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¿FRACASAR O TRIUNFAR?

Uno de los más grandes problemas que la gente tiene respecto al fracaso
es que juzgan demasiado apresuradamente situaciones aisladas en sus
vidas y las clasifica como fracasos. En lugar de hacer eso, se debería
mantener en mente el cuadro total de cada situación.
Muchos textos hablan sobre el éxito, hoy en día el crecimiento personal
está presente en miles de textos, universidades e instituciones que se
dedican a descubrir y enseñar técnicas para tener una vida más centrada
y exitosa.
Definitivamente uno de los factores más importantes para tener éxito en la
vida, es la forma en la que vemos el fracaso, aceptándolo o sentarnos a
llorar sin hacer nada, o aprender de los errores. Los que nos distingue como
seres humanos es la capacidad de aprender, definitivamente lo que más
nos enseña son nuestros fracasos.
En las instituciones educativas, ¿será positivo, que el líder asuma riesgos en
la toma de decisiones? Esta organización necesita en el futuro ser
totalmente competitiva, necesita ser totalmente eficiente, necesita ser
totalmente productiva.
En la gestión de futuro, el liderazgo de los dirigentes debe fomentarse en
su formación, en su fuerza moral para poder exigir a los otros un
comportamiento efectivo. El educador es fundamentalmente un gran
ejemplo, un gran espejo para los estudiantes, para la comunidad. La
función de un directivo de educación debe ser la de un gran líder para el
cambio social, para el progreso económico de la comunidad y en formar
hombres y mujeres capaces de desear triunfar; no el buscar la formación
de hombres y mujeres condenados al fracaso, a la mediocridad. ¿Qué es
lo genera tanta resistencia al cambio? ¿Cómo se accede a la dirección
de las escuelas? Entre las condiciones están “antigüedad y puntaje”, Y
encontramos que deben realizar las funciones gerenciales y de liderazgo a
la vez: el líder hace cosas buenas, y el gerente hace las cosas bien. Estas
son funciones difíciles de separar en la vida cotidiana de las escuelas.
Es así como el directivo debe preocuparse por tener en cuenta todas
aquellas variables que contribuyan a generar un clima de trabajo
adecuado, comprometido con los objetivos de la educación y donde el
trabajador se sienta totalmente vinculado. Entre esas funciones podemos
detallar las de: satisfacer las necesidades de los alumnos, ocuparse de los
problemas profesionales y personales del plantel docente, mantener
abiertas las líneas de comunicación con los padres y con la comunidad y,
por supuesto, encargarse del papeleo, todo dentro de unos límites de
tiempo y energía, presupuesto. La generación de ingresos, las relaciones
públicas y la nueva relación entre patrón y empleado con todos los
participantes, puede hacer disminuir de forma importante las posibilidades
y viabilidades del liderazgo educativo del director en la escuela.
Es importante tener claro que si se piensa en competir a través de las
personas, se pone de relieve el hecho de que el éxito depende cada vez
más de la capacidad de la organización para gerenciar el capital
humano, que es la expresión genérica que se utiliza para describir el valor
del conocimiento, habilidades y capacidades las cuales podrían no
aparecer en la hoja de servicio del empleado, pero que si genera un
impacto notable en su desempeño en las instituciones.
Un gerente a veces suele reaccionar en forma despótica con el personal
o por el contrario, teme enfrentar responsabilidades, esto ocurre
generalmente, en forma inconsciente y también de esta misma forma se
traslada en forma de conflicto a la organización, bajo múltiples formas y
manifestaciones como: enguerrillamiento e inconformidad del personal,
ineficiencia y dejadez, entre otros.
Para terminar, la mejor escuela para generar competencias de liderazgo
es la misma institución de la cual se forma parte, asumiendo el
compromiso contraído.
Profesora Ana María Mansilla

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