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CAP{TULO TRES CIUDADANOS EN ARMAS ‘menos conocida. Sin embargo, en el siglo XIX, el ejercicio del derecho y la obligacién de armarse en defensa de la patria cons- tituyé una dimensién fundamental de la entre pueblo y politica. Y hasta se plasmé en una institucién clave: la milicia. LAs MILICIAS jas son fuerzas militares formadas por los ciudadanos de Una nacién, que no tienen una actividad permanente en ese plano pero pueden ser convocados en cualquier momento en defensa dela patria, uso de armas y de la dist tiempo y su integraci6n formal en diferentes cuerpos de milicias. Se ‘trata de un sistema muy antiguo que todavia rige en algunos pai- 0s, Se diferencia tanto del basado en un ejército profesional como del que se funda sobre el servicio militar 0 conscripcién Durante el siglo XIX las dos formas predominantes que adopté le fuerza militar en estas latitudes fueron ol ejército de linea (profe- DA SaBATO tauré el sistema de conscrincién obligatoria para el reclutamiento de soldados, bajo el mando de: ' y suboficiales profesionales. Las milcias no se consideraban simplemente una fuerza mil- tar; eran la ciudadania en armas. La relacién entre ciudadania y entre derecho a voto y deber de defensa, constituia un tema central en la tradicién republicana, Fue asi desde la antigo {dad griega y romana o los estados italianos de los siglos XV y XVI hasta la Francia de la revolucién y los Estados Unidos. la Patria y de esta Constitucién”. Esa cléusula ha tenido diferentes Interpretaciones, pero en la segunda mitad del siglo XIX dio sustento ala creacién de la llamada Guardia Nacional, que se superpuso a las mmlicias provinciales y coexistié con ellas por algunas décadas. En la colonia Si bien asociamos las milicias con la republica, también las hubo en regimenes monérquicos, como la Francia y Ia Espana del Antiguo Régimen. En Hispanoamérica col integradas por los habitantes de cada lugar. Con el as- los Borbones éstas se organizaron de manera més sistomé- ias se organizaban por arma -infanteria, caballeria, leria-, origen étnico ~pardos y morenos, por ejemplo-y lugar de procedencia de sus miembros -arribefios, montaneses, anda- uces, etc-. Durante acho aftos de servicio activo, los milic pasiva. PUEBLO Y POLITICA © Estas fuerzas cumplieron su primer papel importante durante las Invasiones Inglesas, en 1806 y 1807. Entonces, miles de habitan- tos de Buenos Aires see: 7,600 hombres que ten! Teunir més de siete mil (lo que representaba una sexta parte del total de la poblacién de la ciudad); Fue un momento clave para la historia de las milicias, que mares, ademas, el comienzo de una presencia popular en la vida politica destinada a perdurar. Como es ‘sabido, tanto en la Reconquista como en Ia Defensa, la poblacién de Buenos Aires tuvo el papel central en la derrota de los ingleses. icias organizadas pero también el resto de los habitantes icha; era, segiin la tradicién del Antiguo Régi- ‘en accién, como cuerpo, con el cabildo a la ina imagen del pueblo de Buenos Aires unido yher El hecho mismo de la organizacisn y la lucha result6 en un 1 de la plaza a través de la ampliacion y del que se mantuvo después de la victo- ria contra los ingleses. Esa situacién generé a la vez novedades en ‘el campo de las relaciones entro diferentes sectores de la pobla~ cién, Por una parte, entre las clases mas acomodadas, se acortaba los y peninsulares, en la medida en que tre clases, en el seno de cada ‘militar generaba contactos y vi ena vida social, no sélo en el entrenami sino a través de una practica que se general batallones eran elagidos por sus propios miembros’ Finalmente, las icias generaron redes nuevas y amplias que muy pronto se cons- tituyeron en focos insosiayables de poder politico. ri Hua saBato. Las milicias hablan llegado para quedarse. ¥ ellas fueron uno de los canales a través de los cuales la poblacién de la ciudad Juyendo sus clases subalt a, Ese protagonismo embargo, es el papel que cum "yy en los eventos que siguieron, Cornelio Saavedra, comandante del poderoso cuerpo de Patricios, fue designado pre- ssidente de le Junta, y muchos otros revolucionarios también eran oficiales y contaban con el apoyo de sus milicianos, a los que movilizaron en favor de la nueva causa Apertir de entonces las milicias quedarian asociadas a la aven- ‘ura que se iniciaba: la de la ruptura del orden colonial y la cons- truccién de formas republicanas de gobierno. dados pagos reclutados en todo el territorio del ex vir oficiales devenidos en profesionales y una estricta org; -a: Muchos de los antiguos milicianos pasaron a integrar las nuevas fuerzas, mientras que en la ciudad de Buenos Aires que- limitada, para proteger la ciudad. 15 60 aiios, tanto americanos como extrar cuatro aos, eran soldados civicosy formaban en los tercios clvicos {que quedaban bajo el mando dol Cabildo de la ciudad. Otras ciudades del antiguo virreinato y sus respectivas cam- pafias también tenfan sus fuerzas milicianas, que operaban segin distinguia entre mi dor intendento 0 del t las “milicias civicas” bajo el mando de los cabildos y formadas por los vecinos de las ciudades. Cuando en 1820 cayé el gobierno central, las pri ‘como Facundo Quiroga y el propio Rosas, asc apoyados en sus cargos de comandantes de Después de Caseros el gobierno de la Confederacion Argen- tina bajo el liderazgo de Justo José de Urquiza intenté nuevamente la creacién de fuerzas armadas a escala nacional, alas cuales de- bian contribuir todas las provincias. Se establecié asi la formacién rito de linea, de carae- les, para garantizar el orden Nacional, también de ca- ‘Aunque la organizacién de esos cuerpos quedabe a cargo de os gobiernos provinciales, dependian del poder central y debian 1a cuando les fuera requerido por las 0 Hua sass cies manejaron esos recursos militares con bastante autonomie. En cuanto al Estado de Buenos Aires, separado de la Confeder cidn por casi una década, también organiz6 su Guardia Naci ‘s6lo que en este caso dependia diractamente del gobernador. is fuerzas de esa provi corganizacién se mantuvo hasta fines de la década de 1 entonces, desde el gobierno nacional se buscé consol tralizaci6n, fortalecer al ejército de ‘sus gobiernos un poder militar que utilizaban con frecuencia en las disputas internas. As{, en 1880 se suprimieron defi las milicias provinciales y la Guardia Na ‘cuerpo de reserva del ejército profesional LOS MILICIANOS Por principio, como vimos, la mi armas y en teoria, al menos, el deber de enrolarse se superpone con el derecho de votar/En el Rio de la Plata esta signified que desde muy temprano una mayoria de los hombres adultos estu- vieron implicados en ol sistema de milicias. smpos coloniales la obligacién se vinculaba con la vecin- necesidades de la guerra llevaron a que los hos y profesionales se tornaran difusos, PUEELOY POLITICA Para entonces el cambio p ‘enel principio de la cludadania, entre otras cosas, porque esa cate- ‘goria misma se aplicaba poco y se mezclaba con otras, como la de vecindad. De todas maneras las disposiciones apuntaban a un universo amplio en el que se aspiraba a incluir a todos los varones libres de una ciudad o provincia, incluyendo desde los comerciantes hasta los pardos y morenos, siempre y cuando fueran residentes, én fundament fantizaba la pertenencia a la comu: 2 constituyé, ademas, en el principal imites de los ciudadanos en arma {o largo de los afios y del terrtorio del Provisorio de 1817 introdujo algunas limitaciones en la forma de requisites de propiedad para los vecinos que debian formar en las .as de las ciudades, Pero se mantuvo la amplitud para ‘ales, que incluian a “todos los habitantes" con ex- ‘stas disposiciones mantuvieron su vigencia en varias provin- cias, como Santa Fe, Cérdoba, La Rioja, entre otras, mientras que Buenos Ai tras reglamentacionos que siguieron afirman- do siemp1 para todos los ciudadanos. La organizacién de la Guardia Nacional ‘a partir de 1854 se hizo sobre los mismos principios, eunque cada provincia instrumentaba sus propios criterios espeoificos. En algunos casos se volvié sobre los requisites de tener “oficio Lit y lucrativo 0 propiedad conocida” y al reclutamiento segun categorias ocupacionales, pero esas disposiciones pronto fueron cediendo para dar lugar a una organizaci6n que dejaba de lado las 2 Hua saearo. listinciones sociales) Para entonces va estaba clara la asociacién entre derecho de sufragio y obligacién miliciana, atal punto que durante largas décadas para papeleta que certfcaba yee deber del ciudadano armado, Desde el comi daron las excepciones. La legislacidn misma excusaba a algunos gr pos del servicio. Era frecuente que se excluyere o dispensara a los funcionarios de cierto rango; a quienes ejercian ciertas profesiones, ‘como médicos, profesores universitarios, empleados, algunos arte- ssanos, entre otras; a los estudiantes; a los hijos nicos de madre viu- dda, y en ocasiones, a trabajadores ocupados en ciertas actividades cconsideradas clave (por ejemplo, los peones en tiempos de fa zafra ‘azucarera en Tucumédn, 0 jomaloros rurales en épocas de cosecha). ‘demas de las excepciones establecidas, era comin que jadores que tenian en sus empre- a8 como por quienes provenian de las clases populares. Con el tiempo, se dio la oportunidad a los convocados de pagar un reemplazante, el personero, para que ocupara su lugar. ‘Con todos estos rocortes ol reclutamiento efectivo resultaba seguramente en un ndmero muy variable pero siempre menor al del total de vecinos o de ciudadanos, y seguramente mayor al de votantes, dado el carécter obligatorio del servicio. En cuanto al perfil social do los rectutados, durante todo el siglo predominé el ‘elemento popular de ciudad y campafia, Como en las eleccio- in aqui habia mayoria de jomaleros y peones v de otros .dores, y una representaci dian ev: Imente. Sin embargo, no todos los que tenian Pueblo pouincn a recursos y contactos como para evitarlo lo hacian. 2Por qué no ‘siempre se buscaba eludir el cumplimiento de este derecha/deber? Hoy ese dato puede parecernos curioso pues la obligacién del ser- vieio armado no atrae a nadie. En el siglo XIX, en cambio, esa posicién no era tan obvia y, de hecho, hubo mucha ambi ena relacidn que establecian los ciudadanos con la mi entenderla, es preciso ver c6mo funcioné esa institucién y qué papeles jugé en la vida politica de aquellos tiempos. POLITICA Y ARMAS: El siglo XIX se caracteriz6, como vimos, por una coexistencia entre convivencia no fue fécil, pues competian por los recursos y por él poder, a la vez que respondian a dos modelos diferentes de enten* der la defensa, la fuerza militar y el poder de coercion del Estado. Originariamente las milicias tenian un alcance local, es decir, debian atender a la defensa de la propia ciudad y de su camparia. La guerra revolucionaria llev6 a extender esas funciones, fo que volvi6 a ocurrir durante la guerra con el Brasil (1826), pero por !o | conservaron su cardcter restringido territorialmente: Las las provinciales de- ncla de las incluso en los enfrentamientos con los indigenas.. En la segunda mitad del siglo la Guardia Nacional fue creada ‘como reserva del ejército de linea y de hecho presté servicios en las fronteras a la par de éste, También fue movilizada para acom- s supa sasaro pafier al fen las luchas intestinas y en la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay (1865-1870), lo que generé, como vere- ‘mos, una gran resistencia. Finalmente; los batallones de la Guardia, realutados por los gobernadores de provincia, operaron sobre todo ‘en el terreno local, Aunque las milicias provinciales seguian iendo en los papeles, parte importante de sus funciones las por esta nueva fuerza, tado de funciones definidas para las mi cido el tenor de los reclamios de quienes suftian sus consecuencias, La arbitrariedad on ol roclutamiento, la falta de paga, ol sorvicio ox- tendicdo mucho mas allé de los plazos estipulados, las privaciones materiales, los castigos fisicos y el traslado fuera de la region daban lugar a protestas personales y motines colectivos. Inspiraron, ade- més, a toda una literatura de denuncia de las iniquidades del contingente y, en particular, del servicio de frontera, Esos abusos y les penurias que sutrian sus victimas fueron reiteradamente conde- rnados en articulos periodisticos y constituyeron la materia prima de ensayos y poemas, cuyo exponente maximo fue el Martin Fierro. mino, un lugar de referencia con gran carga simbélica, asociadia a le ciudadania y al patriotismo. Funcioné, ademas, como un meca- niismo de organizacién y participacién polticas durante todo el sigo. Finalmente, constituyé una instancia\de contacto y sociabiliiad tanto horizontal como vertical entre sus integrantes. Veamos qué sig- nificé todo esto en términos de las relaciones entre pueblo y politica. Los ciudadanos patriotas ussLoY FOLIC * més tarde en una referencia mitica que aliments el prestigio mi- liciano, sobre todo en Buenos Aires, que las identified con el conjunto de la poblacién porteria. Ya en tiempos posrevoluciona- itucién se asocid a la repdblica como puntel de la defensa por parte de los propios ciudadanos{Se contraponia de linea, en el cual los enganchados y los destinados en la historia ropublicana, pat también un derecho, una obligacién pero también un pr que honraba a su titular. Este fue en general el discurso oficial sobre las mil tarde sobre la Guardia Nacional. Pero también fue parte inario de amplios sectores de Ia poblacién, que se identi ‘et papel de ciudadano armado y entendian muy bien la diferencia ‘que debia existr entre milciano y soldado de linea, Las invocaciones ‘aesa figura abundaban en las convosatorias y gestos de los diferen- nos. El ittento por restringir, en 1817, le milicia cvica a “los. (0 “los duefios con tienda abjor- vicio. Estas ‘Sabamos que las restr en general en éste como en Gefiniendo en términos amplios, pero su misma formulacién he- bla de [a distancia que se buscaba establecer entre ol integrante de las milicias y el soldado de 'n un gesto sintomatico, el poderoso Juan Manuel de Rosas eligi, luego de la derrota de La- valle, jurar su cargo de gobernador ante los comandantes de mi- ias de su provincia, Buenos Aires. Derrotado Rosas en 1862, el espi ‘una Guardia Nacional fue sem con el que se creé en la pro- ‘Su primer comandamte ” pa saBaro n llegado del exilio, quien en 1853 sos- distingue a la Guardia Nacional en todos los pueblos libres”. Mier tras tanto, en la Confederacién, o! de diase las instituciones es un deber sagrado de todo argentin En diferentes rincones del pals se pronunciaban discursos como el que dirigié el 9 de julio de 1859 el comandante en jefe del Bata- lion Belgrano en Tucumén, donde saludaba a sus "Guardias nacio- rales, ciucladanos", y decie: “Quiera pues el cielo que la posteridad la Patria de hoy...”." Quizd el punto mas alto de | dia se alcanz6 en el momento mismo en que estaba por desapare- cor como fuerza efectiva, esto es, durante la revolucién de 1880. El gobernador de Buenos Aires, con sus seguidores y sus fuerzas, enfrenté entonces al presiciente Avellaneda y al ejército nacional Los rebeldes convocaron a las dante de la campafia lo hacfa con estas palabras: “Ciudadanos de la Guardia Nacional... el primer deber de todo ciudadane de un pais -republicanio-democrético'es tomar las armes cuando peligran las, instituciones y las libertades publicas’,” Unos dias més tarde, des- pués de los principales combates que llevaron ala derrota @ Buenos Aires, el comandante general de las 15/1880. PUEBLOY POLITICA e ~rengaba piiblicamente en estos términos: " Guardias Nacionales! |Defensores de Buenos Aires!... os habeis cubierto de gloria luchan- do, venciendo y muriendo como sélo saben hacerlo los hombres. libres”. Vlas instaba a seguir peleando: "Que nuestra divisa sea: jser libres o mé Mientras tanto, el gobierno central triunfante preparaba el sometimiento definitivo de esas fuerzas, en beneficio de la concentracién del poder de fuego en el ejército nacionel. En suma, ca prevaleciente presentaba a las, ‘como una fuerza virluosa de ciudadanos patriotas, listos para de- ‘fender la repiblica y sus instituciones. Su lugar era, en principio, uno de prestigio y honor, que era reconocido socialmente. Esto llevs a ‘que hombres provenientes de las clases propietarias, en especial los. jévenes, en ocasiones se enrolaran casi festivamente en las milicas. Claro que esa inclusién pocas veces los llevaba a los puestos de frontera y menos aun & experimentar los abusos que en cambio ‘eran moneda corriente entre los milicianos provenientes de las cla- nla Guerra de la Triple Alianza contra el Pa- raguay ocupé a miembros de la elite como oficiales de batellones de la Guardia que pelearon en el frente, su de és ‘era permanecer en las ciudades y participar en las luchas politicas. ses populares. Y si Elecciones y revoluciones Desde la Revolucién de Mayo en adelante las milicias estuvieron involucradas en la vida politica. En particular tuvieron una partic pacién activa en las elecciones y en las revoluciones y luchas entre grupos que se dieron tanto entre las diferentes provincias. como dentro de cada una de ellas. En el primero de esos terrenos es facil entender por qué los ‘cuerpos de milicia y de la Guardia Nacional constituyeron un recur= so clave en las confrontaciones electorales. Por un lado, habia una @so- ciacién conereta entre ciudadano elector y ciudadano armado: hasta 18, La Pampa, 226/180. = LDA SaBATO la década de 1870, en buena parte del pais y del periodo, el enrole- ‘miento en la micia ers un roquisito para empadronarse yvotar para hacerlo habia que mostrar la papeletafirmada por ol comandants del cuerpo correspondiente, Esto daba alos ofes de milicia no s6lo po- Ger de habltacin para votar sino también la posibiliad de “fabricar” Papeletas fasas, lo que fue motivo de reiteradas denuncias. Por tro lado, dadas las formas de reclutamiento y organizacién de los vo- tantes que hemos visto més arriba, as milcias resultaben un instu- ‘mento ideal para poner en juego. Funcionaban como redes ya estruc- turadas jorérquicamente de hombres adultos (ciudadanos con derecho uidas en el espacio de la ciudad y de la campatia. as, asimismo, tenian capacidad de accién coleetiva, dacio que sus hombres ademés estaban armados y organizados rmiltarmente, contaban con los recursos que requera la lucha por el control consolidaban bito de Ie fuerza y se proyectaban en la vida politica, Muchos de los dirigentos politicos mas conocidos, desde Comelio Saavedra a Leandro Alem, pasando por Dorrego, Quiroga, Rosas, Mitre, Alsina, y tantos otros, construyeron su po dantes de milicia)y algunos de ellos siguieron explotando su lide- razgo en ese espacio cuando lo trascendieron para convertirse en personajes politicos de primera linea. También en los escalones siguientes de lajerarquia se consolidaban liderazgos menores pero que funcionaban como llave en la intermediaci6n politica La historiografia esta llena de ejemplos de conexidn entre mi- itico-electorales, desde los primeros arios revo- lucionrios hasta fines de la dé'cada de 1870, cuando se desarmé esa institucion definitivamente. Aun después de esa fecha, redes politicas que se habian tefido con base en las milicies ron por algtin tiempo funcionando informalmente. En cuanto a revoluciones y evantam

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