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Visiin3X Vax Etio ensayo raflexicna sobre los interrogantes que atraviesan hoy en dia la escriture de le historia. Desde los afios setenta y las obras de Poul Veyne, Hoyde White y Michel de Certeay, los historiadores han discutido dos cuestiones esenciales: por un lado, la tension entre la * forma tetérica y norrativa-de la historia, compartida con’ la ficeian, y su estatulo de conocimiento comprabado; por ¢l otra, la relacion entre ol lugar social donde lo historia como saber se produce [ahore la universidad, anteriorments la cludad antigue, el monasterio, las cortes, jas academias} y sus temas, técnicas y felérica, Recordando y desplazando asias cuestiones clasicas, este enscyo hace hincopié en tes problemas mas recientes: |} La competencio para la ,’ representacion del pasado entre historia, literatura y+ memoria; 2} Los posibilidades y efectos de lo comunicacion y de lo publicacién electrdnicos sobre la investigacion y fo esetiture: histéricas; 3) La construccién de la relacién # entre las experiencies del tiempo y la construecién dal relato histérico. ‘oger Chartier historia o la lectura del tiempo iti gedisa a lecerecze! MT Ferrets La bisoria 0 le lecrura det tiempo char 0 ver, con las categorfas mentales, socialmente diferenciadas que son las matrices de las clasificacio- nes y de los juicios. | Microhistoria y globalidad En 2000, uno de los principales temas del XIXCon- greso Internacional de Ciencias Histéricas celebrado en Oslo fue la «global history». Esa propuesta se basaba en una serie de rechazos: rechazo del marco del Estado-nacién que delimica, retrospectivamente, una entidad social y cultural ya presente incluso an- tes de su advenimiento politico; rechazo de los re— cortes tradicionales de la monografia histérica que explora las especificidades de una provincia, una re- gidn o una ciudad; y; por tiltimo, rechazo del enfo- que microhistérico, sospechoso por haber descuida- do lo lejano. 58. Proceedingt/Actet, (9th International Congres of Htorical Scienceclt the Congrts Intemnaiional des Sciences Htoriques, Os~ Jo, 2000, «Perspectives on Global History: Concepts and ‘Metkodology/Mondislisstion de 'histoire: concepts et mé- hedologies, pigs. 3-52. =—4— $ g i Roger Chartier Ante esas maneras de escribir la historia, como construir una historia pensada a escala del mundo? @Debe ser una fo eee iueva de comparativismo, tal como habfa propuesto Marc Bloch en 1928, en una presentacién que se ha vuelto eldsica y que se pro- nuncié en el VI Congreso Internacional de Ciencias Histéricas, también celebrado en Oslo?” iDebe comprenderse como la identificacién de diferentes espacios cn cl sentido braudcliano, que hallan su unidad histériea en las redes de relaciones y de in- tercambios que los consticuyen, al margen de las s0- beranfas estatales? :O se debe considerar que esa historia ha de scr, ante todo, una historia de los con- tactos, los encuentros, las aculeuraciones y los mesti- zajes? Esa historia a muy grande escala, sea cual sea su definicién, plantea una cuestién dif ales prc cas historiadoras: jcémo conciliar el recorrido de los capadaes yds lar ulna neat que rigen el conocimiento histérico desde el siglo 1x, al me- nos, y que suponen cl anilisis de las fuentes prims- 59, Mare Bloch, «Pour unc histoire comparée des socités euro pécrnesr, Rae de Synchise hiorique, XEVT, 1928, pigs 15+ 50. ge La historia 6 la lectura det tiempo tias, el dominio de las lenguas en las que estén escri- § tas y el conocimiento profundo del contexto en el $ que se ubica todo fenémeno histérico en particular?) Grandes ejemplos muestran que es posible encarar ese reto, pero el hecho de que los defensores mas fer~ vientes de una historia global no hagan, por lo gene- tal, mds que referencias 2 obras publicadas en un so- lo idioma —e! inglés—no deja de ser preocupante... El retorno a una historia global no puede ser sc~ parado de la reflexién sobre las variaciones de esca- fas en historia, como la que ha realizado reciente- mente Ricceur.® Este observa: «En cada escala, se ‘yen cosas que no se ven en otra escala, y cada visién tiene sus razones». Por lo tanto, es imposible totali- zar esas diferentes maneras de ver el mundo y 65 intitil buscar Iz wsaliente» de donde podrian ser vis- tas como conmensurables. La advertencia es vitil pa- ra evitar falsos debates sobre la supuesta superiori- dad epistemoldgica de tal o cual observacién: la referencia ororgada a una u otra depende de lo que el historiador desea ver. Por lo demds, la observa 60. Paul Riccsur, La mémoire, Ubistoire, Voubli, Pacts. op. pigs. 267-292. =a Roger Chartier cién puede referitse a una misma escala de andlisis y € evitar una definicién untvoca del enfoque microhis- © térico. En efecto, hay una gran distancia entre la petspectiva que considers los recortes microhistéri- cos como laboratorios que permiten analizer inten- samente los mecanismos de poder que caracterizan una estructura sociopolitica propia de un tiempo y un luger determinados,* y la que considera esos mismos recortes como una condicién de acceso a creencias y a ritos que, usualmente, las fucntes ca- lan o soslayan y que remiten, en su «anomalia» in- duso (el sémino es dé Ginzburg), a un z6calo cul- tural compartido por la humanidad toda. En este timo sentido, no hay ninguna contradicci6n entre una técnica de observacién microhistérica y una descripcién macroantropolégica,? 61, Giovanni Levi, Lereditd immaieriale. Carriera di un eorciez nnel Piemonte del eicenta, Tatin, Binaudi (Trad. case: La hee rence inmaterial: la historia de wn exerci picamanets del sigh vil, San Sebastiin, Editorial Nerea, 1990}, y Jaime Contre- ‘2s, Sotos contre Riquelmes. Regidores,inquisideresy criptojudt- oemcdom Moc agoe ey eh 62, Verse Carlo Ginzburg, Storia notiuraa, Une deifiasione det sabba, Torta, Gilio Einaudi edivore, 1989, [Tiad. cast: Hiszo- ria moccurne, Baxcelona, El Aleph, 1991,] —7— Les historia 0 la lecture del tiempo El camino es estrecho entre la recusacién de, a la vez, una historia global, comprendida como una fi- gra moderna de la vieja hiscoria universal,® y la de una historia comperada, comprendida como pura- mente morfoldgica.“ Lo que imports es Ia eleccin de un marco de estudio capaz de hacer visibles las connected bistorie!” que han relacionado a poblacio- nes, culturas, economias y poderé| La eleccién pue- de privilegiar una soberanfe ejercida en territorios discminados en varios continentes y dentro de la cual se producen las citculaciones de los hombres y los productos, la transmisién de las informaciones, el intercambio de saberes y el mestizaje de los imagi- natios, En esc caso, lis cadenas de interdependencia 3. Véase Reinhard Korelleck, «Geschicheer, dans Geschichtiche Grundbegriffe. Historisshes Lexikon xar polisch-sozialen Sprie- che in Deutschland, O. Brunner, W. Conze y R. Koselleck (eds), Scupgart, Klett-Cotta, 1975, vol. 2, pgs. 647-717. 64, Marcel Détienne, Comparer incomparable, Parts, Editions du Seail, 2000, (Trad. cast: Comparar lo incomparable, Barcelo- na, Peninsula, 2001.) 65. Sanjey Subrahmanyam. wConnected Histories: Notes To- ‘wards a Reconfiguration of Early Modern Furasiaa,en Beyond Binary Histories, Re-imagining Eurasia to «. 1830, V. Lieber aan (ed.), The University of Michigan Press, 1977, pgs. 289-315. —2— ‘np a xen 4 que vinculan a una distancia muy grande a los indi- @ viduos y las comunidades estén ubicadas en un es pacio fragmentado y discontinuo, pero gobernado por una misma autoridad polftica, Ora opcién posible consiste en identificar la transmisién y el re- empleo de las mismas referencias, los mismos mitos, las mismes profeefas en contextos muy diferentes y alejados.” Laalternativa remite a la tensién entee el enfoque morfolégico, que hace el inventario de los parentescos que existen entre diferentes formas (estéticas, ritua- les, ideoldgicas, ercétera) al margen de toda certifica- cién de contactos culturales, y el enfaque histbrico, que identifica las circulaciones, los préstamos y las hibridaciones. Carlo Ginzburg sefialé con agudeza, a propésito de la utilizacién del mortuorio doble en numerosos titos funerarios, Ja dificil, incluso imposi- ble, conciliacién entre esos dos modos de compren- (6. Serge Grusinski,

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