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2990 TIS ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAF{A | | | | | | | GERMAN Ci | i | | | | | | | | | | PH COLCIENCIAS por (OLMENARES YL EDiTORES 2wcoDeLARSFEALICA” Por yE-FO-BL bef Pegi: | . _ I TERGER MUNDO 5. SANE DE BOGOTA TANS 2A No 6727, TOS PITS STS. AA caiasers | EDICION A CARGO DE HERNAN LOZANO HORMAZA, | CON EL AUSFICIODEL FoNDO GemAN COLMENARES | DELA Unnvessipap oa VALLE _DiseRo decubirta: Héctor Prado M, TM Edtoces | rier dels agosto 197, 7M alas | © Marina de Colmenares | | OTM Editores en coedicign co la Fundacin General de Apoyo 41a Universidad dl Valle, Banco dee Reps y Caen ‘Esta publicacién ha sido realizada con la colaboracién financieta de Colciencias, | entidad cuyo objetivo es impulsar el desarrollo cientific y tecroligico de Colombia | ISBN 956-601-719-2 (Obra completa) ISBN: 958-601-731-1 (Toms) | Edicion, armada electronica, impresion y encuadernaciin: ye Tercer Mundo Editores | Impresé y hecho en Colombia XY | Printed and made ig Colombia. * CONTENIDO (CIENCIA HISTORICA Y TIEMPO PRESENTE, LA ISTORIOGRAMIA CIENTIFICA DEL SIGLO Xx Blcaso dela Escuela francesa de los Annas; | : | Introduccién . eee ‘Los origenes positivistas de Ta escuela | Lucien Febvre y el método de las ciencias positivas ‘el paradigma de Ernest Labrousse i La historia seriada | Blrefinamiento de los conceptos: la larga duracién Debates: historia y estructuralismo | Annales y el marxismo La historia y las ciencias sociales: guna nueva crisis? SSRSRRNSE Aa 1 | FILOSOFIA, TEORIAS Y METODO DE LA HISTORIA | g "SOBRE FUENTES TEMFORALIDAD Y ESCRITURA DEA HISTORIA i La historia y las ciencias sociales ‘Antropologiae historia: el problema de fas duraciones Elproblema dela cultura serene eeCes ifuta de la histor Besa a PERSPECTIVAY PROSPECTIVA DE A HISTORIA EN COLOMBIA 5 ” | Enfoques y paradigmas de la investigacién historjca en Colombia 97 | La investigacién histérica en Colombia con respecto al nivel de América Latina 101 ‘Vacios teéricos, metodolégicos y conceptuales | en la investigacion histérica 102 Obstécutos y problemas en la investigacion hist6rica 104 Recomendaciones i} 107 vi ContenmDo | Sugerencias y observaciones sobre el uso de Paradigmas en historia para su desarrollo 109 | Perspectivas y propuestas | 10 Estrategias pata impulsar la investigacién | 2 ESTADO DEDESARROLLO E INSERCION SOCIAL DE LA. A EN CoLomia | 12t | Antroduccién | peat | Calidad de Ia formacién profesional | 124 Investigacién, | 130 | Legitimacion social de la historiografia | 157 Publicaciones en historia | 160 Recomendaciones 165 CIENCIA HISTORICA Y TIEMPO PRESENTE* | } , : I | i | | La publicacién en Annales de un articulo de Francois Simiand!, 57 | afios después de su primera aparici6n, invitaba una vez més a la refle- | xiGn sobre ciertos aspectos de una critica que encauz6 la actual me- todologia histérica por rutas cuyos peligros comienzan a advertirse, Simiand quiso establecer la ineptitud de un perisamiento histérico «tradicional» (crefa,'segin Fernand Braudel’, «...hablar con la histo- | ria mientras que no hablaba sino con una cierta historia») que inspi- raba la ensefianza escolar en Francia durante el siglo pasado —y que atin constituye la prdctica rutinaria de la mayorfa de los historiado- res latinoamericanos— y confrontarlo con una ciencia social positiva rigurosa que era la creaci6n reciente de Durkheit Para dar por concluida la polémica no basta, sin embargo, obser- ‘var que Simiand se orienta en 1903 —juna época tan remota!— hacia un positivismo que, por comodidad, se cree haber superado; que » partfa del supuesto de que los conceptos (0 elaboraciones concep- tuales, para darles el matiz gnoseolégico adecado) son homogé- neos y que de alli concluia que entre el dominio de la ciencia positiva y el dominio de la ciencia social no hay oposicién ni diferencia de naturaleza, Hay-que tener en-cuenta también, por encima de esia | discutible posicién de printipio;los aportes evidentes dél pensamiey to positivista a'la elaboracién hist6rica. Ante todo, el figor sistemé- tico y conceptual introducido en los temas de la lhistoria econémica | + Tomado de Razin y fibula, N'5, enero febrero 1968, Bogot, pp. 778. 1 «Méthode historique et science sociales. Armales. ES. Janvier-Revrier, 1960 pp 10 | 2. V,siistoire et socclogie en Trait de socilgie de Georges Gurvitch. TH. Presses iv, de France 1988. pp. 81-52 | | | | | 2 Ensavos; (0 sus métodos) constituye la totalidad del guehacer dores. Braudel, sin beaterias, admite la multiplici de la historia. Lo contrario significaria excluir del DERE HISTORIOGRARIA er de los historia- lad fundamental \dominio de una Gencia discutible las obras indiscutiblemente historicas que son el producto de un oficio muy viejo y refinado. Por firmarse la validez —o invalidez— de las observa al terreno de los «objetos» actuantes en la historia, dlementossusceptibles de ser aislados momenténeat portamiento obedece ~presuntamente— a leyes| e30 deberia con- iones de Simiand decir, aquellos ey cuyo com- 'o regularidades indeperidientes de 1a espontareidad o de la actitud valorativa del historiador. Il Para Simiand lo objetivo es el dominio de relacione: gularidades» o leyes observables. Estas leyes no estables, de «re- enden en modo alguno dela espontaneidad del observador (de sus deseos, por ejem- plo), y por lo mismo hacen posible el conocimi donde no puede establecerse una ley que equiv: Constante y necesaria entre dos fenémenos. Si la canzar el rango de ciencia (en este caso, de ciencia| escartarel dominio de lo contingente y de lo indi que no se somete a la regularidad y que por tanto 1 cionado de una manera necesaria —a través de $al— con otros fenémenos. | Puede prescindirse de reabrir una vez més la di te fijar laimportancia relativa atribuible a la parte a la parte de «libertad» en los fenémenos sociale! \to cientifico alli le a una relacién storia quiere al- positiva) debera idual, de aquello 10 puede ser rela- in principio cau- sidn que quie- le «necesidad» o 0, lo que es lo Pe inismo, lo que puede atribuirse en wn proceso histérico a la accién de lo estrictamente individual (si existe tal cosa) (0a la accién de fuerzas colectivas o naturales condicionantes. Pero en cambio sf pue- den expresarse dudas respecto a la validez de i tificar la natura- eza del concepto social y la del concepto abstracto plaborado por las 0sas. Si se piensa en fendmenos sociales estéticos, de alguna mane- +a andlogos a las cosas, la identificaciGn es valida. Pero generalmen- | CAENCIA HISTORICA ¥ TIEMPO PRESENTE 3 | te se admite una dinémica de los fendmenos sotiales (mucho més | perceptible que en las cosas, que para la fisica molecular tampoco | son inméviles) que dificulta fijarlos en un cot abstracto. Aun | si un investigador de lo histérico y de lo social reprime su esponte- | neidad en el examen de un fendmeno que observa, no puede dejar de inquietarse por la variedad de formas cambiantes que reviste este | tipo de fenémenos. Es posible fijar la atencién, como lo aconseja Si- ‘miand, en la constante; pero reducirse a ello exclusivamente condu- ce a un empobrecimiento de una de las cimendiones propiamente | historicas, la evolucién. En tanto que para los objetos (cosas) de la na- | turaleza no se requiere tener encuenta suvariednd individual, en lo | social-hist6rico parece més aconsejable{ Un matiz puramente cualitati- (vo puede revelar mas, «sigiiBgain mids o explicar més que una regula- | |ridad cuyo sentido no puede desentrafiarse con la precisi6n de una ley” ‘cientifica. A través, por ejemplo, de la reconstruccién cuantitativa de un procéso econémico, o de una actividad econémica preponderante, puede explicarse, en términos econémicos, el comportamiento de una Sociedad (puesto que se encadenan fenémenos de la misma natu- ' raleza, segtin la prescripcién de la metodologia|positivista) e inclu- sive puede llegarse a ciertas inferencias de comportamiento «social» pero estas explicaciones dificilmente cobijar4n la totalidad del com- portamiento histérico de esa sociedad —y ni aun se poseeré la clave de un cambio stibito en el organismo econémicd. Elintento de explicacién de un proceso mucHo més complejo que el de una economia concebida en los términos abstractos de la cien- cia econémica no puede prescindir, en efecto, de lo individual 0 lo ». Simiand menciona, por ejemplo, la reyolucién francesa de |. 1848 para denunciar la precariedad de las interpretaciones que se atienen a lo meramente contingente, oa la accién de individualidades ode grupos reducidos en el seno del movimiento. No puede simpli- ficarse, en efecto, un movimiento historico hasta el punto de redu- cirloal resultado de una conspiracién. Pero la révoluci6n de 1848, en su conjunto, es una entidad hist6rica, un proceso histérico dinémico que posee una individualidad y que por lo mismo no puede asimi- farsea ninguna otra revolucién. A partir de ella ho puede formularse una ley para las revoluciones sino a Jo sumo proporcionar una expli- 4 [ENSAYOS SPORE HISTORIOGRARIA ¢acién coherente para la revolucién misma de 1848, Esta idea tan Simple no excluye que se pueda estudiar la entidad dentro de un contexto muy amplio, de Historia Universal o de movimientos secu- ares. Y la explicacion puede asimismo adicionar, seguin el deseo de Braudel, los puntos de vista mAs variados. Pueden \medirse las rela- Giones de fuerza entre las diferentes clases sociales en conflicto y gomproberse’una fatalidad inherente a la rel misma, como, To sugieren los anélisis magistrales de «La lucha de Clases sociales en Francia» y «El dieciocho de Brumario» o, en un niyel ms bajo, de- Sentrafiarel papel de las ideologias como en «1848 de Georges Du- veau. También es vélido —y no exclusivamente valido aunque sea novedoso— buscar los antecedentes de 1a revolucién en una crisis econémica (1846-1851), como lo han verificado Labrousse y sus co- laboradores. La explicacién puede tener la amplitud que se quiera y valerse de las técnicas de investigacién mas refinadas, pero esto no tnodifica el supuesto propiamente histérico de que se trata de un fenémeno peculiar, colocado en un cierto estadio de la evolucién de una sociedad que se piensa diferente al de 1779 y al de 1870. Asi, lo que Simiand designa como regularidad en el terreno histOrico no pue- de reducirse a una simple negacién de lo individual-contingente, sino que debe buscar la manera de actuar de factores soriales-colectivos, ‘ue para el historiador poseen siempre una forma de individualidad, | Hay, pues, una individualidad de lo colectivo (hoy prefiere ha- plarse de «estructura»), una manera peculiar de comportamiento de las sociedades que explican la vocacién hacia lo individual del cono- simiento histérico. Meinecke ha expuesto en «El historicismo y su genesis» el desarrollo de esta concepeién —conquistada no sin tra- bajo— a través del pensamiento de Voltaire, de Herder, de Ranke, etc. Si se examina la historia del nacionalismo puede verse cémo una ideologia ayuda a conformar un tipo de pensamiento cientifico. Pues Ja nacién, como la clase, ha sido un agente histéricd al que se puede atribuir una indiyidualidad. El fracaso de este tipo|de historiografia ho deberia verse en los supuestos tedricos en los que se apoya, sino ‘en el énfasis injustificado que se acuerda a un nafionalismo esire- ‘ho. La historia «tradicional» (deberfa hablarse solamente de histo- ria decimonénica) que denuncia Simiand no posee propiamente una 5 | | | | | cameitaonca yer manors | visién metafisca de su objeto, sino més bien und vision superficial deformada por exigencias nacionalistas. Los idolos que describe (preferencia por lo politico, preocupacién por lo biografico, buisque- da de los «origenes») pertenecen a una antologia del pensamiento roméntico y a una especie de exigencia oficial que busca una res ges- tae en contradiccién con el cosmopolitismo dinastico del siglo XVII. De otro lado, si de fija la atencién exclusivamente en el tema que preocupa particularmente a Simiand, la economia y la historia eco- némica, se advertiré que una expresién tan usual cpmo «determinismo econémico» esconde una desconfianza invencible hacia cualquier investigador que se preocupe por la accién de la| economia de la so- ciedad. Para desarmar esta desconfianza suele va entonces de arclaciones estrechas» entre el dominio de lo «material» econémico y lo chumano» social. Con este procedimiento|quiere separarse a toda costa los dos 6rdenes de fenémenos, como si la economia actua~ ra sobre el contexto de las relaciones humanas de la misma manera que la naturaleza. No es raro, entonces, que la économéa quiera es- tudiarse como un objeto andlogo a los objetos de la naturaleza. Pero sabemos que toda relacion econémica encubre ina presencia y una voluntad humanas, més concretamente, un met humano, Por eso, en la investigacién histérica, seria conveniente adoptar un modelo parecido al que sugiere Braudel en el prefacio de una obra reciente’, enel que distingue «la vida material», es decir, lq relacién més inme- diata del hombre con la naturaleza, de la «vidaleconémica» que ya representa un estadio de iniciativa humana y de organizacién cons- ciente, y de «capitalismo», una forma hist6rica identificable de esta organizacién. Por eso mismo Pirenne, un histeriador, y Schumpe- ter", un économista, podian Megar a una coriclusién andloga tespecto al papel jugado por los empresarios y a su aporte de innovncién enel proceso capitalista. Esta intervencién de un elemento social puede Sefialarse a lo sumo como una «constante» hist6rica del capitalis- ‘mo; de ninguna manera como una ley, es decir} solamente como la actividad renovada de un grupo —o clase: socigl susceptible de ser 3° Civilisation matériel t capitaliome. (XVe-XVIIle Siecle). Armand Colin. Paris, 1967. 4 V. Lucien Febure, Pour une histoire apart entiere. SEV PIEN. 1962, pp. 330 ss. ya ‘obra de Schumpeter, Capitalism, socialismo, democraca 6 [EXSAYOS Sp8RE HISTORIOGRAHA individualizada— cuyas relaciones con el sistema econémico (capi- falismo) revisten una gran variedad de formas, di sde la aventura aleatoria de los comerciantes itinerantes de la Edad Media, pasando por la fragil asociacién de capitales del Renacimit de empresa privada de la conquista americana, hi to 0 as formas sta el prototipo Encarnado por los personajes balzaquianos o brechtianos. Y por todo ¢sto, finalmente, la base misma de las teorfas de Schumpeter se asen- taba sobre una exigencia: «...pedir a los economist cerciorarse de que la conducta en las sociedades humanas difiere de la conducta en sociedades animales 0 en sistemas fisicos»*. il En nuestros dias sigue preconizéndose un acercamiento entre las cien- Gias sociales y, para obtenerlo, una manera de sub delo tedrico de las ciencias de la naturaleza. El avan linacién al mo- ce innegable de las ciencias que se conformaron voluntariamente alese modelo des- de el siglo pasado (psicologfa, sociologia, on contribucién al dirigismo social-econémico sin precedentes, pro} Sugerido a los historiadores la idea de una crisis manas que Jean Francois Bergier interpreta mas del siglo xx, ha las ciencias hu- tamente como tina «crisis de conciencia»*, Si hay una crisis de las ciencias humanas, w fal como la advierte Braudel, ésta no ha podido s sino a partic del momento en que se las concibe dentro de un patron centifista, es decir, Jun esquema tomado de las ciencias de la naturaleza, va adaptandose con dificultad. La adopcién ulterior al cual cada una técnicas cuan- litativas, inspiradas en la base estadistica de la econdmia, ha conduci- do, segiin Bergier, precisamente a esta crisis de coriciencia. Pero de todos modos la discusiGn no se ha prosegui de la argumentacién de Simiand. La nocién misma tido ala altura le «ciencia exac- fa» ha evolucionado. La exactitud de la ciencia no depende ya de un 5 J. A Schumpeter, Business Cycles. McGraw-Hill, 1964, & V. eSituazione problem attuali dela Storia Economica». Esato de Quadersi Si | Tce delle Marche. Ancona, Gennaio 1967,N? 4 «Histoire et Mat | tendences en histoire économique». Diagene, N° 58. aa tiques - nouvelles 1967, pp. 111-130, (CIENCIA MISTORICA Y TIEMPO PRESENTE 7 postulado de tipo metafisico o la posibilidad de inducir reglas de validez universal mediante un principio inequiyoco de causalidad sino de la mera probabilidad establecida a través He inferencias esta- disticas. Y si la ciencia misma se reconoce aperjas como una cons- ‘truccién siempre provisional y siempre aproximada, no se ve la razén de por qué una construccién como la historia deba intentar una for- mulacién de leyes generales que encuadren su dominio. Pero aun si se descarta esta pretensién, subsiste un deseo de «ac- tualizar» los temas de la historia y su tratamiento. Este deseo es perfectamente legitimo pero conlleva, a nuestra|manera de ver, una ‘urgencia de reflexi6n sobre la naturaleza del corjocimiento hist6rico (mérbida Capua, la denomina un historiador). Segdin la idea de Brau- del, no debiera omitirse ninguna interpretacién. El olvido de un ofi- cio muy viejo puede conducir a un espectaculo de desconciertoentre Jos historiadores que quisieran manejar un instrumental adecuado a los problemas que se plantean y que acogen gustosos técnicas esia~ disticas 0 «modelos» sociolégicos y econémicos. El camino mas corto para el encuentro de los problemas actuales s¢ ha visto —o entre- ‘visto— por parte de la historia, en la mera imitacién. Con ello se esperaba que los economistas o los sociélogos tuvieran en cuenta la historia como una de las claves para solucionar problemas del mun- do contemporéneo. Asi, la conjuncién de econdmetria e historia en torno al doble problema de crisis econémicas y de desarrollo no hace sino dar cuerpo a una vieja pretension positivista del dominio dela naturaleza mediante formulacién de leyes. Hasta donde podia la his- toria contribuir a la verificacién de mecanismds econémicos? Para responder a esta incitacién se ha buscado conv istoria en un ‘ampo de verificacién empirica. EI intento ha conducido fatalmente aun doble impasse: por un lado, la elaboracién He series estadisticas (y de una «histoire serielle») cuyo propésito se reduciria a ampliar la visi6n de los economistas, es decir su experiencia acerca de los mo- -vimientos cfelicos y de las crisis de la econom{a capitalista. De otro lado, el propésito atin mas deliberado de la escuela de Marczewski” | 7 V. Pierre Chaunu, «Dynamique conjoncturelle et histoire sériélle, Reaue Indust, 1N* 6, Juin 1960, Bruxelles. Jean Marczewski, Introduction « Vhsloie quantitative. Droz, Geneve 1965. 8 [ENSAYOS SDERE HISTORIOGRAHA de construir una historia econémica integralmente cuantitativa valién- dose del modelo de la contabilidad nacional. Con esto quiere salvar- ge lo meramente descriptivo de la historia econémica tradicional y llegar a una formulacién rigurosa que posiblemente alcance la niti- ez de una cifra matemética... pero que no es historia. Esta depende lemasiado de sus propias fuentes y de las limitaciones de los hom- bres que las elaboraron. Puede llegarse, muy ditectamente (y, sobra decirlo, de una manera muy imprecisa) a una cuantificacién pero que dependera siempre de una iniciativa y de tna aginecion ‘pto- piamente histéricas. | | bas urgencias de la realidad parecen dictar sus exigencias al queha- de aquellos que se ocupan de las ciencias sociales, segiin la ob- gervacién de Rostow’, Y si la realidad —o sus urgencias, que es lo inismo—se suele pensar como un presente, io cabe duda de que las Giencias que se edifican a partir de una mera obseivacién empfrica gumplen al menos con un requisito de actualidad. De all{ a sospecha que parece asaltar de pronto aos historiadores (qué, al contrario, no reconstruyen el pasado sino de una manera indirecta y a veces in- Gonsciente a partir de un presente) de que tal vez bu preocupacién gn torno al tiempo no constituya, en diltimas, sino tina evasiOn. Mi- tada desde este angulo, la cuestién de las ciencias sociales presenta tuna cisura evidente entre una ciencia hist6rica, consagrada al estudio del pasado y por tanto de espaldas a las urgencias del presente, y Giencias sociales (economia, sociologta, Psicologia) cuya vocacién las éncara més directamente con la solucién de problemas inmediatos. Pero ls observacién mas superficial leva a reconocer que ningtin problemasocial, 0 simplemente humano, posee una sola dimension temporal. Que si se renuncia deliberadamente a losdatos que puede aportar la observacion de un estadio social anterior de alguna forma 4e ha cortado el problema de una de sus raices esenciales; y que la § WW. Rostow, sHistoe et Sciences Sociales» Annules. ES.C. Oct. Dec. 1959, pp. non, (CaENCIA HISTORICA Y TIEMPO PRESENTE 9 2 solucién, en consecuencia, ser errénea o parcial. Kula’ cita como ejem- plola precariedad de teorfas econémicas concebidas dentro de un mar- co estrecho de observacién empirica. Pero aun admitiendo la legitimidad de la historia, es decir, su aptitud para encarar ciertos problemas que las ofras ciencias socia- les no pueden asumir, subsiste un problema de initegracién de la his- toria con las demas ciencias sociales. No se sabe, en efecto, de qué manera su constitucién peculiar le permita incorporar sus observa- ciones dentro del marco general de las ciencias sdciales. No se trata- fa, en todo caso, de una mera adicién de conocimientos sino de una «teflexi6n en comin», por tanto de un lenge in y de una ac- titud parejamente receptiva para las demés ciencias sociales. Frente a este problema Rostow, Kula y Braudel asumen posicio- nes diferentes, si no antagénicas, que vale la pena resumir, Para Rostow la solucién estaria dada por tra mera adicign de conocimientos.Propone que, de una manera empirica, las ciencias sociales encaren un mismo problema concreto que por lo mismo se convertirfa en un catalizador, una piedra de toque sobre la efectivi- dad de las ciencias sociales en su conjunto. La inspiracién de esta idea proviene de las experiencias logradas con Ids estudios de drea (area studies), cayos defectos podrian eliminarse, begin Rostow, me- diante una limitacién voluntaria. La idea de Rogtow apunta a pro- cedimientos puramente pragméticos, previo reconocimiento de una colaboracién necesaria entre las ciencias sociales| Kula se reduce a examinar el problema de Is relaciones entre historia y economia. Concluye que la complejidat! de relaciones que estén habituados a desentrafiar los estudios histéricos.tos habilita ‘para énriquecer Ia visin de los economistas. Puetten al mismo tiem- | po ayudar a franquear los obstéculos que surgen a raiz de modelos | concebidos por un tiempo limitado y dentro de|un ambito que no | cobija espacios asimilables a un estadio precapitalista de la econo- | mfa europea. | __ Tanto el articulo de Rostow como él de Kula fueron escritos como | Fespuestas prestntas a Ja invitacién formulada por Braudel para una 9° W.Kula, «Histoire et économie», Annales. ES.C. Mars-Avtil, 1960. 30 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAHA feflexién en torno al concepto de «larga duracién».|Con todo, ningu- no de los dos posee Ia amplitud te6rica de la elaboracién de Brau- Kel”. ista sdlo ha suscitado, por un lado, una respuesta puramente pragmitica y, por otro, una serie de observaciones discutibles en tor- no a las relaciones entre historia y economia. Braudel, por su parte, ha elaborado un intento de sistematiza- ciém metodolbgica que permitiria el acercamientd de la historia al resto de las ciencias sociales. A partir de la comprobacién de que la historia ha superado una limitaci6n que le imponia su interés tradi- ional por los «acontecimientos» y de que ha accedido a una visién. imés amplia mediante el concepto de «larga duracién», Braudel en- cuentra que la nueva historia puede apropiarse instrumentos espe- ‘fficos de las otras ciencias sociales, los modelos, y de que aun puede formularse el deseo de que algiin dfa alcance la perfeccin del len- ‘guaje més universal, las matemiticas. Este tiltimo paso permitiria la intercambiabilidad de sus datos con el resto de las ciencias sociales 'y significaria tanto la culminacién de un esfuerzp te6rico como la ‘realizacién del objetivo propuesto: la unidad de fa sociales. | Con todo, Braudel reconoce la existencia de obstéculos insalva- ‘bles al menos por ahora. Veamos por qué. | El problema de un lenguaje comtin para las ciencias sociales es- \tarfa resuelto por la posibilidad de una formulacién matemética, el ‘lenguajemés universal concebido por el hombre. Peto la matemiti- ca especificamente social, la matemiética cualitativa, s6lo puede apli- ‘carse en un marco de relaciones fijas, en un tiempo inmutable de lestructuras (que se opone a la movilidad de la coyuntura propia- mente hist6rica), en el que éstas son casi un ente de razon que se identifica con el modelo (o construccién tebrica) concebido para su interpretaci6n. Los trabajos de Lévi Strauss ilustreh suficientemente ‘este problema, ya que los éxitos que ha obtenido kn el campo de la antropologia se tefieren a estructuras casi intemparales como las del parentesco, cuyas combinaciones posibles —y con ello su expresin | matemética— sé formulan a raiz de un hecho constante y universal :en el seno de las sociedades humanas: la prohibici6n del incesto. 10. F.Broudel, «Historia y ciencias sociales». La larga duracién, Cuadernos Americancs, 1N*6,1958, pp. 73-116. | CIENCIA HISTORICA ¥ TIEMPO PRESENTE. uw El «modelo histérico», por el contrario, no puede idearse sino | dentro de un marco de relatividad absoluta. Siempre «naufraga» al | remontar la corriente del tiempo. Por eso Braudel pone sus esperan- zas en Ja «larga duracién» como terreno comuin de observacién y-de i ' reflexién para las ciencias sociales. Pero aun si se|concibe una larga | duracién con marco exclusivo de fondmenos historicos, siempre se trataré de una larga duraci6n apenas relativa, puesto que debe com- _ prender tanto la posibilidad de examinar hist6ricamente verdaderas | estructuras, cuya existencia se coloca en el Iimite de la movilidad, como los movimientos de coyuntura, reconstruidds a partir de series estadisticas, Surge siempre una contradiccién inherente a la natura- leza misma de la historia, a la coercién que impone su dimensién | temporal y por tanto su movilidad. Pues, zhastg dénde la historia puede dar una imagen estética de larga duracign que no se haya petrificado en una estructura, sea geografica o familiar, es decir, que | haya dejado de ser historia para convertirse puta y lanamente en | Geografia o Antropologia? Si no existiera esta limitacién todo —se- | giin la idea de Collingwood—, absolutamente todo, seria historia. Pero la «larga duracién» no puede sobrepasat el mite impuesto por Jos testimonios humanos descifrables, es decir, las Fuentes del histo- riador. | Esta dificultad implicaria una imposibilidad virtual de acerca- miento entre la historia de larga duracién y la ahtropologfa struc tural —de «larguisima duracién»— de Lévi Strass. Y por tanto de | una formulacién matematica parecida. | Después de todo, no en vano el concepto mismo de «larga dura- | | ‘cién» posee también una historicidad. Al men presente | su origen, sea a pattir de'las observaciones de Simiand, un econo- mista, formuladas a propésito de-la historia meramente «factual», sea por la influencia de una escuela geogrétfica en la obra de Braudel. Sol6 a través de una «larga duracién» pueden significar algo para la historia las estructuras que oponen su aun flujo cam- biante (gcémo no pensar en el Mediterraneo del propio Braudel?), y sunmovimientos de coyuntura que unifican las manifestaciones més variadas de la vida humana, que las presiden como una fatalidad. |" Tampoco en vano estos conceptos tuvieron su auge después de 1920, cuando la crisis redujo a la irrisién o al estado de creencia in- | 2 Bsavoshonns mstomnonate igenua la posibilidad de actuar de una manera consciente sobre la historia. La ctis Ja industria pesada, precisamente allf donde pudi |«voluntad» unificadora, capaz de actuar sobre lo: fe rigid en crculos financier y ene sector de 2 localizarse una acontecimientos. ‘Ante la crisis habfa que admitir algo como un movimiento propio de a economia y ptoceder a analizarlo con imparcialidad, si se queria \conjurar una catéstrofe. La creencia optimista dew movimiento au- \tomético —y previsto de antemano— que tenderfa a restablore cequilibrio en el circuito econémico, en todo mor to en que tal equi- ibrio se viera comprometido, cedié el paso a la cdmprobacién alar- mada de una ausencia de control sobre el sistema entero. Se imponia lentonces la observacién atenta de los «comportamientos» estadisti- ‘cos de larga duracién. La historia podfa brindar, campo de accién privilegiado con su acceso a econ| \sujetas a crisis en la época precapitalista. De allf e] asién tinica, un mias igualmente éxito de Ja histo- Iria econémica cuantitativa. Y su razén de ser, segtin uno de sus mas |autorizados discfpulos. 1 | Vv ‘Han tratado de éxponerse, en una ojeada forzosamente sintética, los i ‘por oc 'problemas que plantea tna nueva concepcién d trabajo hist6rico, /su acercamiento a las otras ciencias sociales, y los peligros que acarrea una servidumbre aceptada sin discusi6n. Fl ejemplo muy reciente de |una «ciencia politica» utilizada con fines groseramente pragmiticos iconstituye una advertencia suficiente de tales peligros en una di- | mensién mucho més amplia, que confina con supuestos éticos y aca- | trea una discusi6n sobre los atentados contra la libertad intelectual. Como lo sehala un intelectual norteamericano, Christopher Lasch, «...el espiritu ‘cientifico’ que se extiende de las cipncias naturales a los estudios sociales, tiende a vaciar estos stings de su potencial \critico y al mismo tiempo los convierte en un ins} | control burocraticon. No ¢s intitil Hamar la atencién sobre este fen6s ‘umento ideal de eno si se tiene en cuenta el esfuerzo de los historiadores para convertir su actividad | en una referencia més que permita encarar los problemas del tiempo | CIENCIA HsTORICA yTHEMPO PRESENTE 3 | presente. Se ha mencionado, por ejemplo, la convergencia de las cien- | cias sociales en torno a los problemas de las crisis econémicas y en | torno a los problemas del desarrollo. Y asi, aunque Braudel advierte | acerca de la precariedad de los modelos concebidds y utilizados para | remontar una dimensién temporal, deberia reiterprse la advertencia con respecto a tuna ciencia social latinoamericana demasiado indli- nada a una préctica sumisa a la conceptualizaci6n, ajene. El hecho de que Latinoamérica esté incorporada a una «coyuntura» mundial desde los origenes del capitalismo moderno muestra hasta qué punto pue- de set falaz un «modelo histérico» de tipo diacténico, que simple- mente reduzca un estadio de la economia latinoamericana a féciles analogias con una etapa superada de la historia europea. Y con ello el error de suponer que un estudio de las condiciones o los factores. del trénsito del sistema precapitalista europeo f la era capitalista puede iluminar de algtin modo el acceso al capitalismo de paises que siempre han girado dentro de su érbita. Pero aqui surgirfa inevitablemente, una confrontacién de los resul- tados de una ciencia hist6rica latinoamericana que apenas comienza a esbozarse con las urgencias de una época contempordnea. Y esta es una tarea para la cual, desgraciadamente, no estamos preparados. EHH eae eee SSEAEEE LA HISTORIOGRAFIA CIENTIFICA DEL SIGLO XX* El caso de la Escuela francesa de los Annales** LINTRODUCCION | A partir de 1929 1a Escuela francesa de los Annales se ha ido afian- | zando como una empresa académica de gran envergadura. Sus pro- | ductos se mueven con una gran soltura no sélolen el émbito de la | historia regi siguiendo una tradicién que se prolonga desde los | trabajos de Lucien Febvre sobre el Franco-condado hasta trabajos | més recientes sobre Beauvais, La Catalufa, el Languedoc o Zarago- a, sino también en.el tratamiento de los grandés problemas de la | exp: y el capitalismo europeos. Esta doble|vertiente de preo-- cupaciones ha permitido a la Escuela ampliar siqnulténeamente las | tematicas de la historiograffa y los métodos que hacen posible el de- | Sarrollo de esas temiaticas. o | Pese a esa diversidad aparente el espiritu de Ja Escuela es siem- | pre reconocible en sus productos. Casi ninguno de sus discipulos se resiste, por ejemplo, al empleo de conceptos (aunque este empleo | No tenga siempre una significacién univoca) tales como coyuntura y estructura, Este homenaje implicito.2 maestros yldirectores de tesis | ‘monumentales de doctorado de Estado hace sonteir a algunos o los, | hace dudar de la capacidad creativa de los discf . : De otro lado, la institucionalizaci6n definitiva de la Escuela en | los marcos de la ensefianza francesa a todo nivel y hasta la aparicion | frecuente de suis maestros por la televisién, le yale todos los dias | Tomado de Eco, XXXI, 6 NN? 192, octubre 1977, pp. 561 | Debo agradecer a Jean y a Syivia Vilar lahospitalidad en su biblioteca, en donde | surpiéia iden de este artcuo. Yala fandacién Guggerhelmpor una beca de estudios | que me permits repensar ls supuesios de mi propia formacion como historador. 16 ENSAYOSSDRRE HISTORIOGRAHA ataques furibundos de quienes ven en ella sélo un instrumento de poder académico, Estas criticas plantean problemas interesantes 50- bre las relaciones entre el establecimiento universitario y el sistema politico en Francia pero rara vez aluden al fondo Hel problema, es decir, al contenido mismo de las ensefianzas de la Escuela. Si por n lado existen esquemasimponentes de investigacién que emplean norms recursos presupuestales e implican por tanto relaciones evi- tes de poder, a su lado subsisten pequefias empresas artesanales de investigacién. Los sistemas de produccién del saber no son uni- formes eneste caso y es dudoso que se pueda intpugnar el saber ymismo aludiendo a su aparato de produccién'. | gn otros respectos la Escuela de los Annales es una escuela histo- Fiogréfica nacional. Esto no quiere decir que haya Hermanecido con- finada, como las escuelas europeas de historia national en el siglo Xix (0 en los paises latinoamericanos hasta nuestrds dfas) en la con- templacién de un pasado nacional. El carécter nacional de la Escuela be define en un sentido menos obvio por la influenia ite haf tenido en ella corrientes de pensamiento tipicamente francesas. Con res- ecto a’ Alemania, Italia o Inglaterra, por ejemplo) la-Escuela se ha imantenido en un aislamiento voluntario y en'su séno no se han de- batido siquiera los ataques contra el positivismo| de la escuela de Dilthey, ni la’han inquietado las elucubraciones de un Croce; Weber ‘apenas s¢ menciona y Collingwood o Danto son rheramente anglo- 'sajones. Raymond Aron y después de él Henry I. Marrou quisieron |introducir estos debates con el nombre de Filosofia critica pero sus lintentos apenas han atraido una atencién distraida hacia una discus in que parece demasiado abstracta”. | Cf. eLoperation historique> de Michel de Certau en Faire de histoire Pars, |)» Gatigard, 1974. Jean Chesneaux, quien anima un forum de historia en la Universi || dad deParis VII se declara violentamenteen contra de a ubiizacién dela historia pox parte de los aparatos del poder CE Du passé fisns table raze? Maapero, Paris, 1976. |2 CE Raymond Aton, Introduction ale pilosophiede historic. Paris, 1958. Del mismo, Dimensions del conscience historique Pars, Pion, 1961. 1 Marrow, El conaciiento | istrice, Labor, Barcelona, 1968. Sobre estos dos autores Cf. los comentarios de * Pierre Vilar en Crecimienlo y desarralo, Ariel, Barcelona, 1964, pp. 453 ys. | LA HISTORIOGRAFIA CIENTIFICA DEL SIGLO 2% || texto limitado del oficio historiografico y no de ‘Lucien Febvre, para quien la actividad de los hi J Si bien la Escuela ha adelantado debates melodolégicos de un {cierto alcance teérico, tales debates se han producido dentro del con- luna especulacién stica la actitud de toriadores estaba totalmente divorciada de las especulaciones filoséficas”. Esta activi- | dad de los historiadores se define como uin oficio en | de familiaridad con los hechos, de su dimensién el que, a fuerza temporal y de las, _relaciones que les son peculiares en un perfodo histérico dado, no | se requiere de ninguna formulacién abstracta. Pt y |a abstraccién se corren riesgos tales como el de | nismos o el de matar la trama viva dela historia. | de la historia linda peligrosamente con la de ui | intuicién de rasgos temporales podria desemb cionaban las especulaciones de Dilthey o de Ricl captacion inmediata de hechos con sentido. Nada més alejado del espiritu de la Escuela comprometer sus investigaciones en la rigidez. c tema filoséfico o de admitir siquiera que el car: terminar las condiciones del conocimiento. La Esc! munca mostré.ineliniacion. sbjetos tedricos-tal sitio que se ha dedicado mas bien a la exploraci | aterfales de la vida del hombre. Siempre la at | tadiones concretas, inclusive cuantificables, com: | cos_antes que cualquier cor i6n ideali ‘el contrario, con \eurrir en anacro- .quf la concepcién arte en el que la rr en impresionis- mo literario. Y esto.sin una justificacién te6rica cémo la que propor- ct relativas a una le los Annales que hneeptual de un sis- ter cientifico de su oficio deba confiarse a la reflexién de los fil6sofos, ocupados de de- ela, por lo demés, les comoa-cultura ide las condiciones jeron las manifes- productos hist6ri- objetivacién del espiritu humano. El Rabelais de Lucien Febvre se mueve dentro de | una utileria mental. La imagen, que procede del | estd escogida al azar. Los hombres forjan herram | herramientas conceptuales. Ni unas ni otras son 3 CE, Annales, Av. Juin, 1950 p. 43. «Peste! —exclamaba Fj déndesaca su espiritu (el de los filésofos) tantas gracias? mismo Febvre, no fientas materiales y independientes de -bvre irénicamente, 2De Hero nolasaprovechamis | ennada. Entre lo que hacemos, entre lo que para nosotros, historiadores sla ix || toriay todas esas cosas bonitas, qué azo existe? Misteriolsombrio. Yruptura radi cal. ;Qué istimal Yo no sabria decir para quiérm. 8 ENSAY0s SOBRE ESTORIOGRARA $u actividad ni cobran una vida aparte, susceptibl __Gién filoséfica. | El caricter nacional de la Escuela de los Anal luna filosoffa francesa, el positivismo, y de un hi le de contempla- proviene asf de ynismo universi- tario francés. Su vitalidad se deriva, sin embargo,|de algo mas que ja adscripcién a una escuela de pensamiento. En parrollo y de su afianzamiento institucional, la Aliandas corcotras disciplirias y, como se dijo inicia ‘ado investigaciones en direcciones miltiples. Apa en el positivisino, toy resulta diffcl identificar wi bntre los disctpulos de Annales. ‘examinar aportes diferentes de los historiadores Escuela. Se volver, en primer término, sobre el ori los Annales, Se examinaré enseguida el aporte de Lu preconizé siempre una apertura hacia el resto di Plas, Del postiianjo y de eta apertura puede ‘cupacién cuantitativa de los Annales y el refi ‘conceptos como los de estructura y coyuntura, ader ue se han sostenido con otras escuelas, particulat ‘tructuralismo. Finalmente, algunos de los historia curso de su de- 1a ha promovido inte, ha ér Por eso, aun a riesgo de simplificar y de excluir, parece preferible resalientes de la positivista de fien Febvre, quien las ciencias so- lerivarse la preo- iento de algunos s de los debates, rmente con el es- lores de la Escue- Ja sefialan una apertura diferente, esta vez hacialel marxismo, sin renunciar por ello a los logros de sus colegas. |L0s ORIGENES FOSITIVISTAS DE LA ESCUELA |Acomienzos de este siglo la Revista de Sintesis crea(ta por Henri Bert iris de punto de apoyo para debates entre socidlogos, psicélogos, | geografosy economistas sobre el valor cientfico dellmétodo histérico. ‘Aunque en ella tuvieron audiencia Lamprecht, Windelband y Ric- kkert, las discusiones estuvieron dominadas por sdcidlogos discipu- ‘los de Durkheim. Para Paul Lacombe’ los hechos e: tablecidos por la lerudicién eran apenas la base de una reflexién ulterior, encaminada |4 Ct. Dethistorie consierde comme scence. Paris, 1894. Un buen ‘histories. Nove, Bs. Aires, 1948, pp. 46 ss. resumen accesible en ‘espaol de las ideas de Lacombe en Enrico de Michels, Eproblema de las ciencis | LA nistomoanAarta CleNTINCA Dit siGt0 xx | ala generalizacién propia de las ciencias sate. La investiga | de bechos se refiere al establecimiento de la realidad, en tant6 que la | verdad constituye otra investigacién relativa a lab regularidades de | estos hechos, a sus similitudes, en una palabra, alsus leyes... El des- | ciibrimiento de tales leyes se solfa asignar, a fines|del siglo XIX, a una | filosofia de la historia que Séria' mejor designar|en adelante como sociologia, 5 decir, una de las ciencias positivas, descubierta por | Auguste Comte. De'una manera similar, Henri Berr postulaba como | sintesis deseable en historia un proceso met ite inductivo en el | que una sintesis erudita (o mera recopilacién exahustiva de datos) | debfa coronarse por una sintesis cientifica basada en generalizacio- | nes’. | A mediados del siglo xix, Buckle, un historiador inglés, habia | preconizado la aplicacién sistemética de estos mismos principios en | su disciplina. A su modo de ver la inferioridad de los estudios his- | t6ricos residia en que nadie habia intentado inar en un todo o | buscar las conexiones entre los hechos establecides por la erudicién. | Para ello debfa usarse la generalizacién y buscar el descubrimiento de | regularidades. De Jos simples hechos particulares bl historiador debia i pasar al descubrimiento de las leyes que los gobernaban. Con este propésito en mente el historiador np deberfa proceder | de manera diferente que los practicantes de las ciencias fisico-natura- | les. Para Buckle la estadistica (aqui debe to: en cuenta la enor | me aplicacién de esta técnica en el primer pais|industrializado de | Europa) arrojaba indicios suficientes de regulari | tamiento social. La’ | escapaba debido «al presente estado de os conotimientos», pero en todo caso le bastaban las comprobaciones que aryojaban estadisticas | conocidas para invitar a multiplicar las observacjones. De éstas irian formuldndose generalizaciones sucesivas que servirian para funda- ‘mentar las leyes reguladoras del proceso de 7 YS Cl Henry Bere Le synthase en Hasire. Albin Michel, expatola 6 Chl ntroduccié ce History of Cinization in England, 1856, Reproducida en Fritz ‘Stern, The varites of History, 1956, pp. 122, 65 it, 1953, Existe traduccién ~ ExsaYosspBREHISTORIOGRAMIA | | Para Buckle, como para los sociélogos positivis fas franceses de comienzos del siglo, el problema del saber histérido residfa en que hasta entonces los historiadores habfan recogido aj i$ un material lesdefiable, omitiendo los hechos verdaderamenté importantes. El proyecto positivista conducia, al contrario, a eliminar lo accidental” J; por €nde, ef relieve de Ios hechos individuales|—-reivindi¢ados tanfo pot las tendeficias antipositivistas como pér la vieja erudicién. | El positivismo sociolégico se enfrenté a posiciohes aun ms cru- “das de empirismo sostenidas por la erudici6n. Si bien esta erudicién Se apoyaba en un humanismo tradicional que intentaba mantener viva la memoria de la humanidad, tanto el resultado final como los métodos de la construccién histérica no pueden calificarse de otra manera que de empirismo rudimentario. Destle 1903 Francois Simiand’, entre otros, daba un golpe de gracia a este empirismo es- trecho de los manuales escolares y de los precepts de Langlois y Seignobos afirmando las analogias de las constructiones de la cien- ¢ia social con las de las ciencias fisico-naturales. Mientras que para Seignobos, por ejemplo, fendémenos como Iglesia, familia, industria, ¢ran meras absiracciones que no podfan operar por s{ mismas y que ¢l historiador debfa remplazar por la realidad de los individuos que Jas componian (clero, patientes, empresarios, etc.), para Simiand y ‘su escuela s6lo etan formulables cientificamente las relaciones a ni- vel de estas abstracciones. Segtin Lacombe, la relacién causal s6lo Ppodia establecerse entre los actos realizados por un|ntimero de hom- bres més o menos grande. El antecedente individual —observaba— s6lo aparece una vez y no da margen a una observacién comproba- le, es decir, s6lo la repeticién puede dar margen | una observacin que excluya los altercados. Ahora bien, s6lo cuand puedé asignarse una causa puede hablarse de ley y por tanto de ciencia’. 7 | Elnivel de la discusion a comienzos de siglo puede parecer hoy un poco anacrénico. Tal discusién estaba ligada allas concepciones que las ciencias fisico-naturales divulgaban de sf mismas por boca Ct Mehode historique etciences scale en Ais, Jay Fe 1960, p. 85 Ese famesoartculoapareido por primera vez enla Ret de Syne hitorique en i903, 7 I BCE Berropcit,p. 44 y De Michels, op. cit. p44, nota | | i | | | LaMIsTomGRAFIA CENTIFCA DELSIGLO xX a | de Cournot o de Claude Berard. Sin embargo, eb de alfi de donde | arrancan los fundamentos y las premisas de consfruccigines enteras | queno han vuelto a someterse a jun andlisis por parte d¢ los herede- | ros de Lacombe, de Simiand o de Henri Berr. En pllos, al menos, se | explicitaban los supuestos epistemolégicos de sulcritica. Contra un | humanismo trasnochado se postulaba la necesidad de abstraer ele- | mentos comunes en los fenémenos para incorporar como objeto de | reflexiGn formas més amplias que los individuos. Esta abstraccién | sola serfa capaz de despojar los fendmenos de Tolaceidenta y de lo | contingente, proceso necesario para llegar a. Gesefrir relaciones re- | gulares y necesarias, es decir, para formular leyes cientificas. Como | no podia hablarse de ciencia sino de lo general, el estudio de los hechos | humanos no debfa parar mientes en las contingehcias individuales | «..sino, al contrario, desprender relaciones estables y definidas que | puedan aparecer entre los fenémenos, una vez. que se comprueban | y se ponen aparte estas contingencias...»”, |” Contra el humanismo erudito que buscaba la causa de los acon- | tecimientos en la acci6n aislada de algunos individuos, el positivis- | mo sociolégico debia desembocar en la fundacign de una historia cuantitativa en la que, en efecto, podrian desprenderse relaciones estables y definidas entre los fenémenos (series de precios, por ejem- plo, que traducirian la coyuntura econémica, la fevelarian). En este primer estadio, sin embargo, el criterio para escoger la abstraccién objeto de estudio se confiaba rio a una reflexion. sin sino alo que ena realidad misma presentaba aspectos de regularidad, lo que Si- miand Ilamaba al ana pata poner en evidencia regularidades o para establecer leyes. Esto valia tanto como afirmar que las tinicas abstracciones felices debian reportarse siempre a objetos cuantificables, en los que la es- tadistica podia sumergir el perfil andrquico de lo individual. Aqui el metodo define sin remisién el objeto de conocimento y da origen @ la creentia de que a través de la cuantificacién puede probarse las relaciones entre los fenémenos. De esta manera, también, la estadis- 9 Simiand, «Méthode...» cit vate i / » [ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAA itica debia convertirse en piedra de toque de una metodologfa histé- irica: la historia seriada | Para seguir las inflexiones de la realidad se confiaba su tratamiento 'a una técnica impersonal, la estadistica. La obra mas importante de |Simiand sobre el salario, la evolucién social y la moneda” aspiraba 'a crear con ella condiciones de laboratorio o de método experimen- |tal. Confiaba en que la objetividad en el tratamiento de los hechos \apareceria con ese necesario distanciamiento de la realidad. La con- formidad con el objeto estudiado y no el espiritu del que lo operaba |debfa fundamentar el valor de las manipulaciones|sobre la realidad. ‘Por eso Simiand discutfa en un volumen entero las condiciones 6p- |timas en las cuales los hechos exarninados podian revelar una’ ‘explica- \cién. Se trataba, en el fondo, de simples precauciores de estadigrafo combinadas con el método, familiar a los historiadores, de critica jinterna y externa de los datos, para establecer series de precios que \feprodujeran las articulaciones de la realidad econémica en su trans- [curso historico. De esta manera la explicacién se derivaba de las in. flexiones de una curva que revelaba la existencia de fases periddicas el acontecer econgmico. En las regularidades de tipo estadistico los hechos hablaban por si mismos, una vez colocados en la proyec- ‘cién chinesca de una curva, | _ éLos resultados? Seria mejor hablar de tanteos,|A través de ellos, ‘sin embargo, podfa entreverse la posibilidad de coy/struir una crono- ‘logfa racional, basada en el comportamiento global de la economia. [Para el perfodo estudiado por Simiand ésta mostraba una sucesién {Ae fases largas y coherentes de expansién y de contraccién sucesivas de los precios. La tendencia sostenida al alza, que Simiand denomi- 16 fase A(en oposicién a una fase B de contraccién), estaba asociada 2 los periodos de prosperidad econémica y al crecimiento de la pro- uctividad, estimulada por los buenos precios. El derrumbe de éstos (fase B) queria decir que la expansién habfa encontrado un Ifmite y {que se abocaba un perfodo de crisis, en el que la produccién debia scar trabajosamente el camino de un nuevo ciclo de prosperidad. NO Le save, evolution sociales et la monnaie, Essci de Théorie expérimentale dx salaire, ‘Alcan, Paris, 1932. [Lammsronioceaniacieinca Dat sict0 xx i | De acuerdo con sus premisas metodolégicas, Simiand concentré todos sus esfuerzos en la comprobaci6n experimental y no en la teo- irfa de los ciclos econémicos. Empero, su intento de revelar la trama pprofunda de la vida econémica tuvo que tropezar con el obstéculo |de otras articulaciones més profundas de a realiddd, no observables ‘en la proyeccién de los precios. Las series, atin silse trata de series ‘largas y capaces de revelar regularidades, no descubren forzosamente el trénsito de un sistema econémico a otro. Mas tarde vino a obser- \varse, también en el terreno empfrico, que el esquema de Simiand se |vefa desmentido para el periodo 1820-1850, cuando a pesar del es- B |tancamiento en los precios la productividad francesa crecié mucho. |La clave de este fenémeno ya se esbozaba, sin embargo, casi contem. |pordneamente ala aparicién de los trabajos de Simiand, como se veré ms adelante. S6lo que la solucién debia escapat al método experi [mental preconizado por Simiand y confiarse a la reflexiGn teérica. ‘ween FEBVRE Y EL METODO DE LAS CIENCIAS|POSITIVAS |Alo largo de toda su carrera Lucien Febvre —funtlador de una ver- |dadera dinastia de maitres 4 penser y fundador, junto con Mare Bloch ‘de la revista Annales (1929)— fustigé sin descanso el empirismo ele- | mental de la erudicién historiogréfica de fines del siglo XIX y comien- |z08 del xx. Parte de su obra tedrica esta contenida en una colecci6n ide articulos, resefias de libros y conferencias cuya edicién preparé |€ mismo en 1952, cinco afios antes de su muerte, bajo el titulo muy |apropiado de Combats pour l'histoire. El resto de su labor critica esté jcont \o exrurrtibro-més voluminoso-publicado err 4962-con el ti | tulo, elegido por Fernand Braudel de Pour une histoire & part entiere™. | Los comentaristas criticos de libros suelen ser] la mayoria de las veces, demoledores para sus adversarios, aquellds que no compar- | tian la amplitud de gus puntos de mira sobre el quehacer histérico. | La ironia, la causticidad y a veces la benevolencia del maestro fue- ' ron las armas de estos combates y signaron con uf cardcter peculiar | 11. De Combats pour histoire existe una traduccién parcial en chstellano, gia a e i | i 4 ! ENSAY0s GonRE HISTORIOGRAHA \ {una empresa académica que tardé poco en imponerse e inclusive en institucionalizarse en Francia. | Al_margen de las proposiciones estrictamente te6ricas seria mu- ‘cho més largo tratar de dar cuenta del magisterio que pudo despren- derse de su obra como historiador. Al referirse a/esta obra, Pierre Vilar dice que Febvre hizo suya la sociedad del siglo xv. Y otro de bus discfpulos, Robert Mandrou, pone como ejemplo de historia to- al la primera de sus obras mayores, sobre Felipe Il y el Franco Con- ado tesis doctoral que data de 1912. Segtin Mandrou se trata de luna historia dialéctica, en la que se reconstruyen las relaciones que higan to econémico, lo politico y lo cultural”. |__Laobra de Febvre sefiala la diferencia entre un dliscurrir metodo- 6gico en abstracto —o en el vacio— y um hacer que se puede Hamar ambien metodolégico". En ausencia de un estatuto tedrico, el que- |hacer delos historiadores suele remitirse a la obra|de otros historia~ \dores, al planteamiento de unos problemas 0 a la constitucién de una temética. En esto no se esté muy] Jejos de una mormalidad cienti- |fica introducida por un paradigma’®. Pero se trata también de un |rasgo de oficio artesanal, como muchos otros de la tradicién histo |riogrdfica enmarcada en escuelas nacionales. | Loesencial, para Febvre, era el planteamiento oe un problema a lua atracci6n la limadura de los hechos se agrupara como bajo un |iman’*. Los simples hechos no daban razén de sf mismos y de allf el |imperativo de una construccién previa en torno alpreguntas especi- | ficas. Febvre simpatizaba sin duda con la critica|de los sociélogos | positivistas a la historia erudita de comienzos de este siglo. Esta histo- |Flografia sostenfa que e! método hist6rico consiste ante todo en deter- | minar hechos sobre una base documental (datos). El encadenamiento Fie rae ce eas ace (7° ‘Ate en rae, Fo 1978. Tambien Fare Rte ct Hy as | _faduetons a atellanep 162 | 18. revista con Robert Mandou en Atjourd hu hist, Lifeocclectivo de enue [7° ta leadas a dbo por a reve La Newel Cir ere 195871972 altong |, sociales, Pars, 1974, p. 235. | 14 Cf. A_). Greimas, Sémiotique et sciences sociales, Paris, 1976, p. 34. [45 Cl Thomass Kuhn Te Sructn of Sentfe Realtons, Chicago, 1970 [36 CF Amat As fun 2986 ps | | | | | | tarmsromocnaracrurica pe. ictoxe 8 | de ests hechos in siquiera obedecta a un principio sistemético o 16- | gico que pudiera establecerse de antemano sino que el historiador | debfa plegarse dun orden empirico sugerido por lps hechos mismos. El encadenamiento causal se imponia por una simple sucesién cro- iponta por PI nolégica y porieso bastaba establecerla correclamente”. De esta manera los hechos, convenientemente ordenadds, daban razén de sf mismos y dé sus relaciones. La mediacién del historiador no | y debfa afectar Ia eficacia del testimonio sobre 165 hechos. Su pre- sencia era apenas necesaria para purificar el ddcumento de esco- | tias o de contradicciones. El historiador debia desaparecer P | discretamente tras las bambalinas de unas reglab conocidas de cxi- tica documental. A lo sumo, se agregaba a su imisién introducir una coherencia en el relato, de manera que las|secuencias de he- | chos reprodujeran la coherencia que se suponia existir en el tiem- | pov eproduy q iP po vivido. | Contra estos supuestos, a menudo informulados en el trabajo | erudito, la enseftanza de Lucien Febvre irrumpié|con una cierta vio- | lencia para cuestionat el valor mismo de los hechbs, Para Febvre los hechos aducidos por los historiadores no podian tener un valor sus- tancial o ser capaces de revelar inmediatamente el haz de sus rela- P clones de manera de quedar éstas traducidas altométicamente, en | un rélato factual. Para estigmatizar este tipo de historia solfa referit- | sea ella con las expresiones de Berr y de Simiand, historia historizan- | tee historia episédica o factual (évenémentielle). | _Enrealidad, Febvre supo adecuar mejor que sus predecesores cier | 0s prncipios, que guia los procedimientos de las clencias fico naturales, a lag observaciones histdricas. La dicbtomia entonces en | boga entre ciencia de la natiiraleza y Ciencias Sociales, basada en una | observacién deficiente de los métodos de aquéllas, perdia todo fun- | damento. Toda ciencia —observaba Febvre— fabrica su objeto". No | + i | se contenta, en ninguin caso, en la mera observaci6n de hechos y con | su descripcién para hacer aparecer una relacién de objetividad. Para jue ésta se produzca debe fabricarse un instrumento mediador entre | 4 P | | \ | | | | | | | 17 Charles Seignbos, La méthode historique appiqute aux slncs sociales, Parts, 190. Git por De Michels, op eit, p61, Ci. ann Bers, opp le 18. Annas Jaw Mass 1985, p 2. | | | L a a sujeto que observa y los fenémenos observados: lalteoria, «Sin teorla revia, sin teoria preconcebida, no hay trabajo cientifica posible», r Febvre se revolvia entonces contra una captacién superficial del fenémeno cientifico por parte de los historiadores. Ua ciencia les apa~ Fecia como esclava de los hechos, De la misma manera la historia, para ser cientifica, debia atenerse a los hechos. Por tratarse de una dbservacién indirecta, a través de documentos, podia caber dudas en cuanto a la autenticidad de estos hechos. De aqui que fuera nece- Saris una labor critica de los testimonios. Una vez establecida su au- ticidad no quedaba otra cosa que consignarlos como algo de suyo ignificativo. Levantada un acta notarial de legitimidad por el historia- fe el hecho adquirfa el rango de acontecimiento hist6rico y, como al, capaz de figurar en el panteén dedicado a tales hechos, la histo- iografia. | Febvre podta advertir lo empobrecedor para su disciplina de ta- les procedimientos y de tales supuestos. Pues con|ellos se escamo- teaban todos aquellos hechos que no ofrecieran un significado més ‘menos evidente|en un orden predeterminado de importancia, :Para qué ocuparse, por ejemplo, de hechos menudos o al parecer insigni- ficantes, consignados sisteméticamente en masas enormes de-do- ymentos? Sobre ellos no parecia valer la pena el ejercicio de una ee testimonial; se trataba a lo mejor de he adie tenfa interés en controvertir, dado que no iatamente su influencia en el acaecer histérico. Pi ra cuestién de sentido comin. En ausencia de todo principio siste- Atico 0 de todo principio légico para encadenar los acontecimien- fos, se resomendaba a los historiadores examinarips «..en el orden que se presentan a la imaginacién, comenzando| por los més apa- yentes»"". La imaginacién o el sentido comin no podia hacer otra a que privilegiar acontecimientos e instituciones politicas como Jos més aparentes. Ast, hechos hist6ricos y aconteter histérico obe- fan a una concepcién previa, asi se tratara de un mero prejuicio ‘obre la importancia de cada uno. Febvre tachaba esta eleccién como | » Bid. dca inaugural eel Colegio de Praca dn 188. Conbats pour f Sagat ct por Bertop cp. | | | | | | |LA MistomtocRAFIA GIENTIFICA DELSICLO Xx u ficci6n en que se vefa envuelta una historia sin supuestos. Para que otros hechos adquirieran el rango dehechos hist6ricos lera necesario que surgiera lo que L. Febvre llamaba historia-problema, ‘Esta fue posible gracias a un acercamiento més atento a los métodos ide las ciencias empiricas. Para éstas no puede hater hechos privile- igiados, que den raz6n de un determinado fenémeno. Un humilde ‘guijarro o un astro ejemplifican por igual fenémenos mecénicos. Lo ‘que aproxima alos hechos —-humildes o trascenHlentales— es una teoria, Esta no puede privilegiar especies de objetos o de hechos sino, ‘a lo sumo, asignarles un rango o una especial ubicacién dentro, de tuna cadena de fenémenos. | Unido en una misma critica de la erudicion y el humanismo ex |tétiles con sociélogos, economistas y geégrafos & se nutrian del [arbiteariay hacta notar al mismo tiempo la ~ ‘positivismo filos6fico, Febvre abrié las compuettas de la especia-- lizaci6n historica a los problemas que trataban esas disciplinas, lo/ |mismo que a sus preocupaciones metodolégicas. Esto tuvo como con secuencia inmediata conquistar para la historiogtafia una sucesin ‘casi ilimitada de territorios. El tratamiento de éstos, confiado a otras |ciencias sociales, no s6lo eliminaba una distincién ficticia entre los objetos de las ciencias de la naturaleza y de las ciencias sociales sino |que incorporaba de golpe a la historiografia una| suma de saberes. De alli que Febvre pudiera concebir la historia coma una sintesis o mis bien —para diferenciarla de la sintesis positivista de Berr— como historia total. Debe observarse, sin embargo, que la reivi shos historicos que permitis incorporar los m 8 de la geografia, la demografia, la economia, la sociologia, etc, y manejar de manera adecuada fuentes inexploradas, no accedfa a una tepria por ese hecho. |Febvre, que partia tanto de una posicién consecuientemente positi- | vista como de una visién humanista, podfa rescatar para la historia tetritorios enteros de hechos que tocaban con el Hombre. Nada mas. revelador de esta doble fuente que el siguiente pasaje: «...toda teoria esté fundada en el postulado de que Ia naturaleza|es explicable. Y el hombre, objeto de la historia, hace parte de la naturaleza. Hl es para {a historia Io que la roca es para el mineralogista, el animal para el bidlogo, la estrella para el.astrofisico». | | | | | | | Pa i Exsvosspane HSTOROGRAHA i El hombre, como la naturaleza, podia set objeto|de una teorfa. El ‘hombre, se entiende, como sociedad. Pero cuandg Febvre hablaba teoria, ga qué|estaba aludiendo exactamente? Cualquier teoria, siempre que tenga la virtud de hacernos comprender, parece decir- hos. La teorfa, como instrumento mediador entre el observador y el cho observado, no adelanta nada respecto a la|constitucién del jeto o la estructura mental del sujeto del conocitniento. No pasa, - . bn suma, de ser un artificio stil, una construccién olun andamiaje. Febvre comprendia a cabalidad que las formulaciones cientificas sobre fendmenos naturales, en su carécter de generalidad, es decir, de ciencia constituida, no dependfan de la obs stos fenémenos! Igualmente, los hechos en la hi ina realidad sustancial que revelara inmediata1 eae De allf la necesidad de un instrument) mediador cons- ' rruido por el hombre, "| Febvre tomaka partido contra el empirismo pesos hechos de erudicién asignandoles un yalor preconcebi- lo, sin justificar 9 hacer explicitos siquiera los criterios que guiaban 3 jerarquizaci6n. Al mismo tiempo tefinaba, en utia visiGn totaliza- jora de la historia, las observaciones de economistas y sociélogos [positivistas. All{ donde el positivismo fragmentaa o enclaustraba fn disciplines actdémics, nator total de Febvr queria acumlat lun conocimiento exhaustivo. Sin embargo, este tipp de saber queda- 1a confinado también a lo que pudieran aportarle los métodos y las teorias de disciplinas vecinas. Por eso las directrices\de Lucien Febvre [han amenazado siempre con la dispersidn indefinida de la historio- |graffa, sin una teoria especifica que oriente sus investigaciones. a PARADIGMA DE ERNEST LABROUSSE | Apenas un afio después de la aparicién del trabajo de Francois Simiand ‘sobre precios y salarios (1932) se publicé la Esquisse|du mouvement des prix et des revenus en France au XVIHe. sidcle. Retrogpectivamente, ha 'querido situarse estos dos trabajos en relacién com Ja inquietud do- |minante del perfodo, la gran crisis de 1929. Ambas se referian a los eae iclicos de la economia y ambos adoptaban una metodo- [LA HISTORIOGRABIA CIENTIFICA DEL SIGLO XX » logia empfrica para identificar las fluctuaciones periédicas en un contexto hist6rico muy precioso. La analogia entre ambos trabajos no puede llevarse demasiado lejos. Para empezar, en el caso de Ernest Labrousse a nadie se le ocurriria hablar de empirismo. Aunque Simiand habfa identificado —a través de series de precios— fenémenos de |coyuntura, su razo- namiento no iba més allé (y, posiblemente, no ppdia ir més allé) de esta comprobacién. Los trabajos de Labrousse, por el contratio, pe- netraban mucho més profundamente en el tejidd hist6rico debidoa la complejidad de su tratamiento teérico. Aun mds, su percepcién podia rebasar los meros movimientos de coyuntura para enfrentarse averdaderos cambios de estructura, mucho més aptos para dar cuen- ta de una periodizacién histérica racional. Los conceptos de estructura y coyuntura son fundamentales para la comprension del debate te6rico en la escuela de los Annales. Sobre , estos conceptos ha habido sucesivas elaboraciones (Braudel, Chau- niu) y su significado no es perfectamente univoco por cuanto su emt pleo ha trascendido el campo de la descripcién econémica al de una reflexion temporal propia de la historia. Una primera observacién: traducir la palabra francesa conjonctu- re por coyuntura podria inducir a equivocos (conto casi siempre ocu- tré con las traducciones francesas) si no se aclara el concepto que corresponde a la designacién francesa y se atribye a la palabra es- paftola el mismo valor. Mientras coyuniura designa una articulacién (de dos huesos, por ejemplo), una interseccién 4 un momento dado (coyuntura favorable: momento tinico para actuar), el significado de conjoncture es casi el opuesto. No se.trata de un|momento o de una simple interse¢cidn sino de una tendencia general que se prolonga. Enel anélisis del comportamiento de los precios, por ejemplo, Simiand encontraba dos fases més menos prolongadas (en conjunto, de una amplitud decenal) que traducian la coyuntura econémica puesto que asociaba tina mayor productividad y, en general, una prosperi- dad econémica a la tendencia al alza y de contraccién a la tendenciay ala baja. Ahora bien, el estudio de Labrousse, enfrentado al de Simiand, demostraba que este iltimo, al atenerse a los precios, habia confiado apenas en un sintoma para describir la coyuntura. No siempre el 0 Exsavos: Puesto que el alza podia significar cosas diferente econémicas diferentes. Ain més, en un cierto tipo di \Smica, el alza de los precios no s6lo podia ser cat afectaba de manera diferente a diversos estratos habfa incorporadp no sélo la nocién de precios sin ‘etsos tipos de ingreso profesional, salario, renta recios tanto en el sector agricola de las subsisten ‘a mayor complejidad de andlisis al superponer vimientos estacionales a movimientos cicicos y pei de éstos, una tendencia de larga duracién. Los primeros hallazgos empfricos de Labrouss¢ zarse ast: a) Existe una tendencia sostenida al alza de los p: y de otros productos agricolas entre 1726 y 1 larga duracién que se prolonga en el siglo xIx gen en el XVI, a pesar de algunos retrocesos si productos manufacturados es menor. ) En este movimiento de larga duracién se ins. ciclicas de amplitud variable segtn los products | nes, violentas y breves, afectan de manera divers clases sociales (definidas por su tipo de ingresi zadas por variaciones estacionales. Sufren ma una mayor parte de su presupuesto a la compr; | _ sobre todo en especie. 6) Elalza secular de los precios coincide con una y més amplia en las rentas que perciben propi¢ secular de precios por cuanto no tienen muchi BRE HISTORIOGRAHA Iza de los precios padia identificarse con prospetidad econémica en estructuras le estructura eco- strGfica sino que la poblacién. Para llegar a estas conclusiones el trabajo empirico de Labrousse también los di- ganancia, Y.su isis estadistico habia profundizado en el compértamiento de los. \cias como en el icesivamente mo- ibiendo, més alla fr manufacturero: En el plano temporal ern también pueden sinteti- ecios de cereales 39, tendencia de que tenia su ori- icativos en el siglo xvil y el primer tercio del xvill El alza de los precios de fiben variaciones 3s. Estas variacio- a a las diferentes ) ¥ se ven refor- quienes dedican de articulos bé- sicos de otigen agricola. Menos, quienes gozan de rentas fijas, Jevacién similar tarios feudales y burgueses. Los pequefios propietarios, que deben vender parte de su fuerza de trabajo, no se benefician mayormente con el alza que vender. En LA HISTORIOGRAHA CIENTIRCA DEL SICLOXX 3 | i cambio se ven afectados, en su doble calidad de propietarios y | trabajadores, por las fluctuaciones ciclica 4) Existe un antagonismo entre la producci6n njanufacturera y los ‘momentos de alza ciclica en los precios de cerpales. De otro lado, el alza secular de los precios de productos alimenticios es muy superior a la de los salarios. La violencia de IAs fluctuaciones ci clicas en Jos precios de productos alimenticios, especialmente en los cereales de mayor consumo popular, se suman a esas discor- dancias para afectar de manera negativa el nivel de vida de los | trabajadores, Esta primera aproximacién, sin matices, a los resultados de I’Es- quisse de Labrousse permite darse cuenta de 1a|complejidad de la exploracién empfrica. Ya no se trataba de la identificacién de un mero sintoma de la coyuntura sino de la construccién de un modelo dind- mico™ 0, como lo expresa Pierre Vilar, «...no se|quedaba, como en Simiand, como el soporte de generalizaciones psicol6gicas 0 socio- Jogicas sino que podia fundar la historia social mas profunda, aque- la de las clases en la dindmica de sus contradicgiones, y finalmente aclarar en sus origenes y su desarrollo no sélo los movimientos eco- némicos sino pensamientos, instituciones, acontecimientos...»™. Una elaboracién posterior™ permitié a Labrousse no sélo refi- nar sus conceptos fundamentales sino profundizar la exploracién de contradicciones entre clases sociales de acuerdo con sus ingresos. Con un cierto virtuosismo podta ahora realizar Ig que Fernand Brau- del llamé después srecitativo de la coyunturam. De su primer trabajo una primera comprobacién se.imponta: la diferencia de significado de las crisis en econom{as agrarias o de antiguo pégimen y en econo- | mias industriales, dominadas por la produccién en la industria pe- | sada. 21 CE. Emmanuel Le Roy Ladurie, Le territore de Phistorien. Gallimard, Paris, 1973, . 32. 22 Cl. Pierre Vilar, La Catalogne dans "Espagne moderne (Recherches sur les fondements Economiques des structures nationales) 1 Sevpen, 1962, p. 16, : 23. Cl. Fluctuaciones coonémica historia social. Tecnos, Madrid, 1962, pp. 339 ss. Into- duccién de La crise de Veconomicfranguse... ete En las primeras, la crisis (que esta colocada en| dos movimientos del ciclo) tiene como consecuenc! los precios: es una crisis de escasez. (debida a las mi Jas.segundas, la crisis significa la baja de los preci superproduccién. Mientras en el primer caso la precios significa empobrecimiento para las masas ies perciben rentas fijas en forma de excedentes ara quienes pueden retener los productos y buscat Fevorablepera sacarlos al mercado, en el segundo ho de alzaposee tun signo contrario: la produccién. Seid que los precios al recibir su estimulo. | Pero hay que'distinguir todavia: los fenémé ‘economias de antiguo régimen estaban ligados a fl fe corta duraci6n. En el ciclo secular o de larga dui gricolas experimentaron un ascenso sostenido y do final fue semejante al que experimentan las econ I recibir el estimulo de los buenos precios. El alza aqui expansién econémica. «En este caso —aclara a produccién la que impulsa los precios, como su produccién... a diferencia de lo que se observa par: tos, el sintoma de los precios tiene la misma si "aso, en Ja agricultura y en la industria»™. La distinci6n entre economias de antiguo régi or Ia produccién agricola (y, en el sector manufa fs textil que esta subordinada a su vez, en cus bras vegetales y a su mercado, a la suerte de roduccién de régimen industrial —Labrousse evit talista— se ha establecido por la significacin difer ira. Esto permite a Labrousse aproximar coyunt un debate sostenido en 1968* afirmaba que la| fenémeno repetido, «institucional» (y aqui se comt 4 hid, pp, 345.346, 25 Publicado en espaol con el titulo Las estnicuras y las hom 1969, | 32 ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFA Ia juntura de los, ia la elevacién de las cosechas). En es una crisis de rusca subida de breras y campe- binas y oportunidades excepcionales de aprovechamiento para quie- alizables 0 el momento mas ‘I mismo fenéme- sce en el mismo de crisis en las ciones ciclicas racidn los precios mn ello el resulta- \omias modernas significa también abrousse— no es le en el caso de Jos movimientos ificacién, en este las variaciones ciclicas, sino que son los precios mi impulsan la imen, dominadas gturero, por la in- into a insumos de iS cosechas), y la la palabra capi- jente de la coyun- a y estructura, ‘coyuntura, como placia Labrousse, Ariel, Barcelona, [LA HISTORIOGRAFIA CIBNTIFICA DEL SIGLOXX 3 marzisia en citar a Paul Lacombe, el positivist) es un fenémeno | estructural. Como esto implicaba que la coyuntira se produce de manera diferente en estructuras diferentes. "Aaenhés, as crisis age. rias no tienen el mismo sentido en un régimen capitalista que en un sistema precapitalista. Pero siempre guardan la forma que les im- parte el sistema|en que estén inscritas. El fenémeng de las penurias agricolas es tan universal y los me- canismos sociales que distribuyen su pesd en forma desigual entre | rentistas (sea de tipo feudal o burgués), pequefios propietarios, apar- | ceros, asalariados, etc. tan constantes que sugieren a Pierre Vilar el empleo de un modelo”, «Pero se trata de un modelo en donde se combinan, en uha totalidad que no puede ser rota, lo cuantitativo y lo cualitativo, lo objetivo y lo subjetivo, lo estructural y lo coyuntu- ral. As{ y y solamente asf, se define la especificidad del objeto de la historian”. Ahora bien, gc6mo puede discernirse en toy. modelo lo que se fundamenta en un trabajo empirico rigi y lo que se debe alla reflexi6n teérica? Sin duda, los conceptos de salario, renta y ga- nancia pertenecen a la economfa clésica. Pero el juego que estable- cen entre si, su/acumulacién, sus contracciones, la manera como se distribuyen, etc., se producen en dimensiones temporales en donde el historiador recupera su dominio. Las comprobaciones de Labrousse permiten resolver, ademés, a nivel casi empirico, problemas como él de la transiciénide un sistema econémico a otro en los que la «teorfa» syele acumular un bagaje enorme de especulaciones gratuitas. No resulta extrafto, entonces, que la obra de Emest Labrousse haya suscitado adhesiones casi incondicionales fntre una parte de los discipulos de los Annales. Sus implicaciones itleolégicas, sin em- bargo, parecen haber desviado a muchos de continuar sus explora- 26 Un disipulo latinoamericano de Labrousse, Enrique Flofezcano, ha aplicado con Gatola metodalogia del Equi (siguiéndola tan minucivsamente como slo per iia sus fuentes) en Pre del may rss grils on Mio 1708-1810. Mex, 1968, 27 CE. P. Vilar, «Reflexions sur la ‘crise ancien type, negate des recoltes’e'sous- dévéloppement’» en Conjoncture eonomique, structures sociales. Hommage a Eryest Latrouse. Moviton. Paris La Haye, 1974, p. 37 34 Ensavos! |ciones. Aqui conviene abrir un paréntesis para trat tendencias dentro de la Escuela. ILA HISTORIA SERIADA [El magisterio de los Annales e incluso su instituci lescuela oficial en Francia logré imponerse desp' '1929. Pierre Chaunu ha descrito varias veces las, amma historia Seriada (en francés, sérielle) como eta} (Estas etapas (1929-1960, en’ donde se inscriben t ipresuntamente por la crisis mundial y se absorb hhorizonte otras crisis; esta ver de cardcter politico: ide descdlonizacién, ‘transformacién de la guerra ft \diantiles,etc.; 1970, etapa planetaria de la historio \tador) coincidirian con una respuesta de los historia: j@ los problemas mundiales. Segtin Chaunu®, des} \gustia hizo presa de los historiadores. Frente a un: |términos barrocos como «atmésfera dolorosa», lenormes y con repercusiones infinitas», que quiso | \subordinando la encuesta hist6rica a los probl politica. \sélo Ia inmediatez de la respuesta o sti relevanci lalcance. No se sabe muy bien por qué, él lo supone| ide su influencia indiscutida, la Escuela de los Ant Inea de los trabajos de Simiand y de Labrousse lcrisis de 1929 obedeciera a una coincidencia. Su llevar la mayor parte del decenio de 1920 y, en el tanto el tema de'la encuesta como la metodologia (28 Cf. Pietre Chaunu, Histoire, science sociale. La durée, espace deme. Paris, 1974, También «Dépassement et prospectiver | pss. juna escuela nacional. Y muy posiblemente la apari OBRE FOSTORIOGRAHA ar de definir otras mnalizacién como iés de la ctisis de apas de lo que él is de la Escuela. ibajos inspirados én, en trabajos re- igionales, las ensefianzas de los maestros; 1960-1970, aparecen en el fin de las guerras (a, revueltas estu- is de 1929 la an- crisis, descrita en ‘con dimensiones una respuesta s de la economia Chaunu (que tiene sit peculiar idea de la grandeur exagera no sino también su versal. A pesar ales sigue siendo icién casi simulté- el émbito de la laboracién debié caso de Simiand, roceden directa- mente de las formulaciones positivistas de comienzos del siglo. homme a époque mo- in Faire de histor, cit, [La brontocnaHta crnvrinca pe. iG10 x Los Annales, por influencia de Simiand y ‘Meuvret, creyeron encontrar en la historia de los la vida econémica”. Los precios, a su vez, pusic Jas preocupaciones de la Escuela los conceptos 35 mas tarde de Jean Iprecios la clave de en el centro de crisis, coyuntura y estructura a través de los trabajos de Labrousse, rebasando con ello la aproximacién puramente positivista. De Earl J. Hamilton, al explorar cada uno por su la | capitalismo, contribuyeron a centrar muchos esti ‘¢jes geograficos de la primera expansién capitali Capitalismo, crisis, coyuntura econémica: las Ja Escuela se otientaban francamente hacia prot contemporéneo, La temética renovaba los métod apertura hacia las otras ciencias sociales, tal co1 ‘Lucien Febvre. La publicacién de los trabajos, a tales Tesis de Estado, que comenzaron a aparecer afios cincuenta (auspiciados por la recién organi Ja Escuela de lal Practica de Altos Estudios), se or tro lado, Pirenne y lo los origenes del idios en torno a los ta. reocupaciones de lemas del mundo sy propiciaba una lo habia querido jenudo monumen- comienzos de los ada Seccion VI de ienaban dentro de tres riibricas: 1, Puertos, rutas y tréficos; 2. Negocios y gentes de negocios y 3. Moneda, precios, coyuntura, De este programa, que la coyuntura coronab. boracién, resultaba un énfasis especial para los f laci6n. El tréfico y el volumen de los intercambi un sustituto de cifras inalcanzables de producci live también elj rol del empresario pero reduci intermediario. El programa se ocupaba sobre dela unidad del occidente europeo y de su expai en rigor, un programa de estudios del siglo xVi, Jos primeros imperios dela modemidady-detcol del expansionismo aludfa de manera indirecta intercambio. No es raro que surgiera el equivo que no lo era del todo, el famoso capitalismo me! A pesar de las preocupaciones que habia trai cuando aparecieron los trabajos de una segund| capitalismo, como si éste surgiera de unas oe Ps 29 Cf. Annales, Janv. Mars. 1951, p. 61. 30 CE. Chaunu, Histoire, science sociale it, p. 64. como tiltima ela- inomenos de cireu- debia verse como 1°, Se ponia de re- lo a su caracter de lo de ta formacién mnsién creciente: era, lel surgimiento de nnialismo: El tema a formacién del ilidades de de un capitalismo antil. : jo la crisis de 1929, generacién de la i ENSAY0S SOBRE HISTORIOGRABIA ela la crisis ya estaba lejos. De otro lado, la llamada historia se- fa no habia adelantado mucho, ni fue nunca més lejos que La- rousse, en el conocimiento de los resortes tiltimos de una crisis de tre ccapitalista, asf la Escuela se siguiera ateniendo a las ensefianzas, ie Schumpeter mas bien que a las de Keynes". Pero en cambio aparecian en el horizonte nuevas preocupaciones las que podia aplicarse el saber acumulado. Una de ellas, la des- colonizacién y la emergencia del Tercer Mundo que podria recoger la leccién acumulada por una historia del desarrollo econémico eu- ‘Opeo. En 1959 Fernand Braudel, E. Labrousse y P. Rertouvin rendian un forme sobre «las orientaciones de la investigacién hist6rica»™. ste informe, destinado a captar la ayuda presupuestal del gobierno francés para la investigacién histérica, mostraba un interés especial por la historia de la técnica, hasta entonces descuidada, y proponia tudios de crecimiento, «muy en boga entre los economistas». En ‘momento log historiadores se sentfan capaces de competir con los economistas para encontrar las claves del desarrollo, «..en cier- {tos aspectos un problema muy viejo, que hoy puede ayudar a resolver luna fuerte informacién estadistica, elaborada en series seculares...». La escuela de los Annales concedié siempre und importancia des- 'mesurada a estag famosas series seculares. Tanto que su mera elabo- tracién ha dado lugar a un tipo de historia, la historia seriada. En ella la cronologia usual de los historiadores adquiere los perfiles de una \curva que permite cuantificar, en un momento dado, la suma de una lactividad humaria. Dentro de esta preocupacién tha consagrado una gran devocién a las series, q ‘bajo fundamental sobre Sevilla y el Atléntico. Para Chaunu la historia \setiada se convertia en la ultima piedra de toque del conocimiento [81 Los puntos de vista de algunos discipulos de Ia Escuela soh muy semejantes ala fencuesta que proponia Joseph A. Schumpeter en 1938: «_,Debemas ir tan lejos ‘como sea posible en el pasado —potque no tenemos otra shanera de observar un sgrannimero de unidades fuctuantes—y de aqui quela investigacin histrica sea ‘de importancia éxeepcional, tin para tratar con lo més préctico de los problemas ‘contemporéneos..» Cf, Businees Cyeies. Edie. abreviada. Nuva York, 1964. 32 Cl. Revue Historique . 22, Juillet Sept. 1959, pp. 24s. LA HISTORIOGRAFIA CIENTIRICA DEL-SIGLOXX, a | histérico, si bien admitia que tal historia debfa ponerseal servicio de | la economia, apenas como un material empirico febidamente orde- nado y depurado por los historiadores. El =e ner al alcance de los economistas teGricos un mal i observacién, pues advertia que éstos continuaban moviéndose den- | tro de simplificaciones de la realidad o dentro de cortes temporales cuya precariedad no podia fundar un conocimiento con una sélida base empirica. |. Como se ha observado recientemente, al comparar los resultados | de la historia seriada y los de la New Economic'History, la construc- | cidn de series no esté orientada por la teorfa elonsieica sino més | bien por la existencia de acervos documentales. Al cuantificat, a ve- ces valiéndose de hipétesis atrevidas™, el volumen total de inter- | cambios entre Sevilla y América desde 1504 hasta 1650 (siguiendo el esquema cronolégico de Hamilton), Chaunu pretendia rehusar todo | lo que no fuera mensurable. Y aclaraba: «...esta forma de historia no es necesariamente econémica sino seriada»™. ¢Por qué se hace esta distincién? Aqui valdr(q recordar de nuevo el punto de partida, las formulaciones positivi siglo y los intentos de Simiand de elaborar ung feorfa empirica del salario. Se trata, en ultimas, de una elaboracién Jos cuales no renuncia el historiador. La serie es|una primera apro- ximaci6n, a veces una indicacién util de un orden.de magnitudes. En. ausencia de una teorfa y de unos conceptos (como, en el caso de Labrousse, el empleo de los conceptos'de salarib, renta y ganancia confrontados eh varias sucesiones temporales) se confia un poco cie- gamente en que la serie larga descubra de suyo una racionalidad. “Uno de los rasgos que han marcado, en efecto, la originalidad de algunos de los discipulos de Annales radica en que sus trabajos de historia econémica han mantenido distancias con respecto ala teor‘a econémica. Por esto, a pesar de los esfuerzos por lograr un acerca- miento con los economistas, éstos se han mostrado escépticos con respecto al valor demostrativo.de las reconstrucciones seriadas, En 33. Ct. Stullect Atlantique (1504-1650), Premigre Partie: Stat VIL Paris, 1957, pez. 34 Ibid. | | este sentido existe una oposicién irreconciliable erttre el uso parcial le las series entre los historiadores y los intentos de J. Marcsewski. Este, como la New Economic History, ha querido ligar més estrecha- mente la reconstrucciGn histérica a la teoria econémnica subordinan- Ho toda construccién cuantitativa a un modelo (en su caso, el de la “ontabilidad nacional). Los historiadores le objetan que ya no se tra- ria entonces de historia sino més bien de econometria retrospec- ue entre el aspecto técnico de la historia cuantitativa, el cual se re- fiere a la formaci6n de las series y a los modelos de interpretacién estadistica, y el objeto espectfico de la historia, él tiempo, como di- i6n diacrénica de los fendmenos. En este contexto la serie con- siste apenas en una reconstitucién peculiar de los|hechos. Ya no se {rata de los hechos puntuales y delimitados de la vieja historia eru- fs sino de regularidades perceptibles mediante la reconstruccién fe la serie. Esta permite el acceso éstadistico a realidades de masa, las cuales no se agotan en su aspecio cuantitativo. Redefinido de esta manera el hecho histérico, Furet advierte quella disciplina his- {6rica no posee conceptos propios. Los nuevos couch tendrén que Uno de los representantes de la Escuela, sate Furet, distin- ger manipulados estadisticamente «...sobre la base de hipotesis que, prizinales o prestadas, dependen de la intuicién del historiador=*, ‘omo puede verse, los defensores de la historia seriada no han avan- zado mucho en el campo te6rico con respecto a las proposiciones de $5 - Cf Jean Marcsewshi, Hite quantitative, bus ef méthdes. WEA, Pats, 1961. las || stiicasdeP. Vila, «Pour une melleure comprehension entre cenemistes et histo. Fons. Histoire quantitative ou économetrie retrospective?» tn Revue Historique, t | 223'Av. Juin 1965, pp. 255°312. Hay traduccion en easel. Reapecto al ites | similarde la New Economic History, laactinud dea ecucla francesa se divide en un | Franco echazo (Chaunw, por ejemplo) y en una france invitacion a asimilar sus | métodes: «.si no asimilamos a la Fogel —decia Le Roy Ladurie en su dicurso | Snaugural cit— Ios elementos de la teorfa econdmica mis spisticada, muestra ex | Suela exagonal de investigadores se expone a encontrarse un da en posesion de un | %6 | | | | | | ‘opital de saber que estaré ligeramente sobrevalorado». Lo de exagonal alude a la forma del mapa francés. Cf Francois Furet, «Quantitative History» en Historia! Studies Today: Edit. por F. Gilberand y S. Graubard. Nueva York, 1972, pp. 46 47. [ee 39 Simiand y de Febvre y han retrocedido més bien bon respecto a La- | brousse. i ____ La herramienta estadistica no sélo permite Iq configuracién de hechos uniformes'(institucionales, segiin la expresion de Lacombe) ino también la percepci6n de hechos nuevos. Hechos colectivos, he- chos de masa, prolongaciones antes imperceptibles en un tiempo | puntual, han entrado en el dominio del andlisis Ristorico. Con tales ‘hechos y con tales técnicas la nocién misma de fuente ha sufrido una | mutacién profunda. Este es un enriquecimiento indudable, pero el | viejo problema del positivismo permanece intacto: zhasta dénde | puede confiarse en que la reconstruccién de los he ‘constituya la | realidad historica que se busca construit? | Para uno de los amigos de la Escuela, el historiador polaco Wi- | told Kula, el alargarniento de las series multiplica las posibilidades | de andlisis. Pero toda serie no puede prolongarse indefinidamente. | Cada una poset cisturas y puede representar, en un momento daclo, relaciones diferentes. La serie no es més que un signo y un signo | equivoco, Asi, las series sobre salarios, por ejemplo, pueden resultar | incomparables del hecho de que, de una épaca a ptra, no son homo- | géneas. Inclusive en la misma época, y atin en el mismo tipo de ac- | tividad, pueden tener significaciones diferentes gegtin el nivel de la | técnica empleada”. | EL mismo Kula resuelve este problema acogi¢ndose al concepto | marxista de formaciones socioeconémicas y al jpostulado de que es- tas formaciones se rigen por leyes propias y por tanto de una validez | limitada en el espacio y en el tiempo. Al examinar cl sistema feudal insiste en Ia necesidad de formular una teorfa econémica para ese sistema | exclusivamente. La-teoria econémica-que-correspande a otro sistema, | el capitalismo, por ejemplo, resulta inadecuada cuando se enfrenta | a.este nuevo objeto de investigacién™. | | | | i | Kula no pudo disponer, para‘el perfodo que ge propuso estudiar (Polonia, entre|los siglos XVI y XVIII), de las series largas que manejé Labrousse y que procedian de una administracin perfectamente centralizada. Esto no fue dbice para que, de la misma manera que 37 Caste et Gomori en Als, Mars. Av. 1960p. 3B. CL Witold Kul, Teor econ dal stems feudal Sigh 6, México, 1974. A ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFIA sceEeeeLetenitttazsciey este tiltimo, llevara a cabo su anilisis en dos dimensiones tempora- les: el corto y el largo plazo. En éste encuentra, lp mismo que La- brousse, fenémenos recurrentes que «...obrando acumulativamente, nducen a transformaciones estructuraless™, Estos fenémenoé no Son perceptibles en el piazo corto ni son una mera|prolongacién de otros fenémenos observables en esta dimensién temporal. | Las series temporales, de mero expediente empirico para mane- jar regularidades a la manera positivista, se han conyertido en instru- mento (en el caso de Labrousse o en el de Kula) para alcanzar planos iporales diferentes. El andlisis de largo plazo ite inclusive la truccién de una periodizacién racional, siempre y cuando se esté atento a los limites que impone la peculiaridad de una formacién ‘econdmico-social, es decir, a las leyes que le son propias. La reflexién sobre estos planos temporales pasa por ser uno de {os aportes més significatives dela Escuela de os Apmales. ella han tribuido no sdlo los estudios sobre coyuntura jy sobre los fen6- ‘menos de larga duracién en el terreno econdmico sino, como se vera gnseguida, el tratamiento de la estructura espacial en la obra de Fer- hand Braudel. EL REFINAMIENTO DE LOS CONCEPTOS: LA LARGA DURACION Apartir de 1957 los Annales intensificaron los cont -y los debates Gon practicantes de otras ciencias sociales: Gurviteh, Lévi Strauss, R. Barthes, J. Greimas, W. W. Rostow, etc, tomaban sucesivamente la Palabra en la revista en tanto que su nuevo directdr, Fernand Brau- del, dabaun fuetazo a la polémica con un articulo sobre la larga du- racion®, Si bien los fundadores de Annales habian reconocido puiblica- *nte su deuda con el positivismo", una segunda generacién pro- hid, p.138 y especialmente p. 146. Histoire et sciences sociales: la Longue duréev. En Anal, Oct. Dee. 1958, pp. 5. Alianza Edit. Ma | { ‘725-753, Traduccién espafiola en La historia y las ciencias soci | drid. 1968, pp. 60-105. 41 Véasepor ejemplo la manera como Mare Bloch define los d tes de comienzos de siglo en Introduccibn aa historia, México, 1952, pp. 18-19. | Lamtsromocnarta CINTIRCA DEL SILO x a | clamaba sus distancias con respecto a aquel al advertir que ya, en los. | afios treinta y cuarenta, la atmésfera mental no era la misma y que - | las ciencias no aspiraban forzosamente a postular principios de va- | lidez universal. Pero tan pronto como las ciencias del hombre llega- | ban a una cierté madurez se anunciaba que estaban en crisis. 7En | qué consistia esta crisis? Para la historia, al menos, en su deseo de | afirmarse como disciplina auténoma frente a una sociologia cada ‘vez més formalizada pero de la que habia recibido un gran impulso. | Por eso Braudel no dudaba en definir la historia como una coleccién | de oficios, de curiosidades o de puntos de vista. Mucho en esta dis- | cusién, en especial con Gurvitch, es especifico del|mundo académico | francés de fines del decenio de los cincuenta y comienzos del de los | sesenta. | Braudel reconocia, por ejemplo, un «imperialismo», una «hincha- | z6n» de la historia”. Un poco mas tarde Roland Barthes le hacia eco | y observaba que el stiefio de unidad de las ciencias humanas se ha- | bia quedado a tnenudo en la formulacién de sus premisas te6ricas. ‘Que su realizacién no jba a operarse por adicién de disciplinas, por tuna especie de federaci6n. La unidad, segiin él, debia encontrarse en profundidad, prescindiendo de los marcos tradi¢ionales de las dis- ciplinas académicas. Esto exigfa un imperialismo abierto en el que debian embarcarse las dos disciplinas mejor afianzadas en el mundo académico francés: la historia'y la antropologfa' Asu turno, Fernand Braudel reconocia que, debido a los progre- sos mismos de las ciencias del hombre, cada una ¢e hallaba trenzada en «embrollados pleitos» para establecer-sus limites 0 afirmar sus ioridades. Por su patte, ofrecia,una perspectiva temporal, el indiscutido de la historia, para fandarhentar in objetivo comtin de las ciencias humanas. Para Braudel las elaboraciones his- toriogréficas de los tiltimos veinte o treinta afios (es decir, a partir de 1930 a 1940) habjan acumulado observaciones sobre un tiempo mul- tiple. Se habfa comprobado cémo fenémenos higtoricos de alcance diferente se desarrollaban en un transcurrir diferente, Para captarlos a |S Biotec i | | | | | 2 i ENSAYOS SOBRE HISTORIOGRAFIA Jomo tales fenémenos, para darles una entidad ica habia sido necesario identificar la dimensi6n temporal en que se movian. iL contacto con sociélogos y economistas de i6n positivista jue habian llamado inicialmente la atencién sobre regularidades omprobables estadisticamente) habfa levado a la comprobacién em- ica de movimientos de coyuntura. Para expresarlestos fendmenos ¢1 pasado tenia que descomponerse en decenas y veintenas de afios. s all de esta comprobacién todavia podfa hacerse otra de fené- ‘trenos que sélo se revelaban como una iunidad, o como una estructura, gn un transcurso secular, La historia econémica (y Braudel tenia en ‘ente sin duda los trabajos de Labrousse) habia confrontado alguno de sus conceptos con este juego temporal, con esta dialéctcn de la luracién. Pero esta era apenas una primera introduccién a la historia de larga duracién, una primera clave, Para Braudel, en efecto, la nocién de larga duracién se derivaba 4 muiltiples aproximaciones a la historia, La suya propia, en la cual tuvieron una gran influencia los geégrafos, se habfa ocupado de las transformaciones que, en diversos niveles temporales, afectaron al espacio mediterréneo y a las sociedades que tuvieron como eje este espacio. Sila éptica del historiador se desviaba de los meros aconte- imientos, inscritos en un lapso fulgurante, para ocuparse de estruc- furas, es decir, de relaciones aparentemente estables como las que se frecian en su investigacién entre un espacio y las masas sociales jue sustentaba, habia que concebir un tiempo cas} inmévil 0 muy Llento para percibir cambios significativos. Braudel mencionaba también ia presencia de un tiempo largo en algunos pocos ejemplos de tratamientos historiograficos de la histo- Ha intelectual: la persistencia de temas literarios (en E. R. Curtius, Braudel hubiera agregado un tratamiento similar|de temas icono- Sréficos en E. Panofsky), de una concepcién espacial en la pintura Francastel) o de una concepcién ideolégica del mundo (Febvre). Lo ue podia interesar al historiador no era solamente la permanencia de estas estructuras sino su erosién, su desagregacién esponténea 0 Provocada. O el proceso de su formacién. Y como este triple movi- jmiento de formacién, permanencia y desagregacién se operaba en tina larga duracién, esta dimensién temporal debia incorporarse en la base de todo estudio hist6rico, Para Braudel todalla historia debia [LA HISTORIOGRAHA CIENTIFICA DELSIGLO Xx a ‘replantearse con relacién a este nivel profundo, en el que las estruc: turas aparentemente més estables estaban dotadas de movimiento, ‘asi fuera casi imperceptible. En la concepcién braudeliana se est4 muy lejos del voluntarismo hist6rico que se|derivaba de las concepciones liberales sobre el con- | trato social y que permitia moldear las sociedades sobre un consen- so. Se ha llegado, imperceptiblemente, a una ecuacién entre historia |y naturaleza. Indtil inquirir en la primera por una causa o siquiera | por un agente de los cambios. Los llamados agentes hist6ricos disuel- | ven su accién en la futilidad del tiempo corto. Y sobre ellos operan | determinaciones que apenas perciben y que proceden de la coyun- | tura. Los actores se ven superados asi por fenémenos envolventes y, | en el limite, por tun tiempo que acarrea consigo cambios mas radicales que aquellos que pueden inscribirse en el lapso de una vida huma- na. Los sistemas sociales mismos no representan sino arreglos pro- | visorios destinados a-ser barridos por este ti enel limite de lo | movil. | No habrfa que exagerar, empero, las implicaciones de la larga duiagién por cuanto no siempre la nocién se aproxima a un tiempo césmico que diluye la historia en la naturaleza. La primera intuicién | braudeliana se deriva de la geograffa humana y {fe la ubicaci6n del | hombre en vastos espacios. El concepto ha inspitado también Ia re- | construccién de ciclos climaticos con métodos histéricos, pero esto | no significa que su campo de accién opere usuialmente dentro de una indefinicién césmica". De ser asi, la historia profunda hubiera sustituido a la historia monda y lironda. Lo cierto es que —sobre | todo en los terrenos de ia historia econémica’y social—ta larga du- | raci6n se ha visto constrefiida a los limites obvios de una presencia humana oa los que impone la posibilidad de cuantificacién de algu- | nos fenémenos y, atin dentro de éstos, a las necesarias fisuras que se | pfesentan en la transicién de un sistema econdmtico a otro. | | 44 Sobre este problema. CE. Guy Beaujouan, «Le temps historique en L'histoi ese ‘méthode. La Pleiade. Gallimard. Paris 961. i | | | | ha [ENSAYOs $00RE HISTORIOGRAHA DEBATES: HISTORIA Y ESTRUCTURALISMO Elarticulo de Fernand Braudel ofrecfa como un p te para las cien- ¢ias humanas el concepto de larga duracién. Pero la polémica se mo- Nia también en otras direcciones al tratar de precisar lo que para los historiadores constitufa una estructura. Aqui vale la pena anotar que, n adelante, atin lo que podria denominarse el «ala izquierda» de la suela cerx6 filas en torno a la identificacién braideliana de la es- ructura con el tiempo largo". | Diez aos antes del articulo de Braudel, Claude Lévi Strauss se habia referido aun programa hicido y modesto que habia confinado los historiadores desde los tiempos de Hauser y Simiand. No s6lo juerfa recordar los origenes positivistas de la Escuela de los Annales ino deslindar, con una cierta brusquedad, los dor fia y de la antropolog{a". La historia no daba cu: los elementos inconscientes de las sociedades ht jue poseen una estabilidad de la que carecen los hechos conscientes, Yolitivos, que pertenecen al campo de estudio de|la historia. Tales glementos, en el primer caso, pueden ser percibidos con respecto a fone simultdneamenite y asi aparecen en las cit mfa. | __Esta distincién entre sincronia y diacronia, tomada del Curso de lin- $ilistica general de Saussure, funda la nocién de estructura, particu- Jarmente en lingtiistica, en donde todos los elementos son solidarios 8 de otros simulténeamente. Cualquier elemento de inestabili- fad (Giacronics) negarfa de suyo la posibilidad dé aprehender una tructura, | De otro lado, los fenémenos inconscientes que aparecen en las. Sociedades humanas estarian inscritos en una estructura fundamental lel espiritu humano, a la cual se acercarfan precisamente los méto- dos estructuralistas. Seguin Lévi Strauss una actividad inconsciente ‘turers e mbhode. Pars, 1967, p.12. Labrousse. Las structures y los hombres, cp. 9%. ' Cf-Claude Strauss, «Histoire et éthnologies en Reouede Melaphysique et de More, LI, Nos. 3-6 (1945). Articulo ineluide como capitulo! dela. estructural. | filecaieeiay ates att gl tea te ett | | | | [La HSTORIOGRAFLA CIENTIIICA DEL SIGLO xX: objetivos: costumbres, instituciones. Lo esencial ‘turalista consistirfa entonces en «... agarrar la es |principio de interpretacién valido para otras in: |tingente, ya no de la manera positivista, mediant |de regularidades empfricas, sino mediante el p ‘un principio de interpretacién invariable: el inc |rat, El deslinde que queria introducir Lévi Straus existen procesos inconscientes y que s6lo la vieja historia historizante perseguia los hechos consci namiento temporal lineal. Un proceso econémic un resultado de la actividad humana. El todo d expresarse simplemente un truismo: de que la | lividad humana que puede hallarse en todas las | das, Y nadie ha intentado la explicacién de los pi mediante la comprensi6n de una estructura del | Bn 1958 se publicé la Antropologia estructur cuyo primer capitulo era su articulo de 1949, Ese | de la aparicin|det articulo de Br desarrollo historiogréfico de los Annales, no pi la historia se ocupara ya de hechos conscientes. ria inscrita en la larga duracion (Labrousse, Curtis, | | 47 Ct. aes reps los comentarios de Emilio de tps, epistemologiagtructralitaven M, Castells y Ede Ipal toi dela cen oie, Eat Ayu, Madi 1975, p. 8 |delespiritu imprime sus formas, siempre las mismhas, en contenidos lel método estruc- ictura inconscien- ‘te que yace bajo\cada institucién y cada costumbre para obtener un ituciones y otras ‘costumbres...». De esta manera se elimina lo imprevisible y lo con- fe 1a comprobacién lado expreso de insciente estructu- ‘en 1949 entre his- toria y etnologia estaba condenado a girar en el|vacio. En ese mo- mento cualquier historiador hubiera admitido que aun en historia istoria episédica 0 tes en un encade- es, a no dudarlo, este proceso s6lo | Hega a ser consciente excepcionalmente, pero ati asi no puede afir- marse que sea un contenido que lleva impresa la|marca de una for- ma fundamental del espiritu humano. A menos que con ello quiera jonomia es una ac- sociedades conoci- econémicos Ide Lévi Strauss, e también el afto udel sobre lallarga duracién, el | cual queria déspejar algunos equivocos contenidos en la Antropolo- | gfa respecto al quehacer histérico. En primer lugar, a la altura del fa hablarse de que cisamente la histo- Francastel, Febvre, | Panofskt) habia buseaclo los condicionamientos i los que no podia e historia en la 1, Metoologa y epistemo- ay 108. | he Bssavosbortsronocearta | Miscernirse un patr6n consciente.o con respecto a los cuales no podia ber siempre una respuesta consciente a nivel individual o a ni- el colectivo. Mas atin, en la larga duracién la higtoria buscaba un ivel profundo, objetivo, en hechos repetidos indefinidamente y en los que la conciencia no tenfa nada que ver. ‘Tampoco la historia era extrafia a la nocién de estructura. En este unto Braudel ofrecia deliberadamente un terrerjo de confluencia i sneciendo en la historia un estrato intempor wndvil. La | larga duracién aparecfa de esta manera como un ferreno comin de | »bservaci6n. Si la estructura s6lo era evidente en un terreno ahisté- ico, en el que la sucesién temporal era un elemento perturbador, en momento la historia prestaria una nocién en|la cual podia ser i ‘lida la observacién sincrénica. Con ello no quedaba climinada la 1ocién temporal, antes bien, se acentuaba. Un tiempo en el limite de 1 Jo mévil podia sustentar estructuras de transformacién muy lenta. | @Aproximacién? Aunque el propésito confesado de Braudel fue- ra alcanzar una primera convergencia entre las diferentes ciencias hhumanasa través de un concepto fundamental, ng hay duda de que ‘su artfculo no hacia ofta cosa que teorizar su propia experiencia como i ihistoriador. Para empezat, a veces preferia referirse a modelos antes | (que a estructuras. No se trataba de captar formas fundamentales del | lespiritu humano jinscritas en las cosas, asi fuera a través de los modelos | Imeciinicos de la étnologta. En éstos se trataba del ¢studio de peque- fRos grupos, en los que cada individuo era directamente observable |«..y en los que una vida social muy homogénea ite definir con | toda seguridad telaciones humanas, simples y concretas y poco va- iriables»®, Seguin Braudel, en historia, a diferencia de la lingiifstica 0 de la antropologia que queria fundar Lévi Strauss, resultaba imposible \perseguir un étomo social, o unidad fundamental, que permanecie- ira constante a través de las transformaciones impuestas por la dura- ‘ci6n. Los modelos implicitos en la obra de un historiador trataban igualmente de captar una estructura pero no podian pretender a una vvalidez intemporal. En la corriente del tiempo eran como barcos que 48 Atticuo, ct. [LA MISTORIOGRAFIA CIENTIFICA DEL SIGLO Xx a la remontaran por algtin tiempo pero que naufragaban una vez. des- Ihecha la estructura que los sostenfa. El didlogo entre estructuralismo e historia no hizo otra cosa que ayudar a precisar la manera como los historiadores habian concebi- \do, desde hacia tiempo, las transformaciones estructurales. En 1968, \diez atos después de publicada la Antropologia estructural, una discu- 'sién pUblica™, en la que intervinieron Ernest Labrousse, el lingiiista \André Martinet y algunos historiadores, acentuaba las diferencias |de concepcién. Albert Soboul repetia, siguiendo| a Braudel, cémo juna estructura en historia era transportada en el tiempo y desgasta- |da por él®. Para Labrousse, inclusive la coyuntura, cuando refleja jun estado de cosas que se repite insistentemente, bs una estructui |«.~en historia, el movimiento es también una estructura...»™!, | En todos estos casos se trataba de una confrontatién con el con- icepto de estructura que, finalmente, lo reducia 4 un equivoco. Es [dete a dos aproximaciones tan diferentes sla estrcture que resulta- [ban inconciiables. La nociGn sugeria alos historiadores una érmazén, luna arquitectura, pero no de particilas = y complemen- tarias sino de elementos complejos y contradictorios, capaces de i {roducir modificaciones sucesivas en el conjunto™! Afirmar, por otra [parte, que el movimiento en una estructura resultaba una paradoja demasiado fuerte para quienés pretendfan fundar una ciencia de la ‘sincronfa. La obra —todavia en sus inicios— de Nathan Wachtel™ permite édir ld magnitud de este equivoco inicial. Es verdad que esta obra, jurosamente estructuralista, confina en los limits de la historia y le la etnologia. De otro lado, sus andlisis se limitar voluntariamente 49. v.nom 25, 50 id. p. 119. Tei, p97. 52 bid, pz CCE. La ison des dane. Les inden di Pro devant a cong espagnole 1530-157 Gallimard, Far 1971 También, «Pens sauvage et aceulfuretor espace ote temps chez Felipe Gusman Pom de Ayala et Ine Garlic doa Vegeen A rales. Mat Aout, 1971. Y La vision des vans: le conquétdespagrole sans fl lore indigene». Ibid. No. 3, 1967, pp. 554-585, i | | | | t brsnostou somes un texto 0 a representaciones rituales, es decir, alelementos de co- yunicacién. Las estructuras que analiza Wachtel, sin embatgo, quieren mos- far esas formas fundamentales del espfritu humano que operan a vel inconsciente. Se trata, en rigor, de esquemas mentales ajenos al wundo occidental, como en su andlisis de los textos de Huaman oma de Ayala. {Significa esto, acaso, que el hechd de que otros tex- tos histéricos posean otra légica y de que esta légica esté formaliza- los convierta en manifestaciones conscientes en tanto que textos ique poseen una'légica no formalizada tengan que aparecer como productos inconscientes? No es una coincidencia que el estructuralismo se aplique en los. | lextremos de la historia, alli donde la cr6nica y el mito se confunden, jo a ciertos textos que revelarian una historia cultural profunda. En lestas manifestaciones suele haber una contraccién|violenta del tiem- | [po y los acontecimientos se calcan unos a otros perdiendo su perfil | |individual y con ello la huella que dejan en el tiempo. Los esquemas |implicitos son susceptibles de un andlisis estructural, es decir, de ser ‘descompuestos én sus particulas elementales. Asi, el estructuralismo en historia ha sido empleado para acer- ‘carse a otros sistemas de razonamiento y, en los antélisis de Wachtel, | |a la percepcién de una historia que hasta ahora nd ha sido tenida en |cuenta. En este caso, aun traténdose de sociedades historicas, histo- tla inconsciente y ausencia de un sentido del tiempo se identifican. |La sincronfa y el andlisis sinerénico cobran alli sus plenos derechos ' por cuanto los esquemas mentales que presiden los testimonios et- ! nogréficos que se analizan unifican alli donde el testimonio propia- i mente hist6rico despliega los acontecimientos en su peculiaridad. En 1971, cuando la revista Annales dedicé un nimero especial a estos problemas”, muchos equivocos habian sido despejados. Por un lado, se habia advertido cémo el método estructuralista rehuia | | deliberadamente la historia para romper «... el mdlde historicista en el cual (algunas disciplinas) habian sido fundidas». Esto era bastan- 54 Annales, Mai-ASut, 1971, [LA HISTORIOGRAHIA CIENTIFICA DEL sIGLO xx ° te obvio en la Antropologfa estructural de Lévi Strauss, en donde el lestructuralismo se daba como una alternativa al flifusionismo y al levolucionismo, pobres remedos de historia. Pero|para los historia- dores era igualmente claro que la realidad social no podia tratarse ‘como un simplelagregado de unidades elementales®. |ANNALES Y EL MARXISMO ‘La polémica con el estructuralismo trajo consigo él tardio reconoci- miento de aquello que la elaboracién histérica debfa a Marx. Aunque también Lévi Strauss habia reconocido un parentesco —as{ hu! ‘sido contraido en su adolescencia— de su pensamiento con Marx. La geologia, el psicoandlisis y el marxismo le habfan mostrado el valor de un modelo afin a la estructura del entendimiento. Seguin 4, la ‘meta del marxismo era también la de construir un modelo. Asu turno, Fernand Braudel vefa en cel marxi: smo un mundo de modelos. Ademis, estos modelos estarfan inscritds precisamente en la larga duracion. Y Labrousse seftalaba la grandeza del marxismo en haber constituido una base comtin para las ci mismo tiempo le parecfa que la estructura (enter junto de relaciones mayoristas) podia servir de fi las ciencias™. Albert Soboul atribufa el manejo de esta nocién a his- toriadores influidos precisamente por el marxismo. André Burguié- re llegaba a una conclusi6n semejante en la presentacién del ntimero | de Annales consagrado a «Historia y estructuralismo». Este reconocimiento oficial del marxismo en el mundo académi- | co ffantés no ‘deja dé plantear’ huevos equivoces. Primero, porque cotho lo advierte Burguiére, hasta el momento ninguna obra hist6ri- ca importante (al menos en la esfera de influencia de la Escuela) ha | podido reclamarse enteramente como marxista. Luuego, porque si asi fuera, serfa muy dudoso que pudiera colgérsele la etiqueta de es- tructuralista. 55. Ibid, Presentacin, p. Il. 56 C£.C. Lévi Strauss, Triste tropiques, Plon, Paris, 1955, 57 Art cit, p. 193. 50 Exsavos fone mstonocearta | | Paradéjicamente, el reconocimiento de Marx ela de los Annales a través de una polémica fos con el estructuralismo. La coyuntura, trabajad: por E. Labrousse, se ha convertido, en su propio) penetrado en la brada de equivo- magistralmente ‘pensamiento, en estructura, La movilidad misma de la historia se ha transformado en esta discusién en estructura. | De todos modos debe reconocerse que, ind Ja cuestiGn estructuralista, la reflexion de Ernest ‘que se combinan la exploracién de ciclos de corta fon el anélisis de sus aspectos sociales en la dife Hpos de ingreso, ha abierto una ventana hacia la Hefinicién de crisis de subsistencias o crisis de ant fala una precisin. importante con respecto a un tién. Las fluctuaciones de precios y de ingresos de: indientemente de Labrousse, en la y larga duracién \iacién de los tdoria marxista, Su tiguo régimen se- odo de produc- mbocan en una demostracién empirica de los conflictos. Estos aparecen en las sacu- lidas mas espasmédicas de la corta duracién y se incuban en un. Proceso de transicién entre las crisis de antiguo ré iscendente (de larga duracién) que culmina en ut imen y una fase nuevo modo de roduccién. De esta manera los acontecimientos: de superficie se ins- criben enel marco de coyunturas y éstas, a su vez, formaciones estructurales més profundas. ‘eposan en trans- |__En materia de historia social la sintesis marxista ha irrumpido como una necesidad dentro de las certidumbres cuantitativas de la Escuela. Hoy existe un esfuerzo indudable, por pai irte de algunos de sus discfpulos, por recuperar para el marxismo aquellos desarrollos de la practica histérica que convergen hacia una definicién conereta fie los modos de'produccién®. |__ Hay que precisar que no existe un cuerpo hompgéneo de doctri- ha dentro de la Escuela. Conceptos como estriictira ycoyuntura estan lejos de ser univocos y ni atin la larga duracion Vis se ha impuesto con una significacién uniforme. Inclusi Mo entre los historiadores marxistas de la Escuela (' en que al menos dos de los fundadores, Ernest Bloch, noestuvieron alejados de la problematica ma 58. CF.A. Sob, «Descriptio t mesure ‘existe un acuer- ilar, Soboul, etc.) ibrouisse y Marc a. Segiin Bou- | | | La MIsTORIOGRAFIA CIENTIFICA DEL. SIGLO xX | | desarrollos de la Escuela”. Para Bouvier los tral | pueden caracterizarse como «...una especie de | miand». 5 | viee ef marxismp ha infiaido, as sea de una manera confuse, certos Jajos de Labrousse fusién de Marx y Si- |__ Los parentescos de la escuela de los Annales con el marxismo se subrayan ahora, cuando el marxismo ha recupe: | ha resucitado de la muerte cuya partida de defuni | do durante la guerra fria cel fin de las ideolo} do su vitalidad y ‘i6n habia extendi- > (y, en Francia, | Raymond Aron), De otro lado, habria que examinar de qué manera | surge esta aproximacién. Porque puede verse en ella, de la misma | manera que un artfculo de una revista de la Academia de ciencias de | Ta URSS ve en algunas de las investigaciones de la | tory, una aproximacién esponténea al marxismo | una influencia mnds directa”, | Este problema pertenece a la historia intelect | resolverlo habria que explorar el clima mental | mitad del siglo. Que la influencia del marxismo ‘New Economic His- ) por el contrario, al francesa y para e0 de la primera ‘no haya sido expli- | cita, aun més, que haya estado rodeada de qurocos y de vague | dades, se debe al rechazo obstinado de esta he | mundo académico. Pero estono quiere decir que problemas fundamentales. ‘contrabai en el origen de muchas especulaciones icia por parte del oda traza del pen- samiento de Marx haya podido eliminarse del trdsfondo de algunos Jos historiadores | | En 1934 Febvre escribia que los puntos de vista de Marx sé en- | que se presentaban como una novedad. Lo cual no le impide acordar | una discreta preferencia a sus paris, Weber, Tr | Pirenne. Para Febvre, en los afios de gestacion de la liicha ‘antifascista, Marx era un fefiémerio historiador no habia leido a Marx o se decia «ani sch, y sobre todo frente popular y uilfiral. Aun si el fimarxista», el pen- samiento de éste hacia parte de un patrimonio comin y sus ideas _viven mezcladas con otras que les sirven de ci dio... | 39, «Tendancesactulles des recherches d'histoire economiqh en Aujourd hui histoire, p. 133, 60 Cf. Johan Kak, «Une nowvelle science historique» en Ibi i

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