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1. Acerca de la nocién de persona Una perspectiva africana fs la idea de “persona aut6noma” una invencién europea? que nos plantearan los colegas de los departamentos de 120s lugares de los no europeos? Por esta “persona”, el punto final de les se ven inexorable- imordiales? ¢Es nuestra excursin por las concepciones africanas de izante: Ia vor que a menudo asu- Mauss, cuya propia earaterizacién acerea del desarrollo persona fe claramenteevolutva e toma la molestia de seal 90 TEORIA DESDE EL SUR constituirse como universal ¢s parte fundamental de su construccién eu rocultural y de su aparato ideolégico. Mas atin, “la persona auténoma” el articulo definitivo y singular— da cuenta de un imaginario, un conjun- to de signos y valores, una formacién hegeménica: ni en Europa ni en poco existe, claro esta, la oposiciGn clisica entre finido, autoconsciente y portador de derechos de la “s modern: €1 héroe prometeico de la ser relacional, agregativo, comunalista ¢ inerte que se atribuye a los otros premodernos. Como habremos de ver, las nociones afticanas en torno de la nocién de persona son infinitamente més complejas de lo que per- tan diverso como extenso, fue engendrando sus propias modernidade, a menudo reconocidas de manera explicita como tales, surgicron en su. territorio nociones muy distintas del yo, de la civilidad y de lo piiblico. En tal sentido, es posible también presentar un fuerte argumento contra- ner la tesis radicalmente revisionista de que, en algunos, jes centrales evoluciona guarda relacién directa con la idea central de este ‘Como esto sugiere, pondremos en duda Ia universalidad de “la pe sona auténoma” haciendo uso de una insistencia antropol6gica en su ‘especificidad cultural e histérica. Pero esto no agota nuestros objetivos ‘en esta ocasi6n ni tampoco la pregunta que les sirve de marco: j... una invencién europea? Formulado de esta forma, los signos de interrogacién ACEBCA DE LANOCION DE PERSONA OE an hacia dos problemas fundamentales: ges adecuado considerar la in, en principio? Vde ser a a Europa? El primero de estos interrogantes depende del modo en que entendamos los procesos de pro- dn cultural; el segundo, de hasta qué punto estemos dispuestos a irque todo lo que constituye la modernidad europea fue fabricado nnera endégena y no por medio de encuentros e hibridaciones con 0s significativos, a menudo colonizados. A su debido tiempo regresa- ala dialéctica histérica subyacente a la aparici6n de distintas cons- ones del yo occidentales postilustradas, y asi podremos responder reguntas, ies ce todo ello, no obs .volva nocién de persona”. No existe semejante cosa. Nuestro propésito ' analizar un caso especifico, histricamente do: el de los los tsuana del sur de Sudéfrica durante el fin del periodo colonial. uele ocurrir, mucho de lo que podamos decir acerca de las ' isuana del ser-en-elmundo y su antropologia tintas partes del continente. No o! 1a". Y lo era en doble sentido. En principio, nadie existia 0 .gar-a ser conocido si no era en relaci6n con y en referencia a, 0 30 como parte de, un vasto grupo de otros significativos.”” En segun- ex necesario clarifier tn poco los trminon. Como x g2 TEORIA DESDE EL SUR. do lugar, la identidad de todos y cada uno de ellos se forjaba, de manera acumulativa, mediante una serie infinita y continua dé ticas. A pesar de Tonnies, no habia atribucién de indivi tusy el rol quedaban determinados por factores distintos d 0 la genealogfa, si bien la posicién social se representaba, tipicamente, en términos geneal , 1981; 87-46). Por razo- nes ligadas a sus modos de funcionami sterno ~como hace tiempo la coexistencia de una ideologia de descendencia pat ca del matrimonio endogimico-* el mundo tsuana de aquel entonces ‘era al mismo tiempo fuertemente comunitario y fuertemente individua- lizado. Desde su interior, se lo percibfa como un universo gobernado .0 y organizado, pero al mismo tiempo enigmatico, ico un universo donde las personas, los hombres en jan que “construirse a si mismos” ~para constituir su per= mn y rango- mediante la acumulaci6n de “riqueza en gente”, y“devorando” a sus rivales. aficana de persona; nétese, otra vez el singular esputio. Etariamos lugar de Africa, salvo en laimaginacién na sociedad puramente de atribucién de generar relaciones que son inherentemente ambiguas: agnaticias, Imatilaterales y anes al mismo tempo, Entre los tana estas formas de pragmitio de la ida cot Dbbjeto de negociacin constante(¥éase Comarofly Comar ip one (rhe eae ee oe ae a eee imente, al menos, la individualidad y el estatus social, recono- (érminos de una jerarquia agnaticia, eran siempre negociable (én que Gluckman (1963) consider valida para todas las ibales” africanas. En sintesis, para los tsuana de la era colonial era un constante work in progress de cera un artefacto nadamente complejo que resultaba mucho menos simple atin al a cuestiones de género, generacién, clase, raza, etnicidad stamos adelantando un poco. Permitasenos aportar algunos antes de proseguir. ieblos tsuana componen hoy uno de los grupo: ado a distintos pueblos y ciudades del subcontinente o han mado pequeias comunidades rurales descentralizadas (Schapera, 1953). Hasta que el Estado colonial se ocupé de subvertir Jos cacicazgos tenfan una presencia politica sustancial en. el paisaje, on economias basadas en el cultivo, el ganado, la caza y el comercio (Shillington, 1985). Cada uno tenia por centro una capital densamente poblada donde miles de residentes se ordenaban en grupos fa odeados por campos de cultivo y puestos de ganado; la exten: os grupos politicos — estaba determinada por el territorio en los jefes y los sil jeran pastorear y proteger los animales (Comarotty Gomarof, 1980) En le expacie latermetion habla sna salto, de intercambio de conocimiento cultural entre distancias lejanas. L partir de la década de 18: blacional en la regién. Y con fobstante, ex pouble que un estimativo por encima del bastante aeerado, of Teese ACERGA DE LA NOCION DE PERSONA 95, el territorio, Las granjas, los establecimientos comerciales y los pueblos de los blancos se esparcieron por el campo, y junto a las misiones ~que_ trajeron a su vez escuelas, tiendas y otros signos de “civilizacién"~ pronto. constituyeron una presencia visible en el “Bushveld”, Inexorablemente aparecieron carreteras y rutas de transporte. Inexorablemente aument6 cada vez mas la expropiaci6n de tierras de las poblaciones autéctonas. Con la revolucién minera, los tsuana del sur, ya instruidos por la misién ivilizatoria en las ideas burguesas de propiedad y progreso, aprendieron de primera mano las lecciones del capitalismo colonial. Muchos migra ron a os florecientes asentamientos mineros ubicados més alld de los ites de su territorio convertidos en proletarios neéfitos, algunos se beneficiaron en gran medida de la apertura de nuevos mercados para sus productos y servicios, y todos quedaron entrampados en un rapido proceso de formacién de clases que dividis a las viejas comunidades en mico de la construccién de las sociedades coloniales. Demostra- nbién que, en términos de representacién ~como producto en \edida del resultado del encontronazo entre Ios tsuana del sur y tas coloniales-, esta oposici6n irreductible se formul6 a par- sehgoa, las maneras y modales europeos, y setsuana, icos, los contenidos de estos dos os, setsuana y sekgoa, muestran grandes cambios a Io largo del Esto resulta bastante claro en los registros documentales. No fuerte antinomia epi ica se sostuvo durante toda la épo- funcién de nuevos eriterios de distincién social y diferencia formulados parcialmente en el lenguaje cortés de la ética protestante, Finalmente, en la década de 1880, la desautorizaci6n de cualquier au- toridad preexistente inrodujo al Estado britinico en el territorio. Sus funcionatios se establecieron en los pueblos blancos ligados a los distr tos campesinos 0 en centros adn i cconstruidos desde los ‘cuales podian gobernar a los “nativos” cercanos. A menudo estos centros se ubicaban cerca de las capitales tsuana y atrafan atin ms europeos, que generalmente legaban para comerciar y hacer negocios. En la década de 1890 la construecién de la via férrea a lo argo del teritorio lo hizo acce- sible a personas y bienes cuyo ingreso, de otra manera, hubiese resultado) altamente improbable. Esto, a su ver, exacerbs el ingreso de los tsuana del sur en el mundo de la economia y la sociedad coloniales, un mundo signado pr li raciaizacién yl fagmentacion de cles odo lo que es conlleva (véase, lo a significar durante la hima eta ficado que debe rastrearse tanto en su rango y estatus,*y de extenderse en el espacio social acumu- indo riqueza en gente. Desde luego, no todos tenian las mismas posibi- principio, hasta bien entrado el peri contradictoria. atravesaron los bridas y patrones inesperados de consociaci Por otro, llegé a representarselo como un mundo fue} i do y maniqueo donde la separacién entre blanco y negro, dominan- te y dominado, africano y europeo estaba tallada en piedra. En otra parte (24-29), sostuvimos que el cariicter cismatico de este imaginario 64 Para una descripcin de lox modose rango y estas, véase J. Comarof Acerca de los efecios del matrimonio endogimico sobre laambigiedad y 68 Véase al respecto, Mar rnegociabilidad de los lazos sociales. 78) sobre el reino ul 96 THORIA DESDE EL SUR ACERCA DE LA NOCION DE PERSONA 97 posesiones personales; de hecho, ni siquiera eran duefios de si mis Por otra parte, las mujeres eran menores juridicos y estaban sujetas.@ representaci6n de su superior masculino inmediato, En el contexto de! vida social cotidiana, como también en los procesos politicos ocurti fuera de la vista piiblica, las mujeres estaban muy lejos de desemy un papel inerte 0 impotente. Todo lo contrario, Pero en términos, vivian en voz pasiva. Por ejemplo, mientras que el hombre podia (go nyala), la mujer era casada (go nyalwa). Para finalizar, el estatus ign contaba como diferencia. Reyes y plebeyos, ricos y pobres, expertos cn rituales y suplicantes gozaban de distinto grado de influencia sobre el mundo; en particular, como habremos de ver, porque las act de empoderamiento de algunas personas tenian el efecto de reducir potencia y la potencialidad de otras. ’ No obstante, si bien con estas salvedades, la mayoria de los adultos tsuana del sur estaban involucrados de manera constante en una praxis de auto- .giin observara M I no era si dos pei el hecho de que los términos utilizados para designar a los de marcas 1s de la pareja (moona [m], mosadi [f]) carecier \diendo tanto hacer referencia a una persona con la que anterior como a una pareja de ipo de esfuerzo por clari na. No era necesario de ian sido, O, antes bien, qué habian devenido. ¥ ello debido tini- distintas formas ersin a futuro, Encontramos aqui de la nocién de la persona tsuana contemporinea: no hace referencia a un estado de ser sino a un estado de devenir. Ningtin ser viviente puede permanecer estitico. La quietud significa la muerte social. Este principio de Ia persona como un modo del devenir se expre- saba en todos los aspectos de la exister ‘Tomemos por caso el matrimonio, ese conjunto de pricticas al que suele considerarse el lugar de formaci6n y reproduccién social por excelencia.® Los antro- wropea, el no estaba ligado a la 65 Resultaamatvo constaar hasta qué punto ~l menos hasta los itimos g8 THEORIA DESDE EL SUR ‘momento de su muerte, sino por toda la que hubiese di por cusdn poca hubiese quedado destinada a convertirse en disputa entre los herederos (Comaroff y Roberts, 1981: 175-215). medio de este desprendimiento gradual y acumulativo de la propi Jos hombres y (en menor medida) las mujeres se realizaban como 105, cudadanos de valor y ancestros en construccién. De fan, objetivizaban y encarnaban en sus descendiem asegurando asi su perpetuidad como perso Esto deja entrever que la noci6n fundaci consciente como agente activo en el mundo, estaba tan internalizada sn pacto ticito, Alo largo de la vida (en forma encarnada) después de la muerte (como presencia narrada) la persona era un sujel dotado de a capacidad de participar del acto de completarse y aumeni asi mismo, Tomemos solo una demostraci6n de este fenémeno: En febrero de 1970, estibamos sentados en el patio de una casa de Mafikeng, la capital del cacicazgo Ts! familia del jefe Mhengwa Letsholo. Por la cal red que dividia el hogar del espacio piiblico, pas6 una vecina de ‘edad bastante avanzada, “Ahi va Mme-Sleka’, dijo, seiialandola, a esposa del jefe. Si bien su abanico de connotaciones es bastan- “Mme-" denota “madre de”. Interesados en precisar No habia duda de que a su edad ibilidad de quedar embarazada. Sin embar del jefe era perfectamente sensata. En princi dios convencionales tales como el levirato y el soror: los que legalmente podian “nacer” vistagos de una perso1 sicamente incapaz de producitlos. No obstante, la respuesta de Mhengwa apuntaba hacia ora dimensién menos pragmatica: tuna respuesta taxativamente negativa a la pregunta por la ma- ternidad hubiera supuesto dar cuenta de Ia vida activa de esa mujer en tiempo pasado, pronunciarla socialmente muerta. En la medida en que fuera un ser consciente, participe del proceso de devenir, siempre seria posible alguna forma de maternidad. “Todavia no" supone un presente continuo, de la misma mane- “no” clausura algo que pudo ser pero ya no lo es. raque ACERCA DE LA NOCION DE PERSONA 99 “comida” por alguien mis poderoso. En el primer caso izada por la enferm djando de esforzarse para su propio beneficio y wabajando jien de sus amos y patrones. Un 6grafo de siglo XIX describe este estado de deveni ins servador, J. Tom Brown (1926: rente vivida de hombres que, consumidos ce esta forma, padecen we de su propia personalidad: sntes de un hombre advierten un cambio en de su mente parece haberse apagado y el estado de deterioro que es posible decir anidad de ese hombre ha muerto aunque ivo; cuando se dat indo los pariei aba para la “contaminacién por muerte” ‘muy similar a la figura del zombi kimos atios hizo su aparicidn en Sudaftica como parte del que mecanicamente se desloma por otros, de tiempo pasado y pasi actor social consciente? En qué se basa su modo de producir la nocién de persona? 100 TEORIA DESDE EL SUR PRODUCIR LA PERSONA En este contexto, volvemos a sefialarlo, la produc persona constitufa un proceso i de que en el funcionamiento del universo social de los tsuana del st correspondiera a los individuos tomar la iniciativa de "construirse a rmismos" (0 tal ver, justamente, debido a ello). El énfasis episté cen la autoconstruecién estaba plasmado, de manera metonimica © En la lengua vernacula, ‘aun amplio espectro de actividades, desde cultivar, cocinar y crear fala hasta las actdaderneaionadas con el pastoeo, lap m de un ritual (J. Comaroff, 1985; si bien puede ser deshech ignas (véase mis abajo). Pero ‘mercancfa que fuera posible comprar o vender. No podia exist energia de un sicrvo, mucho menos comprarla. Sélo estaba a disposici mud de una relacién de interdepende: como eco sordo, las huellas social de los seres humanos, de la construccin del yo y los otros en el curso de la vida cotid Ia persona~ er ociae jera Alverson (1978: derecho a ser una persona soci de go dira daban cuenta de ello. Su forma reflexiva los de interdependencia, a menudo por medio de de la propic obras”. Pero en en su capacidad el caso de los agricultores ricos~ las mujeres estaban asociadas iiclamentalmente a la agricultura, el trabajo doméstico y la repro- puesto por el estado ticular el régimen del apartheid, sacé provecho de esta ando a los hombres a convertirse en mano de obra migrante, le sus hogares, mientras sus mujeres e hijas permanecian en el campo, 102 TRORIA DESDE EL SUR ACERCA DE LA NOCION DE PERSONA. 103 asi como también de “adelantarse”. Nosotros tuvimos opor- observar las mismas pricticas en la década de 1970, a veces tadas con el ritual cristiano. las las medidas preventivas disponibles contra “ser deshecho", go, la mas importante y efectiva radicaba en la fabs Ademis de la agricultura de subsistencia, estas mujeres eran la del valor mas biisico de todos: Ia vida humana. Pero su fer $ conversos mostraban su preoc se decia que era necesario sor un rol activo en la esfera pi més preciada: el ganado. Los hombres, el contrario, eran fries (ishididi) y disfrutaban de mayor autocont Tenjan las cualidades corporales necesarias para la cria del gar social efectiva y la gestién del bien comin. En tanto, manera que evoca la visible descripta en el caso de Melanesia (véase n. 59), los tsuae tomaban la precancién de fragn lc presentar sus caracteristicas exteriores al resto del mundo. Esta ca guardaba relacién con una enoteoria de poder/conocimiento en dos axiomas técitos fundacionales. Primera: en tanto el yo no ynfinado al cuerpo fisico -se extendia sobre el espacio-tiempo itico ocupado por la suma total de sus relaciones, presencias actuara sobre su rastro podia sus propios graneros y ejercian cierto control sobre hacerse con la cosecha, sus “obras” -I {véase Jeffrey y otros, 1989)— prosaicas de las q! tuales de los hombres. Esto aparece una y otra vez en la tsuana. Por ejemplo, el mito de origen que se recita en la iniciaci masculina, el mas exhaustivo de sus rituales de pasaje, cuenta de qt de la sociedad estuvo ligado al momento en qt la fertilidad de las mujeres fue domesticada por los hombres y someti alos propésitos de la cor a. izos, ayudados por la invocacién de los ancestros y soc: idos por operaciones magicas realizadas sobre sus personas, sus ares, Sus Topas o sus animales (J. Comaroff, 1985). Segunda: en la me- ‘en que tna persona era “conocida” por otras resultaba vulnerable a inaciones, a ser devorada por ellas. Por eso el empod to, Protector 0 predatorio, se fundaba en la capacidad de ocultar, ‘aciones, pricticas y, de manera mas tar el hecho de que se estaba es- PERSONA, NEGACION ¥ AUTODEFENSA, Como sefialamos antes, este proceso de autoconstruccién continua taba bajo constante amenaza de fuerzas contrapuestas inherentes a propia vida social. Debido a que los hombres y en particular los agnaticios buscaban todo el “comerse” unos a otros y debido’ én al caricter omnipresente del peligro de la hechiceria, el tral la necesidad de protegerse a si mismo y a quienes dependfan. uno de “ser deshechos". Dirolaga, derivacién negativa de dira, descr este modo de destruccién. Las personas se tomaban grandes molesti para fortificar sus hogares y campos con el propésito de defenderlos cualquier ataque, ya menudo se preparaban para atacar a sus adver rigs, reales o imaginarios, antes de que estos las atacaran. Esto no cera valido para los “tradicionalistas’. En la década de 1930 un ant Jogo tsuana observé de qué manera las elites cristianas, profundame comprometidas con el desarrollo de “el interés y la competencia da’, recurrian a la magia con el propésito de salvaguardar sus cultis estos dos axiomas se sigue un corolario bastante obvio: resulta sen- no dar a conocer sino aspectos parciales y refractarios de la propia "na ~a saber, propicdades, proyectos, intereses, afectos- a los dis- ‘nes se comparten las mismas coordenadas de vida- 104 THORIA DESDE HL SUR ACERCA DE LA NOCION DE PERSONA 105, local por el chisme y el escindalo, resultaba inevitable que se produ Se violaban limites: lo oculto de vez en cuando salfaa uerzo por sostener la divs 10 de empoderar el yo y sus acciones era una premisa fun nediante-cldevenir. A tal punto que pasaba comple nuinitarismo africano pasadlo y inadvertida. Pero se revelaba de manera metapragmitica en ese mé smeente engaiiosa. En principio, como nunca se fe la vida en que es preciso establecer la coherencia de stir a antropologia, lan la muerte, en una circunstancia en la que hallamos claros occidental, esta anti do de la que ellos, en particular, tent poco a poco se trazaba un retrato compuesto y la vida tomaba fo Jas, En los afios setenta oimos decir mas de una vez 1 fatoloera la parte mis conmovedora de un entierro, sobre todo funto, para quienes este relato sinépti ‘como para los menos cercanos. tun universo donde el conocimiento social era presa de un interés saciable y tenia un alto valor informativo, la fascinacién que rode: al tatolo no sorprendera a nadie. Suponfa un desenlace existencial, recapitulacién de una biografia que hasta entonces habia resultado la singularidad de su incrustacién en lo soci work in progress insondable. ¥ constitufa el momento de miento hacia un pla [punto resulta poco acertado establecer cont En el caso de las personas poderosas, esta fascinacidn crecfa expo tones de persona de Europa y de Africa o la reduccién de cualquiera de Gialmente: el tatolo venia a revelar sus métodos, su disposici6n éti idad, la agencia firma y la accidn au |, su formulacion ideo- los secretos de su seryydevenir en el contexto de este mundo soci complejo y laberintico, concLust {LA DIALECTICA DEL ENCUENTRO En suma, la nocién de persona de a 68 Welker eshors de ext forma leidelberg, 16 trabajo, cl z ‘que wlilia este po de compleidd de manera analoga a en ello sombras de Marx. Tal concepcisn resulta distinta y al Puede hacerse de la autonomia moderna”, Clara oe en 2 a, ‘eemplazar li auonomiapor la coupled, Nos hemos periniido parafrasea as : ; ‘expresiones de Welker aqui con el propdsito de adecuarls alos terminon wempo ; express de Weller aqui cone props de ade de 108 TEORIA DESDE EL SUR 2, Liberalismo, policulturalismo e id-ologia paises centrales, Sila eurotcoria hubiese conocido un poco mejor Reflexiones sobre ciudadania a, pasada y presente, probablemente hi i y diferencia tiempo antes una nocién més compleja de la nocién de persona ht fundada en un espacio-tiempo multidimensional, He aqui dos fragmentos de discursos del pasado sudafricano nosotros los negros (la mayoria de nosotros) detestamos la ‘etnicidad con todo nuestro ser (Desmond Tutu, 1981," arzobispo de Ciudad del Cabo). cortientes de la tradicién [africana] y de incorporarlas a las ‘entidades politicas modernas y téenicamente avanzadas que procuramos construir (Penuell Maduna, 1999,” Ministro de Justicia y Desarrollo Constitucional) lideres de ta Comunidad para el Desaro ‘Sudafticano (mejor conocida por sus siglas en inglés, SADC).

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