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PN Wise ae) REVISTADE DOGUIVIE NTACION ClENTIFICADEEAEULETURIA U5Y6 tS (G0) elena SOCIAL LATINOAMERICANA Una vision critica y plural Editorial: LA PSICOLOGIA SOCIAL EN AMERICA LATINA, ESTUDIOS DE UN PROCESOORITICO ¥ PLURAL: SU CON. SOLIDAGION CIENTIFICA ACTUAL @ Procesdidevandlisis @ investigacidn: PSICOLOGIA SOCIAL LATINOAMERICANA. F Mees eed acres). reer uey ct kes eee ts Pera Zee eaeieece keas tere) i ecient La Psicologia fe i poetry eet ree hs. Sobré la viabilidad psicologica'del «latinoamericanis: Cee UN Merci I ae eer ec Me aay ae We Hira teckel ee Tt a I re acre rem at oe eC ewe ream ay ® Informacion bibllogratica: PSICOLOGIA SOCIAL LATINOAMERIC ERANOS RCULO C L E Y LA INTELIGENCIA OF Apartavo 387 08190 Sant Cucat okt VALLES ANTIAROPOS Con Je luz, con ef aire, con los seres Vivir es convivir en compaiiia. Placer, dolor: yo soy porque ti eres. J. GUILLEN Aire nuestro Il, Homenaje ‘Weacién editorial y coordinacién genera: ‘Angel Nogueiea Dobare Director: Ramon Gahsrrés Cardona ‘Subdirector: Lluis Mire Grabuleds Conselo: de redaccién: Guillermo Losuda Orée, Marfa Cinta Matorell Fubregt, Esteban Mate pérez y Assumpta Verdaguer Auonell (Jocumen- {alsa} Preducein y diseRo: Joan Ramon Costas Gonzs- Jez, Maria A. Gracia Sabaté, Rosa Marin Ribas e Joma Martorell Pabrogat Di Ie marketing, publicidad y acclén lez Molina, César Serrano Pez, Yolanda Se ro Pérez y Eva-lzuskun Vegué Gisbes Distrbaclones A Eva-fraskun Vegbé Gisben, © Eitoal Antropos. Promal, 8, Coop. Lids (© De las eproducciones sutorizadas: VEGAP, Barcelona, 1994 Edita: Earl Antvopos. roma, S. Coop. Lik ‘Via Augusta, 6166 eno. 9006 Baron ‘Tel @3)217 40239 /217 41 28 ‘Adinstracin, ventas, suscripciones y publicidad: ‘Api, 387 08190 St. Cogat de Vals (Barcons) ‘Tel 63) 589 48 84 Fax (3) 614 1733 Pr. ns 4) ‘Saseripein anual (12 ms. +1 ex) para 194: Expl 10S1 PTA (in VA:3 5). igs. mero nonn: 96 igs reo Ble: 192 Dept egal B. 15318-1981 Inpresin: Novag, Paige, 127, Buel atoconpsicie: Send, SCL Sant Capa de Vuts ata evista ex miembro de ARCE. Asoiaién fe Revistas Cultures Espa “Todos lx dees ten Bs pubic sa ropes en nen pork eran ‘Touma pen Sora de eeepc oe fermacin, ‘xanga foam fe gn in sen ac, fo ‘gunn, eoenice, goto, Be fc CCustenra: Vivéncies, de Rosa Marin, 1995 REVISTA DE DOCUMENTACION CIENTIFICA DE LA CULTURA N2 156, mayo 1994, ISSN 0211-5611 Coordinadotes: Danio Péez ROvIRA y AMALIO BLANCO ‘SUMARIO; 2 Editorial - LAPSICOLOGIA SOCIAL EN AMERICA LATINA. ESTUDIOS. DE UN PROCESO CRITICO Y PLURAL: SU CONSOLIDACION CIENTIFICA ACTUAL 7 Proceso de anélisis ¢ investigacién PSICOLOGIA SOCIAL LATINOAMERICANA Percepeitin intelectual dl tema La Poicologia Social latinoamericana entre el criotismo y el cosmopoltismo. Introduccién a la obra de |. Martin-Baré, de JM. Salazar y a la Psicoiogéa Social de América Latina, por D. Paez Rovia y otros La Psicologia Social en la América Latina, por M. Montero Comentarios a «La Psicologia Social en la América Latina, ‘de Mattza Montero Argumento La Psicologia Social: pasion intl det Estado terapéutico, por N. Correa de Jesus, HJ. Figueroa Sarrera y MM. Lépez Guerra y trauma psicosocial del niio salvadoretio, por |. Martin-Baré Ignacio Martin-Baré: breve semblanza de un psicélogo socal, ‘por A, Blanco La propuesta te6rica de Ignacio Martin-Baré para una Psicologia Social latinoamericana, por MA. Banchs ‘Sobre la viabilidad psiool6gica del «latinoamericanismo™, por JM. Salazar Etnopsicologia sistemtica, origen y reciente desarrollo, por R. Diaz-Guerrero YR. Diaz-Loving Andiisis temdtico Psioologia argentina, por N.D. Rosell Um pouco da histéria da Psicologia Social brasieira, por S.T. Maurer Lane La Psioologia Social en Venezuela, realidad y representacion. (Extractos de fa entrevista a José Miguel Salazar), por M.A. Banchs Documentacién cultural e informacién bibliogréfica PSICOLOGIA SOCIAL LATINOAMERICANA 95 Colaboradores NN ga ANZE 88 8 EB 4B 8 Préximas publicaciones: ANTHROPOS n° 187 (junio 1994): Ceséreo Rodriguez Aguilera SUPLEMENTOS ANTHROPOS n.° 44 (junio 1994). Textos de la Historia Social de! Pensamiento: Psicologia sacial latinoamericana EDITORIAL LA PSICOLOGIA SOCIAL EN AMERICA LATINA ESTUDIOS DE UN PROCESO CRITICO Y PLURAI SU CONSOLIDACION CIENTIFICA ACTUAL Trabajo es enmateraizacién o encamacién de los inventos; es hacor de seres enseres; de universe, mundo; y, a la vez ¥ en uno, de hombres sociedad. Pra implantar el socialism no hace falta sino trabajar; lo de- mas, s@ nos dard por afiadidura. Poro si trabajo es catogora onto- {génica, productora de otro set en los sores y, en especial, producto- a y ermatoralizadora del ser del hombre en cuanto creador, inventor © productor, socialsmo serd, por sus pasos, categoria antrcpogané- tia: produciora de otro tipo de hombre. Pueblo y trabajador terninarén siondo lo mismo. Se ganarén por «trabajo tal identidad. Todavia no lo son; mas la idenidad ganada es la real de verdad; no la inmediata, la que algo es sin més ni més, do buenas a primeras y para siompre. [Juan David Garcia Bacca, Initacién a flosofar segun el espiitu yy letra de Antonio Machado, Barcelona, Anitropos, 1984.) 1 primer paso de Manx hacia el marxismo seria su preocupacién par ‘el hombre. Después afiade una doctina coherente sobre el ser hu- ‘mano, su alienacién y las posibiidades do superarla. Sdlo en dhimo lugar, y sobre a base antotor, legan los estudios sociol6gicos y eco- némicos. EI que considere estos ciimos exclusivamento desde el punto de vista de la economia 0 la sociologia se ha extraviado dal Uinioo senders que conduce a la comprensién de Mark. Toda su obra tiene un solo elemento comin que la cohesiona: el hombre, «Por eso I] capital no significa la mera citica de la econamia polica, sino también la crtica del hombre en la sociedad burguosa.» [Gabriel Gujano Diaz, La concepcisn del hombre en Marx, Sala- ‘manca, Siqueme, 1975] Prantearse hoy fos problemas que conilova el desarrollo de la demo czaria on América Lab, implica una primera trea, ol dofiir qué feniondemos por demacraca. En olla pensamos qu es necesario Breseniar y comprender la democracia. través de sus contonides y Prdccas cotidanas, prosontes en la actividad paliva, social, econd- mica y cultural propia de los paises latnoamericanos. También debe- "mos pensar en la democracia como espacio ral y poste de aricula- én de proyectos de sociedad y Estado, donde los suetos sociales y las fuerzas polcas pugnan por orienta el seiido del proceso isto >. En la medida que dchos sujotos sociales y politicos muesten ‘capacidad para expresarse y tengan al reconocimiento de sus fuerzas para negeear, asi camo opcin para conetitise en poder afomat os, cuestionando et senico poli y ta orientacién econdmico soca de quienes detentan el poder, se pod idntifcar un espacio de pro- {undo contenido dernocritco. Es por ello que considramos que ane lizar la democracies analzar la historia, las lucha, las demandes, les tunfos y deras que han ido conigutando las estucturas Jo IANTHROPOS 156 poder, de dominacién y explotacién en los paises que conforman el Cortinente, asf como sus altemativas poliicas y sociales. La democracia —coma realidad y proyecto— forma parte det propio desarrolo histérico do las naciones y fuablos de América Lati- ‘na, En nuestro tiempo, y cada vez més, abre su concoptualizacon el ‘marco |urtioo-formal que tendié a limtarse al Estado y al gobiomo para amplarlo a las leyes y derechos fundamentales de ciudadania y de las comunidades. En la mayoria de las ocasiones supone o refleja tuna superacion del pensamienio formal que no supera y que inctuso ‘oculta las pricticas autotarias y anti democréticas ‘epre- i6n, desigualdad,injusticia e intolorancia. Quitar ef manto de legal dad jurica que oculta ‘a ruptura real de los wordenamientos demo- craicos» es tarea de una nueva ley que impulse cada vez més el plurals ideoldgico, las autonomias y soberanias de los podeces y las federaciones, de ias otnas y los municipios, y de la sociedad cil hoy sdlo «infor» t PPonsar la democracia como realidad y utopia, es reconooer una doble ia. dela domocraca. “} Palicamente implica poner de manifesto las propas lnta- clones do fs procesosfksc0s que se viven en la regén, 2) Desde un punto de vista social y mol impta el reconoci- rmiento de las luchas sociales de los pueblos que buscan constr tuna sociedad mas justa, més oqutatva, y menos represiva, donde la autodeterminacion y el senido nacional expresen ol verdadero alcan- 2 y sniicacién dela democracia como saberania- {Pablo Gonzalez Casanova y Marcos Rotman! Rosenmann,«in- troduocionn a La democracia en América Latina: Actuaidad y pers pectvas, Madd, Complutense, 1982] -Asstimos hoy a un nuevo movimiento de luchas po 'a democracia en ‘América Latina. Esas luches ocuren en medfo de una crisis de pre- patcones mundales. La experiencia y a novedad de la historia que ‘vimos, la forma en que vivimos la sis en cada uno de nuestos paises, los efectos inmediatos y los que pueden ocurir en ot futuro f50n tomas que exigen una reflexén que vaya mas ald de lo deca. ~ El impoviaismo y las cases dominantes de América Latina no tienen una sola palica sno dos © més policas que apcan en forma simulinea —en dines palses— 0 altomativa —en cada uno—. Una poltica corresponde a sus proyectos derocraticos, y otra a sus proyectos repesives. Una est rlacionada con la preserva, o con ia restauractan de los regimenes constiuconales, de los derechos, humans y los sisiomas electoral, y ora coresponde al uso do la violencia. El uso de la violencia es «convencional» —abiero— y «no convencional» —enaubierto—. El encubiero cortesponde al lamado sterorsmo de Estado» en sus deinias versiones. En todo caso eS {also pensar que las clases dominantes tienen hoy una sola plies: 1a democraiea quo ¢0 supone ha venido a susttur cada vez mas @ los regimenes mitre. Los gotiemes de Estados Uridos y quienes les apoyan y se apoyan en ellos en América Latina tenen por ko menos la poltica de la democracia liniad, y la polica de la repre sion solocva o masiva, encubiera y ablerta, con fuerzas y ejéctos ‘especiales y convenconales. Por oso ala iquirda lainoamericana sele pantea un problema reat si aqui, on éste 0 aque! pais acopla Una politica de deroracia limited y tata de convertra en una palti- ca do democraca ampfada 0 si rechaza la polica da «democracia liitada» en forma de abstoncion, de desobedioncia chi, de resister ia mille, en cuacuier caso tendo a ententarse tarde o temprano alas estucturas represivas del Estado (1 ‘Lo que queremos destacar ahora 6 que cualquier lucha por la democrata plantoa las demés luchas. Cualquer lucha por la demo- ‘radia se defno, en los hechos, defniondo a sus partdarios y enemi- gos en @l orden politico, y en la lucha do clases entendda como lucha conta ia expolacién ina y extema, nacional y transnacional EDITORIAL ‘y por la distbucién del excedente. Pero sin una idea de case obrera homogénea, que no existe sin certvalidad de la clase obreraindus- tal que ha dosaparecido, y con una gran cantidad de pobres suber ploados y marginados, muchos de ios cuales trabejan por su cuenta. ‘Ahora bien, el prayecto democrético de las clases dominantes muestra hoy una gfan Variedad de definiciones en reacion a los pro- Blomas saclles y los problemas nacionales. El proyecto principal y més conservador 6s ol que da algunos pasos efactves en la impart tacién de un régimen democréios sin fa’ menor inencién de conceder ‘nada en el orden del trabajo y menos en el de la propiedad y el ‘excedente, La polica neoliberal se aplca por encima de cualquier injoroncia «democrétca». La deuca extema y sus senicios coninian ‘extrayendo ef nuevo tibuto de las naciones. La produccién se sigue ‘rientando hacia el mercado extemo y a la agricultura de exportactn, mmintras csminuyen los bienes de consumo de la mayora. Las om posas transnacionales, con alta densidad de capital y paca genera- «i6n de empleo continian siendo priofzadas. Las maquiadoras con trabejadores si sindcatos ni seguridad en el empleo se vualen fas, principales industias nuevas. Oisminuyen las imporiaciones de bienes (ee- Pecialmente del mas potente de estos pncipios en la actualdad: la Aautoridad de la razén cinta) y contibuir a ensanchar, de esa for ‘ma, o1us0 de a libertad. (. Ibaez, «La “lensién esoncial” de ta psicologla socal», en W.AA, Teoria’ y método en psicologia social, Barcelona, Anthropos, 1992) [..] Hay visiones desiderativas tanto técnicas como sociales, visiones ‘que no son menos audaoes que estas iimas, sino que, en tanto que retrocesion de las bareras naturales, de consttucién de un mundo para nosotros, se encueriran siempre entrelazadas con elas. Y toda ‘obra de arte, toda flosofia central, ha poseido y posee siempre una Ventana utépica ante la que se extiende una paisaje consti. In- ‘uso las formas de la naturaleza representan —independientemente {de lo que han llegado a ser— un enigma en el que vaga un todavia- ‘nodlegado-a-ser, un algo utépico objetvado que sélo est presente ‘como latencia; belleza natural y también mifologa@ natural, han procu- rado y procuran un acceso a este enigma, As! como en el alma albo- rea un todavia‘no-consciente que no ha sido runca consciente, asi ‘también alborea en el mundo lo todavia-novlegadoa-ser. este frente se halla a la cabeza del proceso universal y del todo universal, asi ‘como la tremenda y todavia tan poco entendida categoria del novum. Los contenidos de ésta no son simplemente los no aparecdos, sino también los no decididos; éstos alborean en simple posibiidad real, llevan en si el peligro del dafo, pero también la esperanza de la felicidad posble, una felcdad no siompre fracasada y cuya decision se halla en manos del hombre. Hasta tal punto llega la utopia, tan intensamente se comunica esta materia fundamental a toda actividad humana, tan esencialmente tiene que contenerio toda ciencia del hombre y del mundo, No hay realismo que merezca tal nombre, si presainde de ésie, el mas intenso elemento de la realidad en tanto {que inacabada, Sélo la utopia socialmente lograda unida a la utopia ‘Gonicamente lograda puede dar precision a aquella pre-apariencia en el arte, y también en la re8gi6n, que no es lusién, ni menos superst- ‘én, El manismo, empero, es la primera puerta hacia la stuacién ‘que elimina en sus causas la explotacin y la dependencia, es decir, ‘radia un ser Incipiente como utopia. EI manismo presupone ibera- cién del destino ciego, de la necesidad impenetrable, aliado de la AIANTHROPOS 156 retrocesién conereta de las barreras naturales. En tanto que agui, por Primera vez, los hombres hacen conscientemente la historia, desapa- Teco la epatienda de aquel destino quo, producido fot fos hares mmismos en la sociedad clasista, es fetchizado ignorantemente por tle, Destino es necestiad Inpensrada,indorinad,iberad ee he- ccesidad dorrinada, una necesidad de la que ha desaparecido la alle nacién para crear un orden verdadero, a saber, el reino dela libertad. La utopia hecha concreta da la clave para un orden no allenado en la ‘mejor de todas las sociedades posibles. Homo homini homo: esto es Jo que significa el esquema de un mundo mejor, por fo que a la ‘Sociedad se refiere. Y sélo cuando hayan llegado ‘sufientemente a ln orden las relaciones interrumenas, las relaciones con el hombre, slo entonces pod comenzat una verdadera mediacién concreta ‘con lo mis grandioso entre 10 que no vive: con las fuerzas de la naturaleza inorgénica. [Emst Bloch, «Manismo y antcipacién concretav, Suplementos (Barcelona), 41 (dicierbre 1983),] Una visién adecuada de la Psicologia Social en Amética La- tina, su andlisis crtico y plural, supone tener en cuenta ciertos supuestos y motivaciones peculiares que dan carécter a todo un ccontinente, a sus luchas por emerger soberanamente entre los ‘otros puebios la bisqueda de la dignidad de sus gente, culturas y proyectos, el propssito continuo por expresarse democriticamerte ¥ entender el sentido profundo que encierra la afirmacién de que «el pueblo es creador de mundo. Los textos que anteceden resumen de alguna forma algunas de estas intenciones que Taten bajo la multiforme investigacin y el ansia de conocimiento que se advierte en su miikiple y rica indagaci6n social, antropoldgica y ética. El trabajo como enmate~ Fializaci6n de inventos, como categoria ontogenética, , Se trata de una Psicalogée generativa, esto es, trata de entender ‘«cdmo las relaciones sociales existentes pueden conocerse. ‘mejorarse» frente a una Psicologfa Social modulativa, versién do- minant. M, Montero traza el perfil hist6rico de Ia Psicologta Social cen la América Latina: un recuento de su evolucién y estado actual de la cuestin. He aqut cémo onganiza su investigacién y discut- so: «Origenes», «Fases en el desarrollo de la Psicologia Social en ‘América Latina», «Consecuencias inmediatas del desarrollo de una Psicologia Social ltinoamericana», «A modo de conclusién>, ‘Trabajo muy dacumentado y exhaustivo, Finaliza con este pensa- miento que le da el tono de su investigacién: «sélo cuando estu- 186 ANTHROPOS'S EDITORIAL, ddiamos aquello que vivimos hacemos ciencia trascendente, pues ‘cuando se estudia al ser humano en situacién se produce conoci- mieato par la hurmanidad>, ‘Tres comentarios a su articulo de C. Herencia Hinojosa, G. ‘Marin y E. Rivera-Medina e Irma Serrano-Garcia,cierran la «Per- cepcign intelectual del tema». El «Argumento> centra algunos de los aspectos més peculia- res: «La Psicologia Social, pasién initil del Estado terapéutico». El eje del trabajo se centra en el andlsis de la crisis epistemol6gi- co y el despotismo metodolégico. Algunas de las ideas de M. Foucault le sirven de gufa para su planteamiento y andlisis, Esta- blece la siguiente tesis como punto de parida: las instituciones del Estado fomentan nuestra indiferencia ante fa alienacién de ‘estas formas aut6ctonas de intimidad «mediante la creacion y produccién» de escenarios, por medio de los cuales son pasibles, Sus intervenciones y legitimaciGn. {Qué se proponen, pues, ios autores y autoras de este trabajo? Sencillamente una visinsintéi ‘ca de los horizontes de la Psicologia Social. Formula de esta ma- nera su hipétesis: «La cacareada crisis de la Psicologfa Social es una crisis congénita que emerge de la naturaleza misma de su ‘ubicacin estructural en la intrjecciGn Estado-Ciencia». La Psico- logfa Social no puede satsfacer fa demanda social de la domina- ciGn. Es preciso reconocerla como una disciplina que crea una Jisura en tos intentos de normalizacién. Los focos de discusién ‘son los siguiente: parte de la perspectiva foucaultiana que sia a la Psicologia Social «como ciencia normalizadora en fa trama de Ja dominacién que desamrolla a partir del binomio saber-podem. ‘Acuden a la historia de la disciplina para descubrir «los niveles histéricos de emergencia de la Psicologia Social (..] en la inter- Jeccién Estado-Ciencia». Se confronta con la trayectoria metodo- lgica de la investigacién en Psicologia Social. Su objetivo es puntualizar los conceptos que la dsciplina reproduce en su deve- nir y los retos epistemol6gicos que ha de enfentar. Por dltimo, Ia Psicologia Social aplicada como dispositivo de saber-poder, en sus causas contradictorias, esto es, como herramienta de la domi- nacién y como vehiculo de la subversién, «E! Estado incorpora a Ja ciencia misma en la organizacién de su discurso..» El andlsis de la historia de la Psicologia Social leva a ciertos sectores «al ‘cuestionamiento del sistema social y al reconocimiento de la ‘complicidad de la Psicoiogfa en general con el proyecto de domi- nacién y control social». Los autores y autoras de este trabajo se sitan en aquella posicién por la que el sistema social no se apa- rece como algo dado, sino que es cvestionado, y més atin, se estudia la posibilidad de subversién, Por todo ello se interesan por el andlisis de los discursos oficiales en tomo a ia.organizacién de Ja sociedad; el estudio de los nuevos estlos de vide que van te Jiendo dia a dia nuestra cotidianidad. Y estas nuevas subjtivida- ides, atravesadas por la ambivalencia, la contradiccién y Ia preca- riedad. Y por dhtimo, el andlisis de las premisas que sostienen los ‘programas que orientan el cambio social, Plantear todo esto supo- ne enfrentarse con el terror del despotismo metodolégico. Se im- pone, pues, un nuevo concepto de ciencia, Finalizan con este pen- samiento: «Nos interesa comprender los procesos que construyen Y deconstruyen los actos y los actores sociales. {Cusiles son las Posibilidades de consistencia que presentan y cémo se vehiculan Jas mismas?». Hay que examinar en todos los textos sociales la antropotogia del presente, «la reflexiGn sobre la contemporanei- dad. Un magnifico articulo que plantea la necesidad de subver- sin en la ciencia. G/ANTHROPOS 156 ET siguiente texto de I. Martin-Bar6 se refiere a «Guerra y trauma psicosocial del nifio salvadorefio». He aguf los aspectos ‘que desarrolla: el trauma psicosocial; la infancia y Ia guerra; los hijos de la guerra salvadoreiia, Tres dilemas existenciales del nifio salvadorefio frente a la guerra. Un trabajo estremecedor. «El pro- bblema de fondo no esti en los individuos, sino en las relaciones traumatol6gicas propias de un sistema opresor que ha desemboca- do en una situaciGn de guerra» ‘Dos magnificos trabajos de A. Blanco y de Marfa A. Banchs, comentan la obra y semblanza de I. Martin-Bar6. Cierran este apartado dos estudios complementarios, el pri- mero de JM. Salazar, «Sobre la viabilidad psicolégica del “%ati- noamericanismo"». y el segundo, «Etnopsicologia sistemstica, origen y reciente desarollo», de R. Diaz-Guerrero y R. Diaz-Lo- ving, Se destacan las dimensiones culturales e ideosineritica. En el «Andlisis temstico» se recogen tres estudios: «Psicolo- sa argentina»; «Um pouco da histéra da Psicologia Social brasi- leiza; y, por tltimo, «La Psicologia Social en Venezuela, rali- dad y epresentacidm, Por cikimo, préximamente se publicard también un Suple- ‘mentos Anthropos dedicado al tema, en el que se recogen aspec- tos referentes a , «ldentidad social», «Exilion, «Psicologia comunitaria e intervenciénm, «Drogas», «Psicologia de la paricipacién politica y de los movimientos sociales», y «Medios de comunicacién», entre otros. [Nos congratulamos del esfuerzo hecho por el saber cienfico y crftico y de las ideas y préctcas que Ia Psicologta Social lati- ‘noamericana tiene en sf misma y como definicién uriversal de un cconocimiento ¢ investigacién. Esperamos que estos materiales pe- riféricos contribuyan a establecer el valor de la solidaridad y la ‘amplitud de los criteros de cientificidad. Hay una verdadera apor- tacién erftica y plural, una visién novedosa de los problemas que afectan a la propia realidad social, historia y cultural. Se trata de luna reflexin acerca de su historicidad, como proyecto y utopfa. Desde muy temprano se quiere retomar a si. Pero no salbemos quié- ‘nes somos. Lo Unico que aparece claro es que nadie es 1 que qu sera.o posta ser. De ahi la envgia comin respecto a aquelos que Parecen fener, mas aun, que parocen sero que a uno le corespon- de, De aqui también ef placer por comenzar algo nuevo, algo que empieza con nosotros mismos. Siempre se hat intantado wir de acuerdo con nosotros mismas. En nosottos se esconde fo que puede legarse a ser. Se nos muestra como el desasosiogo de no estar sutientomonta detommi- nado. TEmst Bloch, «No estén claras las cuentas con uno mismos, ‘ba, p74) «En nosotros se esconde lo que puede llegar a ser>» La ciencia social no s6lo ha de producir conocimientos sino ‘que fa de revelar Ia textura intima de aquellos sujetos que son afectados por su investigacién. La ciencia social en Latinoamérica s6lo puede vericarse con originalidad y sentido si concibe el cconocimiento como liberacién y subversién. Es en ese continent donde especialmente se aye el grito de convergencia y de Ia dig- nidad de su palabra al concierto de las diversidades humanas © histricas. Todo pueblo y toda etnia tiene voz, capacidad cientii- ca, produccién de conoc rales tratan de comunicarla. PROCESO DE ANALISIS E INVESTIGACION Dos visiones de la Psicologia Social latinoamericana: el andlisis entre el criolismo y el cosmopolitismo, y su devenir histérico La Psicologia Social latinoamericana entre el criollismo y el cosmopolitismo Introduccion a ta obra de I. Martin-Bar6, de J.M. Salazar y a la Psicologia Social de América Latina Dario Paez Rovira (Coord.) J. Alvarez, E. Casado, D. Gonzalez, M. Lesn, J. Rubio, C. Vidal y 8. Zufiga” ‘A los dos aos de la conmemoracién del ‘encuentro de culturas> y a cinco afios del asesinato del psicdlogo social salva- dorefio-espatiol Ignacio Martin-Bar6, edi tamos un niimero de Anthropos sobre la Psicologia Social latinoamericana. Si ‘multdneamente, se edita un Suplementos Anthropos con un conjunto de autobio- * ta jnroduciény la taea de organiza el mero dele rvista Anhnypoe ys Suplementos ban Sido realizadsscoectivameate or los aba fireman tes, con Ia colaboracisn de A. Blanco, dela Univ ‘Autonémea de Madrid. Como redacor principal, el ‘contenido de ly inroducidn es de responsabilidad e D, Pier fundamentalmeate (para bien y para ral), Los dems fimantes son becaros 1Cly de Sus pales del Progrima de Decora del Dpto. de Pcoogta Soil y Metodolosta dela Univ. del Pal Vasco. Agradeceas Jos comeatarios de Masia Montero una primera version de ee Lxl0 qe B08 permit mejorao cualtatvamente PSICOLOGIA SOCIAL LATINOAMERICANA PERCEPCION INTELECTUAL DEL TEMA SE oe, CONGRESO IBEROAMERICANO DE PSICOLOGIA Madtid~ Espana del af 1 de Jui SIP gel 2 ‘Masa del Congreso Iberoamaticano de Psicologia. Amato Banco y Gerardo Mari ‘en Segundo y lercer hier de deveca a izquerda ‘grafias intelectuales y una seleccién de extracios de_psicdlogos sociales latino- americanos. Entre los materiales se en- cuentran una entrevista con uno de los psicblogos sociales latinoamesicanos mas importantes (José Miguel Salazar), una semblanza y un articulo de Ignacio Mar- tin-Bar6, una descripcién del desarrollo histérico de la Psicologia Social latino- americana realizada por Maritza Monte- ro, una revisién de la Psicologie Social brasilefia por Silvia Maurer Lane, de la Einopsicologta por R. Diaz-G. y R! Diaz LL. y una seleccién de textos de los auto- +63 antes mencionados y de una veintena de psicélogos sociales de toda América Latina Siva Ia edici6n de esta revista como tun homenaje a la memoria de Marti Bar6, ast como una tentativa de aproxi- mar los mundos intelectuales ibético y americano de lengua hispana. Editorial Anthropos, que éstuvo presente en el Congreso Tberoamericano de Psicologia de Madrid (5-16 de julio de 1992), ha ‘manifestado una real voluntad de servir de puente entre estos mundos culturales. En estos momentos, una mentalidad de nuevo rico olvida la pasada pobreza y la emigracién espafiola y portuguesa, se 156 ANTHROPOS/7 ANALISIS E INVESTIGACION alfa. con 1a insolidaridad, el racismo y el liberalismo econémico més extremo, para diferenciar al nosotros espafiol del ellos iberoamericano. Esperamos que es- tas publicaciones ayuden modestamente a conservar una cierta cercanfa cultural ‘con una América Latina que en parte re- fleja el pasado y futuro ibérico. El pasa- do ibérico se ve reflejado en Ia actual cultura latinoamericana basada en Ia sim- patia, Ia dignidad, los lazos familiares, y que valora el grupo y las zelaciones so- ciales. América Latina representa el futu- 10 ibérico, con su sociedad en la que las divisiones de clases se superponen a las raciales y en que la cultura es mestiza por definici6n. Guste 0 no, el futuro est definido por la inmigracién del lado afti- cano del Mediterréneo, por ta inmigra- cién americana y por 1a aparicién del «otro», el diferente racial, religiosa, cul- turalmente, en el paisaje urbano cotidia- no. La cultura ibérica del futuro seré mestiza, como lo es la latinoamericana. Editar estos materiales, ademés de su interés intrinseco, nos parecié importante como una forma de dar a conocer una producciGn cultural «periférica». S6lo in- tegrando y publicitando los diferentes en- foques intelectuales se puede evitar la homogeneizacién ideolégica que se aso- cia a la mundializacién actual de la pro- duceién cultural, El incremento de la co- ‘municacién y la creacién de objetos de estudio y teorfas «transculturales» es Ja vertiente positiva del anterior proceso. El lado negativo fo constituye la imposicién forzada de los crterios de los centros he- ‘geménicos. En la actualidad, la dominacién cultu- ral estadounidense, en las ciencias en ge- neral y en las humanas en particular, es aplastante. El contrapeso que en el pasa- do cumplian las producciones soviéticas ¥y europeas ha dejado de ser tal. Aunque hay atin comrientes «marxistas» y «fran- ‘eesas» en las ciencias sociales latinoame- ricanas, éstas han disminuido su impacto ‘Ardila, 1986; Alboroz, 1991). Esta do- minacién cultural y Jinguistica se refleja en el hecho de que las revistas cientificas ceuropeas tiendan a editarse en inglés, y que To que no se publica en inglés «no exista», Dentro de esa produccién «no existente>, [a latinoamericana es ain mis «no existente» que la europea e hispé- nica. Los datos disponibles de fines de los setenta confirman la hegemonfa estado- unidense. Tomando Ia afiliacién a aso- ciaciones académicas como criterio, se contabilizaban 4.500 psicslogos sociales en EEUU. (1979), 243 en América Lati- tna (1978) y 220 en Europa Occidental (1981). Datos més recientes confirman esta situacién. Los psicdlogos académi- cos de los 22 paises més desarrollados, S/ANTHROPOS 156 PERCEPCION INTELECTUAL incluyendo Australia, Canadé y el Reino Unido, son s6lo el equivalente al 20 % de los de EE.UU. (Moghaddam, 1987). De 1os 56,000 investigaiores en Psicolo- fa recensados en el mundo, el 6 % eran nortemaericanos (Smith y Bond, 1993). En 1988 Io Asociacién Buropea de Psicologia Social tenfa alrededor de 300 siembros, es decir, menos de un 10 % del nimero de miembros de la Asociacién de’Psicologia Social Ameri- cana (estadounidense) en 1979, E1 90 % de la produccién de Psicologia Social de 505 afios se editaba o se traducfa al in- ‘glés (Whitakker, 1978). La revista més importante de Psicologia Social europea tenfa una circulaci6n representativa del 10 % de su equivalente estadounidense. ‘Ademés de ser editada en inglés, en esta revista europea la primera minorfa de au- tores era la estadounidense (en una revi- sién de los afios 1986-1988). En la ac- tualidad, las revistas francesas de Psico- logia Social se editan bilingties 0 se orentan al inglés. Para bien o para mal, el inglés es el latin o lenguaje intelectual de nuestra época. Desde el punto de vista del contenido de la Psicologia Social, to- ‘mando como referencia el origen de las referencias de los manuales de Psicologia Social estadounidenses, europeos y espa- jioles mas importantes, se constata que la mayoria de los contenidos son de origen estadounidense (94 % de las referencias son norteamericanas en el manual esta- dounidense) y s6lo una minorfa de las re- ferencias provienen de Europa, inclusive en el manual europeo. En este iltimo, dos tercios de las referencias son esta- dounidenses, 30 % europeas y s6lo un 2 % del resto del mundo. En ef manual espatiol de Psicologia Social, el 73 % de las referencias eran estadounidenses, 2 % europeas y 5 % espafiolas (Smith y Bond, 1993), La revisin sistematica de la produccién en Psicologfa Social y de fa personalidad en 1991 recogida en los Psychological Abstract (revista que reco- ‘ge la publicacién en inglés de la Psicolo- Bia) mostr6 que el 77 % de la produc- ‘cin era norteamericana (entiéndase so- bre todo estadounidense), 13 % europea y 10 % del resto del mundo, incluyendo Japén, Australasia, Aftica y'el resto de ‘América (Smith y Bond, 1993). Una re- visién que hicimos de la principal revista europea de Psicologia Social de los aiios 1986-1988 confirma este predominio. Un 22% de los articulos. provenia de EE.UU,, 20 % de Inglaterra, 4 % de Ca- nadé, 4'% de Australia y Nueva Zelanda, 7 % de la ex Europa del Este, 17 % de la Europa francéfona, 4 % de la Peninsula ibérica y ninguno de América Latina. Representando menos del 5% de la poblacién. mundial, los EE:UU. concen- tran el grueso de los cientificos y de la pproduccién cientfica mundial —aunque haya aumentado a presencia europea y Jjaponesa recientemente, “Hay explicaciones econémicas ¢ hist6- ricas claras de esta situacién. Una prime- ra explicaciOn es histrica y econémica: EE.UU. no solo es el pais industrial mis poderoso, aunque su importancia esté de- clinando, sino que ademés no ha sufrido guerras en su teritorio durante este siglo. Una segunda explicacién es institucional: las. universidades estadounidenses son més numerosas y ms competitivas que las de otras partes del mundo —aunque el desarrollo econémico europeo ¥ j rés ha implicado un aumento en la canti- dad y calidad produetiva de las univers: dades de esas Areas. No s6lo ha sido EEUU. el pats capitalista mas rico du- rante mucho tiempo, sino que ademas no ha suftido ese pais de dictaduras reacci narias como Ia nazi, la franquista y la fascista, que han provocado aislamiento y expulsion de grupos de intelectuales. De hecho, una famosa boutade afirma que uno de los colaboradores del desa- rrollo de Ia Psicologfa Social estadouni dense fue... Adolfo Hitler, quien provocs Ja migracién a EE.UU. de toda tna plé- yade de brillantes.intelectuales, entre ‘ellos tos fundadores de la Psicologia So- cial, como Lewin, Asch, Heider, Kohler, Katona, Wertheimer y Lazarsfeld (Grau- man, 1988). Ademés de riqueza y estabi Jidad institucional, EE.UU. posee una mayor cantidad de universidades que Eu- ropa Occidental en su conjunto —al me- nos hasta hace pocas décadas. En los afios cincuenta existian en los EEUU. més de 1,800 insttutos de enseftanza su- petior y universidades, frente a menos de Cien en ef conjunto de Europa Occiden- tal. Habfa en EE.UU., por las mismas fe- chas, alrededor de 200.000 profesores de ensefianza superior, frente aun nimero muy inferior en Europa (Lipset, 1977). Se comenta que después de la segunda ‘guerra mundial, en los aifos cincuenta, habia tantos psicblogos sociales en un de- partamento de la Universidad de Chicago ‘como en toda Europa Occidental Representando un 8 % de la poblacién ‘mundial, la produccién cientifica latino- americana ronda alrededor del 1% (Ar- dila, 1986; Salas, 1992). La masificacién reciente de las universidades latinoamer canas y la crisis econémica de los atios setenta-ochenta han reforzado las dificul- tades de produccién cientifica en Amé- rica Latina (A.L.). AL. dispone de un 2.4 % de los cientificos e ingenieros, los recursos que disponen esos cientifi- cos € ingenieros son s6lo un 1,8 % del total mundial (Salas, 1992). Los cientfi- ‘cos sociales y los psic6logos latinoameri- ‘canos padecen salarios bajos, jomadas de ‘abajo largas y poco incentivo para la ANALISIS E INVESTIGACION investigaci6n, Por ejemplo, un libro nor- mal (entre 20 y 40 dolares, © 2.000 a 4.000 pesetas) representa entre el 5 y et £0 % del salasio mensual de un profesor asistente en Venezuela. Pese a la crisis, &te sigue siendo uno de los paises de al- tos ingresos per capite de A.L. En una ‘economia capitalista extrema, leer, escri- bir o investigar no s6lo no se recompen- sa, sino que lleva a perder dinero, como afirmaba uno de fos psicofogos sociales chilenos que colaboran en esta revista y documento, Esta revista y el suplemento se pueden coniprenider como una muestra de la Ps: ologfa Social latinoamericana, pero que tiene una serie de limitaciones con res- ecto a su representatividad. Aungue in- fentamos contactar con el mayor ntimero Posible de psicblogos sociales latinoame- ricanos, no logramos hacerlo con todos, e inclusive hasta alguno de los contacta- dos no pudo colaborar. Como en toda ‘rea cientfica 0 cultural, el consenso ab- soluto sobre quién y qué es relevante no existe. AJ igual que en Buropa y EE.UU., ‘Tupos opuestos se descalifican mutua- mente, diciendo que «eso flo que el otro hace] no es psicologfa social, es psicolo- ‘ia individuals 0 «30 es sociologéa, no Psicologia». Con estas limitaciones' he- ‘mos intentado recoger una muestra pro- totipica de 1a Psicologia Social latino- americana. Una limitacién asumida fue Ta de no integrar Ia rica tradiciGn de psi- cologia grupal de orientacién psicoanali- tica, La amplitud de ésia y muestra falta de criterio técnico nos Hevaron a dejarla fuera por prudencia. Néstor Rosselli des- cribe en parte esta orientacién en su en sayo sobre €! desairollo de ta Psicologia en Argentina, Los materiales recogidos en la revista Anthropos y Suplementos Anthropos tam- bien se pueden categorizar como una Psicologia Social sobre América Latina. Es decir, una Psicologia Social sobre problemas de pobreza, represién y cam- bigs sociates, EI lector podré excontrar textos sobre temas que le son més 0 me- nos lejanos, 0 pertenecen al pasado, al- gtinos de ellos afortunadamente. La gue- "ra, Ia tortura, la represién y sus efectos Psicosociales,’ La religiosidad popular y su relacién con Ta politica, Las reflex nies sobre el «cardcter nacionabs, fa iden- tidad social (nacionalista, étnica, etc.) ca- racterizan a un continente como el lati- ‘noamericano, cruce de tres culturas (indf- sna, africana, europea) y con emigran- tes de segunda y tercera generacién pro- venientes de Asia (Fujimori es un ejem- plo en Pent) o de los paises drabes (Me- nem en Argentina). Otros temas son comunes tanto a la investigacién como a la vida cotidiana ‘espaiiola y americana. La salud, Jos me- PERCEPCION INTELECTUAL dios de comunicacién, el ambiente, 1a patticipacién politica —aungue esta ilti- ma adguiere a veces matices mucho més dramiticos en ALL. Ademés de textos la- tinoamericanos, hemos integrado mate- riales sobre los Jatinoamericanios exilia- dos en Europa. De esta forma, hemos ir tentado, si no set exhaustivos, al menos representar algunas de las probleméticas sociales Jatinoamericanas. Nuestro interés también era el de pre- sentar las ideas de los psic6logos sociales, latinoamericanos, es decir, sus teorias, en cuanto elas tienen un perfil cultural ¢s- pecifico. En este sentido, se trata de ma- teriales de la Psicologia Social latino- americana. Tesricamente, en términos generales, a Psicologia Social latinoamericana es mucho mds sociolégica y critica que la denominada europea y estadounidense Ignacio Manin Barb La urgencia de la problemstica social frave que fos intelectuales sientan fuerte- ‘mente su estatus Social privilegiado y les obliga a mostrar Ia relevancia social y la utifidad de su disciplina. Si a esto ie agregamos las dificiles condiciones ma- teriales para el trabajo intelectual, se pue- de entender por qué en general los psicé- logos sociales Jatinoamericanos son ya sea «aplicados», ya sea intelectuales crf ticos. La revisidn de las biografias ime- Tectuales muestra la saliencia de una for- ‘maciGn marxista, tx participacién en mo- vimientos sociales radicales_y un com- ‘promiso con el cambio social. La relevancia de lo aplicado se refleja «en todos Jos componentes de la Psicolo- sgfa Social latinoamericana. El articulo reproducido de A. Rodrigues sobre Ia adecnologia social» de Varela muestra 8m inclusive los psiclogos sociales experimentalistas se preocupan por de- fender fa relevancia y utlidad de la cien- cia, En una sociedad en la que no se fi- naneia Ia investigacién y los problemas sociales son acuciantes, es diffe! para fos cientificos sociales y humanos, en parti- cular a los psicblogos sociales, quedarse al margen de la intervencién. Ahora bien, serfa equivocado presupo- ner una homogeneidad ideolégica en la comunidad de psicslogos sociales lati- noamericanos, Existe una tensidn entre sconservadores» ciemtificistas y «radica- les» antipositivistas. En Brasil, esto opo- ne @ A. Rodrigues y S. Maurer Lane, por ejemplo. Esta polatizacién entre conser- vvadores-radicales, cientficistas-antiposi- tivistas, es compleja y no se solapa sen- cillamente. Hay radicales que hacen in- vestigacién de tipo empirico y segdn fos ccénones de la investigacién intersubjeti- vva, formalizada y sujeta a contraste ma- temético. Hay conservadores que no ha- cen investigaciéa o lt hacen «cualitat va» y hermenéutica ira tensidn existe entre los que se in- tegran en menor 0 mayor medida en las cortientes estidounidenses y europeas de Psicologia Social. Ast, hay latinoameri- canos que investigan cognicién social, actitudes y conducta, como los estado- tunidenses “Ajzen, Fiske o Taylor. En el otro extremo intelectual, hay latinoameri- cans que hacen una Psicologia Social «colectivay, constnuccionista, como Ger- gen o Haré, o personas que investigan representaciones sociales 0 Ia telacién entre el conflicto socio-cognitivo y el de- sarrollo intelectual, como fos eliropeos Moscovici y Doise. Ambos polos antes ‘mencionados se mantienen en contacto con y «teproducen» en el sentido posi yo lineas de investigacién «centrales>. Otros se orientan a crear lineas propias, ‘en oposicién a fo anterior. En este sentido, hay una inguiewd por realizar una elaboracién te6rica propia, por demarcarse de los centros hegemdni- os estadouniddenses y europeos. Los de- sarrollos teOricos de Salazar sobre ta ‘dentidad nacional, los movimientos so- ciales y el latinoamericanismo, por ejem- plo, son relativamente independientes e interesants. ‘AL igual que en las ciencias sociales fn general, hay una propuesta de indige- nizacién de ta Psicologia Social latino- americana. Par indigenizacién se entien- de una tentativa de desarrollar las cien- cias humanas y sociales ampliando la base de valores y conceptos occidentales (Akiwoko, 1991; Albomoz, 1991), No se trata s6lo de confirmar si las re- laciones encontradas en EE.UU. 0 Euro- pa se confirman o se miatizan en fa cultu- ‘4 fatinoamericana, De hecho, ha sido en realidad el sector latinoamericano que se 156 ANTHROPOSIS ANALISIS E INVESTIGACION hha desarrollado en contacto estrecho con la Psicologia Social dominante estado- unidense ef que ha validado transcultu- ralmente instrumentos (escalas, etc.) y el aque ha desarvatlado una linea de investi- gacién wanscultural. A, Rodrigues y R. faz-Guertero representan esta tradicion EL articulo de G. Marin ef al. sintetiza adecuadamente esta sensibilidad a la va- riabilidad cultural. Por lo demas, dado que Ja investigacién de la. variabilidad cultural es. agin més dificil y mas cara ue la investigacién monocultural, para- dgjicamente son nuevamente los paises més ricos los que la pueden impulsar (Albomoz, 1991), La altemativa de la indigenizacién va mds alla de la mera constatacién de esta variabitidad cultural. La indigenizacién parte de la base de {que las leyes encontradas son generaliza- ciones indebidas de la «cultura locaby europea y estadounidense. Sélo integran- do los conceptos y valores culturales la- tinoamericanos (6 africans 0 asiéticos) se podré desarrollar una auténtica cien- cia mundial (Akiwoko, 1991; Albornoz, 1991). Por ejemplo, en la Psicologia So- cial india se han desarrollado y contrasta- do modelos sobre las relaciones lider-se- guidores y sobre las relaciones terapeuta- paciente, que toman en cuenta ta ata di tancia al poder que caracterizan las rela- ciiones en la sociedad india (véase el ar- ticulo de Péez, Vergara et al., en el que se describe la'dimensién de distancia al poder) (Smith y Bond, 1993). Una Psico- logia Social ‘indigenizada, desde esta perspectiva, no debe desarrollarse aisla- damente de la Psicologta Social generada en otras culturas, pero debe contrastar Ja aplicabilidad de cada objeto, explicacién ¥ concepto en el contexto cultural local En el campo cultural letinoamericano esta temiética nos lleva a una vieja polem caentre «criollos» y «casmopolitas», entre Jos blancos inmigrantes que quieren desa- rrollar una cultura propia y mestiza y los blancos que son «internacionales. Estos ‘ltimos eran en un pasado lejano , que se definfa por su apertura y copia de las corrientes de pen- samiento centrales, principalmente euro- peas hasta la segunda guerra mundial y posteriormente sobre las comrientes esta- dounidenses. Aunque hay un cosmopoli- tismo de la clase dominante, imitador de las costumbres de franceses € ingleses, reraiado muy’ faamente en fa novela El Paraiso de E. Castedo, por ejemplo, el problema es mas complejo, ya que tam- bign existe un «crillismoy reaccionario, también retratado en esa novela, Narran- do la experiencia de unos refugiados re- publicanos en Chile, la novela reproduce fielmence ef ambiente profrancés de la clase dominante chilena, que vive men- talmente en Paris. Aunque la clase alta chilena, tal como es retratada en esta no- vela, vive encandilada ante la. supe- rioridad europea, también por momentos se wuelve «crollistay. Enfrentado uno de fos protagonistas a la mayor autonomia de la mujer espafiola exiliada el persona- je, hablando desde la perspectiva de la clase dominante afirma: «no hay como las mujeres de aqui, son mejores que las europeas». ‘A pesar de estas ambivalencias y de las diferencias entre tipos de paises, exis- te una fuerte ideologia cosmopolita procuropea, que atribuye a la cultura la- tinoamericana fa incapacidad de produ- cir logros cientificos y de pensamiento (Chao, 1985). Un ensayo reciente sobre Ia psicologia Jatinoamericana, por 0 de- ‘mas bastante interesante y recomendable, presenta a A.L. como un continente anis- tico, sanguineo, holistico, poco interesa- dp por fa ciencia (Ardila, 1986). Si con- sideramos al arte como una forma de co- nnocimiento que genera menor capacidad de control instrumental det mundo, acep- tando la superioridad de la ciencia desde este punto de vista, creemos que este au- tor reproduce equivocadamente Ie ideo- fogia de Ia inferioridad cultural de un ccontinente mestizo e indigena como A.L. PERCEPCION INTELECTUAL Dentro de este mareo, el «criollismo» y el «indigenismo», la valorizacién de lo ‘aut6ctono, se comprende como tit mecd- nismo legitimo de defensa de la identi dad. social. Llevado @ cabo paradéjica- ‘mente por intelectuales blancos, es una forma iegitima de recuperacién de una tradicién cultural. Otros interpretan el criollismo 0 idealizaci6n del mestizo como un mecanismo de integracisn ideo- 6gico sin mas: [..] Ia ideologia del mesianismo mestize {en sonido exrct}, slo dla tener vigencia cf pats de estxtora soa sobedetrmina- da por el factor ara (México, Guatemala, evador, Pei y Bolivia, rincipalerte, dor de In pequeta burgesi reien promovida no- cesiabaredimire del pecado original de sr retiza,redefniendo cn nino posiios sb Cultura ‘de clas, frente ta de fa burguesia. blanca y el proltarado y eampesinado «in- dios». Bn as dems seas (del Caribe 0 del Rio dela Pata, por ejemplo} el mestizn habia desapaneido hace mucho como categria80- cial [...], No quedaba mds remedio que am- pliarla [1 6 lo qu hizo, fundiend los te Ininos mestioos {hecho racial clr) Cilla. Theo gevgrfico connotado socal mene] [Caevas 1992, p. 7) El criollismo se presentaba como al- temativa integradora, en el sentido ideolégico, al indigenismo y al euro- ppefsmo o hispanismo (Cuevas, 1972). Se puede pensar que servia de alterna- tiva de valoraci6n de ta cultura nacio- nal en los paises en los que no habfa fuerte presencia indfgena. En estos tti- mos, el indigenismo seria la versin ra- cial del criollismo, Una opcién por el indigenismo © por tun criollismo que reconozca y no oculte Ia superposicién de racismo y clasismo ppareciera emerget como la altemativa Ins progresista. Exo no es tan sencillo. ‘Un autor tan sensible al tema indfgena ‘como Maristegui, opta sin embargo por cl cosmopolitisma» y su complementa- riedad con el «ctiollismo»: Hoy la ryptura es sustancal. Bl windipenis- smo, como ets visa, st extrpando, poco 4 poco, desde sus races, al xolonalismon, Y fxieimpulso no proviene Gnicamente de la siera (poblada por indigenas mavartariamen- {2} eros, costo, se eventan —n0dis- cutamos el acieno de sus tentativas— ene Js que primero han vuelto sus ojos ala raza Lindigen, y es una muestra de que los intelse- {uate crollos, es decir, mestizos yfo Blancos apercanos estuieron& la vanguatdia deine dignismo}. Nos vienen, de Tuer, al istmo tiempo, varadas influencas ineracionls ‘Nuestra literatura ha enrado en st periodo de cosmopoliismo. En Lima, este cosmopolits- mo se traduce, en la imitacén, ene ofa ©0- s2s, de no poces corsvas decadenismos 0: cientalesy en la adopein de andrguicas mo- dhs finiseculares. Pe, bajo este jo prec rio, un nuevo seatimieno, una nueva revela- cidn se anuncian, Por los eaminos universales, ecuménicos, que tanto Se nos reprochan, 20s vars acercando a nosotres mismos (Maite sui, 1928/1972, pp. 350-351] Un ensayista nade sospechoso de ser proyanqui, como el uruguayo Angel Rama, también. propone una altemativa que integra el «cosmopolitismo> con el « sobre las otras —la estadounidense en este caso. Un ejemplo caricatural, pero ANALISIS E INVESTIGACION Gerardo Marin y Rogeto Diz Guerero {nformativo, es lo que ocuris en el terre- no de la investigacién sobre las emoci nes: se investigaban las emociones uni- versales partir del léxico © palabras cemocionales existentes en el inglés, Sélo recientemente se est manifestando una mayor conciencia de la diferencia cultu- ral. Por ejemplo, en un reciente libro so- bre Psicologfa Social y Cultura, los auto- res presentan como dos casos de indige- nizacién a las dos teorfas mas importan- tes en el Ambito europeo, la teorfa de la identidad social de Tajfel y la teoria de las representaciones sociales de Mosco- vici Smith y Bond, 1993). Este procedi- miento retérico busca Tlamar Ia atencién sobre el cardcter determinado cultural- mente de las ciencias humanas, al calif car como teorfas ancladas en una cultura indigena a las dos teorfas europeas de mayores pretensiones de generalidad, Dentro de ese marco, Se puede cons- tatar que los psicdlogos sociales latino- americanos se muestran ambivalentes ante la Psicologia Social estadounidense ¥y europea, e incorporan ambos estilos culturales,” aunque haya caractersticas especificas que Comparten con otros in- telectuales del Tercer Mundo, como es Ja defensa de la «indigenizacion». Estas circunstancias se pueden ver reflejadas en la entrevista intelectual realizada a Jos psicélogos sociales latinos. Aunque no siempre se diferencia a la Psicologia Social europea de la estadounidense, se Te recondce a la primera una mayor fle- xibilidad metodologica y una mayor pretensiGn te6rica, Sin embargo, tam- bin se critica un cierto esoterismo (para (qué decirlo féci) si se puede decir dift- PERCEPCION INTELECTUAL cil). Otros crtican a la Psicologia Social estadounidense su empirismo y su repro- duecién més 0 menos formalizada del sentido comin. Segtin Albornoz. (1991), podemos des- cribir et estilo de las ciencias sociales la- tinoamericanas mediante Jos. siguientes rasgos, que creemos se pueden generali- zar a la Psicologia Social: rechazo a la dependencia teérica, aunque se da tna Gierta aceptacidn de centros culturales se- cundarios (Francia y la URSS en un pa- sado reciente); un enfoque «periodistico y literarion; poco interés por lo metodo- igico (en el sentido estricto empitico); rechazo del empirismo, cuantitativismo y positivismo, Recientemente, la crisis de Jos grandes paradigmas, el marxismo en particular, se ha desarrollado en ALL. y se esti revalorizando la investigacién ‘empitica: Sefialemos que este «estilo», al igual que ef «europeor y «estadouniden- se» son idealizaciones de realidades, complejas. Perfectamente se pueden en- contrar ejemplos de estos tipas en todos las pafses (Zajonc, 1989). TIndiquemos, ademés, que los dos psi- co6logos sociales que han sido el foco de nuestra atencién (Martin-Bar6 y Salazar) integran estas tendencias. Martin-Bar6, por ejemplo, fue un hombre atento a los desartollos cuantitativos y metodol6gi- cos, adems de intentar desarrllar teo- rfas y de buscar lineas de investigacién de relevancia social. Por otto Jado, Ja experiencia de los psicdlogos sociales de A.L. también re- fleja la mundializacién y el aumento del intercambio cientifico, Es dificil hablar de craticiones cientificas focales en un momento en que la mayorfa de los que la formant han estadiado en EE,UU. 0 Euro- pa o en ambos y en los que «existe un horizonte intelectual coméin, La alternativa a la mundializacién © mposicién de Ia indigenizacién estado- ise como ciencia unidimensional, creemos que la constituye una globaliza- ci6n, que integre los auevos ¥ especiti- cos problemas de las diferentes culturas, que cuestione las explicaciones generales originadas en una sola cultura, y que se oriente a la biisqueda de explicaciones lo rms generales posibles, contrasténdolas en diferentes contextos culturales, estu- dando. sisteméticamente y comparando 1a vatiabilidad entre culturas. La creacién. cultural latinoamericana sugiere que esta altemativa no es inco- ‘recta, La integracin a «los rigores inter- nacionales, por otra parte en nada ha ‘opacado sti concetracién licida y critica sobre Ia vida colombiana» dice Rame, refiriéndose a algunos de los mejores escritores latinoamericanos contempord- nneos. Escribir desde el marco «niversa- Tistas converge con fa «indigentzaci6mm de su temética, para generar una obra re- conocida interacionalmente.’Lo mismo ‘Scurti6 con los escritores modemistas de 1900 (Ruben Darfo) o vanguardistas de los afios treinta; solo recogiendo simulté~ nneamente los desarrollos més avanzados de} centro y aplicéndolos @ sus propias realidades Culturales, obtuvieron sus ma- ‘yores éxitos (Rama, 1981). Personalmente creemos, por otro lado, que toda ciencia debe ser general, y por Jo mismo atenta y deseosa de integrar las tradiciones culturales locales. La valida- cin y matizacién transcultural de las st puestas leyes generales es fundamental. Lo mismo se debe decir en lo referente a las. diferentes tradiciones.te6ticas: se debe apoyar fa multipficacion y desarro- Io de teorfas ancladas en diferentes tra- diciones que compitan para explicar los mismos fenémenos. No cseemos que toda Ja Psicologia Social estadounidense sea simple cvantificaciGn del sentido co- mén, Hay una rica tradicién teérica, compatible ademnds ent buena medida con tradiciones durkheimianas y marxistas, fen autores como Mead y Sherif. Existen tradiciones de investigécién focalizadas en [a interaccién social y no en el indi duo, como la comparacin social de Fes- tinger, la formacién de normas y los pro- ccesos grupales, de Asch, Sherif, Schack- ter. Aunque exista bastante «micro-teo- ria de corto alcance, que no es teoria sino cuantificacién de lo que sabemos to- dos, no se puede apticar a toda fa. pro~ duccién cientfica estadounidense el ad- jetivo de imelevante socialmente, Las teorfas de cambio de actitudes han mos- trado su relevancia, aplicdndose a dife~ 156 ANTHROPOSH3 ANALISIS E INVESTIGACION rentes problemas sociales (como los del Sida). II pragmatismo estadounidense ha permitido que autotes te6ricos importan- tes como Taylor y Leventhal trabajen en aplicaciones a Ja salud. Es perfectamente rescatable la tradici6n de rigurosidad me- todol6gica y de sensibilidad a la aplica- cin prictica, sin caer en una hipertrofia de la producci6n obsesiva de paradigmas y datos replicables, pero tan limitados ue apenas permiten avanzar. No se ve Por qué una cierta cultura filossfica y ‘una formacién histérica més extensa son Copuestas a una investigaciém empisica y ‘una sensibilidad a la préctica La sensibilidad a la relacién entre pro- esos colectivos (normas, instituciones, pertenencia a clases y relaciones entre ‘Tupos, procesos de interaccién y comtu- nicacién) y su influencia recfproca con procesos intraindividuales o psicolégicos, ‘ereemos que es una ventaja de la tradi- cin europea. Esta orientacién «colect vista» nos parece importante rescararla, en oposicién a una aproximacién focal zada en un individo que se mueve en tun vacfo cultural. Nuevamente, hay que decir que tanto autores europeos (Vigot- ski, por ejemplo) como estadounidenses coinciden en este punto (Mead, por ejem- plo). Autores contemporéneos, como Za- Jone y Markus (Zajonc, 1989; Zajonc y Kitayama, 1992) también muestran una sensibilidad ante ta telacién entre proce- s0s colectivos y psicolégicos. En nuestra colaboracién a los documentos presenta- dos en esta revista y en Suplementas Anthropos sintetizamos brevemente la te- Taci6n entre cultura, representacidn de sf yy emociones. Existe otro problema importante en lo refetente a las altemativas de la Psicolo- ‘gia dominante. Algunas de las escuelas «colestivistas> crfticas, como el cons- truccionismo social, por ejemplo, se limi- tan a una desconstruccién o critica meta- feGrica de otras tendencias y a formular ciertas orientaciones epistemoldgicas. Pero no generan una tradici6n propia de investigacién empirica, ni aportan a nivel de la evaluacién e intervencién sobre problemas sociales, fuera de plantear una genérica». A un cierto se alfa una distancia atistocrética de la prictica. Por otto lado, el construccionismo social tiene varias li- mitaciones bésicas. La. primera es. su concepcién convencionalista y de nego- Ciacién de Ia realidad, La realidad no es Xinicamente lo que se percibe consensval- ‘mente como tal ni la realidad social se negocia siempre. Al margen de la «con- versacién social» existen fenémenos ma- crosociales y estructurales que impactan Ta conducta, Por oire lado, el lenguaje y los otros signos son convencionales pero no arbitrarios: estén determinados por su ‘A/ANTHROPOS 156 PERCEPCION INTELECTUAL uso social y se imponen a Ios sujetos, no se negocian, aunque el sentido de fa'co- municacién sf es en parte negociable. Por ‘timo, aunque no sea una aproximacién fenomenol6gica, que crea que conocien- do la vivencia y sentido subjetivo cons- ciente del sujeto es suficiente para expli- car su conducta, el construccionismo afirma que las mismas competencias que explican Ia condueta estn en la base del discurso. Pensamos que la Iégica del co- rnocimiento declarativo (el qué es) y la logica del conocimiento procedimental 0 de actuacién (el cémo se hace) sélo se solapan parcialmente, ¥ que hay muchos procesos inconscientes que el sujeto no es capaz de transmitir en el discurso ni se pueden s6lo inferir de él (véase Paez, Valencia, Morales, Sarabia_y Ursua, 1992, para_una critica més extensa al construccionismo socal). Ademis del cons- truccionismo social, dentro de la Psicolo- ‘fa Social critica lainoamericana se pue- de diferenciar una comriente que niega toga eficacia técnica y cientffica a la Psi- cologia y a las ciencias sociales. En el peor de los casos, se Mega a una paradé- Jica glorificacién del conocimiento «po- plan». No se trata de negar que existen en el conocimiento de sentido comin ‘muchas cosas iiiles y que en ocasiones éte es superior al de ciertos expertos. Pero tampoco podemos afirmar sistemé- ticamente lo contrario. Es verdad que las ciencias humanas y sociales, y la Psico- logéa Social en particular, tienen como contenido metiforas més que teorias for- malizadas, y poseen algunas orientacio- nes de intervencién més que tecnologtas duras como las ciencias naturales. Exper- CE tos que afirman como expertos que no lo son: ésa ¢s la paradoja de los que con- funden el respeto al saber popular con tuna negacién del desarrollo, limitado Pero real, de las ciencias humanas. 1 uso inteligente de la técnica avan- zada, sin mitificarla y teniendo claros 4os objetivas, creemos que permite llevar a cabo una Psicologfa Social «de rostro hhumano y social», sin caer en una tepeti- cin de la actividad politica —que tiene su importancia y relevancia para todo ciudadano, qué duda cabe. Uno de los autores centrales de la «Psicologia Social con cardcter humano ¥y progresista», como Martin-Baré asoci6 fas téenicas més avanzadas de eneuestas y andlisis de datos con una utilizacién critica de ellas, que le permiti6 denun- ciar, entre otras cosas, la falsedad de las afirmaciones de las encuestas Gallup so- bre América Central La Psicologia Social latinoamericana puede y creemos que es capaz de enfren- {at las tensiones que la atraviesan. Debe ser capaz de ser tecnoldgica y realista, ‘capaz de entregar orientaciones de inter: vencién y de evaluarlas con ideas y mé- todos que sobrepasen el mero sentido co- ‘min. Y simultineamente debe enfrentar Jos problemas sociales acuciantes, como Ja pobreza y el racismo contra los indige- nas. No debe reproducir pasivamente tra- diciones de investigacién que se focali- zan en problemas muy precisos y limita- dos, relativamente justificables en paises de desarrollo ecoivimico que permiten una divisi6n del trabajo y una especiali- zacién. Debe aliar la «gran tradicién téo- rica» con la investigacién empirica, si lo que se quiere es desarrollar ciencia exp cativa y no descripeiones en una jerga se critica a Ja Psicologia Social experi- mentalista. Citar a Wittgenstein, Platon y los. pre-atistotélicos es tanta” garantia ‘ome tener muchos grados de libertad y andlisis multivariados en Yo referente al vance substantivo de Ia ciencia. Sentido comin, envuelto de jerga o de nimeros, sigue siendo sentido comin, Reivindicar aA. Ponce, Maristegui, 0 Ia tradicién cultural colectivista indigena, pasa no s6lo por la exégesis, sino que por el de- sarrollo a partir de €80s autores de teorias explicativas nuevas, aplicadas a fenéme- ‘nos psicosociales. ‘Algunas caracteristicas de las socieda- des latinoamericanas pueden ser un obs- ticulo para un desarrollo de ta Psicolo- sa Social, Sin embargo, los periféricos tienen la ventaja de mirar desde fuera y ver més lejos. Esa puede ser su gran ventaja, Para terminar, como psicélogos socia- les latinoamericanos trasplantados, per- Imitasenos opinar que, con mejores recur- ANALISIS E INVESTIGACION 08 y con mayor centralidad «perifética», fos desafios de la Psicologia Social espa- fiola y portuguesa son los mismos. que Jos de sui hermana latinoamericana ANEXO Perfil intelectual e ideoligico de an grupo de psicélogos sociales Jatinoamericanos Distribucién de las caractersticas de los 16 psiedlogas sociales de América Latina Por el procedimiento de «bola de nieve» se obtuvieron una treintena de nombres y direociones. A partir de una lista inicial de personas, s€ les contact6 pidiéndoles nombres y direcciones complementarias A estas personas se les envi6 una invita- ‘i6n a participar y a sugerir nuevos nom- bres. Se obtuvo respuesta y material de tuna Veintena, aunque biografias comple- tas s6lo de 17 personas, ademés de la de 1. Matin-Baré (dos biografias legaron al final del proceso y no se integraron en el andlisis estadistico semi-exploratorio) ‘Tanto por el tamatio de la muestra, como por ser una muestra no aleatoria, es im- posible realizar proyecciones sobre. el tuniverso real de los psicélogos sociales. Como una forma de facititar la compren- sin, se han dado las respuestas en forma de porcentajes, aungue el lector no debe olvidar que un 20 % son tres personas aproximadamente. Las biografias fuemon categorizadas por dos personas, todas estudiantes de doctorado en Psicologia Social y latino- americanas, que actuaron como jueces ciegos. Las discrepancias 0 desacuerdo se esolvieron posteriormente, contras- tando la opinién de los dos jueces origi- nnales con un tercer y decidiendo por mayorfa la clasificacién de las respues- tas, Et total de jueces fue de cinco, La clasificacién consensual de las 16 biogra~ fias intelectuales, segdin las caracteristi- cas utlizadas, es la siguiente: Posicién politica eect Cento aguerés Meda oe 8% Oe 26 Acercamienty a la Psicologta Peo 23 € Po Melia EEUU. 6% 38% 19%37% Eup, 28 Acercamiente a una concepeién Chalo 7234 Cosmmpolta Modis 19% 19% 37% 25 5% 26 Aproximaciéin merodolésiea Guaniava 1234 Cualiva Mea 6% 19% 62% 12% 28 Tipo de conocimiento Ago 123 Bisco. Media Bees - 2 PERCEPCION INTELECTUAL las Miual Salazar durante et Congreso iberoamereano de Pseniogia Desarrollo Tesco 34 pion Meds 6% 3% O% 6% 26 Formacién de postgrado ‘ropiO EEUU. 1 Ambas? Latina Mei ah 35% OR Origen europeo reciente Descon.) Pade Abuelo2 Clo 3 Media MS 9% ee LL ‘Como se puede constatar, la mayoria de los psioslogos que han narrado su bio graffa intelectual se pueden caracterizar como de izquierdas. La mayor parte de estos psiosfogos se encuentra a medio ca- ‘mino entre la Psicologia Social «europea» yy «estadounidensen, con una importante minora «pro-europear. La mayoria no seria ni ceotta ni cosmopolita, aunque ha- bria una minoria importante de este st mo carécter. Metodoldgicamente, la. ma- yor parte de estos psicblogos quedan ubi- cados en une posicién intermedia entre lo cuantitativo y lo cualitativo, con tenden- cia mayor hacia el timo polo En cuanto a la dimensién conocimiento basico-ap cado, la mayowta tiende facia fo aplicado. Ademés, este grupo de psicélogos realiza mis trabajos empiricas que trabajos que impliquen elaboraciones tedricas. En general, la formacién de posterado {a realizaron fuera de sus pafses, un grupo ‘muy importante en Europa, en segundo lugar en EE.UU., y una minorfa en A.L. Desde el punto de vista del origer so- siocultural, “aunque falta informacién, constatamos que hay una minorfa impor- tante de inmigrantes europeos y otra me- Nor de «criollos» En sfatesis, aun teniendo en cuenta fas Jimitaciones de disponer de una muestra ‘muy pequefa (no olvidemos que un 20 % equivale a tres persons), confirmamos que la. Psicologfa Social latinoamericana es progresista, aplicada, empitica, oscitando entre Ia europea y estadounidense. Asi mismo, es més cualitaiva e inferencial- mente ‘diteraiay que cuantitativa, balan- cefndose entre el criollismo 0 indigeniza- ign, y el cosmopolitismo o universalismo. En lo referente a los autores ctados por {os psic6ilogos sociales latinoamericanos, ‘nos encontrames una serie de autores clé- sicos de Psicologia general y de la perso- nalidad (Freud y Fromm), psicslogas so- ciales europeos (Moscovici y Tajfe), esta- dounidenses (Lewin y Festinger), y la noamericanos (Salazar y Martin-Bai6). Se ‘re6 una matriz de datos con los autores citados por fos psicélogos sociales latino- americanos en su autobiografia. Se reco- sieron tnicamente los autores que habfan sido citados por al menos dos de ellos. Es- tos autores se sometieron a una mattiz de similitud, tomando como medida de co- ‘ocurrencia las veces que habfan sido cit dos conjuntamente por un psic6logo s0- cial. Esta matsiz se sometis’ a un andlisis de conglomerados (véase Cluster 1). El andlisis de conglomerados, que res a los autores que han sido ms citados c juntamente, encuentra wt primer grupo for- ‘mado por socidlogos europeos (Crozier y Touraine) y psicblogos genéticos marxistas (Wallon y’Vigotsi), y un psiedlogo social europea interesado’ en la saciogénesis ‘(Doise). Al lado de este conjunto se sitdan psicblogos de la personalidad de tenden- cia psicoanalitica (Langer, Pichon Rivitre y Nuttin). Merani, Banchs, Fals-Bords, ‘Allport y Erickson, ‘Frere, Brown y Fou- cault forman otto Conjunto, que se puede interpretar como siendo autéctonos y/u crientados al cambio social por la via de Jos. procesos de autogestién —menos Brown, que es el autor de-un importante manual estadounidense de los sesenta. Por ‘otra pate Salazar, Santoro, Montero y Re- ‘cagno constitayen otto conjunto,y se iden- tfican,claramente, como psicdlogos socia- les latinoamericanos_(venezolanos). Otro grupo lo formarfan McDougall y Jodelet, y asociados a éstas Fishbein y Tafel, todos cllos psicéiogos sociales. contemporineos, ccon excepeién de un clisico como Me- Dougall. Gtro grupo claramente identifica- do esté confermado por Heider, Newcomb, Asch, Festinger y Lewin, autores clésicos que por la década de los’ sesenta consttu- yeron la fundamentacin bésica en la for- ‘macién de los psicélogos sociales, Fi mente, 0s encontramos con el grupo constituido por Martin-Baré, Moscovici, Freud y, asociado a este tiltimo, Fromm. Mezcla &ta un tanto extraia, pero com ‘rensibfe si vemos que se trata de autores que tienen una gran influencia tesica, y 156 ANTHROPOSIS ANALISIS E INVESTIGACION ° 3 — PERCEPCION INTELECTUAL Custer L. Autores mencionados por psicdlogos sociales 0 15 2 que, de alguna manera, se encuentran pre- sentes en la Psicologia Social latinoameri- cana. Ademds, este grupo esté representado en el cluster con una gran distancia entre cellos, sugiriendo que se_perciben como bastante auténomos. Desde otra perspecti- va, los autores més citados se encuentran fen su mayorfa en este grupo. Se puede concluir que los psicélogos sociales lati- ‘noamericanas tienen un mapa cognitivo de autores similar en parte a Jos estadouniden- ses con especifcidades. En el mapa se in- tegran_socidlogos y_psicdlogos de L.A. (als-Borda, Freire, Martin-Baré) 0 euro- peos (Touraine, Crozier, Moscovici). Por ‘tro lado, con la excepcidn de Fishbein los autores estadounidenses contemporéneos de los aiios setenta-ochenta estén ausentes. No se menciona a Fiske, Taylor, Wyer, Snll, Pennebaker, Russell, Eagly, etc, por dar algunos nombres importantes de esa época. También estin ausentes otf0s auto- res de los afios cuarenta (Dollard, Mi- Iles), de los cincuenta (Tanis, Rosenberg, Deutsch, Carwright, Hovland, Melelland) y de los sesentasetenta (Berkowitz, Aron- son, Kelley, Mischel, Bandura). Las ausen- cias, en particular las de autores recientes, se pueden explicar, segtin el comentario de 'M. Montero con el que concordamos, por- que los psicdlogos sociales latinoamerica- ‘os entendieron la tarea como indicar a au- 1B/ANTHROPOS 156 tores representatives, a quienes moldearon su formacién intelectual. Esto excluyé tan- to a autores menos salientes del pasado —comno los antes resefados—, como a sus interlocutores en Ia fase de actuacién inte- lectual madura. Por otro lado, el nticleo duro fundador de Ia Psicologia Social do- ‘minante esté presente (Lewin, Asch, New- ‘comb, Heider). Para una comparacin véa- se el mapa de autores citados por psicdlo- _g0s sociales estadounidenses en Paez, Va- Tencia, Morales, Sarabia y Ursua, Teoria y ‘método en psicologia social (Barcelona, Anthropos, 1992, p. 105). Desde este punto de vista, e} mapa cog- nitivo de los psicblogos sociales latino- americanos tiene una presencia europea reciente fuerte, una fuerte influencia de los autores clésicos estadounidenses (con la excepciGn de Sherif, un autor muy orien- tado hacia lo intergrupal) y una débil in- fluencia estadounidense reciente. Se orga niiza en tomo a una oposicién entre auto- res genéticos y de personalidad, frente 2 autores de Psicologia Social —incluyendo entre étos a Fromm y Freud, que lo son ‘en un sentido histérico més que contem- poréneo. Los autores propiamente latino- americanos, se sian a medio camino en- tre los anteriores conjuntos, con la excep- cidn de Martin-Baré, que se posiciona en- tte los «grandes» psicélogos socials. Un andlisis similar al anterior se reali26 sobre los 16 psicblogos sociales de A.L., uutiizando coma criterio de similitud las clasificaciones antes descttas sobre posi cin ideol6gica, ec. (véase Cluster 2), Este andlisis muestra dos grandes ra- mas de psicdlogos sociales o dos tipos. La primera retine a autores més vincula- dos a una perspectiva «indigenista» y a los problemas sociales de A.L. Dentro de esta rama hay un primer subeonjunto que reGne a autores sobre temas politicos y sociales (Montero, Sanchez, Barrios, Lira y Martin-Bar6), ¥ otro subconjunto que Te@ne a autores preocupados por la iden- tidad Yatinoamericana (Gissi, Gonzélez, Banchs y Salazar). La segunda rama 0 ‘gran tipologia retine a autores preocupa- dos de tematicas més generales, tedricas © aplicadas. Un. subconjunto ‘aplicado refine a Wiesenfeld y Romero, incluyen- do también a Zitiga. Fernéndez. Chrst- lie (desde tna perspectiva metatesrica) y Rosselli (desde una perspectiva experi- imental) se encuentran asociados a M. Fuentes y N. Serrano, aungue con una o 5 M. Montero E Siocher L Barios (ClusteR 2, Psicdlogos sociales Lin 0 1s 2 2 Martin Bas Gist F. Gonzalez R M.Buncs JIM, Salazar N. Serr 1M, Poentes P. Reminder N, Rosell Rzanea E. Wirsefeld 0. Romero ANALISIS E INVESTIGACION ciertaautonomfa. El testimonio de Marit 2a Montero, quien tuvo la amabilidad y ddisponibilidad académica de comentar extensamente 1a primera versi6n de este texto, confirma a validez def andlisis de conglomerados 0 cluster. Refiriéndose a este andlisis de cluster dice lo siguiente: Un aspecto interesante de sefialar es que al ‘menos 10 de los psioslogos que figuran en el ‘luster 2, forman parte de la red de psicologfa, social (eh general), psieologte pottcay psico- logia social comunitaria Gunto con ‘muchos ‘otros que no aparecen en el estudio), que man- tenemos a través de A.L. y que ha Togrado la publicacién de varias oivas, de vacos aimeros especiales de revistas de circulacién interna. cional (Rev. Latinoam. de Pic J. of Social Issues; Applied Psych.) y que solemos organ zar simposia, mesas sedondas y conferencias en eventos interamericanos (SIP), internacio- nales (ISPP, APA-divisién 27, entre offs); parte de citcular entre los diferentes cursos 4e postgrado del continente, como profesores invitados [Montero, 1993, comunicacién per- sonal) Coneluyendo, fa Psicologia Social lai- noamericana tal como se ve representada ‘en la pequefia muestra y categorizada a patti de los criterios antes descritos, tiene un perfil progresista, aplicado, empfrico, oscilando entre la europea y estado- unidense, As{ mismo, es més cvalitativa € inferencialmente «titeraria» que cuantitati- va, balancedndose entre el criollismo 0 in- digenizacién, y el cosmopolitismo o uni- versalismo. Su universo de referencia es ‘eutopeo reciente, clésion estadounidense y con una débil presencia estadounidense re- ciente, Se organiza en tomo a una oposi- iin entre autores genéticos y de persona lidad, frente @ autores de Psicologia So- ial. La concepcién latinoamericanista 0 <éndigenista» y social aplicada es ligera- ‘mente mayoritaria y Se opone a una ten- dencia mas cosmopolita, tanto teérica como aplicada, Otra forma de_plantear este perfil dominante, més acorde con la propia visién de los Tatinoamericanos se~ atin M, Montero, es la de concebir a la icologia Social iberoamericana como generativa frente a una Psicologia Social dominante modulativa, Por modulaiva se entiende una Psicologia Social que estudia Jas relaciones tal corna existen, mientras due la aproximacién generativa busca en- tender cémo las relaciones sociales, exis- tentes pueden cambiarse y mejorar ‘Smith y Bond, 1993). REFERENCIAS Arawono, A. 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Sin em- bargo, la periodicidad de los congresos interamericanos de Psicologia, la labor de publicaciones periédicas tales como la Revista Latinoamericana de Psicolo- sa, la Revista Interamericana de Psico- logia y el Boletin de la Asociacién Vene- zolana de Psicologia Social (AVEPSO), asf como los aportes de otras publicacio- nes de cacécter sacional, permiten esta- blecer el curso seguido por esta rama de la Psicologfa en la regién. Origenes EI inicio académico de fa Psicologia So- cial en América Latina puede fijarse, para la mayor parte del continente, en la década de los cincuenta, surgiendo con juntamente con la creacién de la mayor parte de las Escuelas de Psicologia y con €l reconocimiento de la necesidad social de Ja profesidn; pues si bien en 1939 sur- ge Ia primera escuela de Psicologia en la UNAM, y en 1948 se crea Ia primera ¢s- cuela de Psicologia en Chile, en la cual abe suponer que existiese una asignatu- ra dedicada a la Psicologia Social, aun- que no tenemos informacién precisa al respecto. Sélo hay noticia ciewta sobre la existencia de Psicologia Social a partir de los afios cincuenta. En 1952 se funda la primera escuela de Psicologia de Cuba (Universidad Cat6tica de Sto. Tomds de Villanueva); en 1953 aparece Ia primera en Brasil; en 1954 la primera de Vene- ‘iela coeténeamente con un insticuro de investigacién (Instituto de Psicologia) en la Universidad Central, y ya para inci de la década de los sesenta, la disciplina st firmemente implantada en la mayo~ 186 ANTHROPOS/7 ANALISIS E INVESTIGACION rfa de las universidades latinoaméricas, si bien en algunos pafses (Costa Rica, por ejemplo), ello no ocurre sino hasta los alios setenta (Dobles, 1989), cuando las escuelas iniciales comienzar. a conver- tirse en Facultades (por ejemplo, en ta UNAM, en 1973). Como ya se ha dicho antes (Casafas, et al, 1984; Montero, 1989), esta Psico- logfa’se caracteriza mayormente por su cearéeter dependiente y meramente repro ductor de teorias, métodos y temas de estudio en boga en los EE.AU. (princi- palmente) y Europa; Jos afios cincuenta el principio de una I nea de investigacién que ha probado ser sumamente fructifera en América Lati- na: el estudio de los efectos de Ia cultura sobre el comportamiento. y sobre la identidad social de los habitantes de es- tas regiones, y a su ver, la relaciSn entre esa identidad, condiciones estructurales ¥y conciencia social, que se transformaré ‘en los afios setenta en una fuente de pro- duccién de conocimiento estrechamente ligada al propio desarrollo de la subdis- ciplina. ero aun antes de la creacién de las escuelas de Psicologia, ya algunas céte- dras de Psicologia Social existfan como asignaturas en otras carreras Universita- rias: Educacién, Periodismo en Cuba (Casafias et al.), Beonomia en Brasil (Ri- beiro de Almeida, s.f). Yel interés por el nivel psicosocial de explicacién de muchos fenémenos sociales y psicol6gi cos esté presente desde mediados de si ‘2lo pasado, en ese campo a veces un poco impreciso que luego se delimité en diferentes ciencias. sociales: Antropolo- ‘fa, Sociologia, Politologta, Psicologia Social. Asi, en 1841, en su Resumen de la Historia de Venezuela, Rafael Maria Baralt dedicaba un capitulo al tema del ccardcter nacional usando argumentos gue volveremos a encontrar a fines del siglo XIX en Le Bon; igualmente en algunos de los positivistas latinoamericanos que escribieron a principios de siglo se puede ‘encontrar capitulos referentes a la Pico ogia Sociat de los pueblos. Y en 1916, Arthur Ramos publicaba en Brasil una obra titulada introduccién a la Psicolo- ‘sia Social, pionera de los libros de texto Jatinoamericanos en esta disciplina, pre~ cedida por la edicién, en 1903 de la obra del argentino Carlos’. Bunge, Nuestra ‘América. (Ensayos de Psicologia Social) Pero transcurrirén. bastantes afios antes de que aparezca otra obra eqiivalente, Ia de Rodrigues, en 1972, otro brasileno, seguida en 1976 por la de Salazar et a fen Venezuela. Luego tendremos otra de Rodrigues (1979), y ya en los ochenta Jas de Lane et al, (Brasil, 1982); la de ‘Manis-Baré (EI Salvador, 1983-1989), la recopilacién de Lépez y Zii 1BIANTHROPOS 156 PERCEPCION INTELECTUAL to Rico, 1988), y la de Casates (Cuba, 1990). ‘Asimismo, puede decirse que tanto respecto de sus antecedentes, cuanto en su inicio sistemético y académico, la fi- Tosofia y teoria social de base es primero el positivismo, particularmente en sus expresiones racista y evalucionista (la in- fluencia spenceriana es muy cleta), y Iuego el neopositivismo, siguiendo ‘sus manifestaciones operacionistas; conec- tandose en los aspectos mas sociales, con cl funcionalismo. Es decir que se necesitaron 20 afios de trabajo sistemitico a partir de la creacién de escuelas de Psicologia de centros de in- vestigaci6n y de departamentos de Psico- Jogia Social, mas el establecimiento de Ii reas de investigacién con la consiguiente produccidn ligada a ellas, la formacién y egreso de varias promociones de psicdlo- gas y el entrenamitento en la préctica do- Cente e investigativa, para que la Psicolo- ‘fa Social Iatinoamericara empezase a producir medios de estudio surgidos de su propio seno, Hasta ese momento (y toda- vfa hoy la préctica se mantiene en muchos centros académicos), la formacién psico- social Se hacia exclusivamente a través de textos producidos casi siempre en los EE.UU. La Psicologia Social estudiada era fundamentalmente la que es textos pre- sentaban; desde su perspectiva se analiza ban los problemas de estudio, muchas ve- ‘ces también determinados por la influen- cia fe6rica_y metodol6gica que de_es0s manuiales se desprendia, ctiando no direc- tamente tomados de ellos. Cabe agregar, igualmente, que esta Psicologia Social propiamente dicha, sur- igida entre los afios cincuenta y setenta, tiene como dmbito naciones ‘marcadas pot una peculiar inserci6n intemacional, ‘en muchas de las cuales para el inicio de ese perfodo se propugnaba una politica de sustitucidn de importaciones, que aus- piciaba el desarrollo tecnolégico, pero cuyo centro de gravedad residia fuera del ccontexto latinoamericano. La dependen- cia cultural que caracteriza el desarrollo de la regién marca también el quehacer cientfico. Una tercera caracteristica que marca los inicio de la Psicologia Social es que, y ello parece inevitable, quienes comien- an a desarrollar una prictica psivosocial sistemética en muchos casos se habian formado en centros académicos estado- lunidenses 0 europeos, 0 bien debian su entrenamiento basico a ciencias afines: Sociologia, Antropologta, Filosofia, in ccluso Medicina, Esto supone por una parte Ia importacién, a veces acriti (hay algunas excepciones) de modelos, teorias, métodos y éreas de interés, y por otra parte, sesgos provenientes de esas disciplinas de origen, que si bien aporta- ban enfoques de interés, en lugar de ‘complementar, durante algtin tiempo ocu- paron el peste que debfa corresponder a fendencias y perspectivas surgidas dentro de la propia Psicologia Social Pero como ya he dicho, algunas ex- cepciones hay a esta configuracién ajena del objeto de estudio. Las investigacio- nes relativas a autoimégenes y hetero- imagenes de los miembros de la propia cultura, asi como de otras; Jos estudios sobre estereotipos nacionales, que luego darin lugar a trabajos sobre Tos aspectos psicosociales del nacionalismo y la iden- tidad social y nacional en patticular; que si bien se inician marcados por el uso de modelos teéricos y metodol6gicos prove- riientes de otros” dmbitos, pasaran més tarde a desarrollar sus propios modelos y un uso critico y selective de teorfas y métodos, ‘Que sea esta tinea de investigaci6n ta que primero adquiera una definicién y cconfiguracién propias no es casual. En efecto, si se toma en cuenta ta cantidad Ge obras relativas a la definicin identfi- catoria del «carécter nacional», de la «psicologia de los pueblos americanos», es comprensible este desarrollo. Una vas- ta literatura de carter sociopolitica y antropol6gico sirve de marco a este tipo de estudios. Muchas de esas obras fueron los textos que para bien 0 para mal orientason 1a educacién bésica de nues- tr0s paises. Desde México hasta Arge nna puede decirse que cada pais latino- americano ta tenido en algin momento de su existencia como nacién, uno 0 va- rios momentos de reflexicn’ sobre esa problematica, con Ia consiguiente pro- (p. 21), Otro tanto hacfamos para la misma época Montero, 1976), cuando analizé- bbamos la produccién psicosocial venezo- lana entre 1962 y 1975, mostrando sa c2- ricter acritico y la ausencia casi total de explicaciones te6ricas y metodoldgicas propias y reclamando la necesidad de ha- ef una Psicologia Social que fomentara «(J el conocimiento [..J de la realidad para los sujetos que la construyen, Reve~ lat los nexos entre las causas y los efec- tos, entre fendmenos aparentemente des- ligados e inconexos; situar al hombre y ‘sus acciones en el contexto y reconocerlo como actor y como producio del mismo. Descubrir, no ocultar» (1976, p. 9). Nue- ve aios después, en 1985, repetimos la investigacién considerando los. trabajos realizados entre 1974 y 1984. Los resul- tados mostraron que si bien segufan pre- dominando las fundamentaciones te6ri- cas extemas, podia observarse ya una Ii- nea crftica por cuanto esas teorfas mu- cchas veces eran sometidas a anilisis y examen en funcién de la problemética tratada, la cual derivaba de la realidad. No obstante, no es ésta la dnica res- puesta & la crisis; otra corriente propug- na, a parti de la consideracién del caréc- ter universal de la ciencia y, por ende, de Ia Psicologia Social, la necesidad de're- plicar estudios en diferentes culturas, a de hallar los aspectos comunes (Ro- drigues, 1979; 1989). Pero también sub- yyaciendo a esta posicién esté la conside- Tacién de la preocupaciGn por la relevan- cia de la investigacién psicosocial y por el conocimiento de la realidad que Se es- tudia (Rodrigues, op. cit). Situar cronoldgicamente esta fase es dificil, pues todavia hoy en dia hay ma- nifestaciones de ella, pero su momento de erupcién comienza alrededor de 1976 (Coincidiendo con a crisis denunciada ‘ambién en otros dmbitos) y produce la ‘mayor parte de sus manifestaciones hasta Principios de los afios ochenta, 5) Fase de desarrollo propio de la Psicologia Social latinoamericana. El calificativo «propio» significa aqut pro- duceién autéctona, en funcién de proble- ‘mas derivados de la realidad y con utili- zacién ertica de teorias y métodos exis- tentes, asf como con aportes te6ricos y metodolégicos surgidos en ese quehacer psicosocial. Esta fase coincide con mani- 2O/ANTHROPOS 156 PERCEPCION INTELECTUAL festaciones pertenecientes a las dos ante- riores, ya que en un continente ran vasto ‘como’ el americano, con 20 paises lati- noamericanos, algunos de ellos a su vez de gran extensién y poblacién, es impo- sible pensar en un desarrollo homogéneo, cosa que de hecho dificilmente ocure aun en un solo pais. Sin embargo, miran- do la produccién latinoamericana en su conjunto, podemos decir que 1a avanzada de la misma se encuentra desde 1983, aproximadamente, en esta fase, a la vez ‘que mantiene una actitud de’ denuncia critica. Lo que caracteriza a esta fase q pueda resumirse por ese elemento crtico. La Psicologia Social que se esté produ- cciendo puede tipficarse por su ubicacién ‘en Ia Iinea sociol6gica antes mencionada, marcada por esta perspectiva (no toda psicologia social sociolégica es critica, ni toda Psicologia Social psicolégica es acrtica). Es una Psicologfa Social que se revisa a sf misma, @ sus objetivos, a sus Fondamentos y a sus efectos, tanto des- de la perspectiva marxiana cuanto desde perspectivas que pueden seguir otras co- rrientes filoséficas. Esa base social es muy clara en los trabajos producidos en Jos afios ochenta: Durkheim, Marx, Ia teoria de la dependencia, Freire, Fals Borda, Habermas, Parsons, entre otros autores le suministran un marco teérico, ida a andlisis y a la paca suministrar elementos capaces de interpretar y expli- ‘car fenémenos psicosociales. De hecho muchos autores prefieren hablar de una psicosociologia y aun, mAs recientemen- te, del rescate y reconstruccién de una Psicologia colectiva (of. Arciga Bemal, 1989; Femndez Christlieb, 1989). As mismo, una Psicologia sociolégica de base marxiana se face claramente pre- sente en algunos pafses del contineste (México, Brasil, Venezuela, Colombia), Ja cual presenta expresiones tanto erticas como acrticas. A su lado coexiste la Psi- cologia Social marxista cubana,! Pero ademés es ésta una Psicologia Social que busca un nuevo paradigma, y de hecho se inserta en él (Montero, 1991) ante la creciente incapacidad del que hasta entonces dominaba, para dar respuesta a los problemas que ahora en- frenta, Ast, es una Psicologia que reco- nce el cardcter hist6rico de los fenéme~ nos que estudia (Montero, 1978; Martin- Bar6, 1983; Jurema, 1985); que plantea ‘una apertura metodol6gica, en el se de aceptar métedos altemativos y una ferente relaci6n entre quien investiga y su_ objeto de investigaci6n (Montero, 1984), y rechaza el dominio absoluto del modelo de produccién de conocimiento ‘generado en el campo de las ciencias na- turales, privilegiando la investigacién en ambientes naturales sobre Ja de laborato- rio (Marin, 1978); que reconoce el cardc- ter activo de los sujetos de investigacién, productores de conocimientos; que rec noce igualmente el carécter dindmico y dialéctico de la realidad social, y por ende de la condicién relativa, temporal y espacialmente, del conocimiento produ- ido; que amplia su objeto de estudio, de la Psicologia Social en Ja América Latine ha tenido evidentes consecuencias para sf y para su insercién social. En el primer caso debemos més bien hablar de relacién de interaccidn rmutua entre crisis, reestructuracion y de~ sarrollo distintivo como ciencia. En efec~ to, la toma de conciencia de la Psicolo- ‘9ia Social respecto de su rol real, de su rol asignado y de su rol posible en las sociedades Iatinoamericanas, condujo a una inmediata organizacién del campo profesional en el sentido de suscitar la ‘reacién de una organizacién intemacio- naf, fa ALAPSO (Asociacién Latinoame~ ricana de Psicologia Social), de conside- rable actividad en la Segunda mitad de la cdécada de fos setenta y principios de los afios ochenta, que la llevé a organizar al- unos encuentros ciemtficos (al menos cuatro 0 cinco Seminacios Latinoameri- canos de Psicologia Social Hegaron a realizarse; el primero de ellos en Cara- cas, en 1975) y a publicar cuateo adme- ros de una revista (Revista Latinoameri- cana de Psicologia Social), entre 1981 1982. Se crearon asimismo ascciaciones nacionales tales como AVEPSO (Asocia- cién Venezolana de Psicologia Social); ABRAPSO (Asociacién Brasilera de Psi- cologia Social); ACHIPSO (Asociacién Chilena de Psicologia Socialy; AMEPSO y SOMEPSO (Asociacién Mexicana de Pricologia Social y Sociedad Mexicana de Psicologia Social), las cuales con ma- yor © menor éxito han logrado crear pu- bicaciones periddicas (el boletin de la AVEPSO, publicado cuatrimestralmente desde 1978, es un buen ejemplo de ello) yy realizar reuniones cfentficas en sus Tespectivos paises. Aumenta significat- vamente el niimero de publicaciones en el ea, n0 sto por fa existencia de bole- tines y revistas, sino por la produccién de libros sobre temas espectficos y de secopilaciones de articules (p.e,, La Psi- cologéa Social en Latinoamérica, voli- rmenes I y I, recopilados por G, Marin), demasiado numesasos para nombrarlos aqui. Asimismo, y ya en ta década de los ochenta, surgen las dos primeras escuelas PERCEPCION INTELECTUAL de Psicologia Social de carécter acadé- ‘mico, que forman profesionales especia- lizados en la disciplina, en el nivel de la licenciatura: una en México, en la Uni- versidad Aut6noma Metropolitana (en Iztapalapa), y la otra en Chile, en la Universidad Académica de Humanismo Cristiano. ‘También desde la década de los seten- ta, se crean cursos de postgrado (espe- cialmente maestrias, doctorados genéri- 0s) que acogen la Psicologfa Social como area de estudios de cuarto nivel (especialmente en México, Colombia, Puerto Rico, Perd, Brasil, Argentina, Chile, Venezuela y’ organismos interna- cionales como FLACSO, Facultad Lati- ‘noamericana de Ciencias Sociales). Por otra parte, en muchos paises de América Latina, desde fines de ta década {de los setenta, profesionales de la Psico- logfa Social empiezan a ocupar cargos relevantes én equipos de planificacién, pablicos y privados. ;Ha generado algu- na diferencia la presencia de psicdlogos fen cargos ejecutivos? ;Ha sido social- mente relevante esa presencia? Nuestra informacién no permite hacer generaliza- ciones para toda América Latina, pero si ‘nos permite sefialar, por ejemplo, que en el caso venezolano una ministra de Esta- do, psicéloga, logrs importantes refor- ‘mas legales en el sentido de reconocer igualdad de derechos civiles a la mujer. Pero quizés donde més clara se ve la relacién entre desarrollo propio de la Psi- cologfa latinoamericana y relevancia so- cial, sea al examinar qué reas 0 campos de aeci6n dentro de esa Psicologia se han fortalecido més, e incluso surgido, en los ‘ikimos 35 afios. Para ello hicimos una zevisi6n de 931 trabajos producidos en fa Psicologia Social latinoamericana desde 1956 en adelante (7 libros de texto, 16 secopilaciones, 38 obras independientes, 5 publicaciones seriales de diversos cen- {ros académicos, y diversos mémeros de {60 publicaciones.periédicas). Revisién ‘que no pretende ser ni exhaustiva ni re- presentativa, pues para cumplir cualquie- ra de esas dos condiciones habia que es- tablecer cual es la poblacién de publica- ciones en el rea, tarea que Supone recur- 50s y tiempo fuera de nuestro aleance ac- tualmente. No obstante, creemos que la revisién refleja bien Ia produccién funda mental de la regién, ya que 16 paises es- tin representados; si bien la produccién de unos tiene mayor divulgacién que la de otros, en parte por mayor posibilidad de comunicacién de fa autora con centros académicos de es0s paises, pero también porque autores de los mismos publican mds en revistas intemacionales, y aun en revistas nacionales de otros paises lat- noamericanos, lo cual es un indice de mayor produccién e informacién, entre ‘otros aspectos. Como toda clasficacién, lg que hemos hecho es arbitraria en algu- nos puntos; especificamente en aquellos en Jos cuales Jos datos no revelaban cla- ramente tna tendencia y debimos impo- ner alsin criterio para agruparlos. Los resultados son Jos que encontra- ‘mos en la tabla adjunta. Como vemos, cuatro. Areas. tienen Ia mayor repre- sentacién: la psicologta polftica, que en América Latina se desartolla como una rama de la Psicologia Social y que debe Probablemente su alta frecuencia a la asuncién por parte de grupos de psicélo- 20s sociales altamente productivos, del reto y el compromiso de estudiar Ia reali- dad en que viven, aun con riesgo de sus vidas. Las condiciones politicas de mu- cchos de nuestros paises han inclinado la ‘atanza hacia este campo, en ef cual la descripcién, explicacién e intervencién than Megado'a ser no s6lo necesarias, sino 4 veces ta carea mis urgente y a fa vez fa ‘mds dificil de realizar. Su nivel de pro- uccién y desarrollo hacen previsible que muy pronto se desgaje det eronco psico- social comin. Encontramos Iego lo relativo a la de- Jinicién de la propia disciptna, ata etti- ‘ca a su quehacer, a la revisién de su en- seflanza, a su carécter histrico, sus ten- dencias y su método, Es ésta una presen cia l6gica, pues toda ciencia que quiere construirse necesita pensarse a sf misma, defini su objeto y su método y someter- se continamente al autoandisis. Las necesidades y motivaciones socia- les representan el tercer lugar, hecho que puede explicarse por la existencia y pro- uctividad de un centro académico (Cen- ro de Investigaciones Psicol6gicas de la Universidad de Los Andes, Mérida, Ve~ nezuela) dedicado al estudio de tales te- mas, ¥ @ la generacién de teorfa, métodos ¥ aplicaciones derivadas de ellos. En cuarto lugar esté el abigarrado ccampo de 10s constructos relativos a lo que se ha tamado cognicién social (acti- tudes, valores, creencias, representacio- nes sociales, autoconcepto, atribuciones, entre otros aspectas}, que fa comenzado recientemente a transformarse en una Paicologfa Social del Conocimiento, Esto puede estar espondiendo a las caracterts- ticas del desarrollo de la disciplina en general y en parte también a la herencia que la Psicologia Social arrastra desde fi- nies de los aiios sesenta ¢ inicios de los setenta, marcados por la influencia de las teorfas del equilibrio en los EEUU. y su contrapartida europea, el modelo dé las tepresentaciones sociales. En el caso de las actitudes no hay que olvidar, ademés, que desde el surgimiento mismo de la Psicologia Social ellas han ocupado un lugar preponderante como objeto de es- tuo. 188 ANTHROPOSI21 ANALISIS E INVESTIGACION Psicologia Palos Psicologia Soest [Necesiddesy mosivacions sociales Process sociocognascivos Pscologla Social comunitara Procesoscolectvos (migrcions,gegarismo, scala, organizations) ‘Witla Social dela Comuniccién Psicologia Ambiental, una calidad de visa Pcologt Social dei Salud Psicologia Social de Ia Biucacion Psicologia Social y lenguie Gapos Palcologta Social del Talbsjo Psicologia Social yfamitia Psicologia Social, cult yrelaiones trancul Pricologia Social aplicats, Tecnologia Social (Cambio social y desaralo Psicologia Soi rin! svc social Estuios picosciales descripivos Psicologia Social Vil Creaividad Pcolgia Coectiva Free: Revise de M. Mont, 191 Luego se presenta la psicologia social comunitaria, cuyo desarrollo, relevancia y produccién cobran cada dfa mayor al- cance. Este dato confirma una tendencia ya prevista por Rodrigues (1979) y por Excovar (1980), que se venia perfilando desde las postrimerias de los afios setenta (evidente en el XVU Congreso Interame- ricano de Psicologia, cuando se origina un Comité Gestor de Psicologia Comut taria dentro de la Sociedad Interamerica- na de Psicologfa, liderizado por Luis A. Escovar), se afirma desde inicios de los ochenta, para constituir hoy dia un érea de la psicologia per se. Los procesos_colectivos, denomina- ci6n en la cual incluimos las migracio- nes, el gregarismo, la socializaciGn, los 2RIANTHROPOS 156 PERCEPCION INTELECTUAL Subiemas FO % Def Mat objeto B16 1. Nac; 1d Soe; Navinaismo 444 “Traura.yrepesion m 8a Weolop,stenacisa 20 Discurso poltico 3 08 Process psicoplticos SL verona, 193207 Def, bj, era y erica n 7 Investigacion y Método st OL Ral dela Pscoogia Social m2 Sueror, wi 7 26 Aedes, valores so atconeepi, ee wo 6A Process sociocog. Hadas al genre wo? Sumtora. % 80 wo 32 | B46 sta 2B 30 727 mon Bod ata » 20 20 4p war ag Moos 4 5 1 7 Tora 928 100 ‘mo, incluidos en el Area de a psicologia politica) y las comparaciones transcultu- rales. ‘2ieg0 estén los estudios sobre la aplicacién de ta psicologia social y ge~ neracién de tecnologia social; sobre el cambio social y el desarrollo social y so- bre la Psicologia social criminolégica y relativa al estudio de las desviaciones } sociales. Por debajo de estos temas, la repre- sentacién es pobre, bien porque se trate dde campos que apenas comienzan a sur- gir (caso de la psicologia vial, para la que S6lo encontramos estudios en Vene- zuela, Brasil y Cuba); 0 categorias en la {que agrupamds trabajos que no cabian en otras debido a su cardcter meraments descriptivo de situaciones o de tipos es- pecificos de sujetos. La tabla que comentamos revela las eas que predominan como objeto de estudio en la Psicologia Social latino- americana y nos permite vaticinae el po- sible surgimiento, a partir de ellas, de nuevos campos en un futuro préximo, marcados por el carécter interdisciplina- rio, al igual que Ia disciplina madre, Re~ vela también importantes ausencias. A saber: no enconiramos studios en el ‘campo de la Psicologta Social econémica (apenas un estudio sobre creencias de los consumidores hacia productos nacionales © importados), area que se desarrolla.ac- tualmente en otras regiones del mundo y ue tendria mucho que hacer en estos paises de economfas tan maltreshas, “Tampoco la Psicologia Social, hasta aho- ra, ha producido en nuestros paises traba~ {jos en el Area dedicada a la psicologia fo- rense 0 juridica, a pesar de existir agin interés. por los aspectos criminol¥gicos (hasta donde sabemos hay algsin trabajo sobre el tema en Argentina solamente), En lo relativo a roles sexuales, este- reotipos ligados al género y en general feminidad y masculinidad, decidimos in- cconflictos sociales y las organizaciones, siguen en orden de frecuencia. Las de- mis f£eas, de interés decreciente, consti- tuyen cada una un subcampo de la Psico- Jogia Social, por derecho propio: psicolo- sa social de la comunicacién (intersub- jetiva, de masas, no verbal); psicologia ambiental, ata cual unimos los inci tes estudios en lo que se esta denominan- do como psicologia wcbana, y los pocos que encontramos sobre calidad de vid, psicologia social de la salud; psicologia Social de la educacién: psicologta social y lenguaje; grupos; psicologta social del trabajo; y psicologia social de la familia. Siguen los estudios sobre los efectos psicosociales de la cultura (n sabre identidad social, nacional y nacionalis- luir los estudios producidos en este campo en ta eusrta categoria, donde, como puede verse, tienen buena repre- sentacién, ya que se privilegié el cardcter cognoscitivo de los mismos. ‘Nuestros hallazgos comprenden las freas encontradas por Pick de Weiss (1986) en México. Esa investgacién en- Contré que para ese momento predomina- ban en la Psicologia Social mexicana los siguientes temas: comunicacién; desarrollo ‘humano, entendido como creencias acerca Gel carécter social del mexicano, de su ‘osotia y estilo de vida; psicologia social de Ia salud, psicologia social poblacional; transcultural; ambiental, criminolégica, de las organizaciones y psicometrfa en Psico Togia Social, entendiendo en este rubro lo relativo a método y téenicas. Asimismo; se cubren casi totalmente nuestros propios hallazgos de (985, cuando encontramos ANALISIS E INVESTIGACION Jos siguientes temas en Venezuela: proce- 305 mediadores (constructos sociocognos- citivos); comunicacién; politica; vial, co- munitaria; ambiental y socalizacién, A modo de conelusién Este recorrido panorémico de la Psicolo- Social matestra que en sus casi cua- Tenta afios de existencia sistemitica y académica en América Latina, la subdis- ciplina ha logrado establecer un campo ue si bien es reconocible y reconocido; no esta claramente delimitado (y cree ‘mos que nunca lo estard), ya que parece ser su sino el engendrar nuevas éreas (Comunitaria, politica, ambiental) y el de~ sarrollar otras de cardcter interdisciplina- rio (Galud, edueacién, trabajo, por ejem- plo). De hecho la generalidad psicosocial suministra el substrato sobre el cual se erigen y crecen nuevas. ramificaciones que condacen a la especificidad. ‘AI mismo tiempo, la existencia de esta Psicologia esti marcada por una intensa produccién, desarrollada casi totalmente a partir de los afios setenta; ast como una ‘marcada participacién en eventos cientifi- cos? Si se observa bien el panorama, se constata que muchos nombres se repiten una y otra vez en publicaciones y en pro- sgramas de congresos, a la vez que 10s mis- mos nombres estén en e! inicio de algunas de las principales lineas de investigacién, YY més ain, en_la organizacion de esas reuniones cientificas y en la coordinacién de muchas publicaciones. ¥ esto revela un hecho evidente: no son tantos los psioslo- g0s sociales en América Latina, pero sf puede decirse que sor muy activos ¥ que hhacen sentir su vor. y conocer sus puntos ‘de vista y resultados de investigacin Quizés ello se deba a que, después de varias décadas de consolidacicin como sub- dlisciplina, de establecimiento reproductivo y de crisis, y después de haber logrado en ‘muchos casos e} objetivo de trabajar por tuna realidad concreta, el objeto de estudio ha sensibilizado a los psioslogos sociales de tal manera que, comprendiendo Ja sele- ‘ancia social del mismo, no puedan per- manecer silentes ante sus hallazgos. Pero no podemos asumir que todos los trabajos icosociales que se evan a cabo en fa re- si6n respondan a un compromiso social, ni siquiera a una clara concepcién del rol del psicélogo en sociedades periféricas. Sin , Revista Latinoaerlcana de Ps. ogi, vol. 18,93, 351-366. Raves, A. (1916) Invade 2 Picola So iat, Rio de nee, Casa do esdente Jo Bes, 1952 Rigeizo D6 Aus, A. (6): «Prolepsmenos luna Historia da Pscologia Social Braet», Siue- se Pobiea Econsnsics Socal, n° 12, 7-94, Ropwiotss, A. (1972): Patol Sota, Pesipo- Vos. "(1979 Estudos em Pricologia Socal, PerSpe- Ts Vere, — (1989): «Comentario» al aiculo de Maritza Monto en la Revists de Pucologla Social (Max sd). n° 4, 55°58 Shuazan, JM. (1977) «Vigencio ¥ penpectias de by Picola Socials, Paialogtt (Venezuela), a4, SLazak, JM, M, Monreso, C. Musa, E. Sit ‘owe, E, SasTORO y J, Vues (1976) Puicoleg ‘Social, Coneas, AVEPSO-UCY; posterormente od en Tila, México, varias eimpe ‘Seavit, S, (1983): «Tendencat tees de la ‘sleologta Socal. 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(1578): Psicologia Social en Bes si, Botti dela AVEPSO, vol, lon? 1 (1978), 18 22” Trabajo presemtado en el XVI Congreso Inter: american de Psclng, Mi each, 1975} 186 ANTHROPOS223 ANALISIS E INVESTIGACION Comentarios a «La Psicologia Social en la América Latina», de Maritza Montero* Comentario de Cristina Herencia Hinojosa"* He debido establecer una linea separato- ria entre la presencia de la disciplina de Psicologia Social en el Peni, y el pensa- ‘miento psicosocial como parte de la tra- dicién ideol6gica-cultural pervana, para contribuir con reacciones desde el Pert al articalo de Maritza Montero sobre la Paicologia Social en América Latina, ‘Como punto de partida habrfa que enfati- zar la diferencia entre el desarrollo his- (rico-Social peruano y el de otros pai- ses latinoamericanos para comprendet el porgué de esta necesaria separacién. Peri, a diferencia de ottos paises del continente, parece haber concitado me- nos inmigracién externa, particularmente ‘en Psicologia académica, que lo que su- sieren las referencias de Montero en los ‘otros pafses, Las influencias extemas en la Psicologfa se han dado fundamental- mente a través de la exposicién de psicé- Jogos peruanos_al desarrollo internacio- nal de la Psicologia. Como a su vez. los pportadores de esta influencia estén de- ferminados socialmente en su extraccién y posicién ante los problemas naciona- ies, su representatividad y/o capacidad de percepcién universal de_ problemas psicosocialmente significativos, en un pais particularmente escindido ‘social y culturalmente como es el Peni, es muy limitada. La disciplina de Psicologia Social se incorpora en tos curricula de estudios en la Escuela de Psicologia de la Universi- dad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima,! en la primera mitad de la década de los afios sesenta. El primer profesor de la materia no es extranjero, es limefio, evidentemente al comriente de la cultura académica europeo-occidental, sin haber sido formado en ella, y también por ser imerio de las postrimetias de las que los historiadores han llamado «la repiblica aristocritica del Per, con escasa expo- sicién a la realidad histérica y cultural * sos comentatias comesponden 8 una versa susie del aneulo de M. Montero, no ala pabiew- uagul oF Univ. San Agustin (Peet). 24/ANTHROPOS 156 PERCEPCION INTELECTUAL Tres pereonaes, de Fuino Tamayo, 1970 del pais integralmente. La incorporacién de la diseiplina psicosocial se da conse- cuentemente a través del estudio de obras fordneas, como ejercicio acadé co complementario a la formacién clini co-individual, sin particular relacién con cl desarrollo del pensamiento social de la epoca. Los primeros estudiantes de Psicologia Social, ms que discipulos de un maes- tro, en o fuera de la disciplina, son auto- motivades y autodidactas en la materia? Se constituyen en lo que considerarfa ta primera generacién de Psicdlogos Socia- Jes peruanos, que surge en los tardi ais sesenta. Tres de ellos han manter do presencia en la disciplina y la lamaré la generaciGn de los sesenta porque la produccisn suya se perfla en esta déca- da. Ellos son los primeros que salen fue- ra del pais para obtener entrenamniento de postgrado en la disciplina, que les sitda en un nivel de sofisticacién te6rico-méto- do-I6gica estandar en términos.interna- cionales. Sin embargo, al regresar se en- frentan al inicio de la’ crisis universitaria nacional, viéndose obligados a abando- nar las autas para poder producir sus t1 tun ambiente que les garantice idad para realizatlos. Asi, Carlos Franco, que comienza haciendo estudios sobre actitudes sociales, ideologia y poli- tica en la Universidad, termina desvincu- lindose de ella y del gremio, identificén- dose a sf mismo como politicslogo 0 Cienisfico-social en téminos amplios, ca- tegorfas con las que Se le reconoce efec- tivamente en el medio nacional. Alvaro Gonzélez Riesle, también de esta genera- ci6n, empieza produciendo estudios so- bre comportamiento organizacional apli- cados, por los que s€ le conoce hasta ahora, realizando trabajos tedricos de corte muy especifico (problemas limttro- fes en sus implicaciones psicosociales). Finalmente, Baldomero Céceres, aunque ‘empieza haciendo anotaciones. teérico- metodoigicas brillantes sobre la psicolo- fa peruana en genera, termina ocupén- dose de problemas muy especifivas, que bordean limites transdisciplinarios (el cultivo de ta coca en el Per, su proble- mitica social y cultural, borrando simul- téneamente, como en el caso de Franco, su identificacin necesaria con el gremio, A diferencia de psicdlogos sociales de esa generacién en otros paises, como en el caso de Aroldo Rodrigues de Brasil, posiblemente Rogelio Diaz Guerrero de Mexico, que con su entrenamiento fuera cenriquecen el desarrollo de la disciptina académica en el contacto continuo. con colegas y estudiantes en la Universidad, 10s psicélogos sociales peruanos de la generacién de los setenta (y las siguien- tes) les falla la Universidad (0 ellos le fallan a ella). La crisis profunda del sis- tema universitario nacional, que puede set interpretada como una crisis de trin- sito hacia la privilegiacidn de la Univer- sidad particular, privada,elitista, sobre la Universidad estatal, pablica, masiva, im- plica cambios importantes en el potencial para el desarrollo de nuestra disciplina, En la Universidad particular ya no se en- ccuentran dentro de Ia Psicologia estu- diantes que buscan en la carrera entender desde la perspectiva psicoldgica la natu- raleza de los problemas sociales, me- nos atin resolverlos; lo que sf esta fre- ‘cuentemente en el pensamiento de los es- tudiantes de la disciplina en la Univers dad Nacional’? Las aplicaciones clinicas € individuales de la discipina motivan a ANALISIS E INVESTIGACION la mayoria de estudiantes mujeres de fa Universidad particular; cuyo interés es ayudar 2 las personas desde una perspec- tiva individual y no teérica, Con un ni ‘mero equivalente de varones y mujeres, ¥ una correspondiente heferogencidad de fextraccién socio-econémicay cultural, Jos estudiantes de la Universidad nacio- nal estén atrafdos hacia la carrera por una motivacién en esencia més cientffica, coincidente con los objetivos amplios de nuestra disciplina: entender 1os'proble- mas sociales para resolverlos. ‘Al abandonar la Universidad, por efu- dir la crisis universitaria, los psioslogos sociales de ta generaciGn de los sesenta pierden, sin poderlo sustituir con ningtn tro, el ambiente ideal para hacer fructi- fera para fa disciplina académica su ex- periencia forénea. Ellos derivan hacia otros cances disciplinarios sus originales inguietudes y su trabajo pierde en gene- ralidad y profundidad teérica desde la perspectiva de ta psivologia social acadé- mica, También desde esta perspectiva Jos estudiantes de las siguientes genera: cones pierden. La segunda generacién de psicslogos sociales, la de 103 aos setenta, esté cons- tituida esencialmente por egresados de la Universidad Nacional descrita. Ellos han recibido una irregular formacién: ya fi- bresca y te6rica, ya renovada te6rica y metodol6gicamente, pero parcial, por Ios profesores de la anterior generacién, En la generacién de los affos setenta se perfifan dos grupos, uno que face estu- dios de postgrado en el extranjero y otto ue es formado localmente. Los titimos son impulsados profesionalmente por la movilizacién social que caracteriz6 al proyecto politica del general Velasco Alvarado (1968-1974). Velasco convoca, ‘como nunca antes ni después, a los pro- fesionales en las ciencias sociales, para ayudar en el decretado proceso de con- cientizaci6n y paticipacisn popular. Por esta razén, a los dispersos € irregulares elementos académicos en su formacién, sobre todo en ef campo def estudio de fas actitudes, los psicdlogos sociales de esta generacin echan en mano cualesquiera ‘otros disponibles, sobre todo educativos ¥ de corte teérico marxsta Pero tas diffcultades que encuentra ta generacién de los setenta para desarrollar la disciptina académica son muy grandes. En primer lugar; pueden tener una for- macién académica intemacional de buen nivel, pero poco conocimiento de la rea- lidad nacional; o pueden tener tuna limi- tada_y_libresea formacién_psicosocial contemportinea acompatiada de una com- parable exposicién a la sociologta y pol fica marxista. En cuanto a esta dltima, aunque el marxistno corrobora aspectos de la realidad social peruana observada, PERCEPCION INTELECTUAL y por ello podria propiciar e? desarrotlo fempirico de la psicologia social, slo ‘ofrece como contraparte a las concepcio- nes «funcionalistas» y metodol6gicas «bur ‘guesas> que critica de la sociedad capi- talista, el reto de desarrollar nuevos. mé- todos marxistas para el trabajo académi- co en la disciplina, que tampoco en su contexto suena muy convincente. ES de- cir, gvale més hacer la disciplina acadé- mica que Ja revolucin? Pero, aun este dilema podria haber sido resuetto si las condiciones objetivas de trabajo y pro- duccidn, universitarias 0 0, particular: mente luego de la cafda del general Ve- asco Alvarado, lo hubieran_permitido En este sentido, la dificultad més grande de esta generacién es no hallar un lugar en ta sociedad peruana, comprable 2 1a Universidad en otros paises latinoameri- canos (México, Brasil, Venezuela, Chi Je), que les brinde acogida, sustento, pa- lestra para la discusi6n, Esta generacién pues, en la variedad de posibilidades que ofrece para el desarrollo de la disciplina; no puede hacerse fecunda y prosperar en el intercambjo y fa formacién de fas nue~ vas generaciones, Eo Ja generacién de los setenta se pro- ducen trabajos estrictamente dependien- tes de la tradici6n norteamericana de Psi cologta Social apticada, como en los tra bajos de Federico Leén (1981), 0 de la ttadicién inglesa, como en los trabajos de Juana Pinzds y Marfa Bustamante (alre- dedor de 1976 y 1979, respectivamente), que presentan diversos grados de rele- vancia a la realidad nacional. También se dan trabajos como los de Matio Tueros y Cristina Herencia (1978 y 1979), que in- tentan hallar respuesta. a problemas psi- cosociales pertanos wtilizando con varia- do éxito teorias y metodologias gestadas fuera. Finalmente estin los trabajos. que buscan dar respuesta a problemas socia- Jes urgentes, pero més de tipo préctico que te6rico, con un menor dominio de aportes contemporineos de la Psicologia Social. Ejemplo de este thtimo tipo de teabajo son investigaciones de fndole lo- cal y aplicada, producto de las demandas, de ia época, que junto con las mthiples tesis sobre la relacién de clase social con diversos factores psicosociales, desde in- teligencia hasta motivacién de Jogo y Participacién politica, cierran la produc- in de la La generacion de fos arios setenta se frustt6 en su posibilidad de concertar un trabajo conjunto por la falta de un espa- cio que posibilitara el intercambio, De esta manera, las diferencias en perspecti- va tebrica ¥ metodoligica primaron so- bre la comunalidad de intereses para el propio provecho académico y el de la Reneraci6n siguiente. Es ilustrativo men- Cionar en este sentido los fallidos inten- tos de convocar a un primes encuentro de Psicologfa Social, que a iniciativa de Mario Tueros en el aiio 1976 congregara a un grupo representativo de esta gene- racién, Las sesiones preparatorias no de- sivaron finalmente en un encuentro y ni siquiera en la vineulacién orgénica de los psicélogos sociales, que pudo haber corresporidido, por ejemplo, at AVEPSO de Venezuela. Asf también, en los afios 1980 y 1981 se pone en marcha un se- rminatio para exponer las investigaciones realizadas por psicélogos sociales, aus- piciado por el CONCYTEC (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologfa), con- ducido por Federico Leén. Este tampoco leg6 a concretar la integracién de fos psic6logos sociales pentanos en algo ‘que pudiera aproximarse a una escuela © movimiento nacional en Psicologia Social, Por no poder fa generacidn de fos se- tenta tlegar nunca a ponerse de acuerdo centre si, su influencia formativa en la ge- neracién siguiente, que llamaré la de los ochenta, fue parcial y exigua. La genera- ida de Tos ochenta se perdi en su ma- yor parte para la disciplina académica Los ‘sobrevivientes de esta generacidn, ue lo son también del sistema universi- tario nacional, pueden considerarse esen- Gialmente eclécticos, autodidacias, y mo- cho mds vertidos a la accién politica que a la psicol6gica profesional. En compara- cién con fas estudiantes de Psicofogta Social de otras partes del continente en Jas que no ha habido tal rompimiento ge- neracional, es posible que esta genera- cin haya perdido la posibilidad de ver- sarse mds con ef paso de! tiempo en €o- ras, métodas contempordineos norteame- ricanos, europeos, y aun de paises socia- listas, para abocarse al estudio de su pro- pia problemiética nacional con seguridad ¥ sin defensividad. Por la crisis wiversi- {aria, la generacién de los ochenta ha de- bido desestimar la expectativa de cono- cer la tradicién académica intemacional y aun latinoamericana en Psicologta So- ial, para dedicarse por su cuenta, a su ‘manera, a responder inteligiblemente ta cexistencia de dar luces sobre los proble- mas sociales, politicos ¢ ideotégicos pen- dientes en el pais. Su marco de referen- cia no son tanto los moldes conceptuales ¥ esilisticos intemacionales, sino los que hhagan sentido en el contexto socio-polfi- co peruano. En ef Pert le generacién de los chenta en Psicologia Social ha re- mareado, por encima de la Psicologia debido a'su disponibilidad y pertinenci su relacién con las ciencias sociales pe- zuanas (Sociologia, Antropologta, Histo- ria), que a su vez; por lo dlgido de la problemitica social a la que deben res- ponder, presentan iimites interdisciptina- ros cada vez. més borrosos, 156 ANTHROPOS2S ANALISIS E INVESTIGACION La generacién de los ochenta nos trae al ofro tema del presente comenta- tio, el del pensamiento psicosocial en €l Perd, En una sociedad dividida por Jo menos culturalmente en mitades (en Ja cual Ja dominante tiene menos con- tacto académico externo que Ia mayo- tfa de nuestros otros pafses, que le pu- diera hacer sensibie a ta realidad nacio- nal), tuvieron que surgir, en alguno de los intetsticios del sistema, elementos Pensantes. que intentaran explicar psi ‘cosocialmente Ia heterogeneidad del pais y su dindmica, El pensemiento psicosocial seria las diversas aproxima- Ciones culturales-espirituales a los versos grupos humanos del pais, a pro- posito de perfilar conciencia nacional e ideologia conductora, mas alla de os fines meramente académicos. Los antecedentes mas cercanos y rele- vantes del pensamiento psicosocial en ef Peni al desarrollo de la disciplina acadé- mica surgieron a partir de la década de los afios veinte. Dos comrientes pueden tener especial vigor para estimular tanto trabajos académicos como movimientos sociales. Estas son fa comiente del pensa- miento marxsta, liderado por José Car- los Mariétegui, y la del pensamiento in- digenista, por don Luis E. Valeéivel, De {winfluencia marxista proviene Ia cultura universitaria que sirve de bast @ las in- uietudes sociales y polfticas de un gru- po de la generaciGn de psicélogos socia- les de los affos setenta, y més amplia- mente en 18 generacién de 10s ochenta, que ya_no participa activamente en ta produccién académica de la Psicologia Social. Por otro lado, la corriente indige- nista ha dado impulso al desarrollo de la Aniropologia perwana, disciplina que en el momento esti presentando desafios en las teorfas marxistas para adecuarse 0 de- sarrollarse vis d vis la compleja realidad sociocultural peruana, En términos de comportamiento social ta Antropologi peruana es clave para aclarar determinan- {es estructurales y aspectos simbélicos de Jos grupos humanos en el Peri. Sin em- ‘bask, la corriente indigenista esté toda- via por producir efectos, més até de los ‘meramente académicos, en el campo por ico ideol6gico futuro, para los cuales deberfa aprestarse Ia Psicologia Social pervana. {Por qué es importante el desarroito del pensamiento psicosocial en el Peri, al margen de la presencia de la disci pina académica de Psicologia So en la Universidad? Es importante por- que a través de él se dan las respuestas 4 problemas esencialmente psicosocia- les que urge resolver, que las otras dis- ciplinas sociales por su ductilidad teé- fica y metodoldgica estén poniendo a comprobacién empirica, Encuentro en 26/ANTHROPOS 156 PERCEPCION INTELECTUAL los trabajos realizados en ia Anteopolo- gia principalmente, y en menor medida fen 1a Historia y la Sociologia, proble- mas que deberian constituir el centro Ge interés de la Psicologia Social pe- riana: marginalidad social y sws efec- tos, transculturacién, movimientos cam- pesinos, movimientos urbanos, bilin- guismo’y problemas educativos asoci dos, alienacisn, aprendizaje de roles sextales, movimientos religiosos, el fe- nGmeno’ de Sendero Luminoso, por mencionar algunos. Creo que el mérito ue tiene 1a generacin de los ochenta arriba mencionada esté.precisamente ‘en haberse empapado por su cuenta del ppensamiento social peruano matriz. y su realizaci6n concreta en trabajos de ‘otras ciencias sociales que han buscado relevancia, sin haliar todavia. un lugar que implique ser un aporte significati- vo para ellas. Esté la generacién de los ochenta, de una manera més intencio- ‘nal y dramitica que las anteriores ge- neraciones, por un camino Nigeramente diferente del de nuestros vecinos por hho tener a su cuenta todos los instru- mentos académicos de la disciplina, buscando definir su propia personali- dad y campo. ara coneluir pienso que las tres gene- raciones de psicdlogos sociales peruanos hemos sido y estamos siendo afectados por el problema nacional peruano imre- suelto. Sentamos a establecer una base de acuerdo académico entre nosotros im- plicaré desvelar la naturaleza en nuestras Qosiciones, estudiar la reconciiabilidad de nuestra Vision sobre {a disciplina y de la realidad social que pretendemos 0 no resolver. Lo que parece haber acontecido hhasta ahora ante ef dilema anterior es la | Macca et (Cao) Construccién y erica de la psicologia social is melanie 1 Sede Ci ein 2 Saino Ronee Se B explosién del proyecto concertatorio, con una independizacién de los nifcleos que Comparten. criterios. llos presentarin, con diversos grados de agresividad y co- herencia, su particular visién de 1a disci- plina, implicita 0 explicitamente, su vi siGn sobre la realidad nacional, conside- rando sus problemas resueltos en la me- dida en que simplemente se cifien a transcribir una determinada corsiente in- temacional en suelo peruano, ¢ por el contrario, estén distamtes de considerarles as{ por intentar definir problema, tarea, método, en relacién a las exigencias de Ja realidad peruana, Seri en este sentido prudente 90 pensa¢ que porque una de estas corrientes publica documentos © se vincula con el desarrollo de la Psicologia Social internacional es realmente repre- sentativa de Ia «Psicologia Social perua- ha». O por fo menos, mi presuncién es que 1a que mejor podria reflejar como ‘grupo humano las realidades a encarar por la Psicologia Social peruana, tanto en cuanto a problematica, como en cuanto a tarea, tedrica y metotoligicamente ha- blando, todavia no ha hecho llegar su voz, porque en ef mejor de 10s casos la est recién elaborando. En el peor, es que el pensamiento psicosocial crecerd en Ja consciencia nacional sin haber pen- sado necesariamente por los cauces de la Psicologia Social académica, tal como ahora la conocemos. Perdera la conscien- cia nacional precisi6n y tiempo para lo- srr las respuestas que necesita de nues- tro Ambito de estudio, pero creo que per- deri mas la Psicologta académica. Quedo completamente de acuerdo con Maritza Monteso en que la Psicologia Social de nuestra parte del continente est buscando, y con gran promesa, una personalidad propia y original, con mu- cho que dar al desarrollo intemacional de la disciplina. Ello siempre y cuando en paises. complejos como el Pent se venzan los escollos internos. para su desarrollo, tal vez apoyados en el didlo- {go horizontal con colegas de pafses her- ‘manos. NOTAS 1. Convenacign personal con el Dr. Gusts ‘ace Mio- Quesada, Univeniad Navioal Mayor de San Mareos, Lima. 1976. 2. Los erteri Verda en exe comentario $00 resultado de enevists realzada a los psislogos sociales, y una revisn de tsi ¥trabyjs predu- dos con motivo del proyecto de evalvacién inten de la Psicologia pertana paociada por la Funds i6n Ford en el ao 1978, A la autor se le eco ‘ends Ia evsign del rea de Psicologia Socal EL yes ier alls por aes eos ira 3. Cristina Hereeia, «Factores psio-scishes «8 la voacin hacia la Psicologia Sockal en estoiates de wes universdades Limes, manus n0 publi ado, 1985 ANALISIS E INVESTIGACION Canto de la utara desmembrada, onto y sions 0 Flora Rovner ‘Comentario de Gerardo Marin® Recib la invitacién de los editores de ta revista paca escribir ‘como un Teto muy especial, puesto que permitirfa revivir mi implicacién con J2 Psicologia Social de América Latina, a través de los sitimos quince aos. Ha- hriendo formado parte de aque! grupo gestor de ALAPSO que se reunié en Bo- goté (Colombia) en 1973, mi trabajo pro- fesional se ia definido dentro del queha- cer de la Psicologia Social primero en Colombia y mas secientemente entce las comunidades latinoamericanas de Esta- ddos Unidos. Una serie de accidentes his- tdricas me han permitido entrar en con tacto con psicélogos sociales de casi to- dos los pafses americanos, relaciones &- tas que han enriquecido mi vida personal y profesional y que me han permitido empezar a entender fo que es fa Psicolo- sfa Social en Latinoamética. Lo que gue son observaciones personales, produ cidas en parte por la lectura de los otros ‘comentarios que se incluyen en este mis mero de la Revista de Pricotogta Sociat y en parte por los hechos que me preocu- pan cuando hablamos del estado de la Psicologia Social en fos paises de Améri- ca Latina. ‘Aungue son muchas Jos. comentarios que se pueden hacer sobre la Psicologta Social en América Latina, hay tres éreas ‘que me preocupant en particular y que quiero comentar en este articulo. Una se refiere a la necesidad de incrementar la preocupacién de los psioélogos sociales la- Tinoamericanos por estudiar la. validez + Univ. San Francisco. PERCEPCION INTELECTUAL, transcultural de nuestra teorfas y_suposi ciones cientificas. Una segunda area de preocupacién personal es la necesidad de hacer una Psicologia Social aplicada que cesté basaca en teorfas psicosociales y que se diferencia de las labores de los trabaja- dotes sociales, los promotores comunitarios ¥ otros profesionales cuyas labores y roles ‘veces hemos usurpadio. Finalmente, quie ro re-enfatizar e} problema de te difusion de la informacin cientifica producida en Latinoamérica. Estos tres puntos son algu nos de fos muchos que se poelrian mencio- nar al comentar el estado de la Psicologia Social en Latinoamésica, Jos he esoogido Porque son temas que forman parte de mis preocupaciones profésionales casi de una ‘manera cotciana y son asuntos que requie- ren de un andlisis més concienzudo del que ‘yo he podido hacer en estas piginas. Espe- zo que estos comentarios sirvan para iniciar un didlogo constructive que nos lleve a ‘producir una Psicologia Social fatinoameri- ‘cana fgily frutifera Validez transcultural de la Psicologia Social Gran parte de mi trabajo profesional de ‘os titimos diez aifos ha estado ligado a Ja identificacién de aquellas caractersti- cas culturales que nos diferencian a tos {que encontramos nuestras rafces cultura~ Tes en los paises iberoamericanos de aquetlos grupos 0 naciones cuya trayec- toria cultural esta ligada a otras culturas. Mi interés por este tema esté en lograr destilar aquellas creencias, valores, ex- Pectativas y normas que forman pare de nuestro bagaje cultural y que debemos tener en cuenta los psicélogos sociales ‘cuando tratamos de hablar de eon modelos o procedimientos de interves cin que son culturalmente apropiados y no el producto de ta simple importacicn © traduceién de elementos forineos. Es- tas preocupaciones desde Iuego no son uevas, varios de los pioneros de la Psi- cologfa Social y otros cientficos sociales ¥y del comportamiento {por ejemplo, tos Antrop6logos y soci6logos), han manteni- do esta posicién por muchos aiios. Sin embargo, son pocos {0s psicélogos que se han preocupado por estudiar las impli- ccaciones de estas tradiciones culturales. FE] ignorar esta. preccupacién por el efecto de la cultura en las acciones del set humano produce iemumerabies dif ccultades cuando tratamos de contribuir al desarrollo de_una ciencia 0 profesign como es [a Psicologia Social. Primero ‘nos Hleva a creer que los contenidos de una ciencia (sus presipuestas te6rions, hipstesis, y datos) son vélidos de por si independientemente del contexto histéri £0, gevgrifice © cultural de fos indivi- duos que los crearon 0 de aquellos en quienes se fasaron fos tedricos al propo- ner sus teorfas ¢ hipStesis. Esta creencia en Ia universalidad «le hechow de la Psi- cologia Social impide que se analicen ‘eriticamente los acervos del conocimien- 10 de la ciencia universal ignorando que fen muchos casos esas proposiciones re- flejan accidentes hist6ticos (por ejemplo, ef énfasis en la sexualidad de una Viena vietoriana en tos escritos de Freud) 0 la cultura de} autor (por ejemplo, fa suposi- cin de que una predisposicién hacia la internalidad es superior a la extemali- dad). Lo que se requiere en este caso es que los psicblogos sociales incorporemos en nuestra forma de pensar wn cierto re lativismo cultural y enfrentemos la ense- jianza y aplicacién de nuestta ciencia desde esa perspectiva. Esta preocupacién, sin embargo, no im- plica un reduccionismo absurde que nos lleva a proponer psicologfas sociales para innumerables grupos sociales y culturales. ‘Si creemos que la Psicologia Social es una Ciencia, tenemos que aceptar el hecho de que existen ciertos principios universales que nos permiten hablar de generalizacio- nes o leyes de la conducta humana. Si e508 principios har sido identificados en su mayorfa es un punto abierto a la discu- sin, Pero esta discusién no implica que terigamos que crear una Psicologia Social ccaraqueiia que se diferencie de una Psico- logia Social imefia, y que a sw vez sean diferentes de una Psicologia Social ecua- toriana 0 dominicana 0 francesa 0 esta- doumicense. EI punto cxtico entonces esti ‘en diferenciar entre los aspectos cultural- mente especificos de una feoria (lo que Jos psieSlogos transculturales denominan lo énico) de aquellos aspectos que son uni- versales (lo eco en fa temminologia de la psicologfa transcultural), Esta misma dife- renciacién implica que habré teorias. 0 Principios o aspectas de los mismos que sélo serén aplicables a. una cultura especi- fica (ya sean los Estados Unidos, Franca, 0 la Unidn Sovietica), pero estas limitacio- nes en la validez deben ser descubiertas y cestablecidas por 10s psicélogos sociales no adseritas a una teorfa de una manera aprioristica, Hiay varias formas de incluir este relati- vismo cultural dentro de nuestro quehacer profesional. Una perspectiva consiste en refomar las principales teorfas y principios de la Psicologia Social y analizaslas eni- camente para establecer su validez trans- cultural, Un ejemplo de este enfoque es 1a labor pionera de Arotda Rodrigues, quien en el Brasil ha logrado establecer Ios limi tes en la validez. de varios de los princi pios que manejamos los psicélogos socia- Nes. Esta es una forma de hacer ciencia «que se parte de Jo existente pare proccir as y mejores conocimientos, Los psics- 186 ANTHROPOS27

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