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Doscientos ventiún años atrás, en una sala que todavía existe del otro
lado de la calle, un grupo de hombres se reunieron y, con estas
simples palabras, lanzaron el improbale experimento de America en
democracia. Granjeros y estudiosos; estadistas y patriotas que
viajaron a través de un océano para escapar de la tiranía y la
persecución finalmente hicieron realidad su declaración de
independencia en una asamblea en Philadelphia que duro hasta la
primavera del año 1787.
Estas personas son una parte de mi. Como son una parte de America,
este pais que amo.
Pero la raza es un tema que yo creo que esta nación no puede darse
el lujo de ignorar ahora. Estaríamos cometiendo el mismo error que el
Reverendo Wright hizo en sus ofensivos sermones acerca de America
– simplificar y estereotipar y amplificar lo negativo hasta el punto de
que distorsiona la realidad.
El hecho es que los comentarios que se han hecho y los asuntos que
han salido a la superficie en las ultimas semanas, reflejan las
complejidades de la raza en este país y que nunca realmente hemos
trabajado sobre ellas – una parte de nuestra unión que todavía
tenemos que perfeccionar. Y si nos alejamos ahora, si simplemente
nos retraemos a nuestros respectivos rincones, nunca podremos
juntarnos y resolver los desafíos como salud, o educación, o la
necesidad de encontrar buenos trabajos para cada americano.
Tal como la ira negra suele ser contraproducente, así también estos
resentimientos blancos distraen la atención de los culpables reales de
la compresión de la clase media – una cultura corporativa plagada de
negocios internos, practicas contables cuestionables, y avaricia de
corto plazo; un Washington dominado por lobistas e intereses
especiales; políticas económicas que favorecen a unos pocos. Y
todavía, desear que se vayan los resentimientos de los americanos
blancos, etiquetarlos como equivocados o incluso racistas, sin
reconocer que están enraizados en preocupaciones legitimas – esto
también ensancha la división racial, y bloquea el camino al
entendimiento.
Esta vez queremos hablar de las fabricas cerradas que una vez
proveían de una vida decente para hombres y mujeres de cualquier
raza, y las casas en venta de una vez pertenecían a americanos de
cualquier religión, cualquier región, cualquier clase social. Esta vez
queremos hablar acerca del hecho que el problema real no es que
alguien que no se ve como tu puede tomar tu trabajo; es que la
corporación para la que trabajas enviara el trabajo al extranjero por
nada mas que un beneficio.
Hay una historia en particular que quisiera dejarles hoy – una historia
que conté cuando tuve el honor de hablar en el cumpleaños del Dr.
King en su iglesia natal, Ebenezer Baptist, en Atlanta.
Hay una joven blanca de veintitrés años llamada Ashley Baia que
organizaba para nuestra campaña en Florence, Carolina del Sur. Había
estado trabajando para organizar una comunidad mayoritariamente
afroamericana desde el principio de esta campaña, y un día estaba en
una discusión en una mesa redonda donde todos iban contando sus
historias y porque estaban allí.
Ella sabia que la comida era uno de los gastos mas caros, y entonces
Ashley convenció a su madre que lo que a ella le gustaba y realmente
quería comer mas que cualquier otra cosa era sandwiches de
mostaza y pickles. Porque esa era la manera mas barata de comer.
Ella hizo esto por un año hasta que su madre se mejoro, y les dijo a
todos en la mesa redonda que la razón por la que se había unido a
nuestra campaña era para ayudar a los millones de niños en el país
que querían y necesitaban también ayudar a sus padres.