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Teilhard de Chardin La activacién de la energia Ensayistas de Hoy ‘OBRAS DEL PADRE TEILHARD DE CHARDIN: publicadas en espaiiol por ‘TAURUS EDICIONES, bajo Ia direccién del profesor Miguel Crusafont Paié, rmiembro del Comité «Tellhard de Chardins niles otc we, Coute «Tenino of CHK: EL fenémeno humano ( {a Spariion del"hombre ("6 ‘Le ota det ‘pasa (6 8). Et medio divino (or a) El porveni del hombre (3 ed) Le Snore humana’ (Se), 1 sctvecén dela energla (2 of) Goncin'y Cristo (en preparscie) Corns cnn: Et ara rooléeico humano (3 Corton de viaje ( od ‘Nuevas ‘carta de vite 6 68) Ginests de um pensamiento (3 e) mmo’ det uniserso Ce) Eicon det nompo se gc (BISIID) ( ed Certas te Eero En preparacion: Cartes de Hastings 9 de Pais (Ones ssone HL mone Tenhsto 28 Chama L, Teesmontant: Inroduccin al pensemiento de Teithard de ‘Chardin ed) a GasnotPlere Teithard de Chardin. Laz grandes etapas ite ou evolucion HE ge hse penal retin del Padre Telherd de PIERRE TEILHARD DE CHARDIN LA ACTIVACION DE LA ENERGIA Ls TAURUS Titulo orginal Ldetivtion de Persie (© Eomoxs ov Seu, Paris, 1963 ‘Traducida espafola de Tutte Cenow Primera edicion: marzo de 185 Segunda edicisn: octubre de 197 © 1967, TAURUS EDICIONES, 5. A Claudio Coelo, -B. Madrid-1 Depésito legal: M. 17857-196% PRINTED IN SPAIN LA ACTIVACION DE LA ENERGIA snup a Alto Patton on Su Maceo ur Reven ManieJost ‘vom Se LS, Sauron, Passievte be Us Rareaih ea SEMEAL, Ti. be oy caure era 1. COMITE cIENTIFICO: ‘Anwwasune (Camile), Professeur de Paléontlogie au Museum Notional @distore Ne Bur (Dr, George B), Profesiur de Gtolgie, Doyen els Facute des Are ct Seem” ‘fs de Université de Cincinn Covina (Piere), Profeseur ala Sorbonne (PY. sologe vette ‘Conor (Georges), Beyen ei Faculté des Sciences ie Marsel ‘cruster Puna (M), Been Ciencias, Comendador de [mOrden de Altona X el Sabi, Jefe’ de’ seecion del ¢. 8,1 C Director dela Sesion de Paleon: tologs éet Museo de Sahel Flos (Louis), President de I'hcademie. det Sciences, Membre e Finsitat anno (Miss Dorothy A. E), Doctor of Seence, Unter af Ortord, Fliow of the British Gronce (André), onus (Piere P), Hose Roger Horm (Dr. Johannes), Aare Bil ‘Se, F, Re &, Correspondent &: Facadimie es Scenes, ‘hc (le. Marguerite), Membre du Commissariat de inerie"Atomigue oxy (Satin), Praacex (Francois) Rene (Louis) Rue (1), watt ean) Profeieur au Collge de France NOTA PREVIA Como anunciamos al principio det tomo VI, La ener ‘fa humana, los escritos de muestras futuras publica clones —y por consiguiente este volumen— no han sido revisados por el padre Teithard de Chardin con vistas su edicion, Probablemente hubiera aclarado o modi ficado mds de un pasaje, como era su costumbre. Estos eseritos que, como continuacién cronolégica del tomo VI, desarrollan progresivamente el tema de la ener- ‘la humana, iguran —como lo escribia et R. P. Wildiers en el prOlogo del volumen anterior— entre las diser- taciones mas preciosas y originales que escribié et Padres. Las anotaciones de este volumen procuran prevenir ‘al peligro de interpretaciones erraneas: consisien, por lo general, en simples restimenes de textos mds elabo- rados det padre Teithard sHipotesis, palabra muy mal escogi 4a para designar el acto espiritual sw remo a través del cual el potvo de las experiencias cobra forma y se anima fal fuego del conocimienso..» P. TeILHaRD DE CHARDIN LA HORA DE ELEGIR Asi, pues, hemos presenciado la Guerra en dos oca- siones durante una vida humana. ¢Dos veces? O quiz peor atin— ¢no continda la misma Gran Guerra? cE] raismo y Unico proceso de un mundo en vias de refun- dicion... 0 de desintegracion? Todo parecia perfecta- mente terminado en 1918. Y he aqui que todo vuelve a ‘empezar. YY entonces, en el fondo de cada uno de nosotros se forma la misma angustia, y desde el fondo de cada uno de nosotros asciende el mismo anhelo. Creiamos que ‘subiamos libremente hacia edades mejores, zNo ocurt 4, por el contrario, que un gigantesco determinismo nos arrastra invenciblemente en circulo o hacta abajo? eCirculo diabotico de discordias que renacen sin cesar? Tierra que se desliza hacia atris en cada uno de nues- tos pasos? La rueca o la pendiente. Asi, pues, nucstras cesperanaas de progreso, cno eran mas que una ilusin? Como todo el mundo, he sentido el choque del escdn dalo y Ta tentacién cuando, al volver a un Oriente inun- dado por Ia naturaleza y devastado por una invasién solapada, me he enterado de que el Occidente estaba en amas, Por consiguiente, y una ver més, he hecho el balance y la revisién en mf de cuanto sabia, de todo aquello en To que crefa. Lo he comparado, lo més friamente po- sible, con todo lo que nos ocurre, ¥ esto es, expresado de un modo céndido, Jo que me ha parecido advertir, 15 En primer lugar, no, una y mil veées. Por, muy tré ico que sea el conflicto actual, no tiene nada que deba conmover en nosolros las bases de una fe en el porve- rir. Lo he escrito aqui mismo’ y lo repetiré con la misma conviceién que hace dos afos. All’ donde un gru- po de voluatades aisladas puede desfallecer, la suma {otal de las libertades humanas no puede perder a su Dios. ;Cémo! Desde centenas de millones de afios, la CConsciencia ascendia sin cesar en la superficie de la Tie ra; y ¢podriamos pensar que el sentido de esta marea potente va a invertirse en el momento preciso en que comenzabamos a percibir su flujo. En verdad, las razones, incluso naturales, que tenemos para creer en tun éxito final del Hombre son de orden superior a todo lo que pueda ocurrir. Por consiguiente, frente todo desorden, lo primero que tenemos que decir ros @ nosotros mismos es que no pereceremos, No es luna enfermedad mortal, sino una erisis de crecimiento. Nunca —es posible— ha parecido @ mal tan profundo, ni fos sintomas tan graves. Pero, en cierto sentido, no fs acaso justamente esto un motivo m4s para esperar? Ta altura de una céspide mide la profundidad de sus precipicios, Si las erisis no se hicieran, de siglo en st glo, cada ver mis violentas, quizd entonces habria que empezar a dudar. : ‘Asi, pues, aunque el cataclfsmo presente fuera incom prensible, por principio tendrfamos que seguir tenaz mente creyendo y avanzando hacia adelante. 0 evi ‘ose, que constituyen hoy en dia el arsenal de Ia Inves: Uigacién; por ultimo, observacién dlecta, bajo cl mi croscopio, jcon aumentos que, de dos mil, acaban de pasar bruscamente a cien mM didmetros! No es ahora cl momento de enumerar los resultados apasionantes 8 Tos que llevan estas investigaciones tan recientes. Lo 4ue importa, por el contrario, para mi tesis es observar due, por encima del vasto «corpuse de datos experimen- {ales acumulados ya por la Biofisica y la bioguimic, emerge y domina un dato genera, mas importante para fnucstra Inteligencia que cualquier otro dato particlar. Me refieo a la increfbe complicacin de los seres or snizados, ‘Complicacién, en primer lugar, en el mimero brato de particulas asociadas. Hay el equivalente de 6000 21000 dtomos de hidrogeno en una sola moléeula de proteina. Este nimero sube 2 68,000 en Ia hemoglob- na de Ia sangre; a cuatro maillones en el pigmento rojo el bigado; a 11, y hasta 25 millones, en un grano de virus. En el caso de la célula viva, no creo que se haya inentado, ni creo que sea posible todavia. Ahora bien hay aproximadamente un billéa de célulae en el cuerpo hhumano. En segundo lugar, complicacién en la variedad de los engranajes montados. La multitud de los elementos gqulmices concentrados en los corpusculos vvientes 0 Previvlentes no representa una masa homogénea. Sino que casi toda la eerie de cuerpos simples se encuentra Poco & poco empeiada y utlzada en la fabricacién de ‘uerpos orgénicos;y ello en el estado de combinaciones cya diferenciacién y encastramiento jerarguizado su pera todavia nuestros medios de andlsis y de compre hensiéa. Combinaciones moleculares en in base; pero combinaciones «micelaress, granulares, cellares, histo x logicas, ete, de toda indole, mAs arriba, Todas estas fordenaciones se superponen y se ordenan en progre- sidn geométrica cuya simple idea confunde a auestro spirit. YY para concluir, complicacién (que se desprende de Ja anterior) en el mecanismo general, capaz de garan- tizar el funcionamiento de esas innumerables piezas ajustadas. * ‘Ahora bien: todo esto —no lo olvidemos— sucede y ‘opera en dimensiones inverostmilmente reducidas. Una fibra de virus (se la ha Ilegado a fotografiar) solamente tiene de largo tres diezmilésimas de milimetro. Lo que equivale més 0 menos a las dimensiones de las bacte- as mas pequefias. Existen unos treinta mil millones de células en el cerebro humano... La Astrofisica esta sobre Ia pista de estrellas en las que la Materia ce en- ccuentra inorgénicamente replegada sobre s{ misma has- ta alcanzar una masa muy superior a las que conoce- ‘mos. En la Materia vitalizada es la organzacion la que alcanza una densidad formidable. En verdad, inclinados sobre muestra propia sustan- cia, vemos con estupor que vuelve a aparacer, bajo una forma nueva, ef abismo: no ya el abismo inferior de Ta pulverizacién, o en el extremo opuesto, el abismo de Ta aglomeracién, sino, en una tercera direccién, el abismo de la sintesis: las profundidades fascinantes de luna Materia que, en un volumen minimo, consigue un andamiaje, sin limites sobre s{ misma, en nuestro pro- plo corazéa. Pues bien, mirando este abismo que asciende, del cual emerge nuestro pensamiento, y reflexionando s0- bre el tercer abismo, podemos —en mi opinién— em- pesar a ver cémo el Universo adquiere forma y se cequilibra en torno a la Pléyade humana. 3a TV. Ex mao oe Luz: CompLestban ¥ consciexcta En efecto, acerquemos y reunarios las dos evidencias a las cuales acabamos de llegar en un esfuerzo prel minar. Por un lado, observabamos, para comenzar, cémo Ja Trama de las Cosas se metamorfosea, cambia de propiedades cuando, siguiendo su eje especial mayor, ascendemos o descendemos hagia las grandes magnitu. des o las extremas pequefieces. Por otro lado —Io aca- ‘bamos de advertir—, existe una segunda manera de que los cuerpos oscilen entre lo infimo y lo inmenso: ca- paces de hacerse muy pequefios 0 muy grandes, pueden asimismo, siguiendo otto eje (transversal al primero), ser, en su estructura interna, ultra-simples o ultra-com- plicados. Las grandes complicaciones —observabamos por lo dems— aparecen en el campo de las eustancias vivientes. . Invirtamos los términos de esta ultima proposicién, ¥y veremos las cosas mds claras. Hasta aqui, la Vida, en tanto que Vida, ha parecido refractaria, ¢ incluso irreductible, a Ig que lamamos Ciencia. Es imposible —se suele repetir— incorporar Consciencia y Pensamiento en las construcciones de la fisica. Ahora bien: cde quién es la culpa? La fisica, en sus fracasos, culpa a la Naturaleza. Pero cno serd mis bien la fisica la que, truncando a la Naturaleza, se obs: tina en edificar exclusivamente su Universo segiin un c’je espacial sobre el cual, precisamente, no aparece la Vida? Hagase sobre nosotros una abertura para dejar pasar el eje de Jo Complejo, transversalmente a lo Muy Grande y a lo Muy Pequefio. E inmediatamente, en el nuevo medio césmico creado por la introduccién de cesta dimensién suplementaria, ya no nos parecer la vitalizacion de la Materia ni mas desconcertante ni mas inexplicable (por el contrario, resultard igualmente «na- tural») que la variacién de las masas a grandes veloct. 2 dades o la aparicién, en las distancias muy grandes, de los efectos de la relatividad. ‘A zona dimensional nueva —dectamos—, nuevas pro- piedades. Una vez reconocido, en el Universo fisico, el campo © compartimento especial de lo ultrasintético, Ja Vida no desentona ya dentro de Ia visién cientifica de lo Real. No hace mis que lenar un vacio que, sin lla, quedaria abierto en uestras perspectivas. Propic- dad peculiar de fos grandes mimeros organizados, elec: to especifico de la Materia llevada a un grado extremo de construccién interna, ocupa armoniosamente el Iu: gar de un fendmeno esperado. Después de lo Inmenso y de lo Infimo, 1o Muy Complejo (desde el momento fen que existe de hecho) tenia que tener un cardcter propio, (He aqui este carécter! Consciencia, efecto de Complejidad. Sin cambiar de posicién, continuemos mirando al Universo desde ese punto de vista renovado, y no tar daremos en descubrir algo mAs. Cuando decimos «complejidads, en el sentido reco nocido como verdadero para la Materia viviente, sobre- entendemos necesariamente una multitud de elementos uunificados. El fantéstico edifcio representado por lo ‘menor particula animada constituye un todo; es decir, se desharia en polvo si, en algin grado, no se encom. tase ordenado radialmente. Por su propia naturaleza, un organismo —cuanto més complicado es— no sub sistiria ni funcionarfa si no constituyera estructural ‘mente ur sistema centrado. Y ahora, cuando decimos «consciencia», expresamos, al mismo tiempo, y no menos inevitablemente, la idea de repliegue y de estrechamiento de un ser sobre si mismo. Ver, sentir, pensar, es actuar o experimentar como foco de convergencia para el abanico inmenso de 3 cosas que irradian en torno nuestro. Es estar centre do interiormence, ‘Consciencia y complejidad son, por consiguiente, dos ‘aspectot de una misma realidad —e! centro—, segin ‘que para contemplarlo nos coloquemos fuera o dentro de nosotros mismos. Qué quiere decir esto sino que, utilizando esa mue- va variable, nos es posible dar una expresion més pro- funda y més general a la transformacién especial su- frida por el Universo al ascendag en la direccién de los complejos muy elevados? Instintivamente, por no reflexionar, pensabamos qui 24 que hablar de «centros» era simplemente manejar tuna abstraccién metafisica 0 geométrica. 0 bien, si asigndbamos a esa palabra una realidad fisica, le dé bbamos quieé un valor «univocos, absoluto en todos los casos. O quiz también —zquién sabe?— pensébamos que cuanto més simple es un elemento, tanto més per- fectamente centrado estd © puede llegar a estar. Y he aqut que en lugar de esos puntos de vista con fusos se dibujan ante nuestros ojos los primeros lines mientos de una fisica precisa de la,Centracién. No; mirando bien las cosas, la scentridads de un ob- jeto no corresponde, en el Mundo, ni a una calidad abstracta, ni a una especie de «todo 0 nada» que no tuviera ni matices ni grados. Sino que representa, por el contrario, una magnitud esencialmente variable, pro- porcional al nimero de elementos y de enlaces conte- nidos en cada una de las particulas césmicas conside- radas, Un centro es tanto mds simple y més profundo cuanto mas se forma en el corazén de una esfera mds densa y de mayor radio. Un centro no es, sino que se construye. Eso es lo que nos dicen los hechos. Por esta azn existe una infinidad de maneras desiguales de que la Materia se encuentre centrada. Siguiendo el eje de la Complejidad, todo sucede en tomo nuestro come si la Trama del Universo se engranase en una eerie ascendente de centros cada vez més perfectos; esta 4 sobrecentracién corresponde, en fisica, a la acumula- cién en cada niicleo de un mimero cada vez mayor de parcelas més variadas y mejor ordenadas, y esta mis. ‘ma sobrecentracién se traduce, en psicologia, por un aumento de espontaneidad y de consciencia. En la direccién de lo Tnfimo esté la reccién de lo Complejo, la centracién y la conscienci decir, la vitalizacién, V. Movecutizacion ¥ wosuntzactOn La Noocenesis «Complejidad == Centridad == Consciencis aw Por accién de esta férmula estructural legible a vo. tuntad en los dos sentidos, el Universo —como acaba. ‘mos de ver— se dilata a mitad de camino entre lo In- fimo y lo Inmenso; se desparrama, en su ecuador, en luna capa sui generis sobre la cual la distancia entre Puntos ya no es medible en tamafio, sino en grados de organizacién 0 —Io que equivale a lo mismo— de psi. quisme. Una escala cualitativa (pero de un cualitative que to. davia es medible) que se eleva a través de la escala cuantitativa de las particulas césmicas. Esta es la fi ura de conjunto que adopta lo Real en torno nuestro. ‘Ahora bien: esa primera visién, considerada en lo In. ‘mévil, no es atin, evidentemente, otra cosa que tna sec. ién instanténea, infinitesimal, del fenémeno que in fentamos representarnos. Ya se trate de atomos, de estrellas 0 de seres vivos, toda serie natural, para nse. tro espiritu, despierto el sentido de lo evolutivo, se ‘traduce inmedistamente y de modo invencible en mo. ‘Sintesis = Centracién a= Interiorizacions (2) as En esto se convierte nuestra relacién fundamental (1) sila transponemos al medio, el tnico real cientifica mente, de un Espacio indisolublemente ligado al Tiempo. Y es aquf —en mi opinién— donde surge definitiva- mente Ja uz. Para el «sentido comin, e incluso también, muy a menudo, para cierta Ciencia, el Universo se divide en dos compartimentos estancos: el de Ia Materia y el de Ja Vida; el mundo atémico de las moléeulas y el mundo celular de las Plantas y de los Animales, Pues bien, es precisamente la superficie de separa ‘ida imaginada por nosotros entre gsos dos mundos la 4que, al aplicar Ja relacién (2), tiene a borrarse ante nuestros ojos, del mismo modo que desaparece el me nisco que espejea entre la porcién liquida y 1a porcién ‘gscosa de un cuerpo Hegado a eu punto de evapgri- zaci6n. Existen (como lo descubrimos cada dia con mayor claridad) mas alld de las albiminas y de las proteinas, y sin embargo todavia muy del Jado de acé de las o&- Iulas, ciertos corpasculos enormes. Desde un punto de vista quimico, extero, la consideracién de esos nuevos objetos nos apasiona. Ahora bien: cacaso hemos pen- ‘sado cn que si esas particulas son hiper-complicadas ‘ello se debe, necesaria y correlativamente, a que estén hipercentradas y son portadoras, por lo tanto, de un germen de conéciencia? Asi, pues, por debajo de la Vida esta la Pre-Vida, Rama molecular y rama celular de la Materia: esos dos segmentos, tratados hasta ahora ‘como divergentes o heterogéneos, tienden a aproximar. se bajo nuestras manos. Se alinean el uno tras el otro. Y he aqui que aparece una curva tinica que expresa los progresos de un mismo y tnico proceso fisieobio- Togico: a Noogénesis. ‘Sigamos mis de cerca las fases del fendmeno, En los estadios inferiores, en el caso de los pesos mo- leculares pequefios, Ia Materia est4 apenas replegada sobre si misma, y los efectos de consciencia, por lo 36 tanto, permanecen allt imperceptibles, tan inapreben- sibles para nuestra experiencia como las variaciones de ‘masa de nuestro cuerpo cuando nos movemos, aunque sea en un avién a toda velocidad, Mas arriba, por el contrario, hacia los pesos moleculares de varios millo- res (zeaso de tos virus?), comienzan a esfumarse las diferencias entre lo orgénico y lo inorgénico, Es enton- ‘ees cuando empiezan a manifestarse las propiedades scéntricas» de la Materia. Al llegar a la célla, en donde (cquiza a través de un punto critica?) esas. propieds- des han emergido claramente, tenemos la impresién de cambiar de Mundo, Pero si gracias a sys dimensiones, que han legado a ser mayores, la eélula puede utilizar fen su construccién modos de enlace (capilaridad, ésmo- sis, cadenas corpusculares...) que les estén vedados fos pequetios conjuntos atémicos, eno resulta evidente ue por sus aspectos, por su pequefez original, por su ‘ondicién de existir «en mirladass, por su propia forma, ls célula sigue perteneciendo tanto, por lo menos, all ‘mundo de los étomos como al mundo de los cuerpos vivos? Y —una vez dado ese paso— asf eucesivamente, de modo légico, de grado en grado, hasta los seres vivos superiores y hasta el Hombre, inclusive En el Hombre, bajo la superestructura de los enla- 5 mecénicos y fislolégicos progresivamente afadidos por la Evolucién a la gama elemental de los enlaces intracelulares, no reconocemos inmediatamente la pro- Yongacién natural del tomo. Y, sin embargo, una ver trazada la curva de un Mundo que marcha, segin uno de sus ejes, hacia los grandes Complejos, gacaso no se presenta claramente (eon una claridad deslumbrado- ra) que en cada uno de nosotros continia, por muy enriquecido que esté, el mismo movimiento primordial del que han salido, hace millones de afos, los primeros compuestos elementales del oxfgeno, dal nitrégeno y del carbono? 3” La Hominizacién, forma particular y timo término (iprovisionall) de la Moleculizacion universal... De este modo se explica naturalmente, genéricamen- te, la presencia simulténea en el Hombre de los tres caracteres fundamentales cuya coexistencia parecia in- explicable: Io extremo en complejidad, lo extremo en cconsciencia y (aunque reducido ya en relacién con lo aque sucede en otros seres vivos inferiores) lo extremo en niimero, ‘He aqui al mismo tiempo resuelto el enigma reve lador que nos plantesbamos al principio de estas p&- ginas. ¢Por qué es plural el Hombre —nos pregun- tébamos—, plural como los astros, plural como. las moléculas...? ‘Muy sencillo —podemos contestar ahora—: porque no es otra cosa que la ditima formada, la més joven ¥, por Jo tanto, 1a més complicada y la mejor centrada de todas las Moléculas. VI. La conriwuActon pet movant: TEL ESPIRITU DE LA TIERRA Haber reconocido que estamos cides, en tanto aque hombres, en un proceso eésmico de concentracién slcopsiquica es, al mismo tiempo, plantear clentfics ‘mente el problema del Porvenir. En efecto, :n0 tenemos ya ahora, en sus grandes Iineas, la ley interna de nues- tro desarrollo? ¢No basta con prolongarla para saber qué es lo que Hegaremos a ser? Yo lo sé (y lo siento): después de la falsa evidencia de que existen en el Uni verso dos formas irreductibles de Materia (la Materia bruta y la Materia animada), no existe quiza, en nues ‘tro espiritu,ilusion més tenaz que la de una diferencia total entre aquello que nos ha preparado y aquello que Lo que equivale a deci que 1a bumanidad de hoy en dia to ha acasando Yodavia sel termino natural de su desasrolo (hes infra: La eneria de la evolucion. (N. del E.) 3 realmente somos. Sea cual fuere Ia evidencia histérica de un movimiento de la Vida hacia atrés, razonamos casi inevitablemente como si, Hevados por esta marea 1 un palio supremo, nos encontriramos actualmente completados, es decir, detenidos. Esta apariencia de corte entre el Presente y el Pa sado (apariencia debida a la lentitud de la corriente que nos arrasira) es la que, en lo sucesivo, debemos climinar en nuestras perspectvas. No (observando bien ef estado todavia extremo de inorganizacién, iy por ende, de organizacién potencial) fen la que se agita hic et mine la parte pensante de la Tierra, nada nos autoriza a pensar que en nosotros Ia Moleculizacién de la Materia haya llegado a su pun- to més alto, Sino que todo indica més bien que, en Ia Humanidad ya través de ella, ef Cosmos sigue deri- vando laboriasamente hacia estados de complicacién y, por consiguiente, de centracién, y por ello de conscien- cla, erecientes. ‘Miremos mds bien en torno nuestro, con mirada ex- perta; y veamos si, por azar, no hay nada que se mue- va en el sentido previsto y esperado de una ultrasin- En el caso de las moléculas humanas consideradas aisladamente, no se obtiene ningin resultado positivo de este examen. Sobre este punto ya me he explicado, en otro lugar. Desde hace veinte mil afios (solamente) que le conocemos, el cerebro del Homo sapiens no pa rece haber cambiado (ni en su estructura, ni en su fun- cionamiento) de modo apreciable. Pero dejemos a un lado al individuo, ocupémonos de la colectividad hu mana. Aqui vemos aparecer algo nuevo. En este momento tenemos, extendida en toda su magnitud ante nuestros ojos, una Tierra cuya superti- cle, limitada geométricamente, se comprime a ojos vis tas bajo la muchedumbre creciente de una poblacién la que aprietan cada vez mas sobre s{ misma, menos por su crecimiento numérico que por la multiplicacion » y la enloquecedora aceleracion de interenlaces de todas Clases. Ese espectéculo enorme lo miramos sin com prenderlo, distando mil leguas de pensar que pueda fener nada que ver con las gestiones orginicas de la Vida. «Los enlaces sociales —pensamos—: fenémeno accidental y pasajero, modificaciones superficiales.y reversibles. Una vez formados, los cerebros ya no cam- ban. 4 la que esta gradualmente sometida en este momento Ja Humanidad es que, cada ver menos, ninguno de-nos- ‘otros, tomado aisladamente, lega a bastarse material- mente a si mismo. Una serie de nuevas necesidades, que seria infantil y anti-biol6gico mirar como superfluas y ficticias, se crean continuamente en nosotros. Ya no podemos vivir y desarrollarnos sin una racién crecien- te de caucho, de metales, de petréleo, de electricidad, de energias de todas clases. Ningiin individuo conse. guird en adelante amasar por s{ solo su ran cotidiano. La Humanidad se constituye cada vez mas como un oF ganismo dotado de una fisiologia y, como se dice sc- tualmente, de un «metabolismos comin. Podemos muy ben complacernos diciendo que esos Iaz0s son super ficiaes, y que legariamos a distenderlos si quisiéramos. Mientras tanto, se consolidan cada dia més, por el jue- go combinado de todas las fuereas que nos rodean; y Ja Historia muestra que, en conjunto, su red, tejida bajo la influencia de factores cOsmicos. irreversibles, nunca ha dejado de comprimirse or consiguiente, alrededor de nuestras vidas particu lares va estableciéndose irresistiblemente une Vida hu rr ‘mana general. Ahora bien, no se trata de una vaga ssimbiosis» que asegura simplemente, mediante una ayuda mutua, Ia subsistencia 0 incluso la expansion individual de los miembros de Ia comunidad. De la aso- ciacion asi establecida emergen ya ciertos eefectos» es pecificamente propios de la Colectividad. No prestamos atencién a es0s efectos. Y, sin embargo, los ejemplos se multiplican en torno nuestro. Tomemos simplemen: te el caso de un avién o el de una eradio» o el de un aparato «Leica»; y reflexionemos en lo que es0s obje- tos presuponen, para exist, de fisica, de quimice y de mecdnica, de minas, de laboratorios y de fabricas, de brazos, de cerebros y de manos. Por construccién (nunca mejor dicho) cada uno de es0s aparatos no es, ¥ no puede ser, més que el resultado convergente de disciplinas y de técnicas innumerables, cuya asombrosa complejidad ningin obrero aislado podria dominar. En su concepcion y en su realizacién, esos objetos familia: res no suponen nada menos que un organismo reflexive complejo, que actia per modum wnius, como un tnico sujeto: obra ya no solamente del hombre, sino de Ia Humanidad. Ahora bien, Ia clase de solidaridad que, en el orden de la mecénica, se manifiesta de modo tan palpable ante nosotros, no es sino el reflejo tangible de una stoma» psicoldgica todavia més profunda. (Dénde esté hoy dia Leibniz con sus ménadas cerradas...! En lo u- cesivo, y menos que nunca, el hombre podré ya pensar solo, Basta con pasar revista ala serie de nuestros com- ceptos modernos en filosafia, en ciencia y en religion eNo es evidente que cada una de esas nociones, cuanto ‘mds general y fecunda es, tiende a tomar, también ella Ja forma de una entidad colectiva de la que podemos Individualmente abarcar un dngulo, poseer y desarro- Mar wna parte, pero que descansa, de hecho, sobra una béveda de pensamientos dispuestos «en arboranter? La idea de electron o de quantum, o de rayo césmi co —la idea de eélula © de herencia—, Ia idea de Hu- “ rmanidad ¢ incluso la de Dios, no las posee nadie en particular ni las domina. Todo lo que plensa, como todo lo que trabaja, por el hombre y por encima det hombre, es también tna Humanidad. Y os inconcebi ble, por el mismo juego del fendmeno, que el movi rmiento inieiado no vaya en el mismo sentido, mafiana ‘como hoy, afirméndose y acelerandose. Qué deducir de todo ello sino que, en la Humanidad cconsiderada como un todo, Ia cantidad de actividad y de consciencia supera a la suma sencillamente afiadi- da de las actividades y las consciencias individuales? Progreso en la complejidad que se traduce por una pro- fundizacién céntrica. No ya simplemente una suma, sino wna sintesis. Exactamente lo que teniamos dere- cho a esperar si, en el campo de lo Sécial, por encima ¥y més alld de nuestros cerebros, siguiese bien (tal era ‘mi tesis) Ia marcha hacia adelante de la Moleculizacion universal Hasta el Hombre, puede decirse que Ia Naturaleza trabajaba para fabricar «la unidad 0 grano de pensa- rmiento» en la direceién de un «pensamiento de pen samientos», es hacia donde parece decididamente que, sequin las leyes de alguna hiperquimica gigantesca, sea ‘mos lanzados ahora, cada vex més alto en,el abismo de los infinitamente complejos. ‘Sintesis humana: magnifica empresa; pero también —pongamos mucha atencién— operacién delicada y larga, que no puede Hegar a buen fin (como cualquier otro esfuerzo de la Vida) més que a través de miltiples tanteos y tras mucho sufrimiento. En lo que afecta a corazones y a cerebros, més atin que en Jo que afects 2 los tomas, no toda forma de combinacién puede ser buena en si —no lo olvidemos—. Para un tronco hhumano que ha conseguido forzar ef umbral de la Re- flexién, jeusntos millones de otros phyla han aborts: do! EI problema que se plantea econémica y social mente al Hombre moderno (puesto que, quiéralo 0 no, esté abocado a la Sintesis) es, por consiguiente, des- a cubrir, entre las diversas formas posibles de colecti- vizaciOn que se abren ante él, cual es la buena, es de- cir, aquella que prolonga més directamente la Psicogé- resis (0 Noogénesis) de la que ha salido. ;Evitar los ‘allejones sin salida y encontrar hacia adelante la sa lida de la. Evolucién! Sobre este punto tendré que volver a insistir en el préximo capitulo. Me bastard por ahora consignar aqut os dos puntos siguientes 1. En primer lugar, prolongada hacia el porvenir, Ja curva de «moleculizacién» deja prever el despertar (quiza explosivo) de irresistibles afinidades inter-huma- ras todavia insospechables. Hasta ahora, una repulsién incoereible interna parece regir (a pesar de las fuer- ‘as de aproximacion externas) las relaciones entre 4to- ‘mos espirituales. Cuanto mds tienden los lazos plane- tarios a comprimimos tanto més experimentamos 1a necesidad de desprendernos de ellos. Accién y reac: ion. Asf se expresa, hasta en el campo del esplritu, €l trabajo absorbido por toda sintesis... Si verdadera. ‘mente, como yo lo ereo, no somos todos y cada uno de nosotros sino elementos de una gran Utlidad que ha de venir, es preciso esperar que, una vez vencidas las tltimas resistencias, atravesado el punto muerto, cai amos en Ia zona profunda de nuestras atracciones mu: fuas. La mayor parte de las energias todavia en reserva fen el Universo (por clertos indicios 1a sentimos estre- mecerse..) no es sin duda la que intentamos liberar al descomponer a los dtomos. Sino que est4 constituida por las afinidades todavia adormecidas que algin dia precipitarén, los unos sobre los otros, a los elementos mas conscientes del universo; es decir, a nosoiror 2. Ast planteado, ce6mo determinar, por medio de luna aproximacién inicil, el término superior que ha de venir, hacia e! cual nos encamina la transformacion fen la cual, con e! Mundo, estamos comprometidas? No de otro modo (cualquier otra forma contradiria la ley a de la Moleculizaci6n) que como un estado de unani- mmidad en el cual cada grano de pensamiento, llevado al extremo de su consciencia particular, no serd, sin embargo, otra cosa que la expresién incomunicable, parcial y elemental, de una Consciencia total comin 8 toda ta Tierra, y expecifica de la Tierra: wn Espiritu de la Tierr "Y he aqui, pues, que se plantea un ultimo problema, luna pregunta que hace resurgir todo el problema. 2Cémo debemos Imaginarnos este Espfritu de la Tierra? Lo que esta naciendo en nosotros y de nosotros, por ‘ascension en el supercomplejo, ges acaso alguna super- familia, superequipo, supercultura 0 supernacion, en Ja cual ningiin elemento, por muy alto que esté colo- ado en la jerarqula, experimentaré ni sintetizard, sin ‘embargo, en sf Ia totalidad del Tonjunto? O bien, como Ya ha sucedido una vez en la Naturaleza, ces un super- individuo Jo que va a aparecer al terminar nuestro Levado hasta su limite superior, ¢sigue siendo to davia «colectivor el colectivo, © emerge en una super- persona? zOrganismo multi 0 unicentrado? ¢«Hiper- polizooe o «hipermetazoo»? ¢Hacia qué vamos? Es posible tomar una decisién? Y si podemos responder, cqué lnfluencia va a tener la solucién sobre Ja orientacién interna de nuestras vidas? VIL. Et, AVANCE HACIA ADELANTE ¥ LA INVERSION SOBRE EL PUNTO OMEGA Mientras se trata de cuerpos desintegrados ¢ incan- escentes, conseguimos penetrar en los secretos de la vida astral, En relacién con los grandes complejos, os- ccuros por su propia naturaleza, nos encontramos, por fl contrario, siempre tan desarmados. Porque, en la ‘enormidad de los cielos, la Tierra sigue siendo el tnico “ punto desde donde podamos seguir la Moleculizacién de la Materia en sus terminos superiores, no existe en fl exterior ningiin término de comparacién para ilus trarnos acerca de los limites del fendmeno. Sabemos hoy en dia cémo nacen y cémo mueren las estrellas. Para hacernos una idea de cémo muere bioldgicamente tun planeta nos vemos obligados, por consiguiente, a arriesgamos a los azares de una extrapolacién. @De qué modo, tras reconocer y admitir su carscter yy Sus dimensiones de «sintesis planetarias, de qué modo ‘(en armonia con las leyes internas del fenémeno) con- ‘ebir que termine la Vida sobre la Tierra? Por exti cidn o explosién, en la Muerte? ¢O bien por ultras tesis, en alguna Sobrevida? ‘A este problema considerado cientficamente como insoluble, y abandonado por consiguiente a los sent ‘mientos 0 al instinto individuales, voy a intentar mos- trar que existe una respuesta racional, con tal de que se tenga en cuenta en el célculo una magnitud que haya Yenido aun a se carmot de nuestro aislamiento. La Tierra humana es todavia muy joven —no lo olvidemos—. Incapar de stransmitirs, puede Unicamente «recibir, en su estado presente? Para forzar en los dos sentidos el aislante inter-planetario entre dos focos conscientes, descono- ccemos en absoluto qué valor debe alcanzar en cada ppolo la tension psiquica, Me Iibraré muy bien de afir- mar, por consiguiente, que en el seno de nuestro Uni- verso experimental, el Hombre esté irremediablemente condenado a encontrarse (0 a tener que creerse) el tinico de su especie. Pero ademds de que, por miltiples razones, esta Soledad no es més que demasiado vero- simi (jpensemos simplemente en las dificultades que plantea la coincidencia de dos Vidas colocadas a dis- tancias muy grandes en el EspacioTiempol...), me es preciso observar que, si por azar esta soledad cesara, seguiria existiendo la diffcultad de la que nos ocupe: mos, Por conjunciéa de unidades siderales pensantes, la Moleculizacién volveria a saltar, decia yo. El final “ del proceso se resolverta lanzado a un nivel més ele vado. Pero, en este grado superior de complicacién, el problema de la Muerte, soslayado un momento, apa: receria nuevamente con més fuerza... Ahora bien, pre- cisamente esta sombra de una Muerte (aunque s6lo fuese a tener lugar dentro de miles de millones de afios de distancia) es a la que, a fin de poder conti rnuar actuando cada vez mas ‘conscientemente, tene mos que poder desterrar de nuestro horizonte, desde ‘hora. gor dénde escapamos? Cuanto mas estudio estas perspectivas, mas ereo ver que Ia unica manera en que puede terminar, sit pere- cer, el Espiritu de la Tierra, consiste en que (solo 0 con el apoyo de otros Espiritus que habré encontrado ‘en su camino) desaparezca en profundidad, por un ex: ‘ceso de centracién en s{ mismo. Observada en su me- ‘canismo externo de complicacién, os posible que la ‘moleculizacién de Ia Materia vaya a tropezar con algiin valor superior que no pueda superar (tal como Ia ve locidad de la luz para las masas en movimiento). En todo caso, remolino de Improbable en el seno de una corriente que, en el conjunto, tende a llevar a los cuer- pos a sus estados més simples, no puede ella cierta: mente protongarse de modo indefinido. ¢La red que teje no estd acaso formada por algo «desvanecibles? Observada, por el contrario, en su cara interna (es decir, el ascenso de consciencia), el proceso no parece fener que someterse a un valorifmite en sus desarro- los. No solamente por naturaleza, que todo acto re- flexivo es el inicio de una reflexién més elevada (de tal ‘modo que seria imposible cortar la cadena en ningiin punto), sino que también —como acabamos de ver— Ja misma facultad de pensar requiere, para poder res- pirar una atmésfera completamente libre hacia. ade- lant. De esta desarmonia evolutiva entre el Fuera (limi: tado) y el Dentro (ilimitable) de la Noosfera, zqué de- duciremos, sino que es de prever una ruptura interna entre las dos caras del fenémeno? Mas allé de cierto valor critico, estamos obligados a imaginar que, de tun modo 0 de otro la Centracién puede proseguir i dependientemente de la slatesis fisicoquimica, la cual, en el curso de una primera fase, ea indispensable para ponerla en movimiento. El Centro se quita su capa- ‘az6n original de complicacién, GEs posible semejante «despegues? ‘St, pero con una condicién. La de que, en el extremo del eje de las sintesls y del Tiempo, supusiéramos la cexistencia de un Centro de sequda especie —no ya ‘emergente y movido—, sino centro emergido y motor de la Convergencia universal. Una vez admitida Ia po- sibilidad de semejante Centro (Je lamaré Omega), todo ‘sucede como si los granos de consciencia formados cevolutivamente por medio de Noogénesis se volvieran ‘capaces (una vez pasado el punto chumanos de la Reflexién) de caer, por el fondo de si mismos, en un ‘campo nuevo de atraccién que actuara no solamente sobre la complejidad de su edificio, sino directamente sobre su centro, independientemente de ese eificio. Desde este punto de vista, lo que hemos lamado la aparece, por consiguiente, como un proceso més complicado, pero también més radical, de To que imaginsbamos. En un primer tiempo (hasta Ja Horninizacién), una sucesion de unidades frégiles, suspendidas sobre el vacio detrés de s{ mismas: la ccentracién que asciende, pero sin que haya ningin verdadero centro todavia perfecto en Ia Naturaleza. En un segundo tiempo (desde la hominizacién), un estado mixto en el que, por una complejidad externa ‘eada ver en progreso, el Universo, portador en lo su cesivo de los granos de Pensamiento, comienza (como si se tratase de un cono legado a su vértice) a inver- tirse sobre s{ mismo; una Fisica intangible de los ccentros después de la Fisica tangible de la Centracién. En una tercera fase, Ia ultima, Ia inversién completa 0 lerior de consistencia y de unificacién total: la Hi percentracion tras la Centracién. ‘La evasion en profundidad (por el centro) 0, lo que ‘equivale a lo mismo, el éxtasis. En esta perspectiva (en la que se expresan exacta mente la fe y la esperanza cristianas) ce resuelven sin fesfuerzo ante nuestros ojos toda clase de dificultades. Entreveiamos en primer lugar de qué modo, gracias la salida abierta para la consciencia en el corazén de las cosas, la tensidn espiritual puede atin ascender, durante millones de aos, sin que por ello estalle la Tierra. Descubrimos seguidamente bajo qué forma perfec: ta, sin caer en el ridiculo © en lo impensable, llega Ser posible imaginar para nuestros seres el término natural e irreversible de su agregacién: no ya simple mente una Humanidad polieéatriea, que se detuviera en el estadio de la «colonia, sino una Humanidad to- talizada, mejor que ningun ser vivo conocido, por la influencia de un alma superior y unica. El Hombre no ya colectivizado, sino super-personalizado, Y, por ese mismo hecho, nos damos cuenta de una fercera cosa, 18 més importante para nuestra accién. Sobre una Tierra en vias de irresistible comprensién, Ja gran cuestién para el Hombre llega a ser —come hhemos visto— la de descubrir cémo dirigir en st mis- ‘mo el trabajo inevitable, pero eminentemente peligro- 0, de las fuerzas de unificacién. Para una forma de sintesis que lbera —bacia yo observar— hay ceatena- res de otras que no llevan mas que a las peores servi- umbres. De esto nos damos cuenta demasiado bien. @De qué forma, por consiguiente, acercarnos de modo ‘que nos liberemos? En virtud de las leyes de la Molecu- lizaciéa, el problema consiste evidentemente en encom trar el medio de agruparnos, no ya «tangencialmenter en el molde de una actividad 0 funcién extrinseca, sino sradialmente> centro a centro, de manera que se pro- st voque en el fondo de nosotros mismos, por medio de luna sintesis, un progreso de naturaleza directamente ‘eéntrice, Dicho de otro modo, se trata de amamos, puesto que también el amor es, por definicién, el nom: bre que damos a las acciones «intercéntricase. El amor fes, por naturaleza, la nica energia de sintesis cuya accion diferenciante puede super-personalizarnos. Pero, precisamente, ccOmo legar a amar a una multitud? Estas dos palabras asi reunidas, zn0 enclerran acaso luna contradiccién en si?.. > La antinomia se resuelve por sf misma por euanto, fen un Centro de nuestros centros, parece posible que ‘nos encontremos unos a otros. ‘Lo que hace que sea monstruosa la colectividad pura es que, multiple por su naturaleza, carece de penss- miento, de corazén y de cara a los que pudiramos aferrarnos por el fondo de nuestro ser. La «Sociedad» puede muy bien ahogarnos en sus innumerables bra 2os; pero no podria ni alcanzarnos ni acercarnos por nuestra propia medula. Detenida en lo Colectivo, la Humanidad, a la que tanto se ha eraltado desde bace dos siglos, es un horrible Moloch. No podemos ni amaria ni amarnos en ella. He aqué por qué nos me- caniza, en vez de completarnos. Que se encienda, por el contrario, en cada elemento de la miriada humana, Ja célida luz de una misma Alma comin, distinta de todos y Ia misma en todos. Entonces en ese f0co per- sonalizador, él mismo con una personalidad suprema, cada particula, en su esfuerzo por completarse, se en- ccuentra precipitada contra todas las demas. Neutral zada por los grandes nimeros, una afinided formidable declamos-— duerme todavia en la masa humana. No Ya anulada, sino multiplicada esta vez por la pluralidad ‘Ge las particulas espirituales, vemos ahora que seré preciso que un dia se despierte con los rayos de Omega. La salvacién del Espiritu de la Tierra (jla dinica cosa ‘que importa para nosotros!) resulta subordinada a los 2 Aesarrollos (que reconocemos que son posibles) de un enlace afectivo de dimensiones césmicas Y con ello se desplaza Ia cuestién. Haber cobrado consciencia intelectualmente, frente a Ia pluralidad hur ‘mana, del hecho de que representamos estructuralmen- te la prolongacién natural de los tomos, transporta 4 un campo interior el problema de las Cosmogénesis Por si solos los adelantos més asombrosos de la Cien- cia y de la Técnica no son sino una preparacién y un comienzo. En ultimo andlisis, el porvenir del Mundo est4 completamente cupeditado al brote en nosotros de una Consclencia moral del Atomo, que culmine en Ia aparicién de un amor universal VITI. La conscteNeta DEL AtoMO ¥ LA coxtpoatt2AcrON® ‘Sin que nos demos cuenta, aumenta constantemente un desfase inguietante entre nuestra vida moral y las nuevas condiciones creadas por la marcha del Mundo. Naturalmente, no es que, por el esfuerzo de las gran- des religiones, no hayamos Megado ya a fijar ciertos jes definitives de justicia y de santidad. Pero, por admirables y por progresivos que sean esos cédigos de perfeccién interior, tienen en general el defecto de ha- berse desarrollado y de mantenerse fuera de las pers: Pectivas de un Universo en evolucién. De ahi el tenaz conflicto entre Ciencia y Religién. Y de abi, sobre todo, la Ientitud det mismo Cristianismo en transponer sus preceptos y sus consejos a las dimensiones de una Hu- ‘manidad que se ha vuelto consciente de Ia inmensidad histérica, y de las potencialidades 0 exigencias colecti- vas, de su desarrollo. Quisiera hacer entrever, en el curso de este tltimo capitulo, de qué modo Ia moral humana més tradicio- nal cobra figura, coherencia y urgencia nuevas, cuén armoniosamente se integra, para dominarlo, en el gran 3 constantemente en nuestros oidos. Pregunta sangrante, también, en nombre de la cual se enfrentan en este momento, en cruzada sin piedad, las fuerzas opuesias del Marxismo y de las Democracias. Y, sin embargo, pregunta inexistente, en el fondo, si solamente percibié ramos, en su realidad y en su mecanismo, el gran pro- blema de Ia Noogénesis en curso en torno nuestro. En tun Universo en vias de centracién (jcon tal de que sea bien levadal), el individuo y la colectividad se refuer zan y se perfeccionan uno al otro, gontinuamente. Cuan- to més se asocia el individuo conyenientemente con otros individuos, por efecto de sintesis, més se pro- fundiza sobre si, cobra consciencia de s{ mismo y, por fede, se personaliza. Y por otra parte, cuanto més se tune convenientemente la colectividad sobre elementos mejor personalizados gracias a ella, més, por su parte. se shumanizas, se personaliza y deja ver el punto Ome ig. Ambos términos son igualmente esenciales; es im- posible separarlos. En el Kite, es decir, en el momen: to en el que se operara la conjuncién suprema, el filtimo paso seré del elemento hacia el conjunto. El conjunto sers quien dira la ultima palabra. Por con- siguiente, puede afirmarse en iltimo andlisis (0 mas bien xen ultima sfatesise) que finalmente la persona cs para el Todo, y no el Todo para la persona humana. Pero e20 es por lo que, en ese ultimo instante, el pro- plo Todo se ha convertido en Persona, b) Btlea Desde la promulgacién del Evangelio, podia creerse que el Hombre habia encontrado por fin una expresion definitiva y exhaustiva de rectitud interior y, por com- siguicnte, de salvacién. «Amaos los unos a los otros.» En este precepto pareca culminar para siempre y re sumirse lo fundamental de toda moral. Ahora bien, hoy, después de veinte siglos de esperanza, parece que Ja formula evangélica no ha dado nada. Pasan los afios 56 y no solamente Ia Humanidad parece seguir estando ividida entre st, sino que un ‘nuevo ideal, el de la fuerza conguistadora, no ha cesado desde hace dos generaciones de crecer y de volverse, cada ver mis fécilmente, frente a las doctrinas de dulzura y de hu- manidad. cAcaso estamos asistiendo a Ia quiebra de la Ca Hidad?, ‘A esta inguietud aporta, teérica_y précticamente, cierto apaciguamiento —en'mi opinién— el hecho de que la persona humana se eleve a la consciencia de su dignidad de atomose, Desde el punto de vista de Ia Noogénesis, en primer lugar, es evidente que si, todos juntes, estamos cés: micamente destinados a convertimos en uno, 1a ley fundamental y operante de nuestra actividad consiste fen favorecer esa sintesis acercdndonos. Lejos de esfur ‘arse ante los rayos de la modema erftica, el «Precep- to del Sefiors abandona, pues, el campo del sentimien- to para llegar a ser el primero de los engranajes de la Evolucién, «Sale del Ensuefio para entrar en cl sis tema de las energias universales y de las leyes necesa- as» Un amor —lo hemos visto—, cno es acaso el Sinico medio en que le Trama del Universo pueda en- contrar el equilibrio y la consistencia en el extremo de stu Complicacién y de su Centracién? Pero eso no es todo. Lo que, mucho més que un fracaso de hecho, desprecia hoy en dia ante nuestros ojos a la caridad, es indiscutiblemente su inuilidad y su impotencia aparente para justificar y animar nues tra apasionada necesidad de descubrimiento y de con- Quista. La Moral que esperamos no puede ya basarse en atenciones mutuas, sino en progreso. Es «gasolinar y no dnicamente aceite lo que necesitamos... La cari dad, tal y como nos la predican, es resignada y esté tica, Por ello es por lo que el superhombre de Nietz- Sche esté a punto de eclipsar a la bondad evangélica. Por hermoso que sea el Sermén de la Montafa, el 37 hombre moderno no puede dejar de prestar atencién ‘las palabras de Zaratustra ‘La caridad, resignada y estética..» ise es el prejuicio mortal del que viene @ arrancar nos precisamente el espectaculo de un Mundo en vias de Concentracién! Entre ménadas fijas y extrinsecamente asociadas, es posible que la virtud suprema consista en dulcificar los frotamientos recfprocos. Todo cambia en el caso de elementos incompletos que s6lo pueden existir ple rnamente acercindose los unos a los otros. En semejan- tes partfculas la simpatia se transforma en impulso para forzar todos los obstéculos y encontrar todas las salidas con miras a Ia reunién. Desde el instante en ‘que se descubre atémicamente responsable y solidario dde una Humanidad en fa cual se perfecciona personal- mente, el hombre no solamente tiene un motivo y un mévil para amar «a su projimo». Ante él, por afiadi- dura, se abre ampliamente un cargpo ilimitado de ope racién tangible al que transmitir todo lo que siente. Para distender, verter y rejuvenecer sin cesar Ia pa sién que le anima, tiene toda la enorme batalla de ta Tierra. ‘Tener que luchar, poder luchar, durante toda su vida, para crear lo que se ama! Plenitud extraordi naria en la que, depurada de la Violencia, la Fuerza emerge de la Dulnura y de la Bondad, como su parc- 'No, en contra de la opinién corriente, Ia Caridad no ha pasado de moda, ni esté anticuada, en nuestro Mun- do con fiebre de crecimiento. Por el contrario, vuelve f aparecer en cabeza de la moral més moderna y més satisfactoria cientficamente, desde el instante en que, transpuesta a un Universo en vias de reagrupacién es tual, ella se dinamiza autométicamente 58 ©) Mistica No hay Moral que se mantenga sin Religién. 0, mis exactamente, no hay Moral que viva sin rodearse de adoracién. La medida de una Etica es su capacidad para florecer en Mistica. Incomparable aparece, desde ese punto de vista, la Caridad dinamizada, Observemos més bien, a la luz de la «Moleculiza cidne, Io que sucede en el corazén del hombre nacido Ia consclencia de sus relaciones orginicas con un Universo en vias de concentracién, En ese hombre —como acabamos de verlo— se des. pierta, en primer lugar, el sentido de una afinidad cre- ciente hacia los elementos del mismo orden que él mismo; es decir, hacia Ia multitud de los demés granos de pensamiento a los que tiene que asociarse si quiere profundizar més ain su alma. Y éste es el primer tiempo, Pero precisamente porque, en la edificacién, 1a com ‘ervacién y el progreso de Ta unidad humana actia y se prolonga de hecho el juego completo de las fuerzas universales, es por lo que, en un segundo tiempo, es Nevado a clevarse al sentido razonado de una solids: ridad de fondo con toda Vida y toda Materia en mo- Y, por dltimo, porque este inmenso sistema, conver: ‘genie por naturaleza, no se sostiene més que por su Impulso hacia algin polo superior de sintesis, es en ddefinitiva en la omnipresencia y en la omniaccién de ‘una Consciencia suprema en donde se encuentra. su mergido el dtomo pentante. Sentido humano; més tarde, sentido de ta Tierra; y por iitimo, sentido de un Omega; tres etapas progresi vas de una misma iluminacién. Y por ello mismo se confirma y se precisa, para el hombreslemento, Ia posibilidad psicol6gica de un acto Interior de inusitada riqueza 8 Por un lado, en virtud del dindmico enlace de todas las cosas en Ia Noogénesis, Ja menor accién, por hur rilde y mondtona que sea, aparece como un medio de cooperar en la Gran Obra universal. Por otra parte, en virtud de la naturaleza particular, sintética, de la Operacién en curso, cooperar significa incorporarse a una realidad viva. Obrar, en todas sus formas (con tal de que sean positivas, es decir, unifi cadoras), equivale a comulgar. ‘2Nos damos bien cuenta de la importancia de la transformacién? ‘Mas o menos conscientemente (y por muy convenci- os que estemos de que existe un sentido en la vida) evamos en nosotros el triste sentimiento de la dis persion y de la insignificancia de nuestras existencias En cada nuevo dia que comienza, nos asaltan los mis: ‘mos deberes, cuya monotonia' nos asquea, cuya plura- lidad nos agota y cuya aparente inutlidad nos desco- razona, Diseminacién, rutina y, por encima de todo, aburrimiento... jOh, si al menos pudiéramos sentir que festabamos haciendo algo grande Pues bien, es precisamente esta polvareda de nos- ‘otros mismos Ia que, bajo Ia influencia de Omega, se umina y se anima. A un nivel inferior de consciencia (es decir, durante todo el tiempo en que no advertimos ruestra condicién y nuestra funcién atémicas), nunca podremos hacer més que esto o aquello, por éste 0 por aquel lado de nuestro cuerpo o de nuestra alma. © bien comemos, o bien pensamos, o bien trabajamos, © bien amamos; y nada de todo ello, considerado aisle: damente, nos satisface, porque nada nos parece im- portante. En un grado superior de iniciacién, por el contrario (es decir, una vez concebida la relacién que liga la espiritualizacién del Mundo a su complicacién), festa multiplicidad, sin dejar de ser ella misma, se resuelve en algo nuevo y nico en donde concluyen, revalorizandose, todos los resultados (por mfnimos que sean) de nuestros esfuerzos, y todos los matices (por secretos que sean) de nuestra operacién. En esas altu- ras se dibuja una forma trascendente, que recubre y funde, bajo una misma luz, lo abigarrado de aquello que, mirado desde mas abajo, nos parece oponerse y neuializarse bajo los vocablos diversos de actividad y de pasividad, de renunciamiento y de poresién, de in- teligencia y de amor... En verdad, para el que consigue ver, no ya solamente en lo Inmenso y en lo Infimo, sino casi en lo Complejo, existe una manera de actuar capaz de sintetizar y de transfigurar a todos los demas estos: el gesto especfico de experimentar y de pro- ‘mover, en sf y en torno de si —por toda la superficie ¥y toda la profundidad de lo Real, la unificacién (y, por consiguiente, Ia toma de consciencia) del Universo sobre su Centro’ profundo; el gesto total y totalizador (perdéneseme Ia palabra, no encuentro otra) de la some- ‘ealizacions, Y ello nos lleva en linea recta, a «la alegria del Ato. ‘mon, hasta las mis altas cispides de Ia adoracién. Ya, en el terreno social y biol6gico, el hecho de haber reconocido que (gracias a las propiedades del amor) ‘el Universo se personaliza al concentrarse, nos permitia evitar a la vez una individualizacién que dispersa y ‘un colectivismo mecanizador. He aqui ahora que, en él campo mistico, la misma luz nos hace ver el camino entre otros dos escollos igualmente peligrosos. Desde que el Hombre, al hacerse hombre, se ha embarcado fen la busqueda de Ia Unidad, nunca ha dejado, en sus visiones, en su ascesis 0 en sus ensuefios, de oscilar centre un culto del Espiritu que le hacia prescindir de Ja Materia y un culto de la Materia que Je hacia negar el Espiritu. Extenuacién 0 empantanamiento. Entre ese Scylla y ese Caribdis es por donde nos hace pasar Ia ‘Omegalizacién». El desapego, no ya por corte, sino por travesta y por sublimacién. La espiritualizacién, no ya por negacién o evasién de lo Maltiple, sino por emer- gencia. Tal os la evia tertian que se abre ante nosotros desde ef momento en que el Espiritu ya no e¢ el ante a pods, sino el polo superior de la Materia en vias de Sobrecentracién; no via media, timida y neutra, sino via superior y osada, en la que se combinan, corrigiéa- dose, los valores y las propiedades de los’ otros dos ‘amines. De donde, para terminar y para resumir, lego a esta conelusién: Haber cobrado consciencia de nuestra com- ddicign de «Atoms sintetizables» no es ya solamente acceder @ una nueva visién de las relaciones generales {que unen la Materia con el Pensamiento, y a éste con Dios. Es también, y por ese mismo hecho, volver a definir, en su linea, el efe inmutable de la santidad. En wn universo reconocido como de naturaleza con- vergente, una neoespiritualidad para un neoEspiritu*. * Inedto, Pekin, 13 de septiembre de 14 a LA ASCENSION DEL OTRO Ante nuestros ojos, el Mundo en guerra se divide en bloques enemigos, que chocan y se lanzan al asalto uunos de otros. Conocemos mis o menos las razones inmediatas, politicas o raciales, de este conflicto. Pero las raices del mal —o para mejor decir, del fenémeno— son, evidentemente, mucho més profundas, mucho mas forginicas, que cualquier rivalidad de influencia o de interés entre naciones. Es seguro que algo esté suce- diendo bajo nuestros pies, en los cimientos mismos de la Tierra humana, Pero gde qué se trata? Si nos limitéramos escuchar conversaciones y a leer la prensa, la guerra, en cuyo torbelling nos vemos arrastrados, no seria més que una crisis de division, de desintegracién. Nosotros nos jactabamos de haber progresado... Una vez més, una caida hacia atrés! Basta reflexionar un instante en el grado de hiper- tensién intelectual y moral en el que vivimos actual- mente para juzgar ia situacién de un modo exactamen te inverso. Psiquicamente, por decirlo asi, la Tierra, en torno nuestro, ha Hlegado a Ia incandescencia. Nunca, desde que su globo aparecié en el espacio, ha estado espiritualmente més vibrante. No es, pues, una baja, sino de un aflujo de energia interna, Io que nos hace sufri. Desde este punto de vista, la verdadera causa de lo que sucede hoy en el Mundo me parece que debemos buscarla no en un derrumbamiento cualquiera de los antiguos valores, sino en la erupci6n, en el ceno de Ia “8 umanidad, de un Majo de ser nuevo que, presisamen- te porque es nuevo, se presenta iniclalmente como si fuera extrafo y antagénico con lo que somos. Lo que hhos sorprende, lo que nos trastorna y lo que nos es panta en los acontecimientos actuales —pero que pre Eisemente necesitamos mirar de frente para analizar Su mecanismo y sus fases, para distinguir los beneficios 4 la vez que 10s maleficios— es, en mi opinign, la im- placable marea césmica que, tras haber levantado @ Eada uno hasta s{ mismo, intenta ahora en una pulsa- idm nueva, arrojaros fuera de nosotros mismos: 18 tema sascension del Otro» en el seno de ls masa humana. 1. PRIMERA Fase: LA MULTIPLICKCION EL OTRO 10 LA ASCENSION DEL. NUMERO el origen de todos nuestros sorot 36 ie ne con tole evideneia el poder irresistible de prolife Ta sn mae vo oe ard gtr se manne por Jae Fn a ics Tos eompareion de-que est ee tarde Universe no mania i fae ntcanente 1 numer epontinee a nse ean promt, pore ontario, como ae ee and oo entrar se aan 2 eee ts commen reproduce: © Se ne costs simple) por sesdobamiento de si ee graca Caton pereconamin eos eos © OS mental) por acumen ena 1 ee Pt ea mirada de geen De ah 7 ee Grientonumerco de Tos cntos Soe ge a Blofer; de ac aumento ss ce mulculre, deal ela eames ous a paler, por ramos Snares ees ro ‘Sabemos todo ello por haberlo leido en los libros © mirado alrededor nuestro en la naturalera. Pero nos hhemos percatado alguna vez en nuestro espiritu de qué modo ese mecanismo biolégico de la pluralidad nos envuelve y nos tiene cogides por el fondo de nosotros rmismos, no laxo, sino apretado, y como agravado, por nuestra accesion a la condicién inumana? ‘Si hoy pudiera la Vida extenderse (suponiendo que haya podido nacer y crecer alguna vez) sobre una su perficie ilimitada 0 indefinidamente eléstica, no exis- tirla inconveniente alguno en que la Humanided mul- tiplicara cada dia mds, bien por el juego fisiol6gico de los nacimientos, bien por el despertar psiquico de las masas adormecidas, el mimero absoluto de los in- dividuos y de las naciones que la componen. A cada aumento de presién interna sucederia inmediatamente una distensién externa, y quedaria restablecido el equi librio en cada instante, ero no es asi, Por razones fisicas claramente vincu- ladas a Ja estructura epancorpusculars del Universo, la Vida terrestre, considerada en su conjunto, refejs, a escala gigantesca, las condiciones del estado’ molecu- lar. Se desarrolia sobre una superficie rigidamente ce- rrada. jPodria eseribirse todo un libro sobre las relaciones que subordinan genéticamente la sencillez del Espiritu con la redondez de la Tierral Pero, a pri- mera vista, es preciso confesar que esta redondez es para nosotros el principio de una inmensa molestia Cuanto més nos multiplicamos, en efecto, en nimero, en volumen y en radio de accion individual, més divi ddimos para cada uno de nosotros el espacio libre (muy disminuido ya por el espacio de los mares) que ‘pone a nuestra comin disposicién la naturaleza. Hace solamente cincuenta afos todavia podiamos ver, en nuestros mapas de estudiantes, vastas extensiones ‘lancas, en América, en Africa, en Oceania, en las que el Hombre tenfa la posibilidad de extenderse En una {generacién esos huecos se han Uenado. Y masas bu 6 ‘manas de la misma elevada densidad demogrifica, de [a misma elevada tensi6n cultural, se encuentran ahora fen contacto por todos sus bordes, Sea cual fuere la Signficacién, més o menos duradera, del «techo» sefa- lado por las estadisticas en el crecimiento absoluto de tas poblaciones més civiaadas, es un hecho que, por ‘aumento numérico, y ain més quiz por dilatacion dindmica de Jos elementos que le componen, el grupo hhumano alcanza en este momento un grado, al que nun- ea se habia acercado todavia, de sobrecompresién. El aplastamiento sobre ef misma de una masa que prolifera en volumen cerrado. La repeticién (pero a ‘scala total y, por consiguiente, espacialmente sin sa fida) del fendmeno que hacia ya que los pueblos neol- ticos se expulsaran los unos a los otros fuera de las ‘Tierras Prometidas. La «toma» en bloque de la Huma- nidad sobre s{ misma..." {No es €S0 lo que significa y,Jo que nos aporta nues- ta guerra mundial? {eNO es e50 Jo que sucede? IL, Secuwoa FASE: L ENLACE CON EL OTRO (0 LA ASCENSION DE LO cOLECTIVO ‘Asi, pues, empezamos ser demasiado numerosos para repartimos la Tierra, Empieza a faltar el «espacio vita YY, como reaccién instintiva contra esta emersién sesante del Otro a nuestro alrededor, nuestro primer gesto es rechazar o eliminar a los intrusos que tratan de ahogarnos. ‘Ahora bien, aqui es donde aparece un efecto ute ior, y a primera vista agravante, de la fuerza multi plicadora sin cesar renaciente desde el fondo de la car- fhe de que estamos formados. ‘Cuanto més nos debatimos unos contra otros para ra toltaraot, menos conseguimos aisaraos. Al coatraro, ‘as nos entremezsames, y ms nos dames cuenta, no sin inguletud, de que de nuestras seridumbres em. tremescadat tiende invencblemente a salir uh orden, or no decir un se, revo, animado de una especie de ‘ida propia, y que, aunque extéformado por tuestras conan nda ede a absorber a eta la Ssimilareis) en una red cigs de fuerza organiaadas Lo Colectivo. ns ec Desde hace mucho teropo —desde In apariién de los primeros grupos paleolicos, en realdad-— hablan mperao 3 torso laos entre hombres alos que acer ‘aba la necesidad de defenderse, de ayudrse, de sentir Juntos. Yel Hombre se sprovechabs de ello y goraba de sia cominidad cayes mandoe pensaba tener en sus manos. Pero he agul que, desde el impulo sobre todo de ls megacilinaciones indusiriales, la fuer aia que hablamos ajudado a crecer tende a escapar enon y a alzrse contra nosotros mister, Debido & tha inversion de sgoo, la Sociedad, que el Hombre Pettaba haber hecho paras propia ventaja persona, Barece hoy woverse contra ol indviduo para devoraro. Tas Relaciones 20 transforman en Vinculs, Y enton- ces, ante esta ascenain ivesisble a nuestro alrededor de lor sistemas unilaris, consecutive a ascensn icresiuible de las mass, ios estudlonos de Ia Biologia legan a preguntarse sino seremos, en esta cucstln, lop sujtor y lo espectadores Impotentes Je uno de Jos Juegos nds antguos y mAs caracersicos de la Vida el que consist, per ella, un ver realizado un Lipo orgénico, en ullzarie como un’ simple ladilo para contnuar sus constriecloner, Se ha hablado mie tho, y no sin ra, del acimiento, del crecimiento, del ecient, de la seaescenla y dela muerte de las ramas vivietes. La que se obserra menos, en esta da de las Especies, es a tendencla que todas do Jan ver, una ves que Ban Hlegado a la madures— agrupare, por medios diversos, en ampli unlades a ‘ocializadas: como sien las colonias de polipos, © en las asociaciones prodigiosamente diferenciadas consti tuidas por los insectos, tratara de constituirse un su perorganismo mis alld del individuo. Cuanto més se fntenta, con esas perspectivas presentes en la mente, descifrar Ia marcha del Fenémeno humano, més crece cevidencia de que bajo el velo de las «fuerzas totali- tarlase que se extienden sobre nosotros en estos mo- rmentos, opera exactamente el mismo determinismo bio- logico que aquel del que salieron, hace algunos mi ones de afios, Ia Colmena y el Hormiguero. Observada desde fuera —observabamos anteriormen- te— Ja Humanidad, que por doquier esté actualmente ‘en contacto consigo misma, se acerca a su «punto de toma» o de solidificacién. Comienza a no constitulr mds que un solo blogue. Simulténeamente, por el in- terior, ¢no estard entrando en su fase «filtica» de co- lectivizacién (0 socialisaciny?... Esto explicariamu- chas cosas de esta Guerra paradéjica en Ia que el antagonismo libertario de los pueblos se combina tan extrafamente con una totalizicién que acecha auto- smiticamente, éea cual fuere el fin del conflicto, tanto al vencedor como al vencido. Pero también he aqut lo que se rebela en nosotros, con el sentido de nuestra ignidad, el profundo instinto de nuestra libertad. ‘sCreced y multiplicaos», tal era —asf lo admitiamos hhasta ahora— la consigna sagrada del ser organizado. cAeaso resultard que més allé de cierto limite, los dos érminos de la formula empezarian a contradecirse? Lievada atin mas lejos, cva quiz la Multiplicacion a extinguir en nosotros, por mecanizacién, Ja chispa de espontaneidad y de consciencia que habia requerido ala Evolucién trescientos millones de afios de Vida y vveinte milenios de Civiizacién para iluminarnos a cada tuno de nosotros? Frente a la marea del Colectivismo, qué vamos a hacer? CEs posible quebrar en nosotros las fuerzas de «Orto. “8 iénesis» haciendo, por huelga consciente a la nata- Hidad, disminuir el Numero? ;Bastaria este gesto, por otra parte, para separar los bordes de la grieta que se cierra sobre nuestras individualidades? Y ademés, gno pereceria simplemente la Humanidad sometida a este tratamiento forzado...? Por otra parte, es posible que Ia Vida expere de Rosotros que nos abandonemos servil o estoicamente al hundimiento gradual de nuestras personas en un sistema anénimo? La situacién parece sin salida si la l6gica inflexible del Nimero consiste en conduct hacia Ia méquina co- lectiva. Pero estamos bien seguros, después de todo, de que el juego de las fuerzas inter-humanas de cohesién ‘nos arrastre verdaderamente hacia el hormiguero? TIT, Tercera Ase: LA stnrests EL oro 0 LA ASCENSION DB Lo PERSONAL En mi opinién, ha legado la hora, para todo hombre que piense, de forzar el cfreulo donde se encierran convencionalmente nuestras perspectivas humanas, de pensar en la verosimilitud de una hipétesis que un peso creciente de hechos empieza 2 imponer a nuestro pensamiento. Mencionaba yo més arriba, de pasada, Ia relacién cada ver més manifiesta que se descubre entre el gra- do de consciencia de los seres y su grado de compl cacién. Cientificamente hablando, todo sucede en el ‘Mundo como si la Trama del Universo (cuyas propie- dades cambian —como sabemos— en las dos direccio- res especiales de lo Infimo v de lo Tamenso) pudiera fgualmente variar (temporalmente, esta vez) en una tercera direccién, la de lo Complejo, no stendo la Vida otra cosa que el «efecto especifico» vinculado las ° complejidades extremas, Mientras que una particula césmica sélo contiene algunos millares de Stomos or- denados, sigue pareciendo muerta, Pero si esa scifra corpuscular» aumenta hasta algunas decenas de millar, comienza a animarse (es el caso del virus). En la cf Ila, y por encima de ella, en los seres vivos superio- res, el simple niimero de elementos quimicos de que consta el organismo (sin tener en cuenta sus combi naciones elaboradas) salta hasta valores astronémicos. Esta evidente variacién de la Vida en funcion directa de los Grandes Nimeros sintetizados se explica sen- cillamente si se admite que Ja Materia es tanto més entrada (y, por consiguiente, tanto més «conscientes) cuanto mas organizada se encuentra. En el caso de corpisculos simples 0 relativamente simples, 1a cen- tracién es débil, y por ende el psiquismo es impercep- tible. Por el contrario, en el caso de las grandes com: plejidades, el centro se profundiza y comprime por ffecto de organizacion; y con ello aparecen y aumen- tan los fenémenos de introspeccién y de espontanci dad. Desde este punto de vista Ia Consciencia seria luna. propiedad fisica vinculada simulténeamente con Ja centracién y con la complicacién de la Materia sobre s{ misma, De modo que, segtin la cara que se mire, la Evolucién se presentard, o bien (vista desde fuera) ‘como una archisintesis quimica, o bien (vista desde dentro) como una +Noosénesiss He agul lo que encaja exactamente con la. expe Fleneia, Planteado esto, limitemos nuestra atencién al Hombre, E| Hombre, considerado individualmente, ef, cua: titativa y cualitativamente, la més complicada y por Io tanto la mejor centrada, y por consiguiente por ese mismo camino hecho la més consciente de las partic las e6smicas, Pero eso no es todo, El Hombre no puc- de jamas ser considerado en el estado de particula alslada, Es esencialmente multitud; es multitud cre- ciente; y sobre todo, gracias a su asombroso poder de 0 interfecundacion fisica y psiquica, es multitud orgo- rizable. Esta pluralidad de las moléculas pensantes es ppafa nosotros un espectéculo tan habitual que ni pen- ‘amos en asombramos. Y, sin embargo, cacaeo no ten- dria una profunda significacién? ¢Por qué no imag nar, por ejemplo, que, de acuerdo con toda ta histori de la Vida pacada, representa la posibilidad y contiene el potencial de una sintesis ulterior, transhumana, de Ja Materia organizada?... Estamos acostumbrados a considerar al individuo humana como una unidad ce- rrada, perdida en la muchedumbre gregaria de otras unidades igualmente cerradas sobre sf mismas. ¢No ser més bien el elemento, todavia sin saturar, de un conjunto natural ain en vias de organizacién? En un principio, la idea de un organismo superhu- ‘mano parece fantéstica. ;Estamos tan bien habituados ® considerar que no puede existir nada superior a nos- ftros en la Naturaleza! Pero si en lugar de rechazar 4 priori lo que se opone a la rutina (y especialmente Jos marcos dimensionales) de nuestro pensamiento, aceptamos tomarlo en consideracién y empezamos a profundizar en ello, resulta sorprendente ver de qué ‘modo una hipétesis que parecfa una locura pone orden Yy claridad a nuestras perspectivas sobre el Universo. En primer lugar, el propio flujo de la Evolucién, al ‘que 6e supone contra toda verosimilitud detenido so- bre la Tierra al aparecer el Hombre, vuelve 2 tomar normalmente su curso. Si los granos terrestres de Pen- samiento pueden todavia combinarse entre sf, el Hom- bre ya no resulta un callej6n sin salida inexplicable en el proceso césmico de la Noogénesis, sino que, en él y para él, la Ascensién de Consciencia continia més allé de s{ miemo. En segundo lugar, la Ascensién del Nimero en torno nuestro pierde su apariencia inquictante y absurda, Aplastados unos sobre otros contra la estrecha super. ficie de la Tierra, buscébamos con ansiedad un campo cen donde poder dilatarnos. Ahora apereibimos ese cam- n po, no ya en la direccién de una evasién espacial, sino fen forma de una armonizacién interna en la que la rmultiplicacién del Otro ya no es una amenaza, sino tun apoyo, tun consuelo y una esperanza para la per feccién de cada individuo. La multitud no puede més que agravarse por divergencia. En cambio, se resuel ve, ein esfuerzos y sin limites por unificacién sobre st misma. Tratébamos de escaparnos por la periferia; es Sinicamente por el eje (es decir, por convergencia) por donde podemos distendernos. En tercer lugar, el espectro de la Colectivizacion ascendente se transfigura. Juzgando el porvenir hums: ro por medio del ejemplo de los Insectos y de ciertas experiencias modernas de estilo totalitario, podfamos reernos atrapados por un engranaje irresistible de espersonalizacién. Pero si, a través de los progresos y al amparo de Ja socializacién hemana, es verdadere mente la ley de Centracién por Sintesis slo que sigue ctuando en nosotros, entonces podemos tranguilizar nos. Con tal que sea bien levada (voy a indicar de qué manera), una sintesis ultrshumana (suponiendo que realmente esté en curso) so puede acabar, por nece- sidad fisica y biolégica, ms que haciendo aparecer tun grado més de organizacién y, por consiguiente, de consciencia y, por lo tanto, de libertad. Cualesquiera aque hayan sido los defectos o las desviaciones de nues- tras primeras tentativas de agrupamiento, nada perde- mos sbandondndonos activamente y de modo inteligen- tea las fuerzas de colectivizacién que nos invaden. En efecto, no tratan éstas de mecanizarnos, sino de sobre- centrarnos, y por consiguiente de sobre-personalizarnes. ‘Si esta hipdtesis estuviera fondada, es evidente que nuestra situacién, y por lo tanto nuestra actitud, fren: te a los acontecimientos actuales, se hallarfan singu- larmente definidas y rectificadas. En vez de seguir flo- tando entre Ia necesidad evidente de asociarnos a los demas si queremos seguir viviendo, y el temor de per demnot si renunciamos a nuestro alslamiento, podris- n mos, en lo sucesivo, consagramos con toda nuestra alma, sin reservas mentales, a la magnifica obra de construir la Tierra. Por fin, una verdadera «Geol ticar sucederia a las miserables arifias de capillas, a Jas que hasta ahora se ha reducido toda la Historia. Por ello, no veo, en el momento actual, un deber mas urgente para la Ciencia que el de comprobar Ia realidad y deducir las leyes de lo que be llamado la Noogénesis. Pero, suponiendo realizado ese trabajo para 1 Pasado, geémo Tegar a saber que, en el caso del Hombre y para el Porvenir, tenemos derecho a extra: polar? Por qué signo reconoceremos que la sintesis césmica del Espfritu puede proseguirse todavia, ya que se prosigue de hecho, a través de las agitaciones socia- les de Ia Tierra? ¢Cémo decidir, antes de emprender Ia operacién, sila indole de los elementos en presencia permite esperar el éxito? Todo depende en esta linea de Ta aptitud que pode ‘mos razonablemente presumir que tiene la Humani dad de desarrollar entre sus miembros una forma apropiada de «amor universal>, IV. CuaRTA Fase: LA sturarta HACIA EL orRo (© LA ASCENSION DEL SENTIDO HUMANO En su forma més general, y desde =) punto de vista de la Fisica, el amor es la cara interior, sentida, de Ia afinidad que une y atrae entre sf a los elementos del Mundo, centro a centro, Asi lo han comprendido los grandes filbsofos, desde Platén el poeta a Nicolés de Cues y otros representantes de Ia fria Escolistica Una vez admitida esta definicién, 6e desprenden de de ella una serie de importantes. consecuencias El amor es potencia de enlace inter-céntrico. Por consiguiente, esté presente (al menos en estado rudé rmentarfo) en todos los centros naturales, vivos © pre- B vivos, de que esté formado el Mundo; representa tam: bign, entre esos centros, Ia forma més profunda, més directa, més creadora de interaccién que pueda conce- Dirse. De hecho, es la expresion y el agente de la sir tesis universal Bl amor, asimismo, es potencia centralizante. Y por consiguiente, semejante a una luz cuyo espectro se enriqueciera constantemente con rayas nuevas, més brillantes y calientes, varia constantemente con la per feccién de los centros de los que emana. En el Hombre, por consiguiente (dnico elemento conocido del Univer 0 en el que la Noogénesis haya progresado lo bastante como para que aparezca un foco cerrado, reflexivo, sobre s{ mismo), se concibe que sus propiedades sin- téticas operen con unas modalidades, una eficacia y ‘una claridad excepcionales. Mientras que los seres in- frashumanos no pueden converger y asociarse més que fen una accién comiin difusa, a nivel del Pensamiento on los niicleos pefquicos los que quedan al descubier- to y empiezan a reunirse. No ya solamente organiza eign de elementos centrados imperfectamente, sino sfatesis directa de los centros. De ahi la extraordinaria totalidad y plenitud de contacto vital, y de ahi, por con- siguiente, en consonancia con el mecanismo sintetizante de Ia ascension de Ia consciencia, el erecimiento extraor dinario de personalidad, observable todos Jos dias en el ‘caso particular y limitado de un gran afecto humano. El Hombre, a causa del poder extremo de amar vincu- Jado a su ecentridad» (0 10 que equivale a lo mismo, ‘su complejidad) extrema es, en la medida en que llega ‘amar, el més magnificamente sintetizable de los ele rmentos que hayan sido construidos nunca por la Natu ralera, ‘Si se comprende bien esta situaciOn, se ve cémo y por qué —como lo afirmaba yo més arriba— la apari ‘iéa de un amor humano universal constituiria un i dice seguro de que la totalizacién de a Humanidad en uun superorganismo de naturaleza super-personal es ¢s- 4 perado biolégicamente y es realizable pricticamente. Si pudieran amarse los Hombres, si llepasen a amarse, n0 solamente de esposa a esposo, de hermano a hermana, de ciudadano a conciudadano, sino de elemento a ele- mento de un Mundo en vias de convergencia, entonces Ja gran ley evolutiva, que desde los origenes de la Tierra no ha dejado munca de hacer que surgiera mds Espirita sobre més Complefidad, volveria a actuar con més fuer: 2. F incluso nunca (la teoria permite preverlo as!) ac- tuarfa con mayor vigor que en esta fase suprema de la Noogénesis, en la que el juego de las combinaciones vitales —que hasta entonces era sobre todo «funcio- nal— se volverfa por fin directamente intercéntrico. Ya no habria que temer hormigueros en ese caso: no habrfa habido nunca hormigueros si los termites. hu: bieran podido verdaderamente amarse. Pero cno es precisamente contradictorio con Ia natu raleza de las potencias del corazén esto de extenderse hhasta un objeto demasiado grande? zAcaso no estd ahi toda la experiencia humana —a lo que parece— para demostrar que el amor, que alcanza su paroxismo en cl caso de Ja pareja, se divide y se relaja a medida que aumenta el numero de individuos que retine? «Amar a todo el mundo —muchas veces se ha dicho— es no amar a nadie» Y dos mil aftos de Cristianismo no han cconseguido, en apariencia, infligr a ese refrin pesimista fl desmentido de los hechos. Introducir el amor uni versal en una perspectiva concreta de porvenir, caso lo mismo que trazar planes para Ia reconstruc: cid del Mundo admitiendo la cuadratura del cftculo 1 movimiento perpetuo? Personalmente no me hago ilusién alguna acerca de Jo que pueda haber de increfle en mi hipStesis. Y natu Imente me cuesta tanto como al que més ser incluso imaginar lo que podré ser la simpatia inter- hhumana (de elementos a elementos césmicos), cuya apa. icin las leyes experimentales de la Noogénesis me obli- gan a considerar como algo probable ¢ incluso inevi- 1 table. Pero, hecha esta reserva, observaré que Ia casi imposibilidad en Ia que nos encontramos todavia para coneebir el establecimiento de una unanimidad humana procede quizd de nuestro desconocimiento de cierto factor que, introducido en nuestros célculos, es capaz de cambiar por completo los resultados: me refiero la sensibilizacién, muy reciente, de nuestro esp(ritu ante 1a profundidad orginica y las propiedades convergentes, del Tiempo. El descubrimiento del Tiempo. Sea cual fuere el extremo por el que se tome en este ‘momento el problema humano, es inevitable que se ma- nifieste la influencia de una revolucién mental que, sin ‘que nos demos cuenta, nos hace radicalmente diferen- tes, a menos de doscientos afios de distancia, de las generaciones que nos han precedido. Cuando, bajo for mas frecuentemente simplistas e ingenuas, han comen- zado a surgir hacia finales del siglo xvrt las ideas de ‘evolucién y de progreso, ha podido creerse (algunos st ‘guen creyéndolol...) que se trataba del encaprichamiento dde los naturalistas por una hipétesis pasajera. Hoy a nocién de Duracién ha invadido todo el cielo del espf rity humano: Fisica, Sociologia, Filosofia, Religi6n, to das las ramas del conocimierio estén ahora impregna- das de esta sul escncia. De hecho, Jo limitado y lo cestdtico han desaparecido de nuestra vista y ya no per- samos més que en Espaclo-Tiempo. jSe trata de una shipétesise verdaderamente! La tnica manera de inter Pretar semejante acontecimiento es admitir que, al fgual que nifios que se despiertan ante el sentido de I profundidad y del relieve, acabamos de llegar colectiv mente a la percepcién de una nuova dimensién. Y con cello se abre un mundo de nuevas posibilidades, no sola mente para las construcciones especulativas de nuestra raz6n, sino todavia més —observémoslo bien— para los esarrollos de ta Energia humana. Hasta ahora —podriamos decir— los hombres vivian ‘aun tiempo dispersos y cerrades sobre sf mismos, como 16 pasajeros reunidos accidentalmente en la bodega de un ravio, del que no sospechaban ni su naturaleza mévil ni su movimiento. Sobre la Tierra que los agrupaba no cconcebian, pues, nada mejor que hacer que discutir © distracrse, Ahora bien: he aqui que, por suerte o mis bien por el efecto normal de Ia edad, nuestros ojos co mienzan a abrrse. Los mas osados de nosotros han st bido al puente. Han visto el buque que nos levaba. Han visto Ia espuma causada por el filo de la proa. Se han dado cuenta de que hay una caldera que habla que alimentar y también un timén que dirigir. Y sobre todo haan visto flotar las nubes, han olido el perfume de las Islas més allé del circulo del horizonte; no ya la agita- cidn humana sobre el terreno —no la deriva—, sino ef Viaje. Es inevitable que de esta visién salga ofra Humat dad de la que aun no tenemos idea, pero una Humani- dad que yo creo sentir ya cémo se agita a través de la antigua, cada vez que lor azares de Ia vida me colocan fen contacto con otro hombre que, por muy extratio que sea para mi a causa de su nacién, de su clase, de su raza 0 de su religién, aparece ante mi més cercano ‘que un hermano, porque también éf ha visto ef navio ¥ porque también él siente que avanzamos. E} sentido de una aventura, y por consigulente de tun destino comunes. El sentido de una evolucién en comtin que aparece cada vez més claramente como una aénesis (e incluso una enoogénesis»). (Qué gestos hasta ahora irrealizables, qué acercamientos hasta hoy ut6pi cos, qué revelaciones de Jo alto hasta ahora descono- cidas no cabré esperarse en la riqueza y Ia curvatura especiales de ese nuevo Mediol.. $i hasia ahora la ca- ridad ha fracasado sobre la Tierra, cno habra sido acaso sencillamente porque le era preciso para establecer su reinado que Ia Tierra hubiera previamente adquirido la consciencia de su cohesién y de su convergencia espi rituales? Para poder amarnos, cno es preciso antes cam- biar de plano? n ‘Todo se cierra y se anuda, en suma, en nuestras pers- ppectivas, con tal de que, bajo la fiebre que sufre el ‘Mundo en este momento se advierta, por ciertos signos, cl calor ascendente de un Sentido Humano. Al sentir este calor, indicio de una aproximacién, de una con- ‘eentracién, y por ende de una ultracentracién de las moléculas pensantes de la Tierra, podemos en efecto reconocer que la Sfntesis psiquica del Universo. pros ‘gue a través de la masa humana. Y entonces, ni la pre- Si6n multiplicada del Nimero, ni las crecientes vincu- laciones de lo Colectivo tendrén ya decididamente nada que pueda alarmarnos, puesto que, en ese caso, la as- ccension irresistible del Otro @ nuestro alrededor, y su propia intrusién en nuestra vida individual, expresan ¥ miden, sin que quepan dudas, muestra propia ascen- sin en lo Personal *. + Indio, Pekin, 0 de enero de 182 8 UNIVERSALIZACION Y UNION Us ESFUERZO HARA VER LAS COSAS CON CLARIDND En el curso de estas paginas, quisiera tratar de re solver el doble problema siguiente, doble problema que ces el mismo para todos, «amigos~ 0 «enemigoss, en el ‘momento presente. En Ja inmensa conmocién en la que nos encontramos cogidos, por el hecho de la guerra, en primer lugar, Ges posible decidir fuera de toda hipétesis particular ‘cud es el signo (positive o negative) de Ja corriente que ros arrastra a todos juntos, mezclados a la misma velo- cidad?: y en segundo lugar, zes posible, dentro de esa ccorriente, definir para cada uno de nosotros cudl es el mejor gesto que podemos hacer para la salvacién co- ruin, en cualquier hipétesis también, es decir, sea cual fuere nuestra posicién particular dentro de las masas antagonistas que se afrontan? Lo que nos inguieta hasta el vértigo es la impresién de perder ple en una catéstrofe de dimensiones y de ‘complicacion mayores que a «altura humana». ¥ lo que ros preocupa hasta angustiarnos es la imposibilidad en {que nos encontramos (si somos sinceros), tanto de apro- bar absolutamente como de condenar absolutamente algunas de las tesis 0 m{sticas humanas que actualmen- te se afrontan. Un principio absoluto de visién para discernir sin ‘equtvoco el sentido de los acontecimientos en curso, y un principio absoluto de accién para determinar sin sbeos y en cada instante lo que hay que hacer. Una w orientacién y una de ruta, He auf lo que necesitamos, en Ja tempestad y en la noche. ‘Abramos los ojos y busquemos bien si por azar no habré, fuera de todas consideraciones personales (loca les, sentimentales 0 morales), cierto aspecto indiscutible de le guerra presente, que, por sugerir invenciblemente ierta interpretacion optimista de la crisis que atrave- ‘amos, nos dicte con ello, a todos y a cada uno de noe otros, en cualquier posicién y en cualquier circunstan- ia, la tinea infaible de marcha hacia ta luz que bus ccién, Una brijula y un éngulo 1. Un FeNowevo (1Norscuriate): La TorALIZACION PROGRESIVA OE LAS EXERGIAS HUMANAS La razén por la cual el estado actual del Mundo hu ‘mano nos parece tan oscuro consiste —en mi opinién— fen que, pars apreciar lo que sucede, queremos perma- necer unidos a un fragmento de la Humanidad opuesto ‘otros fragmentos. Para los bloques hostiles que s¢ reparten la Tierra es fatal que, de bloque a bloque, la Incertidumbre y la confusién constituyan la nota domi- nante de la hora actual. La agitacién interna de los ‘elementos oculta, mientras permanecemos ahogados en ella, la marcha general del fenémeno. O més sencila- mente —como suele decirse—: los Arboles nos impiden ver el bosque. Por el contrario, tratemos de emerger fuera de las nubes cargadas de energias contrarias en las que nos cencontramos sumergidos. Por medio de un esfuerzo de pensamiento cientifico y objetivo, elevémonos por enci- sma de los reldmpagos y de los truenos para observar, desde fuera y en su conjunto, el espectéculo general de la tormenta. A esas alturas —si no me engafio— ¢e re- © gulariza el desorden; y lo que visto desde ms abajo ¥ desde dentro parecia ser un horrible caos, tiende obrar triplemente la forma de un «proceso dirigido», Tenfamos la sensacién de flotar al azar dentro del huracén, Y he aqui que aparece en la tempestad un movimiento definido. Es cierto que en el viento de la guerra giramos en torbellin como las hojas cafdas Pero gno es mas cierto todavia y mas significativo que cl ciclén nos aspire en el sentido de una universaliza- ciéa, de una organizacion y de una intensificacion si ‘multénea de las energias hurmanas? 8) Universatieacion ‘Que Jas diversas corrientes humanas en las que nos vemos arrastrados tengan todas ellas una misma ten- dencia a ensancharse hasta las propias dimensiones de la Tierra es ya un primer hecho que, sin ser igualmente bien entendido, ha legado a ser evidente para todos. Masivamente y de modo brutal, esta tendencia a la unk versalizacién se afirma en el cardcter mundial de Ia guerra: la primera guerra en la Historia en Ia que la totalidad del Mundo se encuentra efectivamente compro- metido, Pero de modo més explicito todavia, y més convincente, aparece en la evolucién interna de los versos movimientos espirituales que tratan de exten- derse y de dominar apoyéndose en la Fuerza, No hace cinco afios era atin posible oponer al internacionalismo ‘del Comunismo y de las Democracias el particularismo de las naciones «del ejes. Hoy ya no seria posible esta dlistincion, Obligados por la propia naturaleza del medio feconémico y psiquico en el que se desarrollan, los na cionalismos racistas han evolucionado tan répidamente fn sistemas o misticas de amplitud ilimitads, que no las separa ya del campo enemigo ninguna diferencia (st no es la de los modos de representacion y de realiza cidn), En uno y otro campo, ya no se trata simplemente de reajustar influencias y fronteras. Sino que, desde ef Oeste al Este, de Berlin, Roma y Toki, 4 Londres, Mosca y Nuova York, lo que se sea 0 se tama y 1b ue ee opone, enre tecnicos de todas clases, no son fda menor que panes de refundicin general, valede tos para toda ln Terra, Un evo orden, na nueva Sida. Menos que eso retullariainsoporable soso 8 Iuestrcepeladares ‘modernos, «Propaganda. hipéerita “alcen los escepticor— Velos de grandena sobre uD yoismo materialist. Pero aunque los exchpticos tr eran raain a desconflar 200 sela ya un hetho enor Ine, no lo es ya todo, que pars ser escuchads, para feducie a ia masas, In propaganda sea ven obliged & Tabla hoy en términoe de totalled? En la base, o por 1o menon en condicion, de este ensanchamiento expontdneo de las perspecivas uma: nas est evidentemente el extrardinario adelanto Tea. Izade, durante e timo siglo, por los medioe materia les de comunicaion. Desde at recientes congusias del sire, y especialmente del «dtr, a Tierra pentane 0 Contitye ya mds. que una sola ples en Ta cial te tranamite toda inuenca,en fa que cada choque tlene Su eco, partir de cada punto, en toda su masa, Esta fonordad del medio exiemo. cuenta clertamente mir tho en el crecimiento de cada sino de nucsroe pena tentoe y de cada uno de nuestros actos. Pero 80 1o expla todo; y a vibracién se extinguriardpidamente Siro encontrate su eo en nuestro propio corezdn, Bajo in amplifcaion fsea del menor de nuestos, gests, desplera en nosotor un mundo de instntos laentes, tin alma generals que slo espeaba un cuerpo pars tmaviestare. Yano es posible la dude, Espirtualment, 21 igual que materalmente —por sus aspraciones cons Gienes tanto como por aus determinismos econdmicor~, ia Terra en guerra cae en este momentos, ante nies tos ojoe, pico sobre lo Universal He agul io repto— un primer hecho que hay que consign. >) Organizacicn En ta exenion de unm cosa es un fendmeno equ voce ranulndoro ameenador, spin In neces de la maga la qu tect Logue dunes te Str beneciowoy esr como leas Pere earee ‘tiene ambien paste sx ete camo la sesa ee unas, solspaco como tl agin Ges inundacen der trio como e fuego 9 e contapon, Par dese stbecs posts hacia gui forma, dewable © nga tants deunivestlact nos aretra ioe a Ilene, no esse agi oro medio que seats volver a ocuparnos dt loecaratetes mgs dency so it presente guerra, “No solamente unvenal eee eas ‘epics ode, Alora bien cau significa est ima expen? Cuando deco que a puerta se ha she ey gn semoe especianent en una lecon sin escapees Ge'los proceimienos paw vances, em we ete texas de todas la fuetas ae caon fle Cn Fant. Feo el temino prenipone en calcd an ee ms iden de calidad ms quedo cand 9 gue face Ge muestra guerra tn stale e5nducaben ee Cada piste con todon los medion 9 ots sok hombres, Pero se debe tabi, ain con mds ein 2 ue, dentro cada ncn que led de ne bal se rcoge y enna clectnamene reliant starz ealelado y combinado pera la tea y far al ange ¥ the ag, por sepunda ex, 1o que bussbame, » saber una nota comin de Toe aconscnleste eas ls ansideradoslobalmente yin tenet ee cies los valores as perpeiat partiaares A mest ab Teer, bajo el voy 4 favor dela fens s nee vinientcs humane, mismo tempo geese onenoce on" sper, sumentan en pofundded. Se areione 8 al mismo tiempo que se extienden. Cada pafs, a me- ida y en la medida en que se encuentra arrastrado fen el movimiento «hacia una nueva vida», se ve arras- trado hacia una reorganizacién de estilo «totalitario», Jo cual equivale a decir que, en conjunto, sean cuales fueren los detalles y la complicacién interna del com- bate, Ia resultante general de nuestras agitaciones es provorar, cada vex un poco mas, Ja ordenacion colec tiva y dindmica de los elementos conscientes de la Tierra. Lo que se propaga ante nuestros ojos, hasta limites planetarios, es un Orden. Organizacién con dimensiones universales: los dos caracteres, los dos elementos, de una totalizacion inte- gral en la que esté la explicacién (nos queda por ver- Jo) de la intensificacion extraordidaria de las energias hhumanas a la que asistimos. ©) Imtensificacion ‘Sumergidos como estamos en la masa humana, expe- rimentamos dificultades para sentir los cambios que. poco a poco, transforman esa masa en su totalidad, Con perfecta buena fe, muchas mentes se niegan to. davia a ver diferencia alguna entre el Mundo de los sgriegos 0 del Renacimiento y nuestro Mundo actual. Green que viven todavia en la misma escala que Platén © Santo Tomas. Y, sin embargo, cacaso no existe un abismo evidente entre ellos y nosotros, aunque s6lo sea considerando la intensidad global de la Vida des- parramada sobre la Tierra? Para darnos cuenta de esta diferencia, busquemos un ejemplo. Y, con tal fin, observemos uno u otro de esos tridngulos de aviones que por doquier, cada dia sobre todo en los periodos de grandes ofensivas—, se lanzan entre sf las naciones en guerra. ¢Hemos tra tado alguna vez de medir mentalmente, al verlos pasar, Ja suma de energia fisicopsiquica (es la misma cosa) scumulada en cada una de esas monstruosas flechas? co En primer lugar, el metal —o més bien todos los ‘metales—, en cada avidn en particular, y lo que esa armadura metilica supone: las minas y las fébricas fn todos tos rincones del mundo, toda Ja metalurgis la quimica de las aleaciones... En segundo lugar, la gasolina, y por detrds de ella, las prospecciones, los pozos, los «gaseoductose, las re- finertas, los stankerse, toda la organizacion politica y Financiera del petroleo. Después, el mecanismo interior: Ia concepeién, los céleulos y ta realizacién de los motores; los érganos elicados y complejos que se reflejan en decenas cua- rantes. Y también la forma exterior, madurada por toda la aerodindmica. Por sltimo, 1a potencia: esas toneladas de explosi vos lanzadas 2 centenares de kilémetros por hora har cia objetivos precisos, ‘Ahora bien: esas reflexiones se limitan al cuerpo del aparato, Pasemos al cerebro y al alma del avién: el piloto. En descanso, un maravilloso instrumento. ht ‘ano, seleccionado y entrenado, fisica y moralmente, entre los mejores de su raza, pero en este momento sobrehumanizado por su vuelo. Tratemos de darnos cuenta de la tensién interna de ese hombre, portador ¥ personificador de las pasiones, de las ambiciones, del ‘orgullo, de millones de otros hombres. Observémosie fen Ia embriaguez de las fuerzas enormes que manda luna sencilla presién de su mano, en la excitacién de la mision que realiza, en la totalidad del sacrificio que acepta, en la plenitud de un gesto en el que parece materializarse hasta el paroxismo la totalidad de su vida... ‘Toda 1a industria, toda la Ciencia, toda ta pasién de la Tierra, reunidas, como en su punta extrema, en los de metal y de carne humans IY esto elevado al cubo, a la décima, a la centésima potencia, segiin el niimero de aviones, no solamente 8s agrupados exteriormente, sino fundidos vitalmente en Ja unanimidad de su impulso comin! En verdad, desde el punto de vista inatacable de la pura Energética, no es acaso cientificamente cierto que nunca, en ningin momento de la historia de la Vida se habla almacenado y concentrado todavia tan- ta energfa altamente organizada bajo un volumen tan Pequefi, como en el curso de esta guerra? Extendamos shora a la superficie completa de nues tro Mundo lo que acabamos de ver en el andlisis del avién. En esas dimensiones planetarias, los detalles del fenémeno se emborronan, como era de esperar. Y, sin embargo, una nota, la misma, emerge, domina y se refuerza por encima de Jo que, nos parecia un puro aos. Imaginemos un observador que, colocado sobre alguna estrella, hubiera podido, desde el origen del tiempo geolégico, seguir y medi, en forma de alguna radiaci6n, la carga y la tensién psiquica globales det astro en el que vivimos. ;No es evidente, también en este supuesto, que en el trazado registrado por ese observador nuestra época marcaria el «pico», un «nodo» formidable de la curva? De oscura, de roja, de verde ‘que era, Ia Biosfera se habria vuelto incandescente Detengamos en esta visién la primera parte de mues- tra encuesta, Se trataba —como recordaremos— de escubrir en el seno de la actual crisis, desde fuera y por encima de toda discusién posible, un cardcter ab- oluto sobre el cual basar, en medio de la tormenta, tuna apreciacién teériea de los acontecimientos y una regla de acciOn, Ese cardcter que buscamos es éste en este mismo momento, y coincidiendo con el acon- tecimiento mundial de Ia guerra, la Humanidad, con- siderada como un todo, pasa por un méximo, nunca alcanzado hasta ahora, de organizacion unitaria y de fuerza viva, Qué puede significar ese fenémeno? i TE, Una INTERPRETNcION (PROBABLE): LA sfNTESt® De LA TIERRA Para encontrar un sentido —serfs mejor decir para encontrar ef sentide— del paroxismo intensivo al que corresponde (considerado en su conjunto) la presente guerra existe —en mi opinién— una condicin necess- fia y suficiente, y es que, para mirar al Mundo, com- prendamos y aceptemos la perspectiva particular que impone cada ver mis imperiosamente a nuestra mk rada Ia teorfa (0 mas exactamente el hecho) cientfico de Ia «Noogénesiss. Expliquemos brevemente lo que esto quiere decir. Hasta estos dltimos afios, un dualismo 0 incluso un conflicto marcados oponian entre s{ a la Fisica y a Biologia. Mundo de Ia Materia y Mundo de la Vid la Ciencia no conseguia abarcar en una misma expli- ceacion coherente a estos dos aspectos igualmente obje- tivos de Ia experiencia. Ahora bien: he aqut que, como consecuencia de busquedas y de tanteos realizados en todas las direcciones de lo Real a la ver, resaltan dos puntos que parecen poder aguljonearnos hacia una solucién del problema planteado. EL primero de esos puntos es la relacién definida de concomitancia que surge, cada ver més evidente, entre espontaneidad consciente y complejidad organizada. Mientras que un corpaisculo natural (digamos una mo- leula) no comprende en su estructura més que un nimero escaso (algunas decenas, o algunas centenas, © incluso algunos millares) de tomos ordenados, no se manifiesta exteriormente ningun rastro de lo que lamamos la Vida. Pero si el nimero de los étomos Incorporados asciende a varias decenas de millones (como parece ser el caso de los «virus» orginicos, a males vegetales), entonces los caracteres quimicos se festonean de propiedades biolégicas en el elemento 0 considerado; en casos extremos de ampliacién (que se acerquen a los cien mil didmetros), las particulas de virus parecen bastoncillos, y si bien estos bastoncllos ro se reproducen en el sentido esiricto de Ia palabra, por lo menos tienen ya el extrafio poder de multipli: arse, ¢Infrabacterias 0 supermmoléculas?... Es impo- sible decidir esto, Mis alto todavia, el mimero (en este aspecto carecemos por ahora de datos numéricos pre- cisos, pero ya tienen menos importancia, puesto que la estructura empieza a tener primacia sobre el mime- ro), y he aqut la edlula. Y a partir de ahi, desde el Protoz00 unlcelular hasta el Hombre (jel hombre con los billones de células de su cuerpo y los treinta mil millones de células de eu cerebro!) las cifras brutas se wuelven astronémicas, ein poder por lo demas dar tuna idea de la formidable complicacién de los meca- hismos fisicoquimicos.superpuestos. Por este hecho, ¢ independientemente de toda con- sideracién o interpretacién de indole filosdfica, la Vida se manifesta, cada vez més objetivamente, ante nos: ‘otros como una propiedad especifica de ta Materia Nevada a un grado inmengo de complejidad ordenada, 1 lo que equivale a fo mismo, de complejidad centrada sobre si mfsma, Experimentalmente hablando, es un ‘efecto combinado de complicacién y de centracién Disponer a los seres —como acabamos de hacer— sein su grado analitico de complejidad centrada es luna operacién pursmente sespacials, Tratemos ahora de distribuir a los mismos seres en el Tiempo, segin Ja fecha presunta de su formacién, Qué sucede? Aqui se desprende un segundo hecho fundamental, estable cide de modo suficiente, en conjunto, para que poda: mos aferrarnos a él sin temor, y ese hecho es el sh fuiente: repartidos en 1a duracién sideral y geol6gica, los elementos quimicos y vitales del Universo no se dispersan al azar, sino gue forman una serie natural, fn la que el orden de aparicidn coincide esencialmente con el orden de complicacién. En el campo de la Vida superior, el fenémeno es muy ffeil de seguir, con t sin embargo, de que se tome como indice de la cor plicacion animal el enriquecimiento y la concentraci¢ ‘crancana del sistema nervioso. Y finalmente, sel pun: sobre la i+ como me atreveria a decir—, para el cat fascinador del Hombre, ese recién llegado de la Ev Tuci6n, en el que una cerebralizacién (o «cefalizacion extrema del organismo va acompafiada de un crec miento asombroso de sus facultades psiquicas, ‘Ascensién gradual y simulténea de la Complejida vy de la Conscienc No veo, nor mi parte, mis que un solo modo de hace frente intelectualmente a esta constatacién enorme Ja que nos obliga poco @ poco una convergencia gen ral de todas las ciencias. Y es reconocer que el un verso es precisamente el doble de lo que imagingb: ‘mos. Hasta ahora, mirsbamos la masa césmica como : festuviera animada por un solo movimiento global, « de la dispersién y el de la degradacién lentas de sv ‘energias siguiendo la pendiente de lo més probable del minimo esfuerzo. Ahora bien: he aquf que en set tido inverso de esta primera corriente descendente ( favorecida por ella) aparece una segunda corriente también e6smica, pero dirigida esta ver en la direccié ascendente de lo menos probable y del méximo e: fuerzo: ta corriente de la que emergen gradualmente ‘con el Tiempo, agrupaciones cada vez més ricas — por consiguiente cada vez més centradas orginicamer te—, y por concomitancia, cada ver més vitalizadas Eso €s lo que yo entiendo por Noogénesis. Cerrado este paréntesis, volvamos a nuestro tema reflexiones nuevamente sobre la ardiente atmésfera coi que la guerra envuelve hoy a la Tierra. ¢Explosién ancendio? ¢Fiebre maligna que devora el edificio hv mano...? Estos diversos diagnésticos que fomenta: puestros temores no valen ciertamente nada en puesto que, si bien en torno nuestro sube la tempe ratura, no aumenta —como hemos visto— més que e consuno con la organizacién ‘sCrecimiento de totalizacion y de tension psiquica hhumanase: he ah{ los dos fenémenos vinculados cua aparicién y crecimiento simulidneos durante la crisis se trata de explica. Duddis todavia, Pero, después de lo que acabamos de decir acerca de Ta existencia de Ja sezunda cortiente césmica, eno veis que Jos mismos términos en que se plantea el pro- bblema nos muestran claramente Ja solucién? ‘Progreso de organizacién, completado por una in tensificacién de consciencia.» ¢Qué expresa esa f6rmu- Ja? 2Es un efecto particular que hay que explicar de 1a Guerra? cO bien es Ja ley general en la que se ins- cribe histéricamente la génesis del Espiritu? 1dénth ‘camente, los factores, son los mismos. Lo cual equivale a decir que, vuelta a colocar como se debe en el marco experimental y s6lido del Espacio- Tiempo moderno, la gran crisis actual adquiere, por medio de dos pasos sucesivos, sentido y forma. En una primera aproximaciOn, y ateniéndose a sus ‘efectos generales de sintesis espiritual, representa un ‘salto positivo en el desarrollo terrestre de la Noor’ Pero, ademés, y més alld, observando bien su extrafio. carécter de universalismo, parece enunciar la cercanta de un punto critico importante en esa Noogénesis Hasta ahora la Humanidad no constituia todavia, eco: némica v psiquicamente, més que fragmentos disper- s08, 0 por lo menos asociados débilmente, sobre la sur perficie de Ja Tierra, Parece legado el momento en ‘que, bajo la presién irresistible de determinismos geo- ‘rificos, biolégicos, politicos y sociales, acumulados a tun orden planetario, es0s fragmentos se suelden y com- binen, coincidiendo esta operacién total con el desper- tar por encima de los espiritus nacionales, que son los 7 linicos que todavia conocemos, de un verdadero «Es: piritu de la Tierra» Un nuevo orden de consciencia que emerge de un nuevo orden de complejidad organizada. Una hiper- sintesis de la Humanidad sobre s{ misma. Hablando con toda objetividad —tan friamente como un fisico ante los mundos desmesurados que salen Inexorablemente de sus eéleulor—, no veo (por mucho que pueda protestar cierta forma de sentido comin) ‘que sea posible interpretar Ja marcha actual del Fené- ‘meno humano, en coherencia con la marcha general del Mundo, sin llegar a perspectivas tan fantésticas como és. Pero entonces, si es el céleulo quien tiene razén con: tra el «buen sentido, es decir, si nos encontramos en plena fase de sintesis, qué podemos, cada uno de nos- otros, pensar y hacer, en ese momento preciso, frente al despliegue de la Guerra? TIL. Ux prtsctrio pe enrrenio ¥ be Acct6N: Ante todo y por encima de todo, el hecho de haber podido reducir a un efecto de Noogénesis el caos que nos rodea tiene una consecuencia de indole general: la de establecernos cientficamente en una atmésfera de optimismo imperturbable. «Cientificamente» digo, Y aqui entendémonos bien. Cabe ser optimista por temperamento y por sentimiento, sin otro motivo ex- plicito para esas esperanzas que el de la conviccién @ priori de que stodo terminard bien». No es de ese Instinto de 10 que quiero hablar, sino de una convic: ciga refiexiva, basada en un hecho seguro y més gene- ral que todas las razones particulares de temer y du- dar que puedan presentarse. «Como quiere usted que salgamos mejorados de la crisis?, van replitiendo gen: 1 tes tristes. «cAcaso no se extiende el conflcto cada vez iis, de mes en mes, profundizando las grietas, enve nenando los odios y preparando para mafiana nuevas y més formidables. guerras: guerras de continentes. tras las guerras entre pueblos? La Sociedad de las Na: siones, la Carta del Atléntico....Déjenos refr. Por mu- ‘cho que haga el Hombre, cc6mo quiere usted que se sustraiga a las potencias constantemente renacientes de Ia violencia v-del dinero? Desde hace un siglo nos han perdido los sofadores. Ser epoistas y fuertes, per- manecer cada uno en su macién con muchos soldados, y sobre todo eliminar como a la peste a toda idea de acuerdo universal: no existe para los pueblos, histé- leamente, sabiduria mejor que esa.» Cuando’ me exponen (y ello sucede frecuentemente) esos pensamientos pesimistas, me contento con decir Jeg: «Al igual que todo el mundo, yo no veo dénde y ecémo se despejard el horizonte. A consecuencia de qué avatares, por qué prodigio y bajo qué forma emer- geremos dé la guerra, es algo que ignoro y renuncio a imagindrmelo. Pero entre esas incertidumbres hay algo que me tranquiliza inguebrantablemente. Y es que, pesar de las evidencias de detalle que tna eritica s8- gaz e implacable puede exhibir durante horas para de- ‘mostrarme que la humanidad se desintegra o ha le gado irremediablemente a st punto m4s alto, queda més que e} Mundo, considerado como wn todo desde un lugar suficientemente elevado, muestre —y de esto no cabe duda— los caracteres de una masa de cons: ciencia en movimiento. Considerado en su conjunto, el fenémeno de la guerra actual (precisamente porque ésta se presenta como algo universal y total) es «de signo positivor. Por lo tanto, me digtis lo que me di- ‘lis —y cualquiera que pueda ser mi opinién— y su eda lo que suceda, en virtud de un hecho de orden superior & todos los demés hechos, solamente puedo contestar esto: tras quinientos millones de alos de Vida y quinientos mil afos de Humanidad, la Tierra 2 sigue organiz4ndose; su temperatura psiquica sube. Por lo tanto, sigue avanzando. Eppur si muovel> Una ver fijado este punto, dejemos a los pesimistas que establezcan entre s{ la imposibilidad de moverse fen la que se encuentra el Hombre y, agrupados con los ‘optimistas, preguntémonos en qué sentido debemos ‘actuar, cada uno de nosotros, para apoyar lo més efi ‘cazmente posible la sintesis del Mundo en este mo- mento eritica de la Evolucién. Decir simplemente que debemos buscar, por todos los medios, el procedimien- to de favorecer y desarrollsr las fuerzas que unen, pre: ferentemente a las que separan, seria evidentemente cierto, Pero esta norma de accién es demasiado gene- ral, 0 ms bien se confunde demasiado con el propio ‘objetivo que queremos conseguir. Unirnos, tal es cier tamente el objetivo. Pero precisamente: ccémo conse aguir esa unién? Es decir, Zéénde encontrar un criterio de eleccién y un principio de atraccién que, sin vio lentar nuestras inclinaciones ni nuestras convicciones particulares, haga que converjan naturalmente nues- Planteemos el problema en esos términos concretos. En torno nuestro, en este momento, el flujo humano se divide espiritualmente en un corto mimero de am- plias corrientes hosties, cada una de las cuales rek- Vindica su derecho a ser «universals: Comunismo, Democracia, Fascismo, Nazismo y «Nuevo Orden Orien- tals, GBs posible, s{'0 no, desde el punto de vista ‘optimista y constructive de Ia Noogénesis, descubrir luna orientacién, una actitud, un gesto igualmente acep- tables y validos en cada instante para cualquier adep- to de cualquiera de esas cinco misticas, y euyo efecto infalible fuera el de acercarnos los unos a Jos otros sin- teticamente? Si, contestaria yo, con tal de que el Universo sea como Jo hemos admitido nosotros, de estructura cox- vergente, existe ese gesto, a la medida de todo hombre de buena voluatad, Y ese gesto milagroso consiste een- 93 cillamente, para cada uno de nosotros, y sea cuel fuere la corriente particular de universalizcién a la que pertenezcamos, en seguir e impulsar esa corriente has- ta ef final en fo que tiene de mds universalista. En efecto, cqué sucederd si cada uno por su lado adoptamos esa conducta? En primer lugar, resulta que indefectiblemente, y sin ponernos previamente de acuerdo —aunque estu- vidramos colocedos en las antipodas espirituales del Mundo—, comenzamos a acercanos. Para reunirse en cl centro material de la Tierra bastaria que los cuer pos siguieran, cada uno por si, su linea de mayor gra: vedad. Anélogamente, si el Mundo esta lastrado pst Quicamente con unidad, es decir, i presenta un punto linico en el que todo se concentra, estamos seguros de no dejar de encontrarnos si nos movemos todos y cada uuno sega la linea en la que la universalidad se hace mayor. "A primera vista, podria parecer que exe método es adgo indeterminado. Porque cno existrén, para el mun- do humano, varias maneras de universalizarse? Segin 4que sea la influencia domunista, o la influencia nazista, © Ia influencia democrética la que domine, ¢se obter- dré el mismo resultado de la sintesis? :Van a parar esos diversos caminos verdaderamente al mismo pUn- to 0, por el contrario, se dirigen hacia centros dif: rentes? Esta clase de inguietud me parece vana, porque, por ‘opuestas que puedan parecer las tendencias al arran- car, es inevitable que en el camino corrijan y acerquen su carrera, Conseguida por medio de la coaccién que obliga, o por la supresién que elimina, 0 por Ia meca- nizacién que deshumaniaa, la universalizacién de una corriente humana no ¢s completa; no alcanza ni su méximo ni su equilibrio. Es unicamente —si reflexio- amos atentamente— por falta de universalismo, bien ‘en el ndmero de elementos humanos incorporados, bien fen la forma (insuficientemente profunda y total) de % contacto realizada entre ellos, por lo que las misticas emocritica, comunisa del ee se eponen todavia tan violenamente ene ti Files hasta el final a Jey interna de ela mayor universalizaclgns, qu todoe adimiten, los adeptos de los diverss movimientos tle hen que termina dsctbriendo que, saldoy dee ver: tientesopuesas, pero lanzads al aslo le mama Montafa, van a encontrarseIncvtablemente sobre misma cima, a saber: sla agrupacion que personae al mayor niimero posible de hombres, por el corasm, fn lo Undnimes EL problema no tone més que una soli, porque no hay ms que un solo conto, 9 ese centro solamente Puede orupar un unico ligr en la esfers humana ‘Asi abl Ia teria Pero gqué dicen los hechos? Sobre este punto en el que tengo que apela a test. rmonios personales, puede parecer sospechos ak pr pio testimonio, pero teri terminaney En trate, Sones, la vida me ha hecho acerarme a hombres eu yas conviccones y ciyas actividades les colocaban on tun eampo opuesto al mio. Lo que hubiera debico ma nifestarse ene esos hombres ¥ yo, segin las conven Sones admitidas, era la Gesconfanza © la hstidad ‘Ahora bien: en lugar de esa frialdad. he. surgido al primer contacto una profnda smpati, una de esas simpatias recientes y finales, como las que se cre ene compaieror de armas, Enemiges a eausa de nes tra etiquets,Inmediatament nos hemos considerado como hermanos. 2¥ por au?.. Senllamente, porque silos y yo slo buscdbamos en definiva, cada ‘uno por tuestro lado, magnifcar y unificar a ia Tierra, Gut importa st para Hegor a ese resliado habla todavia Aiterencias ‘ene nestros métodos. Seniames que sas divergencias no eran sino secundariay y provi ales: Megala el dia en gue acabartan por coreirse Yr resoverte, Lo exencal ers que, mientras tanto, pu. 95 igramos encontrarnos en la atmésfera y en la luz de ‘un mismo ideal. En verdad, capsz de dirigir infaliblemente y de rec- tificar sautomaticamentes nuestra carrera hacia la Unidn, la Busqueda de lo Universal ha tenido por afa- didura la misteriosa virtud de realizar directamente esa Union. Especulativa y practicamente, en el limite hacia arriba se desvanece la oposicién entre un Democratismo, fin Comunismo, un sejismo» (y puedo muy bien afadir tun Cristianismo)' wniversalizados. Por universalizacion onvergen las cuatro corrientes, y de su confluencia debe nacer —yo asi lo imagino— el orden nuevo, toda- via inimaginable, en el que nos despertaremos mafana, He aqul por qué, si existiera una vor lo suficiente mente fuerte come para ser ofda en el tumulto del Combate, me parece que deberia gritar esto al Mundo en guerra ‘eVosotros, todos lot que combatis, y que todavia esidis demasiado separados para poder reconaceros desde ahora, conservad cada uno la fe en la Causa que treéis justa, Pero, en el propio nombre de esa fe, au- mentad cada vez mas vuestras ideas y vuestras aspira- Clones hasta las dimensiones de la Tierra. Sed de vues- tra raza y de vuestra naciéf, naturalmente. ¢Acaso no txige una blena intesis elementos claros y fuertes? Pero, si queréis llegar hasta el fin de vosotros mis: mos, desconfiad especialmente de todo lo que aisla, de todo lo que rechaza y de todo lo que separa. Cada feual en vuestra linea de conducta, obrad y pensad “universal, es decir, «totals, Y mafana, quis, descur brireis con sorpresa que no hay nada que os oponge, ¥ que podéis amarose 1 Si en estas piginas no intense permanecer en un terre00 cstrctmpeote experimental, ela éste ek momento de deserolar {Etombrosss convesiencias que aparecen entre las petspct fas de tn Mundo en estado de sntsis las propiedades doe Tutess do un Cristo tambien El plenamente universlitedo edd, Pekin, 9 de rourzo de 190, 9% LA CENTROLOGIA ENSAYO PARA UNA DIALECTICA DE LA UNION [bvrmoovcci6x Inventblemente, «pesar de todas lat objeciones to ricas que Intentaran descorazonalo, nuestro xpi sigue estndo convencido de que, subyacente a Ia mu ttud splastante de low acontecimlento y de Js sees, se esconde cleia regia fundamental, cuyo descubrt. imiento y formulacién harfan que el Universo Riera Inteligble en la totaléad de au desarolo. Por st sola, esta obstinacién Intintva dl_penss riento humano, empeiado en querer reducir el Tan do a la nidad, junto con el echo de que todoe los tstueraotIntentados en este sentido por los lsofos iss grandes (Arsttees, Sposa, Leis, Hegel, Spen- Ger..) progresan, en sums, en el mismo eentido, 00 es scaso ua indcacién de que l problems pose? Y, por lo tanto, esubidos sobre lo hombrose de nee tror antecerores y mejor situadot que ellos para dar not cuenta del mecanismo de un Universo cu este. tura y las dimensiones empieza a entrever la clenca modern cn wnemon derecho sitacén para re fmprender aus tentativs, al menos para dar Un paso ‘més hacia adelante? = a Ast lo creo. por ello me atrevo a presenter aqul, cn forma prooncione cncadenadas, un ensayo de xpliccién universal; no una sntsis prion, geome trea, a partir de alguna definicin del cere, no ly de recurrencia experimental comprobable eal campo i, " Pe 1ctnema got sabe fenomenaly convenlentemente extraplable 4 ta tot erie fenomeraly conveientemente peated No una Mcafee abstract, sino una Ultatise rex foot a dares usta dea Unio, St Sey Guten a ance coe crac ema {Sipe aia cn 1. CENTROS ¥ CENTRO-COMPLENIDAD (Siena, Soa alee ee sfonde dete hal gd fin i, Rene presentaremos esté sustentado por una inuicién y doe ae tiee. 9 ‘onstataciones: En af canto, el panto 2), Intuicién—En ia mulipicidad «pululantes de los 7 elementos vivientes (monocelulares y policelulares) que FEL eecnuien Pemomemo. {satracion ab ante (i forman Is Biosfera se prolongs auténicamente Ise Flas van a Oo oe tructura granular (atomica, molecular) del Universo. Tecate tate, “>Re stro Cn Colocado tucvamente en la’ serie corpuscular césmic, fl cuerpo humano no es més que una «supermolécw Ja», en la cual, desde ese momento, tenemos la suerte de poder discernir, en estado «ampliados, las prople- dades de toda molécula. Erarmentarioe (segment os b) Constaraciones—EI Hombre, producto tltimo de ton en Sona pre Ja evolucion planetaria, es a la vez supremamente com Sie'sdonerose cerrado (a. plejo en su organizacién Fisicoquimica (medida en el nero cerebro) y, al mismo tiempo, considerado en su psi quismo, supremamente libre y consciente. oe a 2. Colocadas una al lado de Ia otra, esas tres evi dencias primordiales hacen surgir inmediatamente las tes evidencias derivadas siguientes: 4) En todos los grados de tamafo y de compleji- Fig, 3—Esquema, que figura fic en ia Boat se pene ile ad, los corpusculos 0 granos eéemicos no son sla {Sassi sete ‘mente —como lo ha reconocido la fisica— centros de ‘smc frradiacion energética universal, sino que todos, ade- mis, asemejéndose un poco al Hombre, poseen y re a presentan (por difuso e incluso fragmentario que sea, cfr. nim. 8) un pequeio «dentro» en el que se refleja, Fig, 4Esquema que figura ia csrueturs de sm elemen: mds o menos esbozada, una representacién particular fo cent peo pe. del Mundo: centros psiquicos en relacién con ellos cere 7 ites le ismos —y al mismo tlempo, centros peiquicos infi- ‘ne, rhe personaiado, mi yal tiempo, centros peiquicos inf (Gi oie 135) % nitesimales del Universo—. En otras palabras, la cons: ciencia es una propiedad molecular universal; y el estado molecular del Mundo expresa el estado plural zado de alguna posibilidad de consciencia universal. b) A través de la serie de las unidades césmicas, rege la consciencia y se profundiza proporcionalmen- te a la complejidad organizada de esas unidades. Ab- solutamente insensible para nuestros medios de obser- vacién por debajo de una complejidad atémiea del ‘orden de 10° (virus)*, se manifesta francamente a par tir de Ia célula (10%), pero s6lo adquiere sus desarro- los en los cerebros de los grandes Mamiferos (10); jeas de orden as- ¢) De ello resulta que el cardcter més esencial, y ‘més significativo, de cualquiera de las unidades cuya agrupacién forma el Universo viene marcado en éstas por cierto grado de interioridad, es decir, de centri dad (alma), que a su vez es funcién de cierto grado de complejidad (cuerpo, y més especialmente cerebro). Ese coeficiente de centrocomplejidad (0, lo que equi- vale a Jo mismo, de consciencia) es la verdadera me- ida absoluta del ser en los seres que nos rodean. Ei, y sélo 4, puede fundar una clasificacién verdadera ‘mente natural de los elementos del Universo. 3. Ast, pues, poseyendo un hilo conductor para guiarnos a través de la desconcertante multiplicidad de las cosas, vémos cémo se ordenan dentro de lo Por compleidad stimica me reflero agut al nimero de ‘Somos implicados en el corpisclo. consderado, ‘Nad ‘me fonfomme a Iss analoyas ea Ciencia que tl hecho. de que los corpiseulos de eseasa complejdad atémiea nos parean sinanimadoss. Gran numero de. propledages fundamentals de la Materia raraclon de mass, cuvatura del espacio, ete) no son pereeptibes para nosotros mas que en lo infistamente Pequeto 0 ea. lo infaltamente grande Desde eae punto. de sta, pudira decrse que a Biologia no es mas que Ia «Fisica fe los complejos muy grandes, Ia Fisca el terer inSaito (el de i complejided, en donde aparece la Vida) 100 Medible, no ya segun la linea que va desde los infnita: mente pequefios a los infinitamente grandes, sino se- sin el eje ascendente desde lo infinitamente sencillo a lo infnitamente complejo. Y, en el interior de este es- pacio particular, podemos representérnoslos como dis- tribuidos sobre’ esferas concéntricas (Fig. 1), decre- ciendo el radio de cada esfera a medida que crece la complejidad. De este modo se dibuja un Universo cen trado —en el que se encuentran repartides sobre 10 gue lamamos ispesferas de consciencia los elementor de igual comntejidad y, por ende, de igual centridad- yen el que ia fomilia completa de las isoesferas define, fn el corszén del sistema, la presencia, Ia posicién y la naturalera de cierto polo o foco de sintesis universal, cl punto Omega (eff. mims, 1825). 4. Ahora bien, semejante disposicién —ello es evi: dente— no puede ser la expresién de un equilibrio estético. Tan visiblemente como la distribuctén de les estrellas de diversos colores en el firmamemto, pone de manifiesto Ia existencia de un movimiento. No sola: mente —una ver ordenado segin su eje de centro-com- Plejidad creciente— aparece el universo centrado en su conjunto, sino que también resulta ester atravesado y movido por un flujo de centracién. En el campo “rpano-psiquico de la centro-complejidad, e] Mundo es convergente, y las isoesferas no son mds que un sis tema de ondas que se aprietan con el tiempo (al cual ‘miden) alrededor del punto Omega’. 5. De cello se desprende esta primera conclusién general: observado en su verdadero y esencial desp zamiento a través del Tiempo, el Universo representa tun sistema en vias de scentrocomplejidad» interna, + | Se dice que ninguna torla de Is Evolucién puede ser ex: tendida aa Toalidaa del univero, porgue toda evelucin Te uiere wn sen tors y'que, por dedniion, no existe envoltura 4:1 Univers. Esta objecion no vale para una transformacén Es esta funds de speritéicor (germinal) la que mantene 1a, ceatinuidad Slope es decir, a que mantiene wobec a mismo el entronqve.del phsln. Consigrada desde el punto Ge sta caucleare el phon se resulve en un rosario dean. tinao de eentros (somdticos) en Tos que tende cada vez Toss a dsgregrse a medida que esos centros aumentan en centeh ‘dad A exte fendmeno de sgranulacién Atieas, que aleansa haturalmente su manimo en el Hombre, sucede biclogleamen. fed fendmeno de scolectivizacioar en virtad del tual Toe ceatos, mis © menos desigados de sus sulecones {clea se Serupan entre sen la forma de conjatos organiaados (eft nit mero 16) 107 superficies circulates cada vez mis reducidas, pero que conservasen, sin embargo, todavia «un didmetro ceéntricor apreciable, ‘Lo que define el gran fenémeno de la Hominiza cs el paso de exe estado difuso a un estado riguros: mente puntiforme (Fig. 4). Del mismo modo que en los orfgenes de lo filético el cierre de una cadena de segmentos sobre s{ misma (Centracién) habia determi- nado In primera aparicisn de centros vivientes, de aqut, por el paso a cero de su didmetro céntrico (Reflexién), fl centro viviente accede a su ver a la condicién y 2 Ia dignidad de «grano de pensamiento». ¥ asf, 2 través de un nuevo punto critico, se constituye una isoesfera de tipo fandamentalmente nuevo, la isoesfera del Es: plrtu, 1a. Noosfera. 14. En realidad, en el grano de pensamiento hu- ‘mano, Ia areflexién» no afecta todavia més que a la racclén nuclear del ser (cfr. mim. 12), y no a la frac: ‘ign periférica que sigue siendo divisible y, por tant, capaz de reproduccién (gametos). Pero esa transfor macién, por parcial que sea, basta para que surja, en cl corazén del individuo, un foco eucentrado, «pun- tuale; es decir, un ego de orden personal. ¥ ello basta para que se manifieste entonces una serie de fenéme- hos nueves cn los progresos subsiguientes de la Cen- trogénesis 15, En primer lugar, en virtud de su nueva natu: raleza personal, el centro césmico hominizado descu- bbre en sf mismo el sentido y la exigencia de fo irrever- sible. Consciente a la ver de su unicidad y de la exis- tencla de un porvenir, descubre que es incompatible con una destruccién que anigullarfa en él una par- tieula irremplarable del esfuerzo césmico. De qué modo, para un ser personalizado, es posible esa evar sidn, fuera de la muerte total, es To que veremos més adelante al describir el punto Omega (ims. 24 y 30) 16. Pero esto no es todo. Entre las unidades «refle- Jas» desparramadas ahora sobre la Noosfera se crea 108 tun nuevo modo de vinculacién, desconocide en las otras isoesferas. En adelante, a un modo de acerca: rmiento «excéntricor 0, por lo menos, difuso sucede, en los corpiisculos césmicos, la posibilidad de contac tos ecentro a centro», entre centros perfectos. Y con ello su totalidad reunida tiende a animarse con una especie de personalidad comin. Soldada asi sobre st misma, la Noosfera, considerada en st conjunto, em: pileza a comportarse tangencialmente (cfr. mim. 6) como Jo haria un Unico «Megacentro»; mientras que, radialmente, empieza a marchar hacia adelante, ani mada globaimente por un filetismo 0, mejor alin, por luna ontogénesis que le es peculiar: filetismo, ontogé nesis de la consciencia y de la memoria humana co- lectivas que, por tradicién y educacién, no ha cesado, desde el primer instante de Ia hominizacién, de pro. fundizarse al erecer, conforme siempre a la ley biolé- gica fundamental de centro-complejidad, AT. Y en ese punto es donde esté el Cosmos, en este mismo momento, en tomo nuestro. Onda frontal de un Universo que se lumina al apretarse sobre sf ‘mismo (por juego de la complicacién), la Humanidad encierra en el interior de su circulo movedizo el Porve- nit informe todavia de las cosas, el Secreto de las lltimas sintesis. (Qué saldré de este nucleo inconso- lidado del Mundo? Si es exacta nuestra ley de recw- rrencia, en el horizonte se dibuja siempre nada més y nada menos que mds organizacién y més centridad, hho ya solamente, esta vez, a escala del corpuisculo, sino a eseala de la esfera: el impulso acelerado de una Tierra en la que la preocupacién de producir para conseguir el bienestar ceder& su puesto a la pasién del descubrimiento para aleanzar el mésser, Ia super-per- sonalizacion de una Super-Humanidad que se ha hecho superconsciente de s{ misma a la luz creciente de ‘Omega. 109 UL, BL euxto Oneca 18, Prolongada indefinidamente hacia atrés, siguien do el eje de los tiempos, la ley de centrocomplejidad hnos hace entrever zonas cada vex mAs difusas, en las {que los elementos de consciencla cada vez més frag: mentariot flotan en un estado de heterogencidad cada vvez mas desorganizada. No existe limite inferior de la srecurrencia» por ese lado (Fig. 1). Es la capa inferior el cono que se extiende indefinidamente. Por el com- trario, llevada en sentido lnverso, es decir, hacia et porvenir, la extrapolacion de la serie define un wir- tice. La existencia de un punto Omega césmico ha aparecido ante nosotros (cfr. mim. 3) desde el ins tante en que se impuso a nuestra mente la evidencia de que el Universo era psiquicamente convergente. De. iquémonos ahora a circunscribir las propiedades de este foco supremo de la Evolucién. 19. Genéticamente hablando (es decir, observado desde Ia posiclén que ocupamos en el EspacioTiempo), Omega se presenta esencialmente ante nosotros como fl centro definido por Ja altima concentracién sobre s{ misma de la Noosfera y, por tanto, indirectamente, de todas las isoesferas precedentes. En él, por tanto, tuna complejidad méxima, de amplitud césmica, coin- cide con una centridad césmica méxima. 20. En si, la idea de que el Universo tiende hacia alguna forma de unidad final ha obsesionado el pens miento de todos los filésofos; y no tienen nada nuevo. Lo que tiene de original y de fecundo la nocién de ‘centro-complejidad es imponer, por su misma estruc tura, en el término de la sintesis césmica, una serie de determinaciones positivas gracias a las cuales su fexistencla ge transcribe para nosotros no solamente fen términos de inteleccién, sino también de accién. Y fen efecto, resulta fil ver que Omega, tal como lo escubre nuestra ley de recurrencia, tiene que presex- 110 tarse, visto por nosotros, como siendo a la vez: per sonal, individual, parcialmente actual ya, y, parcial mente también, trascendente 21. En primer lugar —se sobreentiende—, persons desde el momento en que es la centridad la que hace que los seres sean personales, y él, Omega, esté cen trado supremamente 22, En segundo lugar, individual, es decir, distinto (ilo que no quiere decir separado!) de los centros per- sonales inferiores que | sobrecentra (ique 20 es lo ‘mismo que confundirlos!) al agruparlos en el seno de su unidad (cfr. nim. 28), Omega posee un ego propio, diferenciado de los nuestros. Esto resulta del meca. nismo de una centrogénesis que, en todos los grados, no permite que los centros superiores emerjan més que 8 condicién de respetar, e incluso de acabar, Ia plura- lidad céntrica de los elementos sobre los que se basa su complejidad (cfr. nims. 27 y 28) 23, También parcialmente actual; es decir, capaz ya de actuar sobre nosotros como objeto presente. Tal ¥ como lo postula ta estructura evolutiva del Mundo, ‘Omega es mucho mas que la imagen «real» destinada 1 formarse en el porvenir én el foco del Universo con- vergente. Acta como una especte de manantial de luz. No es acaso él quien hace surgir y quien sostiene hic ‘ef nune el haz de las vinculaciones radiales? (cfr. ni- ‘meros 6 y 30). 2Y no es también suyo —como veremos ‘mis adelante— el amor, sentido actualmente (ahora bien, no existe amor més que en el presente el unico agente capaz de polarizar a la colectividad hu- ‘mana in mecanizatla? 24, Por wtimo, parciaimente trascendent cir, parcialmente independiente de la Evolucién que cculmina en él Si Omega no se sustrajera, de algin ‘modo, a las condiciones del Tiempo y del Espacio, ni podria estar entre nosotros ya presente, ni seria capaz (por estar sometido asimismo a la inexorable Entropia) de fundar las esperanzas de irreversibilidad ein les cus: m1 les, a partir del Hombre, dejaria de funcionar la Cen- trogenesis (cfr. nims. 15 y 30). Lo que ocurre, por tan- to, es que por una cara de sf mismo, diferente de quella bajo la cual le vemos formarse, emerge desde siempre por encima de un Mundo del que, 6in embar- 9, visto desde otro Angulo, esté emergiendo. Y es precisamente en la reunién de esas dos mitades (emer Bida y emergente) de sf mismo en donde tiende 2 ter ‘minarse, bajo el tipo de una unién «bipolar, la unifi- cacién universal. 25, Definido de este modo en su naturaleza y en sus propiedades, Omega irradia verdaderamente en el cle lo del porvenir como el motor y el totalizador comple to de la Centrogénesis. Bajo su atractivo y a su imagen, los centros eésmicos elementales se forman y profun- ddizan en su matriz de complejidad. Y, recogidos por 1, esos mismos centros acceden a la inmortalidad, desde el instante en que, transformados en eucéatrh 0s (e5 decir, personales), se hacen estructuralmente capaces de entrar en contacto, centro a centro, con su consistencia suprema (cfr. nsim. 30), 26, Observacién sobre eel efecto format» de la Com plejidad—En lo dicho hasta ahora me he basado fn el hecho manifiesto en el Hombre, y «trazable» a todo Jo largo de la serie viviente, de que la centridad (consciencia) de un ser aumenta con su complejidad. Bajo esa dependencia experimental, indiscutible, de las dos variables (centridad y complejidad), se transpa- renta una relacién ontol6gica fundamental entre ef ser ¥y la unién, que puede expresarse bajo dos formas in- versas, y sin duda complementarias: 1) una de ellas pasiva: «Plus esse est plus a (0 ex) pluribus unirie (evolucién sufrida); 2) Ia otra, activa: «Plus esse est plus plura unires (evolucién activa). Profundizar esos dos axiomas metafisicos parece in- ‘itil para mi tesis, puesto que su mayor © menor ver- dad no cambiarfa’en nada la ley de recurrencia fisica 1 en la que me he apoyado. En cambio, creo uiil insstir sobre el hecho de que, estudiada en su juego fenome- ral, la ley de centrocomplejidad se presenta y funcio- nna con diversas modalidades, que conviene distinguir 44) En el campo de Ia Previda, los centros se cone- truyen aditivamente por articulacién y soldadura grax dlual de tos «segmentos» de centros: «Centrum ex ele b) En el campo de lo Filético, el individuo Meta 200, nacido de un huevo (centrum a centro), se com: plica sobre si por medio de multiplicacién celular. Todo ocurre como si cada nuevo centro se profun- dlizara_a si mismo tejiéndose su propia complejidad ©)_En el campo eucéntrico, por ultimo, el centro noostérico, Omega, no nace de la confluencia de los egos humanos, sino que emerge sobre su totalidad organizada como una chispa que sallase entre Ta faz trascendente de Omega (nim. 24) y la «punta de lun Universo perfectamente unificado? «Centrum super ceentras'. Por tanto, no es rigurosamente exacto (por suges tivay Util que sea Ja analogia) comparar con la for- ‘macién de un cerebro colectivo los progresos de la consciencia social humana. En el cerebro, los miles de millones de corpisculos ordenados (fibras nerviosas) fo actian aparentemente més que por st ego perifé- Fleo, a modo de engranajes montados, més que a modo 4 Inicilmente, el Metsz20 no parece haberse formado por cunién y soldadura. de edlulas Independienter sno” por o- separacién de elementos Salles, por suceivas divdionesy de ‘toa tlsma eellamadre. (Cfr- el caso de as colonies de insee fos, que no se derivan de un grupo de adultos asolados, tno 4e una familia que va ercciendo sabre si misma sin disper Sorse) "MGs exactarmente ain en Ia perpectivaritions, Omegs se insert en la Centrogeneis en forma de elomenteteader tl entro Crstio),aparerdo fluicamente en la Nocatere, ¥ gue subordina gradoslmente a sf mismo a todos los demas centr, us de pequefios sdentros+ sumados. En la Super-Huma- nidad naclente, por el contrario, los miles de millones de individuos ‘unanimizados funcionan nuclearmente, por sintonizacion y resonancia directas de conscien Bias. En ambos casos es la complejidad la que condi ‘ona Ta supercentracién, pero en diferentes profun- idades de ser, aqui y alli, en los elementos que se utilizan *, 3. COROLARIOS Y CONCLUSIONES Y ahora que esté ya determinado en sus grandes It reas el proveso de la Centrogénesis, pasamos revista, fa manera de conclusiones, a un cierto nimero de pun- fos fundamentales en los que vuelven a aparecer, bajo ‘diversos Angulos, las propiedades de un Mundo domi fnado por la ley de la Centrocomplejidad, ‘O7, ‘Las eyes de la Unién—De una extremidad de a Bvolueién a la otra, tal y como la hemos definido, for Durkheim, Cournot, Tarde, ete, a toda sasimilaciine de 12 feo Gah Sanne ae Cone i urge Coa sci i een ieee ah eg Secs ce eo a tee al eat nas mr ba seen Mi nitie pe eae ae ra ed Ra iat Pree murs ineor ceva No. prede extra Biolog us todo se mueve, en el Universo, en el sentido de Ia unificacién; pero con un cortejo de modalidades con- eretas que corrigen o precisan singularmente las Ideas teéricas que podiamos hacernos sobre Ia unién 2) En primer lugar, la unin (la unién flsica, verda dera) crea. Alli donde existe desunién completa de Ja trama césmica (a una distancia infinita de Omega) no existe nada, Y alli donde la consciencia da un paso © un salto hacia delante (aparicién de la Vida por agrupacién de fragmentos de centro, profundizacién de los centros filticos, emergencia de los centros re- flexivos, nacimiento de la Humanidad, aurora de Ome- {), ese progreso esté vinculado constantemente a un aumento de unida. No es, sin duda, que el acercamien- to y la ordenacién de los centros basten por sf solos para aumentar el ser del Mundo, Sino que consiguen esto Indudablemente bajo la irradiacién de Omega. ) En segundo lugar, la unién diferencia. Quiero decir con esto que, por el hecho de su agrupacién bajo la influencia de un centro de orden superior n +1 los centros de orden n no tienden a esfumarse y fundirse, sino que se encuentran, por el contrario, re- forzados sobre si mismos: como los engranajes de un mecanismo que no pueden ajustarse entre si m&s que a la condicién de adoptar formas multiples determi- nadas estrictamente, Tales son las células multiples de que se compone un Metaz00. las fibras nerviosas de un cerebro. O los miembros de una colonia de In: sectos... La organizacién no solamente presupone, sino que engendra la complefidad sobre la cual florece su lunidad, Este es un hecho de experiencia universal )_Y, por consiguiente, operando en el aspecto eu: céntrico de Jo Reflexivo, la unién personaliza: por ser la personatizacién una (Ia) diferenciacion creadora, festa tercera ley de la Unién no hace més que resumir, religar e ilustrar a las otras dos. No solamente en ef sentido de que el grano de pensamiento emerge de la perfecta centracién sobre s{ misma de una compleji- us dad, sino también en el sentido de que, por agregacién centro a centro (es decir, personal) con otros granos de pensamiento, se superpersonaliza. Tal es, en efecto, todavia, experimentalmente, el resultado de Ja unani midad sobre nuestras conciencias humanas, Ya se tra te de un equipo o de dos enamorados 0, mejor toda- via, del mistico absorbido por Ia contemplacién divina, el resultado psicol6gico es invariablemente el mismo. Lejos de tender a confundirse, los centros reflexivos intensifican el ego a medida que se juntan mds entre cellos. Se sobrecentran cada vez mas a medida que se acerca unos a otros al converger sobre Omega’. Dato de experiencia, repito. Y, al mismo tiempo, simple reafirmacién de Ia ley de’ centro-complejidad, 28, La evolucién de to Personal—«La unién perso- naliza.» Expresado en esta nueva forms, el principio de la Centrogénesis nos permite formular, en su esen- cia més secreta, la naturaleza de la Evolucién césmica Mas arriba, al principio (nim. §), la habiamos definido ‘como «el paso de una complejidad més débil a una rms elevada». Ahora, en términos a la vex més claros ¥ més profundos, podemos sencillamente amarla un proceso césmico de personalizaciéns. grand 2 grano, a través de Ja muerte, en Ia espera de que se produzca el mismo fenémeno de modo global y simulténeo, algin dia, para el conjunto de la Noos- fera legada al limite erftico de su organizacién y de su centracién. 31. Unidad y Grandes Numeros—Una de las con seeuencias més interesantes de la nocién de centro: complejidad es la de hacer aparecer una relacién in- tima y directa entre calidad y cantidad en el seno del Universo. Puesto que los centros césmicos se pro- fundizan en funcién de la complicaciénorganizada, se deduce inmediatamente que la perfeccién de Omega, término de la transformacion, define un cierto mime 70 N bien determinado de elementos implicados en Ia Centrogénesis; este numero corresponde por otra parte 4 Ia suma de otros dos Nimeros N, y N, NN,, némero de granos de pensamiento incorporados inalmente en el centro-complejo Omega Ny, nimero de corpisculos no reflexivos necesarios para obtener N, de conformidad con las leyes del Azar y de Ia Vida". Y esto es ya una primera manera de estudiar las relaciones césmicas entre Unidad y Grandes Nimeros Ahora bien, existe una segunda que exponemos segul damente, No solamente la masa formidable de los cor 1 La relacion N/M servird ast para medir el sendimientor etn Centropenesit pra determinado trabajo (narte Pogue, fe. nim. 3) que reresentara, también, una constante sles ‘Seterminada’ el esturrz, In stares del Mando, m paisculos puesta en marcha en el Universo e explica por la riqueza de la Unidad en la que ellos se agregan, sino que se justifica por el apoyo que encuentra en fl juego de los Grandes Nimeros el propio proceso de Ta Centrogénesis. Por su naturaleza la energia psfquica lucha contra las fuerzas del Azar que reina en el campo de la Energia fisica, y poco a poco las va eliminando, Al hacerlo, es natural, sin embargo, que se habitie a ello. Y enton- ces, en vez de contrarrestarlas directamente, las em- plea para sus fines —pudiera decirse—, al utilizar la doble propiedad que posee el Azar, bien de desarrollar distica 0 bien, por el creando combinaciones improbables por me- dio de ensayos ampliamente reiterados. ‘Asi 6e explica, en primer lugar, Ia notable estructura de los seres vivientes, cuya libertad solamente se mani fiesta a través y por medio de un circulo cerrado de Aeterminismos fisicoquimicos y fisilégicos en los que con un examen superficial se correria el riesgo de n0 escubrir més que una mecénica complicada vertigi- nosamente: el aspecto mecinico de Ia centrocomple- Jidad, Y, en segundo lugar, ast se explica el papel tan im- pportante dado a las fuerzas de divergencia en la Evo- lucién. EL Universo —lo hemos repetide constante- ‘mente— converge sobre sf mismo. Pero entonces —se diré—, gedmo es que por doquier a nuestro alrededor Ja Vida va constantemente pluralizindose y ramificéa- dose, y cada phylum separindose en un haz cada ver rds abigarrado de individuos, de razas, de especies?, Simple manifestacién primeramente —contestaré— de fen todos los niveles, nim, 12). Pero también ‘—puedo afiadir aqui— simple manifestacién de un mé- todo de tanteo en el que se combinan armoniosamente los juegos del Azar (fisico) y de la finalidad (psiquica. 3 Trabajando sobre los Grandes Nimeros inorganizados, Ja accién personalizante de Omega no puede actuar, especialmente al principio, si no es acechando y co. ggiendo al pasar los casos favorables, engendrados es- orddicamente por el azar. Necesita, pues, multiplicar las probabilidades de ese azar. Y en ese momento es ‘cuando aparece el papel de los innumerables ensayos de la Vida. Sin duda, no ya a la manera de los étomos agitindose indiferentemente en todos sentidos, sino ‘como un enjambre atraido hacia Ia luz, los corpascu- Jos césmicos «centrados» hacen presién de todos mo- dos, bajo todos los Angulos, aunque siempre con un efecto radial positivo, sobre la pared de su isoesfera, hnasta que, habiendo encontrado’ una grieta, pasan en tropel y se desparraman sobre la isoesfera siguiente. De este modo el movimiento se propaga bien hacia lo alto, sobre superficles psiquicas cada vez més circuns- critas y cerradas. Pero la convergencia no se efectiia (por muy dirigida que esté por la accién polarizadora de Omega) més que por medio de divergencias que permiten a la Vida intentarlo todo. 32. Materia y Espiritu—Del conjunto de considera. ciones que preceden, se desprende evidentemente una manera peculiar de estudiar la naturaleza y las rela- ciones entre Materia y Espiritu, Esta manera de ver puede resumirse en las siguientes proposiciones: 4) Considerados como sinénimos, Ia una de multi plicidad y el otro de unidad, Materia y Espiritu no eon dos cotas heterogéneas 0 antagénicas, acopladas ac- cidental o violentamente, En virtud de Ja relacion ge- nética (centrogénesis) que hace depender la centridad (unidad) de la complefidad (multiple), 10s dos aspec- tos, espiritual y material, de lo Real se atraen necesaria ¥y complementariamente el uno al otro, como las dos caras de un mismo objeto 0, mejor todavia, como los dos términos +a quo» y «ad quem» de un mismo ‘movimiento. En ef campo de la Evolucién césmica lo ‘Uno presupone cronolégicamente e integra estructural- m6 mente Jo Miltiple; esto sucede, sin embargo, bajo el influjo primordial del nicleo trascendente de Omega (nimero 24), presupuesto a la primera aparicién de lo Maltiple. b). Estrictamente hablando, si se a define como una cosas, sin rastro de consciencia ni de espontaneidad, |a Materia no existe. Incluso en los corpisculos pre- vivientes hemos dicho— hay que imaginar una espe- cie de curvatura que prefigure y esboce Ia aparicién de una libertad y de un «dentros. De hecho, los dever- tminismos fisicos (eleyes») no son mds que efectos de Grandes Nimeros, es decir, de la libertad materializada. Esta materializacién estadistica de la «Weltstof{» esté naturalmente marcada, sobre todo en la zona de los scentros fragmentarios» (infinitamente numerosos € {nfinitesimalmente esponténeos); pero sigue siendo sen- sible entre centros de orden mas elevado, e incluso sobre la Noosfera, en Ja que abundan todavia, desgraciada- mente, los casos de mecanizacién, en el propio seno de Ja Energia Humana. Desde ese punto de vista, en ef Universo no existe més que Espirit, en estados o gra dos diversos de organizacién 0 de pluralidad. 2). Esto no debe, sin embargo, entenderse como si el Espiritu se formase gradualmente por simple efecto de polarizacién y de recopilacién, volvigndose a contrar fa totalidad de los centros inicialmente imp! cados en la Centrogénesis intacta (y sin adiciones) en fl término de esa transformacién unificadora, En el ‘camino, centror verdaderamente nuevos emergen de las sintesis o segmentaciones sucesivas (cfr. nim. 26) por un efecto de centro-complejidad ". Y, finalmente, s6lo los nicleos reflexivos —porque dnicamente ellos fon capaces de adherirse a Omega— representan Ia fraccién irreversible del Universo espiritualizado (ctr. niimeros 30 y 31). 4d) Jalonando esta Evolucién, las dos. superficies Fendmeno de ls Mullpiccion de ls Cons. bs criticas de Centracién y de Reflexion (eft. Fig. 1) per rmiten distinguir una zona «inanimadas, una zona sim plemente «viva» y una zona «pensantes en la trama el Mundo. Pero esas divisiones sélo son secundarias, a pesar de todo, puesto que no hacen més que com: partimentar un medio ps{quico continuo sometido a luna maisma transformacién general (la Centrogénesis) ¥y completamente suspendido por arriba a Omega. 33. cLas otras esferas?—En el origen psicolégico de todas las difcultades opuestas todavia por los hom- bres de ciencia a una interpretaciOn espirituaista del Mundo se sitia ciertamente un agudo sentido de la esproporciéa brutal entre Energia fisica y Energia ppsiquica en el seno del Universo. Bien se consideren las cantidades {afimas de Materia, de Movimiento y de Calor eésmicos empleados en la totalidad de las ope- raciones biolégicas, 0 bien detengamos nuestra mirada fen la manera fortuita en que parece haberse formado el sistema solar (y por tanto, la Materia organizada), tuna especte de conviceién tiende a abrumar al espiritu la de la insignificancia humana ante el resto de la Na turaleza, :Cémo atreverse a buscar por el lado de la Vida una explicacién de las cosas, cuando a Vida no es —todo nos lo sugiere— mas que un accidente local Yy momenténeo, un subproducto imprevisible de la Eve- lucién? Las consideraciones esbozadas en las paginas prece- dentes habrin ayudado al lector —yo al menos asf lo espero— a vencer el embrujo de esa falsa evidencia. No solamente la nocién de centrocomplejidad nos proporciona un seguro criterio para apreciar, en su emagnitud absoluiae, el valor césmico de los eres y, por consiguiente, para establecer objetivamente la pri macia del Espfritu, sino que, también, nos explica (en virtud de las vinculaciones que nos descubre, bien sea entre Calidad y Cantidad o bien entre Finalidad y Azar, cfr. nim. 31) por qué la consciencia, unica esencia de las cosas, no puede manifestarse, en el transcurso de 126 Ja Historia del Mundo, mas que en forma de una cosa poco frecuente y de un accidente, sin ser por ello un faccesorio 0 un incidente. Para acabar de curar en nosotros el vértigo de la pequefiez, al mismo tiempo que a fin de levar hasta fl final Ia potencia explicativa de la Centrologia, no podria hacer nada mejor, para terminar, que recordar esto: a pesar del concurso extraordinario de probabi- lidades (rozamiento de dos estrellas) que supone el nacimiento de los planetas, nada demuestra que el mismo azar no haya jugado, 0 no pueda todavia jugar varias veces, en la inmensidad del tiempo y del espa- cio; y nada demuestra, por tanto, que siguiendo alguna ley de lor Grandes Nimeros, muchos astros oscures, ‘muchas otras Tierras distintas de la nuestra, no se encuentren ya diseminadas, 0 todavia esperadas, entre las galaxias, En esta hipétesis, positivamente verosimil, el fen6- meno viviente, y mas especialmente el fendmeno hu- ‘mano, pierde algo de su inquietante soledad. Y, al mis- ‘mo tiempo, las perspectivas de la Centrogénesis, sin deformacin, se acrecientan fantésticamente con un ‘orden més. ¥ en efecto, si ha habido, si hay, si tiene gue haber m Tierras en el universo, en tal caso, lo que hhemos lamado més. arriba «esferass, «isoesferass, sNoosferas», no cubre ya el conjunto, sino que se apli- fa solamente a un elemento aislado (megacorpisculo) del Fenémeno total. Al actuar Ia. centro-complejidad, no ya solamente con granos de pensamiento sobre un Planeta tinico, sino con tantas Noosferas como plane- tas pensantes puedan jams existir en el firmamento, fl proceso de Personalizacion adquiere decididamente tun aspecto césmico. El espiritu queda aterrado ante ello. Pero la ley de la recurrencia sigue siendo la misma, Y s6lo podria seguir habiendo un unico Omega * * Inddito, Pekin, 13 de diciembre de 196 re EL ANALISIS DE LA VIDA 1 EL pmonuma, No hay nada mis evidente que Ia existencia, que el ‘hecho de la Vida, en el Mundo a nuestro alrededor. Y, sin embargo, no hay nada més escurridizo, mis inaprehensible que esta misma Vida en cuanto inten- tamos tratarla segin los métodos generales de la Cien- cia. Tal como le experimentamos en nosotros mismos Y tal como parece desarrollarse en el curso del tiempo, fl ser vivo es consciencia, libertad, finalidad. Ahora bien, en cuanto se intenta mirarle ‘al microscopio 0 someterle a los instrumentos de medida, ese mismo ser vivo s6lo deja percibir, en su fondo més intimo, una piramide de azares asociados y de mecanismos entre- lazados, sin fisura aparente en la que situar la accién consciente y directriz del més pequezo factor libre interpuesto. Ante los ojos del bidlogo moderno, la orto- sénesis de los grupos vivientes tiende a resolverse en lun juego fortulto de encuentros cromosémicos, y el animal mas esponténeo no se presenta més que «como tuna integral de refiejose montados. De tal modo que todo el fenémeno de la Consciencia, sometido a la in vestigacién cientifica, da la impresién de disolverse y de ahogarse, como una ilusién, en el flujo uniforme de lun determinismo universal. (Es algo parecido a inten. tar coger un arco iris entre los dedos...! TE. Una Respuesta cowesaL Desconcertados por esta aptitud singular de la Vida a resolverse en novVida, muchos bidlogos se creen obli 9 gados, hoy en dia, a tirarla por la borda, como una ‘seudocealidad y un espejismo. Ahora bien, ¢n0 oc Frid simplemente que sus ojos estin todavia cerrados fante el juego fundamental ¢ inverso de la Sintesis y Gel Analisis en Ia estructura general del Universo? En todos los campos, Ia simple reunién organizada de va ios elementos hace inevitablemente que emerja algo totalmente nuevo (valgo superior») en la naturaleza; inversamente, la supresion de un arreglo, cualquiera ‘que tea, hace que desaparezca algo. Si la miramos con tuna ampliacién demasiado grande, la pintura més her- mosa se resuelve en borrones confusos, Ja curva més pura en trazos divergentes, el fenémeno més regular fn agitacién desordenada, el movimiento més continuo fn sacudidas... 2Por qué, después de eso, asombramos de que a su vez, bajo el efecto disolvente, «inmergen- te» del andlisis, lo vivo se reabsorba en inconsciencia, fazares y determinismos, al haberse escapado entre las mnallas del filtro todo lo demas; es decir lo proplamente ‘vo? zDe un vaso @ otfo, Ia analogia no resulta dema- siado evidente para que podamos dudar? En uno y otro l stricks es ciertamente el mismo. Para resolver la antinomia Materia-Vida sera, por consiguiente, muy ingenuo pensar que haya que sacri- ficar la una a la otra, Pero solamente se trata de estar blecer, entre lot dos términos opuestos, una relacién estructural verosfmil que explique de qué modo, de Ia tuna a la otra, puede tino elevarse por sintesis, y rect procamente descender por andlisis. "Toda Ia cuestién estriba en eso. TIT, LA ewERceNcta DB LA VIDA Reducido a su esencia, el problema cientitico de la Vida puede expresarse ast: Habiendo admitido las dos Leyes principales de Conservacién y de Degradacién de la Energia (a lo que 10 se reduce la Fisica), geémo superponer a éstas, sin con- tradiccién, una tercera Ley universal (en la que se expresa toda la Biologia), la de la Organizacién de ta Encrgia? En lenguaje atoristico —nos ensefia la Cien- cia— Ia evolucién cosmica representa, para los granos indestructibles de energia que forman el Universo, el paso de una distribucién inicial heterogénea (impro- bable, pero sin embargo desordenada) a una distribu: cidn final homogénea (es decir, Ia més probable). Como concebir que, en el curso de ese proceso a la vez Conservador y entrépico, una parte de los granos de energia sea separada gradualmente, para edificar tem- poralmente los ensamblajes organizados, cada vez més ‘improbables, que forman los seres vivos, y esto de tal forma que, bajo la ordenacién biologica obtenida de este modo, queda respetada la ordenacién psiquico- swims,” que putts ser eeneonirable por anliss fen cualquier momento? Tratemos de resolver el problema, Para conseguirlo no es necesario —en mi opinién— ‘modificar el punto de partida admitido por el atomis- mo cientifico moderno, a saber, la existencia inicial de luna masa de energia granulada, distribuida de un modo ala ver desordenado e improbable; pero basta con ha: cer un ligero (y sin embargo, decisivo) retoque la figura que se asigna habitualmente al grano de energia primordial. Hasta ahora a ese grano clemental se le consideraba siempre como algo privado, a la vez, de todo vestigio de consciencia y de toda traza de liber- tad. Defindmosio, por el contrario, como una cosa que posee las tres propiedades siguientes: 1. Un adentro» (0 inmanencia) rudimentario. 2. Un radio y un éngulo (tan limitado como se quie 1a) de autodeterminacién. 3. Una polarizacién psfquica que le incline funds- mentalmente a asociarse con otros corpisculos a fin de formar con ellos unidades cada vez més complejas, complejidad que tiene por efecto (en virtud de una a propiedad primitiva y esencial del ser césmico) au- mentar a la vez, en el corpisculo que la adquiera, el ‘grado de inmanencia y las posibilidades de eleccién, Esta triple correccion —observémoslo— no altera en nada, por lo menos en su origen, el Universo de los Fisicos Por un lado, en efecto, en virtud det juego de tos Grandes Neimeros, la multitud desordenada de las consclencias elementales, tomadas en masa, se com- porta exactamente como si estuviera privada de todo ‘sdentro»; es decir, desarrolla exactamente los mismos determinismos de conjunto que los engendrados por ls ‘energia granular primordial de los fisicos. Y, por otro lado, ef radio de eleccign concedido a ‘cada corpusculo clemental puede tomarse lo suficien- temente pequefio como para mantenerse en el interior de la esfera de indeterminacién reconocida por la Cien- cia més determinista como atributo particular de lo Tnfimo. Dicho de otro modo, Ia screacions de energia Implicada por la eleccién (la lamaremos aqui ener. sia de eleccidns o «quantum de eleccién») puede ima Sinarse como de un orden de magnitud tan pequefio que no afecte de modo apreciable a la suma de la Ener- sia universal. Por consiguiente, nada ha cambiado mesurablemente en el punto de partida en las condiciones del Universo. Pero gradualmente, con el tiempo, los efectos debidos 4 los términos correctivos introducidos van a hacerse sentir. En primer lugar, el juego del Azar que agita 4 Jos granos de energia continda sin alteracién alguna, pero si dos corpisculos de afinidades psiquicas conve. nientes se rozan en el interior (y en el Angulo) de su radio de eleccién» se «engancharéns selectivamente. Y con ello se inicia un movimiento que ya nadie podrs detener. En tomo a ese primer ntcleo de improbabi- lidad, poco a poco y de grado en grado, se desarrolla Y se propaga una heterogeneidad organizads, siempre fen funcién de los azares, indudablemente, pero cons- 1322 tantemente en una direccién definida: fa de una com- plicacién y unificacién constantemente crecientes. Fe ‘némeno inconcebible si los corpaisculos estuvieron com pletamente sinanimadoss, pero dato perfectamente in- teligible si son a la ver elementalmente libres y pola Flzados* Examinemos ahora un poco més de cerca, de qué modo, en torno y en el seno de los nicleos crecientes e complejidad de conciencia, queda respetado, y de ‘qué modo se ajusta et doble juego de los determi nismos y del Azar. Hay que hacer a este propésito tres observaciones que deben comprenderse cuidado- Primera observacién En el curso de la edificacién de los complejos orga nizados no es necesario que la cantidad de «energia de eleccién» aumente con el grado de consciencia. Una mayor variedad y un mayor radio de indeterminacién son evidentes, a medida que nos elevamos cada vez més fen Ia escala de los seres; pero tanto el uno como el otro no se obtienen nunea mas que a través del juego amplificado de mecanismos que permitan (al igual que fn el caso de los servomotores industriales) poner en ‘marcha, por un impulso infinitesimal, efectos tan pre- cisos como potentes. Por esto, no hay nada que nos impida concebir que «la energia de eleccione repre Bn nuestro propio nivel, exe procero de organnackin em: ‘guenira una eli, «incluso una’ pretongacion exact, en It forma en que se estabece cotdanamente. cualquier grupo de ‘egovios. de Investigacion ode relpon, En eigen, Gos tes Indviduos se encuontran por easuliad animador de un mismo propesto. Despuse de esto al albut. de crcanstancias fortuitas y de ocaiones aprovechadae, nici crece ve et tienden. las ramifeaclones. Y, por altima, por uss) simple fordenacion de ‘unidades y de relaclones pretsstente, sn Fup. {ras y sin Intrusiones extrafas al sistema, resulta que he ‘icido un nuevo organsioo en el medio umano. 133 sente un quantum césmico invariable, idéntico en el ‘tomo y en el cerebro humana’. As\ se explicaria, a fin de cuentas, ese dato paraddjico de que la libertad puede aumentar indefinidamente en el Universo sin ‘aumentar apreciablemente el flujo de la Energia unk versal. En resumen, el desarrollo de la Vida no se in- terfiere con el desenvolvimiento de la energia material césmica, porque se reduce finalmente a una serie de ‘ordenaciones infinitesimales, cada una de Jas cuales no requiere més que un impulso infinitesimal, y todo ello fen ef seno de um margen de indeterminacién que I propia fisica molecular reconoce a las acciones mate: Hales, » alnerocto?.. En tos casos de centros complejos seria me. jor dec que ci «quantuon de slccine te expret por un co trol (erganizado y centrado) elereiéo por cada centro complefo Sobre la sum de todos los squanta de elecione elmentles {que ee centro complejo integra en su complejidad. Desde este unto de vista, el cquantum de eleecione humano seria cock fensivo a In totaldad global del cuerpo humano,estando, por ‘tra pare, Int liver de mando reunidat y distribuidas en el Sistema de determinismos”(mecanismos) nervioso. "Por elo puede decree gue e1 Principio de indeterminacin eos fisicos no. prucba In eisteacla de una libertad, peTo ‘deja ugar para semejante libertad en el undo de los somos “He agul fo que ha eserto L. de Broglie acerca del Principio e indetermioacin, “cuenta imporible conocer al mismo tiempo con precisén cl aspecte dingmico de tos procesos lementales y su localize {lin en el espacio,» esta imposbiidad se expresa cusnital ‘ameate por las famosas relacones de incertigumbre de He. Senbers (Lovrs oe Brac: Physique et" Mevophysique, 197. [Abin Miche) enka euesién que se panies e+ finalmente ts de saber Einstein To ba. subrayado” muy 2. menudo st Ia interprets lon actual que ula Unicamente la onda j de carter este Ststico es una desripeign scompetae de Ia realidad, en cuyo 250 hay que admit el indeterminismo y la impostilldad de epreentar las Tealdades de Is escalaat6mi. de una manera precisa en el marco del espacio del theme, 0 s, por econ aro, es incomplets eta intrpretaciin.» (Lovis be BRM Nowwelter Perspectives on Micropsriqne, 188. Albin Michel ‘Nita aadide por for ediores) 1M Segunda observacién ‘A medida que por el efecto de una complejidad cre- ciente aumenta y se mueve en un angulo mayor ef sradio de elecciéns, los centros organizados césmicas ontrolan cada vez més eficazmente el Azar en cuyo seno se bafian. Pero su finalidad la tejen siempre poco 1 poco, tinicamente por medio de los azares utilizados. Ast se explican, por un lado, ta localizacién del fend ‘meno Vida en compartimentos estrechos del Espacio y del Tiempo; y por otro lado, también el papel in- ‘menso desempefiado en la evolucién biolégica por el tanteo, Las trazas de ese tanteo son visibles por do- ‘guier en la naturaleza (jcuéntos ensayos, cudntos fend menos extraiios, cudntas inutilidades y cudntos fraca- 08 hay en el mundo zoolégico!), y su mecanismo esté constantemente operando en el propio corazén de nues- tra espiritualidad (jincluso en la eclosién y madura- cidn de nuestras ideas més elevadas!). En verdad, prestamos atencién a ello, toda vida, todo pensamiento, ‘Ro son sino un azar cogido y organizado. Tercera observacién Por iltimo, si consideramos en su conjunto, sobre la Terra, el proceso césmico de la vitalizacion, hay que distinguir absolutamente dos fases principales en el fenémeno. En el curso de una primera fase, los granos de cons ciencia se organizan esponténeamente en mecanismos a fin de construir los conmutadores y los amplifica: dores («servomotoress) necesarios para amplifcar el Angulo y el radio de elecciéns en torno a los centros psiquicos cuya consciencia aumenta, por otra parte, en razén directa a su campo de accién. En este estadio, en el que las consciencias elementales, todavia dema: siado mal centradas, no pueden unirse més que super- 15 ficialmente en aguna funcién externa comiin, su aso- ciacion s6lo equivale todavia a formar una sinergia (cuyo ejemplo més perfecto es el cerebro humano) Por el contratio, en el curso de wna faze ulterior, e¢ decir, a partir del Hombre, al estar los ntcleos psfqui- 2s lo suficientemente centrados como para poder en- trar en contacto y comunicacin directos, es decir, de consciencia a consciencia, hacen su aparicién en Ia na: turaleza una nueva esfera de complejidad y una nueva forma de energfa:

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