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Este documento resume un libro que analiza cómo se usó el pasado en la política argentina entre 1910 y 1945. Explora cómo diferentes grupos disputaron la interpretación de hitos históricos para influir en el presente, como cuando se modificó la letra del himno nacional en 1927, lo que generó protestas. El autor estudia cómo se construyeron narrativas e identidades nacionales a través de símbolos como efemérides, y cómo intelectuales y políticos buscaron darle sentido al pasado.
Description originale:
Los Usos Del Pasado - Resumen; historia, historiografía, ciencias sociales, investigación histórica
Titre original
CATTARUZZA Alejandro Los Usos Del Pasado - Resumen
Este documento resume un libro que analiza cómo se usó el pasado en la política argentina entre 1910 y 1945. Explora cómo diferentes grupos disputaron la interpretación de hitos históricos para influir en el presente, como cuando se modificó la letra del himno nacional en 1927, lo que generó protestas. El autor estudia cómo se construyeron narrativas e identidades nacionales a través de símbolos como efemérides, y cómo intelectuales y políticos buscaron darle sentido al pasado.
Este documento resume un libro que analiza cómo se usó el pasado en la política argentina entre 1910 y 1945. Explora cómo diferentes grupos disputaron la interpretación de hitos históricos para influir en el presente, como cuando se modificó la letra del himno nacional en 1927, lo que generó protestas. El autor estudia cómo se construyeron narrativas e identidades nacionales a través de símbolos como efemérides, y cómo intelectuales y políticos buscaron darle sentido al pasado.
n discusin, 1910-1945,Sudamericana, Bs. As. 2007. Coleccin. Nudos de la historia argentina. Antonio F. Bozzo Universidad Nacional de Rosario El autor, a travs del ttulo de su libro, Los usos del pasado, nos propone que el pasado que cotidianamente se usa para homologar a la historia, y viceversa, no sea sencillamente lo que pas. La idea utilitaria del pasado remite a cierta funcionalidad o intencin; orientar o ajustar con un fin. Y esto tiene una larga tradicin en el pensamiento occidental. La filosofa de la historia o la teora poltica, son algunos ejemplos. Sin embargo, lejos estamos en este libro de estas concepciones, ms bien, tal como lo seala su subttulo, La historia y la poltica argentinas en discusin (1910-1945), la investigacin tiende a dar cuenta de cmo fue resuelta esa relacin entre la historia y la poltica en la Argentina entre 1910-1945? y cules fueron los resultados visibles? De esto no se desprende una historia poltica, aunque los acontecimientos y los problemas que aparecen aqu slo son comprensibles de all. Ms bien nos acerca a cierta hermenutica, que tiende a rastrear y reflexionar sobre la construccin de sentidos, que guan la comprensin y las acciones de los miembros de una sociedad. Qu tipo de evidencias dan cuenta de esto? Si apelamos a una rpida mirada, como es e l caso del ndice, en el mismo encontramos temas que remiten directa o indirectamente a d iferentes hitos y/o grupos sociales que contribuyeron a la formacin de la liturgia patritica, y po r lo tanto, del sentido comn histrico de la sociedad argentina: el Himno Nacional, la Revolucin de Mayo, el 12 de Octubre, el gaucho, el folklore, el revisionismo histricos o los historiadores profesionales. Esta seleccin, que podemos identificar con las efemrides del Estado Nacional o con grup os de intelectuales y/o acadmicos que participaron en la conformacin de una conciencia n acional, tiene para el autor una serie de claves. Una de ellas, trata de reconstruir los mecanismos que hicieron que determinados hitos nacionales adquirieran proyeccin a lo largo de la historia argentina, y de los es fuerzos que se realizaron por construir imgenes del pasado y difundirlas, de las resistencias que se les opusieron, de las polmicas que se destacaron en torno a estas cuestiones (pg. 28). M. Duverger en un clsico libro de metodologa en Ciencias Sociales, en el que aluda a los anlisis cualitativos a travs de la Lingstica y la Informtica, nos hablaba de programa s que permitan extraer en base a un software los temas o ideologa dominantes en un texto , apelando con esto a una supuesta objetividad. Si sometiramos este libro a tan moderna metodolo ga, estamos seguros, que los resultados que arrojara el supuesto programa, sera, que ste aborda temas relacionados con la nacin, el nacionalismo: la historia del nacionalismo, el pasa do de la patria, o conclusiones parecidas, los cuales no seran, para nosotros, los ms distintivos. No , porque no estn esos temas presente, sino, que la intencin que se entrev en el anlisis apunta a des entraar el valor y la funcin que tiene el pasado de una sociedad en su presente. Y ste es un tema q ue trasciende y al mismo tiempo fundamenta, entre otros, la existencia del nacionalismo en el perodo analizado. Slo 30 merecen vivir los pasados capaces de tener futuro1 , esto que alguna vez escribi A. Castelln, aunque quitando el dramatismo, podra aplicarse aqu. Esto ltimo, se relaciona para nosotros con otra de las claves interpretativas: el uso de las representaciones del pasado tiene caractersticas especficas, en el que los debates entre diferentes imgenes del pasado encierra una doble significacin: un objeto declamado, y ciertame nte autntico, constituido por las imgenes del pasado, y otro implcito, tan autntico como el anterior, que se define en el presente y est asociado a los conflictos polticos-sociales del momento (pg. 19) Por esto los binomios, poltica e historia, nacin y pasado que aluden a temas sobre los orgenes, estn comprendidos en una dimensin cultural: la conmemoracin de las efemrides , la raza nacional, el folklore, etc. Desde esta perspectiva, el autor recorre los it inerarios que hacen a la formacin de tpicos temticos que la sociedad presente establece con su pasado, dando cuenta de la tensin y la disputa por la invencin de tradiciones interpretativas, aunque no siem pre nacionales, pero interpeladas por ellas para el perodo en cuestin. He aqu uno de los aspectos ms interesantes de la investigacin. Sin embargo, esta investigacin cultural del pasado proviene de una lectura histor iogrfica del perodo. Esto aclara la presencia de otros temas que estn ligados a este aspecto de l anlisis: el revisionismo histrico y de los historiadores profesionales. En este sentido, es q ue hallamos en el autor cierta mirada particular con respecto a cul debe ser el objeto de estudio d e una Historia de la Historiografa, cuestin que ha abordado explcitamente en otros trabajos y que hoy en cuentra en este libro su concrecin2 . La relacin entre Historiografa e Historia cultural mediada por una perspectiva soc ial, est fundada en las fuentes que deben ser objeto de estudio, los grupos sociales que las manipulan y el tipo de investigacin que esto requiere. Qu implica lo dicho? El modo de concebir la historiografa, no como una actividad secundaria a la de historiador, sino que, ms all de su etimo loga, como una tarea que comprenda a la investigacin histrica sobre la condiciones de produccin y circulacin de de bienes simblicos en una sociedad. As, este estudio no slo se refiere a los mbitos de produccin acadmica sino tambin a toda prctica social en la que el pasado sea mediador de sign ificado con el presente de una sociedad. Las herencias tericas para entender esta afirmacin puede n ser R. Chartier, R. Darnton, B.Bazco, C. Charle, E. Thompson, E. Hobsbawn, as como M. Bl och o LeGoff, entre otros. A lo largo del libro, encontramos un conjunto de actores sociales (escritores, m ilitantes, historiadores, msicos, guionistas, funcionarios, periodistas) que interactan a tra vs de diferentes bienes materiales y/o simblicos con el objeto de disputar, de atribuirle sentido a temas que refieren al pasado y que fueron decisivos para dirimir las posiciones presentes. As, en el captulo inicial, que es la introduccin a la problemtica del libro, el auto r nos presenta un hecho que revela su estilo: la modificacin de la letra del Himno Naci onal basada en una iniciativa presidencial durante el gobierno M. T. de Alvear, que para tal efecto convoc una comisin de eruditos y que fue interpretada por primera vez el, 25 de Mayo de 1927 en el Teatro Coln. Hecho que se torna sintomtico, a travs de su resonancia en la prensa, entre intelectuale s, agrupaciones polticas y profesionales y que tuvo como corolario una multitud que se manifest fr ente a la casa de gobierno el 9 de julio de ese ao, donde entonaron el himno en su versin original y que deriv en una persecucin policial con detenidos y heridos. Esto a su vez, repercuti en las p ublicaciones de militantes comunistas, con reducido espacio editorial, que con mucho esfuerzo y escasa difusin, se ocupaban de un suceso que identificaban con la burguesa y calificaban como una pavad a (pag. 12-13) 1A. Castellan,. "Acceso crtico a los supuestos de la historia cientfica", en Tiemp o e Historiografa, Bs.As, Biblos, 1985, pg. 21. 2 Ante esto debemos aclarar, que si bien parte del contenido de la presente obra ha sido expuesto y/o publicada por el autor en cursos, congresos, revistas y obras colectivas, al hab erlas reunido y adaptado para un nico volumen, las investigaciones parciales adquirieron un senti do unvoco a travs de su coherencia temtica y problemtica. 31 Para el autor, este suceso convoca a la reflexin, por la magnitud de la convocato ria, por el objeto en discusin, por las identidades colectivas en cuestin, pero fundamentalmen te porque es una disputa que en algn punto involucraba al pasado. No slo porque el Himno Nacional e ra parte de la liturgia patritica, sino tambin porque pone en evidencia la coexistencia de otras imgenes del pasado, como la de clase, que incidan en las acciones del presente. Estos conflictos y mecanismos, no son exclusivos de esta sociedad en particular, no han perdido vigencia, perduran en el tiempo. Es de este modo, que en el desarrollo d el texto se articulan otros ejemplos fuera del perodo en cuestin, donde el pasado se constituye en el la zo necesario para los actores sociales en su presente. La trama del texto es significativa: los temas narrados aqu, no slo son los selecc ionados por el autor, sino tambin los que imponen los contemporneos en su poca, y en este senti do la construccin de una identidad nacional, es el central, y es el Estado, el ms intere sado en l. Sin embargo, el Estado no es visto aqu como una entelequia que orquesta el futuro de la sociedad, sino como parte de la formacin de ella. Esta visin cultural de la histor ia, tiene la virtud de evidenciar que determinadas representaciones o visiones del mundo colectivas, que construyen verosmil para la accin, constan de una particular temporalidad y de diversas condi ciones materiales para la difusin de las creencias. La apelacin a las evidencias materiales y simblicas necesarias para abordar las img enes que una sociedad tiene de su pasado, encuentra en J. Le Goff, entre otros, uno de su s inspiradores. Desde aqu es que A. Cattaruzza plantea que tales imgenes no se forjan slo en los gabinetes de los historiadores () tampoco son sus sostenes nicamente los libros y los artculos de hi storia con pretensiones de cientificidad, sino tambin los ritos y los emblemas de la liturgi a escolar o militar y los que se juegan en fiestas ms espontneas, la toponimia urbana y rural, las estat uas, los calendarios y las efemrides, e incluso algunos afortunados textos de ficcin3 (p.17) Siguiendo estas lneas de anlisis, es que comienza a abordar los festejos del Cente nario de la Revolucin de Mayo destacando la relacin entre el clima poltico e ideolgico y sus imp licancias en la conmemoracin. Lo destacable en este tema, son las preguntas que se intentan responder: ante la posibilidad de otras opciones, por qu el gobierno nacional toma partido por hacer de la Revolucin de Mayo el origen de la Nacin? Qu se celebr oficialmente? Al mismo tiempo, qu otras imgenes alternativas comenzaron a surgir en torno a aquello que poda alinearse como propi o, como nacional? Las repuestas a tales preguntas, presupone en el relato, el recorrido por el tes timonio de actores colectivos que interpelan desde distintos mbitos de la cultura (la educacin, insti tuciones pblicas, diarios, revistas, etc.), contribuyendo a asentar posiciones y decisiones alrede dor de cada una de las problemticas. Podemos reconocer aqu lneas de reflexin que son extensibles al resto de los captulos . En primer lugar, independientemente del contenido de las posiciones de los actores sociales y de las referencias al pasado, stas son contextualizadas y remiten a interpretaciones pre vias o son iniciadoras de tradiciones futuras. En segundo lugar, el juego constante entre d isenso o consenso, que se produce entre el Estado y la sociedad civil, a partir de la disputa por el pa sado a rescatar y afirmar en el presente. De este modo, los festejos del Centenario de la Revolucin por parte del gobierno nacional, se redujeron a destacar su dimensin poltica, en tanto Buenos Aires representaba el tr iunfo de las ideas liberales de la Revolucin as como tambin la del progreso. Pero al mismo tiempo, ant e los conflictos obreros y la inmigracin, los informes de los inspectores de escuela de l Consejo Nacional de Educacin, la percepcin de algunos funcionarios e intelectuales alertando sobre la necesidad inminente de buscar o profundizar polticas tendientes a forjar una conciencia nac ional, gener las condiciones para retomar o resignificar elementos comunes que permitan hablar de una tradicin nacional. Esto puede verse, tanto en Ricardo Rojas con respecto a la raza y el i ndianismo, como Manuel Glvez y Joaqun V. Gonzlez con respecto a la relacin del interior incontaminad o, como 3 A. Cattaruzza, Entre el anlisis de la produccin acadmica y la Historia de la Histori a. Una discusin sobre los objetos de estudio de la historia de la historiografa, en Anuari o 17, Escuela de Historia, Facultad de Humanidades y Artes-UNR, Rosario, 1995-96. 32 lugar autnticamente nacional, o en el caso de Leopoldo Lugones y R. Rojas que con diferencias, revalorizaron el Martn Fierro como expresin de la literatura nacional. El autor al explorar la produccin literaria o poltica de la poca junto a las polmica s y la incidencia cada vez mayor de la prensa y/o revistas culturales en estos temas es que concluye que, si bien el Martn Fierro, el gaucho y la raza comenzaron a ser temas, aunque no domin antes por lo menos en el mundo intelectual y estatal, las interpretaciones perduraron como tpi cos en el debate sobre el reconocimiento de una tradicin nacional. Los temas aqu desplegados y sus derivaciones son retomados en los captulos siguien tes. Su organizacin y relacin, estn fundadas en localizar la emergencia, la proyeccin, la bi furcacin, de triunfos o derrotas de lneas interpretativas, producidas por sujetos sociales div ersos, que de acuerdo a los ejes de discusin se agrupaban o reagrupaban para definir sus posiciones: qu v alores nacionales representa el gaucho?, cul es el interior autnticamente argentino? cul es la raza nacional? cules son los rasgos culturales que distinguen a la Nacin? Para el autor, la tarea central a desarrollar consiste en contextualizar estas visiones y sus respuestas. Con ese despliegue, tambin resulta otra visin de conjunto, a saber, que el desarro llo de los ncleos problemticos revela una agenda de cuestiones, cuyo orden y resolucin, no slo es un modo particular de dialogar a partir de un ideario comn, sino que define una tendencia que para los protagonistas se muestra irreversible. Entre otras cosas, el argumento de esta h istoria, demuestra cmo el fracaso o el xito por imponer determinadas visiones del pasado dependen de una doble condicin: de que sean parte de una agenda de cuestiones que permitan su inclusin y de las circunstancias que hacen viable su aceptacin. Esta doble condicin, se ve en los constantes ajustes y desajustes que marca el au tor, a partir de resear las pugnas a travs de aspectos del pasado: Jos Hernndez o el gaucho, la ra za hispana o la revalorizacin del indgena, figura de Juan Manuel de Rosas y la historia oficial; s tos y otros dilemas, dependen, para poder prosperar, no slo de su legitimidad ante los grupos colectivos y la opinin pblica, sino principalmente del Estado, que a medida que despliega y consol ida sus capacidades materiales y simblicas en la sociedad, las va asimilando y extendiend o, imponindolas como parte de la cultura nacional. En esta historia, los aos treinta aparecen como la culminacin de ese proceso. Se d istingue en los ltimos captulos, el perodo de entreguerras: la incidencia de los nacionalismos, las crisis del liberalismo y el mayor protagonismo del Estado sobre la sociedad civil y princip almente la Segunda Guerra Mundial, que contribuye, a extremar las posiciones de los actores sociale s. Para esto, se destaca la interpelacin que el Estado realiza en lo pblico: en lo escolar, a travs del protagonismo y exaltacin de los actos escolares y la utilizacin de los medios de comunicacin, para su difusin; en la apelacin a los expertos para el control de los contenidos del material bibliog rfico y en correlacin el material flmico que contenga en sus argumentos alguna interpretacin s obre el pasado nacional, la incorporacin de nuevas efemrides, (el 17 de Agosto y el da de la tradi cin). Este clima gener en el campo poltico cultural polmicas que retomaron y/o inauguraron versiones sobre el pasado de la nacin que cuestionaban el contenido y el derrotero de la versin liber al de la historia nacional, as el revisionismo histrico entre otras cosas, logr exitosamente para el autor, instalar en el debate la imagen de una historia oficial. A esta visin de conjunto, tambin deberamos sumarle, un aspecto de la trama, que cre emos, resalta el valor del texto: es plausible deducir que en el relato histrico sobre los avatares de diversos sujetos sociales, tambin hay en juego cierta concepcin sobre la funcin social de la historia y el historiador. Como ya dijimos, se trata de una historia que involucra a escritores, intelectua les de partidos, periodistas, historiadores, msicos, funcionarios, etc., de los modos en que const ruyeron imgenes sobre el pasado, de los medios para difundirlas e imponerlas. La periodizacin pro puesta, 1910-1945, funciona como un marco en donde se halla la materia prima a trabajar. La dimensin t emporal, no es anecdtica, ni contingente, sino que es sustancial a la visin que el autor quier e dar. Es un momento privilegiado, es el del origen de la nacin y la de su conciencia. Es el m omento de una invencin. Es un lugar en el tiempo en el que se puede reconocer la funcin y el pes o que el pasado tiene en el presente. Ya lo haba sealado, G. W. F. Hegel, preocupado por las nueva s ideas: una 33 constitucin poltica articulada en sus leyes y costumbres racionales es un presente imperfecto y no puede comprenderse exactamente sin el conocimiento del pasado4 . Esta relacin, tal como es propuesta en el libro es existencial: es una historia q ue trata de identificaciones, de filiaciones, de disputas, de imposiciones entre intelectual es en el presente por medio de imgenes del pasado. El autor hace del pasado un dispositivo, que presupo ne una accin y un efecto. Cul? El de construir imgenes que promuevan la inclusin a una comunidad po ltica. Como ms claramente lo seala A. Cattaruzza, la extensin de los sentimientos de perten encia a la nacin en la sociedad. Consideramos que la eleccin por el autor de los objetos de estudio, los modos de abordarlos, el papel que los intelectuales y los historiadores profesionales desempean en el relato, no son slo una puesta a la vista de un pasado, sino tambin se trata de recoger las experienc ias de vidas, las motivaciones y las actitudes de quines tuvieron como actividad trabajar con y des de las ideas sobre la opinin y la conciencia de los individuos de una sociedad. El pasado tanto en s u versin de memoria colectiva como en la letrada tiene una funcin social localizada, histricam ente contextualizable. En definitiva, el pasado en la trama del texto, termina siendo en trminos amplios, un recurso metodolgico, un lugar por donde acceder al imaginario colectivo de una sociedad. En sntesis, en nuestra opinin, el relato del libro nos lleva a recorrer un laberin to de opciones y elecciones, de encuentros y bifurcaciones, de continuidades y rupturas que el autor ha podido conectar en base a un cmulo de evidencias de diversa ndole y relevancia. Con el su ceder de estos hechos y destacando su significacin podemos recorrer la historia de la invencin de tradiciones y sus vicisitudes. La clave central est, tambin en el legado, en la tradicin de la propia disciplina, de uno de sus cultores, que el autor no desconoce y que aqu encuentra su realizacin: Hasta que no sepamos lo que los hombres de aquel tiempo conocan del pasado y cmo lo imaginaban, no comprenderemos casi nada de su Weltanschauung [ideologa o pensamiento], ni de su poltica, ni, si no me equivoco, de su literatura pica. [M. Bloch]5 .
De la subversión marxista al terrorismo de estado: Representaciones de la última dictadura militar en narrativas históricas de la escuela media argentina (1983- 2008)