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• Crea el relato del niño, por más inverosímil que le resulte. Un niño que cuenta
una experiencia sexual, no está inventando. Transcribimos un caso relatado en
el libro Abuso sexual infantil intrafamiliar, de Marta Podestá y Ofelia Rovea.
1
• Nunca lo haga responsable por lo que pasó. Felicítelo por haber confiado en
usted.
• Guíe a la víctima al perdón. ¿Al perdón? Sí, aunque resulte inverosímil. Este
paso se aconseja cuando ha transcurrido tiempo desde el abuso, pero la
persona sigue ligada a ese pasado de dolor y amargura. No intente hacerlo con
un hecho reciente porque vulnera nuevamente a la víctima que,
emocionalmente está muy afectada.
2
• El perdón no es olvido. Nadie puede olvidar el pasado. Ser sanado
interiormente no significa olvidar lo que pasó, sino recordar sin dolor.
• El perdón no es sentimiento. El perdón es una decisión voluntaria y pensada.
La persona ofendida decide perdonar aunque no lo sienta y lo hace para su
propio beneficio. ¡El perdón es el camino a la libertad!
La restauración es posible
Dios prometió restaurar y cumplió su palabra cuando envió a su Hijo Jesús para redimir
a la humanidad. La restauración en Cristo es completa, liberadora y eterna.
La gran noticia es que, aunque su sexualidad haya sido estropeada o afectada, Dios
desea restaurarla completamente. Restaurar significa restablecer la condición original
de algo o de alguien; volver al estado primario.
En 1480, Miguel Ángel pintó los frescos de la Capilla Sixtina, en Roma. El transcurso de
los años, más las inclemencias del tiempo, hicieron que aquellas primeras pinturas
fueran perdiendo color y brillo. Posteriormente se realizaron varios trabajos cuya
finalidad era mantener las figuras de los frescos lo más fieles posible al original; para
ello fueron superponiéndose capas de resinas con el fin de reavivar el color. Pero, por
la acumulación de diversos residuos que se pegaron a las resinas, cuando algún
observador se acerca para deleitarse con las pinturas, termina decepcionado pues ante
sus ojos no tiene la pintura original, sino sólo un emparchado. Pinturas sobre pinturas
que esconden los desniveles en las paredes producidos por el desgaste del tiempo.
La restauración que Dios trae no es una capa que oculta el dolor o la culpa sino que es
el remedio para borrar, quitar, sanar, curar y limpiar. La tarea del Espíritu Santo no es
“emparchar”, sino rehacer.
Desde el inicio del Nuevo Testamento, Dios brinda a cada persona el milagro de la
restauración. El libro de Mateo comienza con la genealogía de Jesús, que incluye a
cuatro mujeres. Este dato de por sí es raro, porque las genealogías se establecían
sobre la base de los varones por sus casas y no a las mujeres; y lo más llamativo es la
historia de cada una de ellas.
3
- Betsabé, víctima de acoso sexual del rey David, quien terminó
asesinando al esposo.
Todas, pese a lo que habían vivido, fueron honradas por las generaciones venideras.
Aparecen como familiares directos de Jesús.
¡Qué gran oportunidad para recibir una restauración completa! En Dios podemos
capitalizar las desventajas. Contamos con el poder de Dios para convertir un menos en
un más. Y prepárese, porque cuando algo es restaurado por Dios siempre crece, se
multiplica y mejora; de manera que la condición final supera al estado original. Así
ocurrió cuando Dios restauró a Job tras las pruebas terribles; le dio el doble de lo que
había perdido y lo bendijo más abundantemente en sus últimos días que al inicio de su
vida (Job 42:10-12).
Lo mismo desea hacer con usted. Al restaurarlo, Dios quiere hacer su vida mucho más
plena y fructífera de lo que jamás siquiera imaginó. Anímese, no deje que el diablo lo
mantenga sentado. Visualice su porvenir sin limitaciones. Su pasado no lo/la
condiciona. Si está en Cristo, tome esta promesa: “El Señor es el Espíritu y donde está
el Espíritu de Dios, allí hay libertad”. No se condene más. No pierda la oportunidad de
que Dios lo involucre en una obra maravillosa y eterna. Sirva sin ataduras. El mejor
canto de gratitud hacia nuestro Señor es vivir en el poder de su restauración.
Querido amigo, estimada amiga, sin importar lo que haya vivido o a quién haya usado
el diablo para destruirlo, nada puede detenerlo porque Dios se ha propuesto
bendecidlo/la y, en sus manos poderosísimas, todo lo malo puede ser cambiado en
bueno. No se quede atado al dolor del pasado. Renuncie a la mentalidad de víctima.
Una cosa es ser víctima en alguna ocasión o en ciertas circunstancias, y otra muy
distinta es tener una mentalidad de víctima. Si vive encadenado al pasado no podrá
disfrutar de las prosperidades que Dios ya ha preparado para este tiempo de su vida.
Efesios 2:10 dice que cada día Dios prepara buenas cosas para que vivamos en ellas.
No se quede más al costado del camino. Levántese. Sacúdase del dolor por el pasado y
emprenda con fe una nueva etapa en su vida. (Continuará)
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