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Equipos Docentes de Colombia


Propuesta presentada por EDOC-Bogotá a la Asamblea Nacional
sobre la incorporación o no de una dimensión ambiental

¡No durmáis mientras los que ordenan el mundo siguen trabajando!


¡Desconfiad de su poder que dicen tener que conquistar para vosotros!
¡Vigilad, para que vuestros corazones no estén vacíos
cuando se cuenta con el vacío de vuestros corazones!
¡Haced cosas inútiles,
cantad canciones que no se esperan de vuestras bocas!
¡Sed incómodos,
sed arena y no aceite en el engranaje del mundo!
Poema de Günter Eich.
“Luchar por la esperanza" Petra K. Kelly

Nuestra propuesta se basa en el pensamiento de Leonardo Boff, sus análisis y reflexiones ecológico- ambientales como
comunidad de vida.

Contexto

“A nivel social, casi la mitad de la humanidad vive hoy por debajo del nivel de miseria. Las cifras son aterradoras. El 20%
más rico consume el 82.49% de todas la riqueza de la Tierra y el 20% más pobre, se tiene que contentar con un
minúsculo 1.6%.

En cuanto al calentamiento de la Tierra, la FAO (Organización de la ONU para la Alimentación) ha advertido que en los
próximos años habrá entre 150 y 200 millones de refugiados climáticos. Las previsiones más dramáticas hablan de un
aumento para 2035 de 4°C. Y se especula para final del siglo un aumento de 7°C. Si esto realmente se produce, ningún
tipo de vida hoy conocido podrá sobrevivir. En cuanto a la crisis de sustentabilidad, doy un ejemplo ilustrativo: la
humanidad está hoy consumiendo un 30% más de la capacidad de reposición. Es decir un 30% más de lo que la Tierra
misma puede reponer.

La ecología es un nuevo paradigma, tenemos que ir a un reencantamiento, que es vivir ’junto’ y no ’a costa’ de la
naturaleza. No es medio ambiente, es ambiente entero, se necesitan "cambios en los hábitos humanos" frente al planeta
y una nueva "espiritualidad, buscar el sentido profundo de vivir en la naturaleza. Otro mundo es posible" dentro de una
"convivencia con la naturaleza, la Tierra ya no aguanta la perspectiva de dominación del hombre, la lógica que oprime
países es la misma lógica que devasta la naturaleza. Eso tiene que ser superado".

Es necesario comenzar los cambios en nosotros –dice Boff- que van a beneficiar a la Tierra. "Cada uno en su lugar, cada
comunidad, cada entidad, en fin, todos debemos comenzar a hacer algo para dar un rumbo diferente a nuestra presencia
en este planeta"

Llegamos a un punto en el que todos seremos afectados por los cambios climáticos. Todos(as) corremos riesgos,
inclusive el de que gran parte de la humanidad tenga que desaparecer por no conseguir adaptarse ni mitigar los efectos
maléficos del calentamiento global. No podemos confiar nuestro destino a representantes políticos que, en realidad, no
representan a sus pueblos sino a los capitales con sus intereses presentes en sus pueblos. Necesitamos nosotros(as)
mismos(as) asumir una tarea salvadora. Cada uno en su lugar, cada comunidad, cada entidad, en fin, todos debemos
comenzar a hacer algo para dar un rumbo diferente a nuestra presencia en este planeta. Si no podemos cambiar el
mundo, sí podemos cambiar este pedazo de mundo que somos cada uno de nosotros.

Si trabajamos con los parámetros de la física clásica, la inaugurada por Newton, Galileo Galilei y Francis Bacon,
orientada por la relación causa-efecto, estamos perdidos. No tenemos tiempo suficiente para introducir cambios, ni
sabiduría para aplicarlos. Iríamos fatalmente al encuentro de lo peor. Pero si cambiamos de registro y pensamos en
términos de proceso evolutivo, cuya lógica viene descripta por la física cuántica que ya no trabaja con materia sino con
energía (la materia, por la fórmula de Einstein, es energía altamente condensada), ahí el escenario cambia de figura.
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Del caos nace un nuevo orden. Las turbulencias actuales preanuncian una emergencia nueva, venida de aquel trasfondo
de Energía que subyace en el universo y en cada ser (llamado también Vacío Cuántico o Fuente Originaria de todo ser).
Las emergencias o surgimientos introducen una ruptura e inauguran algo nuevo todavía no ensayado. Así, no sería
extraño que de repente, los seres humanos volvieran en sí y pensaran una articulación central de la humanidad para
atender las demandas de todos con los recursos de la Tierra, recursos que, si son racionalmente gerenciados, son
suficientes para nosotros los humanos y para toda la comunidad de vida (animales, plantas y otros seres vivos).

Posiblemente, llegaríamos a esto sólo ante un peligro inminente o después de un desastre de grandes proporciones. Ya
decía Hegel: el ser humano no aprende nada de la historia, sino que aprende todo del sufrimiento. Prefiero a San
Agustín que en las Confesiones reflexionaba: el ser humano aprende a partir de dos fuentes de experiencia: el
sufrimiento y el amor. El sufrimiento por la Madre Tierra y por sus hijos e hijas y el amor por nuestra propia vida y
supervivencia van a salvarnos.

Entonces, no estaríamos frente a un escenario de tragedia cuyo fin es fatal o inevitable sino de una crisis que nos
acrisola y purifica y nos crea la oportunidad de un salto rumbo a un nuevo ensayo civilizatorio, éste sí, caracterizado por
el cuidado y por la responsabilidad colectiva por la única Casa Común y por todos sus habitantes.

El problema no es la Tierra, sino nuestra relación para con ella, relación de agresión y de explotación implacable.
Necesitamos establecer un acuerdo Tierra y Humanidad para que ambos puedan convivir interdependientemente, con
sinergia y espíritu de reciprocidad. Sin esto no tendremos futuro. El futuro vendrá a partir de la fuerza de la simiente, es
decir, de las prácticas humanas personales y comunitarias que crean redes, ganan fuerza y consiguen imponer un nuevo
orden que garantizará un nuevo tipo de historia.

Ante estos los EDOC proponemos:

1. Comenzar por cada uno(a)

Aprender a ser radicalmente humanos(as), formando una comunidad de vida en la que somos ecointerdependientes con
los demás seres.

Transformar nuestros hábitos, nuestra mente a partir de acciones alternativas en el marco de las las cuatro grandes
tendencias de la ecología –ambiental, social, mental e integral-

Incorporar una actitud ecológica mínima de cuidar la basura que se produce, recoger, selecciona, se clasificar y reutilizar
aquella que se pueda reutilizar.

Promover la ética de amor, cuidado, cautela, solidaridad, responsabilidad y compasión.

Rescatar una actitud de respeto como límite a nuestra capacidad destructiva y como una condición para conservar la
naturaleza y nuestra supervivencia.

2. Cuidar la comunidad de vida promoviendo la ética del respeto y cuidado

El cuidado es una relación amorosa y no agresiva con la realidad. El cuidado está atento a los procesos vitales y se
preocupa de todos los seres para que éstos puedan continuar participando en la comunidad de la vida de tal manera que
ninguno esté excluido ni abandonado
en su sufrimiento.

El amor es la energía más poderosa que existe en el ser humano y en el universo. Es este indomable e incansable poder
de atracción y de unión que busca fusionarse en el sentido de una experiencia de no dualidad. Si objetivamente somos
hermanos y hermanas debido al mismo código genético, entonces, debido al amor, subjetivamente deseamos ser
hermanos; y concientemente nos proponemos a nosotros(as) mismos vivir esta realidad. Cuidar con amor es sentirnos
unidos con la estrella más distante, con el hermano pájaro y la hermana hormiga; es estar interesado en el destino de
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cada persona en este planeta. Cuidar con amor es ser capaz de manifestar con emoción: “Tú eres infinitamente
importante para
mí; no sufrirás injustamente; no desaparecerás; debes vivir”.

3. La educación ecocentrada para ver las interrelaciones del mundo vivo y las ecodependencias del ser
humano

La educación debe incluir inaplazablemente las cuatro grandes tendencias de la ecología: la ambiental, la social, la
mental y la integral o profunda (aquella que discute nuestro lugar en la naturaleza y nuestra inserción en todo el
entramado de las energías cósmicas). Entre los educadores ambientales se impone cada vez más esta perspectiva:
educar para el arte de vivir en armonía con la naturaleza, y proponerse repartir equitativamente con los demás seres los
recursos de la cultura y del desarrollo sostenible.

Necesitamos estar conscientes de que no se trata solamente de introducir correcciones al sistema que creó la actual
crisis ecológica, sino de educar para su transformación. Esto implica superar la visión reduccionista y mecanicista
imperante todavía y asumir la cultura de la complejidad. Esta nos permite ver las interrelaciones del mundo vivo y las
ecodependencias del ser humano. Tal verificación exige tratar las cuestiones ambientales de forma global e integrada.

De este tipo de educación se deriva la dimensión ética de responsabilidad y de cuidado por el futuro común de la Tierra y
de la humanidad. Nos hace descubrir al ser humano como el cuidador del jardín del Edén que es nuestra Casa Común, y
el guardián de todos los seres. La democracia, además de ser «sin fin», como lo quiere con razón Boaventura de Souza
Santos, será también una democracia «socio ecológica». Junto a la ciudadanía (que viene de ciudad) estará la
florestanía (que viene de floresta). Ser humano y naturaleza se pertenecen mutuamente, y, juntos, deben construir un
camino de convivencia no destructiva.

4. Los EDOC en defensa del agua

Participar en los movimientos por la defensa del agua, Reclamar el agua como un bien público participando en la
denuncia de su privatización por grandes compañías e impulsando el referendo por el agua. Los EDOC ayudaremos a
tomar conciencia para que el AGUA no llegue a ser el símbolo y el medio de nuevas colonizaciones y esclavitudes del
siglo XXI

5. Objetivos para la acción de los Equipos Docentes.

Desarrollar proyectos, análisis, talleres de formación pedagógica-ambiental y propuestas PRAE alternativas que ayuden
a armonizar la relación entre la comunidad, la escuela, la familia y el Planeta con los objetivos del foro social mundial
año 2009,

6. Resignificando Los PRAE

Cualquier trabajo en educación ambiental debe ser interinstitucional e intersectorial; es necesariamente interdisciplinaria,
debe ser intercultural.

La educación ambiental debe propiciar la construcción permanente de una escala de valores que les permita a los
individuos y a los colectivos relacionarse de manera adecuada consigo mismos, con los demás seres humanos y con su
entorno natural, en el contexto del desarrollo sostenible y del mejoramiento de la calidad de vida.

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