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DERECHO N? 46 - DICIEMBRE 1992 LOS PRINCIPIOS RECTORES DEL NUEVO CODIGO PENAL: TITULO PRELIMINAR Luis A. Bramont Arias J. PRESENTACION DEL CODIGO PENAL DE 1991 El Cédigo Penal de 1924 aparecia como un instrumento inadecuado que hacia necesario el dictado de uno nuevo, en vista a tres razones funda- rmentales de politica legislativa. En primer lugar, por razones de coherencia politica, pues no era posi- ble que habiéndose dictado ta Constitucién de 1979 se continuara sin un nue- ‘vo Cédigo Penal acomodado a ella en su letra y en su espfritu. Evidente- ‘mente que existe un estrecho vinculo entre los cambios de regimenes politi- 0s y el Codigo Penal. Se ha dicho que el Cédigo Penal constituye el “ter- ‘mémetro de la evolucién politica”. Porque debe legislar sobre el marco so- cial y politico en que ha de ser aplicado; no ha de contener normas que con- tradigan la Constituci6n del Estado, sino por el contrario, incluir en su texto todas las disposiciones que desarrollen y protejan con sanciones debidas los preceptos de la Carta Magna. En segundo lugar, por razones de agotamiento téenico del Codigo de 1924, El sistema fundamental del Cédigo de 1924 no respondia a las exi- _zencias sociales, polticas y téenico-juridicas de hoy. Si bien es cierto que el ‘Cédigo derogado respondié a esa realidad juridica, no lo fue menos que hoy aparecia bien alejado de ella y que ante las grandes innovaciones de la doc trina, la jurisprudencia y la ley penal contempordncas, se impusiera su actua- lizaci6n, A panir de 1924 habian entrado en vigencia numerosos cédigos penales en Europa, la doctrina de la dogmética penal habia sustituido a la ‘concepcién positiva del delito y la Declaracion Universal de los Derechos ‘Hamanos en afios posteriores habia penetrado con fuerza vinculante a nues- tro acervo cultural. Tales antecedentes impedian la aceplaciGn de la respon- sabilidad objetiva, o de la peligrosidad como fundamento de la pena y asen- taban el delito sobre el supucsto de que es una accién tipica, antijuridica y culpable B En tercer lugar, por Ia necesidad de disponer de leyes penales que per- ritieran desarrllar la politica penal que la sensibilidad social y democrética de nuestros dias exige de manera perentoria, como lo es el tratamiento del error de tipo y de prohibicién, o de las medidas altemativas a la internacién 4e los inimputables, y Ia de mitigar las penas incompatibles con la sensiili- dad humana y que producen una congestin penitenciaria de consecuencias funestas. ara cumplir con el mandato recibido desde el aflo 1984, la Comisién Reformadora tenfa ante si tres caminos: hacer una reforma parcial del Cédi- ‘0 de 1924; hacer una reforma radical de todas las insttuciones penales, de acuerdo con las mas novedosas doctrinas cientificas; 0 elaborar un nuevo c6- digo penal, conservando las instituciones que atin pueden seguir desempe- ‘hando una funcién eficaz y renovando aquellas otras que la prictica ha sefa- lado como caducas. En consideracién a que la tarea de legislar no es acadé- mica sino préctica, 0 sea, que el legistador no s6lo debe tener presente las brillantes concepciones juridicas de los tratadistas, sino ante todo la realidad social para la cual pretende legislar, la comisiGn opt6 por el tercero de los ‘caminos senalados. El Cédigo de 1991 ha conservado, er Io posible, la estructura del C6- digo Penal de 1924 y no se ha plegado servilmente a una escuela de derecho penal determinada. 7 Razones poderosas abonan esta prudente actitud de la Comisi6n Reformadora. Las reformas parciales de un cédigo penal, por cuidadosas que sean, siempre introducen desarmonia en el conjunto, La reforma total, por su parte, inspirada en excelentes principios te6ricos, muchas veces se torman impracticables, requieren nuevas instituciones, jueces cuya mentalidad sea diferente a la de los anteriores y material cientfico de dificil manejo que ‘expone al fracaso a toda innovacién radical. 2. ORIENTACION ¥ SISTEMATICA DEL CODIGO 2.1. Tendencia Politico Criminal El Cédigo de 1991 se inspira en los postulados de la modema politica criminal, esto es, acepta la premisa de que el Derecho Penal no es un instru 4 ‘mento de opresi6n sino una verdadera garantia que hace posible en una so- ciedad pluralista el ejercicio de todas las libertades reconocidas en la Consti- ‘ucion y en las leyes. En este sentido, se dice que el Cédigo Penal aspira a conseguir un marco minimo de convivencia social. En un Estado Social y Democritico de Derecho, tal como lo sefala el articulo 79 de la Constitucién, et Derecho Penal aparece como la dltima ratio, en tiltimo lugar, pues s6lo entra en juego cuando es indispensable en el ‘mantenimiento del orden juridico y de la paz ciudadana, Se consagra asi el llamado principio de intervencién minima que se emtiende en un doble senti- do: se han de castigar solamente aquellos hechos que necesitan ser penados, ¥y para la sancién de tales hechos se han de preferir las penas que resulten ‘menos onerosas. La moderacién de las penas que establece el nuevo Cédigo Penal no supone reblandecimiento alguno del sistema punitivo. El Cédigo ha hecho suyo el viejo principio criminal, expuesto por César de Becaria, de que el mayor freno de los delitos no es la crueldad de las penas sino su infalibilidad, vale decir la certeza del castigo, la eficaz persecucién policial del delito, rapidez en su enjuiciamiento y efectividad en el cumplimiento de la condena impuesta. EI principio de intervencién minima lo desarrolla el Cédigo bajo un es- ccrupuloso respeto a los principio generales previstos en el Titulo Preliminar, centre ellos el principio de legalidad. Es cierto que el principio de legalidad estuvo reconocido en el Cédigo de 1924, pero solamente desde un punto de vista formal, pues no era respetado a la hora de definir los delitos en particu- lar y establecer las sanciones correspondientes. Por eso el actual Codigo procura conseguir la auténtica vigencia material del principio de legalidad, ‘suprimiendo o revisando los preceptos del Cédigo derogado que quebranta- ‘ban las exigencias de corteza y seguridad juridica propias de un Estado So- cial y Democratico de Derecho. 22. Sistematica EI Cédigo Penal se reparte en tres libros. El libro primero se ocupa de la Parte General en 105 articulos distribuidos en 6 ttulos: La ley penal; el hecho punible; las penas; las medidas de seguridad; extincién de la accién penal y de Ia pena; y reparacién civil y consecuencias accesorias. El libro se~ 15 undo trata de la Parte Especial con referencia alos delitos en 347 aniculos distibuidos en 19 ttulos: delitos contra la vida, el cuerpo y la salud; delitos contra el honor; delitos contra la fami contra el patrimonio; delitos contra ta confianza y 1a buena fe en los nego cios; delitos contra los derechos intelectuales; dlitos contra el patrimonio cultural; delitos contra el orden econémico; deitos contra el orden financiero Yy monetario; deltos uributarios; dlitos contra la seguridad piblica; dlitos ‘contra la ecologia; delitos contra ta tranquilidad pablica;delitos contra el Es- tado y 1a defensa nacional; deitos contra los poderes del Estado y el orden ‘constitucional; delitos contra la voluntad popular; delitos contra la adminis- tracién pablica; y delitos contra la fe piblica, El libro tercero se ocupa de Jas falta en 13 ariculos distribuidos en 6 titulo: disposiciones fundamenta- Jes; falta contra la persona; falas contra el patimonio; fltas contra las buc- nas costumbres; fallas contra la seguridad piblica, y fltas contra la tranqui- lidad piblica. Antecede al aniculado del Cédigo wn Titulo Preliminar refe- rente a los Principios Generales en 10 artculos, y termina el Codigo con 4 Disposiciones Finales y Transitorias, 23 Extensiény estilo EL poder del Cédigo se extiende a todos los actos comprendids bajo la denominaci6n de delitos y faltas, con un total de 452 articulos y el lenguaje fen que est escrito merece nuestro elogio, pues su castellano es claro, senci- Ho y comprensible, y un cédigo que dice lo que quiere decir, y cémo debe decirse, sin que sobren ni falten palabras, evidentemente reduce en un cit ‘cuenta por ciento, cuando menos, los problemas de interpretacién juridica, 3. CONTENIDO DEL CODIGO Examinaremos por ahora, brevemente, la postura del Cédigo frente al ‘Titulo Preliminar. 3.1 Titulo Preliminar El Cédigo considers indispensable la elaboracién de un Titulo Pretimi- ‘nar que recoja en disposiciones positivas los grandes principios del Derecho penal contemporéneo, no s6lo para facilitar su conocimiento y aplicacién sino para hacerlos de imperativo cumplimiento, Tales principio son: objeto 16 {de Ia ley penal (at. 1); principio de legalidad (art. I); exclusin de la analo- sia (art. ID); antijuricidad (art. IV); juez natural (art. V); ejecucin penal (art ‘Vij; responsabilidad penal (ar. VII); proporcionatidad (ar. VIII); fines. de 1a sancién penal (art. IX); y régimen de leyes especiales (art. X). De esta ma- nera el Cédigo sefiaa su estructura fundamental, orientada hacia los postula- dos de la escuela dogmatica juridica, SLL. Objeto de la ley penal Articulo 1.- Este COdigo tiene por objeto la prevencién de delitos y faltas como medio protector de la persona huma- na y de la sociedad. La mision de ta ley penal consiste en proteger a la persona humana y a la sociedad, previniendo la comisién de delitos y faltas, en garantia de la paz. Juridica, Como ordenamiento de proteccién y de paz, el Cédigo Penal sirve ala proteccién de los bienes juridicos y a la salvaguadia de la paz juridica. Pero como esta misién protectora también corresponde a otras ramas del ordenamieato juridico, el Cédigo Penal guiado por el principio de interven- cién minima s6lo intervene en los casos de agresiones muy graves a bienes juridicos importantes y cuando son insuficientes otras barreras protectoras cextrapenales. En todo caso, el Cédigo Penal debe llevar a cabo su misién protectora teniendo siempre en cuenta cl nivel cultural de la época y en forma compati- ble con los derechos elementales minimos de la persona reconocidos en la Constitucién, respetando, sobre todo, la libertad y Ta dignidad humana (art. 2 yy Ss. de la Constitucidn), Sin embargo, hay que anotar que no existe contra diccion alguna entre la ambicién preventiva y represiva del Codigo y, en consecuencia, deben concebirse como una unidad, pues con el castigo del delito se pretende, al mismo tiempo, impedir wambién que en el futuro se co- ‘meta el mismo por otros o por el mismo delincuente. Para prevenir los delitos y las faltas, el Cédigo se sirve de la pena ba- sada on la culpabilidad, y de las medidas de seguridad ajustadas a la peligro- sidad (“sistema de la doble via"). Pero las medidas de seguridad no son aje~ nas a la esencia del Cédigo, sino que encajan bien en su seno: presuponen la presencia de un hecho antijuridico; normalmente no se imponen solas sino como complemento de una pena; y se imponen a través de una sentencia ju- 7 dicial y en base a un proceso jurisdiccional. Los peligros de las medidas de seguridad (superados por el Cédigo). como dice Jescitecx(1) residen en la

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