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El cyborg como «Una posición-sujeto cyborg deriva de y


conduce a la interrupción, a la difracción, a
reconstrucción la reinvención. Es peligrosa y está repleta de
las promesas de los monstruos».
del agente social Donna J. I-Iaraway. Las promesas de los
monstruos, nota 18.
1. Introducción

Femando J. García Selgas


E ¡ objetivo de este trabajo es presen-
tar o, más bien mostrar la presencia
del cyborg como una de las figuras
más potentes que el feminismo ha construido
para pensar críticamente su propia posición en
el seno de una cultura que podemos caracteri-
zar como tecnocientífica. Con ello espero mos-
trar además que el cyborg también sirve para
pensar la llamada «posición sujeto» en general,
esto es, nos ayuda a detectar y a reconstruir
posibles agentes sociales. Con estos objetivos,
que terminarán convirtiendo este trabajo en una
especie de ensayo político de antropología
simétrica (Latour, 1993:1V), me centraré en la
construcción de esta figura o figuración que
Donna Haraway viene realizando desde princi-
pios de los años ochenta.
Aunque no podamos profundizar en ello todo
lo que seña necesario, conviene dejarclaro desde
el comienzo que posiblemente estemos ante un
propuesta que atenta de modo serio, riguroso,
consciente y profundo contra algunos de los prin-
cipales y más antiguos soportes del pensamiento
occidental. Por eso cuando Haraway habla
(1991: cap. 8) del cyborg como mito está, entre
otras cosas, resquebrajando la maquinica razón
platónico-galileana; cuando se refiere (1997:3) a
un «surrealismo cyborg» está caminado por el
filo entre el realismo y el relativismo a que se ha
visto conducida la dualista epistemología mo-
derna; cuando habla (1992: 309-11) de una
«narrativa cyborg» lo que busca es dar la vuelta,
voltear y descomponer la oposición aristotélica
entre el sujeto (activo) y el objeto (pasivo); etc.
La clarividencia que su propuesta nos pro-
cura anima a decir, parafraseando a Bajtin
(1989: 288), que la imagen del cyborg, como
la imagen del hombre en el arte y la literatura
de la grecia clásica o la imagen de la naturale-
za en el romanticismo de Goethe, no tiene ni
núcleo ni envoltura, ni exterior, ni interior. En
las tres figuras lo exterior se espiritualiza (aquí
se hace semiótico-comunicacional), mientras

Femando J. García Selgas. Universidad Complutense de Madrid.


Política y Sociedad, 30 (1999), Madrid (pp. l65-191)
lo interior se materializa (ahora se conecta con nio. Por el contrario, esas referencias suponen
diferentes circuitos). En el caso del cyborg, ver que vivimos y somos en y por las metáfo-
ello puede deberse, de manera peculiar, a que ras, que no hay representación que no sea
su hábitat específico es el espacio interfaz, el metafórica, que el tropos metafórico es mate-
espacio de mediación, traducción, hibridación rialmente constituyente (al menos como soft-
y promiscuidad entre lo técnico, lo orgánico, ware) de los animales parlantes que somos y
lo mitico, lo textual y lo polít¡co. Estaríamos que el contenido o figura de la metáfora que
por tanto ante una de esas figuras que nuclean nos muestra bien puede ser mecanismo estruc-
la configuración de sentido y el establecimien- turante de nuestro hacer y de nuestro sen
to de posiciones en un deteminado espacio- Ahora bien, resulta que parte del cometido de
tiempo material, semiótico y valorativo. la figura del cyborg reside en hacernos visibles
La radicalidad e importancia de esta pro- estos hechos. De aquí que lo más apropiado sea
puesta se asientan, como no podía ser de otra pasar inmediatamente a presentarla mediante
manera, en diferentes tradiciones o posiciones una serie de aproximaciones al entramado con-
teóricas y políticas. Entre sus fuentes se en- ceptual y político que es la visión cyborg. En
cuentran tanto los feminismos de la igualdad concreto, empezaré especificando las dimen-
como los de la diferencia, la teoría crítica mar- siones del espacio-tiempo o cronotopo de las
xista, los movimientos antirracistas y socialis- posiciones cyborg y el punto de partida de
tas, el trabajo profesional como bióloga e nuestras aproximaciones. En segundo lugar,
historiadora de la biología, la ciencia ficción con el fin de que podamos reconocer tales
feminista, el constructivismo social, los cultu- posiciones en nuestras entradas y salidas de
ral studies, etc. Precisamente una de sus virtu- ese espacio-tiempo, recordaré algunas de sus
des está en saber hacer confluir todas estas más sobresalientes apariciones conceptuales y
influencias. Sin embargo, en este momento materiales. En tercer lugar, indagaré en las di-
conviene resaltar su propio reconocimiento de mensiones anteriormente señaladas, de modo
que la «escritura cyborg» hereda las herramien- que tengamos constancias de las vías de acce-
tas críticas y la conciencia ácida del postes- so a este espacio-tiempo y de los elementos
tructuralismo, que impide lanzarse a la escritu- materiales, semióticos e histórico-sociales que
ra, a la comunicación o a la producción de lo constituyen. Por último, recogeré, sin nin-
significados en general, de un modo inocente, gún ánimo conclusivo, algunos de los rasgos y
como si el emisor no estuviera implicado en la pistas de las posiciones que el cyborg ha mar-
reproducción de las desigualdades que los dis- cado para los agentes sociales.
cursos inscriben en nosotros y en nuestro entor- Entraremos y saldremos de ese espacio-tiem-
no. Para Haraway (1995: 49-50) el núcleo de la po como si participáramos en una de esas come-
diferencia entre la escritura cyborg y la escritu- dias de puertas: al entrar en el espacio (salón)
ra tradicional, phalogocéntrica y autoritaria, sólo percibiremos la estela de alguna partida; al
reside en que aquella se reconoce desde el salir por otra puerta, notaremos casi el aliento
comienzo como contaminada. De ahí que inclu- de alguien que llega; así entraremos y saldre-
so la posición misma del cyborg le resulta extra- mos por distintas puertas; y al final nos quedará
ña como posición para el sujeto y, sin embargo, una serie de rastros, huellas, vestigios y recuer-
ello no le impide asumirla «con un espíritu aira- dos, que cada uno ligará como pueda y quiera.
do, crítico, alegre y demente» (ibid.).
Aunque hayamos hablado de narrativa, su-
rrealismo o escritura cyborg o, más adelante, 2. Dimensiones y cronotopo
tildemos a esta figura de metafórica y mítica,
hemos de ser capaces de evitar caer en las cíe- de las posiciones cyborg: Guía
nagas de lingílistización en que se hunden de entradas y salidas
muchas visiones postmodemas y entender que

N
hacer esas referencias no es reducirnos a, ni
regocijarnos en, un mundo de simulacros o de uestros movimientos van a seguir
puros intercambios discursivos. Ni podemos ni algunos de los pasos dados por Ha-
queremos dedicamos a elegantes y displicen- raway. Por eso conviene empezar
tes juegos del salón intelectual de fin de mile- (2.1) recordando la posición de partida cons-

~flE5IEPA6
truida en su reciente obra Modest Witness @ institucionales y materiales, pero ello no es
Second Millennium. FemaleMan(c) Meas óbice para que busque constantemente los
OncoMouseiM y que ella misma se adscribe. medios para, como ella misma dice (1997:3),
Más que nada por saber dónde nos tenemos «evitar tanto las narrativas como las realidades
que colocar al comienzo de esta irónica come- de la Red que amenazan su mundo al final del
dia. A continuación (2.2) examinaré cuales son Segundo Milenio Cristiano». No le queda más
las principales vías de tránsito por el espacio- remedio que admitir la contaminación de su
tiempo en que se sitúan tanto sus movimientos punto de partida o posición de sujeto que «más
cuanto las posiciones-cyborg. Ello nos permi- bien está implicada, preocupada y esperanzada y
tirá identificar esas vías como las dimensiones es sospechosa, conocedora e ignorante» (ibid).
características de su cronotopo (2.3). Esta, su actual posición de partida, que
(2.1) Prácticamente desde el comienzo, los como todas es algo por lo que se lucha y de lo
trabajos de Haraway han sido elaborados con que en cierto sentido somos responsables, se
la conciencia de que todo tipo de signos, metá- ha venido labrando desde que empezara a tra-
foras, figuras y textos cobran sentido hoy en el bajar a comienzos de los 70 en el departamen-
mundo físico-semiótico de la tecnociencia, to de ciencias de la Universidad de Hawai y se
cuyas reglas y gramáticas aplicamos y encar- encontrara con que el activismo antimilitarista
namos. Y su última obra no podía ser una y feminista la conducían a una visión crítica y
excepción. De hecho, en ella (1997: xiv) su política de la Biología. Así considerada esta
autorretrato queda ubicado en el encuentro ciencia se hacía interesante no porque trans-
entre dos cyborgs, que se produce en ese cendiera las prácticas históricas con afirmacio-
mundo excesivo que a la vez denunciamos y nes o leyes universales (como sugieren las
celebramos. Uno es el personaje de ciencia fic- epistemologías ilustradas) sino porque era y
ción feminista que transgrede multitud de podía ser «parte de la acción vital en el
fronteras e incluye los derechos de reproduc- mundo», porque era y «es un discurso político
ción (copyright) de sí misma: es la hombre- (...) que puede producir intenso placer intelec-
hembra(c) o FemaleMan(c). El otro es el caso tual, emocional, social y físico» (1997:104-5).
paradigmático de la producción industrial de De ahí que a aquella ausencia de inocencia en
organismos que necesariamente está registrado la práctica científica se una el compromiso
comercialmente: es el ratón-del-cáncer u profundo con una política científica crítica que
OncoMouselM. sea democrática, evaluativa, pública, con
Esta ubicación, además de reiterar la imposi- diversos actores y agendas y orientada a la
bilidad de vivir inocentemente en tal «régimen igualdad y al bien-estar heterogéneo (1997:
de tenobiopoder», la obliga a admitir que ahí 95). Un compromiso alimentado desde el
sólo puede (podemos) leer y escribir si conjuga feminismo radical y desde las luchas antirra-
lo informático, lo biológico y lo económico cistas principalmente.
(1997:2). Nada de ello le impide, sin embargo, Pero aquí, cuando el ardor guerrero puede
reconocer inmediatamente que también sigue asaltamos, no basta con admitir la inexistencia
(seguimos) siendo descendiente de las alfabeti- de posiciones inocentes y la inutilidad de
zaciones y narrativas de salvación cristianas y renunciar al poder y al placer que la tecno-
de aquellas otras alimentadas por la Revolu- ciencia nos procura. Lo necesario, aunque difí-
ción científica, la Ilustración o la misma tecno- cil, es buscar y construir las posiciones desde
ciencia. Por ello afirma (1997:6) que estando las que una mirada más perspicua nos permita
situada, material y semióticamente, en los comprender y aceptar lo que tenemos, somos,
nudos de unas de la más potentes instituciones tememos, podemos y queremos. Eso es lo que
de investigación tecnocientífica, como es la en gran medida nos promete la figura del
Universidad de California, su pretendida inter- cyborg. Pero quizá por esas dificultades, Hara-
vención como científica —«observadora modes- way afirma (1997:7) que, caminando en esa
ta» según la epistemología tradicional— no dirección, con sus pasos «intenta escribir sobre
puede ser inocente ni simplemente oposicional, el filo de navaja que hay entre la paranoia de
como muchos feminismos han pretendido. que el Nuevo Orden Mundial hecho efectivo
Estas coordenadas de su ubicación, le permi- mediante la vinculación del capital transnacio-
ten saberse ligada a diferentes redes discursivas, nal y la tecnociencia defina realmente el mundo
y la denegación de que muchas prácticas de la tecnociencia —de hecho tendremos que hablar
dominación distribuidas y articuladas estén cre- de tecnobiopoder—, por no entrar en la redefini-
ciendo desmesuradamente de hecho en esos ción del mercado, las relaciones y las condicio-
mismos vínculos». nes laborales que esta produce.
(2.2) Como punto de partida para nuestro El objetivo no es describir, ni mucho menos
itinerario conceptual, el filo de la navaja resul- prescribir, las condiciones espacio-temporales
ta algo incómodo. Y si no se nos da bien el de los cyborgs. Unas y otros pueden variar.
fonambulismo más vale que cuanto antes Las unas quieren ser un medio para entender y
encontremos las vías posibles de tránsito por localizar a estos y una indicación manejable a
ese espacio que queremos transitar. Si nos fija- la hora de establecer articulaciones epistemo-
mos en algunas de las principales coordenadas lógicas y políticas. Los otros marcan unas po-
que han marcado y, a la vez, le han permitido siciones-de-sujeto, unas agencias, que, como
modelar su punto de partida veremos aflorar la propia Haraway dijo corrigiéndose a sí
esas vías o dimensiones características de su misma (1990:17), están ocupadas por «gentes
espacio-tiempo. Ahí están sobresaliendo la en ciertas regiones del sistema transnacional
tecnociencia, el biopoder, el capitalismo trans- de producción, que difícilmente imaginan las
nacional o Nuevo Orden Mundial S.A. y [el situaciones de otras persona en el sistema».
final de] el Segundo Milenio Cristiano. No hay que olvidar tampoco que las cuatro
No pretende ser esta una enumeración coordenadas o vías actúan cruzadamente y
exhaustiva de los rasgos del espacio-tiempo en muchas veces son indiferenciables unas de
el que ella, como cyborg, se sitúa: es una enu- otras. Su diferenciación es, por tanto, más ana-
meración suficiente. Mucho menos puede pre- lítica que empírica. Pero creo que nos ha de ser
tenderse su generalización, sin alteraciones sig- útil, pues nos permitirá verlas como vías alter-
nificativas, a otras posiciones de las redes en nativas y complementarias de entrada y salida
que nos movemos. Sin embargo, si pensamos del espacio-tiempo cyborg y facilitará el que
en nosotros, como habitantes de una semiperi- apreciemos que juntas, y vistas como dimen-
feria geopolítica, españolitos/as de hoy, aunque siones, conforman y caracterizan el cronotopo
las coordenadas más marcadas puedan ser las o espacio-tiempo material y semiótico en que
dos últimas, nadie negará la creciente importan- se ubican las posiciones cyborg. Por ello con-
cia de la medicina, la farmacología, la cosméti- viene empezar ya recogiendo de Haraway una
ca, la publicidad, etc., esto es el biopoder, en el somera presentación de cada una de estas vías,
control de nuestras vidas, cuerpos e inclusos condiciones o dimensiones, sin dejar de plas-
deseos, ni que a todo ello cada vez le afecta más mar, en un cuadro, su interrelación:

A: Tecnociencia
8: Biopoder
C: Segundo Milenio Cristiano
D: Nuevo Orden Mundial, S.A.

E
El cyborg como reconstrucción del agente social 169

(a) La tecnociencia es la dimensión que (d) Por último y actuando como una especie
mayor número de veces y con más profundidad de caldo de cultivo general aparece la di-
resalta, pues los cyborgs son para ella figuras y mensión que llama del Nuevo Orden Mundial,
formas de vida gestadas en ese histórico hiper- entendido como una empresa constituida en
espacio llamado tecnociencia. El tránsito por organización o corporación legal (Incorporo-
estos lugares nos conduce a una región en la ted). Esta vía conduce a los cyborgs como resi-
que, según Haraway (1997:2-4 y 12), por un duos de las prácticas del poder institucionaliza-
lado se sobrepasa la distinción entre ciencia y do (político y militar), claramente alimentado
tecnología, mediante el conjunto de tecnologías por las potentes nuevas tecnologías, y como
materiales, sociales y literarias que estructuran resultantes del capitalismo transnacional, que
nuestro espacio-tiempo general y a nosotros tiene en la innovación científico-técnica (el
mismos como entidades, y, por otro lado, se I+D) uno de sus principales motores. Es más,
superan las oposiciones entre naturaleza y cul- guiada por su vertiente paranoico-formaliza-
tura y entre sujeto y objeto, mediante una trans- dora, Haraway (1997:102) llega a definir el
posición, movilidad y cambio de las posiciones volumen encerrado bajo esta dimensión de
posibles y una profunda mutación en la narrati- nuestro espacio-tiempo como el resultado de
va histórica dominante. Habrá que transitar por «la integral de todos los casos de naturaleza
ambos lados de esta dimension. mercantilizada multiplicado por todos los
(b) Es cierto que Haraway se refiere más casos de cultura mercantilizada».
veces al régimen en el que habitan los cyborgs (2.3) La conversión de estas dimensiones
como tecnobiopoder, como cuando por ejem- en vías por las que dejar discurrir nuestro có-
pío dice (1997:9) que: «estamos en el dominio mico y entrecortado paseo en tomo a las posi-
del tecnobiopoder, con sus formaciones de su- ciones sujeto denominadas cyborg requiere dar
jeto, sus creencias y sus prácticas». Pero para un segundo paso, consistente en concebir todo
poder diferenciar esta dimensión de la anterior este espacio-tiempo —en lugar de solamente a
ella misma se ve impelida a ponerla bajo el las dos últimas dimensiones, como parece
paraguas especificador del concepto foucaul- hacer Haraway (1997:102 y 43-4)— como un
tiano de biopoder, entendido como «las prácti- cronotopo, esto es, como «la conexión esencial
cas de administración, vigilancia y terapia de de relaciones temporales y espaciales (...) que
los cuerpos que discursivamente constituyen, expresa el carácter indisoluble del espacio y el
aumentan y manejan las fuerzas de los orga- tiempo (el tiempo como la cuarta dimensión
nismos vivos» (1997:11). Así haremos noso- del espacio)» (Bajtin, ¡989:237).
tros, sin olvidar que ambas dimensiones están La relevancia de este paso está en que, apo-
cada vez más entrelazadas. yándonos en Bajtin, podemos, sin perder esta
(c) Desde el primer momento nos dice naturaleza material que le dan su origen en la
(1997:10) que la tecnociencia está repleta de física (Einstein), su aplicación en la Biología y
figuras e historias cristianas. Poco a poco va su posibilidad de referencia a un momento his-
resaltando como en ella se da un discurso tórico real, ampliar el concepto de cronotopo
milenarista sobre orígenes y finales, sufri- llevándolo al terreno de la narratividad. En ella
mientos y progresos, etc. Hasta que llega un actuará como una categoría de la forma y el
punto en que ni los mecanismos y mutaciones contenido, en la que se unen los elementos es-
de la tecnociencia, ni el control del biopoder le paciales y temporales en un todo inteligible y
son suficientes para caracterizar la matriz en concreto, que determina en gran medida «la
que se produce la emergencia incontrolada de imagen del hombre» e incluye siempre un
muy diferentes cyborgs. Entonces se ve obli- momento o «punto de vista emotivo-valorativo»
gada a reconocer (1997:43) que ante «esa im- (Bajtin: 237-8, 393). Por ello acierta Haraway,
plosión del bestiario de cyborgs» y, al menos aunque se quede algo corta, al hablar (1997:42)
para la mayoría de los occidentales, lo quera- del cronotopo como un tiempo tópico —tiempo
mos o no, nos encontramos viviendo en el sis- como temporalidad y tópico como tema co-
tema de medidas y valores semiótico-materia- mún o ámbito retórico y como lugar específi-
les connotados por el Segundo Milenio co— que, al marcar el carácter histórico o varia-
Cristiano y su ambivalente relación con las ble de la interrelación entre espacio y tiempo,
historias apocalípticas de desastre-y-salvación. nos «introduce en la contingencia, la espesura,
la desigualdad, la inconmensurabilidad y el Cada cronotopo conlíeva unas condiciones y
dinamismo de los sistemas culturales de refe- modos posibles de existencia y de sentido. Por
rencia mediante los que las personas se conec- ejemplo, conlíeva una temporalidad, un factor o
tan unas a otras en sus realidades». centro organizador del momento-posición-suje-
Haraway parece olvidar un rasgo muy bajti- to y un modo de agencia humana dominantes.
niano del cronotopo, a saber, que todas las En nuestro caso parece que se impone una espa-
interrelaciones entre cronotopos son dialógi- cio-temporalidad reversible y trasmutable2 así
como un tipo de factor organizativo dado por la
cas. En el marco de una obra, en el marco de
creación de una obra, en el marco de su lectu- conexión flexible, fragmentaria y global de dis-
ra e interpretación intervienen diferentes cro- tintos tipos de redes3 y un modo de agencia que
notopos. que se relacionan de diversas mane- viene precisamente dibujado por los cyborg,
con su imagen ambivalente de monstruo terro-
ras. Pero todas las interrelaciones, dentro de un
rífico y figura sacrificial
‘.
marco o entre unos marcos y otros, son dialó- Frente a la laxitud en la aplicación del térmi-
gicas en sentido amplio: ningún cronotopo
no «cronotopo» que recorre buena parte del tra-
interviniente es mudo o puro objeto y ese diá-
logo entra en el mundo cronotópico del autor bajo de Bajtin para nosotros, como para el
~,

último Bajtin (1989:408), el cronotopo será un


(Haraway), de la obra (narración sobre/de los
espacio-tiempo semántico y valorativo en el
cyborgs) y del interprete (yo mismo, posterior-
mente interpretado por ti). Ahora bien, según que, según sus normas principales de medida o
Bajtin (1989:403-4), por muy alejados que valoración, motivos como el encuentro, el ca-
estén en el espacio-tiempo, autores y oyentes- mino, la pérdida, etc, que constituyen los ele-
lectores comparten un mundo unitario y real mentos componentes de muchas narrativas
dominantes —de sus argumentos, de su defini-
que está creando al texto, está creando el
mundo en él representado. «De los cronotopos ción de posisiciones e identidades, etc.— cobran
reales de ese mundo creador surgen los crono- y transmiten un sentido u otro.
Dicho todo esto, surge inevitablemente la
topos, reflejados y creados, del mundo repre-
pregunta sobre si las dimensiones del cronoto-
sentado en la obra (en el texto)» (Bajtin: 1989:
PO del cyborg que hemos propuesto nos dan
404) k Ese es nuestro propósito: ver en el cro-
notopo del cyborg la muestra del cronotopo sus nonnas principales de medida y valora-
que compartimos con Haraway. ción. Espero que la respuesta afirmativa quede
Es en este sentido en el que al dar las coorde- asentada al final de este trabajo. Pero, en cual-
nadas o dimensiones del cronotopo del cyborg quier caso, hay que tener en cuenta que todo
no sólo damos las coordenadas semiótico-mate- cronotopo —histórico, literario o físico— no es
riales de su posición sino también algunos de general o, mejor, que sus dimensiones básicas
se jerarquizan de modo diferente según a qué y
los principales rasgos de nuestro cronotopo his-
tórico-real y de las posibles posiciones del con qué base se refieran6.
agente en él. Como la topología que B. Latour Por todo ello, no nos bastaría, por ejemplo,
con afirmar que el cronotopo de nuestro espa-
persigue o la cartografía que F. Jameson predi-
ca y pretende, el establecimiento de la geografía cío-tiempo constituyente es el de las amenazas
y promesas últimas o terminales, tanto en su
del cronotopo es un movimiento político-cogni-
tivo, es geopolítica discursiva. La relevancia de dimensión de tecnobiopoder, cuanto en la de
hablar del espacio-tiempo o cronotopo para pre- capitalismo trasnacional y en la de la narrativa
milenarista cristiana. Tampoco nos sería sufi-
sentar al cyborg como reestructuración del
agente social se deriva en gran medida de que ciente con indagar la especificaciones de espa-
una vez que, como el postestructuralismo y la cio-temporalidad que alimenta nuestro crono-
teoría del actor-red, entre otros, han argumenta- topo, tales como la temporalidad de los enlaces
do, no hay un «ser-sujeto» por antonomasia, lo de comunicación y el rediseño de sistemas o la
más que nos queda es una «posición-sujeto» o, espacialidad de la globalización semiótico-
mejor dicho, un «momento-posición-de-suje- material del mercado. Necesitaríamos pregun-
to» y para situar esos momentos-posición posi- tamos además por la peculiar forma de exis-
bles y darles su geografía, que siempre es geo- tencia y agencia que nos habilita. Y aquí es
política, resulta conveniente esbozar su donde emerge el cyborg como respuesta: el/ella
cronotopo dominante o característico. es la forma y el modelo peculiar de agente en
este cronotopo. Pero también aparece como matología (1989) y, como ella misma dice
problema: como espacio abierto, peligroso y (1994a:22), «empecé a pensar en los primates
problemático. Por ejemplo, afirmar que la tem- como ‘figuras’, como esas entidades germina-
poralidad que le incumbe no es la orgánica y les en las que se condensan las imaginaciones
desarrollista, sino la de condensación, fusión e de muchas personas. Vi los primates como
implosión de sistemas e informaciones o que esas criaturas en las fronteras entre lo que
su espacialidad no es la establecida por la cuenta como naturaleza y lo que cuenta como
separación entre lo universal y lo local, sino la cultura, sobre las que se ha proyectado gran
de la globalización y la flexibilidad de la red, cantidad de discurso racista en EE.UU. a par-
no hace sino plantearnos preguntas sobre los tir de los años sesenta.» Los primates se le apa-
posibles habitantes de este cronotopo. recían ligados a mundos muy heterogéneos
como la cultura popular, la biología evolutiva
o los zoológicos, portando en sus cuerpos el
3. Emergencia y presencia de sentido de muy diferentes historias.
El segundo momento tuvo lugar cuando
los cyborgs: el cyborg como pasó a la Universidad de California y empezó
respuesta a enseñar Teoría feminista. Allí, durante los
años ochenta fue donde, según ella misma

Rl
MS
ecesitamos unas indicaciones ini-
ciales mínimas que nos permitan
reconoce (1994a:23), «empezé a hacer el tra-
bajo cyborg, el trabajo sobre las hibridaciones
y fusiones entre lo orgánico, lo humano y lo
reconocer en nuestras entradas y técnico, y sobre el modo en que lo material, lo
salidas a las figuras cyborg y faciliten que literal y lo trópico implosionan uno en otro.
estas juegen el papel de respuesta inicial a la (...) Comencé a comprender como máquinas y
pregunta por la forma de existencia privilegia- cuerpos son herramientas y metáforas históri-
da en nuestro espacio-tiempo. Con ese fin voy camente específicas, sin que por un segundo
a atreverme a formular una primera aproxima- perdieran su feroz materialidad. (...) Me com-
ción general a la idea de cyborg, afirmando prometí en las regiones de las tecnociencias
que: El cyborg es la articulación metafórica y con el proyecto de luchar por cuerpos y signi-
material de lo que somos y podemos ser: es el ficados feministas y antirracistas».
monstruo que muestra nuestra ontología (posi- En ese caldo de cultivo, la Socialist Review
ble) en este capitalismo globalizador y frag- la pidió que aclarara qué había ocurrido con el
mentario, en el que no queda otro remedio que feminismo socialista durante la era Reagan,
navegar en páginas, códigos, discursos y cuer- cómo era posible que prácticamente hubiera
pos minados. Prácticamente el único valor de desaparecido ese movimiento. Así fue, como
esta formulación es servirnos de ayuda provi- en un tercer paso, escribió en 1985 «Un mani-
sional para atender, en primer lugar (3.1), a la fiesto para cyborgs», acta de nacimiento de sus
aparición del cyborg en la obra de Haraway y, ideas sobre estos seres. Como ella misma con-
en segundo lugar (3.2), su emergencia en el fiesa (1994b:243-4), el manifiesto empezó
seno mismo de nuestro cronotopo. siendo una «especie de trabajo sobre un espa-
(3.1) Tenemos la suerte de que en diferen- cio soñado», donde pudiera reverdecer aquel
tes entrevistas la propia Haraway ha comenta- feminismo. Pero su escritura se fue complican-
do cómo fue concibiendo la idea del cyborg. do con toda una serie de ajustes de cuentas
Ello nos permite señalar tres pasos: los antece- pendientes, tales como asimilar la profunda
dentes, la enunciación y la consolidación. En transformación de los organismos como obje-
los antecedentes podemos distinguir a su vez tos discursivos —ahora más bien parecían siste-
tres momentos. El primero surge cuando su mas de comunicación sometidos a la lógica
actividad política local como feminista (Balti- militar de los objetos de la guerra fría—, supe-
more, años setenta) la pone en contacto con rar la visión exclusivamente negativa o repre-
toda una serie de desigualdades raciales, que la siva de la tecnología por parte de los marxis-
hacen añadir esta sensibilidad a su trabajo mos —imaginando las otras posibilidades
como historiadora de la biología. En esa época insertas en aquella— o asimilar las aportaciones
estaba preparando su gran trabajo sobre la pri- visionarias de la ciencia ficción feminista,

PPbgM~,
como contrapeso al andro-etnocentrismo del ciencia ficción, especialmente la feminista y
psicoanálisis. antirracista, como posibilidad de leer los sig-
El resultado de todas estas tensiones hizo nos desconectados de un mundo inconmensu-
que la importancia de este manifiesto no se rable y de convertirse en vehículo de alternati-
agotara en su carácter heráldico ni en su fun- vas (1991:207-8, 226-8).
ción de foco ordenador del más conocido e Todos estos movimientos dejan sus huellas
importante libro de Haraway y terminara cons- en el rostro del cyborg. A todos viene a respon-
tituyendo un auténtico aldabonazo para quie- der de alguna manera su figura. Sin embargo, su
nes seguimos queriendo pensar el presente sin consolidación tiene lugar en un tercer momen-
resignación ni resentimiento. El manifiesto, to, en su articulo «The Promises of Monsters»,
con su densa, rica e iluminada prosa, que hace que es corolario y actualización de sus pasos y
honor a su titulo, puede tomarse como su pri- obras anteriores y, por ello, cierra el proceso de
mer trabajo dedicado al modo de existencia y emergencia del cyborg en su pensamiento. Aquí
agencia del cyborg: es el lugar donde se enun- se añaden un par de elementos que resultan
cia su presencia sin rubor alguno. En él se importantes y reveladores.
defiende su visibilidad, su consideración y su En primer lugar, y en línea con el motivo u
relevancia político-analítica. Conviene tener objetivo (iii) de afrontar las heridas infligidas
en cuenta, sin embargo, que el enunciado que al sujeto, el cyborg aparece como instrumento
allí se hace de rasgos y procesos que adornan óptico que forma parte de una cartografía polí-
a esta figura está conectado, como foco agluti- tica de lo que puede contar como natural,
nante, a toda una serie de transformaciones como posible o como temible y que, en este
que Haraway pretende realizar en el resto del sentido, modifica el tipo de sujeto y de agen-
libro, como son: cia. No olvidemos que para Haraway (1991:
i) rechazar la alianza entre evolucionismo, 188-91), como para la psicobiologia (F. Vare-
funcionalismo y modelo económico-racional la) o la teoría de la ciencia (N.R. Hanson), toda
de mercado (1991 :parte 1), para abrirse a nue- visión o percepción es parcial, activa y organi-
vos paradigmas teóricos, epistemológicos y zadora y forma parte de la prótesis de campos,
políticos, como los que introduce la cada vez nudos e inflexiones de significados que consti-
más extendida visión biotecnológica del cuer- tuyen y localizan una posición de conocimien-
po como un sistema estratégico, orgánico y to. De aquí que el cyborg ahora, con su natura-
semiótico (1991:211-2), la aplicación del dis- leza de instrumento óptico, redoble su papel de
curso ético-político a la orientación y justifica- referencia para nuestra agencia posible, con lo
ción de la objetividad científica (1991:195-6), que delimita y transforma al sujeto. En concre-
o la construcción del nuevo sujeto político con to, el cyborg quiere ser un filtro óptico que nos
los referentes básicos de la mujer y de un permita ver el mundo «desde la perspectiva de
mundo tecnológica y multinacionamente un socialismo todavía posible, un ambientalis-
mediado (1991:141 -7); mo feminista y antirracista y una ciencia para
u) luchar desde dentro de la tecnociencia la gente» y nos haga reconocernos como parte
por un modo de practicarla que, sin renunciar de «aquellos que son fetos planetarios gestán-
a producir la máxima y mejor (in)formación, dose en el fluido amiótico del industrialismo
la convierta en modo de apropiarse del pasado terminal» (1992:295-6).
y de abrir posibilidades al futuro (1991:41 - El segundo elemento es complemento inelu-
2,67-8,39); dible del anterior, pues viene a recordarnos que
iii) superar los discursos cerrados de la la historicidad del ojo que mira es una faceta de
«muerte del sujeto» mediante la «apertura de la camalidad y materialidad de cualquier posi-
sujetos, de agentes y de territorios narrativos bilidad de conocimiento y acción, esto es, de
no isomórficos, inimaginable desde el lugar cualquier acción intencional o agentividad. El
ventajoso del ojo ciclópeo y autosatisfecho del agente, en este caso, el cyborg, está siempre
sujeto dominante [the master subject]» (1991: posicionado y localizado en la materialidad y
192); y semioticidad de un espacio-tiempo y su mira-
iv) desplazar el etnocentrismo inherente al da, como su acción, brota do an organismo que
modelo psicoanalítico y a la literatura utópica es resultado de todo un aparato de producción
novecentista, dando cabida a la literatura de corporal, donde lo biológico, lo técnico y lo
discursivo se entremezclan (Haraway, 1992: años setenta, nos dice (1997:70-1), cuando se
298). En concreto, Haraway señala algunos realiza con éxito el primer experimento de in-
ejemplos, como el del indígena de la Amazo- geniería genética y se crea en Berkeley (Cali-
nia que registra en una videocámara a los otros fornia) la primera empresa de biotecnología. Y
miembros de la tribu (1992:309) o el del enfer- pocos años después, nos recuerda insistente-
mo de sida que sumado a la coalición ACT UP mente Haraway (1997:75-7), en 1975, 5. Russ
modifica su propia posición, la de los médicos publica el texto fundante de la ciencia ficción
y burócratas, e incluso la de los virus (1992: feminista, que da pie a la figura cyborg del
323), para mostramos que al menos algunos hombre-hembra, que muestra la naturaleza
cyborgs han roto las axfisiantes barreras ima- híbrida, política y mítica de nuestros extrate-
ginarias —pero no por ello menos rotundas— de rrestres. A partir de ese momento la multiplica-
la identidad y han pennitido e internalizado ción de los diferentes tipos y modos de cyborgs
relaciones blasfemas con otras naturalezas, irán desalojando incesantemente del centro de
modificando así material y radicalmente la la acción y de la visión a otros modos de exis-
estructura de la acción. tencia (supuestamente) autónoma.
(3.2) En este punto podemos dar por bási- Ahora bien, si he hablado de emergencia y
camente establecida la figura del cyborg en la no de origen es porque Haraway niega explíci-
obra de Haraway, aunque posteriormente tamente (1991:151) que el cyborg participe de
hayan seguido surgiendo aplicaciones que lo ese mito humanista y moderno del origen uni-
matizan y amplían. Estamos y seguiremos tario y fundacional. Su nacimiento es más bien
estando ante un concepto abierto. Por eso ilegitimo y problemático y no constituye ni un
ahora podemos pasar, sin perder su guía, a Edén al que volver, ni un destino o determina-
ocupamos de cómo y cuándo emerge, nominal ción que continuar. Resulta muy poco signifi-
y empíricamente, el cyborg. cativa la partida de nacimiento de esta familia
Haraway sitúa (1997:51) la primera visión de criaturas, si es que tal cosa fuera posible.
de la criatura, saliendo de su matriz o cronoto- Por otro lado, podemos ver esta propuesta en
pos constitutiva, a comienzos de los años se- línea con el planteamiento de Nietzche y Fou-
senta cuando, a la vez que se produce por pri- cault, según el cual lo relevante no es cómo
mera vez una rata normal de laboratorio, comienza algo, su origen, ni siquiera lo que
implantada con una bomba osmótica, aparece sea o el hecho de que sea ese algo es definiti-
el término «cyborg» y se utiliza para referirse vo, lo relevante se encuentra en los mecanis-
a un hombre cuyo perfeccionamiento, median- mos y procesos que lo producen contingente-
te su hibridación con máquinas, le permitiría mente, lo transforman y lo reinterpretan
sobrevivir en un ambiente extraterreste. Los (Arditi, 1993). Lo que nos interesa resaltar, por
cyborgs serian en ese punto vistos como «sis- tanto, son los procesos o mecanismos que ges-
temas hombre-máquina autorregulados», tan y transforman ese caldo de cultivo en que
como entonces se decía, cuya instancia ejem- emerge el cyborg.
plar venía constituida por «los hombres del La renuncia al mito del origen y el plantea-
espacio», epitome, nos dice Haraway (1991: miento genealógico hacen que reafirmemos la
150-1), del sueño moderno de autonomía indi- inexistencia de una esencia cyborg. No hay
vidual respecto de la madre/tierra/tradición y marcas genéticas, ni fisiológicas, ni conductua-
fin apocalíptico de la escalada occidental de les o políticas que den unidad estable, identi-
dominación del mundo. dad, a este conjunto de criaturas. Lo máximo
Todavía pasará un tiempo para que la rata se que podremos encontrar es un cierto aire de
encuentre con su denominación y el astronauta familia, más por la comunidad del aire que res-
con su naturaleza, consolidándose así la apari- piran que por la sangre que les nutre. De ahí
ción de los cyborgs. El final de ese período que sea tan importante aclarar el espacio-tiem-
transicional en la emergencia de los cyborgs, PO O cronotopo que es el aire de los cyborgs. De
sus primeros balbuceos autónomos podríamos ahí que ahora, para captar con más claridad la
decir, lo pone Haraway en el momento de la emergencia diferenciada de tales criaturas
implosión de la informática, la biología y la durante estas tres décadas y poder percibir las
mundialización económica, que se produce transformaciones que hayan podido ir abriendo
diez años más tarde. Es a principios de los en nuestra realidad y en nuestras posibilidades
conviene introducir, al menos, cuatro puntuali- ción y la alta tecnología de las transnacionales;
zaciones referidas al etéreo nutriente. todos los mecanismos materiales e intituciona-
(i) Recordemos que la sopa amiótica de les, desde el cultivo nacional de pescado a la
nuestros amigos, que es la nuestra también, es Cumbre de Río de 1992, con los que se produ-
un espacio-tiempo sin límites precisos entre lo ce ese hábitat planetario y tecnocientífico que
orgánico y lo artificial, lo ficticio y lo real, lo llamamos ecosistema y se causan dolores de
posibilitante y lo constreñidor. Así entendere- parto en las prácticas de control de recursos; y
mos que Haraway afirme (1991:151-4) que los mecanismos de producción de una con-
pivota sobre tres precondiciones, que son tres ciencia cotidiana y globalizada en medio de la
procesos de desmoronamiento de fronteras. El pandemia planetaria de entretenimientos me-
primero es la desaparición, dentro del discurso diáticos, multiculturales y un tanto cyborg
y de la cultura científica, de límites entre lo como la serie Star Trek, las películas Blade
humano y lo animal, a la que tampoco son aje- Runner o Terminator o los conglomerados
nos los movimientos en favor de los derechos Time-Warner y CNN o Disney y CBS.
de los animales. El segundo se ha ido produ- (iii) Quizá porque Althusser (1969:70-6)
ciendo con el desarrollo de la cibernética, la fue contundente en el rechazo de los conceptos
robótica y la tecnología en general, que han idealistas y los empiristas de «origen», «géne-
desdibujado la separación entre organismo sis» o «nacimiento» y se propuso buscar los
(con su autonomía) y la máquina, y han termí- mecanismos de producción y mutación de ob-
nado por desbaratar fatalmente la certeza de jetos y sujetos y porque para él (1969:275-6)
qué sea lo que debe tomarse como naturaleza. los sujetos o individuos son siempre resultado
Por último, el desbordamiento de la capacidad de las prácticas, son portadores o representan-
de producción informática ha roto la separa- tes de la combinación de las tensiones, dimen-
ción entre lo físico (lo material, el hardware) y siones o determinaciones propias de las prácti-
lo no-físico (lo formal, el sotfware). La minia- cas productivas autónomas, fue por lo que
turización de la máquinas, que las termina con- Haraway acudió a él para establecer un modo
figurando a base de ondas electromagnéticas y o mecanismo general que delimite y fije la po-
minúsculas superficies para la escritura, como sición del sujeto cyborg en el discurso y en su
son los chips de silicio, ha alterado radicalmen- cronotopo, a la vez que exprese el carácter
te las relaciones entre tres elementos centrales ideológico de toda la operación. Así, y sortean-
de nuestra civilización: el poder, la escritura y do a duras penas el fuerte estructuralismo que
la tecnología. Sus naturalezas parecen ahora late en el pensamiento althusseriano y con la
difícilmente separables y diferenciables. Quizá, clara conciencia de que la tecnociencia es un
por recuperar las resonancias de la dimensión cronotopo que rebasa el ámbito de la ideología,
religiosa, pudieramos equiparar la emergencia Haraway encontró el concepto de interpelación.
de los cyborgs a una epifanía que estos tres pro- La interpelación, nos recuerda Haraway
cesos alimentan contingentemente. (1997:50), tiene un doble uso como «interrup-
(u) En este mismo sentido de especificar ción en el discurso» que llama a alguien, que al
los mecanismos genealógicos y transformado- contestar se reconocerá como sujeto posiciona-
res de los cyborgs conviene recordar que Hara- do en ese discurso, y como exigencia parla-
way (1997:12-3) señala «cuatro tentáculos de mentaria de responsabilidades a los gober-
la matriz tecnocientifica, históricamente espe- nantes. Para aclararlo utiliza el mismo ejemplo
cífica, en que se gestan las formas de vida que Althusser, el del policía que grita ¡eh, tú!
cyborg», cuatro mecanismos o aparatos para en la calle. Si me vuelvo y atiendo entro a for-
su emergencia, cuatro parteras, que son: los mar parte de un poderoso discurso, aunque
aparatos de los conflictos annados, mundiales pueda hacerlo de diversas formas como teme-
y postnucleares, cuya «tecnología puede ser roso o sospechoso, como confiado u observan-
condensada en la metáfora 01, centro-de-con- te, etc. Es mi responder a la interpelación lo
trol-de-comunicación-e-inteligencia, el símbo- que me habilita como participante, aunque
lo militar de su teoría de operaciones» (1991: nunca lo haga en las condiciones elegidas y
164); los mecanismos del tráfico mercantil siempre se me puedan pedir responsabilidades.
hipercapitalista y las estrategias de acumula- Desde ahí no dudará en afirmar que los
ción flexible, que descansan en la miniaturiza- cyborgs resultan de y producen una interrup-
ción y una rernvención, esto es, una interpela- pectiva, un mundo cyborg podría tratar
clon. Nosotros podemos quedarnos con la idea de realidades sociales y corporales vivi-
de que este es el mecanismo de producción das en las que la gente no tiene miedo de
discursiva, es decir, político semiótica, de los su parentesco con animales y máquinas
cyborgs. «En el vientre del monstruo, nos dice ni de identidades permanentemente par-
(1992:302), incluso aquellos otros inapropia- ciales ni de puntos de vista contradicto-
dos/ables parecen ser interpelados —apelados rios. La lucha política consiste en ver
mediante una interrupción— en una posición desde las dos perspectivas a la vez, ya
concreta que he aprendido a llamar posición de que cada una de ellas revela al mismo
sujeto cyborg.» tiempo tanto las dominaciones como las
(iv) Es importante tener en cuenta la emer- posibilidades inimaginables desde otro
gencia bastarda y terrorífica de la figura lugar estratégico. La visión única produ-
cyborg que hemos narrado al comienzo de este ce peores ilusiones que la doble o que
apartado (3.2), así como las posibilidades de monstruos de muchas cabezas. Las uni-
crítica y transformación que algunos cyborgs dades ciborgánicas son monstruosas e
abren y hemos señalado al final del apartado ilegítimas.»
anterior (3.1), para entender que esos seres
monstruosos, revelados por la interpelación, a
la vez que están repletos de promesas son real- 4. Dimensiones o vías de
mente peligrosos. La aportación de Haraway
consiste en hacernos ver cómo toda esta serie acceso a las posiciones cyborg:
de procesos y mecanismos, que inmediata- el cyborg como problema
mente nos parecen represores, cuando no tota-

L
litarios, sin dejar de serlo, abren posibilidades
para la transformación política. Un ejemplo a propuesta de lograr la visión
reciente está en el hecho de que los mecanis- doble y vivir la ambivalencia entre
mos más poderosos de control de información, la apocalipsis y la regenaración sin
como los que representan las redes informáti- disonancias cognitivas o afectivas insoteni-
cas del Pentágono, han podido ser asaltados bIes, es una prueba evidente de la complejidad
por piratas informáticos que, en palabras de un en la que nos vemos inmersos. Por ello y por
portavoz oficial (El País 23/05/98) «se intro- la absoluta novedad del cyborg y del espacio-
dujeron en la columna vertebral de las teleco- tiempo que con él nos «envuelve» (Jameson,
municaciones del Departamento de Defensa». 1996: 13 1-8), para nosotros, por ahora, lafigu-
Aquí vemos tanto la debilidad del más po- ra del cyborg emerge no tanto como un tipo de
deroso aparato militar nunca construido, cuan- ser o un modo posible y más o menos factible
to la inexistencia de posiciones inocentes de existencia o agencia, cuanto como un espa-
—¿que harán los piratas con la información cio semiótico-material, un punto-momento.
hurtada?—. Ninguna intención, ninguna posi- una posición, cuya naturaleza múltiple, híbrida
ción, ningún mecanismo está inmaculado. y variable exige que la visitemos una y otra
Haraway lo sabe y toma como bastarda su vo- vez, fugaz y tangencialmente, iniciando nues-
luntad de dar la vuelta desde dentro a la ima- tro paseo quizá desde alguna posición o pers-
ginería, la retórica y la finalidad de la práctica pectiva conocida. A ello se une el que, como
tecnocientífica. Por ello nos dice (1991:154): bien dice Jameson (1996:58), al haberse for-
mado en gran medida nuestros hábitos percep-
«Desde una perspectiva, un mundo de tuales y conceptuales en un espacio-tiempo
cyborgs es la última imposición de un diferente, el del modernismo, la mutación aca-
sistema de control en el planeta, la últi- ecida nos exhorta a desarrollar nuevos órga-
ma de las abstracciones inherentes a un nos, a «ampliar nuestra sensibilidad y nuestro
apocalipsis de Guerra de Galaxias cuerpo hasta alcanzar dimensiones nuevas,
emprendida en nombre de la defensa todavía inconcebibles y quizás, en última ins-
nacional, la apropiación final de los tancia, imposibles».
cuerpos de las mujeres en una orgía En cierto sentido, al hablar de las posiciones
masculina de guerra. Desde otra pers- cyborg heredamos no sólo la crítica a la utilidad
analítica y política de la idea del yo unitario o bajo el disfraz legitimador de una mejora del
idéntico (la deconstrucción del sujeto o agen- bienestar de los individuos y las poblaciones.
te), sino también la tesis —de un cierto postes- Ahora bien, como estos autores recogen
tructuralismo feminista— de que la agencia o (ibid), hay en Foucault un resabio hegeliano-
capacidad de introducir una diferencia en el estructuralista, manifestado al ver ese ordena-
mundo e incluso la intervención como sujeto miento como una estrategia sin director, que
son resultados, logros y compromisos, no sí- sin embargo nos afectaría a todos y cuyo único
tuaciones dadas, así como la idea —proviniente fin sería el incremento del poder y de orden en
de un cierto psicoanálisis de izquierdas— de sí, que Haraway no va a compartir. Perfecta-
que la expresión «posición sujeto» apunta a al- mente admite (1990:11), por un lado, que la
guna forma de identidad que permite la adhe- biopolitica determina lo que es relevante en la
sión del grupo o la articulación de diferentes vida pública, lo que puede tomarse como ciu-
posibilidades de agentividad. Es decir, nos en- dadano, etc., mientras por otro ha dicho (1997:
frentamos al cyborg como problema. Lo perci- 9) que la tecnología, incluida la tecnología del
bimos como espacio semiótico-material cuyo cuerpo mismo, es el auténtico sujeto de la his-
necesario reconocimiento acometemos cruzan- toria universal. Pero nada de ello le impide rei-
dolo según la guía de cada una de las dimen- terar una y otra vez que precisamente ese ca-
siones características de nuestro cronotopo. rácter pervasivo del biopoder no nos permite
situarnos fuera de y frente «al Sistema» o «al
Poder», no podemos volver a caer en las críti-
4.1. LA VÍA DEL BIOPODER cas del tipo «hombre unidimensional» ante la
racionalidad tecnológica, si no que nos encon-
El concepto de biopoder empieza a cobrar tramos practicando e implementando ese bio-
un contenido suficientemente relevante en los poder, por ejemplo con el desarrollo de la Bio-
tres volúmenes de la Historia de la sexualidad logía, de manera contaminada e inevitable,
de M. Foucault. En ellos, el biopoder emerge pero responsable, como extraños en su interior
como referencia al cambio producido con el (1990:11). La propuesta de Haraway se ubica
paso de la decisión soberana de ajusticiar a las en una posición equidistante entre el determi-
personas ante determinadas acciones a la ad- nismo tecnológico (gozosa o trágicamente asu-
ministración de cuerpos y poblaciones como mido) y el voluntarismo de una oposición fron-
realidades básicas de nuestra economía políti- tal a la tecnología o a la cultura científica
~.

ca. Pero esa referencia sólo se sostiene, nos No olvidemos que entre los argumentos que
recuerda Arditi (1993), sobre su relación con llevan a ver en el cyborg un modelo de nues-
tres movimientos: i) un rechazo de la visión tras mismas posibilidades existenciales estaba
liberal del poder —que nos permite verlo como el que lo que el postestructuralismo ha llama-
permeándolo todo y como posibilitante y posi- do la «muerte del sujeto» -que incluía la duda
tivo a la par que limitador o negativo-; u) la sobre la validez y centralidad del autoconocí-
captación de la sexualidad y sus discursos miento, una cierta impotencia y el reconoci-
como un mecanismo definidor de la «verdad» miento del ordenamiento y la configuración
de los sujetos; y iii) la aceptación de que poder histórico-social de diferentes posiciones posi-
y conocer son inseparables —el poder/conocer bles para los agentes— Haraway prefiere deno-
es una práctica discursiva e histórica—. minarlo «apertura de sujetos, de agentes y de
Puede decirse, como entre otros hacen R. territorios narrativos no isomórficos» (1991:
Dreyfus y P. Rabinow (1983: xxvi-xxvii), que 192). Con este movimiento se admite la aper-
Foucault ha sabido hacemos ver en los discur- tura de posiciones-momentos de encuentro,
sos y prácticas cotidianas y en los discursos mnterrelación o hibridación y se implica una
expertos -el mecanismo de la confesión o las responsabilidad y una posibilidad.
diversas prácticas terapeúticas, por ejemplo- Introducida esta modificación en el concep-
la organización generalizada y penetrante de to foucaultiano, el biopoder aparece como algo
nuestra sociedad a manos del bio-poder, y que, que nos implica a todos como afectados y
en general, podemos definir a este como un como responsables y nos ayuda a volver a ver
ordenamiento y un disciplinamiento creciente la relevancia del cyborg. Uno de los principa-
de todos los ámbitos de nuestra vida, oculto les medios de penetración y radicación de tal
El cyhorg como reconstrucción del agente social 1>77

ordenamiento, organización o disciplinamien- Al seguir la vía del biopoder con Haraway


to se encuentra en el cuerpo y la corporalidad nos encontramos con que los cyborgs, como
como locus orgánico en el que las prácticas posiciones-sujeto visibles, emergen en medio
sociales más nimias y reiterativas se ligan con de la implosión, la condensación y la fusión de
la organización de poderes a gran escala, como lo técnico, lo semiótico, lo orgánico, etc., que
la industria multinacional farmacéutica, de cos- se ha producido en el último cuarto de siglo.
mética o de alimentación. Los discursos con- Ello le hace decir (1997:12) que los cyborgs
formadores de identidades o posiciones sujeto, no habitan los dominios de una vida («lífe»)
por otro lado, no dejan de ser redes determi- simplemente orgánica y evolutiva, sino los
nantes de información (o cibernética). Donde páramos de un vivir («life itself») inscrito en
Foucault ha hablado de la tecnologías de los enlaces de comunicaciones y el rediseño de
poder/saber que históricamente han definido sistemas y que en su versión más tecno-empre-
los limites constitutivos del hombre, Haraway sarial-esperpéntica lleva a hacer de las espe-
va a decir que esas tecnologías se encaman cíes un nombre de marca, como ocurre con
ahora básicamente en la cibernética y en la algunas «razas» de perros de lucha o con uno
biotecnología, que alteran profundamente la de sus cyborg preferidos, el OncoMouseTM.
naturaleza misma de los límites, volviéndolos El OncoMousetM o marca registrada de rato-
fluidos, y que, por ello, el nuevo sujeto consti- nes-con-cáncer es un caso ejemplar de cyborg.
tuido es un organismo cibernético: un cyborg ~. Descendiente y resultado concreto del desarro-
Con estos antecedentes es comprensible que llo de la ingeniería genética, que desde el año
ahora Haraway establezca (1997:12) un parale- 73 lleva trabajando en la inscripción de los
lismo entre las figuras más bien novecentistas genes de una criatura en los de otra radical-
analizadas por Foucault (el niño que se mas- mente distinta, es decir, pertenece a la familia
turba, la mujer histérica, el homosexual per- de los transgénicos. Hizo su presentación
vertido, etc.), con su cronotopo desarrollista, pública, nos dice Haraway (1997:69), en 1988
repleto de dramas de degenaración o enferme- corno roedor, modelo transgénico del cáncer
dad y patologías de (re)producción y heredero de pecho, que era propiedad intelectual de la
de las historias de salvación cristianas y de un Universidad de Harvard. En sentido aristotéli-
cierto humanismo, y el cyborg como habitante co puede ser conceptualizado como un ser
de un régimen espacio-temporal que ha cam- vivo, pues se mueve por si mismo, pero a la
biado, y que, por ejemplo, se corresponde más vez hay que verlo como un instrumento cientí-
con las anomalías (de la ciencia ficción), que fico, una mercancía normal en el intercambio
empujan a los viajeros a regiones inesperadas económico transnacional y, sobre todo, como
del espacio-tiempo, que con los pasajes de na- el primer animal patentado del mundo, cuya
cimiento moderno del cuerpo biopolitico, y en comercialización fue cedida (no sin contra-
el que el bio-poder cobra un especial carácter prestaciones) por Harvard a la conocida multi-
como tecno-bio-poder. Al dar el nombre de nacional de la industria bioquímica Du Pont.
cyborg al espacio resultante de la tecnología No podemos permanecer inocente o cínica-
semiótico-material que conecta cuerpos y sig- mente ante el hecho del uso de estos y otros
nificados y, con ello, especifica un tipo de seres vivos como si fueran simples herramien-
posiciones, facilita (muestra, con el monstruo) tas, ya que su utilidad, para nosotros, se basa en
la visión de los mecanismos del bio-poder parte en que ellos, o mejor ellas, las hermanas
actualmente vigentes. De modo semejante, mamíferas, son, a la vez, nosotros y no-noso-
pero en sentido inverso y complementario, ello tros. Comerciamos con ellas económico-mate-
le permite afirmar que en ese espacio la obje- rial-simbólicamente, como comerciamos con
tividad encamada y marcada del feminismo nosotros mismos. Es más estas ratonas, resulta-
encuentra un terreno donde asentarse, pues de do de la bioingenieria, dice Haraway (1997:
lo que ella trata «no es de una localización fija, 83), «son simultáneamente una metáfora, una
en un cuerpo reificado, femenino o no, sino de tecnología y una bestia que vive los muchos
nudos de campos, inflexiones en las orienta- niveles de su vida lo mejor que puede. Este es
ciones y responsabilidad ante los diferentes el estado normal de las entidades en las cultu-
campos semiótico-materiales de significado» ras de tecnociencia, incluyéndonos a nosotros».
(1991: 195). Por ello, este cyborg, como propone Haraway
178 Fernando J. García Selgas

(1997:85), «puede significar y encarnar, qui- (1997:10) a los cyborgs y a nosotros, aunque
zás más que explicar, el mundo en que se nos no a todos nosotros, «en la zona horaria del
ha interpelado». Puede ser el monstruo que final del Segundo Milenio Cristiano» ~‘.
muestra nuestro espacio-tiempo o cronotopo. Al final del segundo milenio cristiano
—fecha contingente por históricamente defini-
da y, por histórica, constituyente revitalizado
4.2. ARRASTRADOS POR EL de nuestro cronotopo- vuelven a hacer eco las
SEGUNDO MILENARISMO expectativas milenaristas del medievo, con su
CRISTIANO mezcla de temor y de esperanza ante la gran
transformación que habría sido el fin del
Siguiendo la vía del biopoder hemos termi- mundo o la llegada definitiva del reino de
nado encontrándonos con un animal de labora- Dios. Pero no estamos ante la repetición de lo
torio patentado, que interacciona con nosotros mismo, sino ante variaciones sobre un mismo
y con otros seres, reconfigurando el conoci- tema (tópico): ahora la mezcla se ha hecho
miento biomédico, las leyes de propiedad, las más profunda y esas alternativas (apocalípti-
empresas, los miedos y esperanzas de las cos o catastróficos versus mesíanicos o reden-
enfermas, etc. Ahora, con la ayuda de los me- tores) no son mutuamente excluyentes.
canismos ópticos propuestos por Haraway Este desplazamiento o movimiento, que
—como los cuadros pintados por Lynn Ran- viene a realzar la dimensión religiosa, es más
dolph (1997:46-7) o el mismo concepto de problemático de lo que Haraway admite. Por
cyborg—, podemos ver en ese roedor a una ejemplo, parece contradictorio que haya recha-
«criatura cyborg, blanca, fémina, con pechos y zado el psicoanálisis como medio generalizado
transepecifica, [que] está coronada con espi- para analizar la construcción de la subjetividad
nas. Es una figura de Cristo, y su historia es la por etnocéntrico y parroquiano y ahora asuma
de la pasión. [...] Es sacrificada y su sufrí- las narrativas cristianas como una dimensión
miento promete librarnos del nuestro: es nues- fundamental en la determinación de las posi-
tra sustituta y nuestra cabeza de turco». En este ciones-sujeto, cuando es un discurso que no
sentido nos encontraremos claramente con una envuelve a más de un tercio de la población
figura de la narrativa secular cristiana, que ali- mundial. Precisamente lo que terminará resol-
menta los dramas de salvación de nuestro viendo o, más bien, disolviendo las tensiones
mundo tecnocientífico, y habremos salido que manifiesta esta aparente contradicción
arrastrados por la fuerza de la dimensión mile- será la compleja y paradójica agentividad —o
narista cristiana. ¿habría que decir personalidad?— del cyborg.
El rancio aroma de las narrativas cristianas, Haraway señala (1995:72) que el psicoanáli-
penetrante y aparentemente indestructible, sis, especialmente mediante la trama edipica,
también nos llega al transitar por estos pagos y configura una narrativa de la constitución del
a ellos nos devuelve. Hay aquí una repetición inconsciente y de la subjetividad excesivamen-
de elementos de otros cronotopos, que Hara- te ligada a un momento histórico (el de pervi-
way sabe apreciar, por ejemplo, cuando afirma vencia de la familia nuclear burguesa) y espa-
(1997:11-2) que la temporalidad del desarrollo cio-cultural (la Europa de la industrialización),
y la realización en que se sitúan las criaturas lo cual le hace especialmente inapropiado si
novecentistas que encarnan la construcción del tenemos en cuenta que lo que, entre otras cosas,
concepto de bio-poder foucaultiano, es un des- pone de manifiesto la emergencia de los cybors
cendiente legitimo de la temporalidad de las y su cronotopo es el fm de tales condiciones o
historia de salvación, propias del realismo coordenadas. El psicoanálisis, había dicho ya
cristiano. Pero esta dimensión cobra nuevas antes (199 1:150-1), reproduce e impone la idea
formas al adecuarse a la temporalidad de la de un origen unitario y de una progresiva dife-
condensación, la fusión y la implosión. Es renciación de la naturaleza y entre los géneros.
como la inscripción de una nueva temporali- A ello se contrapone frontalmente la idea de una
dad en medio de la figuración cristiana o una criatura sin origen familiar o unitario y sin
refiguración del cristianismo puesta al servicio género definido —y caso de atribuirsele alguno
de los miedos y esperanzas que comporta la sería el femenino-, pues todo ello la hace
tecnociencia. Por ello Haraway nos coloca excéntrica respecto del discurso psicoanalítico.
El cyborg como reconstrucción del agente social 179

Aunque con el paso del tiempo Haraway narrativas de la ciencia ficción feminista.
haya suavizado su postura, podemos seguir Espera que este movimiento la permita rebasar
diciendo que, en resumen, para ella (1990:14- el localismo psicoanalítico (1994b:246-8) y la
5 y 1994b:247-8) el psicoanálisis es demasia- lleve finalmente a otra dirección de la red, dis-
do heterosexual, conservador y etnocéntrico. tinta del segundo milenio (1997:45).
¿Pero acaso las narrativas cristianas lo son En cualquier caso, parece que quizá lo que
menos? La respuesta inmediata es que no. hoy nos arrastra de la figuración cristiana no
Pero si lo pensamos con un poco de tranquili- sea tanto la temporalización que supone ver la
dad encontramos elementos que pueden justi- historia como totalidad providencial o teleoló-
ficar la opción tomada por Haraway. Concen- gicamente ordenada cuanto que constituye
tremos nuestra atención en cinco de ellos: nuestro principal y en muchos casos último
1) las figuras de la narrativa cristiana han archivo de figuras, esto es, de entidades geo-
sido objeto de muy diferentes lecturas, algunas métricas (espacio-temporales y materiales) y
de ellas incluso bastante abiertas, y, en este retóricas (semióticas) que condensan y despla-
sentido, son menos totalizadoras y permiten el zan nuestros mapas cognitivos, valorativos y
trabajo híbrido y promiscuo que nuestro tiem- prácticos. El empuje de esta vía puede estar,
PO y el cyborg precisan; por tanto, en que, como dice Haraway (1997:
2) si nos concentramos en el ámbito simbó- 10), «la historia secular de salvación depende
lico de nuestro cronotopo parece claro que las de la fuerza de las imágenes y de la temporali-
tramas de sacrificio, salvación y destrucción dad de las amenazas y promesas terminales
están más extendidas y son más presentes que para poder contener la heterogloxia y fluidez
las intimas oposiciones edípicas, quizá por la de los acontecimientos», y en que ello se hace
confluencia de tales tramas en otras culturas especialmente necesario en el caso de los dis-
religiosas como la musulmanw cursos y prácticas de la genética y la informá-
3) los más de dos mil años de narrativas tica, cuyas criaturas —básicamente los genes y
cristianas y sus variados modos de relacionar- los ordenadores— son nuestros cyborgs más
se con y asimilar al otro (evangelización, cru- inmediatos. No olvidemos tampoco que el ir
zadas, ecumenismo, etc.) la otorgan, frente al cada vez a peor, en una especie de antiutopía
breve y etnocéntrico reinado del psicoanálisis, del control y la vigilancia a la Orwell o de
una mayor potencialidad para moverse en el pesadilla de devastación nuclear, es también
complejo postcolonialismo que hoy subsiste; parte de la actual perspectiva milenarista.
4) a la hora de aclarar la situación de los Apocalipsis y salvación se ligan en esta di-
nuevos movimientos sociales encontramos que mensión. Las figuras y figuraciones de la tec-
la permanente oposición entre las visiones nociencia, entre las que destacan los diferentes
deterministas y las voluntaristas nos sitúa, cyborgs, a menudo son, según Haraway (1997:
según Jameson lO, en un dilema profundamente 8) simultáneamente apocalipticas y cómicas:
enraizado en la retórica judeo-ciástiana, cuya «el apocalipsis, la destrucción total de nuestro
polarización entre providencialismos y milena- hábitat, y la comedia, como resolución gracio-
rismos pervive en las manifestaciones religio- sa y armoniosa de todos los conflictos median-
sas de la tecnociencia; y, más en general, te el progreso, son compañeros de cama en la
5) admitir la persistencia del milenarismo serie (soap opera) de la tecnociencia».
es, en parte, un movimiento contra el antitradi- Por todo ello, Haraway encuentra que es
cionalismo moderno, que ha impedido ver la inevitable tener que reapropiarse del realismo
estable importancia de lo religioso en los y de la figuración cristiana, así como de la rela-
mapas cognitivo-normativos de los agentes y ción amor/odio ante las historias de apocalipsis
ayuda a recuperar la memoria y a superar los y salvación. Las historias de redención, de
límites del racionalismo cientifista. satisfacción tras las heridas, sufrimientos o caí-
En última instancia, podríamos decir que no das —al menos para los elegidos— son un ali-
es una cuestión de preferencia. De hecho, mento imprescindible para la imaginería tecno-
Haraway se resiste a la persistencia de los científica, que unidos a otros ya señalados
holismos integradores y transcendentales que como el dibujo de una catástrofe nuclear o eco-
comparten ambas narrativas y, por ello, liga el nómica, la imagen de una pandemia planetaria
cyborg a toda la parafernalia parcial de las o un desastre ecológico, forman un completo
sistema de creencias, una cultura o cronotopos reglas de conducta) habría sido el principal
que nos cuenta una determinada versión del mecanismo de adaptación, que constituiría
mundo. En ella brilla con luz propia, por ejem- tanto los modos posibles de realidad socio-his-
pío, uno de nuestros más rutilantes cyborgs, el tórica (transparente, controlada por el pasado,
genoma humano, que, como bien dice Hara- cerrada, etc.) cuanto la forma de la subjetivi-
way (1997:44), «funciona regularmente en las dad pertinente (homo culturalis con su tabula
actuales narrativas de la biotecnología como rasa y su vivencia dramática), en las socieda-
una figura en un drama de salvación que pro- des actuales, pasada la transición de la moder-
mete la satisfacción y la restauración de la nidad, estaríamos en unas sociedades del
naturaleza humana». conocimiento o ciencia (de la tecnociencia, di-
riamos nosotros), en las que no sólo la lógica
de la ciencia se habría convertido en lógica
4.3. INMERSOS EN LA común, sino que además quedarían delimita-
MULTIDIMENSIONALIDAD das las formas de estructuración socio-históri-
DE LA TECNOCIENCIA ca (reflexivamente opaca, con la tecnociencía
como principal fuente de riqueza y poder y la
Aquí estamos ahora en medio de uno de los información, no la energía, estructurando una
ámbitos más anunciados del desarrollo cientí- sociedad postindustrial) y los modos predomí-
fico y tecnológico. El genoma humano, como nates de subjetivización humana (el homo
el Ratón-del-cáncer y los chips, con todo el rationalis, irónico y calculador).
potencial del control informático y biológico Podríamos decir, en consecuencia, que los
que conllevan, son figuras de sufrimiento y elementos de la tecnociencia determinan las
salvación que habitan esos lugares preferidos fonnas de ser de nuestro entorno y de nuestro
de los cyborgs que son, según Haraway (1992: actividad sociales. Pero para poder acceder y
330), los agujeros negros en los que sujetos y centrarnos en el espacio especifico de emer-
objetos colapsan, son engullidos, y se confun- gencia tecnocientífica de los cyborgs tenemos
den, y que en, gran parte, se producen por la que desplazar, cuanto más mejor, al homo
propia implosión de sujetos y objetos en la tec- rationalis con su teoría de la elección racional
nociencía. El milenarismo más ancestral nos y su modelización economicista de la realidad
ha conducido al centro de la tecnociencia. bajo el par costes/beneficios. Este modelo de
A esos pozos de gravedad, en los que la subjetividad mantiene una especie de esencia
oposición naturaleza-cultura colapsa material- material y emocional humana que ahora esta-
mente y en los que el monstruo de nuestros ría actuando con medios, formas y contextos
propios poderes digiere sus miedos y sus diferentes pero que en sí misma habría queda-
medios, tendríamos muy difícil acéeso sino do al margen —por arte de magia (ideológica)
contáramos con algunas claves de la dimen- quizá— de eso que, con Haraway, hemos lla-
sión de la tecnociencia como guía y cóordena- mado la implosión de sujetos y objetos. Frente
da, especialmente con aquellas que la convier- a la idea del horno rai’ionalis como agente
ten en determinante para nuestro entorno más incontaminado de la materialidad de los obje-
próximo y para nosotros mismos. tos y de la semioticidad de las metáforas, que
Una manera clara y sencilla de acceder a se erige en sujeto autónomo, aparece el cyborg
algunas de esas claves la encontramos en un como resultante de la multiplicación, fusión y
reciente ensayo de Emilio Lamo de Espinosa compenetración —la implosión— de sujetos y
(1996). En él se viene a afirmar que la ciencia objetos, que le otorgan una naturaleza conta-
ocupa hoy el lugar que la cultura tenía en las minada, híbrida y nunca inocente.
sociedades tradicionales. Algo que Haraway Es a esas posiciones, tan próximas a los agu-
corroboraría al afirmar (1992:296) que la cien- jeros negros que antes señalamos, a donde Ha-
cia es cultura y que los estudios sobre la cien- raway (1992:310-8) pretende llevamos al ir un
cia son estudios culturales. En cualquier caso, poco más al fondo de la dimensión tecnocien-
lo que Lamo de Espinosa parece querer decir tífica, justo allí donde la naturaleza social, téc-
con ello es que, mientras en las sociedades tra- nica y narrativa del cyborg emerge y se ubica
dicionales la cultura (instrumentos sociales y en el interfaz que hay entre esas categorías, no
materiales, mapas cognitivos y de sentido, y rompiendo las barreras que las separan, sino
diluyéndolas, difuminándolas o penneándolas. atención, envuelve nuestras certezas y sostiene
En esa ubicación podremos desenvolver la nuestra vidas, atrae a su pozo gravitatorio toda
compleja ontología y constitución de objetos y una serie de aspectos de las acciones y entida-
sujetos, cyborgs ya ambos, y, al apreciar la des que por él pululan, tales como el técnico,
ambivalencia, la polisemia y la interconexión el textual, el orgánico, el histórico, el formal,
que se da en los cyborgs, reiterar el rechazo de el mitico, el económico o el político, y allí las
la inocencia por falsa y contraproducente. hace implosionar y colisionar entre sí. Por ello
Dar este paso no es tan sencillo. Necesita- no es fácil, aunque sea necesario, discernir
mos alguna guía que nos ayude, por ejemplo, a cómo y cuáles de esos aspectos forman parte
apreciar que todos los hechos y sus observado- de los tejidos de una entidad o una acción de
res, todos los objetos y los sujetos, se constitu- ese mundo. No se puede, por ejemplo, reducir
yen en la implosión categorial que conlíeva la la implosión a la construcción social de tales
práctica tecnocientífica. Y aquí puede ser útil entidades o acciones, pues a lo que se refiere,
recordar que Haraway presenta esa implosión, según Haraway (1997:68) es a «la construc-
transgresión y fusión de categorías mediante la ción continua y heterogénea, mediante prácti-
articulación (1997:62-9) de cuatro racimos cas históricamente localizadas, en las que no
(clusters) en los que se entrecruzan procesos, todos los actores son humanos».
sujetos, objetos, significados y compromisos: Difícilmente podemos captar y aceptar las
1. Las figuras e historias que recorren todo el profundas consecuencias de estas promiscuas
terreno tecnocientifico, impregnando de meta- articulaciones de categorías y naturalezas,
foricidad todo enunciado, toda práctica y todo especialmente de las dos últimas, si no atende-
hecho y dotándonos de un sentido de comuni- mos a la ayuda adicional que nos procuran las
dad que posibilita la intercomunicación. indicaciones de la teoría del actor-red. Esta
2. El intenso tráfico tecnocientífico por los teoría, básicamente elaborada por B. Latour,
parajes que ligan historias, deseos, razones y M. Callon y J. Law, además de ratificar la uni-
mundos materiales, y terminan por reconfigu- dad de ciencia y tecnología, nos ayuda a ver la
rar materialmente a cada uno de ellos. Ya disolución de la identificación clásica entre
hemos vislumbrado este tipo de entrelazamien- sujeto humano y agente de la ciencia o de la
to con los genes y el ADN, que habitan los historia. Con sus estudios sobre la elaboración
páramos de los enlaces comunicacionales y de la vacuna del ántrax por Pasteur, o sobre el
sistémicos. Pero ahora, con la sintetización del infructuoso trabajo de los biólogos en la recu-
ADN y su comercialización se hace aún más peración del nivel de (re)producción de vieiras
prometedor este tráfico de categorías, hasta el en la bahía de St. Brieuc, estos autores han
punto evidente de que los tipos naturales se mostrado empíricamente que la actividad tec-
convierten en etiquetas o marcas registradas. nocientífica misma, y no sólo sus resultados,
3. El que la ciencia sea una práctica cultural es básicamente una mezcla de negociaciones,
no la convierte en literaria o méramente dis- traducciones y translaciones que van definien-
cursiva ni la hace irracional, sino que nos la do las posiciones de los diferentes elementos
muestra como significativa, dinámica, contin- que en ella intervienen (bacilos, vacas, granje-
gente y densamente práctica y real. De este ros, pescadores, vieiras, investigadores, etc) e
modo podemos ver, según Haraway (1997:66), identificando a sus representantes.
que el lugar modélico de su realización, «el Según esta teoría, con los diversos instru-
laboratorio, es un arreglo y una concentración mentos científicos se construyen unos inscrip-
de actores, acciones y resultados humanos y tores tales como diagramas, tablas, estadísticas,
no-humanos que cambian las entidades, los radiografías, textos, etc., que perfilan y estabi-
significados y las vidas a escala global». Esto lizan algo como objeto y fijan su representa-
no implica que la fronteras (dentro/fuera, ción epistemológica y política (determinan qué
mala/buena) dejen de existir en la tecnocien- los representa, quiénes son sus portavoces),
cia, pero si que su determinación sea previa o siempre que las complejas y heterogéneas aso-
inamovible, o que dependa en exclusiva de la ciaciones y negociaciones entre todos los
clase de los científicos. intervinientes lleguen a estabilizar unos acuer-
4. La enorme densidad de la tecnociencia, dos, nodos o puntos de paso obligatorio en esa
ese mundo imponente que subyuga nuestra red que es la actividad tecnocientifica.

‘Tbgab
Lo que explica el establecimiento y la acep- en los sistemas de dominación y una mayor
tación generalizada de esos nodos no sería ni carnalidad, irracionalidad y descaro político-
la naturaleza, con sus muchas cosas-en-si, ni la contestatano.
sociedad, con sus activos seres-humanos- Los casos o posiciones cyborg que resalta la
entre-si o seres-para-si, ya que en gran medida tecnociencia son parte y resultado manifiesto de
son ellos mismos (los objetos, posiciones, gru- la implosión de categorías, naturalezas y dualis-
pos e intereses), en su determinación y estabi- mos, que acaece en el interior de esta dimen-
lización, resultado y parte de la red. Para ela- sión. Así, por ejemplo, la figura de una coneja,
borar una explicación aceptable, además de habitante del laboratorio, que, asomada ante un
asumir el desvanecimiento de la dicotomía ordenador y con sus patas sobre el teclado, se ve
dentro-fuera en la actividad tecnocientifica, cibernéticamente replicada al otro lado de la
que aquí se produce, hay que admitir que todos pantalla y que se distrubuye como anuncio de
los intervinientes en ella —humanos, no-huma- un determinado sistema informático de dupli-
nos, orgánicos, físicos, etc.— participan activa- cación, es una muestra evidente del carácter
mente son «actuantes» o agentes, y que por lo
, fronterizo y flexible de la multinaturaleza de
tanto también se difumina la oposición activo- los cyborgs, pues es orgánica, tecnológica,
pasivo. Se hace así evidente la necesidad de mito de la reproducción, texto de un anuncio,
buscar nuevas denominaciones para estas situa- mercancía de una industria, etc. En este senti-
ciones ontológicamente inestables —hechas visI- do conviene hacer dos aclaraciones:
bIes con la caída de las barreras ontológicas 1. Los cyborgs más visibles en la dimen-
levantadas por el pensamiento moderno- y sión tecnocientífica van esbozando y reafir-
para los estados, procesos y acciones mons- mando una lógica de constitución de los agen-
truosos que en ellas se ven implicados, tales tes que no sigue los principios de la reflexión,
como «cuasi-objetos», «actor-red», «actantes», el reflejo, la mismidad o la identidad, sino los
«híbridos» o «nos-otros» (Latour,1992: 256-7). de la difracción, esto es, las variaciones, tra-
De modo semejante, la inestabilidad e hibri- ducciones, modulaciones y diferencias, y ello
dación que muestra el cyborg, con su multina- en referencia tanto a la (re)producción de los
turaleza derivada en gran parte de su constitu- agentes individuales como de los colectivos.
ción tecnocientífica, nos ayuda a encontrar Ello no impide que, simultáneamente, la cons-
aquella explicación y a hacer patente el estado titución fronteriza de lo cyborgs nos muestre la
y los procesos variables en que nos movemos construcción ideológica de la supuesta inocen-
como agentes naturales-sociales. Al fin y al cia y desinterés de tecnociencia (1997:89) y lo
cabo Haraway asume gran parte de la teoría cuestionable de los efectos semióticos, mate-
del actor-red, especialmente aquello que tiene riales y económicos de la normalización cien-
que ver con el proceso primordial de implo- tífica —que a todo (nos) afecta (1997:38-9)-.
sión de lo natural y lo social y la ejemplaridad 2. Desde las primeras aproximaciones al
de las entidades emergidas en ella (1992:330), cyborg, Haraway (199 1:195-6) ha querido
con la artificialidad de la objetividad, siempre desarrollar la propuesta de que el discurso
dependiente de una maquinaria metrológica y ético-político sirva de base ejemplar para una
epistemológica (1991/2:73), con el modo par- nueva práctica científica, que no renuncie, sin
ticular de naturalización que es la producción embargo, a la construcción del discurso más
tecnológica y la refiguración de los actores y objetivo posible. La suya es una actividad po-
sus naturalezas, que ello conlíeva (1992:297) y lítico-cultural sobre y desde la tecnociencia,
con la recuperación de un cierto realismo que que pretende articular nuevas posibilidades y
supone admitir agentes no-humanos y sin len- formas de resistencia (1994b:249). A pesar de
guaje (1990:9-10). ello no deja de reconocer que el cyborg se
Ello no quita que Haraway sea plenamente localiza en la terrorífica ambivalencia de las
consciente de algunas de las limitaciones de enormes fuerzas de la tecnociencia. Por ello lo
esa teoría y que el propósito de eliminarías la sitúa (1991:150-4) «en el vientre del mons-
haya llevado de hecho, por ejemplo, a reafirmar truo», con el objetivo crítico transformador de
para el habitante de esas posiciones híbridas, en extraer, sin ninguna inocencia, la mejor y más
este caso para el cyborg, un concepto más potente posibilidad de dentro de lo que más
amplio de lo colectivo, una mayor implicación nos aterroriza.

“Oíl,
4.4. LAS GUÍAS DEL NUEVO ORDEN crecimientos de la alta tecnología; o los
MUNDIAL S.A. mecanismos de producción ficcional de
cyborgs como Terminator, ligados al control
Las criaturas más aventajadas de la tecno- ideológico que supone el dominio planetario
ciencia nos muestran que esta va determinan- de los medios de comunicación por parte de
do lo que cuenta como naturaleza. Ahí tene- los conglomerados empresariales transnacio-
mos no sólo a Dolly, la oveja clónica, también nales, como el establecido con la fusión de
están el ratón de laboratorio, el astronauta, la Disney y CBS.
bacteria del ántrax o el genoma humano. La Tales mecanismos revelan que sus compo-
cuestión es que con ellos nos hemos visto nentes o elementos más específicos, que por
trasladados a las partes oscuras (digestivas) tanto serán los de nuestro espacio-tiempo, son
de un discurso tecno-estratégico muy ligado a los que provienen de la informática, la inge-
los intereses de las grandes corporaciones niería genética y la globalización económica.
transnacionales y de la maquinaria militar: Quizá de un modo paralelo a como la física
estamos en «el vientre del monstruo». «En un nuclear, la cibernética y la bioquímica han sido
nivel muy profundo —dice Haraway (1990:12)—, las materias primas de la guerra fría. Por ello
se ha reconstruido la naturaleza para nosotros un caso ejemplar es el genoma de ratón o de
en el núcleo de las formas imperialistas y humano, es igual, que aparece como una
tardo-capitalistas de una tecnociencia muy «figura de un futuro “ya escrito”, en el que los
militarizada y basada en los sistemas de cuerpos son desplazados por la proliferación
comunicación». de bases de datos para su reempaquetado y
Para poder proseguir nuestro cómico, aun- comercialización en el Nuevo Orden Mundial,
que cada vez más sombrío, peregrinaje y ver S.A.» (Haraway, 1997:100). Otro caso algo
que lo que ahora nos parece tan profundo menos preocupante, pero bastante significati-
luego nos resultará bastante superficial, por yo porque Haraway (1997:285) lo contrapone
cotidiano y patente, tenemos que cambiar de con la tragedia ilustrada de Frankestein, es el
dimensión y dejarnos guiar por aquella que de Parque Jurásico que, sin perder el lado apo-
Haraway identifica inmediatamente como cro- calíptico, resalta la vertiente cómica de una
notopo de la postmodernidad, entendida como mercancía que se nos escapa, «unos clones de
una implosión comercial y consumista de imá- dinosaurio huidos de un parque temático, y se
genes y mercancías. Esta dimensión recibe sitúa así en medio de los dilemas del Nuevo
(1997:102) el nombre de Nuevo Orden Mun- Orden Mundial, SA., donde las mercancías
dial, al se añade la abreviatura «Inc.», de «in- biológicas dan cuerpo a la idea de naturaleza
corporated», para resaltar su naturaleza fabricada».
empresarial y de gran corporación, que hemos A la hora de aclarar a qué nos podemos
decido traducir por «S.A.». estar refiriendo con esta dimensión parece
No debería extrañarnos mucho que Hara- claro que hay que empezar por el nexo insti-
way utilice esta denominación si recordamos tucional u organizativo que parece más
algunos de los mecanismos que ella misma sobresaliente en la articulación social de
(1997:12-3) ha señalado como principales nuestro mundo, esto es, el capitalismo, espe-
parteras actuales en la emergencia de los cialmente si lo entendemos, con Jameson
cyborgs. Ahí están, por ejemplo, los meca- (1996:55), como un orden económico mun-
nismos de conflicto y control militares poste- dial, multinacional y de consumo que liga la
riores a la guerra fría, que combinan las expansión del capital por todo el globo con la
estrategias de control postcolonial inscritas colonización (biotecnológica y mediática
en la doctrina de los conflictos de baja inten- fundamentalmente) de la naturaleza y de las
sidad -con sus golpes precisos, rápidos e conciencias y cuerpos.
inconfesables— y las armas subnucleares de Para evitar la tendencia al reduccionismo
la alta intensidad —con su gran precisión y economicista, que podría derivarse de afirmar
enorme publicidad—; los aparatos de acumu- que esta globalización de la política económi-
lación flexible del capitalismo transnacional, ca capitalista es el eje principal del Nuevo
con su absoluta dependencia de las redes Orden Mundial, 5.A., puede ser útil entender
informáticas y de los móviles y repentinos con Giddens (1990:64-77) que lo caracteristi-

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co de la globalización es el proceso de inten- ciones y conexiones entre diferentes naturale-
sificación de las relaciones sociales mundia- zas. Es un espacio de fronteras fluidas en el
les que, estando muy impulsado por las tec- que «ella, nos dice Haraway (1992:328), en-
nologías de la comunicación, liga entre si carna los estatus aún simultáneamente oximo-
espacio-tiempos distintos, de forma que lo rónicos de mujer, persona del tercer mundo,
que ocurre en un ámbito local se ve confor- humana, organismo, tecnología de la comuni-
mado por acontecimientos acaecidos a miles cación, matemática, escritora, trabajadora,
de kilómetros y viceversa. Reconocida de ingeniera, científica, guía espiritual, amante de
este modo la multinaturaleza cultural-comu- la Tierra».
nicativa, espacio-temporal y socio-económi- Si a esta su naturaleza paradójica unimos el
ca de la globalización, resulta más fácil y hecho de que no es utópica ni imaginaria, sino
equilibrado pensar en esta dimensión como la virtual, y que como otros muchos cyborgs se
más genérica de nuestro cronotopo. Especial- ha generado por el colapso producido entre lo
mente si ello nos lleva a entender que bajo su técnico, lo orgánico, lo mítico, lo textual y lo
denominación, o bajo la etiqueta genérica de político-económico, entenderemos que sea una
Nuevo Orden Mundial, S.A., se incluyen más de entre aquellos cuya mezcla de mayús-
interconectadamente los siguientes nexos ins- cula marginalidad (mujer-de-color) y ubica-
titucionales u organizativos: el capitalismo ción en el centro del monstruo tecnológico, les
multinacional, el sistema de naciones-estado, convierte, utilizando un concepto de Trinh T.
el ordenamiento militar y la transformación Minh-ha (1989), en inapropiados/ables: no son
medio-ambiental 12 los seres apropiados, no son como debe ser un
Precisamente es la conjunción de estas cua- agente humano (hombre-blanco-maduro-hete-
tro articulaciones sociales lo que encarna el rosexual-clasemedia), pero tampoco son asi-
cronotopo cyborg visto desde esta dimension. milables a las reservas que se ha hecho con lo
Su hábitat, visto desde aquí, es una especie de otros; y son inapropiables. pues categorial y
gran empresa trasnacional semiótica, técnica y politicamente ofrecen resistencias al encon-
cultural que no dejar de obtener plusvalía y de trarse en una relación no de reflejo o contrapo-
incrementar las diferencias de clase, a la vez sición, sino de difracción. Por ello, a la vez que
que abre espacios y posibilidades que no con- sufren la carencia de esa ilusión estratégica
trola. Y de ahí deriva Haraway siempre un re- que es la auto-identidad, pueden encamar un
trato ambivalente, donde tan visible es, por discurso científico y una política acorde, pero
ejemplo, el aumento masivo de la inseguridad, crítica, con el cronotopos en que nos vemos
el empobrecimiento cultural o la marginaliza- constituidos.
ción de un número creciente de personas, Al realizar una interpretación que generaliza
como lo son las nuevas condiciones para la esta alegoría feminista radical, se nos muestra
esperanza, los fallos y oportunidades que nos a (nos)otros con una capacidad de intervención
regala la tecnocracia, las nuevas posibilidades que nos era difícil de imaginar El carácter
de coaliciones y afinidades, etc. mediacional, fronterizo, limítrofe y carnal de
Uno de los cyborgs que aquí se nos hace los cyborgs, nos hace ver su (y nuestra) depen-
visible es aquel que recoge esta ambivalencia: dencia y fragilidad, pero también nos puede
habita los márgenes, es lo más otro (mujer y de ayudar a realizar una semiología política de
color), donde la opresión y el olvido son ma- arco-iris, que busque, seguramente de modo
yores; pero puede encontrar dentro y fuera de infructuoso, alianzas o mezclas entre el rojo
si, en la implosión que la constituye medios de (socialista), el verde (ecologista) y el ultravio-
liberación o al menos de alteridad. Es el cono- leta (de un feminismo antirracista). Estas
cido cuadro de L. Randolph, Cyborg, que apa- alianzas y afinidades son fluidas y no pueden
rece en la portada de Haraway (1991) repre- verse ni como constituyendo un discurso tota-
sentando una joven asiática, conectada a las lizador, superador o sincrético ni como ubica-
redes informáticas que se hunden en las arenas das en una posición inocente. Una y otra vez
de la Tierra, abrazada por el espíritu animal de debemos recordar con Haraway (1992:333)
un tigre blanco y rodeada de tres modelos del que «La posición sujeto del cyborg (...) es peli-
esqueleto de la vía láctea. Es la representación grosa y está repleta de las promesas de los
de muchas y diferentes mediaciones, traduc- monstruos».

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5. Pistas y rastros para seguir tos, las tensiones y las condiciones que hoy
perfilan a los posibles agentes sociales.
al cyborg Dicho en una terminología más próxima a
Haraway (1997:32 y 279), el cyborg aglutina

P or fin estamos en condiciones de


afinar que las cuatro dimensiones
de este cronotopo, que hemos reco-
actualmente los instrumentales ópticos, de tec-
nología de la representación y de demarcación
de las relaciones entre sujeto y objeto que
siempre han sido necesarios para perfilar aque-
rrido un tanto a trompicones, nos dan las coor- lío a lo que se le puede atribuir capacidad de
denadas semántico-valorativo-materiales que acción o agentividad, esto es, para perfilar qué
marcan el sentido y la posibilidad de muchas puede ser agente. Para nosotros el cyborg
de las entidades, procesos y narrativas que en cumple la función básica de hacer visible el
él se articulan. En concreto, con ellas hemos momento-posición donde localizar al posible
dado la geopolítica y la semiología de la posi- agente social y desde el que intentar movi-
ción sujeto que ocupan los cyborgs, como mientos de transformación no inocentes. Es
monstruos que muestran nuestra situación y por tanto una especie de variable independien-
nuestras posibilidades. Ello nos permite con- te que puede referirse a diferentes cosas, pero
firmar que los factores o centros de referencia no a cualquier cosa.
en la organización de la posición sujeto en Como figura construida teóricamente, nos
nuestro cronotopo vienen dados por la cone- dice Haraway (1991-2:68), el cyborg es una
xión flexible y globalizada a las redes infor- figura de investigación y acceso posible, de
macionales, político-económicas y orgánicas miedo y esperanza, pero también es una figu-
y, especialmente, por los espacios interfaz que ra fáctica que nos recuerda que somos consti-
entre ellas se dan. tuidos históricamente en espacios materiales y
Ahora ya no queda más remedio que inten- de posibilidades que no elegimos. Con el
tar esclarecer mínimamente la peculiar forma cyborg, añade, amanece la responsabilidad o
de existencia y agencia que esos focos orga- la posibilidad de hacer cosas diferentes, pero
nizan y que hemos denominado genéricamen- no la elección. Es una variable abierta, pero
te como cyborg. Sin embargo, nos encontra- no liberalmente abierta. Más aún, ni el cyborg
mos con que parece imposible perfilar una ni su cronotopo llevan a ningún esencialismo
serie de existencias y agencias que se carac- histórico, como el que algunos han querido
terizan por ser híbridas, mutables, fluidas, ver en las epistemes de Foucault o en sus aná-
fronterizas, promiscuas y contingentes. A ello lisis del conocimiento/poder. El cyborg no
hay que añadir que para nosotros el cyborg impone un modo de ser sujeto en un espacio-
deviene, en cierto sentido, un concepto for- tiempo, pues él mismo adopta formas muy
mal o figurativo. diferentes, normalmente a causa de los dife-
Nuestra propuesta consiste en afirmar que la rentes pesos de unas u otras dimensiones y de
expresión, forma o figura sensorialmente per- otras marcas más tradicionales, como la raza,
ceptible que, según Bajtin (1989:408), todo la clase o el género.
cronotopo requiere para habilitar la captación En esta línea, y siguiendo la lectura de
espacio-temporal, semiótica y valorativa de Dreyfuss y Rabinow, podemos decir que preci-
cualquier fenómeno, se concreta en nuestro samente de Foucault hemos aprendido que, en
caso en el cyborg. El cyborg sería la figura tanto queramos resistirnos a producir medios
nuclear de nuestro espacio-tiempo, aquella en racionalizadores que normalicen a los indivi-
la que se entrelazan y hacen mas visibles las duos, convirtiéndolos en sujetos significativos
normas principales de interpretación, valora- y dóciles objetos, como han venido haciendo
ción y localización -que en nuestro caso se la hermenéutica y el estructuralismo, debemos
derivan de las cuatro dimensiones analizadas—, huir de las generalizaciones, las definiciones
al menos en lo referente al agente social. En esenciales y cualquier otra rápida sistematiza-
este sentido, el cyborg sería la figura que ción que tennina siendo una deformación
anuda los principales argumentos o temas de potencialmente peligrosa y concentrarnos en
nuestras narrativas de identidad y permite lo pervasivo, disperso, intrincado, contingente
materializar, encamar o ver los acontecimien- y subyacente de nuestras prácticas sociales y
de los muy distintos cyborgs que en ellas se Esas condensaciones de naturalezas diver-
han ido gestando. sas, a la vez que son resultado del tecno-bio-
Por si todo esto fuera poco tenemos toda una poder, se convierten en promesas de sacrificio
serie de afirmaciones de Haraway que ratifican y redención que nos muestran la alteridad y
la inconsistencia e incluso contradicción de ahondan en la ambivalencia de la tecnología.
querer dar una definición esencial de esta figu- Pero este movimiento o mutación lo hacen
ra, como son las que refieren al cyborg las sobre dos de sus rasgos más estables: su carác-
siguientes peculiaridades: es un mecanismo ter mítico y su naturaleza política. Dos rasgos
para acceder a los mundos posibles alternati- que además no se pueden separar, porque toda
vos insertos en la tecnociencia (1994b:244); es idea política se basa en un mito. Hasta el dis-
una realidad fronteriza, mediacional y limítro- curso ilustrado y crítico (Habermas, p.ej que
fe que «sugiere una rica topografía de posibili- desecha los elementos miticos y estéticos de la
dades combinatorias» (1992:328); forma parte política o el mismo discurso que nos constitu-
de toda una familia de figuras desplazadas con ye y orienta, son elaboraciones míticas. Por
las que debe encontrar modos de conexión otro lado, muchos mitos, como los de origen o
(1990:17-8); es un intento abierto de revisión los de destino, son, por su parte, mecanismos
de la subjetividad, que huye del etnocentnsmo que establecen límites y abren posibilidades,
psicoanalítico y de la vacia fragmentación es decir, son mecanismos de poder
postmoderna, a la vez que afirma su carácter Desde su primera hasta su última aparición
híbrido, miscelaneo y plural (1990:15); y es en la obra de Haraway, el cyborg aparece como
una fémina polícroma, que transforma las con- un mito irónico y político sobre identidades,
figuraciones y cuyas propias dislocaciones límites y posibilidades, que cartografía nuestra
nunca son libres (1990:23). Por todo lo cual, realidad socio-corporal, predicando el placer
no podemos pretender dar más que una revi- de la confusión de los limites y la responsabili-
sión escueta, parcial y tentativa de sus rasgos dad en su construcción. Desde el comienzo nos
básicos. Lo que buscamos son rastro, huellas, dice que el cyborg, como organismo cibeméti-
vestigios. co y criatura social y de ficción es algo que
Podemos empezar enlazando con algunos vemos, pero también, afirma (1991:150), algo
rasgos manifestados en su emergencia. Por que somos: «Al final del siglo veinte —nuestra
ejemplo, recordando que Haraway (1997:14) era, un tiempo mitico-, todos somos quimeras,
señala a los cyborgs como al tipo de cosas que híbridos teorizados y fabricados de máquina y
resultan del desarrollo de los cuatro aparatos organismo; en unas palabras, somos cyborgs.
de la matriz tecnocientifica entonces especifi- El cyborg es nuestra ontología, nos otorga
cados, y los califica de condensaciones de nuestra política». Este mito, aunque creado por
mundos densamente empaquetados, entidades nosotros, tiene vida propia y con sus afinidades
germinadas en, y empujadas a la existencia creará posibilidades nuevas sin exigir identifi-
por, la implosión de lo natural y lo artificial, lo caciones fijas, produciendo así nuestra propia
real y lo ficticio, lo subjetivo y lo objetivo, lo transforníación.
mecánico y lo orgánico, lo crematistico y lo La narrativa cyborg constantemente ha bus-
vital. Ahí se manifestaba ya la complejidad de cado desarrollar una contestación teenocientí-
formas y naturalezas que se entremezclan de fica. Para ello no han dudado en ligarse a esa
manera diversa en su conformación. De todas «realidad virtual de la paranoia» propia de este
ellas quizá la naturaleza mercantil y la orgáni- final del segundo milenio cristiano que es, en
ca sean las más fácilmente comprensibles por palabras de Haraway (1992:325), el ciberespa-
su evidencia en nuestra vida (orgánica, por cio, para hacer visibles lugares diferentes, que
supuesto) cotidiana (consumista, sin duda), permitan generar una ontología y un espacio
aunque quizá también sea esa excesiva proxi- semiótico-material capaces de afianzar la críti-
midad lo que a muchos nos hace guardar pre- ca en la tecnología y de dotarnos de elementos
vención y mantener resistencias ante el reco- con los que acometer la inevitable y nunca
nocimiento de los cyborgs y de su familiaridad finalizada recomposición del agente de cono-
con nosotros. Por ello no me extrenderé aquí cimiento y acción.
nada más sobre ambos componentes de la Esta vocación y naturaleza política se vierte
posición o existencia cyborg. a lo largo de dos vías confluyentes. La una
bebe de ese espacio interfaz propio del cyborg resulte clarificador recordar que, junto al leja-
que, al cruzar las fronteras entre lo natural, lo no pariente primate, han sido dos los principa-
técnico, lo político y lo semiótico, le permite les modelos inspiradores en la construcción de
desvelar en su propia naturaleza híbrida la ese referente inapropiado/able que nos muestra
compleja y móvil constitución de sujetos y nuestra posición y nos abre caminos. En pri-
objetos, que dejarían de ser transparentes unos, mer lugar, estaba la constitución real e imagi-
pasivos otros e inocentes ambos. La ambiva- naria de las mujeres de color, como lo otro más
lencia, la polisemia y las interconexiones de otro, que nos manifiestan la inexistencia de
los cyborgs muestra la artificialidad de toda inocencia y nos enseñan vías de supervivencia
naturaleza y de toda posición, resposabilizán- y posibilidades para una práctica política sin
donos a todos de ello, por tanto. Nos ubica en dominación. En segundo lugar, aparecían los
una posición donde, como ya indicaba Hara- monstruos, los «selves», de la ciencia ficción
way (1991:180-1), no puede haber ni inocen- feminista, como el hombrehembra, que nos
cia ni identidades unitarias o preestablecidas y transmiten la conexión difusa y ambivalente
donde la ironía ha de protegernos tanto de las con instrumentos y tecnologías. Todo ello es lo
teorías totalizadoras cuanto de los discursos que permite que el cyborg presente límites y
anticientificos. La otra vía ha sido mucho más posibilidades para la experiencia y la acción de
clara, pues al fin y al cabo, desde su aparición las mujeres y demás habitantes de nuestro
en 1985, el cyborg de Haraway ha sido (1991: tiempo. Quizá de un modo semejante a como
141,7) el intento de construir el nuevo sujeto los centauros y las amazonas lo hicieron en la
político, primordialmente femenino, y el nue- antigua Grecia, los gemelos y hermafroditas
vo agente (re)productor de tecnociencia no- inseparables a comienzos de la Francia moder-
ingenuo, ni modesto, ni transparente, pero si na o los monos y simios en la primera mitad de
situado y comprometido con un feminismo nuestro siglo.
antiracista (1997:269-71), en un mundo tecno- Otra huella importante que se ha hecho visi-
lógica, natural y multinacionalmente mediado ble en nuestros paseos por las posiciones-suje-
y virtualmente existente. to del cyborg viene a consistir en que este ha
Ninguna de esas dos vías, y por tanto la natu- ido perdiendo el carácter abstracto con su
raleza crítico-política misma, podría subsistir y maduración. No es que haya dejado de ser re-
desarrollarse en un espacio-tiempo tan política- curso óptico, interfaz entre diversas «naturale-
mente compacto y globalizador sin que los zas» y espacio por antonomasia de la cultura y
cyborgs fueran seres inapropiados/ables, pues la práctica tecnocientifica. Todo cyborg tiene
como dice Haraway (1992:299) ello les hace una naturaleza material, tecnomaterial para ser
estar «dislocados o descolocados respecto de más exactos. Pero ahora esta naturaleza no se
los mapas establecidos que especifican tipos mueve en un ámbito, abstracto, genérico o
de actores y tipos de narrativas, no estar origi- lejano. El cyborg, nos dice Haraway (1997:5 1)
nalmente fijados por la diferencia». Es esta no trata de lo Humano y lo Mecánico, sino de
condición la que, como ya vimos, les obliga a «gentes y máquinas históricamente especificas
situarse en una relación de difracción con las en interacción, que a menudo se vuelven dolo-
posiciones dominantes y «la difracción —afirma rosamente contraintuitivas para los analistas
Haraway (1992:300)— es la elaboración de de la tecnociencia». Es en este sentido en el
mapas de interferencias, no de reproducción, que hay que apreciar que los test de embarazo,
reflejo o réplica». Bajo la hegemonía del impe- el pequeño traficante con su busca, el parado
rio americano, especialmente si es visto desde abocado mediáticamente a una euforia de
su propio seno, sólo ese tipo de posiciona- espectador deportivo, o el ratón-del-cáncer,
miento parece permitir la apertura de mundos etc., son compuestos de lo orgánico, lo mítico,
posibles alternativos y el sostenimiento de una lo técnico, lo textual, lo económico y lo políti-
práctica de resistencia y oposición. co, que, como dice Haraway (1997:172), «nos
No hay que olvidar que a esa posición y a interpelan, en un mundo en el que somos
esa lógica de la difracción llega el cyborg ayu- reconstituidos como sujetos tecnocientíficos».
dado también de su parcial nacimiento en las Querámoslo o no, habitamos las narrativas
páginas de la ciencia ficción feminista (Hara- técnicomateriales de la teenociencia y ellas
way,1994b:246-9). En este sentido, quizá nos habitan. Al concretarse el cyborg no sólo
aparecen más perfiladas sus distintas figuras estrategias de acumulación flexible. La cues-
posibles, también estas nos atrapan más direc- tión no es sólo que ahora se hable de códigos y
ta y literalmente. Así, por ejemplo, los peque- programas, en lugar de hacerlo de energía y
ños ojos del ratón de laboratorio sirven para mecanismos, sino que, como afirma Haraway
reenfocar nuestra mirada sobre nuestros con- (1997:97), «los programas de vida artificial,
géneres mamíferos, la especie humana, tal y así como los programas de vida basados en
como se incuba a si misma y a sus productos carbonos, funcionan de ese modo». Efectiva-
humanos y no-humanos en un cronopo tecno- mente el cambio de concepción científica tiene
científico. que ver con un cambio de metáforas y medios
La concrección de los cyborgs reafirma su de representación, pero también implican
materilidad y su proximidad -demasiado ínti- transformaciones en los programas de investi-
ma quizá- a nosotros, pero también su potencia gación y hacen que «el organismo sea para
y su naturaleza literarias. En gran medida, nosotros un sistema de información y un siste-
vivir en la tecnociencia es vivir una historia, ma económico particular» (ibid.).
nos dice Haraway (1995:57), y precisamente En segundo lugar el cyborg ayuda a hacer
lo que la figura del cyborg, con todas sus patente lo que algunas cientificas como E.
ambivalencias y peligros, permite es la cons- Fox Keller (¡989) han visto en sus propias
trucción de historias diferentes al «reconfigu- vidas y trabajos, a saber, que los investigado-
rar los términos de esa historia -quiénes son res y demás miembros centrales del entrama-
los actores, cuáles son las estructuras de las do tecnocientífico están imposibilitados para
tramas, qué tipos de acciones se pueden reali- hacer una aproximación crítica (social y polí-
zar en esa historia, cuántos niveles de signifi- ticamente hablando) al núcleo de sus labores,
cado se pueden mostrar—». En este sentido mientras su identidad como tales contenga
quizá pudieramos ver un parecido con las figu- como pieza clave una especie de inocencia
ras del bufón, el tonto o el pícaro, que en sus infantil, que les permite jugar y romper
respectivos cronotopos, como dice Bajtin reglas en el laboratorio a cambio de un
(1989:311-2 y 400-1), además de organizar los enorme trabajo y del compromiso ciego con
acontecimientos y tramas y dar una concrec- la «ciencia pura». Evidentemente aquí, como
ción perceptible a sus principales dimensiones, señala Haraway (1997:110-2), «ciencia pura»
transforman la posición del sujeto y el punto es en realidad un mito político no consciente,
vista: modifican al agente y las posibilidades que afirma la existencia de una ciencia estric-
que son visibles. Son figuras que ligan las ta, que no seria ni una cultura, ni un cronoto-
narrativas a la plaza pública, a lo público, esto pos, ni una episteme. Pero como hemos visto,
es, a lo político, a la vez que su existencia tiene al reconocernos multidimensionalmente liga-
una especie de sentido figurado o indirecto que dos a la figura del cyborg, la inocencia desa-
obliga a leerlas siempre bajo una cierta meta- parece de nuestro origen, de nuestra constitu-
foricidad y en relación con otros tipos de seres, ción e incluso de nuestra imaginación. Ya no
aunque su existencia coincida con su papel. tenemos coartada que impida cuestionar críti-
Por último, la concrección de los cyborgs, la camente en núcleo mismo de nuestro trabajo.
alertada mirada de la rata de laboratorio, por En tercer lugar, y en contigílidad con el
ejemplo, nos permite esbozar tres implicacío- anterior, la emergencia del cyborg como figu-
nes próximas y concretas que harán manifiesta ra que nos muestra profundiza la posibilidad
su naturaleza cognitiva y nos alcanzan de lleno de nuestro compromiso al resaltar, por ejem-
como participantes inmediatos en la práctica plo, la cuestión de ¿a quién beneficia?. Recor-
tecnocientifica. La primera, incluso en orden demos de nuevo la mirada del ratón-del-cáncer
temporal, es que nos da una clave para reasí- usado en el estudio del cáncer de mama y pre-
milar la profunda transformación habida en la guntémonos con Haraway (1997:113) «¿quién
construcción del objeto de consideración de vive y muere —humano, nohumano y cyborg—
las ciencia biológicas, especialmente con el y cómo, merced a la existencia de la marca
paso de la visión —novecentista— del organis- registerada de ratón-del-cáncer?, «¿qué ofrece
mo como sistema de trabajo mecánico a su éste cuando entre 1980 y 1C91 los indices de
visión actual como sistema inteligente de con- muertes de cáncer de mama de mujeres afroa-
trol y comunicación en un medio que demanda merícanas en los EE.UU. han aumentado un
21%, mientras los niveles de muerte para las juego subjetivo con las perspectivas espacio-temporales
blancas se han mantenidos estables?» Al inter- que instauró la novela de caballería y resucitó posterior-
pelarnos de esta manera los cyborgs parecen mente con el romanticismo o el expresionismo, sino al
modo condensado y de fusión que impone la implosión
exigimos la elaboración de nuevos tropos de informaciones, cuerpos y mercanclas.
semióticos y materiales para que los agentes y En la mayoría de los cronotopos estudiados por Baj-
actores de la prácticas tecnocientificas sean un tin (1989:256-86) senos indica un factor o centro princi-
elemento constitutivo más politicamente res- pal en la organización del momento-posición-sujeto. En
la novela griega o sofística (siglos II a IV) ese factor es
ponsables del profundo quehacer científico, al la identidad del hombre consigo mismo. En el costum-
que no puede dejar de invitarse a todos los brismo y la picaresca lo es la metamorfosis y la posición
implicados, expertos o legos, humanos o no- de tercero en la vida privada o real, desde donde se está
humanos, «sujetos» u «objetos». presente pero no implicado. La narrativa autobiográfica
Una vez que el cronotopo del cyborg nos clásica tiene su centro ordenador en la exterioridad, en la
existencia visible y audible en la plaza pública. Posible-
ubica en circuitos y redes genéticos, informa- mente en nuestro caso ese factor venga dado por la cone-
cionales y económicos e impide que sigamos xión flexible, fragmentaria y globalizadora a las redes
utilizando la máscara de la inocencia, nos obli- informacionales, político-económicas y orgánicas, espe-
ga a responsabilizamos de acciones y omisio- cialmente en los espacios interfaz que cruzan las fronte-
nes, a la vez que resalta la ambivalencia entre ras entre distintas redes.
En el caso de los modos de agencia humana es la
el desastre y la promesa que habita en nosotros propia Haraway la que nos refiere (1997:78-9) otros dos
y en los demás cyborgs. En definitiva, nos cronotopos: uno, el de «el-Hombre-Cazador», que apun-
lleva a preguntamos ¿cuáles son las posiciones ta al origen, al comienzo de los espacios sociales, a lo
cyborg que ocupamos? y ¿cuáles las del punto primitivo, natural o tradicional, y que ella ha estudiado
en profundidad en sus trabajos de o sobre Primatología
de partida que pretendemos lograr? i3• (1989); y, otro, el de «el-Hombre-Moderno», que desta-
ca la constitución del sujeto autónomo, cristalizado bási-
camente en las figuras/posiciones del artista (el genio), el
NOTAS empresario (Weber) y el investigador de la revolución
científica (el testigo modesto de la epistemología here-
De hecho una de las principales tesis de la obra de dada), y que ella ve desvaneciéndose ante el empuje de
Bajtin consiste en defender que el cronotopo de un deter- su/nuestro cronotopo. Precisamente nuestra apuesta con-
minado tipo de novela, que organiza su forma argumen- siste en afirmar que el modo de agencia humana o social
tal, la conecta con el cronotopo histórico real en que se cada vez más visible y dominante es el que dibuja el
elabora, al concretar espacio-tiempos y rasgos caracterís- cyborg con su imagen ambivalente de monstruo terrorí-
ticos de ésta. En el salón-recibidor de las obras de Stend- fico y figura sacrificial.
hal y Balzac, nos dice Bajtin (397-8), se produce la inter- En Bajtin (1989) hay una serie de elementos muy
sección de las sedes temporales y espaciales de la novela importantes en las narrativas, como el encuentro, el
y se generan los nudos argumentales, pero también se umbral o el camino, que unas veces aparecen como moti-
hace argumentalmente visible la época de la Restaura- vos dentro de diferentes cronotopos y otras como crono-
ción y la Monarquía de Julio, en cuyos salones se forja- topos específicos. Ello lleva a reducir el concepto de cro-
ban y destruían las carreras políticas, financieras y mili- notopo a la mera idea de que todo espacio es temporal y
tares, se representaban las nuevas jerarquías sociales, se viceversa, pues tal movilidad y variabilidad del cronoto-
revelaba la fuerza imparable del dinero, etc. En otro caso po parece quitarle la capacidad de regulación semiótico-
(Bajtin: 308-10), la temporalidad de la simultaneidad y valorativa que introduciría en ese (su) espacio-tiempo.
eternidad de todas las cosas, cronotopo de las novelas 6 Así ocurre por ejemplo con la exterioridad -esto es,
enciclopédicas de caballería, que estructura verticalmen- con el hecho de que la conciencia que tiene el hombre de
te toda la narrativa de La Divina Comedia se encuentra sí sólo se apoya en los aspectos de su personalidad y de
cruzada horizontalmente con la temporalidad de la suce- su vida que están orientados hacia el exterior, como fac-
sión histórica de acontecimientos, cronotopo histórico- tor organizador de las narrativas (auto) biográficas clási-
temporal, merced a las imágenes de la gente que ofrece, cas, ya que se conviene en una exterioridad presentista
las huellas de la época que manifiesta, la concepción en el caso de la plaza pública griega y en una exteriori-
política que defiende Dante, etc. dad histórica o de eslabón en el mundo romano de la
2 Frente al tiempo corriente y expiatorio del costum- familia patricia (Bajtin, 1989:289-90).
brismo y la picaresca (Baitin, 1989: 280-2), frente al En una ocasión (1995:76), ante la oportunidad de
tiempo cíclico de la naturaleza, denso y aromático, que señalar algunos errores en la comprensión de sus ideas que
impregna la narrativa pastoril (p. 256) o al tiempo cícli- le parecieran especialmente perjudiciales, se refirió a quie-
co por inerte y reiterativo del espacio-tiempo de la nes habían visto en ella algún tipo de tecnofilia o de roman-
pequeña ciudad provinciana novecentista (p. 398), fren- ce con la tecnología. «Quiem leer la figura cyborg, añade a
te al tiempo reversible de la revelación del carácter en la continuación, como un tropo [metáfora]amenazante y en
narración autobiográfica clásica (Pp. 2934), etc., encon- cierto sentido extremo tanto del dolor como de la posibili-
traremos en la narrativa cyborg una espacio-temporali- dad implicadas en la tecnociencia contemporánea y el entre-
dad reversible y transmutable, pero no al modo de ese lazado inseparable de cuerpos, máquinas y significados».
En ningún modo es casual que uno de los trabajos entidades más allá de científicos, máquinas y textos; u)
más complejos de Haraway («La biopolítica de los cuer- que al huir del sociologismo relega a un muy último
pos posmodernos») sea en gran medida el desarrollo de plano los sistemas de explotación y desigualdad que tan
una lectura crítico-liberadora, o positiva, de la produc- inherentes son a las prácticas sociales, incluidas las cien-
ción científica del cuerpo mediante la biotecnología, al tíficas; y iii) ha ignorado las aportaciones del feminismo
final del siglo XX, que, utilizando un modelo anti-racio- que tan fundamentales están siendo en el rechazo del
nalista de la encarnación de sistemas perceptuales y un- phalogocentrismo y en la visión del carácter híbrido y
gtlísticos —el de Winograd y Flores—, le permite afirmar fluido de la mayoría de las posiciones. A ellas ha añadi-
que «los cuerpos se han convenido en cyborgs» (1991: do recientemente (1997:127-9) una cuarta deficiencia, al
212) y, con ello, profundiza en el cuestionamiento radi- constatar que la teoría del actor-red, al independizar la
cal de la unidad, la identidad y la inamovilidad de la producción de significados del sujeto-como-creador, ha
identidad personal (el self). terminando asumiendo una serie de supuestos psicolo-
Parece que además, con esta dimensión, Haraway gistas de origen conductista y cognitivista (inteligencia
ha querido salir al paso de las discusiones sobre si ahora artificial) que dejan al agente (humano y no-humano) sin
vivimos en una especie de aceleración de la modernidad toda la carga de emociones, deseos, esperanzas y anhe-
—la tardomodernidad— o en una época posímodema. Ella los, que tan fundamental es para poder mantener una
opta (1997:42-3) claramente por aliarse con Latour para práctica contestataria y alternativa. Por todo ello, aunque
hablar de situación «amodema», pero quiere ir más allá los cyborgs ocupen posiciones semejantes a los actantes
en el distanciamiento de la visión moderna y. en lugar de de Latour en la dimensión de la tecnociencia siempre
nombrarla con el apelativo de Latour, da una especie de tendrán más carnalidad, más irracionalidad, más fluidez
dirección en la red: «en el segundo milenio» (@Second y más descaro político-contestatario.
MiIlennium). La modernidad queda así cogida y delimi- ~ A.Giddens (1990:64-77) presenta la globalización
tada por una pinza cronotópica. como el proceso que incluye de forma intrísecamente
~ F.Jameson nos ha recordado (1996: 240 y ss.gg.) que interconectada los siguientes nexos o articulaciones ins-
a la hora de aclarar la situación de los nuevos agentes titucionales:
sociales, básicamente de los nuevos movimientos socia- i) el capitalismo tardío o multinacional, con los mer-
les, una y otra vez surge la dicotomía entre el determinis- cados mundiales financieros y laborales y las grandes
mo y el voluntarismo. Para unos, con su razón cínica, son corporaciones transnacionales que, entre otras cosas,
resultado concomitante del capitalismo tardío y permane- producen una división internacional del trabajo y un
cen atados a su globalización política; para los otros, con ordenamiento espacio-temporal móvil;
su populismo liberal-radical, son dolorosas victorias loca- u) el sistema de naciones-estado, con su apropiación
les capaces de una micropolítica de resistencia, Nos de la territorialidad y de los medios de violencia y el con-
movemos en un dilema insostenible, pero sin embargo trol que ejercen de la educación y la información, que le
vivo: un dilema que está profundamente enraizado en la permite vigilar y disciplinar cuerpos y mentes;
retórica judeo-cristiana. Por un lado, el discurso provi- iii) la ordenación militar del mundo, con sus alianzas,
dencialista de la prefiguración en un punto inicial de todo tecnologías, estrategias y múltiples formas de comercio
acontecimiento, que encuentra a veces ciertas alianzas con la muerte, que ha pasado de la bipolaridad al impe-
con el voluntarismo débil de la predestinación. Por otro rio americano; y
lado está el milenarismo utópico que somete los aconteci- iv) la transformación industrial y tecnológica de la
mientos a una voluntad guiada por el faro del porvenir. naturaleza en un medioambiente creado, que nos coloca
Ambos son de vieja raigambre cristiana, ambos reafirma- en un único mundo química y nuclearmente amenazante.
dos en «las manifestaciones religiosas» de la tecnología, La conjunción de estas cuatro articulaciones sociales
como los walk-man o las redes medfaticas (1996:299), del Nuevo Orden hace que, según Jameson (1996:22), la
ambos perfectamente compatibles con la imagen de la construcción cultural —con sus objetivaciones reales
catástrofe o apocalipsis (atómica o medioambiental) como informaciones, valores, sentimientos, textos, etc.—
como expiación para acceder al fin o como repliegue se convierta en infraestuctural, en su propia condición de
reverencial sobre nuestros propios poderes, que convierte posibilidad, pero obligándonos a la vez a hablar de ello
a nuestro presente en algo cuasi-mí~co o cuasi-religioso. con las categorías analíticas de la economía política.
Y es que la ordenación o dimensión religiosa, como re- ~ Sólo la premura con que se ha redactado este traba-
ligación de emociones y cogniciones. de individuos entre jo puede justificar el que no se utilizara la magnífica reco-
sí y de diversos e incluso contradictorios marcos de sen- pilación introductoria editada por Chris Hables Gray, The
tido, no ha desaparecido nunca de los cronotopos domi- Cyborg Handbook. Nueva York/Londres, Rouiledge,
nantes, ni siquiera durante la más secularizada modernidad. 1995. También hubiera sido conveniente revisar la revis-
Ahí están hoy los revivals religiosos, el florecimiento de ta Cybersociolagy, que se puede ver o visitar en
los fundanientalismos islámicos o cristianos o la religio- http://www.socio.demon.co.uk/magazine/magazine.html.
sidad sincrética de la New Age, que a la vez que rompen
con el canon unitario occidental, niegan la burguesa lec-
tura alegórica de los «sagrados textos» y reclaman una
lectura literal, que no puede ser sino simulada.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
En concreto Haraway ha remarcado (1992:331-3)
tres deficiencias en las propuestas de Latour: i) que man- ALTHUSSER, L y BÁLBÁR, E. (1969), Para leer El Capi-
tiene un concepto excesivamente estrecho de lo colecti- tal, México, Siglo XXI.
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