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Ana Frega (2003b)

PERTENENCIAS E IDENTIDADES EN UNA ZONA DE FRONTERA. LA REGIÓN DE


MALDONADO ENTRE LA REVOLUCIÓN Y LA INVASIÓN LUSITANA (1816-1820)

La región de Maldonado, en el sureste de la Banda oriental, era y es una zona de fronteras. Constituía un lugar
de pasaje y de refugio entre los territorios portugueses y españoles. Si bien los pobladores fueron
constituyendo grupos y formando “conciencias de comunidad” (de un “dentro” y un “fuera”, de un “nosotros”
y un “ellos”) con diferentes niveles de “desconfianza” hacia los grupos vecinos, el estudio de la región no
puede limitarse a los enfrentamientos por la ocupación del suelo. La historiografía de corte “nacionalista” ha
trazado líneas divisorias “recortando” un territorio que consideraba “nacional” y ha descuidado el estudio de
la diversidad al interior de ese espacio construido. Historiografía que ha asimilado los fenómenos de
diferenciación y relativa autoidentificación de los pueblos con la “identidad nacional”. El artículo propone
incursionar históricamente en una región habitada por indígenas, “americanos”, “europeos” y “naturales de
los dominios de Portugal”, africanos, “extranjeros”, en un período marcado por la revolución radical artiguista
y la invasión portuguesa. El propósito es brindar una aproximación a loas múltiples vinculaciones,
sentimientos de pertenencia y posiciones políticas que los habitantes de Maldonado asumieron entre 1816 y
1820.

Maldonado: una zona de fronteras


San Fernando de Maldonado fue designada como cabeza de jurisdicción del departamento de ese nombre,
creado a comienzos 1816 por el gobierno artiguista. Además de la jurisdicción de la ciudad, el departamento
abarcaba las villas y partidos de Minas, San Carlos, Rocha y Santa Teresa. En tanto “puerto menor” durante la
colonia se había desarrollado en Maldonado un descontento contra la “especie de pupilaje” que le imponía
Montevideo. La multiplicidad de orígenes de sus habitantes y la modalidad de asentamiento (migración
espontánea, traslado forzado), eran otras expresiones de la complejidad de la región. Sin embargo, debe
tenerse en cuenta que las identidades de origen suelen tornarse difusas en la frontera. Del recorrido realizado
por el naturalista francés Auguste de Saint-Hilaire, que recorrió la zona a fines de 1820, cuando hacia pocos
meses que el territorio había pasado a dominio portugués, puede verse la diversidad y complejidad de esta
zona fronteriza [ver… descripción de las distintas villas visitadas por el francés]

La guerra en la frontera
Por su ubicación geográfica, la región de Maldonado fue la primera en sufrir los avances del ejército invasor
portugués. La situación se complicaba más en tanto la invasión se producía en un territorio que ya se hallaba
en guerra, dividido entre “europeos” y “americanos”, así como entre “orientales” y “aporteñados”, sin que los
límites entre los bandos estuvieran claramente definidos.
Pierre Vilar: estudio de las relaciones existentes en una “zona-frontera”. Zona de frontera, lugar de tránsito y
de tráfico, siendo frecuentes las arreadas de ganado a uno y otro lado de la “línea”, o el refugio de desertores
de uno y otro bando. Para las poblaciones fronterizas de la Banda Oriental, mantener y acrecentar los vínculos
con los territorios de Brasil era cuestión de subsistencia. Intercambios a escala menor, lazos familiares y de
amistad, mudanzas a un lado y otro de “la línea”, mostraban una gran adaptabilidad a los cambios políticos.
Un segundo aspecto a tener en cuenta alude a las divisiones al interior de la sociedad. Vilar hace referencia a
la “dualidad conservadurismo-rebelión”, donde las clases dirigentes se inclinarían hacia la moderación y el
conservadurismo, mientras que las clases populares serían proclives a la rebelión. La región fue la primera en
sufrir los avances del ejército y la elite de san Fernando fue la primera en ensayar un modelo de relación con
los invasores. Pero la región fue también lugar de resistencia del ejército oriental y el último punto en aceptar
la autoridad del nuevo gobierno instalado en Montevideo.
Antes que pelear, la elite local prefirió negociar. Acuerdo entre el comerciante Francisco Aguilar y el Conde
de Vianna el 22 de noviembre de 1816, que incluyó los siguientes puntos: los funcionarios conservarían sus
empleos, los militares podían dejar su servicio, los habitantes “dispersos” podrían volver libremente a sus
casas, etc. Este acuerdo definió los alcances de la nueva alianza que las elites urbanas ensayaron para
mantener su “orden”.

1
Diferente era la situación de la campaña. La región se transformó en teatro de operaciones -y fuente de
recursos- del ejército oriental. La organización de guerrillas corría por parte de gente del lugar. Cuando la
prolongación de la guerra y el tráfico clandestino anunciaban la privación de recursos, las disposiciones
prohibieron la matanza con destino a la salazón de carnes, se limitó la introducción de cueros que no fueran
producto del consumo de la casa y se dispusieron controles sobre la propiedad de los ganados introducidos
para el abasto. Esta situación tenía un límite, y el año crítico de 1819 marcó la necesidad de cambiar el rumbo.
Luego de la derrota artiguista en Tacuarembó a comienzos de 1820 las negociaciones se aceleraron. Perdida la
esperanza, se buscó preservar el espacio local y se aceptaron las condiciones de la Comisión Representativa
del Excelentísimo Gobierno de la Provincia.

Identidades y pertenencias
En este escenario, Saint-Hilaire indagaba entre los pobladores sus impresiones sobre la reciente guerra y el
destino del territorio. Si bien el enfoque está fuertemente teñido del eje “civilización y barbarie”, los
informantes del francés cubrieron un amplio espectro social: hombres y mujeres, residentes en los centros
urbanos o en la campaña, de distintos orígenes, pertenecientes a distintos grupos sociales y étnicos.
Presentación esquemática de los testimonios recogidos:
1- Extranjeros (ingleses y franceses). Dedicados mayoritariamente al comercio, no son un grupo
numerosos, pero si poderoso y han aprovechado su calidad de extranjeros para evitar la leva y
acrecentar sus negocios, manteniendo su posición con independencia del gobierno de turno.
2- Españoles peninsulares. Dentro de estos se destaca un núcleo de fervientes partidarios del retorno al
dominio español. Detestaban a los portugueses tanto como a los patriotas. Por un lado había razones
de tipo económico; por otro, la identidad española y la secular rivalidad con los portugueses seguía
fuerte. Pero no todos los “europeos” eran partidarios del retorno a la dependencia de España. La
pertenencia al lugar de origen podía cambiarse por la “patria” adoptiva. Pero también podía
desdibujarse frente a intereses de clase.
3- Portugueses y naturales de los territorios de Brasil. En este caso los testimonios están divididos
según su posición en el reparto de las riquezas de la provincia. La cuestión no era tanto el lugar de
nacimiento, sino la relación con el ejército invasor ya que la zona de ocupación se convertía,
inevitablemente, en fuente de recursos y gratificaciones. También hubo naturales de Río Grande que
se sumaron a la defensa del territorio frente al avance portugués.
4- Americanos. Los casi cuatro años que se sostuvo la resistencia armada contra los portugueses
podrían ser un indicador de adhesión a la causa revolucionaria. Sin embargo, no siempre los apoyos
fueron voluntarios. La prolongación de la guerra, y con ello, las contradicciones entre un apolítica de
conservación de la producción por un lado y las exigencias de la guerra por otro, replanteaban la
adhesión al “sistema de los pueblos libres”.
Los testimonios presentados por Saint-Hilaire corresponden a quines tenían “algo que perder” con la guerra,
esto es, hacendados y comerciantes principalmente. A las lealtades “ambivalentes” que suponía una situación
de frontera donde lo común eran los lazos personales entre los pobladores de uno y otro lado de la “línea” y
donde los vínculos con los respectivos gobiernos centrales eran débiles, se sumaba otro elemento: los
pobladores de la frontera eran el blanco de los ataques de todos los bandos. No es posible asociar la idea de
independencia absoluta a la presencia de un sentimiento de nacionalidad ni tampoco lo inverso. Intereses más
cercanos y concretos como la defensa de vidas y propiedades parecían guiar su accionar.

A modo de final
La región de Maldonado sufrió los efectos de la guerra contra españoles y portugueses y los enfrentamientos
entre las diversas corrientes de la revolución. Sus pobladores, habitantes de una frontera abierta, lugar de
tránsito y de tráfico, mostraban a fines de 1820 una impresión altamente compartida de rechazo a los efectos
de la invasión. A su vez, el ensayo de varios gobiernos había mostrado las dificultades de conciliar las
“soberanías particulares”, la autonomía del espacio local, con los intereses del poder central.
Por otra parte, las posturas se definieron más en función de la posición social que del lugar de nacimiento.

2
[Ana Frega, “Pertenencias e identidades en una zona de frontera. La región de Maldonado entre la
revolución y la invasión lusitana”, en Histórias Regionais do Cone Sul, Edunisc, Santa Cruz do Sul,
2003, pp. 121-146]

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