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Finalmente llegaron los despidos a la Biblioteca Nacional. Cmo en otras partes del Estado y
tantos otros lugares privados y pblicos. Hay angustia, llantos, bronca y la imposible
descripcin de la vulnerabilidad que atraviesan quienes pierden el nico trabajo del cual
dependen hijos, hijas u otros familiares. Ser una nueva experiencia generacional ms que
hay que acumular?
Cmo me escribieron luego de recibir la noticia, no nos despiden por vagos, oquis y todos los
etcteras con que invade la maquinaria meditica. Nos despiden por lo hecho y por el
acompaamiento de las trabajadoras y trabajadores a la enorme tarea colectiva que encabez
Horacio Gonzlez. Porque si bien no es intencin hacer un repaso de la gestin, hay que hablar
de esta institucin que fue convertida en un espacio pblico con la impronta de las mejores
tradiciones culturales y polticas de nuestra historia. Y porque no han sido slo tiempos dnde
esta institucin se abri al debate colectivo, la polmica y el conflicto, asumiendo esa tensin
cmo una necesaria prctica estatal. Tambin ha sido el momento dnde han transitado
innumerables experiencias artsticas, culturales, literarias o editoriales, habitado diversas
lenguas, propuestas estticas y prcticas transformadoras.
Es cierto que por un lado est el ajuste, achicamiento del Estado, maximizacin de ganancia y
los recortes inspirados en las viejas y siempre presentes ideas que abonan la idea del gasto en
actividades culturales. Polticas inspiradas tambin- en el viejo paradigma de la necesidad
permanente de crear ejrcitos de reserva para bajar salarios y mantener a trabajadoras y
trabajadores atemorizados.
Mientras tanto, hay que seguir caminando, buscando nuevos horizontes, pero recordando
(tambin) que no era todo lo mismo lo que estaba en juego en nuestro pas. Las consecuencias
estn a la vista. No hay nada oculto. Quizs ese sea el problema, porque obliga a cada
individualidad y colectivo a mirarse al espejo y hacerse responsable de sus actos.