El artculo 1 de la Constitucin Poltica establece que el respeto de la
dignidad humana es el fin supremo de la sociedad y el Estado. A partir de esta norma constitucional se ha desarrollado el llamado principio de humanidad de las penas en el Derecho Penal, segn el cual se deben excluir del espectro de reacciones penales, aquellas especialmente denigrantes o desintegradoras, como sera el caso de las torturas o los trabajos forzados. Nuestro Cdigo Penal se adhiere a esta tendencia humanizadora de las penas, como puede inferirse de la lectura del artculo 28 del Cdigo Penal, en donde las clases de pena previstas no se muestran, por s mismas, como especialmente desintegradoras. Si bien la admisin de la cadena perpetua ha sido cuestionada desde el punto de vista de la dignidad de las penas, debe reconocerse que, en la medida que deje abierta la posibilidad de una reinsercin social, no existir asidero para este tipo de cuestionamientos. Entonces, como seala Castillo Alva, la pena ve teida su naturaleza y finalidad como consecuencia de una especial concepcin de la dignidad de la persona humana y en concreto del principio de humanidad. As, por ejemplo, se considera que la pena es un mal necesario para la sociedad y el individuo que lo sufre, por cuanto supone la imposicin de una sancin negativa que limita de manera drstica los derechos y bienes jurdicos ms importantes de los ciudadanos. La naturaleza de mal de la pena se mantiene a pesar de que con ella se busque proteger a la sociedad o se aspire a favorecer el bien comn. La pena no pide servir para alcanzar una meta que vaya ms all del respeto de la dignidad de la persona humana. Por tanto, este principio proscribe la instrumentalizacin o la cosificacin de la persona y su dignidad por parte del Derecho Penal, por ms que sirviera para alcanzar determinados fines sociales como la conservacin de otros valores del orden jurdico, v. gr. la seguridad nacional.