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ANOTACIONES PARA UNA REFLEXIÓN SOBRE LA GEOPOLÍTICA DE LA


PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTOS Y VERDADES

Autor: César Barrantes

RESUMEN
Se trata de una comunicación que forma parte de un proyecto investigativo de carácter éticogeopolítico, cuyo
desiderato es la búsqueda de opciones a las epistemologías que hemos venido asumiendo como base de
institucionalidad del oficio que denominamos trabajo social y/o asistencia social. Aquél se enmarca dentro de
un determinado sistema históricosocial, actualmente de carácter mundial o global, cuyas relaciones ostentan
dos rasgos relevantes: su asimetría e inequidad. Una expresión de ello es que las publicaciones científicas de
los países del sur, se ven cada vez más excluidas de los índices internacionales. Motivados por esta cuestión,
nos propusimos conocer de los ponentes al XVI Congreso de ALAETS, las temáticas de su interés, las formas
de sus abordajes, los alcances de sus análisis y síntesis, explicaciones y propuestas; asimismo, establecer si
sus esfuerzos reflexivos, sistematizadores e investigativos se insertan en la problemática mencionada;
finalmente, valorar la eficiencia y efectividad de dichos esfuerzos, a la luz de los criterios que las revistas
académicas de ciencias sociales más importantes, tienen establecidos para publicar las contribuciones que les
son enviadas. El trabajo consta de cuatro secciones: una introducción teóricopolítica, la estrategia
metodológica, la presentación del análisis de las cuarenta ponencias estudiadas, y unas conclusiones que, lejos
de clausurar el discurso, deja abierta la discusión sobre las implicaciones de la problemática puesta en escena.
Al final, aportamos la bibliografía que sustenta nuestra comunicación.
PALABRAS CLAVES: geopolítica de la producción de conocimientos, poder colonial, colonialidad del
poder, indización, trabajo social.

1. INTRODUCCIÓN TEÓRICOPOLÍTICA
La presente comunicación forma parte de un proyecto utópicoconcreto que procura la
construcción colectiva del Trabajo-Social-Que-Está-Por-Hacerse-En-Nuestra-América-La-
tinoiberoeuroindoafrocaribeña (Relats, 1999; Relatis, 2000; Uits, 2000; Barrantes, 2000)1.

Ponencia presentada a la Conferencia Conjunta de la Federación Internacional de Trabajadores Sociales y
la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social. Montreal, 29 de julio al 2 de agosto de 2000.
Una versión ampliada de esta fue presentada como conferencia inaugural al Segundo Congreso
Internacional de Trabajo Social, organizado y realizado del 24 al 28 de octubre de 2000 por la Universidad
del Zulia con el auspicio de la Asociación Venezolana de Escuelas de Trabajo Social y la Red
Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales. Publicada en Revista Colombiana de Trabajo
Social, 2005, C-elect: cbarran@reacciun.ve; http://www.monografias.com/trabajos57/produccion-
conocimientos/produccion-conocimientos.shtml

Trabajador social con estudios de licenciatura, especialización, maestría y doctorado en planificación
social, análisis de política social, gerencia social y estudios del desarrollo. Profesor investigador de grado
y posgrado de la Universidad Central de Venezuela, profesor invitado de la Universidad del Zulia.
Coordinador-Fundador de la Red Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales, director de
la Revista Latinoamericana de Trabajo Social e Intervención Social. Actualmente está promoviendo la
creación de la Universidad Internacional de los Trabajadores Sociales, con sede en Caracas, Venezuela.
1
Esta denominación, no pretende en este trabajo ser más que una hipercondensación de las diversas
representaciones sociales (ideológico-simbólicas) que, sobre la supuestamente única y homogénea
identidad latinoamericana, han venido construyendo tanto actores globales y locales gubernamentales y
privados como panamericanos, multilaterales y trasnacionales, desde los cuales se emiten discursos
diferenciales que procuran institucionalizar una diversidad de planes (políticas, programas, proyectos,
políticos en tanto propuestas de satisfacción de necesidades), cada uno absolutizando diferencialmente
alguna identidad particular como si fuera total, así sea iberoamericana, euroamericana, indoamericana,
2

Su desiderato es la producción de conocimientos mediante el cual buscamos opciones a


las epistemologías que -en los pluriversos donde se realizan las diversas prácticas de eso
que llamamos trabajo social (Barrantes, 1985; Colmán, 1998)- hemos venido asumiendo –y
algunos sufriendo no siempre acríticamente- como base de institucionalidad del oficio que
denominamos –aún ambiguamente en España, Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y
Chile- trabajo social y/o asistencia social2.
Dicho proyecto se enmarca dentro de un determinado sistema históricosocial,
actualmente de carácter mundial o global, cuyas relaciones (culturales, económicas,
políticas, tecnocientíficas, sociales e institucionales) vienen siendo configuradas de manera
tal, que dos de sus características más relevantes son su asimetría e inequidad.
Éstas han venido siendo incontestablemente beneficiosas para los países del norte y
maleficiosas para los del sur, los cuales van quedando, cada vez más, sometidos a una
condición de usufructo regresivo de los frutos del árbol de la vida, que pareciera haberse
enraizado en la cultura occidental eurocéntrica, cuyo principal éxito es presentarse
seductoramente como universal.
En el campo de la producción de conocimientos –tanto en ciencias básicas, tecnologías e
ingenierías como en el campo del pensamiento social y las ciencias sociales- dichas
asimetrías vienen siendo asumidas como normales, en el sentido de que las aceptamos –o se
nos pretende hacerlas ver así por parte de actores globales y locales- como el producto de
una natural división internacional del trabajo.
Una expresión de tal situación es el hecho de que las publicaciones científicas de los
países del sur, específicamente de nuestra América Latinoiberoeuroindoafrocaribeña, se
ven cada vez más excluidas de los índices internacionales establecidos por los centros de
producción académica del norte.
Entre las razones existentes, González Vegas (1999:13) visualiza el carácter progresiva-
mente ultraselectivo de los criterios aplicados para su inclusión en las –por lo general adje-
tivadas como prestigiosas- bases de datos internacionales.
Varios ejemplos apuntalan esta afirmación: del total de alrededor de un millón de
publicaciones periódicas del mundo (Ramos, 1988), sólo tres mil trecientas se encuentran
caribeñolatinoamericana, latinoamericana, hispanoamericana, afroamericana... Sin pretender solucionar el
problema de las identidades de la América que no es el norte geográfico pero sí es el SUR que se está
construyendo epistemológicamente, con la hipercondensación ofrecida damos cuenta de la complejidad de
la construcción de identidades en y de nuestras configuraciones societales poscoloniales, algunas de cuyas
características más relevantes en estos tiempos de globalización y de condición epocal posmoderna, son el
mestizaje, la multiculturalidad, la hibridación cultural, la colonialidad del poder y el poder colonial. Sobre
estos temas –hoy geopolíticamente problematizados desde lugares que los centros de poder pudieran
juzgar como fuera de lugar- hay una abundante literatura en inglés, francés y castellano -muy poco
conocida por los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales-, la cual enriquece a la ciencia social
moderna centroeuropea y potencia la producción de conocimientos alternativos a las epistemologías
hegemónico-dominantes. Dados los límites de esta comunicación, sólo me permito recomendar la lectura
de Quijano y Wallerstein (1992), Quijano (1997, 2000), Wallerstein y Balibar (1998), Klor de Alva
(1992), Rivera y Barragán (1997), Lander (2000, 1998, 1997), Mignolo (2000, 1999, 1998, 1997, 1995),
Castro Gómez (1997), Dussel (1998, 1995), Mato (1995, 1994), Jácome (coorda., 1993), Girola (2000),
Guzmán G. (1998), García Canclini (coord., 1996), Piscitelli (1998), Varios (1998), Guadarrama y
Pereliguin (1998), Lanz (1997), Seoane (2000).
2
Esta problemática no es propia de los trabajadores sociales del sur, sino también de los diversos sujetos de
conocimiento de las denominadas ciencias sociales, naturales, básicas, ingenieriles y tecnologías de la
información y comunicación. Los límites de este trabajo nos impiden desarrollar estas implicaciones, pero
remito, además de los textos citados en la nota anterior, a RNS (1995), Wallerstein (coord., 1996), Briceño
y Sonntag (1998, 1999), Sonntag (1998), Follari (1998), LMD (2000).
3

en el Social Science Citation Index y de éstas sólo veintiocho –es decir, el 0.28% de las
diez mil publicadas en América Latina- son latinoamericanas (González Vegas, 1999:13).
Para 1998, en el Science Citation Index sólo fueron incluidos dieciséis títulos
latinoamericanos, lo que significa sólo el 0.3 % del total de revistas indizadas en esa base
de datos.
En la Biblioteca Británica, de un total de trecientos sesenta mil publicaciones periódicas
indizadas, sólo figuran mil ciento cincuenta y cuatro títulos de ciencia y tecnología y
ochocientos treinta y dos de ciencias sociales latinoamericanas; esto representa el 0.2% de
visibilidad de las publicaciones latinoamericanas en este importante Catálogo (Ramos de
Francisco, 1999:29).
Para González Vegas (1999:13), el 70% de las diez mil revistas latinoamericanas
existentes no se encuentra en ningún índice y de ellas, sólo alrededor del 57% puede
considerarse activo (Ramos de Francisco, 1999:29), y, no obstante que los países del sur
tienen el 24.1% de los científicos mundiales y aportan el 5.3% del gasto mundial en
investigación, el porcentaje de sus revistas catalogadas, por ejemplo en el Social Science
Citation Index, ha caído en 40% desde 1981.
Completando estos datos, Ramos de Francisco (1999:29) concluye que la invisibilidad
de las publicaciones latinoamericanas en los índices del norte, tiene –además de las
imposiciones de que somos objeto- otras causas. Entre éstas, el bajo potencial científico de
la región, la ausencia o insuficiencia de políticas de desarrollo científico-tecnológico y de
innovación social, el desconocimiento del verdadero volumen de las publicaciones
científicas y, más aún, de la producción y productividad de nuestras universidades;
asimismo, la carencia de directorios nacionales actualizados y directorios de revistas y
obras universitarias.
En el ámbito del trabajo social, las formas institucionales y organizacionales de los
grupos que tradicionalmente vienen dominando los organismos académicos y gremiales
nacionales e internacionales, no ayudan mucho a poner en pie de igualdad a los pocos
productores de conocimientos y saberes que empujan, desde diversas posicionalidades,
hacia la constitución de un pensamiento y una práctica de un trabajo social
éticocientíficogeopolíticamente orientado a la producción de conocimientos y saberes y a la
crítica a la colonialidad del poder y al poder colonial.
Pero la crítica al poder colonial y a la colonialidad del poder, es una discusión de futuro
abierto que no se refiere únicamente a las relaciones externas de nuestra América
Latinoiberoeuroindoafrocaribeña con los países hoy denominados neocoloniales.
Se refiere también a la crítica a la colonialidad interna de las relaciones de poder en cada
configuración societal, y, específicamente, las que trabajadores sociales y trabajadoras
sociales ejercemos sobre nuestros propios colegas3; asimismo, al develamiento del cómo
opera la gestión nacional e internacional del trabajo social, cómo y qué tipo de decisiones
se toman y cómo estas afectan i) nuestro estatuto epistémico, académico disciplinario,
3
Para ello es necesario partir -ya no de problemas ajustados a métodos apriorísticos y dogmatizantes, rele-
vantes sólo en función de la división artificial de la ciencia social en disciplinas o compartimentos
estancos- si no, de los que seamos capaces de reinventar a partir de nuestras prácticas socioprofesionales y
cuya sola problematización y sistematización nos podría colocar en condiciones de superar el déficit que
tenemos los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, de sistemas de comunicación, información y
producción de conocimientos que nos permitan compartir y alimentar de manera pluriversa las experien-
cias que desplegamos cotidianamente en nuestras vidas profesionales. Esto tiene como exigencia pensar,
fundamentar y relanzar epistémicamente el oficio que tanto nos duele (Barrantes, 1985; 1999; 1999c; 19-
99d).
4

profesional y gremial4, ii) la producción, circulación y consumo de conocimientos, iii) las


representaciones sociales que hemos venido construyendo iii.a) de nosotros mismos en
tanto y en cuanto trabajadores sociales y trabajadoras sociales, iii.b) del papel que
desempeñamos en el concierto de las relaciones de poder intradisciplinares e
interdisciplinares del sur y entre estas y las del norte, y iii.c) de la relación de los retos
epistémicohermenéuticos y éticogeopolíticos del trabajo social y el estado actual real de
nuestra producción de conocimientos5.

2. LA ESTRATEGIA METODOLÓGICA
Motivados por las cuestiones anteriormente esbozadas, nos propusimos conocer de los
trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, las temáticas de su interés, las formas de
sus abordajes, los alcances de sus síntesis y propuestas; asimismo, establecer si sus
esfuerzos reflexivos, sistematizadores e investigativos se insertan en la problemática
mencionada en el apartado precedente; finalmente, valorar la eficiencia y efectividad de
dichos esfuerzos, a la luz de los criterios que las revistas académicas de ciencias sociales
más importantes, tienen establecidos para seleccionar y publicar los documentos que le son
enviados para su consideración (Relatis, 1999; Lakatos y de Andrade, 1992; Camejo, 1990;
Serafini, 1989; Unesco, 1983)6.
En aras de nuestro propósito, tomamos como objeto de estudio, una muestra del
conjunto de ciento cuarenta y una que fueron presentadas al XVI Congreso de la
Asociación Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social –el último del siglo XX
realizado por ALAETS-, el cual fue organizado por la Asociación Chilena de Escuelas de
Trabajo Social y celebrado en Santiago de Chile entre el 9 y el 13 de noviembre de 19987.
Nuestra relación de conocimiento, fue establecida mediante el siguiente itinerario: como
inicio, dimos lectura al total de ponencias, que fueron agrupadas por tema y título; de esta
manera, se aseguró una representatividad cualitativa y no estadística al conjunto de las
cuarenta ponencias que resultaron seleccionadas. Seguidamente, se procedió a elaborar un

4
Consideramos este punto realmente crucial. Realizar su crítica y develar sus mecanismos nos podríamos
colocar en posición de poder llegar a influir en la organización misma de las conferencias y congresos de
la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social, la Asociación Internacional de Escuelas de
Trabajo Social y de la Federación Internacional de Trabajadores Sociales. Sólo así podríamos dejar de
seguir admitiendo –no sin resistencias sintomáticas- que tales eventos sigan siendo los lugares en los que
los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales del norte –al igual que sucede en las ciencias sociales
(Sonntag, 1998)- continúen celebrándose a sí mismos.
5
Algunos de estos puntos son abordados en Barrantes (2000), pero fundamentalmente, forman parte de
nuestro itinerario investigativo de corto plazo.
6
Una sustantiva condensación de estos criterios integra la normativa de la Revista Latinoamericana de
Trabajo Social e Intervención Social: pertinencia del tema planteado, originalidad del planteamiento,
método y técnicas utilizadas, presentación de cuadros, tablas y gráficos; estilo de la redacción, adecuación
del título con el resumen, el contenido, el desarrollo y las conclusiones; organización lógica del artículo,
actualidad y pertinencia de la bibliografía (Relatis, 1999).
7
Bueno es señalar que no forma parte de nuestro objetivo, realizar evaluación alguna del proceso de
selección de las ponencias; tampoco de los dinamismos organizativos del Congreso; mucho menos del
profesionalismo de sus conceptores, organizadores y operadores. En todo caso, remitimos a Barrantes
(1999c y 1999d) en donde el autor del presente trabajo realizó las críticas correspondientes, entre estas, las
referidas a los criterios (protestados por los estudiantes chilenos, mediante alzamiento de su vos durante el
mismo Evento) mediante los cuales se seleccionaron las ponencias que fueron expuestas en las mesas de
discusión y, por ende, se discriminaron las que no tuvieron ese derecho.
5

cuestionario estructurado que constó de treinta y una preguntas distribuidas en seis


apartados; a cada una de ellas se le asignó una codificación numérica, con el afán de
expeditar el vaciado de los datos y el análisis de la información.
El primer apartado, permitió clasificar las ponencias por temas jerarquizados con base en
la frecuencia de las categorías utilizadas en los títulos.
El segundo, tipologizar los documentos de acuerdo con las siguientes definiciones es-
quemáticas y operativas (Caricote, 1999; Alfonzo, 1995; Méndez, 1997; Jara, 1994; Cohen
y Manion, 1990; Sierra Bravo, 1983; Goode y Hatt, 1975):
a) Ensayo, si se trata de una exposición que, por lo general, no requiere de la rigurosidad
propia de los informes de investigación, sino de una mayor libertad, flexibilidad y
creación personal. Puede tener base evaluativa si valora conocimientos, aptitudes,
capacidades o rendimientos, y sin base investigativa si parte de una situación
problemática de corte más especulativo.
b) Análisis, si separa y diferencia sus partes, permite conocer sus principios y elementos
fundamentales, proporciona un conjunto de técnicas y normas que orientan el
mejoramiento de los juicios críticos que informan la realidad trabajada; asimismo,
sintetiza las informaciones obtenidas, de modo que puede responder a motivaciones o
intereses investigativos. Puede tener base descriptiva si es subproducto de la observación
y contiene un umbral necesario para el establecimiento de explicaciones.
c) Reflexión, si procura persuadir al lector respecto a determinados temas o procesos al
mismo tiempo que ofrece recomendaciones prácticas o teóricas sobre el tema referido.
Puede tener base analítica si parte de la lógica que sustenta reglas de las que pudiera
derivarse un análisis posterior de los elementos problematizados.
d) Propuesta, si es una proposición de carácter práctico o teórico, argumentada o no, que se
manifiesta con una finalidad específica e inmediata.
e) Narrativa, si es un relato simple, opinático y asistemático.
f) Sistematización, si organiza conocimientos y experiencias práctico-empíricas,
manteniendo una estructura coherente de ideas vinculadas racionalmente entre sí y la
realidad a la cual se refiere; reconstruye, devela o explicita la lógica del proceso vivido;
da cuenta del cómo y por qué éste se ha dado tal cual, vislumbrando la viabilidad de su
éxito.
g) Investigación, si da cuenta de un proceso sistemático, técnico y metódico con el fin de
explorar, describir o explicar hechos o situaciones que han sido problematizadas por el
investigador, con el afán de buscar respuestas y producir nuevos conocimientos.

El tercer apartado del cuestionario, trató los aspectos epistemológicos más importantes,
entre estos, la articulación de las ideas partiendo del origen de las mismas, lo que significó
la revisión de las relaciones teóricas y metodológicas y, por ende, la teorización de las
experiencias en cuestión y las representaciones sociales construidas en torno al trabajo
social.
El cuarto, quinto y sexto apartados, se refirieron respectivamente a la consistencia
empírica de los documentos, como resultado de la construcción intersubjetiva de las
realidades puestas en escena. Asimismo, a la consistencia teórica comprehensiva de los
conocimientos, en especial los referidos a la formación profesional de los autores de las
ponencias y a los objetos de su intervención. Y, finalmente, cerrando el cuestionario, a la
consistencia metodológica, que exige al investigador confrontar los problemas y
potencialidades de los métodos, modelos, enfoques y paradigmas.
6

En la sección que sigue, sólo haremos una presentación condensada -y necesariamente


parcial, dados los límites de espacio impuestos a este tipo de comunicaciones- de la
información producida mediante el análisis de los documentos.
Seguidamente, adelantamos unas conclusiones problemáticas que -lejos de clausurar la
discusión- abre sin ambages la polémica en torno a la tensa distancia existente entre la
productividad de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales y los retos societales
en estos tiempos de globalización y condición epocal posmoderna.
Cerrando nuestra comunicación y con el propósito de estimular a los lectores a
profundizar sus conocimientos y alimentar nuestro esfuerzo investigativo, al final
aportamos la bibliografía que nos sirvió de base.

3. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN
3.1. Frecuencia de las categorías
Diecinueve (47.50%) veces es utilizada la categoría de trabajo social, seis (15.50%) la
investigación, cinco (12.50%) la globalización, cinco (12.50%) la identidad profesional,
cinco (12.50%) la intervención profesional, cuatro (10 %) la formación profesional, tres
(7.50%) la ética, dos (5%) la metodología y los desafíos del trabajo social, dos (5%) la
educación, dos (5%) la racionalidad cientificista, cuatro (10%) la epistemología y la
subordinación del trabajo social al cientificismo, dos (5%) la ciudadanía, dos (5%) la
participación social, dos (5%) la sistematización, dos ( 5%) la producción de
conocimientos, una (2.5%) la economía popular, una (2.5%) la pobreza, una (2.5%) la
infancia y juventud, una (2.5%) la droga, una (2.5%) la decentralización de los servicios del
estado y una (2.5%) la acción social.

3.2. Tipos de ponencias


Del total de ponencias estudiadas, siete (17.5%) son ensayos: tres con base evaluativa e
investigativa y cuatro sin ella. Trece (27.5%) son análisis: una sin propuestas, cinco con
propuestas y siete con base descriptiva cualitativa. Cinco son propuestas (12.5%): cuatro
sin base evaluativa y una con base evaluativa.
Diez (20%) son reflexiones: una (2.5%) analítica, seis (15%) descriptivas sin base
evaluativa, una (2.5%) descriptiva con base evaluativa, una (2.5%) con propuesta, una
(2.5%) reflexión exploratoria.
Tres (7.5%) ponencias son simples narraciones carentes de todo fundamento
académicocientífico, tres (7.5%) se presentan como sistematizaciones pero sólo una ( 2.5%)
reúne los requisitos teóricometodológicos para calificar como tal.
Solamente una (2.5%) de las cuarenta estudiadas, es investigación descriptiva cualitativa
con análisis y propuestas.

3.3. Consistencia teórica y empírica


Cinco (12.5%) ponencias desarrollan experiencias propias pero sin referencias
bibliográficas y veinte (50%) sólo hacen desarrollos con base bibliográfica, diez (25%) son
experiencias propias con referencias bibliográficas. Tres (7.5%) ponencias no desarrollan
ningún tipo de enfoque epistemológico y dos (5%) se basaron en historias de vida y oral,
pero sin desarrollos epistemológicos.
7

Veinticinco (62.5%) dieron evidencias de que sí hubo una búsqueda teórica adecuada,
tres (7.5%) realizaron la búsqueda de manera inadecuada, y doce (30%) no realizaron
búsqueda teórica alguna.
La consistencia interna entre teoría, tema, categorías, instrumentos utilizados,
metodología y resultados, califica como consistente en diez (25%) ponencias,
medianamente consistentes en dieciocho (45%) e inconsistente en doce (30%).
Las categorías utilizadas están definidas en catorce (35%) ponencias, en doce (30%) no,
y en catorce (35%) sólo se definieron algunas.
El desarrollo del tema del trabajo social, puede considerarse deficiente en doce (30%)
ponencias, insuficiente en veintitrés (57.7%), suficiente sólo en tres (7.5%), y ausente en
dos (5%).
La correspondencia empírica de los conocimientos con las definiciones teóricas
utilizadas, diecisiete (42.5%) ponencias muestran correspondencia y veintitrés (57.5%) no
la manifiestan.
La delimitación del problema y su correlativo universo empírico, está clara en veintitrés
(57.5%) ponencias mas no en diecisiete (42.5%).
Referente a las reflexiones que pudieran considerarse indispensables para la práctica del
trabajo social, aparecen incluidas en trece (32.50%) ponencias pero no en veintisiete
(67.50%).
En cuanto a si el discurso teórico opera en el terreno empírico, se evidenció que en
diecisiete (42.5%) ponencias sí existe consistencia y en veintitrés (57.5) esta no opera.

3.4. Consistencia Metodológica


Veinticuatro (60%) ponencias pueden considerarse metodológicamente coherentes y die-
ciséis (40%) inconsistentes.
Catorce (35%) ponencias desarrollaron los objetivos que se propusieron desarrollar en
coherencia con la problemática abordada, pero veintiséis (65%) no los desarrollaron porque
no se lo plantearon o por incoherencia con el problema planteado. Asimismo, la coherencia
de la metodología con los objetivos planteados y con el desarrollo teórico está evidenciada
en diecinueve (47.50%) ponencias, pero veintiuna (52.50%) carecen de ella.
En relación a los métodos utilizados, treinta y dos (80%) ponencias no contienen
ninguna explicitación al respecto, y si no hay guía, camino o procedimiento a seguir para
alcanzar un logro, no es posible hablar de investigación epistémicamente fundada.
Esta situación queda matizada, por el hecho de que diecinueve (47.5%) ponencias
utilizan metodologías cualitativas, aunque al margen de toda problematización y búsqueda
de opciones epistémicas; por esta razón aquéllas adquieren un énfasis técnico y operativo
que empobrece la producción de conocimientos.
Por otro lado, contrasta con el hecho de que sólo ocho (20%) realizan algún nivel de
desarrollo del método utilizado: una ponencia utiliza el marxismo dialéctico, dos la crítica
de la economía política, una la hermenéutica, una la planificación estratégica, una el
holísticosistémico y el pensamiento complejo, y una la intervención social.
Ninguna ponencia utilizó métodos cuantitativos.
Veinticuatro (60%) ponencias evidencian claridad en las ideas expresadas, catorce
(35%) además significan su discurso en el contexto de alguna teoría, y dos (5%) no poseen
ninguno de estos elementos.
8

En cuanto a las precisiones metodológicas, treinta y una (77.50%) ponencias no


expresan ninguna; sólo nueve (22.5%) abordan una o varias: dos (5%) el análisis de
resultados y la elaboración del informe, dos (5%) el levantamiento de información, el
ordenamiento, la codificación, el procesamiento de datos y el análisis de resultados; dos
(5%) abordan el levantamiento de información, el ordenamiento y la elaboración del
informe; y tres ( 7.5%) el levantamiento de información, el ordenamiento, la codificación y
el procesamiento de datos.
Desde el punto de vista metodológico, la literatura especializada ubica los distintos tipos
de técnicas en el contexto general de todo proceso investigativo, asignándole a la
bibliografía importancia crucial para una mejor modelación del instrumental investigativo.
A este respecto, sólo ocho (20%) ponencias explicitan los tipos de técnicas, y treinta y dos
(80%) no reflejan su utilización.
En cuanto a las técnicas de recolección de datos, treinta y cuatro (85%) ponencias no
cumplen con ninguno de los tres niveles básicos para su validez, los cuales son a) la
estructuración o diseño disponible de investigación, básico para la obtención de la muestra
necesaria durante el proceso; b) cédula de datos o mecanismo en donde descansan las
diferentes muestras reseñadas para ser utilizadas en la elaboración del análisis de datos e
información; y c) ejecución o ubicación de los elementos significativos, bien sean personas,
cosas u otros, a los efectos de extraer los mejores beneficios del análisis, las conclusiones y
recomendaciones que van a estar en buena parte representadas en la muestra (Martínez,
1991).
Solamente dos (5%) ponencias presentaron la estructuración, y cuatro (10%) realizaron
la cédula de datos y la ejecución. Once (27.50%) ponencias evidencian coherencia entre las
técnicas utilizadas y el diseño de la investigación, mientras que veintinueve (72.50%) no
tienen coherencia.

3.5. Criterios de publicación


Los criterios de discriminación positiva que utilizamos para seleccionar las ponencias
estudiadas para su publicación, son los mismos que utilizan las revistas de ciencias sociales
latinoamericanas. Tales son los siguientes: a) Pertinencia o importancia del tema. b)
Originalidad del planteamiento. c) Metodología utilizada. d) organización lógica de la
ponencia: adecuación y coherencia entre título, resumen, contenido y conclusiones o
recapitulaciones. e) Presentación adecuada de cuadros, tablas y gráficos. f) Calidad de la
redacción. g) Actualidad y pertinencia de la bibliografía.
De acuerdo con dichos criterios, sólo ocho (20%) ponencias de las cuarenta estudiadas –
previo a los arreglos que los autores deberían introducir para mejorar su producto, lo cual
no desmerece los esfuerzos intelectuales incorporados en ellas, puesto que no siempre las
ponencias son productos acabados y la mayoría pueden considerarse versiones preliminares
susceptibles de modificaciones al influjo de la discusión misma en los congresos de que se
trate- califican para ser publicadas en revistas académicas periódicas de ciencias sociales
latinoamericanas.

4. CONCLUSIONES PROBLEMÁTICAS
Hemos pensado en vos alta algunas preguntas generadoras y puesto en escena una
problemática crucial. Se trata de la tensa discontinuidad existente entre el estado actual de
9

la producción de conocimientos de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales y los


retos societales a que nos vemos enfrentados, en estos tiempos de globalización y condición
epocal posmoderna.
El estudio del material seleccionado no permite conclusiones, mucho menos
contundentes. Sólo respuestas que están por construirse.
Estas nos exigen abandonar toda esperanza de solución, si no media una rigurosa y
exhaustiva investigación éticogeopolítica y epistémicohermenéutica, en especial aquella
que tiene que ver con la liberación de a) nuestros sistemas de significancia de la tradición
lógicorracional; b) las prácticas del trabajo social de su relación de subalternidad con las
disciplinas sociales o humanas, en las que se encarna el espíritu de la ciencia moderna y la
razón occidental, hoy en crisis; c) la discusión sobre la necesidad de recontextuar,
resemantizar, revalorar, repensar y rescribir desde otras posicionalidades –vgr., desde la
diferencia colonial, la colonialidad del poder, la geopolítica de la producción de
conocimientos y verdades-, la construcción de globalidad y posmodernidad –es decir, las
que nos merecemos y queremos, pero fundamentalmente las que somos capaces de pensar
con nuestros propios lenguajes- y, por ende, la razón de ser de esta específica práctica
social que en esta nuestra América Latioiberoeuroindoafrocaribeña, ambiguamente
continuamos denominando trabajo/asistencia social.
Ustedes, caros lectores, tienen la palabra.

BIBLIOGRAFÍA
Alfonzo, Ilis M. (1995), Técnicas de Investigación Bibliográfica, Contexto Editores, Caracas.
Barrantes, César (2000), “La Red Latinoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales. Un espacio para
producir conocimientos”, ponencia presentada a la Conferencia Conjunta de la Federación
Internacional de Trabajadores Sociales y la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo
Social, Montreal, 29 de julio al 2 de agosto de 2000.
Barrantes, César (1999), Entrevista virtual del 8 de agosto con Luis Gutiérrez Campos, Coordinador del Co-
lectivo Virtual de Trabajo Social de Chile: en línea, http://sopa.es.fortunecity.com/botones/62.
Barrantes, César (1999a), “Organizaciones de intermediación y estado. ¿Decentralización o publificación?. La
economía popular en Venezuela”, ponencia presentada al Tercer Congreso Internacional del CLAD
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en Revista Venezolana de Gerencia, año 4, No. 7, Universidad del Zulia, Maracaibo.
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