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ade Map teas tt ue Agree peer, pet bps josh &. RAMON PI E ie aleviy : plane Ne wile, Nase Sagat a mage op ae ee Se Tyg qese ger cd oth oS NF STENT TE ADS qyeictl Ne RT th Mere trys ge ok Dopea wk eae kam IE Keo Dee: prec Feit DEL METODO a ici ole Teer MESS ye aby ae ~ MEDIEV. Fey dae alll Ee ee a ur bugs vende 4d VEY + Paprneet Da coe AMOR YVERDAD 3... yeg@eld crane. Re aMF AT We MEG. Wrne SS we (CPt nt Abed Ne FBR yur het Pree agen as cee qatar AE OS TNE F feryen Scan S Ake eS eA Fite yon Ab ema FT ASY Wrentine agne ten Irie Og? abe THis flay - 38 yd aera 7 YR ott ed Bence) FS PT lads ty Venter ngne tear vs eerie queda oft? fe Tad wg, Bala ake ba i Pre ence defined ny anole Tete dyes 2M TES TY Here. Td se. 9 ne ae sap} perme td ane dre Fhe Nee dup ake aie ee ae ren Ree lag ett 4 ISBN NF 987-9192-12-5 DISCURSO DEL METODO MEDIEVAL AMOR Y VERDAD Vv JOSE RAMON PEREZ DISCURSO DEL METODO MEDIEVAL AMOR Y VERDAD Iv Edicios Obra publicada con el auspicio de la Municipalidad de Cordoba Fonpo Estimuo para La Activipab Epitorial. CORDOBESA Ordenanza 8808 ‘ Tapa y contratapa: Nustracién de fondo: Manuscrito de Santo Tomés de Aquino (De veritate") . Primer plano de contratapa: Las virtudes teologales fiaberndculo de Or San Michele, por Orcagna, s. XIV) A José Lorenzo Sartori, Obispo Amicus amici Copyright © 1997, José Ramon Pérez. Copyright © 1997, Ediciones del Copista, : . : Lavaiteja N° 47 - Dpto. 7 - $000 Cordoba - Repiblica Argentina. IMPRESO EN LA ARGENTINA Queda hecho el depdsito que prevé Ia ley 11.723 1.S.B.N.: 987-9192-12-5 ee “{Seria paradoja decir que el humanismo era un retorno al pasado en vista del presente, y que la «escoldsticay era el retorno al pasado en vista det porvenir? Tal ver haya en esto un grano de verdad”. (Etienne Gison) “Si alguien quiere escribir contra mis soluciones, ello me serd muy grata. No hay, en efecto, mejor ma- nera de descubrir la verdad y de refiiar el error, que defendiéndose contra los oponentes” (Santo Tomas 28 Agunio) “(Sobre verdes colinas azuladas canian los linos su pasin celeste. La béveda de! cielo se sostiene en los campos. Bajo el parral aguardan los amigas para partir el pan, el poema y el vino. Todo cantaba silencio, El padre es joven y trae su sombrero de paja y de inacencia. La madre es bella y peina su pelo de oro viejo.)" (Graciela Maturo) “anuncio de fe débil esperanza caridad sin ninguna simpatia despojo de batalla no librada” (Daniel Vera) SUMARIO Prélogo. Capituo T Fides quaerens intellectum: La fe en busca de inteligencia, Capituto II Inteilectus: La inteligencia. Caritutco TU Fides. La fe y 1a inteligencia. CapituLo [V Quaerens: La esperanza, la caridad y la voluntad. CapituLo V De ente et esse: Del ente y el Ser. PrRO6LoGO San Acustin escribié un librito titulado y dedicado asi: En- chividion ad Laurentium, sive de fide, spe et charitate, lo que en castellano se lee: Compendio dedicado a Lorenzo sobre la fe, la es- peranza y la caridad. Santo Tomas también escribié un libro pare- cido e inconcluso, pues se murié antes de terminarlo, titulado Com- pendium theologiae, i.e., Compendio de teologia, ofrecido a “mi querido hijo Reginalde”, donde trata de tres cosas: la fe, la esperan- za y la caridad. Ya en el “Quattrocento”, la escuela platnica segui- dora de San AcusTin, en un verso sefiala lo que en ella se ensefiaba: “Litera gesta docet, quid credas Allegoria, Moralis quid agas, quo tendas Anagogia.” ' cuya traduecién literal dice asi: “la Letra enseila los hechos, lo que has de creer la Alegoria, la Moral cémo has de obrar, la Anagogia aquello hacia lo que aspiras”. En el siglo pasado, afio 1861, Dos- TOYEVsK! en el Diario de wn escritor, hablando de “Cultura e Ins- truccién” titulaba ésta de Chitdinik, término que significa algo asi como trozos escogidos, conteniendo “los siguientes temas: Simbo- lo de la fe, el Padrenuestro y jos Diez Mandamientos”?. | Philippe Monier, £! “Quattrocento”. Historia lueraria del siglo XV italiano. Ed. Argos. Bs. As., pig. 128, “EI método de la Academia platénica”, pag. 128 ss, 2 Fiodor M. Dosrovevski, Obras completas. Ed. Aguilar, Madrid, 1975, T. IIL, pag. 683. 14 José Ramén Pérez Y como venimos mentando remotos tiempos y lejanas co- marcas, arrimémonos al fogén de lo nuestro para sentir el calor- cito del hogar, pues apenas se abre como una primavera y flore- cen los versos de Martin Fierro, nos invade el color vivido, el aliento penetrante y, sobre todo, el eco nitido de todas estas vo- ces ya milenarias. Sin embargo, no se trata ahora de intentar abordar el historia! de lo escrito y sefialado sobre Ia fe, la esperanza y la caridad, pues si yo lo intentase de inmediato me saldrian al cruce en el camino sus naturales guardianes, los tedlogos; no en balde se las conoce " como virtudes teologales, 0 Jo que es lo mismo decir, la verdad, la esperanza y el amor de los hombres, el poder de su vida misma, Ia fuerza de su corazén racional, pero, y esto es lo mas decisivo, es- tando Dios de por medio. Mas bien, el titulo de este librito resue- na, como en un eco, el titulo de su original, £7 Discurso del Méto- do, de su autor Renato Descartes, discurso que hoy cumple 360 afios de existencia y vigencia, por no decir un afio entero de afios, © el mes del Gran Afio pitagérico. Pero, no se vaya a creer, como lo dicta hoy la moda venida de Paris, que nuestro titulo Discurso de? Método Medieval, es un esfuerzo post-moderno para superar la Modernidad originada precisamente en el filésofo francés alla por el afio un mil seiscientos y tantos. Es obvio que si fuéramos los nuevos gramaticos de Orleans, peleando con los nuevos légicos de Paris, nuestro titulo tendria su noble explicacion: una efectiva crea- tividad inagotable y sin limite alguno, tema que con su caracteris- tico rigor implacable, amoroso y justiciero, viene analizando desde hace ya un tiempito y en todo lo que publica mi amigo Carlos Paralon. No. Su origen ha sido mas natural, mas comtin, mas sim- ple, y, como todo Io que es diario y esta a la vista no se ve, aqui me sucediéd exactamente lo mismo. En efecto, recién desde comienzo del siglo XX la “Historia de Ia Filosofia Medieval” comenzo a adquirir lenta y dificultosa- mente categoria disciplinaria en el curriculum de la Facultad de Filosofia; pero, esta misma disciplina estaba obviamente bajo el Prélogo 15 ejido, no de la teologia, sino de Ja filosofia, y de una filosofia que se ajustaba en todo al método inaugurado por Descartes, dis- cipulo de SuAREz; no me refiero al método mateméatico el cual es hoy también obvio en el dominio de las ciencias, sino a la filoso- fia concebida metédicamente como auténoma, i.e., independiente de la teologia de los tedlogos medievales. Como en la Edad Me- dia nadie entre los escoldsticos latinos concibié nunca un uso asi de Ia filosofia, sino, mas bien, luego de una larga discusién con- cluyeron en el siglo XII y XIII que Ja filosofia era la sirvienta de la Casa cuya Sefiora es la teologia, los modernos todos hijos y herederos de Descartes dijeron naturalmente que en la Edad Me- dia no habia habido filosofia, sino sélo teologia. Quien mas lo cacared y en voz alta. como buen parisino, fue Victor Cousin. Tampoco es propio en esta introduccién hacer el oficio de Didge- nes LaERcio y narrar las peripecias de este largo noviazgo y ya formalizado matrimonio entre la fe cristiana y la razén de] mis- mo hombre cristiano, y luego, joh desgracia del hombre “occi- dental y cristiano”!, su estruendoso divorcio publicitado en todos jos mas altos foros de la cultura. Vayamos pues al origen de nuestro titulo. Este nacié en al- gunas clases dictadas en la Catedra de Filosofia Medieval en la trisecular Universidad de Cordoba, Argentina, clases dictadas con la imtencién de mostrar y ensefiar el método que orienté toda la especulacién de los hombres latinos de Occidente, método formu- lado claramente por San ANSELMO DE CaNToRBERY en el titulo de una de sus obras mas conocidas, Proslogion seu fides quaerens intellectum. {Cémo mostrar lo que el método inaugurado por Descarves no posibilita ver de ningtim modo? De alli mismo na- cié este Discurso del Método Medieval, titulo provocativo de la ya demasiado prolongada autonomia establecida por el hombre moderno. Yo habia leido, jcuantas veces, Dios mio!, lo repetido reiterativamente por otro parisino, ya de este siglo, y uno de los mejores especialistas de} siglo XX en el filésofo francés y en el tedlogo italiano, Etienne GiLson, quien aseveré que, para enten- 16 José Ramon Pérez der las primeras cuestiones que plantea la Suma Teoldgica de Santo ToMAS DE AQuINO y tener acertadamente “la inteligencia de lo que dice de ello en este sentido supone conocido Io que diré mucho mAs adelante de la fe}. {No dije ya que lo que estd a la vista y es obvio no se ve? Fue entonces cuando el solo co- mienzo de querer explicar a los alumnos lo que fue la teologia, la filosofia y la ciencia durante la Edad Media me Hevé a quedar- me yo mismo mas sorprendido que los propios alumnos, por el giro que tomé el desarrollo de los temas del Programa de nuestra Disciplina, verificando entonces cudnta razén asistia a io dicho por Gitson, Sucede, ni mas ni menos, como con las claves de una caja secreta la que, por mas fuerza que empefiemos en abrir su puerta, no cede a ninguna violencia proveniente de ia ignoran- cia de la clave. Dada ésta, entonces, se nos brinda con claridad y viveza el tesoro encerrado dentro. Lo publicado ahora es fruto de ésta mi propia sorpresa. Asi es como hubiera podido titularse Enchiridion, 0 bien Proslogion, y. también, Chitdinik, aunque sin tener evidentemente la pretensién de arrimarse, siquiera, a la claridad de la perfeccién de lo escrito por un clasico y Santo Doctor de la Iglesia como lo es San Acustin, ni a la lucidez de Jas numerosas cuestiones de la Suma de Teologia donde Santo TomAs, también Doctor de la Iglesia, trata de las vir- tudes teologales; sin embargo, debido a la obscuridad y cerrazén de nuestra época respecto de las mismas, me parece ya va siendo ne- cesario encender un candil y, saliendo con él por delante, preguntar en la Ciudad y mostrar a quien quiera ver donde se encuentra el Camino final del hombre y dénde, por lo tanto, la felicidad que an- hela su corazén. Aqui, en este librito, se da gratis el método para lograrto “con seguridad” segin mismo lo establecieron los hombres det medioevo. En el decir de un amigo lefiador, son estas paginas virutas de un tronco macho y que, por serlo, virutas, pueden darnos 3 Etienne Ginson, El filésofo y la teologia, Ed. Guadarrama. Madrid, 1962, pag. 124. Prélogo 17 Ia posibilidad de encender un fueguito que no permita a nuestro co- razon morirse de frio. “Los Pueblos, los Hombres, se enfrfan por ausencia de Espiritu. Pero estamos nosotros con pedernal y yesca, con Cantares y Poemas. Con un alto desvelo y suefios de todo tipo, para entibiar las horas de los que no quieren congelarse todavia”, dijo también Atahualpa Yupanqul en el Cerro Colorado de Cordoba en 1987. Como, por otra parte, creo y espero no decir cosa distinta de Io ya expresado por ellos, es por lo. que lo doy a publicidad, e, incluso, siguiendo su mismo consejo: “Un buen traductor debe, cui- dando de resguardar e! sentido de las verdades traducidas, adaptar su estilo al genio de la lengua en la cual se expresa”*. En realidad de verdad —“verdad compleja” *— de lo que aqui se trata en la intencién del autor es “‘barajar y dar de nuevo” (JauRETCHE) en este truco ya milenario, gno estan todos hablando del Tercer Milenio?, pero que en la reciente-moderna partida a ter- minado sin Rey y sin Reina, sélo ostentando vistosas y brillantes sotas. Nada me puede hoy “aplacer” mas que “Barajar, es decir, andar en contienda”®, porque, ya dijo Fray Tomas, “el silencio de quienes tienen el deber de oponerse « los que pervierten la verdad de la fe seria confirmacién del error. De ahi las palabras de San Gregorio: «como la palabra imprudente conduce al error, el silen- cio indiscreto deja en el error a aquellos que podian haber sido instruidos»” (2-2, q. 10, a. 7), puesto que “una vez dada la ley, atafie a los hombres sabios no soio inducir a los hombres a la ob- servancia de los preceptos, sino también mucho més a conservar el fundamento de la ley” y, se sabe que el fundamento de la ley es la fe por la que conocemos que Dios existe y es creador de Ia ley. y + SANTO TOMAS DE AQuINO. “Prélogo” de su opisculo Contra los errores de los griegos. 3 Santo Tomas De Aquino, De veritate, q. 14, a. 1, Resp. A, Ed. Marietti, Roma. 1949. pag. 128. 5 Pray Luis DE LEON. De los nombres de Cristo. Ed. Ebro, Madrid, 1967, pag. 119. 18 José Ramon Pérez la esperanza por la que tenemos certeza de que Dios premia y cas- tiga, (2-2, q. 22, a. 1). Como, por otra parte, en este Prélogo casi con lo tnico que cumplo es con el oficio de traductor y copista —scriptor— y en un estilo un poco sui generis, no me acomplejo de realizarlo a mi modo en esta disputa universitaria. Asi repito con la misma auto- ridad doctoral de otro: “Se da en las escuelas, dice Tomas, cierta discusién magistral con el fin, no de quitar los errores, sino, de instruir a quienes escuchan en el entendimiento de la verdad a la cual se dirige. Y entonces conviene fundarse en razones que in- vestigan la raiz de la verdad y hacen conocer cémo es de verda- dero Jo que se dice: de otro modo, si el maestro determina la cuestién planteada con sélo argumentos de autoridad, se habra seguramente dado fe de que es asi, pero no se adquiriré nada de ciencia ni de entendimiento de la cuestién planteada, y se retirard el oyente ayuno de todo” (Quodl. IV, a. 18). “Tal fue precisa- mente, dice Cuenu, uno de los progresos de la gran época de la teologia, en el siglo XIII, distinguir entre dos dominios, el de las auctoritates, jueces de Ia fe, y el de los magistralia, posiciones de los «maestros en teologian’?. A fuer de aparecer como un vulgar incordio, repetiré que “1, La voluntad de un hombre, considerada en si misma, no es regla de la voluntad de otro hombre... Mas causar discordia con la que se borre la mala concordia, a saber. la voluntad equivocada, es de ala- bar” (2-2, q. 37, a. 1, ad 1). Digo esto porque sé muy bien por pro- pia experiencia lo cémodo que resulta dejarse llevar por las aucto- ritates, sean éstas religiosas como humanas, mismo como se nada cuesta abajo en el rio, 0, como Hora el tango: “cuesta abajo en mi rodada” (Le PERA-GarvEL), en lugar de hacer el esfuerzo para re- montar, contra la corriente, buscando la fuente de “La Cuesta del Agua” (MarecHaL), es decir, la ciencia. “La inteligencia tiene sus 7 M-D. Crenu, La fe en la inteligencia, Ed. Estela, Barcelona, 1966, pag. 293, Prélogo 19 grados, asevera Don Nimio pe ANquin, pues la tiniebla o si se quie- re ser menos radical, la penumbra de las cosas no se devela en un santiamén para ofrecerse de barato a una mente holgazana y vulgar, si no se despeja por la obra nobilisima de la meditacién y de la auto-conciencia. Es una tarea que durara, acaso, toda la vida de un hombre, pero que al cabo logra su finalidad cuando logra especular con la mente purificada de sombras”*. Mas, “1. «Quien aumenta el saber, aumenta el dolor», ya por causa de la dificultad y el defecto de encontrar la verdad, ya porque mediante la ciencia, el hombre conoce muchas cosas que contrarian la voluntad; y entonces, por parte de las cosas que se conocen, la ciencia produce dolor, y de- lectacién por parte de la contemplacion de la verdad”, y “3. En vir- tud de la redundancia que entre las potencias dei alma se establece desde la superior a la inferior, la delectacién de la contemplacién, que esta en la parte superior, redunda sobre los sentidos, suavizan- do el dolor que padecen” (1-2, q. 38, a. 4). Es ésta la precisa razén del por qué no hay cosa més perjudicial para un hombre que el “medio saber” o el “saber a medias” pues, entonces, ni alivia el do- lor ni, tampoco, da placer. Esa situacién det hombre de ser creyen- te y no filosofar y la del otro hombre de ser fildsofo y no ser cre- yente, 4a qué otra cosa puede conducir que al acrecentamiento de un dolor reciproco y sin consuelo? Asi es como brotan, cual hongos después de la Iluvia, hombres tontos y necios, y, de seguro fanati- cos. No ha sido otra la historia de la relacién entre la fe cristiana y la razén humana que sélo produjo fandticos de la fe y fanaticos de la razén, y mas fanaticos atin si cabe, cuando luego de haber estado unidas la fe y la razén en la Edad Media, se separaron, pues ahora en esta situacién nueva se agrega el resentimiento, sobre el cual se construy6, tanto del lado creyente como del lado no creyente, toda la Edad Moderna: una edad humana reciente construida totalmente sobre un malentendido. jElemental, mister Watson! ® Nimio DE ANQUIN, Cuyo. Anuario de Filosofia argentina y americana, U.N. de Cuyo. Cuyo. 1990, pag. 301 20 José Ramon Pérez |Vaya uno a saber en qué termina esta contienda!”, decia ya Martin Fierro, cuando anuncié en el final de su Canto XXXII, “que es la misma eda de Cristo”, que se mandarian a ba- raja para comenzar —en secreto— una nueva contienda. gEn qué otro sitio que no sea precisamente el interior secreto del corazén racional puede darse esa batalla para que sea, asi, una batalla hu- mana? Asi, por lo menos, nos lo volvié a repetir Leopoldo Mare- cHAL —1970— en e] mensaje claro y sonoro de Megafén, o la guerra, pero presuponiendo anteriormente —E/ Banguete de Se- vero Arcdngelo— que tal batalla no es, siquiera, humana si no es también bataila divina entre el alma y Dios. Qué otra cosa pre- tendié Acustin p= TAGASTE en su enrevesada vida y TomMAS DE Aquino tranquilo en Ia suya? Viniendo ahora al estilo sui generis que dije, me veo en la necesidad de aclarar que “Escribir historia significa precisamente exponer Io diferente en cada caso”, y mas aun si se trata de escri- bir sobre e! método adecuado para comprender “lo diferente” del caso, i.e., de una época histérica. Si se ignora el método, gcémo podré conocerse el caso? Ademiés, “... si el lector considera que en las consideraciones que siguen me he quedado, digamos, «en la su- perficie», le ruego que no lo achaque sin mas a mi escasa enverga- dura intelectual, sino que se identifique con mi esfuerzo por inter- pretar lo mas acertadamente posible jas relaciones entre Jos hechos histéricos. Como ya dije, un tratamiento tan «superficial» del tema supone una gran capacidad de autodisciplina”"°. Me veo obligado a hacer otra aclaracion mas debido a que se trata puntualmente de una disputa universitaria —en este mundo contemporaneo de “mandamases”, “sabihondos y suicidas”!” gcon quign otro se podria ° Wemer Somaarr, E/ Burgués, Ed. Alianza, Madrid, 1979, pag. 16. 1 Idem. "” Enrique Santos Discépoto, “Cafetin de Buenos Aires” (DiscéroLo-Mo- RES: 1948), Las letras del Tango. Antologia cronolégica, 1900-1980, por Eduar- do Romano. Ed. Fundacién Ross, Bs. As.. 1990, pag. 376. Prélogo 21 hablar de estos temas?—, y es la siguiente: “El que no sabe hablar acomodado a su auditorio no es maestro; y me atrevo a decir que ni siquiera tiene ciencia profunda y completa; es decir, «ciencia universitaria»”!, dice otro doctor con tres togas doctorales encima, una por Roma, otra por Paris y otra por Londres y Bolonia, lo cual le da pleno derecho a calificar y distinguir grados en la califica- cidn, en efecto: “Tonto = ignorante. Simple = tonto que se sabe tonto, Necio = tonto que no se sabe tonto. Fatuo = tonto que no se sabe tonto y quiere gobernar encima (o hacer-que-gobierna) a otros”!3, Ya se trate de entender como de comunicar lo entendido la inteligencia del hombre se mide por un solo “fest” infalible: si su inteligencia le da para entender quién es y quign no es inteligente, y, cuando se trata de inteligencia como la de los fildsofos. de ad- miracién consiguiente por ellos; de ahi el dicho popular “Dime con quién andas y te diré quién eres”, simple repeticion del medieval BeRNarno DE CHARTRES, refiriendo a los enanos en los hombros de Jos gigantes; entonces se puede afirmar con tranquilidad y confiar en la inteligencia humana. “Claro que tampoco escribo mas que para los entusiastas y, por lo tanto, tengo la seguridad de que estos si que me compren- derdn e, incluso, de que algunos de ellos me comprenderan mejor que yo me comprendo a mi mismo. Pero no me importa. pues me siento muy satisfecho con la parte que se me ha asignado, es de- cir, contento con este enigméatico entusiasmo enamorado que me domina”'4, jOh hermano KrErRKEGAaRD!, tus palabras resuenan el eco de la “Glossa ordinaria: «Anagogia, idest, spiritualis intellec- '2 Leonardo CasTELLaNi Th. D., Frewd, Ed. Jauja, Mendoza, 1996. pag. 169. 13 Leonardo CasTeLLani, Las Ideas de mi Tio el cura, Ed. Excalibur, Bs. As.. 1984. pag. 25. 14 Séren KIERKEGAARD, Estudios Esiéticos. El erotismo musical, Ed. Gua~ darrama, Madrid, 1969, pag. 239. 22 José Ramin Pérez tus per quem de summis et celestibus tractatur, et ad superiora ducimus»”'*, lo que traducido indica que “el comento comin dice que la anagogia es el intelecto espiritual por e] que tenemos la posibilidad de conversar de las cosas excelsas y celestiales y, también, de ser conducidos a Ia cumbre”; y me traen un eco mds antiguo ain, el de las palabras de CLEMENTE DE ALEJANDRIA en su Stromata I, quien, hablando de Jo que “la Escritura Hama sabidu- ria”, dice: “2.1. Luego afiade una expresién genérica: He puesto Ja inteligencia en todo corazén inteligente, es decir, al que es ca- paz de recibirla mediante el propio ejercicio y esfuerzo. Y tam- bién esta escrito de forma nitida en nombre del Sefior: Tu habla- rds a todos los sabios en inteligencia, a los que he llenado del espiritu de conocimiento. 2. Los sabios en inteligencia tienen un don natural especial; reciben de !a Suprema Sabiduria un doble espiritu de conocimiento, cuando se hacen aptos para recibirlo. 3. En efecto, quienes practican oficios manuales gozan de una pe- culiar sensibilidad: el comunmente llamado misico goza de oido; el modelador, de tacto. El cantor de voz; el perfumero, del olfa- to; el cincelador, de la vista. 4. Mas quienes se ocupan de la edu- eacién gozan de un sentimiento intimo, gracias al cual los poetas perciben la métrica, los sofistas fa estilistica, los dialécticos Ios si- logismos y los filésofos intuyen sus respectivas doctrinas. 5. Ese sentimiento intimo es ingenioso e inventivo para inducir convin- centemente lo seducible, y a su vez, ese ejercicio mismo acrecien- ta la inclinacién a la ciencia”'¢, Por lo tanto, y en conclusién, lo escrito hoy y aqui es un ejercicio escolar mediante el cual se intenta entender el método medieval fides guaerens intellectum por ej cual, y solamente mediante éi puede el hombre de hoy conocer cabal y verdadera- mente todo lo que pensé y realizé aquei hombre categorizado '3 M-D. Cuenu, Le fe en la inteligencia, op. cit., pag. 157. 18 CLEMENTE DE ALEJANDRA. Stromata /, Edicién de Editorial Ciudad Nue- va, Madrid, 1996. 26, 1, pag. 125. Prélogo 23 histéricamente de modo despectivo por el hombre autodenomi- nado moderno como “medieval”, 0 sea, como una Edad obscura y tenebrosa de la cual, gracias al hombre, se liberd el hombre occidental; no hay, para ello, més que ofr hablar a Augusto Comte: del mito a la teologia-metafisica y de ésta a la ciencia positiva fue la evolucién de la crisdlida y el vuelo de ésta Inego mariposa que encendié y quemé sus alas en la lampara de la Ilustracién, y, desde entonces alli y hasta hoy y aqui “Una mis- ma esterilidad agosta la ciudad y la cristiandad. La ciudad de los hombres y la ciudad de Dios. Es, precisamente, la esterilidad moderna” !7. Me agrada anotarlo y confirmarlo con antiguos comentarios a textos aun mucho mas antiguos. Dice Fray Luis DE LEON comen- tando el Capitulo XXXVI del libro de Job: “24. Miembrate que no sabes obra suya, de quien cantaron varones: pues no sabe ni co- noce estas obras suyas visibles, tratadas, contadas, y cantadas por todos... Miembrate, dice, esto es, trahe 4 la memoria y advierte que no conoces, ni preguntado sabrias dar razén de esta su obra, que los hombres vemos y trahemos en la lengua y la boca obra que es publica y notoria, y que 4 ninguno se absconde. “25, Todos los hombres vieron, cada uno mira de lejos: por- que todos la vén, los de lejos y cerca, porque es esto natural y vi- sible. Mas aunque la vén y conocen todos, pero todos la miran de lejos, porque ninguno dellos la penetra y entiende”. El resumen de lo intentado en este Discurso del Método Medieval quizés se podria encontrar en la “Traduccién en terce- tos” de este mismo texto de Job, realizada por Fray Luis DE Leon; dice asi: “Y nuevos argumentos afadiendo. por dar mayor firmeza a lo pasado, abrié Eliu la boca ansi diciendo: '7 Charles PéGuy, Nuestra Juventud, Ed. Emecé, Bs. As., 1945, pag. 17. , 24 José Ramén Pérez ‘ Espérame y atiende, que no he dado : a mis palabras fin, que todavia por Dios razones nuevas han quedado. De luefie! mi discurso toma guia, ' agora la razén, agora quiero / defiend’ 4 su hacedor la lengua mia. : Firmisimo discurso y verdaderos: Captruro I que quien agora habla, Job, contigo ‘ en ccion de seie i i 1, 7 . . 2 . perfeccion de sciencia es el primero Fides quaerens intellectum: La fe en busca de inteligencia. Todo ama su igual, todo es amigo de lo que le asemeja: Dios es bueno, ' es sabio, es poderoso, tu el testigo. 1, Dificultades SUMARIO: Palabras de agradecimiento — Introdu: ( ; y prejuicios historices— TL. El método medieval: Fides quacrens intcllec- ‘ « . . . . tum.—- HL. Conmemaraci6n de los 700 aitos de Rogerio Bacon. — Palabras De luefie dice, por decir que quiere tratar este negocio muy finales. ¢ de su raiz y principio, y mostrar la justicia de su hacedor desde sus causas primeras” #8, Palabras de agradecimiento € c Cordoba, 20.agosto.97, dia de SAN BERNARDO DE CLARAVAL. Con la Licenciada, Directora de la Escuela de Filosofia de la ¢ Facultad de Filosofia y Humanidades de la Universidad Nacional ; de Cérdoba del Tucuman, Carolina EscoTo suman cuatro, tres de ellos medievaies. los Escotos més conocidos. En agradecimiento a sus palabras los mencionaré ahora para su honor: Juan Escoro ERI- ‘ Gena, Juan Duns Escoto y Miguel Escoro. De los dos primeros, ; siendo los mas conocidos, sélo observaré lo siguiente: “La denomi- nacién de Scotus Eriugena (Erigena) que a menudo se encuentra no es acertada, ya que la misma expresa por dos veces el origen de Ir- landa (Escocia). Acertada es la denominacién Juan Scotus”. De Miguel Escoro dos datos seilalaré: fue Astrélogo del Em- ‘ perador Federico IJ, el pariente de Santo Tomas DE AQUINO, y, tam- 18 Fray Luis Dé Leén, Exposicién del Libro de Job, Ed. Hyspamérica. Bs. 19 Josef Pieper. Filosofia Medieval y Mundo Moderno, Ed. Rialp. Madrid. As.. 1985. pags. 607-608; 611-612; pag. 595. 1973. pig. 59, nota 19, € 26 José Ramén Pérez bign, traductor de los Comentarios de AVERROES a ARISTOTELES™. Si “al recibir un nombre se recibe un destino” (MARECHAL) con tales antecedentes auguro para Carolina Escoto frutos maduros de su propia estirpe: yo sé perfectamente de la lucha entablada, sin duda, entre su voluntad y su inteligencia, o sea, entre el bien y Ja verdad. Seré, entonces y seguramente, justicia su equilibrio. Introduccién “Pues son mis dichas desdichas Las de todos mis hermanos— Ellos guardarén ufanos En su corazén mi historia— Me’ tendran en su memoria Para siempre mis paisanos. Es la memoria un gran don, Calida muy meritoria— ¥ aquellos que en esta historia Sospechen que les doy palo— Sepan que olvidar lo mato También es tener memoria. Mas naide se crea ofendido Pues a ninguno incémodo— ¥ si canto de este modo Por encontrarlo oportuno— No es para mal de ninguno Sino para bien de todos." 20 Etienne Gitson, La Filosofia en la Edad Media, Ed. Gredos, Madrid, 1958, T. I, pags. 221 y 229. 21 José HernAnvez, Martin Fierro. Ed. Critica de Carlos Alberto Ley- Mann, Ed. Estrada, Bs. As., 1961, Il 4877 a 4894. Fides quaerens intellectum 27 “Hubo grandes épocas de esplendor en las que Europa era una tierra cristiana... Eran estos hombres excelsos, en el gran mar desconocido, pilotos expertos, bajo cuya proteccién era dable despreciar las tempestades y confiar firmemente en un feliz arri- bo, en un dichoso desembarco en las playas de la verdadera pa- tria... Era apenas un primer amor que sucumbidé bajo el peso de la vida temporal... Con la Reforma se perdié la cristiandad. En adelante, ya no existe” 22. En estas bellas palabras de Novauis se percibe el sentimiento romantico de un hombre asaz melancélico, desconforme de su propia edad histérica, refugiarse nuevamente en las faldas de su madre deseoso todo él de escuchar los dulces cuentos infantiles que, en aquel tiempo ya ido, aceleraban el pul- so de} joven corazén con la sola imaginacién de futuras navega- ciones. La melancolia romantica ileva necesariamente dentro de su mismo pecho el deseo incontenible de nuevas aventuras amo- Tosas y, consiguientemente, de nuevas decepciones que realimen- tan nuevamente el deseo de las zagas y rondas infantiles. Un hombre roméntico es un hombre que nunca se para sobre sus pro- pios pies, ni apoya la cabeza sobre sus propios hombros, y, al no desprenderse “de las faldas maternales” (KieakeGaaro), jamas puede conocer de amores humanos, y, menos que menos, saber de la severidad de los amores divinos. Dejemos el bozo, atin no desarrollado ni crecido, del hombre moderno, para asi remitirnos a la realidad histérica, que por ser tal, ie., histérica, es real, no meramente recordada en una ensofiacién. Recordemos amores reales. “Los caminos del amor son largos y cortos, porque el amor es claro, puro, neto, verdadero, sutil, sim- ple, fuerte, diligente, resplandeciente y abundante en pensamientos nuevos y en viejos recuerdos” 3. “Con frecuencia los ejemplos, més que las palabras, excitan y mitigan los sentimientos. Esta es la ® Novas, Himnos a la noche. Cénticos espirituales. La Cristiandad 0 Europa, Ed. Assandri, Cérdoba, 1965, pags. 125-134, 23 Raymond LULLE, L ‘Ami et I'Aimé, Ed. G. Crés. Paris, 1921. pag. 24. 28 José Ramén Pérez razon que me determina ahora, después de haber tenido alguna consolacién en la charla habida contigo, a escribir una carta al amigo ausente, sobre las mismas experiencias vividas de mis cala~ midades para que en comparacién de las mias, las tuyas se te anto- jen naderias y las soportes mas facilmente” *. Queridos amigos presentes, diré ahora de qué ejemplos habla~ remos hoy. En primer lugar contaré a ustedes mis calamidades, pero no, obviamente, las que narra ABELARDO en su carta, puesto que las mias en ese terreno no existen, casi, sino, mas bien, recor- daré brevemente las desventuras que hube de soportar para asi hoy poder, ya contenido con cierta autoridad delante de todos ustedes, hablar de la historia de los medievales. En segundo término y resultandome imposible, por argentino y americano, ser un docto medievalista, y seguramente por esa misma razén, solamente les comunicaré en el desarrollo de este Curso el método acertado que aquellos antiguos hombres elabora- ron y utilizaron, desde 14 minima hasta su maxima precisién, para entender y realizar todo lo que conocieron y efectuaron, método este que, luego de algunas peripecias, logré hallar “arrumbado en- tre los escombros” del desvan histérico, desechado por el hombre que a si mismo se denominé modemo. En otras palabras, les habla- ré de la experiencia vivida por la Cristiandad. Finalmente, y ya como ejemplo concreto de todo esto, deseo poner a consideracion de ustedes algunas observaciones sobre un gran hombre de Oxford y del siglo XII, profesor alli y también, por poco tiempo, en Paris, pues en este afio se cumplen 7 siglos de su desaparicién. Me refiero a Rogerio Bacon. Si queda tiempo y me animo veré de indicarles la manera cémo hoy estd aconteciendo delante de nuestras narices el mismo problema e igual dificultad que estos hombres, autoridades, i.e., ex- Pertos en el asunto, tuvieron entre manos y, por eso mismo, nos 34 Pedro ABELARDO, Historia de mis desventuras, Ed. Centro Editor, Bs. As., 1967. pag. 21. Fides guaerens intellectum 29 dejaron entre las nuestras. Me refiero concretamente a lo siguien- te: si hemos de hablar de otros hombres, ya finados, no lo podre- mos hacer de otro modo que consultando sus escritos, pero, y des- de ya les adelanto lo que esos mismos hombres me ensefiaron, la filosofia no consiste en ver y decir lo que otro hombre vio y dijo, sino, y esto ha constituido lo mas importante de mi entera vida, en ver y decir por uno mismo y bajo mi exclusiva responsabilidad, la realidad misma de las cosas; mas también por ellos me di cuenta cabalmente de que no se me puede ocurrir a mi, imberbe, Pérez y Basavilbaso del Entre Rios, venir aqui a esta Facultad de Filosofia y en esta trisecular Universidad de Cérdoba de! Tucumdan, la mas antigua de estos lugares americanos, a hablar y perorar algo con cierto sentido, si yo mismo ignoro, por andar distraido en otros menesteres, lo que estos hombres, muy bien parados sobre esta tie~ rra —entre el Cielo y los infiernos—, discutieron y dijeron sobre tales cuestiones ardientes, las que, como herederos de ellos, noso- tros mismos tenemos entre manos. Me refiero a mi propio corazén racional que me quema y me ilumina, a la vez, a mi mismo. I. Dificultades y prejuicios histéricos “Soy oriundo” de un pueblo perieneciente al departamento Concepcién del Uruguay, en la provincia de Entre Rios, llamado Basavilbaso en honor del gobernador de la Provincia don Clemente Basaviteaso, y situado entre los arroyos Gena y Calé, afluente aguel del rio Gualeguaycht que desemboca en el rio Uruguay, y afluente éste del rio Gualeguay, el cual, a su vez, desagua en el rio Parana, Levantose el pueblo exactamente en el cruce de vias del Ferrocarri] Entre-Riano, en sus lineas de Este a Oeste y de Norte a Sur, formando naturalmente cuatro barrios separados por los rieles y centralizados por la Estacién ferroviaria. Es un pueblo que tiene dos sinagogas judias pertenecientes a la AMIA, tres templos protes- tantes pertenecientes a religiones cristianas de origen aleman, in- 30 José Ramon Pérez glés-norteamericano y suizo-alemén y, ademés, una sola iglesia ca- tdlica. A una cuadra de donde naci, en el barrio Este, y en una mis- ma manzana se levanté en primer lugar la primera sinagoga, luego, uno de los templos protestantes y, por fin, pero en tltimo término, la capilla de la iglesia Catélica. En la escuela primaria tuve maes- tros criollos y gringos y entre estos, tuve, por supuesto, judios. De los compaiieros recuerdos dos, uno criollo y otro judio. Para noso- tros y entre nosotros jamas significd un insulto que ellos, entre si, se llamasen “paisanos” y a nosotros, los criolios, gohim, que signi- fica “perro cristiano”, y tan asi era la situacién que yo me enteré tardiamente de éste su significado, y que también nosotros, a la vez. los Hamasemos con toda Ja naturalidad del mundo, judios re- cortados; éramos y nos sentiamos todos iguales, sélo estabamos bautizados en religiones distintas, celebrando la Pascua en tiempos diferentes. “La circuncisién de los judios fue la sefial sangrienta que dio a Abraham Dios en sejial de alianza; la extirpacién det sobejo era un simbolo dela extirpacién del pecado original (era al mismo tiempo una medida higiénica quizds) sustituido entre los cristianos por el bautismo”?5. Cuando mis padres me bautizaron en la Igiesia Catélica, ademas de presentar dos padrinos, que Dios ten- ga en su gloria, tuvieron que pedir un cura prestado a otro pueblo. A los seis aiios hice mi Primera Comunién dos dias después de ser autorizado Basavilbaso a denominarse ciudad, i.e., Municipio. En la Doctrina, a Ia cual concurrj durante un afio cada vez que sonaba de tarde la campana de la Iglesia, aprendi el viejo Catecismo que nos ensefiaba el sefior Cura parroco —Presbitero Pascual Veizi—, nombrado tal un aio después de nacido yo. Recuerdo, y aun hoy tengo la imagen plasticamente gravada en mi retina, las reprensio- nes en primer lugar de mi padre, luego las del cura, como las del maestro —era judio y Director de la escuela— y, también las del Comisario, i.e. de la policia; pero, y por eso mismo, tengo muy 5 Leonardo Casts.tamt, El Evangelio de Jesucristo, Ed. Theoria, Bs. As., 1963, pag. 107, Fides quaerens intetlectiim 31 bien presente Io bien que todos ellos me quisieron, cuidandome y ensefidndome mejor atin. Cuento ante ustedes algunos de los hechos que me han suce- dido, no con intencién de aburrirlos con lugares comunes, sino para mostrarles en dos 0 tres trazos la identidad de mi vida infantil hu- mana y cristiana, esta si comin, en cualquier chico de mi pueblo, y el choque que para mi significé el ingreso a la Universidad, Ja Fa- cultad de Derecho de la Universidad del Litoral y luego a la Facul- tad de Derecho pero, de la Universidad de Buenos Aires, all4 por la década del cincuenta. Sin comprender muy bien lo que me sucedia, y por eso mismo, reconociendo ya mi ignorancia, ingresé en Ja dé- cada del sesenta en la Facultad de Filosofia de la Universidad Caté- lica de Santa Fe, recientemente creada, buscando obviamente una respuesta a la crisis que estaba sufriendo de mi propia identidad. No era otra esta crisis que la crisis dé mi identidad infantil en el choque con la cultura superior. En realidad era la crisis de mi Cate- cismo y de los Diez Mandamientos, es decir, del mandato divino de amor a Dios y al préjimo lo que entré en el juego de lo que, por otro lado, decfa la ciencia en su mas alto nivel, Fue alli, entre sus muy humildes aulas, mis compafteros y mis queridos Profesores, donde encontré que bullfa en pleno corazén la crisis que yo mismo experimentaba, crisis que, como ustedes saben, y si no lo saben de- ben saberlo, terminé mas luego en un gran bafio de sangre. Durante esta busqueda me topé con la Catedra de Historia de la Filosofia Medieval y con su profesor titular el Dr. Don Nimio pe Anquin, y en un concurso publico de Ayundantia-alumno de dicha C&tedra, con el mismo San AnseLMo pf CaNTORBERY. Adin recuer- do como si fuera hoy Ia reaccién que nos produjo a todos cuando nuestro Profesor, entre irénico, severo y divertido, nos dijo, duran- te e] desarrollo de una clase, que segtin jos medievales una viejita ignorante sabia mas que PLATON y ARISTOTELES; un tiro en el mon- te no habria producido mas alboroto entre los loros que lo que entre nosotros produjo esa afirmacién; ahora, y a la distancia del tiempo transcurrido, comprendo cabalmente la otra afirmacion de 32 José Ramén Pérez nuestro Profesor cordobés y, supongo yo, su regodeo interior al vernos mas ingenuos que un periodista, cuando nos zampé directa- mente, aseverando, nuestro Cristianismo americano es un Cristia- nismo de cacatias, o sea, tanto nuestra teologia como, asimismo, la filosofia no eran otra cosa que un psitacismo de picudas aves montaraces: que por todo ello resultaba para nosotros americanos imposible comprender la Europa catélica. Fue, para mi, un bofetén en pleno rostro, no distinto, ni si amor tampoco, de los que ya habia recibido en mi infancia, con esta diferencia, y muy importan- te, yo ya no era un nifio, sino era, 0 mas bien dicho, me sentia o queria ser un hombre y cristiano. Obviamente no sabia atin, lo sen- tia en el mismo ardor de mi reaccién que me encendia fa cara, Jo que significaba ser precisamente hombre, y menos atin, si es que cabe una comparacién, i.e., una relacién, cristiano.'Es del todo evidente, para cualquiera, que si no distingufa con claridad el am- bito de lo humano del ambito de lo Divino biblico cristiano, no sélo quedaba al desnudo mi ignorancia de la fe como verdad de salvacién religiosa sino. y esto ya me resultaba absolutamente in- tolerable como aprendiz de brujo que era y orgullosamente me sen- tia, i.e., como estudiante de filésofo, amante incondicional de So- phia y mandéndome yo solo en mis amores, etc., etc., sino, digo, de la realidad del hombre que pretendia ver alguna verdad sobre si mismo y los restantes seres humanos y, més grave atin si cabe, la diferencia con los animales, también con los arboles y las piedras del camino. Miraba ansioso para arriba y hacia abajo y solamente encontraba, en el medio, “Una suave corbata / de seda / desespera / mi solitaria garganta”. No sintiéndome ni una piedra de la tierra ni, menos atin, un cascote luminoso del Cielo, me agarré desespe- radamente de San ANSELMO, pues habia lefdo de su vida que sien- do ya mayor discutié con su padre hasta el limite de dejar su casa, ya monje lo habia hecho con los otros monjes por haber sido pron- tamente nombrado Abad, con su maestro, el famoso jurista Lan- FRANCO, porque éste no entendié con qué criterio habia escrito su primer libro, a los 43 afios de edad, el Monologion, de paso ape- Fides quaerens intellectum 33 nas, también se roz6 en algiin conciliébulo con ABELARDO y el mismo SAN BERNARDO y, finalmente siendo Arzobispo de Cantor- bery, en Ja Corte, con el mismo Rey de Inglaterra, uno de los apo- dados el Colorado. Asi fue como, y casi sin quererlo ni darme cabalmente cuen- ta de lo que hacia, entré yo mismo a lidiar con SAN ANSELMO. En varias oportunidades, ya més luego e incluso en mi Facultad de Fi- losofia de Santa Fe, y también aqui en la Cérdoba del Tucuman, expliqué una y otra vez sus, asi llamadas, pruebas demostrativas de la existencia de Dios en el Monologion y, también, la més famosa y asi denominada en la Edad Moderna, argumento ontolégico y a priori, de su Proslogion. Yo ingenuamente creia era lo que SAN ANSELMO pensaba aquello que explicaba a mis alumnos, cuando lo Unico que ponia de manifiesto en todos los desarrollos eran mis in- viscerados prejuicios, mAs atm, enquistados en mi propio organis- mo espiritual, cosa que se me hizo evidente cuando, preparando ya la tesis de Doctorado en esta Facultad de la Universidad Nacional, no podia entender, para atrds ni para adelante, su afirmacién per- manente en e] sentido de que un hombre, antes de filosofar —léa- se lo que este monje ya Profesor queria exactamente significar: antes de discutir dialécticamente— debia primeramente creer en la Palabra Encarnada, y, luego de creer maduramente en Ella, recién entonces preguntar, y ademas, con la obligacién de preguntar con su inteligencia porque si no se procede de este modo, segiin él, no se tiene una fe viva y verdadera, preguntarse, digo, Cur deus homo, lo que traducido significa con las dos significaciones ,Por qué Dios-hombre? gCémo, en efecto, podia yo tener la pretension de entender lo que e] medieval Anselmo decia y escribfa, si yo venia con toda la carga de varios siglos de antigiiedad de la bendita autonomia mo- derna en la filosofia, la misma que encontré en mi Facultad, auto- nomia que don Nimio habia puesto a la intemperie y descarnado sin contemplaciones delante de nuestros propios ojos, en una ope- racién de autopsia de una precisién insospechada en estos lares 34 José Ramon Pérez argentinos? Todo el problema de Ia filosofia, nos dijo, consiste en cémo volver a convertir en naturaleza la substancia concebida como espiritu por el hombre moderno. Nuestro Profesor habia de- cidido la cuestién a favor de los griegos, excluyendo, por consi- guiente, Ja Biblia de todos nuestros libros de filosofia, los que, en general a su vez, y por boca de nuestros mismos Profesores, ex- cluian también la fe creyente cristiana. Nosotros, mientras tanto aprendices ingenuos, asccidbamos, asi como asi en el mas olimpi- co de los Cielos, al Dios del Cristianismo con el Ser o con cual- quiera fuere la cosa. Cualquiera fuese la situacién era siempre la misma: no sabiamos adénde apuntar ni adénde disparar nosotros. No entendiamos qué diablos era nada: ni el Dios de la Biblia, ben- dito sea, ni el Ser, ni ninguna otra cosa. Resulta casi natural darse cuenta de que la pregunta Cur deus homo conlleva en si misma la respuesta a la pregunta anterior Cur deus-esse. “De un modo simi- lar, todos los articulos se hallan contenidos en las dos primeras verdades de fe, a saber, que Dios existe y que tiene providencia de la salvacién de los hombres” (S. Th., 2-2, q. 1, a. 7, Resp.). Mas también resulta natural, y esta vez sin ningtin casi, el preguntarse uno mismo cémo se puede afirmar, con un minimo de seriedad, que si se quiere tratar de estas cuestiones lo que primeramente se debe hacer es creerlas por la fe y recién luego, después de haber creido firmemente en ellas, recién entonces, y perdén por la insis- tencia en la reiteracién, preguatarnos por su realidad, interrogarnos seriamente por Ia existencia de eso mismo creido. A quién no le puede parecer esta situacién una gran broma y muy pesada, no se sabe con certeza de quien, pero si sintiendo en todo momento una bochornosa vergtienza y, a la vez, una gran indignacién? Volvia nuevamente Ja indignacién primera, causada al haber- nos enterado que “cualquier viejecita por medio de la fe”? sabe mas que cualquier fildsofo. 28 Santo Tomas DE AQuING, Exposicién de/ Simbolo de los Apéstoles, “Prélogo”. en Escritos de categuesis, Bd, Rialp, Madrid, 1978?, pag. 31. Fides quaerens iniellectum 35 Esa experiencia mia, la de finalmente entender lo que SAN ANSELMO decia respecto de] método que se debja utilizar en estas altas cuestiones, me tranquilizé de tal manera que, sin ningtn te- mor de mi parte, me Hev6 a defender publicamente el resultado de mi prolongado y propio esfuerzo ante autoridades de esta misma Facultad de Filosofia, todos ellos Doctores y hombres creyentes. Dentro de mi alegre ingenuidad al comprender Jo que veia y decia una y otra vez SAN ANSELMO, y, sobre todo, el hecho incontrover- tible de expresarlo yo con todas las letras escritas por ¢! mismo y reproducidas, luego de un arduo trabajo de cuarenta afios, por el Editor critico de sus Opera Onmia, el Padre Scumirr™’, me encon- tré con la sorpresa de una reaccién casi idéntica a la mia cuando era yo estudiante en la Facultad de Filosofia en Santa Fe. Yo tuve ja sensacién de haber entrado en la montaiia rusa, pues ahora mi sorpresa era exactamente al revés: no podia comprender cémo un método, el que proponia San ANSELMO, ya absojutamente evidente para mis ojos segiin mi propia experiencia del mismo, no podia ser visto y aceptado por hombres mas doctos y cristianos que yo mis- mo. Volvi a experimentar, pero esta vez ya no en mi mismo, la fuerza de la costumbre, ja cual-suele confundirse con la misma Verdad. “Jesucristo dijo yo soy la Verdad; no dijo yo soy la cos- tumbre” habia ya expresado sabiamente el papa Grecorio. En efec- to, “mores sunt tacitus consensus populi longa consuetudine inve- teratus” (ULPIANO) lo que traducido expresaba cabalmente la situacién: las costumbres se forman por el tacito consentimiento del pueblo arraigado en una prolongada repeticién en el tiempo. {Cémo se puede tocar o rozar siquiera una costumbre hecha came y nada menos que en el cuerpo de la Cristiandad? Para quie- nes fa costumbre es todo necesariamente tiene que ser también la verdad. ZA quién que esté dentro de la Cristiandad no le resulta na- 27 Franciscus Salesius ScHMiTr, S. Anselmi Canturiensis Archiepiscopi opera omnia, Friedrich Fromman Verlag (Ginter Holzboug). Stuttgart-Bad Cannstaat, 1968, 36 José Ramén Pére tural el Cristianismo? Pero, la costumbre no es Ia verdad, pues la costumbre viene sola, queramos 0 no, mientras que la Verdad es lo desacostumbrado, y perdén que ya con estos términos me parezco al Orteca ¥ Gasset de Ideas y Creencias®, creencia y fe que no tiene, tampoco, nada que ver con la verdad de la fe que vio SAN ANSELMO; no digamos, sus ideas. Acostumbrarse a la inmensa playa de la siempre quieta, casi inmévil, laguna de Guadalupe en Santa Fe, resulta demasiado ries- goso cuando las arenas y el sol quemante son ya de la estrecha playa de un rio cordobés de la sierra, cualquiera sea. En mi caso personal se necesité de una correntada de agua y piedras y machu- cones —jOh Dios, de cudntos!—, y gracias a mi Dios y a sus hom- bres que me arrastré siendo yo joven y mis huesos atin rama ver- de, pues, acontecido el desborde en otra circunstancia, me hubiese ahogado de cualquier modo. Es desde entonces que cada dia que pasa con mayor obviedad se me aparece la dificultad que veo ex- presarse claramente en el rostro de mis alumnos. No es otra, la dificultad, que la misma mia, pero en mi caso ya serenada por entendida: he vuelto de nuevo, luego de treinta afios, a estirarme bajo el sol en la dorada playa de la casi quieta laguna de Guadalu- pe en la mismisima Santa Fe de la Vera Cruz. Si este ejemplo, aparentemente tonto y trivial, pone en evi- dencia la diferencia entre la costumbre de un cordobés y la costum- bre de un santafecino cuando de recibir los rayos del sol y, al mis- mo tiempo, de refrescarse en el agua se trata, imaginense ustedes qué dificultad no encontraremos cuando, habituados hoy a las lu- ces de Nedn y a las aguas elaboradas ya quimicamente en nuestros laboratorios, hoy lo unico para nosotros verdadero, nos encontre- mos en la playa con afirmaciones de otros soles y de otras aguas: nos parecerén obviamente del tiempo mismo de los dinosaurios. A ese tiempo y a ese lugar dedicaremos este Curso. 28 José ORTEGA Y Gasser, /deas y creencias en Obras Completas, Rev. de Occidente, Tomo V, Madrid, 19584. Fides quaerens intellectum 37 IL. El método medieval: Fides quaerens intellectum Antes de ensayar la explicacién del método utilizado por la mayoria de los medievales, aunque el clarificarlo les levé mas de un milenio, diré a ustedes, en base a dos o tres datos concre- tos, la razén por la cual no me considero un profesor medie- valista, 0 sea, un hombre especialista en la investigacién de la “Historia de la Filosofia Medieval”, y para eso recurriré a las afirmaciones de algunas autoridades, ellos sf baquianos en el tema. Quien me da una mano es precisamente un gran historiador de la filosofia parisino de este siglo, el que, por otra parte, en absoluto esta de acuerdo haya habido filosofia durante el trans- curso de toda la Edad Media. En efecto, Emile BREHIER nos cuen- ta asi: “La historia de la filosofia medieval, decia Henri DeLa- croix en 1902, es, en suma, completamente reciente y no se ha desarrollado francamente mas que en Jos iltimos afios”%. A su vez, e] famoso Victor Cousin, y digo famoso en el sentido de que por estos pagos fue muy conocido y consuitado por alguno de nuestros préceres mas renombrados. nos trae e] dato sobre el au- tor de “la primera historia de la filosofia hecha en la Edad Me- dia” por el doctor planus et perspicuus, Walter BURLEIGH, profe- sor en Oxford y Paris en el siglo XIV, titulada: De vita et moribus philosophorum et poetarum, abarcadora de TALEs hasta PLOTINO y SéNECA, demostrando asi su conocida afirmacién de que en la Edad Media s6lo hubo teologia®®. Para verificar nosotros estas afirmaciones sobre fa noticia de la biisqueda de autores y de la edicién de sus textos y escritos, basta con leer Jo que el Prof. Johannes QuasteN nos cuenta en la “Introduccién” a su Patrologia. En efecto, alli nos dice que “la 25 Emile BrEHieR, La filosofia en la Edad Media, Uteha. México, 1959, “Prélogo” de Henri BERR, pag. XVII 3° Vietor Cousin, Histoire Générale de ia Philosophie. Lahure. Paris, 1863, pag. 259 y nota 2. 38 José Ramén Pérez coleccién més completa de textos patristicos es la Patrologiae Cursus Completus, editada por el sacerdote J. P, Mians” en el si- glo pasado. Esta coleccién se divide en la series latina de 221 volimenes Ilegando hasta Inocencio III (+ 1216), y en la series graeca de 161 vol. que incluyen hasta el Concilio de Florencia (1438-1439), El Profesor nos anuncia “una nueva edicién; comple- tay critica, de los Padres de la Iglesia... el Corpus Christtanorum... Comprender... todo lo que resta de los monumentos escritos de los ocho primeros siglos del cristianismo... Estén en proyecto tres se- ries: latina, griega y oriental... La serie latina constara de 2348 obras o fragmentos, comprendidos en 175 voliimenes de formato octavo-real de unas 600 a 800 paginas cada uno. La primera parte del primer volumen se publicé en 1953. Hasta la fecha van publi- cados 17 tomos”!, Salteando algunos siglos y yendo ya al siglo XIII tomemos nota de lo que nos cuenta otro baquiano, Martin Grasmann: “De la Teologia de este periodo proceden también las Sentencias de Pepro LomBarpo (7 1164). que es una exposicién de la doctrina dogmética, libro usado para la ensefianza de las escue- las hasta entrado el siglo XVI, que ha sido comentado innumera- bles veces y que contiene también pensamientos filosoficos. El discipulo mds importante de Pepro LomBarbo es PEDRO DE POITIERS (+ 1205), del cual dependen una serie de unos 1.200 autores de Sumas teoldgicas... Estas sumas, que permanecen inéditas, no ca- recen de substancia filoséfica, en especial psicoldgica” **. Si se tie~ ne en cuenta que la Suma teolégica mds conocida es la Suma de Teologia de Santo TomAs DE AQuiNno, la que consta de 4 tomos, unas 2.000 paginas, en la edicién latina de la B.A.C. espaiiola y en su edicién bilingtie, latin y castellano, en la misma editorial, de 16 tomos con notas introductorias realizadas por escolasticos domini- cos de la tercera escoldstica, se tendra una idea, inabarcable casi 31 Johannes Quastén, Patrologia, B.A.C, Madrid, 1991, pag. 17. 32 Martin GRaBMaNN, Filosofia Medieval, Ed. Labor, Barcelona, 1928, pags. 80-81. Fides quaerens intellectum 39 hasta por la misma imaginacién, de la extensién de los textos es- critos, guardados ain en el secreto, durante estos 1.500 afios por hombres que meditaron, a fondo y durante toda su entera vida, sobre las relaciones entre e! Dios del Cristianismo y los hombres y de éstos con todas las cosas de la naturaleza y de todas las relacio- nes de los hombres entre si. Espontaneamente se me viene a la memoria el solo titulo del famoso libro de Petrarca: De mi pro- pia ignorancia y de la ignorancia de muchos otros, pero no referi- da, la ignorancia, como en el caso de PETRARCa, a “la tonta y rui- dosa majada de jos escolasticos” aristotélicos citando expresamente para ello el Libro de las Sentencias de PEDRO Lomaarpo ™, sino, en mi caso, al solo desconocimiento de los textos y escritos que igno- ramos hasta en sus mismas tapas. No pretendo, en un curso de tres meses, hablar de sus contenidos. Es manifiesto, por otra parte, que puede parecernos una ayu- da y, por cierto, valiosa ja de los historiadores de la filosofia con sus gruesos volimenes de “historias”, abundosos en folios y de no tan dificil acceso para nosotros. Pero, sefiores, yo debo declarar ante ustedes una de mis desventuras en estas cuestiones de inves- tigaciones histéricas: también a mi me han ayudado las historias de la filosofia, pero estas mismas historias que consulté y alin consul- to, en su casi totalidad y las mas de las veces, me extraviaron en el camino de entendimiento del milenario esfuerzo realizado por estos hombres occidentales cristianos de la Edad Media. De los traductores —ignorantes en general— no quiero aho- ra hablar, aunque mas adelante traeré un ejemplo de incomprensién total de lo que, aparentemente, pretende ser una versién del origi- nal, casi escribo, animadversién hacia lo que es siempre original de parte del Dios de la Biblia —el Libro Sagrado de judios, arabes y cristianos— y de esos grandes hombres meditativos, recogidos a su sombra, Ilena de luz y de calor. 33 PeTRARQUE, Sur ma propre ignorance et celle de beaucoup d'autres, Ed. Alcan, Paris, 1929, pags. 68-69. ee

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