evidente de su supervivencia. El P. Gonzé- lez Rivas *7 ha podide demostrar recientemente que los espafio- les que acudieron al Concilio de Atlés del aiio 314 influyeron en la redaccién de varios cdnones de este Sinodo, en los que se advierte Ja influencia de Ja legislacién eliberitana. Uno de é- tos es el canon XI, que denota la influencia del canon XV del Concilio de Elvira: 26. Clr, Lompaxpia: ob, cit., pig. 109 y la bibliografia alli Ob. cit, pag. 59. 558 Pedro Lombardia ©. Eib, « XV “Propter copiam puellarum gen- tilibus minime in matrimonio dan- dae sunt virgines christianae; ne aetas in flore tumens in adulterium ©. Arel., ¢. XL “De puellis fidelibus quae gen- tilibus iunguntur, placuit ut ali- cuanto a communione . separen- tur animae resolvatur.” Exceptuando este canon del Concilio de Arlés, no se en- cuentra ningiin otro indicio en ias fuentes que permita dar a conocer la observancia de la legislacién eliberitana; pero si te- nemos en cuenta que los concilios insistian sobre los preceptos de los sinodos anteriores, que no solian observarse, este silen- cio de las fuentes espatiolas, hasta la época visigoda, hace su- poner que las normas eliberitanas, que hemos examinado, fue- ron obsérvadas generalmente. El Concilio de Zaragoza del afio 380, que se reunié precisamente para afrontar el problema de la propagacién del priscilianismo, no hace ninguna alusién a este punto, tan relacionado con el objeto fundamental de sus deliberaciones. : Las normas del Concilio de Elvira, recogidas en el «Codex canonum», junto con otras normas de concilios africanos, orien- tales y franceses, formaran parte del considerable conjunto de posiciones sobre los matrimonios mixtos con que contd Ja Iglesia visigoda y sirvieron de base para Jas interesantes apor- tauiones que los Concilios IIT y IV de Toledo Ievaron a cabo para la elaboracién de los impedimentos canénicos de mixta religién y disparidad de cultos. Pedro LomBARD{A 28. Gonziuez: ¢ pagina 340 196. Cir: P. UI, ©. 472. vol. 84, €. 239; Tsyana, vol. I, Mansi, vol.

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