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¡DESPIERTA VERACRUZ!
El proceso electoral para elegir gobernador, que culminó el pasado domingo 4 de julio, pasará a la
historia de Veracruz y de México como un golpe artero a las aspiraciones democráticas de la
sociedad, planeado, organizado y ejecutado desde el poder público.
Se trata, inequívocamente, de una elección de estado que hace inadmisible reconocer la presunta
victoria de quien ya se proclama, ilegítimamente, vencedor.
El sistema electoral que permite el secuestro de los tiempos oficiales en radio y televisión por
parte de la partidocracia, para repartírselos entre sí e impedir la compra de tiempos en los medios
electrónicos, ha pervertido las elecciones.
Salvo honrosas excepciones, ahora son más caras las entrevistas en la radio de lo que se pagaba
antes por los spots. Esta desproporción genera inequidad y es una, entre otras, de las
innumerables consecuencias de la perversión de la ley.
De igual modo, las onerosas tarifas para la compra de espacio en los medios impresos, rompe
cualquier equidad en la comunicación con la sociedad: si no pagas, no te publican, no apareces
en los medios. No existes. Te sacan de la competencia, salvo a quienes tienen al alcance de sus
manos las arcas abiertas del erario público y/o de los grupos de interés.
A esta perversión no escapan las encuestadoras que ofrecen resultados a modo para el mejor
postor.
El atropello vino por igual de los poderes gobernantes: del federal y del estatal. He dicho y lo
reitero: PRI y PAN son más de lo mismo: un mismo sistema, un mismo interés, un mismo apetito
por el poder. En el pasado reciente, tuvieron en el Congreso componendas, acuerdos cupulares a
espaldas de la sociedad, que lastimaron a todos los sectores y en especial a las clases más
necesitadas de nuestro país. PRI y PAN fueron los que aprobaron los impuestos a las gasolinas,
lo que trajo consigo el incremento de precios de la canasta básica; los mismos que modificaron el
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Nunca antes se había visto una embestida tan brutal y demoledora, desde el poder, contra la
economía de millones de familias mexicanas.
Los mismos que se ponen de acuerdo para aumentar los impuestos a emprendedores y
ciudadanos, son los que dicen que van a rescatar la economía de su triste papel actual, que
solamente genera desempleo e inseguridad.
Los mismos que han propiciado la muerte de más de 23 mil mexicanos, son los que hablan de
garantizar la seguridad.
Los mismos que dicen que combaten el caciquismo económico, político y social, son los que
pretenden llegar al poder con su apoyo.
Los mismos dirigentes políticos que luchan sólo por la alternancia, en los hechos niegan el
fracaso de diez años de alternancia en el gobierno federal, década fallida que ha tenido como
consecuencias el hundimiento de la economía nacional y el incremento de la delincuencia
organizada.
La disputa es del poder por el poder. Utilizan los programas sociales aprobados en el Congreso
como armas mediatizadoras e instrumentos coptadores en materia electoral; se aprovechan en
beneficio propio no sólo de la pobreza, sino de la pauperización en que tienen sumida a más de la
mitad de la población.
La partidocracia se disputa el poder porque lo quieren sólo para servir a grupos de interés y
poderes fácticos y para que continúe la simulación democrática de México.
El pueblo la pasa mal, pero quienes se disputan el poder la pasan muy bien. Esta es la triste
realidad que quieren prolongar el PRI y el PAN.
Esta vergonzosa lucha por el poder conlleva un peligroso riesgo, hasta hoy aparentemente
inadvertido: el de dejarle al pueblo, hastiado de tanta perversión, la insurgencia social como único
camino para el cambio anhelado.
Precisamente por todo ello impugnamos la elección y seguimos en pie de lucha: a fin de que se
rescate el estado de derecho, previsto y concebido por el Constituyente para garantizar una
democracia plena, participativa y funcional.
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DANTE DELGADO