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ca alata Le I Jose Antonio | y, (7 i av am S46) = S33 ~ awl No i a fo ol e Tera v minora) en Alcala de Henares el 4 de julio de 1929. Ingresé en la Academia de Bella uperior de Arquitectura de Madrid ‘ siete mate Cceeh@bsesy) y Doctor en Derecho Canénico por EMTS tec KeRCmN AC ee ROR UCS Ha sido Profesor Ayudante de Teoria PoP cemennineccn he recccten TORRANCE RUE OTR Naot com eet ok keneen la Catedra de Historia de la erie te CCRT re Score en Arquitecto Conservador de Monumentos del Ministerio de she trerta (ern ECL ARAM PTL Ore) como arquitecto en campaiias de OTe ekon ms Peele) RDA Neko aCe OTST de Arqueologia Cristiana de Ja Facultad de Teologia de la Universidad de Navarr Cuenta con numerosas publi sobre aspectos concretos de la ds INGER BARC ORS Co destacan: Cuadernos de Arte I (Madrid, 1955), Sintesis de Arqueologia Cristiana (Madrid, 1978). Historia del Altar Cristiano, tomos Ly II (Pamplona, 1978-1984), RON HaHa ORCC ORCC sobre problemas puntuales de EMA Cgeie retary Ren FACULTAD DE TEOLOGIA UNIVERSIDAD DE NAVARRA Manuales de Teologia, n.” 37 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacién escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total 0 par- cial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informético, y la distribucién de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamo puiblicos. ight 2000: José Antonio fiiguez Herrero Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA) ISBN: 84-313-1756-6 Depésito legal: NA 601-2000 Nihil obstat: Idefonso Adeva Imprimatur: José Luis Zugasti, Vicario general Pamplona, 31-1-2000 ‘Tratamiento: Pretexto, Estafeta, 60. Pamplona Imprime: Line Grafic, $.A. Hnos, Nodin, 11. Ansodin Printed in Spain - Impreso en Espafia Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA) Plaza de los Sauces, | y 2. 31010 Barafidin (Navarra) - Espafia Teléfono: 948 25 68 50 — Fax: 948 25 68 54 E-mail: eunsaedi@abe.ibernet.com JOSE ANTONIO {NIGUEZ HERRERO ARQUEOLOGIA CRISTIANA EGUNSA EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A. PAMPLONA INDICE Capituto I CONCEPTOS PRELIMINARES .. NOCION DE ARQUEOLOGIA CRISTIANA: OBJETO Y METODO a) La arqueologia general. Objeto b) Método . c) La arqueologia cristiana . . HISTORIA DE LA ARQUEOLOGIA CRISTIANA .... a) Hasta el siglo xix b) El siglo xix .. . LIMITACION ESPACIAL Y TEMPORAL DE LA ARQUEOLOGIA CRISTIANA ... a) Enel espacio .. b) Enel tiempo... |. FUENTES LITERARIAS AUXILIARES DE LA ARQUEOLOGIA CRISTIANA . a) Naturaleza b) Elenco . Capiruto II LAS CATACUMBAS, . ENTERRAMIENTOS a) Los enterramientos en general b) Los términos «cementerio» y «catacumbas» ©) Las catacumbas cristianas d) La libertad de la Iglesia ©) El titulo de propiedad de las catacumbas f) Difusion geografica de las catacumbas ... 23 23 24 25 26 27 27 ARQUEOLOGIA CRISTIANA B. ELEMENTOS QUE COMPONEN LA CATACUMBA .. a) El cementerio de superfic b) La catacumba .... c) Descripcién de cada uno de los elementos catacumbarios 1. Tumba . Timulo Sarcéfagos . Ciborios .. Galerias .. Nicho: Arcosolios .. Cubiculos Otros elementos de las catacut a) Baldaquinos .. b) Escaleras ... c) Chimeneas y lucernarios d) Catedras Capiruto Ill ICONOGRAFIA A. CRONOLOGIA ....... B. TIPOLoGia ..... a) El Buen Pastor . b) Los o las orantes c) El agape . d) Jonas .. e) Daniel .... f) Adan y Eva g) La Epifanfa h) Escenas mis repetidas de la vida del Sefior C. LA AUREOLA .. D. EL RETRATO mono . DESCRIPCION DEL ELENCO DE LAS CATACUMBAS - PRINCIPALES CATACUMBAS DE ROMA, . LAS CATACUMBAS NO ROMANAS .... |. SAN SEBASTIAN .. . SAN PABLO ... . SAN JUAN DE EFESO ... . SANTIAGO DE COMPOSTELA .. . LOS EDIFICIOS ANTERIORES A LA PAZ DE LA IGLESIA INDICE CapfruLo IV LAS CATACUMBAS DE ROMA. a) Area norte b) Area sur c) Area este . d) Area oeste 1. El cementerio vaticano a) Catacumba de Priscila .. b) Catacumba de Domitila c) Catacumba de San Calixto 1. La cripta de los papas . 2. Lacripta de Santa Cecilia 3. Los cubiculos de los sacramento’... CapfTuLo V LUGARES APOSTOLICOS SAN PEDRO DEL VATICANO a) Primer periodo .. b) Segundo periodo . CapituLo VI LA ARQUITECTURA CRISTIANA a) La domus eccleisae y el titulus .... b) Los edificios de destino cultual ... 125 125 130 132 132 136 136 141 141 144 B. EL COMIENZO DE LA GRAN ARQUITECTURA CRISTIANA, A. LAS GRANDES BASILICAS CONSTANTINIANAS. a) San Juan de Letran b) San Pedro del Vaticano c) Jerusalén. El Santo Sepulcro d) Las basilicas paralelas . B. OTROS EDIFICIOS DEL SIGLO IV a) Basflicas roman: a) La 'b) Elementos de la basilica 1. 2. 3. 4. BE . Germania . Palestina ... VF 2. 3. 4. 5. 6. ARQUEOLOGIA CRISTIANA basilica cristiana . Atrio, pértico, propileos . Nartex ... Las naves ., . El crucero, transetto, transepto El presbiterio. El dbside La cdtedra y la bema Elaltar . fe . El ciborio. El baldaquino ..... . Los pastophoriae y el dyaconicon ). La schola cantorum .. - Elambén .. . Los canceles . La cripta . La torre CapituLo VIL LA ARQUITECTURA San Sebastidn Extramuro: La basilica labicana .... Santa Inés .. San Lorenzo Extramuros Basilicas palatinas .... s fuera de Roma Milan Los Balcanes .. Grecia Siria 167 167 168 175 177 180 180 180 180 184 184 184, 184 185 185 185 187 187 . ITALIA, . EL AREA GRIEGA. . SIRIA .. . MESOPOTAMIA Y PALESTINA .. . AFRICA ESPANA esse INDICE 7. Elnorte de Africa . 8. Espana . c) Los baptisterios d) Las diaconfas ... CapfruLo VII EL SIGLO V. APOGEO DE LA BASILICA a) Roma 1. Basilicas abiertas y cubiertas con terrazas 2. Las tres iglesias mas importantes del siglo v a) Santa Sabina . b) Santa Maria la Mayor ¢) San «Stéfano Rotondo» a) Salénica b) Costantinopla c) Efeso d) Corinto a) Zona norte ... b) Zona central ... c) Zona sur . d) Edificios cruciformes a) Mesopotamia b) Palestina ...... a) Egipto .. b) Tripolitania c) Cirenaica d) Argelia y Tiinez..... a) Area africana b) Area latina . IR 1K8 188 188 197 197 197 198 198 198 201 201 201 206 206 210 210 210 210 214 214 214 218 218 220 220 220 220 221 221 woe - GALIA .... |. Los LIMITES SEPTENTRIONALES DEL IMPERIO . DALMACIA ... . PRELIMINARES . LOS GRANDES TEMPLOS CUBIERTOS CON CUPULAS . EL FENOMENO DE RAVENA ). LA REFORMA DE SAN PEDRO DEL VATICANO .. ARQUEOLOGIA CRISTIANA a) Influencia latina b) Influencia oriental a) La ribera del Danubio b) EI Norico . RAVENA ... a) El mausoleo de Gala Placidia b) El baptisterio de los Ortodoxos CapiruLo IX EL SIGLO VI EDIFICIOS DE PLANTA CENTRADA a) El arco, la boveda de caiién y la de arista b) Lactipula .... ©) Laciipula sobre planta poligonal a) Santa Soffa y Santa Irene de Constantinopla b) Santos Sergio y Baco de Constantinopla ...... a) San Apolinar in Classe . b) San Apolinar Nuevo . c) San Vital ... CapftuLo X PINTURA, MOSAICO Y ESCULTURA La PINTURA EN LOS PRIMEROS SIGLOS. a) Tematica general b) Procedimientos c) Colorido .... 4) Criptogramas . 223 225 fi} 225 226 226 226 230 230 230 230 233 233 INDICE B. PINTURA Y MOSAICO DE LOS SIGLOS V Y VI a) Pintura b) Mosaico 1. Mosaicos de los pavimentos 2. Mosaicos de las bévedas, dbsides y muros C. ESCULTURA .. a) Sarcofagos . Sarcéfagos preconstantinianos . Sarcofagos constantinianos \.. Sarcéfagos postconstantinianos . El siglo y. Los sarcofagos de Ravena . El siglo vr . Los siglos vir y vit b) Marfiles . AUvaAYNE CapiTuLo XI ARQUEOLOGIA CRISTIANA E HISTORIA DE LA IGLESIA A. VIDA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS SEGUN LOS DATOS ARQUEOLO- Gicos. NOTAS GENERALES ...... B. Los DOGMAS .. a) La Santisima Trinidad b) La primera Persona de la Trinidad .. c) El Espiritu Santo . d) Dios Omnipotente e) Jesucristo f) El Crucifijo g) Nuestra Sefiora, Madre de Dios C. Los SACRAMENTOS, ESPECIALMENTE EL BAUTISMO Y LA EUCARIS- TIA, LAS CELEBRACIONES LITURGICAS .. 243 243 244 244 244 245 247 247 250 250 253 253 254 254 Capiruto T CONCEPTOS PRELIMINARES A. NOCION DE ARQUEOLOGIA CRISTIANA: OBJETO Y METODO a) La ARQUEOLOGIA GENERAL. OBJETO Seguin la definicion nominal de arqueologia, ésta es «la ciencia que estudia todo lo que se refiere a las artes y a los monumentos de la antigiiedad» '. Abarca todo tipo de restos, pintura, escultura, arquitec- tura, arte funerario, mosaico, vidrio, cerémica, objetos de madera y metal. etc. Su estudio determina el conocimiento de la cultura de un grupo humano concreto en un area y un tiempo limitados. Llamamos arqueologia pura a aquella que carece de cualquier otra fuente de informacién que no sean los restos dejados por la actividad del hombre; pero, ciertamente, hay en la historia de cada pueblo o de cada grupo humano un periodo en el cual conviven como datos para el conocimiento de su historia los testimonios escritos y los restos ar- queolégicos, por no ser suficientes los primeros para poder determinar la cultura de ese pueblo. Finalmente, cuando los datos literarios comu- nican con suficiente precision la historia y la cultura del grupo huma- no estudiado, ya no se llama arqueologfa el estudio de sus restos, sino arte, artesanfa, etc. |. ReAat Acapemta Espasota, voz: «arqueologfa», Diccionario de la lengua espafiola, Madrid, 1992, ARQUEOLOGIA CRISTIANA b) METoDO Haremos solamente una observacién importante: nunca se puede pretender que el hallazgo arqueolégico proporcione un conocimiento que supere su Ambito; por decirlo mas claramente, no se le puede ha- cer hablar un idioma que no es el suyo. Por ejemplo, el hallazgo de una escalera de piedra podra precisar el momento de su construccién, cuando dejé de usarse, y si fue mucho o poco transitada, pero nunca el nombre de los que por ella pasaron. Si contiene una lépida con este dato, es un resto literario el que nos llega, pero la arqueologia sigue muda sobre este suceso. c) LA ARQUEOLOGIA CRISTIANA La arqueologia cristiana es una parte de la arqueologia general, y emplea en su ejercicio los mismos métodos que ésta. Pero ha de hacer- se una salvedad importante. Los restos cristianos que poseemos co- rresponden a una época plenamente histérica del cristianismo, con una gran abundancia de textos literarios y, por ello, el nombre de arqueolo- gia es equivoco. Ya el profesor Grabar propuso, y muchos le han segui- do, sustituir el nombre de «arqueologia cristiana» por el de «arte cris- tiano primitivo» *. Como tal arte aporta muchos datos interesantes sobre la actividad de los primeros cristianos, ilustrando textos —por ejemplo, cl ser siempre tres los reyes que aparecen adorando al Sefior en la Epifanfa, y estar siempre nuestra Sefiora sentada en una silla con brazos— 0 modos litirgicos —postura en la oracién 0 4gapes eucaris- ticos—; y el arte que nos ha Ilegado es, casi sin excepcién, el funera- rio, ritos y costumbres otorgados al cuerpo muerto, muy especialmen- te, al cuerpo de los martires. B. HISTORIA DE LA ARQUEOLOGIA CRISTIANA a) HASTA EL SIGLO XIX Pueden Ilamarse propiamente investigaciones arqueolégicas las Ilevadas a cabo por el papa San Damaso en el siglo iv para encontrar los sepulcros de los martires y honrar sus reliquias como se merecen. 2. André Grapar, El primer arte cristiano, Madrid, 1967. CONCEPTOS PRELIMINARES: Siguen estas btisquedas, con mas 0 menos intensidad, durante la Had Media, y terminan por convertirse en una investiga 5 ca a partir del siglo xvi, en este caso impulsada por el interés que des- piertan entre los fildlogos y lingiiistas las inscripciones, tanto paganas como cristianas. A este interés vino a sumarse un hecho importante. Con el deseo de defender la doctrina protestante, sobre todo en el rechazo al papa- do y la liturgia catélica, Matias Flacius Iliricus, Juan Wigand, Mateo Judex y Basilio Faber concibieron el proyecto de abordar el estudio exhaustivo de la historia de la Iglesia en los cinco primeros El trabajo comenz6 en Magdeburgo, y la investigacion qued6 dividida en cinco secciones, una por cada siglo o centuria. Al poco tiempo surgié una publicacién, entre los afios 1559 a 1576, lla- mada Las centurias de Magdeburgo. Cada uno de estos estudios co- mienza por una historia genérica de la Iglesia en su periodo, para pa- sar a las especificas de teologta, incluidos los sacramentos, la moral y la liturgia. Interesa para nuestro tema que los autores de Las centurias intentan aducir en favor de sus tesis datos arqueolégicos, sobre todo pinturas de las catacumbas, que conocen sélo a través de copias, casi siempre gravados, muy deformadas por los dibujantes segtin el gusto del Renacimiento. No es de extrafiar que el apriorismo del que parten y el precario dato recibido les Ileve a afirmaciones muchas veces pe- regrinas. Esta defensa arqueolégica de la doctrina de la Reforma hizo que los autores catdlicos se interesaran por los restos cristianos del pasa- do. Contra Las centurias escribié San Pedro Canisio (1521-1579), e inauguraron la investigacién arqueolégica cientifica San Felipe Neri (1515-1595), San Carlos Borromeo (1538-1584) y César Boronio (1538-1607), quien estudié el cementerio de Via Salaria, descubierto el 31 de mayo de 1578. Opuso a Las centurias su obra, en doce to- mos, Annales ecclesiastici y un Martirologio romano, que recogen los numerosos hallazgos de la época en las catacumbas romanas. Siguié la investigacién arqueolégica durante los siglos xvi y XVII con la formacién de diferentes escuelas alrededor de un maestro, cuya duracién fue mas o menos larga, pero que tuvieron la virtud de difundir sus hallazgos mediante libros y revistas con reproducciones y planos no siempre fieles al original, pero que permitieron que la arqueologia istiana fuera cada vez mds conocida y que poco a poco ocupara un lu- gar mas preeminente en los ambientes universitarios, ampliandose la geografia de los lugares de excavacién. Uno de los mds importantes fue Ja misma Jerusalén, con los estudios de Gretzer sobre el Gélgota. 17 ARQUEOLOGIA CRISTIANA Una de las figuras mds importantes de este perfodo fue Antonio Bosio (1575-1629), dedicado plenamente al estudio de las catacumbas romanas conocidas y a la biisqueda de otras nuevas. Recogié sus ha- lazgos en una obra ingente, Roma sotterranea, publicada en 1632, tres afios después de su muerte. Puede ser calificado como el primer in- vestigador catacumbario de riguroso método cientifico. b) EL SIGLO xix El siglo x1x supone la consolidacién del quehacer arqueolégico descrito hasta ahora. Citaremos solamente como los investigadores més importantes al abad Settele, al jesuita Giuseppe Marchi. (1795- 1860), y al llamado Coldn de la Roma Subterrdnea, Giovani Battista De Rossi (1822-1894). Es el momento en que comienza la aparicién de manuales de arqueologia cristiana. El interés primitivo de De Rossi se concentré en la paleograffa griega y latina, pero la busqueda de nuevas inscripciones le lev a vi- sitar con frecuencia las catacumbas de Roma y a trabar amistad con el P. Marchi. El interés por el primitivo arte funerario cristiano se apode- 16 de él de tal forma que se decidié a preparar un estudio, lo mas deta- Ilado posible, de las galerias catacumbarias de la Ciudad Eterna. En el afio 1849, mientras exploraba el drea superior de la catacumba situada entre la Via Appia y la Arleatina, encontré un fragmento de lépida de- dicada con seguridad al papa Clemente, lo que le condujo hasta una de las entradas de la catacumba de San Calixto, el cementerio de la Igle- sia romana del siglo m, la capilla donde fueron enterrados varios de sus papas, y al cementerio de Santa Cecilia. Realizé estos trabajos bajo la proteccién del papa Pio IX. Ante el éxito alcanzado, emprendié la biisqueda de las sesenta ca- tacumbas romanas conocidas por datos literarios fiables, y su trabajo de excavaci6n e interpretacién aparecié en tres tomos, Romma sotte- rranea cristiana, entre 1864 y 1877. Ademas fund6 en 1894 el Bulleti- no d’Archeologia Cristiana que ha seguido, con diversos nombres, hasta nuestros dfas. El papa Pio IX creé en 1852 la Comisién Pontifi- cia de Arqucologia Sagrada. A partir de este momento se sucedieron las investigaciones y la publicacién de hallazgos en casi todas las na- ciones que conocieron el cristianismo primitivo, junto con las italia- nas. Una idea de su extensién puede examinarse en la Lamina I-1. CONCEPTOS PRELIMINARES C. LIMITACION ESPACIAL Y TEMPORAL DE LA ARQUEOLOGIA CRISTIANA a) EN EL ESPACIO Los yacimientos de la arqueologia cristiana se encuentran en Un area limitada que comprende la islas britanicas, el territorio europco al sur y al este de los rios Rin y Danubio, el mar Negro, los Balcanes, Asia Anterior, el area comprendida desde el Eufrates hasta Palestin el norte de Africa: Egipto, Libia, Téinez, Argelia y Marruecos. Qt hallazgos futuros puedan ampliar el panorama arqueolégico a la India donde, segtin Eusebio, predicé San Matco*. b) EN EL TIEMPO Las investigaciones en el siglo xx Ievan a la conclusién de que el arte cristiano no puede remontarse mas alld del afio 150 de nuestra era y, con mayor precisién, podemos decir que no tenemos ningtin ejem- plo anterior a un periodo que oscila entre los afios 220 a 260. Esto no es nada extraiio; para que apareciera un arte propio fue necesario espe- rar a que el ntimero de cristianos fuese tal que les permitiera constituir- se como foco cultural, no sdlo religioso. En cuanto al final de la arqueologifa cristiana, es diferente para cada uno de los paises, pero puede darse una fecha general alrededor del siglo v1. D. FUENTES LITERARIAS AUXILIARES DE LA ARQUEOLOGIA CRISTIANA. a) NATURALEZA Llamamos fuentes literarias auxiliares de la arqueologia cristiana a todos aquellos datos escritos conservados en cualquier material, que aporten algtin conocimiento sobre los monumentos que se estudian, sus vicisitudes 0 los hechos histéricos que les acompaiien, o aun li si- tuacién de los desconocidos. 3. EUSeBIO DE CESAREA, Historia eclesidstica, v. 3 W LUGARES ARQUEOLOGICOS - : + 1 SapeiEON, | = OWN Jrs-ara a Ea axirust8Bten) ana 2 9 AUCUSTUDUNUM ae oes LugpuNum. ~~ BUDAFEST, AQUNCUM. *SERDILLA BLANDERIN @ CS QUASTIBN =iseDAW fine ee Tey patn. 3 8 PECS, | seston SAEE dao ae , 2 BL g KORNICOS OeLEANSVLLE.” MAURITANIA 8 anuicu f eee sk. s os. ase vs MILAN BRESCIA ee sapears SR "ep ists sagas ry "sg Sioa GRECIA. acer TESALONIC! SODORA ° ano dente 1 4 PETRA, AA TINA ARQUEOLOGIA CRISTIANA b) ELENco Son fuentes auxiliares de la arqueologia cristiana: La Sagrada Es- critura, sobre todo para la interpretacién del arte figurativo, pero tam- bién de otros extremos de la arqueologfa palestinense; los escritos de los Padres y de los escritores eclesidsticos, siendo de capital importan- cia Eusebio de Cesarea con su Historia eclesidstica y su Apologia de Constantino, En el siglo vi apareceré la literatura apécrifa, inspitado- ra de alguna de las escenas representadas. Las actas y pasiones de los mértires; los calendarios; los martirologios, sinaxarios y menologios, con las celebraciones litrgicas de cada dia, y los sacramentarios so- bre el modo de celebrar sacramentos y sacramentales; los catdlogos de papas, obispos y abades; y, por ultimo, los itinerarios para las peregri- naciones y los catdlogos monumentales de las ciudades. Junto a todos éstos hay que hacer notar, como fuente de especial importancia, las co- lecciones de inscripciones llamadas también sillogios. CapfruLo II LAS CATACUMBAS El cristianismo, répidamente propagado en sus primeros tiempos, no cambié las costumbres de los pueblos por donde se difundié si aquéllas no contradecian su fe su moral. Tampoco las funerarias de inhumacién. A, ENTERRAMIENTOS a) Los ENTERRAMIENTOS EN GENERAL, El cementerio de superficie es en todo semejante a los actuales, con tumbas en el suelo, mausoleos, sarc6fagos, etc. Estos cemente- rios pertenecieron, en general, a familias concretas, lo que no obsta para que, en algun caso y al correr del tiempo, pasasen a ser propios de alguna sociedad o colectividad, como ocurre con el cementerio de los libertos de la familia imperial en Roma. También existieron ce- menterios colectivos cuya propiedad detentaron desde su origen aso- ciaciones religiosas o funerarias, como en el caso descrito anterior- mente. Desarrollaremos con algtin detalle esta cuestién. Los cementerios bajo tierra, los hipogeos, aparecen por dos moti- vos. Desde el comienzo del cementerio como excavacién, por ejemplo, en la falda de una ladera, 0 como extensién del cementerio de superfi- cie, cuando Iegé éste a su saturacién, procurdndose galerias bajo tie- tra, siempre sin que éstas excedieran los limites de la posesiGn que co- tresponde a la superficie. ” ARQUEOLOGIA CRISTIANA La forma de los hipogeos no cristianos aludidos antes es casi siem- pre la misma. Comienzan por una entrada, muchas veces monumental con salas y criptop6rticos para libaciones y 4gapes, a las que frecuente- mente se afiade un patio con pozo. Desde esta entrada se desciende por una escalera a la primera galeria, inica hasta que sea cruzada por otras cuando se amplie el hipogeo. En estas galerfas, en su suelo y en sus pa- redes, se excavan Jos nichos para los enterramientos. Desde muy antiguo casi todos los pueblos han prohibido enterrar cadaveres dentro de las ciudades, por razones religiosas y, muy pro- bablemente, también sanitarias. Lo mismo ocurrié con Roma y todas las ciudades del Imperio. Ya en las Doce Tablas se lee: «Al hombre muerto ni se le sepultaré ni se Je quemard en la Urbe»'. A esta practica se debe que la situacién de los cementerios se extienda alrededor de las poblaciones, sobre todo a lo largo de las principales arterias de cir- culacién que de ellas parten o las atraviesan. b) Los TERMINOS «CEMENTERIO» ¥ «CATACUMBAS» El vocablo corriente en la lengua latina para designar el lugar des- tinado a enterrar los cuerpos de los difuntos fue siempre necrépolis, la ciudad de los muertos, heredera de fuentes griegas. Pronto, cuando el ndmero de cristianos crecié hasta formar un auténtico grupo entre sus conciudadanos, inventaron los primeros una nueva palabra para dife- renciar las necropolis paganas de las solamente cristianas, seguramen- te después del afio 150. El neologismo procede de un término también griego, como el anterior: koimdo*, que significa dormir. De ahi obtu- vieron la palabra coimeterium, de donde procede «cementerio». Un origen absolutamente distinto al de cementerio tiene el voca- blo «catacumbas». Desde tiempos antiguos fue denominado con esta palabra un lugar cercano a la Via Appia Antica, proximo a la tumba de Cecilia Metella, en el tramo comprendido entre ésta y la ciudad de Roma. Los itinerarios medievales mas viejos llaman al lugar de ente- rramiento cristiano junto a la basilica de San Sebastian el «Cementerio catacumbas junto a San Sebastidn en la Appia» *. Poco a poco, con el transcurso del tiempo, el toponimico «catacumbas» dejé de serlo para 1. «Hominem mortuum in Urbe ne sepelito neve urito», XII Tab. 10. 1. Cfr. José GuiLLen, Urbs Romae, p.2\ 2. kop, 3. «Cymiterium Catacumbas ad Sanctum Sebastianum via Appia». av LAS CATACUMBAS significar «bajo tierra», apareciendo la expresidn «cementerio de cata- cumbas», y mas tarde qued6 «catacumbas» como nombre comtin que designa concretamente el cementerio cristiano bajo tierra. Al conjunto, cementerio de superficie y bajo tierra, o independien- temente a cada uno de ellos, se le llama necrépolis. c) LAs CATACUMBAS CRISTIANAS, Hoy parece suficientemente demostrado que las catacumbas cris- Uanas no son otra cosa que una transformacién, y muy pequefia, de los hipogeos paganos cuya tradicién quizd se remonta a Etruria. Hasta mediados del siglo 11 —aproximadamente el afio 150— no aparece ningtin signo cristiano en las catacumbas conocidas, de mane- ra que debemos pensar que hasta esa fecha los cristianos no debieron de tener cementerios propios y no se distinguieron sus lugares de ente- rramiento por ningtin simbolo ni inscripcién cristianos. Desde la mitad del siglo 11 y hasta el comienzo del 11, aparecen en- terramientos cristianos con distintivos simbélicos 0 epigrdficos de la nueva fe tanto en hipogeos familiares como ptiblicos. Al final de este periodo, algunos de estos hipogeos fueron cedidos a la Iglesia, lo que produjo un crecimiento notable en el nimero y longitud de las galerias excavadas. En el siglo 1 crecié en muy alta proporcién el mimero de cristia- nos en todo el Imperio, y algunos de los cementerios, ya plenamente cristianos en su uso, pasaron a ser propiedad de la Iglesia 0 fueron ad- ministrados por ella. Las grandes catacumbas suelen poseer una zona pagana, otra mixta, de enterramientos paganos y cristianos, y otra sdlo cristiana. Es ademas normal que tengan su origen en varios hipogeos iniciales separados que acabaron uniendo sus galerias al encontrarse unas con otras. El resto suele ser de dimensiones mas reducidas. En este periodo debieron de aparecer como trabajadores fijos de los cementerios los fosores 0 fossarii, cuya funcién consistia en exca- var las tumbas, las galerfas y los cubiculos, enterrar los cadaveres y cuidar, en general, del mantenimiento de todo ello. A comienzos del siglo Iv apareceran integrados entre los miembros pertenecientes al cle- ro de las iglesias, con el nombre griego de kopiontes, kopiatai —xo- Movvtes, xomeatar—, que se latinizé en copiatai. os ARQUEOLOGIA CRISTIANA d) LA LIBERTAD DE LA IGLESIA Caracteriz6 fundamentalmente al siglo 1v el reconocimiento ofi- cial del cristianismo como una de las religiones del Imperio por el de- creto de Licinio y Constantino del afio 313. Este hecho supuso para las catacumbas una nueva etapa con tres fenémenos fundamentales: la modificacion de algunas zonas para dar paso al lugar donde reposa el cuerpo de un martir; el gran crecimiento en extensi6n por el aumento de nuevas galerfas excavadas; y la aparicién de otras catacumbas nue- vas. Las modificaciones de la viejas catacumbas para facilitar el culto a los martires se reducen fundamentalmente en la apertura de grandes escaleras de acceso hasta la tumba venerada y la excavacién, a su alre- dedor, de varias dependencias que consisten, por lo general, en un aula frente al sepulcro y, en un espacio tras él, el llamado retrosanctos. El aula puede ser sustituida por una basilica pequefia semienterrada. Paladin de esta actividad fue el papa San Démaso (366-386), que promovis la btisqueda de los sepulcros martiriales, dedicando a los en- contrados bellos epitafios, tanto por su redaccién poética como por la letra con que fueron grabados en losas de mérmol por su cantero Filo- calo, de quien reciben estos caracteres el nombre de filocalianos. Termina el auge de las catacumbas en el siglo v con las invasiones barbaras. Durante la Edad Media, son veneradas pocas catacumbas, casi siempre por contener, las que se veneran, reliquias conocidas a las que se rinde un culto tradicional. A este perfodo corresponden muchos grafitos y casi todos los iti- nerarios a que nos referimos en el Capitulo I. Ante los repetidos asedios de Roma por las tropas sarracenas a partir del siglo vill, varios papas emprendieron el traslado de las reli- quias més veneradas a un lugar seguro dentro de Ia ciudad, a la par que muchas autoridades cristianas, tanto religiosas como civiles, consi- guieron adquirir restos martiriales, incluso cuerpos completos, para sus catedrales, palacios 0 monasterios. Esta devocién fue aminorando con el paso del tiempo, hasta casi desaparecer al final de los tiempos goticos, alrededor del siglo xv. En el siglo xvi, en Roma, sdlo se visi- taban las catacumbas de San Sebastian, la de San Lorenzo o de Ciria- ca y la de San Pancracio. A partir de este momento, las catacumbas pa- san a ser una realidad arqueolégica. 26 LAS CATACUMBAS e) EL TITULO DE PROPIEDAD DE LAS CATACUMBAS Hasta el siglo 1, los cementerios cristianos ostentaban un titulo particular de propiedad, esto es, pertenecfan a una persona o a una fa- milia. El problema surge desde el aio 250 en adelante, fecha aproxi- mada a partir de la cual Eusebio de Cesarea da noticia de cementerios y edificios de culto cristiano que son expropiados a la Iglesia y devuel- tos a ella. {Con qué titulo se presentaba la Iglesia ante la autoridad imperial? No podemos contestar hoy categéricamente a esa pregunta. En el De- recho Romano aparecen ciertos entes corporativos —corpora, collegia, decuriae, sodalitates— de caracter religioso, de funcionarios © gremial, que tuvieron capacidad para poseer bienes comunes. Quiz4 la Iglesia se acogié en diversas regiones y circunstancias a uno de es- tos titulos para poseer bienes propios, hasta que Licinio y Constantino le dieron status de una de las religiones del Impero‘ al cristianismo. f) DIFUSION GEOGRAFICA DE LAS CATACUMBAS. Puede decirse que el fenémeno catacumbario queda reducido al rea de la peninsula italiana y a si las mas cercanas, Sicilia, Cérce- ga y Cerdefia, y Malta. En el resto de la cristiandad Ia cantidad de es- tos vestigios ¢s muy exigua. En ntimeros absolutes, la distribucién de las catacumbas en el orbe cristiano es aproximadamente la siguiente: en el norte de Africa, 5; en Asia Menor, 4; en Cirenaica. n Egipto, 9; en Palestina, 1; en Francia, 1; en Austria, 1; en Grecia, 1; en Rusia, 1; y en Italia, exceptuada Roma, en 42 ciudades, algunas con mas de una catacumba. En Roma, 51 —20 de ellas de la mayor importan- cia—, 7 en Malta, y en Sicilia, entre otras, el importantisimo conjun- to de Siracusa. B. ELEMENTOS QUE COMPONEN LA CATACUMBA Estudiaremos en este apartado los elementos que constituyen un cementerio teérico completo, tanto en su zona de superficie como ex- cavada. 4. Cit. Giuseppe Rezikou1, Relazioni tra Chiesa Cattolica e potere politico, Torino, 1994, p. 10. 7 CATACUMBAS. ELEMENTOS 11-1 JAMRicuez. |} LAS CATACUMBAS a) EL CEMENTERIO DE SUPERFICIE En la Lamina II-1 se ha representado uno de los angulos de este tipo de cementerios, con todos los elementos que puede contener. En primer lugar pueden observarse cuatro filas de tumbas excava- das en el suelo cubiertas por simples losas de piedra. En la cabecera de cada una de estas tumbas se levanta una lapida que contiene el nombre del difunto u otra leyenda ftinebre: recibe el nombre de estela. A continuaci6n, precisamente entre dos arboles que hace mas fa- cil su reconocimiento, se ha situado un templete que cobija una caja de picdra: el primero constituye el Iamado tegurium, baldaquino 0 cibo- rio, y el segundo, el sarcdfago. Al fondo, arrimado a la pared, puede verse un tejadillo soportado por el muro y dos columnas, que también cubre un sarcéfago: se trata del protectum o tegleta. Junto a la tegleta, a su izquierda, aparece una serie de arcos apoya- dos en la tierra que forman otros tantos huecos en el muro, cerrados por su parte externa. El primero aloja un sarc6fago, y los siguientes al- bergan unas simples tumbas excavadas en el suelo. Nos encontramos ante el Ilamado arcosolio. A la derecha del ciborio se levanta un pequefio edificio destinado a contener los restos mortuorios en tumbas en el suelo y en nichos en las paredes, algunas veces en vasos de piedra o de barro para las ceni- : se trata del mausoleo. Los mausoleos podfan hallarse aislados 0 adosados unos a otros, formando hileras que, a veces, constituian au- ténticas calles. En la lamina se ha dispuesto junto al mausoleo descrito otro sec- cionado para poder mostrar cémo de su suelo parte una escalera que se adentra bajo tierra. Por ella se puede penetrar en el cementerio subte- rrdneo 0, mas propiamente, en la catacumba. b) La CATACUMBA En la zona excavada de las catacumbas se encuentran los mismos elementos del cementerio externo con algunas modificaciones exigi- das por su nuevo emplazamiento. Sigamos con la descripcién de nuestra lamina. Del mausoleo que aparece cortado parte una escalera que se transforma en rampa hasta desembocar, en el interior, en una galerfa que la cruza perpendicular- mente. En la pared N de esta galeria E-O pueden observarse los /écu- los 0 nichos, excavaciones de aproximadamente dos metros de largo CATACUMBAS. ELEMENTOS 1-2 TECHO DE CALEUAS 1 cuBicuLOS. fy EWM EL CENTRO, EL BUEN PASTOR. EA LoS CUAPIELES + MEM Y EVD, LA PESURR EIGHT — === DE LAZABO, JONAS BAJo LO FADS, UN ORAMTE. FOSOR TRABAJAHDO CON UN PICO, T — COEMENTERIUM HAGHOS. ALUMBEANDOSE CON UNA LUCERNA. TECHO DE UM CUBICLLO CATACUMBS DELOS SS, MACELINOY REDEO, JAAHIQUE? LAS CATACUMBAS por cincuenta centimetros de fondo y de altura, donde se coloca el ca- dayer en direcci6n paralela a Ja pared. E) hueco se tapa con una o tres losas de piedra o de ceramica, llamadas Idpidas. También existen tumbas cavadas en el suelo de las galerfas 0 de los cubiculos, sobre todo en Si y Malta. Siguiendo por esta galeria, en direccién O, encontramos un arco- solio, ahora elevado aproximadamente un metro sobre el suelo de la galerfa. Normalmente este arcosolio de la catacumba cobija dos tum- bas, una bajo el plano horizontal donde arranca el arco cubierto tam- bién con lépidas y otra en la pared del fondo, bajo el arco. Unos estu- vieron decorados y otros no. En la misma galerfa, pero ahora en la seccién E a partir de la des- embocadura de la rampa, en su pared S, se encuentra la puerta de en- trada a un espacio semejante a una pequefia habitacién. En el caso par- ticular representado pueden apreciarse dos filas de nichos flanqueando la puerta y un arcosolio en una de sus paredes. Se trata de un cubiculo, heredero del mausoleo de la superficie, con los mismos elementos que aquél. El techo de los cubiculos suele haber sido excavado siguiendo el esquema de una béveda de arista muy plana, como queda representado en las lineas de puntos que delimitan el cubiculo gemelo del anterior. Esta forma puede apreciarse més claramente, con el tipo de decoracién que suele acompaiiarla, en la Lamina II-2, figuras 1 y 3. A continuaci6n aparece el cruce de dos galerfas, cuyos techos en forma de b6veda de cafién muy plano producen en su interseccién una béveda de arista, como puede apreciarse, también en linea de trazos, en el extremo S de la galeria N-S. Se ha representado una chimenea de ventilacién —rara vez son de iluminacion—; estos conductos suelen instalarse en el cruce de dos ga- lesfas, como puede observarse casi en el centro de 1a lamina, con un brocal de pozo de ladrillo en la superficie para impedir la cafda de obje- tos, animales o personas en él. Si estos pozos se destinan a proporcio- nar luz al interior de la catacumba se llaman /ucernarios. También pue- den tener lucernarios los cubiculos, en general mucho mayores que los de las galerfas y frecuentemente més modernos. ___ Abundan pequefias hornacinas excavadas en los muros para depo- sitar linternas de aceite que proporcionan alguna iluminaci6n a los cu- biculos 0 a las galerfas de las catacumbas. En la l4mina se encuentra un ejemplar representativo en la esquina de la galeria de bajada con la primera transversa. ARQUEOLOGIA CRISTIANA El sarc6fago pasa a instalarse en el interior, sin ninguna transfor- maci6n. El baldaquino y la tegleta, al perder toda funcién al pasar bajo tie- tra, aparecen en muy pocos casos, casi todos encerrados en el drea de Sicilia. Los estudiaremos en su lugar. Aunque no sean elementos propiamente catacumbarios, citaremos Jas catedras, también excavadas en el mismo terreno. c) DESCRIPCION DE CADA UNO DE LOS ELEMENTOS CATACUMBARIOS 1. Tumba (Lam. II-3) Es la tumba el lugar donde reposa el cadaver. El enterramiento ms sencillo consiste en una excavacién en la tierra, de unos dos metros por sesenta centimetros en su plano horizon- tal, y de un metro a metro y medio de profundidad. Una vez colocado el cadaver, suele rellenarse el hueco restante con parte de la tierra re- sultante de la excavacién. Aparece al exterior como un montén de tie- tra moldeado en forma de semicilindro achatado. El deseo de que la tierra vertida no alcance al cadaver ha producido varias modos de enterramiento. La tumba puede ser excavada de forma que un ligero escalén en sus lados mas largos permite colocar una doble hilera de tejas romanas, sobre la que se verterd la tierra de relleno. Las tejas romanas, tégulas, comunes en toda el érea mediterranea, estén formadas por una placa de barro cocido trapezoidal, con un pe- quefio realce en Jos lados mas largos (Lam. II-3, Fig. 2). También pueden revestirse los laterales de la fosa, y opcionalmen- te el fondo, con una o dos capas de tégulas. Se forma asf una especie de caja o sarcéfago primitivo, que se cubre finalmente con tejas y, so- bre ellas, se arrojard la tierra. Un modo algo mas complejo de cubrir el cadaver consiste en confeccionar con las mismas tejas una especie de tejado a dos aguas, apoyado en los laterales de la fosa 0 en su fondo. Sobre la arista horizontal que forman los dos planos inclinados, para que por ella no pueda caer tierra sobre el cadaver, se colocan unas pie- zas de barro cocido Ilamadas imbrex. Una variante de este tipo consis- te en situar este tejadillo sobre los revestimientos interiores de la fosa descritos antes. En todos estos casos, las tégulas pueden ser sustituidas por losas finas de marmol o lajas de piedra, frecuentemente de pizarra. Terminamos este apartado citando las tumbas de pozo, que cons ten en apilar unas tumbas sobre otras, separadas solamente por una ” LAS CATACUMBAS capa de tierra; estas tumbas no son visitables. Para conseguir que cada tumba sea accesible, se procede a excavar las tumbas de pozo visitable, que consisten en un pozo suficientemente ancho como para que que- pan en él una o mds personas, y en cuyas paredes se disponen las tum- bas, ahora en forma de nichos. 2. Tiimulo (Lam. H-4) Se llama timulo al elemento que se coloca encima de la tumba para protegerla y sefialar su existencia. No existe el tumulo si se cubre con arena la superficie rellenada para que la vegetacin no invada esta superficie. Una estela 0 cipo co- locado verticalmente en la cabecera de la tumba contribuye a identifi- car el lugar del enterramiento. Se dice que hay ttimulo si se amontona la tierra sobrante de la ex- cavaci6n, después de haber procedido al relleno de la tumba, sobre la superficie plana que asf queda, moldedndola con la pala en forma de medio cilindro achatado por los extremos. El ttimulo asf construido puede bafiarse con una o mis lechadas de cal, formando un recubri- miento blanco y duro que protege la tumba. En Africa y Espafia abun- dan los timulos recubiertos con esta lechada de cal sobre la que se han dispuesto complicados y bellisimos dibujos de mosaico, figurativos 0 no, conteniendo muchas veces el nombre del difunto, la fecha de de- funcién e, incluso, su retrato. El timulo simple de tierra puede ser sustituido por una pequefia construccién de piedras, trabadas por argamasa de cal o de barro, en forma de pirdmide truncada sobre un basamento. Todos estos ejemplos estan enlucidos exteriormente. Con el mismo tipo de construcci6n se realizaron también otras formas del timulo: en sigma o de mesa, en forma de herradura, que recibe estos nombres por su semejanza a la sigma maytiscula griega ocon el triclinium, y de cupa 0 tumbo, en forma de béveda de me- dio cafién cerrada en sus caras anterior y posterior con dos planos inclinados. La cubierta de acréteras que cubre una tumba consiste fundamen- talmente en una pieza de piedra tallada de una forma especial: una si- mulaci6n de tejado a dos aguas central, situado sobre un plinto, cuyas esquinas se adornan con un cuarto de esfera. El nombre de acréteras procede de los adornos que decoraban las cuatro esquinas del tejado de los templos. Ba II-3 CATACUMBAS. TUMULOS Y SARCOFAGOS CATACUMBAS. SEPULTURAS 4. | FOSA SIMPLE eens abe +08 > CUBIELTA COW PLACAS FETOEAS 0 CERAWICAS, - = STE TUMULO FIRAMIDAL [VAROS TIPOSDE CoMSTEDCHON. 4 — iy SLACA DE HEDRA, TEQULAS. = FOREADA CON TEGU- “RS eIBEGE® f LAC See CON PLACAS 0 TEC LASEN TRIADIC. ESA" O ENIGMA! “TOMES” PONICO! ees MULD DE TPO 3] [TOMO DE“CUPA’ Oo) TOMULO DEMEDIA CON ACROTERAS EN TEJADILLO ESD! SEpuTuRAs EN PO20 KO VISITA BIE. SEPULTURAS EN POZO VISITARLE. BL FONDO. (V) J-SFRRA -VILARG, [4 RECEGPOLIS BE ©. PEUCTUOSO,— TARRAGONA. 1948. SACSFACO DE MAMPOSTERIA 5 SECON AK SAPGORAGO BEREDZA cou TAPALE GC CUBIERTO DE TESO. ACROTERAS. SBCLIOW A gery SAARIGUEL. VILARG. LA WECROPOUS DE S.PRuCTUOSo = TARRAGOWA-1aa$ Ve niqued., ARQUEOLOGIA CRISTIANA 3. Sarcdfagos (Lam. II-4, Figs. 5 y 6) EI sarc6fago estd constituido por una caja de piedra, tallada en una sola pieza o fabricada con piedras 0 ladrillos unidos con mortero de cal, cubierta por una tapa de piedra. La tapa de los sarc6fagos puede ser una simple losa paralepipédi- ca, 0 tallada en forma de tejado a dos aguas, o semejante a la de acr6- teras que cubre la tumba. Las superficies de los lados del sarcéfago pueden ser lisas 0 talladas con elementos decorativos o figurativos, de- coracién que se extiende también a la tapa. De hecho, esta decoracién de los sarc6fagos constituye el inico ejemplo que ha Iegado hasta nosotros de la escultura cristiana primitiva. 4. Ciborios (Lam, 11-5) Tanto los ciborios como las tegletas no son otra cosa que un tem- plete formado por un tejadillo sostenido por cuatro columnas, en el caso del ciborio, o por dos columnas y una pared, en el caso de la te- gleta. Finalidad de ambos es proteger de la Iluvia 0 de los rayos del sol una tumba 0 un sarc6fago. Los tejados estan formados por armaduras de madera que sopor- tan una tablaz6n, sobre la cual se colocan las tejas. Las columnas pue- den ser de piedra de una sola pieza, o partidas en rodajas, 0 construi- das de ladrillos especiales aplantillados, cubiertos con una capa de cal para imitar el marmol. Si excluimos algunas representaciones de estos elementos en pinturas 0 relieves murales paganos y cristianos, apenas tenemos otra noticia de ellos. Pueden ser las tegletas de tres tipos, segiin posean un tejado de una sola pendiente, de dos o de tres. En cambio, los ciborios siempre poseyeron cuatro pendientes Tanto los ciborios como las tegletas pueden estar dotados de unas vallas de madera o de metal, los canceles, que protegen Ja tumba 0 el sarc6fago que cubren. Ya dijimos que la tegleta recibe también el nom- bre de protectum, y el ciborio los de baldaquino y tegurium. EI ciborio es un elemento propio de los cementerios y, por tanto, tiene un cardcter funerario, pero, a partir de los siglos v a vil, con la re- forma de San Pedro de Vaticano por Pelagio II, comenzaron a colocar- se altares en los presbiterios de las iglesias situéndolos sobre las tum- bas de los martires que permanecfan bajo tierra. Para sefialar que el altar tenia esta referencia, se conservé el baldaquino funerario sobre la tumba y, como consecuencia, el altar qued6 bajo él. Con el paso del 36 LAS CATACUMBAS tiempo se olvid6 el primitivo significado del baldaquino y, por la cos- tumbre de verlo sobre el altar, comenzé a cargarse de un significado eucaristico, pero su origen no tiene esta referencia. 5. Mausoleos (Lam. II-6) Los mausoleos cristianos consisten en pequefias construcciones de planta rectangular y de una sola altura, destinadas a alojar enterra- mientos en el suelo y en las paredes bajo un arcosolio, y vasijas fune- rarias en hornacinas. Estos mausoleos estuvieron cubiertos por un teja- do a dos aguas que protegia una béveda de caiién o de arista, de yeso 0 de ladrillo. Estas b6vedas estuvieron frecuentemente adornadas con pinturas o mosaicos, y las paredes, revestidas con profusién de moldu- ras que enlazaban y bordeaban las hornacinas, todo ello acompafiado de filetes y fondos de diversos colores. El conjunto mds importante de mausoleos de este tipo es el conservado en el cementerio vaticano. Algunos mausoleos enriquecieron su disposicién ampliando el re- cinto con tres dbsides que se abrian a tres arcos, uno en cada una de las paredes que no contenfan la puerta de entrada. Reciben la denomina- cidn de tricoras 0 triconchas. Alguno de estos mausoleos posey6 una cripta subterrdnea. 6. Columbarios (Lam. II-6, Fig. 3) Son edificaciones compuestas por muros gruesos a fin de propor- cionar grandes superficies donde se puedan abrir gran cantidad de ni- chos para contener las urnas con las cenizas mortuorias, Naturalmente, nunca fueron cristianos. Se Ilaman columbarios por su semejanza con los palomares. 7. Galerias (Lém. II-7) Penetrando en el subsuelo de las catacumbas, el primer elemento que hemos de abordar es el de las galerfas. Son éstas, por lo general, estrechos y altos corredores, con nichos y arcosolios en sus paredes para guardar los restos funerarios. Salvo en contadas excepciones, no pueden ser consideradas las galerias como lugares de paso; su funcién principal fue en todo caso funeraria, aunque el transito por ellas permitiera el acceso a la tumba de algtin familiar o de algtin mértir. La angostura general de las gale- CATACUMBAS. ELEMENTOS SOBRE TIERRA IL-5 CATACUMBAS. MAUSOLEOS. COLUMBARIOS 1-0 1. 4. Haass ‘SIM CANCELES. TecuRwn, BALDAQUIMO. : CIBORIO. WAUSOLEO “E"-DE AEUUS TYRANNUS- TEJA NECROPOLIS, VATICANA. CON CANCELES, LNs LLNS. SS Yh ER SS § Se PROTECTUM, TEGLATA. LEO. PLANTAL BAL DE AUGUSTO. JBANCHI BANDINELLI. BONA, CENTEO DE POBEE.. HADD. 1710. DRANG ARQUEOLOGIA CRISTIANA rias y la falta total de ventilacion en cuanto se penetra unos metros por ellas, pues los lucernarios o chimeneas son muy escasos, hace imposi- ble la permanencia en ellas de un grupo considerable de personas du- rante un tiempo prolongado. Se excavan las galerfas, a medida que es necesario realizar nuevos sepelios, de forma alternada, primero en la direccién de la galeria pri- mera y principal, después comenzando una transversal, mas adelante prolongando la primera y la segunda, hasta que sea preciso comenzar una nueva transversa, y asf sucesivamente. Esta excavaci6n produce un gran volumen de tierra y escombros que es necesario retirar, casi siem- pre por un largo camino hasta la entrada de la catacumba, o hasta uno de los pocos pozos que puedan encontrarse. Para simplificar este pro- blema los excavadores rellenaron con el material de desecho viejas ga- lerias ya completas con tumbas olvidadas. En algtin caso se aprovech6 el relleno para depositar nuevos restos en capas horizontales bajo los sucesivos suelos. Para ampliar una galeria ya existente, se elev6 el techo o se rebajé el suelo, produciéndose asi la anomalia de que en una pared pueda ser més antigua la banda central que la superior y la inferior. Es evidente que lo mismo ocurre, por lo general, con cada cata- cumba tomada en todo su conjunto, puesto que las galerfas mas pro- fundas suelen corresponder a fechas més recientes que las superiores. 8. Nichos (Lam. II-8) Normalmente, los nichos 0 /dculos son excavaciones realizadas en las paredes de las galerfas o de los cubjculos para contener un ca- daver, extendido y paralelo a la superficie de la pared. Sus medidas corresponden a su funcién: 1,70 a 2 metros de largo por 45 a 60 cen- timetros de profundidad y de alto. En nimero mucho menor que los anteriores, existen también nichos en que el cadaver se dispone per- pendicular a la pared, apareciendo en esta diltima una boca cuadrada de unos 50 centimetros de lado. Por ser caracteristicos de la tumbas he- breas, y recordar la parte externa de un horno, se llamas comtinmente hebreos 0 de boca de horno. Los cadaveres se enterraban envueltos en uno o mas pafios llama- dos sudarios, desprovistos de todo adorno, aunque alguna vez haya aparecido un objeto de orden menor junto a ellos, como monedas 0 al- guin utensilio que us6 en vida aquel cuyos restos reposan alli. De este Ultimo tipo es digno de recuerdo cierta abundancia de mufiecas en tum- bas infantiles. = ~— = FOMA-CATACDUA DE 3. PANFILO. 1d ~ CULOS INTACTOS, COH EL MORTERO DE COL. S, ROMA ~ CATACUMPA DE DOHITILA . CONFLUBNCIADE GALERIAS NICHOS ABIERTOD. a et —. TOMA. CATACUMBA DE PEISCILA. HIVN) il mn, CFR, J. LOCA SALLENT. FL ARTE DE LAS CATACUMBAS, BARCELONA. 1945, 1A Seiya ARQUEOLOGIA CRISTIANA El nicho ha de quedar herméticamente cerrado, después de haber sido dejado en él el cadaver, para impedir la salida de los gases de la putrefaccidn. Esto se consigue tapando el hueco con una o mas placas de piedra 0 de cerémica, unidas entre sf, en el caso de ser mas de una, y con los bordes de la excavacién del nicho por medio de un mortero de cal. Se llama /dpida a la placa de piedra tinica que tapa todo el nicho, pero, por extensidn, se denominan también asi las placas de piedra o de cerémica, casi siempre en nimero de tres, que sustituyen la tinica de piedra. La masa de mortero que une Jas ldpidas con la pared suele ser muy gruesa, apareciendo al exterior de forma muy patente. Las l4pidas pueden ser lisas en su cara externa, con el nombre del difunto escrito encima con una tintura roja, 0 decoradas con inscrip- ciones o representaciones figurativas, gravadas o esculpidas, estas tlti- mas més raras. 9. Arcosolios (Lam. II-9) mos que los arcosolios del interior de las catacumbas son semejantes a los exteriores, pero excavados en las paredes de las gale- rfas o de los cubiculos, y que se elevan aproximadamente un metro so- bre el suelo de los mismos. El arcosolio tipico puede complicarse con decoracién arquitecté- nica que disimula su forma primitiva, hasta perder su caracteristica de arco. 10. Cubiculos (Lam. H-10) Heredero de los mausoleos, el cubiculo es el elemento mas impor- tante de las catacumbas. Los cubjculos estén constituidos por un espa- cio rectangular excavado en el subsuelo del cementerio, compuesto por cuatro paredes y un techo tallado en forma de béveda de cafién de medio punto 0 vaida, o de arista. La decoracién puede extenderse por las paredes y el techo. Los enterramientos se reparten en nichos y ar- cosolios. Generalmente el ntimero de arcosolios es de tres, situados en las tres paredes que no contienen la puerta de entrada al cubiculo, ya sea esta entrada desde la galerfa o desde otro cubiculo. ao LAS CATACUMBAS 11. Otros elementos de las catacumbas a) Baldaquinos (Lam. H-12) El baldaquino y la tegleta dejan de tener utilidad si son trasladados al subsuelo, pues su funcién protectora desaparece. Son muy raros, si exceptuamos a los descubiertos en los hipogeos de Sicilia, donde abundan. Toman allf una forma extrafia al transformar el dintel entre columnas en arcos labrados en el terreno, cuyo arranque parte de la su- perticie horizontal del borde del sarc6fago. b) Escaleras (Lam. H-11, Figs. 2 y 3) Puede admitirse como teoria general que las escaleras primitivas son angostas, de techos altos, y sus paredes fueron aprovechadas para excavar en ellas nichos y hasta arcosolios. Sin embargo, muchas de Jas escaleras realizadas en las catacumbas a partir del siglo iv tenfan por objeto facilitar el acceso de un grupo numeroso de fieles hasta la tumba de algtin mértir o conjunto de miirtires, que gozaron de una ma- yor veneracion. Por ello, son mas anchas y, en general, mas largas, pues suelen Iegar directamente desde la superficie al cubsculo o lugar de la galeria deseados, atravesando frecuentemente mas de un piso de la catacumba. El desarrollo de sus peldafios es mas cémodo, de menor pendiente. También estas escaleras alojan nichos en sus paredes, pues el uso funerario de las catacumbas duré, como sabemos, hasta entrado el siglo vi. c) Chimeneas y lucernarios (Lam. I-11. Fig. 4) Las chimeneas tuvieron la funcién de ventilacién y de extraccién de materiales. En cambio, los lucernarios fueron destinados a la ilumi- naci6n de algtin cubiculo, escalera o galeria. En general, son todos posteriores a la paz de la Iglesia, mucho més amplios que las chimene- as, y poseen algunos nichos e incluso decoraci6n pictérica. d) Catedras (Lam. H-11, Fig. 1) Son asientos con brazos y respaldo tallados en el mismo material de las paredes de la catacumba, que aparecen tardiamente en cubiculos y galerfas. CATACUMBAS. NICcHOs T-8 in { | vv to. Apipa, |} idcure. SACERLOCVS | SACKILEGE* CAVEMALY! | || \ DOMITILA OD) LB SE of on | 4. | OR Ocys FUMIN oe | [ Tait SMEAFORIN © HfoSoRE | _ a a | vomits, DOMITILA. | ( pavicTORAgY EVUETANINE $ A | le SEBASTIAN. | \ FAVSTINIANUA ee 1 ig WZ.O-Oud-P , 4 OMA DEL "COBICULO DE JA tRique CFR FTOLOTTL, RAC. 4984. (4. LK. 4-2) _ 98, - i a ee Er Testi! *AecHEOLOGIA CRLITIBNA.”0.¢ ¥y.221, JONAS. NEL Th PAVIA, 0.0 LAS CATACUMBAS DE ROMA 1. El cementerio vaticano (Lams. IV-4 y IV-5) Es propiamente un cementerio de superficie, sin zona catacumba- tia, que debié de comenzar en los primeros afios del siglo 1 d. C., 0 quiza en el anterior. De él conocemos dos filas de mausoleos que for- man una calle, un columbario, el lugar, de historia muy complicada, en que estuvo enterrado el cuerpo de San Pedro, y algunos pormenores mas. En direcci6n practicamente de norte a sur, al occidente de la ciu- dad de Roma, se suceden las colinas del sistema montaiioso del Jani- culun. Una de ellas, la mas préxima a la Urbe, se denomina Mons Vaticanum'. Entre el monte Vaticano y el rio Tiber se extiende una Ila- nura insalubre y de muy poco cultivo Hamada Ager Vaticanus. De este a oeste era recorrida 1a Hanura por la via Cornelia, paralela al rio Tiber, hasta el punto en que éste dobla su curso hacia el sur, mientras que la via permanecfa recta (Lam. IV-5, Fig. 1). A partir de los tiempos de Agripina (14 a. C. a 33 d. C.), la lanura casi deshabitada cobré importancia al decidir la emperatriz construir alli una villa de descanso, el Hortus Agrippinae. Su hijo Gaio —o Caio—, conocido como Giulio Cesare Germanico 0 Caligula (12 a 41 d. C.), hizo Jevantar en el extremo occidental de la villa un circo priva- do que se extendia a lo largo de la via Cornelia y alcanzaba la colina vaticana. E] emperador Nerén Lucio Domicio (37 a 86 d. C.) ampli y enri- quecié el circo, de forma que pasé a ser el segundo de la capital del Imperio, inmediatamente después del Circo Maximo. Unié el Hortus Agrippinae con la ciudad por una via y un puente monumental, el puente de Nerén, de donde partia hacia al norte la via Triunfalis, atra- vesando perpendicularmente la via Cornelia. Al norte de la via Cornelia, casi desde el lugar en que se separa del Tiber hasta Ilegar a las montafias, fueron apareciendo, a partir del siglo 1d. C., pequefias edificaciones funerarias —mausoleos, pirémi- des, etc.— e incluso areas cementeriales formadas por tumbas pobres en el suelo y alguna que otra edificacion. Una de estas areas, precisa- mente la situada mis al oeste, recibia el nombre de cementerio vatica- no, de modo que se extendia a lo largo de la via Cornelia, casi en toda la longitud del circo de Nerén. A finales del siglo I fueron enterrados 1. Cfr, para todo este apartado, Alberto Carlo Carpicecn, La fidhrica di S. Pietro, xt CATACUMBAS, ROMA. VATICANO a EEE, svisaL v, oon ASS QAVNIMOOT “OMAIWIE SPAIID He = “ONWadSL TAd HOITNIDHL 2.98 Eqecio s., EDM ee + 4 Harcres be . Su. pagaita, “| KPH gpKe No EXCAYADO 0 5 40 45. 10m Patent CFR. ALBERTO C.CARPICEC! JA FABRICA. DIS PIETR: i 2. ANONIHO. Fit sal BI IDEH. c1STRRNA, Q.COLUMBALIO Y ‘Aecosolics, 5. BHOMINO. oR ou Lises 1 ~~ 77H o nk Lot Marvetios S$. THBet cet Tlouar RECESS, DE TREBELLENA URC . LN U, AUONIHO. SAV N. DE Los aEsuiios. HLDE Lo§ soLiot L.DE los COETENOS HENORS, ‘TDE CAETEHMIA RICKS Ho bE Los VALEReS, us G, ANdMIHO. F.DE Los cAETE- ber MATORES. SLUT. Pag Avo Cob TOMeM ChurTiAcet DE LOS AELIOS FAG ALO. 4p PASH, Couns 20 DEL Lt. Ph SAUe C.DE Lot Lor. PARIS BBL DE FRINID SLIT. REFORMA cers. 0 ATE C.PORMDE LORE OS LaiRigury LAS CATACUMBAS DE ROMA Jos restos mortales de San Pedro en una humilde tumba de este cemen- terio. Mas adelante entraremos en su estudio. Conservamos unos veinte mausoleos alineados en dos filas, de los que formaban una de las calles del cementerio, quizé la principal, to- dos de los siglos 11 0 10, con posibles enterramientos en su interior del siglo 1v. Todos estén edificados segtin programas muy semejantes: ali- neados en la misma acera, adosdndose unos a otros, tienen en el exte- rior una fachada de ladrillo visto, con molduras del mismo material, una puerta y, sobre ella, una lépida con el nombre de su propietario, flanqueada generalmente por dos ventanas muy estrechas. En el inte- rior, decoraciones de pintura, yeso y mosaico. Estudiaremos solamente los mausoleos que pudieron intervenir en la confesién de San Pedro (Lam., IV-4). EI mausoleo O 0 de los Matuccios queda situado bajo la confesién actual, de forma que la estatua de Pio VI descansa sobre el Abside del muro norte del mausoleo. Su planta es mds compleja que Ja de los an- teriores: la cella central, con nichos para urnas cinerarias, est flan- queada por tres corredores que la envuelven por sus lados sur, este y oeste. El corredor del lado oeste tiene una escalera que asciende hasta una entrada lateral mas elevada en la falda de la colina. Este muro de envoltura esta construido, en parte, de opus reticulatum, lo que hace posible el ser fechado a los comienzos del siglo 11, lo mas tarde hasta Adriano, muerto en 138. E] titulo de la puerta esta bastante deteriora- do, pero nos permite saber que el mausoleo lo hicieron para T. Matuc- cio Pallanti dos de sus libertos. El interior se encuentra Ileno de tum- bas cristianas mds recientes, quiz4 debido a la proximidad a la tumba de San Pedro. Muy pronto, o casi al mismo tiempo en que se levanté el mauso- leo O, Je fueron adosados a la fachada sur dos mausoleos, el T y el U, hoy en muy mal estado de conservacién. Mausoleo T 0 de Trebellena Flacilla, segin la inscripcién de una urna funeraria de piedra colocada en uno de los nichos superiores, mandada realizar por su madre Valeria Taecina. En su interior se en- contré una moneda de tiempos de Constantino. Mausoleo U, anénimo, conserva una bella decoracién de tipo pompeyano. La béveda fue invadida por enterramientos bajo la basili- ca constantiniana. Mausoleo S, anénimo, muy dafiado por los cimientos de una de Jas columnas del baldaquino de Bernini, posterior a O y anterior a T, U y R, se fecha en la mitad del siglo n. RS CEMENTERIO VATICANO. SITUACION EN EL SIGLO I IV-5 LAS CATACUMBAS DE ROMA es Mausoleo R, anénimo, esté muy deteriorado: su fachada sur ha desaparecido por la construcci6n del dbside constantiniano, y cl inte- rior por la cimentacién de otra de las columnas del baldaquino de Ber- nini. Se han podido retirar algunas sepulturas cristianas postconstanti- nianas, la tapa de un sarcéfago dedicado a un tal Flavio Agricola de Tibur, del siglo in, y tres sarc6fagos de Ja época severiana (193 a 235). EI mausoleo debié de ser construido poco después de S, a mediados del siglo 11, y los sarc6fagos fueron Ilegando mas tarde. Mausoleo R’, adosado al precedente, esta casi destruido por la cimentacién de la Capilla Clementina. Enlosado con opus signinum, tiene una cisterna en el 4ngulo noreste. Abre una puerta a uno de los Ga tramos de la escalera de acceso a Q. Es la tinica construccién de la ne- cs cr6polis que no tiene la puerta de ingreso orientada al sur. Columbario Q. Bastante destruido por los cimientos de otra de las vhs columnas del baldaquino de Bernini, es una construcci6n funeraria a Me cielo abierto, de dos pisos, con el suelo del inferior cubierto con un EE mosaico de basalto, con arcosolios y l6culos cerrados por losas en las paredes. Su fecha ha de situarse en el dltimo cuarto del siglo 1. Espacio libre P, donde se encuentra el enterramiento del cuerpo de a San Pedro. Toda la zona comprendida entre R, R’, S y O sera estudiada con detenimiento mas adelante. Jk RIQU ER EM PELACION CONEL CIECO TLA BASILICK CONSTANTIN] AME | SELCIGH TRANSVERSAL NORTE-Sok LAS DOS CALLES PRINCIPALES DE HKUSOLEOS El origen de todos es pagano, aunque algunos fueron utilizados para conservar cuerpos de cristianos, y también, algunos, recibieron | una decoracién cristiana seguramente posterior a su construccién. i Al ocuparnos de Ja historia de 1a tumba de San Pedro volveremos. | sobre este tema con mayor detalle en lo que interesa a la arqueologia cristiana. B. PRINCIPALES CATACUMBAS DE ROMA Tres son las catacumbas mas importantes de la Ciudad Etema, tanto | por su extensién como por el interés y antigiiedad de sus restos ar- queoldgicos e histéricos: las de Priscila, de Domitila y de San Calixto. “QPADAS DEL cIECO a EE a) CATACUMBA DE PRIscILA (Lam. I'V-6) Es una de las catacumbas mayores de Roma, distribuida en dos ni- veles, cl superior de los siglos 1 y m, y el inferior del siglo Iv 0, a lo eS CFR. ALBERTO C, CARPICECL." LM FABRICA DI SV ILTKO" tag. 10 oe CATACUMBAS. ROMA. PRISCILA IV-6 ea : + - NIVEL T. — j \ |ARENARIO, ACEMTCADA ACTUAL [ Gt = %, SALIDA ACTUAL. SN Herrera ee VIRGEN GOH BL NINO. : y ” Luceenapo- sNuuadciot, 4 | | I | ei le B. DAC BTL. "PRISCULE"- 10 1766. Jb IRIGUER LAS CATACUMBAS DE ROMA mas, finales del i. Hoy tiene su entrada en la via Salaria n.° 430, pero originalmente el cementerio de Priscila estuvo constituido por diversos ntcleos cementeriales y catacumbarios independientes, con entradas ¥ escaleras propias cada uno de ellos. De los enterramientos y mausole- os al aire libre que cubrian una gran extensi6n apenas queda rastro. De las realizaciones bajo tierra, dos zonas se remontan al siglo 1: la primera (Lam. IV-7), constituida por el primitivo hipogeo de la fa- milia de la matrona Priscila, esta formado por dos grandes galerias en Angulo, una de ellas abovedada, el llamado criptopértico, algunos cu- biculos, y un aula cultual denominada capilla griega, por dos inscrip- ciones en este idioma que se encuentran en ella; la segunda, por el hi- pogeo de los Acilios. Pronto debieron de comunicarse Jas dos. Probablemente, la propietaria, Priscila, cedié a la Iglesia un terre- no situado al sur y al este de su hipogeo, que inclufa un gran arenario, y alli se form6 una gran catacumba casi exclusivamente cristiana, con entrada propia, que Ilena el siglo III. A finales es este siglo debieron de quedar ya incluidos en un solo hipogeo los nticleos anteriores, con ta ampliacién del hipogeo de los Acilios, y, ya en el 1v, comenzé la exca- vacion del segundo nivel. El criptopértico y sus ambientes anejos (Lam. IV-7) constituyen una organizacion semejante a la que tuvieron los edificios de superfi- cie destinados a los refrigerios y cultos funerarios. Est4 en parte exca- vado en el tufo y en parte construido de mamposteria y ladrillo, espe- cialmente las bévedas de cruceria que lo cubren. No tiene decoracién pictérica, La capilla griega (Lams. IV-7 y IV-8) est formada por un peque- fio espacio rectangular cubierto por béveda de cafién, partida por un arco transverso, y rematado en la cabecera por tres dbsides, quiza no excavados todos en el mismo tiempo. Un banco corre a Io largo de la pared sur e invade el abside de la cabecera norte. Originariamente debié de ser pagana, quiz4 destinada solamente a los banquetes funerarios, pero, en la primera mitad del siglo nt fue ce- rrado el dbside del fondo con una pared, precisamente la que contiene las dos frases griegas, y cubiertas las superficies de sus paredes y de su béveda por pinturas cristianas. Todos los paramentos de la capilla, asi como la béveda, estén pintados, las zonas bajas imitando un zécalo de mérmol, las altas y la béveda con escenas de la Sagrada Escritura y una litérgica, todas contempordneas, muy probablemente pintadas por la misma mano. Ademias, el clenco de estas pinturas cubre, en una bue- na parte, la tematica que sera propia de toda la pintura catacumbaria hasta el siglo v, dando testimonio de un hecho verdaderamente impor- RT CATACUMBAS. ROMA. PRISCILA Iv-7 ‘a \ SSR Ney: We CEIPTORORTICO. SECC. K.P TORARTICO. B.CAPILLA CRIEGA. | Co NINFEO | Hirogeo PF. Les AcuIeS | p. ENTRADA PRIMITIUS DEL HiPOSEO. ELLENTRADE PRIMITIVE OF PRISCLD, F GALECIA PRINCIPAL 6 GIBICULO PIN TBO DE cRESCENCIO H coHSeA DE Jor KeL0S fm copicuta DE HARCELIO N.CUBICULO DE IAATA PRISCA, | 0, FICLERA DELS. V, QUE | Seva Au abBsiTE DE [.fuvetTes, cre. TAIL LAS CATACUMBAS DE ROMA tante: a comienzos del siglo 11 el arte cristiano funerario esta ya casi plenamente formado, tanto en sus temas como en la forma en que son representados, constituyendo tipos que, con pocas variantes, serdn re- petidos una y otra vez. Asf aparecen, del Antiguo Testamento, Noé en el arca, el sacrificio de Abrahan, Moisés golpeando la roca de Horeb en Raphidim, de la que man6 agua, los tres jévenes en el horno de Babilonia, Daniel en el foso de los leones, y el ciclo de Daniel y Susana. Del Nuevo Testa- mento, la Epifania, la curacién del paralitico de la piscina probitica. Y, como representacién de escenas de la liturgia, la fraccio panis 0 dgape (Lam. III-S, Fig. 1; Lam. I-8, Fig. 3; Lam. [II-12, Figs. | y 2; Lam. If1-14, Fig. 1; Lam. IV-9). La béveda, muy estropeada, debié tener la representacién tradicio- nal de las cuatro estaciones, solamente conservada la del verano, como una cabeza dentro de un circulo vegetal. Se puede reconocer la zona baja de la representacién del paralitico portando sobre su espalda la camilla. La segunda regién primitiva, ta Hamada de los Acilios (Lam. IV- 7), con caracteristicas claras de tumba familiar, dotada de grandes hor- nacinas para alojar sarc6fagos, con decoracién de estuco blanco y pin- turas. Sucesivamente fue enriquecida con revestimientos de marmol en las paredes y mosaicos en las hornacinas. Varias inscripciones, algunas con seguridad paganas y otras cristianas, se refieren a la gens Acilia. Junto al hipogeo de los Acilios se encuentra un grupo de cubiculos independientes con escalera propia, que muy pronto se unié con el presbiterio de la basilica de San Silvestre a través de una escalera. La regién del arenario (Lam. IV-6), también independiente en su origen, es la mas extensa del nivel primero, y se desarrollé durante los siglos 1 y I. Se entraba por una amplia escalera que desembocaba en una galeria con grandes nichos en la que, mds adelante y en un lugar distante unos 10 metros del final de la escalera, fue abierto un lucerna- rio que atravesaba hasta el segundo nivel. En ella se encuentran dos pinturas importantes: en la primera (Lam. IV-9, Fig. 3), nuestra Sejio- ra, sentada de frente al observador, mantiene al Niiio entre sus brazos, mientras un profeta, quizd Balaam, tiene un rollo en su mano izquier- da y, con la derecha, sefiala a una estrella. Se encuentra en el arranque derecho del intradés de un arcosolio decorado con un Buen Pastor de estuco blanco en el centro; ramajes con hojas y frutos cubren el resto de la superficie. Todo ello es de la segunda mitad del siglo 11. En la segunda (Lam. IV-9, Fig. 2), una figura femenina esta senta- da en una catedra y, tiene ante sf una figura masculina de pie. Tradi- CATACUMBAS. PRISCILA. ARENARIO Iv-9 HUY PRONTO SE CONDETIA EL ABSIDE YAPARECEM LAS PINTURAS T LAS INSCRIPCIONES GRIEGAS es] FARED A. ESCENA DE SUSANA, LA ACUSACIGN, EL FARALITICO CORABO. CPR ANDRE GRABER. "ELPRIHER ARTE CUISTISNO,” MADRID. 1963. OC. 144-715. SAIRIQUED. —+ | LA AMUNCIACIGN. [CFE ANDeD’ ceawae SBLTRIHRE ADTE CELTTUNO™ HADRID 1967. 3b,Ficun2. ARQUEOLOGIA CRISTIANA cionalmente se interpreta como una representacién de la Anunciacién. Sin duda es de finales del siglo 1. En estas galerias abundan los Iéculos cerrados por placas de ceré- mica con inscripciones en color rojo, conservadas bajo muros de re- fuerzo de ladrillo posteriores, hoy descubiertas. Avanzando en el mismo nivel hacia el sur se llega a una nueva re- gin, ya del siglo m avanzado, en la cual se encuentran dos cubiculos con pinturas. En el primero (Lam. IV-9, Fig. 1), Hamado de la velatio, se representa en el luneto frontal y en su centro una gran orante; a la izquierda, un anciano sentado tiene ante sf una mujer joven en pie, acompafiada por una figura masculina, también joven, tras ella; a la derecha, una mujer sentada tiene sobre sus rodillas un nifio. En la pa- red de la izquierda del cubiculo se encuentra representado el episodio del sacrificio de Abrahdn, y en la de la derecha, el de los tres jovenes en el horno (Lam. III-5, Fig. 2), vestidos a la frigia, sobre grandes Ia- mas, y una paloma sobre sus cabezas, simbolo del Espiritu Santo. En el techo aparece el Buen Pastor en el centro, y el ciclo de Jonas, paja- Tos y un pavo real, en los paneles que rodean a éste. El segundo cubiculo mencionado (Lam. IV-6) tiene pintada en el luneto de un arcosolio la escena del transporte de unos toneles. Se le denomina comtnmente como el cubicolo delle bottai. El segundo nivel (Lam. I'V-6) esta situado a bastante profundidad y consta de dos grandes galerfas con dos entradas independientes. Es buena muestra de las excavaciones regulares realizadas a partir del si- glo tv, y contiene miles de cubjculos, algunos con inscripciones de in- terés. El lucernario ya citado y dos escaleras de considerable longitud que conducen a otras dos. nas completan los elementos mas im- portantes que retine esta secci6n tardfa de la catacumba de Priscila. b) CatacumBa DE DomitiLa (Lams. IV-10 y IV-11) La catacumba de Domitila tiene su entrada en la via delle Sette Chiese n.° 282, entre la plaza dei Navigatori y el primer tramo de la via Ardeatina. Se cuenta entre las mas antiguas y mds extensas de Roma, con un desarrollo de sus galerfas que alcanza, sumando la lon- gitud de todas, los 12 kilémetros. Se form6 a partir de algunos hipo- geos familiares excavados en una propiedad de Flavia Domitila, situa- da en la pendiente muy pronunciada de una pequefia colina, cedida por su duefia a sus libertos. Es muy posible que esta Flavia Domitila fuera sobrina de Flavio Clemente, cénsul en el afio 95 d. C., emparen- yg? ww CATACUMBAS. ROMA. DOMITILA 42. CUBICOL DIL Savane. 13.LA EPIYAnIA DE Lot Cosreo REYES J4.ARCDSDUD DE LA ADORACIBN. J5.CBIPTA DEL BUEN, PASTBR..- NIVEL I=, {6.108 "PIS TORES* ‘VT.ARLOTDLID DEL RUE verte. 18, CRIPTA DE LOS Crit SANTO. 419. CUBICULD DE AMPLIATO. = 200. 20.ARCOTOLNO CON CEISTO Y Los APoT. = 2. CUBICULB CON PrsTUPAT DEL tI 2LWBIEULO DE ORFED. h. IVEL I. - AHIPOCED DE LOS FLANIDS, 2, LUBICULO DEL AMOR. - ‘3 REGWN DE FLAVA A. INSCRIPCION DE. ‘FLAN S. (AURELOS). 5, CUBICOLO DE YENERAHDA G.CUBTD DIDS og APOSTOLES "7 7 cupicoto on rams —) bidcents, ‘| A | S.becosoLin vas Hpsasco, ATT S.CUBICULO DE EOLA. Ff (O.COBICUIODE AT. 5 PESTITUTO. | 41. CUBIC) DE DAVID. — A Toe nseancia, 1, | |B. NERIOY 4QuILEO WNVJF) ere ARQUEOLOGIA CRISTIANA tado con la familia imperial. Flavia Domitila fue desterrada a la isla de Ponza, al declararse cristiana, donde murié por orden de Domi- ciano. La catacumba tiene dos niveles principales, y otros dos menos im- portantes y tardios. Debe empezarse el estudio de la catacumba de Domitila con la descripcién de tres zonas que, en origen, constituyeron otros tantos hi- pogeos independientes y, mas adelante, quedaron unidas por nuevas galerias: de Ampliato, de los Flavios-Aurelios y de los Flavios. EI nicleo de Ampliato esta situado a gran profundidad, en el se- gundo nivel (Lam. IV-10, Fig. 1. F-b y Lam. IV-11), y consta de un cu- biculo adornado con pinturas, otro cubiculo perpendicular al anterior, una galerfa y la escalera, todo realizado a comienzos del siglo II. No tiene ninguna alusion al cristianismo. También de la segunda mitad el siglo 11 es la regién de los Flavios-Aurelios (Lam. IV-10, Fig. 2. G-H-i y Lam. IV-11), de pequefia extensién, pues los propietarios iniciales no ampliaron su catacumba excavando mas tramos de galeria, sino que lo hicieron bajando el suelo de las abiertas en un principio, una y otra vez, de forma que alcanzan una altura excepcional. Tuvo escalera pro- pia, hoy destruida por el muro izquierdo de la basilica del siglo tv. A finales del siglo m, en la zona cercana al niicleo de los Flavios- Aurelios y en una en una cripta del segundo nivel, fueron depositados los cuerpos de los santos Nereo y Aquileo. La cripta fue transformada mas adelante por el papa San Damaso (366-384) en una pequefia basi- lica que asomaba por encima de la superficie del terreno (Lam. IV-14), ampliada por el papa Sirico entre los afios 390 a 395. Detrds del abside de la basflica antes aludida surgid, también en el siglo IV, un grupo reducido de galerias y cubiculos destinado a los cuerpos de aquellos que querian ser enterrados cuando murieran cerca de los martires —el llamado retrosanctos (Lam. IV-15, Fig. 3), donde se encuentra un pequefio cubfculo en el que aparece, en el luneto del arcosolio frontal, la pintura de Vencranda conducida a la gloria, repre- sentada en forma de Agape, por Santa Petronila (Lam. IV-15, Figs. | y 2). Los nombres de las dos mujeres estan escritos sobre sus cabezas. Santa Petronila sefiala con la mano izquierda una bolsa de cuero lena de los rollos (voli#menes) que contienen la Sagrada Escritura. La pintu- ra es de la segunda mitad del siglo Iv. La tercera regi6n la forma el hipogeo de los Flavios (Lam. YV-10. Fig. 2. E-h-i y Lam. IV-16). Antes del Ja primera mitad del siglo 11 fue abierta en la colina una gran galeria a Ja que se accedfa por una breve rampa desde el exterior, con grandes hornacinas —no cubiculos— 94 CATACUMBAS. ROMA. DOMITILA Iv-11 I TLATA SIMPLIFICADA DE C. FAVIA. [S88 SANTOS. FASTOR. Aor ee ty cuba “31 Cus cu1o ve vavip) Wj y PISTORES 1 ot tt \- = SR] AECOSOLIO DE LOS CUATED BEYES: lees ! [7 oa, (ARCOSOMO DE LA EPIFAHIA, ZX ae ae cupicuio 3£ meee we CUBICULO DELOS APcsTolts PR-I QUEHOS. So < ; VESTIBULO + AWPLIACIOW EYTERNA FLAVIA, fe. ESCALELA QUE WEVA AL I HIVEL HIVEL | TAS ABAJO, A UN ALJIBE. IVEL Wh CFR, CARLO PAVIA." |L LAIRINTO DELLE CATACOMBE! UDINE, ITALIA. 1983, TNCUENTRO DE DOS GALERIAS DEL hI- VEL T#, ARCOSOLIO, LOCULOS PARA } INFANTES En LA ES@uinA Y CoLunnA | TALLADA EN EL “TuFo" 5 | CPR. FAREIZI0 ONCIMELLD CATACUMBAT DE ROMI" FIREMZE. 199, LAS CATACUMBAS DE ROMA destinadas a albergar sarc6fagos. Todo el conjunto estuvo pintado con decoracién de ramas de vides y adornos geométricos de listeles rojos sobre fondo blanco. Aunque fue en origen pagano, aparecen algunas escenas del Antiguo Testamento, como las de Daniel y de Noé. Hoy se reconoce bien la pintura, pero est muy deteriorada. Muy poco tiempo después fue afiadida a la entrada una construc- cién de ladrillo rectangular, a modo de vestibulo con dos bancos late- rales, y algo mas tarde, una sala destinada a banquetes funerarios de planta angular, adosada a la falda de la colina, a la derecha del vestibu- lo, cubierta con béveda de arista, con un pequefio habitaculo de uso desconocido. En cambio, si sabemos para qué fue edificado el habité- culo del lado derecho: para alojar el brocal de un pozo de once metros de profundidad y un depésito, que se Henaba de agua, clevandola a fuerza de brazos, y corrfa a través de un cafio de plomo, todavia hoy in situ, de alli se recogia en las anforas que habjan de transportarla hasta Jos comensales. Todo el ambiente estuvo pintado con un zécalo rojo hasta un me- tro y medio de altura, y listeles, también rojos, formando paneles que en el centro Hevaban pequefias decoraciones florales. El conjunto completo es de la mayor importancia, pues constituye uno de los restos mejor conservados de la organizacién funeraria ex- terna de los hipogeos, tanto paganos como cristianos. Al construir la sala en angulo (B) qued6 unida a un cubiculo antes existente, que debja de tener entrada propia desde la falda de la colina, decorada con figuras pequefias del Amor y Psyche, con la clasica divi- sin de paneles del siglo 1 ya aludida. Pasaremos ahora a describir otros elementos interesantes de la ca- tacumba de Domitila. Sin alejarnos mucho de Ja zona de los Flavios, encontramos una escalera (Lam. I'V-10, Fig. 2. E. f-h. Lams. IV-11 y LV-16), que atravie- sa cuatro niveles de la catacumba y lleva, atin mas profundo, hasta un depésito de agua. Todo lo que sigue puede localizarse con facilidad en las laminas IV-10y IV-11. También en una zona cercana, en direcci6n oeste, se hallan los cu- biculos lamados, el primero, de los Apéstoles pequefios debido a un arcosolio que les representaba en el intrad6s de su arco, en torno a la figura del Salvador. El luneto debja de contener el retrato orante del di- funto incluido en un recuadro, hoy perdido, mientras que se conservan muy bien las figuras e San Pedro y de San Pablo que flanquean dicho recuadro. 07 CATACUMBAS. DOMITILA IV-13 CATACUMBAS. DomITILA. BASILICA Iv-14 HIPOCEO DE 10S AURELIOS. DOVEDA DE UN CUBICULO PAGA~ NO, QUIZA COM ESCENA CENTRAL DE INICIACI@N Ert LOS MISTEEIOS, ocr GALERIAS Y ENITERRAt fOS DE 1 4 2 - TRESONAdE Ph POSIBLERENTE FE PLANTA LUA Ls PRIMITIVA CAPILLA DE LOS SANTOS HEREOY AQUILEO, FERED LA IGLESIA SrriHIPOGEA DL FINALES DEL S.1V. ——s 0.24.6.8.10 20. 024, 68. 10. JA THIGUEZ, JAINIGUEZ ARQUEOLOGIA CRISTIANA Muy cercano a éste se encuentra el cubiculo del fosor Didgenes. Tuvo la figura del fosor realizada en mosaico, hoy perdida, asf como la dedicatoria de su tumba, conservada, pero no en su lugar original: «DIOGENES FOSSOR IN PACE DEPOSITUS OCTABV KALEN- DAS OCTOBRIS». Ambos son del siglo Iv. Al sur de la regién de los Flavios-Aurelios, siempre en el nivel I, se encuentra el cubiculo de Eulalio, ricamente decorado con dibujos geométricos y vegetales en tinta roja, y, atin més al sur, junto al lucer- nario, el cubiculo del Buen Pastor, del siglo I, con esta imagen en el techo y el resto decorado al estilo pompeyano de listeles verdes y rojos formando paneles sobre fondo blanco, y pequefias figuras, aludido ya varias veces. Recorriendo ahora un tramo de galeria hacia el este, también en el nivel I, muy cerca de la escalera de la Tor Marancia, se encuentra el cubfculo de David, con esta figura del Antiguo Testamento pintada en el b6veda, como un joven que porta la honda, tinico caso en que apare- ce asf en toda la pintura catacumbaria. Ademés, contiene representa- ciones de los tres j6venes en el horno, de dos santos con el rollo de la Ley en Ja mano cada uno de ellos. La decoracién es la misma pompe- yana conocida, pero con un z6calo bajo algunos arcosolios que imita mérmol amarillo. Bajando ahora al nivel II, y comenzando por el ex- tremo sur, se encuentra el cubfculo de Orfeo. En el luneto del arcoso- lio del fondo se halla la imagen de Cristo como Orfeo que amansa las fieras con Ja misica de su flauta. Sobre el frente del arcosolio apare- cen, ademas, las representaciones de Moisés ante la roca que mané agua y el profeta Micheas. En una de las jambas de la entrada, por la parte de adentro, se encuentra una de las raras figuras de David senta- do (Lam. IV-11). Algo mds al norte, junto a la gran galeria que forma el eje prin- cipal de todo el segundo nivel, aparece el arcosolio del Colegio Apos- tilico (Lam. IlI-15, Fig. 3), de comienzos del siglo 1v: Jesucristo, joven, se sienta en un sillén de amplio respaldo, entre los Doce Apés- toles. El respaldo del sill6n es verde con estrellas o flores rojas. Tanto el Sefior como los Apéstoles visten tinicas blancas con clivus negro. El arco que limita el campo de fondo es azul, rojo y rojo burdeos, si describe de abajo arriba. En el techo, aparecen unos amorcillos vendi- miadores de buen tamaiio. Aloeste del cubiculo de Ampliato, ya descrito, se encuentra el in- teresantfsimo cubiculo de los seis santos, de planta poligonal (Lam. IV-17, Fig. 1). Sobre el arcosolio principal, el Sefior, sentado, tiene a su derecha las representaciones de tres figuras femeninas y, a la iz- 100 CATACUMBAS. DoMITILA IV-15 Hf ARCOSOLIO Df). CUBICULO NV. VENERANDA, EH ACTITUD 4 DE ORANTE, ES IHTRODUCIDA EWEL CIELO POR SANTA PE- q TRONILA HAE TIE. CUBICULO TE YENERANDA, LA ZONA DEL “PETROSAMCTOS! BAe a JAARIGUEZ CATACUMBAS. ROMA. HIPOGEO FLAVIO. (aE. Ay LL we CFO. ARTZ PAN! ERNINI WTROGEO PEI tli. BAC. 4964-14142, Wee PILAR SUPOESIO 5. 40, om. A VESTIBULO a. BANCOS BICETICO, ©. CUBICULO D. CUBICUIO TEL AHOR, &, £, F020. HHOP@R. HIPOGEO (f FRIMITIVO, ig. T, COMUNICACIGN Coy Ls COTACOMBA, V.ESCAIFEA QUE ATRAMESA ELNIVEL lll TLEGS 4 ult POZO, TAARIGQURL. LAS CATACUMBAS DE ROMA quierda, de tres masculinas, a la primera de las cuales parece que en- trega una corona. Todas estén inclinadas, En el extremo opuesto oriental se encuentran dos arcosolios en- frentados a uno y otro lado de la galerfa ocupando el Buen Pastor el intradés de ambos y, muy cercano a ellos, el cubiculo de los Apéstoles mayores dei pistores, de los panaderos (Lam. IV-18, Fig. 1). El Se- fior, joven, aparece en la béveda, sentado en una especie de trono, ro- deado de los Apéstoles. Las figuras son grandes, y todo el conjunto esta pintado en colores entre Jos que domina el rojo. Entre la béveda y los arcosolios corre una especie de friso en el que aparecen los panaderos, agrupados en parejas. En el fondo de la cripta se representa la multiplicacién de los panes, seguramente ha- ciendo referencia a los destinatarios del hipogeo. Avanzando hacia el norte, relativamente proximos, aunque en ga- lerfas diferentes, se hallan dos arcosolios decorados con la escena de la adoraci6n de los magos: el de los cuatro reyes (Lam. TII-14. Fig. 5) y el de la Epifania. En el primero, nuestra Sefiora se sienta en el cen- tro con el Niffo en sus regazo, flanqueada por el raro ntimero de los cuatro reyes, dos a su derecha y dos a su izquierda, todos con el atuendo clasico frigio. En el segundo, completamente cubierto con cuatro escenas: la adoracién de los reyes, la resurreccién de Lazaro, Adan y Eva (Lam. III-13, Fig. 4) y el paralitico con la camilla (Lam. IIl-16, Fig. 4). Al final de una gran escalera que une los niveles I y II se encuen- tra el arcosolio del mosaico, en el que aparece el Sefior sentado en un trono y flanqueado por dos figuras de santos, el Gnico mosaico bien conservado de las catacumbas. Escrito en teselas verdes, puede leerse en la boveda: «QUI FILIVS DICERIS ET PATER INVENIERIS». Ademis se conservan las escenas de la resurreccidn de Lazaro, los tres j6venes en el horno, mientras que la del milagro de la roca se ha perdido. c) CATACUMBA DE SAN CaLixto (Lams. IV-19, IV-20 y IV-21) El cementerio de San Calixto se form6 por fusién de catacumbas anteriores independientes y de diferentes fechas, que fueron uniéndose unas a otras entre los siglos 11 y Iv. Hoy quedan diferenciadas en regio- nes, no siempre faciles de delimitar. En esquema, estas zonas o regiones son las siguientes: I, de Luci- na; II, la Hamada Area prima, correspondiente a la cripta papal; III, de 103 CATACUMBAS. ROMA. DOMITILA a ZS A locuin UE LA CEAN ESCALERA DE TOR, MAGANCIA, CPE, “IL LABIRINTO DELLE CATACOMBE’ CARLO PAVIA, UDINE. 1987. hq 444, 138 IS IRIGUER LAS CATACUMBAS DE ROMA San Milciades; IV, de San Gaio y de San Eugenio; V, occidental; VI, Liberiana; VII, norte o noroeste. El nombre lo recibe de San Calixto, un didcono que administré el cementerio en tiempos del papa Ceferi- nO, a quien sucedié en el trono pontificio (217-222). Murié martir y fue enterrado en la catacumba de Caledopio. Todo el terreno estuvo ocupado por sepulturas al aire libre, mau- soleos y los demas elementos funerarios normales en esta época. Hoy no queda nada de todo ello, si exceptuamos los dos pequefios edificios lamados tricoras por poseer cada uno de ellos tres absides. Se deno- minan generalmente segtin su situaci6n: oriental, junto a la entrada ac- tual (IV-27) y occidental. La tricora occidental fue restaurada a comienzos de siglo Xxx. Conserva los muros primitivos hasta la altura superior de los arcos. Contuvo sin ninguna duda un sepulcro martirial situado en un timulo central con fenestrella confessionis y rodeada de otras sepulturas. Du- rante las excavaciones (1979-1980) se encontraron ocho mausoleos adosados al edificio, seguramente por el deseo de gozar de la protec- cion del martir allf venerado. La tricora oriental fue restaurada por el papa Leén IIL, y a este pe- riodo deben de pertenecer las pinturas que la decoran y que hoy se conservan en mal estado. Contuvo enterramientos y sarcéfagos, de los que sdlo existen fragmentos. Region I, Est delimitada por la antigua catacumba llamada cripta de Lucina por De Rossi, nticleo primitivo de la catacumba de San Ca- lixto (Lam. IV-20, O-g-h. Lam. IV-21). La cripta formé6 parte de la ex- tensa drea cementerial subterrdnea que se desarrollé desde la mitad del siglo n en adelante, con elementos funerarios paganos y cristianos. En su origen, estuvo formada esta zona por dos hipogeos, en dos 4reas paralelas, la alfa y la beta (Lam. IV-22), los dos con escalera pro- pia, que baja hasta unos nueve metros desde la superficie del terreno. En el siglo mu, en el periodo comprendido entre los afios 153 y 257, la galeria L de beta fue prolongada por una nueva, bastante corta, con dos cubiculos sucesivos: en el primero, dotado de Jucernario, fue ente- rrado el papa martir San Cornelio (Lam. IV-24). Enseguida, y debido seguramente a la presencia de tan sefialada reliquia, fueron unidos los dos hipogeos, el de alfa y el de beta, dando origen a una tinica cata- cumba (Lam. IV-22, Fig. 3). Después de varias transformaciones, aparece un nuevo nivel mas profundo —dibujado en la planta con linea de trazos— con una esca- lera de acceso desde el primer nivel, bajo la antigua escalera A, y se excava un nuevo cubiculo al final de la galeria B, el cubiculo del Buen 108 CATACUMBAS. ROMA. DOMITILA LA CRIFTA "DEL PIS- TorEs' CUBICULO DEL BUEN PASTOR: Tv-18 CATACUMBAS. ROMA. LA VIA APPIA CFE. CRAM, cle. pe Q 6 soTeto, fia, | ANONINO. J NIB {[_ CAINDORED- {f Six ceuz 19 {if PRE TEXTATO y fp 4 id S a 4 > SEPULTORA DE PRISCILLA CEMENTRIO DE BALBINA, AREWARIO DES, HIPOLITO. H\POGEO DE LOS FLAVIOS. 7 ‘SAN MARCOS Y MACELING “BASILE: SANTA PETROMILA, VECEOY ACHILED, VIA APPIA —— € SAN SOTERO, _CENENBIO DE DONITILA SE SAN SISTO, ————— ‘SAN SEBASTIAN. MIGNA CIMARRA, CIRCO DE ROMULO Tt DE CECILIA Ht 4,000 m © 280 500 160 Aho: CALLISTE. Bl CEIPIA DE WCINA, CATACUHEK IGAESUA DEL. Quo VADIS ?” SANTA SOTERA. aa re CATACUMBAS. ROMA. SAN CALIXTO IV-20 [arg 1.COLUMBARION. Be. 1.ZONADE LOS PA ne Y DE SANTA CEC! | a 6 e pve-al. 20" DE SAM EUSEBIO. “nh. ZONA DE SAH COR HELO. CBJPTA DE LU CIMA L- eT. EL SaLmAnoe con 198 DOCE APOSTO- AES. H-2.1. BL SALVADOR Y 108 EVANCELSTAS Ie. COBICULOS DE LOS SECRAMENTAS. fo h-5. CRAPTA DEL PAPA. CORHELIO ‘T REGION dE Wana, ZONA DE LOS PAPAS F DE SANTA CECILIA. ZONA DES, HILCLADES. NIZONADE S.G4I0- DE SEUSERO IV. ZOHA LIBERIANA, Y, ZONA OCCIDENTAL. +e NIVEL Niven I, = TTHIVEL IIL ++ -HIVEL IV. 0. 2. Bereet JAM > LAS CATACUMBAS DE ROMA Pastor. La ultima etapa de la historia de la catacumba serd su incorpo- raci6n a la de San Calixto a través de la galeria R. A continuacién realizaremos una descripcién ms detallada de al- gunos de los elementos mas importantes del hipogeo. No se ha hecho antes para intentar exponer en su conjunto la realidad de la cripta de Lucina de la forma mas asequible posible. a) Cripta de Lucina (Lim. IV-22). El origen de los cubiculos X-Y se fecha en el final del siglo 11. El X, muy reformado, conserva sobre la puerta que le une con Y un Bautismo de Cristo. La béveda del cubiculo Y retine formas paganas y cristianas repe- tidas como temas meramente ornamentales, ademds del nico diferen- ciado, Jonas entre los leones. En la pared del fondo se hallan represen- tados dos peces que sobre el dorso portan sendos canastillos llenos de panes, enfrentados el uno al otro (Lam. IV-23 y IV-24). En el resto del cubiculo aparecen algunas escenas del ciclo de Jonas. b) El cubiculo del Buen Pastor (Lam. 1V-22, Fig. 3), llamado asi por la figura representada en su béveda, tiene ésta y las paredes deco- radas con Ifneas rojas y amarillas que dividen diversos cuarteles, distri- buci6n caracteristica de la primera mitad del siglo 11. El Buen Pastor aludido constituye una forma tipica de esta imagen de la primitiva cris- tiandad (Lam. II-1). Lleva en la mano derecha, con el brazo extendido, una olla colgada de una cuerda; sobre los hombros, una oveja que suje- ta con la otra mano; viste tinica corta, capa, sandalias de cintas largas, y porta un zurrén en bandolera. A su derecha e izquierda aparecen dos ovejas més, y se difunden en el fondo dos olivos. Las cuatro esquinas de fa béveda estan decoradas con cuatro palomas. El dibujo es de tra- Zos firmes, perfecto, segtin la buena pintura clasica de la época. ¢) Lacripta del papa Cornelio (Lam. 1V-23, Fig. 3 y Lam. IV-24) es uno de los primeros cubjculos destinados a contener los cuerpos de los sumos pontifices cristianos que se conoce, junto con la cripta de los papas que estudiaremos en breve. En este caso se trata de los papas San Cornelio, San Cipriano y San Sixto, todo ello documentado por restos de lapidas halladas in situ. Zona 11. Contemporanea de la cripta de Lucina, contiene los nti- cleos primitivos de la cripta de los papas, la de Santa Cecilia y los lla- mados cubiculos de los sacramentos (Lams. IV-20. B-c-e; IV-25 y TV-26). En origen fueron dos hipogeos independientes, que correspon- ponden con los actuales papal y de los sacramentos, cada uno con es- calera propia, A para el de los papas y B para cl de los sacramentos. El tramo L constitufa al principio el Gnico acceso a la cripta de los papas. 109 CATACUMBAS. ROMA. SAN CALIXTO CATACUMBAS. ROMA. SAN CALIXTO IV-22 — AJA AL ARENSRIO m. 4 se NIVEL |. — NIVEL. NIVEL 1! b Jb ic VEZ | CEIPTA DE LUCINA. GRAN ESCALERA DE ENTRADA, i = 4 PESDEELS. TA LAMITAD DEL SM. ; VIA APPIA PUINAS DE ON CEA HONUNENTO a HIFOCEO PACANO. HIFOCKO PAGANO, E S4n COnHELIO. CEIPTA DE LUCINA ZONA DELHIFOGEO of Zz DESDE LOS ANOS 255 -243. aed, ara VO ab west AY fo isd Bayo ? A‘ MOBRE b, i CPE. BARUTFA, H CPR DAG ELL, AtENAtIO. 4+ Vor Lucia = AY ARQUEOLOGIA CRISTIANA En un segundo periodo, las dos zonas se unieron por un sistema de galerfas paralelas y la construccién de la escalera C por San Déma- so en el siglo rv, alargandose entonces hacia el sur el tramo L, forman- do una conexi6n entre las dos escaleras, la primitiva y la de San Dama- so. Recibe luz a través de un lucernario bastante grande. La escalera actual conduce hasta la galeria L, donde se encuentra la entrada a la cripta de los papas. En sus paredes abundan los grafitos escritos por peregrinos desde el siglo Iv. En la misma galeria, casi enfrente de la puerta de la cripta papal, se abre la entrada al cubiculo de Orfeo, llamado asf debido a la pintura de su béveda donde se representa a este dios mitolégico. Es discutible que se trate de una representaci6n cristiana. 1. La cripta de los papas (Lam. IV-20, B-e y Lam. IV-21) La cripta de los papas consistid, a finales del siglo 11, en dos cubi- culos privados comunicados por una puerta, que mds tarde, cuando la pequefia catacumba vino a ser administrada por la Iglesia, se fundieron en uno solo, con dos arcosolios en el suelo para sarcéfagos y seis l6cu- los en cada una de sus paredes mds largas (Lam. IV-25 y Lam. IV-26). El techo debio de estar decorado con pinturas, pero hoy aparece des- truido por el lucernario abierto en el siglo Iv. En el lugar que corresponde a la unién de los dos cubiculos se en- cuentran in situ dos columnas de estrias salom6nicas muy finas y bre- ves con capiteles y basas corintios; seguramente soportaban una viga de madera. En la pared del fondo se encuentra un sepulcro mas hondo, precedido por una grada de marmol con cuatro orificios que no pueden significar otra cosa que el lugar donde se encastraban las cuatro co- lumnas de un altar. Las lapidas de los I6culos permitieron saber que esta cripta estaba destinada a contener los cuerpos de los cinco papas del siglo 1: Ante- ronte, Faviano, Lucio, Sixto II y Eutiquiano (Lam. IV-26). En el siglo ty, el papa San Daémaso transformé la cripta en peque- fia iglesia agrandando la puerta, tapando la ventanuca de la pared, esta- bleciendo una tarima de marmol ante el sepulcro y colocando sobre ella un altar, consistente en un tablero de piedra sobre cuatro colum- nas. Ante la tumba colocé una l4pida con un epitafio en verso. Por ul- timo, abrié dos lucernarios, uno sobre el altar y otro, mayor, en el cen- tro de lo que ahora serfa nave (Lam. IV-26). 12 CATACUMBAS. ROMA. SAN CALIXTO IV-23 [ny 4 CEIPTA DE LUCINK, CUBICULO YT. CHR, FABRIZIO MANCINELL O.C. PACA. CRIPTA DE LUCINA. CU- BICULO X, PAUTISHO DEL SEROR, FIN DELS. ih, MITAD DEL S. CPE ANTONIO BARU! 10.6. G.i41, CARLO PAVIA.U.C. 1G. 86-67 fA wia 7 CATACUMBAS. ROMA. SAN CALIXTO. AREA I IV-24 FAVSTINIANUMS as DE TAUSTINIATIO. OYOINA 4 mana SEPULCKO DEL PATA CORNELIO -S.II- LAS Pit TEAS SOM DEL S.VI 4 4— 4——+ EPITAFIO DE EUFINA (RENE . CRIPTA DE LUCI- nA TEPID 10s PANES, SEGUTIDO DEcE- MO DEL S.IL_CRIPTA DE LUCIMA. DOVEDA DE LACRIPTA DE LUCINA CON FIGUEAS DECOR-ATIVAS, EIITEE: ELLAS, DOS DEL BUEN TASTOR,DOS ORANTES ‘Y DANIEL EN EL FOSO DE LOS LEO- 2 MES, J.Aimiguez.. CTER, P.TESTIMI."LE CATACOMBE & GLI ANTICH! CIMITER! CUSTIAHI IM RDHB! BOLOMIA, 1766. LAS CATACUMBAS DE ROMA 2. La cripta de Santa Cecilia (Lam. IV-20, B-C-e; Lams. IV-21 y IV-25) La cripta de Santa Cecilia fue, en origen, un cubiculo cristiano para fieles que querian que sus cuerpos fueran enterrados cerca de las tumbas de los papas martires. En el siglo mi, la frecuencia con que fue visitada esta zona por los fieles hizo necesario construir el criptopér- tico Q. El cuerpo de Santa Cecilia descansé6 hasta el afio 821 en el lugar que ahora ocupa su imagen. En esta fecha, el papa San Pascual I (817- 824) lo transporté a la basilica a ella dedicada en el Trastevere, cons- truida en el lugar que, segtin la tradicién, ocupaba la casa de la santa. Se conservan algunos fragmentos de lapidas del siglo 1m. La mds interesante es la del senador Frontone y de su mujer Petilia Lampa- dia, con la paloma de la paz y al profeta Jonds en los extremos de la losa. 3. Los cubiculos de los sacramentos (Lam. IV-20, B-C-d-e; Ldms. IV-21 y IV-29) Esta seccién no comprende sélo los cubjculos antes sefialados, sino toda la reticula formada por las galerias paralelas I hasta C y sus perpendiculares A y B. Estas galerfas, muy especialmente la D, se con- servan como fueron en su origen, si exceptuamos el espolio de bastan- tes de los cerramientos de sus léculos. La galeria A (Lam. I'V-25), que da paso a los seis cubiculos de los sacramentos, conserva varias ldpidas cristianas interesantes, la de ma- yor importancia es la que Sergio Alejandro coloca para su mujer, una matrona de la familia Cecilia: «“SERGIVS ALEXANDER CAECI- LIAE FAUSTAE COIVGI SUAE BENE MERIENTI FECIT». Se co- rrobora asi la relacién primitiva entre las dos zonas estudiadas. Los cubiculos de los sacramentos, todos fechados como de co- mienzos del siglo 11, son hipogeos privados de una o varias familias, que tienen en comin estar decorados con escenas que representan los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristia, ademas de otras del An- tiguo y Nuevo Testamento, éstas ya segtin la conocida tradicién cristia- na. En general, las figuras son pequefias y de corte clasico, las cabezas y las manos desproporcionadas, lo que les da un aspecto algo rechon- cho (Lam. I'V-28). La representacién més importante de esta seccién (Lam. [V-28, Fig. 2), por ser tinica y por su expresividad, es aquella del cubfculo A-3 16 CATACUMBAS. ROMA. SAN CALIXTO Iv-25 CATACUMBAS. ROMA. SAN CALIXTO. CRIPTA PAPAL IV-26 yy, COPTA DE LOS PAPAS 7 DE SANTA CECILIA. LUCERNA LA CRIPTA COM 1 DoS W CERMARIOS, EL ALTAR,LA Gi TEDRA, LA “VIGA TRASVERSA YL05 CANCELES. oat mies F. CRIPTA DE LOS PAPAS, © CRIPTA DE SANTA CECILIA 6, POZO. |G. ceProrderico on | SAH DAHASO. IMSCEIPCIONES DE LOS | FLUCERNAZIO SARCOTACOS. | ae oc Pie a} sz jo Froiaf(pcern Ok Np | ‘DEL PAPE LA CAPELLA DI SANTA, CECI LIA HEL CIMETERO DI CALLISTO" ROME, 1910, PAQAS. PASUALE TESTINI. "LE CATACOMBE E CU ANTICHI CIMITERA CRISTIAN) IN. KOA. BOLONIA, 198: ENTEADA DEL S.A & EAENTeAD AAENTEADA CRE AEGTINE APEHLOIOGIA CEISTIANK. LOA, 1450 Lb itunes SM Picue2, ARQUEOLOGIA CRISTIANA en que aparece una figura masculina, en pie, vestida con toga, que ex- tiende su mano derecha sobre un pez y un pan situados en una bande- ja, a la vez soportada por un tripode. La escena se desarrolla ante una ‘mujer orante. Con toda seguridad, nos encontramos ante una reproduc- cién del momento de la consagraci6n, tal como se realizaba en la Igle- sia primitiva. Zona II. La region de San Milciades. (Lam. TV-20. C-f y Lam. IV-21). Esté situada al norte de la cripta de los papas, a continuacién del cubjculo A-1, transformado en paso al final del siglo 1, época en que fue excavada esta regién. (Lam. IV-19. C-f). Carece de escalera propia. La decoraci6n pictérica es, en general, pagana, segtin las for- mas tipicas de la época. En cambio, existen algunas lapidas inter- esantes cristianas. Zona IV. La regién de San Gaio y de San Eusebio (Lam. IV-20. C- D-e-d y Lam. 1V-21). Esta regién es completamente independiente de las dos anteriores, con escalera propia Z. Consta de una galeria princi- pal Q1, de una longitud de unos 19 metros, y a una profundidad apro- ximada de 11,40 metros, y de algunos cubjculos, en origen semejantes a los del resto de la catacumba. En el siglo tv San Démaso reforz6 las paredes de la galeria con ladrillos revestidos de estuco blanco. La cripta de San Gaio es una de las mayores de todos los comple- jos catacumbarios; podia albergar a mas de sesenta personas, y estaba convenientemente alumbrada por un lucernario establecido en la gale- ria QI. Frente a la cripta de San Gaio se encuentra la de San Eusebio. Contiene tres grandes arcosolios, de origen familiar y muy sencillos de decoracién, con un Buen Pastor en el techo. Siguiendo hacia el oeste la galeria eje del hipogeo, se encuentra la cripta de los santos martires Calocero y Partenio. (Lam. IV-20. D-d y Lam. IV-21). Debié de ser un cubiculo familiar de finales de siglo 1, muy transformado en los si- glos vi-vil. Siguiendo siempre hacia el oeste la galeria QI, eje de toda esta zona (Lam. IV-20 D-b-d y Lam. IV-21), encontraremos los cubiculos de Severo, de los cinco santos y de las ovejas. EI primero, de Severo, es un cubiculo doble, al lado derecho de la galerfa. En el més profundo se encontré una celosia de marmol que ce- rraba un arcosolio, con una larga inscripcién de la época de Diocle- ciano, importante para fechar todo el complejo. Es el primer documento epigrafico en que se denomina «papa» al obispo de Roma: «CVBICVLVM DUPLEX CVM ARCISOLIIS ET LVMINARIE IVSSV PP SVI MARCELLINI DIACONVS ISTE SE- Lik CATACUMBAS. ROMA. SAN CALIXTO Iv-27 0 5 | pat tecptcte | LA ESCALECA ES NUEVA .DE LA L H. rR B D, SECTION POR LA GALERIA DE LOS SACRAMENTOS. EMTRAD DE JAS GALERIAS, EROCA EN QUE SE UTIU20CO— Ho BODEGA EMTADO Paintrivo.! AMPLIBOIH, TRICORA OCCIDENTAL . TRICORA OBIEHTAL —MABCHI~. CFR. ) SPENCER MOBTHECOTE AND W.E. EROWHLOW, ‘Zo SOTTERPANEA ov [ONP. ACCOUNT OF THE BOHAH CATKCOKS® Louibon. 1969. CFR AP. TESTINI. ARCHEOLOGIA CRISTIAUA' OMA. (758 PX, 10 SA WIQUEZ . LUBICULO 5 DE "LOS SACRAMENTO: EDCARISTICA. GALERIA |, CON LUCERMARIO QUE CONDULEA iA CRIPTA FAFAL. CORICULO 3 DE"LOS SACRAMENTOS" BL SEROC T LA SAMARITAMA JUNTO AL PO ZO VE SICAR., CRIPTA DE ‘LOS fAcPA~ HENTOS: EL AGAPE. LARtcune CPE, E. KICSHBAU, Z, JUMENT-J.VIVES. ATUMISS DE {AN PEDRO Y LAS CATACUMBD! RoMBHbE.” HAPeID. 1754. LAS CATACUMBAS DE ROMA VERVS FECIT MANSIONEM IN PACE QVIETAM SIBI SVISQUE MEMOR QVO MEMBRA DVLCIA SOMNO PER LONCVM TEMPVS FACTORI ET IVDICI SERVET...». Algo més adelante, en la pared opuesta a la que ocupa el cubiculo de Severo, se encuentra el llamado cubiculo de los cinco santos, deno- minado asf porque en la pared de su testero estén representadas cinco figuras como orantes (Lam. III-4, Fig. 7), dos son de hombre y tres de mujer, y sobre sus cabezas aparecen los nombres correspondientes a cada uno: DIONYISAS IN PACE, NEMESIS IN PACE, PROCOPI IN PACE, ELIODORA IN PACE, ZOAE IN PACE y, sin figura aneja, a la izquierda, sobre un pavo real que hace pareja con otro al lado derecho, ARCADIA IN PACE. El fondo esta cubierto de flores, pajaros y vasos de agua en la parte inferior. La pintura es preconstantiniana, de co- mienzos del siglo 1v. Siguiendo la galeria Q1, la segunda galeria que aparece por la iz- quierda leva hasta el cubiculo de la ovejas (Lam. 1V-20. D-b y Lam. IV-21). La luneta del arcosolio contiene la figura del Buen Pastor fla queada por dos figuras que parece que beben agua de dos cascadas si- tuadas a ambos lados del luneto. En la pared de la izquierda, Jestis im- pone su mano sobre unos panes y unos peces que le son presentados en unas cestas por dos Apostoles, tinica en la iconografia catacumba- ria. En la pared de la derecha, Moisés se descalza y, en la inmediata que le sigue, hace brotar agua de la roca. Zona V. La regién occidental (Lam. IV-20. D-E-a-b y Lam. IV- 21). Esta constituida esta regién por los dos bloques de galerfas conti- guos a los anteriores, siguiendo hacia occidente la galeria Q1. Tuvo origen a comienzos del siglo 1v y, por tanto, se desarroll6é ya en plena paz de la Iglesia. Posey6 escalera propia que fue construida sobre una galeria preexistente. No ofrece tumbas de martires ni lugares especia- les de culto. Es un simple cementerio hipogeo, con algunos tipos de arquitectura subterranea nuevos. Contiene algunas pinturas tardfas. Es importante la pintura de la primera mitad del siglo 1v, que representa la Epifanfa en la galeria Z3 (Lam. 1V-20. D-E-a-b; Lams. IV-21 y III-14, Fig. 2), y se encuentra en un arcosolio abierto en la pared de la misma galeria. Termina esta zona con el cubiculo del final de la galeria Z3. El ar- cosolio tiene interés por representar a una madre en medio de sus cua- tro hijos, todos como orantes, circunstancia que define su nombre, de los orantes. Zona VI. La region Liberiana (Lam, IV-20. E-F-G-d-e). Se en- cuentra al norte de toda la zona estudiada hasta ahora y fue excavada CATACUMBAS. ROMA. SAN CALIXTO CURTCULOS DELOS SACRAMENTOS. ae A-3S. BAUTISMO DEL SEHOR. PAPALITICO DE LA CAMILLA. UH FOSOR.LA EUCA~ BISTTA. EL SGAPE. EL SACRIFICIO SE ABEAHAM. UN FOSOR. | EN LA ZONA GLTA : CICLO DE. JONAS — ~ EESTAURACIGN 1 IRiGue2 CATACUMBAS. ITALIA. TUNEZ AOSTA, FLORENC. ° eo CHWst HADRUTEHTO, ~SOUSSE = A-2. RESURRECCION “PE LAZARO. BAUTISHO. SEDENTE. CWB, CALUF FA —.PAVI \ WHIQuEZ vastnue +) een, i BASSANO, Ora. aunano@vceormiene aca SAS ocean oe . . \ oe : L : A CAGUARI : SALON \ oS s,yirroRis. -JT Fracun, RigNANO, SAVERNO — NANFKEGOMIA| IV-30 ARQUEOLOGIA CRISTIANA por entero en la segunda mitad del siglo Iv. Tuvo desde el origen una escalera propia que encabeza la galeria central del hipogeo, con la que se cruza, a mitad de su longitud, otra transversa. Posee tres niveles, pero slo el segundo tiene importancia en extensién, siendo los otros dos pequefios. Representa la tiltima época del arte de los fosores, y también su perfeccién. Zona VII. La region norte. Muy extensa (Lam. [V-20. G-n, a-f), es toda de excavaci6n tardia, con algunas entradas propias. C. LAS CATACUMBAS NO ROMANAS, La extensién de este trabajo no permite entrar en su estudio. Baste el mapa reproducido en la Lamina IV-30 para dar una idea de su im- portancia. Las catacumbas de Sicilia forman un grupo importante por su estructura y la abundancia de baldaquinos que presentan. En cuanto a las catacumbas de otros pafses, puede verse la rela- cion hecha en el Capitulo IT. 194 CapiTuLo V LUGARES APOSTOLICOS Entendemos por lugares apostélicos aquellos monumentos que se relacionan directamente con la tumba donde estuvo enterrado un apés- tol, o lo esté en la época actual. Como en todo el presente trabajo, expondremos la historia de los monumentos que se estudian, no el de las vicisitudes de sus excava- ciones. A. SAN PEDRO DEL VATICANO Ya estudiamos el cementerio vaticano en el Capitulo IV, con sus calles de mausoleos; recordemos que se halla en un terreno muy incli- nado en los sentidos este a oeste y norte a sur, de escasa vegetacidn. La inclinaci6n y las Iluvias frecuentes hacen que el nivel del terreno se eleve con rapidez, permitiendo que unas tumbas puedan ser construi- das sobre otras anteriores en periodos de tiempo relativamente cortos. a) PRIMER PERIODO Pues bien, en los afios comprendidos entre 60 y 70 d. C. aparece una tumba excavada en el suelo como una simple fosa, llamada en la memoria de las excavaciones N' en una zona designada por P (Lam. V-1, Figs. 1, 2 y 3; Lam, V-2, Fig. 2). Este humilde enterramiento se convierte enseguida en el foco central de todos los fenémenos construc- tivos que se sucederan a lo largo del tiempo, hasta Constantino. 125 ARQUEOLOGIA CRISTIANA Pocos afios mas tarde, muy préximas a N', algo mas altas que ella, se construyeron dos tumbas: la 8, que un sello de Vespasiano hace fe- char entre los afios 69 y 70, y otra un poco posterior, Ia t (Lam. V-1, Fig. 2; Lam. V-2, Figs. 1 y 2). A éstas siguieron, a mayor profundidad, la sepultura de un joven con techumbre a dos aguas, del siglo u, y, en- tre los afios 116 y 123, y otra, n, ligeramente por encima de la zona se- fialada como perteneciente a la vertical de N' (Lam. V-1, Fig. 3; Lam. V-2, Figs.1 y 2). A la vez se fueron levantando los mausoleos R, R’, S y O, que ro- deaban el campo P, lo que hizo que creciera el nivel del terreno con mayor rapidez, al cerrar los muros de los mausoleos $ y O las aguas y barros desprendidos de la montafia (Lam. V-1, Fig. 3, Lam. V-2, Figs. 1 y 2). El mausoleo O debe fecharse hacia el afio 125, segin un sello impreso en un ladrillo, al que debié de seguir pocos afios mds tarde el S, para terminar con los R y R’, de la época de Antonino Pio, desde 138 hasta 161. Simulténeamente surgia también el 4rea Q, un colum- bario de dos plantas, con arcosolios en la parte baja y hornacinas en la superior. A este columbario se accede por una rampa muy inclinada que salva casi dos metros de desnivel (Lam. V-1, Fig. 3). Un conducto servia para aliviar el agua de la Iluvia de esta zona, conservado en par- te, y con ladrillos que Hevan el sello de Marco Aurelio y Faustina, por tanto, de una fecha anterior al afio 161. Por el mismo tiempo se levan- t6 el muro m' para proteger el lado sur de la tumba N'. En este periodo las aguas debieron de erosionar mucho el terreno de P, vertiendo hacia la rampa —vicus— y formando ya un torrente en direccién sur. Como consecuencia, se intenté proteger la tumba N' con un muro, el llamado muro rojo. Tiene este muro una longitud de unos 8 metros, con un altura constante de 2,45 metros, un espesor de 60 centimetros, y un bello enlucido rojo en su cara oriental, esto es, la que da al vicus. Debe fecharse en el afio 145. Esta intencién de proteger N' queda patente al ofrecer el muro rojo, a su paso por N', debido segura- mente a un error de replanteo, una especie de hornacina que salva la cabecera de N', por donde habria de pasar el muro, y llega hasta la su- perficie. (Lam. V-3, Fig. 1; Lam. V-2. Figs. 1 y 2). Esta hornacina no es regular, y fue mas tarde recubierta de marmol. Apoyada en el muro rojo y en dos columnillas, ha aparecido, en las excavaciones, una mesa que seguramente fue coronada por un mar- co de mérmol asignado a la parte superior de la hornacina (Lam. V-3, Fig. 3), en correspondencia con el texto que transcribe Eusebio de Ce- sarea en su Historia eclesidstica (2, 25, 5-7) en el que Gaio, posible- mente un presbitero, escribe entre los afios 199 a 201 que puede visitar la tumba de los Apéstoles en el cementerio vaticano. 126 LUGARES APOSTOLICOS. SAN PEDRO Vel TTAPAL o.1 a 67-74 2 pia, 60-70, CUbieT [peospbizrinie P02 TO nuLo. a Mlddidde 4 NIVEL T ETAPA TL oat, TutbKs, 2. 69-130, MAUSOLEOS. 2.115-150 3 HAUSOLEO & T Ria. tas. TAUSOLLO 5. |a.15-150. ie | r t : i, Uf “Bo. j rgosous0 ©. 1 zy Yj ly Yy Wy Z LY Yj Z QY yyy, Vy, z, hE 77 Yj “y yi Yj Z yy Yi ty Y y Yj Y y lL WeWeL ) A Wir LUGARES APOSTOLICOS. san PEDRO v2 LUGARES APOSTOLICOS, san PEDRO ea = z a V-3 y® 22 yt. St, 4. =e ae 4 = == _ ny. Ye SILAMS. MSI. MORO FRU, NOMUAENTO BE AIO, , COLUTIBARIO. kD. FINS. COMHENZO S.1V 7 = MAUSOLEOS & YB pT ek p. SVM cuvus 108 ENTERRAMIENTOS SE APROXIMAN & LA TUMBA DE S&H PEDRO, RESPETANDO 50 VERTICAL, CLUS. Teo 1000. a.48. Haut I.10.5. oe ETATA Vi. UPTURA DEL MURO R010 “TCONSIEUCCIOM DE LOS MUROS STG, @. PLACAS BE REVEFCIMIETO. ee uate sinno soBee eer 00 e040. cane P. TIASOLEO O- NIVEL TD, ETAPA IV. sir slo 445. ETAPAN. 3 EVAPAVIL 6.20 : 4, | | OS AHO “oh oY ee Zor P 4 sven | PLANTA LANTA. F CEScaeas ae aa NOCONSTENTINENO. ant OE NOMIC BLANCO T VERDE OICUed. Hugo ¢ Rome LA MESA." EN UA CARA RXTE MHURO $ :RECOCE LA HESA Seow. fe TODO EL EDICULO REVESTIDO DE Hab 101 tHANCO _}SALCOTACO INFANTIL. $1 Pa c.ET | 15-4, 3274 | al ARQUEOLOGIA CRISTIANA Habria que afiadir a todos estos datos que se ha encontrado un tro- zo de revestimiento del muro rojo con las letras incisas ETP, y en una fila mas abajo, en correspondencia con la E, las letras EN. Al no hallarse ahora en su lugar originario, el testimonio se devaltia en no poco, aunque su fecha pudiera ser de finales del siglo 1. No cabe duda de que nos encontramos ante la tumba del Principe de los Apéstoles. Si pensamos que podria ser un cuerpo que no perte- nece San Pedro el depositado en la cavidad N', pero que originé un culto tan primitivo, no habria raz6n para la tradicidn posterior, desde el siglo 1 hasta Constantino, como veremos en breve. En la tierra de N'han aparecido huesos humanos, de los que falta el créneo, correspondientes a un hombre de avanzada edad y estatura mas que regular. Parece evidente atribuirlos a San Pedro. b) SEGUNDO PERIODO Ya en el siglo 1, en perfodos muy cortos entre su construccién, y a un nivel superior (Lam. V-2, Fig. 2), se excavé un grupo de tumbas, la ©, alejada de la N' a sus pies, junto al mausoleo O; al norte de la N', casi superpuestas, la x y A. Después de la construccién de la basilica de Constantino, apareceran las tumbas 2 al norte y, al sur, las 8, #, 3, € No sabemos cuanto tiempo estuvo la tumba en estas condiciones, ni cudndo se amplié y revistié de marmol la hornacina (Lam. V-3, Fig. 2. N’y linea de puntos, Fig. 3), pero lo cierto es que en un momento del siglo 11 fue levantado el muro G, rompiendo la mesa y desplazan- do la columna norte y, unos diez aiios mas tarde, al lado opuesto, el muro S, siendo revestido el ediculo asf formado de mérmol blanco y gris, y el pavimento, por encima del anterior, con mosaico de teselas blancas y verdes. Sin ninguna otra modificacién permanecié hasta la época de Cons- tantino, quizé cubierto con un tejado a dos aguas (Lam. V-3. Fig. 4) 0 resguardado dentro de un pequefio espacio al que se accederfa por una escalera del mausoleo O (Lam. V-4, Figs. 2 y 3). No deja de tener interés que en el transcurso de este siglo mm la cara norte del muro G se cubrié de inscripciones dejadas allf por los peregrinos que visitaban este lugar, pero en ninguna de las hasta ahora leidas aparece el nombre de San Pedro: son simples exclamaciones de stiplica. M4s adelante fue excavada, en la misma cara del muro G, una pequefia hornacina, y revestida de marmol, no sabemos para qué uso 0 por qué razén. 130 LUGARES APOSTOLICOS. SAN PEDRO v-4 THEA. fs } CLIVS. ft 2.1 pee i PLANTA i AL countaten Hh HT covuitEven, a LLTRONO DE Ghlo (HCREADO ENUM EDICULO. SOWUCIOH Ss, asihigur ARQUEOLOGIA CRISTIANA Asf encontré Constantino la organizacién cuando decidié elevar el gran monumento al Principe de los Apéstoles. En el estudio de las construcciones de] emperador daremos cuenta de cuales fueron sus la- bores en estas reliquias de la antigiiedad cristiana. B. SAN SEBASTIAN Ya estudiamos en el Capitulo IV la catacumba de San Sebastian, y dejamos alli sin tratar la zona que corresponde a la tradicién de un culto del siglo 11 a los Apéstoles San Pedro y San Pablo. Lo haremos ahora. El afio 250 sufre todo el complejo una transformacién radical. Todo el espacio entre la plazoleta y la superficie fue rellenado, hasta formar una explanada, con solo una abertura para situar una escalera que bajara a los hipogeos, desapareciendo, por tanto, la barandilla que rodeaba el hueco de Ia plazoleta, formado asi un area plana sin ningu- na tumba. Poco después, al norte y al sur, fueron levantados dos edifi- cios que parece que estuvieron relacionados con el culto de los santos Pedro y Pablo, segtin los itinerarios posteriores y el Liber Pontificalis. Los dos son sensiblemente perpendiculares a la fila de columbarios, a ambos lados de lo que fue la plazuela, el del sur quiz cerrado en sus cuatro lados, el del norte tiene el aspecto de un atrio con sélo su espal- da formada por un muro, y posee un banco corrido en su perimetro (Lams. V-5 y V-6). C. SAN PABLO Segtin el documento de Eusebio de Cesarea citado al estudiar la tumba de San Pedro en la colina vaticana, también la tumba del Apés- tol San Pablo tuvo su trofeo, pero no sabemos cémo fue éste, y no po- demos esperar una excavacion que nos dé noticias de ello, pues, por desgracia, el incendio de la basilica de San Pablo de 1838 obligé a la reconstruccién del altar papal, que debia de contenerlo, y no nos que- dan de sus restos mas que los dibujos del arquitecto que dirigié la res- tauraci6n, Vespignani, y los datos que proporciona su estado actual. La zona circundante presenta una gran actividad sepulcral pagana en uso desde el siglo J hasta el 1 de nuestra era. En una de estas tum- bas debieron de ser colocados los restos de San Pablo. De los dibujos de Vespignani se deduce que la cavidad que contuvieron los restos del Apéstol estuvo protegida por una reja. Quedan atin in situ restos de un 132 eee ae eoe | ee 228 HUECO DESTUES DEL DERKUNBAMIENTO, * PRIMITINO APENADIO SUELO DESPUES 5 REL DERE, sueMro niven Ht t ZZ_ Hugo DE LADRLLO, BEE CIMENTACON dE sons) TANTINO, MIEL I, SUELO UL AINA 40 2om. TOPO HIVEL I, ARO, 258. PLANTA. JA GEL LUGARES APOSTOLICOS. sAN SEBASTIAN V-6 ETAPA. 1. AESHARIO, EIAPAIL. PELLENO PARCIAL DEL ACENARIO. 2. CoC, CUEVAG CON EN~ | APARECE LA “PLAZUELA’ F. “TROAHEHTOC EN ‘LAT PARBREL. a,e,t, bh, COEVAL HOT BAVD LOS MAUI LEO! AEH. oi ay h ‘h ac, & ed Ya! & al / cs pen} | eT eA, ; al MG ENR cy te HHIVEL) NIVEL | Hoios AH Tepimicos, — ETAPA Il | ETAPA IV, OGganiZA TeIcunton « rive ia / HINEL US HIVELY MiveL tl NIVEL! HELA BAC, INA, FTOLOTT) “SCUMRDO DINSUENY 4) NONUMENTO SOTTO S. SEBASTIAN” LAIIQULZ LUGARES APOSTOLICOS. san PABLO EXTRAMUROS v-7 EXCAVACION BAJO EL ALTA. IMTERPRETACION DEL ESQUENA DE VESTIGNAN. ALTAR. GRADA DEL ALTAR, NIVEL DE LA BASILICA TEODOSIANA ID. DE COSTANTINO. 1D. DEL COLUMBAEIO Y DE LA TUMBA Dit APOSTOL. INSCRIFCIGN “SALUS POPULI" My raglo 20 POIOS BAJO LOS ORIFICIOS DE LA LOSA “PAULO, SECC. A-B. a. 0.20. b 0.32, c. 0.59, OEE TESTIM I "AUCHIOLO CIA CEISTIA 7 NOSTOIOMART J b.iFige A A998. CMATTHISE, UE CHIECE DI OHA? BOLONIA. 1 ARQUEOLOGIA CRISTIANA muro perimetral de opus reticulatum con sillares en las esquinas. Entre los fragmentos incrustados en el muro, en uno se lee «SALVS POPU- LI», y todo debe asignarse a la segunda mitad del siglo 1. Medio metro por encima de este fragmento se encuentran dos losas, en posicién horizontal, con la inscripcién «PAVLO APOSTOLO MART», que sir- ven de pavimento a un pequefio ediculo, 1,75 metros por debajo de la mesa del altar actual. Presenta un orificio circular con tres muescas para colocar seguramente una tapa metalica, y dos cuadrados que rom- pen la inscripcién de PAVLO, Parece que las losas no sean anteriores a Constantino, y aun pudieran pertenecer al tiempo de Teodosio. Tenemos, por tanto, una sucesi6n de dos altares superpuestos mds el ediculo de la reja (Lams. V-7 y V-8). La semejanza, en términos generales, con las excavaciones de San Pedro da un gran valor a los datos que conservamos de San Pablo. D. SAN JUAN DE EFESO Seguin fuentes literarias, el martyrium de Efeso fue algo semejan- te a una catacumba, con sus Iéculos, arcosolios y cubiculos, pero re- producida en la superficie en una construccién de ladrillo, En su cen- tro, un cubiculo mayor, rectangular, cubierto con una ctipula, alojaba el cuerpo de San Juan, seguramente en un sarcéfago. Este gran ciborio fue reemplazado en el siglo v por un edificio cruciforme de gran magnitud, donde la antigua tumba del Apéstol, con el baldaquino que la cubria, fueron respetados, y las nuevas naves cu- biertas con tejados a dos aguas. Justiniano demolié por completo el santuario y cubrié el nuevo con un sistema de cinco ciipulas, pero res- pets la planta de cruz anterior. Ahora bien, el sarc6fago del Apéstol quedaba enterrado en el cen- tro del cubiculo, y no visitable, aunque los fieles podian acercarse a él a través de unas galerfas subterrdneas, como en San Pedro, y observar- lo por una fenestrella confessionis. E, SANTIAGO DE COMPOSTELA Seguin los datos literarios y los restos arqueolégicos que posee- mos, en Compostela tuvieron lugar una serie de hechos que pasamos a describir brevemente (Lam. V-9). En el siglo 1, 0 comienzos del m1, en un lugar muy cercano a un grupo de edificios preexistentes, probablemente termales, fue levanta- 136 LUGARES APOSTOLICOS. SAN PA\ BLO V-8 ° 4 4 a4 t Rt ALU ds conmTBtinD, S.1V | REFORMA FOSTEZIOR. HURO Com LA \OfA NGA. ALTACE € GEORG. CoASER YANO HACIA 125 W ReFoerta DBL §. XIX TRAY £1 INCENTIO [Tos arene pec ar CONPESION ‘Phos. reve) a a: Aez Ii 4s. IVEL DEL RAF C0 DE CONTTAHTINO SECCION ESTE -OESTE HOVE DEL cary 0 Lf, ENTERRAY Peespire' 1S SUCESIVAS CONFESIONES PLANTA. —_ FAC. 1985, PRAMCESCO TOLOTT], "IE COmFESSIOMI fUCEDESITI }- HTIGUO. PREDELLA DE 1823 TASEITO de 822 CIMENTACOH DEL ASIDE. ibs, Qo DE ia. SEROLCRO WI rAOLO. Ais ah ARQUEOLOGIA CRISTIANA do conse ausoley de dos plantas, la primera seguramente enterrada, dan en poo" grandes sillares de piedra, semejante a otros que abun- de laggy, Ph € talia. En la primera planta se hallaban tres sepulcros MAs jap,” 4 los cuales se conservan dos, arrimados a las dos caras, dos, anes de ediculo (La 11). Los dos sepulcros antes menciona- inicial, debieron de contener los restos de los recido 9° 4° Santiago, sein afirma la tradicién, y el central, desapa- tol, Sof” formar el pasillo diltimo de la cripta medieval, el del Apés- “20, Por tanto, cristianos. sos, eyauberti ies internas de los muros, al menos en uno de los pi- aparegi ee cubiertas con ricas placas de diversos marmoles; han leriales gp “sttozadas, con toda evidencia, de intento, entre los ma- ron de «leno de obras posteriores. Uno de sus solados, 0 los dos, fue- situ, ""Saico, conservandose algunas de sus teselas, muy pocas in S piedr, Conserva en su lugar de origen la mayor parte de los muros de desapayy.: f°rMaban el primer piso o cripta del monumento, habiendo catedray = 0 el segundo en la reforma Ilevada a cabo para edificar la Mentos jomanica del siglo x11. Hasta entonces, segtin diversos docu- bispo G.ttios, entre otros, la larga justificacion que escribe el arzo- ba tampy auutez sobre su decisi6n de derruir aquella zona, se conserva- 60 el piso superior. aparecige Ples del mausoleo, alejados de él unos cuarenta metros, ha pueden j ee buen ntimero de tumbas de los siglos vi en adelante, que cristiang, & @l vin, sin ajuar ni inscripciones, como es normal en las ZodO lig, rs sta época. No sabemos si este cementerio suevo y visi- queoligin hasta el mausoleo. De mayor importancia como dato ar- numento.”) ha sido 1a aparicion, a unos veinte metros al oeste del mo- modos qe © una tumba completa de tégulas, caracteristica de los los de eg, ec utetramiento bajo-romanos, y un gran ntimero de fragmen- concluip .. terial entre los escombros de relleno, de donde se puede {ue entre Jos siglos 1 y V siguié en uso el cementerio. encontrs’® 813, el obispo de Iria Flavia, Teodomiro, declara que ha dose a} ;,° !0S restos del Apéstol Santiago en un monumento, refirién- 789 alg Ausoleo, hecho que el rey Alfonso II el Casto (reiné del afio carta rea} ) Se apresuré a poner en conocimiento de Roma con una sara a se,’ ¥ COMenzé la construccidn de una iglesia, haciendo que pa- aba el eqs, ‘abecera de la misma el anillo cuadrado de muros que rode- oy, wt® funerario. parte bay ies restos de pavimento aparecidos en las excavaciones, la ‘€] Monumento qued6 como cripta, y en la alta se conservé 138 FOSIBLEMENTE COtt CHATIEO COLUH INAS EN LUGAR. DEL HUEO EXTERNO. EE MAUSOLEO ¥ DEAMBULATORIO. DOIGESIA DENFONSO Il. +4 -- -- CU AMPLIACIGN DE ALFONSO A EDIFICIOS TERMALES. «an! B TORRE ROHANA ih C TUBA ROMAMA iat D TUMBAS SUEVAS ui --- PERIMETRO DELA ; CATEDEAL ACTUAL. nen CE, OST GURERA CAHPOS-EXPLOUCIONES, Ab WAS. APASTOL SANTIAGO, PRESBITERIO DE ASYONSO It ALFONSO It °o 5 10 15 Jom JARIguEZ ARQUEOLOGIA CRISTIANA un pequefio altar que de debia poseer ya, y que Teodomiro afirmé que habia sido levantado por los discipulos del Apéstol. El presbiterio que- d6 formado por el anillo antes mencionado. Dentro de él estaba ubica- do el mausoleo, pero no sabemos c6mo era el frente de éste que mira hacia el recinto de la iglesia. Ya en el siglo xn, hacia el afio 1105, el obispo Gelmirez destruyé totalmente el piso superior del mausoleo hasta su suelo, para dar espa- cio al presbiterio de su nueva catedral romanica, pero conservo el altar encerrado en uno mayor de piedra con frontal metdlico, descrito con todo detalle por el autor del Codex Calixtinus. 140 CapiTuLo VI LA ARQUITECTURA CRISTIANA A. LOS EDIFICIOS ANTERIORES A LA PAZ DE LA IGLESIA a) LA DOMUS ECCLESIAE Y EL TITULUS No posecemos apenas restos de edificios de culto de antes de la mi- tad del siglo 1. Con certeza, ya en el siglo 11 los cristianos comenzaron a adaptar al culto edificios preexistentes —los llamados domus eccle- siae—, uno de cuyos ejemplos, tardio y evolucionado, ha Ilegado has- ta nosotros en Dura Europos, la ciudad Siria tomada por los partos en el siglo i. Conocemos que en Roma existieron complejos cultuales, quiz anteriores al siglo 1v, que se Ilamaron fituli, y se establecieron en una domus titular. b) Los EDIFICIOS DE DESTINO CULTUAL En su origen, Ia iglesia es el conjunto de fieles reunidos sin ningun ambiente dedicado exclusivamente al culto. Asi aparece en numerosos textos del Nuevo Testamento y de los primeros escritores eclesidsticos. Pero, segtin los restos y los textos literarios que poseemos, existie- ron en el siglo 1 claros edificios de culto, incluso levantados de nueva planta. Sin embargo, no hubo un modelo comin anterior a Constan- tino. Cada uno de los edificios fueron construidos 0 adaptados buscan- do una soluci6n propia. a) En Roma, los mas importantes son: los complejos descubiertos bajo la basilica de San Clemente, del siglo 1v, bajo Santa Anastasia y ARQUEOLOGIA CRISTIANA bajo San Martin del Monte. Ninguno de ellos posee algtin resto que permita afirmar que fueron lugares de culto cristiano. En cambio, sf fue transformada en cristiana, en el siglo 1V, una parte de una insula romana de los siglos -1, hoy bajo San Juan y San Pablo, cl antiguo Ti- tulos Byzantis. A éstos habria que aiiadir el monumento de Gaio de San Pedro del Vaticano, y la memoria de San Sebastian ad catacumbas, anteriormen- te estudiados. b) En Siria, el complejo monumental mds importante es el de Dura Europos, cerca del Eufrates, una ciudad que contiene una casa cristiana. Esta Ultima, segtin un grafito, fue construida el afio 232. No es una iglesia ni una basilica, sino una serie de habitaciones de una vi- vienda, adaptadas al culto cristiano. Alrededor de un patio central (Lam VI-1), precedido de un pérti- co, se disponen: una habitacién grande con restos posibles de un altar, dos habitaciones mds pequeiias, un baptisterio, y las habitaciones del piso superior, parece que destinadas a vivienda. El baptisterio contiene una pila para el bautismo, muy poco profunda, bajo un baldaquino soportado por dos columnas y la pared del fondo (Lam. VI-2). Los te- chos del baldaquino y de la habitacién, rebajados del normal de la casa, estan decorados con estrellas, y las paredes, adornadas con pintu- ras de escenas del Nuevo y del Antiguo Testamento. En el muro oeste, bajo el baldaquino, aparece un Buen Pastor, con un carnero sobre sus hombros, que conduce un rebajio de los mismos animales. Bajo él, se encuentran Adan y Eva junto a un drbol, de tama- fio mucho mas pequefio (Lam. III-2, Fig. 6). En el resto de los muros divididos en tres bandas horizontales, la inferior imita revestimientos de marmol y las dos restantes contienen pinturas al fresco. En el muro este, s6lo se conserva una procesién de mujeres, de dificil interpre- tacién. En el muro norte se puede ver la curacién del paralftico en la casa de Cafarnatim, a continuaci6n, Jestis que camina sobre las aguas, mientras San Pedro se hunde en ellas, y las santas mujeres, con velas en las manos, ante el sarc6fago que contiene el cuerpo de Cristo. En el muro sur, muy destruido, aparece la mujer samaritana, con la cabeza descubierta, hablando con Jesucristo, ante el pozo. También en Siria, junto a la villa de Qirk-Bizzé, se construyé una iglesia en los comienzos del siglo 1v (Lam. VI-3). A través de un por- che se accede a un patio flanqueado al sur por una tapia, al oeste por una gran sala abierta, con dos columnas, y al norte por la iglesia, de planta rectangular y mayor altura que el resto de las edificaciones, an- tecedida por un ndrtex en su lado mas largo, que da al patio. En la ca- 142 EDIFICIOS DE CULTO. pura EUROPOS TA CASA CRISTIANA DE DURA EURCTOS. A TITRADA. B. TANI. C. SALA DEREUNION. ELBAPTISTERIO, mavens CRISTIANA 02 4. ' a a D. PEOBABLEMENTE, ALTAR. TLEDIMCIOS COMTIGUOS ALA CASA ttt 6 8. 10. JA IAIGUEL. el EDIFICIOS DE CULTO. DuRA EUROPOS EL TEMPLO CRISTIANO. ANTECEDENTES VI-3 FSTRELLAS BLANCAS SOBRE FONDO AZUL DEL FALSO TECHO EL SEROR Y S.PEDEO CAHINAH SOBRE LAS AGUAS. BANDA 80: PERIOR DE FIGURAS PEQUETAS. LA SAMARITANA. BANDA INFE RIOR DE FIGURAS GRANDES, CFR ANDRE CEABAL, "EL PEIMER ARTE CRISTIANO.” MADRID. 1461. PAC.67 ss LA ICUESIA DE QIRK-BIZZE.- SIRIA. ov ALTITRADA, B. TUBA, C. PATIO, D BENA.-BATICO EN HERRADUKA T.HORNACINA. J, MARTYEION, PLRELICARIOS. —_K. RELICARIOS. G. CALLE LINARTYEION. HeVILLA. T.MANPARA. CEP DAC ET] 152.4866. PTESTINLAECHROLOGIA CRISTIANA” ROMA 114 SAW ARQUEOLOGIA CRISTIANA becera de la iglesia se encuentra el lugar para guardar las reliquias, el martyrion, separado de la nave por un cancel alto con tres puertas. La tinica nave debid de poscer la bema, que carece de altar, al menos fijo. En una época posterior fue ampliado el martyrion. B. EL COMIENZO DE LA GRAN ARQUITECTURA CRISTIANA a) LA BASILICA CRISTIANA Algunos datos literarios, ciertamente abundantes, han hecho pen- sar que el edificio basilical cristiano disponfa de un eje en la direccién este-oeste, con la cabecera hacia el oriente, segtin la simbologia que hace representar al sol que nace la resurrecci6n de Cristo; pero, en un recuento de los datos arqueolégicos conocidos, se puede afirmar que, de los 31 monumentos mds importantes, 17 carecen en absoluto de orientaci6n y, de los 21 orientados, 17 miran a oriente y 7 a occidente, fenémeno facilmente explicable, pues en el Mediterraneo la orienta- cidn este-oeste es la que mas horas de iluminacién presta al edificio basilical. Hay que tener en cuenta, ademds, las condiciones del terre- no, casi siempre imperativas, si exceptuamos las grandes construccio- nes imperiales. Cuando aparece el altar fijo, sustitutivo del portatil o mesa de ma- dera més o menos rica, su lugar y orientacién quedan determinados por dos factores: el lugar donde se situaba el mévil, y el deseo, en al- gunas basilicas, de colocarle sobre el lugar de alguna reliquia venera- da. Esta ultima condicién es la que determina que el sacerdote quede frente al pueblo en aquellas basflicas en que la confessio hace imposi- ble la situacién del celebrante de espaldas al pueblo 0, en mejor expre- si6n, segtin la direccién de su plegaria: sacerdote y pueblo oran en la misma direccién. Celebrar frente al pueblo no es un deseo de la primi- tiva liturgia, sino un inconveniente que no se puede soslayar. b) ELEMENTOS DE LA BASILICA Es conveniente describir los elementos de una basilica ideal, con todas sus posibilidades, aunque no represente a ningiin ejemplar fisico, porque el conocimiento de esta disposicién teérica permitiré referirnos a los elementos de los edificios reales con sencillez, al poseer un voca- bulario preciso. Se accede a la basilica (Lam. V1-4) por un afrio, un elemento por- ticado, situado a los pies o en un flanco del edificio. 146 LA BASILICA TEORICA VI-4 | desive ceucERo ~TRANSEPTO -~ ARCO TRUNFAL JA IgUER.

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