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LA ARGUMENTACIÓN

LA LÓGICA Y LA ARGUMENTACIÓN RACIONAL

Hasta ahora venimos estudiando el conocimiento centrándonos

fundamentalmente en la relación entre el sujeto conocedor y sus

herramientas para conocer la realidad por un lado y las características de

esa realidad a conocer, de ese mundo objetivo al que se enfrenta el sujeto.

Ya estudiamos la esencia, las características y los pasos del proceso de

conocimiento, sus ventajas, sus posibilidades y sus límites. Asimismo

estudiamos el controvertido asunto de cuál es su fundamento, el propio

sujeto o la experiencia externa a él.

En el curso de estas discusiones mencionamos frecuentemente el valor y la

importancia del lenguaje humano para el conocimiento. Ahora vamos a

estudiar el lenguaje humano con detalle, junto con los mecanismos lógicos y

racionales que en él se establecen, paso por paso, para analizar el problema

del conocimiento humano desde otra perspectiva diferente, pero tan

importante o más como las anteriores.

EL LENGUAJE Y SU CAPACIDAD LÓGICA

Cuando comenzamos a desarrollar las cuestiones referentes al conocimiento

humano, uno de los aspectos que destacamos (en concreto, cuando

hablábamos de la capacidad simbólica y lingüística humana) era el siguiente:

el mecanismo cognoscitivo humano desemboca necesariamente en el uso del


lenguaje, hasta tal punto que no se puede

entender el conocimiento humano sin él. Y

añadíamos que esa dimensión lingüística del

conocimiento humano lo hacía especialmente

ventajoso en términos adaptativos por una

serie de cualidades (economía, versatilidad,

etc.), entre las que destacaba el hecho de que el lenguaje permitía los

humanos la separación de las fuentes del conocimiento y la anticipación con

respecto a ellas. Podemos hablar, discutir y razonar, y a partir de ahí

aprender y conocer acerca de la realidad, sin estar percibiéndola en ese

mismo momento. Por decirlo de otra manera: podemos conocer nuevas cosas,

a partir de lo que ya sabemos, utilizando el lenguaje, sin necesidad de

comprobarlo empíricamente; capacidad ésta última a la que ni remotamente

se acerca otro animal.

Veámoslo con un ejemplo trivial pero significativo. Si hace un día hermoso, y

a uno le apetece bajar rápidamente a la playa al despertarse, y se encuentra

en el décimo piso de un edificio de apartamentos, tiene dos opciones: saltar

directamente por la ventana o bajar por el ascensor o la escalera. El

proceso mental (inconsciente) del sujeto vendría a ser más o menos el

siguiente: “si todos los cuerpos caen con enorme velocidad hacia el centro

de la tierra por la atracción gravitatoria sobre su masa, y yo soy un cuerpo

con masa, si salto por la ventana me estamparé contra el suelo a enorme

velocidad, con lo que…” No necesita, pues, tirarse por la ventana para

comprobar empíricamente que eso es cierto. Le basta con partir de

conocimientos que ya posee y utilizar el lenguaje con cierto criterio para

obtener conocimiento nuevo no experimental, no comprobado de forma


empírica e independiente (pues lo sabe sin haberse tirado), sino por la

propia forma o estructura del lenguaje.

Así pues, acabamos de comprobar que el lenguaje humano, junto a muchas

otras capacidades que seguro que conoces (expresión de emociones,

descripción de hechos, ordenamiento de conductas…) posee una

absolutamente fundamental: la capacidad racional, o la capacidad de

razonar. Eso será lo que estudiemos en este tema dedicado expresamente a

la lógica.

LAS ESTRUCTURAS RACIONALES DEL LENGUAJE: EL RAZONAMIENTO

“Lógica” es una palabra de origen griego.

Concretamente, proviene de la palabra “lógos”,

que significa razón, lenguaje o capacidad

racional. Los filósofos griegos afirmaban, con

buen criterio, que el ser humano era el único

animal que poseía lógos. El uso habitual de la palabra entre nosotros se

inspira en el significado griego, pero es diferente. La lógica es la rama de la

filosofía que estudia las estructuras racionales del lenguaje humano. Más

brevemente: la lógica estudia los razonamientos.

Por lo tanto, toca explicar qué es un razonamiento. Un razonamiento

es una estructura lingüística en la que a partir de unos segmentos

lingüísticos denominados premisas, se pueden obtener nuevos segmentos

lingüísticos, la llamada conclusión. La peculiaridad de un razonamiento

estriba en el hecho de que, si se acepta la verdad de las premisas, por la


fuerza interna de la estructura y sin comprobaciones empíricas posteriores,

se debe aceptar la verdad de la conclusión. Expresado de forma más

técnica, en un razonamiento las premisas implican la conclusión. O también:

un razonamiento es aquella estructura del lenguaje en la que existe una

relación de inferencia entre las premisas y la conclusión. Por lo tanto, la

forma general de todo razonamiento es la siguiente: P (1,2…n)  C (1,2…n).

Más brevemente: P  C.

Es preciso realizar alguna precisión más. Tanto las premisas como la

conclusión han de estar constituidas por enunciados o proposiciones, es

decir, fragmentos de lenguaje analizables

en términos de verdad o falsedad. No

todas las expresiones del lenguaje son

enunciados o proposiciones. Decir, por

ejemplo, “los perros son mamíferos”, es

afirmar un enunciado. Lo que dice es

verdadero o falso. Por el contrario, decir

“ven p´acá que te voy a leer la cartilla”, no

lo es. No todos los usos del lenguaje

implican enunciados; tampoco construir

razonamientos es la única finalidad del lenguaje.

Desarrollando estas cuestiones apreciamos una serie de interesantes

matices sobre lo que acabamos de explicar. En primer lugar, que la

conclusión, aunque desde el punto de vista del orden lógico se encuentre

siempre tras las premisas, no tiene por que encontrarse siempre al final en

el uso habitual del lenguaje.

En segundo lugar, que en el uso habitual del lenguaje se añaden elementos no

proposicionales y que no afectan a la estructura del razonamiento. (Por


ejemplo “hasta que algún método…” o “Alá reveló a su pueblo…”). No afectan

a la estructura ni a la forma del razonamiento por que se refieren antes a

su verdad material, o verdad a secas, que a su corrección o validez formal.

Pero con esto nos introducimos en cuestiones que hay que desarrollar con

más detalle y en relación a nuevos conceptos.

LENGUAJE NATURAL Y LENGUAJE ARTIFICIAL

El lenguaje que nosotros utilizamos para desarrollar sus múltiples funciones,

y la de razonar se encuentra entre ellas, es el llamado lenguaje ordinario o

lenguaje natural. Sin embargo, a la lógica lo que le preocupa es la estructura

interna, la forma de los razonamientos. Es decir, que escondida dentro de la

materia, del contenido de los razonamientos (que se expresa en el lenguaje

ordinario) se encuentra una estructura, una forma, una relación interna

entre premisas y conclusión que es la que tiene un carácter propiamente

lógico; y la única cuestión que realmente le interesa a la lógica.

La lógica constituye un lenguaje formal, porque le preocupa la forma de los

razonamientos, no su materia o contenido. Podemos añadir una nueva

consideración: conocemos otros formalismos o lenguajes formales.

Especialmente uno, el de las matemáticas. A la matemática no le preocupan

los contenidos materiales sino las relaciones formales entre estructuras

matemáticas. Matemáticamente, “3 + 2 = 5” es una estructura correcta. En

el lenguaje ordinario podemos dotar estas estructuras de innumerables

contenidos: “Dos discos que te dejo hoy y tres que te dejé ayer ya son cinco

discos. ¡No tardes en devolvérmelos!”; “¡Dos goles que nos metieron antes

del descanso y tres en el segundo tiempo, tío, 5-0, menuda paliza!”. Los
lenguajes formales no son naturales además en el sentido de que son

artificiales, creados intencionadamente y no de forma espontánea.

Sin embargo, todos sabemos razonar aunque desconozcamos el lenguaje

formal de la lógica (de hecho, sabemos que el ser humano es el “animal

racional” por excelencia), al igual que sabemos realizar operaciones

matemáticas básicas

aún sin conocer sus

herramientas formales

específicas (“contando

con los dedos”). Es

lógico que sea así,

porque el construir

razonamientos es una

de las funciones

posibles del lenguaje natural. Eso no es obstáculo para intentar conocer un

poco mejor las relaciones lógicas internas del lenguaje, porque muchas veces

la materia o contenido de un razonamiento nos despista y lleva a confusión

respecto a su forma.

La conclusión que hay que obtener es la siguiente: en la lógica, hay que

olvidarse de la materia y centrarse en las relaciones formales entre las

premisas y la conclusión. La verdad material no es un problema de la lógica.

La verdad material es una cuestión empírica que se soluciona mediante el

recurso a la experiencia. La verdad lógica, que se conoce con el nombre de

corrección, validez formal, adecuación formal o validez a secas, no es una

cuestión empírica. Un razonamiento es formalmente válido, correcto,

adecuado o válido a secas cuando por su estructura, las premisas implican la

conclusión. Que las premisas disparatadas llevan a conclusiones disparatadas


en un razonamiento correcto no es una cuestión lógica, sino una cuestión de

comprobación empírica.

Para entender mejor en qué consiste la corrección formal conviene conocer

una teoría de la verdad que se conoce como teoría de la verdad como

coherencia. Esta teoría sostiene que la verdad no es una relación entre el

lenguaje y la realidad, como la teoría semántica de la verdad (o isomórfica, o

aristotélica). La verdad es algo que se da dentro del propio lenguaje. Algo es

verdad si no genera contradicciones en el contexto en que se usa. Algo es

verdad si es coherente con las circunstancias en que se dice o podría

decirse.

Por ejemplo: la raíz cuadrada de 4 es +2/-2 es verdad porque es coherente

con todas las circunstancias de las matemáticas en que puedes hacer esa

operación. No habría contradicción con otras operaciones que pudieras

realizar con esos números, como sumar, multiplicar o restar. Es verdad

porque es coherente con el resto de los usos matemáticos, no porque haga

referencia o deje de hacerla, a una determinada realidad. (¿A qué podría

referirse -2?).

Pues bien: la corrección lógica, así como la corrección de todo sistema

formal, no tiene que ver con la verdad entendida como correspondencia, sino

con la verdad entendida como coherencia. En un razonamiento, su materia

atiende al criterio de la verdad como correspondencia, y su forma, al

criterio de la verdad como coherencia.


LÓGICA FORMAL Y LÓGICA INFORMAL

Por lo tanto, para conocer mejor las formas lógicas, vamos a realizar dos

tipos de actividades. Por una parte, explicar cuales son los tipos de

razonamientos más frecuentes, o el tipo de estructuras que con más

facilidad permiten obtener conclusiones a partir de premisas. Obtener

conclusiones a partir de premisas se denomina inferir. Así que lo que

estudiaremos serán las reglas más comunes para inferir conclusiones, las

llamadas reglas de inferencia.

Y en segundo lugar, potenciaremos nuestra capacidad para descubrir las

formas lógicas que se esconden tras las materias del lenguaje ordinario,

aprendiendo de forma sistemática algunos de los mecanismos de

formalización.

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