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Y sin embargo, quien esto escribe est convencido de que no vamos por
buen camino cuando centramos nuestro objetivo en ver renunciar al
presidente, o en derogar las reformas estructurales. Estoy convencido
de que la solucin no es, ni de lejos, derrocar al mal gobierno ni
marchar por las calles al grito de Zapata vive, sin mencionar los
desmanes que aqu o all hayan podido ser causados por quienes se
oponen a las reformas. Creo que todas estas actitudes, conllevan
implcitamente, un terrible caudillismo que nos mantiene en la
mediocridad:
Me parece que rara vez nos planteamos las consecuencias de lo que
fcilmente podemos proponer en un momento de euforia: viva la
Revolucin?, y despus?; Muera el mal gobierno?, y despus?; golpe
de Estado?, y despus?
El caudillismo en el que vive el ignorante y el supuesto revolucionario
les hace esperar que la salvacin de nuestro pas vendr de quien nos
gobierne. Con gusto y esperanza militan en las manifestaciones,
creyendo que tal o cual candidato ser la supuesta esperanza de
Mxico; pero pareciera que todas esas actitudes eximen al ciudadano de
tomar las riendas de su verdadera participacin poltica, tal y como la
entendan los antiguos griegos: no la poltica de los candidatos, sino
aquella en la que la transformacin de nuestra Patria comienza por
nosotros.