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CUANDO LA PASIN DESBORDA A LA RAZN

Las primeras leyes y cdigos ticos -el cdigo de Hammurabi, los diez mandamientos del Antiguo
Testamento o los edictos del emperador Ashoka deben considerarse como intentos de refrenar,
someter y domesticar la vida emocional puesto que, como ya explicaba Freud en El malestar de la
cultura, la sociedad se ha visto obligada a imponer normas externas destinadas a contener la
desbordante marea de los excesos emocionales que brotan del interior del individuo.
A pesar de todas las limitaciones impuestas por la sociedad, la razn se ve desbordada de tanto en
tanto por la pasin, un imponderable de la naturaleza humana cuyo origen se asienta en la
arquitectura misma de nuestra vida mental.
Con demasiada frecuencia, en suma, nos vemos obligados a afrontar los retos que nos presenta el
mundo postmoderno con recursos emocionales adaptados a las necesidades del pleistoceno.

Impulsos para la accin


Todas las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reaccin
automtica con los que nos ha dotado la evolucin.
La distinta impronta biolgica propia de cada emocin evidencia que cada una de ellas desempea
un papel nico en nuestro repertorio emocional.

Nuestras dos mentes


En un sentido muy real, todos nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente que
siente, y estas dos formas fundamentales de conocimiento interactan para construir nuestra vida
mental. Una de ellas es la mente racional, la modalidad de comprensin de la que solemos ser
conscientes, ms despierta, ms pensativa, ms capaz de ponderar y de reflexionar. El otro tipo de
conocimiento, ms impulsivo y ms poderoso aunque a veces ilgico, es la mente emocional.
La mayor parte del tiempo, estas dos mentes la mente emocional y la mente racional operan en
estrecha colaboracin, entrelazando sus distintas formas de conocimiento para guiarnos
adecuadamente a travs del mundo.
Pero, cuando aparecen las pasiones, el equilibrio se rompe y la mente emocional desborda y
secuestra a la mente racional.

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