Vous êtes sur la page 1sur 21
EL SENTIDO DE LA. TRANSICION Por: JAIME GUZMAN E. SEPARATA DE LA REVISTA “REALIDAD” Por considerarlo de interés, en especial por el amplio debate que se ha for made en torno al tema, hemos querido elaborar esta separata en que sere- produce integramente el articulo “El sentido de la transicién’, aparecido originalmente en nuestra edici6n N° 38, de Julio de 1982, De esta manera creemos estar cumpliendo con nuestros lectores, facilitan- doles el acceso al mencionado trabajo. REVISTA REALIDAD EL SENTIDO DE LA TRANSICION E lpalsatraviesa hoy poruna seiarecesién ‘econémica. Sus efectos tienden’a gene- rarun estado de dnimo deprimido 0 pesimis- ta en amplios e importantes sectores ciuda- danos que, hasta ahora, han apoyado la ges- tién del actual Gobiemo. Ademés, el estilo que ha predominado en el andlisis y debate del problema econémico, se ha visto afecta- do por un cuadro de reciprocas y extendidas desconfianzas de los partidarios del Gobier- no enire si, y de éste para con ellos. Por otro lado, el impulso que caracterizé globalmen- te toda la acci6n gubemativa durante ocho afios, se ha visto ultimamente resentido al punto de aue el sentido mismo de la transi- Cin se ha ido desdibujando para muchos, al menos en muchas de sus lineas matrices. Todo ello insinda caracteres que encierran potenciales consecuencias politicas dificiles de prever en su exacto curso y magnitudes. Por eso mismo, y hoy més que nunca, pa- rece necesario y oportuno ievantar nuestra mirada hacia la eafirmacién o el esclareci- miento de las metas y los caminos globales ‘que Chile se traz6 al aprobar la Carta Funda- mental vigente, el 11 de Septiembre de 1980, coneretando y proyectando asf los al~ tos ideales que inspiraron el pronunciamien- to militar de aquel otto 11 de Septiembre de Por: JAIME GUZMAN E. 1973. No se trata, por cierto, de eludir la grave- dad o urgencia de los problemas econémi- cos que afrontamos. Se trata de intentar si- tuarlos en una perspectiva més amplia que, ademas de ser el Unico medio que permitiria, ‘su solucion profunda y efectiva, nos proyecte hacia adelante con el vigor y la confianza que Chile requiere en esta nueva etapade su vida civica. 1 LA META CONSTITUCIONAL E |114e Septiombre de 1280 Chile denis claramente una mela. La nueva Consti- tucién sometida por el Gobiemo a ratifica- ci6n plebiscitaria, y aprobada por una abru- madora mayoria ciudadana, representa mu- cho mas que un simple cuerpo juridico. Toda Constitucién que nace de una real exigencia histérica, y cuyo contenido acierta en inter pretar la idiosincrasia y los anhelos del pue- blo Hamado a vivirla, encierra un proyecto histérico integral. Superando con mucho un simple conjunto de normas legales o de ins- tituciones politicas, ella representa la volun- tad de encauzar un determinado modo de convivencia politica, econémica y social, ex presivo de los mas hondos valores morales ue dan sentido y forma a una determinada comunidad nacional. Al definir nuestra meta como alcanzar la plena vigencia de la Constitucion de 1980, enel plazo establecido por ella al efecto, es- tamos afirmando pues un objetivo que des- bord fo meramente juridico 0 politico, y sin- tetiza todo un proyecto histérico para el Chile de hoy. Al describir esa meta como la de encami- harnos gradualmente —dentro del lapso constitucionalmente previsto— a la vigencia Ge la democracia plena que nuestra Carta Fundamental contempla, estamos enun- clando —ni més ni menos— que el camino que nuestra Patria se ha trazado para favore- Cer una sociedad arménicamenie libre, se- gura, progresista y usta, en los variados pla- fos politicos, econémicos y sociales en que ello se manifesta. Recogiendo algunas ideas que planteara en esta misma revista hace dos afios y me- dio, en un articulo titulado “El Camino Polit- co", y afiadiéndole otras que han adquirido especial relevancia después 0 con motive de haberse aprobado la Carta Fundamental vigente, estimo del caso insistit en que para afianzar esa plena democracia fuiura en ter- minos que ella sea seria, eficiente y estable, se hace necesario consoildar algunos objeti- vos basicos que, de algin modo, consti- tuyen pretrequisitos indispensables para un régimen demooratico que retina los caracte- res seftalados, Ellos emergen asi como los fundamentos que legitiman y los factores ue reclaman un periodo de transicién se- mejante al que se ha determinado constitu- cionalmente. ‘A miuicio, entre dichos elementos sobre- salen los siguientes. 1) Desarrollo integral suficiente U Na emocracia seria, eficente y estable exige lograr previamente un grado sufi- ciente de desarrollo integral del pals, cuyos beneficios espirituales y materiales alcance a toda la cludadania, comprometiendo asi a lageneralidad de los chilenos con el sistema democratico que eso les brinde, La obtencién de dicho nivel de desarrollo, No s6lo econémico, sino preponderante- mente social y educacional, resulta indis- pensable para dotar de estabilidad a una de- ‘mocracia contemporénea, propia de una so- ciedad de masas. En efecto, mantengo mi opinién de que nuestra democracia fue histéricamente fe- cunda y estable, slo mientras en ella partic Paban los mismos sectores que sentian a su Fespecto el compromiso derivado de apre- ciatla como un sistema que les posibilitaba beneficios econémico-sociales y culturales significativos. Era la democracia restringida © censitaria de la época. Caducada ésta por e! advenimiento de la modema sociedad de masas, y producida la incorporacion ala vida civica~y consiguientemente al cuerpo elec- tor—de vastos sectores sociales sumidos en el atraso de una pobreza extrema o aguda, los cuales se sentian explicablemente aje- nos a un sistema del cual muy poco o casi hada recibian, la democracia chilena se hizo ‘cada vez mas inestable, hasta derivar en el colapso de 1973, La existencia de amplios sectores soca les que nada tenian que perder —y todo que esperar~ de cualquier aventura o cambio politico, por demagogico que fuese, const- tuia una bomba de tiempo colocada en el co- raz6n mismo de nuestra democracia durante las Gltimas décadas previas a ese afio. Siendo absurda y antihistérica toda pre- tensién de retornar a formas de demoracia resttingida, por lo demas ya constitucional- mente descartadas, el camino politico hacia una futura democracia plena y estable en Chile, pasa por el imperativo de alcanzar previamente ese grado suficiente de desa- srollo integral, que aleje a la generalidad de los chilenos de toda aventura extremista 0 de acentuada demagogia, por ver en ella la amenaza de perder beneficios que el siste- male reporte en medida significativa, Lo que surge, en primera instancia , como una ext gencia ética contempordnea, que es derrotar la pobreza aguda o extrema, adauiere asi también los rasgos de un requisito politico actual indispensable, Si, por cualquier causa, l pais fuese preci- pitado a una plena democracia antes de conseguir tal objetivo, el ejercicio de aquélla seria necesariamente precatio, y su desenia- ce siempre inestable. Dicha democracia po- ria funcionar bien durante una fase inicial, Por una probable mayor prudencia y madu- tez de su clase politica, fruto de la dura expe- riencia vivida. Pero las debilidades intrinse- cas al cuadro social, a muy poco andar, co- menzarian a erosionarla, por las mismas ra- zones de fondo recién recordadas, Ahora bien, el actual Gobiema se ha fijado Al defini nuestra ia com elena plea Sigencia de Ta Consiucion de 1960, en ef paso Siablecido por ella al efecto, examos afirmancto wn Sbjesse gud detorda fo meramenie arco 0°" ited hay. em Oe i: un plazo preciso para alcanzar esa y las de- mas metas propias de la transicion. Con ello, hha desautorizado todo intento de achacarle a los argumentos precedentes el cardcter de pretextos para un presunto deseo de auto- erpetuacién del régimen militar, que las propias Fuerzas Armadas y de Orden invari biemente han rechazado. Esté claro, por tanto, que si el actual Go- biemno no tuviera éxito en su propésito de promover ese grado suficiente de desarrollo integral del pais durante esta década, la de- mocracia sobreviniente estaria afecta a una inestabilidad tanto mas aguda cuanta mayor fuese la distancia entre fo requerido y lo lo- grado al respecto. De ahi ia importancia pol tica de que, superada la actual crisis recesi- va, el pais pueda recuperar los niveles de crecimiento econémico y desarrollo social registrados entre 1976 y 1981. 2) El arraigo de las libertades cotidianas SS | queremos una democracia autentica- mente libertaria, y no estatista o social zante, es menester arraigar en los chilenos el ejercicio de las libertades econémico-soci les, identificadas con los derechos cotidi nos que més gravitan en la efectiva decision de cada persona respecto de su destino per- sonal y familiar. El ejercicio por varios afios de aquellos es- pacios de creciente libertad que el actual Gobierno ha generado en el émbito educa cional, de la salud, de la libertad de trabajo y sindicacién, dela previsi6n social y, en gene~ ral, de todas las actividades econdmicas o empresariales, resulta imprescindible para que ellos se hagan came en todos los chile- nos, de modo que resulte muy dificil revert nos hacia esquemas estatistas que supor gan cercenar libertades que ya se habrén apreciado e incorporado a su vida por cada persona, 3) El consenso social minimo A Siismo, toda democracia seria, eficien- te y estable, requiere fundarse en un consenso social minimo. Sobre él descansa ta esencia de toda comunidad, 0 comiin uni- dad. Representa el cimiento que permite ‘coexistir a las muy variadas discrepancias propias de una sociedad libre, sin derivar ni en una anerquia ni una guerra civil que la destruyan. La experiencia demuestra que las demo- cracias sélldas del mundo forjan tal consen- 0 —en importante medida~ a través de la articipacion ciudadana de una comin for ma de vida, ligada a ese grado de desarrollo integral dei cual todos se benefician y a ese arraigo en el ejercicio de los derechos coti- dianos, al cual acabamos de referimos. Sin embargo, pienso que el aludido con- senso minimo debe reforzarse ademas por otras dos vias adicionales, Por una parte, preservando y promoviendo tuna escala de valores espirituales y morales que exprese las raices del ser nacional. So- bre ello volveremos més adelante. Por otro lado, manteniendo una actitud vi- llante hacia las formas mas graves de ame- hazas a dicho consenso que, para una de- mocracia al servicio de la libertad, la seguri- dad, el progreso y la justicia, son—principal- mente los totalitarismos, el terrorismo, la demagogia y estatismo socializante. ‘La Constitucién vigente exhibe uno de sus mayores logros y aportes histéricos, en el di- sefio de férmulas juridicas que conttibuyan a dificultar¢! influjo desquiciador de esos ma- les, pero el éxito defintivo en tal batalla nun- ca fluird de meros textos legales, sino de la firme conciencia ciudadana en la materia, acompafada de una conducta idénea al efecto. 4) Fuerzas Armadas profesionales y prestigiadas L 2estabiidad de nusstra democracia utu- ra también dependerd, en gran medida, de que el oportuno traspaso del poder de las Fuerzas Atmadas y de Orden a la civlidad, se lleve a cabo en condiciones que aquélias mantengan incdlumes todo su prestigio ciu- dadano y su cohesion jerarquica y profesio- nal, Cualquier menoscabo en tal sentido po- Gria situamos —alterativa 0 sucesivamen- te— en alguno de dos extremos opuestos igualmente inconvenientes. Uno, et de even- tuales Institutos Armados que, por haber su- frido un desgaste que puciera haber debili- tado su ascendiente civico, en términos simi- lares a lo sucedido en Chile con posteriori- dad inmediata a 1931, se vieren impedidas de o renuentes a cumplir con la importante misién futura que la Carta Fundamental les asigna. El otto, el de unas hipotéticas Fuer- zas Armadas politizadas 0 deliberantes, pro- pensas a intervenir indebidamente en la Politica nacional, de un modo que desna- turalizase su vocacién castrense y su respe- tabllidad popular histérica. En la segunda parte de este atticulo, abundaremos algo mas sobre el particular. ll LOS RUMBOS DE LA TRANSICION A) SENTIDO INSPIRADOR E lenuinciado de los factores més funda- mentales para nuestra meta constilucio- nal, ilustra las razones que justifican una transicién prolongada como la establecida por la propia Carta Fundamental, y cuyo lap- sosuele sorprendera muchos analistas foré- eos, incluso bien predispuestos hacia el actual Gobierno, Sin embargo, su mismo contenido indica que la transicién no puede mirarse como una simple espera hasta que se cumplan los pla- 208 jutidicos determinados para consclidar nuestra plenitud democratica. Ni siquiera po- dria entendérsela como el rutinario quehacer cotidiano destinado a solucionar problemas. especfficos, al modo de un tradicional Go- bierno de administracién, Latransicién no es esperanniutina. Es uno de los desatios mas arduos, pero a la vez atrayentes, que Chile haya atfontado en su historia. Enciemra una gran tarea nacional, lle- na de exigencias creadoras. Asumitla asi, y hacerlo con éxito supone claro esté~ ciertas decisiones gubernati- vas y ciudadanas nada faciles, pero al mis- mo tiempo ineludibles, si no se quiere frus- trar progresivamente un proceso historico de na envergadura que pocas generaciones y Goblernos han tenido el privilegio-y la res- Ponsabilidad—de gestar en nuestra ya larga vida republicana, Se requiere proyectar la meta constitucio- nal en toda su riqueza,y avanzar hacia su in- tegral y oportuna culminacién, con paso re- suelto y vigoroso, ajeno a vacilaciones 0 es- tancamientos de cualquier naturaleza. Se requiere mostrar ios variadis y apasio- nantes desafios que esta gran tarea nacional implica pata todos los chilenos, evitando que ella se mire como algo propio de meras superestructuras juridicas 0 decisiones ma- croeconémicas del Gobierno, ytransforman- do en participe y actor vital de ella ala ciuda- dania entera. Se requiere, en fin, que se levante una nueva mistica nacional en toro a esta gran tarea que todos los chilenos sientan como propia, y de la cual e! Gobiemo sea su fiel in- terprete y conductor. En otras palabras, una mistica que se acerque ala que vivimos en la etapa inmediatamente siguiente a 1973, pe- To adaptada en sus formas, motivaciones y contenido, a la nueva y muy distinta etapa que hemos empezado a recorrer. Todo ello exige renovar pricridades, esti- los y lenguaje. Cohesionar la amplia base clvica mayortaria que ha sustentado al ac- ual Gobierno, en torno a una obra en que ella vuelva a jugar un papel protagénico, d mamente diluido por la falta de un desafio que Ia civilidad sienta como propio y con sentido de futuro, lo cual ha favorecido un progresivo alejamiento de los partidarios del Gobierno respecto de este, yuna simulténea atomizacién de ellos cada vez mayor, Creo que por acuciante que sea la crisis econémica que afrontamos, ella no arriesga- ria producir los estragos politicos con que hoy amenaza, si no fuese por una clara insu- ficiencia en el imperativo de comprometer a los chilenos con la gran tarea nacional de la transicién, debidamente asumida y proyec- tada, La recesién econémica ha sido un de- tonante muy poderoso de lo que estamos vi- viendo. Pero si surge la capacidad para lle- nar el vaoio mas global que anatamos, estoy cierto de que Chile no s6lo podré superarla, ssino que obtendré de tal esfuerzo, el vigor y las lecciones que le permitan avanzar con brios renovados hacia la alta meta trazada, Las lineas que siguen procuran adjuntar algunos elementos que precisen lo expues- to, con el caracter necesariamente suscinto de Un articulo como éste. Para efectos de anilisis, ellos se agrupan en aspectos mora- les @ intelectuales, aspectos politicos y as- pectos econémico-sociales. Y aunque una ‘adecuada jerarquia tematica aconsejaria tra- tarlos en ese orden, por razones de mas facil exposicién he preterido hacerlo a la inversa. B) ASPECTOS ECONOMICO-SOCIALES Entre ellos, deseo destacar la importancia de los siguientes: 1) Sortear la recesi6n sin abandonar el sistema econémico libre. R Esulta basico sortear Ios escollos de la actual recesién econdmica, con toda la flexibilidad adecuada para atenuar ~en 10 posible— los rigores de la presente crisis, ‘cuya profundidad nada se ganaria con des- conocer, pero cuya solucién requeriré de convicciones y voluntad férreas para no ce- der a presiones sectoriales o inmediatistas que podrian llevamos al colapso, nitampoco abandonar las bases del sistema economico libre implantado en el pais a partir de 1973, Considero que tan indispensable como ‘acentuar un pragmatismo imaginativo y lext- ble para afrontar esta crisis econémica, es implementar la altemativa de la devaluacién ‘moneteria recientemente escogida, con todo el rigor que ella reclama para evitar que se traduzca en una agudizacion de la crisis. Et hecho de que ello pudiera acarrear,a su vez, consecuencias politicas capaces de atectar la propia estabilidad gubemativa, obliga a enfatizar este aspecto, por coyuntu- ral que sea, ya que un fracaso al respecto amenazarfa la viabilidad del resto de la tarea cuyo conjunto analizamos. Innecesario parece subrayar que la supe- racion acertada de esta crisis requiere, ade- mas, de una conduceién econémica que ins- pire la maxima confianza alos agentes de di- ‘cho proceso, tanto por su calidad técnica, como por su conocimiento experimentado de la economia chilena, y su sdlido respaldo politico. Asimismo, parecida importancia reviste que la recesion se aborde sin claudicar en las bases dei sistema de economia libre, competitiva y abierta al comercio exterior vi genie desde 1973, ya que la experiencia Tundial ha demostrado que éste es el me- dio més eficaz para generar un desarrollo ‘economico alto y sostenido en el tiempo. La detensa de la libertad de precios, de la mayor apertura econdmica exterior posible en cada realidad histérica y, en general, de todos los elementos que transforman al mer- cado en el instrumento preferente para asig- Nar los recursos productivos, nottiene por or gen ningun supuesto apego dogmatico a docttinas 0 teorias econémicas, sino que arranca su validez de ser ellos elementos fundamentales para permitirel mas pronto y generalizado acceso de los chilenos a nive~ les estables de mayor bienestar, propésito indisoluble de los mas altos objetivos nacio- ales. Por esto, y porque el sistema de eco- nomia social de mercado es el nico compa tible con la sociedad integralmente libre a Que Chile aspira como objetivo politico, es que aquél debe entenderse parte intransa- ble y esencial de la nueva institucionalidad en progresivo desarrollo desde 1973. Cierto es que importantes sectores de nuestra opinién publica, yauin de lamas ilus- trada, han confundido ‘titimamente lo que son las bases de una economia libre o de mercado, con las politicas o os instrumentos especificos que se han utlizado en Chile pa- ra aplicarla, y cuya naturaleza 0 convenien- cia resulta eminentemente variable, segin “las circunstancias. Ello se ha traducido en ue fenémenos como una recesion de or gen externo, o bien fa insuficiencia ofalla de Ciettas polticas o instrumentos implementa- dos en nuestro pais durante los tltimos afios, conduzcan @ algunos hacia infunda- das dudas sobre las ventajas de un sistema -econémico libre, peligro que debe superarse or sus graves implicancias para la obra de Conjunto que Chile se ha trazado como Na~ cién. Una adecuada clarificacion pertinente @ tard que materias semejantes a la politica cambiarla, puedan volver a percibirse erro eamente por ciertos seciores, como pre sunto elemento esencial de un sistema eco- némico determinado. Pero, a la vez, ello evi- tard también que se pase al otto extremo, de reducir el contenido de una economia bie a la mera propiedad privada de los medios productivos ¥ fa iniciativa particular como motor principal de la actividad productiva, desestimando el carécter efectivamente bé- 10 sico que pata el sistema tiene —ademés— tuna real apertura ala. competencia interna y externa, que velide al mercado como herra~ mienta asignadora més eficiente de los re- ‘cursos productivos, 2) Precisar el papel del Estado en la economia E Simenesteraclarar,iqualmente, el alcan- ce del rol subsidiario del Estado en la economia El debate piblico registra hoy un cierto diélogo de sordos, cuando algunos objetan que ~en los uitimos afios~ el papel regula~ dory fiscalizador del Estado en la economia se redujo 0 desatendié en exceso, mientras otros replican que uno de los problemas de nuestra estructura econémica es el excesivo tamafio del Estado, inconciliable con el pa- pel subsidiario que debe corresponderle, Tales afirmaciones, lejos de contradecirse, son perfectamente congruentes entre siy, a mi modo de ver, responden a dos verdades diferentes. Por una parte, es cierto que la falta de ex periencia de ciertas autoridades econémi- ‘as y de muchos empresarios en la implan- tacion de un incipient sistema de economia libre en Chile, en determinados casos llevé a prescindir deo a subutilizar— valiosos ¢ in- dispensables instrumentos juridicos y admi- nistrativos pata que el Estado cumpliese su papel regulador y fiscalizador de la econo- mia y de sus agentes, que Incuestionable- mente resulta inherente a su misién de pro- mover el bien comun general, y en nada se contrapone a Ia subsidiariedad estatal Por otto lado, resulta igualmente efectivo que el tamafio del Estado en nuestra econo- mia, sigue siendo gigantesco, y que su re- duccién ~por medio de la venta de empre- sas y activos estatales— subsiste como un imperetivo cada vez mas impostergable, no sélo por los perjudiciales efectos econémi- cos de la actual situacion sobre el gasto pt blico, sino porque la realidad vigente al res- pecto si que se opone al principio de subs: diariedad y, mas ampliamente, a las estruc turas fundamentales de una sociedad libre. Reforzat al Estado como requlador y fisca- lizador de la economia ~siempre que ello se haga a través de normas juridicas objetivas, parejas e impersonales— y reducir el tamatio del mismo Estado como empresario, confor- man asi dos objetivos no s6lo atmoniosos, sino igualmente validos como tarea del pre~ sente y dei futuro proximo. 3) Incentivar el ahorro interno P 2F tr ado, es imperioso dserarestimu- los que incentiven al chileno hacia el ahorro, ya que existe consenso en que sin un crecimiento sustantivo de éste en el émbito intemo, dificilmente podrian asegurarse ha- cia el futuro Ios altos niveles de crecimiento que conocimos entre 1978 y 1981. Las limitaciones y contingencias inciertas propias del ahorro externo, subrayan la im- portancia de no dilatar el urgente requeri- miento sefialado, para contar asi con magni- tudes de inversi6n capaces de sustentar ha- cla adelante un crecimiento como el aludico. 4) Mantener prioridad de erradicar la extrema pobreza simismo, se hace indispensable mante- ner el acento de la estrategia econdmi- co-social gudemativa, en cuanto a destinar tna atencién preferente a erradicar la extre- ma pobreza, como un imperative ético ie- ‘nunciable, y'como uno de los objetivos na: cionales priortarios, cuyo cumplimiento por parte del Estado —en su tarea redistributiva— constituye una de sus actuales misiones més propias e indelegables. Los logros gu- bernativos al respecto se yerguen como uno de sus éxitos mas macizos ¢ indiscutibles, y constituyen el mejor antecedente para pro- seguir en dicha tarea, 5) Completar las modernizaciones sociales or titimo, resalta la trascendencia de completar el proceso de las llamadas modemizaciones sociales, colocando un én- {asi inmediato en el sector justicia, segtin lo ha anunciado el propio Gobiemo, campo en el cual las reformas a los afiejos procedi- mientos y sistemas que atin prevalecen en 1, aparece como algo cada dia mas urgente, or su progresivo anacronismo y desfase con el progreso de Chile en tantos otros te- rrenos. ‘Asimismo, lo enunciado incluye profundi- Zar en todos los ambitos el proceso de des- centralizar efectivamente las decisiones, aproximandolas lo més posible a las perso nas afectadas por ellas, ya que ello entrafia vital importancia en la consolidacién de una sociedad libre, eficiente y participativa. C) ASPECTOS POLITICOS En este campo, estimo prioritario: «J into ala dimension patticipativa que de- be valoratse en el ensanchamiento de los derechos cotidianos para decidirel desti- no personal y familiar, consider que la tran- sicién debe contemplar un gradual incre- mento de la intervencién de la cludadania en el curso mas global de los destinos naciona~ les. El grueso de la oposicién identitica este aspecto con la mas pronta apertura aa acti- vided poltico-partidista, levantando para elloel receso que afectaa dicho campo. Per- sonalmente, difiero de ese enfoaue. Creo que los partidos politicos tienen su funcién natural més relevante, en la canali- zaci6n de las opiniones y tendencias dentro de los procesos electorales. Reactivar en plenitud la vide polttico-partidista con dema- siada antelacién a la fecha que el cronogra- ma constitucional prevé para reiniciar las eleociones polticas periédicas, incentivaria una efervescencia, prematura al respecto, que estimo incompatible con el adecuado funclonamiento de un Gobiemo militar, y por ende, perjudicial para el desarrollo de la ta- rea que el pais requiere de él, y que éste se ha propuesto. ‘Se advierte facilmente que una semejante “apertura politica colocarta al regimen militar en la imposible disyuntiva de o bien perma- necer como espectador de un proceso del ‘ual estarfa al margen, y en que los diversos paitidos proclamarian interpretar —en su Conjunto— a todos los sectores ciudadanos, © bien de comprometer al Gobiemo con un movimiento poltico organicamente estruc- turado que aglutinara a sus partidarios. Lo primero significaria el total aisiamiento politi- co gubernativo, y lo segundo traeria consigo desnaturalizar gravemente al Gobierno mili- tar, arrastrandoio a un terreno que no es pro- plo de las Fuerzas Armadas yde Orden. Enla primera opcién, el Gobiemo apareceria sin reptesentacidn en la vida politica que se de- satfollaria a su lado. En la segunda, la con- ducclén de sus adherentes quedarla fuera del control de fos Institutos Armados, a me- nos que se aceptara la hipotesis de invalu- crar derechamente a éstos en un quehacer proseitista y dialéctico que les es aeno. Por la actual lejania de futuras elecciones La transicion debe contemplar un gradual incremento dde la inervencign eludadana en ef curo global de tne destinos nactonales.. Requerimos creat un estilo politico donde mds importante que vencer, sa polticas, la pronta legalizacién de los parti- dos me pateceria innecesaria, Por su impos! bilidad de coexistir con e! buen funciona- miento de un Gobierno militar durante un pe- riodo prolongado como el previsto constitu: cionalmente hasta que éste culmine, ello me pareceria, ademas, inconvenient. ‘También creo oportuno afiadir, como fac- tor de inconveniencia, el hecho inevitable de que la falta de desatios electorales préximos en el tiempo, fomentaria una fragmentacién de los partidos en milltiples corrientes y gru- os, ya que ella careceria de costo politico Claro. El deseo adicional de diferenciarse se- ria consustancial a los grupos mas afines entre si, todo lo cual se traductria en efectos altamente perturbadores para la ulterior for- ‘macién de pocos y grandes conglomerados politicos, que la estabilidad democratica aconseja, De alli que, aparte de los demas antecedentes de juicio enunciados, estimo que la legalizacién de la actividad pottico- partidista no debiera distanciarse demasia- do del momento de las primeras elecciones politicas futuras, para que el desafio propio de éstas fuerce a buscar afinidades, en lugar de enfatizar diferencias, y desincentive asi el fraccionalismo exagerado, a base del alto precio que éste siempre tiene para el éxito en un proceso electoral Lo anterior lleva, a mi juicio, a hacer reco- mendable mantener el receso poltico-parti- dista hasta la etapa final de la transicién, en 1 los términos de prudente tolerancia de he- cho con que el actual Gobierno ha sabido manejato. Con todo, ello no quita ~sino que acen- tua—ta importancia de dos aspectos claves que equilibren el vacio que dicho receso podria generar progresivamente hacia ade~ lente, '8) Por un lado, estimo indispensable ro- bustecer canales participativos reales y efi- caces ef la vida civica, desde el émbito e- ional y comunal, hasta el de ta elaboracion de las leyes. Dinamizar y hacer mas reptesentativos a los Consejos de Desarrollo Regionales y Co- muneles, tropezard siempre con la evidencia de que toda expresién partcipativa conlleva Ciertas dosis de riesgo politica y, sobre todo, aigin sacrificio de la eficiencia ejecutiva. Sin embargo, ello resulta mas que compensado por el artaigo que alcanza toda obra entre quienes la sienten como propia, lo cual constituye un factor no sélo de desarrollo so- ial, sino de solidez y perdurabilides politica de ias tareas que se emprenden. En cuanto al proceso legislativo, su mayor publicidad —junto con enriquecer su gesta- ‘i6n y contenido— tend el gran fruto practi co de hacer participe de tan importante as- pecto de la vida politica, a los sectores de ‘mayor influencia civica, intelectual y tecnica del pais, reaproximando asi a sus exponen- tes a la obra qubemativa, que aquéllos sien- ten titimamente cada vez més distante. En ambos casos, deseo subrayar aimpor- tancia de que se trate de una participacién clvica que sea y se perciba como real, y no meramente formal o declaratoria, peligro siempre latente en el tema participative y que, de caerse en &!, produce un rapide de~ saliento en los atectados, con la consiguien- te marginacién de los elementos més valio- sos. ») Por otra parte, creo esencial estimular y velorar el progresivo inoremento de instan- clas aptas para un debate politico serio y constructivo. Los fundamentos antes sefialados para estimar aconsejable la mantencién de un e- eso politco-partidista como el que rige ac- tualmente, no se aplican a un tipo de debate politico “tanto ideolégico como contingen- te— que suponga el respeto a la autoridad Constituide, al orden juridico vigente y al it- nerario constitucional ya trazado, y para lo ual no se requiere la existencia de una vide politico- partidista estructurada orgénica- mente. Apatte de que ello puede reaiizarse a tra- vés del aporte que las personas incividual- mente realicen, su contenido es susceptible también de entiquecerse de modo adecua- do por medio de grupos sin estructura orgé- nica ylegal, como —por lo demas- ya existen y han intervenido publicamente durante es- {os aifos, tanto entre los partidarios cuanto entre los opositores al actual Gobierno. Hablo de incrementar los canales de ese anélisis y debate polltico serio, porque nadie podria desconocer que ellos éxisten en me. dida nada despreciable, incluso a través de abundantes espacios de prensa. Pero sefta lo la necesidad de estimularlos, en lugar de miratlos con un eventual recelo apriorstico, porque resulta indudable que las restriccio- nes a la actividad politica —si bien arrojan efectos muy positivos y necesarios para una etapa como éste~ encierran, como contra- partida, el riesgo de que no se ajercite suft- ientemente el habito del debate razonado, donde la razén prime sobre los prejuicios, y los argumentos sobre las consignas, Reque- timos creat un estilo politico, donde mas atrayente que vencer, sea convencer. Pienso que un receso poltico-partidista ‘como el actual, lejos de oponerse al estimulo de semejante actividad, puede hasta resultar especialmente util y favorable para restable- cet un debate politico de esas caracteristi- cas, sitviendo én tal sentido de verdadera pedagogla democratica para todos los que ‘en él participen y, por natural irradiacion, he cia_el resto de la comunidad. Capital importancia reviste este punto, en- focado hacia las generaciones mas j6venes, que no vivieron en plenitud la vida politica previa 4 1973. Asi como ellas son particular- mente aptas para superar el nivel y renovar los estilos que prevalecieron en nuestra poll- tice durante el Gitimo tiempo, también afron- tan el riesgo inverso de una mayor inmadu- tez politica, que podria inducirlos en el futuro avicios cuyos efectos no conocieron, o bien ser facil presa de futuros elementos adies~ trados técnicamente en este campo por co- rrientes totalitarias 0 desquiciadoras. La ma- durez politica de las nuevas generaciones, en buena medida, dependera del acierto.con que se aborde este terna en nuestra convi- vencia civica de fos afios préximos, 12 7) Afianzar el nuevo concepto del pluralismo ideolégico | ntimamenteligado a lo anterior, considero la conveniencia de afianzar en este petio- do, el nuevo concepto de pluralismo ideol6- gico que consagra la Constitucién vigente, y ue incluye en la vida civica a una amplia ga- ma de vatiadas ideologias, exoluyendo slo a las doctrinas totalitarias, violentistas 0 anérquicas,.predicamento de sdlidas bases éticas y prdcticas, ya que ninguna invocacién pluralsta vélida puede dar libre curso aquie~ es procuran utilizarla para destruir toda lit bertad, de paso, terminar con el mismo de- echo a discrepar que emplean al efecto. Este nuevo concepto del pluralismo ideo- {ogico difiere por igual tanto de las formulas fascistoides tendientes a una ideologia ofi- cial y Gnica—supuesta expresin excluyente de ser buen chileno— como el pluralism ili- rmitado o irestricto que conocimos en ta eta- pa inmediatamente previa a 1973, y que lie~ 6 a legitimar ia propagacién de toda doctri- napolitica, aun de aquéllas cuyo objetivo de- clarado fuese destruir la libertad, implantan- do el totalitarismo o desatando ia violencia. De ahi la tascendencia de que el nuevo concepto del pluralismo se viva y se cons: de durante la transicién. Ello entrafia un do- ble desafio, Para el Gobiemo, el de aceptarla participacién en la vida civica de personas, opiniones y tendencias opositoras a él, pero licitas de acuerdo al marco constitucional vi gente. Y para dichas corrientes de oposicién, el demostrar Ja madurez suficlente para no pretender incluir al marxismo—u otras doctri- nas totalitarias o violentistas— en el espacio politico que fa Carta Fundamental vigentre~ conoce a las Corrientes libertarias y demo- ordticas. Durante el periodo del debate constitucio- nal previo al plebiscito de 1980, el Gobierno demostré que sabia distinguit entre los ci- ‘versos opositores, y no jos asimilaba dentro de un trato uniforme o generalizado. La tran- sicién exige que dicho oriterio se perfile con caracteres més permanentes y objetivos, ‘aunque éstos puedan contempler una gra~ dualidad en sus margenes 0 amplitud. Justo es reconocer que lo anterior no resulta facil para un Gobierno autoritario, pero sin ello no habria posibilidad de experimentary arraigar oportunamente este nuevo concepto del pluralismo ideolégico, con el peligro anexo de volver al de cardcter inrestricto ~y suici- da— que rigié en los afios previos a 1973. La oposicién no marxista también requiere la suficiente generosidad intelectual para La extbildad de nuestra democracia future dependard, en gran medida, de que el oportuno taspaso del poder se fe dna de Dados fe ceded sc less Cabo on conditions qu equa mantongen Incilames todo su presipiciudadano y su cohesion jerérquica y profesional. iit comprender que, aunque ella no comparta las festricciones' constitucionales vigentes para las doctrinas totalitarias, violentistas 0 anarquicas, debe acatarlas como notma jur- dica vigente. Y mas que eso, dicha oposicién precisa de un mayor realismo para entender que sino ofrece garantias de que tales limi tes serén mantenidos por ella, en el supues- to caso que llegase a ser mayoria legislative en el futuro, estaré colocando un escollo ~quizas insaivable— para el avance sosteni- do hacia la plenitud democratica Dicho crudamente, silas Fuerzas Armadas y la mayoria ciudadana que voté favorable mente la Constitucién vigente, llegaren ~en defintive—a abrigar el temor fundado de que el eventual acoeso al poder de alguna de las tendencias opositoras no manistas, signifi- card que el manxismo sea nuevamente lega- lizado, se dificultaria en forma decisiva la confianza del actual Gobierno y de sus parti- datios en el progresivo avance haciala plena democracia,y se favoreceria a labor de zapa de quienes, dioléndose gobiernistas, no son demécratas nicomparten el contenido esen- cial de la Carta vigente. Al reexaminar su ostura en la materia, la oposicion no manxis- ta debiera pues hacerlo considerando debi: damente el factor sefialado, con todo el rea- lismo propio de la auténtica politica El adecuado enfoque del pluralismo ideo- légico, emerge asi como uno de los temas claves del periodo de transicion 8) Persistir en una aplicacién moderada del Articulo 24 transitorio E !Atticulo 24transitorio dete Constitucion, sin perjuicio de clartas deficiencias im- portantes de su preceptiva a las cuales me hereferido piblicamente otras veces, apare ‘ce como una norma necesaria para permit ue el Gobierno militar impere, dentro de al- glin marco juridico, por amplio o fluide que ste sea. Su justificacién conceptual va pues unida a fa que se admita o no respecto del imperativo de prolongar un Gobierno militar Por un lapso como el aprobado constitucio- rnalmente, Lo que me parece claro es que fa- vorecer una continuidad semejante del ac- tual Gobierno, pretendiendo negarle las he- framientas juridicas para que él naga imperar su autoridad, del modo en que un régimen castrense lo requiere, encerraria una contra- diccién manifiesta, No obstante, si el pais aprobé mayoritaria- mente el esquema juridico-polltico vigente, fue en el entendido de que 6! se aplicaria con acietto y justicia, confiando asi en las cuali- dades morales dei Presidente de la Républi- a Hasta ahora y salvo ciertas excepciones discutibles, estimo que al respecto ha pre- dominado una adecuada ecuacién de ener- gia y mesura, sin que pueda sostenerse con objetividad que las atribuciones del articulo transitotio en referencia, se hayan ejercido de forma generalizadamente abusiva, Mantener esa ponderacion en una materia tan delicada y sensible al sentido de justicia propio del chileno, resalta como esencial pa- Ta que el Gobiemo conserve la respetabi dad ciudadana y popular de que he gozado, desoyendo en la materia cualquier canto de sirena proclive a posturas extremas, tan in ecesarias como ajenas al espirity nacional ‘Ademas, cuanto menos necesite el Go- bierno aplicar estas facultades excepciona- les, y mas prefiera el camino de los tibuna- les de justicia para sancionar las actividades pollticas ilegales o subversivas, mayor sera la sensacién de solidez que proyectaré, co- mo se ha comprobado durante los uitimos afios. Acudir a atribuciones tan extremas co- mols del Articulo 24 transitorio de la Const tucion, s6lo sera percibido justo por la o nién publica, trente a desafios subversivos igualmente extremos para la autoridad gu- bernativa. 9) Intensificar la promulgacién de las leyes complementarias de la Constitucién ‘omo se sabe, la Carta Fundamental con- templa diversos géneros de leyes com- plementarias de su texto, distintas en jerar- ‘quia normativa, pero todes de gran signitica- Go juridico-politico, Nos referimos alas leyes orgénicas constituclonales, a algunas de “quérum calificado’, y a otras simples leyes comunes. ‘Su conjunto esta llamado a dar vida com- pleta a gran parte de los preceptos e institu- Clones constitucionaies, conformando un te- jido juridico rico y orgénico que abarque los més variados t6picos, y configurar asi, de modo mas integral y vigoroso, toda la nueva institucionalidad. Se comprende pues que un decidido vance al respecto tendria una enorme y do- ble trascendencia. Por una parte, se haria mucho més dificilmente reversiblelamédula de la nueva institucionalidad, al crearse 0 4 darse origen a realidades juridicas y sociales ‘que empezarian a funcionar con todos sus efectos politicos, patrimoniales, etc. De otro lado, ia Carta Fundamental se apreciaria.co- mo algo incomparablemente més vivo y real por el ciudadano comin, quien veria sus efectos en forma rhas tangible. Refiexionar en la importancia de los dos factores enunciados, y en el vacio que deja- ‘ia un eventual retardo o estancamiento in- verso, indica la urgencla de otorgar prioridad a este punto. Concordante con fo expuesto en los pun- tos anteriores, no parece oportuno promul- gar todavia aquellas leyes que constitucio- nalmente deban regir sélo una vez termina- da la transicion, como las relativas a los pro- cesos efectoraies, al Congreso Nacional y olias similares, ya que ellas entrafian resolu clones que conviene adoptar a la luz de un cuadro real més préximo a su aplicacién. Al- go parecido cabe afirmar tocante a la ley de attidos politicos, segin el punto de vista personal antes fundamentado en este ar- ticulo, todo ello sin perjuicio —obvlamente— de la conveniencia de que el Gobiema inicle studios intemos en toro a estos temas. Pero hay, en cambio, variados terrenos co- mo el econémico (ineiuido el nuevo Banco Central Autnomo), el administrativo, ef de la Contraloria, ef educacional, el regional y oo- munal, el de los estados de excepcién y otros que serfa largo enunciar, donde todo + aconseja avanzar pronto, y ninguna razon vé- lida existe para demorar el estudio y aproba~ cién de las leyes constitucionales pertinen- tes. Cronogramas recientemente trascendi- dos al respecto, parecen un buen auspicio en tal sentido. 10) Renovarse para integrar a las nuevas generaciones juveniles a transicion est4 marcada por dos desa- fios de los cuales se habla y escribe po- coy que, no obstante, politicamente son qui- 285 los mas capitales y dificiles para que la obra del actual Gobiemo culmine exitosa- mente. Me refiero al tratamiento de éste ha- cia la juventud y hacia las Fuerzas Armadas. Deseo glosar el primero de ellos en este apartado, y esbozar el otro en el siguiente. Durante el periodo 1981-1989, cada afio iran incorparandose a la vida civica y ala ca- lidad de ciudadanos, nuevas promociones de jévenes que ya no vivieron la etapa de la Unidad Popular. Quienes hoy tienen 18 afios de edad, atravesaron ese petiodo entre los 7 y los 10 afios, Ni siquiera la conocieron con las percepciones simples, peto emotivas, de la adolescencia, Eran nifios, yno guardan de 8a 6poca sino los borrosos recuerdos de la infancia. Menos atin saben acerca de los acontecimientos y realidades que la prece- dieton. Si nos proyectamos @ 1989, esas nuevas generaciones juveniles constituirin tun porceniaje importante del electorado, po- tenciado por la gravitacién especttica y'aci- clonal que siempre ha tenido la juventud en uestto devenir politico. Setia un grave ertor creer que el vacio que representa para las nuevas generaciones el no haber vivido la experiencia maryista, y|os afios que la antecedieron inmediatamente, podria suplitse a través de narraciones, pell- Gulas u otras formas de reproducir sus orige- es, males y desenlace. Ciertamente, ellore: suita ttl y valioso. Hay que hacerlo, pero sin cifrar ahi esperanzas excesivas 0 impos bles. En efecto, la juventud se aproximara a esos “racontos” con la curiosidad e interés de los relatos histéricos, ydesprenderd de su ‘contenido las lecciones propias de la histo- tla. Pero jamas podremos transmitiie ese periodo con la fuerza de una experiencia, por la simple razén de que las experlencias no se trasmiten en cuanto tales. O se viven por lune mismo © son ajenas. Y la experiencia ajena deja forzosamente una huella bastante limitada en quienes no han participado de sus vibraciones gratas 0 amargas. Nos enfrentamos y nos enfrentaremos, asi a jovenes que consideran repudiable que Chile haya llegado a los extremos que sufri- mos, pero que no creen verosimil que ellos Pudieran tepetirse. Los valores positivos del actual r8gimen, como la paz, el orden, y el respeto alas jerarquias, les parecen algo na- tural y dado. Les cuesta acmitir, por ende, la necesidad de testricciones poltticas para mantenerlos. Estos j6venes miran al comunismo como algo mas bien fracasado y sin mayor atracti- Vo y, por lo mismo, no aprecian toda su peli- grosidad, apareciéndoles las advertencias al Tespecto cada vez mas lejanas y ajenas a us percepciones. En todo caso, si de mos- trarles e! marxismo se trata, aparte de la en- sefianza critica de su doctiina, resultara in- comparablemente més eficaz el referiise a sSucesos como los recientes de Polonia 0 A- ganistan, que a los de nuestra distante Uni- 15 dad Popular. Se dird que las mutaciones generaciona- les son inherentes a toda época. Sin embar- go; en este caso, nos encontramos ante un cambio particularmente abrupt entre quienes sélo han conocido este régimen, y aquellos que vivieron la o las etapas que 1o anteoedieron. Los marcos de referencia de Unos y otros son y seran radicalmente diver- 808, Fruto de lo anterior, las nuevas generacio- nes juveniles rechazan visceralmente todo cuanto intuyan como un intento de imponer- les enfoques de la realidad digeridos y enva- sados por otras generaciones, jruto de vi- Yencias y conclusiones que sospechan o sienten ajenas. Desean ejercerla posibilidad de crear nuevas y propias actitudes 0 postu- ras, @ la luz de sus experiencias diferentes y originales. Y al mismo tiempo que, por ejem- plo, buscan y poseen una informacién eco- némica muy superior a los jévenes de otras épocas, los actuales son patticularmente re~ ceptivos alos valores religiosos y del es; tu, ycontrarios a dejarse invadir por cualquier concepcién materiaista, al menos en los sectores mas inquietos e influyentes de los diversos segmentos juveniles. La musica y otras manifestaciones artisticas encuentran también en ellos una peculiar creatividad, y las proyecciones cientticas 0 técnicas del futuro, una notable acogida E| cuadro suscintamente resefiado_y ejemplificado, lustrala magnitud del desatio que él representa, no s6lo para el Gobiemo, sino para todos quienes aspiren a infiuir co- mo formadores de juventudes en los afios que vienen: Estamos pues ante el imperioso deber de sensibilizamos hacia las nuevas percepcio- nes juveniles, y sintonizar con ellas, ya que slo desde ese prisma padremos interpretar y canalizar las inquietudes de la juventud, re- cibir su aporte y entregarles el nuestro. Sefialar todas las exigencias que ello im- plica, excederia los marcos de este articulo. Con todo, oreo que facilmente se infiere delo dicho ef requerimiento de una renovacién profunda y constante de los temas, las act tudes y hasta el lenguaje gubemativo y ciu- dadano, so riesgo ~de Io contrario~ de que el proceso institucional sea crecientemente ajeno para las nuevas generaciones, con las negativas consecuencias faciles de prever. Gran parte del divarcio emocional entre el franquismo y su sucesién, hay que buscario en el distanciamiento progresivo que quie- nes no vivieron la guerra civil, fueron sintien- ‘dorespecto de aquel régimen. Y aun cuando 40 afios sean en tal sentido sustancialmente distintos a 16, lapso de duracién total deter- inado para si por ef Gobierno militar chile- no, el desafio sugiere cierto parecido, yl ca- 80 espafiol debiera servimos para no repetir ‘sus errores en el mbito espectfico en cues- tion Expresado en pocas palabras, es necesa- rio demostratle ala juventud que lo que Chile esté hoy haciendo no sélo arranca su justif- acién del pasado, sino que la revalida en su proyeccién de futuro. Es necesario que él joven no se sienta un ‘mero destinatario de un proceso que preten- de desarrollarse al margen de sus propias vi- siones generacionales, sino actor de una ‘obra que Io incorpora como participe real de la continua evolucién de’ ese destino. Es necesario, en fin, evitar todo peligro de que el régimen y el’ proceso institucional aparezcan gastados, rutinarios 0 aburridos, y que cansen como fa continuidad de algo pretérto, logrando plasmar siempre —por el contrario— horizontes que demuestren que Sus conductores, sus ideas y sus proyectos son sensibles a Una renovacién que vincule a las diversas generaciones en una expe- riencia comin y atrayente para todas. 11) Preservar nuestras Fuerzas Armadas profesionales y no deliberantes E [stro desatio particularmente deticado que afronta el actual Gobiemo esta refe- rido a la preservacion del profesionalismo y la apoliticidad de nuestras Fuerzas Armadas y de Orden, tema al cual ya aludimos antes de paso en este mismo artculo. Esta claro que el pronunciamiento militar del 11 de Septiembre de 1978, exigié que el Gobierno emergente recutriera a os propios integrantes de los Institutos Atmados y Cara~ bineros para asumir las miiltiples y difcifs- mas responsabilidades gubemativas de aquelle hora, De ahi surgié, empero, la evidencia de que la mision que la historia habia asignado al régimen militar, no podia entenderse como un simple paréntesis entre dos Gobiemos ci- Viles de similares caracteres, sino que re- clamabe una profunda transformecién de nuestras instituciones y habitos clvicos, a la vez que de nuestra realidad econénico- social. 6 A través de la Declaracién de Principios del Gobierno, de sucesivos y enjundiosos documentos 0 mensajes presidenciales, yfi- nalmente de la Carta Fundamental de 1980, se plasmé el contenido de la nueva institu- Cionalidad requerida y se emprendié su con- recién, al mismo tiempo que ella se atian- zaba en una obra de progreso econémico y modemizaciones sociales de singular enver- gadura. Frulo natural de esta realidad, fue una cre- ciente integracién de elementos civiles a di- versas tareas gubemativas, incluyendo has- ta las més elevadas funciones ministeriales. Ello ha persistido hasta ahora, en diversos grados y medidas, dentro de una combina- Cdn flexible de civiles y oficiales de nuestros Institutos Armados y de Orden, donde SE. recurre indistintamente a unos y otros para los diversos cargos. Esta férmula sui generis del actual Gobier- ‘no chileno, en lineas generales, se ha de- mosttado hasta ahora acertada y eficaz, También cabe destacar que a su éxito ha conttibuido mucho la clara distincién que el Presidente Pinochet y los miembros de la Junta de Gobiemo han perfilado entre sus funciones politicas y castrenses. Los unifo mados que desempefian labores gubernali vvas, concurren a su ejercicio de modo perso- nal, yen ia mayoria de los casos, luego retor- nan atareas militares, sin que se confunda ni mezcle por ello a las instituciones de la De- fensa Nacional, como tales, en la conduc- ci6n politica del pals. Sus miembros son in- formados de ésta por sus Comandantes en Jefe, pero sin dar pie a que se abra delibera- cin politica dentto de dichas instituciones. Este rasgo, clatamente diferenciador de la generalidad de los regimenes militares co- ocidos en el continente, merece ponderar- se en todo su métito y positivo resultado, ‘Sin embargo, la proyeccién de este tema hacia adelante no podria pensarse sin nue- vas y constantes evoluciones. En efecto, por un lado, resulta evidente que la misién que la Carta Fundamental vi- gente encomienda a las Fuerzas Armadas y de Orden —trascendental por su contenido para la estabilidad de la nueva democracia alli plasmada~ es diversa del ejetcicio de fesponsabilidades politicas ejecutivas por parle de numerosos uniformados en servi Cio activo y de diversos grados, tal cual se re- gistra en la actualidad. Ello necesariamente Marca a la transicién, como un periodo en Es pecesarodemostare ala erent quelque Chile Ein haciendo nso sda nulfcocloe ke Hegde pe ne crete tees, Eee eta detain Rate! desta iewnproteoqeepretndedeerstse ‘et tmp bree ineeportone pane el Ie Saale See testne Pert que el cuadio hoy existente al respecto, de- biera gradualmente evolucionar en el senti- do que indica la meta constitucional Por otra parte, parece igualmente inequi- ooo que el actual nivel de patticipacion cas- trense en funciones de gobiemo, hace que e| rostro visible y caracterizador de éste hacia la opinion pUblica, sean las Fuerzas Arma- das y Carabineros, en cuanto Instituciones. Pienso que la indefinida prolongacién de este fendmeno entrafiaria un indudable ries- go para la futura mantencién intacta de su Prestigio, que nuestros Institutos Armados y de Orden requieren para cumplira cabalidad Con sus altas e insustituibles funciones pro- plas, que la Carta Constitucional vigente ademas les reconoce en forma expresa. Por- que si bien existen precedentes de lideres personales que han conservado su populari- dad politica nor varias décadas, no existe tal vez ningtn caso —en cambio— de que un grupo humano, tratese de un movimiento politico 0 una institucién Armada, ejerza el poder politico o sea mirade como depostta- fio colectivo del mismo por semejante lapso, sin experimentar deterioro o desgaste en su 7 efectivo respaldo popular o su reat ascen- Giente clvico,o incluso sin sufriruna indebida politizacién, traténdose de cuerpos castren- ses. Tanto el progreso hacia la meta constitu- cional, como la preservacién del prestigio y la apoiiticidad de nuestras Fuerzas Armadas y de Orden, exigira pues necesariamente luna gradual reduccién de las tareas politicas ejecitivas que el Presidente de la Repiblica Fequiera de elementos uniformados, la que sélo él esté en condiciones de determinaren su forma y oportunidad, pero que sera itreal desconocer en todas sus dificultades o su importancia. Demas esta sefialar que el sélo plantea- miento del tema, ya se ha aprovechado ~y se intentaré aprovechar atin en mayor medi- da— para desvirtuarlo como un supuesto de- seo de “ciertos civiles" de “desplazar a los militares del Gobiemo”, de *hacetlos retornar ‘a sus cuatteles", o de “acortar los plazos del itinerario constitucional”. Y tampoco cabe descattar que esas maniobras pudieran en- contrar eco en algunos ambientes uniforma- dos. embargo, el deber patridtico obliga a enfocar esta materia desestimando tales in- trigas o ruindades, y confiando en que nues- tros hombres de armas sabrén distinguir en- tre el halago engafioso ya auténtica lealtad, entre la adulacion servil yla adhesion a ellos como integrantes de Instituciones cuyo des- tino, respetabilidad y prestigio, resultan inse- parables del futuro desarrollo y seguridad de Chile, La Constitucién vigente es categérica para asignar a nuestras Fuerzas Armadas y Cara- bineros, misiones de la més alta trascenden- cia en nuestra vida civica. Nadie puede atir- mar, por tanto, que el avance hacia la plena vigencia constitucional, implique un retorno ala desmedrada situacién en que aquéllas fueron muchas veces colocadas, durante las tiltimas décadas previas a 1973. Pero lanueva Carta Fundamental es igual- mente clara para marginar a los Institutos Ar- mados y de Orden de los avatares propios de la politica contingente, ajenos a su natu- raleza y vocacién, y siempre etosionantes de respaldo popular, dafio que en este caso ad- ‘quirifa signos ieparables por largo tiempo. Avanzar hacia la meta constitucional, supo- ne asi también una necesaria y progresiva evolucién del actual cuadro respectivo, en términos que dichas Instituciones aseguren la futura respetabilidad que merecen, y sien- tan el legitimo orguilo de haber legado una emocracia fecunda y estable paraChile,to- dollo cual requiere la especialisima e indele- ‘gable conduccién directa y personal de esta materia por parte de S., el Jefe del Estado. D) ASPECTOS MORALES E INTELECTUALES 12) Imputsar el desarrollo cientifico y tecnolégico en Chile. E te las tareas més indispensabies pare fortalecer con solide2 y perspectiva el desarrollo integral de Chile deseo subrayer, como una de las mas importantes, el impul- s0de nuestro progreso cientificoytecnolégi- co. La distancia que tradicionalmente ha se- parado al mundo polltico del de los cientiti- os ¢ intelectuales en general, ha tenido una de sus més nocivas repercusiones en la pos- tergacién que el quehacer de éstos ha sutti- do de parte de la generalidad de los Gobier- nos habidos en nuestra Patria. Incluso, no faltan quienes creen que los avances cientificos deberian simplemente importarse del exterior, en parte por ignoran- cia de los elevados logros que nuestros in- vestigadores cientificos han aoreditado ya a nivel mundial, yen parte por desconocimien- to.de los miitiples frutos de todo orden que para un pals y su progreso, revisten la exis- tencia y el incremento constante de centros de actividad cientifica, como palanca de estimulo alas mejores capacidades que sur- gen en cada nueva generacion, como exi- gencia de rigor para la formacién actual de profesionales y para el resto de la actividad intelectual del pafs, y como vehiculo de co- municacién viva y operante con los progre- 308 que el mundo va logrando en esta fuente de asombrosa transformacién que los cono- cimientos ~y la vida entera— experimentan hoy a diario, Paso alentador a este prapésito, ha sido la teciente creacién y puesta en marcha del Fondo Nacional de Ciencias y Tecnologia, en ‘cuanto canal de aporte mas directo del Esta- do en este campo. Especiaimente auspicio- ‘so resulta que la asignacién de los recursos de este fondo haya sido encomendada a co- misiones compuestas por cientificos e inte- lectuales de primera categoria, capaces de asegurar que la insustituible impronta del 18 buen investigador para determinar lo que debe ser investigado, tendrd la valorizacion prioritaria pertinente, Jamés este factor po- dria ceder paso a critetios “practicos” o de presuntas prioridades nacionales, definidos or planificadores —estatales 0 privados— alenos a los impulsos vocacionales de quie- nes han demostrado calidad para investigar, sin que ello resintiera gravemente los resul- tados de ésta No obstante, el panorama que oftecen hoy nuesiras universidades, sede de la mayor parte de nuestra actividad intelectual, cienti- fica y tecnolégica, sigue presentandose dis- parojo e insatisfactorio. Precisamente la falta de conviccion —o de voluntad para asumir sus consecuencias— en el sentido de que el destino académico de toda verdadera Uni- versidad debe resolverse de modo que en él graviten preponderantemente sus mejores Profesores ¢ investigadores, mantiene a la gran mayoria de los planteles universitarios el pais, sumidos en una lénguida mediocri- dad, que contrasta con el nivel de excelencia logredo por aquellas universidades o cen- {ros universitarios que lo han comprendido y aplicado, con el apoyo de sus propias autori- dades a la cabeza, Superar tal realidad, emerge como otra de las tateas mas impostergables para este pe- tlodo, maxime cuando’el Gobierno ha pro- mulgado recientemente una leaistacion uni- versitaria cuyo balance es ampliamente po- sitivo, pero cuyos frutos dependerén—en de- finitiva— de la acogida que encuentre aque! sello inspitador e insustituible de toda verda- dera Universidad, en quienes las dirigen 0 disponen de los medios adecuados para en- cauzar su rumbo, 13) Reforzar una escala de valores morales para una forma chilena de vida CC 2signamos ya en la primera parte de este articulo, que toda convivenciaesta- ble y civilizada se apoya en un consenso bé- sico en tomo a ciertos principios y valores que la sustentan y le dan sentido, Ellos con- forman lo que suele denominarse el alma o sser nacional Desbordaria el propésito y las posibilida- des de estas lineas, intentar una semblanza del alma de la chilenidad, Ademas, sobre ello se han escrito abundantes y certeras pa- ginas por nuestros més calificados historia dores y analistas sociales. El sentido de li- bertad incompatible con toda tirania, y'de al- tivez patria inconciliable con cualquier vasa- ligje; la busqueda de una autoridad fuerte y sSevera, pero a la vez justa y humanizada; el respeto tolerante a la discrepancia pacifica y ‘no totalitaria y, en fin, el hondo sentido juridi- 0 a todo nivel, son algunos de los valores y caracteres que han sido constatados como tipificadores de nuestro ser nacional. Sin embargo, me inleresa destacar tam- bién otros rasgos, de particular incidencia en eltemaquenos ocupa. Y es que apreciadala ‘meta constitucional en todas sus dimensio- ‘hes de un auténtico proyecto histético, el de- sarrollo de éste no podria desentenderse de fo que constituye el alma nacional, si se aspi- faa echar raices sdlidas y fecundas hacia el porvenit, Forjado entre guerras, catastrofes natura les, yluchas frente a una geografia dificil yde riquezas abundantes, pero esquivas, nues- trotemperamento nacional parece templado mas bien por la fortaleza para enfrentar el in- fortunio, que por la sabiduria para disfrutar de la bonanza. Las constantes adversidades que jalonan nuestro devenir histérico, nos han convetido en un pueblo aoto siempre ras mayors opciones de consumo abren nucvos sali dlables perspectivasideBienestar materaly progroc a tural para todos fos habtontes pore el Seqean de tnacento ena formactén mori delos personas quctes permite wilzalarentondient siempre qu las coves teben sre y no esclastenr al ser humane El "eons Iisa "no etd onl abundancia de las sirinas, simon ins cavencins de lor expr 19 para resistir 0 reconstruit, e indomable para ho rendirse. Pienso que en esa misma linea se inscribe lavalia que el ser nacional teconoce a la soll- daridad, al sentido hospitalatio y al espiritu civico 0 de servicio piblico, diferentes en la apatiencia de sus expresiones concretas, pero comunes en la importancia que confie- ren al destino del préjimo y del pais, a los cuales los chilenos nos sentimos honda~ mente ligados. ‘Quizds también de ahi derive que, en Chi- le, la sencillez y la autenticidad hayan tendi- doa prevalecer por sobre el boato y las apa- tiencias, y que el aprecio que se dispensa a las personas esté mucho mas ligado a lo que ellas son, que a lo que tienen. La extraordinaria permeabilidad social de una Nacién cuya historia exhibe, desde sus albores, a hombres de cuna modesta que al- canzaron las mas elevadas posiciones pollti- cas, econdmicas y sociales, aparece como el réfiejo de io mismo, elemento favorecido por las limitaciones materiales en que nues- {ro pais se ha desenvuelto durante la mayor parte de su existencia. El predominio del mé- tito y el esfuerzo personal por sobre cual- quiet antecedente de linaje, se ha visto abo- nado, ademas, por el cardcter siempre adve- nedizo de éste, ya que las arduas condicio- neg de nuestra vida colonial trajeron hasta acd a poquisimas familias de vielos abolen- ‘gos espafoles. LLo cierto es que el ser nacional se identifi ca més con el servicio sobrio y severo a no- bles ideales del espiritu, que con el mero éxi- to material, llegando incluso a ser resuelta- mente crtico de éste, si él amenazare con- ‘ducimos a criterios materialistas. La mayor vvibracién de las fibras de la nacionalidad an- te los hétoes que inmotaron sus vidas en aparentes derrotas bélicas, que frente a los conductores que nos guiaron a ganat todas las guerras que hemos afrontado, testimonia de modo elocuente el signo aludido. Proyeccién de la misma escala de valores, me parece la preponderante valoracién que el chileno siempre ha otorgado a la austeri- dad de quienes gobieman, al punto de erigir- fa—junto ala honradez—en ia vitud que mas respeto concita hacia las autoridades que la practican, y cuyo quebrantamiento mas per- |udica a quienes en él incurren. Los conceptos anteriores offecen un es- bozo somero, pero ilustrativo y sugerente, de los arduos desafios que la transicion conlle- va en el Ambito de los valores morales. Desde luego, se advierte la importancla de que la Constitucién vigente sea captada—en su aplicacién— como un instrumento efecti- vamente destinado a robustecer la libertad, la autoridad fuerte y justa, el pluralismo ideo- égico adecuado, y el pleno Estado de Dere- ccho, valores todos que su texto plasma con acierto y sentido contempordneo. ‘Asimismo, los demas valores recién rese- fados como integrantes de nuestro ser na- clonal, exigen un especial esfuerzo para mostrar su compatibilidad, y mas que eso su armonia, con el sistema econémico libre que la nueva institucionalidad consagra e impul- sa. Ello exige que las formulaciones concep- tuales y las exoresiones précticas de nuestra incipiente economia social de mercado, se leven @ cabo buscando conseguir y demos- trar su congruencia con la idiosinorasia y la mejor tradicién nacional, en lugar de escoger 1 camino inverso —por desgracia frecuente en os iltimos afios—de presentarlas ideas y medidas econémicas en cuestién, del modo més chocante imaginable para la mentali- dad chilena, lo cual incluso pareciera bus- ccarse por algunos como método didactico, tan errado como contraproducente. Debemos comprobar que, a diferencia de lo que plantean vastos sectores eclesiasti- cos, la competencia y la solidaridad no son conceptos opuestos, sino armonizables y recfprocamente enriquecedores. Que las mayores opciones de consumo abren nue- vas y saludables perspectivas de bienestar material y progreso cultural para todos los habitantes, pero que ellas requieren de un acento en la formacién moral de las perso- nas que les permita utilizarlas entendiendo siempre que las cosas deben serviry no es- clavizar al ser humano. Que el “consumi mo” no estd en la abundancia de las vitrinas, sino en las carencias de los espiritus, Que el aumento de la riqueza de las personas, en cuanto derive de un aporte correlativo suyo al entiquecimiento econémico y social del pais, no s6lo no se hace a expensas de los més pobres, sino que los beneficia directa- mente y, mas atin, representa el camino ne~ cesario para derrotarla extrema pobreza con mayor rapidez. Que la reduccién del tamafo ‘empresarial del Estado, y de su intervencio- nismo dirigista en lo econémico, no supone marginario de su irtenunclable papel regula~ dor y fiscalizador de la economia, através de 20 ormas parejas e impersonates, ni tampoco ‘excluirlo de aquello que el propio principio de subsidiatiedad le asigna como tarea suya, seguinlas circunstancias, Que, en fin, la aplicacion especifica de la economia social ‘de mercado al Chile de hoy, se disefia y ade- iia considerando nuestra peculiar realidad, yno obedeciendo un simple esquema t ‘co que pudiera pretender implantarse indi tintamente a cualquier pais 0 circunstancia. En otras palabras, el sistema econémico libre debe estar y proyectarse fundado sobre valores idéneos para configurar una forma lena de vida, tan fel a sus origenes como. volcada hacia horizontes mas altos del futu- 0. Yl mismo tiempo, los intentos afiorantes de volver a cerrar nuevamente nuestra eco- nomia respecto del exterior, deben aparecer entodo su cardcter retardatorio, y denuncler- se como causantes directos de la pobreza ue sus impulsores reprochan y dicen com batir Los beneficios de un pafs no sometido desde 1973 al colidiano veneno de la lucha de clases sisterndticamente predicada, de- ben aprovecharse en su inusitado valor den- ‘ro del Occidente actual, acertando pata ello con un mensaje inverso atrayente, didactico y enraizado en nuestra idiosincrasia La actual crisis recesiva, aparte de los do- lorosos males que genera, acaso brinde una ‘oportunidad privilegiada para repensar es~ tos temas de tanto significado ético y practi- 60, evitando asi que ella se traduzca en un menoscabo de la confianza publica hacia el sistema econémico libre y, por el contrario, contribuyendo a que éste surja robustecido hacia su renovada aplicacion futura. No podia dejar de insistir en que, aparte del papel que compete al efecto alos forrna- dores de opinién publica en general, tam- bién resalta la importancia basica del rol que cortesponde a ios empresatios, en cuanto actores relevantes de una economia libre 0 de mercado. En este tiltimo caracter, del cual tun empresario participa en tanta mayor me- dida, cuanto més significativa sea su impor- tancia como tal, sus decisiones deben suje- tarse a solidos criterios morales —e incluso a juicios maduros de prudencia politica y deli- cadeza ética- ya que lo contrario termina por dafiar seriamente al sistema mismo, en es- pecial en su etapa de inicio y afianzamiento, segiin lo hemos comprobado con desaliento en estos tltimos afios. Como contrapunto, este mismo carécter ser nacional identi mscn el seri sora, mice ansble Leck depts qucsoneineg tats ‘material Hogando incluso ser resucltzmentaertce de Sites sstlantenasareconducimos a ertris materials: tae Hasta econdnico libre debs extary proyectarse aviado sobre slores doncoupere conigurarcva for: ‘nechione dost tan ih een Tacin horisontes mas a incipiente del sistema obliga ala autoridad a remozar el ordenamiento juridico, para ade~ uarlo con eficacia al nuevo esquema, inclui- do el aparato judicial y administrativo que debe velar por su aplicacién, afin de que el Uso torcido que algunos hagan de lalibertad econémica, derive en que sus responsables sean debida y ejemplarmente sancionados, dificultndose asi a reincidencia de otros en las mismmas itregularidades. Con todo, esti- ‘mo vital que ello jamas se confunda con una posible pérdida de la fe en la libertad econé- mica misma, nide la conciencia de lo inevita~ ble que resuita ol trénsito por situaciones se- ‘mejantes en el procesode su establecimien- to y consolidacién, después de décadas de empresarios mal acostumbrados a tratar de eludir las trabas asfixiantes de un estatismo centralizador, burocratico y socialista ‘A su Vez, y'en otro terreno, la relevante in- fluencia que incumbe a la autoridad estatal ena preseivacién y el fomento de la escala de valores morales propios de la chilenidad, exige que el ascendiente ético de aquélla se afiance en la mas estricta observancia de la austeridad, en todos los niveles del aparato gubemativo, Timbre de orgullo y fuente clave de respal- do popular hacia el actual Gobierno, la aus- a tetidad ha sido la ténica predominante que sus integrantes han observado desde 1973. ‘Adin asi, la prolongacién del régimen en los términos constitucionaimente consagrados, feclamaré una redoblada autovigilancia en la materia, ya que el acostumbramiento al poder por periodos largos, acarrea siempre anexo él riesgo de un everitual resblandeci- mento en la materia, cuyos primeros brotes fecientes han causado justificadas y saluda- bles reacciones. Particular alcance reviste este punto, cuando de por medio est el prestigio de nuestras Fuerzas Armadas y de Orden, A MODO DE CONCLUSION L_ 2meta constitucional y ios rumbos de la transicion hacia ella, afloran asi en toda suriqueza yamplitud tematica, en todo suar- duo desafio, y en todas sus anchas y apasio- nantes perspectivas, Los angulos para analizarlos podrian ser muchos. He querido aqui, simplemente, aproximarme a su enfoque a través de uno de-los muy diversos prismas que podrian es- cogerse para ello. Los puntos esquematiza- dos en este articulo admitirian multiples tra- tamientos diferentes y, desde luego, indefin- das posibilidades de profundizacién. Las lineas que anteceden buscan tinica- JAIME GUZMAN E. Abogado, Profesor Universitario ‘mente colaborar a que la transicién se nutra de creciente contenido, y que éste sea asu- ido en plenitud no s6lo por el Gobiemo, si- No por todos los chilenos. Estoy cierto de que una amplia mayoria cludadana mantiene su voluntad de entregar a esa tarea un apoyo resuelto, y que el Presi- dente de la Republica contard con el concur- 80 de las mejores capacidades del pais, en lamedida en que lorecabe cabalmente para ello, a partir de un equipo de Gobierno que: vuelva a percibirse homogéneo, dinémico y Propenso a los aportes de mayor calidad que nuestra ciudadania esta en condiciones de prestarle Se trata de proyectar a Chile cara al futuro y abierto al mundo, con una sdlida fe en sus Propias raices culturales y éticas, junto a una Perspectiva que nos aparte de todo comple- jo 0 enclaustramiento islero, Se trata de robustecer nuestro Poder Na- ional, de modo que ejerzamos nuestra so- berania en su mayor plenitud dentro del con- cierto de las naciones. Se trata de que la transicién, lejos de en- tenderse 0 apreciarse como mera continui- dad —ni mucho menos come el acercamien- to a un final~ se convierta realmente en un Proyecto histrico leno de la vitalidad crea- dora propia de tode gran inicio. normas parejas e impersonales, ni tampoco excluirlo de aquello que el propio principio de subsidiatiedad le asigna como tarea suya, segiin as circunstancias. Que, en fin, la aplicaciin especitica de la economia social de mercado al Chile de hoy, se disefia y ade- cia considerando nuestra peculiar realidad, y no obedeciendo un simple esquema te6ri- co que pudiera pretender implantarse indis- tintamente a cualquier pais 0 circunstancia, En ottas palabras, el sistema econémico libre debe estar y proyectarse fundado sobre valores idéneos para configurer una forma cchilena de vida, tan fiel a sus origenes como volcada hacia horizontes mas altos det futu- 10. Yal mismo tiempo, los intentos afiorantes de volver a cerrar nuevamente nuestra eco- nomia respecto del exterior, deben aparecer en todo su cardcter retardatorio, y denunciar- se como causantes directos de la pobreza ue sus impulsores reprochan y dicen com- bali Los beneficios de un pais no sometido desde 1973 al cotidiano veneno de la lucha de clases sisteméticamente predicada, de- ben aprovecharse en su inusitado valor den- tro del Occidente actual, acertando para ello con un mensaje inverso atrayente, didactico y entaizado en nuestra idiosincrasia. La actual crisis recesiva, aparte de los do- lotosos males que genera, acaso brinde una oportunidad privilegiada para tepensar es- tos temas de tanto significado ético y précti- 0, evitando asi que ella se traduzca en un ‘menoscabo de la confianza publica hacia el sistema econémico libre y, por el contrario, conttibuyendo a que éste surja robustecido hacia su renovada aplicacion futura, No podria dejar de insistir en que, aparte del papel que compete al efecto a ios forma- dores de opinién publica en general, tam- bién resalta ia importancia bésica del rol que cortesponde a los empresarios, en cuanto actores relevantes de una economia libre 0 de mercado. En este titimo caracter, del cual un empresario participa en tanta mayor me- dida, cuanto mas significativa sea su impor- tancia como tal, sus decisiones deben suje- tarse a sdlidos criterios morales —e incluso a juicios maduros de prudencia poitica y deli- cadeza ética- ya que lo contrario termina por afar seriamente al sistema mismo, en es- pecial en su etapa de inicio y afianzamiento, seguin lo hemos comprobado con desaliento en estos itimos afios. Como contrapunto, este mismo carécter ser nacional ideifica ms concl rc sling sonra nas qu conelmarseese material Hegando incluso a serresueltomonte erica de Uiesdal enimasareconducinosgeriers mare see jbstoe tie dmc reamed idan fg genes como solca ka horcote schon de fa Incipiente del sistema obliga ata autoridad a remozar el ofdénamiento juridico, para ade- ‘cuarlo con eficacia al nuevo esquema, inciui- do el aparato judicial y administrative que debe velar por su aplicacién, a fin de que el Uso torcide que algunos hagan de la libertad ‘econémica, derive en que sus responsables sean debida y ejemplarmente sancionados, dificulténdose asia reincidencia de otros en las mismas iregularidades. Con todo, esti- mo vital que ello jamés se confunda con una posible pércida de la fe en la libertad econt mica misma, ni de la conciencia deo inevita~ ble que resulta el transito por situaciones se- mejantes en el proceso de suestablecimien- to y consolidacién, después de décadas de ‘empresatios mal acostumbrados a tratar de eludir las trabas asfixiantes de un estatismo centializador, burocratico y socialista ‘A su vez, yen otro terreno, la relevante in- fluencia que incumbe a la autoridad estatal en la preservacion y el fomento de la escala de valotes morales propios de la chilenidad, exige que el ascendiente ético de aquélla se afiance en la més estricta observancia de la austeridac, en todos os niveles del aparato ‘gubernativo, Timbre de orgullo yfuente clave de respal- do popular hacia el actual Gobiemo, la aus at

Vous aimerez peut-être aussi