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| AATINOAMERICA CUADERNOS DE CULTURA LATINOAMERICANA 30 CESAR ZUMETA EL CONTINENTE ENFERMO JORDINACION DE HUMANIDADES ENTRO.DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS/ ‘veultad de Filosofia y Letras NION DE UNIVERSIDADES + E AMERICA LATINA CESAR ZUMETA EL CONTINENTE ENFERMO UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO COORDINACION DE HUMANIDADES CENTRO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS Facultad de Filosofia y Letras UNION DE UNIVERSID Biblioteca Daniel Cosio Villegas Invontario 2007 Fivsa incognita, la mantenia en su cohesion de pulpo. Pero basté que cl Japon sucara a la vergdenza la debilidad de china, para que Puropa, en solo cuatro anos, ullanara el cumulo de dificuliades diplumadticas que se oponian a ba reparacién del li- toral del celeste imperte, y se lo reparticra en unos pocos me- MeN, Los putises san Vorace: Sums nusctros prevists De los puchlos débiles de ki tierrit, los dnicos que filtan por sojuegar son las repuiblicas hispanuumericunas, Tas prohongadis tregua se ha reabierto hi era aquelki, pre- ‘vista por ell lie enda general de los impe- i libertind™. el peligro comin tu discordia civil, y prepa- rémos , a los setenta y cin livar estuve preparado el dia sigmente de la victor brilkinte guerra muy prolongada, muy ardua, muy impor vante™*, Los fuertes conspirun contr nuestra independencia y el continents est enfermo de debilidad El hierro fortified. Armeémonios, Con esta sol previsidn podemos alejir el peligro, » aun con- jurarke. Es de nosotros nuismos de quien depende nuestra suerte. Nueva York, marzo de 1K99, CESAR ZUMETA (1860-1955) escritor venezolano, perte- nece al decir de Domingo Miliani,a la Segunda Promocidn de intelectuales formados en el positivismo de los que fueran maestros Adalfo Ernest, y Rafael Villavivencio. Pero Zumeta es algo mas que un posilivista, su pensamiento se enfrenta al gran problema que se plantea u la generacidn latinoamericana a la cual también pertenece. La de José Marti, Enrique Rodd, Manuel Ugarte, José Vasconcelos y otros. Como ellos, habla de volver u la propia realidad y no tratar de imitar realidades extrafas, lo cual sélo puede conducir a nuevas formas de de- pendencia. Zumeta es testigo al finalizar el XIX del expansio- nismo de los Estados Unidos sobre el Caribe desplazando a Espafia de sus Gllimas colonias, Cuba y Puerto Rico.Zumeta escriben en diversos diarios, incluyendo los Estados Unidos en los que se advierte sobre el nuevo peligro. La victoria bolivariana en Ayacucho termina, en su opinién, con la derrota espafiola en Manila, Filipinas y Santiago de Cu- ba. Esta nuestra América es ya objeto de un nuevo reparto co- lonial. Los Estados Unidos se aprestan a cumplir su misién co- lonizadora tomando el lugar de imperios ya caducos. Los pu- blicistas estadounidenses hablan ya de sacar del Caribe y de América, a los iktimos representantes del viejo colonialismo, Inglaterra, Francia, Holanda y Espafia. La nueva nacién se siente destinada a conducir un nuevo imperio. El mundo Occi- dental reinicia su carrera de dominio. Bolivar ya habia previsto los peligros que las tietras de esta América correrian por obra de las ambiciones de los imperios, “De los pueblos débiles dela tierra dice Zumeta los inicos que faltan por sojuzgar son las re- publicas hispanoamericanas™. Tal escribe desde Nueva York en 1899. Marti ha muerte luchando contra el viejo imperialis- mo espaol pero previniendo a esta América de los peligros del nuevo. El neo-imperialismo ha mostrado ya sus ambiciones en su triunfo sobre Espana. Se impone una nueva dominacién a los pueblos que se creian liberados. EL CONTINENTE ENFERMO César Zumetit Lu libertad de las Antillas espafolas es el suceso histérico in- dispensable pura salvar la independencia amenazada de is Antillas libres. la independencia amenazada de la América li- bre, y la dignidad de Iu Republica Norteamericana, José Murti iPeligra la independencia de las republicas de la América inter- Iropical? Ominosos presagios lo anuncian y no hay indicio de que los pueblos amenuzados se upresten a conjurar la cauistrofe. Historicumente la era ingugurada para nuestra América con la vietoria de Ayacucho hu sido cerrada con las jornadas de Manila y de Santiago. En 1823-1824 nuestra independencia fue afirmada por el triunfo de las armas libertadoras, y garantizada por las decla- raciones que hicieron a Europa, Canning, en nombre de Ingla- terra, y Monroe, en el de los Estados Unidos. Contenida la Santa Alianza, y ocupada luego Europa con el proceso posnupolednico de la restauracién, las rectificaciones de fronterus y los sucesivos acomodamientos de su equilibrio interno provocados por las cuestiones de Oriente, de la unidad italiana y de la hegemonia de Prusia, no corria riesgo de agre- sion exttafa nuestra independencia, mientras los Estados Uni- dos repudiaran la pretendida legitimidad del derecho de con- quista, En 1899, a raiz de Manila y de Santiago, los Estados Unidos declaran que poselun a Filipinas por derecho de conguista ¥. rota de hecho lu tradicién democrdtica que hubia sido unu de las grandes fuerzas morales, y acaso la mayor honra de la Re- publica del Norte, se incorporé esta nacidn al grupo de las po- tencias colonizudoras. El criterio democratico americano ha sido sustituido con el criterio monarquico europeo; y el resto de la América queda a la merced de las fuerzas complejas y multiples que pone en juego el nuevo orden de cosas, Las necesidades del progreso moderno les imponen x los grandes estados industriales, como condicidn de munteni- miento de su poderio, el deber de uctivar la produccién de las 5 miuterias primas de que sus industrias se ulimentan, y el de esti- mular. al propio tiempo, el comercio de sus productos. Por cuunto es constante que esa doble capacidad produc- tora y consumidora crece en cada pueblo en razon directa del grado de civilizucién alcanzado por ese pueblo. la tendencis moderna en Ia lucha por mds amplios mercados. es la adqu cidn de territorios incultos, a fin de elevur, teéricamente al me- nos, el nivel de la civilizacién entre los pabladores de lo con- quistude y explotar sus riquezus, De ahi la repurticién de las regiones birbaras del Africa y del dominio de las viejus civilizaciones de Asia, u fin de coloni- farlas o simplemente de aplicarles los sistemas politicos y fis- cuales que promueven ef intercambio de productos. Precisa- mente en los momentos en que toca a su fin la area de delimi- tar las esferas de influencia en las tierras subyugadus, compa- recen los Estados Unidos, como un gran factor mas, dechi- rindose heredero del imperio colonial de Espana. por razén de conquista, en Puerio Rico y Filipinas, y por anexidn o protec- torudo, en Cuba. Repartide yu el resto del mundo, los ojos dvidos se yuelven hacia la posesién de la América afligida, segdn Mublhall, por terremutos \ revoluciones: y la diplomucia curped solicitara ne- cesuriamente la anulacién o modificacién de la doctrina Mon- roc, y el urreglo con los Estados Unidos de un madus vivendi adaptable a la politica imperialista de la Casa Blanca, Esas negociaciones con su urteo de partijas territoriales ver- sunin sobre el dominio de la América tropical, de sus canales muritimos, sus grandes vias Muviales, y lus selvas cuasi virgenes. de sus hoyus hidrogrificus, Indtil es alegur cuestiones de derecho, cuundo se trata de cuestiones de hecho. Lu ley de lis naciones no es tomadu en serio sino entre las polencius cuyas fuerzas se equilibran; y como el dnico derecho que no prescribe es el de la fuerza, los tratadistas universan- mente reconocidos en definitiva son Armstrong, Bange, Krupp. La doctrina aceptada en el dia presente puede ser enunciada aM Los pueblos que no saben o no pueden explotur lus riquezis de su suclo, » poblar las soledades que el acuso geografico, oel ‘o. encerrdé dentro de sus fronteras, menoseaban en esa medida la labor universal, y es ultamente moralizador que los plus ¥ luboriosos ocupen lo que la incuria mantiene tos. Los bosques son del lefador, los campos de quien los va; los rios de quien los canaliza y navega. Es la brega in- memorial de los pueblos y las razus que representan las mis avanvadas formas del progreso. contra los pueblos y las razas 6 que representan los infinitos matices del estancamiento y la barbarie. Y se pretende aplicarnos esa doctrina porque en Europa y en la América del Norte prevalece el criterio de que somos in- habiles para formentar los territarios que poseemos, segin lo requieren los fines de la civilizacién actual. Tal arraigo y universalidad ha cobrado ese pensamiento, que en el libro mas reciente que sobre la materia se ha publi- cado' ya no se discute la oportunidad y conveniencia de expo- liarnos, sino se estudia el sistema de vasallaje politico y admi- nistralivo a que ha de sometérsenos. Dice Kidd: “Lo que se disputaban las naciones, era la pose- sién de Ja tierra habitable por la raza blanca. Se inicia ahora otra gran rivalidad, la de heredar los trépicos, no en el sentido de poseerlos, porque ya los pueblos mas civilizados de la tierra han dejado alras ese criterio, sino en el de dominar esas regio- nes, segdn determinado plan”. Es, pues, tiempo de estudiar por cudles medios hemos de conservar nuestra independencia. .-- Dav'é la forza antica, dave larmis, ¢ il valore, ¢ la costanza? Nessun pugna per te? none ti difende nessun de‘1uoi? LEOPARDI Dos eran los deberes que nos imponia nuestra calidad de esta- dos independientes y soberanos durante el ciclo trascurrido: la explotacién de la riqueza publica para los fines de desenvolvi- miento nacional, y la solucién pacifica o violenta, cuando los medios pacificos hubieren fallado de los problemas de la po- litica interna, Cuanto a pol exterior, aparte la celebracién de tratados de comercio y amistad y ta fijucién de fronteras, el deber pri- mordial era acordarse entre si las republicas de América, en el sentido de obtener una definitiva interpretacién y promulga- cin de la doctrina Monroe, a fin de incorporarla a nuestro de- recho publico y hacerla perder su curicter exclusivamente nor- teamericano por virtud del cual constituia, en principio, una li- mitacién de la soberania de las demas republicas del conti- nente. The control of the Tropics, The MacMillan Co,, New York El siglo agoniza sin que hayamos llenado esos deberes. El cardcter de nuestra politica interna y externa ha sido la imprevision. Desoidas fueron las voces que se alzaron aconsejando el agrupamiento de estos pueblos en una o varias confederacio- nes para la comin defensa de su soberania y resguardo de su integridad territorial. Ni los gobiernos ni los partidos ni la prensa se han pro- puesio con alta seriedad un plan viable, uma propaganda efi- caz, Cada vez que el pensamiento ha surgido en las esferas oft- ciales han faltado aquel calor de conviccién, aquella energia de Proposito que. propagindose por contagio, determinan los grandes movimientos populares. En el animo piblico cobré cuerpo la idea de que el peligro de desuparecer por absorcién existia sdlo en cerebros de pesi- mistus, El mito de que nuestras cualidades guerreras, las quie- bras de nuestras montaas, el clima torrido y sus insectos y sus pestes bastaria a dur razén del invasor, aquietd el sobresalto en los espiritus y, al arrullo de-nuestras tradiciones de gloria, nos dormimos en el enervamiento de un fatalismo oriental, co- rruptor ¢ ignaro. La hora critica de nuestra existencia nacional nos sorprende desapercibidos a la defensu. En mas de uno de nuestros paises, el bosque y la maleza han recobrado tierra que les fue arrebatuda por el hacha y la roza durante la Colonia: faltas de cultura intensiva han permane- cido relalivamente improductivas nuestras zonas agricolas y criadoras; inexplotadas estan las selvas y ef subsuclo opulento; entregada a un cultivo dnico y dando de mano « otro pingties y prometedores (plantas textiles, cafia, algodén, afil, tabaco, caucho, trigo) hemos logrado que hasta el orden piblico de- penda, en veces, de las Muctuaciones en el mercado de un fruto; por el afin de contratos con especuladores extranjeros hemos estimulado las mas voraces formas del peculado, y por el mo- nopolio hemos uhogado, en la cuna, lus industrias; nos hemos hecho tributarios de banqueros y contratistas londinenses pa- gando cincuenta, ciento, y mis, por lo que malamente vale uno; hemos atraido aventureros de infima ralea que se jactan de sabe por cuales medios se obtiene lu uquiescencia de ciertos altos funcionarios: Nuctuando entre la anarquia y la dictadura hemos hecho preearias las gurantias individuales, y la propie- dad, y la vida, y, en consecuencia, la gran corriente migratoria mediterranea, adaptable y asimilable u nuestra zona y nuestra raza, ha Mluido al norte y al sur, y esquiva nuestras costas. Nos. alimenta hasta de frutos menores el norte, y nos viste el resto del mundo. ‘Con excepcién de Venezuela, el papel moneda y Ia plata han minado nuestras fuerzas, y sin excepcién alguna, las reclama- ciones internacionales y los empréstilos han paseado por el continente el espectro de la bancurrota, y nos han impuesto dolorosus derogaciones de derecho. Asi, en la postergacién de todas nuestras potencialidades, y en el estimulo w todas las desviaciones de nuestras energias: con un incremento vergonzante de comercio, de produccién y de poblucién, y un aumento usombroso de la deuda publica; enamorados de allos ideales y reacios a practicarlos; adorado- res de la fuerza como iirbitro supremo; descalabrado el crédito: despretigiadus Ia judicatura, la magistratura y las vir- tudes democriticas, nos hemos sentudo ul festin de la vida como los nifios que rehuyen los alimentos fuertes por estarse a golosinas y a postres, Prestos a ofrendarnos en holocausto a toda causa, olvidados de cuanto concierne a nuestro propio in- terés de pueblo y de la raza, vamos nuestro camino cantando y guerreando como los bohemios del siglo y de la historia, y ha- ciendo posibles los juicios severos que formulan respecto a no- sotros los pensadores y publicistus europeos y anglosajones. Tal es el extenso pliego de cargos formulable contra la América intertropical, a las postrimerias de la primera centuria de su vidu independiente. Alegan estos datos los que sustentan la doctrina septentrio- nal de que es fisicamente imposible crear una civilizacién pro- gresiva en los tropicos. Postulado extremo a cuyo deplorable pesimismo contestan otros, con optimismo también extremo, “que el eje de la civilizacién universal volverd a situarse en los Irdpicos,? y que debemos tender a imitar a los septentrionales. La verdad parece mas bien estar entre estas dos afirmacio- nes igualmente uventuradus. El conjunto de las ciencias his- lérieus nos ensefia que la civilizacién no ha sido ni podria ser jamas una en el planeta, sino varia de clima en clima, aun bajo ' Aun cuanda no se acepte nignuna de lis varias teorias que de Humboldia Whitney han sido propuestas, ucercu de cambios climatolégicos ocurrides du- rante el period histOrico, segan las cuales la temperatura media del Planeta es mils elevuda hoy que para la épocu de la aparicidn de los grandes imperios. subsiste el hecho de que cl Egipto septentrional, centro del poder y la cultura de ese pueblo: el alto Punjab, de donde surgid la civilizacion indostanin Mesopotamia, trin, no pertenecen por razon det clima.a la zona Las lineas isotérmicus que ligan los focus de todas las evvilizaciones ant y modernas, sefalan un minimum de 4" y un maximum de 22° (cen tigrado) y forman una cona templadu fuera de la cual ¢l historiader del progresa huma- ne nada vo sasi nadu tiene que buscar para su obra. Pero aun cuando Egipto y la Culdea y la India estuviesen fuera de esos iso- termes, estarian dentro de la gean ley segin lu cualel hombre no raenel sentido de la actividad productora y del desartolly arménico de la libertad yel orden, smo alli donde el medio fisico le impone implucablemente.cumv condi- cid de vida, el trabajo, la p ony la economia. Olvidermus que la vecindad 9 la accién de un mismo centro politico; y que los paises tropica- les deben aspirar Unicamente a la que les es peculiar. El es- fuerzo hecho por los habitantes de una regidn no puede ser mayor de lo que el suelo y el clima de esa regidn requieran, Por tanto, la intensidad de la lucha por la vida crece, necesaria- mente, a medida que el hombre se aleja de la linea ecuatorial, en la misma cazén en que va haciendose mas pobre el suelo y mis inclemente el clima. A esa diferencia de intensidad en el esfuerzo corresponde una diferencia de aceleracién en la resul- lante que es el progreso, Es. pues, es grado de aceleracion, en lo que tienen por fuerza que diferir las civilizaciones del irépico de las del septentrién. Cualesquiera que sean las razas pobladoras, en la zona idrrida no imperard sino una civilizucion lentamente progre- siva; cualquiera que fuese el esfuerzo hecho por asimilarla a la de lus zonus templadas, fracusaria a la postre, vencido por algo inmanente ¢ inexorable que nos obliga a mentenernos dentro del cuadro de la vida que el medio nos demarca; y que inica- mente nos exige u propender a vivir en el decoro de la paz y el Irabajo, a hacernos fuertes dentro de nuestra propia casa, y a ligarnos todos contra el invasor extraio. jEstamos nosotros cumpliendo con ese deber? ;Contribui- mos a la labor comin del progreso? Esto es de suma importan- cia, ya que la soliduridad humana exige el esfuerzo comin de todos los pueblos y todus las ruzas, so pena de que los Mlojos y los rezagados desupurezcan, o cuigan bajo la ruda (utela del mas fuerte, Recordemos que no ¢s nuestro criterio a este respecto el que importa conocer, porque no es ese el que priva en el mundo, ni el que entrufa peligros pura nosotros. Veamos cual es la opi- nidén de los extranjeros. El criterio oficial, demostrado esta en la forma en que en del Himalaya, con sus perpetuus nicves, en frie uta de caus regiones; olvidemus la altura del Punjab: rechacemos la hipdtesis basadu en la precesion de los equinocen jueda en pic el hecho de las inundsciones periddicas a cusi perid- dicas del Tigris y el Eufrates, del Indus y el Ganges y de! padre Nilo, inundit- clones que obligaron 4 los moradures de esas comurcas a proveer en liempo sus gruncros, y a fundar civilizaciones que no desuparecieron sino al cantacto de otras mids fwertes 5 resistentes. Sitdese el ye del mundy prehelémico de Babiloma a Tebas, hagusele girar luego hasta durle la direevidn de Atenas a Roma, y véase que ng ue nunca pal- ralelo ul Ecuador ni esiuvo comprendide denira de los trépicos. Segan un autor nis, cuyo nombre he olvidudo, pero cuy as trabajos mere cierun la aprobacion sin reserva de Eliseo Reclus, esa linea media es hoy el isu- terme 10+, en ef cual estan situades Chicago, Nueva York, Londres, Odesa y Pekin. En América la linea partia de lis alturas de los Andes peruunos y pasando por las altiplanicies pobludas par los Muiscys. iba u Palenque y México, 10 cierlos casos nos imponen sus decisiones. El de los financista, los marcun las cotizaciones de nuestro crédito interior y exte- rior. La prensa jucga “que somos incupaces de los altos requeri- mientos del progreso” y nos considera “sen zados”. Esta opinion la suscriben los enciclopedistas britinicos, y lia co- menta el publicista M. Godkin diciendo que “la masa en ta América espaiiola es muy ignorante, y lus clases dirigentes muy reducidas y muy corrompidas’. En Alemuniu se alude corrientemente u la necesidad de so- meternos. Odioso seria multiplicur fas citus, y baste copiar lu opinion que postula Kidd en su reciente monografia ya citada, Tespecto a nuestra inhubilidad para explorar, ni menos civili- 4ar nuestro lerritorio; “Corporaciones y sindicatos extranjeros irresponsables munejan tras los depositarios del poder publica las grandes empresas, y tienden ul dominio politico. Sélo dos palabras describen la situagion; anurquia y bancarrota™. Cita luego, aprobindolis, estas frases que copia del Harper's de Nueva York: “Son republicus en ¢l nombre, pero en el hecho son cumpumentos militares desorgunizados, El gobierno no iene continuidad ni prestigio. Una cusa exportadora, una empresa ferrocarrilera, o un banco de tres al cuarto extranje- Tos, s¢ le imponen al ministro de finanzus, al presidente. al go- bierno todo y, a veces, le dictan la ley al pais. Cecil Rhodes recomienda ta conquista inmediata de la América espaiola que, opinan otros, es incapaz de ofrecer re- asistencia dignu de ser tomada en cuenta. Otro, y terminemas, nos recuerda las palubras de Lecky: “La prosperidad de las nuciones se basa en ky honestidad de la vida domestica, en la integridad mercuntil. ea un alto patron de dignidad moral y de espiritu publica, habitus sencillos, vu- lor, honradez y uquellu solider y moderacion de juicio que re- sulta tanto del caracter como de fa inteligencia. (Quiere su- berse si una nacién progresa o decae? Obsérvese qué cualida- des son mas estimadas en la vida poblica, {Los hombres llama- dos u los mis altos puestos son personas de cuya conducta pueden hablar jueces competentes con genuino respeto? (Son sinceros en sus convieciones y de integridad indisputable? (Qué grado de estimucion merece el buen proceder? Es obser- vande esia corriente moral como puede hucerse el hordscopo de un pueblo”, Termine ahi lu lista negra. Lo que no hemos hecho, dijo con razon Marti. es porque no hemos tenido tiempo para hacerlo, por andar ocupados en arrancarnos de la sangre las impurezas heredadas, Bien subemos que no estin exentos de vigas en los ojos, los pueblos que sedialan la puja en el nuestro. Vicios tienen ellos, pero equilibrados por virtudes mayores que los llevan hacia adelante en los caminos del progreso. Sabemos que también nosotros, en medio de muy hondas desventuras, tenemos una fuerza que sabiamente disciplinada ¢s incontrastable; nuestras redentora, nuestra salvaje soberbia de independencia. Pero sepamos, ademas, que esa fuerza entregada a si propia es insuficiente para la defensa; y quesi la enumeracién de nuestros extravios no prueba que seamos in- huibiles pura defendernos, si demuestra que debemos recurrir incontinenti a utilizar todas las fuerzas vivas de la raza, ante la inminencia del riesgo a fin de librarnos de la infamia de ser urrebistados, a titulo de factorias, a estas colosales agrupacio- nes de miserias, 6 lacrimosus o maldicientes, y de opulencias cinicamente despotica. Hijos del trépico, debemos amarlo tal como él es, por sobre toda otra region del globo, y ser capaces. de guardarlo contra esas civilizaciones del becerro de oro, en donde unos centenires de sefiores oprimen a millones de sier- vos usalariudas, y se vive como en un infierno, en la perpetua u cién de miseria codicias, urgidos por el miedo al hambre; civilizaciones de banca, iglesia y cuartel salvados sélo por el pufiado de subios. de artistas y de sofiadores que arroja sobre tanta desnudez la vestimenta de la luz del ideal. “Si la batalla de Ayacucho no contiene a los franceses de- bemos prepararnos a una brillante guerra muy prolongada, muy ardua, muy importante.” BOLIVAR Si queda demostrado que esti cerrada la era histérica duramte ja cual pudo lu América Latina descuidar el deber de defen- derse, y sefialadas, ademas, las agencias que nos debilitan; si nuestras republicas estin pobres de caudal, de poblacidn y de orden y las que codician su imperio estdn pletéricos de sangre y de tesoro, si la conquista esta a la orden del dia y la ocasion de intentarla 4 costa nuestra ¢s propicia, justo ¢5 pensar que ante semejante perspectiva los gobiernos y los pueblos de América deben apercibirse a la defensa, De nada vale argdir, repitimoslo, que la doctrina en nombre de la cual se pretende domefarnos es invocada con jusuitico intento, que antes debieran europeos y norteamericanos civili- zur y mejorar la condicién de sus masas ignorantes o fanaticas o esclavizadas; que las aplicaciones de esa doctrina en los trépicos han sido brutales y contraproducentes. Vano es. Los acorazados no discuten. ‘Obtener un ripido cambio fundamental en nuestras cos- tumbres publicas cs poco menos que imposible: tender a ello sin descanso en nuestro deber, porque aun en este siglo del in- 12 dustrialismo y de lu fuerza, los pueblos débiles, si por la exce- lencia de sus calidades morales merecen ser estimados, por ellas se imponen al respeto de los poderosos. Unu Suiza pendenciera y desordenada desapareceria al punto del mapa politico de Europa. Suiza subsiste porque. con el mismo celo con que sus montaneses defenderian los desfila- deros de sus montafius, emulan a sus vecinos en las artes de la paz y en afin de progreso. Argentina, que en el dltimo cuarto de siglo ha duplicado su poblacién, forjado ciudades, centuplicado sus rebaiios y entre- gado al cultivo quince millones de acres, a pesar del suelo ingrato y del estrago periddico de la sequia y la langosta; Ar- gentina, Chile y Uruguay no estin expuestas al mismo peligro que nosotros, México y Colombia, por sélo la organizacién superior de sus ejércitos, estan mejor preparados a lu resistencia que sus hermanas, Los mejores esfuerzos de algunas repiblicas de Centroime- ricu pierden en ta deploruble debilidad a que las condena su aislamiento. Pero la historia militar del ultimo tercio del siglo y, muy en especial, las.guerras grecoturca ¢ hispanoamericana, estan Ile- nus de ensefanzas dtiles para los débiles: enseflanzas que pue- den ser enumeradas asi: 1, El clima y las ventajas del terreno y el valor del scidado no vienen a ser hoy aliados decisivos y factores apreciables en las batallas, sino a condicién de que numéricamente y en punto a excelencia del material de guerra, sean comparables las furzas beligerantes. 2. El armamento mederno en manos inexpertas es casi ino- fensivo. Se requiere, junto con material de primera clase, gran pericia en el manejo; porque es el nimero de bajas infligidas al enemigo, por lo certero de la punteria, que depende el éxito de una carga y de una jormada, 3. La marina moderna es inefieaz contra fortalezas situadas a cierto dngulo de elevacién, como lo prueban los Morros de San Juan y de Santiago, casi indemnes después de repetidos y terraficos bombardeos. Y estan de acuerdo los expertos en considerar que un cafién bien servido en la costa vale por un a- corazado. Si se toman en cuenta estas lecciones, pareciera el consejo de la prudencia proceder sin pérdida de tiempo en cada reptiblica a la formacién de la milicia nacional y a la adquisicidn de par- que suficiente para armar la nacidn entera Estahiecer sociedades de tiro en cada parroquia. Crear academias militares. Proceder al estudio de la defensa del territorio y de las costas 13 y los rios. Ver de convenir en un plan comin de defensa entre los va- rios grupos geogrificos del Centro y del Sur Hecho esto ya se pensaria dos veces antes de atacarnos, Ya podriamos prevalernos de las rivalidades que dividen a las po- tencias y demurcar rumbos a nuestra politica. Podriumos defendernos y contar como con maravillosos aliados con cada ceja de monte y cada risco y cada efluvio pa- ludico, Entonces nuestra naturaleza seria baluarte, almenado por defensores heroicos aptos y equipados para desafiar a los upologistas de la fuerza y el mercantilisma, y recordarles que lu historia no mide el poder que esclaviza, sino por la grandeza de la resistencia que liberta. El despojo ha de ser sangriento para que el despojado sea wugusto Sin armas modernisimas y sin soldados disciplinados en su manejo, sélo nuestra sungre abonaria la tierra en beneficio de los expoliadores, Por lo demis, conste que si apenas se menciona en estas paginas la idea de las confederaciones americanas, de que so- mos fervorosos udeptos, es porque aun cuando las juzgamos indispensubles, tanto fracuso hun sufrido desde los dias en que Francia ¥Y Rusia las temian en cl Congreso de Verona, y a la gran voz de Bolivar las pedia —que ya no cuentan en el mundo Politico, sino como un suefio tan vago como el de la alianza noble y belli de todas los pueblos que miran en la antigua Roma la madre comin— alianza fuerte y generosa de todos /os hijos de la loba contra todos los hijos del leopardo, El deber inmediato es armarnos El sentimiento de la necesidad de la defensa nacional debe privar sobre todos los recelos de politica interna; y la convic- cidn de que no ¢s un pueblo el que peligra, sino un continente y una raza, debe callar los egoismos que pudieran imaginarse que sdlo Nicuragua, o Panama, el Amazonas o el Oronoco son las presas codiciadas. Entretanto, recordemos que la gloriosa ¢ infeliz Espafia, en su reciente historia, corrié al encuentro de las mas rudas desgracias que sobre ella se abaticron, por el sistema suicida de recurtir siempre tarde a los medios que, oportunamente apli- cados, habrian sido salvadores. Estos paises van de prisa. No vayamos nosotros lentamente. Formidable es China, Sus cuatrocientos cincuenta millones de pobladores con sdlo marchar hacia Occidente lo anonada- ridn. Rivalidades anglorusas parecian resguardar la integridad de su hinterland, y su poder de resistencia, que era una miste- 14 Siendo director general de Publicaciones José Davalos se terming de imprimir en los tulleres de Imprenta Madero, 5. A.. Avena 102. México 13. D, F. en septiembre de 1979. Se tiraron 10,000 ejemplares. TOMO Iv: 31. Joha L Phelan, EL ORIGEN DE LA IDEA DE AMERICA. 32. José Gaon, :FILO- ‘SOFIA “AMERICA”? 33. Erequis! Mariner Estrada, LA LITERATURA Y LA FOR- MACION DE LA CONCIENCIA NACIONAL 34. José Carlos Maridtegui, ,EXISTE UN PENSAMIENTO HISPANOAMERICANO? 36, Joke Cruz Costa, EL PENSA- MIENTO BRASILERO. 36. Simén Rodriguez. DEFENSA DE BOLIVAR (fragmento). 37. Maris Elena Rodriguer de Magia, LATINOAMERICA EN LA CONCIENCIA AR- GENTINA. 38. Antonio Caso, MEXICO Y SUS PROBLEMAS. 39. Augusto Ros ‘Bastos, IMAGEN Y PERSPECTIVAS DE LA NARRATIVA LATINOAMERICANA ACTUAL 40, Semardo Montesgudo, ENSAYO SOBRE LA NECESIDAD DE UNA FEDERACION GENERAL ENTRE LOS ESTAOOS HISPANOAMERICANOS. TOMO W: : 41, José Figueres, LA AMERICA DE HOY. 42. Juan Bautista Alberdi. SOBRE LA CONVENIENCIA DE UN CONGRESO GENERAL AMERICANO. 43. Guillermo Francovich, SOBRE EL PORVENIR OE LA CULTURA BOLIVIANA 44. Diego Por- tales, CARTAS SOBRE CHILE. 45. Frank Tannenbaum, ESTADOS UNIDOS Y AMERICA LATINA. 46, Alcides Arguedas, PUEBLO ENFERMO (fragmento), 47. Harold Eugene Davia, LA HISTORIA DE LAS IDEAS EN LATINOAMERICA 48, Samuel Ramos, EL PERFIL DEL HOMBRE Y LA CULTURA EN MEXICO {fregmen- tol. 49, Diego Dominguez Caballero. MOTIVO Y SENTIDO DE UNA INVESTIGA- ‘ION DE LO PANAMERO, d Acevedo SECARETARIO GENERAL ACADEMICO Or. Fernando Parez Corea SECRETARIO GENERAL ADMINISTRATIVO Ing. Gerardo Ferrando Bravo OIMECTOR FACULTAD DE FILOBOFIA ¥ LETRAS Dr. Abelardo Villegas (CENTRO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS Or. Leopokto Zea, COORDINADOR DE HUMANIDADES Dr. Leonel Peramieto Castro CENTRO DE ESTUDIOS SOBRE LA UNIVERSIDAD Lic. Elana Jaannetti Divila UNION DE UNIVERSIOADES DE AMERICA LATINA Or, Erin C. del Poro.

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