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Manuel Asensi {QUE ES LA DECONSTRUCCION DE JACQUES DERRIDA? llustraciones Boris Hoppek La deconstruccién es un modo de resis- tencia politica ante cualquier forma de fascismo, posiblemente una de las estra- as mas liberadoras desde {que el marxismo y sus variantes demos- traran sus terrbles limitaciones. Mi plan- teamiento queda, en este sentido, muy lejos det de Paco Vidarte y Cristina de Peretti cuando al afrontar la relacién entre politica y deconstruccién aseguran que “nuestra intencién (..) no es ni poli tizar la deconstruccién ni hacer una defensa a ultranza de algo asi como un “innegable cardcter politico’ de la decons: trucci6n’. Aqui deflendo, precisamente, que la deconstruccién tiene un innegable caricter politico, si bien no se gana ‘mucho articuléndola, por ejemplo, con el rmarxismo, tal y como deja ver el trabajo dde Michael Ryan. Pero para llegar a esa conclusién es necesario explicar por qué razén la deconstruccién no es un simple juego textual basado en la frase de Derti- da, tan mal comprendida, tan bien tergi versada, segén la que “no hay fuera del texto". Es necesario exponer la decons- truccién con un lenguaje diferente al que se ha venido utilizando hasta ahora, re- leerla, re-orlentarla, re-inventarla, darle ‘un empujén. El interés explicito por la relacion entre deconstruccién y politica ‘no es ninguna novedad en el pensamien- to de Derrida o en el de Paul de Man, y para ello basta pensar en la entrevista que Jean-Louis Houdebine y Guy Scarpe- ta le hicieron al filésofo francés en toro a las relaciones entre la deconstruccién y cel materialismo histérico, Ese interés se hha visto remarcado con la serie de traba- Jos que Derrida public a partir de Espec- tros de Marx, Editorial Trotta, Madrid, 1995. No obstante, el cardcter “politico” de la deconstruccién se encuentra pues- to de relieve en textos tan tempranos como La voix et le phénoméne (19678), 0 Lécriture et la différance (19676). iQué hhay que comprender para darse cuenta de que, en efecto, la deconstruccién tiene, ante todo, un cardcter politico? iC6mo desprenderse de esa visién pro- pugnada por Richard Rorty para quien la deconstruccién pertenece a la tradicién de los ironistas privados que en nada afecta al émbito piiblico? Y vaya por delante que en estas pocas paginas no se trata de responder a una pregunta acerca de cmo afecta la decons- truccién (que en teoria seria una filosofia, © una citicalteraria 0 ») a la politica, sino de responder a una pregunta acerca del ser mismo de la deconstruccién. Los lec: tores de Derrida saben que hablar det “ser” de la deconstrucci6n es algo poco menos que herético dado que la estructu: ra predicativa “X es P" es de orden pro- fundamente metafisico, Pero pronto se fentenderd que cuando aqui hago la pre- gunta “iqué es la deconstruccién?”, ese es" lo empleo de una manera performati- va (er es igual a actuar) y que con él habit la metafisica de un modo peculiar. Dicho de otra manera: hablar de la rela cin entre deconstruccién y politica es algo que surge cuando nos planteamos qué es eso de la deconstruccién. Una buena via para entenderla es hacer se y responder las siguientes preguntas: éQué hay que deconstruir? Zor qué hay que deconstruirlo? 2cémo hay que deconstruirlo? Naturalmente se trata de tres preguntas inmensas que nos llevar: ‘an muy lejos en el tiempo y en el espa- io. Finjamos, a pesar de ello, que tienen unos limites bien definidos, delimitables, mensurables. Las dos primeras preguntas pueden contestarse conjuntamente: Zqué hhay que deconstruir y por qué hay que deconstruirlo? El nombre de lo que hay que deconstruir es *metafisica’. Dicho asf, nombrado de esa manera, se tiene de inmediato la impresién de hallarse centre las paginas que van desde Platén y Aristételes hasta Heidegger. Y no nos equivocamos, la mejor manera de com: render la metaffsica se encuentra en esas paginas. Pero he aqui que la meta: fisica, en cuanto sistema de pensamien: to, impregna la conciencia de los indivi duos y gufa sus acciones. Mukatovsky decia que “el contenido de la consciencia individual viene dado hasta en sus pro- fundidades por los contenido que perte necen a la consciencia colectiva”. La ‘metafisica organiza la textualidad en general y, por ello mismo, impregna la Conciencia colectva y la individual. iQuie- re decir todo esto que estamos diciendo algo asi como que metaffsica y fascismo son lo mismo? No exactamente, lo que se uiere decir es que pertenece a la estruc tura misma de la metaffsica la posibill- dad, histéricamente cumplida, de dar lugar al fascismo, En este sentido, nos vale el diagnéstico de Adorno y Horc kheimer en torno a la dialéctica de la ilustracién. Los andlisis de Deleuze y Guattari en tomo a los polos paranoide y esquizoide también podrian ser invo- cados aqut de forma muy productiva. Estas relaciones son complejas y necesi- tarfan una mayor elaboracién, pero diga: mos que del mismo modo que segin la conocida tesis de Adoro-Horckhelmer la ilustracion se resuelve en mito, la meta fisica, en una de sus posibilidades, acaba hist6ricamente en un fascismo colectivo ylo Individual. A fin de cuentas, el argu: mento heideggeriano de que la ciencia moderna representa la culminacion de la rmetafisica, tiene una significaci6n pareci- da, Detallemos la cuestién: cuando Hel degger se plantea la pregunta Zqué es la “En realidad, lo que la decons- trucci6n vigila no es la metafisica, sino la posibili- dad de que la metafisica devenga fascista, el riego potencial autoritario, su matriz mas basica, la barra”. ‘metafisica?, responde: el _pensamiento del ser como simple presencia. Podria mos elegir cualquier otra defiicién, pero no cabe duda de que nos encontramos ante una definicién muy operativa. Lo importante de ella no es tanto su conte- nnido como la matriz que crea, el espacio vacio y formal a que da lugar, de manera ue los contenidos que histéricamente vayan apareciendo en ella, dentro de sus limites, estén sobredeterminados por esa matriz. Z£n qué consiste esa matriz? Si el ser se determina como simple presencia, autométicamente se desarrolla una opo- sicién entre la presencia y la ausencia (Gresencia-ausencia), entre todo aquello que esta presente y todo aquello que esta ausente en lo relative al ser. No obs tante, lo importante de ese gesto no es tanto la idea de presenciajausencia como la forma vacla de esa oposici6n, que no fguala sino que establece una relacién jerarquica en la que un elemento, la pre- sencia, se impone y domina al otro, {a ausencia, Es conveniente darse cuenta en este pun- to de que esa matriz jerarquica orienta los términos que figuran o que figuren en ella. Da igual que hablemos de presen- iajausencia, vida/muerte, cuerpo/alma, intelgible/sensible, contenidojexpresién, realidadficcién, hombre/mujer, ha blafescritura, _espititu/materia, éli- te/popular, teorta(practica etc., lo caracte- ristico es que los términos que aparecen fen primer lugar ocupan una posicién je- rarquica superior respecto a los términos que aparecen en segundo lugar. Para Heidegger, la clave metafisica reside en la ‘oposicién entre el ser como presencia y el ser como ausencia. Para Derrida, la base metafisica se halla en la oposicién entre el habla y la escritura, Para el femi- niismo, el problema metafisico se encuen- tra en la oposicion entre lo masculino y lo femenino, Para nosotros, el fundamen: to de la metafisica se desprende de la barra misma de la oposicién (), una ba: ra que incomunica los elementos que entablan una relacién —jerdrquica. Obviamente, no hay problema en recono- cer una diferencia, por ejemplo, entre lo ‘masculino y lo femenino, el problema re- side en que esa diferencia crea un efecto de jerarqufa. Diremos, por tanto, que lo propio de la barra no es establecer una oposicién paritaria (del estilo Zipi y Zape), sino el crear un efecto de jerar- quia, Naturalmente, no todas las oposi- ciones son jerérquicas, pero sf las meta: fisicas, Abdul Jan Mohamed, empleando una terminologia perteneciente a las dos formas diferentes de clculo en el siste- ‘ma informatico, distingue entre una opo: sici6n basada en la negacién binaria, que es dialéctica, esta sujeta a un orden je. rarquico y a la recuperaci6n, y una opo- sicién basada en la negacién por analo- sia, que considera cada elemento como una parte de series diferenciales que no centablan una relacion jerarquica. No parece dificil darse cuenta de que si lo propio de la metafisica es la barra que delimita una oposicion jerérquica sea del tipo que sea, entonces gran parte de la lucha social y politica tiene que ver con esas oposiciones jerérquicas. Se trata de tuna cortespondencia que fue muy pronto detectada por Jean-Joseph Goux en sus trabajos sobre “numismdticas”. Alli ponta de relieve como la represion de la escri tura dentro det pensamiento occidental (esis derridiana) coma paralela a la lucha de clases y a la represion del pro letariado (tesis marsistas) y a la oposi- ci6n detectada por el psicoandlisis entre el objeto falo y el objeto parcial. cita Goux a Marx en el momento en el que ste asegura que la oposicién entre la mercancia y la moneda es la forma abs- tracta y general de todas las oposiciones que implica el trabajo burgués. La cortespondencia fue también vista en el campo del feminismo por Héléne Cixous, quien en el inicio de su texto “la joven nnacida? hace notar que el pensamiento siempre ha funcionado por oposiciones, hablalescritura, altofbajo, “por oposicio- nes duales, jerarquizadas. supe- riorinferior. Mitos, leyendas, libros. Siste mas filoséficos. En todo (donde) intervie ne una ordenacién, una ley organiza lo pensable por oposiciones (duales, itre- conciliables; 0 reconstruibles, dialécti cas). ¥ todas las parejas de oposiciones son parejas. @Significa eso algo? (. Aesté en relaci6n con ‘la’ pareja, hom: bre/mujer” Cuando quienuiera que sea juzga al extranjero, al diferente, al de distinta raza, al de distinta sexualidad, al de dis- Linta condici6n fisica, etc, como inferior, entonces esta ya incurriendo en la barra metafisica, esta siendo guiado por ella También cuando alguien se aferra a la oposicion jerdrquica entre el bien y el mal, lo bello y lo feo, la verdad y la men- tira, esté asimismo instalado en el movi mmiento propio de ta metafisca, esta haciendo funcionar la barra. No debe sor- prendernos que se haya acabado hablan- do de “falogocentrismo”, porque de esa manera se ha englobado el campo de lo ideal (et logos) y de lo histérico (el flo). , pues, la metafisica no es algo que se halle Gnica y exclusivamente en los libros de filosoffa, en el intrincado pensamiento de Herdclto, Platén, Aristételes, Descar- tes, Kant, Hegel, etc., sino que gufa el campo de las acciones sociales y polit as, tanto personales como colectivas. Uno de los gestos metaffsicos por exce- lencia es el llevado a cabo por los nazis fen todo lo referido al genacidio del pue- blo judio (sometido a la idea del dominio jerérquico de una raza sobre otra), pero también son potencialmente metafisicos y Fascistas actos y decisiones tomados y realizados dentro de un contexto demo- cratico. En este sentido, una buena repuesta a la pregunta épor qué hay que deconstruir? es la siguiente: para evitar los totalitarismos en cualquiera de sus formas y manifestaciones. Por supuesto, ello no quiere decir que la metafisica sea algo compacto, etemamente igual a si mismo, simplemente negati: vo y conducente al fascismo. Seria absurd mantener que Aristételes es fasci ta, como serfa absurdo pensar que la metafisica siempre ha funcionado de la misma manera, gual que si se tratara de un ente fuera de la historia. En realidad, lo que la deconstruccién vigila no es la metafisica, sino la posibilidad de que la metafisica devenga fas- cista, el riego potencial autoritario, su matriz mas basica, la barra. De hecho, el peligro de ésta no reside tanto en crear oposiciones jerérqui- cas como en conferirles un valor ontolégico. Porque, écémo se legitima una oposicién jerérquica? Hay tres cauces habituales: 3) ‘encontrar un centro capaz de explicar y dar sentido a una totalidad (lo que Derrida llama un “significado trascendental” para referitse al hecho de que la historia de la metafsica consiste en la sustitucién de un centro significativo por otro), centro sobre el que tecae la responsabilidad nada mas y nada menos de dar argumentos que jus: tifiquen la prioridad de un elemento de la oposicién sobre el otto; 2) situar un origen puro (una arqueologia) del que emana la totalidad y que, al igual que el centro (muchas veces coinciden), sirven para ‘explicar y dar coherencia a las oposiciones binarias jerarquicas (piénsese en cémo los racionalismos.y los integrismos buscan ‘obsesivamente un origen que les dé la sensacion de identidad y justifique sus rei- vindicaciones); 3) postular una finalidad (una teleologia) que al igual que lo ante- rior dota de sentido una distribucién jerérquica de papeles. La filosofia del espirtu de Hegel es una linea maestra en. lo que a ello se refiere, de hecho toda la toda la jerarquia de los espiritus, toda la jerarquta de las diferentes formas atisticas, se justifica en virtud de ese caminar del Espiritu hacia su triunfo y esplendor finales. La teoria aristotélica de las causas, con todas sus extensiones EL lema seria algo asf como: no imites la deconstruccidn, invéntatela. {Cémo deli Imitar lo que siempre est por inventar? No obstante, lo que sf que esté claro es lo que la deconstruccién busca: poner patas arriba el discurso metafisico, logo- Entrico 0 falogocéntrico alli donde se presente: en la filosofia, en el arte, en la politica, en el derecho, en la sexualidad. Por ello, la deconstruccién no es ni una filosofia, ni una teorfa literaria o artistica (por mucho que en estos campos haya mostrado su efectividad, por mucho que autores como Gasché hayan demostrado que el ambito de discusién mas propio de Derrida es el fenomenol6gico), sino si la invertimos, si el término secundario, marginado, lo ponemos en situacién de dominio y marginamos ahora el término que antes era prioritario (hacer tesis del estilo: frente a la oposici6n Pene/dildo, donde el dildo es visto como un suple- mento del pene, digo ahora Dildojpene, invirtiendo el esquema de la prioridad y argumentando que el pene es un suple- mento del dildo), entonces reproduct mos la misma metafisica s6lo que con una cara diferente. La matriz fascista corre el peligro de potenciarse. También es Derrida quien ha sefalado cual es la finalidad de la deconstrucci6n, “El deconstructor puede aprovecharse de una cierta andadura deconstructiva, de una trabajo precedente. La deconstrucci6n es siempre una critica experimental”. que van desde lo metafisico hasta lo poll tico pasando por lo poiético, es una ‘maquinaria perfecta al servicio del marco que recorta un otigen puro (en tanto causa primera 0 causa eficiente), una finalidad (causa final), y un esencialismo (causa material, formal) sobre el que des- cansan las grandes oposiciones aristoté- licas (materia/forma, potenciajacto, etc.) iomo se deconstruye? Se trata de otra pregunta inmensa, imposible de delimi- tar. Derrida, como Paul de Man, no se ha cansado de repetir que la descontruccién. no es un método, un esquema general que se pueda aplicar a cualquier objeto, texto 0 contexto, La deconstruccién hay que inventarla siempre, @ cada paso, sin cesar, de ahi su enorme potencialidad creativa. Sus estrategias son contextua, les, locales, y lo que es valido para un contexto quizd nto lo sea para otro. El deconstructor puede aprovecharse de una cierta andadura deconstructiva, de ‘una trabajo precedente. La deconstruc ci6n es siempre una critica experimental. De ahi que cuando los seguidores de Derrida 0 de Paul de Man se limitan a Imitar los recorridos de éstos el resultado es, demasiadas veces, lamentable. tuna politica que afecta a la totalidad de los campos del saber, una politica que toca y afecta a la idea de limite, separa: cién, polaridad, frontera, jerarquia, ori en, finaidad, ete. ero para poner patas arriba el discurso mmetafisico hay que aprender de los erro- res de todos aquellos que han pretendi do salise de la metafisica (Kant, Nietzs- che, Heidegger, Derrida, Paul de Man), hay que seguir una cierta légica de la equivocaci6n. ¥ el primer error es pensar que podemos salir fuera de la metafisica, del fascismo, simplemente saltando fuera de ella, aparténdonos de ella, no que- riendo saber nada de ella. ¥ ese error se debe a que pertenece a la estructura esencial de la metafisica el querer salirse de ella misma, Algo ast como si dijéra ‘mos; el gran error metafisico es la volun- tad de salirse de la metafisica. Pero, claro, tampoco se gana nada permane- ciendo dentro del edificio metafisico, conviviendo con 6l, dejéndose contami: nar por él. Derrida ha visto muy bien el problema: si una oposicién jerdrquica la dejamos tal y como la encontramos por miedo a incurrir en otra metafisica, entonces somos esclavos de esa oposi ci6n y det sistema que la sostiene. Pero ‘Ante una oposicin jerdrquica se trata de que la barra se vuelva liquida, porque “en el liquido, los opuestos pasan mas facilmente uno dentro de otto. El liquide es el elemento del férmacon. ¥ el agua, ureza del Ifquido, se deja més facilmen te, mas peligrosamente, penetrar y luego corromper por el farmacon, con el que se mezcla y compone de inmediato” (Der: da, 1972: 231 de la trad. esp). Dicho de otra manera: lo que la deconstruccién persigue, en una estrategia sin finalidad (para evitar la teleologia metafisica), es que la barra que mantiene una oposicién jerérquica se tome blanda, de manera que los términos que permanecian sepa- rados rigidamente se interpenetren, se toquen, se contaminen entre sf (iconta- miname! dice una cancién de Ana Belén). Invertiros es algo que sélo funciona en tun primer movimiento deconstructivo, algo que pueda ayudar a volver liquida la barra, pero si todo se limitara a esa inversién, la barra, la molaridad, se endu- receria de nuevo. Tas ese posible primer movimiento, la andadura derridiana pone de relieve que es necesario producir un tercer término cuya funci6n es sostener la oposicién en estado de carencia, en esta do de negatividad, en una dialéctica no superable, demostrar que su uso es ...“Obviamente, no hay problema en reconocer una diferencia, por ejemplo, entre lo masculino y lo femenino, el problema reside en que esa diferencia crea un efecto de jerarquia”. meramente pragmatico, que no esta bbasada en ningin criterio de verdad. &5 un tercer término que escapa a la logica binaria, ala conceptualidad, que respon- de a un ctiterio de contradiccién en el que es posible argumentar que “es esto y lo otto” y, al mismo tiempo, que “no es esto ni lo otro”. €5 un indecidible, una infraestructura (en sentido no marxista). Se podria decir que la obra de Derrida ha consistido desde los afios sesenta hasta la actualidad en una interrumpida pro- duccion de indecidibles (archi-escritura, diseminacién, huella, parergon, différan- ce, ruina, ceniza, himen, espectro, suple- mento, férmacon, subyectil, et). Piénsese en las posibilidades que se des- prenden de este planteamiento contami: nante si lo aplicamos a problemas como el racismo, la discriminacién sexual 0 los nacionalismos. El trabajo de Derrida en el campo filos6tico y/o literario es un posi ble modelo para una politica generaliza- da. En cualquier caso, la deconstruccién siempre debe evitar sentirse abrumada por el contexto en el que opera, por aquello de lo que trata de hull, y abrirse a lo nuevo, a lo experimental, a una sali dda cuyo rasgo es haber sido capaz de crear algo nuevo desde el interior del edi ficio que se pretendia deconstruir. ¥ le- {gamos con esto al ditimo punto que aqui 6lo puedo esbozar. iCémo se vuelve blanda la barra? Como se llega a esos indecidibles? éCémo crear lo nuevo sin dertur lo viejo? Como arrastrar los valo- res de centto, origen y finalidad? El pro- cedimiento deconstructivo esta siempre por inventar, las recetas previas tienen un valor limitado y deconstruir a Derrida 0 a Paul de Man es algo muy aconsejable en este terreno experimental (hay un dicho budista que dice: “Si encuentras al Buda, rmiétalo"). Ya lo hemos dicho. Sin embar- 0, los trabajos de Derrida y Paul de Man hhan trazado unos caminos que es nece- sario tener en cuenta. A riesgo de simpli- ficar mucho, a riesgo de incutrir en la metafisica, y auto-vigilando esta incur: sién, digamos que es necesario distinguir entre textos téticas 0 molares y textos no-téticos 0 de fuga (mezclemos Derrida y Deleuze, que se contaminen). Un texto tético 0 molar proviene habi tualmente del discurso metafisco, filos6- fico, ética © politica, y su caracteristica ‘mas obvia es la de defender una posicién determinada, Para ello, recurre al concep- to, a la demostracién, a la silogistica, a las oposiciones. En estos casos (La voz y el fendmeno es un buen ejemplo de ello, pero también “La farmacia de Platén"), la deconstruccién halla en el nivel del len suale, en alguno de sus planos ((6r morfol6gico, sintéctico, seméntico o légi 0), en su etimologia, o entre las partes del texto (titulo-texto principal, texto principalnota a pie, etc) una inconse- euencia, una contradiecién, que hace vacilar la posicién que se est defen do. En varias ocasiones Derrida menciona la necesidad de oponer el autor a si mismo, Un texto no-tético 0 de fuga pro- viene generalmente del campo tradicio- nalmente calificado de “literario” 0 de “artistico”, y su peculiaridad mas eviden- te es la de no mantener una posicién determinada, es decir, la de ser irénico. Explota la ambigledad, la metafora, las analogias, los anacolutos sintacticos, los juegos de palabras, las asociaciones for «2s, los vinculos cromaticos, formales 0 de textura, En este caso (“La carta pos- tal", Glas, “Ulises graméfono”, Alegorias de la lectura, The Linguistic Moment, etc), la deconstruccién sigue el camino que el texto traza con el fin de auto- deconstruirse y, con ello, provocar indeci dibles textuales (no ya trascendentales, como en el otro modo) que subvierten la conceptualidad metafisica, Este seguir el camino que el texto traza se puede hacer, asimismo, mediante el uso de técnicas vanguardistas dentro del discurso filos6- fico, ertco-Iterario, 0, por qué no, polit co. Y, clara esta, los procedimientos cempleados con textos téticos y con los ro téticos muchas veces se intetcambian, se cruzan, de nuevo se mezclan. Insist: la deconstruccién es inventarsela. MANUEL ASENSI PEREZ

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