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Objetivo del Programa: Lograr que los hermanos entiendan que la oración, el
estudio de su Palabra, la testificación y un buen testimonio, son armas que nos
mantienen unidos a Jesús. Solamente así podremos estar protegidos de los
ataques del maligno. Por esto el enemigo busca destruir estas murallas,
dejarnos sin protección y poder penetrar fácilmente.
Sugerencias para el Director: Prepare unas paredes que simulen una muralla,
(en anime o cartón) y, a medida que van pasando los participantes, las irán
colocando hasta formar una especie de fortaleza. Cada una será una pared que
se irá armando, de manera que debe buscar la forma de poderlas ajustar en
cada esquina.
Haga unas tarjetitas con la lectura bíblica y el himno que cantarán todos en el
momento indicado en el programa.
Primer Participante:
¡Bienvenidos a orar!
Apreciados amigos y amigas que nos visitan: Ustedes han sido invitados por
Jesús a estar en este lugar. Reciban una bienvenida especial de su parte y de
parte nuestra.
Dice Dios a través de su sierva en Joyas de los Testimonios, Tomo 1, pág. 56:
"No descuides la oración secreta, porque es el alma de la religión. Con oración
ferviente y sincera, solicita pureza para tu alma. Intercede tan ferviente y
ardorosamente como lo harías por tu vida mortal, si estuviese en juego.
Permanece delante de Dios hasta que se encienda en ti anhelo indecible de
salvación y obtengas la dulce evidencia de que tu pecado está perdonado.
(Entonar la alabanza que fue repartida a la entrada. Trate que todos la tengan.)
Sugerencia: El himno "Purifícame" (Letra anexa)
(Todos quedan en pie)
Señor, es tu Palabra la que me guía. Ella me indica tu voluntad para mí. En ella
hallo la instrucción para seguir tus pasos. ¡Cómo no leerla! ¡Cómo no
conocerla!
Cuarto Participante:
Dios te dice: Haz tú lo mismo. Ve y dile a otros cuán grandes cosas ha hecho
Dios contigo.
Hoy vamos a escuchar cuán grandes cosas ha hecho Dios con (o en) (Nombre
la persona que está en el Relato Misionero, o el lugar donde se desarrolla el
Relato.)
Quinto Participante:
Gratitud: En una oportunidad, diez leprosos fueron sanados por Jesús, pero sólo
uno de ellos se regresó para darle las gracias. Imitemos ese ejemplo.
-Yo conozco a ese hombre -dijo un pobre y anciano aldeano. ¡Él vivió aquí! -¿Sí?
-replicó el predicador un tanto sorprendido. -Sí -contestó el anciano.
Entonces llevó al obrero cristiano a las afueras de la aldea, donde señaló hacia
la tumba solitaria y bien cuidada de un misionero.
¡Qué testimonio había sido la vida ese misionero! Él vivió tan cerca de su
Salvador, que su vida reflejaba constantemente la vida de Jesús. Por la gracia
de Dios podía decir: "Sed imitadores de mí". ¿Por qué? Porque en su vida había
imitado tanto la vida de Cristo, que podía invitar a otros a seguir a su Señor en
él.
Durante generaciones, la gente ha oído hablar del perfecto Nazareno; ahora
desean verlo vivir en ti y en mí. Cuando lo veamos, nosotros también
podremos decir con confianza: "Hermanos, sed imitadores de mí".
Himno Final:
Oración Final: