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Señor
MINISTRO DE DEFENSA NACIONAL
Dr. GABRIEL SILVA LUJAN
E. S. D.

REF: Solicitud Trámite de Revocatoria Directa.

GABRIEL ARANGO BACCI, Mayor de edad, identificado como


aparece al pié de mi firma, Oficial de la Armada en uso de
buen retiro con el Grado de Contralmirante, con domicilio en
la ciudad de Cartagena Carrera 3 # 9-161 Apto 7C Edificio
LOS CRISTALES por el presente escrito, y con relación a su
respuesta con el Oficio No 58720 MDSGDALGNG-22 del 9 de
Julio de 2010, referente a la solicitud de revocatoria directa,
dirigida al Señor Presidente de la República de Colombia
Doctor ALVARO URIBE VELEZ, y remitido a su despacho con el
Oficio No OFI10-00045262/AUV del 13 de Mayo de 2010, por el
Secretario Jurídico de la Presidencia de la República, Dr.
Edmundo del Castillo Restrepo, donde manifiesta que por
competencia había sido remitido al Señor Ministro de Defensa
Nacional, para que en cumplimiento de sus funciones, diese
respuesta a mi petición, me permito establecer lo siguiente.

COMPETENCIA.-

El Acto administrativo, con el que fui llamado a calificar


servicio, fue expedido por el Presidente de la República y lo
que indica la norma que regula todo lo atinente a la
revocatoria directa, es decir el Art. 69 del C.C.A, es que “los
actos administrativos deben ser revocados por los mismos
funcionarios que los hayan expedidos, por sus inmediatos
superiores, de oficio o a solicitud de parte ….(…)…” .
Con base en lo anterior, y teniendo en cuenta el Oficio
Presidencial OFI10-00045262/AUV del 13 de Mayo de 2010,
donde se imparten instrucciones, para la elaboración de la
Resolución de Revocatoria Directa, concediéndome el
recurso, y como consecuencia de ello, la expedición del
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decreto por el cual sea llamado al servicio activo en la


Armada Nacional, en el grado que me debería corresponder
si hubiera seguido en servicio activo, se hace necesario que
se siga el trámite ordenado en la ley, es decir que se profiera,
por parte del señor Presidente de la República el acto
administrativo en tal sentido, y que por tratarse éste de
situaciones particulares y concretas se me notifique el mismo
a fin de consentirlo de manera expresa y escrita como lo
señala el artículo 73 del CCA.

SOLICITUD CONCRETA.-

El día 09 de Julio de 2010 solicité ante su Despacho se


realizaran todos los trámites tendientes a que se resolviera de
manera pronta, como lo estatuye la norma pertinente, mi
solicitud de Revocatoria Directa, la cual se fundamenta en
dos causales legales, cuales son la manifiesta oposición a la
Constitución Política y a la ley, y el agravio injustificado que se
me causó con una decisión aparentemente legal.
En ese orden de ideas, lo solicitado tiene arraigo legal en esas
dos causales, toda vez que el acto administrativo que dispuso
mi llamamiento a calificar servicios se dio, según
manifestaciones ante autoridades judiciales competentes y
ante diversos medios de comunicación, por hechos
presuntamente constitutivos de delitos y faltas disciplinarias.
Si bien es cierto, la facultad discrecional del Gobierno
Nacional para tales efectos tiene sustento en actos que se
presumen legales, es claro que el dolo con el que se procedió
al adoptar tal decisión se demostró como infundado y
carente de todo arraigo con la decisión que adoptó la
Honorable Corte Suprema de Justicia, corporación judicial
que por unanimidad me absolvió.

Así las cosas, está demostrado de manera clara y meridiana


que, el hecho que fundamenta una acción aparentemente
libre de la administración se derivó de un abuso y desviación
de poder.
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Con esta desviación de poder, se da lugar a la expedición de


un acto administrativo violatorio no solo de la Constitución y
la ley, sino de mis derechos fundamentales; esta transgresión
claramente indica que el acto debe ser revocado por quien
lo profirió, esto es el señor Presidente de la República y no otra
autoridad diferente.

La jurisprudencia y la doctrina aplicables a este tipo de


situaciones, son claras en afirmar que cuando se tipifiquen
agravios que vulneren derechos de primer orden, es decir de
rango fundamental, se da la desviación de poder que se
demuestra con la expedición de un acto contrario, no solo a
la ley sino a mis derechos a la defensa, debido proceso,
presunción de inocencia, al honor, a la honra, al buen
nombre, entre otros, derechos que abarcan mi núcleo familiar
y cuyo desconocimiento se extendió hasta el mínimo vital.

El tramitar una solicitud por alguien que carezca de


competencia para hacerlo, puede generar unas acciones
penales y disciplinarias que se pueden evitar con el correcto
trámite de un derecho que toca aspectos constitucionales de
índole fundamental.

Con relación al oficio suscrito por usted Señor Ministro, en el


cual me manifiesta que no le dará el trámite, por considerar
que (sic) “es improcedente dar trámite a su solicitud de
revocatoria directa del Decreto 2330 del 22 de Junio de 2007,
máxime que no se advierte la existencia de fundamentos de
hecho y de derecho que permitan configurar una de las
causales del articulo 69 del Código Contencioso
Administrativo.”

Sobre este particular, basta dar lectura al artículo 69 del CCA,


para verificar la competencia de quien debe decidir estas
solicitudes y que, si se retira a alguien del servicio activo y
concomitante a esta decisión se develan la existencia de
indagaciones y de averiguaciones tendientes a demostrar la
existencia y la comisión de un delito, las cuales no solo se
adelantaron internamente sino que se efectuaron con el
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apoyo de entes como el DAS y la Fiscalía General de la


Nación, se configura IPSO FACTO la manera de revocar
directamente un acto administrativo.

Lo anterior significa que, se desvió el poder de la


administración desconociendo abiertamente la norma
superior y la legislación vigente y se profirió un acto
administrativo carente de motivos fundados en la ley.

Estos motivos fundados en la ley no son absolutos, no pueden


desconocer derechos humanos mínimos y así mismo, no
pueden conllevar el desconocimiento de lo mínimo que goza
un militar y es su honor.

Sobre este particular sobra recordar, que se tutelaron


íntegramente los derechos fundamentales de un Infante de
Marina quien fue retirado del servicio activo mediante acto
discrecional del Mando y quien tuvo que ser reintegrado al
servicio toda vez que se constató que se venían adelantando
investigaciones en su contra que concluyeron en decisiones
absolutorias; esta decisión judicial determinó que la facultad
discrecional tiene límites sensatos y claros descritos en las
normas que rigen la materia, los cuales cuando son
pretermitidos solo generan una revocatoria no solo directa
sino decretada judicialmente.

La Administración siendo consecuente con principios mínimos


de economía, celeridad, equidad y justicia puede y debe
revocar directamente sus actos sin esperar mandamiento u
orden judicial en tal sentido, hecho que no solo genera las
condenas de rigor, sino acciones de repetición en contra de
los funcionarios que procedieron de manera ilegal e injusta.

El legislador goza de libertad de configuración en lo referente


al establecimiento de los recursos y medios de defensa que
pueden intentar los administrados contra los actos que
profieren las autoridades. Es la ley, no la Constitución, la que
señala si determinado recurso -reposición, apelación, u otro-
tiene o no cabida respecto de cierta decisión, y es la ley, por
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lo tanto, la encargada de diseñar en todos sus pormenores las


reglas dentro de las cuales, tal recurso puede ser interpuesto,
ante quién, en qué oportunidad, cuándo no es procedente y
cuáles son los requisitos -positivos y negativos- que deben
darse para su ejercicio y no su despacho, cuando
incongruentemente obstruye y deniega justicia al suscrito.

Nuevamente retomo el tema de la procedencia de la


revocación directa, para señalarle que, la misma tiene como
propósito el de dar a la autoridad la oportunidad de corregir
lo actuado por ella misma, inclusive de oficio.

Esta última se refiere al fundamento nacido del interés


general que consiste en la recuperación del imperio de la
legalidad o de la ley y en la reparación de un daño que
afectó la esfera privada en primera instancia para luego
pasar a la pública y así ser objeto de este tipo de acciones,
las cuales no excluyen las judiciales.

La Naturaleza de la revocación directa propuesta, no


corresponde a la categoría de recurso y, como tiene un
carácter extraordinario, en especial cuando están de por
medio situaciones jurídicas individuales y concretas, que
afectan el interés general, fundadas en el acto administrativo
con el cual fui retirado del servicio activo; sin embargo, este
retiro como es de su conocimiento, se debió a una serie de
irregularidades ya tratadas someramente al inicio de este
escrito, que de bulto, y como se estableció en el proceso
penal que se me adelantó ante la Corte Suprema de
Justicia, por acusaciones que sin fundamento adelantaron y
prepararon funcionarios de inteligencia de la Armada
Nacional, hoy investigados penal y disciplinariamente, las
cuales llevaron a engaño al Ministro de Defensa de la época
Dr. Juan Manuel Santos Calderón, mediante pruebas falsas
aportadas, tal y como se demostró y está hoy en
investigación penal en curso, la cual dará prontamente
decisiones concretas importantes, lo que conllevó a mi retiro
de la institución.
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Esa presunta empresa criminal no solo configuró lo que


denominaron tanto el señor Fiscal Delegado ante la H. Corte
Suprema de Justicia, como el señor Procurador Delegado
para esa misma Instancia un “entrampamiento” o inducción
al delito para ciertos sujetos que obraron como testigos falsos
que pretendieron probar hechos inexistentes sino que
conllevó a decisiones administrativas abusivas e ilegales, no
solo para el suscrito sino para otros vinculados con estos
mismos hechos, hoy objeto de acciones judiciales.

Otra de las pruebas de la desviación de poder y del abuso


del mismo, es la prueba denominada como “reina” de todo
este proceso, esto es, el falso recibo con la huella entregado
por el Capitán de Navío Luis Jorge Tovar Neira Jefe de
Contrainteligencia de la Armada Nacional, documento que
fue llevado al DAS, como lo testificó bajo la gravedad de
juramento el director de ese organismo para esa época, Dr.
Andrés Peñate, ante la Corte Suprema de Justicia –Sala de
Casación Penal- donde manifestó que el Señor Ministro de la
época, le había solicitado el análisis de la huella y la
confirmación de a quién pertenecía, para poder tomar una
decisión administrativa con relación al CONTRALMIRANTE
GABRIEL ARANGO BACCI, como quedó probado.

Esta declaración es plena prueba, de la relación de


causalidad material, que mi retiro, no se debió al cuestionado
“mejoramiento del servicio”, sino por un fin oculto, doloso y
temerario, cuando el Mando Naval presentó las pruebas de
la investigación de verificación, que se habían realizado en
mi contra y secretamente sin darme la oportunidad de
defenderme. Ante estos hechos, así dice la Corte:

(…) “… así como tampoco se desprende ese atributo del


documento aportado por un oficial de la Armada Nacional,
cuya autenticidad se puso en tela de juicio y del que pudo
establecerse que la huella que contiene es una imitación
obtenida por medios mecánicos”.(…)
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Ante estos actos, es más que comprensible, que no se podía


causar mi retiro, mediante la figura de llamamiento a calificar
servicios con la finalidad de “mejorar el servicio”, pues mi
trabajo como Oficial cumplía con los requisitos del cargo, y
así lo conocía el Comandante de la Armada Almirante
Barrera, al realizar mi nombramiento 6 meses atrás.

Lo anterior hace que no se reúnan al menos, los requisitos


mínimos que el legislador considera necesarios para llamar a
calificar servicios a un Oficial de Insignia, pues no es la mejor
manera de proteger sus derechos y su honra, así como la de
su familia, como le hizo ver el propio Fiscal del caso en
audiencia pública de juicio ante la H. Corte Suprema al
Almirante Barrera.

Esta información la puede constatar, no solo Usted sino el


Señor Presidente de la República de la información y pruebas
que reposan en todos los expedientes que fundamentaron o
resultaron de la investigación y juzgamiento que adelantaron
la Fiscalía General de la Nación a través de su Delegada ante
la H. Corte Suprema de Justicia, como la Sala Penal de esa
Corporación quienes decidieron de forma unánime mi
completa absolución, demostrando mi total inocencia ante
las infames, injuriosas y calumniosas acusaciones que
resultaron de la actividad y acciones desplegadas por la
Contrainteligencia de la Armada, y por lo cual ordenó la
Suprema Corte compulsación de copias a fin de que se
investigaran varios delitos, las cuales darán resultados de
responsabilidad de la edificación de esta infamia.

De acuerdo a su oficio del 9 de Julio de 2010 y bajo el


entendido de la respuesta dada por el titular de la Armada
Nacional, cuando manifiesta que no son necesarios mis
servicios, se observa claramente un despliegue de desviación
de poder y abuso del mismo afectando mis derechos
fundamentales de nuevo.
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Señor Ministro, la argumentación lógica, esgrimida en el


ejercicio de esta acción que estoy solicitando, como se lo he
dicho, tiene los fundamentos soportados en documentos
probatorios indiscutiblemente incontrovertibles, que sustentan
una plena relación de causalidad tanto material como
fáctica y jurídica para que su Despacho, proceda como lo
ordena la ley es decir revocando la decisión abiertamente
contraria a la misma.

Nuevamente se trata de desviar el poder, de abusar del


mismo, por intereses fútiles y propios, los cuales afectan a una
Institución como lo es el Ministerio de Defensa Nacional y
siguen afectando la Armada Nacional, tratando de
establecer que no hay planta o necesidades cuando lo que
nos ocupa no es esa situación de personal sino que se generó
un acto administrativo contrario a la ley que debe ser
revocado y como consecuencia de la misma devolver la
situación a su estado anterior, sin que el afectado deba
continuar siendo vulnerado con explicaciones que en nada
conciernen al real querer de la norma.

De esta forma nuevamente se incurriría en lo que expuso la


Sala Penal a través del ponente de mi sentencia absolutoria,
es decir de un querer injustificado que me impide continuar
con una carrera intachable como en efecto lo decidió esa
sala y que para mayor ilustración traigo a colación como a
continuación se plasma.

(…) “No sobra recalcar cómo para la Corte supera la simple


coincidencia que precisamente todos los testigos de
cargos mientan en sus declaraciones y evidencien
patente su afán por ofrecer elementos de incriminación en
contra del procesado, a la vez que, para soportar la
acusación, se hace uso de un documento obtenido de
manera bastante oscura y subrepticia, sobre el cual, en
lugar de adelantar la correspondiente investigación penal,
a cargo del funcionario competente, se pretendió hacer
valer una especie de justicia mediática, en maniobra que,
no sobra relacionar, ha de ser objeto de investigaciones
penal y disciplinaria”.
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(…) estima que existen circunstancias bastante


sospechosas dentro del trámite dado por los funcionarios
de la Armada Nacional al asunto, al punto que las
contradicciones, mendacidades ostensibles y evidente
interés incriminatorio de los declarantes adscritos a
programas de beneficios de la Fiscalía, representan
muestra al canto de lo afirmado.”

No es de buen recibo que usted Señor Ministro, dé respuesta


sin resolver la petición, estando incurso con ello en una
omisión de su deber formal sustancial, y más aún
manifestando que no existe relación de causalidad, entrando
ilógicamente a soportar su negativa manifestando, que el
llamamiento a calificar servicios, no requiere sino la
enunciación de la norma, desconociendo, que los actos
discrecionales son reglados.

La potestad administrativa, y en especial la discrecionalidad,


se encuentran sometidas al principio de mensurabilidad, el
cual consiste en que en ningún caso la potestad puede
constituirse como un poder indefinido o ilimitado.

En efecto, en primer término, la actuación del Estado a través


de la potestad administrativa está sujeta a los lineamientos
constitucionales, pues "en el Estado Social de Derecho las
competencias son regladas y el margen de discrecionalidad
de los agentes públicos debe ejercitarse dentro de la filosofía
de los valores y principios materiales de la nueva
Constitución". En segundo lugar, la potestad citada se
encuentra condicionada a la definición de su ámbito de
acción, determinándose los fines a cumplir y la forma en la
cual se debe desplegar la conducta mencionada. Esto
significa que la potestad siempre se debe entender limitada a
la realización de los fines específicos que le han sido
encomendados por el ordenamiento jurídico.

Es así como la potestad administrativa sólo contiene una


actuación legítima, en tanto y en cuanto, se ejecute en
función de las circunstancias, tanto teleológicas como
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materiales, establecidas en la norma que la concede. Por


ello, el artículo 36 del C.C.A., a cuyo tenor se debe en sus
doctrinas de la Corte, esta norma superior considera que
deben ser interpretadas las facultades por parte del Ministerio
de Defensa por aquello del derecho a la igualdad general y
abstracta, que "en la medida en que el contenido de una
decisión, de carácter general o particular, sea discrecional,
debe ser adecuada a los fines de la norma que la autoriza y
proporcional a los hechos que le sirven de causa."

Los actos discrecionales están por lo tanto sometidos al


control jurisdiccional en ejercicio de las acciones pertinentes,
cuando se considera que ellos son violatorios de la
Constitución o de la ley.

Así, la discrecionalidad en cabeza de la administración no


faculta al funcionario para imponer sus caprichos ni para
incurrir en arbitrariedades: ella estriba en la posibilidad de
apreciar libremente la oportunidad o conveniencia de la
acción dentro de los límites fijados por la ley, uno de los
cuales surge del fin que debe presidir toda actividad
administrativa, cual es la prevalencia del interés público.

En consecuencia, un fin extraño a él es ilícito y susceptible de


ser anulado y controvertido judicialmente, como se anotó. No
debe confundirse lo arbitrario con lo discrecional. En lo
arbitrario se expresa el capricho individual de quien ejerce el
poder sin sujeción a la ley. El poder discrecional por el
contrario, está sometido a normas inviolables como las reglas
de derecho preexistentes en cabeza del órgano o funcionario
competente para adoptar la decisión en cumplimiento de los
deberes sociales del Estado y de los particulares, a fin de
proteger la vida, honra y bienes de los asociados, así como
sus derechos y libertades.

No se puede confundir lo discrecional con lo arbitrario, pues


la Carta admite la discrecionalidad administrativa pero
excluye la arbitrariedad en el ejercicio de la función pública,
ya que en Colombia, aun cuando no cuente con
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consagración expresa, es enteramente aplicable el principio


de la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos.

El ejercicio de las potestades discrecionales se encuentra


sometido a los principios que gobiernan la validez y eficacia
de los actos administrativos, y se debe entender limitado a la
realización de los fines específicos que le han sido
encomendados a la autoridad por el ordenamiento jurídico.

Es así como la potestad administrativa sólo contiene una


actuación legítima, en tanto y en cuanto, se ejecute en
función de las circunstancias, tanto teleológicas como
materiales, establecidas en la norma que la concede.

Esta diferenciación entre lo discrecional y lo arbitrario tiene


claro fundamento constitucional en Colombia, pues la Carta
admite la discrecionalidad administrativa pero excluye la
arbitrariedad en el ejercicio de la función pública. Así la
potestad discrecional es una herramienta jurídica necesaria e
indispensable, en ciertos casos, para una buena
administración pública, pues se le brinda al gestor público la
posibilidad de decidir, bajo un buen juicio, sin la camisa de
fuerza de una reglamentación detallada que no corresponda
a la situación que se quiera superar o enfrentar. En cambio, la
arbitrariedad está excluida del ordenamiento jurídico
colombiano. En efecto, si bien la Constitución colombiana no
consagra expresamente "la interdicción de la arbitrariedad
de los poderes públicos", como lo hace el artículo 9º-3º de la
Constitución Española, este principio deriva de normas
específicas de nuestra Carta.

La discrecionalidad como facultad funcional pública


excepcional, puede ser más o menos reglada. De donde se
desprende que será mucho más definido el debido proceso
en los casos en que el legislador haya dispuesto una
regulación del uso de la facultad discrecional. El poder
discrecional resulta un límite de los derechos fundamentales,
que como es bien sabido, no puede atentar contra el núcleo
esencial de los mismos. Esta doble afirmación permitirá
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ponderar en cada caso la conveniencia o inconveniencia


de favorecer la eficacia del poder discrecional o del
derecho fundamental. En el presente caso el ejercicio del
poder discrecional no fue legítimo, en cuanto no se
cumplieron los pasos señalados en la ley para la adopción del
acto; y teniendo en cuenta, que en el proceso investigativo
adelantado por el organismo de seguridad -investigación de
verificación del Comando de la Armada Nacional y la
Inteligencia Naval-, como se demostró en el proceso penal
adelantado en mi contra, ni siquiera fui escuchado, por
cuanto dicha investigación de verificación fue secreta,
violándose todos los principios y derechos fundamentales. No
mediando fundamentos acreditados en el expediente,
circunstancias que permitan limitar la competencia
discrecional conferida por la ley, para el manejo del
elemento humano del Estado, en cabeza del Señor Ministro
de Defensa Nacional

Por todo lo anterior es claro que se sigue confundiendo la


discrecionalidad y la amplitud en el ejercicio de las
facultades de intervención, con la arbitrariedad, cuando es
claro que se trata de fenómenos jurídicos diversos.

Es así que al negar el trámite de la revocatoria directa


propuesta se sigue violando abiertamente la normatividad
constitucional y legal vigente, la cual deviene no solo de la
falta de competencia para resolver y pronunciarse sino de la
errónea interpretación de lo solicitado lo cual constituye una
clara vía de hecho.

El Ministerio de Defensa Nacional, a través de su titular, está


legitimado y debe velar siempre por el estricto cumplimiento
del principio de la igualdad en la aplicación de las normas.

Por último señor Ministro, según su escrito se tiene que mi retiro


se decidió por parte del nominador, en este caso, del Señor
Presidente Dr. Álvaro Uribe Vélez, para mejorar el servicio y
es precisamente ese nominador el que debe decidir mi
petición y además al decidir la revocatoria establecer que el
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acto administrativo contenía claras razones que desvirtúan la


discrecionalidad para pasar al abuso de quienes tuvieron a
bien darle todos los elementos para pronunciarse en tal
sentido.

A través de este escrito lo que pretendo exponer y clarificar al


Señor Ministro de Defensa es que, la Fuerza Pública y sus
integrantes no pueden afectarse más por equivocaciones
nacidas de exposiciones caprichosas que constituyen excesos
de poder y el ejercicio arbitrario de sus propias razones, de
esa forma las acciones penales y disciplinarias no recaerían
sobre los funcionario sino contra el nominador directo, lo cual
es a todas luces injusto, además de las graves repercusiones
que conlleva una indemnización que deba pagar el Estado.

Por todo lo anterior, le requiero muy comedidamente, dar el


trámite a mi petición en virtud a la normatividad vigente,
para el pronunciamiento del señor Presidente, quien
legalmente fue el funcionario que expidió y firmó el acto
administrativo, y que es el único que necesariamente puede
resolver, de acuerdo a las formalidades propias de la ley para
actuar en la revocatoria directa de mi retiro por el Decreto
2330 del 22 de Junio de 2007.

Le ruego tener en cuanta que los términos para resolver esta


petición en este proceso de Revocatoria Directa, son de tres
días.

De usted atentamente.

Contralmirante GABRIEL ARANGO BACCI


Cedula de Ciudadanía No 9093102

CC. Presidente de la Republica.

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