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Sucinto pero muy ilustrativo compendio que permite conocer la emergencia de la biología a partir del Siglo XVII. Desde Linée hasta nuestros días, el autor traza lineas esenciales que han dominado el desarrollo de la ciencia de la vida.
N. H.
Sucinto pero muy ilustrativo compendio que permite conocer la emergencia de la biología a partir del Siglo XVII. Desde Linée hasta nuestros días, el autor traza lineas esenciales que han dominado el desarrollo de la ciencia de la vida.
N. H.
Sucinto pero muy ilustrativo compendio que permite conocer la emergencia de la biología a partir del Siglo XVII. Desde Linée hasta nuestros días, el autor traza lineas esenciales que han dominado el desarrollo de la ciencia de la vida.
N. H.
positive como el de Cuvier, era mucho més dificil sus
ribir Ia idea de evolucién’ que para espiritus azarosos
como Lamarck y Geoffroy Saint Hilaire,
‘Tanto el autor de la Filosofia zooldgica como el de la
Filosofia anatémica no se amedrentan ante ninguna sup.
sicién; nada les cuesta imaginar el paso de un pez a un
reptil, de un reptil a un mamifero... Cuvier, mas exigen.
te, no se presta a tales conjeturas, que le parecen ser dal
dominio de la fabula y no de la ciencia, y parecen trans-
formar a la Historia natural en un capitulo de las Mera
morfosis de Ovidio.
Pero, esta vez, la prudencia critica erraré contra la te
meridad novelesca. ¢La Naturaleza, fabricando seres, no
hha hecho también, a su manera, una fabulosa novela?
Por desconfiar de la hipstesis, por su preocupacién
de no abandonar el terreno de los hechos, Cuvier se equi-
vyocé completamente; y, en definitiva, son sus ideas sobre
las revoluciones del globo las que nos parceen hoy inge-
nmuas y fantasticas, Jo que prueba que no existe receta
alguna para evitar el error.
La testarude fijista de Cuvier han valido rudas crit
‘cas a su memoria, como si se hubicra querido vengar asi
4 injusto destino reservado a la Filosofia zooldgica. En
‘estos juicios retrospectivos hubo algtin exceso, y aunque
no hay la menor duda de que Cuvier, con la autoridad de
su dogmatism, retras6 en algunos afios el advenimiento
de la doctrina transformista, gqué puede pesar ese lgero
Fetraso, comparado con el inmenso servicio prestado @
la biologia y al propio transformismo, como ¢l hizo, al
ampliar el campo de Ia vida con Ia ciencia de los fésiles?
no
XI. La teorfa celular
La célula, como es bien sabido, constituye la unidad
vital, el elemento fundamental de la vida, tanto vegetal
Como animal, Los dnicos seres vivos que se conocen tic-
nen forma celular’; los seres de organizacién elevada
(protozo0s, levaduras, microbios), son células aisladas,
independientes, que viven al aire libre, mientras que cual
quier organismo que sea un poco complejo, puede des
componerse en una multitud de pequeios organismos
clementales, que son las células. Segin la consabida com-
paracién, las eélulas forman el organismo como los ladri-
Ios forman la casa.
‘Todas las células de un mismo organismo derivan, por
divisiones sucesivas y diferenciaciones graduales, de una
célula tinica, el huevo, el cual procede de la reunién de
dos células que se han separado del cuerpo de los padres;
el dvulo, producido por la madre; el espermatozoide, pro-
ducido por el padre. Habida cuenta de que la célula es
Ja unidad vital, todo problema biolégico se plantea ne-
‘esariamente, a fin de cuentas, en términos celulares. En
tuna eélula (el huevo), es donde se encuentra representado
el ser futuro en estado potencial (problema del desarro-
lo). Por intermedio de dos células reproductivas_ los
progenitores transmiten al producto Ias condiciones or
ginicas de una individualidad, semejantes a las suyas
(Problema de la herencia). En el interior de tas oélulas
Feproductoras, en fin, es donde se producen las variacio-
nes susceptibles de desempefiar un papel en la evoluciéa
de las especies (problema de la evolucién). Por todo ello,
0 tanto que la biologia no adquiriese la nocién de cel:
Ja, sélo podia llegar a una figuracién excesivamente bur
1. A menos que se consideren vivos los virusproteinas (vi
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