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Capitulo XXXVI
Creo, neffe, que los japoneses ya eran antes de la Guerra Mundial lo que
hoy son; que no cambiaron un pice; que el Shivaguru tena razn en sus
temores, pero que no comprenda totalmente la Estrategia del Fhrer; que,
efectivamente, nos traicionaron, pues sus corazones estaban con la Fraternidad
Blanca, aunque sus labios desmintiesen los actos estratgicos opuestos a
nuestra weltanschauung; y que ello era previsible, especialmente para los
chinos, que desde haca milenios saban con la clase de bueyes que araban.
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Pero la traicin no consisti solamente en el infame pacto, respetado
escrupulosamente, que dejaba a los soviticos las manos libres para ocuparse
nicamente de Alemania. Recordemos tambin que el 7 de Diciembre de 1941,
cuando los alemanes afrontaban el terrible Invierno ruso enfrentando sin tregua a
los bolcheviques, los Camaradas japoneses atacaban Estados Unidos en Pearl
Harbor, concediendo de ese modo la oportunidad a esa colosal y estpida
potencia sinrquica para intervenir directamente en la contienda mundial.
De acuerdo al modelo clsico de la Justicia judaica, el pecado de un
pueblo hacia Jehov es redimible mediante el Sacrificio Ritual de una parte de
sus miembros y del sometimiento del resto a la Ley. Si bien los japoneses no
participaron directamente de las bondades de la cultura judaica, su aficcin al
budismo, y a toda forma de religin fundada en la Klachakra de Chang
Shambal, demostr que su apartamiento de la Ley no era tan grande: el pecado
mayor consista, sin dudas, en su reciente alianza con el nazismo y el fascismo.
Pero ese pecadillo slo requera un purgatorio, de Fuego, frente a la condena
eterna que los Rabinos pretendan aplicar al nacionalsocialismo alemn.
Capitulo XXXVII
Capitulo XXXV
CAPITULO XXXVI