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Balseros en busca de la esperanza

Yo viva en la Calle Industria en Centro Habana, Cuba, en plena Crisis de los Balseros
del ao l994. Soy testigo de que en aquella poca la mayora de los cubanos queran
irse - como diera lugar - . Esa era la solucin ante la asfixia econmica, la hambruna
y la represin; yo tambin estaba desesperada, agobiada y mentalmente torturada por
tanta escases, hambre y desilusin.

Por aquellos das haban informado a los cubanos que si queran irse, que las costas no
iban a estar bajo vigilancia, y entonces las gentes empezaron a construir las balsas en
las azoteas y stanos de los edificios. Por las calles pasaba la gente cargada con tablas,
neumticos o cauchos viejos y pedazos de polyespuma y todo lo que pudiera flotar, para
construir la balsa de la salvacin o balsa de la libertad. Pero una balsa, canoa o simple
tabla que pudiera flotar, al menos por 8 horas y los empujara hacia la Tierra de la
Libertad. Yo fui testigo de cmo un grupo de jvenes cargaba con alegra una rstica
balsa y empujada por la curiosidad me fui junto con ellos, por toda la Calle Industria
hasta el Malecn. Echaron la balsa al agua y se montaron unas l3 personas.

Recuerdo a una muchacha, muy joven, que con gracia mova sus manos para despedirse
de su pequeo hijo de apenas 4 aos al que la joven dejaba en brazos de su abuela. La
seora estaba a mi lado y la muchacha le deca a gritos: Mam, no te preocupes, este
domingo ya estamos en los Estados Unidos. Cuida mucho a mi hijo. Yo enseguida lo
voy a mandar a buscar. A la muchacha se le saltaban las lagrimas, a la seora
tambin; el bebe, ingenuo mova sus manitas en un inocente adis a su mam que llena
de esperanzas le haca mil promesas. A m se me saltaron las lagrimas porque yo
tambin, sin proponrmelo, estaba contenta y hasta me senta aliviada. Nunca supe si la
balsa logr llegar o no lleg nunca. Slo recuerdo que puse en dudas el urgente arribo
anunciado por la joven madre para buscar a su beb. Tambin me fij que esos balseros
llevaban una pocas botellas de agua y no vi entre sus pocas pertenencias ningn abrigo
para que pudieran protegerse de la fra noches en el mar abierto. Y nunca supe sus
destinos.

Mayda Palazuelos, Contra Viento y Marea (blog), 08/05/2009

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