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LA AUTOBIOGRAFIA y sus problemas teoricos EEE ee Estudios e investigacion ocumental ANTHROPOS INDICE 33 v7 a 7 3 106 3 ns 129 137 137 142 13 170 SUPLEMENTOS ANTHROPOS esc, editorial y coordinacin generat ‘Angel Noga Datars, Dittetor Ramo Gabards Cardona Subiveion Lit ies Grbulede Conse dy redaction Mara Gria Marorall Fabrepat, Exchin Wise pane Roe Cay Kapa Vraga Ae tonal documenas) Produciony deo: oan Ramon Costas Gonzi, Pilar Felipe Branco, Inn Manvorall Fabrega, Came Muntané Tegner Ross Sls Codinichs = mid ation y drcrdn comercial Guillen Lords One. Diee- Sin de marketing y scion elite: Lae Mie Grable Ventas Rona Bou Santon, lena Gomez Momtrds, Gabi! Ruiz Manner, Cast Serano sexy YolandsSorano Bree “Todos ot derechos esr. Eat able no puede sr reproduction todo “i, oraguimisa, etre, magni eleceodpco, por otcypa, a suaguer ‘acndeinformacion en ninguna forma por nglin mei bee ine perme previa por exer dea ear Introduccién: Problemas tedricos de la autobiograia, por Angel G. Loureiro Estudios Condiciones y Kmites de la autobiogratia, por Georges Gusdorf Autobiografiay concienciahistrica, por Ker! Weintraub ‘Algunas versiones de la memoria/ Algunas versiones del bios: la ontologia de la autobiografia, por James Olney El pacto autobiogrifico, por Philippe Lejeune ‘Actos literarios, por Elizabeth Brass Autoinvencién en Ja autobiografia: el momento del lenguaje, por Paul jobn Eakin Hacia una poética de la autobiografia de mujeres, por Sidonie Smith Noautobiografias de mujeres «privilegiadas»: Inglaterra y América del Norte, por Carolyn G. Heilbrunt La aurobiografia como desfiguracién, por Paul de Man Ficciones del «yo»: el final de la autobiografia, por Michael Sprinker Autografia: pensador firmado (Nietasche y Derrida), por Alberto Moreira Documentacién Bibliografia selecta sobre teoria de la autobiografia, por Angel G. Loureiro Hoga general sabre aubiognfa pala por Angel G. Loureiro Memorias y autobi por Anna Caballé grafias en Espatia(siglos XIX y XX), Panorama de la literatura autobiogrifica en Espaiia (1975-1991), por José Romera Castillo Diciembre 1991 © Eaitorial Anthropos.Promat S. Coop, Lida Edits Edtonal Anthopos:Promat. Coop. Lad Vig Augusta 64-66, eno, 8096 Barcelo Tel (n}217 403973174128 ‘Adinistracion, ventas ysuscripciones: Apdo. 387 e186 Sane Cup dt Valles (Barclons) Tel (93) 38948'84 Fax (93)674 1733 ‘Suserpciom ana (6 ns) para 1992: Espa: 997 PTA (inIVA6%) Pages ede promo ISSN: 1130.2089 Depo la 37.13/90 Inmpresin: Novagriik Puigeed, 127. Barcelona ute esa on, eens po, stoma de seupe a INTRODUCCION Problemas tedricos de la autobiografia Angel G. Loureiro Corresponde a Dilthey, a finales del siglo pasado, el ele- var la autobiografia a un nivel de radical prominencia al postular su gran importancia para la comprensién hist6 rica, La autobiografia, nacida como mera rama dela bi graffa, comenzé asi una larga andadura hasta llegar al dia de hoy en que cada vez atrae més atencién critica. Di they dio, por vez primera, enorme relieve a la autobiogr- {ial entenderla como una forma esencial de comprensi6n de los principios organizativos de la experiencia, de nues- tros modos de interpretacién de la realidad istrica en que vivimos. Dilthey propone, en particular, que lo que hace comprensible una vida, como un todo en el que se ‘unen diversas partes, es que el entendimento se rige, ade- iis de por las categorias generales del pensamiento, por las categorias avitales» de valor, propésito y sentido, De esta manera, Dilthey propone estudiar la configuracién histérica de una época tomando como modelo y punto de partida el estudio de las autobiografis, las cuales le ofre- cerin las formas peculiares en que el ser humano ordena su experiencia en un momento histérico determinado.' ‘Alentado por su suegro Dilthey, Georg Misch se impuso ‘como tarea la paciente ¢ inacabable reconstruccién de la historia de la autobiograffa desde la antigiedad, empresa aque se vio suspendida por la muerte de Misch tras la pu- blicacin de tes voliimenes en que llegé hasta el Renaci miento, y completada por sus discipulos en un cuaro yolumen que llevs el estudio de la historia de la autobio- graffa hasta finales del siglo x1X.2 Obras estimables como fas de Bateson y Burt’ o, ya mas cerca de nuestros dias, Wayne Shumaker fueron abriendo el camino de una re flexién tedrica que aleanza su primer punto verdaderamen- te figido con la publicacidn en 1956 del articulo de Gusdorf «Condiciones y limites de la aurobiografian.* Desde esa fecha se suceden los articulos y los libros, y se dibujan tendencias muy dispares en el entendimiento € interpretacién de los problemas que plantea Ia aurobio- gralfa como género (uno de los problemas resulta ser, pre- cisamente, si puede hablarse de la autobiografia como SUPLEMENTOS ANTHROPOS IntRODUCCION sgénero»). Hay que insistiren la palabra «problemas» por- que la autobiograffa parece estar convirtiéndose cada vez mds en el campo de batalla en que se dirimen temas cen- trales del debate tedrico literario actual. Parte del asedio y cuestionamiento a que se est sometiendo a la autobio- grfla en estos momentos proviene, sin duda alguna, de su relaiva juventud como campo critico, pero su centra- lidad la debe también a que, al ocuparnos de la autobi gafla, debemos enfrentarnos alos problemas tedricos mas ddebatidos en la actualidad, y no sdlo en literatura sino tam- bién en filosoffa, Al pretender articular mundo, yo y tex- to, la autobiograffa no puede ignorar el acoso ereciente a que estén siendo sometidos conceptos como historia, poder, sueto,esencia, representacién, referencialidad, ex. presividad. Debemos afadir ademAs las complicaciones impl{citas al medio del que se sirve el autobidgrafo para relatar su vida —es decir, el lenguaje— pues no podemos ignorar (aunque en el estudio de la autobiografia se sosla- yaa menudo) que el lenguaje no puede reducirse a mero instrumento en manos del escritor sino que su cardeter de mediador entre sujeto y texto y entre éste y lector nos obliga a plantearnos en qué modo y medida el lenguaje no simplemente sirve al sujeto sino que lo constituye ‘como tal: al fondo de todo encontramos los interrogan- tes que nos plantean los nuevos conceptos de textualidad y el papel que juega la retérica (no ya en el sentido clés ‘co sino en el nuevo sentido que le dan ls reflexiones de un Paul de Man, por ejemplo) en el proceso de eseritura y lectura de un texto autobiogeéfico.* James Olney ha sefalado que el estudio de la autobio- sgraffa se desarrolla historicamente en tres etapas que co- responden bisicamente a los tres drdenes que comprende la palabra autobiografia: el antos, el bias y la grafé? Des de Dilthey y hasta aproximadamente los afios cincuenta, el énfasisrecae en el bias, al entenderse Ia autabiografia como la reconstruccién de una vida, no solo en el se do de suma de datos sino, sobre todo, y siguiendo el im- puso de Dilthey, como forma de comprensién de los principios organizativos de la experiencia de los modos de interpretacién de la realidad hist6rica en que vive el autobiografiado. Por otra part, la leetura de las autobio- gyafias se hace comparando constantemente lo narrado con Ia informacién proveniente de otras fuentes: exactitud y «sinceridad» resultan claves en esta etapa. George Gusdorf leva la discusién a un plano de mucha mayor complej- dad, en su seminal articulo de 1956, fascinante tanto por Jos nuevos temas que plantea como por su empetio en con- tener una problemética que desborda sus presupuestos de partida. Gusdorf sefala, contra la historia positivista, que al igual que no se puede reconstruir el pasado como fue, tampoco la autobiografia puede alcanzar la recreacién ob- jetiva del pasado, sino que consiste en una lectura de la experiencia, lectura que es més verdadera que el mero re- cero de unos hechos, por cuanto al eseribi biografia se da expresién a un ser mas interior, afirma Gusdorf, al afadir a la experiencia la conciencia de esa experiencia. En otras palabras, Gusdorf observa que al yo 2ISUPLEMENTOS ANTHROPOS {que ha vivido se le aiade un segundo yo creado en la ex- periencia de la escritura, razén por la que concluye que el motto de la autobiografia deberia ser «Crear, yal erear ser creador. Esta conclusién traslada inevitablemente el énfasis de Ja teoria autobiogrsfica a la cuestién del yo, a una segun- da etapa de la historia de esa teoria a la que podemos de- nominar etapa del autos. Ahora bien, al menos en los Estados Unidos, la etapa del bios sigue manteniendo gran vitalidad, debido probablemente a, entre otras razones, su juventud como nacién, la gran cculturas de sus habitantes, las re rminorfas y el afincamiento de cierto humanismo de gran tradicién en ese pais. Este humanismo explica, por ejem- plo, el trabajo de Karl Weintraub, en la tradicién dilthe- yana, mientras que la juventud de los Estados Unidos o su pluralidad de razas y origenes puede ayudarnos a com- prender la abundacia relativa, hasta hoy mismo, de obras que leen la autobiografia como expresién individwal cul- tural o histérica, y que se centran por lo tanto en las auto- biografias sespirituales» de los primeros colonos 0 de los primeros norteamericanos prominentes, desde Benjamin Franklyn hasta Henry Adams, por ejemplo, o la abun- dancia de trabajos sobre autobiogralias de minorias.* Debe advertirse que este tipo de estudios no es ajeno a las complejidades de la teorfa autobiografica més recien- te; 0 tinico que se quiere indicar es que los estudiosos de estos temas ponen cierto énfasis en el valor cultural o his- Arico de esas autobiografas Retomando el bilo de la evolucién del estudio de la autobiograffa, habiamos quedado en que Gusdorf abre las puertas, velis nolis, a la etapa del autos. En este etapa el anilisis no se centrara ya en la relacién entre texto € toria sino en la conexién entre texto y sujeto,y el proble- ma central consistird en ver de qué manera un texto representa a un sujeto, o , Ilevado al extreme, si esa repre sentacidn resulta posible en absoluto. El estudio de la auto- biografia pasa asi de centrarse en los shechas» del pasado ala welaboracién» que hace el eseritor de esos hechos en el presente de la escritura: la memoria ya no serfa un me- canismo de mera grabacién de recuerdos sino un elemen- 1 activo que reelabora los hechos, que da «forma a una vida que sin ese proceso activo de la memoria carecerfa de sentido: la memoria acuta como redentora del pasado alconvertirlo en un presente eterno, El ejemplo extremo de esta forma de centrar la autobiografia en el presente de la memoria nos lo ofrece James Olney en su trabajo Some Versions of Memory / Some Versions of Bios: The Ontology of Autobiography.” Paralelamente a este nue vo énfasis en el presente, se da un nucvo desarrollo, ya que al perder la autobiografia su condicién de objetivi- dad, elescritor pierde a su vez autor-idad, al pasar de ser tn testgo fiel y fidedigno a ser un ente en busca de una identidad en dltima instancia inasible. Dadas estas quie- bras en la autoridad del texto como historia y del autor como propietario de la interpretacién de su vida, el lec- tor pasa de mero eomprobador» de Ia fidelidad de los 3 intron ‘datos suministrados por el autor a convertirse en deposi- tario de la «interpretacién» de la vida del autobiografia- do, a convertirse en intérprete. A esta etapa podemos adscribir trabajos tan conocidos como los de Lejeune y, en los Estados Unidos, los de Olney, especialmente Me. aphors of Seif (1972) y el libro Autobiographical Acts (1976), de Elizabeth Bruss.” Lejeune y Bruss coinciden en su esfuerzo por dar una definieién o en acotar unos rasgos generales de la autobioggrafia. E. Bruss, en particu- lar, sefiala que la esencia de la autobiografia como género reside en los papeles del autor y del lector; la importan: cia de este dltimo radica en que la autobiografia adopta formas externas muy diferentes de acuerdo con la época y depende en tiltima instancia de la actitud lectorial el Considerar un texto como autobiografia; Brus afirma que solo nuestras convenciones nos permiten ver autobiogra- fias em textos que en otra época podian ser catalogados como apologfas o confesiones. El lector ocupa también tun papel central en las teorfas de Lejeune pues, como se- fala al comienzo de su libro, el «definidor» de Ix autobio- ‘graff esti sometido a dos limitaciones: por una part, tiene ‘que tomar la posieién del lector (La historia de la auto- biografia[...][es] la historia de sus modos de leetura, con- cluye en el iltimo pirrafo de su capitulo introductorio); J; por la otra, el modo en que el lector de hoy percibe el género hace que Ia autobiografia como tal comience cen Europa y en el siglo XVImL" Tanto Bruss como Lejeu- ne coinciden en sefalar la necesidad imperiosa dela coin- cidencia de ta identidad de autor, narrador y personaje principal, o, en otras palabras, que se dé lo que Lejeune llama «pacto autobiogréfico>, por el cual se establece un contrato de lectura entre autor y lector que le otorga al ‘ilkimo garantia de la coincidencia de identidad entre autor, narrador y personaje. Por su parte, Olney combina de ma- nera ejemplar fa visién de la autobiografia como sauto- creaciéne del autor en el momento de la eseritura con la idad del papel del lector: «Fl estudio de cémo los afos[..] descubrieron, afirmaron, crearon un yo en el proceso de escritura [..] requiere que el lector 0 el estudioso de [a avtobiografla participe plenamente en el proceso, de manera que el yo creado es obra [..J] casi tanto del lector como del autor». Paul de Man apunta con clarividencia a la treta implicita en ese contrato de lectura postulado por Lejeune, treta que, podriamos afa- dir, etd presente en buena parte, sino en todas, las teo- rfas autobiograficas de la etapa del autos. Pues como sefala ‘De Man, numerosos te6ricos trasladan el problema de un plano epistemolégico a un plano legal buscando unos cimientos firmes para sus teorfas. Al ser obvio que una autobiograffa no puede medirse por su Fidelidad a unos datos histéricos, es decir, al darnos cuenta de que el ver- dadero problema de la autobiogralia reside precisamen- teen el yo del autor, se da una tendencia, claramente ejemplificada por Lejeune, «a desplazarse de la identidad ontoldgica a la promesa contractual» para, una ver come probada la veracidad de esa promesa, einscribir de nue- vo el problema, por un desplazamiento de vuelta a los 4 ‘Problemas tedricos de Ia autoblogeeia parimetros iniciales, en términos cognoscitivos: «De ser figura especular del autor, el lector se convierte en juez, cn poder policial encargado de verifcar Ia “autenticidad”” de la firma y la consistencia del comporamiento del fir- mance, el punto hasta el que cespeta o deja de resperar el acuerdo contractual que ha firmado. De Man obser- va que tal como lo concibe Lejeune el sujeto autobio- grifico deja de ser «sujeto» enteramente, pues Lejeune confunde «nombre propio» y «firma»: podriamos aiadir que el respeto por la firma, la fidelidad al contrato de Jectura, no soluciona nada, sino que simplemente plan- tea el problema, pues el tener garantia de que autor, na- rmdor y personaje coincide (la «firma» honraria asi su contrato) no nos aporta conocimiento alguno sino que precisamente en ese momento es cuando se plantea el ver dadero problema, el problema del sujeto y del nombre ia en la etapa del autos consiste en recu- rrir a.una ciencia establecida para que sirva de garantia de la wverdad» de la autobiograia. Podrian servir de ejem plo obras como Being in the Text (1984) de Paul Jay 0 Fic: tions in Autobiography (1985) de Paul John’ Eakin." Eakin parte de donde se detiene Gusdor, Ia idea de que el texto no erefleja», un autor referencial sino que el autor se creaa si mismo, crea un yo que no existiria sin ese tex- to. ¥ ese yo, al ser inventado, ya no estaria sometido a la prueba de validacién por comparacién con una real- dad extratextual sino que se justfica a si mismo. Llevada a su extremo, a ese limite con el que juega Eakin pero ante el que retrocede, esa teoria supondria en realidad la imposibilidad de la autobiograffa, pues no habria forma de distinguirla de la ficcién. Pero todo tedrico de la auto- biografa, para salvar su tema, evitard tales excesos, para Jo cual efectuard una maniobra recuperadora que salvaré al género de la disolucin. Ya hemos visto como Lejeune esquiva problemas similares al desplazarse de la esfera de lo cognitivo a la de lo legal; Eakin, por su parte, no aban: dona la esfera del conocimiemto sino que recurriré a una lisciplina cientifica», la psicologia, para justificar la ca- pacidad cognitiva del vexto autobiogrifico y salvarlo asi dela amenaza de ficeibn, cuando sefala que el «acto auto- biogréfico» es un modo de «autoinvencién» que se prac- tica primero en el vivir y que se formaliza en la escritura Vemos como, de ser una «invencién», la autobiografia se salva al encontrarle Eakin un paralelo en la vida, al pos- tular que tanto en la vida como en la autobiografia el su- jeto se autoinventa, con lo que se salva, en maniobra de birlibirlogue, el poder cognoscitivo de la autobiografa, pues el escribir una autobiograffa consiste en «una segun- da adquisicién del lenguaje, un segundo advenimiento al ser, una autoconciencia auroconscienter. Apoy’ndose so- bre todo en la psicologia de la evolucién del nifo, desde Erickson a Lacan, Eakin quiere salvar a la autobiografia imponiéndole como criterio una nueva forma de referen- cialidad, no ya material, histéricamente comprobable, sino formal: si ya no podemos caer en la ingenuidad de afir- mar que la autobiografia repite por escrito unos hechos GUPLEMENTOS ANTHROPOS/20 ee iT@qnuccion del pasado, piensa implicitamente Eakin, su validez como sgénero se asienta en que repite unas estructuras de evolu- ‘idn de la personalidad y, en particular, el advenimiento del nifio a la conciencia en el momento en que accede al lengua. Podria hacerse un anélisis semejante de libro de Jay, con la diferencia de que el ausilio le viene ahora a Ia autobiografia de parte dela filosofia: Jay viene a de- cir en sustancia que las autobiografias claboran o estruc turan una narrativa del yo de manera paralela y similar ala propuesta por textos filos6ficos de la misma época, ‘Otra forma, diferente a las anteriores, de tratar de es tablecer lazos entre texto y yo la ofrece Starobinski, Pos- de estilo no como mero «ornamento» (concepcién que opondria un «fondo» de ideas a una sfor- ‘mar lingiistica) sino como desviaciéne de la norma, la iginalidad del estilo autobiogréfico nos ofrece, en opi in de ese erftico, una serie de indices reveladores del duo que escribe, por lo que el estilo va mas allé de Ja produccién de efectos ténicos y se converte en «auto- referencial» al conducirnos a la verdad «interna» del autor." En todos los autores examinados podemos detectar un rasgo comtin: todos ellos, con estrategias variadas, tienen como objetivo una jusificacién de la capacidad cognos. citiva de la autobiografia. Y para poder defender esa capa ‘idad, los tebricos recurren tradicionalmente, como hemos visto, a dos maniobras: por una parte todos toman a una ciencia como apoyo de la autobiografia: para Dilthey ese papel lo cumplia fa historia; Gusdorf se sirve de la antro- pologia filosifica; Lejeune se apoya en el derecho, mien- tras Bruss lo hace en ciertas teorias del lenguaje (speech «ct theory); Eakin, por su parte, busca el ausilio de la psi cologia y Jay, por Ultimo, se refugia en la filosofia: pare: cerfa que todas las ciencias humanas actuaran como seres menesterosos dispuestos a dar refugio y apoyo a la desdi- chada autobiograffa en el momento en que ésta abando- na.el hogar de su madrastra la biografia. En consecuencia, debemos preguntarnos por qué Ia autobiografia no puc de defenderse por si misma, por qué sus tedricos tienen que salirse de la autobiograffa para poder justificarla, La segunda forma de defensa consiste en postular, ademis de tuna ciencia, otra instancia que acte también como cen: tro de validacidn de la autobiograffa: mientras que en una primera etapa de desarrollo del estudio autoliiogrifico, al no plantear problemas la identidad del aucor, se encon- traba una garantia en el valor objetivo del vexto autobio- erifico, en el momento del autos, y enfrentados por necesidad con la multiplicidad (y disolucién) de un yo aurorial inasible, ese poder de garantia pasa al lector. El destino de la autobiografia parece estar marcado por su ‘origen como hija predilecta de la historia, pues en todos los avatares por los que su estudio ha pasado se repite la necesidad de encontrar unos fundamentos objetivos fue- ra de ella que avalen su dimensién cognoscitiva, No re- sulta extrafio, por lo tanto, que investigadores recientes hhurguen en Jos origenes de la autobiografia para tratar de averiguar los motivos y las condiciones de su nacimiento POSUPLEMENTOS ANTHROPOS Problomas trices de Is autobiogrtia. y ver de qué manera ese origen marca su estructura y su futuro, Por otra parte, el tedrico que asume con lucidez las aporias a que se ven abocadas las teorias examinadas hasta ahora se ve obligado a penetrar en la autobiografia misma, en su constitueién lingiifstica y rerica, para tre tar de entender cémo ese tipo de textos engenders los espe- jismos del yo y del poder cognoscitivo de a autobiografia. Puede servirnos como ejemplo de la primera tendencia eltexto feminista de Sidonie Smith, A Poetics of Women’s Autobiography (1987), mientras que de la naturaleza re torica de la autobiografia se ocupa Paul de Man en un ar- ticulo, «Autobiography as De-Facement» (1979), pequetio en dimensiones pero inmenso en sus consecuencias Sidonie Smith indaga en los origenes de Ia autobiografia para denunciar que desde sus comienzos en el Renacimien- to el sujeto autobiogrifico ha sido coneebido como sujeto rmasculino valiéndose de ideas lacanianas, Smith define 1h autobiograffa como reconocimiento de inscripeién y adaptacién del sujeto al orden filico, pues la autobiogrs fia se encarga de reinscribir la ideologia genérico-sexual, sistema ideoldgico que fundamenta y define la identidad individual, La ideologia patriarcal y el discurso falocén- trico dominante en la autobiografia hacen que la mujer tenga un doble obsciculo a Ia hora de escribir autobio- grills, por ser éste un «gtnero androcéntrico» y porque ala hora de escribir su vida la mujer tiene que luchar con ta los estereotipos que la cultura le asigna y, en particu- lar, el haberla desprovisto de una «vida pablicae, negindole Por consiguiente capacidad para convertirse en Sujeto auto- biogréfico. La estrecha relacién entre el orden simbdlico del patriareado y ta forma de expresar la identidad en la autobiografia convierten en problemas para la mujer ele- mentos esenciales de la autobiografia como género, des de el impulso a escribir su vida hasta la estructuracién del contenido de su autobiografia, la lectura y escritura de su yo, la autoridad de su voz, la eleccidn de perspectiva narrativa o incluso la naturaleza misma de la idea de re- presentacién, Ante esos obsticulos la mujer tiene dos alternativas: puede aceptar y adaprarse a la narrativa pac trilinear de la aucobiograffa, convirtiéndose ast en una ‘mujer fica» o, incapaz de reconocerse en narrativas mas- culinas, traza sus origenes a la madre accediendo de esta manera a una escritura femenina en la que habla con la voz de la made, que Sidonie Smith, siguiendo a H. Ci ous y otras tedrieas francesas describe, en oposicin a la escritura androcéntrica, como atemporal, plural, fluida, bisexual, des-centrada, no-logocéntrica, Sidonie Smith se da perfecta cuenta de que esta alternativa, la tinica que le parece valida para la mujer, presenta el gran problema de reificar a la mujer fuera de la historia, cayendo en el mismo defecto del que acusa a la ideologfa patriaeal —la reificacién de la mujer—, aunque se manifieste de modos muy diferentes en los dos casos. Otra dificultad con la que tropieza Smith, y que reconoce, es que sus teorfas pue- den tener validez solamente para las aurobiograffas de mu jeres escritas antes del siglo XX, pues en nuestro siglo las ‘oordenadas dl problema han cambiado sustancialmente 5 INTRODUCCION para la mujer. Por otra parte, Sidonie Smith asume im- plicitamente una serie de ideas «tradicionales» sobre la autobiografia al concebirla como un «acto» que da senti- do al pasado, al aceptar la idea del «contrato autobiogré- fico» 0 al asumir que la autobiografia revela més sobre el presente del escritor que sobre su pasado, con lo que, a pesar de la radicalidad de algunas de sus ideas, en mu- cchos sentidos Smith no ya més alld de la problemética planteada por Gusdorf, Olney, Lejeune, Bruss o Eakin.” Las dificultades consustanciales a la etapa del autos que- dan resumidas por Olney de manera tan ejemplar como expresiva: «De alguna manera complicada, oscura, cam- biante e inasible (la autobiografia] es, o esté en lugar de, © rinde homenaje en la memoria, o reemplaza, 0 hace algo de Ia vida de alguien».%* Esa supuesta y posible re- lacidn entre texto autobiogrifico y yo es la que en diltima instancia se le escapa a todos los tebricos examinados has- ta el momento, Sidonie Smith plantea, pero no desarrolla —pues el hax cerlo pondrfa en peligro su edifcio tebrico— dos formas de desapropiacién del sujeto que son consustanciles ala autobiografia, yen la cuales se centraré la etapa de a grafé cl problema del lenguaje y cl problema del sujeto. Al mis- mo tiempo que da al autobiografiado poder para «narrar> su vida, el lenguaje se lo quia, ya que las palabras no pueden captar el sentido toral de un ser y ademés, el len~ ‘guaje narrativo adquiere una vida independiente que se rmanifiesta en narrativas que, impulsadas por una dinémi- a propia, se explayan en miltiples direcciones indepen ddientemente de la voluntad del sujeto. ¥, por otra parte, el desdoblamiento del yo en yo narrador y yo narrado, y la muktplicacidn del yo narrado en su recuento nos dejan ver que el texto autobiogrifico es un artefacto retérico y que el artificio de la literatura lejos de «reproducir» 0 ‘crear una vida producen su desapropiacién, Este ser cltema central, precisamente, planteado por Paul de Man cn sus reflexiones sobre la autobiografia, y entramos de cesta manera en la tercera etapa del estudio autobiogrifi- co, la etapa de la grafé. ‘Michael Sprinker también orienta su investigaci6n ha- cia el texto para insistir en la idea de que en la aurobio. graffa el sujeto, lejos de tener control sobre el texto, esté consticuido por un discurso que nunca domina, el cual cst a su vez producido por un inconsciente inasible, siem- pre cambiante.” Por su parte, De Man sostiene que los “obsticulos clésicos con que se enfrentan los tedricos de la autobiografia (la imposibilidad de definirla como gé- nero, la dificultad de distinguirla de la novela) provienen el error bisico de considerar la biografia como el pro- de la autobiografia se determinan, rmutuamente nos deja ver que al texto autobiogritico sub- yace una estructura tropoldgica idéntica a la estructura de todo conocimiento (incluido, por supuesto, el conoci- ‘miento de uno mismo): y la misma especularidad, la mis- ma estructura reflexiva en que dos sujetos se determinan rmutuamente, se encuentra presente en la lectura. La auto- biograffa, concluye De Man, no es un género sino una forma de textualidad que posee la estructura del conoci- miento y de la lectura, Podria afiadirse que los edricos dela autobi nen conciencia, més 0 menos clara, de esa con rno pueden asumir que el texto autobiogrifico no im- parte conocimiento (de ningén tipo) sobre un sujeto ya {uc eso significarsa asumir el fracaso de la empresa en Ta que se embarcan, Pero ya hemos visto el malestar que ‘embarga a todos los textos teéricos desde Gusdorf y los desplazamientos del problema a todo tipo de terreno que el estrictamente textual que efectian los eriticos para «salvar su tema, Aunque De Man no lo dice, no hay que ver en su teoria un anuncio de la muerte de la autobio- grafiao algo similar, pues quedan caminos para conducir Ia indagacién: si algén valor tiene la aportacié de De Man cs hacernos perder definitivamente la inocencia (0 la ce- ¢gucra) con que nos hemos acercado hasta ahora a la auto- biografia. Siguicndo la linea de investigacién de De Man, tuna tarea hacedera consistir‘a en examinar la naturaleza tropol6gica a través de la cual a autobiografia engendra Iailusién de referencialidad, y ese mismo eritico nos hace ver que el tropo «maestro» dominante en la autobio- grafiaes la prosopopeya, el tropo consistente en dar ros tro y voz 2 los ausentes o a los muertos. A través de ese topo los dos sujetos presentes en toda autobiografia se determinan reflexivamente, pero la figura que reside en cl centro de esa determinacién al mismo tiempo los des- figura pues el lenguaje de los tropos es siempre un len- guaje despojador, por lo que De Man concluye asf su anticulo: En cuanto entendemos que la funcin rerica de la pro- sopopeya consiste en dar voz 0 rosto por medio del lengua je comprendemos también que de lo que estamos privados ro es de vida sino de Ia forma y el sentido de un mundo ‘que solo nos es accesible a través de la via despojadora del centendimiento, La muere es un nombre que damos aun apu +o Tingifstico y la restauracién de la vida mortal por medio de la autobiografia (la prosopopeya del nombre y de la voz) desposee y desfigura en la misma medida en que restaura, La autobiografia vela una desfiguracién de la mente por ella misma canada.” ‘Obviamente, ese lenguaje despojador y la naturaleza tropologica del lenguaje autobiografico nos apartan con- SUPLEMENTOS ANTHROPOS20 ITRODUCCION siderablemente de las teorfas de un Starobinski en cuanto ala verdad autorreferencial del estilo como descubridor de la interioridad del autobi ‘Ademés de la-via de investigacién retérica ejemplifi cada por De Man otro camino posible es el camino pro- puesto por Derrida cuya obr, incluso cuando no se ocupa directamente de la autobiograffa resulta en general muy pertinente para ese tema, Ocupindose de ese texto auto- biogrifico ejemplar que es el Ecce Homo de Nietzsche, en Loreille de Vautre Derrida propone una meditacién so- bre ese «bord» que asumimos existe entre vida y obra ¥ que, en su opinidn, no es una linea clara y divisible, sino que atraviesa el cuerpo y el corpus del autor de ‘maneis que solamente comenzamos a entrever,y que tan- to una lectura inmanente de un sistema (filos6fico» en cl caso de Nietzsche) como una lectura empiricorgenética jams han interrogado: no podemos separar radicalmente y obra pero tampoco podemos explicar la una por medio de la otra sino que tenemos que comenzar a pen- sar lo eautogréfico» desde esa premisa del borde paradgji- o que separa, une y atraviesa al mismo tiempo corpus y cuerpo, vida y obra." En el momento en que empe ‘zamos a considerar ese limite paradéjico entre esenciali dad de una obra y vida empirica de un autor, nos abrimos a una nueva ciencia de lo biogrifico, en la que la identi- dad del autor toma nuevas configuraciones por lo que ¢s necesario no una disolucién de la narracién autobiogré- fica sino un nuevo replanteamento de lo autobiogrdtico (pp. 63-64), del nombre y de la firma, El texto autobio- grafico no ¢s «firmado» por un autor que se compromete en una identidad comin con el personaje sobre el que eseribe, sino que la estructura de la firma hace que quien firme, en realidad, sea el «destinatario» del texto autobio- srifico: la firma no ocurre en el momento de la escritura sino en el momento en que el otro me escucha: el desti- natario de la autobiograffa escribe en lugar del autobio- trafiado (pp. 108-109): Ia oreja del otro firma por mi, me dice, constituye mi yo autobiogeéfico. El yo pasa siempre por el otro, lo que convierte a la empresa autobiogrifica cen algo paradéjico en el que el autos, lejos de ser autosufi ciente, queda comprometido en la dindmica del nombre y de la firma que lo constituyen por ese desvio a través del otro: lo autobiogréfico no puede ser nunca autosufi ciente ya que no puede darse la presencia completa del yoante sf mismo, y sicl borde entre vida y obra nos deja ver que lo autobiogrifico es en realidad «autogrificon, cl paso necesario de la firma (y Ia escritura del yo) a través de la oreja de otro, convierte alo autobiogrifico en here- robiogesfico.”” Deberia quedar claro que las vias abiertas por De Man y Derrida no impliean una eaida en el nihilismo o la «des- truccién» sino que llevan al pensamiento autobiogesfico asus limites y, con radical lucidez, miran de frente al pro- blema sin subterfugios ni desplazamientos que puedan lle var a una fécil reconciliacién que nos dejaria seguir pensando sobre la autobiografia en tér les y sin mala conciencia, 2AIBUPLEMENTOS ANTHROPOS Problomas te6ricos de Ia autobiogatia. NOTAS 1, Vase W.Dilthey, Seca Writing (Cambie, Cambri Ui verity Pes 1978), especialmente la pp, 207216, 2 Geo Mich, Cachcie der oboe vol, Bema y Fn fort, 194841955. El primer volume spore en 907 5. Anna Raberson Burr, he duaoboprape A Citic! and Com parive Sy (Boon, Hougon Min 199 E- Sear Bats, side Ont: nInodicon to Antbgraply (Naa York, Sheridan Hows, 7) 4 Wayne Shumaker, Engl Awodionnap ls Emcee, Mati, and Forms (Berkey, Univesity of Caen Pr, 1938). 5. Georges Gusdor, «Conditions ct imis de Faobigzapier en armen der Sandel, Aalto 2 ier Cesc de Toren Sela Fatal ir te Nedere Belin, Docker & Hil, 1986), pp 108128 acu en ee Syplonene. {6 Oto problems no tan angi sino consstncal al tudo de Ia aug lo contiaye Ia demain de limits cols nenela con ots géners afin (memoria, darn, cts) Vee ene Sendo George May, La aatliogfic Mica FCE, 1982) Kar Wen ‘ub, «Auabiogaphy and Histral Consciusnene, Ctl Duiry, 1 (1973), 821845; Bart J. Mandel, Ful f Lie Now, em J. Olay, cx, Adtabiogaphy (Privezi00, Princeton Univesity Pres, 180), pp. #7% Jou Romers Near, cL itentur sutbiogriia como g& ‘olen, Revista de nvetipain (Colegio Universitario de So- 73) (0980), 4854 7. James Olney, «Autobiography andthe Cua Moment A The ttc, Historic, and BibbographilInroductions en ames Oley, sx, Autobiography. Esays Theorie and Creal Prine, Prince {on Univety Pre, 1980} pp. 327. Eases expan deben cons dere como un riguom dvisin sina como algo apraxia y que ‘ula fil i hora de nuda Is suc del nai dela ab fla, Por spas, dan tod ipo de solpamierton tempore {ee estat tedenias metodolgjes Para um deta asi de Ia Iibliografs secioe + 1980 vése

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