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Ana Frega

EL ARTIGUISMO EN LA REVOLUCIÓN DEL RÍO DE LA PLATA. ALGUNAS


LÍNEAS DE TRABAJO SOBRE EL “SISTEMA DE LOS PUEBLOS LIBRES”

Examen de las manifestaciones e interpretaciones que supuso el impulsar la “soberanía particular de los
pueblos” como “dogma y objeto único de la revolución”. Tema del artículo: espacio que abarcó el
“Sistema de los Pueblos Libres” y algunos aspectos que condicionaron la adhesión de las elites
provinciales a tal proyecto.

El necesario diálogo entre la historia y la geografía

Un mapa político actual de la región nos muestra 5 países diferentes (Brasil, Argentina, Paraguay,
Bolivia, Uruguay) que en todo o en parte de su territorio formaban parte del Virreinato del Río de la
Plata; dicho mapa político remarca las separaciones entre los Estados, y al interior de los mismos
desdibuja las diferencias. Un mapa físico puede ayudarnos a comprender mejor los lazos existentes en
este territorio de llanuras y perillanuras, con un sistema hidrográfico que más que barreras, brinda vías de
comunicación y aproximación.

El planteo de la autora cuestiona duramente la idea de la “naturalidad” de la separación de la Banda-


Provincia Oriental en Estado independiente a partir del límite del río Uruguay. Si algún río aparece
“separando” territorio a ambas riberas sería el Paraná; y aún así se debe resaltar que la colonización de la
Banda Oriental del Paraná se realizó desde Santa Fe, en la otra ribera. La historiografía nacionalista
argumenta que la “valla” del Río Uruguay prefiguraba la formación de un Estado independiente, lo cual
se refuta rápidamente al considerar la movilidad existente. Esto no supone negar las políticas de las
coronas española y lusitana para definir sus jurisdicciones; ni la aparición de localismos, donde los
pobladores fueron constituyendo grupos y formando “conciencias de comunidad” con diferentes grados
de desconfianza hacia los grupos vecinos (ver su trabajo sobre la región de Maldonado). Es enriquecedor
encarar el estudio de la región atendiendo al doble carácter de la frontera -zona de exclusión y de
interrelación- y, en la definición de las unidades políticas, considerar tanto las normas y los mecanismos
de represión impuestos desde los centros políticos-administrativos, como las formas de resistencia y
adaptación generadas en los espacios fronterizos.

Lo dicho para la consideración del futuro Estado Oriental es valido también para la conformación de los
espacios provinciales al interior del antiguo virreinato del Río de la Plata. Chiaramonte: la crisis
revolucionaria en el Río de la Plata significó la reasunción de los derechos soberanos por parte de las
diversas poblaciones y una fragmentación de las antiguas intendencias y las gobernaciones. Esto supuso
la aparición de nuevos sujetos soberanos. No se debe encarar el estudio con los cortes correspondientes a
los países actuales, ni tampoco tomar las provincias como un “dato”. Representación de la “Liga
Federal” o del “Sistema de los Pueblos Libres”, líneas divisorias y colores que tienden a mostrarnos una
imagen distorsionada de la realidad. Fijar en un mapa ese espacio nos da una idea de estabilidad, ajena al
vendaval que caracterizó el proceso revolucionario. Otro equivoco surge de la consideración de las
provincias como ya constituidas, pues se oculta así la conflictiva delimitación de jurisdicciones.

Hacia junio de 1815, el Protectorado estaba integrado por la Provincia Oriental, el “Continente de Entre
Ríos” (Entre Ríos, Corrientes y Misiones, donde se estaba disputando a Paraguay el departamento de
Candelaria), Santa Fe y Córdoba. El Congreso de Oriente, de Concepción del Uruguay o del Arroyo de la
China (29/06/15) resolvió el envío de una misión a Buenos Aires a fin de buscar un acuerdo. Congreso de
pueblos y provincias. Al poco tiempo las presiones de Buenos Aires lograron el alejamiento de Córdoba y
Santa Fe (ver las causas concretas).

La representación cartográfica del Protectorado lo muestra como algo firme, estable, cuando en realidad
refiere a una experiencia cambiante, en conflicto y donde fueron pocos meses en los cuales ese territorio
correspondió a la Liga Federal. A ello debemos sumar los enfrentamientos por la ocupación del suelo que
se arrastran desde el período colonial. La frontera indígena había condicionado el espacio colonizado por
los europeos:
• Santa Fe: sólo una franja sobre el Paraná, estancias instaladas sobre la otra banda del río.
• Misiones: “repartido” entre Paraguay y Corrientes.

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• Entre Ríos: 2 zonas separadas por el río Gualeguay: la occidental colonizada desde Santa Fe y la
oriental donde Tomás de Rocamora fundó varias poblaciones a fines del Siglo XVIII.

Todo esto muestra que los mapas más difundidos del Protectorado no brindan una visión ajustada de las
provincias en aquella coyuntura. Este señalamiento nos lleva a un estudio más detallado de las
características del Sistema de los Pueblos libres, un sistema de pactos inestables, cambiante e impreciso
entre los grupos dirigentes de las provincias (gobernadores, cabildos o comandantes militares) y el Jefe
de los Orientales.

Una compleja trama de alianzas

Las provincias fueron expresión de enfrentamientos entre ciudades, pueblos y villas por el control de su
territorio, la apropiación de recursos y el goce de privilegios. Y en el trasfondo de esa “lucha de
soberanías”, el conflicto social y la disputa por el poder marcaban el alineamiento de posiciones y las
alianzas. La guerra de independencia desató otros conflictos, y otras realineaciones de fuerzas. La ruptura
del orden colonial suponía la conformación de un nuevo orden, posiciones divididas en torno a quién iba
a gobernar y en base a cuál legitimidad. Los grupos dirigentes de la antigua capital proponían un estado
unitario y centralista, mientras que las “soberanías independientes” reclamaban igualdad de derechos. El
proyecto artiguista proponía alianzas ofensivo-defensivas entre las provincias preservando cada una
“todo poder, jurisdicción o derecho” que no hubieran delegado expresamente. Ello garantizaría a las
provincias tener su propia constitución y gobierno, su propio ejército, disponer de sus recursos
económicos, fijar impuestos y comerciar libremente. Privilegiaba la unión basada en el respeto a la
libertad (autonomía) frente a la separación o independencia absoluta.

Esbozado en las Instrucciones de 1813 y concretado parcialmente a partir de 1814, el Sistema de los
Pueblos Libres tuvo corta duración. La invasión portuguesa (1816) nutrió de apoyos decisivos al partido
centralista y obligó a dividir las fuerzas federales en dos frentes. Pero es necesario considerar también las
posturas de aquellos que se habían apoyado inicialmente en los artiguistas para afirmar sus derechos en el
espacio local que dominaban o pretendían dominar, es decir los grupos dirigentes que buscaban concretar
hegemonías. Estudiar la revolución en el marco más general de la construcción de un orden social en la
región e interpretar los apoyos a los distintos proyectos de organización estatal y la fragilidad de las
alianzas que apoyaron la Liga Federal, contribuirá a una más ajustada caracterización de las elites
dirigentes y su conflictiva trama de redes sociales. 2 líneas a indagar para aproximarnos a esta temática.
La primera se interroga acerca del peso económico del puerto de Buenos Aires y las relaciones
comerciales en la región. La segunda apunta a considerar los aspectos radicales del programa
revolucionario artiguista, el peso que tuvo el “miedo a la revolución social” (Barrán) en la definición de
las alianzas políticas.

* El peso de Buenos Aires

Barrán y Nahum señalaban que el objetivo de las provincias “no consistía en segregarse de Buenos
Aires…sino en apoderarse de Buenos Aires y nacionalizarlo, para que sus ingresos beneficiaran a todo
el país” El puerto de Buenos Aires había consolidado su posición relacionando áreas como Potosí, Chile
y la cuenca del Plata. Si bien los puertos orientales, en especial Montevideo, podían brindar una
alternativa al monopolio, el grueso del comercio virreinal parece haber seguido en manos de los
comerciantes afincados en Buenos Aires. La historiografía ha sostenido el carácter estratégico de Santa
Fe para el gobierno de Buenos Aires: llave para la comunicación con el interior. Eso explica que el
gobierno de Buenos Aires no haya estado dispuesto a negociar la autonomía de esta provincia, como que
haya invertido tantas tropas y dinero en su conservación. Había motivos que podían dividir a las elites
santafesinas en torno al apoyo a una u otra forma de organización del nuevo Estado. Se ha planteado que
el alejamiento de Santa Fe de la Liga podía obedecer a la caída del puerto de Montevideo en manos
portuguesas y la imposibilidad de contar con una vía de salida alternativa. Ello no alcanza sin embargo a
explicar las oscilaciones de la alianza. Por otro lado es interesante examinar como influyó el hecho de que
con la crisis colonial el puerto de Santa Fe y su elite mercantil pasaran a ocupar un lugar primordial en el
comercio de Paraná. Por ejemplo el comercio de yerba mate, ya fuera que se tratara de yerba mate del
Paraguay o que se incorporará producción de Brasil, el eje articulador era Santa Fe: “Un mismo grupo,
aliado en sus intereses, santafesinos, porteños e ingleses, extraen yerba y tabaco, además de cueros, y
colocan yerba y tabaco de menor calidad y toda clase de productos importados” (Claudia Wentzel).

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Al hecho de que desde el período colonial Buenos Aires concentrara la mayor parte del comercio de la
región se agregaban las medidas concretas tomadas a partir del enfrentamiento entre federales y
centralistas. La defensa de las “soberanías particulares” no se agotaba en lo político. Para el artiguismo
fue una prioridad fijar tarifas aduaneras diferenciales que privilegiaran a los puertos de la Liga. El
gobierno de Buenos Aires por su parte, decretó la liberación del pago de derechos de alcabala y consulado
a la introducción de cueros de toro, vaca, novillo y bagual y a su exportación ultramarina. Abarcaba las
introducciones hechas de “todos los pueblos del interior, incluso la Banda Oriental y Corrientes”. Se
buscaba direccional el comercio de cueros hacia el puerto de Buenos Aires, aun cuando la región de
donde provenía la mayor cantidad (litoral y Banda Oriental) se hallaba fuera de la dependencia de esa
plaza.

Las preguntas quedan entonces planteadas: ¿cuánto era el apoyo que esas provincias, en construcción,
iban a brindar al Sistema de los Pueblos Libres? ¿Hasta que punto era posible “desligarse” de Buenos
Aires? ¿En qué medida estaban dispuestas las elites provinciales a mantener su apoyo para la
conformación de ese Sistema que implicaba la alianza ofensiva-defensiva de cada provincia con las
demás? ¿Cómo entendían la soberanía particular de los pueblos? Aparecen así las distancias entre el
objetivo de constituir un Estado con los territorios del antiguo Virreinato del Río de la Plata que
reconociera las soberanías particulares, y los intereses de las elites lugareñas.

* El temor al desorden social

Crisis revolucionaria en el Plata, en la que se pueden identificar tres facetas:


• Guerra de independencia, contra España y cualquier otra potencia extranjera.
• Revolución política, donde se enfrentan diversos proyectos de construcción estatal, monárquicos
y republicanos, unitarios y federales.
• Revolución social, lucha por el poder al interior de las provincias, donde este proyecto de
soberanía particular de los pueblos podía leerse en términos de igualación de los desiguales.
El Cabildo de Montevideo marcó en varias ocasiones su discrepancia con el artiguismo, pues veía a
Artigas solamente como el Protector que podía evitar la “anarquía”. La guerra, con la necesaria
integración popular de los ejércitos generaba grandes temores. Al inicio de la revolución, Artigas contaba
con sólidos vínculos entre los “gauchos”, los indios, los ocupantes de tierra y los hacendados, que le
permitían actuar como “puente” entre grupos sociales heterogéneos. Sin embargo, la prolongación de la
guerra y el énfasis puesto en los derechos de los “más infelices” fue transformando la visión que las elites
tenían de Artigas, pasando a ser un “jefe de bandidos” que “transformaba” a negros e indios en fuerza
militar a la que había que obedecer, proponía alternativas a la reducción violenta de los indios infieles y
propiciaba que “los más infelices fueran los más privilegiados” (Art. 6 del Reglamento Provisorio…).
Las elites locales manifestaron su apoyo al Sistema de los Pueblos Libres como posibilidad para afirmar
su dominio en una provincia-región, pero no estaban dispuestas a cargar con el peso de la guerra, máxime
cuando la radicalización de la revolución artiguista parecía amenazar sus posiciones y posesiones. Temor
a las acciones de los ejércitos abarcaban un espectro social mayor que el de los grupos privilegiados.
Ejemplo: labradores y estancieros, que debían financiar las acciones militares, que eran objeto de
saqueos, etc. Sin embargo, no estaba en ellos la posibilidad de negociar una alianza con portugueses y
porteños. Aunque ese “temor al desorden social” pudiera referirse a la confusión e inseguridad que
acarrea todo conflicto bélico en si mismo, ese “temor” iba más allá: reflejaba la prevención de las elites
frente a una “amenazadora” aspiración a la igualdad por parte de grupos sociales y étnicos antes
sometidos. Se percibía que ese énfasis en la igualdad apuntaba a transformar el “orden del universo”,
pues orden político y orden social debían reconocer las jerarquías “naturales”. El apoyo de las elites
hispanocriollas se mantuvo hasta tanto lograron crear, o construir mediante alianzas, un sistema defensivo
que no dependiera del ejército artiguista. En la provincia oriental eso se tradujo en el apoyo al gobierno
portugués; en Santa Fe y Entre Ríos, ello ocurrio cuando lograron imponer ciertos reclamos al gobierno
de Buenos Aires en el Tratado de Pilar de 1820.

Estudiar el artiguismo en la revolución del Río de la Plata supone abordar las articulaciones locales,
regionales y sociales de las elites, los sectores populares y su conflictiva trama de redes sociales desde
una perspectiva espacial no restringida al territorio que luego sería el Estado Oriental.

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[Ana Frega, “El artiguismo en la revolución del Río de la Plata. Algunas líneas de trabajo sobre “El
sistema de los pueblos libres” en Ana Frega e Ariadna Islas (coords.) Nuevas miradas en torno al
artiguismo; Departamento de Publicaciones de la F. H. Cs. E, Universidad de la República,
Montevideo, 2001.]

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