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El poema describe el descenso de Don Juan a los infiernos después de morir. Cuando llega, Caronte, el barquero de los muertos, lo recibe con furia. A su alrededor, las mujeres muertas se retuercen de dolor y los condenados gritan. Sganarelle reclama su pago mientras Don Luis señala a su hijo entre los muertos. Elvira, a quien Don Juan engañó, también está allí sufriendo cerca de él.
El poema describe el descenso de Don Juan a los infiernos después de morir. Cuando llega, Caronte, el barquero de los muertos, lo recibe con furia. A su alrededor, las mujeres muertas se retuercen de dolor y los condenados gritan. Sganarelle reclama su pago mientras Don Luis señala a su hijo entre los muertos. Elvira, a quien Don Juan engañó, también está allí sufriendo cerca de él.
El poema describe el descenso de Don Juan a los infiernos después de morir. Cuando llega, Caronte, el barquero de los muertos, lo recibe con furia. A su alrededor, las mujeres muertas se retuercen de dolor y los condenados gritan. Sganarelle reclama su pago mientras Don Luis señala a su hijo entre los muertos. Elvira, a quien Don Juan engañó, también está allí sufriendo cerca de él.
Don Juan aux enfers, Charles Baudelaire (1821-1867)
Cuando Don Juan descendi hacia la onda subterrnea
Y su bolo hubo dado a Caronte, Un sombro mendigo, la mirada fiera como Antstenes, Con brazo vengativo y fuerte empu cada remo. Mostrando sus senos flccidos y sus ropas abiertas, Las mujeres se retorcan bajo el negro firmamento, Y, como un gran rebao de vctimas ofrendadas, En pos de l arrastraban un prolongado mugido. Sganarelle riendo le reclama su paga, Mientras que Don Luis, con un dedo tembloroso Mostraba a todos los muertos, errante en las riberas, El hijo audaz que se burl de su frente nevada. Estremecindose bajo sus lutos, la casta y magra Elvira, Cerca del esposo prfido y que fue su amante, Pareca reclamarle una suprema sonrisa En la que brillara la dulzura de su primer juramento. Erguido en su armadura, un gigante de piedra Permaneca en la barra y cortaba la onda negra; Pero el sereno hroe, apoyado en su espadn, Contemplaba la estela y sin dignarse ver nada.