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Cone? ceso (Docamento dt Trabajo) DIALECTICA DE LA DEPENDENCIA Ray Mauro Marini ~1972- CENTRO DE ESTUDIOS sSOC10—~ECOKOMICOB FACULTAD DE CIENGIAS ECONOMICAS UNIVERSIOAD DE CHILE ‘Arvotin Grpatic WY 620 » Tadhg Som eaage an the «+; al comercio exterior, cuando cdg clomentos {también en cuanto @ sv valor), no. hhoce més que devplazar las contra @iccionea a una esfera més extenes, abyiendo ante ellas un campo mayor de vec MARX alin) “Aceleraz la acumulacién mediante % un desarrollo superior de 1a capaci- ded productive del trabajo y acele- tacién del trabajedor, eon dos pro- cedimicntos totalmente distintos'. Yj “yg Faria a través do una mayor explo MARK En aus andlisis de la dependencia latinoamericana, los investigado- res merxistas ban incurride, poz lo general, endas tipos de desviaciones: ta svstitucién del hecho coneretn por el concopto abstracte, o Ia agultera- cin del concepts en nombre de una realidad rebelde a aceptario ex su for~ mulacién pura. En el primer cavo; el resultado ha sido los estudios mar- xistns dichos ortadoxos, en Iso cuates 1a dinSmica de los procesos estudia- dos se vacts en una formelizacidn que.es incapaz de reconstruiria a nivel de le exposicign, y on los que Is relacién entre le concrete y le abatracto se rompe, para dar lugar » devcsipciones empiticas que corren paralela- mente 5] discurso teérico, sin fundirse cor é1; eato se ba dado, sobre todo, ex el campo de Je historia econémica, El segundo tipe de desviaciéa ha si- ao ma frecuente en ul campo de la socologia, en el que, aate Ja dificultad de adecuar 2 una realidad categeriaa que 20 han sido diseizdas especitica~ mente para élla, lox estudiosos dc formacién marxiata reeurren aimulté~ neomente a otros exfoquea metodolégices y tedricos; 1a consecuencia nece- zatia de este procedimiento eg el eclecticismo, 1a falta de, rigor concepteal y metodolégico, y en protendido enriquecimiento del marxiamo, que ae mhz Bier a2 negaciéa, 2 Estas desviaciones nacen de una dificultad real: trente al perdéme~ tro del modo de produccisn capiiulista puro, 1a economie. latinoamericans presenta peculiarideies, que ee dun a veces como insuficiencias y otras “no siempre distinguibles icilmente de las primeras~ como deformacio- nes, No es por ta:io a-cidental la recutrencia en los estedios sobre Amé- rica Latina de le nucidn de “pre-capitilismo". Lo que hebrfs que decir es que, ain cuando sc trate realmente de un deserrotia inseficiente de las relaciones capitalistas, esa wociin se refiere a espectos de una realidad que, por su estructura global y sy fincionemients, no podrd nunca desarro- Harse de Je micma forme como ge han desarrollado las ceouomias capita- Jigtes dichas eveuzadae, Es por lo use, més que un pre-cepitalisme, lo que se ti Slismic Sui generisis, que slo cobra sentido silo contemplames en la perspe oy nacional, como y principalmente 2 tavel internecional. one es ua w: Esw es verdad sobre tedo cutade nos referimos 21 moderne capit lismo industria? latincemericeno,tni camo » ven los dos diti- masdécadas. Pero, on suaspecto mis general, lapropoviciia e9 vélida tain- bién pera cl perfode inmediatamenic precedente y ain pave la ctopa de la economia exportadora, Es obvio que, en el iltime caso, le insuficiencia prima todavia sobre 1a distursién, pero si gueremos entender cdmo una, se convirtié en 1 otre es a It luz de ésta que debemos estudiar aquéa. En otros términos, ¢s el conocimiento de la forma particular que acabd por adoptar el capitalismo dopendiente Latinoamericano que ilumina el es~ tudio de su gestaciér y permite conocer enalfticemonte las tendoncias que desembocaron en este resultado. Pero, aqui, como siempre, 12 verdad tiene un doble sentido: si es cierto que el estudio de las formas sociales més desarrolladas erroje luz gobre las formas més embrionarias (c, para decirio con Matz, "Ia ana- tomfa del hombre es une clave para la anatomf2 del mono" (1), tembign es cierto que cl desarrollo tolavia insufiviente de une sociedad, al resalter ua elemento simple, hace més comprensible su forma m&s comploja, qve integra y subordine dicho elemento. Como le sefiale Mar: "(.24) la categorfa mé: le puede expresar leg releciones do- minantes de un todo no des*rollado 0 les relaciones subordinadas de un tode més desaxrollado, relaciones que existia ya histérica- mente antes de que el tode se desarrollare ex el gentide expreszdo por una categoria més conercta- S410 ontonces el camino del pen- samiente abstracto, que se cleva de lo siraple a lo complejo, podria corresponder al proceso histSvico real" (2). En la identificacisn de esos slementos, Jas catagorias marxistas deben aplicarse, pues, 2 la realidad como instruments de anélisis y enti- cipaciones de su desarrollo ulterior. Por otra parte, esas categorfas na pueden rremplazar o mixtificar los fenémenos a que se aplican; es por Io que ol asdlisis tiene que ponderarias, sin que esto implique en aingén caso tempor con el hilo del zazonamiento marxiste, injerténdole cuerpos que le son extrafios y que no pueden, pues, ser asimilados por él. El rigor con- ceptual y metodolégico -a ‘ge reduce en ditime instancia la ortodoxia marxista. Cualquier limitacién al procese de investigecién que de allf se derive no tiene ya nade que ver con Ia ortadoxia, sino tan 36lo con el dog~ matisme. Forjade al calor de la expansién comercial promovida, en el siglo XVI, por el capitalismo naciente, América Latina se desarrolla en estre- cha consonancia con la dinSmica del capital internacional. Colonia produc - tora de metales preciosos y géneros exéticos, en un principio, contribuyS al aumento de los tlujos de mercanefas y a la expansién de los medios de Pago, que, al tempo que permitfan el desarrollo del capital comercial y bancario en Europa, apuntalaron el sistema manufacturero europes y alla- naroa@icamino 2 la creacién de Is gran industria, Le revolucién industrial, que derd inicio « ésta, corresponde en América Letina a la independencie politica que, conquistada en las primeras décadas del siglo XIX, haré sur- gir, con base en la nervadura demogréfica y administrativa tejida durante la colonia, un conjunto de pafses que entran a gravitar cn torno a Inglate- rra, Los flujos de mercancias y, yostoviormente, de capitales, tienen en éste ou punto de entroncamicnto: ignevinose los unos los etros, los nue- vos paises se articularSn directamente con Ja metrépoli inglesa y, en fan- cién de los requerimietos de éstn, entrardn a producir y a exportar bienes primarios, en cambio de manafacturas de consumo y -cuando la exporta- cidn supera sus importaciones- de deadas (3). Es a partir de este momento que las relaciones de América Latina y los centros capitalistes europeos se insertan eh una estructura definida, Ja divisién internacional del trabajo, que determinaré el curso del desarro- Wo ulterior de la regién. En otros términos, es a partir de entonces que se configura la dependencia, entendida como una relacién de subordinacida en- tre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de produceién de las nacienes subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproduceién ampliada de la dependencia. El fruto de la depen~ dencia no puede ser por endy sino més depentencia, y su Hguidacién supo- Re neceseriamemtt Ia supresidh de las reliciones de preduccién que elle involucre. En este sentids, Ia e,nocida Mrmula de Andre Gunder Frank, sobre ei "desarvotlo Ge} subdesicroilo", ex impecable, como impecnbles son las conclusiones politicas a que etla conduce (3). Laa eriticas que le han aldo hechas raprescaten mucase vecua un paso atrés on can formal sién, en nombre de precision preluitjen teérieas, pers que snes Sin embargo, y allf reside 1a debitidad real del trabajo de Frank,la sitaacién colonial ne ea lo mismw «se Js aitunsica de depeadencia. Aunque se de una continuide! oxtro aman, cllns no son Lempgéneas; como bien lo dice Ganguilhom, “el cardeter progresive de un acontecimionte no exclays Ja originalidad de! acontecimtento” (5), La dificulead del andlisis tedrico est4 precisamente on captor eva originalidad y, sobre todo, en digcernir el momenta oi que Ja originalidad implica un cambio de cualidad. En lo que se refiere a les relaciones internacionales de América Latina, st, como se- flalamos, ésta desempefs un pape! relsvante en la formacién de la economiz capitelista moyndiel (principalmente con cu preduccién de metales preciosos on ios sigloy XVI y XVIL, pero sobru todo on cl ¥Vill, grecies a la coinci- dencia entre ol descubrimiente del oro bravilede 7 el aage manufacturero inglés (6}, s6lo on el curso del ciglo XIX, y especificamente después de. 1840, su articvlacién con ese economfa mundial se realiza plenamente (7). Esto se cxplica si consideramos que no es sino con el surgimicnto de la gran industria que se establece en bases sélidas la divisidn internacional del tre- bajo (8). La creacidn de Ja gran indwstvia moderna se habrfa visto fuerternen- tw obstaculizada si, no habicnda contade con los paises dependientes, debic~ rs realizarse sobre una base ertrictamente nacionel, En efecto, el desarro- No industrial supone une gran dicponibilidad de bienes agricolas, que permi- ta especializar parte de le sociedad en la activiled espectficamente indus ~ trial (9). En ef caso de Is industriatizaciin exropea, el recuree a la simple produccién agricola interna frenar‘e 1s extremade especielizaciéa producti- ve que Ia gran industria hocis pauible.El fan: te incromento de la clase obyere industrial y,engeneral, de Ta yciincign urbana ccupada on la industria y en los servicios, que sq vorifica on los patses industriales en ol sigio pasado, no habrfa pedido tener lugar si estos uo hubieran contado con los medios de subsistoncia de oxigen egropecuario, proporcionados en forme significetiva por los paises latinoamericanos. Este fua lo que permitis profundizar le di- in del trebajo y ospecializar a los patser industriales como productoras mundiales de manufacturas. Pere no se zoqumié a cote le funcién cumplida por América Latine em el desarrollo del capitatiemo: a ou capacidad para crear una ofert: mum dial de alimentos, que apsrece come condicién necesaria de su insercién en la economfa internacional capitelista, se agregard pronto la de contri- buir 2 la formaciéa de un mercado de materias primas industriales, cuya importancia crece en funcién del mismo desarrolle industrial (10}, Ei ere- cimiento de Is clase trabajadora en los pafses centrales y ia elevaciéu ain mis notable de eu productividad, que resultan del advenimieate de le gran industria, Nevaron a que 1a masa de materia primes voleade al proceso de produteién aumentara en proporeién superior (11). Siendo, pues, Ja fun- eign que llega mis tarde a su plenitud, ésta es también 1a que se revelarfa, como la mde duradera para América Latina, manteniendo tods se impor- tancia adn después que la divisidn internacional del trabajo haya aleanzedo ua nuevo petamar. Le importante a considera: auf cs que Iss fonciones que cumple América Latina en Ia economfs capitalista mundial trascienden la mers respuesta a los requerimientos {fsicos inducidos por la acumulacién en los paises industrialea, MSs allf de facilitar el crecimiento cuantitative de e+ tos, In participacién de América Latina en el mercado mundial contribuiré 3 que ef cje de Ia acurmulacién en la economia industrial sa deaplace de Ia produccién de piusvalis absoluta a la de plusvalfa relativa, es decir, que ja acumulacién pase a depender més del aumento de la capacidad producti- va del trabajo que simplemente de Ia explotacién del trabajador. Sin em= bergo, el desarrollo de la produccién Iatinoamericana, que le permite 2 la tegidn coadyuvar este cambio cualitativo en los paises centrales, se da- +4 fundamentalmente con base en una mayor explotacidn del trabajador. Es este cardcter contradictorio de la dependencia latinoamericana, que hace & les relaciones de produccién en e1 conjunto del sistema capitalists, lo que debe retener nucatra atencida. La insercién de América Latin ca Ya economis capitslista responde @ laa exigencias que plantea en low pafses industriales el aso a Ia produc- cién de plugvelfa relative. Esta se entiende como una forma de explotaciéa del trabajo asalariads que, fundamentalmente con base en la transforma- eign de las condiciones técnicas de producciéa, results de la desvaloriza- eign real de Ia fuerza de trabajo. Sin ahondar en la cuestiéa, convienc he- cer aguf algunas precisiones que se relaciovsn con nuestro tema. En lo esem dn que suete establsc: 1, tritaas de disipar ‘a ceri ants; phrawalia relativa y el de preductivitad Eu efe:t i in dela pin svelinvelstive. unemnyor de pos of un acaents de Is plno- - Al aumentar Is productividad, el trabajador sdlo eres mia productos en ¢l mistno tiempo, pero no mis valor; ex justimente este he- cho que leva al capitelicts individual a procurer el aumento de productivi- dad, ya que ello le permite rebajar el valor individual de su mercancia,en relgcién #1 valor que las condiciones generales de la produccién le atribu- yen, obteniendo anf una pluevalfa superior # la de sus competidores - 0 sea, una plusvalfa extraordineria, Ahore bien, es2 plusvalla extraordinaria al- tere el reparte general de le plusvelis entre lus diverses capitalisias, al traducitse en ganancie extracrdinarie, pero no modifica el grado de explo tacién del trabajo on la economia en la rama considerada, es decir, no Incide et la cuota de plnsvale, Si el procedimiento técnico que permitis el aumento de productividad se generaliaa 2 las demas empresas, y por ende se uniforma la tasa de productividad, eo no‘scarrea tampoco ei au- mento de Ja cuota de plusvaliz: se habré tan sélo acrecentado la masa do Productcs, ain hacer vetiar eu velor, o lo que es la mismo, ol valor social de ie unidad de producto se reduciria en términos proporcionzles el oumen- to de productividad del trabajo. La consecuencia seriz, pues, no el incre mento de la plusvalia, sing més bien se disminacién. Esto se debe a que lo que determina la cuota de plusvalfa no es le productividad del trabajo on sf, sino el grado de explotacién det trabajo,o sea, Je relacién entre ¢l tiempo de trabajo excedente (en el que el obrero produce plasvalfa) y el tiempo de trabajo nécesario (en el que el cbzero re- produce el valor de su fuerza de trabajo. esto es, el equivalente de su sa- larig} (12). Sélo 1a alteraciéa de esa proporcién, ea un sentido favorable al capitalista, es deci, mediante el eumento del trabajo excedente sobre elaccesario, puede modificar la cucta de plusvalfa, Para esto, 1a reduc- cia del valor social 49 Inc mercanctns dcbe incitix on hintwes necasatins 2 Ie roprodueci*< de In fieraa de trebaj wele deoty biews-enlarics. Wa bp. alfa relativa esti ligeda pues indis tables: -t. 9 In deavalorizacién de los bienes-salaric, pare lo que concurre en general, pero, no forzosa- mente, la productividad dal trabajo (13). Esta disgresise era indispensable si queremios entender bien por- qué Ia insercign de América Latina en sl mereado mundial contribuyé & de sarrollar ol modo. de produccién espectiicamente cepitaliste, que se basa en In plusvalia relativa. Méncionamos ya que une é¢ Ins fmciones que le fue asignada, en el marco de Ix divisién internacional del trabajo, fue Ia de proveer 2 los pafses industriales de los alimentos que exigia el creci- miento de la clase obrera, en particular, ¥ de la poblacién urbana, en ge~ neral, que allf se duba, La dforta mundial de alimentos, que América Le- tina contribuye a crear, y que alcanza su auge en la segunds mitad del si- glo XIX, serd un elemento decisive para que lox pafses industrisles conffen al comercia extericr 1a atencién de sus necesidades en medios de sub sisten- cia (14), El efecto de diche oferta (ampliado por la depresién de los precios de los productos primarios en el mercado mundial, tema 2 que volweremos ‘Tmfa adclante) seré el de reducir el valor real de Is fuerza de trabajo en los pefscs industrisles, permitiendo asi que el incremento de le productividad se traduzca allf en cuotas de plisvalfa siempre més elevadas. En otros tér- raings, mediante su incorporacién al mercado mundial de bienes-selzrio, Américe Letina desempefia un papel significativo en el aumento de la plus- valia relativa en los pafses industriales. Antes de examinar ol reverso de 12 medalla, es decir, las condicio- nes internas de produccién que permitirén a América Latina cumplir ese funcién, cabe indicer que uo es sélo @ nivel de su propia economia que la dependencia latinoamericana se revela contradictoria: la participscisn de América Latina en el progreso del modo capitalista de produccién en los paises industriales sera ella misma contradictoria. Esto se debe a que, ¢o- mo sefislamos antes, el aumento de la capacidad productive del trabajo acarrea un consumo més que propercional de materias primas. En la me- dide en que esa mayor productividad se acompafia efectivamente de una ma- yor plusvalia relativa, esto significa que desciende el valor del capital va- riabie en relacién ai del capital constante (que incluye las materias primag), © sez, que se cleva la composicién valor del capital. Ahora bien, lo que se propia el capitalista no es directamente le plusvelfa producida, sino le parte de ésta que le corresponde beje 1a forma de ganencia. Come le cucta de gonancia no puede ser fijada tan sdlo en relaciéa al cepitel variable, si- ho que sobre el total del capital avanzade en el proceso de producciéa, es decir, salarios, instalaciones, maquineria, materias primaa, ctc., el re- aultado del aumento de la plusvalfa tiende a ser ~ siempre que implique, aungue sea on términos relatives, una elevacién simultinea del valor del capital constante empleado para produciria- una baja de 1s cuota de ganen~ cia. Esta contradiccién, crucial para la acumulecién capitalista, se cop- trarresta mediante diversos procedimientos, que, desde oi punto de vista estrictamente productive, se orientan ya en el sentide de incrementar ain mée la plusvalia, a fin de compensar la declinacién de 1a cuote de ganancia, ya en el de inducir une baja paralela en el valor del capital constante, con ‘el propésito de impedir que la declinacién tenga lugar. En la segunda clase de procedimientos, interess aquf el que se reficre a 1a oferta mundial de meterias primas industriales, le cual aparece como lz contrapartida ~des- de el punts de vista de 1a composicién valor del capitel- de la oferta mun- dial de alimentos. Tel como se da con esta ditima, es mediante el aumen- to de una masa de productos siempre més beretes en ol mercado internacio- 8 nal, come América Latina no sélo alimenta la expansién cuantitative de 1s, produccign capitaticta en Ios pofres indestriales, sino que contribuye a que 8e Exp Joo cae en ietovis de le acumulacién de cupital crea pe Exiate, sin embargo, otro nepecto del problema a cer considerado. ‘TrStacc dal Recto sobre 2 con: eel de la oferts mundial de alimentos y m 48 primes ba side acempatade de Is declina- vida Ge los precios de esas p: winetos, rs! alcanzado por las manufacturas (16). Como el precio de los prodzctos industriales se mantiene relativamente estable, y en todo caso declina Ientamente, el de- terioro de los términos de intercambio esté reflejando de hecho la depre- ciacién de los bienes primarios. Ex evidente que tal depreciacién no puede corresponder a la desvalorizacién real de esos bienes, debido a on aumen- to de productividad en los va‘ces no industriales, ya que es precisamente allf donde la productividnd s:clowa mio lentemente, Conviene, pues, inda- Bar las rozcnes Ge ese fewsnero, Aci come Ins de porzud G1 no se tradujo en desestinvlo pera la incorporacisu de América Latina @ la economia in- texnacional. El primer paso a dar para responder a este interrogante consicte en deaechar la explicacién simplinta que né quiere ver ally sino el resulta~ do de la ley de oferta y demsnda. Si tion es evidente que Ia concurrencia desernpesie un papel decisivo en In ({acién de los precios, ella no explica porqué, dél lado de Is oferta, se vorilica une expansiin ocelerada indepen- dientemente de que las relacionas de intereambio se estén deteriorando. Tampoco se podria interpretar e! fondmeso si aos limitéramos @ la cons— tatacién empirica de que les leyes mercantiles s¢ han visio falseadas on cl plano internacional gracias a la presiéa diplomStica y militar por parte de las naciones industriates, Este rezonamiento, aunque se spoye en hechos reales, invierte ¢l orden de los factores, y no ve que le willizacién de re~ evrsos extra-econémicos se deriva precisamente de que hay por dotris una base econémica que la hace posible. Ambos tipos de explicacién contribuyen, por tanto, 8 ocultar Ia naturaleza de los fendmenos estudiades y conducen 2 ilusiones sobre lo que es realmente 1s explotacién capitalists internacio- nal, No es, porque se cometieron abuses en contra de las naciones no in- dustriales que éstas se han vuelto econémicamente débiles, es porque eran débiles que se abusé de ellas. No es tampoco pesque produjeron més de lo debide que su posicién comercial se deteriorS, sino que ha sido el deterioro comercial lo que las forsd a producir en meyor egcala. Negarse a ver las cosas de esta manera es mixtificer le economfa canitalista internacional, es hacer creer que €sa econv:nia podria ser diferente de lo que resimente es. Eu Gltima instancia, ello conduce a reivindicar releciones come? sialas oe equitativas entre las naciones, cuando de lo que se trata es de suprimir las relaciones econédmicas internacionales que s@ basan en el valor de cambio. Ea efecto, a medida que el mercado mundial aleanza formas mis Geserrolladas, el uso de Is violencia politica y militar para explotar a les neciones débiles se vuelve superfluo, y la explotacién internacional puede descensar progresivemente en la reproduccida de relaciones econémice que perpetian y amplifican el atraso y la debilidad de esas nacionas. Se verifica aqui el mismo fenémeno que se observa en el interior de las eco- nomfas industrisles: cl uso de la fuerza para someter a la mzsa trabajado~ ra al imperio del capital disminuye a medida que entren a juger mecanis- moa econémicos que consagran 38 subordinacién (17). La expansién del mercedo mundial es ia base sobre la cual vperé In divisién internacional, del trabajo entre naciones industrizles y no industrieles, pero 1a contrapar— tida de esa divisién e@ 1a ampliacién del mercado mundial, El desarrollo de las releciones mereantiles sicnta las bases para que une mejor aplice- cida de 1s ley det velor tenga lugar, pero simulténeamente crea todas las condiciones par2 que jueguen los distintos resortes mediante los cuales el cepital trata de burlarle. Tedricamente, el intercambio de mercancias expresa el cambio de equivalentes, cuyo valor se determina por la cantidad de trabajo socialmen- te necesario que incorporan Jas mercencias. En la practica, se observan diferentes mecanismos que permiten realizar trensferencias de valor, pa- sendo por encima de las jeyes del intercambio, y que se expresen en la manera como se fijan los precios de mercado y los precios de produccién de las mercancias. Convicne distinguir los meceaismos que operan en el interior de Ia misma esfera de produccién (ya se trate de productos manu~ facturades o de materias primas) y los que actian en el marco de distintas esferas que se interrelacionan. En el primer caso, las transierencias co- rresponden a aplicaciones cspeciticea de las leyes del intercambio, en el segundo adoptan més abiertamente ol carcter de transgresién de elles. Es asf como, por efecto de una mayor productividad del trabajo, una nacién puede presentar precios de produccida superiores 3 sus concu- rrentes, sin por ello bajar significativamente Ios precios de mereado que las condiciones de produccién de éstos contribuyen e fijar, Esto ¢e expre- ea, para la nacién favorecida, en una ganancia extraordinaria, similar 2 Ja que constatamos al examinar de que manera se apropian los capitales, individuaies del fruto de 1a productividad del trabajo.Es natural que el fe- némeno se presente sobre tode @ nivel de la concurrencia entre las nacio- nes industriales, y menos entre las que producen bienes primarios, ya que es entre las primerae que Iss leyes capitalistas de intercambio se ejercen de manera plena; esto no quiere decir que no se verifique también entre éstas Gltimas, m&xime cuando se desarrollan allf las relaciones capitalis~ tas de produccidn. 16. En el segundo caso -transacciones entre nacioues que intercambian distintas clases de mercancias, come sean manufacturas y materias primas- ei mero hecho de que unas produzcan bienes que las dems no producen, 0 no lo puedea hacer con le misma facilidad, permite que las primeras eludun Ja ley del valor, es decir, vendan sus productos 2 precios superfores 3 su valor, configurande asi un intercambio desigual. Esto implica que las nacio- nes desfavorecides deban cader gratuitemente parte del valor gue produce, ¥ que este cesién o transferencia se acentée en favor de aquel pats que les vende mercancias a un precio de produccién més bajo, en virtud de su me- yor productividad. En este iiltimo caso, ls transferencia de valor es doblo, aunque no necesariamente zperezca asf para la nacién que tranafiere valor. ye que sus diferentes proveedores pueden vender todos a un mismo precio, sin perjuicio de gue las ganancias realizedas sc distribuyan desigualmente entre ellos. Este no impide que la mayor parte del velor cedido se concen- tre en manos del pats de productivided mis clevada. Frente 2 estos mecanismos de transicrencia de valor, fundados sea en la productividad, sea en cl monopolio de produceién, podemos identifi - ear -siempre al nivel de lag relaciones internacionales de mercado~ un me- canismo de compensad én. Trétase del recurso el incremento de valor i tercambiado, por parte de la nacién desfavorecida: sin impedir la transfe- rencia oporada por los mecanismos ya descritos, esto permite neutralizar- la totel o parcialmente mediante e} aumento del valor reelizado. Dicho me~ canismo de compensacién puede Vverificarse tanto on ol plano del inteream bio de productos similares como de productos originaries de diferentes es- feras de produccién. Nos preoeupamos equi sélo de} segundo enso. Lo que importa sefielar es que, pera incremeatar 1a masa de! valor producida, ¢] capitalista debe necesariamente echar mazo de una mayor explotacion del trabajo, ya = través del aumento de su intensidad, ya me- diante In prolongacién de le jornada de trebajo, ya finalmente combinendo los dos procedimientos. A rigor, sélo el primero -el aumento de la inten- sidad del trabajo~ contrarrest= realmente las desventejas Teauitantes do wna menor productivided del trabejo, ya que permite la creacién de ma ve- lor on e2 mismo tiempo de trabajo. En los hechos, todes concurren a aamen- tar la mesa de valor realizada y, por ende, la cantided de dinero obtenida a través del intercambio. Esto es lo que explica, en este plano, det ansli- sis, que Ia oferta mundial de materias primes y alimentos sumente ¢ medi- da que se acentia el margen entre sus precios de mercado y ol valor reat de la produecién (18). Lo que aparece, pues, claramaente es que las Gaciones desfavoreci- das por el intercambio desigual no buscesn tanto"corregir el desequilibria ‘antre los precios y el valor de sus mercancfas exportadas (lo que implica~ ria un esfuerzo redobledo para aumentar la capacidad productiva del traba- ay jo), sino mis bien compensar !a pérdida de ingresos generades por el co- morcia internacional, a través del recurso 4 una meyer explotacién del tra- bajador. Licgamos 2sf 2 un punto en que ya no nos basta seguir manejando simplerenta le nocién de intercambio entre naciones, sina que debemos encarar €l hecho de que, en el marco de ese intercambio, 12 apropiscién del valor realizado encubre la apropiacién de une pliavalia que se genera mediente Ja explotacién del trabejo en el interior de cade nacién, Bajo este Gngulo, la transigrencia de valor es una transferencia de plusvalfa, que se presenta, desée el punto de vista del capitalista que opera en la nacién des favorecida, como une baja de la cuota de plusvalie y por ende de la cuota de genancia. Aci, la contrapertida del proceso mediante el cual América Lati- na contribuyé @ incrementar le cuota de plusvalia y Ie cuote de ganancie on los paines industriales implicé para ella efectos rigurosamente opucstos. ¥ lo que apareefa como an mecanismo de cormpensacién a nivel del merce» do 29 de hecho un mecenismo que opera a nivel de Jz produccién interna. Es hacia esta esfera quo debemos desplazat por tanto el enfoque de nuestro andlisis. Yims que el problema que plantea el intercambio desigual pare, América Latine no es precisamente el de contrarrestar la transferencia de valor que él implica, sino més bien el de compensar une pérdida de plueve- ifa, y que, incapaz de impedirla el nivel de las releciones de mercado, ls reaccién de lz economia dependiente es compensarla en ell plano de la pro- duccién interna, El aumento de la intonsidad del trabajo aparece, en ests perspectiva, como un aumento de plusvalfa, lograde a través de una mayor explotacién del trabajador y no de} incremento de su capacidad productiva. Le mismo se podria decir de Is prolongecién de la jornada de trabajo, cs decir, del eumento de la plusvalfa absoluta en su forma clésica; a diferen- cia del primero, se trate aquf de aumentar simplemente ei tiempo de treba- jo exeedente, que es aquél en el que el obrere sigue produciendo después de haber creado un valor equivalente al de los medios de subsistencia para su propio consumo, Habris que sefialar, finaimente, un tercer procedimiento, que consiste en reducir ¢! consumo del obrero més alld de su limite nor- mal, y por Io cual "el fondo neccsario de consumo del obrere se convierte de hecho, dentro de clertos limites, ox un fondo de ecumulacién de cepitz1" (19), implicando asf un modo especitico de eamentar el tiempo da trabajo excedente. i2, Precisemos aqui cue el empleo de categoria que se refieren a la apropincién del trabajo excedente en el marco de relaciones capitalistes de produccién no implica el supuesto de que 1s economia exportadora letinoame- ticana se da ys sobre la base de la produccién capitalists. Recurrimos 2 div chas categorfas en el espiritu de las observaciones metodolégicas que avan- zemos 21 iniciar este trabaje, o sez, porque permite caracterizar mejor los fendmenos que pretendemos estudiar y tembign porque indican la direc- cién hacia la cual estos tienden. Por otra parte, no as a rigor necesario que exista ef intercambio desigual para que entren a jugar loa mecanismos de extrzecién de plusvalis mencionados; ¢! simple hecho de ta vinculecién al mercado mundial, y 1a conversién consiguiente de la produecién de velo- ree de uso a la de valores de cambio que ello acarrea, tiene como resulte~ do inmediato desater un afin de ganancia que se vuelve tento mis desenfre- nado cuanto més atrasado es el modo de produccién existente. Come lo ae~ ala Marx, ''... tan pronto como les pueblos cuyo régimen de produccién se venia desenvolviendo en las formas primitivas de le esclavitud, presta- siones de vasallaje, etc., se vem atraidos al mercado mundial, en el que impara el régimen capitalista de produccién y donde se impone a todo el interés de dar selida a los productos pare el extranjero, 10s tormentos bér- baros de Ia euclavitud, de la servidumbre de la gleba, ete., s¢ ven acre~ centados por los tormontos civilizedos del trabajo excedente'' (20). El ofec~ to del intereambio desigual es el de -cn la medida que le pone obstéculos a su plene satisfaccién~ exacerbar ese afan de ganancia y agudizar por tanto los métodos de extraceiéa de trabajo excedente, Ahora bien, los tres mecanismos identificados -le intensificacién del trabajo, la proloagacién de 1a jornada de trabajo y le expropiacién de parte del trabajo necesario 21 abrero para reponer su fuerza de trubaje- configaran un modo de produccidn fundado exclusivamente on la mayor e<~ plotaciéa del trabajador, y no en el desarrollo de su capacidad productive. Esto es coherente con el bajo nive! de desarrollo de las fuerzas producti- vas ca Is economia latinoamericana, pero también con los tipos de activi- dades que alif se realizan. En efecto, mis que en Ja industris febril, doa- de un aumento de trabajo implica por lo menos ta mayor gasto de materias primas, en la industria extractiva y en la agriculture el efecto del aumen- to de trabzjo sobre los elementos del capital constante son mucho menos sensibles, siendo posible, por le simple accién del hombre sobre la nati raleza, incrementar la riqueza producida sin un capital edicional (21). S« entiende que en estas circunstancias, Ja actividad productiva se base sobre todo en el uso extonsivo ¢ intensive de la fuerza de trabajo: esto permite bajar la composicién-valor del capitel, fo que, emmedo a la intensificacién el gredo de explotacién del trabajo, hace gue se clevémsimultsneamente las cuotas de plusvalia y de ganancis. Lnports sefislar ademés que, en los tres mecenismos considuredos, 1B. la caracterfstica esencial esté dada por el hechs de que se fe niega al tra- bajador les condiciones necesarias para reponer el desgaste de su fuerza de trabaja: en los dos primeros casos, porque se le oblige a ua dispendio de fuerza de trabajo superior al que deberia proporcionar normaimente, provocéidose asf su sgotamiento prematuro; en el Gitimo, porque se le re- tira incluso 1a posibilidad de consumir lo estrictumente indispensable para conservar ou fierza de trabajo en estado normal. En términos capitalistas, estes mecanismos (que ademas se pueden dar, y notmalmente se dan, en forma combinada) significan que el trabajo se remenera abajo de su valor {22\, y corresponden, pues, a una super explotacién del trabajo. Es lo que exlica que haya sido precisamente en las zonas dedica- das a la prodaccién para la exportaciéa donde el régimen de trabajo aeala- riado se impuso primero, iniciando el proceso dc transformacién de las relaciones de produccién er Américe Latina. Ee stil tener presente que le produceidn capitalista supone la apropiacién directa de la fuerza de trabajo, y no sélo de los productos del trabajo; en este sentido, Ja esclavitud es un modo de trabajo que se adecda més al capital que le servidumbre, no sicn- do accidental que las empresas colonialna directnmente conectadas coz los centros capitalistas europcos -como las minas de oro y plata de México y Perd, o las plantaciones cafieras del Brasii- se asentaran sobre e] trabajo esclavo (2%. Pero, salve en la hipétesis de que 1a oferta de trabajo sea to- talmente elSsticn (!o que no se verifica con la mano de obre esclava on América Latina, a partir de la segunda mitad del sighe XIX), el régimen de trabajo esclavo constituye un obstéculo al reba jemicato indiacriminado de 1s remuneracién del trabajedor, "En el caso del esclavo el salario mi- imo aparece como una magnitad constante, independiente de su trabajo. En el caso del trabajador libre ests valor de su capacidad de trabajo y el salario medio «ue corresponde al mismo no vstéa contenidas dentro de esos Ifmites predestinados, independientes de ov propio trabajo, determinados por sus necesidades puramente fisicas. La media es aqui m&s o menos constante para Ia ¢ come el valor de todas Ias mereancias, pero no existe en este realidad inmediata para el obrero individual, cuyo salario pue~ de estar por encima o por debajo de ese minimo" ( otros términos, el régimen de trabajo esclavo, salvo condiciones excepcionales del merca- de de mano de-obra, es incompatible con la superexplotaciéa del trabajo. No pasa lo mismo con el trabajo acalariado y, en menor medida, con el trabajo servil. Insistamos en este punto. La supesioridad del capitatiemo sobre les demés formas de producciéa mercansl, y su diferencia basica en relacién a ellas, reside en que lo que transforma en mereancia no ee al trabajador -o ea, el tiempo total de existencia del trabajador, con todos los puntos muertos que este implica desde el punto de vista de la produccién- sino mas bien cu fuerza de trabajo, 28 decir, el tiernpo de su existencia utilizeble 14. ara la produccién, dejando al mismo trabajador el cuidado de hacerse car- go de! tiempo no productive, deade el punto de vista capitalista. Es este 1a raz6n por la cual, al subordinarce una economia mercantil al mercado ca- pitalista mundial, la agudizacién de la explutaciéa del exclave ue egudiza, ya que interesa entonces a su propietario reducir ous tiempos muertos pa- produceién y hacer coincidir el trempa productive con el tiempo de existencia del trabajador. Pero, como sefiala Mars, "el esclaviste compra obreros come po- aria comprar caboose. Al perder al esclavo, pierde un capital que se ve obligado a reponer mediante una nueva inversidn on el mercado de esclavos" {25}. La superexplotacisa def esclave, que prolonga su jornada de trabajo més alld de los Hmites fisiolSgicas admisibles y s¢ salda necesariamente con su agotemiento premature, por muerte o incepacidad, sdlo puede darse, pues, si es posible reponer con facilidad la mazo de obra desgastada. "Los campos do arroz de Georgia y los pontanos del Misisipi influyen tal vez de un modo fatalmente destructor sobre la constituciéa humana; sin embargo, eete arrasamiento de vides Rumianas no es tan grande, que no pueda ser com- peasado por los cercados rebodantes de Virginia y Kentuczy, Aquellos mi- ramientes eeondmicos que podfan ofrecer una aspecic de salvaguardia del trato hurnano dado a los esclavos mientras 1a conservacién de la vida de és- tos se identificaba con el interés de aus seflores, se trocaron al implantsr- se el comercio de esclavos, en otros tantos motivos de estrujamiento impla- cable de sus energias, pues tan pronte como la vacante producida por un es- clavo puede ser cubierta mediante Is importacion de negros de otros cerea- dos, la duracién de su vida cede en importancia, mientras dura, a su pro- duetividad" (26). La evidencis contraria prueba io mismo: en ¢] Brasil de ja segunda mitad del siglo pasado, cuando so iniciaba el auge del café, el hycho de que el tréfico de esclavos hubiera sido suprimide en 1850 hizo la mano de obra esclava tan poco atreactiva a los terratenientes del sur que és- tos profirieron acudir al régimen asalariado, mediante In inmigracién curo- pea, ademis de favorecer uaa politica tendients a suprimir Ja esclavitud. Recordemos que ena parte importante de Ja poblecién esclava se encontra ba en la decadente zona asucarer del nordeste y que el desarrollo del ca- pitaliemo egrario en el sur imponfs su liberacién, a fin de constituir on mercado libre de trabajo. La creacién de ese mercado, con la iey de aboli- cién de la esclavitud en 1888, que culmninabs una seric de medidas gradua- les en esa direccién (como ie condicién de hombre libre acordaba a los hi jos de esclavos, etc.), coastitaye fenémono de Jo mis interesantes: por on lado, se definfa como una medida extremadamente radicel, que Hquidaba jas bases de la sociedad imperia! {la monarquia sobrevivird poco méa de ua afio 2 In ley de 1888) y Legaba-incluso a negar cualquiex tipo de indemni- zacién @ les antiguas propietarios de egclavosi por otra parte, buscaba com- pensar el impacto de su efecto, a través de medidas destinadas a atar el trabajador 2 la tierra (la inclusién de un articulo en el cddigo civil cue vin- 1s. culoba @ Is persona las deudas contratdas; el slatems de “barracao", w. ade=0 monopolic del comercio de bienes de coasumo ajercide por cl la adista on ol iteriur de Is haciesda, cic.) y del otergamiento de créditos generosoy @ les terratenlentes afectados. RK ma minty de sorvidumbre y de travajo azalariads que se esteblace en Brusi!, al desarrollarse la economia de exportacién para el mercado tmundial, es una de las vies por las cuales América Latina Mega al capitaliomo. Observemos que In forma que adoptan las relaciones de pro cidn en ese caso no se diferencia mucho del réyimen de trabajo que s¢ establece, > jemplo, ex igs minns salitreras chilenas, cays "sistema de fichas" equivale al de "barracao". En otras situaciones, que se dan s0- bre toil en el provoso de subordinacién del interior 2 las zonas de exporte- ciéa, las relaciones de explotaciin pueden presentarse mds aftidamente come releciones sorviles, sin que ello obste que, mediante 1a oxtorsién del plusproducts al trabajador por la accidn del capital comercial o usurario, el trabajedor so vee implicedo en una explotacita directa por el capital, que ticode incluso % aeumir un cardeter de superexploteciéa (27), Sin embargo, ia servidambre presenta, pare cl capitalista, e} inconveniente de que no le permite dirigir dircetamente la producciéa, ademfs de plantear siempre 1s posibilidad, aunque sea tedrica, de que el productor inmediato se eman~ cipe de 1a dependencia en que lo pone cl capitalists. No es, sin embargo, nuestro propdsito estudiar aquf les formas aco- agémicas particulares que pre-existian en América Latina antes que ésta in- gresare efectivamente @ la etapa capitalista de produccién ni las vias a tra- vés de las cuales tevo logar Ja transiciéa. Lo que pretendemos ¢a tan sélo jar Ia panta en que ha de Uevarse a cabo ese estudio, pauta que correspon- de al movimiento real de la formacidn del capitalismo dependiente: de la ciroulacién a la produceidm, de Ja ¥ ncutaciéa al meread roandial al trapac- to que ello acarrea sobre gstoncea @ replantear el problema de la Seeeiehios ‘Porque es de le natu- Faleze del capital crear su propio modo de circulaciéa, y de esto depence te reproduccign empliada en escals mundial dol propio modo de produccidn capitelista: “(.s+) ya que sélo el capital implica Ine condiciones de produecién del capital, ya que sdlo él satieiace esas condiciones y busca reali- zarlac, cu tendencia general ex la de formar por todas partes las bases de la circulacién, los centros productores de ésta, y asimi- latias, es decir, convertirlas ex centros de produccién virtual o efectivamente creadoras de capital"! (28). ‘Une vez convertida en contre praductor ve capital, Amdrica Latina debord crear, pues, yn propio moda de eireulacigu, el cual no puede, ser et awe siamo que ¢} que fue engendrado por el capitalismo industriel y que dio lu- gox a Ja depencencia, Para constituir un todo complejo, hay que recurrir a elementos simples combinables entre sf, pero no igueles. Comprenéer le eapecificidad dei ciclo del capits! en Ia economi dependicnte letinoameri- cana es por tanto iluminar el fundaments mismo de su dependeacia en rela- eign 2 Ia economia capitalista mundial. Destrrollando su economia marcentil, en funcién del mercado mon dial, Américe Latina cs Nevada a reproducir ea su seno las relaciones de produccién que se éncontraban en el origen de la formacidn de ese meres- do, y que doterminaban su cardcter y sz expansion (29).Pero ese proceso estab: marcado por ana profunda contradicei6n: Namade e coadyaver la acumuizcién de capital con base en la cepacided productiva del trabajo, en los patses centrales, América Latina debié hacerlo mediante una acummula- cidn fundada en la superexplotacién del trabajedoz. En esta contradiceién radica Ia esenicia de le dependencia Istinoamericans. La base real sobre le cual ella se desarrolla son los 1azo0s que ligan la economfe letinoamericana 2 la economia capitalists mundial. Nacide pare atender a las exigencias de In civeulacién capitaliste, cuyo eje de articuls- cién estf constituido por los pafson indastriales, y centrada pues sobre e} mezcedo mundial, la produccidn latinoamericana independe para su realize ciGn de Je eapackded interna de consumo. Se opera asf, desde el punto de vistz del pafs dependionts, la separacidn de los dos momentos fandamenta~ les det ciclo del capital -le produccién y la circulacién de-mercancfas- cu- yo efecto es hacer con que aparevca de manera especifice en la economia Istinosmericana la contradiecién inkerente a la produccién capitalista en general, es dacir, la que opone el capital al trabejador en tanta que vende~ dor y comprador de mercancias (7). ‘Trétase de un puxto clave para entender ol cardcter de 1a ceonomia latinoamericena, Inicialments, hay que considerar qué, on los paises indus- triales, cuya acumalacién de capitel se basa en le productividad del trabajo, esa oposicién que genere el doble carfcter éel trabsjedor ~productor y con- sumidor-, aunque sea ofective, se ve en cierta medide contrarrestada por Ja forma que asume el ciclo del capital, Es ef como, pase a que el capital ptivilegia el consumo productive del trabajador (0 sea, el consumo de me- 38. dios de produccién que implica el proceso de trabajo}, y se inclina a desos- timat sa consumo individual (que el trabajedez emplea para reponer su fuer za de trabajo), cl cual le aparece como consume improductivo (31), este se da exelusivamente en ei momento de la produccién. A! abrirse la fase de realizacién, esta contradiccién aparente entre el consumo individual de los trebajadores y la reproduceién del capital, desaparece, una vea que dicho consumo (sumado 2] de ios capitalistas y de las capas improductives on ge- neral) restablece al capital em ls forma que le es nacesarie para empezar un nuevo ciclo, vs decir, en la forma dinero. El consumo individual de los trabajadorcs represent, pues, un elemento decisivo en la creacién de de~ mand= para las mereanefas producidas, siendo una de las condiciones para, que el flujo de In producciéa se resuelva adecuadamente en el flujo de la circulaciéa 32). A través de la mediacién que establece la lucha entre obre- ros y petrones en torno a la fijacisa del nivel de lou salarios, los dos tipos de consumo del obrero Henden asf a complementarse, en el curse del ciclo del capital, superendo ta situacién inicial de oposicién on que se encontra~ dan, Esta es, por lo demds, una de las razones por tas cuales la dindmica del sistema tiende a encauzarse a través de la plusvalie relativa, que im- plica, on fltima instaxcia, el abaratamicnto de las mercancias que entran en le composicién del consurno individual del trabajador. Rn la economia exportadora latinoamericana, les cosas se dan de otra manera. Como la circtlacién se separa de la produccién y ac efectéa b&sicamente en el imbite del mercado externo, ¢l consumo individual del trebajador po interfiere en Ja realizacién dei producto, sunque sf determi- ne la cuota de plusveliz, En consecuencia, 1a tendencie natural del sistema seré Is. de explotar a1 maximo le fuerza de trabajo del obrero, sin preocu- parse de crear las condiciones para que éste ls reponga, siempre y cuando se le pueda reemplazar mediente Ia incorporacién de nuevos brezog al pro- reso productive, Lo dramético para la pablecién trabajadora de América Latina es que este suptesto se cumplié ampliamente: Ja existencia de reser- vas de mano de obra indfgena {como en México) o los flujos migratorios de- rivados del desplazamtents de meno de obra wurope2, provocado por el pro- greso teenolégico (coro ea Sadamérica) permitieron sumentar constante- mente lo maga trabejedora, hasta principioa de este siglo. Su resultado be sido el de abrir libre curso a la comprensién del consumo individual de obrero y, por tanto, @ la superexplatacién dol trabajo. La economia exportadora es, pues, algo que el producto de una economie internacional fundada en la especializacién productiva: es una for- macidn social basada en el modo capitilista de produccién, que aceatia has- tn el Nmite Ins contradicciones que le son propias. Al hacerio, configura de manera especifies Ins relaciones de explotacién en que se basa, y crea un ciclo de capital que tiende a reproducir cn esczle ampliada la dependen~ cia en que se enctentra trent a la economia internacional, 19. Es asf coms ol sacrificio del consume individual de los trabajador en aras de is axportaciéa a} mercado mandial deprime los niveles de demion~ da interna y erige al mercado mandiat ea Gnica salide para la produccién- Paralelamonte, cl increments de las gananciss que de esto se deriva pone ai capitalista ¢n condiciones de dessrrollar cxpectativas de consumo sin contrapartida ea la produccién interna (orientada hacia el mercado mundial), expectativas que tienen que satisfacerse 2 través de importaciones. La se- paraciéa entre cl consurno individual fundado en el szlario y el consumo in- dividual eugeadrado por Ie plusvelfa no acumuiada da, pues, orfgen a una os- fratificacién del mercado interna, que es también una difcrenciacién de ea~ feras de circulaciéu: mientras la esfera "bajo", en que participan los traba- jadores -que i sistema se esfuerza por restringir- s¢ baus en la producciéa inturne, In eafere "alta" de circulacién, propia 8 los no trabajaderes -que es Io que el sistema tiende 2 expandir- se entronea con 1s produccién exter~ na, a través del comercio de importacién. La armonis que se establece, a nivel del mercado mundial, entre la exportacién de materias primas y alimentos, por party de América Latina, y la importacién de bienes de consumo mapvfacturados ewropeos encubre 1 dilacerarienzo de Ia economia latinoamericana, expresado por i 3iéa del consumo individual total on dos eaferas contrapuestas. Caando, ie- gado el sistema capitalista mundial a un cierto grado de ou desarrollo, Amé- rica Latina ingrese en ls ctepa de la industrielizacién, deberd hacerlo a par- tir de las bases creadas por la economia de exportacidn. La profunéa contra- diccidn que caracterizaba a} ciclo del capital de esa economia, y sus efectos sobre la explotacién del trabajo, incidirén de manera decisiva en el curso que tomaza la economfa imdustrial latinoamericanz, explicando muchos de los preblemas y de las tendencias que en ella ve presentan 2ctualinente. No eabe aqui entrar a onalizar el proceso de industrializacién en América Latina, ni mucho menos tomar partido en Ia actual contraversiz so- bre el papel que en ese proceso desempené la sustitacién de importaciones (33). Para los fines que nos hemos propuesto, es suficionte hacer noter que, por mis significative que hubiera side e} desarrollo industrial en el seno de 1a economfa exportadora (y,por consiguiente, la extensién del mercado inter- no}, én paises como Argentina, México, Brasil y otros, no Wegé nunca 2 con formar una verdadera economia industrial, que, definiendo el cardctex y el sentido de 1a acumuiacsén de capital, acarreara un cambio cualitativo cn el 20, coatrario, ta industria siguid my exportacidn de bienes el proceso de acumula desarrolio veonémico de esos patses. Lien siendo elif una actividad subordinada 4 In produc primarios, que constitefan estos sf #1 centro vi cidz (34). Hs tan adlo cuando Ia crisis de ine ata internacio= aal, correspondiente al periode que modia entre la * y Ia segunda guc- Fre mundial, obsteculize la acumulacién basada on lu producetén para el mercado externo, que el aje de Ia aeumulacisa ee desplaze hacks la industria, dendo origen a la moderns economia industrial que py. en ia regida. Desde el punto de vista que nos Intaresa, esta significa qua Iz esfera alla de le circulacién, que se articclaba con la oferta externa de dienes ma- nufacturados de consumo, disloca su centro de grovedad lacia Ia producciéa interna, pasando su pardbols a coincidir groszo mudo con le que describe la esfera baja, propia a las snasas trabajadoras. Parcciors srr, asi, que al movimiento excéntrico que presentaba Ia economfs exportadors entraba a corregizse, y que el capitalinno dependiente se oriuntsa en el sentido de una configuracién similar 2 la de los pfzes industriales ciisicos. Fue sobre esta base que prosperaron, en la década de 1950, Ins distiuias corrientes Hamades desarrollistas, que suponien que los problemas econémices y so- ciales qve aquejaban a le formecién social latinosmericana or debian a una eleracién de éste basta insuficiencia de su desarrollo capitalieta, y quo Iz rfa para hacerlas desaparecer. De hecho, las similitudes aperentes de Ja economfa industrist depen- diente con f2 economfa industrisi clésicn encubrian profundes diferencias, que ol desarrollo capitalista ecentuarfs al revdés de atosuar. La reoricats- cién hacia cl interior de la demanda generada por la plusveifa no acumulada inmplicaba ya un mecanismo expecifico de creacién del mercado interno radi calmente distinto del que operara en la economia clésica y que tendria gra- ves repercusiones en ia forma que auumiria la economia industricl dependien- te. En la economia capiteliota clésica, la formacign del mercado interno representa la contrapartide dv Ia acumulacién del copitnt: al separar al pro- ductor de los medios de produccién, el capital na sélu crea el azalaviado,es decir, el trabajador que sélo dispone ce su fuersa do tra que crea at consumidor, En efecto, los medios de svbsistncia del obrero, antes producidos directamente por él, sc incorporan a} ccpital, como ele~ mento material del capital variable, y sdlo se restitayen al trahajador une ver que este compre su vstor bajo Ia forms de atlirio (35). Existe, pues, una estrecha correspondencia entre of ritmo de lh acumulacidn y el de la ex pansién del mercado. Le posibilidad que ticne e] capitalists industrial de ob- tener en el exterior, a precio bajo, los alimentos necesarios al trobajader, conduce @ estrechar el nexo entre la acumulncida y el mereado, una vex que aumenta la parte del consumo individual del obrero dedicada a le abrorcién 2a, de productos manufecturados. Es por Io que la produccién industrisl, en ese tipo de economia, se contra basicamente en los bienes de consumo pa- polar y procure abaratarios, une vex que silos inciden directemente on ol vaior de la fuerza de trabajo y por tanto -en la medida en que las condicio- nes en que se da ls luche entre obreros y pstrones tiende a acercar a los salarios a esc valor en la cuots de plusvalfa. Vimos ya que esta es Is za- 26n fandamental por Ja cual la economia eapitalista clésica debe orientarae hacia el aumento de ia productividad del trabeio. El desarrollo de la acumulactén basade en Is productivided del tre- bajo tiene como resultada el aumento de la plasvalfa.y, on consecuencia, de Ja Gemanda creads por la parte de Geta que no se 2cumula. En otros térmi- nos, crece vl consumo individual de las clases no productoras, con lo que se gensenca la esiera de ie circulacién que les corresponde. Esto no sdlo imapulss ¢l crecimiento de la produccién de bienes de consumo menvfectura- dos, em genersl, sin también el de la producciéa de azticulos suntuarios (361, La circulacién tiende pues 2 escindirse en dos esferas, de manera si- milar a lo que constatemos en la economia latinosmericana de exportacién, pete con una diferencia custancial: Ie expansién de la esfera superior es una consecuencia de Ia transformacién de las condiciones de produccién, y se hace posible en la medida que, aumentando 12 productividad del trabajo, ia parte del consumo individual total que corresponde a! obreto dieminuye en términos reales. La ligazén oxistente entre las dos esferas do consumo s¢ distiende, pero ne se rompe. Un otro factor contribuye a impedir que la ruptura a¢ concratice,y es le forme en que se amplfa ol mercado mundial. La demanda adicionel de productos suntuarios que crea el morcado exterior es necesariamente limi- tad2, primero porque, cuando el comercio se wjerce entra naciones que pro- ducen esos bienes, e] avance de una nacién implica el zetroceso de otra, lo gue suscita por parte de la Gitima mecaniemos de defensa; y luego porque, en el caso del intercamibie con los pafses dependientes, es demanda se res- tringe a las clases altas, y se ve 2ef constrenide por le fuerte concentracién del ingreso que implica Ja superexplotaciéa dei trebsjo. Para que la produc- cidn de bienes de lujo pueda pues expendirse, esos biencs tienen que cambiar de car&cicr, 0 sea, convertirse en productos de consumo popular en ef inte Flor mismo de Ja economia industrial. Las circunstranciac que permiton ho cer subir allf Jos salerios reales, a partir de Ia segunda mitad del sigle pa xado, a las cuales ro es ajen la desvelorizacién de los alimentos y le po: bilided de redistribsir intetnamente parte del excediente extorquido a les na- ciongs dependientes, ayudan en 1a medida que amplian el consumo individual «log trabajedores, a contrarrestar Jes tendencizs disruptivas que actian e nivel de la circulaciéa, La industrislizacién latincamertcana s¢ d2 sobre bases distintes (37). Thy. AY w% * rensién permanente que ejerefa la economs eB ctora sobre ol consumo individual del trebajador no permitié sino Ia creaciéa de una in dustria débil, que sélo se exp2ndfa cuando factores externos (como las eri- sis comerciales, coyunturalmente, y la limitaciéa de los oxcedentes de le balanga comercial, por las razones ya sefialadas) cerraban parciaiment. el acceso de Ia enfera alta de congumo al comercio de importecién (38). Es la mayor incidencia de esos factores, como vimos, Io que acelera e} crecimiento industriel, a partir de cierto motnento, y proveca el cambio cuslitetive del capitalismo dependiente. La industrializacién latinoameri- cana no crea, por tanto, como ex Iau ecoucrfas cifsicas, su propis deman- da, sino que nace pare atendeT 2 una domanda ya formeda, y que se estruc- turard en funcign de los requerimientos de mercado procedentes de los pai- ses avanzados,. En los comfenzes de la industrializacién, le participaciéa de lox tra. bajadores en le creacién de demande no juega pues un papel significativo, on América Latina. Operendo en ol marco de una estructura de mercado previamente dada, cuyo nivel de procios actuaba en ol sentido de impedir cl acceso del consumo populer, 1a industria no tenga razones para aspirar aqme situacidn distinta. La capacidad de demanda era, en aguel momento, supe~ rior 2 ls oferta, ac presenténdose al capitalista el problema de crear mer- ado para sus mercancfas, sino mds bien una situacién inversa. Por otra parte, aiin cuando Ia oferta Negue a equilibrarse con la demanda -lo que se produciré més adelante- ello no lo plantearé de inmediate al capitalista ly ampliacién del mercado, Uevdadolo antes a jugar sobre el margen entre el precio de mercado y ol precio de producciéa, o sea, sobre el aumento de ja masa de ganancia en foncién del precio unitario del producto. Pare ello, el capitalista industrial forzaré, por un lade, ¢1 alza de precios, aprove- chéndose Ja situacién monopolfstica creads de hecho por la crisis del co- mercio mundial y reforzeda por las barzeras aduencres. Por otro lado, y dado que ol bajo nivel teenolégico hace que el precio de produccién se deter- mine fundamentalmente por los salarios, el capitalista industrial se valarg Gel excedente de mano de obra creade por la misma economia exportadora, y 2gravado por la crisis que ésta experimenta (crisis que obliga al sector exportador a Hberar mano de obra), para presionar a los salarios cn el sen- tido de Ia baje, Ello le permitiré absorber grendes masas de trabajo, lo que, acentuade por Is intonsificacién del trabaje y la prolungacién de Ie jor- nada, aceleraré le concentracién de capital en el sector industrial. Arrancando, pues, del modo de cireulecién que caracterizara a la ecosomifa exportadora, l= economfa industriel dependiente reproduce, en forma especifica, la acumulacién de capital basada en la superexplotscién Sel trabajador. Ex consecuencia, reproduce tembign el moda de circulacién que corresponde 2 ese tipo de acumulacién, sunque de manera modificade: ya. no es Is disociacidn entre la produccién y le circulacién de mercanctas 23, en funciéa del mercado mundiat lo que opera, sino 1s separacién entre la esfere slta y Je esfere boiz de el interior mismo de Iz eco- at la por log factores que actier nomfa, separacién que, orn en ia economia capitalista cldvice, sdqu! un cardcter muche mde radical. Dedicada a la produceifn da bt casamente, en la compeniciin tot Jatinoamericana independe de las ena: senpias @ los traba- jadores, y esto en dos sentidos. Ea pr! fe, no sieado un ele- mento esencial del consumo individual del obrero, e! velst de Jes manufac- turas no determina el valor de la fuerza de trohs}o; no ser$, pues, ls des— valorizacién de las manufacturas lo que infaind on Ja cunts de plusvalfa. Esto dispensa el industrial de preonypare de wymnente> Ja productividad del trabajo para, haciendo bejar ol vaies its 1a 40 pratueto, depreciar la fuerza de trabajo, y lo Mov2, iyreruamonte, 2 faaueae cl sumento de le plus— valfa a través de una mayor ex; dor, asf como de ia rebaja de eater smite normal, En se- gundo lugar, porque le relacién inverca rue de abf se deriva para la evoli- cién de la oferta de mercanciag y dal p2der de compra de los obreros, es decir, el hecho de que l2 primera ctoxes a cori da Ta reduceién del segun- do, no ie crea al capitaliste problemas ea la cefora de la circulacién, una vez que, come hicimos notar, las manufactures no son elementos esencia- es on et consume individval del obrero. 2% gid no entran, o entran muy e9- ceién industrial Dijimos anteriormente que, a una determinada altura del proceso, gue varia segin los pies (29), 1 oferty industrial coincide en Hneas grue- gas con la demande existexte, constiteia por Ia esfera alta de la circula- cién. Surge entonces la necesi-lat fic generalizar el consumo da manufecta— ras, lo que corresponde a aqnel mosments on ei que, en In economia clfsica, los bienes suntuarios debiezon « ‘ce on biones de consumo popular. Ello da lugar @ dos tipos de adzptsciones en Is economia industrial depen- Aiente: la ampliacién del consumo de Ino eapas Medias, gue se genera a pi tis de Ja plusvalfa no acummlada, y el e¢fserzo para sumentar la productivi- dad del trabajo, condicién sine qua non pata abaratar las marcatcias. El segundo movimiento tenderia, normalmente, a provocar un cam- bio cualitativo en la base de la acumulacién de cepital,permiitienda ai consu- ‘mo individual del obrerc modificar su composiciéaeincluir bienes manufactura- dos, Si actuara solo, Mevarfa ai desplazamiento del eje de la acumlaciéa, desde la explotacién del trabejador al sumento de Is cepacided productive del trebajo. No obstante, es p2rcislme=te nentrzlizcdo por la ampliaciéa del consumo de los sectores medive: dxte supene, en efecto, el increments de los ingresos que perciben dicho; ecuiorer, incrementns que, como sabe- mos, se derivan de le plusvalfa y, on contecnensin, de ts comprensién del nivel salarial de los trabajadores-La trensiciSn de un modo de acnmuiacién 2a, 2 otro se hace, pues, diffeil y se realize con extremada lentitud, pero es suficiente para desencadenar un mecanismo gue 2 1a larga actuaré en el sentido de obstaculizar In transicién, desviando hacia un nuevo cauce ta btisqueda de soluciones a loa problemas de realizacién encarados por Iz economfa industrial. Ese mecanismo es el recurso a 1a tecnologia extranjera, deatinado a elevar la capacidad productiva del trabajo. Es on hecho conocido el que, a medide que evanza La industrislize- cidn letinoamericans, se altera la composicién de sua importaciones, me- diante 1a reduccidn del item relativo a bienes de consumo y su rcemplezo por materius primas, productos semielaborados y maquinaria destinados a la industria. Sin embargo, la crisis permanente del svctor externo de los patses de la regién no habria permitide que las necesidades crecientes en elementos materiales del capital constante se pudieren satisfacer exclust- vamente a través del intercambio comercial. Es por lo que adquicre singu- lar importancia ia importacién de capitol extranjero, bajo la forma de fi- nanciemiento € inversiones directas on la industria, Las facilidades que América Latina encuentra en el exterior para, recirrir a la importacién de capital no son accidentales. Se deben a la nue- va configuracién que asume la economia internaciozel cepitalista en el pe~ riodo de la post-guerra. Hacia 1950, ésta habia superado la crisis que la afectara, a partir de la décede de 1919, y se encontreba ya reorgenizada bajo la égida norteamericana. El avance logrado por la concentracién del capital en escala mundial pone entonces en manos de las grandes corpora- ciones imperialistas una abundancia de recursos, que necesitan buscar splicacién en el exterior. El rasgo significative del periodo es que ese Mujo de capital hacia Je periferia ge orients de menera preferente hacia el sec- tor industrial. Pera esto, concurre el hecho de que, miontras durara la desorgani- zacién de la economfa mundisl, se hubieran desartollado bases industria - les periféricas, que ofrecian -gracias a la superexplotacién del trabajo - posibilidades atractivas de ganancia. Pero no seré el Gnico, y quid xo sea #1 ms decisive. En el curso del mismo perfodo, se habia verificado un gran desarrollo del sector de bienes de capital en las economias centrales. 25. Esto Llevé, por un lado, 2 que loo equipos alli producidos, siempre mis sofisticados, debieren aplicarse en el sector secunfario de los paises pe- rif€ricoss surge entonces, por parte de las economfas centrales, el interés de impulszr en éstos e} proceso de industrializacién, con el propésito de crear mercades para su industria pesada. Por otro lado, en ta medide que ¢1 ritmo del progress téeniee redujo en los pafses centrales el plaso de re- posicin del capital fijo précticamente a ln mitad (#0), se planted a esos paises ls necesidad de exportar a Ia periferia equipos y maquinaria vueltos obsoletos antes de que se hubieran amortizado totalmente. Le industrializacidn latinoamericare corresponde asf a una nueva Sivisién internacional del trabajo, en cayo marco se traasfieren a log pai Se8 dependientes ctapas inferiores de la produceién industrial (obedrvese que I oiderurgia, que correspondis aun signo distintive de Ia ecanomia in dustrial clésica, se ha generalizado al punto de que paises como Brasil yo exporten scero), reservéndose a los centros imperialistas tas etapas més avanzadas {como la prodaccién de computadoras y la industria clectrénica pesada en general, la explotacién de nucvas fuentes de energfa, como in de origen nuclear, ote.) y el monopolio de Is tecnologys correspondiente. Yendo atin més lejos, se puede distinguir en la ecozomifa internacional es- calones, en los cuales se van reubicando no séJo los mievos parses indus- triales, sino también los més antiguos. Es asf como, en la producciéa de acero como en la de vchYculos autometores, Europa occidental y Japdn com- piten ventajozamente con los mismos Estados Unidos, pero no iogran toda- via hacerlo en lo que se refiere a la industria de méquinas herramientas, principalmente las autornatizadas (41). Lo que tenemos asf es una nueva Jerarquizacién de 1a economfa capitalista mundial, cuya base es la redifi- niciéa de la divisién internacional del trabajo acaecida en el cures de los ‘itimos cincuenta aftos. Como quiere que sea, el momento en que las economias industria~ lea dopendientes van a buscar en el exterior el instrumental tecrolégico que les permitirfa acelerar $0 crecimiento, incrementando 1s productivided del trabajo, es equel también en el que, a partir de los paises centraic tienen origen importantes flujos de capital hacia ellas, flujos que tes apor- tan la tecnologia requerida. No examinaremos aqui los efectos propios 2 las distintes formas que reviste la absorcién teenoldgica, y que van desde Ja donecién hasta le inversién directa de capital extranjera, ya que, desde el punto de vista que orienta nuestro andlisis, esto no tiene mayor impor- tancia. Nos ocuparemos tan alo del cardzter de esa tecnologia y de su im pacto sobre la amplincién delmercad El progreso tecnalégico se caracteriza por el ahorro de la fuerza de trabajo que, sea en térrninos de tiempo, sea en términos de esfuerzc, cl nbrero debe dedicar a la produccién de une cicrte masa de bienes. Es natural, pues, que, globaimente, su resultade sea la reduceién del tiempo 26. de trabajo productive en relacién al tiempo total disponible para Ie produe~ cién, Io que, en la sociedad capitalista, se manifieste a través do ls dismi- nuciéa de ia poblecién obrere paralelamente al crecimiento de la poblaciéa que se dedica a actividades no productivas, a las que corzesponden los ver vicios, asf como de las capas parasiterias, que se eximen de cualquier par- ticipacién on la produccién social de bienes y servicios. Esta es ta forma espectiica que asume el desarrollo tecnolégico en una sociedad basada en la explotacién del trabajo, pero no la forma general del desarrollo teenolégi- co. Es por to que las recomendaciones que se han hecho a los paises depen- dientes, en los que se verifica una gran disponibilidad de mano de otra, en el sentido de que adopten tecnologias que incorporen mde fuerza de trabajo, con el objeto de defender los niveles de empleo, representan ur. doble enga~ Bo: conducen @ preconizar la opcién por un menor desarrollo tecnolégico y confunden los efectos socisles espectficamente capitalistas de la técmica con Ja técnica en af. Esas recomendaciones, por lo dems, ignoran las condiciones con~ cratas en quc se de la introduccién del progreso técnico en los paises de- pondientes. Esta introduccién depende, core setialamos, menos de las pre- ferencias que elics texgen que de la dindmica objetiva de Ia acurmlacién de capital en escaia mundial. Ella fue la que impuisé le divisidn internacional del trabajo = asumir una configuracién, en cuyo marco se han abierto nue- vos cauces a la difusién del progreso técnice y se le ha dado a éuta un rit- mo més acelerado. Los efectos de allf derivados para la situacién de los trabajadores en los pafses dependientes no podian diferir en esencia de los jue son consustanciales a una sociedad capitalista: reduccién de la pobla~ cin productiva y crecimienta de las capas sociales a0 productivas. Pero estos efectos tendrfan que eparecer modificados por las condiciones de pro- duccién propias al capitalisme dependiente. Es asi como, incidiendo sobre una estructura productiva bosada en Ja mayor explotacién de los trabajadores, el progroso téenico hizo posible al capitalista intensificar el ritmo de trabajo del obrexo, elevar su produc- tividad y, simult4neamente, gostener la tendencia a remunererls en propor- cién inferior a su valor real. Para ello concurrié decisivamente Ia vineula- cién de las nuevas técnicas de produccién a rameg industriales ovientadas hacia tipos de consumo que, si ticnden a convertixse en consumo popular en los paises avanzados, no pueden hacerlo bajo ningiin supuesto en las so- ciedades dependientes. El abismo allf existente entre el nivel de vida de los trabajadores y el de los sectores que alirientan c la esfera alta de la circu- lacién hace inevitable que productos como automéviles, aparatos electrodo- mésticos, etc., se destinen necesariamente @ esta ditima. En esta medida, y una vez que no representan biencs que interveagan en el consumo de los trabajadores, cl 2umento de productividad inducido por Is técnica cn sse8 vamas de produccién no ha podido traducirse en mayores ganancias a tri- vés de ta clevacién de In crota de plusvalia, sino tan sdlo mediante el sumen- de ia masa de valor realizado. La difusiéa del progreso técnico en Iz eco- nomfa dependiente marcharé pues de la meno con un mayor explotacidn de! trabajador, precisamente porque la acumulacién sigue dependiendo en Jo fun- damental mds del aumento de ia maga de valor -y por ende de pleayaifa-que dele cuota de plusvalia. Ahora bien, ef concentrarse de manora significative en las ramas productoras de bienes sentuarios, ci desarrollo tecnolégice acaharfa por plantear graves problemas de realizacién, El recurse utilizado para golu- cionartos ha side el de hacer jugar el Estado (a trevés de la ampliacién del aparato burocrtico, de las subvenciones 2 Ios productores y del financia- misnto ai consumo suntuerio), asf como ta inflacidn, con el propdsitoe de transferiz poder de compra desde lz esfera baja a le esfera de la cireula- cién; ello implicé rebajar atin més los salarios reales, con el fin de contar con excedentes ouficientes pars efectuar el traypaso de ingreso. Pero, en Je medida en que s¢ comprime asf la capacidad de consumo de los trabaja- dores, se cierra cualquier psthitidad de estimulo a 1s inversién tecnoldgi- cx en el sector de produccién destinado a atender al consume popular. No puede pues ser motive de sorpresa el que, mientras las industries de bienes suntuarios crecen a tasas elevadas, las industrias orientadas hacia el consu- mo masivo (las Hamadas "industrias tradicionales") tiendan a la estagnacién y Ueguen incluso e regredir. En le medida en que ge realizaba con dificultad y a un ritmo extreme- damente lento, la tendencia al ¢cercamiento entre lau dos esferas de circu- lacién, que se habia observado a partir de cierto momento, no puede seguir desarrolléndese. Al coatrario, lo que $e impone es de auevo la repulsién en- tre ambas esferas, una vez que la comprensién del nivel de vida de las mo- sas trabajadoras pasa 2 ser la condicién necesaria de la expansién de le de~ manda creada por las capas que viven de le plusvalia. La produceién basade en la superexplotacién del trabajo volvié a engondrar asi el modo de circula- ida que le corresponde, al misma tiempo que divorciabs al aparato prodac- tivo de las necesidades de consumo de las magas. La estratificacién de ese aparato en lo que ve ha dado Nemar “industrias dindmices" (ramas produc- voras de bienes suntuarics y de biencs de capital que se destinan principal- mente a éstos) e “industries tradicionales" caté reflejando la advcuacién de le estructura de produccién a le estructura de circulacién propia al capitalis- me @ependiente. Pero no se detiene alii ta reaproximacién det modelo industrial de~ pendionte al de la economis exportadota. La aBsorcidn del progreso técnico en condiciones de superexplotactén del trabajo acarrea la inevitable restric- cién del mercado interno, @ Io cual se contrapone la necesidad de realizar mesas siempre crecientes de valor (ya que la acurnulacién depende tis de 1a masa que de la cucta de plusvalia). Esta contradiccién no podria recolver- 28. 8e mediante la ampliacién de la esfera alta de consumo, al interior de la economia, mdz alié de los Hmites establecidos por la superexplotacién misma. En otros términos, no pudiendo extender a los trabajaderes la creacién de demanda pera los bicnes sumtarios, y orfenténdose antes ha- cia la comprensién salarial, que los exeluye de facto de ese tipo de consu- mo, le economia industrial dependiente no séto debié contar con un inmen- £0 ejéreito de reserva, sino que se obligé e restringir a los capitalistes y capas medias altas la realizacign de las mercancies de lujo. Ello plantea x8, a partir de un cierto momenta (que se define nitidamente a mediedoa de 1a déeada de 1960), la necesidad de expandirse hacia el exterior, es de- cir, de desdoblar auevamente aunque ahora a partir de Ja base industrial- el ciclo de capital, pera centrar parcislmente ls circulacién sobre el mer- ¢ado mundial. Le exportacién de manufacturas, tanto de bienes esencisles come de productos suntuerios, s2 convierte entonces en Ia tabla de salva— cién de une economia ineapaz de superar los factores disruptivos que la trabajan. Desde lox proyectos de integracién econémica rogional y subre- gional hesta el diseio de politicas agresivas de compotencia internacional, se usiste en toda América Latina a la resurreccién del modelo de la vieja economia oxportadora. En los ditimos efos, in expresién acentuada de esas tendencias ca Brasil nos ha levado a hablar de un subimperialismo (42}.No pretendemos retomar aguf el tema, yz que la caracterizacién del subimperialismo va més slid de la simple economia, no pudiende Lleverse a cabo si no se recue tre también a la sociologia y a le politica. Nos limitaremos a indicar que, en sudimensién mde amplia, el subimperialisme no es un fenémeno expe- ¢fficamente brasilefio ni corresponde 2 una anomalia en la evolucidn del capitalisme dependiente. Eg cierto que son las condiciones propias a la economia brasilefia, que le han permitido Mevar mds lejos su industriali~ zecién y crear incluso ana industria pesada, as{ como las condiciones que caracterizan a su sociedad politice, cuyas contradicciones han dado origen aun Estado militariste de tipo prusiano, las que dieron lugar en Brasil al gubimperislismo, pero no es menos cierto que éstc Ga tan séio una forma particular que asume la economia industrial que 3¢ desarrolla on ol marco del capitalismo dependiente. En Argentina o en El Salvador, on México, Chile, Perd, la dialéctica del desarrollo cupitalista dependiente no es eson~ cialmonte distinta de la que procuramos analizer aqif, en sus rasgoa mas generales. Utilizar ega lines de andlisis pera estudiar las formaciones socia- les concretas de América Latina, orientar ese estudio en el sentido de defi- en Ia base de le lock’ ructve y abr: pectivas més clarasa sociales empefiadas ea destr: natiém monstrucs que es ci capi- talismo dependiente -esic es e! Cus." tedrice que sa plentea hoy a log mar- xistes latinoamericanos, La respuesta que le demos influiré ein duds de ma- nera no despreciable en el resultado a que legarén firalmente los procesos politicos que estamos viviende. 8 fueczas NOTAS Introducciéa general 2 la critica de la economia potitica 1857, s/f. pp 44. Wid. pp. 41. Hasta la mitad del siglo XIX, Ixs exportaciozes latinoamericanas se encuentran estancadas y la balanze comercial latincamericane 8 deficitaria; los préstamos extranjeros se destinan a sustentar In capacidad de importectén. Al aumentar las exportacionua, y sobre todo a partix del momento en que el cumercio exterior comienza 2 arrojer saldos positives, el papel de le deuda externa pasa a ser el do transferir hacia la metrépoli parte del excedente obtenido en Ame Tica Latina, El aso de Brasil es decidor: a partir de la década de 1880, cuando los stldes de Ja balanaa comercial se vuelven cada vex mia importantes, el servicio de la deuda externa aumenta: del 50% que Tepresentaba sobre ese soldo en los sesentas, se eleva 01 99% en la década siguiente (Nelson Wernec< Sodré, Formaceo his do Brasil, Sco Paulo, Brasiliensa, 1964), Entre 1902-1913, mien. tras el valor de las exportaciones aumeniz cn 79, 6%, Ia deuds ex- terna bracilefia lo hace en 141, 6%, y representa, on 1913, el 60% dol gasto péblico total (J.A. Barbora-Cerneiro, Situation économi we et financicre du Bresi}; memorandum presenté a ts Conféde: oe Financiere internationale, Bruselas, septientore-octubre 1920). Yéase, por ejemplo, su articule "Quidn es ol enemigo Pensamiento Critico (La Habana}, N° 13, 1958. nmediate", Georges Canguilhem, Lo normal y Jo patolégico, Buenos Aires, Si- glo XX Argentina, 1971, pp, 69. Sobve los conceptos de homogene!- dad y continuidad, véase el cepftulo [Il de esa obra, Véese Celso Furtado, Formacién econdmica del Brasil, México, Fondo de Cultura Econémica, 1982, pp- 90-91. En un trabajo que miniza enormemente 1a importencis del mercado mundial para ol desarrollo del capitalismo, Raul Bairoch observa que sélo "a partir de 1¢49-1850 comienze le verdadera cxpansién del comercio exterior (da Inglaterra); desde 1360, les exportaciones representan el 14% del ingreso nacional, y no es entonces sino el comienze de una evolucién nacional qué cieanzaré su mdximo on los alos qué preceden a la guerre de 1914-1918, cuando las expertacia~ {3} (10) al. comivn~ nag alcanzaton alrededor del 10% det ingreso nacional. to de use expexsién marce una modificaciéa de le astructura de les setividades inglesas, como vimos un el capitulo de Ia agriculters: a partir de 1840-1872 Inglaterra empezar @ depender cada vex mis del extraajero para su subsistencia”. '"Revolucién indy desarrollo, México, Siglo NXi, 1967, pp. 285, Guande se trata de Ta insercién de América Latina en 1a cconomfa capiteligta mundial, a Inglaterra que hay que referirse, aiin en equelles casos (como el de la exportacion chilena de cereales 2 Estadoz Unidos) en los aque la relacién no cs directa. Ez por le que laa estedfeticas mencioe nadas explican la eonstatecién de un bistoriador, on el sentide de que Yon capi todvg partes (de América Latina), los niveles del comet + cis internacional de 1859 ne exceden demasiado a log de 1825"(Ta- lio Halperia Denghi, Historia contermporduza de América Latina, Madrid, Alianza, 1979, pp. 158), "La gran industria ha creado ol morcude mundial ya preparady por al deseubrimicate de América". Manifiento del Partide Co cu Marx y Engels, Coras Escogides, I, pp. 21. Gfe_ también £1 Capit], temo I, cup. XXII, 3, pp. 536, not, edicién del Fondo de Gultare Evonémica, Advertimos aqui que bumos proctredo teferir las cites de! Capital a esta edicién, para faciliter al lector su ubi- cacidn; sin embargo, por inconvenientes derivados sca de la treduc~ ciéa, sed de las cdiciones ou que olla se besa, preferimos, en cier- tos cases, recurriz al texto incluide en Jas obras de Marx que se adit tan bajo la rerponsabilidad de Maximilien Rubel (Paris, NRF, Bablio- thence de: iy MGiade}; en tales canes, damos también le referencia onda a Ie edicién PCE. que torze + Una productividad del trabajo agricola que tebzse las necesida— dos individueles de} obrero constituye la base de toda sociedad y, sobre todo, Ia base de In produccién capitalists, 14 cual separa & une parte cada ver mayor de Is sociedad de a produccién de medios de subsistencis y In convierta, com> dice Steuart, on free heads, en hombres disponibles pare Ia explotgcién de otras esieras". Capitel, Ul, XLVG, 728. Eg interaaante observar que, tegailo un cierto momento, las mis- mas aaciones industriates exporteran sus cépitales a América Lati- ac, pare spticarlos a ls producciéa de matorias primas y alimentos para Ja exportacién. Esto es sobre toto visible cwandy lo presencia do Ectade Unidos on AmJrica Kbtina se accntie y comience » despla- gar a inginterra, St observamos In composicién fencional del cepitel extranjero existents en la regién, on las primeras décadas de este sighs, veremios que el de st origen britinice s¢ concentra prioritar quy (12) (13) (14) G4) mente en lag inversiones de carteta, principelmente valores pill! cos y ferrovierios, los cuales representaban normalmente tres cuartas partes del total; mientras que Estados Unidos no destina = e2¢ tipo de operaciones sino una tercera parte de su inversion, ¥ privilegian la aplicacién de fondes en la mineria, en el petrdleo y en Ia agricuitura. Véase Paul R. Olson y G. Addison Hickman, Econornfa internacional latinoamezicana, México, Fondo de Cultura Econdmica, 1945, cap. V. “y.. al crecer el capital variable, tiene que crecer tambida nece- sarfamente el capital constante, y al aumentar de volumen las cor Giciones comunes de produccién, los edificios, los hornos, ete., tienen también que aumentar, y mucho més répidamente que 1s nd- mina de obreros, 14 materias primas". Capital, I, XH, 5, 293, subr. original. Por lo demds, cualquiera que sea la variaciéa ex- perimenteda por ef capital variable y por el clemento fijo del capi- fal constante, ol gasto de materia primes es siempre mayor, cuan- do aumenta el grado de explotacién o la productividad del trabaio. Cfr. Capital, I, XU, 4. “EI trabaje debe (...) poser um cierto gredo de productividad an- tes que pueda ser prolongado mis allé del tiempo necesario al pro- ductor para garantir su sabsistencia, pero no es jamds esa produc- fivided, cualquiera que sex su grado, la couse de In pluavalia. Eon causa es siempre cl trabajo cxcedente, cusiquiers que sea el modo de extorquirlo”. Traduccién literal del pazeje incaide en Capital, LUVI, 1008-1009, Pléiade; dicha pasaje no aparece en Ia edicién FOE, dorde corresponderfa al tomo I, cap. XIV, p. 428. Cir, Capital, I, secciones IV y V, y EL Capital, Libro 1, Capitulo XL jo), Buenos Aires, Signos, 1971, Parte I. La perticipaciém de las exportaciones en el consumo de alimentos de-Inglaterra, hacia 1880, era.de 45% para el trigo, 53% pare le mantequilla y el queso, 94% para las patatas y 70% para la carne. Datos de M.G. Mulhall, reportados por Paul Bairoch, obra cit.,pp. 243-249. Esto es resumido por Marx de la manera siguiente: "Cuando el co- mercio exterior abareta Ios elementos del capital constante o los medios de subsistencia de primera necesidad en que se invierte el capital variable, contribuye 2 hacer que aumenté la cueta de ganan- cig, a] elevar la cuota de plusvalia y reducir el valor del capital constante". Capitel, Il, XIV, 236. Ea necesaris tener presente que Marx po s¢ limita a esta constatacién, sino que muestra también ef modo_contradictorie mediante el cual el comercio exterior contri- m6) (17) 33. buye @ Ja baja de Ia cuota de ganancia. No lo sogutremmos, sin em- bargo, en esa direccién, y tampoco em su preocupacién sobre como las gananciaa obtenidas por los capitalistas que operan en la esfera del comercia exterior pueden hacer subir la cuota de ganancia {pro- cedimiento que se podrie clasificar en un tercer tpe de medidas pers contrarrestar le baja tendencial de la cuota de ganancia, junto con cl crecimiento del capital en acciones: medidas destinadas a burlar la tendencia dectinante de la cuota de ganencia a través del desplazamiento del copital a esferas no productivas}, Nuestro propé- sito no es el de ehondar ahora en el examen de les contradicciones que plentea la produccién capitelista on general, sing tan sélo el de aclatar las determinactones fundamentales de le depeodencia lati- noatnericena. Apoyindose en estadisticas del Departemento Econémico de las Na- cioaes Unidas, Paolo Santi anota, respecto a l2 relacién entre los precios de productos primarios y manulacturados: "Considerando al quinquenio 1876-% 00, el indice desciende a 96,3 en e! periodo 1886-90, a 87,1 en los afos 1896-1900 y se estabiliza en el periodo que va de 1906 2 1913 en 85,6, comenzando a descender, y con ma- yor rapidez, despuée de [a finalizacién de la guerre". "El debate sobre el imperislisme en loa clésicos del marxismo", Teoria ma: xista del imperialismo, Céréoba (Arg.), Cuadernos de Pasado y Presente, 1969, p. 29. "No basta con que ls condiciones de trabajo cristalicen en uno de Jos polos come capital y on el polo contrario como hombres que no tienen que vender mda que ou fuerza de trabajo. Ni basta tampoco con obligar a éstos a venderse voluntariamente. En el transeurso de la produccién capitalsta, se va formando una clase obrera que, 2 fuerza de educacién, de tradicién, de costumbre, se somete a Jas exigencias de este regimen de produccién como a las mds légi- cas leyes naturales. La orgenizacién dul proceso capitalists de pro- dvccién ya desarroilade vence todas las resistencias, la existencia constante de una superpoplacién relative mentiene 1 ley de la ofer- ta y la @emanda de trabajo @ tone con las necesidades de explotacién Gel capital, y la presién sorda de las condiciones econdémicas sella vl poder de mando del capitalista sobre el obrero. Todavia se em- plea, de vez en cuando, la violencia directa, extrzeconémica; pero s6lo en casos excepcionales. Dentro de le marcha natural de ia3 co- ses, ys"puede dejarse al obrero a merced de les " leyes naturalvs de la produccién", es decir, entrogade al predominio del capital, pro~ dominio que las propias condiciones de produccién engendran, garan- tizan y perpetian", Capital, I, XXIV, 627, subr. orig. a9 (20) (23) (24) Celso Furtado ha constatado el fenmeno, sin Neger a sacar de él todas sus consecuencias: "La baja en los precioa de las exportacio~ nes brasilevias, entre 1821-30 y 1841-50, fue de cerca de 40%, En lo que respecta a las importaciones, el indice de precios do las ex- portaciones de Inglaterra {,..) entre los dos decenios referidos se mantuvo perfectamente estable. So puede, por tanto, afirmar que 1s cafaa del fndice de tos términos de intercambio fue de aproxima- damente, 40%, esto os, que el ingreso real generado por las expor- taciones crecié 40% menos que el volumen ffsico de éstas. Como el valor medio anual de las exportaciones subid de 3.990.009 libras & 5.479.029, @ sea, uz aumento de 40%. De esto se desprende que el ingreso real generado por el sector exportador crecid en esa mis- ma proporcién, mientras el esfuerzo productivo realizado.en este sector fue del doble, aproximadamente". Obra cit., p. 115. Capital, 1, XXEV, 4, 505, subr. orig. Capital, i, VI, 2, 181. Marx afiade: "Por eso en los ©: teemericanos de! Sur el trabajo de los uegros conservé cierto suave cardcter pateinreel mientras la produccién se cireunseribia sustan- clalmente a las propies necesidades. Pero, tan pronto como la éx- portacién de algodén pasé a ser un resorte vital pare aquellos Esta- dos, Ia explotacién intensiva del negro se convirtié en factor de un sistema calculado y calculador, Uegando a darse casos de agotamien- to en siete afios de trabajo de la vide del trabajador. Ahora, ya no se tratobe de arrancerle una cicrte cantidad de productos dtiles. Ahora, todo giraba en torno a Ia produccidn de plusvalfa por la plus- valia misma. Y otro tanto acontecié con las prestaciones de vasa- Maje, v. gr- en los principados del Danubio", Ibid., subr. orig. Cir. Capital, 1, XXL, 4, 508-309. "Toda variacién en la grandeza, extensive o intensiva, del trabajo (...) afecta el valor de la fuerza de trabajo, en Ia medida en que acelera su desgaste". Traduccién Hteral de Capital, 1, XVU, ii, 1017, Pléiade. Cfr. cdicién FCE, tomo 1, ¥V, ii, 439. Un fenémeno similar s¢ observa en Europa, en los albores de 1 pro- duccién capitalista, Basta analizar més de cerca la manera como se realiza alii el paso del {eudali¢mo al capitalismo para darse cuen- ta que la condiciéa del trabajador, al salir del estado de servidum- bre, se asemeje mas « ta del esclavo que a la del moderno obrere asalarindo. Cfr. Capital, I, XXVI. Capitulo VI finédito), obra cit., pp- 68-69, subr. orig. (28) (29) Ca} 35. Capital, 1, VIII, 5, 208. Gairnes, cit. en Capital, 1, VILE, 5, 209, subr. orig. Es asi come Marx s¢ refiere a paises "en que. ef trabajo no se ha- Ma todavia absorbido formalmente por el capital, aunque el obrero esté en realidad explotado por ¢! capitalista", ejemplificarde con el caso de India, ''donde el zyot trabaja como campesino indepen- diente, donde su produccién no se halla adm, por tanto, absorbida por el capital, sunque cl usurero paeda quedarse, bajo forma de interés, no sdlo com su trabajo sobrante, sino incluso, hablando en rérminoe cepitalistas, con une parte de su salario". Capital, IT, XE, 216. Marx, Principes ¢'une critique del I' économie politique, en Qeu~ vies, Piéiade, tomo ll, p. 254 Seaialamos ya que eato se da inicialmente en los puntos de conexiéa inmediata con el mercado mundial; sdlo progresivamente, y atin hoy de manera desigual, ei modo de produccién capitalista iré suberdi- nando ¢l conjanto de la economia. “Contradiccién del régimen de produccién cepitelista: les obreros: como compradores de mercancias soa importantes para el merca~ do. Pero, come vendedores de su mercancia -ta foerzs de trabajo- la sociedad capitalista tieade a reducirlos al minimun del precio”. Capital, If, XVI, ili, nota, Marx indica en ¢s2 note la intencién de tratar, en la seccién siguiente, 1a teorfa del subconsumo obrero, pero, como observa Maximilien Rubel (ebra cit., tomo I, p-1715}, no Ja concretiza. Algunos elementos habian sido avanzados on las Grundrisse; véace Principes..., obra cit., p- 267-268, De hecho, como demuestra Marx, ambos tipos dé consumo corres- ponden 2 un consurno productivo, deade el punto de vista del capital. Agn mis, "el consurno individual del trabajador es improdactive para él mismo, pues no hace mas que reproducir el individuo nece- sitado; es productive para el capitalista y el Esteda, pues produce la fuerza creadora de su riqueza”, Traducciéa literal ée Capital, 1, KKM, 1705, Pléiade; cfr, edicién FCE, 1, XXI, 482. ‘HEL consumo individual del trabajador y el de 1a parts no acumula- du del producto excedente engloban 1a totelidad del eenaumo indivi- dual. Este condiciona, en-su totaiidsd, la circuldcidn del capital”. Traduccién leteral de Gapitai, If, 1, 543, Pléiade; cfr. FCE, U1, m1, 84. (34) (35) (37) 36, La tesis de la industrializaciéa sustitutive de importacionss repre- senté un elemento bésice en 1a ideologie desarrolista, cuyo gran epigoao fue 1a Comisién Zeonémica de las Neciones Unidas para 1a América Latina (CEPAL); el trabajo cidsico en este sentido os et de Marfa da Conceicao Tavares, sobre la industrializacién brasile- Aa, publicode originalmente en United Nations, "The Growth and Decline of Imput Substitation in Brazil", Economic Bulletin for L: tin America, vol. IX, N* 1, marzo de 1964. En los afios recientes, ese tosis ha sido objeto de discusiones, que, sino Megan a restar- le validez, tienden a matizar el papel desempesede por ia sustitu-~ cién de importaciones en e! proceso de industrializacién de Améri- ca Latina; un buen ejemplo de ello es el articalo de Don L. Huddle, "Reflexoes sobre a industrializacao brasileira: fontes de cresci~ mento e da mundaca estrutural ~ 1947/1963". Revista Brasileiza de Economia, vol. 23, N" 2, jumio de 1969. For otra parte, algunos autores se han preecupado de estudiar la sftuactén de la industria en la econorfa Iatinoamericana antes que 6c acclerara Ia sustitn- ciéa de importaciones; es significativo, en esta linea de investiga- cidn, el engayo de Vania Bambirra, Hacia une tipologia de le depen- denicia. Industviatizacién y estrsctura socio-cconomica, CE Universidad de Chile, Documents de Trabajo, mimeo, 1971. Es interesante hacer uotar que 1a industria complementaria a le ex portecién represents el sector més activo de las actividades indu triales en la econoinia expartadora. Es asf comp les datos disponi~ bles para Argentina muestran que, 1 1895, el capital invertide en la industria que producfa pare el mercado intorno era de cerca de 175 millones de pesos, contra més de 280 millones invertidos en la industria vinculeda a la exportacién; en le primera, el cepital pro- medio por empresa er de sélo 10 mil pesos; configurando clara- mente un sector artesanal, mientras que en la segunda asceadia = 100 mil pesos. Cfr, Roberto Cortés Conde, "Problemas del croci~ miento industrisi", en Argentina, sociedad de masas, Buenos Aires, EUDEBA, 1965. La repzodacciéa amplieda de esta relacién constitaye Ja esencia mis- ma de la reproduccion capitelista; cfr. particulermente Capital, 1, xxIV. Capital, I, XII, 6, 270, Empieamos el término "industrializacién" para sefalar el proceso a través del cual la industria, emprendiendo el cambio cuslitative global de le vieje sociedad, marcha en ef sentido de convertirse en el éje de Ia acumuiaciGn de capital, Es por lo que consideramos (38) Ga) (4a) 37. que no se da un proceso de industrializeciéa en el seno de 1a econo- mia exportedora pese a que sf se observan en elle actividades indus- triales.. Us historiador bresileno, refiriéndose a la campana por el aumento ce tarifas aduaneras desencadenada por los industriales brasilefios en 1928, destaca con claridad el mecanismo de expansidn del sector industriel en In economia exportadora: "Bajo Ie preaién de une rece sién de la dermanda de teles de mala colided en las dreas rurales, como consecuencia de la caida de precios del café -el precio medio de le sect de 60 silos descendié de 215$109 ¢ 1708719 entre 1925 y 1926~ varios industriales se espocializaron en le produccién de te- jidos medio y finos, 2 partir de mediados de la décads del veinte. Al penetrar on esta faja del mercado, pasaron 2 sufrir el impacto de la competencia inglesa, que fue acusada de realizar un "dumping" pero liquidar a la produccién nacional, Los Contros Industriales se articularon en una campafia visande el aumento de las terifas de te- las de algodén y la restriccién de las importeciones de maquineria, alegando que el mercado ne comportaba la ampliacidn de la capaci~ dad productive existente''. Boris Fausto, A. revolucao de 1930.His- toriografia e Historia, Seo Paulo, Bresiliense, 1970, pp. 33-34, traduccién Kteral. El episodio es ejemplar: Is caida de los precios del café restringe el poder de compra de los trabajadores, pero también la capacided de importacién para atender a la esfera alta de la circulaciéa, provocando un movimiento de la industria en eh sentido de desplozarse hacia ésta Ultima y bencficiarse de los me~ jores precios que all¥ puede obtener. Como veremos, ese tropismo de Is industria latinoamericana no es privativo de Ia vieja economfs exportadora. Para Argentina y Brasil, por ejemplo, esto se plantea ye en el paso de la década de 1940 a la de 1950, més tempranamente para la pri mera que pare el segendo. Véase Ernest Mandel, Traité d‘ économie marxiste, Poris, R. Ju- iiard, 1962. La produccién norteamericana de m&quinas hérramientas dobis, en- tre 1960 y 1966, mientras crecfa tan slo de 60% en Europa occi- dental y de 70% en Japén. Por otra parte, s¢ desarrolia répidamente en Estados Unidos ie fabricacién de conyuntos automatizados, cuyo valor alcanza los 247 millonee de délareg en 1946; contra 43.5 mi ones en Europa occidental y apenas 2,7 millones de délares en Ja~ pén. Datos proporcionados por Ernest Mandel, Europe Versus Ame- rica? Contradictions of Imperialism, Londres, NLB, 1970, p- 80+ note. 28, (42) Los trabajos que se refieren a este tema hen sido reunidos en mi Ubro Subdesarrollc y revolucién, México, Siglo XXi, 1969, Et pri~ mero de ellos se publicé originalmente bajo el titula "Brazilian In- terdependence end Imperialist Integration", en Monthly Review, Nueva York, vol. 17, N° 7, diciembre de 1965.

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